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Hueso
Los huesos son órganos duros y rígidos que forman el endoesqueleto de los vertebrados
siendo este el tejido más resistente del organismo. Estos poseen distintas funciones, una de
ellas es formar una estructura para el sostenimiento del cuerpo, protegen órganos muy
sensibles como el cerebro, hacen posible el movimiento al ser el lugar de inserción a los
músculos además de producir células que forman parte de la sangre y realizar el metabolismo
mineral.
Los huesos se clasifican en largos, cortos, planos, irregulares y sesamoideos (figura 1).
Largos:
Cortos:
Tienen casi una forma cúbica y están formados principalmente por hueso esponjoso.
La superficie externa está formada por una capa delgada de hueso cortical.
Huesos cortos en el cuerpo humano: ubicados en manos y pies. La rótula es
considerada como un hueso corto.
Planos:
Irregulares:
Sesamoideos:
El tejido óseo es el componente principal del hueso, está formado por células y
sustancia extracelular, también llamada matriz ósea. Las células representan
únicamente el 2% del tejido, mientras que la matriz extracelular es el 98%.
Células
Osteoblasto.
Los osteoblastos son células óseas especializadas en producir la matriz
particular que tiene el hueso. Los osteoblastos tienen la capacidad para
replicarse, hasta que son rodeados de matriz y pasan a un estado de
mantenimiento de la misma denominadas osteocitos. Su función es
hidrolizar la matriz, en el crecimiento óseo normal en los niños, en una
quebradura y también para regular la concentración de calcio y fosfatos en
sangre. Se encargan del mantenimiento, el crecimiento y la reparación del
hueso.
Los osteocitos
son las células principales del tejido óseo, representan aproximadamente el
95% del total de células de este tejido. Cada osteocito se encuentra situado
en una laguna tallada en la sustancia intercelular mineralizada del hueso.
Tiene una forma característica estrellada debido a que de su citoplasma
surgen prolongaciones que corren a lo largo de pequeños canales situados en
la matriz mineralizada del hueso, formando un laberinto de conductos
llamado sistema lácuno-canalicular.
Los osteoclastos
El osteoclasto es una célula multinucleada, móvil y gigante que degrada,
reabsorbe y remodela huesos. Al igual que el osteoblasto, está implicado en
la remodelación de hueso natural. Deriva de células hematológicas. Los
osteoclastos se forman por la fusión de varias células mononucleares
derivadas de una célula madre sanguínea de la médula ósea, mostrando
muchas propiedades de los macrófagos, formando parte del sistema
monocítico macrofágico.
Sustancia intercelular
Las sustancias orgánicas son las glicoproteínas como también las sales de calcio
mientras que en las inorgánicas son por ejemplo el agua o iones. • Dicha sustancia
sirve para fijar y soportar al tejido, siendo esta lo que une a las células con las
fibras.
Soporte: los huesos proveen un cuadro rígido de soporte para los músculos y tejidos
blandos.
Protección: los huesos forman varias cavidades (*) que protegen los órganos internos
de posibles traumatismos. Por ejemplo, el cráneo protege el cerebro frente a los
golpes, y la caja torácica, formada por costillas y esternón protege los pulmones y el
corazón.
Movimiento: gracias a los músculos que se insertan en los huesos a través de los
tendones y su contracción sincronizada, se produce el movimiento.
Si consideramos el hueso como una estructura, observamos que está compuesto de:
hueso cortical, hueso esponjoso, periostio y endostio, vasos sanguíneos, nervios y
médula ósea e inserciones musculares.
El hueso maduro tiene una estructura laminada, constituida por fibras colágenas
mi-neralizadas y que guardan paralelismo entre ellas, bien sea en forma concéntrica
bien en forma longitudinal.
El hueso inmaduro (en encaje, no laminar, etc.) se denomina así porque las fibras
co-lágenas mineralizadas no guardan ningún paralelismo entre ellas. Esta clase de
hueso es el que primero aparece en cualquier tipo de osteogénesis y que más tarde es
reemplaza-do por hueso laminar.
El hueso cortical es el tejido óseo laminar de textura densa que rodea el hueso
esponjoso. Su grosor es variable, pero en cualquier caso está formado por un
complicado sistema de canales que en su mayoría siguen un curso paralelo al eje
mayor del hueso (canales longitudinales) rodeados por un cilindro de láminas
concéntricas (fibras de colágeno cal-cificadas) entre las cuales se encuentran los
osteocitos.
A través de estos canales, los vasos sanguíneos permeabilizan todas las zonas del
hueso cortical, de forma que no existe célula ósea que esté a más de 100/150 µ de un
vaso sanguíneo.
En los huesos largos, los canales de Havers suelen ser paralelos al eje mayor del hueso
y presentan numerosas ramificaciones y anastomosis entre ellos. El conocimiento de
las relaciones tridimensionales de los sistemas de Havers es muy limitado, debido a
las difi-cultades técnicas para su estudio.
Entre un canal de Havers y otro puede existir una porción de hueso laminar que no
posea canal central y cuyas laminillas de colágeno calcificado no estén ordenadas de
for-ma concéntrica. A esta porción del hueso cortical se la denomina hueso
intersticial.
Este tipo de tejido óseo laminar existe en mayor o menor cantidad en todos los huesos
del cuerpo humano, y está dispuesto como un enrejado tridimensional de columnas y
placas óseas que están rodeadas por el hueso cortical y en continuidad con él a través
de superficie interna (superficie endosteal).
Las trabéculas del hueso esponjoso están constituidas por hueso laminar no
haversiano, aunque en ocasiones pueda observarse alguna osteona, y se orientan de
manera que se obtenga el máximo de resistencia utilizando la mínima cantidad de
material.
En los huesos humanos esta imagen idealizada varía según el hueso de que se trate, y
a veces en diferentes zonas de un mismo hueso.
El sistema esquelético tiene como función principal conferir al cuerpo humano una estructura
que por un lado es rígida, lo que le permite mantener la forma, y por otro está articulada,
facilitándole los movimientos. Asimismo, sirve de punto de anclaje al sistema muscular
permitiendo que éste realice su función. Está sometido, por tanto, a las fuerzas estáticas del
peso del cuerpo y a las dinámicas de la acción muscular y los ligamentos. También
desempeñan un papel importante los impactos, las aceleraciones y las desaceleraciones.
Contra lo que pudiera parecer, los esfuerzos soportados por el hueso dependen menos del
peso del cuerpo que de la acción muscular o de las variaciones en la aceleración que puede
sufrir. El esqueleto humano constituye el elemento pasivo de nuestro aparato locomotor de
modo que las fuerzas son transmitidas de un hueso a otro a través de las articulaciones,
permitiendo a nuestro organismo una gran diversidad de posturas y movimientos. Para poder
ejercer su función el hueso tiene tres propiedades mecánicas fundamentales que son la
resistencia, la rigidez y la elasticidad. Para comprender mejor estas propiedades sometemos
una muestra de material, en este caso de hueso, a una carga, midiendo la deformación que se
produce. Los resultados transportados a una gráfica dan una curva de carga-deformación
como la que se muestra en la figura 3-5. En la primera parte de la curva (A-B), a medida que
aumenta la carga aumenta la deformación y, al cesar la carga, la muestra recupera su forma
inicial. Se cumple por tanto la ley de Hooke según la cual la deformación es proporcional a
la carga. Esta primera parte de la curva es la llamada "región elástica" de la curva. Si a partir
del punto B, denominado también "límite elástico", continuamos aumentando la carga,
observamos que la muestra continúa deformándose hasta llegar al punto C, o "punto de
rotura", en que la muestra se rompe. La zona B-C de la curva es la llamada "región plástica"
en la que, aunque cese la carga sobre la muestra ésta no recupera su forma inicial y permanece
deformada. La forma de la curva carga-deformación que se ha descrito varía en función de
la velocidad de aplicación de la carga. A medida que aumenta la velocidad de aplicación, el
hueso se hace más resistente. Dicho en otras palabras, hace falta más fuerza para romper un
hueso bruscamente que para romperlo lentamente. La resistencia de la muestra pue-de
valorarse mediante tres factores: a) la carga que puede resistir antes de romperse; b) la
deformación que puede soportar antes de romperse, y c) la energía que es capaz de almacenar
antes de romperse. Se ha calculado que el hueso cortical sometido a tracción es capaz de
soportar alrededor de 1.400 kp/cm. La rigidez de la muestra está determinada por la pendiente
de la curva en la región elástica, y puede medirse con el módulo de elasticidad de Young,
que se obtiene dividiendo la fuerza en un punto de la región elástica de la curva por la
deformidad en dicho punto. Por tanto, cuanto más rígido es el material, más alto es el módulo
de Young. Como ya se ha comentado, el hueso cortical y el hueso esponjoso presentan una
estructura diferente lo cual condiciona, lógicamente, un comportamiento mecánico también
distinto. El hueso cortical es más rígido que el esponjoso y puede soportar más carga, pero
menos deformación que este último. El hueso cortical se fractura cuando su deformación
excede el 2 % de su longitud inicial mientras que el hueso esponjoso so-porta hasta el 7 %
de deformación. Asimismo, debido a su estructura porosa, el hueso esponjoso parece tener
mayor capacidad de almacenamiento energético. El hueso es un material anisotrópico y, por
tanto, se comporta desde un punto de vista mecánico de forma diferente en función de la
dirección en que se aplique una fuerza. Es más resistente a la compresión en sentido
longitudinal que en sentido radial o tangencial. Se ha podido comprobar también que el hueso
seco es más resistente que el hueso hidratado. Este fenómeno depende de la velocidad de
aplicación de la carga: si ésta se apli-ca en forma de impacto, el hueso hidratado se vuelve
mucho más resistente, y presenta mayor capacidad de absorción energética. Este hecho pone
en evidencia otra característica mecánica del hueso que es su viscoelasticidad.
Elasticidad y plasticidad
La elasticidad es la propiedad de un material de recuperar su forma inicial una vez que deja
de aplicarse sobre él una fuerza. La plasticidad es la propiedad opuesta: la deformación
plástica se mantiene incluso cuando cesa la fuerza. Las proporciones de la resistencia total
soportadas en condiciones de comportamiento elástico y plástico se pueden expresar de la
siguiente manera:
elasticidad = σult - σy
Un ejemplo de material elástico es el caucho, mientras que un material plástico sería, por
ejemplo, la plastilina.
Rigidez y flexibilida
La rigidez es una característica de los materiales que hace que se necesiten grandes esfuerzos
para inducir una pequeña deformación elástica en el material. Corresponde a la pendiente de
la región elástica de la curva carga-desplazamiento (rigidez extrínseca, extrinsic stiffness, S),
expresada en N/m; o de la curva esfuerzo-deformación (módulo de elasticidad o de Young,
E), expresada en Pa. Cuando se habla de rigidez, debe hacerse como una característica del
conjunto de la estructura, mientras que la rigidez del material se indicará con el módulo de
Young. Es frecuente encontrarse con el concepto rigidez en ambos contextos, lo que puede
llevar a confusión, por lo que se recomienda emplear la flexibilidad para describir la
característica estructural, y el módulo de elasticidad para la propiedad material [11]. La
flexibilidad (flexibility) es la propiedad opuesta a la rigidez. Un material flexible es aquél
que muestra una gran deformación en la zona elástica, antes de alcanzar la zona plástica. Un
material con un módulo de Young pequeño sufrirá grandes deformaciones con pequeños
esfuerzos, mientras que un material con un módulo de Young elevado sufrirá pequeñas
deformaciones con grandes esfuerzos. El papel y la tela, por ejemplo, son materiales
flexibles. Por el contrario, las cerámicas o el vidrio son materiales rígidos, ya que cuando se
doblan, se rompen.
Resistencia
Viscoelasticidad
Fractura y fatiga
Como ya se ha visto, cuando sobre el hueso se ejerce una fuerza se producirá una deformación
en condiciones elásticas primero y en condiciones plásticas después, hasta alcanzar el punto
en el que se produce la fractura o fracaso mecánico del hueso. Sin embargo, es frecuente que
la fractura aparezca en un hueso sin que se haya alcanzado el esfuerzo máximo que puede
soportar. La fatiga (fatigue) es el daño que se produce en un material debido a esfuerzos
repetidos por debajo del esfuerzo máximo. Los ciclos de carga sobre un material pueden
provocar el fallo, aunque dichas cargas estén por debajo del valor de ruptura. Por ejemplo,
en un hueso humano un esfuerzo puede provocar una microfractura sin que el hueso rompa
completamente. Si este esfuerzo se repite durante varios ciclos consecutivos, la microfractura
se propagaría provocando la ruptura total de la estructura.
Los ensayos mecánicos de compresión y tracción son pruebas estandarizadas en las que la
muestra se somete a una fuerza uniaxial en una máquina universal de ensayos mediante
fuerza o desplazamiento controlado (Figura 5).
Las probetas para los ensayos de tracción o tensión deben adoptar formas cilíndricas o
prismáticas, con extremos ensanchados, tanto para facilitar su sujeción en la máquina de
ensayos, como para asegurar la rotura de la misma dentro de la región de menor sección
(Figura 4). Aunque el ensayo de tracción es uno de los métodos más precisos para la
determinación de las propiedades mecánicas óseas, la obtención de muestras de hueso para
estos ensayos resulta muy compleja. En el caso de muestras de hueso trabecular, que pueden
fracturar fácilmente al sujetarlas en los útiles de la máquina de ensayos, se suelen incrustar
los extremos de la muestra en resinas plásticas. Las proporciones de las distintas medidas de
la probeta derivan de los estándares de la ASTM (American Society for Testing and
Materials).
En el caso de ensayos de compresión, las muestras consisten comúnmente en cubos de unos
8 mm de lado o cilindros de 8 mm de diámetro. En ensayos de compresión con hueso
trabecular se ha demostrado que el módulo de Young se determina a la baja debido a los
efectos de la fricción entre los platos y las superficies de la muestra, y a los daños sufridos
en las propias superficies durante la obtención de la muestra [17]. Para minimizar estos
efectos se recomiendan muestras cilíndricas con una relación de 2:1 longitud-diámetro [18].
Es muy importante asegurarse de que las superficies de los extremos son paralelas entre sí
para evitar errores durante el ensayo. Actualmente, incluso se dispone de platos de
compresión autoajustables para compensar la falta de alineamiento de las superficies.
Tanto en los ensayos de compresión como en los de tracción, es habitual el uso de un
extensómetro que se fija por sus propios medios al objeto ensayado. Este hecho, además de
permitir la determinación de la deformación producida en la probeta, disminuye posibles
errores en las mediciones al excluir las deformaciones causadas en los agarres, los platos de
la máquina, etc. La muestra se carga en compresión o tracción a fuerza constante (N/s) o
desplazamiento constante (m/s) y los datos de fuerza y acortamiento o alargamiento de la
muestra se recogen a través del transductor de fuerza y del extensómetro.
El área bajo la curva esfuerzo-deformación nos dará el valor de tenacidad (u) del material. El
valor de esfuerzo máximo (σult) nos indicará la resistencia de la muestra a fuerzas de tracción
o compresión.
Los ensayos de torsión se realizan para determinar las propiedades mecánicas de un objeto
cuando se le aplican fuerzas de corte. Las muestras para ensayos de torsión (normalmente
con sección transversal circular) se enganchan por los extremos a los soportes de la máquina
de ensayos y se giran hacia lados contrarios desde sus extremos, produciéndose fuerzas de
corte hasta la rotura de la muestra [19]. El momento de fuerza (torque, T) se mide mediante
un transductor y el ángulo de rotación (twist angle, Φ) mediante un sensor, ambos
incorporados en la máquina de ensayos. Con estas dos variables y las dimensiones de la
muestra ensayada, podemos calcular el esfuerzo de corte (shear stress, τ)
De la misma forma que en los ensayos de compresión o tracción, el esfuerzo máximo (τult)
nos indicará la resistencia del hueso a la torsión.
Existen dos tipos habituales de ensayos de flexión: flexión en tres puntos y flexión en cuatro
puntos (Figura 5). En ambos casos la muestra se coloca sobre dos soportes, pero para flexión
en tres puntos la fuerza se aplica por la parte superior en el centro del espécimen (aplicándose
en el centro el momento máximo de flexión); mientras que para flexión en cuatro puntos, dos
fuerzas iguales se aplican simétricamente en la cara superior, de manera que el momento de
flexión se reparte uniformemente por la región situada entre ambos puntos de aplicación [19].
Estos ensayos se emplean a menudo para determinar la resistencia de huesos largos. Debido
a que la obtención de las muestras resulta relativamente sencilla, su uso está muy extendido.
Cuando un hueso se carga en flexión se está sometiendo a una combinación de fuerzas de
compresión (que actúan por una cara del hueso) y de tracción (que actúan por la cara opuesta).
Como el hueso es menos resistente a la tracción, la fractura se inicia en la superficie que sufre
las fuerzas de tracción, propagándose hacia la superficie de compresión y provocando la
aparición de fuerzas de corte, hasta alcanzar una fractura en "ala de mariposa" (con dos líneas
de fractura oblicuas que forman ángulo entre sí y delimitan un fragmento de forma
triangular), característica de los ensayos de flexión.
donde P es la carga aplicada, L es la distancia entre los soportes, c es la mitad del diámetro
externo menor de la sección transversal del hueso en el punto de aplicación de la fuerza
(sección media de la diáfisis del hueso), e I es el momento de inercia de la sección transversal
elíptica. El momento de inercia para una elipse hueca puede calcularse del modo que hemos
visto en el apartado de "Conceptos referidos a las dimensiones del material". La deformación
se obtendrá:
Una estimación del módulo de elasticidad se puede calcular a partir de la curva carga-
desplazamiento obtenida [21], calculando el momento de inercia (I) y con el valor de la
distancia entre soportes L, como:
De forma similar, para los ensayos de flexión en cuatro puntos, calcularemos el esfuerzo
como:
El hueso está constantemente sometido a muchos tipos de fuerzas de forma simultánea, las
que se ven en la figura siguiente
Dos fuerzas iguales y opuestas sobre el hueso, que provoca acortamiento en la dirección de
la aplicación de las fuerzas y el ensanchamiento lateral del mismo. Las fuerzas máximas se
dan en una plano perpendicular al de la line de carga. Ejm. Aplastamientos verticales.
Dos fuerzas iguales que se aplican en el sentido contrario sobre el hueso, alargando en esa
dirección y haciéndolo mas estrecho también. Fuerzas máximas en plano perpendicular a la
línea de carga. Ejm. Arrancamiento de la estiloides del quinto metatarsiano, por tracción del
tendón del peroneo lateral corto.
Fuerzas hacen que se doble sobre su eje mayor, habiendo comprensión y tensión en este y
donde la magnitud será mayor en puntos más alejados del eje neutro. Ejm Fractura del
antebrazo al caer y colocar las manos sobre el suelo.
La fuerza aplicada tiene a hacer rotar al hueso alrededor de su eje, aparecen fuerzas de
cizallamiento más intensas a más alejado del eje neutro. Ejm. Fractura espiroidea de tibia,
que se produce cuando se esquía al caer rotando sobre el pie anclado por el esquí.
Las propiedades mecánicas del hueso pueden verse influenciadas por diversos factores como
el tamaño y la forma del hueso, su composición y la actividad muscular.
La resistencia a la torsión del hueso también está determinada por el tamaño y la forma de
este. Cuanto más grande es el hueso y cuanto más alejada del eje neutro está situada la masa
ósea, más resistente es.
Actividad muscular
Los músculos tienen, por tanto, una función protectora del hueso. Cuando falla la contracción
muscular, por fatiga o por parálisis, se favorecen las lesiones óseas. De ahí la mayor
incidencia en los deportistas cuando estos alcanzan estados de fatiga importantes.
Remodelación ósea
Por la ley de Wolff sabemos que el hueso adapta su tamaño, forma y estructura a las
solicitaciones mecánicas que recibe. Como se ha comentado, el hueso vivo está sometido
constantemente a un proceso continuo de formación-resorción.
Este proceso tiene lugar de forma equilibrada bajo unas condiciones mecánicas que
podríamos llamar “ideales”. Si las solicitaciones mecánicas reales son superiores o inferiores
a las ideales, aumenta o disminuye la formación ósea, hasta un techo máximo en que aparece
una resorción patológica de hueso. Esto explica hechos tan frecuentes en la práctica diaria
con que el tamaño del hueso de una pierna hechos tan frecuentes en la práctica diaria como
que el tamaño del hueso de una pierna paralizada sea inferior al de una pierna sana, que
después de la inmovilización da una fractura del hueso pierda masa ósea, o que el húmero de
un tenista esté más desarrollado en la extremidad que soporta la raqueta contralateral.