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ENFOQUE RACIONALISTA:
El amor conyugal, la sexualidad de la pareja pertenecen a la zona oscura que sirve para
calmar instintos.
Este enfoque es muy controlador de quienes hacen uso del sexo. Es, pues,
eminentemente “procreativo”, biológico que solo tiene en cuenta la reproducción de la
especie y el mantenimiento de la familia como institución; descuida las necesidades y
exigencias del individuo y de la pareja matrimonial.
Este enfoque es una reacción, y como toda reacción, padece de los mismos defectos de
quien intenta defenderse. También es dualista, reduce la sexualidad al individuo, por eso
se queda en lo sensual y genital de modo muy limitado. Por insistir tanto en la necesidad
de gozar y del placer, cae en su tiranía y en la del orgasmo y obstaculiza lo que es medio
o consecuencia.
Este enfoque persigue el placer que lleva al hedonismo, termina en un “hastío” sexual;
trata de superar la monotonía y vaciedad de la vida, buscando novedades, refinamientos
cada vez más audaces.
Cuando hay una relación verdaderamente humana (total) entre personas, la relación
sexual es un acto en definitiva frustrante, enajenante, de mera satisfacción individual,
que aleja del “otro” como “persona” porque no se compromete con él. La pareja se
disgrega o no existe; la familia se deteriora; la sociedad se altera porque está integrada
por individuos aislados y frustrados… La comunidad no logra superar ese
individualismo que intenta evadirse en la búsqueda obsesiva del placer…
Es un paso adelante, un paso valioso, porque ha sacado del tabú un tema crucial: ha
liberado lo erótico. Pero ha quedado atrapado en su propio inmanentismo y
organicismo, en el hombre individual y aislado; en su concepción parcializada del
hombre, en la absolutización del placer.
COSMOVISIÓN PERSONALISTA:
Tiende a humanizar la sexualidad y por ello busca una educación que personalice, que
haga creer al hombre y a la humanidad. Este crecimiento no es posible sin libertad y sin
liberación, porque sin ellas no alcanzará humanización y plenitud.
Es una percepción dinámica, dialéctica de la vida y del hombre.
Ser varón o ser mujer es un modo propio de vivir la sexualidad, de ser, de sentir, de
percibir, de comunicarse; un modo propio de vivir y expresar el amor. Se ama como
varón o como mujer, viril o femeninamente. Es una cualidad o modo propio de existir
entre seres humanos. Lo masculino o femenino no son dos “especies”, seres extraños,
son semejantes y compatibles; existe una sola especie: el hombre, el ser humano.
Desde una mirada personal puedo decir que esta cosmovisión es un hibrido entre el
enfoque racionalista y el enfoque sensualista. Hay aspectos que no son considerados en
el enfoque racionalista y otros que no lo son en el enfoque sensualistas, esta
cosmovisión los contempla y los integra.
Además, me parece oportuno rescatar el concepto de pareja que nos brindan Martín y
Madrid; hablan la capacidad de formar una pareja adulta. Esto es fruto de un amor
maduro y éste de un aprendizaje, de donación, entrega, generosidad, en el cual se
encuentran en un YO-TU dos personas que se eligen y deciden realizar una vida en
común.
2018