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LA ESENCIA

DE LA

TEORÍA MARXISTA DEL VALOR

Gabriel Robledo Esparza

Centro de Estudios del Socialismo Científico

México, 1994
con agregados de 2017
Introducción

El socialismo es la esencia del régimen capitalista. Esto significa que el capitalismo


como ser determinado inmediato se interna en sí mismo y produce su esencia. Esta es en
primer lugar la esencia positiva, la contradicción polar, los polos opuestos que se engendran y
niegan mutuamente y que constituyen el fundamento del ser del capitalismo.
La esencia positiva contiene en estado germinal (pero sólo así) al otro en que ha de
transformarse el capitalismo a su perecimiento; tal otro es la esencia negativa del capitalismo,
el socialismo.
Al seguir adelante el ser determinado del capitalismo, se intensifica el carácter negativo
de sus determinaciones de contenido, lo que hace surgir de ellas la forma, aunque
exclusivamente la forma, del nuevo régimen social. La esencia positiva se ha transformado en
la esencia negativa que emerge a la existencia por ahora únicamente como la forma del nuevo
ser determinado que conserva el mismo contenido del régimen anterior.
El socialismo formal fue el que se instauró en Rusia en 1917 y se extendió
posteriormente a los países de Europa Oriental, a China y a Cuba. Impulsadas por esta misma
forma, las determinaciones del ser del capitalismo, que se conservaban en el interior del nuevo
régimen social, adquieren una potencia tan colosal que rompen esa forma que se habían dado
y restauran la forma anterior, es decir, la forma del régimen capitalista. Esto sucede en Rusia y
Europa Oriental aproximadamente en la década de los 50; para los años 60, el socialismo
formal ha sido sustituido en esos países por una forma específica del capitalismo que extiende
su existencia hasta 1989, año en que se inicia el derruímiento de la misma y su reemplazo por
el capitalismo clásico.
El capitalismo actual, que ha recobrado casi en su totalidad su antiguo campo de
acción, se ha de internar ineluctablemente en sí mismo y producir de nuevo su esencia
negativa.
En esta ocasión, el capitalismo engendrará en su interior, a partir de las
determinaciones de su ser, una serie de determinaciones distintas que llegarán a constituir el
contenido del nuevo régimen social, del socialismo; después, y sobre ellas como fundamento, se
levantará la forma que le corresponde. El socialismo aparecerá en la existencia con un
contenido y una forma propios, será ahora socialismo tanto en el contenido como en la forma.
El socialismo formal de Rusia y Europa Oriental fue guiado en su proceso de
nacimiento y durante su ascensión venturosa por la teoría del marxismo-leninismo. Cuando
aquel fue derrotado y se estableció en esos países una forma sui generis del capitalismo, se
inició entonces la revisión de los principios de la teoría revolucionaria. Se formó un cuerpo de
ideas que, conservando el nombre del marxismo-leninismo, no eran sino los intereses de una
fracción de la burguesía -pequeña y mediana burguesía- apenas si cubiertas con un tenue
barniz de la teoría de la revolución. Esta burda imitación se convirtió en la ideología oficial de
los países de Europa Oriental y fue proclamada por ellos mismos como un perfeccionamiento
de la doctrina original de los clásicos.
Al derrumbarse los regímenes de Europa oriental -el capitalismo especial en ellos
existente- también sucumbió su complemento ideológico, el moderno revisionismo, pero éste lo
hizo en su falso carácter de forma mejorada de la teoría revolucionaria. Se decretó así la
muerte del marxismo-leninismo.
Nos encontramos entonces ante una especialísima situación: la verdadera teoría
revolucionaria, su prístina formulación, existe sólo como una colección de textos empolvados
de los clásicos de esa doctrina que no tienen ninguna relación con la realidad viva; por otra
parte, aunque derrotado, el revisionismo reclama para sí ser la auténtica continuación refinada
del marxismo-leninismo y por tanto se adjudica graciosamente la propiedad de sus tesis
primigenias.
La segunda aparición del socialismo, ahora totalmente integrados sus aspectos material
y formal, requiere necesariamente, por una parte la reviviscencia de las primeras
manifestaciones de la teoría revolucionaria mediante su rescate de su existencia en estado de
animación suspendida en los rimeros de libros de las bibliotecas y sustrayéndolas del dominio
espurio que sobre ellas ejerce el revisionismo que, aparentemente herido de muerte, amenaza
con resurgir con renovados ímpetus, y por la otra, el desarrollo creador de esa doctrina para
aplicarla eficazmente a las condiciones actuales.
Marx, Engels y Lenin aprehendieron la esencia negativa del régimen capitalista;
establecieron con claridad meridiana que en el capitalismo se produce la anulación más
profunda de la naturaleza humana de los trabajadores, que éstos son despojados de sus
características naturales-humanas, las cuales se concentran en el capital y que la conciencia
de esa terrible depauperación lleva necesariamente a los proletarios a la realización de la
revolución socialista con el fin de recobrar la naturaleza humana que les ha sido sustraída por
el capital.
Ellos determinaron la táctica y la estrategia de la revolución socialista a partir del punto
en el cual se encontraba en esa época el régimen de producción capitalista. El contenido de
éste lo constituía el proletariado sujeto a la más escandalosa explotación y reducido en su
generalidad a niveles de vida que se caracterizaban por la no-satisfacción de sus necesidades
individuales más elementales.
El movimiento revolucionario toma como su base este contenido del capitalismo y lo
dirige, en lugar de hacia el perfeccionamiento de ese régimen social por medio de la
satisfacción creciente de las necesidades individuales de los trabajadores, al establecimiento de
una forma de organización socialista bajo la dictadura del proletariado que en una primera fase
tendría también que orientarse hacia el mismo fin: la elevación del nivel de vida de los obreros.
Con el paso del tiempo y mediante la educación, dentro de un régimen socialista ya
maduro, la conciencia individual de los trabajadores, último vestigio del contenido capitalista
que se habría continuado en el socialismo, sería erradicada definitivamente y sustituida por
una conciencia colectiva que vendría a ser el contenido específico del nuevo régimen social.
Quedó fuera de la perspectiva de los clásicos el hecho de que el contenido capitalista y
la forma socialista que sobre él se levantaba constituían una unidad de los opuestos en la que
la existencia y progreso de uno estaban condicionados por la conservación y el
perfeccionamiento del otro. El contenido capitalista producía necesariamente al socialismo
formal y éste a aquel. De esta suerte, en esta mutua procreación, al llegar el socialismo formal
al estadio más alto de su existencia, también el contenido capitalista que era su base de
sustentación alcanzaba una fuerza inconmensurable. Es en este momento cuando el contenido
capitalista rompe la envoltura del socialismo formal, éste sucumbe y aquel se da la forma que
le corresponde, es decir, el capitalismo sui generis que prevaleció a partir de la década de los
años sesenta en lo que antes fue el mundo socialista.
Los clásicos no pudieron ver, porque la realidad no lo ponía aún de relieve, que para
lograr el pleno establecimiento del socialismo, tanto formal como materialmente, era necesario
que el contenido de ese régimen social se empezara a gestar ya en el seno del propio
capitalismo: sólo un proletariado que en primer lugar exacerbe su individualidad hasta sus
últimas consecuencias en la sociedad capitalista de consumo y que después conscientemente
logre abolirla en la lucha contra ese monstruoso régimen social, podrá ser el contenido
característico del socialismo en su nueva aparición.
Los clásicos nunca abandonaron las tesis principales de su teoría: la naturaleza
específica de la explotación capitalista y las características esenciales del socialismo; lo único
que no pudieron prever fue el proceso por el cual se llegaría definitivamente al socialismo: una
primitiva aparición formal suya conservando su contenido capitalista, la derrota del socialismo
formal, la restauración del capitalismo y, por último, el establecimiento integral del socialismo
comprendiendo tanto su contenido como su forma específicos.
El revisionismo moderno, que surge inmediatamente después de que el socialismo
formal es derrotado, en primer término desvirtúa la tesis fundamental del marxismo-leninismo;
para el revisionismo, la explotación consiste en la no-satisfacción de las necesidades
individuales de los trabajadores o, cuando éstas son satisfechas más o menos
abundantemente, en el coartamiento de la libertad individual por el "aparato de dominación
total". De ahí entonces que el socialismo sea para esta forma disfrazada de la ideología
burguesa un régimen en el cual primeramente se satisfacen las necesidades más imperiosas de
los proletarios y luego se da libre curso a su individualidad con el fin de que cada trabajador
cubra las necesidades más elevadas de su preciosa personalidad, todo esto dentro de un
mínimo marco de socialización de la producción y del consumo.
La preparación de la nueva fase de la lucha por la implantación del socialismo requiere,
como ya lo señalamos, la contienda denodada contra el revisionismo. Lo primero que hay que
rescatar de sus garras es la tesis esencial del marxismo-leninismo sobre el carácter específico
de la explotación capitalista. La teoría del valor es el basamento del concepto marxista de la
explotación; el revisionismo ha tenido buen cuidado de trabajar acuciosamente en este campo
logrando sustituir la idea marxista sobre el valor por una formulación exclusivamente
burguesa.
Las pedantes, aburridas y estultas discusiones "académicas" acerca de la exactitud
matemática de la teoría del valor, de la posibilidad de la conversión de los valores en precios y
de la vigencia o no de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, que se realizan en los
claustros universitarios, aparentemente dentro de los límites de la "razón pura", no han tenido
otra finalidad que poner, con base en la propia teoría marxista del valor e incluso utilizando su
mismo lenguaje, los cimientos de una versión burguesa de la teoría del valor que sirva a los
intereses de la burguesía liberal y de la pequeña burguesía y que guarde la apariencia de la
teoría revolucionaria; su propósito fundamental ha sido ocultar la esencia de la teoría marxista
del valor y dar realce, en contrapartida, a aspectos formales de la misma -coincidentes con los
viejos planteamientos de los clásicos, quienes, como se sabe, enunciaron ya hace mucho
tiempo la teoría burguesa del valor- los que sirven de punto de partida para sus
tergiversaciones teóricas.
No es nada extraño, dados estos antecedentes, que los Partidos y grupos revisionistas
del mundo (pro soviéticos, pro chinos, procubanos, pro albaneses, etcétera) hubieran
reconocido en la intelligentzia universitaria de "izquierda" a sus vanguardias teóricas que los
nutrían ideológicamente proporcionándoles los fundamentos de los postulados revisionistas y
oportunistas que regían su acción práctica.
El propósito fundamental de este ensayo es intentar la develación de los mecanismos a
través de los cuales el revisionismo ha logrado encontrar en Marx una fuente para sus
deformaciones teóricas y la determinación, por tanto, de la esencia de los planteamientos
marxistas sobre la teoría del valor. Esta obra forma parte de una tarea general de
reivindicación de todos los aspectos más importantes de la teoría marxista-leninista.
Dicha labor reivindicativa es necesaria como requisito previo para dar un nuevo
impulso al movimiento comunista internacional, que en la actualidad se encuentra en una fase
de profunda recesión.
Este trabajo es, por tanto, un ataque frontal a las posiciones de todos aquellos -
profesores universitarios, principalmente- que han hecho su modus vivendi de la introducción
de la ideología burguesa al corazón mismo de la teoría revolucionaria a través del ocultamiento
de la esencia de la teoría marxista del valor. Su propósito fundamental es poner de relieve la
esencia misma de la teoría marxista del valor, lo que constituye una tarea necesaria para poder
después comprender la esencia de la explotación capitalista, a la cual los revisionistas
confunden, por necesidad, con determinaciones meramente aparentes de la misma.
Este estudio, que comprende el resumen y análisis de la primera sección del tomo
primero de El Capital, será continuado posteriormente hasta abarcar los tres tomos de la obra
mencionada; con esta labor intentamos rescatar de manos del revisionismo la esencia de los
planteamientos marxistas en el terreno de la economía política.
Como dejamos establecido, en sus primeros escritos Marx y Engels determinaron a
grosso modo, si se nos permite esta expresión, la esencia del régimen de producción capitalista.
Tomando esto como punto de apoyo, su labor posterior consiste en esclarecer al detalle
aquellos principios fundamentales. La tesis central contenida en la primera formulación de su
doctrina la expresaron Marx y Engels diciendo que la esencia del capitalismo consiste en la
destrucción de la naturaleza humana en el proletariado; en "El Capital", Marx demostrará de
una manera detallada y profunda el curso de ese proceso.
En "El Capital", Marx empieza con el estudio de las características más superficiales del
régimen de producción capitalista; comienza por lo que el capitalismo es, por su ser que se
manifiesta en la superficie. El capitalismo es un régimen económico basado en la producción
de mercancías, por lo que su análisis debe partir precisamente de ese punto.
Apoyado en los adelantos logrados por los economistas clásicos y después de confirmar
los hallazgos de aquellos y darles una forma más sistemática y completa, pasa a la
determinación de lo que es la esencia de la mercancía.
Para Marx, la mercancía es, antes que nada, fuerza humana de trabajo condensada en
un objeto material, con vida propia y ajena a su poseedor originario: es una sustantivación de
valor. Como tal sustancia, la fuerza humana de trabajo enajenada puede incorporarse a un
objeto material y transmigrar de un objeto a otro; es decir, tiene la capacidad de auto
movimiento.
La sustantivación de la fuerza humana de trabajo en el régimen de producción de
mercancías obedece a la existencia de productores privados independientes como fundamento
de la organización social; el régimen de producción basado en productores privados
independientes tiene a su vez como su base el proceso de devastación de la esencia natural
humana iniciado desde la disolución de la comunidad primitiva; en consecuencia, la
sustantivación de la fuerza de trabajo es el resultado de la negación de la esencia natural
humana y, a la vez, una forma específica de esa anulación.
Profundizando en el análisis, Marx continúa su investigación y determina el proceso de
constitución -en el régimen de producción simple de mercancías- y evolución posterior -ya en el
capitalismo- de la fuerza humana de trabajo sustantivada.
La circulación de las mercancías produce necesariamente el dinero, el cual se
transforma ineluctablemente en capital; éste no es sino la forma superior que adopta la fuerza
humana de trabajo sustantivada.
El capital, a través de la exacción de plusvalía, por un lado produce la ruina más
decisiva de la naturaleza humana en el proletariado, y por otro despoja definitivamente a los
obreros de sus capacidades físicas y mentales y las concentra en sí mismo.
La fuerza humana de trabajo sustantivada consuma la obra iniciada por la propiedad
privada desde la época de la desintegración de la comunidad primitiva: la supresión de la
esencia natural de la especie humana.
A lo largo de este trabajo iremos subrayando precisamente los momentos de la
argumentación de Marx en donde pone de relieve la esencia de los fenómenos estudiados.
Primera Sección

Análisis del Capítulo I de la sección primera

del primer tomo de "El Capital".

Capítulo I
Resumen, extractos, citas y análisis del parágrafo 1 del Capítulo I,
Sección primera de El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I de Carlos Marx

Marx desarrolla su argumentación en los siguientes términos.

La mercancía.
1.- Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y magnitud de valor).
La riqueza de las sociedades en que impera el régimen de producción capitalista se nos presenta
como un inmenso arsenal de mercancías1

La forma elemental de esta riqueza es la mercancía.


Por lo tanto la investigación del régimen capitalista de producción empieza con el
análisis de la mercancía.
II.- ¿Qué es la mercancía?
A. Valor de uso.
La mercancía es un objeto útil apto para satisfacer una necesidad humana, es un valor
de uso.
La utilidad está condicionada por las cualidades materiales de las mercancías.

El valor de uso sólo toma cuerpo en el uso o consumo de los objetos. Los valores de uso forman el
contenido material de la riqueza cualquiera que sea la forma social de ésta.2

En las sociedades productoras de mercancías son portadores del valor de cambio.


B. Valor de cambio.
La mercancía es un valor de cambio: tiene la cualidad de poder ser cambiada por
cualquier otra mercancía.
El valor de cambio de una mercancía es la proporción cuantitativa en que se cambian
valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase.
En la producción de mercancías los productos del trabajo se separan del productor, se
vuelven ajenos a él; se da la posibilidad de que se conviertan en una potencia que manda sobre
el productor en vez de ser éste el que mande sobre su producto.
III. ¿Qué determina la proporción en que se cambian las mercancías?
No es el valor de uso lo que determina la proporción en que ellas se cambian porque las
mercancías son inconmensurables entre sí de acuerdo con su utilidad; son productos de
trabajos distintos, tienen cualidades diferentes y también satisfacen necesidades disímbolas.
Sin embargo, tiene que haber algo común entre ellas que las haga conmensurables y, en
consecuencia, intercambiables en ciertas proporciones.

1
Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I, Fondo de Cultura Económica, tercera edición, versión del
alemán por Wenceslao Roces, 1964, México, p. 3.
2
Ibídem, p. 4
Prescindiendo de su valor de uso y, por tanto, de sus distintas cualidades, lo único que
tienen en común las mercancías es el ser producto del trabajo humano. Al prescindir del valor
de uso de las mercancías se hace abstracción de sus distintas cualidades materiales y de la
naturaleza específica de los trabajos que las produjeron, para quedar reducidas a simples
materializaciones de trabajo indiferenciado, de gasto de fuerza humana de trabajo sin
consideración de la forma en que se gastó la misma, es decir, reducidas a materializaciones de
trabajo abstracto.
Las mercancías son, desde este punto de vista, materializaciones de cierta cantidad de
trabajo humano abstracto. Son valores, valores mercancías.
IV. Análisis del valor.
El valor de las mercancías se mide por la cantidad de sustancia creadora de valor, de
trabajo humano abstracto que contienen. Pero no por la cantidad que se emplea en la
producción de una mercancía en particular sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario
para producir un tipo determinado de mercancías.
El tiempo de trabajo socialmente necesario es aquel que se requiere para producir un
valor de uso cualquiera en las condiciones normales de producción y con el grado medio de
destreza e intensidad de trabajo imperantes en la sociedad.
El tiempo de trabajo cambia al cambiar la capacidad productiva del trabajo. Esta a su
vez depende de ciertos factores (grado medio de destreza, nivel del progreso de la ciencia, la
organización social del proceso de producción, el volumen y la eficacia de los medios de
producción y las condiciones naturales).

...Por tanto, la magnitud del valor de una mercancía cambia en razón directa a la cantidad y en
razón inversa a la capacidad productiva del trabajo que en ella se invierte.
Un objeto puede ser valor de uso sin ser valor... ...puede ser útil y producto del trabajo sin ser
mercancía... ...ningún objeto puede ser un valor sin ser a la vez objeto útil...3

Las principales ideas explicadas por Marx en esta parte de su trabajo se pueden
resumir de la siguiente manera:
1) La forma elemental de la riqueza de la sociedad capitalista es la mercancía.
2) La mercancía tiene dos factores: valor de uso y valor de cambio.
3) El valor de uso es la capacidad que tiene el objeto para satisfacer una necesidad
humana.
4) El valor de cambio es la proporción cuantitativa en que puede ser cambiado por otras
mercancías.
5) Para que las mercancías puedan ser cambiadas unas por otras necesitan tener algo
en común, estar formadas por una misma sustancia que permita equipararlas.
6) Lo igual en ellas no es el valor de uso porque éste representa en realidad cualidades
distintas de las mercancías para satisfacer necesidades muy disímbolas.
7) Lo que hace semejantes a las mercancías es el ser productos del trabajo humano.
8) El trabajo que se objetiva en las mercancías es trabajo humano indiferenciado, es el
simple gasto de fuerza humana de trabajo en la producción de un objeto, es trabajo abstracto.
9) El trabajo materializado en las mercancías constituye el valor intrínseco de las
mismas y es el soporte de su valor de cambio.
10) El valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo humano
abstracto invertido en su producción.
11) Y no de cualquier cantidad de trabajo, sino del trabajo socialmente necesario para
producirla.

El método de Marx
El método empleado por Marx en el estudio de la sociedad capitalista es el dialéctico-
materialista. El núcleo del mismo lo constituye la dialéctica hegeliana puesta sobre sus pies.

3
Ibídem, p. 8
Para Hegel, la realidad está compuesta por tres niveles de existencia que son otros
tantos puntos de llegada del conocimiento del objeto.
El primer nivel es el de la superficie; el objeto es un ser determinado finito que aparece
al exterior dotado de ciertas características específicas.
El segundo nivel es la esencia como fundamento positivo; la contradicción polar es el
basamento de las determinaciones superficiales del ser.
El tercer nivel es la esencia como fundamento negativo; es el otro en que el ser
determinado ha de convertirse cuando fenezca.
El movimiento del objeto desde su surgimiento hasta su extinción es también el de su
internamiento en sí mismo para producir su esencia.
Marx estudia en primer lugar el ser del régimen capitalista, lo que éste es en la
superficie.
Partiendo de ahí se adentra, por sucesivas aproximaciones, hacia la esencia del mismo
y llega inicialmente a su fundamento positivo que es la contradicción; pasa después a
descubrir el otro que ese régimen social contiene en su interior, el cual ha de devenir en un
existente.
La ciencia económica burguesa había examinado también el ser del régimen de
producción capitalista.
Los mercantilistas y los fisiócratas tomaron como objeto de sus reflexiones la epidermis
de esa formación económico-social.
La economía clásica penetró más profundamente en la estructura de la sociedad
capitalista, pero sin trasponer el límite de su esencia positiva.
La economía clásica aborda, en un proceso contradictorio, tanto el conocimiento de la
exterioridad de la sociedad burguesa y el de las capas interiores que le siguen como el de su
esencia positiva. El movimiento entre ambos extremos es la característica fundamental de las
teorías de los economistas como Adam Smith y David Ricardo y tiene como resultado el
conocimiento más completo del ser y del fundamento esencial del régimen de producción
capitalista.
Adam Smith investiga, de una manera paralela, las determinaciones de la superficie y
las más interiores del régimen capitalista; David Ricardo, por su parte, descubre la esencia
positiva del régimen capitalista y establece la conexión necesaria entre ambos niveles

2.- "LA PLUSVALIA Y LA GANANCIA. 1. El sistema Ricardiano


Ricardo toma como punto de partida la determinación de los valores relativos o valores de cambio
de las mercancías, atendiendo a la cantidad de trabajo necesaria para su producción. No se
detiene, sin embargo, a investigar el carácter de ese trabajo. Con tal de que dos mercancías sean
equivalentes -en absoluto o en una determinada proporción- o, lo que tanto vale, cosas de
magnitud desigual en cuanto a la cantidad de trabajo contenido en ellas, es evidente que,
consideradas como valores de cambio, se trata de mercancías sustancialmente iguales. Su
sustancia es el trabajo. Por eso precisamente es por lo que representan valor. Pueden diferir, y
difieren, en cuanto a la magnitud, según la cantidad mayor o menor de esa sustancia que
encierren. Ricardo no se ocupa ni de la forma -determinación especial del trabajo que crea valor
de cambio o se materializa en él-, ni del carácter de este trabajo. No comprende, pues, la relación
existente entre este trabajo y el dinero ni la necesidad de que el trabajo se represente en dinero.
No comprende en absoluto la relación que media entre la determinación del valor de cambio de la
mercancía por el tiempo de trabajo y la necesidad de que las mercancías se conviertan en dinero.
De aquí su falsa teoría del dinero. Sólo enfoca de primera intención la magnitud del valor: las
magnitudes de valor de las diversas mercancías guardan entre sí la misma relación que las
cantidades de trabajo necesarias para su producción. He ahí el punto de partida de Ricardo. En el
capítulo I declara explícitamente que su investigación arranca de las conclusiones de A. Smith.
"Veamos en qué consiste el método de Ricardo. Partiendo de la determinación de la magnitud de
valor de las mercancías por el tiempo de trabajo, entra luego a investigar si las demás
determinaciones económicas, las categorías, se hallan en contradicción con esta determinación
del valor o en qué sentido la modifican. Inmediatamente se comprende el fundamento histórico de
este modo de proceder, su necesidad científica en la historia de la economía y también su
endeblez histórica, que no estriba simplemente en la forma, sino que conduce, además, a
resultados falsos, pues saltando por encima de los eslabones indispensables, pretende exponer
directamente la concordancia de las categorías económicas.
Este método de investigación es legítimo y necesario, desde el punto de vista histórico. Con Adam
Smith la economía política se convierte en un todo armónico y se deslinda, en cierto modo, su
propio campo de acción. Por eso a Say le fue dado condensarla, de un modo superficialmente
sistemático, en un manual. El período que media entre A. Smith y Ricardo, apenas aporta más
que investigaciones de detalle en torno al problema del trabajo productivo y el trabajo
improductivo, del sistema monetario, de la teoría de la población, de la propiedad del suelo, de los
impuestos, etcétera. El propio A. Smith, con su gran ingenuidad, vive sumido en una permanente
contradicción. Por una parte, estudia la conexión interna de las categorías económicas, la
estructura interior del sistema económico burgués. Por otra parte, presenta esta conexión
yuxtapuesta, tal y como la concurrencia parece revelarla a la mira del vulgar observador y de
quien no conoce más que el proceso de producción propio del régimen burgués. Nos
encontramos, pues, con dos concepciones distintas. Una de ellas ahonda en cierta manera en la
esencia, en la fisiología del sistema burgués; la otra, se limita describir, catalogar, exponer y
esquematizar, a medida que el autor va descubriéndolas, todas las manifestaciones externas del
proceso de la realidad. En A. Smith estas dos concepciones se desarrollan paralelamente o se
entrecruzan, e incluso se contradicen constantemente. Y en él esto tiene, aparte de algunas
investigaciones de detalle, su justificación, pues en realidad A. Smith persigue un doble fin. Por
un lado, pretende penetrar en la fisiología interna de la sociedad burguesa; por el otro, aspira a
describir en primer término, en parte al menos, los fenómenos externos de esta sociedad, a
exponer sus conexiones externas, a encontrar las denominaciones y los conceptos adecuados
para la mayoría de estos fenómenos; es decir, a representarlos ante todo en el lenguaje y en el
proceso de pensamiento. Ambas finalidades le interesan por igual. Sin embargo, como discurren
paralela e independientemente la una de la otra, A. Smith llega, partiendo de aquí, a una
concepción extraordinaria: la de que una de ellas revela con mayor o menor exactitud, la conexión
interna, y la otra la conexión aparente. Sus sucesores pueden ya, salvo en los casos en que
personifican la reacción de anteriores teorías superadas desde hace largo tiempo, avanzar
tranquilamente en sus investigaciones de detalle y en sus consideraciones, apoyándose siempre
en A. Smith, ya se atengan a la parte esotérica o a la parte exotérica de su obra, o ya las
entremezclen, como hacen en la mayoría de los casos. Hasta que, por fin, llega Ricardo y pone
coto a la ciencia. El fundamento, el punto de partida de la fisiología del sistema burgués, el punto
de que hay que arrancar para entender su organismo interno y su proceso de vida, es la
determinación del valor por el tiempo de trabajo: Ricardo parte de aquí y obliga a la ciencia a
renunciar a su vieja rutina, a investigar y aclarar hasta qué punto las otras categorías
desarrolladas o expuestas por ella -las relaciones de producción y circulación- se acomodan a
este fundamento, a este punto de partida, o se hallan en contradicción con él; hasta qué punto la
ciencia, que se limita a reproducir los fenómenos en que se traduce el proceso, y estos fenómenos
mismos corresponden al fundamento sobre que descansa la conexión íntima, la verdadera
fisiología de la sociedad burguesa o que constituye su punto de partida; en una palabra, lo que
hay de verdad en esta contradicción entre el funcionamiento real y el funcionamiento aparente del
sistema. Tal es la gran significación histórica de Ricardo para nuestra ciencia. Y esto explica
porqué Say, puesto fuera de combate por Ricardo, da rienda suelta a su cólera diciendo que
"lanza la ciencia al vacío con el pretexto de abrirle nuevos horizontes". Y en íntima relación con
este primer mérito de Ricardo, debemos señalar otro: el de poner de manifiesto el antagonismo
económico existente entre las diversas clases, tal y como lo revela la conexión interna. Ricardo
ahonda hasta descubrir la raíz de la lucha histórica inherente a la economía y a su desarrollo
histórico. Por eso precisamente es por lo que Carey lo denuncia como el padre del comunismo:
El sistema de Ricardo es un sistema de discordia... Tiende a sembrar la hostilidad entre las clases
y las naciones... Su libro es el verdadero manual de los demagogos que aspiran a conquistar el
poder mediante la confiscación de la tierra (agrarianism), mediante la guerra y el saqueo (Carey,
The past, the present and the future, Filadelfia, 1848, p. 74 y ss.).

Sin embargo, la importancia científica, el gran valor histórico de la teoría de Ricardo, se hallan
contrarrestados, como tendremos ocasión de ver en detalle más adelante, por la endeblez
científica de su método.
Así se explica la construcción verdaderamente peregrina y forzosamente absurda de su obra. La
obra entera, en su tercera edición, consta de treinta y dos capítulos...
...la teoría de Ricardo se contiene realmente en los seis primeros capítulos de la obra. Y cuando
hablo de la defectuosa arquitectónica de ésta, mi reproche se refiere exclusivamente a esta parte
del libro. Los capítulos restantes son (con excepción del capítulo que trata del dinero) simples
aplicaciones, ilustraciones y adiciones, que el autor baraja al buen tuntún. Sin embargo, esta
defectuosa construcción de la obra no es algo fortuito, sino que obedece al método de
investigación de Ricardo y al fin concreto que éste persigue; a través de ella se expresa la endeblez
científica de su mismo método.
El capítulo I está dedicado a estudiar el valor. Este capítulo consta de siete secciones. En la
primera se investiga en rigor este punto: ¿El salario se halla en contradicción con la
determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo contenido en ellas? En la
tercera se demuestra que la incorporación al valor de las mercancías de lo que yo llamo capital
constante, no se halla en contradicción con la determinación del valor; el alza y la baja del salario
no afectan al valor de las mercancías. En la cuarta se investiga hasta qué punto el empleo de
maquinaria o de cualquier otro capital fijo y duradero incorporado, en diferente proporción, al
capital de distintas ramas de producción, modifica la determinación del valor de uso por el tiempo
de trabajo, en aquellos casos en que se emplean, en distintas ramas de producción, capitales de
distinta duración y que requieren un tiempo más o menos largo para completar su ciclo
circulatorio.
Por tanto, en este primer capítulo el autor no parte solamente de la premisa de la mercancía -
única premisa de que hay que partir, cuando se trata de estudiar el valor de por sí-, sino que da
por supuesto también el salario, la ganancia, la cuota general de ganancia, las diversas formas de
capital tal y como se desprenden del proceso de la circulación, y hasta la diferencia entre el precio
natural y el precio comercial, diferencia que tiene incluso una importancia decisiva en los dos
capítulos consagrados al estudio de la renta del suelo y la renta de las minas.
Este segundo capítulo, "Sobre la renta del suelo", al que sirve de complemento el capítulo III,
"Sobre la renta de las minas", comienza lógicamente, con arreglo al método de su investigación,
planteando este problema: la propiedad territorial y la renta del suelo ¿se hallan en contradicción
con la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo? "Debemos, sin
embargo, investigar -dice Ricardo- si la apropiación de la tierra y la consiguiente institución de la
renta introducirá alguna modificación en cuanto al valor relativo de las mercancías,
independientemente de la cantidad de trabajo necesaria para su producción." (Principles of
Political Economy, 3a. ed., Londres, 1721, p. 53.).
Y para orientarse en esta investigación, no se limita a establecer de pasada la relación entre el
precio comercial y el precio real, el cual equivale a la expresión del valor en dinero, sino que da
por supuesta toda la producción capitalista y toda su concepción acerca de las relaciones entre el
salario y la ganancia. Por tanto, en estos dos primeros capítulos y en el capítulo III, complemento
del II, no sólo se presuponen, sino que se desarrollan íntegramente, el capítulo IC, "Sobre el
precio natural y el precio comercial", el capítulo V, "Sobre el salario", y el capítulo VI, "Sobre la
ganancia.
"En los tres capítulos siguientes Ricardo se limita, desde el punto de vista teórico, a suplir
algunas lagunas y a precisar algunos puntos. Todo lo expuesto en ellos debería, sin embargo,
figurar en páginas anteriores de la obra.
Por consiguiente, toda la doctrina de Ricardo se halla contenida en los dos primeros capítulos. En
ellos los procesos desarrollados de la producción burguesa y las categorías desarrolladas de la
economía política se cotejan con el principio que les sirve de base, con la determinación del valor,
y se examina hasta qué punto concuerdan con este principio o cómo se justifican las aparentes
excepciones que aportan a la relación de valor de las mercancías. En estos dos primeros capítulos
se contiene también toda la crítica ricardiana de la economía política anterior a él, su ruptura
terminante con la permanente contradicción de A. Smith, sobreponiéndose al sistema esotérico y
exotérico de éste y llegando, como consecuencia de ello, a resultados absolutamente nuevos y
verdaderamente asombrosos. De ahí el gran placer teórico que nos producen: en unas cuantas
palabras, trazan la crítica de toda la teoría anterior, tan vaga y tan manoseada, y nos revelan que
todo el sistema burgués de la economía política obedece a una ley fundamental; extraen la
quintaesencia de los fenómenos dispersos y de su diversidad. Pero esta satisfacción teórica que la
originalidad, la unidad de ideas, la sencillez, la concentración, la profundidad de pensamiento, la
novedad y la pletórica concisión de estos dos primeros capítulos producen, va disipándose
forzosamente en el transcurso de la obra. Cierto que, a veces, a lo largo de ella sentimos el
encanto de la originalidad de ciertos pasajes. Pero en conjunto la impresión es de fatiga y de
tedio. No hace uno más que dar vueltas en torno a lo mismo. Fuera de la aplicación monótona de
los principios establecidos a elementos heterogéneos y extraños o de la polémica en torno a la
defensa de estos mismos principios, Ricardo no hace en realidad más que repetirse y redondear
lo expuesto. Apenas sí, de vez en cuando, nos encontramos con alguna que otra conclusión
típica.4

Al cerrarse el ciclo de existencia de la economía clásica, sus dos elementos se


desenvuelven por su cuenta: el conocimiento de la corteza de la sociedad capitalista se
convierte en la labor específica de una corriente económica a la que atinadamente llama Marx
"economía vulgar"; por otro lado, el análisis iniciado por los clásicos de las capas internas del
ser y de la esencia positiva del capitalismo da lugar a las doctrinas de la negación del régimen
de producción capitalista dentro de sus propios límites, las cuales a su vez sirven de punto de
partida para la aparición del socialismo y el comunismo crítico-utópicos.
La economía burguesa posterior siguió nutriendo aquellas sus dos corrientes
fundamentales hasta hacerlas desembocar en el marginalismo y el monetarismo por un lado y
el reformismo, el estructuralismo y el keynesianismo por el otro. Ambas vertientes,
representantes de los intereses de dos sectores de la burguesía moderna que se engendran y se
niegan mutuamente, tienen también como su objeto solamente al ser y la esencia positiva del
régimen capitalista, sin poder llegar a su esencia negativa.
La economía clásica es elemento integrante del régimen de producción capitalista y
constituye la verdad del ser y de la esencia positiva del capitalismo.
La economía clásica tiene en su interior, en forma germinal y por tanto oculta, como su
otro, como su esencia, a los elementos de su negación que al mismo tiempo son constitutivos
de la teoría revolucionaria, la cual es un elemento negatorio del capitalismo.
La economía clásica perfecciona su carácter de elemento integrante del régimen de
producción capitalista, con lo cual fomenta al mismo tiempo los elementos de su negación,
pero permanece oculta para ella esta cara del proceso.
Marx, tomando como punto de partida lo hecho por la economía clásica, realiza las
siguientes tareas:
a) ordena y sistematiza los resultados de las investigaciones de los clásicos teniendo
como propósito rector el descubrimiento de la esencia negativa del capitalismo;
b) lleva hasta sus últimas consecuencias el análisis iniciado por los clásicos del ser del
capitalismo y lo orienta hacia la búsqueda del otro que guarda en su interior, es decir, de su
esencia negativa;
c) descubre, desarrolla, organiza y sistematiza el otro contenido en el interior de la
teoría clásica; establece la teoría económica revolucionaria como uno de los elementos
negatorios del régimen capitalista.

La economía clásica acometió el estudio de la esencia positiva del capitalismo


considerada ésta en su carácter de fundamento positivo de ese régimen económico-social; Marx
aborda el mismo objeto pero lo toma en su naturaleza generadora de la esencia negativa. Este
distinto enfoque de sus investigaciones da como resultado una diferencia abismal entre las
tesis de los clásicos y las de la teoría marxista del valor. Los postulados marxistas sobre el
mismo tema son infinitamente más profundos, exactos y sistemáticos que los de la economía
clásica.
El revisionismo toma de Marx la parte de su teoría en la cual desarrolla, organiza y
sistematiza el estudio del ser y la esencia positiva del capitalismo y la considera como si fuera
el análisis de su esencia negativa; al reafirmar el carácter de fundamento positivo de la esencia
negativa, su conocimiento se queda en el mismo nivel que el de la economía clásica. El
"mérito" del revisionismo consiste en que, frente a la bárbara disyunción del conocimiento del
capitalismo moderno establecida por las dos corrientes señaladas, aquel restaura la unidad
dialéctica del mismo, tal y como anteriormente lo había hecho David Ricardo.

La argumentación de Marx.

4
Marx, Carlos, Historia Crítica de la Teoría de la Plusvalía, vol. I, versión de Editorial Cartago, S. R. L., Buenos Aires, 1956,
tomado de Ediciones Venceremos, La Habana, Cuba, 1965, pp. 227-231
Marx inicia su trabajo con el análisis de la mercancía "que es la célula elemental de la
sociedad burguesa"; para ello toma la mercancía tal y como existe en el régimen capitalista.
(Frecuentemente se acusa a Marx de haber establecido en la sección primera del tomo I
de El Capital una teoría del valor circunscrita a la producción simple de mercancías: se
considera que a causa de ello la economía marxista es inadecuada para explicar la naturaleza
del valor en la sociedad capitalista; de ahí también -se dice- el porqué Marx haya debido
abandonar los postulados de la sección primera cuando en el tomo III se dio a la tarea de
estudiar el funcionamiento concreto de la sociedad capitalista. Esto es absolutamente falso.
Marx, fiel al método hegeliano, inicia su análisis precisamente tomando la mercancía tal y
como ella existe en la superficie del régimen capitalista: en los parágrafos 1 y 2 de la sección
primera del capítulo I del primer tomo establece, con base en los clásicos, las determinaciones
de la esencia positiva de la mercancía que es la "célula fundamental del régimen de producción
capitalista" y en el parágrafo 3 inicia el análisis de la esencia negativa de la misma. En los
capítulos II y III de la citada primera sección considera a esos elementos esenciales en su
proceso de surgimiento y despliegue a partir del nivel inferior de la producción simple de
mercancías y del intercambio inmediato de las mismas hasta llegar a la plena constitución del
dinero con sus funciones principales. En la sección segunda, Marx hace objeto de su estudio a
la transformación del dinero en capital. Con base en las determinaciones esenciales de la
mercancía producida en el régimen capitalista, Marx investiga en el resto del tomo I el proceso
de producción capitalista de mercancías, en el tomo II la circulación capitalista de mercancías
y en el tomo III el movimiento del capital global en su conjunto. Las leyes del valor establecidas
por Marx en la primera sección del primer tomo de "El Capital" se refieren explícitamente a las
mercancías producidas en el régimen de producción capitalista.)
En el estudio de la mercancía encuentra Marx en primer lugar las siguientes
determinaciones:
La mercancía es un valor de uso y un valor de cambio.
El valor de uso es la propiedad que tiene la mercancía de satisfacer una necesidad
humana, cualquiera que esta sea. La base del valor de uso de las mercancías son sus
cualidades materiales.
El valor de cambio es la proporción cuantitativa en que se cambian unas mercancías
por otras.
El valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario
para producirlas.
Hasta aquí Marx se ha concretado a expresar hechos evidentes por sí mismos que
pertenecen al ser del fenómeno:
La producción capitalista es en su totalidad producción de mercancías.
Es un hecho empíricamente comprobable que la totalidad de la producción es, en la
sociedad capitalista, producción para el mercado.
La mercancía es un objeto útil y un valor de cambio.
La sociedad moderna está formada fundamentalmente por propietarios privados de los
medios de producción y de vida y por obreros que sólo poseen en propiedad su fuerza de
trabajo. Los obreros concurren a un mercado general a vender su fuerza de trabajo; a cambio
reciben un pago en dinero el cual emplean para adquirir en el mercado los bienes necesarios
para su subsistencia y reproducción. Por su parte, los capitalistas compran fuerza de trabajo y
medios de producción y de vida y producen bienes (de consumo y de capital) que colocan en el
mercado. La fuerza de trabajo y los bienes que se producen en la sociedad capitalista son por
necesidad mercancías, es decir, objetos útiles que se enajenan por su propietario privado con
la finalidad de obtener de los demás propietarios privados los bienes de consumo necesarios, la
fuerza de trabajo y los medios de producción requeridos, son valores de cambio.
El valor de cambio es la proporción cuantitativa en que la mercancía se cambia por
otra.
En el régimen de producción capitalista el propietario privado enajena una mercancía y
obtiene el equivalente general de la misma, es decir, una determinada cantidad de dinero; con
el equivalente general adquiere en el mercado los objetos útiles que necesita. El movimiento se
esquematiza así: M-D-M, o sea enajenación de la mercancía propia por dinero y adquisición de
la mercancía ajena con dinero. De lo que se trata es entonces del cambio por el propietario
privado de su mercancía por la mercancía ajena, M-M, proceso que es mediado por el dinero.
Para estudiar el fenómeno en toda su pureza, Marx hace abstracción de la forma y fija su
atención en el contenido mismo, es decir, en el cambio de mercancías por mercancías M-M que
subyace en el cambio mediado por el dinero y que es característico del régimen de producción
capitalista de mercancías.
Es precisamente a esta mercancía, producto peculiar del régimen capitalista, célula
elemental suya, y a su movimiento de cambio en ese mismo régimen a los que Marx toma como
objeto de análisis.
Una cantidad determinada de la mercancía x se cambia regularmente por cierta
cantidad de la mercancía y; esto quiere decir que en esos montos ambas mercancías son
equivalentes, tienen la misma expresión en dinero, y por tanto pueden intercambiarse entre sí.
La expresión del valor de cambio en dinero de la mercancía es su precio.
El precio en dinero de las mercancías o, lo que es lo mismo, su proporción de cambio
con las demás mercancías, es un valor social. A través de múltiples actos individuales de
cambio, de la diversidad de los mercados (regionales, nacionales, internacionales), de las
oscilaciones temporales, etcétera, se establece un precio general de las mercancías que
conforme el capitalismo se expande a escala internacional se convierte en un precio mundial.
La naturaleza de este precio es su cambio constante; se afirma en un nivel determinado sólo
para negarlo y moverse hacia arriba o hacia abajo del mismo, y así sucesivamente; en el
mediano y el largo plazo se va destacando un precio que es el punto del cual parten y al cual
retornan aquellos movimientos, es decir, un precio medio; este punto de confluencia de los
altibajos de los precios puede convertirse en un estado con una duración más o menos
prolongada siempre y que, junto con otras determinadas circunstancias, se presente un
equilibrio prolongado entre la oferta y la demanda. Este precio medio, cuya existencia se
extiende en cierta medida en el tiempo, corresponde al precio al que realmente se venden, en
ese período considerado, las mercancías producidas en las industrias que tienen los niveles
medios de tamaño de la planta, tipo de maquinaria, tecnología, capacitación de mano de obra,
etcétera, y que forman el grueso de la producción de esa rama; ese precio medio así constituido
se impone a las mercancías producidas en los niveles inferior y superior al medio.

El valor (el real valor de cambio) de todas las mercancías (incluso el trabajo) está determinado por
sus costos de producción. El precio es este valor de cambio expresado en dinero. La sustitución
del dinero metálico (y del papel moneda o moneda de crédito que recibe de él su denominación)
por dinero-trabajo, que recibiría su denominación del tiempo de trabajo mismo, equipararía por lo
tanto el valor real (valor de cambio) de las mercancías y su valor nominal, su precio, su valor
monetario. Equiparación del valor real y del valor nominal, del valor y del precio. Pero a esto se
llegaría solamente si se presupone que valor y precio son distintos sólo nominalmente. Pero tal
cosa de ningún modo es cierta. El valor de las mercancías determinado mediante el tiempo de
trabajo es sólo un valor medio. Un promedio que aparece como una abstracción extrínseca en
tanto sólo representa el resultado de un cálculo que nos da la cifra media de un período -p. ej., 1
libra de café vale 1 sh., haciendo por ejemplo el promedio de los precios del café durante un
período de 25 años-, pero que es muy real cuando es individualizada al mismo tiempo como la
fuerza impulsora y el principio motor de las oscilaciones a las que están sujetos los precios de las
mercancías durante un período determinado. Esta realidad no tiene solamente una importancia
teórica; más aún, constituye la base de la especulación comercial, cuyo cálculo de probabilidad
deriva tanto de los precios medios centrales considerados como centro de oscilación, como de los
ascensos y descensos medios de la oscilación por encima o por debajo de este centro. El valor de
mercado [precio] de las mercancías es siempre distinto de este valor medio y es siempre inferior o
superior a él. El valor de mercado se nivela con el valor real a través de sus oscilaciones
constantes: nunca a través de una ecuación con el valor real como tercer elemento, sino a través
de una continua diferenciación (Hegel diría: no mediante una identidad abstracta, sino mediante
una constante negación de la negación, o sea, de sí mismo como negación del valor real.) Que el
valor real -independientemente de su control de las oscilaciones del precio de mercado (es decir,
prescindiendo de él en cuanto es la ley de esas oscilaciones)- se niega a su vez a sí mismo y pone
el valor real de las mercancías en contradicción constante con la propia determinación,
depreciando o haciendo subir el valor real de las mercancías existentes -todo esto yo lo he
mostrado en mi folleto contra Proudhon y no es necesario entrar aquí en más detalles al
respecto. El precio se distingue por lo tanto del valor no sólo como lo que es nominal se distingue
de lo real; no solamente por la denominación en oro y plata, sino por este motivo: que el segundo
se presenta como la ley de los movimientos recorridos por el primero. Sin embargo, ellos son
constantemente distintos y nunca coinciden o sólo lo hacen de modo accidental y por excepción.
El precio de las mercancías es constantemente superior o inferior a su valor, y el mismo valor de
las mercancías existe solamente en el up and down de los precios de las mercancías. Demanda y
oferta determinan de modo constante los precios de las mercancías; nunca coinciden o sólo lo
hacen accidentalmente; pero los costos de producción por su parte determinan las oscilaciones de
la demanda y de la oferta. El oro o la plata en los que se expresa el precio de una mercancía, su
valor de mercado, son ellos mismos una determinada cantidad de trabajo acumulado, una
determinada cantidad de tiempo de trabajo materializado. En el supuesto de que los costos de
producción de la mercancía y los del oro y de la plata permanezcan idénticos, el aumento o la
disminución de su precio de mercado no significa sino que una mercancía, = x tiempo de trabajo,
es constantemente mayor o menor que el tiempo de trabajo x requerido en el mercado, o sea es
superior o inferior a su valor medio determinado por el tiempo de trabajo. La primera ilusión
fundamental de los bonos-horarios consiste en el hecho de que, al eliminar la diversidad nominal
entre valor real y valor de mercado, entre valor de cambio y precio -expresando el valor no ya en
una determinada objetivación del tiempo de trabajo, say oro y plata, sino directamente en el
tiempo de trabajo-, eliminan también la diferencia y contradicción real entre precio y valor. Y así
se comprende por sí mismo de qué modo la simple introducción del bono-horario eliminaría todas
las crisis y todos los inconvenientes de la sociedad burguesa. El precio monetario de las
mercancías = a su valor real; la demanda = a la oferta; la producción = al consumo; el dinero, al
mismo tiempo, abolido y conservado; bastaría solamente verificar el tiempo de trabajo, cuyo
producto es la mercancía, y que se materializa en la mercancía, para generar su correspondiente
contrafigura en un signo de valor, en dinero, en bono-horario. Cada mercancía sería de tal
manera transformada directamente en dinero y, a su vez, el oro y la plata serían reducidos al
rango de todas las otras mercancías.
No es necesario un análisis circunstanciado para decir que la contradicción entre valor de cambio
y precio -entre el precio medio y los precios de los que aquel constituye el promedio- la diferencia
entre las magnitudes y sus magnitudes medias no se elimina eliminando la mera diferencia
nominal entre las dos, de modo tal que en lugar de decir: 1 libra de pan cuesta 8 d., se dice: una
libra de pan = 1/x horas de trabajo, y si el tiempo de trabajo materializado en una libra de pan es
mayor o menor que 1/x horas de trabajo, como la medida de valor sería al mismo tiempo el
elemento en el que se expresa el precio, así y sólo así resaltaría con toda claridad la diferencia
entre valor y precio, esa diferencia que en el precio en oro o en plata queda oculta. De aquí
derivaría una ecuación infinita. 1/x horas de trabajo (contenida en 8 d. o expresada mediante un
bono) sería mayor o menor que 1/x horas de trabajo (contenida en la libra de pan).
El bono-horario, que representa el tiempo de trabajo medio, no correspondería jamás al tiempo
de trabajo real y no sería nunca convertible en él; vale decir, el tiempo de trabajo objetivado en
una mercancía nunca movilizaría una cantidad de dinero-trabajo igual a sí mismo y viceversa,
sino una cantidad mayor o menor, así como actualmente toda oscilación de los valores de
mercado se expresa en un aumento o disminución de sus precios en oro o plata." 5

Precisamente a este precio medio o proporción de cambio de las mercancías, que


constituye un valor social y por tanto dado para cada capitalista individual y que tiende a
abarcar mercados cada vez más amplios, es al que se refiere Marx como la segunda
característica de la naturaleza de la mercancía. El valor de cambio como precio medio es una
característica que pertenece al ser de la mercancía; su determinación es un trabajo iniciado
por los economistas clásicos que Marx lleva hasta sus últimas consecuencias, como más tarde
veremos; pero su análisis no constituye en forma alguna la revelación de la esencia de la
naturaleza de la mercancía.

5
Marx, Karl, Elementos Fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858, 1,
siglo veintiuno editores, segunda edición, México, diciembre de 1971, pp. 61-63
El revisionismo contra el marginalismo.
En este terreno se ha establecido una agria y aburrida disputa entre el revisionismo
moderno y el marginalismo -heredero legítimo éste último de la economía vulgar-. El
marginalismo es la expresión teórica de la mera epidermis del régimen de producción
capitalista y constituye por tanto la verdad de la misma; niega la existencia de un valor de
cambio objetivo que las mercancías contengan en sí mismas antes de llegar al mercado y
postula, como contrapartida, el principio de que son la oferta y la demanda, expresión de las
capacidades y necesidades de los individuos, las que fijan el precio de aquellas; sobre esta base
se ha construido un aparatoso y vacuo edificio de una falsa cientificidad. En la superficie del
régimen de producción capitalista efectivamente se suscita la apariencia de que son la oferta y
la demanda las que gobiernan el precio de las mercancías -o sea la proporción de cambio entre
ellas-: si la oferta de un bien disminuye, su precio se eleva, si aquella crece éste se reduce; si la
demanda desciende, su precio baja y si aquella sube, éste se incrementa; esto es lo que la
economía vulgar y el marginalismo perciben. Por su parte, la economía clásica, sus actuales
seguidores y los revisionistas penetran al nivel más profundo del ser del fenómeno y descubren
en él la existencia de un precio medio de las mercancías que es un valor de cambio con
vigencia social que rige para un período de tiempo determinado: cuando por alguna
circunstancia la oferta de una mercancía crece, al bajar su precio se desalentará su producción
y una parte de los productores se retirará de esa industria con lo cual la producción volverá al
nivel de donde partió y con ella el precio de las mercancías; en el momento que, por el
contrario, la producción disminuye, al aumentar el precio serán atraídos más capitales hacia
esa industria incrementando la producción y llevando el precio a su nivel anterior; igualmente,
si la demanda de una mercancía se eleva, al aumentar temporalmente su precio se incrementa
su producción, con lo cual el precio desciende al punto de donde partió, es decir, al nivel de su
precio medio; el centro de gravitación de las fluctuaciones de los precios determinadas por los
cambios en la oferta y la demanda es el precio medio de las mercancías, es decir, su valor de
cambio: dichas fluctuaciones tienen como punto de partida y de retorno al valor de cambio así
considerado. La economía vulgar y el marginalismo sólo aprehenden por tanto la apariencia
más superficial del fenómeno: los cambios en la oferta y la demanda y las variaciones
correlativas en los precios sin llegar al conocimiento de: (a) la existencia de un punto de partida
y retorno de las fluctuaciones de los precios, es decir, del precio medio o valor de cambio de las
mercancías y (b) el movimiento complementario que lleva el precio de nuevo al nivel medio.
La economía vulgar y sus seguidores contemporáneos (marginalismo, monetarismo,
etcétera) constituyen la verdad de la epidermis del régimen de producción capitalista; la
economía clásica y sus modernos continuadores (keynesianismo y revisionismo) niegan aquella
verdad aparente y establecen la verdad del nivel más profundo del ser del capitalismo. Esta
verdad no es, desde luego, la verdad de la esencia negativa del fenómeno, la cual queda por
completo fuera de su horizonte teórico.
Marx reconoce en la labor de los clásicos la determinación del ser y del fundamento
positivo del régimen de producción capitalista y la toma como punto de partida para la
determinación de la esencia negativa del mismo.
La existencia de un valor de cambio objetivo de las mercancías y la expresión teórica de
este hecho pertenecen por completo al terreno del ser del régimen de producción capitalista.
En resumen, las mercancías se cambian unas por otras porque son objetos útiles; este
proceso de cambio tiene un carácter necesario ya que la sociedad capitalista está formada por
propietarios privados independientes que producen para satisfacer la demanda de un mercado
general y no para su propio consumo y que obtienen los bienes que llenan sus necesidades de
los demás productores privados a través del intercambio de productos.
Dados estos antecedentes, las mercancías deben por fuerza adquirir el carácter de
medios de cambio.
Las mercancías son equiparables entre sí para el intercambio porque contienen una
sustancia común: trabajo humano general, abstracto, indiferenciado.
Las mercancías se cambian entre sí en proporción al tiempo de trabajo socialmente
necesario para su producción; de esta manera, una cantidad x de la mercancía A equivale a y
se cambia por y cantidad de la mercancía B porque en ambas se encierra igual cantidad de
trabajo social medio.
Las mercancías son productos del trabajo del hombre; este hecho expresa la relación
fundamental del hombre con la naturaleza, aquella por la cual produce los bienes necesarios
para su conservación y reproducción como ser vivo.
Las mercancías producidas en el régimen capitalista son el resultado del trabajo
pretérito y del trabajo actual, vivo: los medios e instrumentos de producción y la fuerza de
trabajo son materializaciones del trabajo humano. Las mercancías, productos del trabajo
humano, son intercambiadas por otras mercancías; éstas deben ser de un volumen tal que
repongan a su nivel los medios e instrumentos empleados en la producción y restituyan el
trabajo vivo materializado en los productos, es decir, que equivalgan al trabajo pretérito y
actual contenido en las mercancías que se cambian; esta equivalencia es la condición
indispensable, sine que non, para la conservación y desarrollo del propietario privado
independiente. Las mercancías por las que se cambian son a su vez productos del trabajo
(pretérito y actual) y por tanto su volumen debe por fuerza ser equivalente de las mercancías
necesarias para reproducir los medios e instrumentos empleados en su producción y el trabajo
vivo en ellas materializado. Como se ve, las mercancías son por un lado materializaciones de
trabajo humano y por el otro elementos para la reconstitución del mismo; de ahí entonces la
necesaria equivalencia entre ambos aspectos. Puesto que el intercambio sólo es el mediador del
proceso de ejercicio y reconstitución del trabajo humano y estos dos aspectos son equivalentes
por necesidad, entonces las mercancías que se intercambian, que no son sino por un lado
trabajo humano materializado y por el otro materia prima de la reconstitución del trabajo
humano, son también equivalentes. Dicho de otro modo, las mercancías se intercambian en
proporción al volumen de trabajo en ellas materializado.

[Consumo y producción] a) La producción es también inmediatamente consumo. Doble consumo,


subjetivo y objetivo: el individuo que al producir desarrolla sus capacidades, las gasta también,
las consume en el acto de la producción, exactamente como la reproducción natural es un
consumo de fuerzas vitales. En segundo lugar: consumo de los medios de producción que se
emplean y se usan, y que se disuelven en parte (como, por ej., en la combustión) en los elementos
generales. Consumo, igualmente, de la materia prima que no conserva su forma ni su
constitución natural, sino que más aún se consume. Por lo tanto, el acto mismo de producción
es también en todos sus momentos un acto de consumo. Pero los economistas aceptan esto.
Llaman consumo productivo a la producción que se identifica directamente con el consumo, y al
consumo que coincide inmediatamente con la producción. Esta identidad de la producción y del
consumo remite a la proposición de Spinoza: determinatio est negatio.
Pero esta determinación del consumo productivo ha sido establecida sólo para separar el
consumo identificado con la producción del consumo propiamente dicho, concebido, por el
contrario, como el opuesto aniquilador de la producción. Consideraremos, pues, el consumo
propiamente dicho. Igualmente, el consumo es de manera inmediata producción, del mismo modo
que en la naturaleza el consumo de los elementos y de las sustancias químicas es producción de
plantas. Es claro que en la nutrición, por ej., que es una forma de consumo, el hombre produce
su propio cuerpo. Pero esto es igualmente cierto en cualquier otra clase de consumo que, en
cierto modo, produce al hombre. Producción consumidora. Sólo que, arguye la economía, esta
producción idéntica al consumo es una segunda producción, surgida del aniquilamiento del
primer producto. En la primera, el productor se objetivaba; en la segunda, la cosa creada por él
se personificaba. Por consiguiente, esta producción consumidora -aún cuando sea una unidad
inmediata de producción y consumo- es esencialmente diferente de la producción propiamente
dicha. La unidad inmediata, en la que la producción coincide con el consumo y el consumo con la
producción, deja subsistir su dualidad inmediata.6

La equivalencia de las mercancías entre sí de acuerdo con el trabajo en ellas contenido


no se expresa directamente en él sino en una forma enajenada, en la materialidad corpórea de
aquellas; así, no se dice que x cantidad de hierro = a tantas horas de trabajo y y cantidad de
algodón = a la misma cantidad de trabajo y que por tanto x cantidad de hierro = a y cantidad

6
Ibídem, pp. 10-11
de algodón; la equivalencia entre ambas mercancías se expresa directamente entre sus
materialidades corpóreas, es decir, x cantidad de hierro = y cantidad de algodón; el proceso de
equiparación con el tiempo de trabajo queda por completo oculto.
La estructura del régimen de producción capitalista, basada en propietarios privados
independientes, exige que los productos del trabajo se cambien entre sí para satisfacer las
necesidades de sus integrantes; la necesaria equivalencia entre el trabajo desplegado en la
producción y los medios requeridos para la reposición del trabajo vivo y de los medios e
instrumentos de producción obliga a que el intercambio de productos se realice de acuerdo con
el tiempo de trabajo materializado en las mercancías; es decir, que en promedio los propietarios
privados cambian sus mercancías por una cantidad de otras mercancías que sea suficiente
para restituir el trabajo actual y pretérito gastado en la producción y que les permita quedar en
condiciones de realizar otro acto de producción semejante. Esto significa que las mercancías se
cambian por necesidad en proporción al trabajo humano en ellas materializado.
El trabajo que sirve de materia para la equiparación de las mercancías entre sí es
trabajo social-general, igual, abstracto. Este tipo de trabajo tiene una existencia real: es aquel
que desempeña el obrero medio de las industrias en donde se produce con los niveles medios
de tamaño de la planta, tipo de maquinaria y tecnología, mano de obra, composición técnica,
etcétera; los tipos de trabajo que se encuentran por arriba o por abajo de este nivel medio
deben por fuerza transformarse en una cantidad equivalente de trabajo medio para poder
formar parte del valor de cambio del producto.
Para la economía vulgar y el marginalismo sólo existen los diversos trabajos concretos
sin que haya la posibilidad de reducirlos a un trabajo igual, abstracto; en este punto tales
economistas descienden incluso por abajo de la práctica comercial corriente que por fuerza
tiene que reducir el trabajo complejo y el trabajo sin calificación a un nivel medio para poder
determinar con exactitud los costos de sus productos y los niveles de los salarios.
La economía vulgar y sus modernos continuadores, atentos como siempre a la mera
apariencia y subyugados por ella, consideran que puesto que las mercancías para poderse
intercambiar deben ser útiles, la proporción en que se cambian está determinada
necesariamente por su utilidad. El marginalismo se regodea muy especialmente en esta estulta
proposición.
Entre estos dos niveles del conocimiento del ser del capitalismo se plantea actualmente
la disputa estéril entre el marginalismo y el revisionismo ya que éste considera que el principio
de la determinación del valor de cambio por el trabajo humano contenido en las mercancías es
una determinación de la esencia del fenómeno.
El valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario
invertido en su producción.
Para intercambiarse entre sí, las mercancías deben ser equivalentes en proporciones
determinadas; el problema que se plantea es cómo se establece dicha equivalencia.
El valor de cambio de las mercancías -es decir, la proporción en que éstas se cambian
entre sí- está determinado por el tiempo de trabajo empleado en su producción.
Se trata del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las
mercancías; esto significa que el tiempo de trabajo que rige el cambio de las mercancías es un
tiempo de trabajo social, medio, que corresponde al invertido en la producción de determinado
artículo en las industrias de la rama que producen en las condiciones medias el cual impone el
valor de cambio a los bienes que se producen por abajo o por arriba de las mismas.
Aquí precisamente es en donde los críticos de Marx hincan con más gusto el diente.
Desvirtúan sus proposiciones atribuyéndole haber dicho que las mercancías se cambian, en
todos los casos, en proporción a la cantidad de trabajo en ellas realmente contenido y
consideran que Marx obtiene esa ley del estudio de la producción simple de mercancías. Marx
expresa terminantemente que el valor de las mercancías se establece por el "tiempo de trabajo
socialmente necesario" para su producción y que el valor rige la proporción de cambio de unas
mercancías por otras; el "tiempo de trabajo socialmente necesario" contenido en las mercancías
es el que resulta del movimiento global del capital social en su conjunto que se realiza a través
de la competencia entre los capitales individuales y es, como dice Marx, el "prius" de los precios
de producción y de los valores comerciales, es decir, de los precios de las mercancías; el valor
de las mercancías determinado por Marx en la sección primera no puede ser, por tanto, el de
aquellas producidas en un régimen de producción simple de mercancías ni la cantidad de
trabajo realmente incorporada en la mercancía durante el proceso productivo, aunque este
concepto sirva para explicarnos la naturaleza de la mercancía en las sociedades pre-
capitalistas y comprender el proceso de incorporación de la fuerza de trabajo a las mercancías
en el régimen capitalista.
El revisionismo cae en la trampa que le tiende el marginalismo y admite ingenuamente
que en la primera sección del 1er. tomo de El Capital Marx establece las leyes del valor de las
mercancías dentro de los límites de la circulación simple de mercancías, por lo que en su
aplicación a los fenómenos de la competencia, la cuota de ganancia, etcétera, que son
característicos de la producción capitalista, deben hacerse "correcciones", "ajustes", etcétera.
No existe ninguna contraposición, diferencia, etcétera, entre la teoría del valor de la sección
primera del 1er. tomo de El Capital y su aplicación a la descripción del movimiento del capital
en su conjunto en el 3er. tomo. Y no lo puede haber porque en la sección primera se descubre
la esencia del valor mediante el análisis de la mercancía que contiene el tiempo de trabajo
socialmente necesario y que es por tanto el resultado del proceso de producción capitalista de
mercancías, de la competencia entre los capitales individuales y del proceso de formación de la
cuota media de ganancia, y en el tomo III se invierten los términos y se estudia, con los
elementos proporcionados por la teoría del valor, el proceso a través del cual se llega a la
mercancía que fue el objeto del análisis de la primera sección.
Los detractores de Marx lo acusan también de haber sostenido en la primera sección del
1er. tomo de El Capital que las mercancías se cambian por la cantidad de trabajo realmente
materializado en ellas y de que al tratar de aplicar este postulado al movimiento global del
capital en el tomo III ha debido abandonarlo al toparse con el hecho de que las mercancías se
cambian en proporción a un valor comercial que difiere de sus valores individuales, es decir, de
la cantidad de trabajo en ellas realmente materializado. Esta contradicción -sostienen- revela
palmariamente la falsedad de todo el cuerpo de la doctrina marxista; desde luego, si su teoría
del valor es errónea, lo es también por necesidad la teoría de la explotación a ella aneja. En la
primera sección del 1er. tomo Marx estudia las mercancías de la sociedad capitalista y llega a
la conclusión de que su valor se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario; de
donde se concluye que el cambio de mercancías en el régimen capitalista se realiza en
proporción al tiempo de trabajo socialmente necesario que contienen. El valor así determinado
no es por ningún concepto el valor individual de la mercancía sino su valor social, medio.
El grueso de las mercancías de un tipo determinado se producen en condiciones
medias, es decir, se emplea en su producción el tiempo medio de trabajo al que se denomina
"tiempo de trabajo socialmente necesario". Una parte menor de las mercancías se produce en
condiciones inferiores a la media empleando por tanto una cantidad de trabajo mayor que la
media para su producción. Otra parte se produce en condiciones mejores y, por tanto,
materializan una menor cantidad de trabajo que la media. El precio de venta de las
mercancías, es decir, su valor comercial, se determina por el valor de las mercancías que se
producen en las condiciones medias, esto es, por el tiempo de trabajo socialmente necesario
para su producción.
Marx establece desde la primera sección del 1er. tomo una tajante distinción conceptual
expresando claramente que las mercancías no se cambian por sus valores individuales sino por
su valores comerciales, esto es, en proporción al tiempo de trabajo socialmente necesario para
su producción.
En lo que resta del 1er. tomo y en el 2o. tomo de su obra principal, Marx analiza el
proceso de producción y circulación del capital teniendo como sujeto de estudio al capital que
se encuentra en las condiciones medias y que es por tanto el que produce las mercancías que
contienen realmente el tiempo de trabajo socialmente necesario. En el tomo III, al llegar al
estudio del movimiento general del capital, Marx analiza el proceso a través del cual se forma y
funciona el valor medio de las mercancías, esto es, el valor determinado por el tiempo de
trabajo socialmente necesario; para ello tiene que considerar a los capitales individuales en su
relación de competencia y partir de los valores individuales de las mercancías pero sólo como
punto de arranque para la determinación de sus valores comerciales, siendo éstos, desde
luego, los que rigen la proporción de cambio entre las mercancías, tal y como era considerado
en la sección primera del tomo I de El Capital. El tiempo de trabajo socialmente necesario para
la producción de las mercancías, que era el determinante del valor conforme a los
razonamientos de la sección primera del tomo I de El Capital, es el mismo que en el tomo III se
considera el "prius" de los precios de producción y de los valores comerciales. Los conceptos de
valor del tomo I y el valor comercial del tomo III son absolutamente idénticos.
No está de más señalar aquí que la determinación del valor por el tiempo de trabajo
socialmente necesario no pertenece aún a la esencia de la naturaleza de las mercancías; es,
como ya lo hemos dicho, una determinación de las capas interiores del ser de la misma. El
marginalismo y el revisionismo se enfrascan, a propósito de esto, en otra de sus aburridas y
estultas disputas; el marginalismo, empantanado en la mera superficie del fenómeno, niega
que exista un valor objetivo de las mercancías distinto de sus precios corrientes y ataca a la
vulgarización extrema del marxismo que ha hecho el revisionismo el cual ni siquiera logra
comprender la sistematización de la economía clásica realizada por Marx, en tanto que el
revisionismo le opone una versión vulgarizada de la determinación del valor por el tiempo de
trabajo socialmente necesario como si fuera la esencia de la teoría marxista del valor. En
última instancia, nos encontramos ante un insulso enfrentamiento entre los herederos de la
economía vulgar (el marginalismo) y de la economía clásica (pésimamente comprendida por el
revisionismo).
Para el entendimiento romo de los primeros no existe el trabajo social, medio, que es la
sustancia del valor sino sólo los trabajos concretos de disímil calidad que no pueden constituir
la medida del valor. El revisionismo, por su parte, toma como una determinación de la esencia
del capitalismo lo que no constituye sino una expresión de su ser: la existencia de un trabajo
social, medio (trabajo socialmente necesario) que es empleado como medida de valor.
La determinación del valor de cambio de las mercancías por el tiempo de trabajo
socialmente necesario pertenece al ser del régimen de producción capitalista y no contiene
explícito ningún punto de transición hacia la esencia del mismo; establecer aquella
determinación en el plano teórico fue también una labor de los economistas clásicos que Marx
retoma como punto de apoyo para su trabajo de aprehensión de la verdad esencial del
capitalismo.
Los clásicos descubrieron la existencia de un trabajo social, medio, como sustancia del
valor de cambio de las mercancías; con base en esto avanzaron en la determinación de las
diversas características del ser del capitalismo en los niveles más profundos que su mera
superficie. Sin embargo, como consideraron que el mismo tipo de trabajo desplegado en la
producción era el que constituía la sustancia del valor de cambio, recaían constantemente en
las determinaciones más superficiales del fenómeno, colocando así la base desde la cual
después debería surgir la economía vulgar.
Marx pone fin a la contradicción inmanente de la economía clásica al descubrir la doble
naturaleza del trabajo. De esta manera, da cima a la labor de la economía política llevando
hasta sus últimas consecuencias el conocimiento del ser y la esencia positiva del régimen
capitalista; en este sentido, Marx puede ser considerado como el último de los economistas
clásicos. La determinación de la doble naturaleza del trabajo es el reflejo más exacto, jamás
logrado por la economía clásica, de la esencia positiva del capitalismo y constituye ya el punto
de apoyo decisivo para el descubrimiento de la esencia negativa del fenómeno.
Capítulo II

Resumen, extractos, citas y análisis del parágrafo 2 del Capítulo I, Sección primera de El
Capital, Crítica de la Economía Política, t. I de Carlos Marx

2.- Doble carácter del trabajo representado por las mercancías.


(Trabajo humano concreto y trabajo humano abstracto)
Marx aborda este tema de la siguiente manera.
I. Dado que la mercancía es una unidad de valor de uso y valor, el trabajo mediante el
cual se produce debe ser trabajo productor de objetos útiles y trabajo creador de valor.

A. Como trabajo concreto creador de valores de uso.


Es la actividad encaminada a producir los bienes necesarios para la vida del hombre; es
un trabajo útil.
Al igual que la levita y el lienzo son valores cualitativamente distintos, los trabajos que
los produjeron -el trabajo del sastre y del tejedor- son también de naturaleza diferente.
Los diversos valores de uso y los distintos trabajos útiles correspondientes son la base
de la división social del trabajo.

Bajo el tropel de los diversos valores de uso o mercancías, desfila ante nosotros un conjunto de
trabajos útiles no menos variados, trabajos que difieren unos de otros en género, especie, familia,
subespecie y variedad; es la división social del trabajo, condición de vida de la producción de
mercancías, aunque ésta no lo sea, a su vez, de la división social del trabajo.7

En el régimen de producción de mercancías la división social del trabajo consiste en


que:
a) los diversos trabajos con los que se producen los distintos bienes destinados a
satisfacer las necesidades de los miembros de la sociedad son efectuados por productores
privados independientes; cada productor realiza un tipo determinado de trabajo;
b) esta adscripción de los distintos trabajos a diferentes productores constituye la
división social del trabajo;
c) cada productor produce un tipo de artículos que no están destinados a su consumo
sino a satisfacer las necesidades de los demás productores;
d) cada productor satisface sus necesidades con los productos de los demás;
e) para que cada productor satisfaga sus necesidades debe cambiar su producto por el
de otros productores;
f) los productos son, por tanto, medios de cambio, pero lo son porque sus trabajos
forman parte de la división social del trabajo y sus valores de uso son satisfactores de
necesidades humanas;
g) la división social del trabajo sólo se articula, en la producción de mercancías, a través
del intercambio de los productos de los productores privados independientes.

..Como creador de valores de uso, es decir, como trabajo útil, el trabajo es, por tanto, condición
de vida del hombre, y condición independiente de todas las formas de sociedad, una necesidad
perenne y natural sin la que no se concebiría el intercambio orgánico entre el hombre y la
naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana.

7
Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I, Fondo de Cultura Económica, tercera
edición, versión del alemán por Wenceslao Roces, 1964, México, D.F., p. 9
El trabajo no es, pues, la fuente única y exclusiva de los valores de uso que produce, de la riqueza
material. El trabajo es, como ha dicho William Petty, el padre de la riqueza, y la naturaleza la
madre.8

B. Como trabajo creador de valor.


Es el gasto de cerebro, músculos, etcétera, humanos, independiente del carácter
específico de la actividad realizada, que se hace en la producción de mercancías. Es trabajo
humano abstracto.

...Considerados como valores, la levita y el lienzo son objetos que encierran idéntica sustancia,
objetos de igual naturaleza, expresiones objetivas del mismo tipo de trabajo, pero el trabajo del
sastre y el del tejedor son trabajos cualitativamente distintos.
Si prescindimos del carácter concreto de la actividad productora y, por tanto, de la utilidad del
trabajo, ¿qué queda en pié de él? Queda, simplemente, el ser un gasto de fuerza humana de
trabajo; gasto productivo de cerebro humano, de músculo, de nervios, de brazos, etc.
...El trabajo humano es el empleo de esa simple fuerza de trabajo que todo hombre común y
corriente, por término medio, posee en su organismo corpóreo, sin necesidad de una especial
educación. 9

...El trabajo complejo no es más que el trabajo simple potenciado...


Por tanto, si con relación al valor de uso el trabajo representado por las mercancías sólo
interesa cualitativamente, con relación a la magnitud del valor interesa sólo en su
aspecto cuantitativo, una vez reducido a la unidad de trabajo puro y simple...10

El trabajo contenido en las mercancías es, a la vez, trabajo útil producto de


determinada actividad y trabajo social general.

Relaciones que surgen de la doble naturaleza del trabajo empleado en la producción de


mercancías.

1) Si permanece invariable la cantidad de trabajo necesario para producir una


mercancía, la magnitud de valor aumentará en la medida en que aumente su producción.
2) Si la cantidad de trabajo necesario para producir una mercancía se duplica o se
reduce a la mitad, entonces en el primer caso una mercancía tendrá el mismo valor que antes
dos y en el segundo harán falta dos mercancías para formar el valor que antes tenía una.
3) Cuanto mayor sea la cantidad de valor de uso mayor será, de por sí, la riqueza
material.
4) Puede ocurrir que a medida que crece la riqueza material disminuya la magnitud de
valor que representa. Esto sucede cuando aumenta la capacidad productiva del trabajo.

Estas fluctuaciones contradictorias entre sí se explican por el doble carácter del trabajo...
...La capacidad productiva es siempre, naturalmente capacidad productiva de trabajo útil,
concreto. Y sólo determina, como es lógico, el grado de eficacia de una actividad productiva útil,
encaminada a un fin, dentro de un período de tiempo dado. Por tanto, el trabajo útil rendirá una
cantidad más o menos grande de productos según el ritmo con que aumente o disminuya su
actividad productiva. Por el contrario, los cambios operados en la capacidad productiva no
afectan de suyo el trabajo que el valor representa. Como la capacidad productiva es siempre
función de la forma concreta y útil del trabajo, es lógico que tan pronto como se hace caso omiso
de su forma concreta, útil, no afecte para nada a éste. El mismo trabajo rinde, por tanto, durante
el mismo tiempo, idéntica cantidad de valor, por mucho que cambie su capacidad productiva. En
cambio, puede arrojar en el mismo tiempo cantidades distintas de valores de uso, mayores o
menores según que su capacidad productiva aumente o disminuya. Como se ve, el mismo cambio
operado en la capacidad productiva, por virtud del cual aumenta el rendimiento del trabajo y, por
tanto, la masa de los valores de uso creados por éste, disminuye la magnitud de valor de esta

8
Ibídem, p. 10
9
Ibídem, p. 11
10
Ibídem, p. 12
masa total incrementada, siempre en el supuesto de que acorte el tiempo de trabajo necesario
para su producción. Y a la inversa.11
Todo trabajo es, de una parte, gasto de la fuerza humana de trabajo en el sentido fisiológico y,
como tal, como trabajo humano igual, o trabajo humano abstracto, forma el valor de la
mercancía. Pero todo trabajo es, por otra parte, gasto de la fuerza humana de trabajo bajo una
forma específica y encaminada a un fin y, como tal, como trabajo concreto y útil, produce los
valores de uso12.

En este punto Marx llega a las siguientes conclusiones:


1) Como las mercancías son valores de uso y valores, el trabajo empleado en su
producción tiene una doble naturaleza: trabajo productor de valores de uso y trabajo creador
de valor.
2) En su carácter de trabajo productor de valores de uso es un trabajo concreto, útil; es
la actividad productiva encaminada a un fin.
a) Los trabajos cualitativamente distintos que producen diversos valores de uso son la
base de la división social del trabajo.
b) Los valores de uso son combinación de dos elementos: la materia, que es
suministrada por la naturaleza, y el trabajo.
3) Como trabajo creador de valor es un trabajo abstracto: es el gasto de músculos,
nervios, cerebro, etcétera, que el hombre hace para producir una mercancía.
La doble naturaleza de las mercancías.
Lo esencial de este punto estudiado es lo siguiente:
Cualquiera que sea la forma de organización de la sociedad, el trabajo productor de los
bienes tendrá una doble naturaleza: será trabajo útil, es decir, una actividad productiva
encaminada a un fin y trabajo abstracto, esto es, gasto de músculos, nervios, etcétera,
humanos; pero sólo en el trabajo productor de mercancías el trabajo abstracto, el gasto de
cerebro músculo, etcétera, servirá o será empleado como medida de valor, o dicho de otro
modo, de la cantidad de trabajo invertida en la producción de una mercancía, la que es
utilizada para equiparar entre sí los productos y fijar la proporción en que se cambian.
La importancia de esta distinción entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto es
fundamental; como dice Marx, el doble carácter del trabajo representado por la mercancía es
"...el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política..."13 La estudiaremos
entonces más detenidamente:
De acuerdo con lo que vimos en puntos anteriores, en las sociedades que se basan en la
existencia de productores privados los productos deben ser intercambiados para lograr la
satisfacción de las necesidades de sus miembros; la realización del intercambio exige que los
productos puedan ser equiparados entre sí; dado que todos son fruto del trabajo, la cantidad
del mismo invertida en producirlos se toma como la medida para cambiarlos en proporciones
equivalentes; ahora bien, puesto que los trabajos invertidos en producir los objetos son
radicalmente distintos, los tiempos de trabajo, aunque sean iguales, son inconmensurables
entre sí (no son lo mismo 6 horas de trabajo de un obrero metalúrgico que 6 horas de trabajo
de un carpintero, por ejemplo); es necesario entonces reducirlos a una misma unidad de
medida, al gasto de fuerza humana de trabajo, al desgaste de cerebro, músculos, etcétera, o
sea, al trabajo abstracto invertido en su producción.

La transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto.


El problema que ahora se plantea es el siguiente: ¿Cómo se realiza la conversión del
trabajo concreto en trabajo abstracto?
El gasto de fuerza de trabajo para la producción de un objeto útil es en primera
instancia el gasto de una fuerza de trabajo determinada, concreta; es, por tanto, un gasto

11
Ibídem, p. 13
12
Ibídem, pp. 13-14
13
Ibídem, p. 9
concreto de fuerza de trabajo. Para que éste pueda ser equiparado con el gasto hecho en la
producción de otra mercancía es necesario reducir ambos a una misma unidad de medida.
Este punto de referencia de los gastos de fuerza de trabajo concretos es el trabajo abstracto, es
decir, aquel que tiene las características medias de todos los trabajos que se despliegan en la
producción capitalista. Y este trabajo medio existe realmente: es aquel que se realiza por la
masa de los obreros que tienen una calificación media para el trabajo y que trabajan en las
industrias que tienen las condiciones medias de producción en una economía capitalista dada.
En la producción simple de mercancías -caso que incluimos aquí nosotros para
examinar el proceso histórico de conversión del trabajo concreto en trabajo abstracto y que
evidentemente Marx no considera en esta parte de su argumentación-, el productor privado
independiente despliega sus fuerzas esenciales en la producción del objeto útil; éste acto es,
desde luego, un determinado gasto de fuerza humana de trabajo (músculos, nervios, etcétera)
que debe ser repuesto para reconstituirla a su forma original; éste gasto puede ser medido por
el tiempo de su duración que es también el tiempo durante el cual se ejercitan esas fuerzas.
El objeto útil producido es la misma fuerza de trabajo cristalizada en un objeto exterior,
es decir, no es sino otra forma de existencia de la misma; por lo tanto, ambos deben ser
equivalentes. El objeto útil que obtiene del cambio debe ser por necesidad equivalente al gasto
de sus fuerzas de trabajo ya que el uso de aquel tiene como finalidad la restitución de las
capacidades productivas al estado anterior al de su ejercicio.
Existe una igualdad necesaria entre el gasto de la fuerza de trabajo, su materialización
en el objeto útil producido y el objeto útil que se obtiene del cambio para reconstituir la fuerza
de trabajo.
Puesto que todos los productores privados independientes hacen lo mismo, entonces
todos valoran sus productos en relación con el gasto de fuerza de trabajo medido por el tiempo
de su duración; de esta manera garantizan la obtención, a través del cambio, de los elementos
para la reconstitución de sus capacidades productivas. La consideración de sus productos
como materialización de fuerza abstracta de trabajo medida por el gasto de la misma en un
lapso determinado de tiempo es una necesidad ineluctable para que los productores privados
independientes se mantengan y progresen como tales.
El cambio de productos, que empieza siendo casual y arbitrario, se va propagando
hasta que se generaliza y se establecen los valores de las mercancías medidos por el gasto de
fuerza de trabajo como valores sociales con vigencia universal. Esto quiere decir que el valor de
las mercancías se determinan de acuerdo con los valores medios, sociales de las necesidades
de los productores privados independientes, de las capacidades esenciales del individuo y del
gasto de fuerza de trabajo para producir determinado objeto útil; tales valores medios tienen
una existencia real: una gran parte de la producción social se realiza, a la larga, de acuerdo
con esas condiciones medias y, por tanto, el valor de sus productos se fija por el tiempo de
trabajo realmente empleado en su producción; los productores que producen en condiciones
inferiores o superiores a las medias tienen por fuerza que someterse a los valores sociales
determinados por el grueso de la producción y vender sus mercancías al valor del mercado; con
el tiempo el + y el - del valor de las mercancías producidas en las peores y mejores condiciones
se compensan entre sí y la suma de los valores es igual a la suma del gasto de fuerza de
trabajo de los productores originales. Cada mercancía pasa a formar parte del stock general de
mercancías de la misma especie por lo cual se vende por el valor social, de mercado, de tal tipo
de mercancías con independencia de la cantidad real de trabajo en ella materializado; de
acuerdo con esto, la mayor parte de las mercancías se venderán por sus valores individuales
que tienen la naturaleza de valores sociales, una parte menor se venderá por encima de su
valor individual y otra igual por debajo del mismo. El gasto medio de fuerza de trabajo que se
establece realmente en una sociedad determinada es el trabajo abstracto al cual se refieren y
en el cual se transforman todos los trabajos concretos quedando así aptos para el intercambio.
En la sociedad capitalista los empresarios extraen a los obreros fuerza abstracta de
trabajo que se materializa en los productos; tal fuerza abstracta de trabajo materializada es la
otra cara del gasto orgánico realizado en la producción; una parte de lo que el obrero produce
regresa a él bajo la forma del salario que utiliza para la obtención de los medios necesarios
para la reconstitución de su fuerza de trabajo, una fuerza de trabajo degenerada y en
degeneración que es la negación absoluta de la fuerza humana de trabajo, es decir, una fuerza
antinatural y antihumana de trabajo; otra parte, que no es sino materialización de una
porción del gasto orgánico hecho en la producción, se acumula como capital y no revierte al
obrero; esta parte de su fuerza de trabajo que se aleja de él está constituida por las condiciones
naturales humanas de su existencia que le han sido sustraídas, le son ajenas y determinan la
degeneración, irreversible dentro del capitalismo, de su naturaleza orgánica.
Al igual que en la producción simple de mercancías, en el régimen de producción
capitalista el valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo empleado en su
producción y éste, a su vez, por el gasto orgánico del productor directo, es decir del obrero,
medido por el tiempo de su duración. Hay una equivalencia necesaria entre el gasto de fuerza
humana de trabajo, el producto del mismo y la suma de lo que se retribuye al obrero y el
trabajo no retribuido que se apropia el capitalista; la proporción de su gasto de fuerza de
trabajo que vuelve al obrero como elementos para la reconstitución de la misma se va
reduciendo constantemente y en la misma proporción aumenta la parte que se convierte en
capital; tal es la dialéctica interna del régimen capitalista que lleva irremisiblemente a la
depauperación absoluta de los trabajadores, empobrecimiento que llega al punto en donde la
propia naturaleza biológica del ser humano es anulada en los trabajadores y sus capacidades
naturales son concentradas ahora en el capital.
Marx parte de lo que él llama "un hecho fisiológico incontrovertible": que toda
producción, ya sea en la comunidad primitiva, en la familia autosuficiente o en el régimen de
producción capitalista, es un gasto determinado de fuerza humana de trabajo y que el
producto no es otra cosa sino la materialización de ese gasto. El destino de la fuerza de trabajo
materializada en los productos, es decir, que sirva para reconstituir las condiciones naturales-
humanas de los productores o por el contrario para despojarlos de ellas y convertirlas en la
negación viviente de lo natural-humano está por completo determinado por la naturaleza del
régimen económico en el que se realice el proceso productivo.

El método de Marx.
Marx descubre que el trabajo en el régimen capitalista tiene una doble naturaleza: es
trabajo concreto y trabajo abstracto.
Como trabajo concreto es la actividad específica, concreta, ejercida para la producción
de un bien determinado.
Como trabajo abstracto es el gasto de fuerza de trabajo (de músculo, cerebro, nervios,
etcétera, humanos) hecho en la producción de un objeto útil.
El gasto de trabajo es utilizado como medio para determinar el valor de las mercancías
y con ello la proporción de cambio entre ellas.
El gasto de fuerza de trabajo que sirve de medida del valor es el gasto realmente hecho
por los trabajadores medios de las industrias que poseen las características medias.
Marx ha hecho aquí una clara distinción entre los dos aspectos del trabajo productor de
mercancías; esta determinación, que se sitúa ya exactamente en el terreno de la esencia
positiva de la mercancía y que no había sido puesta de relieve por ningún otro economista
anterior, es un paso adelante fundamental para lograr el discernimiento de su esencia
negativa.
En seguida insertamos unas citas acerca de la historia de la determinación del valor de
las mercancías por el tiempo de trabajo socialmente necesario tomadas de la obra de Ernest
Mandel, Tratado de Economía Marxista, Tomo I.

Sociedad cooperativamente organizada y sociedad que descansa en la economía del tiempo de


trabajo
En la sociedad primitiva que produce poco o no produce excedentes, la organización cooperativa
del trabajo se funda en la costumbre y los ritos, que sirven para regularizar las actividades
económicas esenciales. En regiones poco favorecidas, donde el aprovisionamiento de alimentos es
difícil, la cooperación de trabajo puede implicar una incesante actividad económica, llevada hasta
los límites de la fuerza física humana. En regiones más favorecidas por la naturaleza, como las
Islas del Pacífico, la producción del producto necesario puede absorber una parte relativamente
pequeña del tiempo disponible, dedicándose entonces el resto al ocio.
Normalmente, ninguna sociedad comunitaria suprimirá de buen grado una parte importante de
su ocio para trabajar, para producir más, excepto en el caso de que las necesidades económicas y
sociales le obliguen a ello.[a] La necesidad económica es la necesidad de obtener un mayor
excedente de productos con objeto de adquirir, por vía de intercambio, bienes necesarios a la
buena marcha de la sociedad y que la propia comunidad no produce (ciertas clases de alimentos,
sal, materias primas para fabricar instrumentos de trabajo, ornamentos destinados a funciones
rituales, etc.). La necesidad social es aquella que obliga a abandonar regularmente un excedente
a un poder centralizador bien en interés de la comunidad (para realizar trabajos de irrigación,
etc.), bien a consecuencia de una conquista que impone por la fuerza el pago de tal tributo.
Pero las dos necesidades pueden combinarse. Hablando de las tribus Majo y Baure, que viven en
Bolivia oriental, Alfred Métraux escribe: "Hasta tal punto necesitaban el metal que les facilitaba la
lucha cotidiana por la vida, que, en ausencia de otras mercancías aceptables por los Blancos, se
entregaban inmediatamente al comercio de esclavos".41
En otras palabras: el aumento del sobre producto más allá de un estrecho límite (reserva de
víveres) no es el resultado de un desarrollo autónomo de la economía. Es el resultado de la
intervención de presiones externas, económicas (cambio) o sociales (apropiación del excedente por
un poder central o una clase dominante).[b]
Mientras la sociedad primitiva, cooperativamente organizada, no conoce todavía otra división del
trabajo que la que separa los sexos, el ritmo de trabajo será establecido por la costumbre y los
ritos. En el momento en que se establece una división de trabajo más consecuente, el aporte
comunitario de cada productor habrá de medirse por un criterio común. En otro caso, la
cooperación del trabajo tendería a disgregarse por el establecimiento de grupos favorecidos y no
favorecidos. Esta medida común de organización no puede ser otra que la economía del tiempo de
trabajo.
El poblado puede considerarse como una gran familia. La totalidad de la producción anual debe
corresponder más ó menos a las necesidades de medios de subsistencia, vestidos, viviendas e
instrumentos de trabajo. Para que no haya desequilibrio entre estas diferentes producciones, para
que los campesinos no dediquen una parte exagerada de su trabajo a la producción de alfarería o
artículos de cuero, dejando en barbecho una parte de los campos, es preciso que se establezca un
balance del tiempo de trabajo disponible y reparta éste teniendo primero en cuenta los sectores
esenciales indispensables a la buena marcha de la comunidad, y dejando después que cada cual
emplee el resto de su tiempo como mejor le plazca.
La etnografía y la historia económica demuestran que, en efecto, la comunidad campesina que
conoce un principio de división de trabajo, organiza la vida social sobre la base de una economía
del tiempo de trabajo. Para los pueblos primitivos, lo único escaso ("scarce") es el trabajo, dice
Ruth Bunzel.42 Según Boeke la economía de la desa (comunidad campesina) de Indonesia se
fundaba en el cálculo de horas de trabajo consumidas.43
En la economía campesina japonesa, "las jornadas de trabajo de los hombres constituyen el
principio del cambio. Si la familia "a" se compone de dos hombres que trabajan durante dos
jornadas sobre los campos de la familia "b", esta familia "b" habrá de proporcionar un equivalente
(en trabajo) para los campos de "a", equivalente que podría consistir en tres hombres trabajando
durante un día y un hombre realizando una jornada complementaria, o cualquier otra
combinación que iguale (el trabajo de) dos hombres durante dos días... Cuando cuatro o cinco
familias colaboran en un grupo kattari (trabajo cooperativo para transplantar arroz), el cálculo se
efectúa sobre la misma base. Esto exige un libro de cuentas para comparar los días y los hombres
en el trabajo (el número de jornadas de trabajo realizadas)".44
En la tribu negra de los Heh, los campesinos que encargan una lanza al herrero (que es también
campesino) trabajan en la tierra de éste durante todo el tiempo en que éste trabaja en la lanza.45
En la antigua India de la época de los reyes Maurya, trabajo y productos de trabajo dictan las
reglas de organización de la vida económica.46
Cuando se establecen las primeras formas de subordinación social, de apropiación del sobre
producto por una parte privilegiada de la sociedad, la contabilidad de la explotación se funda
igualmente en una economía del tiempo de trabajo.
Entre los incas, "el tributo debía consistir exclusivamente en trabajo, es decir, tiempo y
cualificación en tanto que trabajador, artesano o soldado. Todos los hombres se consideraban a
este respecto como iguales: el que tenía hijos que le ayudaran a pagar el tributo impuesto era
considerado rico, mientras que el que no los tenía era considerado pobre. Cada artesano que
trabajaba al servicio del Inca o de su curaca (superior) debía recibir todas las materias primas y
sólo podía ser empleado así durante dos o tres meses anuales.47
Lo mismo ocurre en Europa durante la alta edad media, cuando una gran parte de los
campesinos vivía en régimen de servidumbre. Las ciudades se regían por una estricta economía
del tiempo de trabajo, tres días de trabajo de media por semana sobre las tierras del señor, tres
días sobre las propias tierras del siervo.[c] Igualmente, las mujeres de los siervos tenían que
trabajar un número determinado de días en los talleres del dominio hilando, cosiendo, tejiendo,
etc. Cada artesano disponía de un terreno para él, a cambio del cual debía prestar servicios
específicos al dominio y a los otros terrazgueros.
La organización social fundada en la economía del tiempo de trabajo ha dejado numerosas
huellas hasta en el lenguaje. En la Europa central, durante la edad media, la medida de
superficie más corriente es el Tagwerk, extensión de tierra que un hombre puede labrar en una
jornada. En inglés medieval la palabra "acre" tiene el mismo sentido. En las montañas kabylas, se
calculan las propiedades en zouija, jornadas de labor realizadas por el arado de dos bueyes. En
Francia, la "carrucata" designa la cantidad de tierra que un hombre puede labrar normalmente
con un arado en una jornada. La "pose", unidad suiza de superficie, es análoga al Tagwerk.49
La descripción que Dollinger da de la desaparición de los siervos jornaleros pone de manifiesto
nítidamente hasta qué punto la economía del tiempo de trabajo regulaba el conjunto de la
actividad económica:
Naturalmente, esas exenciones de servicio (de los jornaleros) no dejaban inactivo al siervo:
implican la entrega por parte del señor de una parcela que explotaba por cuenta propia en sus
días libres... No hay duda de que esta parcela estaba generalmente en proporción al tiempo de
que disponía. El que sólo tenía un día de libertad por semana obtenía probablemente una parcela
poco extendida; el que tenía dos o tres podía recibir eventualmente toda una mansa"59
Analizando el conjunto de los censos campesinos de la edad media, Marc Bloch llega a la misma
conclusión:
Los campesinos, o por lo menos algunos de ellos, debían entregar anualmente al señor un
número determinado de productos fabricados: objetos de madera, telas, herramientas de metal e
incluso, sobre ciertas mansas donde se perpetuaban, de padre a hijo, las tradiciones de un oficio,
vestidos. La materia prima estaba a veces, como el trabajo, a cargo del terrazguero: este era
probablemente, respecto a la madera, el caso más general. Pero cuando se trataba de tela, era
muchas veces el señor quien proporcionaba los materiales: el campesino o su mujer no daban
más que su tiempo, su trabajo y su habilidad (el subrayado es nuestro).31
Por lo demás, existen numerosos casos en que la designación de los censos de los campesinos se
hace forma intercambiable, en tiempo de trabajo o en cantidad de productos. Así, por ejemplo, las
obligaciones de las siervas con respecto al señorío de Saint-Gall, se indican unas veces —como en
la antigua Lex Alemannorum— por el húmero de jornadas de "corvée", y otras por la cantidad de
productos a suministrar durante estas jornadas.52 Los aztecas impusieron a los demás pueblos
de México un tributo calculado bien en jornadas de trabajo, bien en cantidad de productos
artesanales, bien en superficie de tierra a cultivar.53 En el Japón, en el siglo VIII de nuestra era
existen dos clases de trabajo no agrícola para el señor, el cho y el yo. El estatuto de Taiho fija su
importe a la vez en cantidad de tiempo (10 días), en cantidad de tela (26 haku, que equivalen más
o menos a 10 metros) y en cantidad de trigo (1 to equivale aproximadamente a 2 celemines).54 De
esta suerte, entre los productores de una sociedad tal, la cantidad de tiempo de trabajo necesario
para producir una determinada mercancía resulta transparente. Lo mismo ocurre en la Europa
occidental, cuando a partir del siglo XII la explotación directa es sustituida cada vez más
frecuentemente por el arrendamiento a término: en vez de los tres clásicos días de trabajo por
semana, debe ahora cederse al señor la mitad de la cosecha. En China, las crónicas de la dinastía
T'ang calculan exactamente la cantidad de trabajo que es necesario emplear para el cultivo del
mijo (283 días por año) y del trigo (167 días), cuando hay que pagar en especie el impuesto
agrario.55 En la comuna medieval, hace notar Espinas, existe una rigurosa relación entre la
jornada de trabajo y la cantidad (numérica) de labor a efectuar.56
Semejante contabilidad económica basada en la duración del tiempo de trabajo la encontramos
también en la América española, en el momento en que el trabajo obligatorio de los indios se
transforma, con el sistema de la encomienda, en renta en especies,57 así como en Indonesia en el
momento de la introducción del Cultuurstelsel. La población que no tenía ya que pagar "la renta
de la tierra", sino sembrar una quinta parte de su suelo con productos para vender al gobierno:
índigo, azúcar, café, tabaco, etc. "Si no se poseían tierras, había que trabajar 66 días por año en
las plantaciones gubernamentales".58 En cuanto al Vietnam, durante la mala estación puede
observarse la práctica de préstamos pagaderos en trabajo: 1.5 piastras por 10 días de labor a
suministrar en el momento de los grandes trabajos, etc.
Valor de cambio de las mercancías
Ahora bien, el cambio generalizado, el comercio, sólo aparece en un estadio de desarrollo social
caracterizado por esta economía del tiempo de trabajo. Los pueblos que han escapado a la
necesidad de realizar esta economía se contentan precisamente con un débil sobre producto y con
intercambios puramente rudimentarios o rituales.[d] De ahí que esos intercambios sean dirigidos
por el mismo patrón objetivo que está en la base de toda la organización social, es decir, que el
valor de cambio de las mercancías se mida por el tiempo de trabajo necesario para producirlas.
El ejemplo de las relaciones comerciales establecidas en las montañas Nilgiri, cerca de la
extremidad suroeste de la península india, entre cuatro tribus, los Toda, Karumba, Badaga y
Kota, nos presenta el paso de una organización social regida conscientemente por la economía del
tiempo de trabajo, hacia intercambios guiados mitad conscientemente, mitad objetivamente, por
el mismo principio.
Los Toda son pastores; los Karumba viven todavía en la jungla; los Badaga son agricultores; y los
Kota son ante todo artesanos que conocen ya la metalurgia y fabrican cuchillos. Estos últimos
proporcionan a las otras tres tribus artículos de alfarería, instrumentos de música para las
ceremonias religiosas y esos mismos cuchillos. A cambio, reciben de los Toda búfalos y ganado en
general; de los Karumba, miel, frutos silvestres y protección (mágica); trigo de los Badaga. Pero
los Kota no son artesanos puros; poseen también campos que laboran. Los ritos fijan la cantidad
tradicional de trigo —resultado de una larga experiencia— que debe darse a cambio de los
utensilios metálicos entregados por los herreros Kota. Si las familias Badaga desean obtener más
utensilios metálicos, "están obligadas a trabajar en los campos de los herreros Kota durante el
tiempo necesario para confeccionar esos utensilios complementarios".60
Asimismo, entre las tribus de Dahomey, "el herrero compra individualmente chatarra y la
conserva hasta que pueda aprovecharse de la labor de sus compañeros, para los que mientras
tanto trabaja. Cuando llega este momento, todos los miembros de la herrería (corporación de los
herreros) convierten la chatarra que éste había comprado en azadas, hachas, cuchillos y otras
mercancías vendibles. El propietario de la chatarra puede vender libremente estas herramientas y
conservar el producto de las ventas. Empleará este dinero en los gastos de subsistencia y en
comprar chatarra, trabajando entre tanto para sus asociados, hasta que llegue de nuevo el
momento de utilizar la fuerza combinada de trabajo de la corporación".61
El cambio simple, ocasional, ritual, sin importancia económica, puede perfectamente prescindir
de estrictas relaciones de equivalencia. No ocurre lo mismo con el cambio generalizado. La
ausencia de un criterio objetivo de equivalencia impediría toda regularización de las relaciones de
cambio. Conduciría a la desorganización y disolución de toda sociedad que cuente con un número
elevado de productores de mercancías. Los productores abandonarían los sectores en que menos
recibieran a cambio de su trabajo. Es, pues, indispensable el establecimiento de estrictas
relaciones de equivalencia entre los productos y mercancías que se cambian.
Pero una relación de equivalencia entre dos productos, dos mercancías, exige un patrón común,
una calidad mensurable común. El valor de uso de una mercancía depende del conjunto de sus
cualidades físicas, que determinan su utilidad. La existencia de este valor de uso constituye una
condición indispensable para la aparición de un valor de cambio; a cambio de su propio producto
nadie aceptaría una mercancía que careciera de utilidad, de valor de uso, para nadie. Pero el
valor de uso de dos mercancías expresado en sus cualidades físicas es inconmensurable; no se
puede medir con un patrón común, el peso del trigo, la longitud de la tela, el volumen de las
vasijas, el color de las flores. Para permitir un intercambio recíproco entre esos productos, es
preciso buscar una cualidad común a todos ellos, que pueda al mismo tiempo medirse y expresar
cuantitativamente. Tal cualidad debe ser una cualidad social, aceptable para todos los miembros
de la sociedad.
Ahora bien, el conjunto de las cualidades físicas de las mercancías, cualidades que otorgan a
éstas su valor de uso, se determina por el trabajo específico que las ha producido: el trabajo del
tejedor determina las dimensiones, la finura, el peso de la tela; el trabajo del alfarero, la
resistencia, la forma, los colores de la vasija. Pero si las mercancías son el producto de un trabajo
específico determinado, son además el producto del trabajo humano social, es decir, de una parte
del tiempo global disponible en una sociedad determinada, y sobre cuya economía se basa la
sociedad, como acabamos de indicar. Es este hecho lo que hace conmensurables las mercancías;
es este trabajo humano general —llamado abstracto porque se hace abstracción de su carácter
específico, lo mismo que para sumar tres manzanas, cuatro peras, cinco plátanos, debe hacerse
abstracción de sus cualidades específicas para no retener más que doce frutos— lo que constituye
la base del valor de cambio.[e] La medida de este trabajo —la duración del tiempo de trabajo
necesario para producir la mercancía— da la medida del valor de cambio.
Producción simple de mercancías
Mientras el artesanado autónomo, el comercio y la división de la sociedad en clases sólo están
débilmente desarrollados, la producción de mercancías ocupa en la sociedad un lugar
relativamente restringido. La producción de mercancías se desarrolla y generaliza en las ciudades
solo cuando el comercio y la vida urbana han alcanzado un cierto grado de desarrollo, cuando
han creado un mercado suficientemente amplio. Entramos ahora en una época histórica
caracterizada por el hecho de que al mismo tiempo que se generaliza la producción de mercancías
en la ciudad, va descomponiéndose lentamente en el campo la producción para las necesidades.
Esta producción de mercancías efectuada por artesanos, propietarios de sus propios medios de
producción (instrumentos de trabajo) se denomina producción simple de mercancías o pequeña
producción mercantil. Tal producción se ha hecho preponderante en las épocas de civilización
urbana, especialmente durante la antigüedad a partir del siglo VI a. de C. en Grecia, alrededor del
siglo VIII después de Cristo en el imperio del Islam, y a partir del siglo XI de nuestra era, en la
Europa occidental, donde alcanzará su más característico desarrollo en el sur de los Países
Bajos y en Italia durante los siglos XIII a XV.
En la producción simple de mercancías, el trabajo no procura ya directamente la satisfacción de
las necesidades del productor; trabajo y producto de trabajo no se identifican ya para él. Pero este
productor continúa siendo dueño del producto de su trabajo, sólo se separa de él para adquirir
los víveres que aseguren su subsistencia. La división del trabajo separa ya al productor de su
producto, aunque este productor todavía no se vea oprimido por su producto. La sociedad ve
desarrollarse lentamente en su interior la producción de mercancías; ve disminuir lentamente la
producción de puros y simples valores de uso.
Cuanto más se extiende la producción de mercancías, más imperiosa se hace la contabilidad
exacta en horas de trabajo. En la sociedad primitiva donde sólo existe una rudimentaria división
del trabajo, solo respecto a los trabajos esenciales es de vital importancia para la supervivencia
de la comunidad la observación estricta de la contabilidad del trabajo. Pero para el resto, ya lo
hemos visto, importa relativamente poco que sean dos o tres las horas de trabajo dedicadas a
producir un objeto determinado. Así se explica la amplia libertad de que disponen los miembros
de tales pueblos, en el marco de las estrictas reglas que rigen las actividades productoras de
alimento. Herskovits ha trazado un sorprendente cuadro de esta mezcla de estricta contabilidad
y de amplia libertad en el ciclo de producción y consumo entre los Talensi, pueblo que vive en
Ghana (África occidental) de la recolección de frutos silvestres y la agricultura.64
Pero desde que la producción de mercancías se extiende en el interior de una comunidad
primitiva, la contabilidad del tiempo de trabajo se hace en forma más rigurosa. De ahora en
adelante, en el mercado donde se encuentran los productos de trabajo de diferentes pueblos, si
no de diferentes regiones, los valores de cambio se establecen según medias sociales. No es el
número de horas de trabajo efectivamente empleadas en la producción de un objeto lo que
determina su valor, sino el número de horas de trabajo necesarias para fabricarlo en las
condiciones medias de productividad de esa sociedad en esa época. En efecto, las mercancías
serían inconmensurables si su valor fuera determinado por el tiempo de trabajo ocasional que
cada productor individual ha dedicado a su producción. "Es preciso que [el artesano medieval]
produzca telas de acuerdo con de terminadas condiciones 'no personales, sino oficiales, urbanas';
su trabajo, podría decirse, es expresamente objetivo y no subjetivo".66
Desde el momento en que el valor de las mercancías se establece por la cantidad de trabajo
socialmente necesario para producirlas —es decir, desde que esta media se establece por la
experiencia de actos de cambios repetidos, por la aparición simultánea de productos de diferentes
productores en competencia unos con otros—, los productores torpes, lentos, que trabajan con
métodos arcaicos, son penalizados. A cambio del tiempo de trabajo individualmente
proporcionado a la sociedad, sólo reciben un equivalente producido en un lapso de tiempo
inferior. Una mayor disciplina y una más estricta contabilidad del trabajo acompañan, pues, el
desarrollo de la producción de mercancías.[f]
Con el desarrollo de la producción simple de mercancías el trabajo humano comienza también a
diferenciarse según su cualidad. El trabajo compuesto, especializado, se separa del trabajo
simple. Como el artesanado, al especializarse cada vez más, necesita un período de aprendizaje
más o menos prolongado cuyos gastos no recaen, como en las sociedades primitivas, en la
comunidad, sino en la familia del aprendiz o individualmente en éste, nadie se dedicaría al
aprendizaje prolongado de un oficio, si a cambio de una hora de trabajo especializado debiera
cobrar el mismo equivalente que a cambio de una hora de trabajo no especializado. El trabajo
humano especializado se considera como un trabajo compuesto en el que no solamente entra el
gasto de trabajo del artesano en el momento en que lo produce en calidad de maestro, sino
también una parte de su gasto de trabajo no remunerado durante la época de su aprendizaje
(amortización social de los gastos generales de aprendizaje).
La ley del valor que regula el intercambio de mercancías según la cantidad de trabajo humano
abstracto, simple, socialmente necesario, que ellas contienen, comienza ahora a realizar una
función suplementaria. Con su división de trabajo rudimentaria, la sociedad primitiva y la
comunidad aldeana se organizaban sobre la base de una cooperación de trabajo consciente, en
que la costumbre, los ritos, los consejos de los ancianos o de los administradores elegidos
determinaban el ritmo de producción; a esto venía a añadirse, si llegaba el caso, el trabajo
obligatorio o los tributos a pagar a las clases posesoras.
Pero cuando la producción simple de mercancías se desarrolla, nos encontramos ante
productores liberados de toda subordinación a una organización social colectiva. Cada productor,
en los límites de su fuerza física y su capacidad productora (instrumentos de trabajo, etc.), puede
producir tanto como quiera. Estos productores no producen ya valores de uso para el consumo de
una comunidad cerrada; producen ahora mercancías para un mercado más o menos amplio, más
o menos anónimo. La ley del valor, que coordina los intercambios con arreglo a una base objetiva
y sólo asegura equivalentes para cada mercancía cambiada, reorganiza así, a través de
intercambios conseguidos o fallidos, la repartición entre las diferentes ramas de la producción del
conjunto de horas de trabajo disponibles en la sociedad. En las sociedades primitivas, el trabajo
humano era un trabajo directamente social. En la producción simple de mercancías, el trabajo
individual sólo adquiere su carácter de trabajo social en forma indirecta, a través del mecanismo
de cambio, por el juego de la ley del valor.[g]
Si un artesano produce más telas que las que el mercado de la sociedad pueda absorber, una
parte de su producción quedará sin vender, sin cambiar, lo que le probará que ha dedicado una
parte excesiva del tiempo de trabajo socialmente disponible a la producción de estas telas o, dicho
en otras palabras, que ha dilapidado tiempo del trabajo social. En una sociedad conscientemente
coordinada, este tiempo malgastado se habría establecido a priori por la costumbre o los
comentarios de los demás miembros de la comunidad. En el mercado, la ley del valor revela este
hecho sólo a posteriori, para desgracia del productor que no recibirá equivalente para una parte
de su esfuerzo, de sus productos.
Al principio de la época de la producción de mercancías, época de la pequeña producción
mercantil, estas reglas aparecen con toda claridad. Prueba de ello es que tanto en las
corporaciones de la Antigüedad como en las de China, Bizancio, de la Edad Media europea y
árabe, etc., existían reglas fijas, conocidas de todos, que establecían a la vez el tiempo de trabajo
a dedicar a la fabricación de cada objeto, la duración del aprendizaje, sus gastos, y el equivalente
normal a pedir por cada mercancía.67[h] La nitidez de este hecho expresa únicamente lo siguiente:
con la producción simple de mercancías, sólo se alcanza una etapa transitoria entre una sociedad
regida conscientemente por la cooperación de trabajo, y una sociedad en donde la disolución
completa de los nexos comunitarios sólo deja lugar a leyes "objetivas", es decir ciegas, "naturales",
independientes de la voluntad de los hombres, para regir y gobernar las actividades económicas.

[a] “A pesar de la frecuencia de las plagas de hambre, ningún Mkamba (tribu negra) piensa nunca

en sembrar más de lo que necesitará para sobrevivir en la próxima estación de lluvias”49

[b] Esto no está en contradicción con la tesis que defendemos más arriba, según la cual el
desarrollo de una clase dominante presupone la existencia de un sobre producto social. En la
medida que un primer desarrollo del sobre producto precede efectivamente a toda constitución de
una clase dominante, éste asegura después una mayor expansión de este sobre producto, y un
nuevo desarrollo de las fuerzas productivas. 56
[c] En la antigua legislación bávara leemos, por ejemplo, que los "siervos de la Iglesia" deben tres

días de trabajo semanales sobre los dominios (del señor) y "que hacen tres para ellos mismos":
Opera vero 3 dies in ebdomada in dominico operet, 3 vero sibi faciat.48

[d] Así se explica que numerosos pueblos primitivos cuyo desarrollo se ha detenido antes de la

aparición de una producción simple de mercancías, no intercambien sus productos ni según


criterios objetivos, ni tomando como base una economía del tiempo de trabajo. Este hecho ha
conducido a numerosos etnólogos a conclusiones erróneas en materia de análisis económico. Sin
embargo, Margaret Mead cuenta que los habitantes de Manua (Samoa), que practican el
intercambio ceremonial de esterillas finamente tejidas, fijaron al principio un valor de cambio de
esas esterillas correspondiente al tiempo de trabajo empleado en su producción. Más tarde, este
valor se incrementó fuertemente. En ese pueblo de Samoa, como entre numerosos habitantes de
las islas del Pacifico, se trata de emigrantes llegados de países poco hospitalarios a países de
abundancia en los que el cambio ya no tiene un papel económicamente
importante.50
[e]Desde los albores de la producción simple de mercancías, hacia el año 3000 a. de C. todo
trabajo se consideraba como equivalente, independientemente de la especialidad particular. En
unas tablillas escritas en lengua semita halladas en Susa, los salarios de la casa de un príncipe
se fijan uniformemente en 60 qua de cebada para el cocinero, el barbero, el picapedrero, el
carpintero, el herrero, el zapatero, el sastre, el cultivador, el pastor y el borriquero.62 Sin
embargo, en esta fase inicial de la producción de valores de cambio, los hombres no pudieron
tomar conciencia del concepto de "trabajo abstracto"; se concibe como tal la equivalencia de
diversos trabajos especializados. La noción de "trabajo abstracto" sólo pudo nacer con la
movilidad de la mano de obra propia de la época capitalista. Esta movilidad no solamente implica
el que una hora de trabajo de un obrero textil produzca tanto valor como una hora de trabajo de
un ladrillero, sino también que esas funciones se han hecho intercambiables en la gran industria.
Ver también capitulo v. Mano de obra humana y maquinismo".

[f] Esto se manifiesta claramente en la producción simple de mercancías de los indios

guatemaltecos de Panajachel, descrita por el profesor Sol Tax. Hombres, mujeres e incluso niños
de baja edad están constantemente alertas para poder ganar algunos centavos mediante el
comercio. No es extraño que en esta sociedad donde según el profesor Tax, una mujer que no
supiera ni leer ni escribir, podía precisar al centavo el precio de venta exacto de una alfombra en
la que hubiera trabajado toda una jornada, los cambios de equivalencia se calculan
estrictamente. Ahora bien si en estas condiciones la tierra se alquila a veces a cambio de trabajo
no pagado a veces a cambio de una fracción de la cosecha y a veces contra una cantidad de
dinero debe suponerse que hayan sido calculadas en cada caso estrictas equivalencias que sólo
podían basarse sobre el valor-trabajo.66

[g] Ver en el capítulo XVIII la refutación de las críticas corrientes sobre la teoría del valor-trabajo.
64
[h] Nadel indica que en el reino de Nupe, el valor de las mercancías es a grosso modo proporcional

al tiempo de trabajo dedicado a su producción.68

NOTAS.-

41. Alfred Metraux en: Handbook of American Indians, p. 418.


42. Ruth Bunzel en Boas: Anthropotogy, p. 346.
43. Boeke: Die Theorie der Indische Ekonomie, p. 64.
44. John Embree: Mura, a Japanese Village, pp. 100-1.
45. Piddington: An Introduction to Social Anthropology, p. 275.
46. Arthacastre de Kautiiyia, traducción alemana de J.-J. Mayer, p. 147.
47. John Collier: The Indians of the Americas, pp. 61-2.
48. Ver otros ejemplos en el Políptico de Saint-Germain-des-Prés y la descriptio villarum de la
abadía de Lobbes.
49. Joseph Bourrilly: Eléments d'Ethnographie marocaine, pp. 137-8; Grand y
Delatouche: L’Agriculture du moyen age, p. 79.
50. Dollinger: L’évolutwn des classes rurales en Bavière, p. 270.
51. Marc Bloch: Caractères originaux de l'histoire rurale francaise, p. 77.
52. Dr. Hermán Bikel: Die Wirtschaftsverhältnisse der Kiosters St Gallen, pp.
133-239.
53. H. Cunow: Wirtschaftsgeschichte, I, pp. 270-1.
54. Takekoshi: Economic Aspects of the History of Civilisation of Japan, I, p. 117.
55. L. Genicot: L'Economie rurale namuroise au bas moyen age, pp. 236-285;
Grand y Delatouche: L'Agriculture du moyen age, pp. 105-135; Jacques
Gernet: Les aspects économiques du bouddhisme dans la société chinoise du
Ve au Xe siècle, p. 98.
56. Espinas: Les origines du capitalisme, I, p. 140.
57. R. S. Chamberlain: "Castilian Backgrounds of the Repartimiento-Encomienda",
en: Contributions to American Anthropology, vol. v. pp. 25-6.
58. De Graaf: Geschiedenis van Indonezië, p. 406.
59. M. Mead: Social Organization of Manua, pp. 73-5, p. 65.
60. David Mandelbaum: "Notes on Fieldwork in India", en: Herskovits: Economic Life of Primitive
People, pp. 136-7.
61. Herskovits: Dahomey, a West African Kingdom, I, pp. 75-6.
62. Huart y Delaporte: L'Iran antique, p. 83.
63. Gordon Childe: What happened in History, p. 156.
64. Herskovits: Economic Life of Primitive People, pp. 248-51.
65. G. Espinas: Les origines du capitalisme, I, p. 142.
66. Sol Tax: Penny Capitalism, pp. 15, 18, 80.
67. G. Espinas: Les origines du capitalisme, I, pp. 118, 140-2.
68. S. F. Nadel: A Black Byzantium, p. 31814

14
Mandel, Ernest, Tratado de Economía Marxista, Tomo I, Ediciones Era, México, 1975, pp. 55-65
Capítulo III
Resumen, extractos, citas y análisis del parágrafo 3 del Capítulo I, Sección primera de
El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I de Carlos Marx

"3.- La forma del valor o valor de cambio."

En el estudio de la mercancía llegó Marx al descubrimiento de su esencia positiva: la


mercancía es una materialización de trabajo abstracto, un valor. En lo que sigue, y teniendo
como punto de partida lo alcanzado en el punto anterior, el autor se encamina hacia la
elucidación de la esencia negativa de la mercancía, para lo cual considerará ahora la relación
de valor entre dos mercancías.
Las mercancías vienen al mundo bajo la forma de valores de uso u objetos materiales... Sin
embargo, si son mercancías es por encerrar una doble significación: la de objetos útiles y, a la
par, la de materializaciones de valor...
Recordemos... que las mercancías sólo se materializan como valores en cuanto son expresión de
la misma unidad social: trabajo humano, que por tanto, su materialidad como valores es
puramente social, y comprenderemos sin ningún esfuerzo que esa su materialidad como valores
sólo puede revelarse en la relación social de unas mercancías con otras...15
...Ahora bien, es menester que consigamos nosotros lo que la economía burguesa no ha intentado
siquiera: poner en claro la génesis de la forma dinero...
La relación más simple de valor es, evidentemente, la relación de valor de una mercancía con otra
concreta y distinta, cualquiera que ella sea. La relación de valor entre dos mercancías constituye,
por tanto, la expresión más simple de valor de una mercancía.16

A) Forma simple, concreta o fortuita del valor.


"x" mercancía A = "y" mercancía B, o bien: "x" mercancía A vale "y" mercancía B. (20 varas de
lienzo = 1 levita, o bien 20 varas de lienzo valen 1 levita).
1.- Los dos polos de la expresión del valor: forma relativa del valor y forma equivalencial.
En esta forma simple del valor reside el secreto de todas las formas del valor. Por eso es en su
análisis donde reside la verdadera dificultad del problema17.

Las dos mercancías, A y B, tienen, en la relación mencionada, dos papeles diferentes:


A expresa su valor en B.
B sirve de material para la expresión de valor.
A Desempeña un papel activo.
B Desempeña un papel pasivo.
A Reviste la forma relativa del valor.
B Reviste la forma equivalencial.

Las formas relativa y equivalencial... son dos aspectos de la misma relación, aspectos inseparable
y que se condicionan mutuamente, pero también y a la par dos extremos opuestos y antagónicos,
los dos polos de la misma expresión de valor.18

15
Ibídem, p. 14
16
Ibídem, p. 15
17
Ídem
18
Ibídem, pp. 15-16
a) Son aspectos inseparables y que se condicionan mutuamente porque el valor de la
mercancía A sólo puede expresarse en términos relativos, es decir, recurriendo a otra
mercancía; por tanto el valor relativo o forma relativa del valor supone la existencia del valor
equivalente o forma equivalencial del valor.
b) Son extremos opuestos y antagónicos porque no pueden recaer ambos en una misma
mercancía; se excluyen; tienen que fijarse en mercancías distintas; son opuestos.
...Por tanto, una misma mercancía no puede asumir al mismo tiempo ambas formas en la misma
expresión de valor. Estas formas se excluyen la una a la otra como los dos polos o los dos
extremos de una línea.19
2) La forma relativa del valor
A) Contenido de la forma relativa del valor.
Las mercancías son valor de uso y valor; son bienes útiles y materializaciones de trabajo
humano abstracto; en su relación de cambio, para equipararse y fijar la proporción en que se
cambian partiendo del hecho de que ambas son cristalizaciones de fuerza humana de trabajo
pero bajo la forma concreta de cada mercancía, debe la mercancía A -de donde parte la acción-
expresar su valor, o sea la cantidad de trabajo materializado que pretende cambiar, en la
materialidad corpórea de la mercancía B, pues el valor sólo brota al exterior de ésta a través de
su materialidad física.
Así, la mercancía B tiene, para estos efectos, la consideración de objeto en que toma cuerpo el
valor, de sujeto que representa el valor en su forma natural y tangible. El valor de una
mercancía se expresa en el valor de uso de otra.
Por tanto, la relación o razón de valor hace que la forma natural de la mercancía B se convierta en
la forma de valor de la mercancía A, o que la materialidad corpórea de la primera sirva de espejo
de valor a la segunda. Al referirse a la mercancía B como materialización corpórea de valor, como
encarnación material de trabajo humano, la mercancía A convierte el valor de uso B en material
de su propia expresión de valor. El valor, de la mercancía A expresado así, es decir, expresado en
el valor de uso de la mercancía B, reviste la forma del valor relativo.20
En la producción simple de mercancías es una necesidad intrínseca el que el valor tome cuerpo
en un valor de uso; no hay otra forma de relacionar entre sí los productos para el intercambio,
primero, porque el valor no tiene otra forma de manifestarse al exterior que la materialidad
física de las mercancías y, segundo, porque en este tipo de producción el valor de las
mercancías es sólo un vehículo para obtener objetos útiles por medio del cambio.
En esta relación elemental de las mercancías mediante la forma relativa del valor, es decir, a
través del mecanismo necesario por el cual el valor de una mercancía se expresa en el valor de
uso de otra, se fragua la forma a través de la cual la fuerza de trabajo se enajena del productor
directo (forma que es el vehículo para la explotación capitalista); al convertir a la otra
mercancía en equivalente suyo, la mercancía A sienta la premisa necesaria para ser enajenada.
En la forma relativa, el valor de la mercancía A adquiere la capacidad de expresarse en el valor
de uso de la mercancía B; esto constituye la premisa necesaria para que la mercancía A pueda
enajenarse, pues se establece así su equivalente para el intercambio. Pero al mismo tiempo, el
valor se ve dotado con la capacidad de expresarse en un objeto material distinto del que le sirve
de base de sustentación y esto constituye el prerrequisito para que pueda emigrar de un objeto
a otro y, también, para que más tarde se convierta en una sustancia con auto movimiento de la
cual el capital-dinero, el capital-productivo y el capital-mercancías sean otras tantas formas de
manifestarse, conservando en estos cambios su naturaleza.
b) Determinabilidad cuantitativa de la forma relativa del valor.
En este punto Marx enumera una serie de casos que resume así:

19
Ibídem, p. 16
20
Ibídem, pp. 19-20
Como se ve, los cambios efectivos que pueden darse en la magnitud del valor, no se acusan de un
modo inequívoco ni completo en su expresión relativa o en la magnitud del valor relativo. El valor
relativo de una mercancía puede cambiar aún permaneciendo constante el valor de esta
mercancía. Y viceversa, pude ocurrir que su valor relativo permanezca constante aunque cambie
su valor. Finalmente, no es necesario que los cambios simultáneos experimentados por la
magnitud del valor de las mercancías coincidan con los que afectan a la expresión relativa de esta
magnitud de valor.21

3).- La forma equivalencial.


La mercancía B es, en la relación de cambio, la materia en la que expresa su valor la mercancía
A; es, en síntesis, materialización de trabajo abstracto contenido en la mercancía A. Pero la
mercancía B es un objeto útil, producto de un trabajo concreto-privado y es precisamente a
través de estas características como se manifiesta su valor y en las cuales expresa su valor la
mercancía A. La mercancía A sirve de medio de cambio para obtener un objeto útil que
satisfaga las necesidades de su productor; por tanto, la equivalencia de la mercancía B con la
mercancía A debe manifestarse primeramente como la utilidad de aquella mercancía para
satisfacer la necesidad del productor A, es decir, el valor de la mercancía A debe expresarse
como la utilidad de la mercancía B para satisfacer la necesidad del productor A.
La primera característica de la forma equivalencial es "que en ella el valor de uso de la
mercancía se convierte en forma o expresión de su antítesis, o sea del valor."22
Para el economista burgués, atento sólo a la apariencia del fenómeno, la forma equivalencial le
revela que la utilidad de los objetos es la determinante del valor de las mercancías; no puede
comprender que aquella es sólo una forma de manifestarse algo distinto de sí misma que es el
valor. De aquí brota en su cabeza la idea de que el valor de las mercancías es una
característica material suya que se deriva de la utilidad del objeto, o que es algo que brota de la
subjetividad del sujeto en relación con la utilidad.
Al expresar su esencia de valor como algo perfectamente distinto de su materialidad corpórea y de
sus propiedades físicas, vgr. como algo análogo de la levita, la forma relativa de una mercancía,
del lienzo por ejemplo, da ya a entender que esta expresión encierra una relación de orden social.
Al revés de lo que ocurre con la forma equivalencial, la cual consiste precisamente en que la
materialidad física de una mercancía, tal como la levita, éste objeto concreto con sus propiedades
materiales, exprese valor, es decir, posea por obra de la naturaleza forma de valor. Claro está que
eso solo ocurre cuando este cuerpo se halla situado dentro de la relación de valor en que la
mercancía lienzo se refiere a la mercancía levita como equivalente suyo. Pero como las
propiedades de un objeto no brotan de su relación con otros objetos, puesto que esta relación no
hace más que confirmarlas, parece como si la levita debiera su forma de equivalente, es decir, la
propiedad que la hace susceptible de ser directamente cambiada, a la naturaleza, ni más ni
menos de su propiedad de ser pesada o de guardar calor, de aquí el carácter misterioso de la
forma equivalencial, carácter que la mirada burguesamente embotada del economista sólo
advierte cuando esta forma se le presenta ya definitivamente materializada en el dinero. Al
encontrarse con el dinero, el economista se esfuerza por borrar el carácter místico del oro y la
plata, colocando en su puesto mercancías menos fascinadoras y recorriendo con creciente
regocijo el catálogo de toda la chusma de mercaderías a las que en otros tiempos estuvo reservado
el papel de equivalentes de valor. Sin sospechar siquiera que este misterio de la forma
equivalencial se encierra ya en la expresión más simple del valor, vgr. en la 20 varas de lienzo = 1
levita.23
Para la realización del intercambio de A por B es necesario que se determine la equivalencia
entre ambos, es decir, la cantidad de mercancías B que equivale a cierta cantidad del objeto A.
Como productos del trabajo tienen un común denominador: la cantidad de trabajo abstracto en
ellos materializada; la mercancía A debe expresar la cantidad de trabajo abstracto que contiene
en términos del trabajo abstracto contenido en la mercancía B, para establecer así la

21
Ibídem, p. 21
22
Ibídem, p. 23
23
Ibídem, p. 24
equivalencia entre ambas; sin embargo, el valor de la mercancía B sólo brota al exterior como
la cantidad de trabajo concreto empleado en su producción, de ahí que el valor de la mercancía
A (el trabajo abstracto en ella contenido) deba expresarse en el trabajo concreto empleado en la
producción de B.
La segunda característica de la forma equivalencial es que en ella el trabajo concreto se convierte
en forma o manifestación de su antítesis, o sea, del trabajo humano abstracto.24
La conversión del trabajo concreto de la mercancía A en forma de expresión del trabajo
abstracto da la base para la sustantivación del valor, pues el trabajo abstracto se convierte en
una característica material del objeto, en el trabajo concreto invertido en su producción.
Los productores de mercancías son independientes los unos de los otros, son productores
privados. Los productos de su trabajo son, en principio, ajenos a la producción social; sólo a
través de un acto de cambio entran a formar parte de la maquinaria de la división social del
trabajo. La mercancía A es producto de un trabajo privado; el carácter social de éste reside en
que su producto servirá para satisfacer la necesidad de otro productor, el productor de B. La
mercancía B, por su parte, es también producto de un trabajo privado que es al mismo tiempo
social porque aquella llenará la necesidad del productor de A. La mercancía A expresa el
carácter social del trabajo en ella contenido, es decir, indica que su misión es satisfacer la
necesidad del productor B y que por tanto forma parte de la división social del trabajo tomando
como equivalente al trabajo privado contenido en la mercancía B que servirá para satisfacer la
necesidad de A.
La tercera característica de la forma equivalencial es que en ella el trabajo privado reviste la forma
de su antítesis, o sea, del trabajo en forma directamente social.25
En esta característica de la forma equivalencial salta a la vista cómo en la producción de
mercancías las relaciones entre las personas se realizan a través de las relaciones entre las
cosas; los hombres no se relacionan entre sí a través de sus fuerzas de trabajo coordinándolas
para la producción de los satisfactores de sus necesidades, sino que relacionan sus fuerzas de
trabajo a través de los productos que intercambian.
En la forma equivalencial, la mercancía B adquiere la capacidad de expresar el valor de la
mercancía A; éste es la precondición para su mutuo intercambio. Al mismo tiempo, un objeto
material se ve dotado con la capacidad de expresar el valor de otro objeto; se establecen así las
premisas para que el valor pueda plasmarse y acumularse en un objeto material distinto del
que forma su base.
La forma equivalencial permite a la fuerza humana de trabajo concretarse en un objeto
material y conservarse como tal trabajo abstracto que puede ser cambiado, acumulado,
etcétera; es decir, que la forma equivalencial es el vehículo para la sustantivación del valor.
Además, como trabajo abstracto materializado, la forma equivalencial ejerce atracción sobre los
demás productos del trabajo y los incita al cambio.
La forma relativa del valor es la forma a través de la cual la fuerza de trabajo se aleja
constantemente del obrero materializada en mercancías.
La forma equivalencial es aquella por medio de la cual esa fuerza de trabajo se acumula en el
otro polo, como capital.
La fuerza de trabajo acumulada es un poderoso foco de atracción para la fuerza de trabajo
viva.
4). La forma simple del valor, vista en conjunto.
La forma simple del valor de una mercancía va implícita en su relación de valor con una
mercancía distinta o en la relación de cambio con ésta. El valor de la mercancía A se expresa
cualitativamente en la posibilidad de cambiar directamente la mercancía B por la mercancía A.

24
Ibídem, p. 25
25
Ídem
Cuantitativamente, se expresa mediante la posibilidad de cambiar una cantidad determinada de
la mercancía A.26
Analizando de cerca la expresión de valor de la mercancía A, tal como se contienen en su relación
de valor con la mercancía B, veíamos que, dentro de esta relación, la forma natural de la
mercancía A sólo interesaba en cuanto cristalización de valor de uso; la forma natural de la
mercancía B, en cambio, sólo en cuanto forma o cristalización de valor. Por tanto, la antítesis
interna de valor de uso y valor que se alberga en la mercancía toma cuerpo en una antítesis
externa, es decir, en la relación entre dos mercancías, de las cuales la una, aquella cuyo valor
trata de expresarse, sólo interesa directamente como valor de uso, mientras que la otra, aquella
en que se expresa el valor, interesa sólo directamente como valor de cambio. La forma simple del
valor de una mercancía es, por tanto, la forma simple en que se manifiesta la antítesis de valor de
uso y valor encerrada en ella.
El producto del trabajo es objeto de uso en todos los tipos de sociedad; sólo en una época
históricamente dada de progreso, aquella que ve en el trabajo invertido para producir un objeto
de uso una propiedad "materializada" de ese objeto, o sea un valor, se convierte el producto del
trabajo en mercancía. De aquí se desprende que la forma simple del valor de la mercancía es al
propio tiempo la forma simple de mercancía del producto del trabajo; que, por tanto, el desarrollo
de la forma de la mercancía coincide con el desarrollo de la forma del valor.
A primera vista, se descubre ya cuán insuficiente es la forma simple del valor, esta forma
germinal, que tiene que pasar por una serie de metamorfosis antes de llegar a convertirse en la
forma precios.
Sin embargo, la forma simple de valor se remonta por sí misma a formas más complicadas.27

B) Forma total o desarrollada del valor.


z mercancía A = u mercancía B, o = v mercancía C, o = w mercancía D, o = x mercancía E,
etcétera, (20 varas de lienzo = 1 levita, ó = 10 libras de té, ó = 40 libras de café, ó = 1 quarter de
trigo, ó = x onzas de oro, o = 1/2 tonelada de hierro, etcétera).
1.- La forma relativa del valor desarrollada
El valor de una mercancía, del lienzo por ejemplo, se expresa ahora en otros elementos
innumerables del mundo de las mercancías. Aquí es donde se ve verdaderamente cómo este valor
no es más que la cristalización de trabajo humano indistinto. En efecto, el trabajo creador de
valor se representa ahora explícitamente como un trabajo equiparable a todo otro trabajo humano
cualquiera que sea la forma natural que revista, ya se materialice, por tanto, en levitas o en trigo,
en hierro o en oro, etc. Como se ve, su forma de valor pone ahora al lienzo en relación, no ya con
una determinada clase de mercancía, sino con el mundo de las mercancías en general... Al mismo
tiempo, la serie infinita de sus expresiones indica que al valor de las mercancías le es indiferente
la forma específica de valor de uso que puede revestir.
En la primera forma, o sea: 20 varas de lienzo = 1 levita, el que estas dos mercancías sean
susceptibles de cambiarse en una determinada proporción cuantitativa puede ser un hecho
puramente casual. En la segunda forma se vislumbra ya, por el contrario, enseguida, la
existencia de un fundamento sustancialmente distinto de la manifestación casual y que la preside
y determina... El carácter casual de la relación entre dos poseedores individuales de mercancías
ha desaparecido. Ahora, es evidente que la magnitud de valor de la mercancía no se regula por el
cambio, sino que al revés, éste se halla regulado por la magnitud de valor de la mercancía.28
2.- La forma equivalencial concreta.
Toda mercancía, levita, té, trigo, hierro, etc., desempeña, en la expresión de valor del lienzo, el
papel de equivalente, y por tanto de materialización del valor. Ahora, la forma natural concreta de
cada una de las mercancías es una forma equivalencial dada, al lado de muchas otras y lo mismo
ocurre con las diversas clases de trabajo útil, concreto, determinado, que se contienen en las

26
Ibídem, pp. 26-27
27
Ibídem, p. 28
28
Ibídem, p. 29
diversas mercancías materiales: sólo interesan como otras tantas formas específicas de
realización o manifestación del trabajo humano en general.29

3.- Defectos de la forma total o desarrollada del valor.

En primer lugar, la expresión relativa del valor de la mercancía es siempre incompleta, pues la
serie en que toma cuerpo no acaba nunca. La cadena en que cada ecuación de valor se articula
con las otras puede alargarse constantemente, empalmándose a ella nuevas y nuevas clases de
mercancías, que suministran los materiales para nuevas y nuevas expresiones de valor. En
segundo lugar, ante nosotros se despliega un mosaico abigarrado de expresiones de valor
dispares y distintas. Y, finalmente, si el valor relativo de toda mercancía se expresa, como
necesariamente tiene que expresarse, en esta forma desarrollada, la forma relativa del valor de
cada mercancía se representa por una serie infinita de expresiones de valor distintas de la forma
relativa de valor de cualquier otra mercancía. Los defectos de la forma relativa del valor
desarrollada se reflejan, a su vez, en la correspondiente forma equivalencial. Como aquí la forma
natural de cada clase concreta de mercancías es una forma equivalencial determinada al lado de
otras innumerables, sólo existen formas equivalenciales restringidas, cada una de las cuales
excluye a las demás. Y lo mismo ocurre con la clase de trabajo útil, concreto, determinado, que se
contiene en cada equivalente especial de mercancías; sólo es una forma especial y por tanto
incompleta del trabajo humano. Claro está que éste tiene su forma total o completa de
manifestarse en el conjunto de todas aquellas formas específicas, pero no posee una forma única
y completa en que se nos revele.30

C) Forma general del valor.


1 levita =
10 libras de té =
40 libras de café =
1 quarter trigo = 20 varas de lienzo
2 onzas de oro =
etc. mercancía =

1.- Nuevo carácter de la forma del valor.


En primer lugar, las mercancías acusan ahora sus valores de un modo simple, ya que lo expresan
en una sola mercancía, y en segundo lugar, lo acusan de un modo único, pues lo acusan todas en
la misma mercancía. Su forma de valor es simple y común a todas; es, por tanto, general.
Las formas I y II sólo conseguían expresar el valor de una mercancía como algo distinto de su
propio valor de uso o de su materialidad corpórea de mercancía.
"La primera forma traducíase en ecuaciones de valor tales como 1 levita = 20 varas de lienzo, 10
libras de té = 1/2 tonelada de hierro, etc. En estas ecuaciones, el valor de la levita se expresa
como algo igual al lienzo, el valor del té como algo igual al hierro, etc. Pero lo igual al lienzo y lo
igual al hierro, expresiones de valor de la levita y el té respectivamente, son cosas tan distintas
entre sí como el lienzo y el hierro mismo. Evidentemente, esta forma sólo se presentaba con un
carácter práctico en tiempos muy primitivos, cuando los productos del trabajo se transformaban
en mercancías por medio de actos de cambio eventuales y episódicos.
La segunda forma distingue más radicalmente que la primera el valor de una mercancía de su
propio valor de uso, pues el valor de la levita, por ejemplo, se enfrenta aquí con su forma natural
bajo todas las formas posibles, como algo igual al lienzo, al hierro, al té, etc., es decir, como algo
igual a todas las mercancías con la sola excepción de la propia levita. Pero, por otra parte, esta
forma excluye directamente toda expresión común de valor de las mercancías, pues en la
expresión de valor de cada una de éstas, las demás se reducen todas a la forma de equivalentes.
La forma desarrollada del valor empieza a presentarse en la realidad a partir del momento en que
un producto del trabajo, el ganado por ejemplo, se cambia, pero no como algo extraordinario, sino
habitualmente, por otras diversas mercancías.

29
Ibídem, p. 30
30
Ibídem, p. 31
Esta forma nueva a que nos estamos refiriendo, expresa los valores del mundo de las mercancías
en una sola clase de mercancías destacada de entre ellas, por ejemplo el lienzo, de tal modo que
los valores de todas las mercancías se acusan por su relación con ésta. Ahora, tal valor de cada
mercancía, considerada como algo igual al lienzo, no sólo se distingue de su propio valor de uso,
sino de todo valor de uso en general, que es precisamente lo que le permite expresarse como
aquello que tiene de común con todas las mercancías. Esta forma es, pues, la que relaciona y
enlaza realmente a todas las mercancías como valores, la que hace que se manifiesten como
valores de cambio las unas respecto a las otras.31
La forma relativa general de valor del mundo de las mercancías imprime a la mercancía destacada
por ellos como equivalente, al lienzo, el carácter de equivalente general. Su forma natural propia
es la combinación de valor común a todo este mundo de mercancías y ello es lo que permite que
el lienzo pueda ser directamente cambiado por cualquier otra mercancía. La forma corpórea del
lienzo es considerada como encarnación visible, como el ropaje general que reviste dentro de la
sociedad todo el trabajo humano. El trabajo textil, o sea, el trabajo privado que produce el lienzo,
se halla entrelazado al mismo tiempo en una forma social de carácter general, en una forma de
igualdad, con todos los demás trabajos.
La forma general del valor, forma que presenta los productos del trabajo como simples
cristalizaciones de trabajo humano indistinto, demuestra por su propia estructura que es la
expresión social del mundo de las mercancías y revela al mismo tiempo que, dentro de este
mundo, es el carácter general y humano del trabajo el que forma su carácter específicamente
social.

2.- Relación entre el desarrollo de la forma relativa del valor y el de la forma de su equivalente.
Al grado de desarrollo de la forma relativa de valor corresponde el grado de desarrollo de la forma
equivalencial. Pero hay que tener muy buen cuidado en advertir que el desarrollo de la forma
equivalencial no es más que la expresión y el resultado del desarrollo de la forma relativa del
valor.
La forma relativa simple o aislada del valor de una mercancía convierte a otra mercancía en
equivalente individual suyo. La forma desarrollada del valor relativo, expresión del valor de una
mercancía en todas las demás, imprime a éstas la forma de diversos equivalentes concretos. Por
último, una forma especial de mercancías reviste forma de equivalente general cuando todas las
demás la convierten en materia de su forma única y general de valor.
Pero en el mismo grado en que se desarrolla la forma del valor en general, se desarrolla también
la antítesis entre sus dos polos, entre la forma relativa del valor y la forma equivalencial. 32

3.- Tránsito de la forma general del valor a la forma dinero.


La forma de equivalente general es una forma del valor en abstracto. Puede, por tanto, recaer
sobre cualquier mercancía. Por otra parte, una mercancía sólo ocupa el punto que corresponde a
la forma de equivalente general (Forma III) siempre que todas las demás mercancías la destapen
de su seno como equivalente. Hasta el momento en que esta operación no se concreta
definitivamente en una clase de mercancías específica y determinada, no adquiere firmeza
objetiva ni vigencia general dentro de la sociedad la forma única y relativa de valor del mundo de
las mercancías.
Ahora bien, la clase específica de mercancías a cuya forma natural se incorpora socialmente la
forma de equivalente, es la que se convierte en mercancía-dinero o funciona como dinero. Esta
mercancía tiene como función social específica, y por tanto, como monopolio social dentro del
mundo de las mercancías, el desempeñar el papel de equivalente general.33
La expresión simple y relativa del valor de una mercancía, por ejemplo del lienzo, en aquella otra
mercancía que funciona ya como mercancía-dinero, vgr. en oro, es la forma precio. Por tanto, la
"forma precio" del lienzo será:
20 varas lienzo = 2 onzas oro
o bien, suponiendo que las 2 onzas de oro, traducidas al lenguaje monetario, se denominen 2
libras esterlinas,
20 varas lienzo = 2 libras esterlinas.34

31
Ibídem, pp. 31-32
32
Ibídem, p. 33
33
Ibídem, p. 35
34
Ibídem, p. 36
El desarrollo del intercambio lleva necesariamente a la constitución de una mercancía especial
como materialización absoluta de trabajo abstracto general-social, con exclusión de todas las
demás mercancías; de esta manera se convierte en equivalente general, en dinero. Las
características que estudiábamos para su forma germinal, es decir, para la forma simple de
valor, cobran su expresión más acabada en esta forma desarrollada, la forma dinero.
En resumen:
1) Tomando como base lo ya estudiado, se analiza ahora la relación de valor entre dos
mercancías:
x mercancía A = y mercancía B.
La mercancía A tiene un papel activo; expresa su valor en la mercancía B; es la forma
relativa de valor.
La mercancía B tiene un papel pasivo; es la materia de expresión del valor de la
mercancía A; es la forma equivalencial del valor.
2) La forma relativa del valor.
a) La mercancía A expresa su valor en la materialidad corpórea, es decir, en el valor de
uso de la mercancía B.
b) La mercancía B se convierte, en su materialidad física, en materialización de valor:
toma cuerpo en ella el valor.
c) La forma relativa del valor es el vehículo para que se enajene la fuerza de trabajo de
los productores como fuerza abstracta de trabajo.
3) La forma equivalencial.
Es la posibilidad de una mercancía para ser cambiada por otra. Sus características son:
a) en ella el valor de uso sirve para expresar el valor de las mercancías;
b) el trabajo concreto sirve de materia de expresión de su antítesis, el trabajo abstracto
y
c) el trabajo privado reviste la forma de su antítesis, o sea, del trabajo directamente
social.
En esta característica de la forma equivalencial salta a la vista cómo en la producción
de mercancías las relaciones entre las personas se realizan a través de las relaciones entre las
cosas; los hombres no se relacionan entre sí a través de sus fuerzas de trabajo coordinándolas
para la producción de los satisfactores de sus necesidades, sino que relacionan sus fuerzas de
trabajo a través de los productos que intercambian.
4) La forma equivalencial es el vehículo para que la fuerza de trabajo se plasme y se
hipostasie en un objeto; a la vez, esta hipóstasis sirve de polo de atracción para la fuerza de
trabajo.
La forma equivalencial permite a la fuerza humana de trabajo concretarse en un objeto
material y conservarse como tal trabajo abstracto que puede ser cambiado, acumulado,
etcétera; es decir, que la forma equivalencial es el vehículo para la sustantivación del valor.
Además, como trabajo abstracto materializado, la forma equivalencial ejerce atracción sobre los
demás productos del trabajo y los incita al cambio.
La forma relativa del valor es la forma a través de la cual la fuerza de trabajo se aleja
constantemente del obrero materializada en mercancías.
La forma equivalencial es aquella por medio de la cual esa fuerza de trabajo se acumula
en el otro polo, como capital.
La fuerza de trabajo acumulada es un poderoso foco de atracción para la fuerza de
trabajo viva.
5) El incremento del intercambio convierte a una mercancía especial en materialización
absoluta de trabajo abstracto y en equivalente general. Nace así el dinero. Rigen en toda su
amplitud las leyes que se estudiaron para la forma simple del valor.
El método de Marx.
Una vez que se encontró la esencia positiva de la mercancía considerada
individualmente, se estudia entonces la relación de valor entre dos mercancías con el propósito
de penetrar así a la determinación de la esencia negativa.
En este caso también se parte de la apariencia del fenómeno, la cual nos muestra una
determinada cantidad de mercancías x en una relación de valor con tal cantidad de mercancías
y expresadas en sus volúmenes materiales.
La necesidad del cambio aparece como derivada de la propia esencia natural del
hombre: puesto que es de su naturaleza la diversidad de capacidades, inclinaciones, talentos y
necesidades la producción cristaliza en la división del trabajo dentro de la sociedad; de ahí que
el productor privado produzca para el cambio y obtenga del cambio los bienes necesarios, de
ahí también la necesidad del intercambio.
La apariencia engendrada nos muestra, pues, que el intercambio de mercancías es una
relación necesaria y natural entre los productores a través del cual obtienen los satisfactores
(objetos útiles) para sus necesidades. El intercambio de mercancías aparece como el
intercambio de objetos útiles con el fin de satisfacer las distintas necesidades de los
productores.
La economía clásica, y con ella el revisionismo, agrega a esto la determinación de que el
intercambio está regido por el tiempo de trabajo contenido en las mercancías. Esta
determinación, aunque perteneciente a un nivel más profundo que el de la simple apariencia,
no es todavía una determinación de la esencia negativa del régimen de producción capitalista.
Tras la apariencia del fenómeno subyace la verdadera naturaleza del cambio, a la cual
se llegará aplicando los resultados obtenidos en el análisis de la mercancía.
La mercancía A entra en una relación de valor con la mercancía B como prolegómeno
para el cambio de la primera por la segunda; conforme al análisis anterior, ambas son
materializaciones de trabajo humano abstracto.
Suponiendo que la acción de cambio parte de la mercancía A, ésta debe expresar su
equivalencia con B equiparando la cantidad de trabajo humano abstracto que ella contiene con
la que se materializa en B.
A expresa su valor en la materialidad corpórea, en el valor de uso de la mercancía B. B
es la materia de la expresión del valor de la mercancía A; en su materialidad física se convierte
en materialización de valor; toma cuerpo en ella el valor.
De acuerdo con ello, el valor de la mercancía A se expresa en el valor de uso de B. Por
eso en la superficie del fenómeno aparece como si el valor estuviera determinado por las
características físicas del objeto y el intercambio de mercancías fuese un simple intercambio de
objetos útiles. En la relación de cambio se da, en la esencia, un proceso a través del cual, tras
la sustantivación del valor en dos mercancías, ambas materializaciones de trabajo se
equiparan entre sí. El valor de la mercancía x se expresa en el valor de la mercancía y que a su
vez se ha materializado en el objeto y. Esta sustantivación y mutua equiparación de valores es
la condición indispensable para (y el resultado necesario de) la enajenación de los productos
del trabajo y es la base necesaria de la enajenación de la fuerza de trabajo (transmigración del
valor de uno a otro objeto material). Los productores privados no coordinan sus fuerzas de
trabajo con el fin de producir los bienes necesarios para su vida, sino que intercambian sus
fuerzas de trabajo a través de sus productos para lo cual las deben sustantivar en los objetos
que cambian.
El trabajo abstracto de A se expresa en el trabajo concreto de B. Por eso, en la
apariencia, el intercambio de mercancías es el simple cambio de un trabajo concreto por otro
entre los productores privados en atención a la división social del trabajo y con la finalidad de
satisfacer sus necesidades.
La relación de cambio es, en la esencia, el proceso necesario de transformación del
trabajo concreto en trabajo abstracto, de sustantivación del valor. El trabajo abstracto
empleado en la producción de la mercancía x se expresa en el trabajo concreto característico de
esta mercancía; luego ese trabajo abstracto, traducido al trabajo concreto correspondiente, se
expresa en el trabajo concreto de la mercancía y, el cual a su vez ha sido previamente reducido
a trabajo abstracto. Esta reducción del trabajo concreto al trabajo abstracto y la expresión del
2o. en el 1o. es la condición necesaria para la enajenación de los productos y de la fuerza de
trabajo de los productores; es la condición necesaria para la sustantivación de la fuerza de
trabajo y su posterior transmigración de un objeto a otro.
El trabajo social de A se expresa en el trabajo privado de B. Es por eso que en la
apariencia el intercambio de mercancías es el simple intercambio de trabajos privados
conforme a la división del trabajo, realizado a través de los objetos útiles: el productor de A
(componente de la división social del trabajo) tiene necesidad del objeto producido por B; a su
vez B tiene necesidad del objeto producido por A; al intercambiarse sus mercancías se
intercambian los trabajos privados de los productores integrantes de la división social del
trabajo y se satisfacen sus necesidades personales. En la esencia, el trabajo privado es, por
definición, ajeno a la división social del trabajo; para que aquel llegue a integrarse a éste es
necesario que el trabajo se convierta en trabajo social durante el proceso de cambio; es decir,
trabajo cuyo producto satisface una necesidad ajena. El trabajo privado de A se postula como
hipotético integrante de la división social del trabajo, para lo cual se considera en su carácter
privado como trabajo social; a fin de cambiarse la mercancía A por la mercancía B, el trabajo
pretendidamente social productor de A se expresa en el trabajo privado de B, que a su vez
expresa la pretensión de ser trabajo social, es decir, integrante de la división social del trabajo;
sólo en el cambio acreditarán ambos su naturaleza de integrantes de la división social del
trabajo.
El valor de una mercancía adquiere la capacidad de expresarse en el valor de uso de
otra mercancía. Esto constituye la premisa necesaria para que ambas puedan enajenarse pues
se establece así su equivalente para el intercambio. En la esencia, el valor se ve dotado con la
capacidad de expresarse en un objeto material distinto del que le sirve de base de sustentación;
se establece así el prerrequisito para que pueda emigrar de un objeto a otro y también para que
más tarde se convierta en una sustancia con auto movimiento de la cual el capital-dinero, el
capital-productivo y el capital-mercancías sean otras tantas formas de manifestarse en las que
aquel conserva su naturaleza.
El valor de uso de una mercancía adquiere la capacidad de expresar el valor de otra.
Este es el prerrequisito para su mutuo intercambio. En la esencia, un objeto material se ve
dotado con la capacidad de expresar el valor de otro objeto, con lo cual se sientan las premisas
para que el valor pueda plasmarse y acumularse en un objeto material distinto del que forma
su base.
Una vez que se llegó a la esencia de la relación de valor de las mercancías se vuelve de
nuevo al punto de partida, pero ahora con toda la riqueza de determinaciones que nos ha dado
el análisis.
Al quedar establecida la verdadera naturaleza de la mercancía y de la relación de valor
entre las mercancías, Marx prosigue su investigación para determinar la naturaleza del dinero.
En la apariencia, el dinero es un objeto material cuyas características naturales lo
hacen apto para expresar el valor de cambio de los demás objetos útiles. Es por eso que se
considera que ha sido en virtud de un venturoso descubrimiento (el de los metales preciosos)
que se ha constituido el dinero e introducido en el intercambio de mercancías para su
perfeccionamiento.
En la esencia, el dinero es el resultado necesario del progreso de la forma simple del
valor o intercambio directo de mercancías.
En la forma simple del valor la mercancía A, que trata de expresar su valor en la
mercancía B, sólo interesa como valor de uso en tanto que ésta, materia de expresión del valor
de A, sólo tiene relevancia como valor de cambio. El valor únicamente encarna en esta
mercancía concreta B y en relación con esta otra mercancía concreta A.
Marx sitúa ahora a la mercancía en una relación de valor con una multitud de
mercancías; la mercancía A, que en esta relación tiene relevancia sólo como valor de uso,
expresa su valor en las mercancías B, C, D, E, F, etcétera, que aquí tienen sólo importancia
como valores de cambio, como materializaciones de trabajo abstracto. Todas las mercancías (B,
C, D,...) son equivalentes, en determinadas proporciones, de los diversos volúmenes de la
mercancía A. Esta forma de expresión del valor revela explícitamente que el trabajo creador de
valor es un trabajo equiparable a todo otro trabajo humano, cualquiera que sea la forma
natural que revista; esta misma forma de valor, que coloca a la mercancía en relación con todo
el mundo de las mercancías, pone de manifiesto, además, que no es el cambio el que rige el
valor de la mercancía sino que éste es el que rige al cambio. El defecto fundamental de esta
forma de valor es que cada mercancía posee una serie infinita de equivalentes, lo que en un
cierto momento se convierte en un obstáculo para la extensión del cambio.
La forma de valor estudiada se remonta a otra superior en la cual todas las mercancías
expresan su valor en una sola mercancía, la que tiene el carácter de materialización absoluta
de trabajo abstracto, de equivalente general. La antítesis interna de la mercancía entre valor de
uso y valor de cambio cobra vida al exterior materializándose el valor de cambio en una
mercancía específica: la mercancía dinero.
El dinero, como mercancía, es materialización de trabajo humano abstracto; por sus
funciones específicas es el medio para la igualación de todas las fuerzas de trabajo de la
sociedad en una unidad de medida común, lo que es el requisito previo necesario para su
enajenación; por su intermedio, la fuerza de trabajo de los productores da el primer paso hacia
su enajenación al convertir idealmente sus productos en trabajo humano abstracto; el dinero
es un potente polo de atracción de la fuerza de trabajo viva de los productores, la cual de esta
manera se ve impelida a salir de su crisálida y materializarse en cantidades crecientes de
mercancías; es el vehículo más apto para la enajenación de la fuerza de trabajo. El dinero da a
la fuerza de trabajo de los productores una potencialidad inconmensurable de movimiento de
la que carecía.
4.-El fetichismo de la mercancía y su secreto.35
En este apartado Marx enuncia fundamentalmente lo que sigue:
1) Aparentemente las mercancías son objetos evidentes y triviales.
2) En realidad son objetos misteriosos.
3) El carácter misterioso no proviene de su valor de uso.
4) Tampoco del contenido de sus determinaciones de valor:
a) no del trabajo concreto,
b) no del trabajo abstracto,
c) ni de la cantidad de trabajo abstracto empleado para producirlas.
5) Brota de su forma mercancías, pues en ella:
a) la igualdad de los trabajos humanos asume la forma material de la objetivación de
valor de las mercancías,
b) el grado en que se gasta la fuerza de trabajo reviste la forma de magnitud de valor de
los productos del trabajo y
c) las relaciones entre los productores toman la forma de relaciones entre sus
productos.
6) Lo misterioso de la mercancía radica en que proyecta el trabajo social del trabajo
como si fuera un carácter material de los propios productos del trabajo.
7) A esto llama Marx el fetichismo de las mercancías.
8) El fetichismo de las mercancías encuentra su causa más profunda en la forma de
sociedad que las produce: una sociedad formada por productores privados independientes
quienes para satisfacer sus necesidades deben intercambiar los productos de su trabajo.
9) Los economistas burgueses, "con la sagacidad a que nos tienen acostumbrados", a
duras penas van descubriendo el secreto del valor de las mercancías, pero no pueden, por
ningún concepto, acabar con la forma material que el valor adopta; y por otro lado, el
fetichismo que destierran del campo del intercambio de mercancías renace, y en una forma
más arraigada, cuando estudian el capital, etcétera.
10) Para desvanecer el carácter místico de la producción de mercancías es necesario
trasladarse a otra forma de producción.
11) Ejemplos:

35
Ibídem, p. 31
a) Robinson Crusoe.
b) Edad Media
c) Familia Patriarcal.
d) Asociación de hombres libres.

En...una asociación de hombres libres que trabajen con medios colectivos de producción y que
desplieguen sus fuerzas individuales de trabajo... como una gran fuerza de trabajo social,..." el
producto de su trabajo deberá ser social, una parte del cual vuelve a prestar servicio como
medios de producción y otra es consumida como medios de vida y debe ser distribuida. La
distribución dependerá de una serie de circunstancias; partiendo del supuesto de que la
participación asignada en el consumo a cada productor dependa de su tiempo de trabajo, éste
tendrá una doble función
- ...Su distribución con arreglo a un plan social servirá para regular la proporción adecuada
entre las diversas funciones del trabajo y las distintas necesidades.
- De otra parte y simultáneamente el tiempo de trabajo" serviría "para graduar la parte individual
del producto en el trabajo colectivo y, por tanto, en la parte del producto también colectivo
destinada al consumo.
...Como se ve, aquí las relaciones sociales de los hombres con su trabajo son perfectamente claras
y sencillas, tanto en lo tocante a la producción como en lo que se refiere a la distribución.36

El método de Marx.
En su análisis, Marx encuentra que lo característico de las sociedades productoras de
mercancías es que en ellas los productos del trabajo del hombre, además de su naturaleza de
objetos útiles, son medios de cambio; en consecuencia, en ellos la cantidad de trabajo
empleada en su producción, medida por el gasto de fuerza humana de trabajo, se constituirá
en una característica material suya que les servirá para intercambiarse.
La consideración de la mercancía como una materialización de fuerza humana de
trabajo que se utiliza para el intercambio pertenece íntegramente al conocimiento del ser del
régimen de producción capitalista. Los economistas clásicos, sobre todo David Ricardo, habían
avanzado bastante en la determinación de esta característica de la mercancía y es Marx quien
hace la formulación completa y exacta de la misma. Un sector de la economía burguesa
posterior a los clásicos se apropia de las tesis de David Ricardo y las dota del barniz de la
vacua racionalidad. El revisionismo de cualquier clase, por su parte, toma aquella formulación
de Marx sobre la naturaleza del ser de la mercancía como si fuera una determinación de la
esencia. Y así nos encontramos con los elementos de otra pueril disputa entre la economía
burguesa y el revisionismo; aquella exhuma a David Ricardo para hallar en él la "fuente
secreta" de Marx; el segundo, por su lado, le opone la "deslumbrante" sistematización de Marx
sobre el mismo asunto.

La sustantivación del valor: una parte de la determinación esencial negativa de


la mercancía.
Sin constituir todavía una determinación de la esencia negativa de la mercancía, la
proposición acerca de la materialización de la fuerza de trabajo en un objeto útil con vista al
intercambio es, sin embargo, el punto de apoyo y de flexión para llegar a aquella.
La esencia negativa de la mercancía, puesta de relieve por Marx, se cifra en la
sustantivación de la fuerza de trabajo materializada en los productos.
Una de las tesis fundamentales de la teoría marxista del valor es la que se refiere a la
sustantivación del trabajo. ¿En qué consiste este proceso? La fuerza de trabajo del ser
humano, el gasto de músculos, cerebro, etcétera, se materializa, se objetiva en el producto; es
decir, que la fuerza de trabajo desplegada para la producción del objeto sale del individuo y se
plasma en la materialidad física del producto. Las transformaciones realizadas por la fuerza de

36
Ibídem, p. 43
trabajo en el objeto son precisamente las manifestaciones materiales de la objetivación de
aquella en éste. Tal es la característica del trabajo humano, independiente de la forma de
organización social en que él se ejerza. En las sociedades de organización comunista
(comunidad primitiva o sociedad comunista del futuro) la fuerza de trabajo del productor
individual, que sólo es una parte indiferenciada de la fuerza colectiva de trabajo, se materializa
en los productos; debido a que éstos, al igual que los medios e instrumentos de producción,
son de propiedad colectiva, entonces, aunque la fuerza de trabajo sale de la individualidad
física del productor, sin embargo queda en su propiedad bajo la forma de propiedad social del
producto en un fondo común de donde, a través de una forma fijada por la costumbre o por
medio de una regulación consciente, se distribuye entre los individuos lo que requieren para
satisfacer sus necesidades, vehículo a través del cual la fuerza de trabajo desplegada por el
productor social y materializada en el producto vuelve a sus primitivos poseedores individuales
en donde sirve para reconstituir su fuerza de trabajo. En las sociedades que se basan en la
producción simple de mercancías la fuerza de trabajo de los productores privados se objetiva
en los productos-mercancías; éstos pasan de manos del productor directo a las del consumidor
quien es, por definición, otro productor directo; la objetivación de la fuerza humana de un
individuo pasa a ser propiedad privada de otro; lo que es la extensión misma de la corporeidad
de uno queda bajo el poder y la voluntad de otro; esto por un lado. Por el otro, el productor
privado depende de las materializaciones de la fuerza de trabajo de otros, que son propietarios
privados de las mismas y las tienen bajo su poder y albedrío, para obtener lo necesario con que
satisfacer sus necesidades y reconstituir así su fuerza de trabajo. En la sociedad capitalista, la
fuerza de trabajo de los obreros se materializa en los objetos que forman el capital; éste
pertenece en propiedad al no-trabajador y su movimiento tiene como finalidad extraer
cantidades crecientes de fuerza de trabajo a los obreros para engrosar su volumen; la fuerza de
trabajo materializada en el capital cobra vida propia y se erige en una potencia hostil al trabajo
vivo que únicamente puede subsistir mediante su explotación.
En esto consiste, ni más ni menos, la llamada sustantivación del valor, fenómeno que
inicia su proceso de vida con la producción simple de mercancías y luego adquiere sus formas
más acabadas en la producción capitalista de mercancías; aquí toda la sociedad se convierte en
una inmensa máquina cuyo objeto es exprimir literalmente la fuerza de trabajo de los obreros y
plasmarla en productos-mercancías que son utilizados a su vez para extraer más fuerza de
trabajo a los obreros, y así sucesivamente. En el resumen del tomo II se verá más claramente
cómo la fuerza de trabajo que se materializa en el capital va pasando, en el proceso de
circulación, de una a otra de sus formas funcionales (capital-dinero, capital-productivo y
capital-mercancías) y conserva en ellas su naturaleza de valor a través de sus metamorfosis. El
valor, la fuerza de trabajo sustantivada, es un sujeto con vida propia que tiene un movimiento
autónomo.
La sustantivación de la fuerza de trabajo, descubierta exclusivamente por Marx, es ya
una parte de la determinación esencial (esencia negativa) del valor, pero sólo eso. El
complemento de la misma no se encuentra en la Sección Primera del Primer Tomo de El
Capital sino en la parte correspondiente al tema de la maquinaria y de la gran industria y en
los primeros escritos de Marx en donde establece cuál es la naturaleza esencial del régimen de
la propiedad privada y en particular del régimen capitalista con base en la determinación de la
esencia natural-humana.

La esencia negativa de la mercancía.


Una vez hecho el análisis de la relación de cambio entre dos mercancías, se llega a
establecer cuál es la esencia de este fenómeno: lo que en la apariencia y en el primer nivel del
régimen de producción de mercancías es una relación sencilla y natural que se da dentro de la
forma natural de la organización de la sociedad humana entre productores privados que
cambian, conforme a una división social-natural del trabajo adecuada a sus disímbolas
capacidades naturales y en proporción a la cantidad de trabajo que contienen, los productos
útiles de sus trabajos concretos privados con el fin de satisfacer sus necesidades naturales-
humanas, resulta ser, en la esencia, un proceso social característico de una etapa determinada
de la evolución histórica de la sociedad humana en la cual productores privados
independientes, que son el resultado último del proceso de disolución de una forma de
organización natural de la sociedad, entre los que existe una división social del trabajo que es
también resultado de la historia (del establecimiento de la propiedad privada) y expresión de
una degeneración de las capacidades naturales-humanas, intercambian, con la finalidad de
satisfacer necesidades que también son producto de la historia y antinaturales en su esencia,
sus fuerzas de trabajo objetivadas en los productos a través de un proceso de transformación
de las características materiales de los objetos y del trabajo concreto y privado empleados en
su producción en materia de expresión (objetivación) del valor, del trabajo abstracto y del
trabajo social. Los productores privados independientes objetivan su fuerza de trabajo en los
productos y les conceden vida propia constituyendo así el vehículo para la enajenación de la
misma fuerza de trabajo y su conversión en una potencia ajena.
En la apariencia, entonces, la sociedad compuesta por productores privados
independientes es una forma natural de la sociedad humana, acorde con la esencia natural del
ser humano; las relaciones entre ellos son relaciones naturales-humanas; el trabajo productor
de mercancías es, por tanto, la relación natural entre el hombre y la naturaleza y las
mercancías, productos naturales de la actividad humana. En la esencia, la sociedad de
productores privados independientes es una forma antinatural de organización de la sociedad
humana dentro de la cual se produce el proceso histórico de anulación de la esencia natural
del hombre; las relaciones entre los productores son antinaturales, no-humanas; el trabajo es
la actividad de una fuerza productiva degenerada y en degeneración y opuesta definitivamente
a la naturaleza; y los productos-mercancías, materializaciones de trabajo antinatural, no-
humano que al enajenarse de sus productores reobran sobre ellos impulsando su
deshumanización.
Marx encuentra que el productor directo de la sociedad de producción simple de
mercancías es el individuo despojado de todas las características de la naturaleza humana, es
la negación de la misma; su fuerza de trabajo es, por tanto, la negación de la fuerza humana de
trabajo constitutiva de la esencia natural-humana; la sustantivación de la fuerza de trabajo en
un objeto material es la forma que la misma adquiere en el régimen de productores privados
independientes que es la primera fase del proceso histórico de anulación de la esencia natural-
humana que se inicia con la disolución de la comunidad primitiva; dicha sustantivación es
también el medio a través del cual se realiza este proceso.
La fuerza de trabajo del obrero de la sociedad capitalista se vuelve ajena a él y se
sustantiva en el capital; esta fuerza humana ajena y sustantivada es el resultado de la
actividad del trabajador, quien es la expresión viviente de la degeneración y anulación de la
naturaleza esencial de la especie humana; el capital se conserva e incrementa como tal a través
de la explotación del obrero, es decir, por medio de su depauperación creciente que no es sino
la agudización del proceso de degeneración de su naturaleza esencial; el capital es la suma de
los elementos de la esencia natural humana, pero bajo una forma enajenada que sólo existe a
costa de la anulación de la naturaleza humana del trabajador.
En suma, el valor es la fuerza de trabajo ajena y sustantivada que es resultado y
condición del proceso histórico de degeneración y anulación de la naturaleza del hombre que
tiene su remate en el régimen de producción capitalista.
El revisionismo, deslumbrado por la argumentación de Marx referente a la
determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo necesario para su
producción, la cual, como sabemos, es únicamente una determinación de la esencia positiva
del régimen capitalista, queda incapacitado para ver el resto de las proposiciones marxistas, es
decir, la teoría de la sustantivación de la fuerza humana de trabajo en las mercancías y de la
anulación, a través de dicha materialización, de la naturaleza humana de los trabajadores; las
determinaciones más complejas de la esencia positiva y la misma esencia negativa del régimen
capitalista son para ellos tierra ignota.
La determinación del valor por el tiempo de trabajo necesario y la de éste por el gasto de
fuerza de trabajo, así como la materialización de ésta en los objetos con el fin de realizar el
intercambio, pertenecen a la esencia positiva del régimen capitalista. El punto de flexión para
el conocimiento de la esencia negativa se encuentra precisamente aquí. Después de establecer
aquellas determinaciones, Marx descubre que el gasto de la fuerza humana de trabajo se
enajena del productor directo y se sustantiva en la mercancía. Esta sustantivación de la fuerza
humana de trabajo es el resultado de una fase específica del proceso de anulación de la esencia
natural humana y el vehículo para el avance ascendente de ese mismo proceso, el cual
constituye la esencia negativa del régimen capitalista.
El revisionismo toma las tesis de Marx acerca de la determinación del valor por el gasto
de la fuerza humana de trabajo y la opone, como la última conquista de la ciencia económica, a
las estultas proposiciones del marginalismo. Queda oculto para aquel por completo lo que es la
sustantivación de la fuerza humana de trabajo y su carácter de resultado y condición del
proceso de degeneración de la naturaleza humana que ocasiona necesariamente la propiedad
privada.
Segunda Sección

Análisis del Capítulo II de la Primera Sección del

Primer Tomo de "El Capital"

Capítulo IV
Resumen, extractos, citas y análisis del Capítulo II, Sección primera de
El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I de Carlos Marx

El proceso de cambio.37
Marx desarrolla este tema en la forma siguiente.
Las mercancías son cambiadas entre sí por sus poseedores. Estos pueden intercambiarlas
porque se reconocen como propietarios privados de las mismas; pueden enajenarlas. En el
cambio las personas sólo existen como representantes de sus mercancías.
Proceso de cambio.
Para el análisis del proceso de cambio seguiremos, en términos generales, el esquema
empleado cuando se estudiaron las formas de valor de la mercancía. En relación con la forma
simple de valor (x mercancía A = y mercancía B), estudiaremos la forma simple del proceso de
cambio; la forma dinero (o forma total del valor) servirá de base para el estudio de la forma
desarrollada o compleja del proceso de cambio.
1.- Forma simple del proceso de cambio:
x mercancía A se cambia por y mercancía B.
Para los poseedores de mercancías éstas son, antes que nada, materializaciones de
determinada cantidad de trabajo humano cuya equiparación permite intercambiarlas; son
equivalentes en ciertas proporciones; en este sentido, las mercancías son para sus poseedores
medios de cambio, valores. Pero si los poseedores de mercancías las conciben como valores es
porque deben cambiarlas por valores de uso distintos que satisfagan sus diversas necesidades.
Desde este otro punto de vista, las mercancías son para sus poseedores no-valores de uso y
valores de uso para los no-poseedores.
En la forma simple del proceso de cambio, la mercancía A es, para su poseedor, un medio de
cambio y un no-valor de uso, en tanto que para el poseedor de B es un valor de uso que
requiere para satisfacer alguna de sus necesidades; al contrario, el poseedor de B concibe su
propia mercancía como medio de cambio y no-valor de uso en tanto que A es para él un valor
de uso necesario.
Las consecuencias de estas exigencias contradictorias del proceso de cambio son las
siguientes:
...Por tanto, las mercancías tienen necesariamente que realizarse como valores antes de poder
realizarse como valores de uso."
Por otra parte, para poder realizarse como valores, no tienen más camino que acreditarse como
valores de uso..."38

37
Ibídem, p. 48
38
Ibídem, p. 49
En esta forma simple del proceso de cambio, cada poseedor de mercancías considera a las
mercancías de los demás como equivalentes especiales y a la suya propia como equivalente
general; las mercancías no se enfrentan como tales mercancías, sino como valores de uso; el
artículo de cambio no cobra todavía una forma independiente de su valor de uso. A causa de
esto, para la realización del proceso simple de cambio deben coincidir la necesidad del
productor A de valores de uso B con la del productor B de valores de uso A. Esto, como es
obvio, restringe el intercambio de mercancías a límites muy estrechos en el tiempo y en el
espacio. Esta forma es la primera que adopta el cambio de productos, la cual, después de
servirle de vehículo, llega a convertirse en una traba que sólo puede ser superada
convirtiéndola en una forma superior.
2.- Forma superior, desarrollada o completa del proceso de cambio.
El desarrollo del cambio lleva necesariamente al establecimiento de una mercancía específica
como equivalente general. La antítesis interna de las mercancías entre valor de uso y valor
cobra forma hacia el exterior en el dinero. La mercancía se desdobla en mercancía y dinero.
...Por eso, a la par que los productos del trabajo se convierten en mercancía, se opera la
transformación de la mercancía en dinero.39
La fórmula superior del proceso de cambio es:
x mercancía A se cambia por z oro (dinero).
El defecto de la forma simple radicaba en que la propia mercancía servía de medio de cambio y
que, en consecuencia, el cambio estaba restringido a límites muy estrictos determinados por el
valor de uso de las mercancías y por las necesidades individuales de las personas
intervinientes en el acto. (Debería coincidir la necesidad de mercancías B del productor de
mercancías A con la necesidad de mercancías A del productor de B; así, las necesidades
estaban íntimamente ligadas entre sí y con los valores de uso). La forma superior rompe con
esas limitaciones al crear el dinero como equivalente general y representante absoluto del valor
de cambio de las mercancías. En esta forma el productor de A emplea esta mercancía como
medio para obtener el medio de cambio general D que le servirá a su vez para obtener
cualquier mercancía y satisfacer así cualquier necesidad y no sólo, como en el intercambio
directo, la mercancía B exclusivamente y la necesidad individual concreta correspondiente. De
esta manera, enajena su mercancía independientemente de una necesidad individual concreta
determinada con la finalidad de obtener el instrumento que le permita estar en posibilidad de
adquirir los satisfactores de cualquier necesidad, o, dicho de otro modo, de todas las
necesidades; con lo cual se independiza también de su relación directa con el productor de B y
abre la posibilidad de una relación general con todos los productores de mercancías. Del lado
del poseedor del dinero, D, éste puede obtener el satisfactor a su necesidad con independencia
de las necesidades del productor A. Se da así la posibilidad de un desarrollo más amplio del
cambio, de su extensión por toda la superficie de la sociedad.
Como de lo anterior se desprende, el intercambio de mercancías desemboca necesariamente en
la forma superior de intercambio que se realiza a través del dinero.
Esta nueva forma produce las siguientes consecuencias en el organismo económico:
1) Se van orientando cada vez más las necesidades de los productores hacia el cambio.
2) Se desarrollan más necesidades.
3) Se amplía el radio de acción de la producción de mercancías al poner en contacto a una
multitud de productores a través del dinero.

39
Ibídem, p. 50
4) En resumen, el dinero actúa corrosivamente pues disuelve las formas auto consuntivas y
crea un mercado más o menos desarrollado, que es la premisa histórica necesaria del régimen
capitalista.
5) Se crea el mecanismo formal que más tarde, en el capitalismo, habrá de servir para la
explotación de la clase obrera por medio de la compraventa de la fuerza de trabajo. El obrero
enajena su fuerza de trabajo a cambio del salario (dinero); con este medio de cambio general
adquiere los bienes necesarios para subsistir. Esta forma, que parece tan obvia, no sería
posible si no existiese el dinero, pues aún habiendo producción de mercancías, el productor
directo, para obtener los medios de vida del exterior, tendría que vender los productos de su
propio trabajo. El dinero no establece consigo la enajenación de la fuerza de trabajo, pero crea
el mecanismo por el cual éste debe realizarse y desarrolla las premisas para que sea posible al
corroer en tal forma la organización económica hasta el punto en que la fuerza de trabajo se
convierte en mercancía.
Esbozo de una historia de la aparición del dinero.
"El intercambio inmediato de productos presenta, de un lado, la forma de la expresión simple de
valor, y de otro lado todavía no la presenta. Esta forma era: x mercancía A = z mercancía B. La del
intercambio directo de productos es: x objeto útil A = z objeto útil B. Aquí, los objetos A y B no
tienen, antes de ser cambiados, carácter de mercancías: es el acto de cambio el que los convierte
en tales. La primera modalidad que permite a un objeto útil ser un valor de cambio en potencia es
su existencia como no-valor de uso, es decir, como una cantidad de valor de uso que rebasa las
necesidades inmediatas de su poseedor. Las cosas son, de por sí, objetos ajenos al hombre y por
tanto enajenables. Para que esta enajenación sea recíproca, basta con que los hombres se
consideren tácitamente propietarios privados de esos objetos enajenables, enfrentándose de ese
modo como personas independientes las unas de las otras. Pues bien, esta relación de mutua
independencia no se da entre los miembros de las comunidades naturales y primitivas, ya
revistan la forma de una familia patriarcal, la de un antiguo municipio indio, la de un estado
inca, etc. El intercambio de mercancías comienza allí donde termina la comunidad, allí donde
ésta entra en contacto con otras comunidades o con los miembros de otras comunidades. Y, tan
pronto como las cosas adquieren carácter de mercancías en las relaciones de la comunidad con el
exterior, este carácter se adhiere a ellas también, de rechazo, en la vida interior de la comunidad.
Por el momento, la proporción cuantitativa en que se cambian es algo absolutamente fortuito. Lo
que las hace susceptibles de ser cambiadas es el acto de voluntad por el que sus poseedores
deciden enajenarlas mutuamente. No obstante, la necesidad de objetos útiles ajenos va
arraigando, poco a poco. A fuerza de repetirse constantemente, el intercambio se convierte en un
proceso social periódico. A partir de un determinado momento, es obligado producir, por lo
menos, una parte de los productos del trabajo con la intención de servirse de ellos para el cambio.
A partir de este momento, se consolida la separación entre la utilidad de los objetos para las
necesidades directas de quien los produce y su utilidad para ser cambiados por otros. Su valor de
uso se divorcia de su valor de cambio. Esto, de una parte; de otra, nos encontramos con que es
su propia producción la que determina la proporción cuantitativa en que se cambian. La
costumbre se encarga de plasmarlos como magnitudes de valor.
"En el acto de intercambio directo de productos, toda mercancía es directamente un medio de
cambio para su poseedor y un equivalente para quien no la posee, pero sólo en cuanto tenga para
él un valor de uso. Por tanto, el artículo de cambio no cobra todavía una forma de valor
independiente de su propio valor de uso o de la necesidad individual de las personas que
intervienen en el acto de cambio. Al multiplicarse el número y la variedad de las mercancías
lanzadas al proceso de cambio es cuando se desarrolla la necesidad de esta forma. El problema se
plantea a la par que se dan los medios para su solución. Jamás encontraremos un mercado en
que los poseedores de mercancías cambien y comparen sus artículos con otros de diversa calidad
sin que estas diversas mercancías sean cambiadas y comparadas como valores por sus diversos
poseedores, dentro de sus relaciones comerciales con una tercera clase de mercancías, siempre la
misma. Pues bien, esta tercera mercancía, convertida en equivalente de otras diversas, asume
directamente, aunque dentro de límites reducidos, la forma de equivalente general o social. Esta
forma de equivalente general nace y desaparece con el contacto social momentáneo que la
engendró. Encarna en ésta o la otra mercancía, de un modo pasajero y fugaz. Pero, al
desarrollarse el cambio de mercancías, se incorpora con carácter exclusivo y firme a
determinadas clases de mercancías o cristaliza en la forma dinero. A qué clase de mercancías
permanezca adherida es algo fortuito. Hay, sin embargo, dos hechos que desempeñan, a grandes
rasgos, un papel decisivo. La forma dinero se adhiere, bien a los artículos más importantes de
cambio procedentes de fuera, que son, en realidad, otras tantas formas o manifestaciones
naturales del valor de cambio de los productos de dentro, bien a aquel objeto útil que constituye
el elemento fundamental de la riqueza enajenable en el interior de la comunidad, vgr. el ganado.
Es en los pueblos nómadas donde primero se desarrolla la forma dinero, por dos razones: porque
todo su ajuar es móvil y presenta, por tanto, la forma directamente enajenable, y porque su
régimen de vida los hace entrar constantemente en contacto con comunidades extranjeras,
poniéndolos así en el trance de cambiar con ellas sus productos. Los hombres han convertido
muchas veces al mismo hombre, bajo forma de esclavo, en material primitivo de dinero, pero
nunca a la tierra. esta idea sólo podía presentarse en una sociedad burguesa ya desarrollada. Es
una idea que data del último tercio del siglo XVII y que sólo se intentó llevar a la práctica sobre
un plano nacional, un siglo más tarde, en la revolución burguesa de Francia.40

El dinero y los metales preciosos.


Impulsada por el mismo proceso que hace que el cambio de mercancías rompa sus moldes locales
y que el valor de las mercancías se expansione hasta convertirse en materialización del trabajo
humano en general, la forma dinero va a encarnar en mercancías dotadas por la naturaleza de
cualidades especiales para desempeñar las funciones sociales de equivalente general: los metales
preciosos.
Que `si bien el oro y la plata no son dinero por obra de la naturaleza, el dinero es por naturaleza
oro y plata' lo demuestra la congruencia que existe entre sus propiedades naturales y sus
funciones. Hasta aquí sólo conocemos una función del dinero: la de servir de forma o
manifestación del valor de la mercancía o de material en que se expresan socialmente las
magnitudes de valor de las mercancías. Sólo una materia cuyos ejemplares posean todos la
misma cualidad uniforme puede ser forma o manifestación adecuada del valor, o, lo que es lo
mismo, materialización de trabajo humano abstracto, y por tanto igual. De otro lado, como la
diferencia que media entre las diversas magnitudes de valor es puramente cuantitativa, la
mercancía dinero tiene que ser forzosamente susceptible de divisiones puramente cuantitativas,
divisible a voluntad, pudiendo recobrar en todo momento su unidad mediante la suma de sus
partes. Pues bien, el oro y la plata poseen esta propiedad por obra de la naturaleza.41
El valor de uso de la mercancía dinero se duplica: su valor de uso peculiar como mercancía y
su valor de uso formal como medio de cambio.
El fetichismo del dinero.
Veíamos que ya en la expresión más sencilla del valor, o sea en la fórmula x mercancía
A = z mercancía B, el objeto en que toma cuerpo la magnitud de valor de otro objeto
parece poseer ya su forma de equivalente como una propiedad natural social suya,
independientemente de su relación con el otro. Hemos seguido las huellas de este
espejismo, hasta ver cómo se consolidaba. Se consolida a partir del momento en que la
forma de equivalencia general se confunde con la forma natural de una determinada
clase de mercancías o cristaliza en la forma dinero. Una mercancía no se presenta como
dinero porque todas las demás expresan en ella sus valores, sino que, por el contrario,
éstas parecen expresar sus valores de un modo general en ella, por ser dinero. El
movimiento que sirve de enlace desaparece en su propio resultado, sin dejar la menor
huella. Sin tener arte ni parte en ello, las mercancías se encuentran delante con su
propia forma de valor, plasmada y completa, como si fuese una mercancía corpórea
existente al margen de ellas y a su lado. Estos objetos, el oro y la plata, tal como salen
de la entraña de la tierra, son al mismo tiempo la encarnación directa de todo trabajo
humano. De aquí la magia del dinero. La conducta puramente atomística de los
hombres en su proceso social de producción, y por tanto, la forma material que revisten
sus propias relaciones de producción, sustraídas a su control y a sus actos individuales

40
Ibídem, pp. 51-52
41
Ibídem, pp. 52-53
conscientes, se revelan ante todo en el hecho de que los productos de su trabajo
revisten, con carácter general, forma de mercancías. El enigma del fetiche dinero no es,
por tanto, más que el enigma del fetiche mercancía, que cobra en el dinero su forma
más visible y fascinadora.42

En resumen:

Lo más relevante de la argumentación de Marx en este apartado se expresa


sintéticamente a continuación:
1) Las mercancías se intercambian por sus poseedores quienes son propietarios
privados de las mismas y, por tanto, pueden disponer de ellas libremente.
2) En el intercambio directo de mercancías éstas deben ser, para sus poseedores,
medios de cambio y no-valores de uso, en tanto que para el no poseedor tienen el carácter de
valores de uso.
3) Esta forma de intercambio es muy restringida ya que enfrenta sólo a dos productores
individuales cuyas necesidades y satisfactores deben coincidir inversamente.
4) Las mismas necesidades del cambio le dan el carácter de equivalente general a una
de las mercancías estableciendo así un medio de cambio general elevando a una etapa superior
el proceso de intercambio.
5) Este proceso de intercambio a través del dinero rompe los diques que imponía al
cambio su sujeción a las necesidades individuales y al valor de uso.
6) Se abre así la posibilidad de un desenvolvimiento más profundo y extenso de la
producción de mercancías.

El método de Marx.

El proceso de cambio.
Marx pasa ahora a analizar el proceso de cambio de las mercancías.
a) Forma simple del proceso de cambio.
En la apariencia y en el primer nivel de existencia del fenómeno, el intercambio simple
de mercancías (forma simple del proceso de cambio) es el intercambio de los objetos útiles en
proporción al tiempo de trabajo que contienen con la finalidad de satisfacer las necesidades
humanas de sus productores.
En la esencia, es el intercambio de dos unidades de valor de uso y valor de cambio que
tienen una relación inversa entre ambas: la mercancía A es para su poseedor un medio de
cambio y un no valor de uso; por su parte, la mercancía B es también para su poseedor un
medio de cambio y un no valor de uso y para el poseedor de A un valor de uso. Es, por tanto,
un proceso en el cual el trabajo concreto de cada una de las mercancías ha debido
transformarse en trabajo abstracto y éste expresarse inversamente en el trabajo concreto de
cada una de ellas; posteriormente, el trabajo abstracto contenido en la mercancía A se cambia
por el trabajo abstracto contenido en B e inmediatamente ambas materializaciones de trabajo
se convierten en su opuesto, trabajo concreto que es asimilado como valor de uso por su
adquirente.
En esencia, pues, el cambio es un proceso de transmigración del valor sustantivado en
los objetos de una mercancía a otra.
b) Forma superior, desarrollada o completa del proceso de cambio.
En la apariencia, esta forma superior del proceso de cambio es el intercambio de objetos
útiles a través de otro objeto útil que hace, en su materialidad física, el papel de equivalente
general, de dinero.

42
Ibídem, p. 55
En la esencia, es el proceso por el cual la mercancía A, unidad de valor de uso y valor
de cambio, después de transformar el trabajo concreto en trabajo abstracto, se cambia por la
mercancía dinero, unidad de valor de uso y valor de cambio que hace el papel de equivalente
general en su naturaleza de materialización absoluta de valor; el trabajo abstracto contenido en
la mercancía A emigra a la mercancía dinero. La mercancía dinero se cambia por la mercancía
B que es también una unidad de valor de uso y valor; el trabajo abstracto emigra del dinero a
la mercancía B en donde se disuelve en su valor de uso; se transforma en su opuesto.
Las formas simple y desarrollada del proceso de cambio son dos fases sucesivas del
proceso de sustantivación y movilización del valor el cual constituye la esencia de la
producción de mercancías. La segunda forma da una mayor profundidad y extensión a la
producción de mercancías. En la primera forma el valor se sustantiva en las mercancías A y B
y se transforma después en su opuesto, el valor de uso. En la segunda forma el valor se
sustantiva tanto en las mercancías A y B como en la mercancía dinero y luego transmigra de la
mercancía A al dinero y de éste a la mercancía B, en donde se disuelve en su opuesto, el valor
de uso.
El resultado esencial del proceso de cambio es la constitución de una mercancía como
materialización absoluta de trabajo abstracto, de valor que se convierte en equivalente general
y medio de cambio general. El proceso de cambio se acelera y profundiza a través de la
maduración de las funciones del dinero.
Tercera Sección

Análisis del Capítulo III de la Sección Primera

del primer tomo de "El Capital"

Capítulo V
Resumen, extractos, citas y análisis del Capítulo III, Sección primera de
El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I de Carlos Marx

El dinero o la Circulación de Mercancías.


Marx aborda este tema en los siguientes términos.
El dinero o la Circulación de Mercancías.
1.- Medida de valores.
Se parte del supuesto de que la mercancía dinero es el oro.
La función fundamental del oro es actuar como medida general de valores; es decir,
...suministrar al mundo de las mercancías el material de su expresión de valor, en
representar los valores de las mercancías como magnitudes de nombre igual cualitativamente
iguales y cuantitativamente comparables entre sí.
El dinero, como medida de valores, es la forma o manifestación necesaria de la medida
inmanente de valor de las mercancías: el tiempo de trabajo. 43
El precio.
La expresión del valor de una mercancía en oro (x mercancía A = y mercancía dinero) es
su forma dinero, o su precio...44
El precio o la forma dinero de las mercancías es, como su forma de valor en general, una
forma distinta de su corporeidad real y tangible, es decir, una forma puramente ideal o
imaginaria."
En su función de medida de valor el dinero actúa, por tanto, como dinero puramente
imaginario o ideal.45
El patrón de precios.
El oro como patrón de precios: "...Los valores de las mercancías se convierten, por
tanto, pese a toda la abigarrada variedad material de las mercaderías, en cantidades
imaginarias de oro de diferente magnitud; es decir, en magnitudes de nombre igual, en
magnitudes de oro. Estas cantidades distintas de oro se comparan y miden entre sí, y esto
hace que se plantee la necesidad técnica de reducirlas todas ellas a una cantidad fija de oro
como a su unidad de medida. Esta unidad de medida, dividiéndose luego en partes alícuotas,
se desarrolla hasta convertirse en patrón...
Diferencias entre las dos funciones del oro.
...El dinero es medida de valores como encarnación social del trabajo humano; patrón de
precios como un peso fijo y determinado de metal. Como medida de valores, sirve para convertir
en precios imaginarios de oro, los valores de las más diversas mercancías; como patrón de
precios, lo que hace es medir esas cantidades en oro. Por el dinero como medida de valor se
miden las mercancías consideradas como valores; en cambio, como patrón de precios, lo que hace
el dinero es medir las cantidades de oro por una cantidad de oro fija, y no el valor de una
cantidad de oro por el peso de otra. Para que exista un patrón de precios, no hay más remedio
que fijar como unidad de medida un determinado peso de oro... 46

43
Ibídem, p. 56
44
Ídem
45
Ibídem, p. 57
46
Ibídem, p. 59
Los cambios del valor del oro y los efectos sobre sus funciones.
Los cambios del valor del oro no perjudican en lo más mínimo a su función como patrón
de precios.47
Los cambios de valor experimentados por el oro no perturban tampoco su función de
medida de valores. Esos cambios afectan por igual a todas las mercancías y, por tanto, caeteris
paribus, dejan intangibles sus mutuos valores relativos, aunque todos se expresen ahora en un
precio oro superior al de antes.48
Relación entre los valores del oro y de las mercancías y los precios de éstas.
Permaneciendo constante el valor del oro, los precios de las mercancías sólo pueden subir
con carácter general si suben sus valores; si los valores de las mercancías permanecen
constantes, tiene que bajar el del dinero para que aquello ocurra, y viceversa. Los precios de las
mercancías sólo pueden bajar con carácter general, suponiendo que permanezca constante el
valor del dinero, si bajan sus valores, permaneciendo constantes los valores de las mercancías
cuando baje el valor del oro. Más de aquí no se sigue, ni mucho menos, que el alza del valor del
oro determine un descenso proporcional de los precios de las mercancías, o, al revés, el descenso
del valor del oro un alza proporcional de estos precios. Esta norma sólo rige respecto a
mercancías cuyo valor no oscila. Aquellas mercancías, por ejemplo, cuyo valor sube
uniformemente y al mismo tiempo que el valor del dinero conservan los mismos precios. Si un
valor aumenta con más lentitud o más rapidez que el del dinero, el descenso o el alza de sus
precios dependerá de la diferencia entre sus oscilaciones de valor y las del dinero. Y así
sucesivamente.49

Para que el oro cumpla con su función de patrón de precios es necesario fijar una
cantidad determinada que sirva como unidad; esta cantidad debe ser un peso determinado de
oro. En un principio se fija como unidad de medida del oro la misma unidad de peso (libra,
etcétera); pero debido a ciertas circunstancias (introducción de moneda extranjera,
desplazamiento de metales menos preciosos por los más preciosos y la falsificación del dinero
por los príncipes) se divorcian el nombre de la unidad de medida del oro (libra, etcétera) de su
peso originario y viene a representar un peso menor.
Estos procesos históricos convierten en costumbre popular la separación del nombre monetario
de los pesos de los metales y los nombres corrientes de sus fracciones de peso...50"
La ley interviene para reglamentar el patrón-dinero.
Como se ve, los precios o cantidades de oro en que se convierten idealmente los valores de las
mercancías se expresan ahora en los nombres monetarios, o sea, en los nombres aritméticos del
patrón oro que la ley determina...51
Otro aspecto del fetichismo del dinero.
El nombre de una cosa es algo ajeno a la naturaleza de esa cosa. Por el hecho de saber que un
hombre se llama Jacobo, no sabemos nada acerca de él. En los nombres monetarios "libra",
"tálero", "franco", "ducado", etcétera, se borran todas las huellas del concepto del valor. Y la
confusión que produce el sentido misterioso de estos signos cabalísticos crece si se tiene en
cuenta que los nombres monetarios expresan el valor de las mercancías, al mismo tiempo que
expresan partes alícuotas del peso de un metal, del patrón-oro...52
Análisis de la forma precio.
1.- El precio es el nombre en dinero del trabajo materializado en la mercancía.
2.- El precio, como expresión de la magnitud de valor de la mercancía, es el exponente
de su proporción de cambio con el dinero.
3.- La proporción de cambio de la mercancía con el dinero no es necesariamente el
exponente de su magnitud de valor, aunque siga siendo su precio.
4.- El precio no expresa sólo la magnitud de valor de la mercancía sino el más o menos
que sobre esta magnitud oscila en ciertas circunstancias.

47
Ídem
48
Ibídem, p. 60
49
Ibídem, p. 60
50
Ibídem, p. 61
51
Ibídem, p. 61
52
Ibídem, p. 62
5.-
...nos encontramos con que estos precios de 1 y 3 libras esterlinas, demasiado pequeño el uno y
demasiado grande el otro como expresiones de la magnitud de valor del trigo, son, sin embargo,
precios del mismo; en primer lugar, porque son su forma de valor en dinero, y en segundo lugar,
porque son exponentes de su proporción de cambio con éste...53
Posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre el precio y la magnitud de valor.
...Al cambiar la magnitud de valor en el precio, esta proporción necesaria se revela como una
proporción de cambio entre una determinada mercancía y la mercancía dinero, desligada de ella.
Pero, en esta proporción puede expresarse y se expresa, no sólo la magnitud de valor de la
mercancía, sino también el más o el menos en que en ciertas circunstancias puede cotizarse. Por
tanto, la forma precio envuelve ya de suyo la posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre
el precio y la magnitud de valor, es decir, la posibilidad de una desviación entre el primero y la
segunda. Y ello no supone un defecto de esta forma; por el contrario, es eso precisamente lo que
la capacita para ser la forma adecuada de un régimen de producción en que la norma sólo puede
imponerse como un ciego promedio en medio de toda ausencia de normas.54
Posibilidad de incongruencia cualitativa.
La forma precio no sólo permite una incongruencia cuantitativa, sino una cualitativa; el
precio deja de ser por completo expresión del valor a pesar de que el dinero no es más que la
forma de valor de las mercancías.
Cabe, por tanto, que una cosa tenga formalmente un precio sin tener un valor.55
2.- Medio de circulación.
a) La metamorfosis de las mercancías.
El proceso de cambio es un proceso de metabolismo social.
El proceso de cambio, al transferir las mercancías de manos de aquel para quien son no-valores
de uso a manos del que las busca y apetece como valores de uso, es un proceso de metabolismo
social. El producto de un trabajo suple el de otro...56
No se estudiará en esta sección ese proceso de metabolismo social sino solamente el
cambio de forma o metamorfosis de las mercancías que sirve de cauce al proceso de
metabolismo social.
Resumen de las formas antitéticas de las mercancías en que se desenvuelve su proceso
de cambio:
1.- El proceso de cambio de las mercancías produce un desdoblamiento de la mercancía
en mercancía y dinero que no es sino la expresión de la antítesis inmanente de la mercancía
entre su valor de uso y su valor.
2.- En esta antítesis las mercancías se enfrentan como valores de uso al dinero como
valor de cambio.
3.- Esto no obsta para que mercancía y dinero sigan siendo mercancías y por tanto
unidades de valor de uso y de valor.
4.- Esta unidad en la variedad cobra una expresión inversa en cada uno de los dos
polos:
a) La mercancía es un valor de uso real.
b)
Su naturaleza de valor sólo se refleja de manera ideal en el precio, que la refiere como a su forma
real de valor al oro, situado en el otro polo.57
c) El oro no interesa sino como materialización de valor, como dinero. En su aspecto
real es valor de cambio.
d)
Su valor de uso sólo se manifiesta de un modo ideal en la serie de las expresiones relativas de
valor en las que se refiere a las mercancías situadas en el otro polo, como al corro de sus formas
reales de uso.58

53
Ibídem, p. 63
54
Ídem
55
Ídem
56
Ibídem, p.65
57
Ibídem, p. 65
58
Ibídem, p. 69
El proceso de cambio se desarrolla a través de estas formas contradictorias.
La mercancía, que para su poseedor no es más que representación de valor (a y b)
(valor de uso real y valor ideal), se enajena por oro que es la forma corpórea del valor (c) (valor
de cambio real y de uso ideal) y ésta (el oro) se cambia a su vez por otra mercancía que es un
objeto útil para satisfacer las necesidades del comprador.
El proceso de cambio se opera mediante dos metamorfosis antagónicas de las
mercancías que se complementan recíprocamente: transformación de la mercancía en dinero y
del dinero en mercancía. Son dos las etapas de este proceso:
a) transformación de la mercancía en dinero, o venta y
b) del dinero en mercancía, o compra; la unidad de ambos es: vender para comprar.
En esta fórmula se sintetiza la esencia de los regímenes productores de mercancías
anteriores al capitalismo; en ellos la producción y circulación de mercancías sólo tenía por
objeto satisfacer las necesidades de los productores y no la creación de riqueza bajo el concepto
moderno, es decir, de plusvalía acumulada. No quiere esto decir, ni mucho menos, que en esos
regímenes mencionados no existiese la explotación; lo que se quiere expresar es que ésta no se
fincaba en la producción y circulación de mercancías sino en otras relaciones distintas; muy
por el contrario, en el régimen capitalista la explotación, es decir, la apropiación sin retribuir
de trabajo excedente de la clase obrera, se realiza exclusivamente a través de la producción y
circulación de mercancías.
La finalidad del proceso estudiado se reduce a facilitar el cambio de los productos de su trabajo
por los productos del trabajo ajeno, a facilitar el cambio de productos.59
La fórmula de este proceso es:
mercancía - dinero - mercancía
M - D - M
Esta fórmula es la expresión de la esencia de la producción y circulación de mercancías
bajo los regímenes anteriores al capitalismo.
Si atendemos a su contenido material, la rotación M-M no es más que el cambio de mercancías
por mercancías, el metabolismo del trabajo social, en cuyo resultado se extingue el propio
proceso.60
M-D.- Primera metamorfosis de la mercancía, o venta.
Es el tránsito del valor de la mercancía hacia el dinero. O dicho de otro modo, la
transformación de la mercancía en dinero.
...La división social del trabajo hace que los trabajos de los poseedores de mercancías sean tan
limitados como ilimitadas son sus necesidades. Por eso sus productos no les sirven más que
como valores de cambio.61
Para que la transformación mencionada se realice es necesario que esos medios de
cambio sean a su vez valores de uso para el poseedor del dinero.
Condiciones para que se realice la transformación.
a) Que la mercancía sea un objeto útil, que el trabajo invertido en ella sea un trabajo
socialmente útil, un eslabón en la cadena de la división social del trabajo, o
b) que cree por su propio impulso una nueva necesidad o que sea una nueva mercancía
para satisfacer una necesidad preexistente.
c) Que no rebase esa mercancía las necesidades del mercado.
...Desde el momento en que la necesidad social de lienzo, que como todo tiene sus límites, se
viese saciada por los tejedores que hacen la competencia a nuestro amigo, el producto de éste
sería superfluo, ocioso, y, por tanto, inútil...62
d) Que contenga el trabajo socialmente necesario para la producción de ese tipo de
mercancías. Si es mayor, no se venderá o se venderá por debajo de su valor individual.
e) Que en la suma total de las mercancías que afluyen al mercado no se contenga
tiempo de trabajo superfluo (aunque cada mercancía contenga el trabajo socialmente

59
Ibídem, p. 66
60
Idem
61
Idem
62
Ibídem, p. 67
necesario). De lo contrario, las mercancías se venderán por debajo del tiempo socialmente
necesario para producirlas y en consecuencia por debajo de su valor individual.
La transformación de la mercancía en dinero es, a causa de la naturaleza peculiar de la
sociedad que la produce, a la vez, necesaria y puramente casual.
Como se ve, la mercancía ama el dinero, pero "the course of the love never does run smooth". La
ramificación cuantitativa del organismo social de producción, que exhibe sus membra disecta en
el sistema de la división del trabajo, no es menos primitiva ni menos fortuita que su
concatenación cualitativa. Y nuestros poseedores de mercancías advierten que este mismo
régimen de división del trabajo que los convierte en productores privados independientes hace
que el proceso social de producción y sus relaciones dentro de este proceso sean también
independientes de ellos mismos, por donde la independencia de una persona respecto a otra viene
a combinarse con un sistema de mutua dependencia respecto a las cosas.
La división del trabajo convierte el producto del trabajo en mercancía, haciendo con ello necesaria
su transformación en dinero. Al mismo tiempo, hace que el hecho de que esta transmutación se
efectúe o no sea un hecho puramente casual...63
Análisis del fenómeno en toda su pureza.
...Pero aquí hemos de analizar el fenómeno en toda su pureza, dando por sentado que se
desarrolla de un modo normal. Por lo demás, cualesquiera que sean las condiciones en que este
fenómeno se desarrolle, se operará, siempre y cuando que la mercancía encuentre salida, siempre
y cuando no sea invendible, un cambio de forma, aunque pueda darse la anomalía de que este
cambio de forma suprima o añada sustancia, magnitud de valor.64
La transformación de la mercancía en dinero.
...La mercancía se desprende de su forma primitiva al enajenarse; es decir, en el instante en que
su valor de uso atrae efectivamente al oro, que en su precio no era más que un concepto
imaginario. La realización del precio o forma ideal del valor de la mercancía es, por tanto, al
mismo tiempo y a la inversa, realización del valor de uso puramente ideal del dinero; al
transformarse la mercancía en dinero, éste se transforma simultáneamente en mercancía. Es un
proceso doble encerrado en una unidad; desde el polo del poseedor de la mercancía, este proceso
constituye una venta; desde el polo contrario, el del poseedor del dinero, una compra. Lo cual vale
tanto como decir que la venta es compra, que M-D, es al mismo tiempo, D-M.65
El oro representa los precios realizados de las mercancías (excepto en su fuente de
producción donde se cambia, como producto directo del trabajo, por otros productos del
trabajo de idéntico valor).
Por eso, en la fórmula del intercambio de mercancías M-D-M, la primera metamorfosis
M-D, es al mismo tiempo la segunda metamorfosis antagónica de otra mercancía.
Por tanto, M-D (lienzo-dinero), primera fase del ciclo M-D-M (lienzo-dinero-biblia), es al mismo
tiempo D-M (dinero-lienzo) o sea la fase final de otra rotación: M-D-M (trigo-dinero-lienzo). La
primera metamorfosis de una mercancía, su transformación de forma de mercancía en dinero,
envuelve siempre, al mismo tiempo, la segunda metamorfosis antagónica de otra mercancía, o
sea, su reversión de la forma dinero a mercancía.66
D-M.- Segunda metamorfosis o metamorfosis final de la mercancía: compra.
1.-
...El dinero, forma enajenada de todas las demás mercancías o producto de su enajenación
general, es, por ello mismo, la mercancía absolutamente enajenable...
2.-
D-M, o sea la compra, es a la par venta, M-D; por tanto, la metamorfosis final de una mercancía
representa, al mismo tiempo la metamorfosis inicial de otra...
3.-
...Como el productor de mercancías sólo suministra un producto determinado, suele venderlo en
grandes cantidades; en cambio, sus numerosas necesidades le obligan a distribuir
constantemente el precio realizado, o sea la suma de dinero obtenida, en numerosas compras. Es
decir, que una venta desemboca en muchas compras de diversas mercancías. Por donde la

63
Ibídem, p. 68
64
Idem
65
Ibidem, pp. 68-69
66
Ibidem, p. 70
metamorfosis final de una mercancía representa siempre una suma de metamorfosis iniciales de
otras mercancías.67
Metamorfosis total de la mercancía.
La circulación de mercancías se distingue, y no sólo formalmente, sino de un modo sustancial,
del intercambio directo de productos... De una parte, vemos aquí cómo el intercambio de
mercancías rompe los diques individuales y locales del intercambio de productos y hace que se
desarrolle el proceso de asimilación del trabajo humano. Por otra parte, nos encontramos con
todo un tropel de concatenaciones naturales de carácter social, que se desarrollan sustraídas por
entero al control de las personas interesadas. El tejedor puede vender su lienzo porque el labriego
vende su trigo; el amigo de empinar el codo vende la Biblia porque el tejedor vende el lienzo; el
destilador encuentra comprador para su aguardiente porque el otro ha vendido ya su licor de la
vida eterna, etcétera.
Por consiguiente, el proceso de circulación no se reduce, como el intercambio directo de
productos, al desplazamiento material o cambio de mano de los valores de uso. El dinero no
desaparece al quedar eliminado de la serie de metamorfosis de una mercancía, sino que pasa a
ocupar el puesto circulatorio que las mercancías dejan vacante... Al sustituirse una mercancía
por otra, queda siempre adherida a una tercera mano la mercancía dinero. La circulación exhuma
constantemente dinero.68
Las crisis.
"...Lo que hace que la circulación derribe las barreras temporales, locales e individuales del
intercambio de productos es precisamente el hecho de desdoblar la identidad inmediata que
existe entre el intercambio de productos del trabajo propio por el producto del trabajo ajeno
mediante la antítesis de compra y venta. Al decir que estos procesos, independientes el uno del
otro, forman una unidad interna, decimos también que esta unidad interna reviste al exterior la
forma de una antítesis. Cuando cosas que por dentro forman una unidad, puesto que se
complementan recíprocamente, revisten al exterior una forma de independencia, y ésta se agudiza
hasta llegar a un cierto grado, la unidad se abre paso violentamente por medio de una crisis. La
antítesis, que lleva implícita la mercancía, de valor de uso y valor, de trabajo privado, que se ve al
mismo tiempo obligado a funcionar como trabajo directamente social; de trabajo determinado y
concreto, cotizado a la par como trabajo general abstracto; de personificación de las cosas y
materialización de las personas, esta contradicción inmanente, asume sus formas dinámicas más
completas en los antagonismos de la metamorfosis de las mercancías. Por eso estas formas
entrañan la posibilidad, aunque sólo la posibilidad, de crisis. Para que esta posibilidad se
convierta en realidad, tiene que concurrir todo un conjunto de condiciones que no se dan todavía,
ni mucho menos, dentro de la órbita de la circulación simple de mercancías.
"El dinero, en sus funciones de mediador de la circulación de mercancías, asume el papel de
medio de circulación."69

M-D-M es la fórmula de la producción y circulación simple de mercancías; vender para


comprar es la síntesis del proceso de intercambio de este tipo de producción y circulación: su
objetivo es la asimilación de valores de uso, la satisfacción de necesidades. Este tipo de
producción de mercancías ha existido al lado de las más diversas formas de organización de la
sociedad; en ellas florecía junto a la forma fundamental de explotación, a la cual servía en
alguna medida para su consolidación pero sin llegar a penetrar en el núcleo del régimen mismo
de producción, ni por tanto a constituirse en la forma fundamental de explotación. Sólo cuando
el desarrollo del régimen de producción llega a una determinada fase superior, la producción y
circulación de mercancías se convierten en su esencia y la explotación del productor directo se
realiza a través de ellas; la producción y circulación de mercancías llega a ser la forma
fundamental de explotación. Así, habiendo coexistido con las más diversas formas de
producción sin llegar a alterarlas en lo más mínimo, una vez que se crean ciertas condiciones
específicas (abolición de los gremios y de la servidumbre), la producción de mercancías se
transforma en el disolvente más poderoso del régimen preexistente desalojándolo de la escena y
tomando su lugar. El régimen capitalista de producción de mercancías se caracteriza porque

67
Idem
68
Ibídem, p. 72
69
Ibídem, pp.73-74
en él la fuerza de trabajo adquiere la calidad de mercancía y el plustrabajo que rinde el
productor directo lo realiza el capitalista a través del intercambio. Los historiadores burgueses
se lamentan de que, habiendo existido el dinero y en general la circulación simple de
mercancías desde muy lejanas épocas, no se haya instaurado desde entonces el régimen
capitalista; obvian los comentarios respecto de la estulticia típica de los lacayos preferidos de la
burguesía. Así, por ejemplo, no se explican -o recurren a las más grandes aberraciones para
hacerlo- el decaimiento del comercio durante la Edad Media.
La disyunción del intercambio de mercancías en los momentos independientes de venta
y compra, implícita en la forma M-D-M, permite extender y profundizar el intercambio de
mercancías pues crea la posibilidad -sólo la posibilidad- de la conversión de la fuerza de
trabajo en mercancía; sin embargo, el desarrollo de esa fórmula no puede llevar por sí mismo a
la mercantilización de la fuerza de trabajo.
Como ya vimos en otra parte, esa disyunción, característica de la fórmula M-D-M, crea
el mecanismo que es la forma fundamental a través de la cual se realiza la absorción de
plustrabajo del productor directo por el capitalista.
Expresadas en una forma sucinta, las tesis de Marx en esta materia son las que siguen:
1) El proceso de cambio es un proceso de metabolismo social.
2) Se estudiarán las metamorfosis de las mercancías que sirven de vehículo a ese
metabolismo social.
3) Estas metamorfosis deben producirse de acuerdo con las formas antitéticas de las
mercancías:
a) Las mercancías se desdoblan en: mercancía y dinero.
b) Las mercancías son valores de uso, en tanto que el dinero es valor de cambio: ni las
mercancías ni el dinero dejan de ser mercancías y por tanto son unidades de valor de uso y
valor.
4) El proceso de cambio debe efectuarse a través de estas formas contradictorias:
La mercancía, que para su poseedor no es más que una representación de valor, se
enajena por oro (dinero) que es la forma corpórea del valor y ésta se cambia a su vez por otra
mercancía que es un objeto útil para satisfacer las necesidades del comprador.
5) El proceso de cambio se opera a través de las metamorfosis contradictorias:
mercancías por dinero y dinero por mercancías M-D-M.
6) La finalidad del proceso M-D-M es facilitar el intercambio de productos y la
satisfacción de las necesidades de los productores.
7) La fórmula M-D-M, se expresa también: vender para comprar.
8) Se descomponen en dos fases: M-D o venta y D-M o compra.
El curso del dinero.
El proceso de cambio de forma a través del cual se realiza el cambio de materia o
metabolismo de los productos del trabajo exige que el valor que se aleja en forma de mercancía
retorne como mercancía al mismo punto de partida; es un proceso cíclico.
El dinero que interviene en este proceso, por el contrario, se aleja constantemente de su
punto de partida.
Este constante alejamiento del dinero, su tránsito de manos de unos a otros poseedores
de mercancías, es su curso.
El curso del dinero obedece al movimiento contrapuesto de la mercancía que se trueca
en dinero y revierte de nuevo a mercancía; en este sentido el dinero realiza la transformación
de una mercancía en otra; sin embargo, este movimiento aparece, desde el lado del dinero,
como una serie de actos unilaterales de compras, o sea, de cambio de dinero por mercancías.
...A primera vista, no se advierte, por aparecer velado, que esta forma unilateral del movimiento
del dinero brota de la doble forma de movimiento de la mercancía. El carácter propio de la
circulación de mercancías suscita la apariencia contraria...
...El dinero desplaza continuamente a las mercancías de la órbita de la circulación, pasando a
ocupar sin cesar su puesto circulatorio y alejándose con ello de su propio punto de partida. Así,
pues, aunque el movimiento del dinero no hace más que reflejar la circulación de mercancías,
parece como si ocurriese lo contrario: como si éstas sólo fuesen el resultado del movimiento del
dinero.70
Todo esto vale para la circulación simple de mercancías; es evidente que ahí en donde
hay simples compras o ventas sin que se dé el movimiento opuesto, el dinero sólo cambiará de
sitio una vez.
Este curso del dinero, que se aleja constantemente de su punto de partida, corresponde
por completo a la producción simple de mercancías, en la cual el objetivo de todo el proceso es
la satisfacción de las necesidades de los productores, es decir, el valor de uso; esto no excluye,
desde luego, que el dinero se acumule en determinados puntos de la sociedad, pero el carácter
y los alcances de esta acumulación difieren sustancialmente de los de la que se realiza en el
régimen capitalista; en la sociedad capitalista, por el contrario, el curso del dinero tiene un
carácter cíclico, pues en ella el motor de la producción es el valor de cambio.
La función del dinero como medio de circulación plantea el problema de determinar
cuánto dinero absorbe de un modo constante la órbita circulatoria.
Para determinar la masa de medios de cambio que son necesarios para la circulación de
las mercancías en cierto período de tiempo, habrá que fijar, en primer lugar, la suma de los
precios que hay que realizar así como la velocidad media de la moneda, o sea, el número de
veces que una misma moneda sirva de medio de cambio en un lapso de tiempo. Lo cual se
puede expresar de la siguiente manera: la masa de medios de cambio es igual a la suma de los
precios a realizar sobre la velocidad media de la moneda: M = P/V o, dicho de otro modo: la
suma de los precios de las mercancías sobre el número de rotaciones de las monedas
representativas de igual valor, igual a la masa de dinero que funciona como medio de
circulación.
Así como en la rotación del dinero en general sólo se revela el proceso de circulación de las
mercancías, o sea, el ciclo recorrido por éstas a través de metamorfosis opuestas, en el ritmo de la
rotación del dinero se revela solamente el ritmo de su cambio de forma, el continuo tránsito de
unas a otras cadenas de metamorfosis, la celeridad del metabolismo o cambio de materia, la
rapidez con que las mercancías desaparecen en la órbita circulatoria y son sustituidas por otras
nuevas. En el ritmo de rotación del dinero se manifiesta, pues, la unidad fluida de las diversas
fases contrapuestas y que se completan las unas a las otras, la transformación de la forma de uso
en forma de valor y su reversión de forma de valor a forma de uso, o de los dos procesos de venta
y compra. Por el contrario, al amortiguarse la rotación del dinero, ello es indicio de que estos
procesos se disocian y se hacen independientes y antagónicos, de que se paraliza el cambio de
forma, y, por tanto, el de materia. De dónde proviene esta paralización, no nos lo dice,
directamente, como es natural, el propio proceso circulatorio. Este se limita a revelar el fenómeno.
La interpretación vulgar, viendo que, al amortiguarse el ritmo de rotación del dinero, éste se hace
menos frecuente y desaparece en todos los puntos de la periferia circulatoria, se inclina a pensar
que este fenómeno tiene su raíz en la escasez de medios de circulación.71
La ley según la cual la cantidad de los medios de circulación depende de la suma de los precios
de las mercancías que circulan y del ritmo medio del curso del dinero puede expresarse también
diciendo que, dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de sus
metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante depende de su propio valor.
La ilusión de que son, por el contrario, los precios de las mercancías los que dependen de la masa
de los medios de circulación y ésta, a su vez, de la masa del material dinero existente dentro de
un país, es una ilusión alimentada en sus primitivos mantenedores por la absurda hipótesis de
que las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor y que luego,
allí una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por una parte alícuota
de la montaña de metal.72

En resumen:

70
Ibídem, pp. 74-75

71
Ibídem, pp. 79-80
72
Ibídem, pp. 81-82
1) En el proceso de cambio la mercancía realiza su proceso cíclico: se convierte en
dinero y revierte después a mercancía retornando al punto de donde partió.
2) El dinero, por el contrario, se aleja constantemente del punto de partida.
3) Este movimiento del dinero es determinado por las metamorfosis contrapuestas de
las mercancías.
4) Del lado del dinero ese movimiento aparece como una serie de actos unilaterales de
compra.
5) Esto hace aparecer la idea de que las metamorfosis de las mercancías se deben al
movimiento del dinero. En realidad es lo contrario.
6) En síntesis, el proceso de cambio en la circulación simple de mercancías determina
un movimiento cíclico de las mercancías y un constante alejamiento del dinero de su punto de
partida; esto excluye de plano la producción capitalista de mercancías.
Por otro lado, este proceso, mediante un simple cambio de forma (D-M-D'), se convierte
en el movimiento esencial de las mercancías y el dinero en el régimen capitalista de
producción, por lo que su perfeccionamiento afina el instrumento que habrá de servir
posteriormente a la circulación capitalista de mercancías. En este sentido, todos los
mecanismos que en esta fase se crean para regular la circulación del dinero, su acuñación, la
emisión de billetes, etcétera, sirven de punto de partida valiosísimo para los que después
desarrolla el régimen capitalista para sus propios fines; de hecho, en las primeras etapas de la
producción capitalista de mercancías son empleados los mecanismos creados anteriormente.
7) Se plantea la necesidad de determinar la cantidad de dinero que requiere la
circulación de mercancías.
8) Esa cantidad se determina por la suma de los precios a realizar y por las rotaciones
de cada moneda que realiza esos precios por unidad de tiempo.
La moneda. El signo de valor.

Aquí, nos referimos exclusivamente al papel moneda emitido por el Estado con curso forzoso y
que brota directamente de la circulación de los metales. En cambio, el dinero-crédito se halla
regido por factores que, por el momento, no tenemos por qué conocer, pues no afectan a la simple
circulación de mercancías. Diremos, sin embargo, de pasada, que del mismo modo que el
verdadero papel moneda brota de la función del dinero como medio de circulación, el dinero-
crédito tiene sus raíces naturales en la función del dinero como medio de pago.73 p. 85
¿Por qué el oro puede sustituirse por signos de sí mismo privados de todo valor?
Se plantea, finalmente, el problema de saber por qué el oro puede sustituirse por signos de sí
mismo, privados de todo valor. Pero, como hemos visto, el oro sólo es sustituible en la medida en
que se aísla o adquiere sustantividad en su función de moneda o de medio de circulación. Ahora
bien, esta función no cobra sustantividad respecto a las monedas sueltas de oro, aunque se revele
en el hecho de que las piezas desgastadas de oro permanezcan dentro de la circulación. Las
piezas de oro sólo son simples monedas o medios de circulación mientras circulan efectivamente.
Pero lo que no puede decirse de una moneda suelta de oro, es aplicable a la masa de oro
sustituible por papel moneda. Esta gira constantemente en la órbita de la circulación, funciona
continuamente como agente de esta función. Por consiguiente, su dinámica se limita a
representar las continuas mutaciones que forman los procesos antagónicos de la metamorfosis de
mercancías M-D-M, en las que frente a la mercancía se alza su configuración de valor, para
desaparecer enseguida de nuevo. La encarnación sustantiva del valor de cambio de la mercancía
sólo es, en este proceso, un momento fugaz. Inmediatamente, es sustituida por otra mercancía.
Por eso, en un proceso que lo hace cambiar continuamente de mano, basta con que el dinero
exista simbólicamente. Su existencia funcional absorbe, por decirlo así, su existencia material. No
es más que un reflejo objetivo de los precios de las mercancías, reflejo llamado a desaparecer y,
funcionando como sólo funciona, como signo de sí mismo, es natural que pueda ser sustituido
por otros signos. Lo que ocurre es que el signo del dinero exige una validez social objetiva propia,
y esta validez se la da, al símbolo del papel moneda, el curso forzoso. Este curso forzoso del
Estado sólo rige dentro de las fronteras de una comunidad, dentro de su órbita interna de
circulación, que son también los límites dentro de los cuales el dinero se reduce todo él a su

73
Ibídem, p. 85
función de medio de circulación o moneda y en los que, por tanto, puede cobrar en el papel
moneda una modalidad de existencia puramente funcional e independiente al exterior de su
sustancia metálica.74 p. 87
El dinero, en su función de medio de circulación, empieza compareciendo en su
personalidad aurífera, es decir, como mercancía-dinero en el ámbito del intercambio de
mercancías. Pronto, sin embargo, esta función se disocia de su propia materialidad para venir
a ser desempeñada por representantes suyos, por signos de sí mismo sin valor alguno: el papel
moneda y las fichas de cobre, etcétera. Esta evolución de la función del dinero es también un
perfeccionamiento del aparato de circulación dentro de los límites de las sociedades pre
capitalistas que es heredado por el régimen capitalista. La economía de los medios de cambio,
que dentro del derroche de riqueza social que significa el aparato capitalista de circulación de
mercancías es una ley intrínseca del régimen capitalista, encuentra ya los medios para su
plena realización en ese instrumento que hereda de la fase anterior de la circulación de
mercancías. Así, el oro puede dedicarse a otras funciones necesarias del régimen capitalista
conservándose una mínima cantidad del mismo como garantía de la emisión de billetes.
En resumen:

1) En la circulación de mercancías el dinero realiza la función de medio de circulación.


2) El dinero adopta la forma de moneda.
3) Esta función la realiza en un principio a través de la materialidad misma de la
mercancía-dinero.
4) Por una serie de procesos se disocia esa función de su materialidad física llegando a
recaer en signos de sí misma sin valor.
5) Estos signos sin valor son los billetes y las monedas de cobre, etcétera que reciben
curso forzoso del Estado.
6) Esto introduce una gran economía en los medios de cambio necesarios para la
circulación.
7) La cantidad de billetes que la circulación requiere se rige por las leyes de la
circulación del dinero; es decir, que circulará una cantidad de billetes igual a la de oro y plata
que sin ella circularía necesariamente.
8) ¿Por qué el oro puede sustituirse por signos de sí mismo sin valor alguno? Por la
naturaleza misma de la función que realiza en la circulación de mercancías:

...La encarnación sustantiva del valor de cambio de la mercancía sólo es, en este proceso,
un momento fugaz. Inmediatamente es sustituida por otra mercancía. Por eso, en un proceso que
lo hace cambiar continuamente de mano, basta con que el dinero exista simbólicamente...75

3.- Dinero.
La mercancía que funciona como medida de valores, y ya sea en persona o a través de
un representante como medio de circulación, es el dinero. El oro o la plata son, en
consecuencia, dinero.
El oro desempeña funciones de dinero en dos formas:
a) Ahí donde realiza personalmente la función de medio de circulación y
b) ahí donde funciona como configuración exclusiva de valor o única existencia
adecuada del valor de cambio frente a todas las mercancías.
Atesoramiento. Función del dinero como materialización de valor.
Cuando se desarrollan ininterrumpidamente las metamorfosis de las mercancías, el
dinero es un perpetum mobile (actúa como medio de circulación).
Cuando se ven interrumpidas en algunas de sus fases, el dinero se inmoviliza, se
convierte de mueble en inmueble, de moneda en dinero (actúa como materialización absoluta
de valor).

74
Ibídem, p. 87
75
Ídem
En cuanto comienza a desarrollarse la circulación de mercancías, comienza a desarrollarse
también la necesidad y la pasión de retener el producto de la primera metamorfosis, la forma
transfigurada de la mercancía, o sea su crisálida-dinero. Ahora, las mercancías se venden, no
para comprar con su producto otras, sino para sustituir la forma mercancía por la forma dinero.
De simple agente mediador del metabolismo, este cambio de forma se convierte en fin último. La
forma enajenada de la mercancía tropieza con un obstáculo que le impide funcionar como su
forma absolutamente enajenable, como su forma dinero, llamada constantemente a desaparecer.
El dinero se petrifica, convirtiéndose en tesoro, y el vendedor de mercancías en atesorador.76
Son dos funciones claramente diferenciadas del dinero:
-Por una de ellas, se encuentra en constante movimiento, convirtiéndose
ininterrumpidamente, de la momentánea encarnación sustantiva del valor de una mercancía,
en la momentánea encarnación sustantiva del valor de otra mercancía concreta; esta función la
realiza, desde luego, gracias a la naturaleza del dinero como materialización absoluta de valor.
-Por la otra, el dinero se inmoviliza con lo cual desaparece su función de medio de
circulación y sale al exterior la de ser materialización absoluta de valor; es atesorado. En esta
función su carácter de materialización de valor no tiende a convertirse en la mercancía
sustantiva del valor de una mercancía concreta sino que se mantiene en ese estado.
Esta acumulación que estudiamos es sustancialmente distinta de la acumulación
capitalista:
Aunque el atesoramiento parece ser una desviación del principio de que la producción y
circulación simples de mercancías tienen como objetivo la satisfacción de las necesidades de
los productores, no es así; como veremos más adelante, el atesorador guarda su dinero, que es
materialización absoluta de valor, para asegurarse el medio de cambio indispensable para
obtener los satisfactores de sus necesidades; el capitalista, por el contrario, acumula dinero
para lanzarlo a la circulación y rescatarlo de ella con un incremento (D-M-D'). El atesoramiento
para asegurarse la satisfacción posterior de las necesidades evoluciona necesariamente hacia
la pasión de atesorar por atesorar; pero este hecho no cambia para nada la esencia misma de
la producción simple de mercancías porque no se realiza (ni podría realizarse) el proceso
mencionado (D-M-D'). Por otro lado, esta pasión por atesorar cumple con uno de los
prerrequisitos de la sociedad burguesa: la existencia de cantidades considerables de dinero
concentradas en unas pocas manos, que es una de las palancas más poderosas del régimen
capitalista de producción; desarrolla, además, el "espíritu de empresa" de los poseedores de
dinero, es decir, el afán de lucro, el hambre insaciable de riqueza en su forma abstracta.
Causas del atesoramiento.
a) En los inicios de la producción de mercancías, los meros sobrantes de los valores de
uso se convierten en dinero; así, el oro y la plata se erigen por sí mismos en expresiones
sociales de la abundancia o la riqueza. Se da pié a su atesoramiento.
b)
Conforme se desarrolla la producción de mercancías, el productor necesita asegurarse el nervus
rerum, la "prenda social". Sus necesidades se renuevan incesantemente y exigen una compra
incesante de mercancías ajenas, y la producción y venta de sus propias mercancías requieren
tiempo y dependen de una serie de factores fortuitos. Para comprar sin vender, tiene
necesariamente que haber vendido antes sin comprar...77 p. 89.
Se hace necesario el atesoramiento.
c)
...Con la posibilidad de retener la mercancía como valor de cambio o el valor de cambio como
mercancía, se despierta la codicia del oro. Al extenderse la circulación de mercancías, crece el
poder del dinero, forma siempre presta y absolutamente social de la riqueza.78 p. 89
La mercancía como valor de uso satisface una determinada necesidad y constituye un elemento
específico de la riqueza material. En cambio, el valor de la mercancía mide el grado de su fuerza
de atracción sobre todos los elementos de la riqueza material. Mide, por tanto, la riqueza social de
su poseedor. A los ojos del poseedor bárbaramente candoroso de mercancías, el valor es

76
Ibídem, p. 88

77
Ibídem, p. 89
78
Ídem
inseparable de su forma, y por tanto el incremento del oro y de la plata atesorados representa,
para él, un incremento de valor...79
Instinto de acumulación.
"...El instinto de atesoramiento es inmenso por naturaleza. Cualitativamente o en cuanto a su
forma, el dinero no conoce fronteras: es el representante general de la riqueza material, pues
puede trocarse directamente en cualquier mercancía. Pero, al mismo tiempo, toda suma efectiva
de dinero es cuantitativamente limitada, pues sólo posee poder adquisitivo dentro de límites
concretos. Esta contradicción entre la limitación cuantitativa del dinero y su carácter
cualitativamente ilimitado, empuja incesantemente al atesorador al tormento de Sísifo de la
acumulación. Le ocurre como a los conquistadores del mundo, que con cada nuevo país sólo
conquistan una nueva frontera."80 p. 91
Para atesorar es necesario detener el proceso de circulación en una de sus fases;
impedir que el dinero se invierta como medio de compra: el atesorador abraza el evangelio de la
abstención; además, para tener qué atesorar debe producir mercancías por las cuales obtener
dinero a cambio; cuanto más produce, más puede vender.
...La laboriosidad, el ahorro y la avaricia son, por tanto, sus virtudes cardinales y el vender
mucho y comprar poco el compendio de su ciencia económica.81
Se desarrolla también el uso del oro para fines estéticos formándose así reservas de
metal para cuando lo requiera la circulación de mercancías.
Función del atesoramiento en la economía de los metales.
La circulación del dinero crece y disminuye constantemente conforme una serie de
circunstancias; es necesario que la masa de dinero en circulación sea capaz de contracción y
expansión.
...Para que la masa de dinero que realmente circula satisfaga en todo momento el grado de
saturación de la órbita circulatoria, es necesario que la cantidad de oro y plata existente en un
país exceda a la absorbida por la función monetaria. Pues bien, el dinero atesorado es el que
permite que se cumpla esta condición. Los receptáculos en que el dinero se atesora sirven al
mismo tiempo de canales de desagüe y de suministro del dinero en circulación, que, gracias a
ello, no inunda nunca sus canales circulatorios.82
Esta función del dinero permite, en la sociedad capitalista, la acumulación de trabajo
ajeno no retribuido, es decir, de plusvalía absorbida a la clase obrera en esa forma abstracta.
Esa acumulación de la fuerza de trabajo en forma dinero es una condición indispensable del
régimen capitalista de producción.
En resumen:

1) El oro, como mercancía-dinero, con su personalidad aurífera, realiza dos funciones


primordiales:
a) Sirve de medio de circulación.
b) Sirve de materialización absoluta de riqueza.
2) Como medio de circulación es un perpetum mobile que encarna momentáneamente
en el valor sustantivado de una mercancía concreta para convertirse inmediatamente en la
encarnación de valor de otra mercancía individual.
3) Como materialización absoluta de valor el oro se inmoviliza en una de las fases de la
metamorfosis de las mercancías, se convierte de mueble en inmueble; se atesora.
4) En la circulación simple de mercancías brota la necesidad de atesorar el dinero
porque:
a) éste se erige en expresión social de la abundancia o la riqueza;
b) conforme las necesidades crecen y el intercambio aumenta, se hace necesario tener
una reserva de medios de cambio y
c) se despierta la codicia por el oro.

79
Ibídem, p. 90
80
Ibídem, p. 91
81
Ídem
82
Ibídem, p. 92
5) Crece, junto con los tesoros, el instinto del atesoramiento; ambos son presupuestos
de la sociedad capitalista.
6) Manifestación del "espíritu de empresa" que brota directamente del atesoramiento del
dinero:
...La laboriosidad, el ahorro y la avaricia son, por tanto, sus virtudes cardinales, y el vender
mucho y comprar poco, el compendio de su ciencia económica.83
7) Función de los tesoros en la economía de los metales preciosos.
b) Medio de pago.
b) Medio de pago.
Al desarrollarse la circulación de mercancías, se interponen una serie de factores que separan
cronológicamente la venta de una mercancía de la realización de su precio.
Uno de los poseedores de mercancías vende mercancías que ya existen, mientras que el otro
compra como simple representante del dinero o como representante de su dinero futuro.
En consecuencia, "el vendedor se convierte en acreedor y el comprador en deudor.84
Como aquí la metamorfosis de la mercancía, o sea el desarrollo de su forma de valor, se desplaza,
el dinero asume una función distinta. Se convierte en medio de pago.
El carácter de acreedor y deudor brota de la circulación simple de mercancías...85
Las personas que antes eran vendedor y comprador ahora asumen los papeles de acreedor y
deudor.
Pero la antítesis entre estos dos personajes es ahora
...menos apacible y es susceptible de una mayor cristalización.86
Cambio de forma en la circulación simple que trae consigo el empleo del dinero como
medio de pago.
Con el desarrollo del dinero como medio de pago hay un cambio de forma en el proceso
de circulación simple:
a) Ya no comparecen simultáneamente los equivalentes de mercancías y dinero en los
dos polos del proceso de venta.
b) El dinero tiene ahora dos funciones:
a' Como medida de valor
...en la determinación del precio de la mercancía vendida. El precio que a ésta se le asigna
contractualmente mide la obligación del comprador, es decir, la suma de dinero que éste adeuda
en el plazo de tiempo señalado.87
b' Como medio ideal de compra.
...Aunque no existe más que en las promesas de dinero del comprador, hace que la mercancía
cambie de mano. Es al vencer el plazo fijado para el pago cuando el medio de pago entra
realmente en circulación, es decir, cuando pasa de manos del comprador a manos del vendedor.
El medio de pago se lanza a la circulación, pero es después de haber salido de ella la mercancía.
El dinero ya no sigue siendo el agente mediador del proceso de circulación. Ahora lo cierra de un
modo autónomo, como existencia absoluta del valor de cambio o mercancía general.88
...El vendedor convierte su mercancía en dinero para satisfacer con éste una necesidad; el
atesorador, para preservar la mercancía en forma de dinero; el comprador a crédito, para poder
pagar... p. 94
El comprador vuelve a convertir su dinero en mercancía antes de convertir ésta en dinero; es
decir, ejecuta la segunda metamorfosis de la mercancía antes que la primera. Pero la mercancía
del vendedor sólo circula, sólo realiza su precio, en forma de un título jurídico privado que le
permite reclamar el dinero. Se convierte en valor de uso antes de convertirse en dinero. Su
primera metamorfosis sólo se consuma a posteriori.89
Cantidad de dinero que se emplea como medio de pago.

83
Ibídem, p. 91
84
Ibídem, p. 92
85
Ibídem, p. 93
86
Idem
87
Idem
88
Idem
89
Ibídem, p. 94
En un determinado momento habrá una serie de obligaciones líquidas que representan
la suma de precios de las mercancías vendidas. La cantidad de dinero necesaria para realizar
esa suma de precios depende del ritmo circulatorio de los medios de pago. Este se halla, a su
vez, condicionado por la concatenación de las relaciones entre acreedores y deudores y por los
plazos de las deudas.
Sistemas de compensación de créditos.
La concatenación de las relaciones entre acreedores y deudores da lugar a
establecimientos y métodos especiales de compensación.
...Si A tiene un crédito contra B, B otro contra C y C otro contra A, la simple confrontación de
estos créditos basta para cancelarlos como magnitudes positivas y negativas, hasta un cierto
límite, quedando sólo un saldo final. Cuanto mayor sea la concentración de los pagos tanto
menor será, relativamente, el saldo, y por tanto, la masa de los medios de pago en circulación.90
Contradicción del dinero como medio de pago.
...En la medida en que los pagos se compensan unos con otros, el dinero sólo funciona idealmente, como
dinero aritmético o medida de valor. En cambio, cuando hay que hacer pagos efectivos, el dinero ya no
actúa solamente como medio de circulación, como forma mediadora llamada a desaparecer de la
asimilación, sino como la encarnación individual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor
de cambio, como la mercancía absoluta. Esta contradicción estalla en ese momento de las crisis
comerciales y de producción a que se da el nombre de crisis de dinero. Este fenómeno se da solamente allí
donde la cadena progresiva de los pagos cobra pleno desarrollo, desarrollándose también un sistema
artificial de compensación. Tan pronto como este mecanismo sufre una perturbación general, sea la que
fuere, el dinero se trueca brusca y súbitamente de la forma puramente ideal del dinero aritmético en
dinero contante y sonante. Ya no puede ser sustituido por las mercancías profanas...91 p. 95

Suma total de dinero en circulación durante un período determinado.

Si analizamos la suma total de dinero en circulación durante un determinado período de tiempo,


vemos que, suponiendo que los medios de circulación y de pago tengan un ritmo de rotación
dado, es igual a la suma de los precios de las mercancías que hay que realizar más la suma de
los pagos vencidos, menos los pagos que se compensan unos con otros, y finalmente, menos el
número de rotaciones que la misma moneda describe funcionando alternativamente como medio
de circulación y como medio de pago...92

El dinero-crédito son los certificados de deuda representativos de mercancías vendidas


que circulan traspasando los respectivos créditos: el dinero-crédito brota de la función del
dinero como medio de pago.

...De otra parte, al extenderse el sistema de crédito, se extiende la función del dinero como medio
de pago. Este cobra como tal formas propias de existencia allí donde tienen su órbita las grandes
transacciones comerciales, mientras que, las monedas de oro y plata quedan retraídas
generalmente dentro de la órbita del comercio en pequeña escala.
Tan pronto como la producción de mercancías alcanza un cierto nivel y una cierta extensión, la
función del dinero como medio de pago trasciende de la esfera de la circulación de mercancías y
se convierte en la mercancía general de los contratos...93
El desarrollo del dinero como medio de pago exige una cierta acumulación de dinero, al llegar los
términos de vencimiento de las sumas adeudadas. Mientras que, al progresar la sociedad
burguesa, el atesoramiento desaparece como forma independiente de enriquecimiento, se
incrementa, en cambio, bajo la forma de un fondo de reserva de medios de pago.94

90
Ibídem, pp. 93-94

91
Ibídem, p. 95
92
Ibídem, p. 96
93
Ibídem, p. 97
94
Ibídem, p. 99
La función del dinero como medio de pago es la base fundamental del sistema de
crédito, palanca poderosa del régimen capitalista de producción; el sistema de crédito (su
esqueleto, por decirlo así) brota directamente de la circulación simple de mercancías.

c) Dinero Mundial.

El dinero mundial funciona como medio general de pago, como medio general de compra y como
materialización social absoluta de la riqueza en general (universal wealth). Su función de medio
de pago, para nivelar los saldos internacionales, es la predominante. De aquí la consigna de los
mercantilistas: ¡balanza comercial! El oro y la plata funcionan sustancialmente como medio
internacional de compras tan pronto como se interrumpe bruscamente el equilibrio tradicional del
intercambio entre países diferentes. Finalmente, se presentan como materialización social
absoluta de la riqueza allí donde no se trata de compras ni de pagos, sino de trasladar riqueza de
un país a otro, sin que ello pueda hacerse bajo forma de mercancías, bien porque no lo permita la
coyuntura del mercado o porque lo vede el fin que se persigue.95

Reservas.

Todo país necesita contar con un fondo de reserva, tanto para la circulación del mercado mundial
como para su circulación interior. Las funciones del atesoramiento responden, pues, en parte, a
la función del dinero como medio interior de circulación y de pago, y en parte a su función como
dinero mundial...96
Los países de producción burguesa desarrollada limitan los formidables tesoros concentrados en
las arcas de los bancos al mínimo que sus funciones específicas reclaman...97

El método de Marx.

El dinero.
Marx continúa ahora con el estudio de las funciones específicas del dinero.
Lo esencial de las funciones del dinero es que ellas son los medios a través de los cuales
se realizan los procesos de sustantivación, transmigración y acumulación de valor (trabajo
abstracto).

Medida de valores.
En la apariencia el dinero es un objeto útil que en virtud de sus características
materiales se convierte en equivalente general.
En la esencia es encarnación absoluta de valor por lo que actúa por tanto como medida
de valor de las mercancías.
El precio es, en apariencia, la expresión, en las características materiales del objeto útil,
del valor de cambio de las mercancías.
En la esencia, es la expresión, en el objeto que es la encarnación absoluta de valor, del
valor de las mercancías.

Medio de circulación.
Metamorfosis de las mercancías.
En la apariencia, la metamorfosis es un simple intercambio de materia entre los
productores de mercancías a través del dinero, M-D-M, compuesto por dos fases: M-D o venta
y D-M o compra; hay una unidad intrínseca entre estas dos fases porque la compra (D-M) está
condicionada por la previa venta (M-D).

95
Ibídem, pp. 100-101
96
Ibídem, p. 101
97
Ibídem, p. 101-102
En la esencia, la metamorfosis de la mercancía es un proceso a través del cual el valor
(trabajo abstracto) encarna en las mercancías, pasa de la mercancía al dinero (M-D) y revierte
del dinero a la mercancía (D-M) en donde se resuelve en el trabajo concreto y valor de uso.
(Previamente se ha convertido una mercancía en encarnación absoluta de trabajo abstracto, de
valor).
En la apariencia la forma M-D es un sencillo acto mercantil por el cual el poseedor de la
mercancía -sujeto de la división social del trabajo- la vende y obtiene a cambio el equivalente
general.
En la esencia M-D es un acto realizado por productores privados independientes que
para satisfacer sus necesidades deben vender sus mercancías pero tienen que hacerlo
participando en un mercado que se ha formado y crece a sus espaldas, al cual no dominan
sino que los domina a ellos; en consecuencia, para que M-D se realice es necesario:
a) Que la mercancía sea un objeto útil, que el trabajo invertido en ella sea un trabajo
socialmente útil, un eslabón en la cadena de la división social del trabajo, o
b) que cree por su propio impulso una nueva necesidad o que sea una nueva mercancía
para satisfacer una necesidad preexistente.
c) Que no rebase esa mercancía las necesidades del mercado.
d) Que contenga el trabajo socialmente necesario para la producción de ese tipo de
mercancías. Si es mayor, no se venderá o se venderá por debajo de su trabajo individual.
e) Que en la suma total de las mercancías que afluyen al mercado no se contenga
tiempo de trabajo superfluo (aunque cada mercancía contenga el trabajo socialmente
necesario). De lo contrario, las mercancías se venderán por debajo del tiempo socialmente
necesario para producirlas y en consecuencia por debajo de su valor individual.
En la apariencia, D-M es también el simple acto mercantil de compra de un satisfactor
con el dinero obtenido en la venta de la otra mercancía.
En la esencia, es un acto por el cual el valor (trabajo abstracto del productor) emigra del
dinero a la mercancía de donde desaparece al ser consumida. En esencia, es un acto a través
del cual el productor se pone en relación con su esencia natural enajenada.

El curso del dinero.


En la apariencia el curso del dinero es el movimiento de un objeto material en su
función de medio de cambio; la metamorfosis de las mercancías aparece como causada por el
curso del dinero.
En realidad, el curso del dinero es el movimiento de la fuerza de trabajo de los
productores materializada en un objeto provocado por las metamorfosis M-D-M de las
mercancías.
La fórmula M-D-M, "vender para comprar", nos indica que los valores de uso, el
consumo, es la finalidad última de la circulación simple de mercancías.

Materialización absoluta de valor.


Como medio de circulación, el dinero encarna momentáneamente el valor de una
mercancía y es inmediatamente sustituido por otra mercancía. De ahí la posibilidad de que en
esta función sea sustituida por signos sin valor (moneda).
El dinero cumple también con la función de materialización absoluta de riqueza, en
virtud de la cual paraliza su circulación y se atesora en manos de su poseedor.
En la apariencia el atesoramiento es la acumulación de un objeto útil equivalente
general con la finalidad de asegurarse la satisfacción futura de las necesidades mediante el
cambio. En realidad, el atesoramiento es la acumulación de fuerza abstracta de trabajo de los
productores objetivada en la mercancía dinero.
Al final de la sección primera Marx vuelve al punto de partida, es decir, a la mercancía
tal y como ella existe en el régimen de producción capitalista, pero ahora con una riqueza tal
de determinaciones esenciales que le permitirán abordar el estudio de la esencia de los
procesos de producción de mercancías, circulación del capital y movimiento del capital en su
conjunto.
Cuarta Sección

Capítulo VI

Conclusiones sobre la primera sección de "El Capital".

La mercancía es una sustantivación de valor.


En el régimen de producción simple de mercancías la fuerza de trabajo invertida en su
producción se materializa en la mercancía, cobra vida propia y se aleja del productor.
Por otro lado, la renovación de la fuerza de trabajo del productor depende, en primer
lugar, de objetos que vienen del exterior, de otros productores, y en segundo lugar, del
alejamiento de su propia fuerza de trabajo.

Disociación entre el productor y su fuerza de trabajo.


Aquí encontramos una primitiva disociación entre el productor y su fuerza de trabajo;
ésta cobra vida en los productos y se aleja constantemente de aquel mientras que los objetos
necesarios para reconstituirla son obtenidos de fuera, a través del cambio. La fuerza de trabajo
sale de la órbita del productor materializada en un objeto; éste es cambiado por otro que
también es materialización de la fuerza de trabajo de un productor distinto y que servirá para
reconstituir la fuerza de trabajo del primero; no ha habido más que un intercambio de la
fuerza de trabajo de uno por la de otro y una reconstitución de la fuerza de trabajo de uno con
la de otro productor; pero para realizar tal cosa la fuerza de trabajo de ambos ha debido
materializarse en un producto y enajenarse de su propietario pasando a ser propiedad del
otro, y la renovación de su fuerza de trabajo ha tenido que pasar a depender de un producto
ajeno. Lo característico de esta primitiva disociación es que ella está limitada estrictamente por
el hecho de que la enajenación del producto sólo se hace con el propósito de obtener el
producto ajeno para satisfacer las necesidades propias, es decir, que la fuerza de trabajo
enajenada de su productor se agota en el consumo, pasando a formar parte de la fuerza de
trabajo (como reconstituyente) del consumidor.
El carácter y los límites de esta primitiva disociación los comprenderemos mejor si nos
remitimos a las formas colectivas de producción. En ellas la fuerza de trabajo de los individuos
se materializa también en los productos, ya sean éstos medios de producción o medios de
consumo; pero la propiedad de los mismos sigue estando en manos de los productores quienes
la ejercen en forma colectiva y, por tanto, la regeneración de su fuerza de trabajo está bajo su
propio control por medio de la distribución también colectiva del producto. La fuerza de trabajo
no ha tenido que materializarse en el objeto con la finalidad de intercambiarlo por el producto
de otro productor.

El dinero y la sustantivación del valor.


Con la aparición del dinero -producto necesario de la circulación de mercancías- la
fuerza humana de trabajo de los productores puede plasmarse en un objeto material y
mantenerse en ese estado -es decir, como materialización absoluta de valor- indefinidamente;
puede acumularse en esa forma fluida de trabajo abstracto. Se da un paso más en la
disociación entre el productor y su fuerza de trabajo, la cual ahora puede acumularse en ese
estado peculiar, saliéndose, por así decirlo, de la materialidad corpórea de su poseedor y
encarnando en el dinero. En el caso anterior veíamos que la fuerza de trabajo en su forma
abstracta salía del cuerpo de su poseedor y se materializaba en un objeto útil; de ahí, por
medio del cambio, emigraba hacia otro productor, quien la consumía. En la situación que nos
ocupa, la fuerza de trabajo pasa, bajo su forma abstracta, del poseedor al objeto útil, de éste al
dinero y ahí se detiene el proceso sin ser consumida, quedándose en su forma abstracta
general. Se atesora.
La fuerza de trabajo se enajena del productor y se acumula en manos del poseedor del
dinero; su fuerza de trabajo se convierte en propiedad de otro, por lo que pierde el control sobre
ella y lo transmite a quien se la ha apropiado. La fuerza de trabajo del productor se convierte
en un poder ajeno que pende sobre él como una amenaza y se le opone como una fuerza hostil.
El atesoramiento para asegurarse la satisfacción posterior de las necesidades
evoluciona necesariamente hacia la pasión de atesorar por atesorar; poseer oro, es decir,
trabajo humano acumulado bajo su forma abstracta, es expresión de riqueza y poder; con el
progreso de la producción simple de mercancías aumenta la cantidad de dinero, esto es, de
fuerza de trabajo en su forma abstracta, acumulada; el dinero se concentra en tesoros más o
menos grandes en los poros de la sociedad; se despierta en los poseedores de dinero el hambre
de riqueza en su forma abstracta. Se divorcia así la acumulación de dinero de su papel de
medio para satisfacer las necesidades del productor y se convierte en una necesidad en sí
misma.
Los comerciantes surgen como producto necesario de la existencia de una sociedad de
productores independientes y hacen en ella el papel de intermediarios entre éstos. Son el
vehículo principal para la acumulación de grandes tesoros y el motor de su actividad es el
hambre de riqueza abstracta. El incremento del dinero de los comerciantes proviene de la
apropiación de una parte de los productos sobre los que versa el cambio (comprar barato -por
menos de su valor- y vender caro -por su valor completo-). El hambre de riqueza abstracta de
los comerciantes y, por tanto, la acumulación de dinero se mueven, en la fase inferior del
feudalismo, cuyo basamento económico son las unidades auto consuntivas que únicamente
cambian los productos excedentes, dentro de límites muy estrechos; encuentra una barrera
infranqueable en la organización de la producción que se orienta completamente al consumo,
al valor de uso. Los grandes comerciantes de esa época se dedican preferentemente al comercio
exterior; el mercado interno es demasiado pequeño.

La pequeña producción de mercancías.

En la fase superior del feudalismo, una vez que los siervos han conquistado una
división tal de su tiempo de trabajo que les deja una porción del mismo libre para emplearlo en
su propio provecho, se origina una multitud de pequeños productores de mercancías; el
mercado crece rápidamente y las leyes que señalábamos como características de la producción
simple de mercancías y que encontraban un obstáculo insalvable en el carácter auto
consuntivo de la producción, cobran su plena vigencia, reciben un impulso poderosísimo; con
la producción creciente de mercancías se intensifica también el uso del dinero.
Con el empleo generalizado del dinero se van orientando cada vez más las necesidades
de los productores hacia el cambio, de tal suerte que si anteriormente sólo llevaban al mercado
los excedentes de su producción, en esta fase llevan ya todos sus productos y dependen del
mercado para obtener los satisfactores de sus necesidades. Nos encontramos aquí con que la
fuerza humana de trabajo en su forma abstracta se erige en un poder independiente de su
primitivo poseedor; el monopolizador del dinero -el comerciante- obtiene así un poder formal
absoluto sobre el pequeño productor de mercancías; este poder formal es un acicate para que
surja en el comerciante el apetito de riqueza en su forma abstracta y, por tanto, para que actúe
en el sentido de expoliar más productos al productor directo comprando los productos muy por
debajo de su valor y vendiéndolos muy por arriba del mismo. Esta presión del comerciante
sobre el productor directo tiene un triple efecto revolucionario sobre las fuerzas productivas de
la sociedad:
a) Obliga a aumentar la producción -y en consecuencia la capacidad productiva- del
pequeño productor de mercancías para compensar la tendencia avasalladora. Pone en tensión
la fuerza productiva del productor directo al convertir su anterior quietud y estancamiento en
una constante movilidad y avance progresivo. (Esta es la condición material necesaria para que
en esta fase el dinero o fuerza humana de trabajo cristalizada en el dinero adquiera también
una velocidad vertiginosa. Movimiento automático e incesante del dinero.)
b) Al orientar hacia el cambio toda la producción, hace crecer en el productor directo la
necesidad de apropiarse de trabajo abstracto materializado.
c) Da un vuelco a la lucha de los siervos contra los terratenientes pues la transforma de
reformista en revolucionaria: su meta es ahora la abolición de la servidumbre y no sólo la
reducción de las prestaciones.
Se crean más necesidades en los productores. Se amplía el radio de acción de la
producción de mercancías y se pone en contacto a una multitud de productores a través del
dinero; éste actúa corrosivamente al disolver las formas consuntivas y crea un mercado que
crece rápidamente; se amplía y aumenta el movimiento por el cual se acumulan cantidades
cada vez más grandes de fuerza de trabajo en su estado fluido; de la misma manera que la
antítesis interna de la mercancía se desdoblaba en mercancía y dinero y los productores de
mercancías en productores y comerciantes, el hambre de riqueza abstracta lo hace en hambre
de riqueza abstracta y hambre insaciable de fuerza humana de trabajo en su forma abstracta,
siendo esta última el móvil de los comerciantes.
No quiere esto decir que en las formas de explotación en que ésta no se realiza a través
de la producción e intercambio de mercancías no hubiera acumulación de fuerza de trabajo;
toda la riqueza disfrutada por el señor feudal era, de hecho, acumulación de fuerza de trabajo;
pero ésta existía bajo la forma concreta determinada que correspondía a la necesidad del señor;
no se encontraba en su estado de licuefacción como tal fuerza de trabajo; es decir, no se
encontraba bajo la forma dinero.
En esta segunda fase del feudalismo los comerciantes sufren un cambio radical en su
naturaleza; como habíamos dicho, en la primera etapa del feudalismo el comerciante -elemento
que brota necesariamente de la producción y circulación de mercancías- se movía acuciado por
su necesidad imperiosa de trabajo abstracto; pero esta hambre encontraba un límite en la
forma de producción organizada preponderantemente para el autoconsumo; el crecimiento que
tiene el mercado a causa de la proliferación de los pequeños productores de mercancías da un
vuelco radical a esta pasión del comerciante: la convierte en un hambre insaciable de fuerza de
trabajo en su forma abstracta que es alimentada por la constante expansión del mercado, a la
vez que el aura sacra fames insaciable reobra sobre el mercado ampliándolo.
Todos estos elementos revolucionarios que se gestan en la segunda etapa del
feudalismo generan un cambio radical en la forma estática de producción hasta ahí existente;
ponen en tensión todas las fuerzas productivas de la sociedad y las lanzan a un movimiento
constante; liberan todas las pasiones (egoísmo, etcétera, que se concentran todas en la
violencia). La naturaleza de perpetuum mobile (movimiento progresivo automático) que adquiere
la sociedad, es obvia: la proliferación de pequeños productores trae consigo la ampliación del
mercado, el incremento del uso del dinero, la acumulación del mismo y la aparición de un
hambre insaciable de fuerza de trabajo en su forma abstracta; a su vez, todos estos resultados
se convierten en causa del crecimiento de la producción de mercancías, con lo que se inicia de
nuevo el proceso en una escala superior. Con la acumulación creciente del dinero en manos de
los comerciantes aumenta su poder formal sobre los productores directos. La sociedad entera
se convierte en un inmenso laboratorio para producir fuerza de trabajo en su forma abstracta;
potencia la necesidad de dinero: en unos para satisfacer sus necesidades, en otros por el
dinero mismo; éste se convierte definitivamente en la única palanca del desarrollo social. Crece
la cantidad de dinero acumulado. La fuerza humana de los productores se disocia de ellos y se
acumula en el otro polo, bajo la propiedad de los comerciantes, en donde se convierte en medio
de exacción de más fuerza de trabajo en abstracto de los productores materializada en los
productos y, por tanto, en medio de opresión y explotación.
En esta fase se elevan hasta el infinito el espíritu de lucro y el interés individual de los
productores de mercancías, entre quienes se establece un bellum omnia omnes que se traduce
en el despojo de unos por otros que lleva a la concentración de la riqueza (tierra y dinero) en
manos de unos pocos y a la formación de masas crecientes de proletarios.

La burguesía comercial.
Los comerciantes que brotan directamente de los campesinos siervos y de los artesanos
evolucionan hasta convertirse en una burguesía comercial que se apodera del comercio exterior
e interior del país.
Esta burguesía comercial desplaza de sus funciones a los pequeños comerciantes de la
ciudad y del campo y los obliga a recular hacia la producción; a su vez, encabeza la lucha
contra la servidumbre y los gremios que derriba los bastiones del régimen feudal y obliga a la
aristocracia a comercializar sus tierras (renta en dinero) y al capital comercial y usurario
formados durante el régimen feudal a poner en movimiento sus reservas de oro (dinero).
Además, al licenciar a toda la cauda de sirvientes, etcétera que ya no puede mantener, la
aristocracia terrateniente lanza al mercado grandes masas de proletarios. Los pequeños
comerciantes del campo se convierten en arrendatarios y se alían con los terratenientes para
expulsar de las tierras a los campesinos a quienes sustituye por pequeños productores
incondicionales suyos a los que proporcionan créditos, etcétera. Se crean grandes masas de
proletarios. El terrateniente actúa como arrendador del medio principal de producción, la
tierra. Los terratenientes, iniciados ya en ese principio de la sociedad moderna del aura sacra
fames, asumen todas las funciones de los arrendatarios y se convierten en intermediarios de la
burguesía comercial, refaccionadores de los pequeños productores, etcétera y desplazan a
aquellos de este campo y los hacen dar un paso más para fundirse con la producción: los
obligan a convertirse en arrendatarios capitalistas.
El proceso hasta aquí estudiado, que es obra del incremento de la producción y
circulación de mercancías ocasionado por la proliferación de pequeños productores de
mercancías, se rige, en esencia, por la fórmula M-D-M, es decir, por las leyes de la circulación
simple de mercancías; la producción está orientada fundamentalmente hacia la satisfacción de
las necesidades de los productores. Si bien es cierto que crece y se amplía en los productores la
necesidad del dinero, también lo es que ello sucede así gracias al número creciente de
necesidades que debe satisfacer a través del mercado. (El comerciante explota las necesidades
de los productores y crea nuevas necesidades). Dentro de este sistema de producción y
circulación de mercancías ha nacido, sin embargo, una forma de circulación secundaria que,
brotando de aquella (M-D-M) y complementándola, crea las premisas para convertirse en la
forma principal reduciendo a ésta (M-D-M) al carácter de forma secundaria; tal es la fórmula
D-M-D' típica del capital comercial que surge en la segunda etapa del feudalismo; bajo esta
nueva fórmula, que se personifica en el comerciante, el único móvil de la producción y
circulación de mercancías es la producción y acumulación de fuerza humana de trabajo en su
forma abstracta, es el hambre insaciable de trabajo abstracto en su forma material (insaciable
porque es prohijada por el crecimiento constante del mercado, etcétera), el hambre de dinero.
El móvil del comerciante es comprar para vender (comprar barato para vender caro) y se
expresa en la fórmula D-M-D'. (Lo que en el polo del productor directo es apetito de dinero para
satisfacer sus necesidades crecientes, en el polo del comerciante es hambre abstracta de
dinero, aunque para calmarla se sacrifiquen las demás necesidades).
La producción y circulación simple de mercancías, que tiene su base en la proliferación
de una multitud de pequeños productores, crea las premisas de una forma superior de
explotación. La fuerza humana de trabajo de los productores se divorcia de ellos convirtiéndose
en trabajo abstracto materializado en posesión de los comerciantes (no productores) el que a su
turno es empleado como medio para absorber más fuerza de trabajo del productor directo; la
característica esencial de esta forma de explotación es que en ella el trabajo abstracto se lo
apropia el comerciante ya materializado en el producto que es propiedad del productor, quien
lo enajena sólo mediante un acto de cambio; además, el productor sigue unido, como el caracol
a su concha, con sus instrumentos de producción. El hambre insaciable de trabajo abstracto
obliga al comerciante a obtener más dinero del cambio para lo cual, por diversos mecanismos,
tiene que hacer producir más a los productores; esto ocasiona que la producción sufra una
verdadera conmoción que la convierte en una máquina en perpetuo movimiento que produce,
para los comerciantes, trabajo abstracto materializado en dinero y que somete a los
productores a un régimen de tensión continua de su fuerza productiva (vale decir, de su fuerza
de trabajo); el despojo del productor directo, columna vertebral de toda la historia posterior a la
comunidad primitiva, avanza un paso más: el esclavismo y el feudalismo fueron dos etapas en
el despojo de la tierra, medio general de producción; la época que se inaugura -fase superior
del feudalismo e inferior del capitalismo- se caracteriza por el despojo de la fuerza humana de
trabajo del productor directo en su forma abstracta, materializada en los productos de su
propiedad, que enajena y se acumula bajo su forma dinero, es decir, su forma material, en
manos de los comerciantes; esta fuerza de trabajo, acumulada y sustraída al dominio de sus
productores, se erige en un poder absoluto que los oprime y los pone en tensión.

La producción capitalista de mercancías.


Por una serie de procesos que esta misma forma superior de producción simple de
mercancías crea y potencia, una gran masa de la población se ve privada de sus medios e
instrumentos de producción y de vida, se proletariza; por otro lado, los comerciantes se ven
obligados a tomar en sus manos la organización del proceso productivo mismo y el pequeño
productor a emplear a 3 ó 4 trabajadores. Así, el comerciante y el pequeño productor se
convierten en industriales y el proceso de producción simple de mercancías en proceso de
producción capitalista de mercancías.
El dinero, resultado último de todo el proceso esbozado, sirve, en manos del
comerciante y del pequeño productor, para comprar la fuerza de trabajo de los proletarios y los
instrumentos con los que éstos deben producir. Se convierten en capitalistas industriales. El
proceso de despojo llega a su fase culminante: el explotador se apropia ahora de la fuente
misma del trabajo abstracto, de la fuerza de trabajo en su estado vivo aún no materializada en
productos. Esta fuerza de trabajo es puesta a funcionar bajo la dirección del capitalista para
crear trabajo abstracto en la forma de mercancías que luego cambia por dinero. Es obvio que
bajo esta nueva forma de explotación la fórmula D-M-D' cobra su existencia más perfecta.
El hambre insaciable de trabajo abstracto se traduce en una constante acumulación de
fuerza de trabajo en forma de dinero; ésta se transforma en medios de producción y de vida
que funcionan luego como medios de obtener fuerza de trabajo y, por tanto, trabajo abstracto,
o sea, valor. Esta nueva forma lleva necesariamente al completo despojo de los productores
directos al convertir todos los elementos materiales y espirituales de producción -y en general
toda la riqueza social- en capital, es decir, en valores que son empleados para crear más valor:
o dicho de otro modo, trabajo abstracto materializado -ya sea en dinero o en mercancías- que
sirve para extraer a la fuerza de trabajo de los productores la mayor cantidad posible de trabajo
abstracto, de valor.
Las consecuencias fundamentales del establecimiento de esta forma de explotación -
además de las ya enunciadas- son las siguientes:
a) La explotación de los productores directos se realiza, en lo fundamental, a través de
esa forma de explotación superior, es decir, por medio de la producción y circulación de
mercancías.
b) La socialización de la producción encuentra un vehículo adecuado -después de la
fragmentación extrema en una multitud de pequeños productores de mercancías- pues la
acumulación de grandes cantidades de trabajo abstracto lleva implícita la posibilidad de la
concentración de medios e instrumentos de producción, etcétera.
c) Se crea el instrumento para realizar el despojo definitivo de los productores directos.
De lo expuesto se deduce que para Marx la esencia de la teoría del valor no está
constituida por los lugares comunes tan manoseados por todos los revisionistas, esto es, por
las tesis de que el cambio de las mercancías se rige por su valor, de que éste se determina por
el tiempo de trabajo necesario empleado en su producción, de que el trabajo que forma la
sustancia del valor se materializa en las mercancías, etcétera. Siendo ellas parte integrante de
esta doctrina no son, sin embargo, la esencia de la misma.
Conforme a la teoría marxista del valor forjada por Marx en la primera sección de El
Capital, en esencia, la producción y circulación de mercancías, que tienen su fundamento en la
existencia de productores privados independientes, son al mismo tiempo una sustantivación,
transmigración y acumulación de valor (fuerza abstracta de trabajo) en un objeto material.
Esta determinación esencial del valor es el punto de partida para el trabajo posterior de
Marx, en el primer tomo de El Capital, que lo lleva a la identificación de la esencia negativa del
régimen capitalista; aunadas estas tesis a las que Marx ha definido en otras de sus obras
económico-filosóficas, tenemos ya una caracterización completa de lo que es la esencia
negativa del régimen de producción capitalista.

La producción capitalista y la anulación de la naturaleza humana de los


productores directos.
La producción de mercancías es característica esencial de los regímenes en los que
existe la propiedad privada, y el desenvolvimiento histórico de esta última constituye el proceso
de anulación de la esencia natural humana.
La deshumanización del hombre se produce a través del proceso de sustantivación,
transmigración y acumulación de trabajo humano abstracto.
La producción de mercancías alcanza su forma superior en el régimen de producción
capitalista; en él el valor se convierte en el sujeto de un proceso en el cual, bajo el cambio
constante de las formas de mercancía y dinero, se valoriza a sí mismo; se transforma en una
sustancia progresiva con movimiento propio; el motor interno de este movimiento es la
valorización constante del valor, tendencia que toma cuerpo en el hambre insaciable de
ganancia de los capitalistas.
El valor como sustancia progresiva con movimientos propios regidos por la necesidad de
valorización incesante es la base fundamental del régimen de producción capitalista y
determina completamente su naturaleza; dicha sustancia somete a su dominio a la totalidad
del aparato productivo y de los productores (obreros) y crece ineluctablemente a costa de la
expoliación de los trabajadores.
El régimen de producción capitalista es la última fase de existencia de la propiedad
privada y, por tanto, aquella en la que llega a su expresión más radical la exterminación en el
proletariado de la naturaleza esencial del hombre.
En el régimen de producción capitalista el valor materializado en el capital es fuerza
abstracta de los trabajadores que se ha obtenido a través de un proceso de anulación profunda
y creciente de los elementos constitutivos de su esencia natural; a su vez esta acumulación de
trabajo abstracto sólo existe como medio para extraer a los obreros mayores cantidades de
trabajo abstracto a través de una intensificación del proceso señalado. Por otro lado, el capital,
fuerza abstracta de trabajo extraída a los obreros y que se acumula en el polo opuesto, no es
sino los mismos elementos de la esencia natural humana por ahora ajenos a los trabajadores y
causantes directos de su deshumanización.
Quinta Sección

Capítulo VII

El revisionismo y la teoría marxista del valor.

La base de sustentación del revisionismo moderno lo era el régimen del "socialismo real"
que hasta 1989 existió en Europa Oriental. A la caída estrepitosa de este sistema siguió
irremediablemente la de su complemento ideológico, la caricatura del marxismo-leninismo que
se hacía pasar como la forma perfeccionada de esa doctrina.
El revisionismo tenía también un sólido punto de apoyo en el sector II de la burguesía
internacional, es decir, en la parte de la clase dominante a la que se ha denominado
tradicionalmente "burguesía liberal", "burguesía nacional", "burguesía nacionalista", "burguesía
no monopolista", etcétera, pues como una forma disfrazada que aquel era de la ideología
burguesa incluía entre sus reivindicaciones fundamentales las que esta fracción de la clase de
los capitalistas presenta al sector I de la misma, es decir, a la aristocracia burguesa, a la
plutocracia.
El derrumbe del "socialismo real" fue precedido y seguido por un crecimiento
desmesurado del sector I del capitalismo internacional que hizo salir de la liza al sector II;
privado de este otro sostén, el revisionismo se fue definitivamente a pique.
Los dos sectores de la burguesía internacional forman una unidad cuyos polos se
niegan y se producen recíprocamente. A esta fase de predominio absoluto del sector I ha de
seguir, por necesidad, un resurgimiento del sector II que volverá así con renovados bríos al
campo de batalla. En la parte álgida de la lucha, este segmento de la clase burguesa, que a
esas alturas habrá incorporado a sus filas a la intelectualidad pequeño burguesa, por
mediación de ella ha de tornar los ojos hacia la vieja y por ahora denostada forma del
"socialismo real" y al revisionismo que es su complemento obligado.
El revisionismo fue declarado muerto cuando gozaba del reconocimiento general como
la forma perfecta de la teoría del marxismo-leninismo (es por eso que la burguesía
internacional ingenuamente creyó que lo que había dejado de existir era la doctrina clásica de
Marx y Engels); al volver a la palestra el sector II de la burguesía internacional, la
intelectualidad pequeño burguesa radical intentará hacer resurgir la teoría revolucionaria,
pero lo que en realidad logrará es resucitar el nefasto revisionismo pues éste tomó
paladinamente el lugar de aquella.
Ya sea a través de la intelectualidad pequeño burguesa que es la representante
ideológica de la pequeña burguesía, o de la intelectualidad pequeño burguesa radical que,
aunque sólo de una manera intuitiva, se identifica con el proletariado, el revisionismo
resucitaría forzosamente en el caso, por otra parte inevitable, de que el sector II del capitalismo
internacional se lanzase abiertamente a la lucha contra el sector I.
La realización de la próxima revolución socialista internacional sólo será posible si su
camino es iluminado por la teoría del marxismo-leninismo; esto requiere necesariamente una
enorme labor teórica previa que en su primera fase tiene como propósito fundamental rescatar
la teoría revolucionaria de las garras de un revisionismo que aparentemente ha muerto pero
que en realidad sólo se encuentra en un estado de animación suspendida.
La crítica del revisionismo, que puede y debe empezar desde ahora, es la tarea
inmediata de los revolucionarios, quienes así estarán preparando el terreno para lograr
posteriormente la derrota de esta variedad de la ideología burguesa y la reivindicación plena de
la teoría revolucionaria que, enriquecida creadoramente, presidirá la reinstauración del
socialismo en la sociedad humana.
En lo que sigue esbozamos una crítica de las posiciones del revisionismo en lo que
respecta a la teoría marxista del valor.
El revisionismo de todo tipo no puede ni quiere aprehender la esencia de la teoría
marxista del valor.
Las causas de este hecho son las siguientes:
1) Por naturaleza, el revisionismo, abierta o embozadamente toma como su base
ideológica a una forma determinada de la ideología burguesa.
2) Esta forma de la ideología burguesa es aquella que considera cierto modo de
existencia del capitalismo, o el desarrollo de determinado sector capitalista, como ligados
necesariamente con el mejoramiento de las condiciones de vida del proletariado.
3) El revisionismo hace suya esta tesis y la traduce a su lenguaje diciendo que el
desenvolvimiento de un sector o modalidad del capitalismo, además de ser benéfico para el
proletariado, es una realización parcial del socialismo o un paso necesario hacia el
establecimiento de ese régimen social. La forma en que el revisionismo presenta sus teorías no
importa, se trata de poner de relieve la esencia de las mismas.
4) Esta teoría revisionista se encuentra en flagrante contradicción con la esencia de la
teoría marxista porque, conforme a ésta, el valor personificado en el capital somete a sus
exigencias a todos los elementos materiales y personales de la producción y los obliga
ineluctablemente a funcionar -con independencia del sector al que pertenecen o de la forma
que adoptan- los unos como capital y empresarios que sólo existen a condición de someter a
los proletarios a la explotación del trabajo asalariado que se traduce en su depauperación física
y mental geométricamente creciente, y los otros como trabajadores que proporcionan trabajo
vivo para la conservación e incremento del capital.
5) El antecedente de esta parte de la teoría marxista es la teoría del valor, cuya
comprensión permite la de la esencia de la explotación capitalista. El revisionismo no puede
penetrar a la esencia de la teoría marxista del valor puesto que su filiación ideológica -una
forma determinada de la ideología burguesa- lo lleva necesariamente a adoptar la formulación
burguesa de la teoría del valor. Es decir, no parte de la teoría marxista del valor para llegar
después a descifrar la esencia del régimen capitalista, sino que, por el contrario, arranca de un
prejuicio teórico -su ideología burguesa- y luego de ahí va a la teoría del valor para encontrar
elementos justificativos de sus ideas.
6) La teoría del valor fue enunciada primeramente por los economistas clásicos; se
trataba de la formulación de la teoría burguesa del valor, la cual, habiendo llegado hasta la
esencia positiva del fenómeno, lo había hecho de una manera contradictoria, incompleta y
oscura y siempre tomándola en su carácter de fundamento positivo del régimen capitalista, sin
salir de los límites de éste.
7) Los economistas clásicos se remontaron sobre las antiguas concepciones de la
economía, que apenas sí rozaban la superficie del fenómeno (la propiedad privada considerada
como una cosa, el valor de cambio como siendo determinado por la utilidad de los objetos, por
su valor de uso, etcétera) y se internaron en él hasta conquistar el conocimiento de la esencia
positiva (con las limitaciones ya señaladas), pero sin trascender hacia la esencia negativa. Esto
fue así, evidentemente, porque sus investigaciones estaban contenidas dentro de los límites
estrechos que les fijaba su ideología de origen (ideología burguesa); el fin último de la economía
clásica era encontrar las leyes del régimen de producción capitalista sólo en la medida en que
dicho conocimiento podía servir para conservarlo y desarrollarlo. Era necesario, por tanto,
conocer los elementos superficiales del funcionamiento del capitalismo y en una medida
reducida y oscura los de su esencia positiva; por esta vía se llega al descubrimiento de las leyes
y principios que rigen los aspectos exteriores y de la esencia positiva de esta formación
económica en función de su supervivencia y progreso, entre otros la teoría burguesa del valor
trabajo cuyos puntos nodales son los siguientes:
El cambio de las mercancías se rige por su valor.
El valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo empleado en su
producción.
El valor de cambio de las mercancías obedece a su precio medio, natural o necesario.
8) La teoría marxista del valor tiene su punto de partida en las aproximaciones y
formulaciones de los clásicos; las tesis de éstos son tomadas por Marx, organizadas y
sistematizadas como el prerrequisito para el desentrañamiento de la esencia negativa del valor;
las mismas tesis de los clásicos adquieren en Marx una claridad, una congruencia y una
profundidad que en aquellos no tuvieron.
9) Con estos elementos, Marx da un paso decisivo y pone al desnudo la esencia negativa
del valor.
10) El revisionismo, que requiere, por un lado una base en la teoría burguesa para
fundamentar todas sus concepciones económicas puesto que éstas son burguesas en el fondo,
y por otro mantener la apariencia de que esa base es la teoría marxista del valor, toma de ésta
la parte en que Marx organiza y sistematiza las tesis de los clásicos y la hace pasar por su
esencia; de esta manera, el revisionismo adquiere una sólida base en la teoría burguesa del
valor por mediación de la propia doctrina de Marx.
11) El revisionismo desecha el núcleo revolucionario de la teoría marxista del valor y
toma de ésta únicamente lo que es el punto de enlace con la economía clásica.
12) El revisionismo rebaja, castra y envilece el contenido revolucionario de la teoría del
valor; hace del marxismo una caricatura que queda incluso por debajo de la economía vulgar;
se enfrasca en esas largas y tediosas disputas -de las cuales son protagonistas principales los
profesores universitarios- acerca de la exactitud o inexactitud matemática de la igualdad de
precios y valores, del insondable misterio de la conversión de los valores en precios de
producción, de la vigencia o no de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, etcétera; su
enemigo a vencer no es, desde luego, la ideología burguesa como un todo, sino sólo aquella
parte de la misma que corresponde a la fracción de clase contradictora suya, a la gran
burguesía (oligarquía, etcétera); su enemigo a vencer es el marginalismo.
13) El revisionismo, por fin, cansado de rumiar la vulgarización de Marx que él mismo
se ha fabricado, trata de exhumar a los clásicos -la fuente secreta de su sabiduría- para
encontrar ahí lo que Marx debería haber dicho en tal o cual punto. Esta exhumación es el
reconocimiento de que lo que ellos llaman teoría marxista del valor no es sino una forma
transfigurada de la economía clásica.
Apéndice 1

La teoría del valor y el proceso de la formación de


la cuota general de ganancia.

En el texto de este trabajo se llegó a la conclusión de que Marx estudia en la sección 1a.
del 1er. tomo de El Capital la mercancía tal y como ella existe en el régimen de producción
capitalista, es decir, como el producto del proceso de producción capitalista, de la circulación
del capital y de su movimiento general; el resultado del análisis de Marx es el esclarecimiento
de la naturaleza esencial de dicha mercancía. Con base en las determinaciones esenciales así
puestas de relieve, Marx emprende la tarea de esclarecer la esencia del proceso de producción
de esa mercancía, de su conversión en capital y de la circulación y movimiento general de éste.
Es en el tomo III en donde Marx efectúa el estudio del movimiento que el capital en su
conjunto realiza a través de la competencia entre los capitales individuales, es decir, del
proceso de la formación de la cuota media de ganancia.
Hasta aquí Marx ha empleado el concepto de valor determinado en la primera sección
del primer tomo, esto es, el que se cifra en el tiempo de trabajo socialmente necesario para la
producción de las mercancías; a lo largo del tomo I y del II ha dado por supuesto el proceso a
través del cual se llega al establecimiento de ese valor. Es ahora, en la parte final de su obra,
en el tomo III, cuando Marx se propone analizar ese proceso. Para ello tiene que considerar el
movimiento global de los capitales individuales, es decir, la competencia entre ellos, y el modo
como de los valores individuales de las mercancías se forma el valor social, regido por el tiempo
de trabajo socialmente necesario.
A continuación hacemos un resumen de los capítulos del mencionado tomo en donde se
trata el tema que comentamos.
El móvil último de los capitalistas individuales y del régimen capitalista como un todo es el
incremento constante de la ganancia (plus trabajo obrero).
De acuerdo con esta exigencia imperiosa del régimen económico, el capital como
sustancia con vida propia se desplaza entre las distintas industrias, ramas industriales y
sectores económicos en busca de la tasa más alta de ganancia.
En este movimiento actúa sobre las contradicciones que hemos estudiado y potencia en
una forma descomunal las desproporciones y disyunciones entre sus polos, con lo que da lugar
a que éstas alcancen una magnitud monstruosa, y luego, a que la unidad y continuidad se
restituyan mediante una violenta tempestad económica.
La ley del valor y la cuota de ganancia.
El precio de costo y la ganancia
El valor de toda mercancía producida con métodos capitalistas es M=c+v+p (= capital
constante + capital variable + plusvalía).
El valor c + v es el equivalente del capital desembolsado. Este valor está destinado por el
capitalista a hacer revertir el capital a sus elementos materiales para reiniciar el ciclo. Este
valor es lo que al capitalista cuesta producir la mercancía, es el precio de costo de la misma.
El precio de costo no es, sin embargo, el costo total de la mercancía, pues éste engloba
todo el trabajo invertido en la producción, es decir, incluye también el trabajo no retribuido, la
plusvalía (p).
Llamando pc al precio de costo, tenemos que la fórmula original del valor de la
mercancía se transforma en la siguiente: M = pc + p, o sea, = al precio de costo más la
plusvalía, al que se denomina precio de producción.
Esta fórmula expresa el carácter específico de la producción capitalista. El costo
capitalista de la mercancía se mide por la inversión de capital; su costo real por la inversión de
trabajo. El precio de costo es, necesariamente, siempre inferior al valor real de la mercancía.
El capitalista invierte su capital, con el propósito de valorizarlo, en dos tipos de
mercancías específicas: medios de producción (capital constante) y fuerza de trabajo viva
(capital variable), c + v. En el proceso productivo que se ejecuta bajo su dominio, el trabajo vivo
actúa sobre los medios e instrumentos de producción con el fin de producir mercancías; por
medio de su actividad conserva el valor de los medios e instrumentos de producción (c),
reproduce el suyo propio (v) y crea un valor excedente (p), los cuales se materializan en las
mercancías producidas. La fuerza de trabajo es la que conserva y reproduce valores
preexistentes y crea un nuevo valor que sobrepasa al que fue originariamente desembolsado.
La plusvalía es aquí un valor producido directamente por el capital variable.
Pero para el capitalista esto aparece como si el remanente de valor fuera un incremento
de todo el capital desembolsado (c + v), porque no hace ninguna diferencia funcional entre los
elementos del mismo y considera entonces que la plusvalía brota tanto del capital variable
como del capital constante.
Para el capitalista la plusvalía brota simultáneamente de todas las partes que forman el
capital invertido. Así considerada, como vástago del capital total desembolsado, la plusvalía
reviste la forma transfigurada de la ganancia.
La fórmula M = pc + p, que se derivaba de M = c + v + p, se transforma en M = pc + g, o
sea, = a precio de costo más la ganancia.
La ganancia es la misma plusvalía pero bajo la forma mistificada que corresponde
necesariamente al régimen de producción capitalista.
El valor de la mercancía es, entonces, = pc + g. El capitalista puede vender la
mercancía por su valor o por debajo de él sin llegar al límite que le traza el precio de costo,
obteniendo siempre una ganancia, que es igual a la plusvalía si la mercancía se vende por su
valor y proporcionalmente menor conforme menor sea el precio de venta.
Hay una gran cantidad de precios de venta intermedios entre el valor de la mercancía y
el precio de costo.
Esa serie de posibles precios de venta, que es más grande conforme más grande es la
masa de plusvalía, da las bases para un conjunto de fenómenos cotidianos de la concurrencia
como la venta a bajo precio, y para el desarrollo de la ley fundamental de la concurrencia
capitalista: la ley que rige la cuota general de ganancia y los precios de producción.
Para el capitalista, el valor intrínseco de las mercancías es su precio de costo. Es así,
entre otras razones, porque el capitalista necesita recobrar cuando menos el valor de su capital
desembolsado para que éste pueda seguir existiendo.
Por eso, para él, puesto que la plusvalía no se encuentra contenida en el capital
desembolsado y éste sólo transmite su propio valor al producto, entonces el valor del producto
no contiene tampoco la ganancia, sino que es igual al valor del capital desembolsado, es decir,
al precio de costo.
En consecuencia, el capitalista considera que la ganancia es un remanente del precio de
venta sobre el valor de la mercancía y no, como es en realidad, un remanente de su valor sobre
su precio de costo.
El capitalista considera entonces que la plusvalía brota directamente de la venta y no,
como es en efecto, que sólo se realiza en ella.
De aquí se derivan las absurdas tesis de la economía clásica y que aún hoy sirven de
base a las diversas corrientes de la economía burguesa:
-el precio de costo de la mercancía constituye su valor real y la ganancia proviene de la
venta de las mercancías por más de lo que vale; de que, por tanto, las mercancías se venden
por su valor cuando su precio de venta es igual a su precio de costo, es decir, al precio de los
medios de producción consumidos en ellas más el salario y
-la ganancia brota de ciertas virtudes mágicas y misteriosas del capital.
La cuota de ganancia
La plusvalía es un remanente de la suma total de trabajo contenida en la mercancía
después de cubrir la suma de trabajo retribuido que en ella se encierra (precio de costo)
Este remanente guarda con el capital total una relación que se expresa por el quebrado
p/C, en la cual p es la plusvalía y C el capital total.
La cuota de plusvalía medida por el capital variable se llama cuota de plusvalía; la cuota
de plusvalía medida por el capital total desembolsado se llama cuota de ganancia. En ambos
casos se trata de una misma magnitud, pero medida en relaciones distintas.
La plusvalía y la cuota de plusvalía son lo esencial e invisible, lo que se trata de
descubrir; la cuota de ganancia, por el contrario, se manifiesta, como forma de la plusvalía, en
la superficie de los fenómenos.
La relación del capital se mixtifica al presentar a todas sus parte por igual como fuente
de valor remanente (ganancia)
En la conversión de la plusvalía en ganancia a través de la cuota de ganancia se
consuma la inversión entre objeto y sujeto, característica de la producción capitalista. Aparece
entonces como si el capital fuera la fuente del valor y no, como es en realidad, la fuerza de
trabajo.
Relaciones entre la cuota de ganancia y la cuota de plusvalía.
Se parte del supuesto de que la suma de la ganancia que corresponde a un capital dado
es igual a la suma total de la plusvalía por él producida en un determinado período de
circulación.
La cuota de plusvalía es p’=p/v, y la cuota de ganancia, g’= p/c+v, en donde c
comprende el valor de todo el capital constante fijo empleado en la producción (maquinaria,
equipo, edificios, instalaciones, etcétera) en un período determinado y el capital constante
circulante. Este concepto es distinto del que considerábamos en la fórmula c+v+p (valor del
producto), pues aquí c se refiere a la parte del capital constante fijo que se transmite al
producto y al capital constante circulante que se emplea en la producción.
Dada la cuota de plusvalía p’=p/v, entonces la masa de plusvalía p=(p/v)v = p’v = cuota
de plusvalía por capital variable.
Si la cuota de ganancia g’= p/c+v, entonces la masa de plusvalía p = p/c+v(c+v) = g’(c+v)
= cuota de ganancia por capital total.
Si en la fórmula de la cuota de ganancia g’ = p/c+v sustituimos p por su equivalente p’v,
tenemos g’ = p’v/c+v, y haciendo c+v = C, entonces g’ = p’(v/C), lo que nos da la fórmula
fundamental que liga a las cuotas de plusvalía y de ganancia: g’ = p’(v/C).
Si dividimos ambos términos entre p’, tendremos: g’/p’ = v/C, o, expresado de otro
modo, g’ : p = v : C, es decir, la cuota de ganancia es a la de la plusvalía como el capital
variable al capital total.
La fórmula básica para el análisis de las relaciones entre la cuota de plusvalía y
ganancia es g’ = p’(v/C), en donde C = c+v.
Plusvalía y ganancia, cuota de plusvalía y cuota de ganancia, son también los polos de
una contradicción. Como tales, sus relaciones se rigen plenamente por las leyes generales y
particulares que hemos destacado en la parte correspondiente de este trabajo. La contradicción
se establece por el hecho de que aunque es un mismo objeto, la masa de trabajo excedente que
el capitalista extrae a los obreros tiene, sin embargo, una doble naturaleza: es, por un lado,
plusvalía, el resultado del proceso capitalista de producción, pero al mismo tiempo, por el otro,
es ganancia, que sólo puede acreditarse en el proceso de circulación.
El desenvolvimiento de esta contradicción es lo que pasamos a analizar en seguida.

La tasa de ganancia.
La ganancia es el incremento, en un período de tiempo determinado, del capital
desembolsado en el proceso de producción capitalista; la tasa de ganancia es la relación
porcentual existente entre el incremento del capital y el capital originariamente desembolsado.
En el régimen capitalista existe una tasa general de ganancia que rige para todas las
ramas industriales.
Con base en una ganancia media preexistente, el capitalista individual, que se mueve
por el hambre insaciable de ganancia, busca tener una ganancia extraordinaria ya sea
reduciendo el salario de sus obreros, alargando la jornada o incrementando la productividad.
Cuando la tasa de ganancia de unas ramas sube a un nivel muy superior al de la media
(por una demanda inusitadamente alta) los capitales fluyen hacia ellas y hacen que se
incremente la producción de esa mercancía, baje su precio y se reduzca la tasa de ganancia,
con lo que vuelve al punto de donde partió. Cuando la tasa de ganancia baja a un nivel inferior
al de la media (por un exceso de oferta de la mercancía o una reducción de la demanda) los
capitales se retiran de ellas con lo cual se reduce la producción y se eleva así la tasa de
ganancia acercándose al nivel medio.
La tasa media de ganancia existe como el centro en torno al cual giran las tasas de
ganancia de las distintas ramas industriales. Se impone como el resultado del constante
movimiento de compensación entre ambos extremos (tasas altas y tasas bajas de ganancia) y
existe realmente como tal cuando coincide con la tasa de ganancia de los capitales que tienen
las condiciones medias.
Los movimientos en las tasas de ganancia que giran en torno a la tasa media de
ganancia permiten la realización del movimiento global del capital: producción de la cantidad
socialmente necesaria de una mercancía a través de los movimientos de la oferta y la demanda.

Este movimiento constante de emigración e inmigración de capitales, en una palabra, esta distribución del
capital entre las diversas esferas de la producción atendiendo al alza o a la baja de la cuota de ganancia,
determina una relación entre la oferta y la demanda, de tal naturaleza, que la ganancia media es la misma en
las diversas esferas de la producción, con lo cual los valores se convierten en precios de producción. El capital
logra imponer en mayor o menor medida esta nivelación, tanto más, cuanto más desarrollado se halle el
capitalismo en una sociedad nacional dada, es decir, cuanto más se adapten al régimen de producción
capitalista las realidades del país de que se trate. A medida que progresa la producción capitalista, se
desarrollan también sus condiciones y va sometiendo el conjunto de las premisas sociales dentro de las
cuales se desenvuelve el proceso de producción a su carácter específico y a sus leyes inmanentes. Marx,
Carlos, El Capital, tomo III, edición citada.

El movimiento del capital entre diversas esferas de producción atendiendo al alza o baja
de la cuota de ganancia determina una relación tal entre la oferta y la demanda que la
ganancia media es la misma en las diversas esferas de la producción, con lo cual los valores
(individuales) se convierten en precios de producción.

Valores, valores comerciales, precios comerciales y precios de producción.


La oferta y la demanda presuponen la transformación del valor en valor comercial (del
valor individual en valor social medio). Esto sucede en cualquier tipo de sociedad en donde se
producen mercancías. En el capitalismo, además, se trata de determinadas divergencias
cuantitativas de los precios comerciales con respecto a los valores comerciales y a los precios
de producción.
La cuota de ganancia del capital se realiza a través de los precios comerciales de las
mercancías.
Los precios comerciales son aquellos a los cuales se venden las mercancías en un
momento determinado.
Estos precios comerciales pueden ser iguales, más altos o más bajos que los precios de
producción.
El precio de producción es lo mismo que Adam Smith llamaba natural price, Ricardo
price of production y los fisiócratas prix necessarie.
El precio de producción es igual al precio de costo más la ganancia, pc + G, de las
mercancías que se producen en las condiciones medias; el precio de costo es la suma del
capital constante más el capital variable (c + v) materializado en las mercancías producidas por
los capitales con composición orgánica media; la ganancia está determinada por la cuota de
ganancia, p/(c + v), de los capitales en condiciones medias.
Este precio de producción es el que a la larga condiciona la oferta, la reproducción de la
mercancía de toda esfera especial de producción.
La divergencia entre los precios comerciales y los precios de producción expresan los
cambios en la oferta y la demanda de una mercancía y son el vehículo para la nivelación de la
cuota de ganancia. Los precios de producción son los centros en torno a los cuales fluctúan los
precios comerciales de acuerdo con las oscilaciones de la oferta y la demanda.
Los precios de producción están determinados por los valores comerciales de las
mercancías.
Los valores comerciales de las mercancías están determinados a su vez por el tiempo de
trabajo socialmente necesario para la producción.
(NB.- Los valores comerciales son exactamente lo mismo que los valores determinados
por Marx en la sección primera del tomo I de El Capital).

Los valores comerciales y el tiempo socialmente necesario.


El tiempo de trabajo socialmente necesario es aquel que se materializa en las
mercancías producidas en las condiciones medias cuando ellas constituyen la gran masa del
producto de la rama. Se deben dar condiciones excepcionales para que las mercancías
producidas en las condiciones peores o mejores regulen el valor comercial.
La rama de producción en la que rige un valor comercial dado está formada por un
grupo de empresas que producen la mayor parte de las mercancías de la misma bajo
condiciones medias, otro grupo que produce una parte menor bajo condiciones inferiores (con
un costo de producción más alto que la media) y otro que produce también marginalmente en
condiciones superiores (con un costo de producción más bajo que la media). Las empresas que
producen en condiciones peores, puesto que tienen que vender al precio de producción
determinado por el valor comercial y éste es menor que su valor individual, pierden una parte
de la plusvalía por ellas producida; por el contrario, los que producen en condiciones mejores,
si venden al precio de producción obtienen una mayor cantidad de plusvalía que la que han
producido.
El volumen de mercancías que se produce al precio comercial que coincide con el precio
de producción y por tanto con el valor comercial es la cantidad de esa mercancía socialmente
necesaria; es decir, el volumen de mercancías que contiene el tiempo de trabajo global que la
sociedad está dispuesta a destinar a esa mercancía específica. Cuando la demanda de una
mercancía aumenta, su precio comercial sube, la cuota de ganancia se eleva y los capitales
fluyen hacia esa rama de producción; la cantidad producida se incrementa hasta el punto en
que satisface la demanda excedente. La rama produce ahora la nueva cantidad de mercancías
socialmente necesaria. Una vez cubierta la demanda excedente, los precios comerciales bajan
hasta coincidir con el precio de producción y a través de él con el valor comercial y la cuota de
ganancia desciende al nivel medio; en todo este movimiento el precio de producción y el valor
comercial han permanecido inalterables.
Exactamente el proceso contrario se produce en el caso de un descenso de la demanda.
Al final, la cantidad socialmente necesaria de una determinada mercancía ha descendido a un
nuevo nivel.
En el primer caso el precio comercial se ha movido hacia el valor individual más alto
atrayendo a esa rama capitales que de otra manera, dados sus altos costos de producción (baja
composición orgánica), no habían tenido oportunidad de concurrir; igualmente, ese precio
comercial alto habrá alentado a la ampliación de la planta existente.
En el segundo caso es el valor individual más bajo el que rige el precio de producción
obligando a los capitales de altos costos a emigrar a otras ramas de la producción.
Un incremento en la oferta tendrá el mismo efecto que una disminución de la demanda
y una disminución en la oferta el efecto contrario.
En todos estos movimientos permanecen invariables: una tasa media de ganancia, un
precio de producción y un valor comercial determinados. Esto quiere decir que tales tasas y
valores son los centros en torno a los cuales giran los precios comerciales y los precios de
producción y valores individuales de las mercancías.

Proceso de formación de la tasa media de ganancia y de los valores comerciales.


De lo que se trata ahora es de saber qué son y cómo se forman esa tasa media y los
valores comerciales de las mercancías.
Una parte de las esferas de la producción, en la que se concentra el mayor volumen del
capital social, está formada por capitales que tienen las características medias; o, también, que
en sus movimientos contradictorios compensan sus extremos para formar las características
medias.
Los capitales que integran tales esferas de la producción tienen la composición orgánica
media y las tasas de plusvalía y de ganancia medias.
Otras esferas de producción, que concentran un volumen menor del capital social,
están formadas por capitales que tienen características inferiores a la media. Otras más, por
capitales que presentan características superiores a la media.
Esta estructura del capital global de la sociedad es el resultado y la condición de su
movimiento general.
Si partimos de una situación como la que hemos descrito, a la que corresponde una
tasa media de ganancia y un precio de producción y un valor comercial de las mercancías
determinados, el hambre insaciable de ganancia, que es el motor de la actividad de los
capitalistas individuales, llevará necesariamente a la generalización de las condiciones hasta
ahora superiores a la media convirtiéndolas en condiciones medias; esto empujará a una parte
de los capitalistas a introducir métodos, maquinaria, tecnología, etcétera, más modernos,
estableciendo un nuevo nivel superior a la nueva media al tiempo que las antiguas condiciones
medias pasan a ser las condiciones inferiores. Se reproduce la anterior estructura pero ahora
con un nuevo valor comercial de las mercancías determinado por el actual tiempo de trabajo
socialmente necesario para su producción que es inferior al del punto de partida.
Esta premisa y resultado de la producción capitalista se establece a través de la
formación de una cuota media de ganancia.
Partimos de los supuestos siguientes:
a) Igual cuota de plusvalía en todas las ramas industriales.
b) Igual duración de la jornada y el mismo grado de explotación de la fuerza de trabajo
en las distintas ramas industriales.
Estos supuestos reflejan en gran medida la realidad de la sociedad capitalista, pues en
muchos casos la diferencia de explotación, salarios, etcétera, son meramente aparentes y se
compensan mutuamente. En unos casos se trata de diferencias entre el trabajo simple y
complejo, etcétera.
c) Distinta composición orgánica de capitales en las diversas ramas industriales.
d) Diferentes períodos de rotación de los capitales en las distintas ramas industriales.
e) El capital constante se transmite en su totalidad al producto.

Ejemplo 1
Ramas de Composición Cuota de Plusvalía Valor del Precio de Ganancia Cuota de Precio de Precio de Ganancia Precio de Diferencia
la produc- orgánica Plusvalía producto costo Industrial ganancia venta venta comercial producción precio de
ción. productor consumidor producción
y valor
I 95c+5v 100% 5p 105 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75 118.75 13.75
II 85c+15v 100% 15p 115 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75 118.75 3.75
III 77.5c+22.5v 100% 22.5p 122.5 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75 118.75 -3.75
IV 70c+30v 100% 30p 130 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75 118.75 -11.25
V 60c+40v 100% 40p 140 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75 118.75 -21.25
Capital comercial Costo de ventas 100.0 18.75% 18.75

La rama III concentra la mayor parte del capital social y la composición orgánica, la
cuota de plusvalía, el valor del producto, la ganancia y la cuota de ganancia son por tanto los
valores medios del capital social. Las ramas I y II son aquellas de composición orgánica más
alta, mayor volumen de plusvalía y valor más bajo del producto. Las ramas IV y V son lo
contrario de las anteriores.
Todas las mercancías se venden por el precio de las producidas en las condiciones
medias (precio de producción); a través de ese precio general se impone a las ramas I y II y IV y
V la misma cuota de ganancia de la rama III, la cual toma el carácter de cuota media de
ganancia. El valor de las mercancías producidas en la rama III es el que regula el precio de
producción (pc+pcg') de todas las mercancías y por tanto constituye el valor comercial de las
mismas.
Las condiciones medias y la cuota de ganancia a ellas correspondiente son el punto de
partida y retorno de los movimientos del capital global de la sociedad.
La ganancia extraordinaria que se obtiene en las ramas I y II con base en la cuota
media de ganancia es un poderoso acicate para que las nuevas tecnologías, la maquinaria más
moderna, etcétera, se difundan a las restantes ramas de la producción. Se forman nuevas
condiciones medias a las que corresponde un nuevo valor comercial de las mercancías y una
nueva cuota media de ganancia.

Ejemplo 2
Ramas de Composi- Cuota de Plusvalía Valor del Precio de Ganancia Cuota de Precio de Precio de Ganancia Precio de Diferencia
La ción orgá- Plusvalía producto costo Industrial ganancia Venta Venta Comercial Producción Precio de
produc- nica Productor consumidor Producción
Ción. y valor
I 98c+2v 100% 2p 102 100.0 12.40 12.40% 112.40 114.88 2.48 112.40 10.40
II 95c+5v 100% 5p 105 100.0 12.40 12.40% 112.40 114.88 2.48 112.40 7.40
III 85.1c+14.9v 100% 14.9p 114.9 100.0 12.40 12.40% 112.40 114.88 2.48 112.40 -2.48
IV 77.5c+22.5v 100% 22.5p 122.5 100.0 12.40 12.40% 112.40 114.88 2.48 112.40 -10.1
V 70c+30v 100% 30p 130 100.0 12.40 12.40% 112.40 114.88 2.48 112.40 -17.6
Capital comercial Costo de ventas 100.0 12.40% 12.40

Al difundirse la productividad cambia la composición orgánica de los capitales del


sector III, el tiempo de trabajo socialmente necesario se reduce y la cuota media de ganancia
desciende. En suma, se forman nuevas condiciones medias para el capital global de la sociedad
y una nueva cuota media de ganancia más baja que aquellas de donde partió el movimiento.
Esta cuota media de ganancia se impone a todas las ramas, descendiendo por tanto la
ganancia del capital global de la sociedad. En las ramas I y II y IV y V se produce un cambio
hacia arriba en su composición orgánica.
El paso del ejemplo 1 al 2 expresa la ley general del movimiento del capital global de la
sociedad, el cual se impone a través de la concurrencia entre los capitales individuales que
tienen como instinto rector su hambre insaciable de ganancia: la ley de la tendencia
decreciente de la tasa media de ganancia. Esta ley se ve contrarrestada por una serie de
reacciones que ella misma crea. Estas reacciones llevan al capital global en sentido opuesto, es
decir, de 2 a 1.
El tránsito de 1 a 2 se produce de la siguiente manera: la tendencia a la modernización
de la producción incrementa la demanda de maquinaria y equipo que producen los sectores I y
II, haciendo subir en ellos los precios muy por arriba del valor comercial; la cuota de ganancia
de estos sectores se eleva por encima de la media, con lo cual atraen a su órbita capitales de
las demás ramas productivas hasta el punto en que aquellas se saturan. Este incremento de
los precios de I y II atrae hacia arriba los precios y las cuotas de ganancia de III, IV y V,
estableciendo momentáneamente una cuota media de ganancia superior que se rige ahora por
un valor comercial determinado por los sectores I y II y no por la rama III que es la que agrupa
a la mayor parte del capital social. Una vez que las nuevas condiciones de producción se
generalizan en la rama III, se establecen las nuevas condiciones medias que implican un
tiempo de trabajo socialmente menor, un valor más bajo, una tasa de ganancia disminuida,
etcétera. Se completa así el paso de 1 a 2.
La concurrencia de los capitales desemboca necesariamente en el monopolio. La
producción monopolizada implica la polarización del capital social en dos sectores
fundamentales: sector I que produce medios de producción y de consumo de lujo y que
concentra una parte sustancial de aquel y sector II que produce bienes de consumo necesario,
etcétera, y que tiene una cantidad menor del capital global. El monopolio implica también la
fijación de precios altos para los productos del sector I y precios bajos para los del sector II.

Ejemplo 3
Ramas de Composi- Cuota de Plusvalía Valor del Precio de Ganancia Cuota de Precio de Precio de Ganancia Precio de Diferencia
La produc- ción orgá- Plusvalía producto costo Industrial ganancia Venta Venta Comercial Producción Precio de
Ción. nica Productor consumidor Producción
y valor
Sector I 95c+5v 100% 5p 105 100.0 25.02 25.02% 125.02 130 4.98 125.02 20.02
Sector II 60c+40v 100% 40p 140 100.0 12.51 12.51% 112.51 115 2.49 112.51 -17.49
Promedio 77.5c+22.5v 100% 22.5p 122.5 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75 118.75 -3.75

En este caso las condiciones medias no existen como tales sino como el promedio
aritmético entre dos extremos opuestos; por lo tanto, el tiempo de trabajo socialmente
necesario, el valor comercial del producto, la cuota media de ganancia y el precio de
producción, sólo tienen el carácter de promedios entre sus valores extremos en I y II.
El monopolio implica a su vez la libre concurrencia. Después de un predominio más o
menos largo del sector I se impone una reacción en sentido contrario de II que lleva
necesariamente al acercamiento de ambos extremos a través de la constitución de unas
verdaderas condiciones medias que encarnan en una rama económica que concentra a la
mayor cantidad del capital social y que está situado entre ambos extremos; es decir, se
constituye de nuevo la estructura de la que partimos: ejemplo 1. Se forma un verdadero valor
comercial y una cuota media de ganancia real. Y así sucesivamente.
Históricamente, la cuota media de ganancia se forma a partir de una situación como la
siguiente:

Ejemplo 4. Capitales de distinta composición orgánica en una rama determinada.


Ramas de Composi- Cuota de Plusvalía Valor del Precio de Ganancia Cuota de Precio de Precio de Ganancia
La ción orgá- Plusvalía producto costo Industrial ganancia Venta Venta Comercial
produc- nica Productor consumidor
Ción.
I 95c+5v 100% 5p 105 100.0 4.16 4.16% 104.16 105 0.84
II 85c+15v 100% 15p 115 100.0 12.49 12.49% 112.49 115 2.51
III 77.5c+22.5v 100% 22.5p 122.5 100.0 18.75 18.75% 118.75 122.5 3.75
IV 70c+30v 100% 30p 130 100.0 24.99 24.99% 124.99 130 5.01
V 60c+40v 100% 40p 140 100.0 33.33 33.33% 133.33 140 6.67

A partir de aquí se forman las condiciones medias en cada rama de la producción.

Ejemplo 5
Ramas de distinta composición orgánica.

Es igual que el ejemplo anterior, considerando que I, II, etcétera, son los valores medios
de cada una de esas ramas. A partir de aquí se forman las condiciones medias del capital
global de la sociedad.
Conforme a los supuestos expresados, en los ejemplos anteriores se consideró que el
capital constante transmitía la totalidad de su valor al producto. En seguida veremos un
ejemplo en el que se elimina este supuesto y se considera la situación en la cual el capital
constante sólo transmita una parte de su valor al producto.

Ejemplo 6. El capital constante transmite una parte constantemente decreciente, conforme


aumenta la productividad del trabajo, de su valor al valor del producto.
Ramas de Composi- Cuota de Plusvalía Valor del Precio de Ganancia Cuota de Precio de Precio de Ganancia Precio de Diferencia
La ción orgá- Plusvalía producto costo Industrial ganancia Venta Venta Comercial Producción Precio de
produc- nica Productor consumidor Producción
Ción. y valor
I 95c+5v 100% 5p 15 10 18.75 18.75% 28.75 32.5 3.75 28.75 13.75
II 85c+15v 100% 15p 40 25 18.75 18.75% 43.75 47.5 3.75 43.75 3.75
III 77.5c+22.5v 100% 22.5p 57.5 35 18.75 18.75% 53.75 57.5 3.75 53.75 -3.75
IV 70c+30v 100% 30p 75 45 18.75 18.75% 63.75 67.5 3.75 63.75 -11.25
V 60c+40v 100% 40p 100 60 18.75 18.75% 78.75 82.5 3.75 78.75 -21.25
Capital comercial Costo de ventas 100.0 18.75% 18.75

Como se ve, el nuevo supuesto introducido no cambia en nada los resultados finales de
la argumentación anterior.
Marx llega, en esta parte de su obra, a dos resultados fundamentales:
a) Pone en claro de una manera genial lo que había sido un problema insoluble para la
economía clásica: el proceso de formación de una cuota media de ganancia en la sociedad
capitalista, pero se mantiene en esto aún en el terreno del ser de este régimen económico-
social.
b) Descubre las manifestaciones de la esencia de la sociedad capitalista en los niveles
superficiales de su existencia, es decir, en el movimiento general del capital que se da a través
de la concurrencia entre los capitales individuales que se desplazan siguiendo a las tasas de
ganancia. De acuerdo con esto, la competencia entre los capitalistas regida por la cuota de
ganancia determina necesariamente un proceso de conversión de los elementos de la esencia
natural humana en elementos del capital, un proceso de anulación de la esencia natural
humana en los trabajadores y su apropiación por el capital como medios para un incremento
mayor de dicha anulación. Y esto aparece en la superficie del régimen capitalista como el juego
entre la tendencia al descenso de la cuota general de ganancia originada por el cambio en la
composición orgánica y las causas que la contrarrestan realizado a través de la competencia.
El revisionismo, haciendo gala de la "inteligencia" cuyas manifestaciones hemos tenido
muchas oportunidades de apreciar, queda preso por completo de la deslumbradora dialéctica
de Marx que pone punto final a lo que podríamos considerar una última tarea de la economía
clásica y no advierte la determinación esencial que aquel encuentra en el movimiento
superficial del capital; para el revisionismo, la determinación superficial es la determinación
esencial. Por otro lado, al igual que el marginalismo, si no expresa sí tácitamente, el
revisionismo ve una fractura en la argumentación de Marx al pasar de la teoría del valor
expuesta en la primera sección del primer tomo a la descripción del proceso de la formación de
la cuota media de ganancia; de acuerdo con ello despliega una serie de argucias, sofismas,
etcétera para lograr probar una unidad que ellos mismos han dado por inexistente.
Como ya lo hemos expuesto en otra parte de este trabajo, esa ruptura no existe. Marx
inicia el análisis del régimen capitalista tomando como punto de partida a la mercancía tal y
como ella existe en el régimen capitalista, es decir, a la mercancía cuyo precio comercial está
determinado por el precio de producción que supone la existencia de una cuota media de
ganancia, el cual a su vez está regido por el valor comercial y éste por el tiempo de trabajo
socialmente necesario; Marx toma por tanto como sujeto de estudio a la mercancía que es
producto de los capitales en los que privan las condiciones medias de producción en un
momento dado; llega así al descubrimiento de la esencia de esta mercancía procediendo luego a
analizar la esencia de su proceso de producción y del proceso de circulación del capital que la
produce; después estudia la formación de la cuota de ganancia de esos capitales que reúnen
las características medias. A partir del capítulo VIII de la Sección Segunda del tomo III, Marx se
da a la tarea de estudiar el proceso de formación de las condiciones medias (al que hasta aquí
había dado por supuesto); es entonces cuando debe tomar en cuenta la estructura y el
movimiento del capital global de la sociedad, lo que implica la consideración de los capitales
que producen por abajo y por arriba de las condiciones medias, de sus valores individuales que
difieren en + o en - del valor comercial, del movimiento entre ambos extremos para constituir
las condiciones y los valores medios y el funcionamiento de éstos como precios de producción y
determinantes de una cuota general de ganancia. No se trata de la creación de un nuevo
concepto del valor sino de la aplicación del mismo concepto elaborado en la Primera Sección
del Primer Tomo, de su extensión al estudio de la estructura y movimiento del capital global de
la sociedad.
La dinámica interna del régimen capitalista se manifiesta en los cambios que se
producen en la oferta y la demanda y en los precios de las mercancías en las distintas ramas y
sectores productivos. El mercado es el lugar en donde se expresan las necesidades de todas y
cada una de las ramas y sectores económicos a través de los movimientos de los precios, los
cuales reflejan la medida de la oferta y la demanda de los distintos bienes.
Cuando se presenta una demanda más alta que lo normal de una mercancía, lo cual
obedece a las exigencias de la estructura interna y de la evolución del régimen económico,
suben los precios de la misma y la cuota de ganancia de la rama que la produce se eleva. La
cuota de ganancia más alta atrae capital a las ramas o sectores de que se trate, la producción
se acrecienta hasta la medida en que la demanda lo exige, los precios descienden a su nivel
anterior, la tasa de ganancia recupera su nivel previo y al final una parte del capital social se
ha desplazado al lugar en donde la dinámica del régimen capitalista lo requiere.
Si la demanda se reduce, se da el proceso inverso: los precios caen, la tasa de ganancia
baja, el capital se retira, la producción se contrae, etcétera.
La contradicción entre la oferta y la demanda y la incubación de las crisis.

Oferta y demanda son los extremos de una contradicción.


Esta tiene las características fundamentales que en la parte teórica correspondiente
hemos descrito.
La relación entre sus extremos discurre en primer término a través de su mutua
negación y engendramiento recíproco, lo cual sucede de una manera más o menos fluida y sin
interrupciones graves. Es así como Marx la ha representado en la parte del 3er. tomo de El
Capital que acabamos de reseñar.98
Pero fatalmente la tranquila relación entre los contrarios se convierte en una
contradicción absoluta.
La demanda se dispara, los precios crecen a niveles altísimos, la tasa de ganancia se
eleva desmedidamente y el capital social se traslada a chorro lleno a la rama, ramas o sectores
correspondientes.
La producción aumenta ilimitadamente, sin tener ya relación alguna con la demanda
que la originó; la sobrepasa varias veces y aún sigue creciendo, sin que se avizore el fin de su
incremento.
La sobreproducción es avivada por la especulación. Los productores capitalistas, el
comercio, la banca y las finanzas apuestan a un crecimiento ilimitado de la demanda y actúan
en consecuencia, llevando la acumulación al paroxismo; el crédito se expande de una manera
incontrolable.
De la mano con la especulación vienen el fraude, la estafa, el engaño, el despojo y el
robo puro y simple, crímenes que adquieren un alto vuelo en la última fase del proceso de
acumulación desenfrenada.
Al llegar a su punto superior, la excesiva acumulación se trueca en su contrario, en una
gran desacumulación, pero lo hace de una manera rápida y catastrófica: los precios descienden
bruscamente, la tasa de ganancia se reduce abruptamente, el capital dinero y el crédito dejan
de fluir súbitamente, se presenta de inmediato la quiebra de una multitud de empresas
productoras, de casas comerciales y en el caso más dramático, de los bancos que tan
liberalmente hicieron préstamos, es decir, en pocas palabras, se produce la crisis.
La reducción repentina y en un gran volumen de la producción trae como consecuencia
inmediata el despido de masas de obreros y el descenso radical del salario. La sobrepoblación
obrera se incrementa en una gran medida y la miseria de la clase de los trabajadores llega a
extremos desastrosos.
La desacumulación se continúa hasta un nivel muy inferior respecto del punto en
donde la producción empata con la demanda.
Desde ahí empieza el movimiento ascensional que, por último, ajusta la producción con
la demanda, lleva los precios al punto de equilibrio y permite la producción de la cantidad de
mercancías en la que se contiene el tiempo de trabajo socialmente necesario.
Los extremos de la contradicción han vuelto al punto desde donde debe iniciarse de
nuevo el ciclo de su desarrollo, la contradicción se ha solucionado.

Proceso de formación de la tasa media de ganancia y de los valores comerciales.

De lo que se trata ahora es de saber qué son y como se forman esa tasa media y los
valores comerciales de las mercancías.
Las mercancías de una esfera de la producción determinada son producidas
primitivamente por capitales que tienen composiciones orgánicas, masas de plusvalía y cuotas
de ganancia muy disímbolas; de igual manera, dichas mercancías representan distintos valores
y tienen diversos precios comerciales, según sea la composición orgánica del capital que las
produce.

98
Marx, Carlos, op. cit., t. III, Capítulo X “Nivelación de la cuota general de ganancia por medio de la
competencia. Precios comerciales y valores comerciales. La ganancia extraordinaria.”, pp. 178-201
El desarrollo del mercado y la competencia generalizan las condiciones de producción
en esa esfera, por lo que una buena parte de las mercancías se producen precisamente en las
condiciones medias; se establecen así: una composición orgánica media que es la que
corresponde a los capitales que producen la mayor parte de las mercancías de la rama, una
cuota media de ganancia a ellos correspondiente y un precio comercial de las mercancías que
coincide aproximadamente con el valor individual de las mercancías que se producen en las
condiciones medias; coinciden las masas de plusvalía y ganancia de la esfera. El precio
comercial, y a través de él la cuota media de ganancia, adquieren una validez general para el
total de las mercancías y de los capitales de la rama. Una parte del capital de la rama tiene una
composición orgánica mayor que la media: el valor individual de sus mercancías y la masa de
plusvalía producida son menores que las medias correspondientes; sin embargo, puesto que el
precio al que venden es el precio general que rige en el mercado (precio comercial) y éste es
mayor que el valor de las mercancías, estos capitalistas se apropian de una plusvalía que no
han producido y su capital recibe una ganancia igual a la media. Otra parte del capital tiene
una composición menor que la media y el valor individual de sus mercancías y la masa de
plusvalía que producen son mayores que las medias; dado que también aquí rigen con carácter
general el precio comercial y la cuota media de ganancia, que son menores que el valor
individual y las masas medias de plusvalía, estos capitales reciben una cantidad menor de
plusvalía de la que producen.
En condiciones de equilibrio entre la oferta y la demanda y suponiendo precios estables,
la producción de una rama determinada, que comprende a las mercancías producidas en las
condiciones medias, peores y mejores, es la cantidad de mercancías de este tipo socialmente
necesaria; igualmente, el tiempo de trabajo empleado en su producción (valor) es el tiempo de
trabajo socialmente necesario. Este tiempo de trabajo socialmente necesario es la suma de los
valores individuales de todas las mercancías producidas, tanto en las condiciones medias,
como en las peores y mejores. El volumen de capital existente en esta rama es el que, dadas las
condiciones de competencia entre las diversas ramas, la tasa media de ganancia existente,
etcétera, la sociedad está dispuesta a destinar a ella. Cada mercancía de esta rama contiene el
trabajo socialmente necesario para su producción; esto es así literalmente para las mercancías
que se producen en las condiciones medias, mientras que las que se producen en las
condiciones peores y mejores compensan entre sí sus valores y, por tanto, sus tiempos de
trabajo, quedando como su valor medio el tiempo de trabajo necesario.
La competencia actúa en el sentido de ir modificando constantemente las condiciones
medias a través de la generalización de los adelantos técnicos y científicos. Esto hace disminuir
el trabajo socialmente necesario para la producción de una mercancía y, por tanto, el tiempo
de trabajo socialmente necesario para la producción del total de mercancías de ese tipo que la
sociedad requiere (se supone una demanda inalterada) la reducción del tiempo de trabajo
necesario trae consigo obligadamente un aumento en la oferta y la reducción del valor
comercial de la mercancía; las empresas que tienen una composición orgánica muy por debajo
de la nueva media, producen sus mercancías a un valor mucho mayor que el de los precios de
mercado, e incluso no alcanzan a cubrir sus costos de producción; estas empresas se arruinan
y salen de la rama productiva, siendo cubierta su producción por la de las restantes empresas
que han visto en general incrementada su productividad. De esta manera, disminuye el tiempo
de trabajo socialmente necesario para la producción de cada mercancía y el tiempo de trabajo
socialmente necesario para la producción del volumen de mercancías de este tipo que requiere
la sociedad, a la vez que se mantiene en un mismo nivel el volumen de la producción.
Igualmente, disminuye el volumen de capital que la sociedad destina a la rama de que se trata.
El proceso de determinación del precio comercial y de la cuota media de ganancia para
adecuar la producción al tiempo de trabajo socialmente necesario se da en todas y cada una de
las ramas de la producción; la relación entre éstas a través de la competencia establece un
precio comercial equivalente de las diversas mercancías y una cuota media de ganancia de
validez general.
Una parte de las esferas de la producción, en la que se concentra el mayor volumen del
capital social, está formada por capitales que tienen las características medias; o, también, que
en sus movimientos contradictorios compensan sus extremos para formar las características
medias.
Los capitales que integran tales esferas de la producción tienen la composición orgánica
media (relación porcentual del trabajo sobre el capital) y las tasas de plusvalía y de ganancia
medias.
Otras esferas de producción, que concentran un volumen menor del capital social,
están formadas por capitales que tienen características inferiores a la media (una composición
orgánica en la cual es mayor la proporción del trabajo sobre el capital que en los capitales de
composición orgánica media). Como aquí también rige la tasa media de ganancia, la ganancia
de estos capitales es inferior al valor que producen.
Otras más, por capitales que presentan características superiores a la media. Sus
ganancias son en este caso superiores al valor que producen.
Esta estructura del capital global de la sociedad es el resultado y la condición de su
movimiento general.
Las condiciones medias de producción y la cuota de ganancia a ellas correspondiente
son el punto de partida y retorno de los movimientos del capital global de la sociedad.
Si partimos de una situación como la que hemos descrito, a la que corresponde una
tasa media de ganancia y un precio de producción y un valor comercial de las mercancías
determinados, el hambre insaciable de ganancia, que es el motor de la actividad de los
capitalistas individuales, llevará necesariamente a la generalización de las condiciones hasta
ahora superiores a la media, las cuales se convierten en condiciones medias; esto empujará a
una parte de los capitalistas a introducir métodos, maquinaria, tecnología, etcétera, más
modernos, con lo que se establece un nuevo nivel superior a la nueva media al tiempo que las
antiguas condiciones medias pasan a ser las condiciones inferiores. Se reproduce la anterior
estructura pero ahora con un nuevo valor comercial de las mercancías determinado por el
actual tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción que es inferior al del punto
de partida.
Al difundirse la productividad cambia la composición orgánica de los capitales de la
esfera en las que existen las condiciones medias de producción, el tiempo de trabajo
socialmente necesario se reduce y la cuota media de ganancia desciende. En suma, se forman
nuevas condiciones medias para el capital global de la sociedad y una nueva cuota media de
ganancia más baja que aquellas de donde partió el movimiento. Esta nueva cuota media de
ganancia se impone a todas las ramas, en las cuales se produce un cambio hacia arriba en su
composición orgánica, descendiendo por tanto la ganancia del capital global de la sociedad.
Este proceso relatado expresa la ley general del movimiento del capital global de la
sociedad, el cual se impone a través de la concurrencia entre los capitales individuales que
tienen como instinto rector su hambre insaciable de ganancia: la ley de la tendencia
decreciente de la tasa media de ganancia. Esta ley se ve contrarrestada por una serie de
reacciones que ella misma crea y que se cifran en el incremento del capital variable que hace
descender la composición orgánica del capital global.
El movimiento del capital global, en el que se manifiesta la ley de la tendencia
decreciente de la tasa media de ganancia, se produce de la siguiente manera.
El punto de partida es una estructura de las ramas productivas como hemos descrito
anteriormente: una mayoría de ellas, en las que prevalecen las condiciones medias, una parte
menor, en las que privan las condiciones mejores y otra parte también reducida en la que
existen las condiciones peores; las ganancias de los capitalistas de todas las ramas están
determinadas por una cuota media de vigencia general.
En las ramas en que imperan las condiciones medias se produce un movimiento
generalizado, presidido por el hambre insaciable de ganancia de los capitalistas, para
introducir la maquinaria y la tecnología más modernas y establecer los mismos estándares de
salarios, extensión e intensificación del trabajo de las ramas en las que existen las condiciones
mejores.
Se genera entonces una alta demanda de maquinaria, equipo y tecnología que hace
subir los precios muy por arriba de su valor comercial en las ramas que los producen; la cuota
de ganancia de este sector se eleva por encima de la media, con lo cual atrae a su órbita un
alto volumen de capital, hasta el punto en que se satura del mismo.
Las industrias de las ramas con las condiciones medias obtienen, conforme introducen
la maquinaria y los procesos más modernos, una ganancia extraordinaria porque los precios de
los productos se mantienen aún sin cambio; pero conforme la productividad del trabajo se
incrementa, los precios se reducen hasta el límite del nuevo valor de las mercancías, aquella
ganancia extraordinaria desaparece y se fijan entonces un precio general y una tasa media de
ganancia que rigen para las ramas industriales que anteriormente tenían las condiciones
medias, para aquellas en las que predominaban las condiciones mejores y que ahora son
idénticas a las que existen en la mayoría de las ramas y para las que presentaban las
condiciones peores; los precios de las ramas que producen maquinaria, equipo y tecnología se
reducen en la medida en que la demanda desciende y llegan también al mismo nivel que en el
resto de la economía; su tasa de ganancia se alinea con la tasa media que rige en todas las
demás ramas industriales.
Las ramas con las condiciones de producción peores han pasado, mientras tanto, a
incorporar a sí las que eran antiguamente las condiciones medias.
Una vez que las nuevas condiciones de producción se generalizan, se establecen las
nuevas condiciones medias que implican un tiempo de trabajo socialmente menor, un valor
más bajo, una tasa de ganancia disminuida, etcétera
De entre la generalidad de las ramas industriales se destacan algunas que adoptan
maquinas y tecnología más avanzadas.
Se forma de nuevo la misma estructura de las ramas productivas, de donde se reinicia
el ciclo descrito.
Esta premisa y resultado de la producción capitalista se establece a través de la
formación de una cuota media de ganancia.

La tendencia al descenso de la tasa media de ganancia. Acumulación con una


composición del capital al alza.

El resultado de este movimiento del capital social que acabamos de reseñar es la


tendencia que se establece en la economía como un todo al descenso gradual de la tasa media
de ganancia.
Esta tendencia no es sino la expresión del cambio incesante, con la acumulación, de la
composición orgánica del capital, conforme al cual crece más rápidamente el capital constante
que el capital variable.
Y esto, a su vez, es la manifestación de la creciente productividad del trabajo, que es la
característica esencial del régimen de producción capitalista. De una manera acelerada
aumentan el volumen de los medios de producción que una misma cantidad de trabajo vivo
pone en funcionamiento.
Esta tasa media de ganancia que tiende a descender es un acicate más que obliga a los
capitalistas a desarrollar los métodos de producción de plusvalía con el fin de incrementar su
masa y los hace acumular en un volumen mayor, por lo cual también la masa de ganancia
puede ser más grande a pesar de existir una cuota de ganancia en descenso.
Tenemos, entonces, un doble movimiento.
Primero, aquel por el cual se forma una tasa media general de ganancia mediante la
alternación, de acuerdo a la estructura de las ramas de producción y por medio de la
competencia entre los capitales, de tasas altas, medias y bajas, y que está presidido por lo que
es la razón de ser del capital, la búsqueda incesante de ganancias más elevadas.
Segundo, el resultado de aquel primero, que es el cambio incesante de la composición
orgánica del capital global y, por tanto, el aumento del capital constante a un ritmo mayor que
el crecimiento del capital variable, lo cual se traduce en una tendencia al descenso de la tasa
media de ganancia. El móvil de la actividad del capitalista que lleva a esta situación es
igualmente el hambre insaciable de ganancia, la cual es espoleada por el menor nivel de la tasa
de ganancia.
Causas que contrarrestan la ley de la tendencia decreciente de la cuota de
ganancia
Esta tendencia al descenso de la tasa media de ganancia es contrarrestada por una
serie de factores que tienen su causa en los mismos elementos que la producen.
Se trata, por una parte, de acciones de los capitalistas, impulsadas por su hambre
insaciable de trabajo excedente que es estimulada por el descenso constante de la tasa de
ganancia, las cuales hacen crecer más rápidamente el capital variable que el constante y ponen
por tanto un freno a la tendencia al descenso de la tasa general media de ganancia.
Entre estas prácticas encontramos: el aumento de la jornada de trabajo, algunas formas
de la intensificación del trabajo, la reducción del salario, la absorción del trabajo femenil e
infantil, etcétera.
Por otra parte, el aumento de la productividad del trabajo, que es la causa del descenso
de la cuota de ganancia, se traduce a su vez en una disminución del valor de una gran parte de
los elementos del capital constante, por lo que se restaura en una gran medida la antigua
proporción entre el capital constante y el variable y se frena de una manera drástica la
tendencia al descenso de la cuota media de ganancia.
El movimiento global del capital se desarrolla en esas dos fases que se suponen y se
engendran mutuamente, ya que cada una de ellas tiene a la otra en sí misma y es la otra de sí
misma: una fase de acumulación con cambios hacia arriba en la composición orgánica del
capital total de la sociedad que implica un descenso de la tasa de ganancia y un aumento
mayúsculo del capital empleado y de su concentración y centralización y una fase de
acumulación en la que se detiene el aumento de la composición orgánica e incluso se revierte y
desciende en alguna medida y en donde, por consecuencia, se frena el descenso de la tasa de
ganancia. El resultado de la simultaneidad y sucesión de estas fases es una tasa de ganancia
que sólo baja muy lentamente, porque sus descensos son compensados mediata e
inmediatamente en alguna medida por los factores que propician el aumento de la misma.
Estas dos fases del movimiento del capital global de la sociedad son los polos de una
contradicción. En la descripción que hasta este punto ha hecho Marx de la misma,
encontramos las características que Hegel atribuía a lo que llamaba la contradicción
solucionada. Los dos extremos se suponen y se engendran mutuamente a través de su mutua
negación y afirmación; sus relaciones son fluidas y el paso de una a la otra se realiza sólo con
perturbaciones menores.
La fase de acumulación con aumentos en la composición orgánica del capital se
desarrolla aceleradamente y los elementos que contienen el descenso de la tasa de ganancia
son ampliamente superados, por lo que se presenta un fuerte y sostenido descenso de la tasa
de ganancia. El equilibrio entre las dos fases de la acumulación se rompe y se presenta
irremediablemente la crisis que es el medio por el cual la contradicción se soluciona.

Desarrollo de las contradicciones internas de la ley


La baja de la cuota de ganancia y la acumulación acelerada expresan el desarrollo de la
capacidad productiva del trabajo.
La acumulación apresura la baja de la tasa de ganancia porque implica los trabajos en
gran escala y de ello resulta una composición más alta del capital.
La baja de la tasa de ganancia a su vez acelera el proceso de concentración y
centralización del capital a través de la expropiación de los pequeños capitalistas y de los
productores directos.
Con esto aumenta la masa de la acumulación, pues el capital de los pequeños
capitalistas y los medios de producción de los productores directos son materia de la
acumulación de los grandes capitalistas; pero no crece la cuota de acumulación, pues ésta
disminuye al descender la cuota de ganancia.
La cuota de ganancia, que es el porcentaje de valorización del capital en su conjunto, es
el incentivo de la producción capitalista.
Si desciende la tasa de ganancia, entonces: 1) se frena la formación de nuevos capitales
independientes y de esta manera se anula una de las condiciones imprescindibles de la
existencia del régimen capitalista; 2) se estimula la sobreproducción, porque para resarcirse de
la disminución de la tasa de ganancia los capitalistas deben acumular en un mayor volumen
para así incrementar la masa de ganancia; 3) se da pábulo a la especulación, pues los
capitalistas tienen que apostar al impredecible mercado, del que esperan recobrar e incluso
superar, con un golpe de suerte, los ingresos que el descenso de la tasa de ganancia les
arrebató; 4) la producción capitalista se hunde en las crisis que la sobreproducción y la
especulación necesariamente provocan; y 5) debido al crecimiento más rápido del capital
constante que del capital variable, es decir, al aumento de la composición orgánica del capital,
se forman paralelamente un exceso de capital y una población sobrante.
En lo que antecede, Marx ha expuesto la situación que se produce cuando el polo de la
acumulación con aumento en la composición orgánica del capital crece desmesuradamente y
hace descender rápida y sensiblemente la tasa de ganancia. La sobreproducción, la
especulación y las crisis, son la secuencia necesaria de la evolución del régimen capitalista
cuando se presenta esa decisiva caída de la cuota de ganancia. En lo que sigue, Marx nos da la
explicación de porqué y cómo se presentan necesariamente la sobreproducción, la especulación
y las crisis cuando la fase de acumulación con una alta composición orgánica se desmanda.

Producción de plusvalía y su realización.


El proceso capitalista de producción es fundamentalmente un proceso de producción de
plusvalía.
La producción de plusvalía es el fin directo y el motivo determinante de la producción
capitalista.
La plusvalía se materializa en una parte de las mercancías producidas.
La producción de plusvalía es el proceso directo de producción.
Los límites de la producción capitalista son una suficiente acumulación de capital y un
volumen sobrado de la población obrera.
La plusvalía tiene que realizarse mediante la venta de las mercancías en las que se
materializa.
Son dos procesos distintos: la producción de la plusvalía, la cual se concreta en las
mercancías producidas, y la realización de la plusvalía mediante la venta de las mercancías en
las que se plasma.
La masa total de las mercancías debe venderse para que se realicen las partes de valor
que la integran: capital constante, capital variable y plusvalía.
Si la mercancía no se vende, o se vende por debajo de su valor, para el capitalista es
como si la explotación del trabajo no se hubiera efectuado o se hubiese hecho sólo en parte.
Esto significa la pérdida parcial o total de su capital.
Las condiciones de explotación directa y las de su realización no son idénticas.
Las condiciones de explotación se hallan limitadas socialmente por la capacidad
productiva de la sociedad, es decir, por el volumen existente de capital para acumular y por la
cantidad existente de la población obrera.
Las condiciones de la realización, esto es, la venta de las mercancías producidas, tienen
su límite en:
1) La proporcionalidad de las distintas ramas de producción.
Las diferentes esferas productivas se desarrollan independientemente, sin atención a la
capacidad de consumo productivo de cada una de ellas, lo que lleva necesariamente a la
sobreacumulación en algunas y a la subacumulación en otras, etcétera. La realización de las
mercancías encuentra su límite en la necesaria proporcionalidad que sólo se manifiesta ex
post. Una vez que se llega al límite, la producción que lo excede es sobreproducción y la
acumulación que la produce sobreacumulación. Lo mismo se presenta en la relación entre los
dos grandes sectores fundamentales de la economía, el sector I, que produce medios de
producción, y el sector II, que produce medios de consumo. Hay una relación proporcional
entre ambos sectores que garantiza el intercambio fluido entre ellos. Cuando ese límite se
excede, hay sobreproducción de bienes de producción o de bienes de consumo. De la misma
manera existe un límite a la producción total de los dos sectores en la capacidad total de la
sociedad de consumo productivo y consumo final; cuando ese límite se sobrepasa se presenta
una sobreacumulación de capital, una sobreproducción de bienes de capital y bienes de
consumo. El proceso productivo es necesariamente un constante traspasar los límites que él
mismo coloca. Esa transgresión incesante de los límites tiene su causa en la acumulación de
capital, que lleva la producción al exceso; el descenso de la cuota de ganancia y el movimiento
contrario de freno a esa disminución impulsan en una medida gigantesca la acumulación de
capital y la acumulación de capital da un fuerte empuje al descenso de la cuota de ganancia y
a los factores que la contienen. El resultado es, en un momento determinado, una monstruosa
sobreproducción que lleva necesariamente a una desenfrenada especulación y, sin falta, a una
crisis mayúscula.
2) La capacidad de consumo de la sociedad.
Está determinada por el monto del capital variable y de la parte de la plusvalía que se
gasta como renta; como hemos visto, la capacidad productiva crece aceleradamente impulsada
por la acumulación y ésta se incrementa a causa del descenso de la cuota de ganancia;
acumulación y cuota descendente de ganancia se dan un mutuo impulso, lo que lleva a la
producción de bienes de consumo mucho más allá del límite impuesto por la masa del capital
variable y de la plusvalía que se gasta como renta. Esta masa de capital variable y de plusvalía
destinada al disfrute del capitalista tiene ya de por sí un monto reducido por efecto del
aumento de la composición orgánica del capital global y de la necesidad de destinar una mayor
cantidad de plusvalía a la acumulación en virtud del descenso de la tasa de ganancia. La
sobreproducción de bienes de consumo crece rápidamente, viene la especulación y por último
se presenta la crisis.
La capacidad de consumo de la sociedad de halla limitada por las condiciones
antagónicas de distribución que reducen el consumo de la gran masa de la población a un
mínimo susceptible de variación sólo dentro de límites muy estrechos: bajos salarios y
tendencia al descenso de los mismos por efecto de la acción mutua de acumulación y descenso
de la tasa de ganancia.
También tiene su límite en el impulso a la acumulación, por la tendencia que esta
fomenta a acrecentar el capital y a producir plusvalía en una escala ampliada. Se eleva la
composición orgánica del capital, por lo cual se reduce proporcionalmente el capital variable.
El impulso a la acumulación, la tendencia a acrecentar el capital y a producir plusvalía
en una escala ampliada, es una ley de la producción capitalista.
Esta ley obedece:
- a las revoluciones en los métodos de producción y
- a la depreciación constante del capital existente.
Estas suponen:
-la lucha general de la concurrencia y
-la necesidad de perfeccionar la producción y extender su escala simplemente como
medio de sobrevivencia.
En consecuencia, el mercado crece constantemente y las condiciones que lo regulan
adquieren cada vez más el carácter de una ley natural independiente de la voluntad de los
productores y cada vez más incontrolable.
Mientras más se desarrolla la capacidad productiva, más choca con la angosta base en
la que descansa el consumo.
En la sociedad de consumo existe también esta contradicción y se da el mismo efecto de
sobreproducción, especulación y crisis; lo que aquí sucede es que el límite que la producción
debe superar es mucho mayor que en la fase anterior del régimen capitalista, pero al final la
sobrepasa también en exceso y se presenta la crisis.
El exceso de capital va unido a un exceso creciente de población.
Con una cuota de ganancia dada, la masa de ganancia se determina por la magnitud
del capital invertido: g = C (p/c+v.).
El monto de la acumulación depende de la porción que de la masa de la ganancia los
capitalistas destinen a su consumo.
Igualmente, está determinada por el volumen de medios e instrumentos de producción
que con esa masa de ganancia (lo que resta después de descontar el consumo de los
capitalistas) puedan obtener.
La acumulación no se determina por la tasa de ganancia, sino por el volumen de la
masa de ganancia.
Si la cuota decreciente de ganancia coincide con el aumento de la masa de ganancia, el
capitalista se apropiará, en la categoría de capital, una parte mayor del producto anual del
trabajo (como reposición del capital consumido) y una parte menor en la categoría de ganancia.
En lo anterior, Marx nos ha presentado lo que sucede con el movimiento general del
capital cuando el descenso constante de la tasa de ganancia no es compensado por los factores
que normalmente lo contrarrestan y, por tanto, se produce una acumulación muy voluminosa
de capital que tiene por objeto resarcir con el volumen de ganancia lo que se ha perdido por la
disminución de su cuota. El resultado es una sobreacumulación de capital, una
sobreproducción de mercancías, una especulación galopante y por último la violenta crisis.
En seguida entra Marx al estudio de la que es la contradicción más alta del régimen de
producción capitalista, la que existe entre la expansión de la producción y la valorización, la
cual contiene y condensa todas las contradicciones anteriormente analizadas.

Conflicto entre la expansión de la producción y la valorización.


El desarrollo de la capacidad social productiva del trabajo se manifiesta:
1) en la magnitud de las fuerzas productivas ya producidas, en el volumen de valor y de
masa de las condiciones de producción en que la nueva producción se desarrolla y en la
magnitud absoluta del capital productivo ya acumulado;
2) en la relativa pequeñez del capital invertido en salarios en relación con el capital
total.
El desarrollo de la capacidad social productiva del trabajo supone la concentración del
capital.
En relación con la fuerza de trabajo empleada, el desarrollo de la capacidad social
productiva del trabajo se manifiesta en dos formas:
1) en la reducción del tiempo de trabajo necesario, es decir, en el aumento del trabajo
no retribuido (plusvalía) y
2) en la reducción del número de obreros empleados para poner en movimiento un
capital dado.
Estos dos movimientos discurren paralelamente, se condicionan entre sí, pero actúan
en forma opuesta sobre la tasa de ganancia.
En el primer caso, el aumento de la plusvalía se traduce en un aumento de la tasa de
ganancia.
En el segundo, en un descenso de la misma.
En última instancia, el descenso de la tasa de ganancia es mayor que su elevación.
…la compensación del menor número de obreros por el aumento del grado de explotación del
trabajo tropieza con ciertos límites insuperables; puede, por tanto, entorpecer la baja de la cuota
de ganancia pero no anularla.99
La cuota de ganancia disminuye a medida que se desarrolla el régimen de producción
capitalista.
La masa de ganancia aumenta conforme crece la masa de capital empleado.

Relación entre la capacidad productiva y el volumen de capital empleado.

1) Relación directa.
El aumento de la capacidad productiva (que se desarrolla paralelamente a la
depreciación del capital) sólo puede hacer que aumente directamente la magnitud del capital
cuando incrementa la tasa de ganancia y con ello la parte del producto que vuelve a convertirse
en capital.

99
Marx, Carlos, op. cit., t. III, p. 246
El aumento de la capacidad productiva del trabajo sólo puede hacer que aumente
directamente la magnitud del capital en dos casos:
a) cuando aumenta la plusvalía relativa (abaratamiento de los medios de vida) y
b) cuando disminuye el valor del capital constante (abaratamiento de los medios e
instrumentos de producción.
En ambos casos aumenta la tasa de ganancia y con ello la materia para la ampliación
del capital.
Pero en estos dos casos, además, el aumento de la capacidad productiva:
-implica la depreciación del capital existente y
-discurre paralelamente a la disminución del capital variable respecto al capital
constante.
Ambos condicionan la caída de la tasa de ganancia y ambos amortiguan esa caída.
En la medida en que el aumento de la cuota de ganancia se traduce en un aumento del
capital empleado, se produce un incremento en la demanda de trabajo que presiona para el
crecimiento de la población obrera, del material explotable que convierte el capital en tal
capital; al mismo tiempo, la acumulación trae consigo el crecimiento más rápido del capital
constante que del capital variable, con lo que se forma una población obrera sobrante que
aumenta constantemente.
2) Relación indirecta.
El desarrollo de la capacidad productiva del trabajo contribuye indirectamente al
aumento del valor capital existente:
-aumenta la masa y la variedad de los valores de uso en que se materializa el mismo
valor de cambio, es decir, los elementos objetivos del capital que forman directamente el capital
constante e indirectamente el capital variable;
-con el mismo capital y el mismo trabajo se obtienen más cosas que pueden convertirse
en capital;
-estas cosas pueden servir para absorber trabajo y por tanto trabajo sobrante adicional
que se puede invertir como capital adicional.
Al crecer la masa de trabajo empleado y, por tanto, el trabajo sobrante, crece el capital
reproducido y la plusvalía nueva a él incorporada.

Dialéctica de la contradicción entre la expansión de la producción y la valorización.


1) Al mismo tiempo que se da impulso a la acumulación de capital y con ello a un
aumento real de la población obrera, entran en juego los factores que crean una
sobrepoblación relativa. (Aumento de la población obrera y disminución relativa de la población
empleada).
2) Al mismo tiempo que disminuye la tasa de ganancia y aumenta la masa de capitales
en funciones, paralelamente se da una depreciación del capital que contiene aquella
disminución. (Disminución de la tasa de ganancia y contención de esa disminución).
3) Al mismo tiempo que se desarrolla la capacidad productiva aumenta la composición
orgánica del capital, por lo que el capital constante crece más rápido que el capital variable.
(Aumento de la capacidad productiva y aumento de la composición orgánica).
Estos factores se hacen valer sucesiva y simultáneamente.
Son los extremos de una contradicción que están en conflicto.
El conflicto se abre paso a través de las crisis.
En términos generales la contradicción consiste en lo siguiente:
1) de una parte, el régimen capitalista de producción tiende al desarrollo absoluto de las
fuerzas productivas, prescindiendo del valor y la plusvalía implícita en él y prescindiendo
también de las relaciones sociales en las que se desenvuelve la producción capitalista;
2) por otra parte, el régimen capitalista tiene como objetivo la conservación del valor
capital existente y su valorización hasta el máximo.
El valor capital existente es un medio para su mayor valorización posible.
Para lograr ambas cosas el capital emplea los siguientes métodos:
1) la disminución de la cuota de ganancia,
2) la depreciación del capital existente y
3) el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo a costa de las fuerzas productivas
ya producidas.
La depreciación periódica del capital existente, que es un medio para contener el
descenso de la cuota de ganancia y acelerar la acumulación de valor capital mediante la
creación de capital nuevo, perturba el proceso de circulación y reproducción del capital y
produce paralizaciones y crisis del proceso productivo.
El descenso relativo del capital variable, paralelo al desarrollo de las fuerzas
productivas,
1) sirve de acicate al crecimiento de la población y
2) crea una sobrepoblación relativa.
La acumulación de capital como valor que se valoriza es amortiguada por el descenso de
la cuota de ganancia. Para superar ese límite, se impone acelerar la acumulación de valor de
uso.
A su vez, la acumulación de valor de uso da nuevo impulso a la acumulación de capital
como valor.
La sociedad capitalista intenta superar estos límites pero sólo logra levantarlos con una
mayor fuerza.
El verdadero límite de la producción capitalista es el mismo capital.
Es el hecho de que aquí el punto de partida y la meta, el motivo y el fin de la producción
son el capital y su valorización.
Aquí la producción es producción para el capital y no los medios de producción medios
para ampliar cada vez más el proceso de vida de la sociedad de los productores.
Por lo tanto, el proceso de conservación y valorización del capital, que descansa en la
expropiación y depauperación de los productores, choca constantemente con los medios que el
capital se ve obligado a emplear para ese fin, los cuales tienden al desarrollo ilimitado de la
capacidad productiva del trabajo, choca con un fin limitado: la valorización del valor existente.
El régimen capitalista tiene la misión histórica de desarrollar las fuerzas productivas y
crear el mercado mundial, pero esta misión choca constantemente con las condiciones sociales
de producción propias de este régimen.

Pero no hay que conformarse, como lo hace Ricardo, con estudiar estas dos fases, incluidas en el
proceso de acumulación, en su coexistencia pacífica: encierran una contradicción que se
manifiesta en tendencias y fenómenos contradictorios. Los factores antagónicos actúan al mismo
tiempo unos contra otros.
Junto con las tendencias a una multiplicación real de la población obrera, que tienen su origen
en el aumento de la fracción del producto social total que funciona como capital, también actúan
los factores que crean una superpoblación relativa.
Al mismo tiempo que desciende la tasa de ganancia, crece la masa de los capitales. De manera
paralela, se produce una depreciación del capital existente, que detiene esa baja e imprime un
movimiento más rápido a la acumulación de valor-capital.
A la vez que se desarrolla la fuerza productiva, se eleva la composición orgánica del capital: hay
disminución relativa de la fracción variable respecto de la constante.
Estas distintas influencias tienden a ejercerse, ora de manera simultánea en el espacio, ora de
modo sucesivo en el tiempo. De vez en cuando el conflicto de los factores antagónicos encuentra
su salida en las crisis. Éstas nunca son otra cosa que soluciones violentas y momentáneas de las
contradicciones existentes, bruscos estallidos que restablecen por un momento el equilibrio
roto.100

La contradicción superior del régimen capitalista, la que existe entre la expansión de la


producción y la valorización, conduce necesariamente a lo que son las crisis generales de este
modo de producción. Periódicamente llega un momento en el cual ya no es posible que la baja

100
Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, Libro Tercero, El proceso de producción capitalista en su
conjunto, traducción Floreal Mazía, en: Carlos Marx/Federico Engels, Obras Escogidas, tomo III, Editorial Ciencias del Hombre,
Buenos Aires, Argentina, 1973, p. 268
en la tasa de ganancia sea compensada por un aumento del capital empleado y, por tanto, de
la masa de ganancia. La tasa de ganancia se desploma sin freno, el sistema de precios se
derrumba, la totalidad de las empresas sufren daños irreparables, muchas de ellas quiebran, el
sistema comercial, bancario y financiero en su totalidad padece un quebranto mayúsculo y su
funcionamiento se desquicia por completo, hay una enorme destrucción de capital y una gran
desvalorización del capital que continúa en funciones y, lo que es característico de estas crisis,
una enorme desazón se esparce entre los capitalistas y sus ideólogos, quienes temerosos y
angustiados dan por seguro el colapso final del régimen capitalista, lo que para ellos sería
realmente “el fin de la historia”.
En último lugar en la enumeración, pero no en importancia, estas crisis generales
tienen efectos catastróficos sobre la clase obrera, a la cual condenan a la miseria más atroz que
se caracteriza por el desempleo masivo, la sobreexplotación intensiva y extensiva y,
literalmente, por el hambre, las enfermedades y la muerte.
En lo que sigue, explica Marx el mecanismo de esas crisis generales.
3. Exceso de capital y exceso de población.
El descenso de la tasa de ganancia da lugar a que el volumen mínimo que requiere un
capital para valorizarse sea cada vez mayor. Concentración de la producción.
Esto lleva a que una multitud de capitales que no alcanzan ese mínimo no puedan
valorizarse. Se forma una plétora de capital ocioso.
El destino de este capital no utilizado es la aventura, la especulación, combinaciones
turbias a base de crédito, manejos especulativos con acciones y, por último, la crisis
económica.
La plétora de capital se refiere al capital en el que el descenso de la tasa de ganancia no
se ve compensada por su masa y éstos son los capitales recientes, de nueva creación.
Esa plétora de capital se pone a disposición de los grandes capitalistas a través del
crédito, en donde se convierte en capital ocioso.
La plétora de capital obedece a las mismas causas que producen la sobrepoblación
obrera.
La superproducción de capital implica la sobre acumulación de capital.
Existirá súper producción absoluta de capital cuando el capital adicional para la
producción capitalista sea = 0.
Esto es, cuando el capital aumenta en tales proporciones con respecto a la población
obrera que ya no es posible ni extender el tiempo absoluto de trabajo ni ampliar el
tiempo de trabajo sobrante rendido por esta población obrera.
Cuando el capital adicional no produjese la misma masa de plusvalía o que incluso
produjere menos que antes de su aumento:
- se presentaría una fuerte y súbita baja de la tasa de ganancia debido al alza del valor
en dinero del capital variable (a causa de la subida de los salarios) y el consecuente
descenso en la proporción entre el trabajo sobrante y el trabajo necesario;
- una parte del capital quedaría total o parcialmente ociosa y la otra se valorizaría a una
cuota más baja de ganancia por la presión del capital ocioso u ocupado sólo a medias;
- la baja de la cuota de ganancia estaría acompañada por una disminución absoluta de
la masa de ganancia;
- se desataría una lucha entre los capitalistas para deshacerse de las pérdidas y
cargarlas al competidor;
-además de los nuevos capitales, quedaría ociosa una parte de los capitales antiguos,
pues sus poseedores los retendrían sin trabajar para no presionar al descenso de la
tasa de ganancia;
-la concurrencia se convierte en una lucha entre hermanos enemigos para reducir la
parte alícuota que en las pérdidas les corresponda a cada uno; la fuerza y la astucia son
las armas de esta guerra.
Al llegar a este punto se presenta un proceso de restauración de las antiguas
condiciones de acumulación.
Hay una inmovilización e incluso anulación parcial de capital hasta cubrir el importe de
todo el capital adicional o cuando menos de una parte de él.
La pérdida se distribuye de una manera muy desigual entre los capitalistas: unos
capitales se destruyen, otros experimentan una pérdida simplemente relativa o una
depreciación puramente transitoria.
El equilibrio se restablecerá mediante la inmovilización e incluso la destrucción del
capital en una mayor o menor medida.
Una parte de los medios de producción, del capital fijo y circulante, dejará de actuar
como capital.
Una parte de las empresas se paralizará.
Los medios e instrumentos de producción dejan de funcionar como tales.
La destrucción más aguda se presenta en los valores del capital (acciones, obligaciones,
etcétera). Sus ingresos (ganancia, interés, etcétera) descienden y con ellos el valor del
principal que tomándolos como su base se calcula. [Caída de la Bolsa, etcétera].
Una parte del oro y la plata queda inmovilizada, no funciona como capital.
El precio de las mercancías baja y con ello se deprecia el capital que representan.
La reproducción resulta embrollada y paralizada por la baja de los precios.
Estas perturbaciones en los precios afectan la función del dinero como medio de pago.
Se interrumpe en cien lugares la cadena de obligaciones de pago.
Se agudiza la bancarrota del sistema de crédito.
Se llega de este modo a agudas y violentas crisis, a súbitas y profundas depreciaciones
y a una perturbación y paralización reales del proceso reproducción, que determina su
descenso.
En este punto entran en juego otros factores que conducen a la reanudación del
proceso de acumulación.
La paralización de la producción dejará ociosa a una parte de la clase obrera; la parte
que trabaja se verá presionada para aceptar salarios más reducidos; la cuota de
plusvalía, el trabajo excedente, aumentará entonces. Habrá un incremento de la cuota
de plusvalía.
El exceso de población que se produce en las épocas de prosperidad, presiona aquí
también para el descenso de los salarios.
La baja de los precios y la lucha de la competencia obligan a los capitalistas a elevar el
valor individual de su producto total por encima de su valor general por medio del
empleo de nuevas máquinas, nuevos procesos, etcétera que hagan disminuir la
proporción del capital constante en relación con el variable. Se incrementa la población
sobrante. Se eleva la cuota de ganancia.
La paralización de la producción prepara una ampliación posterior de la producción
dentro de los límites del régimen capitalista.
Se reanuda de nuevo el ciclo.
Una parte del capital recobra su antiguo valor, se extienden las condiciones de
producción, se amplía el mercado, aumenta la capacidad productiva.
Se reanuda el mismo ciclo vicioso de antes.
(Resumen del apartado 3 del capítulo XV del tomo III de El Capital)101

Marx ha considerado, en relación con la cuota de ganancia, tres contradicciones que en


su desenvolvimiento llevan al régimen capitalista a estadios superiores de su existencia a
través de fases de una relativamente tranquila implicación de sus polos y etapas de crisis más
o menos violentas, en las cuales los contrarios se niegan absolutamente.
La primera contradicción es entre producción y consumo. La cuota de ganancia actúa
como medio para adecuar la producción al consumo de acuerdo con las exigencias del
desenvolvimiento del régimen capitalista de producción en la etapa específica de su existencia
en que se encuentre.

101
Marx, Carlos, El Capital, t. III, Versión del alemán de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica,
México-Buenos Aires, Tercera Edición, 1965, pp. 248-253
.
La segunda contradicción es entre la tendencia al descenso de la cuota de ganancia y
los factores que la contrarrestan, o, lo que es lo mismo, entre la acumulación con una
composición orgánica en ascenso y la acumulación con una composición orgánica
descendente.
Por último, la contradicción entre la expansión de la producción y la valorización, que
es la contradicción superior del régimen capitalista de producción y, por tanto, la que lo lleva a
las crisis generales más devastadoras.
El movimiento formal de los capitales -que se aprecia nítidamente en el auge y crisis
petrolera de los años 80, en la constitución y derrumbe de las economías exportadoras de Asia
y en los ciclos de la economía mexicana- es el siguiente: un descenso constante de la oferta o
una sostenida elevación de la demanda de una mercancía (petróleo o manufacturas para el
mercado global, por ejemplo) provocan un aumento considerable y mantenido por un largo
tiempo del precio de esos bienes; la tasa de ganancia de las ramas que los producen aumenta
considerablemente sobre el nivel de la tasa media de ganancia; los capitales acuden en torrente
a esta órbita de inversión, incluso desvinculándose de otras esferas productivas; la capacidad
instalada de esa industria crece en una medida monstruosa (además de los tradicionales
productores, muchos países más se convirtieron en productores de petróleo en la década de los
ochenta y literalmente decenas de países se transformaron, a partir de la década del cincuenta,
en productores de manufacturas de exportación hasta rematar con la última generación de los
mismos que comprende a México, Brasil, Argentina, Chile, etcétera y a la que en un futuro
muy cercano se sumarán los países antiguamente socialistas); el volumen de mercancías
producidas se expande en una proporción enorme y los mercados se saturan de ellas; la
producción, que aumenta vertiginosamente, excede inconmensurablemente a la demanda
estacionada o que crece a un ritmo infinitamente menor.
Esta desproporción mayúscula entre producción y consumo, inherente al régimen
capitalista de producción, es la causa de las crisis cíclicas que lo estremecen hasta sus
entrañas.
La crisis se caracteriza por una reducción de los precios, un descenso en las ventas,
una disminución decisiva de los ingresos de las empresas y países productores, un descenso
drástico y después la evaporación de las ganancias e incluso del capital y una paralización del
ciclo del capital por la cual el capital-mercancías no se convierte en capital-dinero ni este en
capital-productivo y que lleva necesariamente a la quiebra del sistema financiero, del comercio
y de la industria.
Al final de la crisis la tasa de ganancia de esa industria ha descendido a su mínimo
nivel -muy por abajo de la tasa media de ganancia de la economía en general- o incluso la
ganancia ha desaparecido y se presenta una desacumulación de capital. Desde este punto se
inicia el proceso por el cual, una vez que se ha destruido, simple y llanamente, una buena
cantidad de capital (trabajo obrero acumulado), remontan los precios de las mercancías, suben
las ganancias, se incrementa la inversión, se eleva nuevamente la producción, etcétera, hasta
que se alcanza de nuevo el nivel medio que prevalece en la economía.
Este movimiento del capital, que lleva a la economía hasta el paroxismo de la
acumulación desenfrenada para después hundirla en las simas oscuras y profundas de la
crisis, es el movimiento de una sustancia con vida propia, sobre la cual los individuos no
tienen ningún control y a quienes, por el contrario, arrastra detrás de sí con una fuerza
irresistible; de ahí entonces la profunda estulticia de quienes pretenden desarrollar una
política, cualquiera que esta sea, para evitar el estallido de las crisis o revertir su curso cuando
ya han empezado su acción devastadora.
De qué manera la sustancia económica posee una potencia arrolladora e incontrastable,
se pone en evidencia cuando sus presuntos conductores intentan acciones contrarias al
sentido en que aquella se desplaza. De sobra conocido es el intento, a mediados de 1989, de
varios países productores, encabezados por nuestro ministro de energía, de influir sobre el
mercado petrolero mundial para detener un descenso incontrolable de los precios del crudo;
aplicando la más pura ortodoxia económica, acordaron un recorte en la producción para así
reducir la oferta mundial y con ello lograr el aumento del precio del petróleo; pues bien, a cada
disminución de la oferta el mercado respondió, en una aparente paradoja, con una mayor
reducción del precio, hasta que los azorados promotores del desatino desistieron de su empeño
y se dedicaron a observar el libre desenvolvimiento del torbellino económico.
Algo similar sucedió en la economía mexicana en los días turbulentos de septiembre de
1998, cuando el vendaval de la crisis financiera internacional la azotó con una furia
incontenible. Las reducciones del circulante, la venta de dólares en el mercado abierto y el
incremento de las tasa de interés, medidas cuyo objetivo era aminorar la demanda de dólares y
evitar su salida del sistema financiero nacional, tuvieron inmediatamente un efecto
exactamente contrario, pues produjeron el retiro del capital foráneo de la Bolsa de Valores y
con ello la caída a plomo de la misma, una enorme demanda de dólares y una devaluación
cercana al 25% .
La crisis financiera internacional que se ha desarrollado desde fines de 1997 también
nos ha dado un enorme catálogo de acciones presuntamente preventivas o correctivas de los
descalabros económicos, realizadas por los mismos países sujetos a los furores de la crisis
global o por los organismos internacionales encargados de las finanzas internacionales (FMI,
BM, etcétera), que fatalmente produjeron los resultados contrarios a los esperados y sirvieron
de combustible para alimentar la alta incandescencia de la conflagración económica.
Las crisis se pueden catalogar, de acuerdo con la argumentación de Marx, de la
siguiente manera:
1) Crisis que resultan del movimiento normal de adecuación de la oferta y la demanda
en una o varias ramas de la producción interna o global y en los sectores fundamentales de la
industria nacional o internacional.
2) Crisis nacionales o globales que tienen su origen en la relación entre la fase de
acumulación con una composición orgánica del capital alta y la de una acumulación con una
composición orgánica baja, o lo que no es sino lo mismo, entre la fase en la que predomina la
tendencia al descenso de la cuota de ganancia y aquella en la que se imponen los factores que
la contrarrestan; en última instancia también se resuelven en una disyunción entre la
producción y el consumo.
3) Crisis nacionales o globales que se suscitan cuando la oposición entre la expansión
de la producción y la valorización llega al punto en el cual el descenso de la tasa de ganancia
no puede ser compensado ya por el incremento de su masa, es decir, cuando hay una
sobreproducción de capital.
Las crisis mundiales de 1927 y de 1997-2011 pertenecen a esta última categoría; son
crisis generales del sistema capitalista.

Se sabe que en 1857 estalló una de esas crisis generales a que llega en forma periódica el ciclo
industrial. La siguiente terminación del ciclo venció en 1866. En esta ocasión la crisis adoptó un
carácter en esencia financiero, pues ya se la había descontado en parte en los distritos fabriles,
en ocasión de la crisis del algodón que desplazó una masa de capitales de su esfera de colocación
corriente hacia los grandes centros del mercado monetario. Su iniciación se señaló en Londres, en
mayo de 1866, por la quiebra de un enorme banco, seguida por el derrumbe general de una
innumerable cantidad de sociedades financieras fraudulentas. Una de las ramas de la gran
industria, atacada en especial en Londres por la catástrofe, fue la de los constructores de barcos
de hierro. Los magnates de esta rama no sólo habían llevado la producción a su límite máximo
durante el período de elevada prosperidad, sino que además se dedicaron a firmar enormes
contratos, con la esperanza de que la fuente del crédito no se agotaría tan pronto. Se produjo una
terrible reacción que todavía sufren hoy, a finales de marzo de 1867, muchas industrias. En
cuanto a la situación de los trabajadores, se puede juzgar de ello por el siguiente pasaje, tomado
del muy detallado informe de un corresponsal del Morning Star, que a comienzos de enero de
1867 visitó las principales localidades víctimas de la catástrofe.
En el este de Londres, en los distritos de Poplar, Millwall, Greenwich, Deptford y Canning Town,
15,000 trabajadores, cuando menos, entre los cuales más de 3,000 obreros con oficios, se
encuentran, junto con sus familias, literalmente al borde de la miseria. Una desocupación de seis
a ocho meses de duración agotó sus fondos de reserva… apenas pude llegar hasta la puerta de la
workhouse de Poplar, que alberga a una multitud hambrienta. Esta esperaba bonos para el pan,
pero la hora de la distribución no había llegado aún… Esa sola workhouse ofrece ayuda a 7,000
personas, y muchos de estos obreros hace seis o siete meses ganaban los más elevados salarios
del país; su cantidad se habría duplicado si no fuese porque ciertos trabajadores, una vez agotada
su reserva de dinero, rechazan sin embargo toda ayuda de la parroquia mientras tengan algo que
empeñar…102
…La crisis de 1866, que afectó sobre todo a la ciudad de Londres, creó en esa sede del mercado
universal, más populosa que el reino de Escocia, un aumento del pauperismo del 19,5 por ciento
para ese año, en comparación con 1865, del 24,4 respecto de 1864, y un crecimiento más
considerable aún para los primeros meses de 1867, en comparación con 1866. En el análisis de
la estadística del pauperismo es preciso destacar dos puntos esenciales. Por un lado, el
movimiento de alza y baja de la masa de los pobres refleja los cambios periódicos del ciclo
industrial. Por otro lado, la estadística oficial se convierte en un índice cada vez más engañoso del
pauperismo real, a medida que, junto con la acumulación del capital, se acentúa la lucha de
clases y el trabajador adquiere un más vivo sentimiento de sí mismo…103

Los movimientos de capital que aquí hemos considerado, es decir, aquellos a través de
los cuales se forma la cuota media de ganancia, son realizados en una parte sustancial por las
instituciones financieras, las cuales constituyen un campo específico de acción de los
capitalistas. Su actividad es la más alejada del proceso productivo, la que está en la superficie
del fenómeno, por lo cual, aunque determinada por ella, no revela sino por el contrario oculta
la esencia del proceso de producción capitalista.

Parras, Coahuila, enero de 1985-agosto de 1992. Monterrey, N. L., octubre de 2017

102
Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, Libro Primero, El desarrollo de la producción capitalista,
en Carlos Marx/Federico Engels, Obras Escogidas, Tomo I, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, 1973,
Argentina, pp. 642-43
103
Ibíd. p. 628
Apéndice 2

El capital bancario y financiero


Ya señalamos en el Apéndice 1 (La cuota de ganancia, vehículo de las crisis) cómo el
movimiento del capital global está determinado por la búsqueda incesante de una tasa más
alta de ganancia; también vimos que en ese desplazamiento tras la ganancia ilimitada el capital
exacerba todas sus contradicciones y lleva al régimen económico a crisis periódicas, algunas de
las cuales llegan a ser verdaderas catástrofes económicas.
Esta hambre insaciable del capital por la ganancia encuentra su manifestación más alta
en el capital bancario. Su hambre de ganancia es insaciable en grado superlativo.
De ahí entonces la enorme movilidad que posee: tiene una necesidad y una capacidad
colosales de trasladarse rápidamente de una a otra industria, rama industrial, sector
económico o nación.
Esta característica suya, por la cual puede lanzar casi instantáneamente hacia una
rama industrial, sector económico o nación cantidades mayúsculas de capital, o retirarlas de
los mismos, agrava en una medida extrema las contradicciones del régimen capitalista, por lo
que las crisis que necesariamente se presentan adquieren una violencia inconmensurable.

El capital bancario y la crisis.


En el tomo II de El Capital estudia Marx la naturaleza del capital como una sustancia
con auto movimiento que recorre un ciclo de vida a través del cual se incrementa
constantemente.
En este movimiento el capital adopta, sucesiva y simultáneamente, las formas de
capital dinero, capital productivo y capital mercancías.
Las funciones del capital dinero están determinadas por la naturaleza del dinero como
tal y por la forma de capital que adopta en el régimen de producción capitalista.
El dinero es materialización de trabajo abstracto; en el régimen de producción
capitalista el trabajo abstracto materializado en el dinero es trabajo obrero excedente, plusvalía
arrancada al trabajador sin retribución.
La plusvalía es extraída a los obreros en el proceso productivo, en la fábrica capitalista.
La extracción de plusvalía tiene como presupuesto y consecuencia la creciente maquinización
de la producción y ésta es el instrumento a través del cual se produce la depauperación
geométricamente acelerada de la clase de los trabajadores, es decir, la degeneración y
descomposición de sus cuerpos y sus mentes, la aniquilación de su naturaleza humana.
El dinero es, por tanto, en la sociedad capitalista, materialización de trabajo obrero
excedente que es obtenido a través de la explotación del trabajo asalariado.
El dinero, como materialización de trabajo abstracto, es medida de valores, medio de
circulación (M-D-M), materialización absoluta de valor y, por lo tanto, medio de atesoramiento
de valor y medio de pago. Estas funciones del dinero surgen directamente de la circulación
simple de mercancías.
El desarrollo de las primeras funciones del dinero trae aparejada necesariamente la
aparición de comerciantes en oro y plata, quienes más tarde habrían de transformarse en los
modernos banqueros.
El comerciante en metales preciosos compra oro y plata a sus productores y lo vende a
otros productores de mercancías, quienes pueden utilizarlos como materia prima para la
fabricación de artículos de lujo o amonedarlos para emplearlos como dinero. En el proceso de
intercambio, el comerciante va acumulando una fortuna en metales preciosos.
El comerciante en metales preciosos se convierte en comerciante en dinero al servir de
mediador al intercambio internacional. Los comerciantes de un país necesitan monedas del
país extranjero al que van a comerciar y, a su vez, los comerciantes extranjeros necesitan
dinero nacional para hacer sus transacciones en el país huésped. El comerciante en metales
preciosos compra moneda extranjera y la vende a los nacionales que van a otros países y vende
moneda nacional a los comerciantes extranjeros. O bien, puede vender a los comerciantes
nacionales oro y plata en estado puro con el cual hacer sus pagos en el extranjero. El
comerciante en las mercancías oro y plata se convierte en cambista, es decir, en comerciante
en dinero.
"...El negocio del cambista y el comercio de lingotes de oro y plata son de este modo las
formas primitivas del comercio de dinero y surgen de la doble función del dinero, de una parte
como moneda nacional por otra parte como dinero universal."104 El Capital, t. III, p. 309
El atesoramiento de dinero es un momento necesario de la circulación simple de
mercancías; los productores de mercancías y los comerciantes que de ellos brotan mantienen
una parte de su dinero como reserva para hacer compras con posterioridad; además, una parte
de la riqueza que obtienen de la producción y el intercambio la atesoran bajo la forma de
dinero. Estas reservas y tesoros son depositados con los comerciantes en dinero, quienes se
obligan a restituirlas al requerimiento del depositante.
Al desarrollarse la circulación simple de mercancías y acentuarse la disyunción entre
compra y venta, los productores directos y los comerciantes tienen necesidad de adelantos de
dinero para hacer sus compras mientras refluye el dinero que han lanzado a la circulación; el
comerciante en dinero lo proporciona en préstamo, documentando éste en una promesa de
pago (letra de cambio, pagarés, etcétera).
Las funciones de depósito y préstamo de dinero, que brotan directamente de la
circulación simple de mercancías y que son realizadas por el comerciante en dinero,
constituyen la base de las funciones más desarrolladas de la banca propiamente dicha.
Al profundizarse la disyunción entre compra y venta, los productores de mercancías y
los comerciantes venden sus mercancías a cambio de una promesa de pago en un cierto plazo
y, a su vez, compran extendiendo a cambio promesas de pago.
Las promesas de pago son dinero-crédito y circulan como tal haciendo las funciones de
medio de pago. Los comerciantes en dinero descuentan esta promesa de pago a los productores
y comerciantes proporcionándoles a cambio dinero en efectivo. El comerciante en dinero, a su
tiempo, hace efectiva la promesa de pago y el dinero en efectivo revierte a sus arcas.
Estas funciones de descuento y cobro de promesas de pago, que también brotan de la
circulación simple de mercancías, es la base de un grupo de funciones de la banca.
Los comerciantes en dinero son depositarios de las reservas de dinero de sus clientes y,
por lo tanto, hacen cobros y pagos en sus nombres; se convierten en cajeros de los mismos.
Esta función es también el antecedente de una función típicamente bancaria.
Los comerciantes en dinero concentran los depósitos, retiros, pagos, cobros, préstamos,
promesas de pago, etcétera, de una gran cantidad de productores y comerciantes; de esta
manera muchos de los pagos, cobros, etcétera entre sus clientes, son realizados por el
comerciante en dinero con sólo hacer los asientos correspondientes en los libros y compensar
los créditos y los cargos recíprocos; se ahorra así dinero en efectivo. Esta función es parte, bajo
una forma más desarrollada, de la actividad bancaria.
Todas estas funciones del dinero que hemos estudiado surgen directamente de la
circulación simple de mercancías. Al instaurarse el régimen de producción capitalista, las
funciones del dinero se convierten en funciones del capital y los comerciantes en dinero se
transforman en banqueros, es decir, en comerciantes en capital.
Ya señalamos anteriormente en este mismo punto cuál es la naturaleza del dinero en el
régimen de producción capitalista. Con ello en mente pasaremos a analizar las funciones del
capital-dinero en el ciclo del capital.
El ciclo del capital se puede expresar esquemáticamente en la siguiente fórmula:
Mp
D-M= =-P-M'-D'
Ft

104
Marx, Carlos, El Capital, t. III, Versión del alemán de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica,
México-Buenos Aires, Tercera Edición, 1965, p. 309
El capitalista desembolsa su dinero, el cual se encuentra depositado en las arcas del
banquero.
Mediante una orden de pago (cheque, etcétera) librada contra su banquero, el
capitalista compra los medios de producción necesarios para su empresa (terrenos,
maquinaria, equipo, materias primas, etcétera); posteriormente, va retirando de su banco las
sumas necesarias para hacer los pagos de salarios (compra de fuerza de trabajo).
En el proceso productivo, al poner en contacto los medios de producción y la fuerza de
trabajo, se obtiene como resultado un producto-mercancías con más valor que el de los
elementos que lo produjeron (M').
El capitalista vende las mercancías que son la expresión del valor valorizado del dinero
adelantado; éste refluye de esa manera a sus manos, de donde pasa de nuevo a depositarse a
las arcas del banquero.
El dinero se ha transformado en capital, es decir, en valor que se valoriza a través del
proceso productivo.
En este ciclo de un capital individual vemos que todo su movimiento tiene como
finalidad la valorización del valor adelantado en forma de dinero a través de la explotación del
trabajo asalariado en el proceso productivo (-P-). Por lo tanto, lo mismo las funciones del dinero
que en este ciclo se aprecian: depósito de valor y medio de compra, como las funciones de los
comerciantes en dinero (depósito del dinero en sus arcas, pago de cheques librados contra esos
depósitos, etcétera), son funciones del capital y, por lo mismo, el presupuesto o el resultado
necesario de la explotación del trabajo asalariado.
El capitalista puede comprar a crédito una parte de sus Mp (materias primas, vgr.);
como contrapartida emite una promesa de pago para cuando espera obtener de sus ventas los
ingresos suficientes con que cubrirla; el vendedor descuenta este documento en su banco.
El dinero-crédito (letra de cambio, etcétera) y el descuento del mismo por el banquero
son funciones del capital porque permiten al capitalista obtener los medios materiales para el
proceso productivo en el cual el valor se valoriza a través de la explotación del trabajo
asalariado.
Una vez concluido el proceso productivo, el capitalista vende las mercancías que son la
expresión del valor valorizado (M'); a cambio puede recibir dinero en efectivo, con lo cual su
capital estará en posibilidad de reiniciar inmediatamente su ciclo (D); o bien, recibir una
promesa de pago que su banquero descontará permitiéndole también hacer revertir su capital a
la forma dinero, punto de partida de un nuevo ciclo. La forma crédito del dinero y su descuento
por el banquero constituyen funciones del capital, puesto que son el vehículo para su reversión
a la forma dinero, bajo la cual puede iniciar un nuevo ciclo; éste, según es sabido, tiene como
núcleo el proceso productivo basado en la explotación del trabajo asalariado.
Al final de cada ciclo el capitalista ha hecho revertir su capital a la forma dinero pero en
un monto mayor a aquel con el que lo inició, es decir, que al terminar el ciclo tendrá bajo la
forma dinero al capital adelantado y la plusvalía que éste ha producido en su movimiento: D-D'
(D + incremento de D). Para que la plusvalía pueda actuar como un nuevo capital es necesario
que adquiera una cuantía determinada; mientras esto sucede, el capitalista la deposita en su
banco.
En cada banco se depositan las plusvalías producidas por una multitud de empresas
industriales; así reunidas, forman una voluminosa masa de capital en potencia que pugna por
valorizarse. El banquero concede en préstamo el capital-dinero a empresarios que van a iniciar
un nuevo negocio o a ampliar el que ya tienen; se convierte así en comerciante en capital:
dispone del dinero depositado en sus arcas pagando un cierto interés anual al depositante y lo
presta a un empresario con el fin de utilizarlo como capital-dinero, quien debe pagarle un
interés más alto.
El banquero compra y vende el uso del dinero como capital.
Esta función del dinero (atesoramiento de la plusvalía, del trabajo excedente arrancado
a los obreros sin retribución) y de los banqueros (compra y venta del uso del dinero como
capital), son, evidentemente, funciones del capital; ponen en funcionamiento nuevos capitales
que, en su ciclo, tienen como fundamento el proceso productivo, el cual es un proceso de
explotación del trabajo asalariado. Esta función de los bancos permite ampliar más
rápidamente la producción capitalista y, por tanto, someter a la explotación asalariada a una
mayor cantidad de obreros.
La disyunción existente en la circulación simple de mercancías entre compra y venta,
que anunciaba ya la posibilidad de las crisis, se ahonda y se convierte en la disyunción entre la
producción y el consumo, la cual al desarrollarse lleva ineluctablemente a las crisis. La función
de los bancos como comerciantes en capital hace posible que la producción crezca de manera
desmedida, sin relación alguna con la demanda existente o potencial, siendo determinado su
aumento sólo por la cantidad creciente de capital excedente que hay en el sistema bancario.
Aquí encontramos uno de los pilares más sólidos de la especulación.
La reversión del valor-capital a la forma dinero se realiza en pequeñas partidas
sucesivas; mientras el capitalista reúne el valor de reposición de su capital fijo y se hace
necesaria la renovación del capital circulante (materias primas y fuerza de trabajo), aquellas
partidas de dinero son depositadas en los bancos. Crece así inconmensurablemente la masa de
capital prestable y, con ello, el volumen y la extensión de la producción capitalista, es decir, de
la explotación del trabajo asalariado.
Algunos capitalistas obtienen parte de sus Mp (maquinaria, equipo, tecnología, materias
primas) en el exterior; requieren por tanto de moneda extranjera para hacer sus pagos.
Otros capitalistas venden sus mercancías en el extranjero y obtienen a cambio divisas
que en parte depositan como tal moneda extranjera y en parte cambian por moneda nacional.
Los banqueros nacionales reciben en depósito la moneda extranjera, la compran a los
exportadores y la venden a los industriales nacionales para que con ella realicen sus pagos. La
función bancaria de depósito y compra-venta de moneda extranjera es una función del capital,
es decir, una función que permite la realización del ciclo del capital que tiene como
fundamento el proceso productivo que es un proceso de explotación del trabajo asalariado. Lo
mismo puede decirse cuando el capitalista obtiene un préstamo del exterior en moneda
extranjera, el cual deposita en los bancos nacionales; y otro tanto sucede con la inversión
extranjera directa que también se hace en moneda extranjera que se deposita en los bancos
nacionales, ya sea materialmente o como dinero-crédito.
El capitalista gasta como renta una parte de la plusvalía generada en su empresa; de
estos gastos una porción variable se realiza en mercancías extranjeras de lujo. El banquero
vende moneda extranjera para hacer los pagos correspondientes. La venta de moneda
extranjera que realizan los banqueros a los capitalistas industriales para que hagan los pagos
de mercaderías extranjeras de lujo es una función del capital porque el consumo de lujo del
capitalista es una condición necesaria de la reproducción del capital social y a través de ello del
desarrollo del ciclo de cada capital individual; esto, como ya hemos visto, tiene como su eje a la
explotación del trabajo asalariado.
El capitalista individual vende sus mercancías a un comerciante al por mayor, quien
después las hace llegar al comercio al menudeo, de donde son adquiridas por el consumidor. El
comercio al por mayor constituye un campo especial de los negocios en el cual se invierte un
valor capital con la finalidad de valorizarlo; la valorización de este capital se logra a través de la
compra-venta de mercancías sin que el capital-dinero de comercio como tal recorra el ciclo del
capital productivo: la forma de su movimiento es: D-M-D', la cual no se ve interrumpida por el
proceso productivo -P-. La plusvalía que se apropia el comerciante no es generada en el ciclo de
su capital, sino que es una deducción de la plusvalía producida por los capitalistas
industriales; de la misma manera, los obreros del comercio no son productores de plusvalía.
Los comerciantes depositan en los bancos sus reservas de capital-dinero exigidas por el
desarrollo normal del ciclo de su capital y las ganancias realizadas periódicamente y
concentran en ellos sus cobros y pagos. Los bancos, por su parte, abren una línea especial de
préstamos de capital-dinero a los comerciantes para que (1) a través de promesas de pago
futuro realicen la compra de las mercancías a los capitalistas industriales, (2) amplíen sus
operaciones comerciales (ampliación de instalaciones, explotación de nuevas líneas, etcétera) y
(3) establezcan un nuevo comercio.
Aquí, al igual que en el caso del capital industrial, el empresario emplea en una gran
medida recursos ajenos canalizados a través del sistema bancario. Esto hace posible el
crecimiento extensivo del régimen de producción capitalista en una medida mayor que si los
capitalistas utilizasen sólo recursos propios, pero, al mismo tiempo, contiene los elementos de
la especulación (creación de empresas industriales y comerciales absolutamente superfluas,
destinadas al fracaso) que lleva en sí los gérmenes de las crisis.
Las funciones del capital-dinero de comercio y de los bancos que los concentran son
funciones del capital porque permiten al capital industrial realizar la última fase de su ciclo M'-
D' que lo pone en posibilidad de reanudar un nuevo ciclo; al mismo tiempo lo descargan del
pesado fardo de comercializar sus propios productos y, en consecuencia, crean las condiciones
para que pueda dedicarse íntegramente a su función primordial que es la producción de
plusvalía a través del proceso productivo. Dichas funciones son, pues, la condición necesaria
para la elevación de la productividad del capital industrial, la cual, como ya hemos visto, se
basa en la explotación crecientemente intensiva y extensiva del trabajo asalariado.
Los bancos son negocios que valorizan su capital a través de la realización de todas las
funciones del capital-dinero aquí descritas. El banquero desembolsa su capital D, con una
parte del cual adquiere edificios, máquinas contables, enseres y fuerza de trabajo y con otra
realiza directamente las funciones del capital-dinero; a la vez, compra y vende el uso del dinero
como capital, es decir, toma en depósito el dinero de los capitalistas y lo presta para que sea
utilizado por otros capitalistas como capital. La ganancia del banquero, que es un capitalista
que ha invertido su capital para valorizarlo en una esfera específica de negocios, proviene de la
parte propia de su capital cuyo uso como capital-dinero vende, de las comisiones que cobra por
los servicios que presta, de la compra y venta de metales preciosos y de moneda extranjera, del
descuento de documentos y de la diferencia entre el "precio" del dinero que toma en préstamo
de sus depositantes y el "precio" a que lo vende a los capitalistas. En suma, los banqueros
concentran y administran el capital dinero de todos los capitalistas.
Los negocios bancarios surgen como un resultado necesario del régimen de producción
capitalista y son a la vez una palanca poderosísima para su desarrollo ascendente. El capital
bancario se constituye como una forma sustantivada del capital social supeditada al desarrollo
del capital industrial, pues éste es el núcleo esencial del capital global de la sociedad, en donde
se arranca directamente la plusvalía al proletariado y, por tanto, en donde se valoriza
realmente todo el capital social. Esto es así aunque precisamente en virtud de la sustantivación
del capital bancario, éste aparezca como siendo independiente, opuesto e incluso francamente
enseñoreado del capital industrial.
Los bancos pueden formarse con los capitales excedentes de grupos de capitalistas
industriales y comerciales y, a su vez, pueden ser el punto de partida para la constitución de
grupos industriales y comerciales determinados. La simbiosis entre el capital bancario y capital
industrial se produce a pesar de su independencia y precisamente por medio de ella.
En las fases superiores del régimen de producción capitalista el empresario individual
cede el paso a los capitalistas asociados, al capitalista colectivo; surge y se desarrolla la
sociedad anónima.
La sociedad anónima es una asociación de capitalistas individuales que unen sus
capitales para formar un solo capital de volumen mayor. A través de esta concentración de
capitales crecen la magnitud de los establecimientos industriales, la escala de la producción y
la extensión de los mercados; el régimen capitalista crece en extensión y profundidad. Aquí
también se encuentra el germen de las crisis, pues el capital adquiere una enorme capacidad
de crecimiento que tiene que chocar por fuerza con la limitación de los mercados, o, en el mejor
de los casos, con la menor tasa de crecimiento de éstos en relación con la de la producción.
Las funciones de la banca anteriormente estudiadas tienen ahora también como sujeto
al capitalista colectivo; son funciones de esta forma superior del capital que se basa en la
asociación de capitalistas. En consecuencia, la banca confirma y refuerza su papel de elemento
integrante del proceso de explotación del proletariado.
Las sociedades anónimas, a través del financiamiento bancario, concentran también
grandes cantidades de capital ajeno, el cual forma una gran parte de su capital de trabajo.
En la sociedad anónima (prototipo de las asociaciones de capitalistas) se da la
separación entre la propiedad y la función del capital. La propiedad es incorporada a títulos de
transmisión relativamente sencilla, que son los que quedan en poder del capitalista, y la
función del capital encomendada a gerentes y administradores de diverso tipo. La
sustantivación del capital adquiere así un nuevo punto de apoyo: ya no sólo es posible el
tránsito del valor a través de las fases del ciclo del capital, sino que ahora puede circular con
facilidad entre los diversos capitalistas o asociaciones de capitalistas por medio de los títulos
de propiedad (acciones) correspondientes sin afectar para nada el funcionamiento de la
empresa; surge la posibilidad y la necesidad de la concentración de grandes cantidades de
capital en manos de unos pocos capitalistas y del control de grandes cantidades de empresas
con la sola posesión de una parte mínima de sus acciones. La función del capitalista o de las
asociaciones de capitalistas consiste ahora en concentrar esas enormes cantidades de capital a
través de la compraventa de acciones y dirigirlo en masa a las ramas de producción más
rentables. Se forman grandes consorcios industriales que son el germen de las asociaciones
monopolísticas. Los capitalistas tienen ahora como campo de acción las grandes ramas de la
producción y sus actividades consisten en manipular, a través de las acciones y otros tipos de
títulos representativos del capital, enormes masas de capital, realizando combinaciones,
fusiones, juegos bursátiles, etcétera, que tienen todas como finalidad acrecentar el capital
propio aún a costa de despojar a los demás capitalistas. El régimen de producción capitalista
adquiere con esto una capacidad inconmensurable de crecimiento.
Es evidente que aquí, por necesidad, la actividad del capitalista linda ya con el fraude y
la especulación; sus acciones, por tanto, ineluctablemente derivan, más tarde o más temprano,
hacia esos campos. Por otro lado, se potencia la capacidad de disponer de capital ajeno, lo que
da como resultado el reforzamiento de los elementos de la especulación y, con ello, de las
crisis. Crecimiento desorbitado de la producción. Consumo reducido, etcétera.
Las formas primitivas de comercio con títulos representativos del capital son tres
fundamentalmente: (a) compra de títulos como una forma de invertir recursos excedentes,
obteniendo a cambio periódicamente una determinada ganancia, (b) venta de títulos como
medida para ampliar el capital de una empresa y (c) compra y venta de títulos como
instrumento para realizar los grandes movimientos de capital ya señalados: combinaciones,
fusiones, etcétera, cuya finalidad es organizar la producción de ramas enteras de acuerdo con
los intereses de unos cuantos capitalistas. Junto a estas formas surge necesariamente una
más que deriva de la inversión de un capital-dinero en la compra y venta de acciones con el fin
de valorizarlo; la actividad de este capitalista consiste en vender títulos representativos del
capital a precios mayores que aquellos a los que compró; su función no tiene ya nada que ver,
ni remotamente, con la producción y, de hecho, está fincada única y exclusivamente en la
especulación.
[1. El precio de las acciones está determinado por las ganancias.
2. Si las ganancias son altas, crece su demanda, lo que hace que su precio suba. Si
sube su precio, descienden proporcionalmente las ganancias. La demanda de las acciones
desciende y con ello su precio. Las ganancias crecen proporcionalmente, la demanda de las
acciones sube, su precio se incrementa, etcétera.
3. El precio medio de las acciones es aquel que corresponde a la tasa media de ganancia
en un período determinado.
4. A la larga se compensan la oferta y la demanda de acciones.
5. En la economía como un todo: si la economía va en ascenso y las ganancias de las
empresas crecen, la mayor parte de las acciones pagan altos dividendos; esto atrae capital a la
bolsa, lo que hace que las ganancias de las empresas sigan creciendo, la demanda de sus
acciones incrementándose y su precio elevándose. La bolsa se abarrota de capital, el precio de
las acciones sube inconmensurablemente y se pierde por completo la relación con las
ganancias. La demanda de las acciones descansa exclusivamente en la especulación de un
precio cada vez más alto de las mismas; se vende para tomar las ganancias de los precios altos
y se compra esperando una nueva alza de los precios. La burbuja especulativa se rompe por
cualquier motivo, se desploman los precios, se retira el capital de la bolsa, se detiene y revierte
el crecimiento de las empresas, deviene la ruina de muchas de ellas, etcétera. Se cierra el
ciclo.]
Los bancos adquieren nuevas funciones: se convierten en intermediarios en el comercio
de acciones, obligaciones y toda suerte de títulos representativos del capital, destinan recursos
para financiar las actividades bursátiles de los capitalistas y ellos mismos dedican una parte
de su capital a la compra y venta de valores y al financiamiento de su circulación. Estas
nuevas funciones de la banca son también funciones del capital puesto que a través de ellas se
da impulso a la forma superior del régimen capitalista basada en las asociaciones de
capitalistas, que a su vez tiene su fundamento en la explotación del trabajo asalariado. Esas
funciones contienen en sí el germen de la especulación y de la crisis.

El capital bancario se halla formado: 1) por dinero contante, oro o billetes, 2) por títulos y valores. Estos
pueden dividirse, a su vez, en dos partes: valores comerciales, letras de cambio pendientes de vencimiento y
cuyo descuento constituye el verdadero negocio del banquero, y valores públicos, como los títulos de la Deuda
Pública, los certificados del Tesoro, las acciones de todas clases, en una palabra, los valores que rinden un
interés, pero que se distinguen esencialmente de las letras de cambio. Entre ellos pueden incluirse también
las hipotecas. El capital formado por estos elementos materiales se divide, a su vez, en dos partes: el capital
de inversión del banquero mismo y los depósitos, que forman su banking capital o capital prestado. Y en los
bancos de emisión hay que añadir, además, los billetes de banco... "105

El desarrollo del comercio de títulos representativos del capital lleva necesariamente a


la creación de capital ficticio; es decir, a atribuir a algo que de por sí no es capital un valor
determinado, emitir un título que lo represente y lanzarlo al mercado de valores (por ejemplo,
los títulos representativos de la deuda pública). Igualmente, con el comercio de valores se
desarrollan también las prácticas fraudulentas y especulativas de los propios capitalistas
industriales, quienes aprenden rápidamente a realizar emisiones fraudulentas de títulos, a
manipular el mercado de valores para provocar movimientos artificiales de los precios, etcétera.
Es prudente reiterar aquí lo que hemos venido sosteniendo a lo largo de este análisis de
la banca: las funciones de los comerciantes en dinero y capital no sólo tienen como premisa y
resultado necesarios la explotación de trabajo asalariado, sino que la materia prima de sus
actividades, dinero y capital, no son otra cosa que plusvalía (trabajo obrero no retribuido)
acumulada. Por tanto, la propia fuerza de trabajo del obrero materializada en el capital es
manipulada masivamente por los bancos para profundizar y extender el régimen de producción
capitalista, es decir, para mantener e incrementar la explotación del trabajo asalariado y, con
ello, el proceso de depauperación acelerada de la clase obrera.
El capital-dinero que el sistema financiero (Bancos, Casas de Bolsa, Casas de cambio,
etcétera) concentra, procede de estas fuentes: es la forma transitoria que adquieren el capital
comercial y el capital industrial antes de revertir a su forma material, es ganancia acumulada
que aún no tiene el volumen necesario para su inversión en la industria de la cual procede, es
una renta que el capitalista va a gastar en el futuro, es capital ficticio en la acepción que arriba
hemos definido y es capital propio de los banqueros.
El capital-dinero es una forma sustantivada del capital; esto quiere decir que en manos
del banquero pierde por completo el rastro de su origen y cobra vida propia. El banquero lo
puede utilizar para la realización de la función que corresponde, es decir, devolverlo al
capitalista comercial o industrial para que prosiga el ciclo de su capital (conversión en capital
mercancías o en capital productivo), amplíe sus instalaciones, gaste su renta, etcétera; también
lo puede destinar a financiar las compras de los capitalistas industriales y comerciales
mientras el capital-dinero de sus ventas revierte a sus bolsillos, a una extensión de la planta
industrial y comercial, a la compra de valores públicos, o al financiamiento de la adquisición de
bienes de consumo duraderos, todo ello en un monto que está determinado por la diferencia
entre las cantidades que normalmente se depositan en sus arcas y las que se sustraen de ellas,
el cual es un volumen que la práctica se encarga de fijar; pero no sólo eso puede hacer.
La banca puede también destinar los grandes montos de capital-dinero que detenta al
financiamiento del desarrollo monstruoso de una rama económica específica (vgr. la
producción petrolera, las manufacturas de exportación), de tal suerte que aquel se va
desafectando de sus funciones normales (es decir, que no revierta ya hacia los capitalistas que
lo depositaron en los bancos) hasta quedar por completo desvinculado de su antigua base
productiva y se traslada a chorro lleno hacia las ramas que ahora son más rentables. La mayor
parte del capital-dinero de la economía se concentra en estos sectores económicos, ya sea a

105
Ibíd., p. 437
través de financiamientos directos de la banca o de la salida de las empresas a la Bolsa; la tasa
de interés real se eleva hasta niveles altísimos, las ganancias de la Bolsa ascienden
vertiginosamente y, más temprano que tarde, la especulación se enseñorea de toda la
economía.
La sustantivación del capital-dinero como capital-bancario completa la obra del proceso
de formación y funcionamiento de una tasa media de ganancia en el régimen capitalista.
La necesaria disyunción entre producción y consumo, que es inherente al régimen de
producción capitalista, deriva también ineluctablemente en una desproporción mayúscula
entre producción y consumo. La tasa de ganancia que se eleva sobre el nivel medio es la guía
que conduce al capital hacia las ramas en las que existe un exceso de demanda o una oferta
reducida de un bien o un conjunto de bienes que son estratégicamente necesarios para el
capitalismo en una fase específica de su desarrollo (petróleo o manufacturas de exportación,
vgr.); la tasa de ganancia mucho más alta que la media lleva también hacia arriba a la tasa de
interés y ésta atrae de una manera irresistible al capital-dinero que poseen los banqueros, el
cual se traslada, primero en pequeñas cantidades y después en volúmenes inmensos, a las
ramas que la cuota de ganancia ha convertido en privilegiadas.
Este movimiento del capital sustantivado incrementa en una medida gigantesca la
capacidad instalada de la rama de que se trata y eleva la producción a niveles altísimos, muy
por encima de la demanda que permanece estacionaria o crece a un ritmo mucho menor.
Los banqueros, verdaderamente poseídos por ese demonio interior que es el hambre
insaciable de ganancia y dueños del mecanismo por el que el capital se convierte en una
sustancia que pare dinero, olvidan completamente sus propósitos iniciales (es decir, desarrollar
aquella rama que presenta atractivas ganancias) y se dedican en cuerpo y alma al fraude y a la
especulación, es decir, a financiar industrias inexistentes, apostar a la Bolsa y al tipo de
cambio, etcétera.
La superproducción que ha traído consigo la inversión desenfrenada colma en exceso
los mercados hasta el punto en el cual los precios inician un movimiento descendente. Los
ingresos menguan, los créditos se tornan incobrables, las empresas quiebran y los bancos
sufren rudos quebrantos.
Al final del ciclo el sistema financiero se derrumba y es necesario que alguien venga a
su rescate.
Como precisamente el sistema bancario es el que está en el proscenio, el prejuicio
popular señala a los banqueros como los causantes, por su avidez, de la catástrofe económica.
Todo este movimiento del capital sustantivado tiene su causa en la naturaleza esencial
del régimen de producción capitalista; no es algo accidental o que obedezca a errores que se
cometen en la conducción de la economía o a la perversión de sus actores; es el proceso
ineluctable de una sustancia con vida propia.
Con estos antecedentes, se comprende ahora perfectamente la candidez de quienes
quieren hacer residir las causas de la crisis en presuntos problemas de estructura,
organización o conducción de los sistemas bancarios de los países que se han visto envueltos
en la reciente crisis financiera internacional y que, por tanto, tienen a la mano una ingenua
receta que aplicar para que no vuelva a suceder lo mismo. No menos estulta es la pretensión de
que las causas de las crisis radican en determinadas políticas que las naciones desarrolladas
han seguido en el comercio y la producción globales y de que, en consecuencia, el abandono de
las mismas y la instrumentación de otras medidas que sirvan de apoyo a las economías
emergentes ahuyentarán definitivamente el fantasma de las crisis cíclicas.

El capital bancario en la sociedad de consumo

El gran desarrollo tenido por la producción y el consumo en la sociedad de consumo


llevó al proscenio al capital bancario.
Los bancos son empresas típicamente capitalistas.
Para cumplir adecuadamente con sus funciones en el explosivo proceso de crecimiento
industrial y del consumo tuvieron por fuerza que agenciarse cantidades excepcionales de
recursos con el fin de ampliar sus instalaciones, establecer multitud de sucursales y cajeros,
masificar sus servicios, diversificarlos, digitalizarlos y mecanizarlos, etcétera.
Al igual que las demás empresas, los bancos recurren primero a sus propios medios, es
decir, capitalizan las extraordinarias ganancias que el boom económico les ha proporcionado.
Después, movidos por su insaciable afán de lucro, salen también a la Bolsa a colocar
acciones y otros valores, con lo que obtienen más recursos para acumular.
Las funciones de la banca son de dos tipos, fundamentalmente:
-pasivas, por medio de las cuales reciben en depósito dinero del público y
-activas, por las cuales lo conceden en préstamo a industriales, comerciantes,
prestadores de servicios, gobiernos, particulares, etcétera.
El auge económico que caracteriza a esta fase de la sociedad de consumo genera una
enorme cantidad de pequeñas, medianas y grandes acumulaciones de dinero que por diversas
razones no son utilizadas por sus propietarios. La banca desarrolla una frenética actividad
para captar ese capital-dinero ocioso y canalizarlo a sus ávidos demandantes, al que atrae con
el incentivo de intereses sustanciosos.
Por otro lado, la interminable (aparentemente) bonanza económica incrementa en una
forma exponencial la demanda de créditos para la producción y el consumo, los cuales la
banca concede a cambio de altos intereses que las ganancias elevadas de las empresas y los
mayores ingresos de los particulares permiten pagar.
El hambre insaciable de ganancias y la feroz competencia, que hacen de la sociedad de
consumo su asiento, determinan que los bancos desarrollen una enorme variedad de complejos
instrumentos de captación y de préstamo, que se unen a los que tradicionalmente habían
ofrecido.
La nueva estructura del sistema financiero internacional.
Fue en la década de los años 80 del siglo XX cuando se inició el paso, en el régimen
capitalista internacional, de la llamada “sociedad del bienestar” a la que se denomina “sociedad
de consumo”.
Conducido por sus leyes específicas, descubiertas y desarrolladas teóricamente por
Carlos Marx, el régimen capitalista internacional entró en una nueva etapa de su existencia, en
la que se produjo una verdadera revolución tecnológica que trajo consigo profundos cambios en
la estructura y en los procesos industriales, comerciales y financieros del capitalismo mundial.
Teniendo como punto de apoyo todas esas transformaciones señaladas, se inició una
etapa de acumulación desbordada de capital a nivel global, con la consabida consecuencia de
un gran incremento de la depauperación de todos los trabajadores del mundo.
En la medida en que a escala internacional se daban todos los cambios que la nueva
naturaleza de las fuerzas productivas capitalistas requería, el aparato productivo y comercial
se convirtió en una enorme factoría en la que se producían y se hacían circular cantidades
cada vez más grandes de plusvalía, las cuales, aunadas a la porción del capital variable que los
trabajadores ahorraban, adquirían, en el proceso de circulación del capital, la forma del
capital-dinero.
El sistema bancario y financiero es el que se encarga de acopiar y concentrar el capital-
dinero y de canalizarlo hacia la producción y el comercio con la finalidad de mantener y
ampliar el proceso productivo capitalista; tiene la función de conducir el tránsito del capital-
dinero a capital productivo y capital comercial y de reunirlo en sus arcas cuando el capital-
mercancías se convierte en capital-dinero, y así sucesivamente.
Las vastas innovaciones introducidas en la estructura productiva y de consumo de la
“sociedad de consumo” implicaron también grandes cambios en el sistema bancario y
financiero con el fin de adecuarlo a las nuevas circunstancias existentes.
El móvil principal de los capitalistas individuales y el motivo propulsor del movimiento
global del capital es la obtención de una ganancia. Pero no de un monto cualquiera de
ganancia, sino una cantidad ilimitada de ganancia. Cuando, debido a las fluctuaciones de la
tasa media de ganancia, o a los movimientos locales de la ganancia en las distintas ramas y
sectores industriales, etcétera, la ganancia se reduce, entonces el hambre de ganancia de los
capitalistas y del sistema económico como un todo se exacerba, se potencia de una manera
inconmensurable; cuando, por el contrario, la ganancia aumenta, el hambre de ganancia se
exaspera impulsada precisamente por el anterior incremento de los beneficios. En el régimen
capitalista, el móvil y motivo propulsor que lo anima es un hambre insaciable de ganancia que
encuentra en sí misma el resorte para su incremento constante.
Al consolidarse el proceso de acumulación típico de la sociedad de consumo se produce
en primera instancia un ascenso sostenido de la ganancia en las diversas esferas productivas,
en la actividad comercial y en las operaciones bancarias y financieras; este aumento actúa
como un poderoso imán que atrae imperiosamente todos los recursos dinerarios de la
economía que pugnan por valorizarse a las altas tasas que se han establecido.
En primer término, son captados por el sistema bancario y financiero, con la finalidad
de dirigirlos hacia la actividad productiva y comercial, aquellos recursos que permanecen
atesorados en los fondos de salud, retiro, jubilación, etcétera de los trabajadores. En lugar de
permanecer inactivos en alguna partida del presupuesto estatal o depositados en los bancos
comerciales, son lanzados al tráfago del comercio de acciones, bonos y otros valores.
También, son “bursatilizados” activos estatales constituidos por bienes existentes o
ingresos futuros por diversos pagos de derechos y servicios. De esta manera, recursos que por
su propia naturaleza no están en el mercado, son convertidos en títulos que pueden ser
comercializados e hipotéticos activos se convierten en valores actuales que entran al mercado
bursátil.
Estas dos fuentes de recursos amplían de una manera sustancial los fondos para
alimentar el proceso de acumulación en marcha en la economía capitalista.
Con la acumulación de capital crece hasta altísimos montos la masa de capital-dinero
que no tiene un vínculo inmediato con la actividad productiva y comercial y se acumula como
simples depósitos en la banca comercial. Estos activos monetarios son también solicitados por
la fuerza centrípeta de la acumulación de capital y derivados hacia la producción y el comercio
por departamentos especializados de la misma banca comercial, por la banca de inversión o
por instituciones especiales, como fondos de pensiones, fondos mutuales, hedge funds,
etcétera.
Anteriormente, este tipo de capital-dinero se captaba de una manera diferente. Los
departamentos especiales de la banca comercial y la banca de inversión ofrecían títulos de
deuda a los poseedores de capital-dinero excedente con una tasa de interés sustancialmente
más alta que la que se pagaba por los depósitos y, por otro lado, proveían de préstamos a largo
plazo a la industria y al comercio; los títulos de la deuda tenían una circulación muy
restringida. Por su parte, las industrias obtenían recursos a través de las aportaciones de sus
socios y de los préstamos comerciales y a largo plazo de los bancos; los títulos representativos
del capital no tenían una amplia circulación y, por tanto, las Bolsas de Valores estaban muy
poco desarrolladas.

La emisión de títulos, la integración de Portafolios y el arbitraje


A partir de la década del 80 del siglo pasado, el paroxismo de la acumulación obliga a
las empresas privadas, a los gobiernos, a las empresas estatales y paraestatales, etcétera,
frente al imperativo de ampliar constantemente sus operaciones, a obtener cantidades
superlativas de recursos; además de los medios tradicionales de los préstamos bancarios,
todas ellas desarrollan un proceso sistemático de salida a la Bolsa para captar capital; los
bancos se ven forzados a crear departamentos especiales que se dedican a la emisión, compra
y venta de títulos, la banca de inversión florece y se establecen instituciones sui generis, como
los fondos mutuales, fondos de pensiones y hedge funds que se dedican exclusivamente a la
compra y venta de títulos. La actividad bursátil se intensifica en un grado extremo y las Bolsas
de Valores del mundo crecen de manera exponencial.
La intermediación financiera adquiere un auge inusitado y desarrolla nuevos
mecanismos e instrumentos para captar los enormes recursos que se generan en la economía y
redirigirlos hacia el aparato productivo, comercial y de servicios.
Lo primero que tiene que lograr es ofrecer ganancias más altas y con menos riesgos que
la banca tradicional.
Para ello, inicia la práctica de reunir en un portafolio, en grandes cantidades, valores de
distinta naturaleza, muy diversificados en sus plazos de vencimiento, tasa de interés, tasa de
ganancia y nivel de riesgo, pretendiendo lograr un equilibrio entre todos estos factores para
alcanzar la máxima ganancia con el menor riesgo posible y ofrecerlos así a los poseedores del
capital-dinero que vegetan en otras ramas del sector financiero. Con ese fin, se desarrollan
modelos matemáticos, basados fundamentalmente en elementales principios de econometría y
estadística, que se emplean para procesar los datos históricos del comportamiento de los
distintos valores bursátiles y con base en ellos se proyecta el probable desempeño futuro de los
títulos; los portafolios se integran de acuerdo con lo que los modelos estadísticos y
econométricos establecen.
Toda una rama de la teoría económica se funda entonces, la Moderna Teoría del
Portafolio (MPT, Modern Portfolio Theory), que tiene como profundo principio científico y
filosófico el de “no poner todos los huevos en la misma canasta” y en cuya evolución ha dado
portentosos frutos “científicos”, como la teoría del arbitraje de los precios (APT, Arbitrage Price
Theory) y el modelo matemático correspondiente, el modelo de cálculo del precio de los activos
de capital (CAPM, Capital Asset Pricing Model), cuyo método esencial es el cálculo de la
covarianza (betas) de cada activo con respecto a un índice del mercado general, la teoría del
cálculo del precio de las opciones (option pricing theory), y último en la enumeración pero no
en importancia, lo que es la base teórica de toda esta eclosión de la ciencia económica, la
ingenua, por decir lo menos, hipótesis de los mercados eficientes (efficient market hypothesis).
Esta “ciencia de los cohetes” (rocket science), como mordazmente la llaman sus críticos
embozadamente neo keynesianos, se mueve dentro de los límites de los conceptos matemáticos
más simples, y su único mérito es haber sometido a fórmulas matemáticas elementales el
burdo instinto del capital de la ganancia irrestricta, su hambre insaciable de ganancia. Varios
de los economistas que han medrado con esta pseudociencia se han hecho acreedores al
premio Nobel de economía, tanto por sus escuálidas y simplonas producciones “teóricas”, como
por su acendrado espíritu lacayuno que los lleva a poner su “inteligencia” incondicionalmente
al servicio del capital; si de algún crédito gozaba aún este menoscabado galardón, lo ha perdido
irremisiblemente cuando se ha premiado a estos sirvientes del capital y al concederse al señor
Obama, el guerrero del imperio, el premio Nobel de la paz.
A la par con la invención del portafolio bursátil, se estructuran también novedosas
instituciones que los forman y los administran. Surgen los llamados fondos financieros (fondos
mutuales, fondos de pensiones, hedge funds, etcétera), los cuales se encargan de reunir
cuantiosos recursos en la forma de capital-dinero e invertirlos en la adquisición de cantidades
masivas de valores, los cuales son manejados bajo el principio de la obtención de la máxima
ganancia (la cual, desde luego, debe ser sustancialmente mayor que la que ofrecen las
instituciones crediticias tradicionales) con el menor riesgo.
Su actividad se basa en las leyes que rigen a los “grandes números”, es decir, en las
medidas centrales y en las desviaciones que de las mismas se observan en los datos relativos a
los miles de valores que administran, para de esa manera prever su evolución futura; también,
en modelos matemáticos conforme a los cuales se calcula el riesgo de insolvencia o de otro
evento (VAR) que afecte a los valores del portafolio; igualmente, en fórmulas que permitan
calcular los valores reales de los activos en relación con su precio de mercado.
Los Fondos adquieren un portafolio inicial y luego compran y venden los valores, de
acuerdo con lo que el sistema de análisis computarizado determine, con el propósito de
mantener la ganancia en el nivel más alto posible y los riesgos de la inversión en el punto más
bajo compatible con aquella.
Hasta aquí, los Fondos financieros se han mantenido dentro de los límites de un apetito
normal de ganancia; sin embargo, tienen ya en sí mismos el germen de lo que es el hambre
insaciable de ganancia, que será el principio rector de su evolución posterior.
El hambre insaciable de ganancia empuja a los Fondos financieros por varios caminos.
En primer lugar, extienden su campo de acción hacia la compra y venta de créditos de
la más diversa especie: hipotecas, créditos para automóviles, créditos estudiantiles, créditos en
tarjetas, futuros, swaps, opciones, etcétera.
En segundo lugar, la compra y venta de valores deja de tener el carácter de una función
accesoria cuya finalidad esencial es integrar y conservar un portafolio para los inversionistas;
ahora los valores se compran para “empaquetarse” y venderse; por tanto, la ganancia se
obtiene no de los títulos en sí, sino de su compra y venta.
En tercer lugar, para algunos tipos de Fondos (los hedge funds, principalmente), la
compra y venta de valores no tiene como propósito integrar un portafolio cuyos activos
produzcan las mayores ganancias con el menor riesgo, sino comprar y vender valores con el fin
de obtener ganancias de las discrepancias entre sus valores reales y sus precios de mercado
(arbitraje): se compra un stock cuando sus precios de mercado son bajos pero su valor real es
más alto (existe una desviación de la medida central) y hacia éste deberá convergir aquel en un
cierto tiempo (la vuelta a la medida central), según los cálculos del modelo estadístico, y se
vende cuando alcanza de nuevo su valor real; esta versión ampliada del modelo original del
portafolio se forma con stocks de valores de largo y corto plazo, los cuales se venden y se
compran de acuerdo con las determinaciones del modelo matemático; como vemos, aquí la
especulación es ya el alma de las transacciones. Dado que las diferencias entre los precios de
mercado y los valores reales (su medida central) son relativamente pequeñas y tienden a
acortarse precisamente cuando se efectúan las compras y ventas de las mismas, entonces,
para obtener ganancias significativas es necesario negociar masas enormes de valores y esto
sólo es posible hacerlo con cuantiosos recursos que únicamente se pueden obtener
apalancando el capital propio del fondo con voluminosos montos de capital de préstamo. La
diferencia entre el costo del capital de préstamo y la ganancia que se obtiene con el arbitraje de
los valores que con él se adquieren es la ganancia neta que se agrega a la que el fondo recibe
por su capital.
En cuarto lugar, una parte de los Fondos, entre los cuales de manera principal se
encuentran los hedge funds, se constituyen, se organizan y funcionan en una forma específica,
permitida por la legislación, por medio de la cual se eluden las leyes y los mecanismos de
fiscalización a que todas las demás instituciones crediticias están sometidas; esta evasión es en
principio legal, pero a ella se agrega la violación flagrante y sistemática de las pocas
regulaciones que les son aplicables. Las restricciones legales a que están sujetas las
instituciones crediticias tradicionales (pago de impuestos, severas limitaciones al nivel de
apalancamiento, elevados montos y alta calidad de colaterales, vastas provisiones de capital
para garantizar las operaciones pasivas, etcétera) ocasionan gastos excesivos o reducen
sensiblemente las ganancias, por lo cual la tasa de ganancia de los fondos no regulados se
eleva en una gran medida sobre la de los que si están sujetos a la normatividad.
Un Hedge fund típico está abierto sólo a un limitado rango de inversores profesionales o
ricos. Con base en esto se les provee con exenciones en muchas jurisdicciones de regulaciones
que gobiernan las ventas en corto, los derivados, el apalancamiento, el pago de comisiones y la
liquidez de los intereses. Esto, junto con las comisiones por resultados y la estructura open-
ended diferencia los Hedge Funds de los Fondos de Inversiones ordinarios.
Los Hedge Funds utilizan fundamentalmente: ventas en corto, derivados y
apalancamiento. Dominan campos especiales como derivados con altos rendimientos y deudas
en conflicto.
La industria manejaba, en el punto más alto, en el verano del 2008, cerca de 2.5
billones (millones de millones) de dólares.
Varios son los argumentos que esgrimen las autoridades financieras (Ver: Testimony of
Chairman Alan Greenspan Private-sector refinancing of the large hedge fund, Long-Term
Capital Management Before the Committee on Banking and Financial Services, U.S. House of
Representatives October 1, 1998) para justificar la necesidad de eximir de las regulaciones
normales a los fondos tales como los hedge funds: el fundamental es que se trata de
agrupaciones magnas de capital, en las que participan con grandes capitales (en algunos de
ellos el mínimo de inversión es de un millón de dólares por socio) profesionales de la actividad
financiera y personas sumamente ricas, por lo que es innecesaria en este caso la aplicación de
las regulaciones que tienen por objeto proteger a los inversionistas legos en la materia y a
aquellos cuya inversión es probablemente su único capital; en segundo lugar, se arguye que la
actividad característica de estos fondos, es decir, el comprar y vender títulos para obtener
ganancias del diferencial entre sus precios de mercado y sus valores reales, al fin de cuentas
llevará a una estabilización del mercado con precios lo más cercanos e incluso iguales a los
valores de los objetos del comercio, lo que dará fluidez a los recursos que se mueven desde el
sector financiero hacia la industria y el comercio; por último, la justificación ideológica de todo
esto la expresan diciendo que si acaso los Funds especiales fuesen sometidos a regulaciones
más estrictas, entonces dejarían de ser rentables sus actividades, eventualmente
desaparecerían y se cegaría así una de las principales fuentes de la prosperidad económica de
una nación.
La transformación y extensión del sistema financiero, que han sido inducidas por el
desenvolvimiento de la estructura industrial y comercial sobre las bases de la nueva etapa de
existencia del capitalismo, forman con ella una contradicción. Los polos de la antítesis se
engendran uno al otro; la industria y el comercio característicos del capitalismo de consumo
han procreado un sector financiero específico; aquellos producen y realizan cantidades
astronómicas de valor bajo la forma de capital-dinero y éste las capta y las reencauza hacia la
producción y el comercio de la sociedad de consumo en un proceso incesante por el cual
ambos extremos se impulsan hasta altísimos niveles. El motor de este movimiento es el
hambre de ganancia de los capitalistas, la cual hasta aquí se caracteriza por mantenerse
dentro de ciertos límites, “normales”, por decirlo así; pero en la misma orgía de ganancias que
el crecimiento económico trae consigo y en el descenso de la cuota general de ganancia que
necesariamente se presenta en la fase más alta del ciclo, se encuentran los motivos para la
elevación del hambre de ganancia de los capitalistas a un hambre insaciable, ilimitada.
Cuando esto sucede en forma generalizada, la contradicción entre el capital bancario por un
lado y el capital industrial y comercial por el otro pasa a una fase de absoluta oposición entre
ellos, en la cual ya no se engendran más mutuamente sino que sólo se niegan una a la otra.
Por un lado, el sistema financiero, ávido de ganancias, sigue impulsando sin restricciones la
producción y el comercio, y estas actividades son conducidas, por capitalistas completamente
obnubilados por la torturante hambre insaciable de ganancias, mucho más allá de los límites
de una demanda que ha agotado completamente su capacidad de expansión; por otro, el
capital bancario y financiero se dedica en gran parte a actividades especulativas, como la de
comprar y vender títulos para obtener ganancias de las discrepancias de los precios
comerciales de los activos, por lo que una porción significativa del capital-dinero no revierte ya
a las órbitas de la producción y el comercio. En esta situación maduran las condiciones para
que una crisis se presente.
Como vimos en apartados anteriores, lo primero que la nueva estructura productiva y
comercial genera es una gran expansión de la actividad de emisión de valores y de su
colocación en la Bolsa. Teniendo esto como base, se produce una extensión del anterior
aparato bancario y financiero, al que se anexan instituciones financieras (Fondos mutuales,
Fondos de retiro, hedge funds, etcétera) que se dedican exclusivamente a la compra y venta de
títulos así como a su reunión en Portafolios, en los que las diferencias individuales se
compensan para crear valores y riesgos medios, y ofrecerlos a los inversionistas. Las ganancias
de quienes invierten en estos fondos provienen de los ingresos, ya sean fijos o variables, que los
diversos títulos del portafolio producen, y las compras y ventas de los mismos únicamente
tienen como finalidad buscar el equilibrio entre los ingresos y los riesgos, guiándose por el
principio rector de obtener la máxima ganancia con el menor riesgo. Los pilares que sustentan
a estos fondos, son dos: 1) la más alta tasa de ganancia que garantizan para el capital-dinero,
en mucho superior a las que paga la banca tradicional y 2) su estrecha vinculación con los
modernos aparatos productivo y comercial, a los cuales hacen llegar gruesos volúmenes de
capital-dinero, actividad que las antiguas instituciones crediticias eran incapaces de realizar.
Los Fondos amplían sus fuentes de recursos y se nutren con los fondos de retiro,
jubilación, etcétera de los trabajadores; estos acervos se encuentran originalmente ya sea en
las arcas del gobierno, en donde se incrementan a tasas bajísimas y son utilizados para
financiar el déficit público, o en los bancos comerciales, de los cuales reciben intereses muy
reducidos; al constituirse en fondos financieros que se dedican a la formación y administración
de un portafolio, por un lado, reciben, al menos teóricamente, mayores ingresos que los que
obtenían cuando estaban en las cajas del gobierno o de los bancos comerciales y, por otro, que
es lo principal, sirven para financiar la expansión del aparato productivo y comercial mediante
la compra de los títulos que se cotizan en la Bolsa.
El campo de acción de los Fondos se expande por medio de la integración a sus
Portafolios de créditos de la más diversa especie, tales como hipotecas, créditos automotrices,
créditos estudiantiles, créditos en tarjetas, etcétera. Los Fondos compran a los bancos
comerciales estos créditos y los introducen en sus Portafolios o forman Portafolios especiales
con ellos. Con este mecanismo se acelera la conversión del capital dinero en capital productivo:
los bancos comerciales venden los créditos a los intermediarios financieros y con los recursos
así obtenidos aquellos pueden reiniciar inmediatamente, en una escala más alta, el ciclo
productivo; su capital tiene una rotación mucho más elevada; se incrementa así el nivel de la
acumulación de capital y la producción crece geométricamente.
Esta actividad de los Fondos es un acicate poderosísimo para el desarrollo de un campo
específico de la “nueva economía”: el financiamiento al consumo masivo. Los bancos
comerciales son empujados, por la naturaleza misma de la producción (capitalismo de
consumo) y por la demanda de créditos que ejercen los Fondos financieros, a incrementar en
una medida descomunal el otorgamiento de créditos al consumo. La banca tradicional es
sometida a las exigencias de la nueva estructura económica.
Hay muchos otros activos que producen flujos de efectivo, incluyendo préstamos para
casas construidas, préstamos y arrendamiento de equipo, arrendamiento de aeronaves,
cuentas pendientes de comercio, planes de préstamos para locales de comercio y regalías. Los
intangibles constituyen otra clase emergente de activos.
El hambre de ganancias que ha presidido todo este movimiento económico se
transmuta, lenta pero seguramente, en un hambre insaciable. Todos los elementos que
participan en el mismo son llevados más allá de los límites que demarcan el proceso de mutua
implicación y se convierten irremisiblemente en su contrario. La intermediación financiera, que
provee de abundantes recursos a la actividad industrial y comercial, hace llegar la producción
mucho más allá de su correspondencia con la demanda efectiva, los préstamos al consumo se
conceden en un volumen excesivo en relación con la capacidad de pago de los consumidores y
los Fondos se convierten en entidades que concentran abultadas sumas de dinero destinadas a
la compra y venta especulativa de valores.
El hambre insaciable de ganancias se apodera de todos los participantes en el proceso
económico, y en la cúspide del mismo están las empresas industriales, comerciales y de
servicios, los bancos comerciales y de inversión, los bancos centrales, los gobiernos, los
mismos Fondos, etcétera, los cuales invierten sus recursos libres en los hedge funds, aquellos
fondos que se dedican exclusivamente a la especulación con los precios y los valores de los
activos (arbitraje), apalancan las operaciones de los mismos con extensos créditos, les
conceden en arriendo los valores en los que han invertido sus ganancias, etcétera, lo que
fortalece inconmensurablemente la especulación con los valores.
Tenemos entonces un doble resultado: por una parte, un exceso de inversión que se
traduce en una sobreproducción que no encuentra salida y, por otra, un incremento
desmedido de la especulación
.
Del arbitraje a los CDOs, MBSes y CDSes

Para el año 2002, una vez que, a través de las crisis correspondientes, quedaron
ajustados entre sí las distintas ramas, sectores, etcétera de la sociedad de consumo, se
establece una fluida relación entre todos esos elementos.
En estas circunstancias del capitalismo mundial, el consumo masivo recibe un
poderosísimo impulso.
Una proporción sustancial del capital se invierte, por diversas vías, en las industrias
que producen bienes de consumo; por su parte, los bancos comerciales y las empresas
comercializadoras destinan montos cada vez más gruesos al financiamiento del consumo
masivo.
Esta tendencia progresiva del consumo choca, en un cierto momento, con la traba que
constituyen los flujos de capital, que son insuficientes para hacer crecer a una tasa mayor la
producción y el financiamiento de la compra de los bienes.
En 1998, el sistema financiero internacional, después del rescate de Long Term Capital
Management, abandonó provisionalmente la senda de la especulación galopante basada en el
arbitraje y redujo ésta a límites congruentes con una cierta estabilidad.
Aún antes de este acontecimiento se había venido gestando una forma más alta de
obtener recursos de capital para financiar la sociedad de consumo, método que cobra un
mayor vuelo después de que el mercado se pacifica en 1998.
Los créditos al consumo (para comprar casas habitación, automóviles, servicios
educativos, usar tarjetas de crédito, etcétera), son concedidos por la banca comercial a través
de sus departamentos especializados o por bancos que se dedican específicamente a este
negocio; el mecanismo tradicional de su funcionamiento consistía en la captación de recursos
por el banco a través de instrumentos de inversión y luego su traslado como préstamo a los
diversos consumidores; el banco recibía en pagos parciales los intereses de los préstamos y la
parte correspondiente del principal; estos ingresos eran utilizados para cubrir los intereses de
los bonos y otros papeles que había emitido y constituir el fondo de amortización de los
mismos.
Es evidente que, bajo los supuestos anteriores, el período de tiempo necesario para que
el banco recobrase el valor capital adelantado y la ganancia correspondiente era muy largo y
mientras esto no sucediese ese capital no podía ser utilizado para financiar nuevos créditos al
consumo; la única alternativa posible era acudir de nuevo al mercado a colocar papeles de
diversa índole y aumentar por este medio el capital de préstamo en un determinado volumen;
estos recursos quedaban igualmente inmovilizados durante un dilatado lapso de tiempo.
Los bancos comerciales estaban abrumados por las funciones de captar recursos,
conceder y administrar los préstamos, recolectar los pagos de los acreditados, dar el servicio a
la deuda contraída y reintegrar el principal de la misma; esto sucedía en un mercado en donde
cada vez era más difícil competir con tasas atractivas en la colocación de los bonos y otros
papeles de los que obtenían los medios para cumplir su función específica y, además, en una
situación de gran demanda de créditos para el consumo.
El hambre insaciable de ganancia, que en el capital bancario y financiero adquiere el
carácter de una imperiosa y acuciante necesidad, se exacerba en estas condiciones descritas.
El capital bancario orientado a la órbita del consumo se ve sometido a la acción de dos fuerzas
que ejercen sus efectos concertadamente: una muy lenta rotación del capital propio y del que
captan en los mercados, condicionada por el largo plazo de la redención de las deudas de los
consumidores, lo cual se traduce en una tasa menor de ganancia que la media, ya que ésta se
determina por la rotación media del capital en su conjunto, y una torturante demanda de
créditos al consumo que crece aceleradamente, espoleada por el epicureísmo que sienta sus
reales en la sociedad de consumo.
La salida obligada de esta situación es la búsqueda desesperada de los medios para
aumentar la rotación del capital, con lo cual se pretende elevar la tasa de ganancia del mismo y
a la vez cubrir la voluminosa demanda insatisfecha de créditos al consumo.
Se inicia entonces un proceso de “modernización” de la banca que culmina con la
estructuración y desarrollo de las funciones, mecanismos y productos bancarios característicos
de la última fase de la actual crisis financiera internacional: los MBSes (Mortgage Backed
Securities), los ABSes (Asset Backed Securities), los CDOs (Collateralized Debt Obligations), los
CDSes (Collateralized Debt Swaps), etcétera.
El sector financiero de la sociedad de consumo se desenvuelve en dos fases
perfectamente diferenciadas.
En la primera de ellas se establece el mecanismo que consiste en la emisión masiva de
acciones, bonos y otros instrumentos de captación de capital por empresas, gobiernos,
entidades gubernamentales, etcétera, con la finalidad de obtener recursos para impulsar su
crecimiento, y su adquisición de manera principal por entidades especiales, como los diversos
fondos, entre los que destacan los “hedge funds”, las que concentran cantidades enormes de
capital líquido que invierten en la compra y venta de títulos, con los que integran portafolios
que les proporcionan jugosas ganancias por medio del “arbitraje”. Esta interacción entre el
nuevo sistema financiero por una parte y el sector industrial estadounidense y las economías
nacionales por la otra llega a su punto culminante con el desbordamiento de aquel a causa de
la especulación desmedida, la sobreproducción de los países exportadores y de las empresas
“punto com” y la monstruosa centralización de capital de la que es ejemplo típico el caso de la
empresa Enron y que llevan, respectivamente, a la crisis de Long Term Capital Management,
cuyo salvamento por el gobierno norteamericano pone fin a la incontrolable especulación que
amenazaba la existencia de todo el sistema capitalista internacional, y a las crisis de los países
asiáticos, de las empresas “punto com” y de Enron y WorldCom.
La segunda fase es aquella en la que la securitización de los débitos, principalmente de
los créditos al consumo, se convierte en el medio principal para financiar al sector industrial.

La “securitización” de los créditos al consumo


La securitización de los créditos al consumo fue el mecanismo mediante el cual el
sistema financiero norteamericano cumplió su función de impulsar hasta su extremo el
desarrollo industrial y comercial del capitalismo de consumo; igualmente, fue el medio por el
cual finalmente se engendró a si mismo como una monstruosa acumulación de capital-dinero
cuya única función era incrementarse incesantemente, la cual provocó la paralización y la
posterior reversión del crecimiento industrial y comercial.

Fannie Mae, pionera de la securitización


Es en este contexto en el que Fannie Mae, una de las dos grandes empresas apoyadas
por el gobierno federal que se dedican a la adquisición de créditos hipotecarios de la banca
comercial, empezó a desarrollar, en la década de los años 80 del siglo pasado, un nuevo
instrumento crediticio que le iba a permitir captar más recursos de los que obtenía por la
emisión de bonos y notas de corto plazo y la venta de grupos indiscriminados de créditos. La
llamada “ingeniería financiera” fue puesta en acción y su resultado fue el diseño del producto
que más tarde permitiría a todo el sistema financiero internacional un crecimiento desbordado:
la “securitización” de los créditos hipotecarios.

Los Mortgage Backed Securities, MBSes (Títulos garantizados con


hipotecas)
Fannie Mae fue creada el mes de febrero de 1938 por el gobierno de los Estados Unidos
como uno de los principales instrumentos para resolver los graves problemas que había
producido la gran depresión.
El propósito del gobierno federal norteamericano era encauzar mayores cantidades de
capital hacia la industria de la construcción a través del incremento de los créditos para
adquirir casas habitación.
Esta política típicamente keynesiana (aumento del consumo) estaba diseñada para
reactivar la inversión e impulsar la producción en la rama de la construcción; esto debería ser
el detonante para una reavivación general de la inversión y de la actividad productiva y
mercantil.
La banca comercial, como ya vimos, se encontraba asfixiada por una bajísima rotación
del capital, lo cual le impedía ampliar más allá de unos límites muy estrechos su actividad
crediticia.
Con el fin de aliviar la pesada carga que llevaba sobre sí la banca comercial, Fannie Mae
es diseñada como una institución que tiene por objeto crear un mercado secundario de
hipotecas; su función es comprar las hipotecas a la banca comercial, administrarlas y en su
caso venderlas a diversos inversionistas.
La banca comercial continúa en su función tradicional de otorgar los créditos, pero
ahora los puede vender inmediatamente a Fannie Mae y utilizar el ingreso obtenido para la
concesión de más préstamos, y así sucesivamente; su capital y el capital de préstamo
adquieren una mayor velocidad de circulación, es decir, producen más ganancias por unidad
de tiempo. Además, el riesgo de insolvencia de los deudores se traslada con la deuda a su
nuevo poseedor y es eliminado por tanto de los libros de la entidad bancaria.
Fannie Mae fue constituida originalmente con capital público; en esa época los fondos
para los préstamos los obtiene por medio de la emisión de bonos y notas de corto plazo y sus
ingresos provienen de los intereses y parte del principal del crédito que recibe periódicamente
cuando los retiene en su portafolio y de su venta a los inversionistas, la cual se realiza en gran
parte en grupos (“pools”) en los que se reúnen indiscriminadamente préstamos de diversa
naturaleza.
En 1968, de acuerdo con The Housing and Urban Development Act emitida ese año,
Fannie Mae inició su transformación en una empresa privada. Las acciones del gobierno
federal fueron vendidas a inversionistas privados y se formó un Consejo de Administración
integrado por 15 miembros, diez de los cuales eran elegidos por los accionistas y 5 nombrados
por el Presidente de los Estados Unidos.
La estructura y funciones de Fannie Mae se mantuvieron sin variaciones en lo
fundamental hasta principios de la década de los ochenta del siglo pasado (1980), fecha en la
que hemos datado la iniciación de la transición de la sociedad del bienestar al capitalismo de
consumo; en esta época se manifiesta de una manera implacable la necesidad imperiosa de
obtener grandes recursos para acumular y de percibir ganancias cada vez mayores. Se desata
una pasión entre los capitalistas por la búsqueda de las fuentes, los métodos, las formas,
etcétera de proveerse de medios inagotables que les proporcionen ganancias que crezcan sin
medida.
Es en este contexto en el que Fannie Mae empezó a desarrollar un nuevo instrumento
crediticio que le iba a permitir captar más recursos de los que obtenía por la emisión de bonos
y notas de corto plazo y la venta de grupos indiscriminados de créditos. La llamada “ingeniería
financiera” fue puesta en acción y su resultado fue el diseño del producto que más tarde
permitiría a todo el sistema financiero internacional un crecimiento desbordado: la
“securitización” de los créditos hipotecarios.
Fannie Mae desarrolló la práctica de emitir títulos que tenían como sustrato grupos de
créditos hipotecarios organizados y catalogados de acuerdo con su grado de riesgo,
determinado éste mediante la utilización de métodos estadísticos y econométricos, su plazo de
vencimiento, etcétera, llamados Mortgage Backed Securities, MBS; los principios
fundamentales en los que descansaba esta actividad eran: (1) que los portafolios en venta se
integraban buscando un equilibrio entre el riesgo -que de partida se diluía, hasta hacerse
insignificante, en el promedio de los numerosos riesgos individuales- los intereses y principal
que devengaban y su precio y (2) que, incorporados en los títulos emitidos, y cuidadosamente
estructurados de acuerdo con su nivel de riesgo medido acuciosamente, los créditos
hipotecarios tendrían mayor liquidez, podrían comprarse y venderse con una facilidad
infinitamente mayor y a un rango más amplio de inversionistas; la circulación del capital en
este campo tendría una velocidad acrecentada y su rotación sería más rápida. En la forma
anterior, los créditos se inmovilizaban en el portafolio de Fannie Mae o en manos de los
inversionistas que los adquirían y ahí se detenía su circulación; la rotación del capital se
mantenía en niveles excesivamente bajos.
Fannie Mae adquirió así una capacidad notablemente extraordinaria para apoyar, como
institución de segundo piso, un explosivo crecimiento del crédito al consumo de la banca
comercial.

Mortgage-backed security (Título garantizado con hipotecas)


Un título garantizado con hipotecas (Mortgage-backed security, MBS) es un título garantizado con
un activo u obligación de débito que representa un derecho sobre los flujos de efectivo de
préstamos hipotecarios, más comúnmente los otorgados sobre la propiedad residencial.
En primer lugar, los préstamos hipotecarios son comprados a los bancos, compañías hipotecarias
y otros generadores de los mismos. Después son reunidos en grupos (“pools”). Esto lo hacen
agencias gubernamentales, empresas apoyadas por el gobierno y entidades privadas, las cuales
ofrecen características para mitigar el riesgo de incumplimiento asociado con estas hipotecas.
Los títulos garantizados por hipotecas representan derechos sobre el principal y los intereses de
los préstamos contenidos en el “pool”, a través de un proceso conocido como securitización. Estos
títulos son usualmente vendidos como bonos, pero la innovación financiera ha creado una gran
variedad de títulos que derivan su valor de los “pools” de hipotecas.
En los Estados Unidos la mayoría de los MBSes son emitidos por Fannie Mae y Freddie Mac,
empresas que son apoyadas por el gobierno; algunas instituciones privadas, tales como firmas de
“brokerage” (corredurías), bancos y constructores también securitizan hipotecas, a las que se les
conoce como títulos de hipotecas etiquetadas como privadas.
Las hipotecas residenciales en los Estados Unidos tienen la opción de pagar más que el pago
mensual requerido (curtailment) o pagar la totalidad del crédito (prepayment). Debido a que el
curtailment y el prepayment afectan el volumen restante del crédito, el flujo mensual de efectivo
de un MBS no es conocido de antemano y, por lo tanto, presenta un riesgo adicional para los
inversionistas.
Los títulos garantizados con hipotecas comerciales (Commercial mortgage-backed securities,
CMBS ) están garantizados con propiedades comerciales y multifamiliares (tales como edificios de
apartamentos, locales para negocios al menudeo u oficinas, hoteles, escuelas, propiedades
industriales y otros sitios comerciales). Las características de estos préstamos varían, desde los
préstamos a largo plazo (5 años o más), a menudo a tasas de interés fijas y con restricciones para
su prepago, hasta préstamos a más corto plazo (1-3 años) que se pactan comúnmente a tasas
variables y pueden ser libremente pre pagadas.
El tamaño del mercado y su liquidez.
Hay en los Estados Unidos créditos hipotecarios en circulación con un valor cercano a los $14
billones (millones de millones) de dólares y títulos relacionados con hipotecas por un valor que
ronda los $ 8.9 billones.
El volumen de hipotecas reunidas en “pools” tiene un valor cercano a los $ 7.5 billones de
dólares, del cual casi $ 5 billones corresponden a conjuntos securitizados o garantizados por
empresas con apoyo gubernamental (GSEs) o agencias gubernamentales y los restantes $ 2.5
billones por entidades privadas.
Se puede considerar que los títulos garantizados por hipotecas tienen un valor de decenas de
billones de dólares si los Credit Default Swaps son incluidos entre ellos.
De acuerdo con la Asociación de los Mercados de Bonos, la emisión de MBS fue como sigue:
-2005: 0.967 billones de dólares,
-2004: 1.019 billones de dólares,
-2003: 2.131 billones de dólares,
-2002: 1.444 billones de dólares y
-2001: 1.093 billones de dólares.
Estructura y características
El promedio ponderado de vencimiento (Weighted-average maturity, WAM) de un MBS es el
promedio de los vencimientos de las hipotecas del grupo, ponderado por sus balances al tiempo
de la emisión.
Para ilustrar el concepto de WAM consideraremos un grupo con tres hipotecas solamente que
tienen los balances, tasa de la hipoteca y meses que restan para su vencimiento que abajo se
mencionan:

Meses faltantes Ponderación


Balance de Tasa de la
Préstamos para su de cada
la hipoteca Hipoteca
vencimiento préstamo
Préstamo
$200,000 6.00% 300 22.22%
1
Préstamo
$400,000 6.25% 260 44.44%
2
Préstamo
$300,000 6.50% 280 33.33%
3
Las ponderaciones son computadas mediante la división del valor de cada préstamo entre la
suma del valor de todos los préstamos del grupo (esto es, $ 900,000). Estas cantidades son los
valores al momento de la emisión/iniciación del MBS. El WAM para el grupo de hipotecas se
calcula como sigue:

WAM = 22.22% (300) + 44.44% (260) + 33.33% (280)


= 66.67 + 115.56 + 93.33
= 275.56 Meses o 276 meses después del redondeo.

Promedio ponderado del cupón.


El promedio ponderado del cupón (weighted average coupon, WAC) de un MBS es el promedio de
los cupones de las hipotecas del grupo ponderadas con los balances originales que los MBS
tenían al momento de su emisión.
Para el ejemplo de arriba:

WAC = 22.22% (6.00) + 44.44% (6.25) + 33.33% (6.50)


= 1.333 + 2.778 + 2.167
= 6.28% después del redondeo.

WAM y WAC son utilizados para describir un título garantizado con hipotecas y ellos forman la
base para el cómputo de los flujos de efectivo del mismo. De la misma manera que un bono se
describe diciendo que es a 30 años con un cupón del 6 %, un título garantizado con hipotecas se
describe diciendo, por ejemplo, “este es un título de $ 3 mil millones, con una tasa del 6 %, un
promedio ponderado del cupón (WAC) del 6.5 % y un promedio ponderado de vencimiento (WAM)
de 340 meses.”

Tipos de MBSes
Los subtipos de los títulos garantizados con hipotecas incluyen:
-Títulos básicos garantizados con hipotecas; son los más simples MBS, como se han descrito
arriba. Esencialmente, es una securitización de los pagos de las hipotecas a los creadores de las
mismas. Estas pueden ser subdivididas en:
--Títulos garantizados con hipotecas residenciales (Residential mortgage-backed security, RMBS)
que es un MBS básico garantizado por hipotecas sobre la propiedad residencial;
--Títulos garantizados con hipotecas comerciales (Commercial mortgage-backed security, CMBS),
que es un MBS básico garantizado con hipotecas sobre la propiedad comercial.
-Obligaciones colateralizadas con hipotecas (Collateralized mortgage obligation, CMO); es un tipo
más complejo de MBS en el cual las hipotecas son organizadas en porciones (tranches) de
acuerdo con alguna característica (por ejemplo el tiempo de amortización) y cada una de ellas
vendida en un título distinto.
-Títulos garantizados con hipotecas desmontadas (Stripped mortgage-backed securities, SMBS).
Cada pago de la hipoteca es en parte usado para abonar al principal del préstamo y en parte para
cubrir los intereses del mismo. Estos dos componentes pueden separarse para crear SMBSes de
los cuales hay dos subtipos:
--Títulos garantizados sólo con los intereses de hipotecas desmontadas (Interest-only stripped
mortgage-backed securities, IO); es un bono con flujos de efectivo garantizados por el componente
de interés de los pagos de los deudores hipotecarios.
--Títulos garantizados sólo con el principal de hipotecas desmontadas (Principal-only stripped
mortgage-backed securities, PO); es un bono con flujos de efectivo garantizados por el
componente del abono del principal de los pagos de los deudores hipotecarios.
Variedades de las hipotecas subyacentes en el grupo (“pool”):
-Prime. Hipotecas “conforming”, prestatarios “prime”, documentación total (que incluye
verificación de ingresos y activos), historias crediticias fuertes, etcétera.
-Alt-A. Una mal definida categoría; se trata de prestatarios “prime” pero que son “non-conforming”
de alguna manera, a menudo por escasa documentación.
-Subprime. Historiales crediticios muy débiles, falta de verificación de ingresos o activos, etcétera.

Usos de los MBSes


Hay muchas razones de los creadores de hipotecas para financiar sus actividades mediante la
emisión de títulos garantizados con hipotecas.
Los títulos garantizados por hipotecas transforman activos financieros individuales relativamente
ilíquidos en instrumentos comerciables en el mercado de capitales; permiten a los creadores de
hipotecas recobrar sus fondos, los cuales pueden ser usados para actividades de generación de
hipotecas adicionales; pueden ser usados por los bancos de Wall Street para monetizar la
diferencia entre la generación de una hipoteca subyacente (una transacción privada de mercado)
y el beneficio demandado por los inversionistas en bonos a través de la emisión de bonos
(típicamente una transacción pública de mercado); son con frecuencia una fuente más eficiente y
de más bajo costo de financiamiento en comparación con otras alternativas de financiamiento
bancarias y del mercado de capitales; permite a los emisores diversificar sus fuentes de
financiamiento mediante la oferta de otras alternativas frente a las formas de financiar las deudas
y el capital más tradicionales; permite a los emisores remover activos de sus hojas de balance, lo
cual puede ayudar a mejorar varias de las razones financieras, utilizar el capital más
eficientemente y conseguir conformidad con los estándares del capital basados en el riesgo.

Determinación del precio


Teoría
La determinación del precio de un bono corporativo simple se basa en dos fuentes de
incertidumbre: el riesgo de incumplimiento (riesgo del crédito) y exposición de la tasa de interés
(IR). En los MBS se agrega un tercer riesgo: la redención temprana (prepayment). El número de
propietarios en las securitizaciones de los MBS residenciales que pagan con anticipación al
vencimiento se incrementa cuando las tasas de interés van a la baja. Una razón para este
fenómeno es que los propietarios pueden refinanciar a una tasa fija de interés más baja. Los MBS
comerciales a menudo mitigan su riesgo usando “llamados de protección”.
Ya que estas dos fuentes de riesgo (IR y prepago) están vinculados, resolver los modelos
matemáticos para determinar el valor de los MBS es un difícil problema en las finanzas. El nivel
de dificultad se eleva con la complejidad del modelo IR y la sofisticación de la dependencia de IR
respecto del prepago, hasta el punto que una solución definitiva no es conocida. En los modelos
de este tipo los métodos numéricos permiten determinar aproximadamente los precios teóricos.
Estos son también requeridos en la mayoría de los modelos que especifican el riesgo del crédito
como una función estocástica con una correlación con IR. Los profesionales usan típicamente las
soluciones numéricas del método Monte Carlo o del Binomial Tree.

Riesgo de la tasa de interés y riesgo de prepago


Los modelos teóricos de determinación del precio deben tomar en cuenta la relación entre las
tasas de interés y la velocidad de los prepagos. Los prepagos de las hipotecas son muy a menudo
hechos a causa de que la casa se ha vendido o porque el dueño está refinanciando para una
nueva hipoteca, presumiblemente con una tasa más baja o un plazo más corto. El prepago es
clasificado como un riesgo para el inversionista en MBSes no obstante el hecho de que él recibe el
dinero, porque esto tiende a ocurrir cuando las tasas flotantes caen y el ingreso fijo del bono sería
mayor (convexidad negativa). De ahí el término: riesgo de prepago.
Para compensar a los inversionistas por el riesgo de prepago asociado con esos bonos ellos se
venden con un diferencial respecto de los bonos gubernamentales.
Hay otros elementos de la función de prepago (o riesgo de prepago), independientes de la tasa de
interés, por ejemplo:
-el crecimiento económico, el cual está correlacionado con ingresos crecientes en el mercado de la
vivienda;
-inflación en los precios de las casas;
-desempleo;
-riesgo de las regulaciones; si los requerimientos para los préstamos o las leyes impositivas en un
país cambian, este cambio puede transformar profundamente el mercado;
-las tendencias demográficas y un cambio en el perfil de la aversión al riesgo, los cuales pueden
hacer las tasas fijas de las hipotecas relativamente más o menos atractivas.

El riesgo del crédito.


El riesgo del crédito de los títulos garantizados con hipotecas depende de la probabilidad de que
el acreditado pague los flujos de efectivo prometidos (principal e interés) a tiempo. La calificación
del crédito de los MBS es bastante elevada porque:
-la mayoría de los créditos hipotecarios incluyen investigaciones sobre la capacidad del acreditado
para liquidar el crédito y, por tanto, se prestará solamente a los que tienen buen crédito;
-algunos emisores de MBSes, tales como Fannie Mae, Freddie Mac y Ginnie Mae extienden
garantías en contra del riesgo de incumplimiento de los dueños de casas. En el caso de Ginnie
Mae esta garantía está apoyada con toda la confianza y el crédito del gobierno federal de los
Estados Unidos. Este no es el caso con Fannie Mae o Freddie Mac, pero estas dos entidades
tienen líneas de crédito con el gobierno federal de los Estados Unidos; sin embargo, éstas son
extremadamente pequeñas cuando se comparan con la cantidad promedio de dinero circulando a
través de Fannie Mae y Freddie Mac en un día de operaciones. Adicionalmente, Fannie y Freddie
generalmente requieren garantías de entidades privadas sobre los préstamos hipotecarios en los
cuales el acreditado realiza un anticipo que es menor al 20 % del valor de la propiedad;
-la reunión de muchas hipotecas con probabilidades de incumplimiento no correlacionadas
permite crear un bono con una probabilidad mucho más baja de incumplimiento total, en el cual
ningún acreditado esté en posibilidad de hacer sus pagos; aunque el diferencial de riesgo neutral
del crédito es teóricamente idéntico entre un conjunto de hipotecas y el promedio de las hipotecas
dentro del mismo, la posibilidad de pérdidas catastróficas es reducida;
-si bien el dueño podría incumplir, la propiedad permanece como colateral; aunque los precios de
las casas pueden reducirse por debajo del préstamo original, esto incrementa la solidez de las
garantías de pago y disuade el incumplimiento del acreditado.
Si el MBS no fue garantizado por el creador de las hipotecas ni por su emisor, entonces la
calificación de los bonos deberá ser mucho menor; parte de la causa de esto es la expectativa de
una selección adversa en contra de los acreditados con créditos mejorados (de los MBSes
reunidos de acuerdo con la calidad inicial del crédito) quienes tendrían un incentivo para
refinanciar (unirse a un grupo de hipotecas de un MBS con un más alta calificación de crédito).
Determinación real de los precios
La mayoría de los comerciantes y administradores de dinero utilizan Bloomberg e Intex para
analizar los grupos de hipotecas subyacentes en los MBS… algunas instituciones han
desarrollado su propio software. TradeWeb es utilizado por los más grandes negociantes en bonos
(“primaries”) para hacer transacciones de lotes de $ 1 millón y más.
Para los conjuntos genéricos de 30 años (FN/FG/GN) con cupones de 3.5 % a 7 %, se pueden ver
los precios colocados en una pantalla TradeWeb para los “primaries” llamada To Be Announced
(TBA)…
El precio de un MBS está influenciado por la velocidad de prepago… Cuando una hipoteca es
refinanciada o el deudor prepaga durante el mes, la medida del prepago se incrementa.
Si el comprador adquiere un MBS con un premio (>100), como es común para los cupones más
altos, entonces ellos tienen el riesgo de prepago. Si el precio de compra fue 105, los inversionistas
pierden 5 centavos por cada dólar prepagado, lo que posiblemente haga descender
significativamente los beneficios. Esto es probable que pase en tanto los tenedores de los cupones
más altos de MBS tienen un incentivo para refinanciar.
Al contrario, puede ser ventajoso para el tenedor del bono que el deudor pague con antelación si
el cupón bajo de MBS fue comprado con descuento. Esto se debe al hecho de que cuando el
deudor paga la hipoteca lo hace a “la par”. De esta suerte, si el inversionista compró un bono a 95
centavos de dólar, cuando el deudor prepaga aquel obtiene el dólar total y sus beneficios se
incrementan. Esto es improbable que suceda si los tenedores de cupones bajos de MBS tienen
poco incentivo para financiar.
El precio de un MBS es también influenciado por el balance del préstamo. Especificaciones
comunes para MBSes son los rangos de los volúmenes del préstamo que cada una de las
hipotecas del conjunto debe cumplir. Típicamente, los MBS “high premium” (cupón alto)
garantizadas por hipotecas no más grandes que 85k en el balance original del préstamo tienen los
más grandes pagos totales. Aún a pesar de que el deudor está pagando beneficios por arriba de
los del mercado, ellos son disuadidos a refinanciar un pequeño balance de préstamo debido al
alto costo fijo que ello implica.
Balance bajo del préstamo: <85k.
Balance medio del préstamo 85k – 110k
Balance alto del préstamo: entre 110k y 150k
Balance super alto del préstamo: entre 150k y 175k
TBA: >175k.
La pluralidad de factores hace difícil calcular el valor de un título de MBS. Muy a menudo los
participantes en el mercado no coinciden, de lo que resultan grandes diferencias en los precios
del mismo instrumento. Los profesionales tratan constantemente de mejorar los modelos de
prepago y esperan medir los valores para introducir las variables implicadas en el mercado.106

En 1981 empezó Fannie Mae a vender Mortgage Baked Securities, es decir, títulos
garantizados con hipotecas, instrumentos que tenían las características del modelo
anteriormente descrito.
Fannie Mae estableció un “Swap Program” por el cual se permitía a las instituciones de
préstamo vender sus créditos a cambio de los títulos garantizados con hipotecas (MBSes)
emitidos por aquella. Fannie Mae garantizaba el pago en tiempo de los intereses y el principal
de los créditos subyacentes a cambio de honorarios,

106
Wikipedia, the free Encyclopedia, Mortgage Backed Securities, page last modified on June 2011 at 18:06,
www.wikipedia.org.
Para 1988 Fannie Mae había emitido más de $ 140 mil millones de títulos garantizados
con hipotecas.
En 1985 empezó a obtener fondos del extranjero para financiar sus compras. En 1987
inició la comercialización de los Real State Mortgage Investment Conduits (REMICs) que son
títulos confeccionados a la medida de las necesidades del inversionista en términos de fechas
de vencimiento, lo que permitió a la institución atraer inversionistas que normalmente no
estaban interesados en los productos relacionados con la inversión en hipotecas.
El papel tradicional de Fannie Mae en la industria ha permitido establecer una fuente
de liquidez para el mercado de las hipotecas “conforming” de tasas fijas; Fannie Mae extendió
sus actividades hacia los mercados de préstamos subprime, multifamiliares y de tasa
ajustable. Empujado por Wall Street entró en áreas de riesgo como los préstamos subprime y
“Home equity”.
El mecanismo de su funcionamiento, en su fase de madurez, era el siguiente:
Los compradores de casas obtienen financiamiento a través de los prestamistas
hipotecarios, típicamente instituciones de depósito o bancos hipotecarios. Los prestamistas
primarios, a su turno, deciden sí y en su caso cómo retener estos activos financieros. El
prestamista puede conservar las hipotecas como “préstamos totales” en sus hojas de balance;
puede también intercambiar las hipotecas por títulos garantizados con hipotecas (MBSes) (los
cuales pueden ser conservados como activos en sus hojas de balance o ser vendidos en el
mercado secundario); o el prestamista puede vender los activos hipotecarios inmediatamente.
Estas son las últimas dos áreas en donde Fannie Mae y Freddie Mac se involucran.
Fannie Mae y Freddie Mac adquieren el riesgo de incumplimiento de las hipotecas a
través de un programa de intercambio y un programa de efectivo. Primero, bajo el programa de
intercambio, un prestamista selecciona y reúne un grupo de hipotecas y lo intercambia por
títulos garantizados por hipotecas (MBS), los cuales son emitidos y garantizados por Fannie
Mae o Freddie Mac. Estos títulos “simples” representan un interés indiviso –el derecho a recibir
los pagos de los intereses (menos una retribución) y el pago del principal- en el mismo grupo de
créditos. Los intermediarios financieros (esto es, bancos comerciales y otros depositarios) que
se hubiesen inclinado por mantener sus préstamos hipotecarios en su portafolio de activos son
los que usan este programa de intercambio. Segundo, bajo el programa de efectivo, Fanny Mae
y Freddie Mac simplemente compran los préstamos hipotecarios a los prestamistas (por
ejemplo, bancos hipotecarios) con dinero en efectivo. Subsecuentemente, la empresa apoyada
gubernamentalmente (GSE) puede elegir reunir algunos de esas hipotecas como colateral en un
MBS o simplemente conservar los préstamos en su portafolio como una inversión.
El programa de intercambio permite a los prestamistas hipotecarios deshacerse del
riesgo del crédito asociado con un grupo de hipotecas mediante el pago de una cuota anual a
Fannie Mae o Freddie Mac, la cual es del orden de 20 puntos base del balance principal del
grupo de préstamos. La cuota anual –comúnmente conocida como “cuota de garantía”-
representa un pago a las GSEs por la asunción del riesgo del grupo de créditos; y por
consiguiente por la garantía otorgada por las GSEs para el pago oportuno de los intereses y el
principal a los tenedores de títulos.107

El papel de las GSEs en el moderno sistema financiero, lo explica Alan Greenspan en el


siguiente texto:

Testimonio del Director Alan Greenspan ante el Comité de Banca, vivienda y asuntos urbanos del
Senado de los Estados Unidos, febrero 24 del 2004
Sr. Presidente, Senador Sarbanes, y Miembros del Comité: Gracias por invitarme a discutir el
papel de las empresas relacionadas con la vivienda apoyadas gubernamentalmente (Government-
sponsored enterprises, GSEs) en nuestra economía. Las GSEs –la Asociación Federal Nacional de
Hipotecas (Federal National Mortgage Association (Fannie Mae)), la Corporación Federal de

107
Frame W. Scott, White Lawrence J. Emergin competition and risk-taking incentives at Fannie Mae and
Freddie Mac, Federal Reserve Bank of Atlanta, Working Paper Series, February 9, 2004,
www.frbatlanta.org
Hipotecas para préstamos sobre viviendas (Federal Home Loan Mortgage Corporation (Freddie
Mac)), y los Bancos Federales de préstamos para viviendas (Federal Home Loan Banks (FHLBs))
en conjunto dominan el financiamiento de la vivienda residencial en los Estados Unidos.
Efectivamente, estas entidades han crecido hasta llegar a estar entre las más grandes
instituciones de los Estados Unidos, y se encuentran detrás de $ 4 billones de dólares en
hipotecas, o más de los tres cuartos de las hipotecas de viviendas unifamiliares en los Estados
Unidos, ya sea mediante la posesión directa de los activos constituidos por hipotecas o
asumiendo el riesgo de sus créditos. En vista de sus ligas con el gobierno y la que en
consecuencia es una deuda subsidiada que emiten en los mercados privados, no es sorprendente
que estas GSEs hayan venido a estar bajo un creciente escrutinio en la medida en que su
presencia competitiva se ha incrementado en el mercado.
En mis comentarios no me referiré a los Bancos Federales de préstamos para la vivienda, a pesar
de que gran parte de estos análisis se aplican también a ellos. De hecho, porque los Bancos de
Préstamos para la vivienda pueden diseñar sus previsiones para abarcar cada tipo de riesgo, su
análisis es más complejo que el de otros GSEs y, en consecuencia, generan cuestiones
adicionales.
Durante la década de los años 1980 y en los primeros de la década de los 1990, Fannie Mae y
Freddie Mac (de aquí en adelante Fannie y Freddie) hicieron una importante contribución al
desarrollo de los mercados secundarios de préstamos hipotecarios para vivienda y a la
diversificación de las fuentes de fondos para las instituciones de depósito y otros originadores de
hipotecas. Aunque el riesgo de que un prestatario de una hipoteca sobre su vivienda pueda caer
en la insolvencia es pequeño para cada hipoteca individual, los riesgos pueden ser sustanciales
para una institución financiera que posee un gran volumen de hipotecas sobre viviendas
concentrados en una o unas pocas áreas del país. Las posibles consecuencias de una
concentración del riesgo de este tipo fueron ilustradas muy vivamente por los eventos de los años
de la década de 1980, cuando los precios del petróleo cayeron y la calamidad económica posterior
produjo numerosos incumplimientos en las hipotecas en Texas y estados vecinos. Los mercados
secundarios, encabezados por Fannie and Freddie, permiten a los generadores de hipotecas
diversificar los riesgos geográficamente y entonces conceder con más seguridad una mayor
cantidad de créditos hipotecarios sobre residencias que lo que en otras circunstancias sería
prudente.
La clave para el desarrollo de los mercados secundarios fue la “securitización”, el proceso por el
cual las hipotecas son reunidas en grupos (“pools”), empaquetadas y convertidas en títulos
(“securities”) que pueden ser comprados y vendidos junto con otros títulos de deuda. La
securitización que realizan Fannie y Freddie permite a los generadores de hipotecas separarse de
casi todos los aspectos del riesgo asociado con los préstamos hipotecarios. Una vez que el
generador vende el préstamo en el mercado secundario, él o ella pueden no tener papel alguno en
el contrato. Este desarrollo era particularmente importante antes de la emergencia de
instituciones bancarias verdaderamente nacionales porque proporcionó un método
dramáticamente mejorado para diversificar el riesgo del crédito hipotecario. Fannie y Freddie
demostraron que por medio de la diversificación de los portafolios de hipotecas e insistiendo en la
aplicación de sólidos estándares en la suscripción de préstamos, el riesgo del crédito asociado con
la propiedad de hipotecas que están conformes con los requerimientos legales (“conforming”)
podría ser reducido a niveles muy bajos y ser distribuido entre una amplia variedad y un gran
número de inversionistas. Esta innovación en el mercado de hipotecas condujo a la securitización
de muchos otros activos y a la creación de muchos otros tipos de títulos. Durante la década de los
años 80 del siglo pasado, las GSEs guiaron al sector privado en la introducción de esta
innovación y su contribución mejoró la estabilidad de nuestros mercados financieros.
La securitización de las hipotecas continúa desempeñando esta crucial función y sus técnicas son
ahora aplicadas por el sector privado en muchos mercados, incluyendo el mercado de préstamos
automotrices, préstamos en tarjetas de crédito, hipotecas que no tienen todos los requisitos
(“non-conforming”) e hipotecas comerciales. Los títulos garantizados por activos (asset backed
securities) y los mercados secundarios en los cuales ellos generalmente se comercian
proporcionan a ambos, los poseedores de casas y los hombres de negocios, un excelente acceso al
crédito con una apropiada tasa de interés ajustada al riesgo. Además, la oferta de crédito es
mucho más estable ahora que antes porque en la actualidad se sustenta en una base mucho más
amplia de potenciales fuentes de fondos. Quien aspira a una vivienda no depende ya de la
voluntad del banco comercial o de la asociación de ahorro y préstamos para obtener su hipoteca.
Igualmente, las fuentes de crédito disponibles para los compradores de carros y usuarios de las
tarjetas de crédito se han expandido ampliamente hasta las instituciones locales de crédito. Sin el
conocimiento de dichos deudores, sus préstamos pueden estar en posesión de un fondo de
pensiones, una compañía de seguros, un fondo universitario o cualquier otro inversionista que se
encuentre lejos del área local. Este desarrollo ha facilitado el crecimiento sustancial de los
créditos al consumo distintos de las hipotecas. En los Estados Unidos más de $ 2 billones de
activos securitizados existen sin garantía gubernamental, ya sea explícita o implícita.108

La securitización de los créditos hipotecarios y de otros créditos al consumo, es decir,


su incorporación en grupo a un título, se convirtió en una práctica generalizada entre las
instituciones financieras de los Estados Unidos que imprimió su sello a toda la actividad
crediticia durante la fase previa al desencadenamiento de la crisis financiera.

Los Asset Backed Securities, ABSes (Títulos garantizados con activos)


El modelo de securitización desarrollado por las GSEs (Fannie Mae y Freddie Mac) fue
utilizado para impulsar el crecimiento de otros sectores dedicados al financiamiento de la
adquisición de bienes de consumo. Se lanzaron al mercado títulos garantizados con otras
clases de activos, tales como préstamos para adquirir automóviles, préstamos en tarjetas de
crédito, hipotecas “non-conforming” e hipotecas comerciales, etcétera, denominados
genéricamente Asset Backed Securities (ABSes). Los principios fundamentales en los que
descansaba la emisión de estos títulos eran los mismos que daban sustento a los Mortgage
Backed Securities (MBSes): la incorporación en un título de amplia y rápida circulación de una
multitud de créditos individuales que por sí mismos poseían una muy baja o nula capacidad de
ser comercializados y la reducción sustancial del riesgo por medio de su dilución en el
promedio de miles de créditos y por la estructuración ponderada de los portafolios (“pools”)
mediante la cual se lograba un equilibrio entre los riesgos altos y bajos para obtener un riesgo
promedio lo menor posible.

Un asset-backed security (título garantizado por activos) es un título cuyo valor e ingresos se
derivan de y son garantizados por un grupo de activos subyacentes. El grupo de activos es
típicamente una reunión de activos pequeños e ilíquidos que es imposible vender
individualmente.
La reunión de los activos en instrumentos financieros mediante un proceso llamado
“securitización” hace posible venderlos a los inversionistas en general y permite que el riesgo de la
inversión en los activos subyacentes se diversifique porque cada activo representará entonces una
fracción del valor total del grupo de activos subyacentes. Los grupos de valores subyacentes
pueden incluir pagos comunes de tarjetas de crédito, préstamos de autos y préstamos
hipotecarios y también esotéricos flujos de efectivo como arrendamientos de aeronaves, pagos de
regalías e ingresos por la exhibición de películas.
A menudo una institución independiente, llamada “vehículo de propósito especial”, es creada
para manejar la securitización de títulos garantizados por activos. El vehículo de propósito
especial, el cual crea y vende los títulos, utiliza los ingresos de la venta para pagar al banco que
ha creado u originado los activos subyacentes. El vehículo de propósitos especiales es
responsable de empaquetar los activos subyacentes en un conjunto (“pool”) que satisfaga las
preferencias de riesgo y otras necesidades de los inversionistas que deseen comprar los títulos, de
administrar el riesgo del crédito, a menudo por medio de su transferencia a una compañía de
seguros a la que se le pagará un premio, y de distribuir los pagos de los títulos. En la misma
medida en que el riesgo del crédito de los activos subyacentes es transferido a otras instituciones,
el banco generador remueve el valor de los activos subyacentes de su hoja de balance y recibe
efectivo a cambio en cuanto los títulos garantizados por activos son vendidos, transacción ésta
que puede mejorar la calificación de crédito del banco y reducir la cantidad de capital que
necesita. En este caso, la calificación de crédito de los títulos garantizados con activos se basaría
solamente en los valores y obligaciones del vehículo de propósito especial, y su calificación podría
ser más alta que si el banco generador emitiera los títulos porque el riesgo de los títulos

108 Testimony of Chairman Alan Greenspan, Government-sponsored enterprises, Before the Committee
on Banking, Housing, and Urban Affairs, U. S. Senate, February 24, 2004, The Federal Reserve Board,
News and Events, Testimony and Speeches, www.federalreserve.gov.
garantizados con activos no estaría asociado ya con otros riesgos que el banco pudiera tener. Una
alta calificación del crédito permitiría que el vehículo de propósitos especiales y, por extensión, la
institución generadora, pagaran una menor tasa de interés (esto es, cargar un precio más alto) en
los títulos garantizados con activos que si la institución generadora tomara recursos en
préstamos o emitiera bonos.
Entonces, un incentivo que tienen los bancos para crear activos securitizados es el remover
activos riesgosos de su hoja de balance y que otras instituciones asuman el riesgo de los créditos;
así también, que los bancos reciban efectivo a cambio. Esto posibilita que los bancos inviertan
una cantidad mayor de su capital en nuevos préstamos u otros activos y posiblemente que tengan
unos requerimientos de capital más bajos.
El l8 de enero del 2005, la SEC, United States Securities and Exchange Commission, promulgó la
“Regulación AB”, que incluía una definición final de “Asset-Back Securities”.
“Definición de ABS. El término “asset-backed security” es definido corrientemente en la Forma S-
3 como un título que es fundamentalmente servido por los flujos de efectivo de un grupo discreto
de débitos (receivables) u otros activos financieros, ya sean fijos o revolventes, que por sus
términos se convierten en efectivo dentro de un período de tiempo, más cualesquiera derechos u
otros activos señalados para asegurar el servicio de la deuda o la distribución de los ingresos a los
tenedores de los títulos.
De acuerdo con las Tablas de la Liga Financiera Thomson, la emisión en Estados Unidos de
ABSes (excluyendo los MBSes), era
-en 2004 de 857 mil millones de dólares (1,595 emisiones) y
-en 2003 de 581 mil millones de dólares (1,175 emisiones).
Tipos de ABSes
-Préstamos sobre vivienda.
Los títulos que están garantizados por préstamos para la vivienda son corrientemente la clase de
activos más grande en el mercado de ABSes. Mientras primeramente los préstamos sobre vivienda
eran segundas hipotecas “subprime”, los préstamos sobre primeras hipotecas son la mayoría de
las emisiones. Los prestatarios “subprime” tienen una historia crediticia menos que perfecta y
pagan tasas de interés más altas.
-Préstamos sobre automóviles.
El segundo más grande subsector en el mercado de ABSes es el de préstamos de automóviles. Las
compañías de financiamiento de automóviles emiten títulos garantizados por grupos de
préstamos subyacentes relativos a automóviles. Los ABSes de créditos automotrices pueden ser
clasificados en tres categorías: prime, nonprime y subprime.
-Las ABSes de automóviles de categoría “prime” están colateralizados por préstamos hechos a
prestatarios con historiales crediticios fuertes.
-Las “nonprime” consisten en préstamos hechos a consumidores con menor calidad crediticia, los
cuales pueden tener pérdidas más altas.
-Las “subprime” son las que tienen como colaterales a consumidores de más bajos ingresos,
malos historiales crediticios o ambas cosas.
-Préstamos sobre débitos de tarjetas de crédito.
Los títulos garantizados por débitos de tarjetas de crédito han sido punto de referencia para el
mercado de ABSes desde que fueron introducidos en 1987. Los tenedores de tarjetas de crédito
pueden disponer de fondos en una base revolvente hasta un límite asignado de crédito. Los
tarjeta habientes pagan el principal y los intereses como desean, a partir del pago mínimo
mensual. A causa de que el pago total no está programado, la deuda de la tarjeta de crédito no
tiene una fecha fija de vencimiento y es considerado como un préstamo no amortizable.
Las ABSes garantizadas por débitos de tarjetas de crédito son emitidas por fideicomisos que han
evolucionado desde fideicomisos discretos hasta varios tipos de fideicomisos maestros, de los
cuales el más común es el fideicomiso maestro de morosidad. Los fideicomisos discretos están
formados por grupos fijos o estables de débitos que están divididos en tramos de señoritaje. Un
fideicomiso maestro tiene la ventaja de ofrecer múltiples repartos del mismo fideicomiso en la
medida en que el número de débitos crece, cada uno de los cuales tiene derecho a una parte a
pro-rata de todos los débitos. Las estructuras de morosidad permiten al emisor separar los trozos
senior de las series subordinadas dentro de un fideicomiso y emitirlas en diferentes momentos.
Las últimas dos estructuras permiten a los inversionistas beneficiarse de un grupo grande de
préstamos hechos a lo largo del tiempo más que de un grupo estático.
-Préstamos estudiantiles.
Los ABSes colateralizados por préstamos estudiantiles comprende una de las cuatro principales
clases (junto con los créditos sobre casa habitación, créditos sobre automóviles y créditos sobre
débitos de tarjetas de crédito) de activos financiados a través de títulos garantizados con activos y
son un subsector punto de referencia para la mayoría de los índices.
Hay muchos otros activos productores de flujo de efectivo, incluyendo préstamos sobre viviendas
prefabricadas, préstamos y renta de equipo, renta de aeronaves, débitos de comercio, préstamos
sobre pisos de venta y regalías. Los intangibles es otra clase de activos emergentes.
En los Estados Unidos, el proceso de emitir títulos garantizados con activos en el mercado
primario es similar al de emisión de otros títulos, tales como bonos corporativos, y es regido por la
Securities Act of 1933 y la Securities Exchange Act of 1934. La emisión pública de títulos
garantizados con activos debe satisfacer los estándares de la SEC relativos a los requerimientos
de registro y transparencia y se tienen que llenar periódicamente manifestaciones financieras. La
mayoría de las transacciones son hechas “over-the-counter”, es decir fuera de la Bolsa, por medio
de cotizaciones telefónicas. Parece ser que no hay disponibles para el público medidas del
volumen de transacciones o del número de personas comerciando en estos títulos.
Discusiones con participantes en el mercado nos muestran que comparados con los bonos del
tesoro y con los títulos garantizados con hipotecas, muchas ABSes no tienen liquidez y sus
precios no son transparentes. Esto es en parte porque los ABSes no están tan estandarizadas
como los títulos del Tesoro o los títulos garantizados con hipotecas, y los inversionistas tienen que
evaluar las diferentes estructuras, plazos de vencimiento, mejoras de los créditos y otras
características de un ABS antes de comprarlo.
El “precio” de un título garantizado con activos es usualmente determinado de acuerdo con el
precio del swap que tiene la misma calificación. Por ejemplo, el precio de un título garantizado
con tarjetas de crédito, calificado AAA, con un vencimiento a dos años, emitido por un emisor que
es punto de referencia, puede ser valuado a 5 puntos base (o menos) del swap que tiene la misma
calificación y un vencimiento a dos años.
En efecto, los participantes del mercado algunas veces ven los títulos de tarjetas de crédito y
automóviles como teniendo un riesgo de incumplimiento cercano al de los títulos garantizados
con hipotecas que tienen la más alta calificación, los cuales son considerados como sustitutos de
los títulos del Tesoro, que prácticamente están libres de riesgos.
La securitización es el proceso de crear títulos garantizados por activos por medio de la
transferencia de activos desde la compañía emisora hacia una remota entidad de bancarrota. El
mejoramiento del crédito es un componente integral de este proceso, ya que por este medio se
crea un título que tiene una más alta calificación que la compañía que lo emite, lo cual le permite
a ésta monetizar sus activos mientras paga una tasa de interés más baja de lo que sería posible a
través de un préstamo bancario asegurado o deuda emitida por la compañía.109

Por medio de la securitización, ampliada a todo aquello que produzca ingresos


periódicos, el sector financiero de la sociedad de consumo logró captar cantidades superlativas
de capital-dinero que circularon a una mayor velocidad y, a través del crédito al consumo que
la banca comercial pudo conceder ahora en cantidades astronómicas, consiguió que el capital
mercantil realizase en forma acelerada e incesantemente repetida el capital-mercancías en el
que el capital industrial de las ramas productoras de bienes de consumo estaba materializado.
La realización rápida y renovada, sin solución de continuidad, del capital-mercancías de
la sociedad de consumo hizo posible que el capital industrial de esas ramas productivas rotara
a una velocidad mayor y que por tanto obtuviese un monto superior de ganancias; con estos
recursos y los que gracias a su alta rentabilidad pudieron lograr de la emisión de valores
bursátiles o de préstamos bancarios, las industrias productoras de bienes de consumo
entraron a un período de acumulación en gran escala y de producción creciente.
Se forjó entonces un entrelazamiento muy estrecho del capital financiero con el
consumo masivo y, a través de éste, con la producción de bienes de consumo masivo. Todos
estos elementos entraron en una relación de mutuo engendramiento por el cual el crecimiento
exorbitante de uno implicaba el del otro, y viceversa; el resultado fue un incremento inmenso
del capital financiero, del capital mercantil y del capital industrial que tuvo como centro de
gravitación el consumo masivo.

Los Collateralized Debt Obligations, CDOs (Obligaciones

109 Wikipedia, the free Encyclopedia, Asset-Backed Security, page last modified on 23 March 011 at
21:16, www.wikipedia.org.
Mediante la securitización, el sistema financiero propició el trasvasamiento de una parte
sustancial del capital-dinero hacia las ramas que producen bienes de consumo, principalmente
garantizadas con débitos) a la industria de la construcción de casas habitación; hubo, por
tanto, un gran incremento en la producción en esta rama industrial y con base en él se dio un
impulso poderoso a toda la economía.
La acelerada marcha de la sociedad de consumo en todos los frentes avivó el hambre de
ganancia de los capitalistas, pero en una forma agravada la de los representantes del capital
financiero.
Teniendo como base el novedoso instrumento de la securitización, el sistema financiero
se dedicó a la tarea de perfeccionar este mecanismo con la finalidad de obtener una tasa y un
volumen mayores de ganancia.
La securitización tiene como su objetivo fundamental el establecimiento de un mercado
secundario de activos de diversa naturaleza; esto permite, en primer lugar, que a través de la
compra de los créditos securitizados una cantidad enorme de recursos frescos se haga llegar a
la banca de primer nivel y, a través de ella, a las ramas productivas correspondientes y, en
segundo, que el capital (comercial, industrial y financiero) tenga una tasa más alta de rotación
y que, en consecuencia, se incrementen la cuota y la masa de ganancia del capital total y, en
especial, desde luego, las de aquel sector que conduce este proceso, el sistema financiero de la
economía.
Sin embargo, el flujo de recursos cesa precisamente en el punto en el cual los bonos
producto de la securitización son vendidos que es en donde también, por fuerza, se detiene su
circulación.
En su incesante búsqueda de niveles cada vez más altos de ganancia, el capital
financiero amplía el proceso de securitización en los siguientes aspectos:
1) los diversos participantes en el mercado financiero (compañías de seguros, fondos
mutuales, fideicomisos, fideicomisos de inversión, bancos comerciales, bancos de inversión,
fondos de pensiones, hedge funds, banca privada y vehículos de inversión estructurados (SIV))
adquieren conjuntos (pools) de créditos (MBSes, ABSes, etcétera) a través de una entidad de
propósitos especiales creada ex profeso y que está por completo fuera de su hoja de balance;
2) esta entidad especial emite notas o bonos que representan a los activos subyacentes;
3) los activos tienen una sola calificación de riesgo, pero son divididos en porciones
(tranches), de las que se emiten notas o bonos específicos a los que se asignan niveles
diferentes de riesgo –y, por tanto, tasas de interés diferentes- determinados por el orden en que
se deben aplicar las disminuciones del flujo de efectivo cuando se presenta el incumplimiento
de los deudores originarios y las pérdidas que puedan tener los activos subyacentes; así, las
notas que representan las porciones superiores son pagadas con los flujos de efectivo de los
activos subyacentes antes que las porciones medias e inferiores y las disminuciones y las
pérdidas son soportadas primero por las inferiores y las medias y sólo al final por las
superiores; igualmente, los intereses más altos son pagados a los poseedores de las notas de
las porciones inferiores y los más bajos a los de las superiores;
4) los emisores de CDOs contratan seguros (credit default swaps) para el caso de que se
presenten incumplimientos en el pago de los intereses y del principal de los créditos
subyacentes;
5) los emisores venden las notas o bonos a bancos, compañías de seguros, fondos de
inversión, hedge funds e individuos ricos;
6) los adquirentes de notas o bonos garantizados con créditos (CDOs) son, ahora sí, por
lo general, los últimos tenedores de los créditos subyacentes, pues no hay un mercado
secundario de CDOs, aunque algunos emisores asuman el compromiso de recompra, bajo
ciertas circunstancias, de los títulos que lanzan a la circulación; los créditos originarios han
pasado del banco emisor a la entidad de segundo nivel que los securitiza y de ésta al vehículo
de propósito especial que los vende en la forma de CDOs al tenedor final.
Las características especiales con que el capital financiero dota en los CDOs a los
créditos securitizados, son las siguientes:
1) la creación de niveles de riesgo por completo desvinculados del riesgo que realmente
poseen los créditos subyacentes y la comercialización de esas categorías de riesgos;
2) la incorporación en los CDOs de un seguro específico (credit default swap, CDS)
contra el incumplimiento de los pagos de los deudores.
En la fase inmediata anterior, la securitización había llevado hasta sus últimas
consecuencias el manejo del conocimiento de los niveles de riesgo de los distintos valores; los
portafolios (pools) se integraban, previa medición del riesgo lo más exacta posible realizada
mediante sofisticados instrumentos estadísticos y econométricos, con acervos de activos en los
que, también utilizando modelos matemáticos específicos, se establecía un equilibrio
determinado entre el riesgo y el flujo de efectivo de los créditos subyacentes. El riesgo era un
factor objetivo preexistente que podía ser conocido con menor o mayor precisión, pero que no
podía ser manipulado en forma alguna.
Los CDOs tienen como uno de sus principios fundamentales precisamente la creación
del riesgo (riesgo sintético), su diversificación en cuando menos 3 niveles y su venta a los
inversionistas; no se comercian ya activos que tienen un riesgo determinado, sino riesgos que
tienen como sustrato ciertos activos. El riesgo real de los activos pasa a un segundo plano en la
consideración de los emisores y adquirentes de los bonos garantizados con débitos.
La diversificación del riesgo sintético, que como decimos da lugar a cuando menos tres
niveles de riesgo con sus respectivas distintas tasas de interés (la más baja de las cuales es
sustancialmente más alta de las que tienen la mayoría de los otros activos en el mercado), y la
garantía que proporcionan los “swaps” para el caso de incumplimiento de los deudores
originales (CDSes), atraen a una porción creciente de la enorme cantidad de capital-dinero que
intenta valorizarse en la sociedad de consumo; sobre todo, las notas y bonos que son
calificados con más riesgo y que en consecuencia pagan intereses más altos, son los que se
convierten en la mercancía favorita de este mercado.
El capital-dinero que capta el sistema financiero por medio de los CDOs estimula en
una medida superlativa el crédito al consumo; éste, a su vez, excita la producción de bienes de
consumo; y ésta, por su parte, incita la producción en todas las demás ramas de la economía.
Hay una mutua implicación de todos estos elementos y en la economía en general se establece
una tasa de ganancia más alta y se producen montos de ganancia más voluminosos.

Un CDO es un tipo de valor respaldado por activos (Asset-backed security). Para crear un CDO,
se establece una entidad corporativa que tiene por objeto poseer activos como colateral y vender
paquetes de flujo de dinero a los inversionistas.
Un CDO se construye como sigue:
-Una entidad de propósitos especiales (Special Purpose Entity, SPE) adquiere un portafolio de
valores subyacentes. Los activos que más comúnmente se compran incluyen valores respaldados
por hipotecas, bonos comerciales de inmuebles y préstamos corporativos.
-El SPE emite bonos (CDOs) en diferentes tramos y los ingresos son utilizados para comprar el
portafolio de activos subyacentes. Los CDOs senior son pagados con los flujos de efectivo de los
activos subyacentes antes que los junior y los títulos del capital. Las pérdidas son primero
soportadas por los títulos del capital, después por los junior y al final por los senior.
El riesgo y las ganancias para un inversionista en CDOs dependen directamente de cómo éstos y
sus tramos son definidos, y solamente en forma indirecta de los valores subyacentes. En
particular, la inversión depende de las asunciones y métodos usados para definir el riesgo y los
beneficios de los tramos. Los CDOs, como todos los valores respaldados por activos, permiten que
los generadores de los activos subyacentes trasladen el riesgo del crédito a otra institución o a
inversionistas individuales. De este modo, los inversionistas deben entender cómo se calcula el
riesgo para los CDOs.
El emisor de los CDOs, típicamente un banco de inversión, gana una comisión al tiempo de la
emisión y obtiene retribuciones por administración -“management fees”- durante toda la vida del
CDO. La capacidad de obtener sustanciales comisiones por crear y securitizar préstamos, junto
con la ausencia de cualquier residuo de responsabilidad, desvía los incentivos de los generadores
en favor del volumen más que de la calidad en los préstamos.
La creación de CDOs de otros CDOs provoca enormes problemas de contabilidad, permitiendo a
las grandes instituciones financieras sacar deudas de sus libros por medio de la reunión de las
mismas con las de otras instituciones financieras y después llevando estas deudas fuera de sus
libros llamando a estos CDOs de CDOs activos CDO Sintéticos. Esto no sólo ha permitido que las
instituciones financieras oculten sus pérdidas, sino también les ha permitido inflar sus
ganancias.
Clasificación de los CDOs:
Por la fuente de los fondos: de flujo de efectivo y de valor de mercado.
-Los CDOs de flujo de efectivo pagan intereses y el principal a los poseedores de los tramos
usando los flujos de efectivo producidos por los activos de los CDOs. Estos CDOs se enfocan
primeramente en el manejo de la calidad del crédito del portafolio subyacente.
-Los CDOs de valor de mercado intentan mejorar los beneficios para el inversionista a través de
operaciones más frecuentes y ventas con ganancia de los activos colaterales. El manager de estos
CDOs busca realizar ganancias de capital en los activos del portafolio. Este es el foco más grande
de los cambios en el valor del mercado de los activos de los CDOs. Estos CDOs tienen mucho
arraigo, pero son menos comunes que los CDOs de flujo de efectivo.
Por la motivación: de arbitraje y de hoja de balance.
-Las transacciones de arbitraje (de flujo de efectivo y de valor de mercado) intentan captar para
los inversionistas el diferencial entre los activos con rendimientos relativamente altos y las
obligaciones con rendimientos más bajos representados por los bonos calificados. La mayoría de
los CDOs, el 86%, son motivados por el arbitraje.
-Las transacciones de hoja de balance (Balance sheet transactions), por lo contrario, están
motivadas principalmente por el deseo de las instituciones emisoras de remover préstamos y otros
activos de sus hojas de balance, con la finalidad de reducir los requerimientos de capital exigidos
por la ley y mejorar sus ganancias con el capital de riesgo. Un banco puede desear deshacerse del
riesgo crediticio con el propósito de reducir el riesgo de crédito en su hoja de balance.
Por los fondos (Funding): de efectivo y sintéticos.
-Los CDOs de efectivo tienen un portafolio de activos que generan efectivo, tales como préstamos,
bonos corporativos, papeles respaldados con activos o papeles garantizados con hipotecas. La
propiedad de los activos es transferida a una entidad legal, conocida como un vehículo con un
propósito especial (SPV), la que emite los trozos de CDOS. El riesgo de las pérdidas en estos
activos es dividido entre trozos en orden inverso de “señoritaje” (seniority). Los CDOs de efectivo
excedían los $ 400 mil millones de dólares en 2006.
-Los CDOs sintéticos no poseen activos generadores de efectivo como bonos o préstamos. En
lugar de ello, los CDOs mejoran la exposición del crédito de un portafolio de activos de ingresos
fijos, sin tenerlos en propiedad, a través del uso de los credit defaults swaps, un instrumento de
derivados. (Bajo tales swaps, el vendedor de la protección del crédito recibe pagos periódicos en
efectivo, llamados “premiums”, a cambio de aceptar asumir el riesgo de pérdida en el caso de que
un activo determinado no sea pagado o se presente cualquier otro evento que signifique la
disminución o la pérdida de su valor). Como en un CDO de efectivo, el riesgo de pérdida en el
portafolio de los CDOs se divide en varios trozos. Las pérdidas afectarán en primer lugar al trozo
correspondiente al capital, en seguida a los trozos intermedios (mezzanine tranches) y finalmente
a los trozos senior. Cada trozo recibe un pago periódico (el premio del swap); los trozos junior
ofrecen los premios más altos.
Una porción de un CDO sintético puede ser financiado o no financiado. Bajo los términos del
swap, el CDO podría tener que pagar una cierta cantidad de dinero en el caso de un evento en el
crédito de las obligaciones contenidas en el portafolio que el CDO está garantizando. Algunas de
estas exposiciones de crédito son financiadas al tiempo de la inversión por los inversores.
Típicamente, los tramos junior, que enfrentan el más alto riesgo de tener pérdidas, tienen que
financiar al inicio. Hasta que el evento del crédito ocurre, los ingresos proveídos por las porciones
financiadas son a menudo invertidas en activos líquidos de alta calidad o colocados en una
cuenta GIC (Guaranteed Investment contract) que ofrece una ganancia que es unos cuantos
puntos base menor que la tasa LIBOR. La ganancia de esas inversiones, más el premio que paga
la contraparte en el swap, proporcionan la corriente de flujo de efectivo de la que se pagan los
intereses de los trozos financiados. Cuando un evento del crédito ocurre y un pago es requerido a
la contraparte del swap, este pago se hace de la cuenta del GIC, o cuenta de reserva en la que se
encuentran las inversiones líquidas. En contraste, los trozos senior son usualmente sin
financiamiento ya que el riesgo de pérdidas es mucho más bajo. Al contrario de lo que sucede en
un CDO de flujo de efectivo, los inversionistas con una porción senior reciben pagos periódicos
pero no colocan ningún capital en el CDO cuando entran. En lugar de ello, los inversionistas
retienen continuamente la exposición financiera y tienen que hacer un pago al CDO en el caso de
que pérdidas en el portafolio alcancen a la porción senior. La emisión de CDOs sintéticos
financiados excedió los $80 mil millones de dólares en 2006. Desde el punto de vista de su
emisión, los CDOs sintéticos toman menos tiempo para su creación. No se tienen que comprar ni
manejar activos y las porciones de CDOs pueden ser estructuradas con precisión.
-Los CDOs híbridos son un instrumento intermedio entre los CDOs de efectivo y los CDOs
sintéticos. El portafolio de un CDO híbrido incluye tanto activos como swaps que dan la
exposición de crédito del CDO a activos adicionales. Una parte de los ingresos de los trozos
financiados es invertida en activos y la parte restante es mantenida en reserva para cubrir los
pagos que puedan ser requeridos por los credit default swaps. El CDO recibe pagos de tres
fuentes: de las ganancias de los activos, del GIC o inversiones en la cuenta de reserva y de los
premios de los credit default swaps.
-CDOs de una sola porción.
La flexibilidad de los credit default swaps es usada para construir CDOs de un sólo tramo, en
donde todo el CDO es estructurado específicamente para un solo inversionista o para un pequeño
grupo de inversionistas y las porciones restantes no son vendidas sino retenidas por el vendedor,
con base en una valuación de acuerdo con modelos internos. El riesgo residual es cubierto por el
vendedor.
-Variantes
Al contario de los CDOs, los cuales son estructuras que típicamente se extinguen o refinancian al
final de su término financiero, las Compañías Operadoras Estructuradas (Structurated Operating
Companies) son variantes de CDOs que se capitalizan permanentemente, tienen un activo equipo
de manejo y una infraestructura. Emiten notas, papel comercial y/o valores con tasas
determinadas por subasta (auction rate securities), dependiendo de las características
estructurales y del portafolio de la compañía. Las Credit Derivative Products Companies (CDPC) y
los Structured Investment Vehicles (SIV) son ejemplos de CDOs de este tipo, de los cuales CDPC
toma riesgos sintéticamente y SIV predominantemente tiene exposición de efectivo.
Los CDOs son bonos emitidos por un vehículo de propósitos especiales (SPV) que están
respaldados por conjuntos de bonos, préstamos y otros instrumentos de deuda.
Tipos de CDOs
A) Basados en los activos subyacentes:
-Obligaciones colateralizadas con préstamos (Collateralized loan obligations CLOs). Son CDOs
respaldados primariamente por préstamos bancarios apalancados.
-Obligaciones colateralizadas con bonos (Collateralized bond obligations (CBOs)). CDOs
respaldados primariamente por valores de ingreso fijo apalancados.
-Obligaciones colateralizadas con sintéticos (Collateralized synthetic obligations CSOs) CDOs
respaldados primariamente por derivativos de créditos.
-CDOs estructurados financieramente. CDOs respaldados primariamente por productos
estructurados, tales como papeles respaldados por activos y papeles respaldados por hipotecas.
B) Otros tipos de CDOs
-CDOs de inmuebles comerciales (Commercial Real Estate CDOs, CRE CDOs), respaldados
primariamente por valores de inmuebles comerciales.
-Obligaciones Colateralizadas con bonos (Collateralized bond obligations, CBOs) Son CDOs
respaldados primariamente por bonos corporativos.
-Obligaciones Colateralizadas por Seguros (Collateralized Insurance Obligations, CIOs)
respaldados por contratos de seguros y más usualmente de reaseguros.
-CDO al cuadrado (CDO-Squared). Son CDOs respaldados primariamente por los trozos
(tranches) emitidos por otros CDOs.
CDO^ⁿ. Son CDOs al cubo o más alto, en donde el CDO es respaldado por otros CDOs/CDO^2,
CDO^3, etcétera.
Tipos de Colateral.
El colateral para los CDOs de efectivo incluye:
-Valores financieros estructurados (Structured finance securities). Es un amplio término usado
para describir un sector de las finanzas que fue creado para ayudar a transferir el riesgo
utilizando entidades legal y corporativamente complejas. Esta transmisión del riesgo, como se
aplica en la securitización de varios activos financieros (hipotecas, tarjetas de crédito, préstamos
para automóviles) ha ayudado a abrir nuevas fuentes de financiamiento para los consumidores.
Sin embargo, esto también contribuyó a la degradación de los estándares de evaluación de los
riesgos para estos activos financieros, lo cual ayudó al surgimiento de la burbuja de crédito del
año 2000 y la quiebra del crédito y la crisis financiera de 2007-2009.
Tipos de valores financieramente estructurados son:
1) Valores respaldados por hipotecas (mortgage-backed securities), que es un título respaldado
por valores o una obligación de débito que representa una reclamación sobre el flujo de efectivo
de los préstamos hipotecarios, más comúnmente sobre la propiedad residencial. Primeramente,
los créditos hipotecarios son comprados a los bancos, compañías hipotecarias y otros
generadores. Entonces, estos préstamos se integran en conjuntos. Esto es realizado por agencias
gubernamentales, empresas apoyadas por el gobierno y entidades privadas, las cuales deben
garantizar (securitizar) contra el riesgo de incumplimiento asociado con estas hipotecas. Los
títulos respaldados por hipotecas representan derechos sobre el principal y los pagos de los
préstamos contenidos en el conjunto, a través de un proceso conocido como securitización. Estos
títulos son usualmente vendidos como bonos, pero la innovación financiera ha creado una
variedad de títulos que derivan su valor último de conjuntos de hipotecas. La mayoría de los
títulos respaldados por hipotecas son emitidos por la Asociación Nacional de Hipotecas del
Gobierno (Ginnie Mae), una agencia del gobierno de Estados Unidos, o por la Asociación Nacional
de Hipotecas Federal (Fannie Mae) y por la corporación federal de préstamos hipotecarios para
casas (Freddie Mac), todas ellas empresas respaldadas por el gobierno de los Estados Unidos.
Ginnie Mae, respaldada totalmente por el gobierno de los Estados Unidos, garantiza que los
inversionistas reciban sus pagos en tiempo. Fannie Mae y Freddie Mae también proveen ciertas
garantías y, aunque no están respaldadas totalmente por el gobierno de los Estados Unidos,
tienen sin embargo una especial autoridad para obtener préstamos del tesoro. Algunas
instituciones privadas, tales como firmas de “brokekrage”, bancos y constructores, también
securitizan las hipotecas y los títulos que emiten se conocen como títulos hipotecarios “private-
label”…
2) Valores respaldados por activos (asset-backed security), que son valores cuyo valor e ingresos
se derivan de y están garantizados por un grupo específico de activos subyacentes, los cuales son
pequeños e ilíquidos, cuya venta individual es imposible. Reuniendo los activos en instrumentos
financieros es posible que ellos sean vendidos a inversionistas generales mediante un proceso
llamado securitización, y permite que el riesgo de la inversión en los activos subyacente sea
diversificado porque cada título representará una fracción del valor total del conjunto
diversificado de activos subyacentes. Los conjuntos de activos subyacentes pueden incluir pagos
comunes de tarjetas de crédito, préstamos para automóviles y préstamos para hipotecas y
esotéricos flujos de efectivo como el arrendamiento de aeronaves, los pagos por regalías y los
ingresos de las películas. Normalmente se crea una institución separada, llamada vehículo de
propósito especial para manejar la securitización de los activos que respaldan los títulos. El
vehículo de propósito especial que crea y vende los títulos utiliza los ingresos de la venta para
pagar al banco que ha creado u originado los valores subyacentes. El vehículo de propósito
especial es responsable de empacar los activos subyacentes en un conjunto especial que deberá
dar forma a las preferencias de riesgo y otras necesidades de los inversionistas que deseen
comprar los títulos, de manejar el riesgo del crédito, normalmente transfiriéndolo a una compañía
aseguradora mediante el pago de una prima, y de la distribución de los pagos de los títulos.
Cuando el riesgo del crédito de los activos subyacentes es transferido a otra institución, el banco
creador remueve el valor de los mismos de su hoja de balance y recibe efectivo por la venta de los
títulos respaldados por activos, una transacción que puede mejorar su calificación de crédito y la
cantidad de capital que necesita. En este caso una evaluación del crédito de los títulos
respaldados por activos estaría basada solamente en los activos y obligaciones del vehículo de
propósito especial y esta evaluación podría ser más alta que si el banco creador emitiera los
títulos porque el riesgo de éstos no estaría asociado con otros riesgos que el banco generador
pudiera tener. Una calificación más alta del crédito permitiría al vehículo de propósito especial y,
por extensión, a la institución creadora pagar una tasa de interés más baja (esto es, cargar un
alto precio) a los títulos respaldados con activos que si la institución creadora se endeudara con
préstamos o emitiera bonos. De esta manera, los incentivo para que los bancos creen valores
securitizados son la remoción de activos riesgosos de su hoja de balance porque otra institución
asume el riesgo del crédito y la recepción inmediata de efectivo, lo que les permite invertir más de
su capital en nuevos préstamos u otros activos y además, posiblemente tenga un requerimiento
más bajo de capital.
3) Valores respaldados por hipotecas de propiedades comerciales y multifamiliares, (commercial
mortgage-backed securities), tales como edificios de apartamentos, propiedades para la venta al
detalle o para oficinas, hoteles, escuelas, propiedades comerciales y otros sitios comerciales).
-Préstamos apalancados. Son préstamos bancarios otorgados a compañías, usualmente para
apoyar adquisiciones estratégicas o transacciones de compra apalancada (una “compra
apalancada” o “transacción altamente apalancada”, ocurre cuando una empresa financiera
(financial sponsor) adquiere una parte sustancial de las acciones de una compañía y cuando un
porcentaje significativo del precio de compra es financiado a través de préstamos
(apalancamiento). Los activos de la compañía adquirida son utilizados como colateral del capital
tomado en préstamo, algunas veces junto con activos de la compañía adquirente; los bonos u
otros papeles emitidos para documentar las compras apalancadas son consideradas comúnmente
como no susceptibles de ser calificadas con grado de inversión a causa de los grandes riesgos que
tienen. Ya que son el resultado de un alto endeudamiento o apalancamiento de estas compañías,
estos instrumentos financieros son parte del universo de grado inferior de inversión y su valor
depende en mayor medida de la habilidad de la compañía contratante para generar flujos de
efectivo y refinanciar su deuda. Los préstamos apalancados se sitúan como los activos senior
más altos en la estructura del capital y usualmente ofrecen distintos convenios por los que dan a
los tenedores de los préstamos la opción de controlar una compañía que incumple, llevando a
una tasa relativamente alta de retorno.
Los préstamos apalancados son también una forma que adoptan los préstamos sindicados, en los
que varios bancos participan en la concesión de préstamos a una compañía.
Igualmente, se denominan préstamos apalancados aquellos que se conceden por dos o más
bancos a deudores con baja calificación.
En general, los préstamos apalancados son préstamos extendidos a compañías o individuos que
ya tienen cantidades considerables de deudas. Los prestamistas consideran que estos préstamos
tienen un alto riesgo de incumplimiento, y por ello, un préstamo apalancado es más costoso para
el prestatario en la forma de la necesidad de pagar más altas tasas de interés.
-Bonos corporativos. Son bonos emitidos por una corporación con la finalidad de obtener dinero
para expandir sus negocios. El término es aplicado usualmente a instrumentos de deuda de largo
plazo, generalmente con una fecha de madurez cuando menos de un año posterior a su fecha de
emisión.
-Deuda de los Fideicomisos para la inversión en la propiedad inmobiliaria.
-Deuda de hipotecas sobre la propiedad inmueble comercial (incluyendo todos los préstamos, las
notas B y la deuda Mezzaninne)
-Deuda soberana de los mercados emergentes.
-Deuda de los Proyectos financieros (grandes proyectos de infraestructura e industriales) y
-Títulos preferentes de Fideicomisos (emitidos por compañías controladoras de bancos).
Participantes en las transacciones de los CDOs:
-Inversionistas. Los inversionistas tienen diferentes motivaciones para comprar títulos de CDOs,
dependiendo del trozo que ellos escojan. A los niveles más altos del trozo senior de la deuda, los
inversionistas están en la posibilidad de obtener mejores beneficios que aquellos que
proporcionan los títulos más tradicionales (como los bonos corporativos) de una calificación
similar. En algunos casos, los inversionistas utilizan apalancamiento y esperan obtener
ganancias del exceso entre los ingresos del trozo senior y el costo del endeudamiento. Esto es así
porque los trozos senior pagan un diferencial sobre la tasa LIBOR a pesar de sus calificaciones
AAA. Los inversionistas también se benefician de la diversificación del portafolio CDO, la
experiencia de los manejadores de los activos y del apoyo crediticio establecido por la transacción.
Los inversionistas en trozos senior pueden ser bancos, compañías de seguros así como fondos de
inversión.
Los inversionistas en trozos junior realizan una inversión sin aval apalancada en el diversificado
portafolio del colateral. Las notas mezzanine y equity ofrecen beneficios que no están disponibles
en la mayoría de los otros títulos de ingreso fijo. Los inversionistas en trozos junior y notas
mezzanine y equity incluyen a los hedge funds, bancos e individuos ricos.
-Suscriptor (underwriter). Es un banco de inversión que actúa como estructurador e impulsor del
CDO. Trabajando en unión con la firma de manejo de activos que selecciona el portafolio del
CDO, el underwriter (suscriptor) estructura la deuda y los trozos de capital. Esto incluye la
selección de la razón entre la deuda y el capital, dimensionando cada porción (tranche),
estableciendo pruebas de la calidad de las coberturas y colaterales y trabajando con las agencias
calificadoras de crédito para obtener las calificaciones deseadas para cada porción de la deuda.
La consideración económica fundamental para un suscriptor que está considerando llevar un
CDO al mercado es si la transacción puede ofrecer una ganancia suficiente a los tenedores de
notas sobre el capital. Tal determinación requiere estimar lo que se ofrece recuperar en caso de
incumplimiento por el portafolio de títulos de deuda y compararlo con el costo del financiamiento
de las notas calificadas del CDO. El exceso de margen debe ser lo suficientemente grande para
ofrecer el atractivo potencial de las tasas internas de ganancia (IRRs, Internal Rate of Return)
para los tenedores del capital.
Otras responsabilidades del suscriptor incluyen trabajar con una firma legal y crear un vehículo
de propósito especial (típicamente un Fideicomiso domiciliado en las Islas Caimán) que será el
que compre los activos y emita los trozos de CDOs. Adicionalmente, el suscriptor deberá trabajar
con el asesor de valores para determinar las restricciones posteriores al cierre de la transacción
que deberán ser incluidas en los documentos de la operación y otros archivos.
El paso final es fijar el precio del CDO (esto es, determinar los cupones para cada trozo de deuda)
y colocarlos con los inversionistas. La prioridad es encontrar inversionistas para las porciones
con más riesgos y las porciones junior. Es común que los asesores de valores retengan una
porción del capital. Adicionalmente, se espera que el suscriptor provea de algún tipo de liquidez
en el mercado secundario para los CDOs, especialmente para las partes senior con más valor.
De acuerdo con Thomson Financial, los principales suscriptores antes de Septiembre del 2008
eran Bear Stearns, Merrill Lynch, Wachovia, Citigroup, Deutsche Bank y el Bank of America
Securities.
Los CDOs producen más beneficios para los suscriptores que la suscripción de bonos
convencionales debido a la complejidad que aquellos tienen. Al suscriptor se le pagan sus
honorarios cuando el CDO ha sido emitido.
La naturaleza de alto riesgo de todos los títulos respaldados por valores (asset baked securities)
fue la causa de que la mayoría de esas firmas (arriba enlistadas), a excepción del Deutsche Bank,
fueran a la bancarrota o tuvieran que ser rescatados por los contribuyentes en el año 2008,
cuando los riesgos fueron propiamente entendidos y el valor de las porciones se colapsó.
-El administrador de valores.
El administrador de valores juega un papel fundamental en cada una de las transacciones del
CDO, aún después que éste ha sido emitido. Un administrador experimentado es crítico tanto en
la construcción como en el mantenimiento del portafolio de los CDOs. Puede mantener la calidad
del crédito de un portafolio de CDOs a través del comercio de los activos así como maximizar las
tasas de retorno cuando se presente el incumplimiento en los activos subyacentes.
Con la crisis de crédito de 2007-2008, el débil entendimiento de la vasta mayoría de
administradores financieros de los riesgos de los CDOs, de los títulos respaldados con valores y
otros productos financieros nuevos se hizo evidente y, además, la relajada diligencia de las más
grandes agencias calificadoras de créditos se reveló claramente. Los CDOs fueron fuertemente
degradados y el valor de estos instrumentos descendió dramáticamente.
En teoría, el administrador de valores podría agregar valor en la forma arriba delineada, aunque
en la práctica esto no ocurrió durante la burbuja de crédito de la mitad del año 2000.
Adicionalmente, se entiende ahora que el defecto estructural en todos los títulos respaldados con
valores (asset-backed securities), productores de beneficios por el volumen del crédito, no por su
calidad, hizo que los participantes en el mercado consideraran la calidad de la inversión como
algo secundario.
El papel del administrador de valores comienza antes de que el CDO sea emitido. Meses antes, un
banco usualmente proveerá financiamiento para que el manager pueda comprar algo de los
valores colaterales que serán utilizados en el CDO que se está constituyendo, en un proceso
llamado “almacenamiento” (warehousing).
Aún el día de la emisión del CDO, a menudo el asesor de valores no habrá completado la
formación del portafolio respectivo. Un período de lanzamiento que sigue a la emisión, durante el
cual los valores restantes son vendidos, puede extenderse por varios meses después de que el
CDO fue emitido. Por esta razón, algunas notas senior de los CDOs son estructuradas como notas
de aprovechamiento retrasado, permitiendo a los asesores de valores recibir efectivo de los
inversionistas en la medida en que las ventas colaterales se realizan. Cuando una transacción ha
sido completada, su portafolio inicial de créditos ha sido seleccionado totalmente por el
administrador de valores.
Sin embargo, el papel de éste continúa aún después de que el período de lanzamiento termine,
aunque es menos activo. Durante el período de reinversión de los CDOs, el cual se extiende unos
años después de la fecha de emisión del CDO, el administrador de valores está autorizado para
reinvertir los ingresos obtenidos para comprar títulos de deuda adicionales. Dentro de los límites
de las restricciones para comerciar especificadas en los documentos de la transacción, el
administrador puede también hacer transacciones para mantener la calidad crediticia del
portafolio de los CDOs. El administrador tiene también un rol en la redención de las notas de los
CDOs cuando son sacadas a remate.
-Fideicomisario y administrador colateral. (Trustee and collateral administrator).
El Fideicomisario tiene la posesión de los activos del CDO en beneficio de los poseedores de notas,
es decir, de los inversionistas. En el mercado, el fideicomisario también típicamente se
desempeña como un administrador colateral. En este papel, produce y distribuye reportes para
los tenedores de notas, formula varios tests de control relativos a la composición y liquidez de los
portafolios de valores y construye y ejecuta las prioridades de pago de los modelos de cascada
(waterfall).
Las siguientes instituciones corrientemente ofrecen servicios de fideicomiso en el Mercado de
CDOs:
Bank of New York Mellon (nota: este banco recientemente adquirió también la unidad de
fideicomisos de JP Morgan la cual es líder en el Mercado de acciones).
BNP Paribas Servicios de Seguros (nota: corrientemente sirve solamente al mercado Europeo).
Deutsche Bank
Intertrust (nota: hasta mediados de 2009 era conocido como Fortis Intertrust)
HSBC
LaSalle Bank (Recientemente adquirido por Bank of America)
Sanne Trust
State Street Corporation
US Bank (nota: recientemente adquirió también la unidad corporativa de fideicomisos de
Wachovia)
Wells Fargo
Wilmington Trust - Wilmington cerró sus negocios al principio del 2009.
-Contadores.
-Abogados.
En resumen, emiten CDOs:
Compañías de seguros (Insurance companies),
Fondos Mutuales (Mutual Funds u open-end-funds),
Fideicomisos (Unit trusts),
Fideicomisos de inversión (Unit investment trusts),
Fideicomisos de inversión (Investment trusts),
Bancos Comerciales (Commercial Banks),
Bancos de Inversión (Bancos de inversión),
Fondos de pensiones (Pension Funds),
Banca privada (Private Banking),
CDOs y
Vehículos de inversión estructurados (Structured investment vehicle, SIV).
A fines del 2005, la firma de investigación Celent estimó el tamaño del mercado global de CDOs
en los Estados Unidos en 1.5 millones de millones de dólares y proyectó que el Mercado crecería
hasta cerca de los 2 millones de millones para fines del 2006.

Volumen Global de Emisión de CDOs110


Miles de millones de dólares

2004 157.4
2005 271.8
2006 520.6
2007 481.6
2008 61.9
2009 4.3
2010 8.0

Una obligación de débito colateralizada (Collateralized Debt Obligation, COD) es una inversión
sintética creada mediante la reunión de un conjunto de préstamos similares en una sola
inversión que puede ser comprada o vendida. Un inversionista que compra un CDO tiene derecho
sobre una parte de los intereses que genera ese conjunto y sobre el principal.
Por ejemplo, un banco puede reunir 5,000 diferentes hipotecas en un CDO. Un inversionista que
comprase el CDO recibiría el pago de los intereses debido por los 5,000 deudores cuyas hipotecas
soportan el CDO, pero corre el riesgo de que algunos deudores no paguen sus préstamos. La tasa
de interés es una función de la esperada posibilidad de que los deudores cuyos préstamos forman
el CDO incumplan en sus pagos y está determinada también por la calificación del riesgo de los
deudores y el señoritaje de los préstamos.
Los CDOs son creados y vendidos por los más grandes bancos (esto es, Goldman Sachs, Bank of
America, etcétera) fuera de la Bolsa, pero tienen que ser vendidos directamente por el banco. La
Asociación de la industria de títulos y mercados financieros (Securities Industry and financial

110 Wikipedia, the free Encyclopedia, Collateralized debt obligations CDOs, page last modified on June
2011 at 13:50, www.wikipedia.org.
Markets Association) estima que CDOs por un valor de $503 mil millones de dólares fueron
emitidos en el 2007.
Los CDOs tuvieron un prominente papel en la crisis subprime de los Estados Unidos, en donde
los críticos dicen que los CDOs ocultaron el riesgo subyacente en las inversiones hipotecarias
porque las calificaciones de los créditos de los CDOs se basaron en información errónea o
incorrecta acerca de la capacidad crediticia de los deudores.

Cómo funcionan los CDOs


Al reunir los créditos en un CDO hay un cambio en el riesgo de la inversión en dos formas:
Reducción de las desviaciones estadísticas.
En primer lugar, los CDOs reducen el efecto de las desviaciones estadísticas. Prestar dinero a
alguien para comprar una casa es riesgoso porque esta persona puede incumplir o no, aun que
haya una posibilidad entre 5,000 de que alguien incumpla con su hipoteca. Los CDOs
transforman los préstamos individuales en un portafolio en el cual es imposible que el
incumplimiento de un solo deudor tenga un enorme impacto en el portafolio como un todo. Al
reunir muchas diferentes hipotecas en un CDO los inversionistas pueden poseer un pequeño
porcentaje de muchas hipotecas diferentes y, por lo tanto, las pérdidas en los CDOs como
resultado del incumplimiento de los deudores en sus obligaciones usualmente representa el
mismo promedio estadístico del mercado total.
Porciones (Tranches)
En segundo lugar, los CDOs son creados en porciones de los créditos subyacentes que varían en
la medida de su riesgo, a pesar de estar garantizados por un conjunto genérico de bonos o
préstamos.
Típicamente, un conjunto de deudas es dividido en tres porciones, cada una de las cuales es un
CDO independiente. Cada porción tendrá vencimiento, tasa de interés y riesgo de incumplimiento
diferentes. Esto permite al creador del CDO venderlo a múltiples inversionistas que tienen
diferentes grados de preferencia por el riesgo.
La porción más baja (la que tiene mayor riesgo) pagará las más altas tasas de interés, pero será la
primera en perder dinero si alguno de los préstamos en el conjunto no son pagados. La porción
superior tendrá la tasa de interés más baja, pero será siempre la primera que reciba el pago –las
dos porciones más bajas deberán ser agotadas antes de que la porción superior sea afectada. Esto
permite a los banqueros crear inversiones con perfiles riesgo/recompensa que son muy
diferentes de aquellos de los débitos subyacentes. De esta manera, un conjunto de hipotecas
puede ser dividida en tres CDOs, uno con calificación de crédito “AAA” que paga bajo interés, una
con una calificación intermedia que paga un interés moderado y una con una baja calificación
con una alta tasa de interés. Esto es importante porque algunos administradores de activos sólo
están autorizados a invertir en deuda calificada “AAA”; dividiendo un conjunto de deudas que no
están calificadas AAA en tres diferentes porciones de CDO significa que al menos alguna porción
de este débito es ahora de calificación AAA y puede ser comprada por instituciones que
únicamente invierten en deuda AAA.
Por ejemplo: Un conjunto de créditos que tienen en total un valor de $ 100 millones es dividido en
tres porciones, A ($ 25 millones), B ($ 50 millones) y C ($25 millones), en donde A es senior en
relación a B y B es senior en relación a C. La tasa de interés asociada con cada porción es 10%,
15% y 20% respectivamente. Si ninguno de los bonos incumple, A recibe $ 2.5 millones, B $ 7.5 y
C $ 5 millones. Sin embargo, si hay incumplimiento y el ingreso por intereses se reduce a $ 11
millones, en este caso, ya que A y B son senior con respecto a C, ellos estarán posicionados antes
que C. Como resultado de esto, la porción A y B reciben la totalidad de los intereses que le
corresponden, $ 2.5 y $ 7.5 millones, mientras que la porción C únicamente recibe $ 1 millón.

Emisión global de CDOs.


De acuerdo con los datos proporcionados por Securities Industries and Financial Markets
Association, la emisión global de CDOs se incrementó desde $ 175 mil millones de dólares en
2004 hasta $ 503 mil millones en 2007. El total de CDOs en circulación es estimado en cerca de
$ 2 millones de millones (2 billones) de dólares.
Los CDOs son estructurados por bancos de inversión y son comprados por todo tipo de
administradores de activos, incluyendo hedge funds, compañías de seguros, bancos y fondos de
pensiones. Los CDOs también pueden ser comprados a través de la mayoría de las corredurías
que venden al detalle.111

Los Credit Default Swaps, CDSes (Seguros para el incumplimiento de


créditos) y el crédito al consumo
La securitización de los créditos había llegado, como ya lo anotamos anteriormente,
hasta la invención de los CDOs; a través de estos instrumentos el capital-dinero fluía en cierta
medida hacia la industria y el comercio.
Los CDOs son la forma más retorcida que utiliza el sistema financiero para atraer
fondos; teniendo como base un determinado nivel de riesgo en los activos subyacentes
(hipotecas subprime, por ejemplo), lo que se vende en el CDO son las disminuciones que
hipotéticamente se generarían, en el caso de insolvencia, en los ingresos y el valor capital de
los diversos tramos del título; así, los tramos medios e inferiores del CDO serían los primeros
en enfrentar la insolvencia de la totalidad de los activos (es decir, serían los primeros en no
recibir los intereses de su título y en ver reducido su capital), por lo que el precio de las notas
respectivas es el más bajo y los intereses que reciben los más altos; al contrario, los tramos
superiores serían afectados sólo subsidiariamente, por lo que sus títulos son los que tienen
precio más alto y perciben los intereses más bajos.
Aunque el nivel de riesgo de los activos subyacentes sigue siendo el mismo, sin embargo
la totalidad del riesgo sintético se concentra en los tramos inferiores del CDO.
Los precios bajos y altos intereses (aunque gravados por una alta concentración del
riesgo) de las porciones bajas del CDO y la seguridad relativa de las otras partes del título,
ofrecieron a los inversionistas una amplia gama de opciones (acordes con su “apetito de riesgo”)
para colocar su dinero en mejores condiciones que las que ofrecían los instrumentos
tradicionales y se convirtieron así en el polo de atracción de grandes cantidades de capital-
dinero.
Un obstáculo, sin embargo, evitaba la más plena aceptación por los inversionistas de
estos instrumentos crediticios: la alta densidad del riesgo en los tramos inferiores de los CDOs.
Para superar este impedimento, la ingeniería financiera de Wall Street diseñó los
CDSes, que son en esencia contratos de seguros por los cuales la institución aseguradora
toma, a cambio de una prima, el riesgo de los incumplimientos en los activos subyacentes.
Cada CDO tiene adosado ahora un CDS, lo que le da una mayor capacidad de ser
comercializado.
Con este último avance se despeja el camino para que los CDOs se emitan y se vendan
en cantidades realmente fabulosas y, también, para que se prepare la fase especulativa de este
ciclo del capital financiero con el diseño de los CDSes sintéticos que, como lo veremos, son la
especulación pura y simple.
Al quedar plenamente constituida la nueva estructura del sistema financiero
internacional y totalmente formados los instrumentos crediticios correspondientes, se inaugura
una etapa frenética de otorgamiento de créditos al consumo, securitización de los mismos,
incorporación de los créditos securitizados a CDOs y su aseguramiento mediante CDSes; un
verdadero torrente de capital-dinero global se desplaza hacia el sistema financiero
norteamericano, el cual se aplica al desenvolvimiento de las industrias productoras de bienes
de consumo (casas, principal pero no únicamente) cuyo desarrollo conduce mucho más allá del
punto en que se satura la demanda efectiva.
En un artículo de Shah Gilani se proporcionan valiosos conceptos acerca de la
naturaleza de los Collateralized Debt Obligations, CDOs

111Alim, Waseem y Shoohfi, Tom, Collateralized debt obligation (CDO), Wiki analysis, Wiki Project
Definitions, wikinvest, www.wikinvest.com, page last modified April 9 – 2011, 2:58
Un “credit default swap” es, esencialmente, un contrato de seguro entre un comprador y un
vendedor de protección que cubre específicamente un bono o crédito de una corporación o de un
estado. Un comprador de cobertura paga una cantidad por adelantado y una prima anual al
vendedor de la misma, con el fin de cubrir cualquier pérdida en el valor del bono o préstamo.
Típicamente, el seguro tiene una vigencia de cinco años.
Los “credit default swaps” son contratos bilaterales, lo cual significa que son contratos privados
entre dos partes. Los CDSes son convenios colaterales y el margen se fija en el contrato. Son
vendidos fuera de los canales normales, usualmente por teléfono. Pueden ser objeto de reventa a
cualquier otra parte que desee entrar en otro contrato. Más alarmantemente, los CDSes están
sujetos al riesgo de la contraparte.
Si la parte que provee el aseguramiento, una vez que ha recibido su adelanto y las primas, no
tiene el dinero para pagar al comprador del crédito en el caso de que un evento de falta de pago
afecte al bono o préstamo asegurado (piénsese en los “hedge funds” (fondos de protección)), o si el
asegurador va a la bancarrota (Bear Stearns y AIG estuvieron a punto de ir) el comprador no está
cubierto. Las primas pagadas, así como el seguro contra la falta de pago del bono o préstamo se
habrán perdido.
Los CDSes no son instrumentos estandarizados. De hecho, técnicamente no son verdaderos
seguros, en el sentido clásico de la palabra, ya que no son transparentes, no son negociados en
ninguna Bolsa, no están sujetos a las actuales leyes de seguros y no están regulados. Sin
embargo, todos los CDSes, que tienen un valor de 62 billones de dólares, están en riesgo.
Fundamentalmente, esta clase de derivados tienen un propósito real como instrumentos de
cobertura. Los actuales tenedores o acreedores de deuda corporativa o préstamos soberanos y
bonos pueden buscar seguros para garantizar que las deudas de las que son dueños sean
pagadas. Este es el propósito económico de los seguros.
Lo que sucedió fue, sin embargo, que los que especulan con riesgo, quienes querían traficar con
ciertas clases de activos, varios bonos y préstamos, o fondos de valores tales como títulos
respaldados con hipotecas residenciales y comerciales (sí, los mismos títulos respaldados por las
hipotecas “subprime” (de alto riesgo) de los que has venido leyendo últimamente), pero no podían
hacerlo porque no tenían la propiedad de los créditos subyacentes, ahora tenían medios para
especular con ellos.
Si usted piensa que la compañía xyz está en problemas y no podrá pagar a los tenedores de sus
bonos, puede especular comprando los CDSes y pagando las primas correspondientes, el cual le
pagará el total del valor nominal del bono en el caso de que la compañía no pueda pagar al
vencimiento. En el caso contrario, si usted piensa que la compañía xyz está en buenas
condiciones económicas y sus bonos son tan buenos como el oro, puede ofrecer un CDS a su
colega especulador, quien sostiene la opinión opuesta a la suya. Esto significa que usted estaría
apostando a que el bono sí sería pagado. Usted está esperando reunir y guardarse todas las
primas y que nunca tendrá que pagar el crédito asegurado. Esta es pura especulación.
Los CDSes no pueden asegurar tu casa, no contigo, sino con alguien por entero desconectado de
tu casa, de tal manera que si se la lleva el próximo huracán, yo obtendré el valor de la misma. Yo
estoy especulando con un evento. Estoy haciendo una apuesta.
La mala noticia es que hay aún peores apuestas. Hay CDSes que tienen como crédito subyacente
hipotecas de alto riesgo. Es bastante malo que estos fondos con hipotecas de alto riesgo que
bancos, bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de protección y otros compraron
estuvieran sobre valorados y al final terminara cayendo precipitadamente su valor en la medida
en la que las ejecuciones hipotecarias aumentaban.
Lo que es aún peor, sin embargo, es que esos especuladores vendieron y compraron billones de
dólares de seguros que esos fondos podrían o no podrían pagar. Los vendedores de estos seguros
(AIG es un ejemplo) están siendo dañados en la medida en que las faltas de pago continúen
elevándose, lo cual no tiene fin a la vista.
Y esto es solamente el comienzo de la historia.
El tic tac de la bomba de tiempo.
Lo que está pasando en los mercados de valores y créditos es un resultado directo de lo que se
está debilitando el mercado de los CDSes. La FED no pudo permitir que Bear Sterns fuera a la
bancarrota porque y sólo porque los billones de dólares de CDSes en sus libros podrían ser
convertidos en nada. Todos los bancos e instituciones que tenían seguros de Bear no podrían
decir que estaban asegurados o protegidos y habrían tenido que contabilizar miles de millones de
dólares como pérdidas que ellos habían llevado a precios muy altos porque podían decir que
estaban asegurados precisamente contra estas pérdidas.
El riesgo compartido al que todos los socios de negocios de Bear estaban expuestos era tan
extenso, amplio y profundo, que si Bear hubiera ido a la bancarrota le habría tomado años
solucionar los riesgos y las pérdidas. Esta era una opción insostenible.
La Fed tuvo que rescatar a Bear Sterns.
Lo mismo ha pasado con AIG. No cometamos un error, no hay nada equivocado con los seguros
subsidiarios de AIG, absolutamente nada. De hecho, la Fed hizo justamente el mejor negocio de
su historia con el rescate de AIG y obtuvo valores, garantías y cargó al gigante siete puntos sobre
la tasa de referencia LIBOR en el préstamo de 85 mil millones de dólares.
Lo que le pasó a AIG es simple: AIG fue codicioso. Hasta junio 30 (de 2008) había emitido 441 mil
millones de dólares de swaps sobre bonos de empresas y, lo que es peor, sobre valores
garantizados con hipotecas. En la medida en que el valor de los papeles asegurados caía, AIG
tuvo pérdidas masivas y adicionalmente tuvo que dar garantías colaterales. Y cuando su
calificación crediticia fue degradada el lunes por la tarde la compañía debía de dar más garantías
colaterales, las cuales no tenía.
Pero aún hay más. Estos instrumentos están causando muchas de las masivas pérdidas en los
bancos, bancos de inversión y compañías de seguros. Conocer lo que esto significa para los
fondos de garantía, los mercados de créditos y los mercados de valores es la llave para entender
dónde esto puede terminar y cómo.
No hay ninguna equivocación fundamental en el núcleo de las unidades del negocio de seguros de
AIG. Ninguna realmente. Lo que hizo implosión en el venerable gigante de los seguros fue una
acumulación de apuestas erróneas a los CDSes.
Según las mejores estimaciones de la Asociación Internacional de Swaps y Derivados y del Banco
de Pagos Internacionales (BIS), a menudo referido como el banco central de los bancos centrales,
el valor de los CDSes que circulan en los mercados es de 62 billones de dólares, o 35 billones de
Libras Inglesas a una tasa de cambio de $ 1.78.
Un CDS es similar a una póliza de seguro. Es un derivado financiero que un tenedor de un
crédito puede usar para protegerse contra la falta de pago de un deudor, ya sea una corporación
o un estado. Pero los CDSes también pueden ser utilizados para especular.
Una subsidiaria de AIG emitió seguros en la forma de CDSes, esto es, ofreció a los compradores
protección en contra de pérdidas en deudas y créditos de los prestatarios, del orden de 447 mil
millones de dólares. Pero la mezcla era tóxica. Ellos también vendieron seguros en esotéricos
fondos de valores garantizados por activos tales como obligaciones de débito colateralizadas
(CDOs), fondos de hipotecas de alto riesgo, fondos de hipotecas Alt-A, fondos de hipotecas de alta
calidad y obligaciones de crédito colateralizadas. La subsidiaria cobró una gran cantidad de
primas y sus ganancias fueron robustas.
Cuando el mercado de la vivienda se colapsó, la implosión de los precios de las casas tuvo como
resultado un gran aumento en las ejecuciones hipotecarias. Los valores de los fondos de
hipotecas asegurados por AIG empezaron a caer. Adicionalmente, la crisis crediticia empezó a
tomar su cuota sobre los créditos apalancados y vio entonces pérdidas crecientes en los fondos de
préstamos que había asegurado. En 2007, la compañía estaba empezando a sentir calor
seriamente.
En un esfuerzo por calmar a los analistas y mantener “leverage” (apalancamiento), la firma simuló
transacciones para hacer aparecer en sus balances 500 millones de reservas que cubrían las
pérdidas en los préstamos, las cuales los analistas habían considerado como declinantes desde
hacía tiempo. El resultado fue una acción de la Comisión 2006 de Valores e Intercambio, el pago
de una multa por $1.6 mil millones y la remoción de Greenberg. Greeenberg está aún enfrentando
cargos civiles relacionados con sus acciones en la firma.112
El producto más alto de lo que se ha dado en llamar “ingeniería financiera” (que no es
otra cosa que la avidez insaciable de lucro de la forma más irracional del capital, del capital
bancario, expresada en modelos matemáticos) en la sociedad de consumo, son los llamados
“credit default swaps” (coberturas de riesgos crediticios).
Se trata de un instrumento financiero en el que se conjugan un seguro y un título de
deuda.

112Gilani, Shah, The Real Reason for the Global Financial Crisis… the story No One`s Talking About
(Part I of a three-part series looking at how so-called “credit default swap” derivatives could ignite a
worldwide capital markets meltdown.), Contributing Editor,Money Morning, Thursday, September 18th,
2008, www.moneymorning.com.
Un “swap” (intercambio) es el instrumento por el cual se cubren los riesgos que el
contratante puede tener en un determinado patrimonio por la realización de un evento futuro
(cambios en las tasas de interés, en los tipos de cambio de las monedas extranjeras, en los
precios de los bienes, etcétera).
Los “swaps” pertenecen a la abigarrada variedad de seguros que existe necesariamente
en el régimen de producción capitalista.
En este tipo de sociedad el mercado es una fuerza impersonal, una sustancia con vida
propia que se impone a los productores privados; los precios de las mercancías, las tasas de
interés, los tipos de cambio, etcétera, se forman a espaldas de los concurrentes al mercado y
cambian constantemente sin que éstos tengan control alguno sobre ellos. Esto se traduce en
un alto grado de aleatoriedad en las operaciones mercantiles que puede causar serios daños en
los patrimonios de los capitalistas; con el fin de reducir al mínimo esos perjuicios económicos
se establecen seguros especiales que garantizan ese resultado.
Surge así una rama específica de negocios, las aseguradoras, que se convierten en un
campo especial de inversión de capital que prospera en la medida que lo hace el régimen
capitalista en general.
La industria de los seguros es un monumento a la irracionalidad que se levanta a sí
mismo el régimen de producción capitalista. Es el reconocimiento explícito de la preeminencia
absoluta de la anarquía del mercado sobre los productores privados.
Junto a los tipos tradicionales de seguros se ha desarrollado una nueva línea que tiene
como objeto los títulos de deuda. Estos títulos pueden ser valores lanzados a la circulación por
las empresas, deuda soberana, deuda emitida por empresas, organismos y agencias estatales,
hipotecas, etcétera. La empresa de seguros asume la obligación de cubrir el total del valor
nominal del título en el caso de que la deuda no se pague a su vencimiento y como
contrapartida recibe un pago inicial y primas periódicas por un lapso de tiempo determinado.
La empresa aseguradora recibe el pago y las primas y el contratante del seguro queda
con la propiedad del mismo y del título de crédito que está en la base de la operación. El valor
nominal del título está así asegurado para el caso de que el obligado no lo cubra.
Los intermediarios financieros ven en este nuevo producto una oportunidad de oro de
incrementar sus ingresos.
Por un lado, realizan su labor tradicional de comprar deuda con el fin de revenderla,
pero ahora le dan un valor agregado a su mercancía al adicionarle un “swap” (credit default
swap) que contratan con una institución de seguros. Después reúnen (empaquetan) en fondos
especiales títulos de deuda de distintas clases, cada uno con su respectivo “swap”, y así
empacados son ofrecidos en el mercado. El atractivo de estos paquetes, y lo que les da un alto
precio, es precisamente la garantía de pago de las deudas que ofrece la empresa aseguradora.
Este nuevo producto era conceptuado por sus creadores como el medio por el cual se
garantizaba un flujo perenne de recursos en el sistema financiero, ya que en aquel va implícita
la imposibilidad teórica de que el tenedor de los títulos no reciba el valor de los créditos, pues
éste siempre estará garantizado. Lo que los “ingenieros financieros” de JP Morgan no podían
ver era que precisamente ese monstruoso volumen de capital que se inyectaba al sistema
financiero por medio de los fondos de títulos garantizados con “swaps” tenía por fuerza que
llevar a una colosal sobreproducción, a la caída de los precios, al quebranto de las empresas, a
la brutal reducción de los ingresos del capital y del trabajo, etcétera, y en consecuencia haría
imposible en forma generalizada que los créditos garantizados con “swaps” fuesen pagados.
Los intermediarios financieros, poseídos por la locura que alimenta el hambre
insaciable de ganancias, se dedicaron febrilmente a comprar créditos y seguros, empaquetarlos
y venderlos por literalmente toda la faz de la tierra. Así, recabaron globalmente fabulosas
cantidades de recursos excedentes que provenían de empresas nacionales, transnacionales,
globales, bancos globales, nacionales y estatales, gobiernos, empresas y organismos
gubernamentales, inversionistas privados, etcétera, los cuales fueron utilizados para comprar
más títulos de deuda y seguros que a su vez serían también vendidos, continuándose así el
ciclo indefinidamente. Todas las tesorerías del mundo constituyeron una buena parte de sus
activos con los paquetes de créditos garantizados con “credit default swaps” que había puesto a
circular la plutocracia norteamericana.
Los títulos de crédito asegurados por los “swaps”, que estaban contenidos en los
paquetes vendidos por los intermediarios financieros, eran de una gran variedad, como ya lo
hemos señalado; pero en los últimos años el grueso de los valores “empaquetados” estaban
integrados por títulos de hipotecas, principalmente de casas habitación en los Estados Unidos.
Se formó entonces una relación especial: el desarrollo de una industria productora de
bienes de consumo en la metrópoli del imperio, la industria de la construcción de casas
habitación, se convirtió en la base del desarrollo de la economía mundial, y ésta a su vez era el
punto de apoyo de la industria metropolitana de casas habitación.

Diversos tipos de créditos al consumo que son “securitizados”

El crédito para la adquisición de casas habitación


Con el auge de los paquetes de títulos de deuda asegurados (“credit default swaps”),
prosperó también la línea tradicional de la banca de crédito al consumo de bienes duraderos en
el rubro correspondiente a la construcción de casas habitación. Lo peculiar de esto es que en la
simbiosis que se estableció entre la economía mundial y los títulos de deuda asegurados, la
imperiosa necesidad de aquella de obtener cuantiosos recursos para acumular exigió que los
créditos para la construcción de casas habitación se otorgaran también en un volumen
gigantesco; una enorme cantidad de créditos para casas habitación se concedieron sin atender
ya para nada a la capacidad de pago de los acreditados, sino únicamente a las necesidades de
acumulación de la economía mundial.
Las casas habitación constituyen el paradigma de los bienes de consumo. Como
mercancías, en ellas concurren todas las características que ya señalamos para los bienes de
consumo en la sociedad capitalista de consumo.
La vivienda individual, propiedad privada del trabajador, es la extensión necesaria de la
propiedad privada que éste ejerce sobre sí mismo, es una prolongación de su propia
corporeidad.
La propiedad privada del individuo trabajador sobre la vivienda individual es una cruel
caricatura de la propiedad privada capitalista. La hipoteca que generalmente gravita sobre ella
le concede al poseedor sólo un precario usufructo; ejerce únicamente una posesión derivada,
pues la plena propiedad pertenece a los capitalistas mientras no se termine de pagar la
totalidad del crédito, lo cual puede suceder hasta en un plazo de 40 años. Y desde luego que
muchos trabajadores aprovechan este larguísimo plazo porque en el ínterin pueden obtener
una ampliación del crédito, cuando los precios de las casas aumentan, lo que les permite
extender su capacidad de consumo. Es así que la muerte los sorprende antes de que lleguen a
tener la propiedad plena sobre “sus” casas.
Esa posesión derivada del trabajador sobre su vivienda está sujeta por completo a la
precariedad de la vida del individuo en la sociedad capitalista: puede suceder que en un
determinado momento le sea imposible seguir pagando su crédito y por tanto la vivienda tenga
que rematarse al mejor postor; también, la altamente probable disolución de la familia
(divorcio) posiblemente lo obligue a vender su vivienda, entregarla al cónyuge o a los hijos,
etcétera.
Suponiendo que el trabajador logre mantener esa posesión por un tiempo más o menos
largo, el desgaste del inmueble lo obligará a erogar en reparaciones absolutamente necesarias
cantidades que pueden llegar a ser iguales o mayores que el valor del crédito hipotecario.
En principio, la vivienda es el lugar en el que se forma y desarrolla la familia, que es la
célula de la sociedad capitalista; pero en la moderna sociedad de consumo los hijos son
expelidos desde muy temprana edad, por las exigencias de esta misma forma de organización
económico-social y a causa de la fuerza centrífuga que en la familia existe, del seno del hogar
hacia el ancho mundo del régimen capitalista. La razón de existencia del hogar individual se
agota muy tempranamente y la vivienda es de aquí en adelante un cascarón vacío, despojado
de todo contenido.
En el reducido período de tiempo durante el que conviven todos los miembros de la
familia en la vivienda paterna, ésta es, por su propia naturaleza, el campo de la mutua
discordia entre los cónyuges, los hijos, y los padres y los hijos, la cual puede llegar a la
violencia más brutal, y el lugar en el que se gestan los deseos más insanos entre sus miembros
(complejo de Electra, de Edipo, etcétera) y se producen las más oscuras y reprobables
conductas, como la infidelidad, el abuso sexual, el incesto, etcétera, amén de la explotación
pura y simple de unos por otros.
El uso de la vivienda para las funciones naturales de los miembros de la familia está
determinado también por el hecho psicológico fundamental de la sociedad de consumo: el
mecanismo displacer-placer para la satisfacción de las necesidades.
El uso y disfrute de la vivienda (la idílica “vida en familia”) es un placer, el cual es
alimentado por su opuesto, el displacer, que en lo fundamental tiene su origen en las
preocupaciones y angustias que el mantenimiento de la precaria posesión de la vivienda
ocasiona y en el malestar que la miseria moral de las relaciones familiares produce
necesariamente.
La reivindicación revolucionaria que ante toda esta situación se impone, es: la abolición
de la familia individual y de su lugar de reunión, la casa-habitación familiar, y el
establecimiento de la vida y el hogar colectivos.

El crédito al consumo de automóviles


Otra línea proverbial de crédito bancario al consumo es la del que se proporciona para
la adquisición de automóviles. El capitalismo de consumo, a través de los mecanismos que ya
describimos anteriormente, suscitó un descomunal aumento de la producción de automóviles y
al mismo tiempo encendió entre los consumidores el deseo irrefrenable de poseerlos. El capital
bancario, al ver aquí otro filón más para su enriquecimiento, extendió masivamente el crédito,
también sin tomar en cuenta la capacidad real de pago de los solicitantes.
El automóvil individual es otro ejemplo de un relevante bien de consumo.
La separación entre los lugares en los que el trabajador realiza la actividad productiva,
la vida familiar, la educación de los hijos, el entretenimiento, etcétera, que en las modernas
ciudades se extiende a varias decenas de kilómetros, los obliga a utilizar cada vez más un
medio de transporte individual, el automóvil.
Desde luego que esta necesidad sólo existe a causa de la naturaleza específica del
régimen de producción capitalista y no tendrá porque ser ahí en donde se establezcan la
producción y el consumo colectivos y en general la vida colectiva, lo que implica
necesariamente la reunión en un mismo lugar de las actividades colectivas vitales de
producción, consumo, reproducción, descanso, etcétera de grandes masas de seres humanos.
La necesidad del desplazamiento individual y familiar a los distintos lugares en los que se
realiza la actividad vital de los trabajadores habrá desaparecido y en su lugar se establecerá, de
acuerdo a las necesidades sociales, su traslado colectivo.
En la adquisición, uso y disfrute del automóvil individual se reconocen también todas
las características que en apartados anteriores hemos señalado para el consumo de bienes y
servicios en general.
Aquí igualmente la consigna revolucionaria es: eliminación total de la industria del
automóvil.

Las tarjetas de crédito


En la cúspide de esta fase de existencia del capitalismo de consumo, el capital bancario
concede masivamente créditos al consumo en general a través del instrumento de las tarjetas
de crédito. De la misma manera que en los casos anteriores, la inmensa mayoría de los tarjeta
habientes tienen una capacidad de pago muy reducida o no la tienen en absoluto.

Los paquetes de CDSes y la acumulación de capital


Con base en el mecanismo financiero de la compra y venta de los paquetes de títulos de
crédito con su “swap” adosado, el régimen capitalista mundial entra en una fase de su
desarrollo desbocado. Chorros de capital fluyen por el aparato circulatorio global e impulsan
un crecimiento desbordado de la producción y del consumo.
El principio fundamental que informa en su totalidad al régimen capitalista, el hambre
insaciable de ganancia, adquiere una potencia nunca antes vista.
El único móvil de las empresas es presentar volúmenes constantemente incrementados
de ganancias. Estas se miden acuciosamente, día a día, semana a semana, mes a mes,
trimestralmente, etcétera, con la finalidad de eliminar inmediatamente cualquier freno que se
presente en la tendencia alcista.
Se forma una generación de ejecutivos educados exclusivamente en este precepto del
aumento incesante de la ganancia; su labor consiste en mantener la tasa de ganancia a su
máximo nivel porque las altas ganancias son el imán de grandes recursos y éstos a su vez la
fuente de ganancias más grandes. Para ello impulsan exaltadamente la innovación en los
procesos productivos y de consumo y en las funciones del capital mercantil y bancario. A la par
con las innovaciones, también se dedican a desarrollar los movimientos contables que los
resquicios legales permiten y presentar en sus estados de resultados la mayor cantidad de sus
recursos como ganancias en detrimento de los distintos fondos de garantía que están obligados
a mantener. Estos ejecutivos son remunerados con altos salarios y bonos que están en función
precisamente de los ascensos que logren en la tasa de ganancia de sus empresas.
La exigencia de maximizar sin descanso las ganancias de las empresas lleva
necesariamente a sus ejecutivos a saltarse los límites legales y sin rubor alguno simplemente
pasan en los balances a la partida de ganancias los recursos que legalmente deben mantenerse
como reservas.
La actividad de las empresas a través de sus ejecutivos entra de lleno al fácil camino de
la ilegalidad y la especulación.
Manipular los estados contables, especular con los precios de los bienes y de los títulos,
salir fraudulentamente a la Bolsa, realizar fusiones y desagregamientos ilegales, crear
empresas fantasma, estafar al fisco, utilizar capital ficticio, violar las leyes antimonopolios,
etcétera, son las acciones en las que necesariamente desemboca la necesidad de las empresas
de acumular sin medida.
El poder político, por su parte, haciendo honor al prejuicio de que la libertad de
comercio debe ser irrestricta, promueve y encabeza, en oposición a la sobre regulación de la
época del “estado del bienestar”, un movimiento de desregulación que, al final, llega al
entronizamiento de la autorregulación de las empresas como un principio inatacable de la
economía de mercado.
La industria, la banca y el comercio se convierten así en el campo en que actúan abierta
y violentamente los vicios que son consustanciales al régimen de producción capitalista: la
estafa, el engaño, el robo descarado, la especulación y el crimen en general.
La sustancia económica, libre ya de trabas, impulsada por la búsqueda de las
ganancias más altas, lo que implica la feroz competencia entre los capitalistas, adquiere un
movimiento frenéticamente acelerado que somete a todos los elementos de la producción y del
consumo a una agitación convulsiva interminable.

BIBLIOGRAFIA

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