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El acompañamiento a una persona con

cáncer
Maripaz Madrid Serrano

Esta tesina recoge mi experiencia durante nueves meses (bonita coincidencia)


acompañando a una persona en su lucha contra el cáncer. Un camino donde entender y
sentir son esenciales para avanzar, y donde el amor del vínculo terapéutico es el motor
para hacerlo.

También recoge las aportaciones de otras terapeutas que desinteresadamente han


querido compartir conmigo parte de sus descubrimientos con personas enfermas de
cáncer o sus familiares.

Palabras Clave: acompañamiento, cáncer, curación, humanista

ABSTRACT

This thesis includes my experience during nine months (nice coincidence)


accompanying a person in her fight against cancer.A roadwhere understanding and
feeling are essential for progress, and where the love of the therapeutic relationship is
the engine to do so.

It also collects contributions from other therapists who have unselfishly wanted to share
with me some of their findings with cancer patients and their families.

Key Words: accompaniment,cancer, cure, humanist

INTRODUCCIÓN

Como terapeuta en prácticas sentí inicialmente mucho miedo. ¿Estaré preparada para
esto? ¿Seré capaz de darle lo que necesita? Relato aquí mi trabajo en dos direcciones,
por un lado, semana a semana con ella, en nuestras sesiones, escuchando, acogiendo,
apoyando y reconfortando. Y por otro, mi búsqueda de información, mi necesidad de
sabersobre el cáncer, sus tratamientos, la relación entre la mente y el cuerpo, las
emociones, el miedo, la culpa,…en definitiva, sentirme preparada para lo que ella
necesitara.

En ningún caso he pretendido influenciarla en el tratamiento del cáncer, tan solo


entenderlo y de esta forma poder sentirme más cerca de mi paciente para poder
acompañarla en su lucha.

“El paciente de cáncer quiere seguir viviendo a pleno rendimiento como el resto de los
vivos”. Servan-Schereiber

APRENDIENDO SOBRE EL CANCER


Cuando me asignaron una paciente con cáncer, uno de mis primeros impulsos fue
aprender sobre él. No había tenido ningún contacto con la enfermedad, ni tenía personas
cercanas a mí que lo hubieran padecido, ni tampoco había tenido curiosidad hasta ahora
por informarme. Pensé que conocer más sobre el cáncer me acercaría a ella, podría
entenderla mejor y así ayudarla.

Empecé leyendo libros, documentos y artículos que fui recopilando por distintas vías:
recomendaciones, búsquedas propias o casualidades. Lo primero que captó mi atención
fue la desconexión (incluso enfrentamiento en muchos casos) entre las terapias
convencionales (cirugía, quimioterapia y radioterapia principalmente) y otras técnicas
más enfocadas a la previsión o el mantenimiento del cuerpo sano, como nutrición,
ejercicio físico, psicoterapia o meditación.

El enfermo de cáncer quiere probarlo todo, quiere confiar en el oncólogo que dirige su
tratamiento pero a la vez quiere estar seguro de que está haciendo todo lo que está en su
mano. Lee desesperadamente todo lo que cae en su mano, escucha a otras personas que
han padecido la misma enfermedad, atiende a eventos y sesiones relacionadas, incluso
busca en personas, a veces poco adecuadas, soluciones mágicas.

No he pretendido hacerme una experta en la enfermedad ni esta tesina es la panacea


respecto a cómo afrontar o evitar el cáncer, pero lo que sí he aprendido en estos meses,
es que una atención humana e integrativa, donde se combinen los beneficios de distintas
corrientes y a la vez el enfermo se sienta escuchado en sus necesidades, sirve para que
sienta que su sanación está siendo afrontada desde todas las perspectivas posibles y
confíe.

Estas páginas reflejan los puntos que han sido más importantes para mí a la hora de
entender qué es el cáncer y cómo se vive con él.

¿Qué es el cáncer?

Nuestro organismo está constituido por células que se dividen de forma regular para
reemplazar a las envejecidas. Los mecanismos de control regulan cuando una célula
debe dividirse y cuando no, así como cuando autodestruirse si hay daño celular que no
puede ser reparado.

Cuando estos mecanismos de control se alteran en una célula, ésta y sus descendientes
inician una división incontrolada, que con el tiempo dará lugar a un tumor o nódulo. Si
estas células no poseen la capacidad de invadir y destruir otros órganos, hablamos de
tumores benignos, pero cuando adquieren la facultad de invadir tejidos y órganos de
alrededor (infiltración), y de trasladarse y proliferar en otras partes del organismo
(metástasis), hablamos de tumor maligno, que es a lo que llamamos cáncer[1].

¿Y cuál es la razón de que esos mecanismos de control dejen de “controlar”? ¿Cuál es el


origen del cáncer? Esta es una de las preguntas que más veces he visto u oído en estos
meses. ¿Encontrar la génesis nos resolverá el porqué del cáncer y nos dará la solución?

Hay (1984) considera el cáncer como una enfermedad causada por un profundo
resentimiento (sentimiento no expresado) largamente cultivado, que va carcomiendo el
cuerpo. Para ella, la clave de su curación está en amarse y aceptarse, así como en
perdonar.

El Dr Hamer (1994) propulsor la “Nueva Medicina” habla de un conflicto mental-físico


y como la enfermedad es un “programa biológico sensato de la naturaleza” que
reacciona frente a ese conflicto. El paciente debe responsabilizarse de la enfermedad.

Servan-Schreiber (2008) plantea que todos tenemos un cáncer latente dentro de nuestro
cuerpo y que también contamos con un organismo diseñado para combatir el proceso
del desarrollo del tumor y habla de cómo está en nuestras manos utilizar estas defensas
naturales.

¿O quizás deberíamos céntranos en el para qué?

El Dr. Herráez (2009) ve la enfermedad como una forma de darnos tiempo para
cambiar, un mecanismo de defensa que nos avisa que algo no anda bien. Tenemos que
dejar de luchar contra ella y pensar que es parte de nosotros.

La oncología es un campo extremadamente complejo y en evolución constante, tanto en


diagnosis como en procedimientos terapéuticos. Esta especialidad dentro de la medicina
occidental es fundamental para curar el cáncer pero cada vez más médicos y otros
especialistas apuntan al hecho de atender a la capacidad natural de nuestro cuerpo para
protegerse de la enfermedad. ¿Se puede prevenir el desarrollo del cáncer o potenciar su
curación con otros métodos no-convencionales (no demostrados científicamente),
llamados naturales?

A lo largo de estos meses he leído libros y artículos relacionados con esta medicina
alternativa. En algunos se presenta el descubrimiento de los mecanismos inflamatorios
como explicación de la aparición de tumores y como el estrés psicológico puede
facilitar su crecimiento, en otros se parte de un schock emocional que los activa y en
casi todos se habla de la influencia de las heridas psicológicas en la enfermedad. En
ellos se discute el peso real de la genética, de la alimentación o del medioambiente; se
denuncia la medicina defensiva que prescribe tratamientos muy agresivos que nos están
claramente indicados; y se defiende los avances en el entrenamiento del sistema
inmunológico que nos protege del cáncer, como las investigaciones en vacunas
terapéuticas y preventivas.

En definitiva, he encontrado muchas propuestas con sentido, y también otras sin


ninguno que no he recogido en estas páginas, que me han ayudado a ver la enfermedad
desde otra perspectiva, comprender que la relación mente-cuerpo es muy profunda y
perderle miedo a la enfermedad.

Y lo más importante de todo este aprendizaje ha sido darme cuenta que cada enfermo
tiene su proceso y hay que respetarlo, comprender sus necesidades y decisiones respecto
a los tratamientos, ya sean convencionales o naturales, y que esto es clave para el
acompañamiento, para que se sientan aceptados y comprendidos.

¿UNA PERSONALIDAD PROPENSA AL CANCER?


El médico y filósofo de la antigüedad Galeno (129- 216) en su tratado sobre tumores
tumoribus ya apuntaba que las mujeres melancólicas eran más propensas que la
sanguíneas a tener cáncer de mama. Fue el primer autor que señaló la relación entre la
personalidad y el cáncer.

Los trabajos de Temoshok y Kneier comparando las reacciones emocionales de


pacientes con enfermedades cardiacas y de pacientes con cáncer ante pequeñas
descargas eléctricas, fueron los que dieron origen a estudiar los rasgos y estilos de
afrontamiento de cada uno de los grupos.

Para los pacientes enfermos de cáncer, que presentaron reacciones más fuertes a las
descargas y restaron importancia a las ostensibles molestias, se sugirió el concepto de
una personalidad Tipo C. Y para los enfermos cardiacos, con tendencia más agresiva e
impaciente, el de personalidad Tipo A (se reservó el Tipo B para los sanos).

Las investigaciones en torno al “Tipo C” de personalidad han sido muy proliferas en los
últimos años y han llevado a identificar un grupo de rasgos que los caracteriza cuyo
núcleo es esencialmente la inhibición, bloqueo o supresión de las emociones negativas
(o anti-emocionalidad) junto con la necesidad de mantener relaciones interpersonales
armoniosas.

Pero también hay opiniones en otra dirección y consideran que no existen


investigaciones concluyentes que afirmen esta asociación entre personalidad y
enfermedad, y que es más bien un elemento generador de culpa en la persona que porta
la enfermedad. Incluso puede provocar un incremento de su ansiedad si también su
entorno le presiona para que cambie su patrón de “conducta oncogénica”.

De mis prácticas y de las experiencias de mis compañeras he extraído los siguientes


rasgos comunes de las personas con las que hemos trabajado: son luchadoras y
salvadoras, siempre pueden con todo, no delegan, no piden ayuda, siempre dispuestas a
ayudar, con debilidad por los desvalidos, evitan los conflictos (no les gusta enfadarse) y
aplazan sus propias necesidades y aspiraciones.Los principales mandatos recibidos son:
no seas tú mismo, no seas importante, no tengas en cuenta tus necesidades. Y sus
impulsores son: complace, se fuerte y esfuérzate.

Algunos autores plantean que la falta de apoyo y protección en su infancia provocó un


sentimiento de debilidad y vulnerabilidad, e hizo que para ser amados se comportasen
según se esperaba de ellos en lugar de seguir sus inclinaciones. Cuando su seguridad
emocional, vital para ellos, se ve amenazada o la pierden repentinamente, reaparece el
dolor vivido en la infancia dando lugar a sentimientos de desesperación e impotencia
que pueden influir seriamente en el equilibrio psicológico y biológico.

Si me remito a mi caso hay muchas coincidencias con este planteamiento, tuvo una
infancia dolorosa con humillaciones y necesidades insatisfechas, y aprendió a someterse
a los deseos de los demás. Amable, cooperativa y extremadamente preocupada por
complacer a los demás y ser aceptada. Tiende a ocultar sus emociones negativas,
llegando a retener la rabia. En muchas ocasiones la embarga la sensación de
desesperanza e impotencia y tiene predisposición a la depresión.

BLOQUEO DE EMOCIONES Y CÁNCER


Nuestras emociones son fundamentales en nuestra vida, nos avisan que algo anda mal,
que debemos cambiar algo que nos hace sufrir o alejarnos de quienes nos maltratan.
También nos señalan lo que es bueno para nosotros, nos empujan a perseguir sueños, a
buscar nuestro bienestar, a estar con personas que nos hacen sentir bien o a buscar
experiencias que nos hacen felices.

La emoción es energía en movimiento que se manifiesta en nuestro cuerpo, dando lugar


a la acción si se procesa adecuadamente pero bloqueándolo si no es así.

En su artículo sobre mortalidad y trabajo emocional (Zurita, 2014) nos habla


sobre la energía emocional mal gestionada como causa de enfermedades:“la no
expresión normalizada de las emociones, los bloqueos emocionales o las prohibiciones
parentales arcaicas para sentir y expresar las emociones desencadenan en muchos casos
somatizaciones como forma de gestionar unas emociones que se ven limitadas en su
flujo sano y natural”[7].

Esta relación entre las emociones y la enfermedad es ampliamente aceptada pero


demostrarlo científicamente, no es tan obvio. El doctor David Spiegel ya en 1989
experimentó con dos grupos de mujeres con cáncer de mama, ambos con el mismo
tratamiento médico pero uno de ellos, adicionalmente y durante un año, tuvo sesiones
grupales donde compartían con sus compañeras lo que sentían. Se creó un cálido
ambiente donde hablaban de su miedo, su soledad y su ira, donde expresaban sus
emociones más íntimas y poco a poco, según fueron aceptando sus heridas se fue
abriendo un camino hacia la esperanza, el deseo de vivir y el placer de estar juntas aquí
y ahora. Las asistentes al grupo de apoyo vivieron en promedio el doble de tiempo que
las que no lo frecuentaron.

Cuando le pidieron que explicara este sorprendente resultado Spiegel (1989) respondió:

«Los sentimientos que no se pueden expresar se convierten en un obstáculo interior y


consumen unos recursos que aún no entendemos del todo. El hecho de expresarlos y
aceptarlos permite que no desperdiciemos esos recursos. ¿Cómo se traduce esto en la
forma en que nuestro organismo lucha contra la enfermedad? Sigue siendo un misterio,
pero tengo la convicción de que así sucede, y estamos empezando a conocer los
mecanismos”[6].

Existe una relación entre la represión de las emociones y la depresión del sistema
inmunitario que es el que nos defiende del cáncer destruyendo las células cancerígenas
cuando aparecen. La psiconeuroinmunología es la encargada de estudiar cómo el modo
en que pensamos y sentimos puede alterar nuestro sistema inmunitario y cómo suprimir
o ignorar las emociones, puede afectarle.

En mis prácticas hemos hecho trabajo emocional profundo para expresar emociones
bloqueadas, especialmente ira y tristeza, aprendiendo que no son buenas o malas y que
esconderlas es lo que realmente hace daño. Esto ha requerido mucha protección y
aceptación ya que no eran emociones que se permitía.

Acompañar a nuestros pacientes a que expresen sus emociones acumuladas y sus


sentimientos reprimidos, así como el proceso de crecimiento personal que se va
produciendo hace que las personas no necesiten enfermar como forma de gestión de las
emociones bloqueadas.

DE LA CULPA A LA RESPONSABILIDAD DE LA CURACIÓN

Algunas de las preguntas que mi paciente ha repetido en los primeros meses respecto a
su enfermedad han sido ¿Tengo yo la culpa? ¿Pude provocarla? ¿Me lo merezco?

Hay pacientes que comentan que se lo esperaban o que están convencidos que el cáncer
es el resultado de una vida llena de momentos angustiosos, otros hablan de mala suerte,
y por supuesto hay quienes echan la culpa al tabaco, la contaminación o el mundo
tóxico en el que vivimos.

Desde el punto de vista psicológico, culpa significa: Acción u omisión que provoca un
sentimiento de responsabilidad por un daño causado. ¿Podemos ser artífices de nuestro
propio cáncer?

David Servan-chreiber responde a esta pregunta con la metáfora de la “semilla del


cáncer”. Esta semilla nace en una célula sana y debido a unos genes anormales, o más
habitualmente por la exposición a sustancias cancerígenas, después de muchos años se
transforma en un tumor canceroso. No se conoce ningún factor psicológico capaz de
crear la semilla pero el stress psicológico influye en gran medida en el terreno en el
que crece la semilla[6].

Muchos pacientes hablan de un periodo de estrés que precede al diagnóstico y a


menudo ese estrés estuvo provocado por una experiencia traumática. Otros hablan de
conflictos crónicos, obligaciones insoportables o etapas de gran tristeza.

Estas situaciones quizás no desembocan en un cáncer pero pueden hacer que se


desarrolle más rápidamente.El estudio “Do stress-related psychosocial…” publicado en
Nature en 2008, demuestraque las experienciasestresantes de la vidase relacionan
conpeor supervivenciadel cáncery una mayor mortalidad, pero no con unaumento de la
incidencia[8].

Nadie debería culparse por desarrollar la enfermedad pero si comprometerse en su


curación, resolviendo sus conflictos y cambiando su forma de vivir, para curarse
definitivamente.

Acompañando a nuestros pacientes a trabajar las emociones a nivel profundo en el


proceso de terapia, a descontaminar al estado del yo Adulto del Padre Crítico y a
aumentar el nivel de autoestima, irán descubriendo una nueva forma de relacionarse
con su entorno y con ellos mismos, aprenderán a perdonarse y renunciarán al papel de
víctima dentro de su guion, responsabilizándose de su propia sanación.

EVOLUCIÓN DE LA PERSONA CON CÁNCER Y ESTRATEGIAS


PSICOTERAPÉUTICAS

La psicoterapia es considerada en los tratamientos de cáncer como un tratamiento


adyuvante, que se administra además de las terapias primarias para aumentar las
posibilidades de sanación y calidad de vida.Las principales fase por las que puede
atravesar una persona con cáncer son:

 Diagnóstico

El impacto de la noticia es un evento traumático que produce cambios en su entorno,


tanto interno como externo. Como toda crisis es vivida como algo doloroso y quizás sus
recursos habituales no son suficientes para manejar la nueva situación, incluso en algún
caso puede que la persona se sumerja en un estado de incapacitación para abordarla.

Pasarán por una etapa de negación y racionalización y posteriormente necesitarán


expresar el miedo, la rabia y la tristeza hasta llegar a una aceptación emocional que les
permita enfrentarse a la enfermedad.

En esta fase también necesitarán información, han de tomar importantes decisiones


respecto a tratamientos pero también se plantean preguntas acerca del porqué de la
enfermedad.

Acompañar a la persona en la expresión de sus emociones, que se sienta escuchada y


apoyada es fundamental para que movilicen sus recursos. Ayudarles a establecer una
adecuada comunicación con el médico, a valorar otras medicinas alternativas, a resolver
sus sentimientos de culpa y ansiedad, puede favorecer que adopten una actitud orientada
a la lucha contra la enfermedad.

 Tratamiento

Los pacientes suelen sentirse más esperanzados pero su principal temor son los efectos
secundarios. Estos efectos varían ampliamente de una persona a otra y posiblemente los
factores psicológicos ejercen una gran influencia. El miedo, la fatiga, la ansiedad, la
depresión suelen estar presentes y requieren atención.

El estrés es otro elemento que tiene un efecto nocivo sobre el organismo y que debemos
acompañarles a que se planteen qué hay en su vida que les hace vivir así y si desean
seguir haciéndolo.

Los familiares buscan recursos para ayudar a sus seres queridos, necesitan transmitirles
optimismo, apoyo, fortaleza. Se acercan a terapia con el objetivo de mejorar la calidad
de vida de sus seres queridos y a medida que van profundizando en el proceso de terapia
la van asumiendo también como un acompañamiento a su propio dolor.

Según Barrios (2012) “la familia debe ser integrada en el proceso de recuperación, para
que el apoyo necesario sea efectivo ya que como decía San Pablo toda ciencia y toda
técnica son incompletas sin la calidez y fuerza del amor”

 Intervalo libre de enfermedad

El miedo principal es a la recurrencia. Cuando mi paciente me preguntó ¿qué puedo


hacer para que no vuelva la enfermedad? Le contesté: “todo lo que estás haciendo ya,
cuidarte y resolver tus heridas y conflictos, buscar tu desarrollo como persona
auténtica”. Algunas personas necesitarán reestructurar sus vidas y otras adaptarse a la de
antes.

En esta fase también son más conscientes de las secuelas fisiológicas que les ha causado
la enfermedad, pueden requerir hacer duelo por su antiguo cuerpo o por alguna parte de
este.

 Recidiva

Recibir el diagnostico de una recurrencia de la enfermedad puede provocar más


ansiedad. En boca de una paciente de una compañera: en esta “carrera de fondo” había
sido como “un jarro de agua fría”. Hay que acompañarles en su ira, frustración o
sensación de injusticia y apoyarles para que renazcan sus deseos de luchar.

 Final de la vida

Si la enfermedad está muy avanzada algunos pacientes (como en el caso de otra


terapeuta) se rinden, están cansados, creen que han cumplido con sus responsabilidades
y solo desean descansar. Otros sienten un miedo intenso y una sensación de fracaso,
mientras que otros siguen luchando sin descanso.

Acompañarles en el proceso de morir y a los familiares en su duelo por la pérdida de sus


seres queridos será nuestra labor.

¿Terapia individual o de grupo?

En terapia individual podemos resolver conflictos en la intimidad pero después deben


ser llevados a la vida real y el trabajo grupal permite socializar los cambios en este
escenario y también ayuda a normalizar: lo que les sucede a ellos también les sucede a
otras personas.

No hemos tenido la oportunidad de trabajar en grupo con personas con cáncer pero las
experiencias recogidas por el doctor Spiegel tuvieron buenos resultados en términos de
aumento de calidad de vida y de tiempo de supervivencia.

El rol del terapeuta

El paciente oncológico se siente solo, cree que nadie le comprende y busca en su


terapeuta ese acompañamiento. Cuando mi paciente me dijo: “La única a la que puedo
acudir eres tú, eres la única que me entiende”, fue clarificador para mí, necesitan que se
les vea como a los demás, que la enfermedad no sea un impedimento para hacer la vida
cotidiana, el cáncer forma parte en aquel momento de su existencia.

La familia y la sociedad, muchas veces se aleja desbordada por sus propios miedos o les
trata con lástima o no acepta que tomen decisiones sobre su enfermedad, no asumen
que es suya y que a ellos corresponde decidir cómo abordarla.

El acompañamiento humanizado, aquel que acoge, escucha, acepta, mira al paciente


entendiendo y compartiendo su dolor; aquel que valora su lucha y esfuerzo y disfruta
con sus éxitos, es en mi opinión el que ellos necesitan para aumentar su autoestima,
activar sus potenciales, descubrir sus proyectos vitales, establecer vínculos gratificantes
y en definitiva convivir con el conflicto sin dejarse paralizar por él.

EXPERIENCIA EN MIS PRÁCTICAS

Mi primera emoción cuando me asignaron a una persona con cáncer para mis prácticas
del master fue miedo, pero ¿miedo a qué?¿Es un mecanismo de defensa ante las
personas enfermas? ¿Es miedo a profundizar en el dolor de otras personas y que este
dolor nos atrape?

Sin embargo mi primera sesión fue absolutamente todo lo contrario de lo que yo había
imaginado. Me encontré con una persona optimista, habladora, coqueta, luchadora, con
muchas ganas de vivir. A pesar de su cirugía no rechazaba su cuerpo y hablaba de él en
positivo. En seguida mi miedo desapareció y pude centrarme en acogerla.

Le pregunté qué quería obtener de la terapia, cuál era el objetivo que la traía aquí. Su
respuesta me impactó: quiero entender que me pasa, algo no funciona, estoy
convencida que mi enfermedad es más que un problema físico. Al instante se despertó
en mí unas ganas enormes de acompañarla en su búsqueda.

Ella necesita entender, la mente y el conocimiento como puerta de entrada. Se rebela


contra los médicos tradicionales y no quiere que le impongan sus tratamientos, está en
contra de la quimioterapia, de la radioterapia y de los tratamientos hormonales. Busca
alternativas que le ayuden a vencer su enfermedad desde una perspectiva más natural.
Actuaba desde una rebelión pasiva basada en la desconfianza.

Este ha sido un punto fundamental en la creación del vínculo, la confianza. Necesita


sentir autenticidad y honestidad, que puede compartir sus asuntos más íntimos con
alguien sabiendo que la aceptará incondicionalmente.

A lo largo de estos 9 meses hemos profundizado en sus conflictos personales actuales, y


también en asuntos de su infancia que la influyeron de manera muy importante en su
personalidad y guion de vida. Relaciones y situaciones que la hicieron desarrollar
mecanismos de defensa para poder sobrevivir, alejándola de su verdadero yo (self),
generándola angustia y haciéndola perder su autoestima. Hemos trabajado sus duelos
pendientes, sus bloqueos emocionales, sus miedos, su necesidad de crecer
personalmente,…

Y poco a poco hemos ido descubriendo el para qué de su deseo de complacer y ayudar,
de estar tan pendiente de los demás sin cuidarse a sí misma, hemos explorado por qué
oculta sus sentimientos y trata de mantener siempre una imagen positiva hacia los
demás y por qué no tiene en cuenta sus necesidades y deseos, y hemos puesto en marcha
estrategias que la permitan tomar sus decisiones y actuar como siente y desea hacer.

También ha ido conectando con su cuerpo, entendiendo como funciona, porqué


reacciona y qué le quiere comunicar. Esto ha ayudado para que entienda la estrecha
relación entre sus emociones y su cuerpo.
Mi principal conclusión después de estos maravillosos meses es que estas personas lo
necesitan es sentir que alguien las escucha atentamente, que siente lo que ellas sienten,
que sufre con ellas y que las entienden y aceptan.

Estoy totalmente de acuerdo en la consideración de Carl Rogers, de que todos los


clientes disponen de todos los recursos necesarios para desarrollarse adecuadamente,
pero que necesitan congruencia, empatía y aceptación incondicional, para alcanzar su
pleno desarrollo. Si no los tuvieron en su infancia, desarrollaron mecanismos de defensa
para ser aceptables y aceptados por su entorno, y es en la terapia, en un clima con estos
tres elementos, donde pueden mejorar accediendo a sus potenciales.

CONCLUSIÓN

Enfermedad y salud son los dos extremos de un camino. Acompañar a una persona en
su recorrido, escuchándola, respetándola y siendo honesto con ella. Poner mi mano en
su hombro e ir a su paso, desgranando su historia, sus carencias, sus heridas,
identificando sus emociones negadas y dejándolas salir, afrontando sus miedos y
distinguiéndolos de los de los demás.

Avanzamos paso a paso, dejando que expresara su dolor por el pasado, por el presente,
por una medicina que no es “humana”, por una sociedad que no aceptaba sus decisiones,
por un momento de su vida confuso.

Y en ese caminar fue encontrando aspectos positivos de la experiencia, una oportunidad


para aprender y crecer, un momento para ordenar prioridades, para comprometerse con
uno mismo e iniciar nuevos proyectos de vida.

Acompañé y experimenté, y en esa experiencia crecí personalmente.

Agradecimientos

Esta tesina es mucho más que 20 páginas, es el colofón a casi dos años sumergiéndome
en un océano distinto del que solía transitar. Es el resultado de la lucha por cambiar mi
forma de experimentar, buscando vivir más desde el corazón y dejar a mi cerebro
descansar.

Visualicé como sería el día que la terminara, me vi feliz levantando este documento
como si hubiera ganado un gran campeonato, como si hubiera llegado a la meta de un
largo maratón. Sé que no es así, que queda mucho camino por recorrer pero para mí esta
tesina es un punto de inflexión, he girado la dirección de mi vida.

Esta tesina está dedicada a todos los terapeutas que apasionadamente trabajan con sus
pacientes acompañándoles en su curación y a todas las personas que luchan por su
sanación, todos merecen mi respeto y amor (especialmente dedicada a C y M).

Y por último quiero agradecer a Alfonso su apoyo incondicional, a Jorge sus ideas en
mis momentos de bloqueo y a las terapeutas (Anama, Paloma, Minerva, Ali y Cris) que
han participado, su generosidad.
Maripaz Madrid Serrano

REFERENCIAS

Canelones, P. (2012). Elementos de psicoterapia para las personas con cáncer.


Recuperado de http://psiconeuroinmunologia.over-blog.com/article-elementos-de-la-
psicoterapia-para-las-personas-con-cancer-111927094.html

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