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A.S.K. Associates for Scriptural Knowledge


(Asociación para el Conocimiento Escritural)
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FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA
DEL NUEVO TESTAMENTO
CAPÍTULO 12

EL ASPECTO LEGAL DE LA EXPIACIÓN DE CRISTO

En este capítulo se pone de manifiesto lo fácil que es entender el significado de la


Expiación de Cristo y lo que Él hizo por nosotros y en el mundo más o menos unos
1.900 años atrás. Sin embargo, a lo largo de los siglos la mayoría de los predicadores
y teólogos profesionales han abandonado la simple doctrina de la Escritura y la han
sustituido por una variedad de enseñanzas complejas y contradictorias que confunden
y destruyen el concepto básico de la Expiación de Cristo. Ha llegado el momento de
que las declaraciones claras y sencillas de las Sagradas Escrituras se restauren. Ellas
tienen sentido perfectamente bien de una manera simple.
Cómo Dios Trata con el Pecado
Para entender lo que la expiación estaba destinada por Dios a transmitir es
necesario apreciar la visión de Dios sobre el pecado y sus consecuencias. Y el punto
de vista de Dios no es como los humanos normalmente consideran el asunto del
pecado. Es cierto que muchas personas reconocen que no hay una persona en el
mundo que pueda presumir de ser perfecto, pues todos han pecado, pero ¿cómo trata
Dios con aquellos pecados que cometemos todos?
Se ha sugerido que Dios, si Él quiere que una persona sea salva, simplemente
podría mostrar misericordia y perdón de los pecados de esa persona al pasar por alto
los castigos que ha de imponérsele por su pecado. Después de todo, ¿no es Dios
bueno? Ciertamente lo es. Y puesto que Dios sabe que ninguno de nosotros es capaz
de vivir por encima del pecado, ¿no mostrará misericordia Dios para todos nosotros,
especialmente aquellos que diligentemente tratamos de ser buenos, y pasar por alto
los castigos por los pecados que hemos cometido? Para muchos esto parece una
propuesta razonable. Pero este procedimiento no es la manera bíblica de tratar con el
pecado.
Si ésta fuera la manera en la que Dios nos libra de nuestros pecados, no habría
sido necesario que Cristo llevara nuestros pecados por el tiempo de su vida y durante
su crucifixión. La verdadera razón por la que Cristo soportó el castigo por nuestros
pecados es porque Dios exige justicia total (y esto significa castigos) por la ruptura de
todas las leyes y por cada falta de fe que su pueblo ha cometido en la tierra. En efecto,
estamos constantemente clasificados como pecadores activos. Recordemos el
principio del castigo que Cristo dio a Sus discípulos:
"Acuerda con tu adversario pronto, entre tanto que estás en el camino con él. No
sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas
echado en la cárcel. Ciertamente os digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el
último cuadrante " Mateo 5:25-26
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En otras palabras, cada onza de castigo será exigido por los pecados, no habrá un
"olvido" o "pasar por alto" el castigo requerido. Dios insiste en la obediencia a sus
leyes y si las leyes se han desobedecido, incluso en lo más mínimo, debe haber una
contabilidad completa y un castigo exigido por cada violación. Esto es lo que enseña la
Biblia y Dios no se desviará de la justicia plena que Él exige a cada uno de nosotros, y
me refiero a usted, así como a Ernest L. Martin. Nuestros pecados son una afrenta
total a Él y Él no absolverá a cualquiera de nosotros de nuestros pecados ¡por simples
actos de misericordia y perdón!
Afortunadamente, aquí es donde Cristo Jesús entra en escena. Él voluntariamente
tomó sobre sí todos los pecados que usted y yo hemos cometido. Y tomó para sí el
castigo completo y exhaustivo que Dios el Padre le exija a todos los seres humanos
rebeldes que no pueden guardar sus leyes divinas. Cristo vivió y murió por usted, en
su lugar. Él tomó sobre sí el castigo por sus pecados y los míos.
Cuando nos presentemos ante el tribunal de Dios, podremos estar delante de Él
completamente libres de pecado y legalmente poseyendo la misma justicia de Cristo
Jesús, que luego será contada a nosotros. Esta enseñanza es el corazón y el núcleo
del Cristianismo y cada uno de nosotros debe entender esto. La Biblia enseña que
somos justos, (es decir, a los ojos de Dios el Padre) aún cuando no lo somos.
Una vez que esta enseñanza fundamental de la Biblia es reconocida entonces
estaremos en una posición adecuada para comprender todas las consecuencias del
pecado y lo que la Expiación de Cristo representa. Echemos un vistazo a la primera
enseñanza importante que podemos estar seguros. Se trata de una simple doctrina
mal entendida por el 95% de los predicadores Cristianos y teólogos de hoy.
Concepto Erróneo 1, Infierno Eterno
Si se le pregunta a la mayoría de los predicadores Cristianos hoy en día de lo que
le espera al pecador después de la muerte por los pecados cometidos si no aceptan a
Cristo Jesús en esta vida, la respuesta de la mayoría de los evangelistas
fundamentalistas y de los sacerdotes Católicos es que el fuego del infierno le espera y
que el pecador puede arder en el fuego del infierno en dolor sin interrupción durante
todo el tiempo futuro. Los Católicos inventaron la experiencia no-bíblica del purgatorio
para los no-tan-malos y que la gente puede tener la liberación de éste después de un
período de castigo si los oficiales de la iglesia oran para que ellos salgan.
En cuanto a las penas del pecado, le pregunté una vez a un evangelista
carismático cuál hubiera sido su destino después de la muerte de no haber aceptado a
Cristo unos siete años antes. Él respondió rápidamente y con dogmatismo completo:
"Me habría ido directamente al infierno de fuego y tendría que permanecer en ese
estado agonizante en el tormento por el resto de la eternidad". Pero yo le respondí con
la simple enseñanza de la Expiación que Cristo hizo por nosotros. Le dije a él.
"Si la consecuencia jurídica de los pecados no perdonados, según la Biblia, era ir,
al morir, a las llamas del infierno y permanecer en el tormento por todos los tiempos
por venir, entonces si Cristo ha pagado las multas por todos nuestros pecados, Él
habría tenido que ir a aquel fuego del infierno y permanecer en el tormento por el resto
de la eternidad. Después de todo, si la paga del pecado es ir a un infierno eternamente
ardiendo sin ninguna esperanza de liberación, entonces Cristo habría tenido que ir a
ese infierno de fuego y mantenerse allí en nuestro lugar para siempre para pagar el
castigo por el pecado. Pero tres días después de que Cristo murió, estaba fuera de la
tumba y se sentó a la diestra del Padre en los cielos. De ninguna manera Él fue a
ningún fuego del infierno ha quemarse para siempre para pagar las multas por
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nuestros pecados. Esto se debe a que el fuego del infierno eterno no es el castigo por
el pecado. Si lo fuera, entonces ahí es donde Cristo debe estar"
El predicador Pentecostal fue sorprendido por mi respuesta. Después de pensar
unos segundos más en lo que yo había dicho, él respondió: "Nunca he oído decirlo así
antes". Mi respuesta para él fue: "¿No cree que es hora de que lo hiciera?"
La Biblia dice: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es
eterna [eonian] vida" (Romanos 6:23). ¿Y que hizo Cristo por nosotros? En decenas
de lugares en el Nuevo Testamento se muestra que Él murió por nosotros y que Él fue
resucitado de entre los muertos. La verdad es que Cristo no era consciente mientras
permaneció en su tumba durante tres días. Él estaba absoluta y completamente
muerto, como veremos más adelante demostrado en este capítulo. El castigo por los
pecados (y esto significa todos los pecados) es la muerte. Y eso es exactamente lo
que Cristo realizó por nosotros en nuestro lugar. Cristo fue un sustituto que el Padre
permitió tomara nuestro lugar.
Concepto Erróneo 2, Muerte Eterna
Esto ahora nos lleva al segundo concepto erróneo respecto a la plena Expiación
que Cristo Jesús hizo por nosotros. Yo no había terminado de hablar con el predicador
pentecostal, así que continué diciéndole la simple enseñanza de lo que la expiación de
Cristo consiste.
Le dije a ese predicador que la iglesia de la cual fui miembro durante dieciocho
años -[que más tarde llegué a ser el jefe del departamento de teología en la
universidad de su sede]- correctamente enseñó que la muerte era en efecto el
castigo por los pecados perdonados, pero luego se dio la vuelta e hizo la suposición
absurda de que el castigo era la muerte eterna. De ninguna manera esto es cierto y
cualquiera que tenga un poco de sentido común debería reconocerlo. La verdad es
que si la muerte eterna fuera el castigo por los pecados, entonces para Cristo al pagar
esa pena por nosotros, Él habría tenido que morir y permanecer muerto durante el
resto de la eternidad. Obviamente, Cristo no permaneció muerto para siempre, porque
Él fue resucitado de entre los muertos tres días después. Pero si el castigo por el
pecado es la muerte eterna, Cristo todavía estaría muerto en la tumba y nunca
resucitó.
Comprenda que si el Padre no hubiese resucitado a Cristo - y si Él nunca hubiera
sido resucitado - Cristo verdaderamente hubiera permanecido muerto por el resto de la
eternidad. Pero, por supuesto, el castigo por los pecados no tenía aspectos de muerte
eterna que se le atribuye y la muerte de Cristo por nuestros pecados fue el necesario
deber de pagar el castigo por nuestros muchos pecados. ¡El castigo de Cristo no era la
muerte eterna!
Concepto Erróneo 3, La Separación Eterna
Una tercera idea errónea que la gente tiene sobre el castigo de Dios por los
pecados no perdonados es que el pecador no arrepentido debe estar separado de
Dios por el resto de la eternidad. Esto es a menudo utilizado por los protestantes
amables que desean dejar de mencionar las agonías del infierno de fuego (en el que
todavía creen) y simplemente cambian el juicio verbal de una imaginaria "separación
de Dios" para todos los tiempos futuros. Esto sería una calamidad de proporciones
más altas, pero utilizan esta táctica para evitar referirse a los rigores y eternidad del
infierno de fuego. Sin embargo, una explicación sencilla de la Expiación que Cristo
hizo por nosotros disipa el sinsentido de esta evaluación también. Todo lo que hay que
hacer es aplicar las reglas que rigen la Expiación de Cristo para mostrar lo absurdo de
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esta sugerencia. Si el castigo por los pecados no arrepentidos fue la separación eterna
de Dios el Padre, para Cristo al pagar esa pena por nosotros Él estaría separado del
Padre desde el momento de su muerte por todos los tiempos futuros. Pero esto no
sucedió. En tres días nos encontramos con Cristo resucitado de entre los muertos y
sentado a la diestra del Padre. La teoría de la separación eterna de Dios es un
sinsentido. Dios no nos creó para ser eternamente separados de Él. Él nos hizo a
todos para ser parte de la Familia divina de Dios.
Concepto Erróneo 4, Oportunidad Limitada
Hay una cuarta idea falsa respecto a los pecados, que han llevado a la gente a
desviarse de la verdad bíblica. Esta es la creencia de que si un hombre muere sin
pedir perdón de sus pecados, y esos pecados permanecen al morir en su cuerpo, alma
o espíritu, entonces la oportunidad para esa persona de tener los pecados perdonados
ha terminado. Esa persona irá al infierno por toda la eternidad para pagar el castigo
por el pecado. Pero esta enseñanza y creencia es tan anticristiana y contraria a la
Expiación eficaz de Cristo por la humanidad como si esta fuera posible de conseguir.
La verdad es que cuando Cristo murió con todos los pecados de la
humanidad sobre su persona, Él mismo murió SIN ARREPENTIMIENTO de esos
pecados. En otras palabras, es una doctrina cardinal Cristiana que Cristo murió como
un pecador (en lugar del mundo tener que morir por sus pecados). Cristo murió con
todos los pecados del mundo sobre Su persona divina. "Él [Dios] lo hizo [Cristo] ser
pecado por nosotros, que no conoció pecado" (2 Corintios 5:21). Como Martín Lutero
observó con razón, Cristo murió contado por Dios como un pecador abyecto y un ser
humano totalmente depravado. Aunque sin pecado, murió totalmente lleno de pecado.
Pero incluso cuando Cristo murió con esos pecados que albergaba la totalidad de su
persona y ocupando completamente toda la extensión de su naturaleza tripartita
(cuerpo, alma y espíritu), con todo, Cristo Jesús a escasos tres días más tarde fue
redimido completamente y justificado a la derecha del Padre en el cielo. Cristo murió
en Sus pecados, los pecados heredados de toda la humanidad en el mandamiento
expreso de Dios el Padre.
Con el Padre, nadie muere hoy en sus pecados desde que Cristo ha llevado todos
los pecados de la humanidad. Fue Cristo quien murió por los pecados del hombre en
Él. Murió con más pecados sobre Él que cualquier otro ser humano. Cristo murió sin
arrepentirse de esos pecados. ¡Él murió en esos pecados!
La Clave de Todo
Qué simple es entender lo que la Expiación de Cristo nos afecta a nosotros. Todo
lo que tiene que hacer es leer las Sagradas Escrituras de lo que Cristo hizo por
nosotros en la carne, mientras fue crucificado y lo que Le ocurrió desde el momento de
su muerte hasta Su presentación ante el Padre en el cielo después de Su resurrección
de entre los muertos. Si comprendemos los castigos que Cristo sufrió por nosotros en
esos momentos, entonces podemos tener cierto conocimiento acerca de todo lo que
es la expiación de Cristo de la manera más clara posible.
Note con toda claridad. Si Cristo Jesús no conoció el fuego del infierno para
siempre, entonces "el fuego del infierno para siempre" no puede ser la pena o las
consecuencias del pecado. Si Su muerte no duró para siempre, entonces tampoco es
la paga del pecado la muerte sin esperanza de una vida futura. Y si Cristo no tuvo una
separación eterna de Dios (como comúnmente se expresa en los círculos
protestantes) como castigo final por los pecados, entonces una separación eterna de
Dios tampoco es la paga del pecado. ¿Pero cuál es la paga del pecado? ¿Qué hizo
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Cristo por nosotros? Romanos 6:23 nos da la respuesta tan clara como cualquier cosa.
La consecuencia del pecado es la muerte y eso es lo que Cristo hizo por nosotros. Él
murió por nosotros en nuestro lugar. ¿Que "muerte" murió Él por nosotros? Esta es la
siguiente pregunta que debemos investigar.
¿Qué es la Expiación por Nosotros?
Tenemos que reconocer qué efectuó la Expiación de Cristo por nosotros y
especialmente lo que no cubre. La revelación inspirada nos dice que Su Expiación no
cubre nuestra primera muerte física. "Está establecido para los hombres que mueran
una vez, y entonces vendrá el juicio" (Hebreos 9:27). La "muerte" que Cristo murió por
nosotros es algo diferente a la muerte carnal que todos debemos experimentar. Lo que
Cristo aseguró para nosotros es una posición legal con Dios el Padre en relación con
el pago de nuestros pecados. Pero esta legitimación sólo se pone en juego en el juicio
que todos debemos experimentar cuando estemos delante de Dios (2 Corintios 5:10).
Es Dios el Padre quien nos hace el ajuste de cuentas en la perfecta impecabilidad a
Sus ojos en lo que respecta a la sentencia. En ese momento, cuando nos
presentamos ante el tribunal del juicio, Dios el Padre abrirá los libros en el lado de
nuestro demérito y Él lo encontrará totalmente libre de cualquier censura - incluso los
más leves pecados han sido atendidos por Cristo en el árbol de crucifixión. Pero eso
no quiere decir que nos encontremos libres de las consecuencias del pecado mientras
estamos en la carne.
El apóstol Pablo dice que somos pecadores y en realidad muchas veces sufrimos
en la actualidad por esos pecados. Si, por ejemplo, usted comiera una manzana verde
o una caja entera de bombones de una sola vez (que podría ser reconocido como un
pecado a su cuerpo), es probable que desarrolle un dolor de estómago o malestar
general. La aplicación de la Expiación de Cristo para librarse de ese dolor de
estómago y desconcierto que usted se causó no está cubierto por la Expiación de
Cristo, que Él realizó por nosotros durante Su vida y en el momento de Su muerte. La
Expiación de Cristo no nos libera de los dolores, los sufrimientos y la muerte física en
esta vida. Si la Expiación de Cristo se aplicara plenamente ahora, nunca sufriría o
incluso moriría, ya que sólo se podría aplicar el sacrificio de Cristo en nuestro lugar y
aplicar la Expiación que Él realizó por nosotros, aquí y ahora. Pero estamos todos
designados a someternos a la primera muerte (y las penas y los dolores que conducen
a ella, recuerde Hebreos 9:27). Y a pesar de que en realidad Cristo murió en nuestro
lugar (2 Corintios 5:14), la muerte de Cristo por nosotros se aplicará sólo cuando
estemos delante de Dios en el Juicio Final.
Vamos a ir más allá. Si usted recibe una multa por velocidad excesiva de un agente
de tránsito y usted aboga por la Expiación de Cristo para perdonar ese "pecado",
ahora en esta vida (y en su favor ahora), el juez le echará en la cárcel si no paga la
multa. La Expiación de Cristo está realmente otorgada a nosotros en el juicio (2
Corintios 5:10), no en esta vida. Por los pecados que usted comete en la carne, Pablo
enseñó claramente: "No os engañéis: Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre siembre, eso también segará" (Gálatas 6:7).
Las personas que enseñan que la Expiación de Cristo por nuestros pecados
(incluso los pecados que cometemos seculares contra la sociedad o a nosotros
mismos) actualmente se aplica en nuestra existencia humana, mientras estamos en la
carne están totalmente equivocadas en cuanto a lo que la enseñanza de la Imputación
se trata. Los Pentecostales que insisten en que todas sus enfermedades y dolores
pueden ser totalmente eliminados a través de la Expiación de Cristo en esta vida
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presente (de hecho, en estos momentos) están muy lejos de la marca de lo que la
Expiación de Cristo conlleva. Escuchen, hermanos y hermanas, la Expiación total de
Cristo por nuestros pecados (nuestros dolores, enfermedades, locuras y deméritos) se
aplicará únicamente en el juicio final, cuando comparezcamos ante el tribunal de Dios
para responder por nuestros pecados en la carne (2 Corintios 5:10). Su propia muerte
física (y mi muerte física) a la que todos los seres humanos debemos someternos es
su pago por sus pecados en contra de sí mismo (en la forma de maltratar a nuestro
cuerpo en esta vida, etc.), y también por los pecados que cometemos contra la
sociedad y cualquier humano en la tierra (Hebreos 9:27). Dado que la paga del pecado
es muerte (Romanos 6:23), tenemos que pagar por nuestros propios pecados con la
muerte que todos debemos experimentar. Una vez que morimos y pagamos esa pena,
Dios no nos somete a un segundo juicio para pagar por ellos. Dios en el juicio sólo se
interesa por los pecados que usted cometió contra Él personalmente. -[A veces
hemos estado haciendo los pecados contra Él por acciones contra nuestro prójimo o
haciendo otras cosas físicas que Dios prohíbe que hagamos, como nuestros primeros
padres que tomaron del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal]-
La Sentencia Es Por Los Pecados Cometidos Contra Dios
Sí, todos los pecados que hemos ejecutado contra Dios (y muchos pecados contra
el prójimo, que Dios aborrece), son los pecados tratados por Cristo al pagar por
nuestros pecados en el madero de la crucifixión. Tenemos libertad del castigo por los
pecados en el Juicio después de nuestra resurrección de entre los muertos. Recuerde
que la muerte de Cristo por nosotros consiste en tratar con los pecados contra Dios,
NO contra los que hemos implementado en la tierra que nuestra propia muerte
remediará. Repito (por su importancia) nuestra propia muerte profetizada es un pago
por los pecados que cometemos ahora. Pero, como el apóstol Pablo nos dice, que no
tenemos nada que temer más allá de nuestra muerte, porque la muerte de Cristo en el
árbol se hace cargo de todos los pecados a los ojos de Dios.
Al comparecer ante Dios, nos presentaremos como ya habiendo pagado por
nuestros pecados por nuestra muerte física, y también hemos pagado por los pecados
que Dios el Padre reconoce en nuestra contra por la muerte de Cristo (en nuestro
nombre) cuando murió en el Monte de los Olivos casi 2000 años atrás. Es así de
simple. Usted no debería tener miedo del juicio venidero, porque Cristo le libera por
completo de cualquier pecado que Dios haya utilizado en su contra (o cualquier
pecado que Dios pueda tener en el futuro en su contra). De hecho, ya usted ha pasado
por el Juicio triunfante en Cristo, legalmente, cuando Él fue su sustituto en el árbol de
la crucifixión.
El Juicio de Dios
La escena del juicio descrito en las Sagradas Escrituras se produce justo después
de la Segunda Venida de Cristo y nuestra resurrección de entre los muertos. Puesto
que Cristo, como Rey de Reyes y Señor de Señores, es el único con inmortalidad
presente (1 Timoteo 6:16), todos los santos Cristianos se vestirán de inmortalidad
cuando las trompetas suenen en el regreso de Cristo y nosotros seremos resucitados
(o cambiados) a una existencia inmortal en ese momento (1 Corintios 15:50-54, 1
Tesalonicenses 4:15-17). Eso es cuando seremos resucitados de entre los muertos
para ser juzgados (recompensados), cuando seremos sanados de todas nuestras
enfermedades y cuando la plena Expiación de Cristo se aplicará a nuestra cuenta.
Vamos a comparecer ante esa escena del juicio sin el más mínimo pecado en
nuestras personas. Cristo Jesús habrá cubierto todos esos pecados y nos
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presentaremos delante de Dios el Padre sin pecado y sin la menor mancha de maldad
en nuestras cuentas.
Pero hay algo que no debemos olvidar nunca y no me disculpo por repetir este
hecho. El sufrimiento y las enfermedades que Cristo soportó NO son parte de la
Expiación que se aplica a nosotros mientras estamos en la carne. Pablo llegó a decir
que en este tiempo "los sufrimientos de Cristo abundan en nosotros" (2 Corintios 1:5).
También dijo:
"A fin de conocerle [a Cristo], y el poder de su resurrección y la comunión en sus
padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte" Filipenses 3:10
Y Pedro dijo enfáticamente:
"Pero gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para
que cuando su gloria sea revelada, también podréis estar contentos con gran alegría"
1 Pedro 4:13
Sólo con nuestras resurrecciones a la gloria espiritual todos los factores de la
Expiación se aplicarán a nosotros y al resto de la creación. Pablo lo resumió muy bien
al decir:
"Porque la creación fue sujetada [por Dios] a vanidad, no voluntariamente, sino
(por causa del que la ha sujetado a lo mismo) con la esperanza de que la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad de la gloria de los
hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto
hasta ahora. Y no sólo ella, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias
del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la
adopción filial, a saber, la redención del cuerpo " Romanos 8:20-23
Es cierto que se puede obtener alivio de algunos de los gemidos de nuestras
flaquezas de vez en cuando. Cristo está tomando actualmente el conocimiento de
nuestra aflicción delante de Dios el Padre (Romanos 8:26), pero no se nos promete
liberación completa de enfermedades y otras aflicciones en esta vida (véase Romanos
8:35-36). Tal alivio se produce después de nuestra resurrección de entre los muertos
en la segunda venida de Cristo. Eso es cuando la plena redención de nuestros
cuerpos y la aplicación completa de la Expiación de Cristo vendrá en un efecto
completo.
Hasta ese momento sólo tenemos las arras del Espíritu, que es un tipo de pago
inicial en el que podemos experimentar una pequeña parte de nuestra herencia, de
vez en cuando conforme Dios esté dispuesto a mostrar misericordia (2 Corintios 1:22,
5: 5, Efesios 1:14). Sin embargo, durante esta vida carnal Pablo reconoció que sus
sufrimientos estaban finalizando o completando los sufrimientos de Cristo. "Ahora me
gozo en lo que padezco por vosotros, y completo en lo que falta de las aflicciones de
Cristo en mi carne" (Colosenses 1:24). El apóstol Pablo no enseñó, como muchos
predicadores carismáticos lo hacen hoy en día, de que todas nuestras enfermedades,
aflicciones y sufrimientos fueron llevados por Cristo durante su acto de Expiación por
nosotros para que podamos reclamar la liberación de todas estas cosas ahora. ¡De
ninguna manera! Es cierto que Él llevó todos ellos, pero la manifestación de nuestra
redención completa sólo verá la luz cuando nuestras resurrecciones espirituales
tengan lugar al regreso de Cristo (Romanos 8:19-26). Hasta ese momento todavía
experimentaremos muchos sufrimientos, aflicciones y enfermedades, y todos tenemos
que sufrir la muerte de esta carne (Hebreos 9:27).
Si esto es así (que lo es), ¿que clase de muerte murió Cristo por nosotros? No
podría haber sido nuestra muerte carnal que el libro de Hebreos menciona. Esto es
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fácil de determinar. Debe de ser la "muerte" que se menciona en 1 Corintios 15:26.


Pablo dijo:
"Pues él [Cristo] debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo
de sus pies. El último enemigo que será destruido es la muerte" Corintios 15:25-26
Esto es cuando la pizca final de autoridad de Satanás sobre la muerte se sacará
fuera de él, ya que Satanás tiene actualmente "el poder de la muerte" (Hebreos 2:14).
Esto pasa a ser la "segunda muerte", que es el medio por el que Cristo destruye a los
poderes angelicales llamados Hades y Muerte (Apocalipsis 2:14). Y cuando la muerte
sea destruida o aniquilada ¡solamente vida existirá! Entonces no tendrá más lugar la
muerte en toda la creación que Cristo fundó (Colosenses 1:15-21) y luego una
reconciliación universal tendrá lugar entre todas las criaturas del universo (Efesios
1:10). Todo volverá a vivir cuando la muerte sea destruida.
Así la muerte de Cristo en Su Expiación es finalmente atribuida a nosotros cuando
seamos resucitados de entre los muertos o cambiados a la segunda venida de Cristo.
Esto es cuando Su obra Expiatoria completa sobre enfermedades, aflicciones y otros
sufrimientos serán aplicados.
Para todas las otras personas que no están en la primera resurrección (Apocalipsis
20:1-5), recibirán los beneficios completos de la Expiación de Cristo en la resurrección
final que Pablo llama "el fin" (1 Corintios 15:24) cuando la muerte sea finalmente
aniquilada (versículos 24-28). Esto es cuando toda la humanidad será finalmente salva
(1 Timoteo 2:4). Esto es también cuando la plena Expiación que Cristo aseguró para
nosotros y toda la creación se manifieste. Es entender que la Expiación de Cristo es
igualmente eficaz para la redención de todos los seres en el universo cuando la
muerte sea finalmente destruida por Cristo (1 Corintios 15:25-26).
Todavía hay una cosa importante que debemos tener en nuestro libro mayor de
obras durante nuestra vida terrenal. Sin ese factor no podemos sentarnos con Dios en
Su trono divino. Recuerde este punto importante en la doctrina de la Imputación como
se enseña en las Sagradas Escrituras. Es el tercer uso de Imputación que se
encuentra en la Biblia. Debemos tener una justicia perfecta representándonos a
nosotros en nuestros libros de registro. Y que la santidad tiene que ser perfecta y debe
ser una justicia absolutamente impecable. ¿Cómo podemos obtener ese tipo de
justicia perfecta?
¿Murió Cristo una muerte real para la humanidad?
Otro factor en el significado de la Expiación de Cristo se refiere a la cuestión de Su
muerte. ¿Cristo realmente murió? Es decir, ¿todo Él murió o fue sólo una parte de Él lo
que murió? Este es un punto importante que debemos considerar y comprender. Un
gran número de predicadores y teólogos aceptan que sólo una parte de Cristo
realmente murió en el momento de Su crucifixión, mientras que el resto de Su
personalidad siguió viviendo sin interrupción y en completo estado consciente y activo.
En pocas palabras, están diciendo que el verdadero Cristo no murió en el madero de
la crucifixión.
Quiero dejar este punto claro. Si Cristo no murió en realidad (o no murió del todo),
entonces se convierte Su Expiación en completamente ineficaz. Esto significa que
usted y yo, y todos los Cristianos, no tenemos un Salvador (1 Corintios 15:12-17). Más
vale estar seguros en nuestras mentes que Cristo murió y que murió toda su persona,
o la enseñanza del Cristianismo acerca de la eficacia de la Expiación de Cristo se
destruye.
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Tenga en cuenta este punto. No puede haber perdón de los pecados a menos que
alguien pague por los pecados a través del acto de la muerte. El libro de Hebreos lo
expresa de esta manera.
"Y por esta causa él [Cristo] es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo
muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los que
son llamados reciban la promesa de la herencia eterna [eonian]. Porque donde hay
testamento, es necesario que intervenga muerte del testador [una víctima de contrato
en el Antiguo Testamento era un sacrificio animal y en el Nuevo Testamento fue
Cristo]. Porque el testamento es de fuerza después de que los hombres están
muertos: de lo contrario, no es de fuerza entre tanto que el testador vive"
Hebreos 9:15-17
Lo que tenemos que determinar es si Cristo realmente murió, o si Él siguió viviendo
sin realmente llegar a morir. Por supuesto, las Escrituras nos dicen una y otra vez que
Cristo murió, pero los predicadores y teólogos son propensos a aceptar esta
enseñanza como una referencia a la muerte de Su cuerpo - no que Su alma o Su
espíritu murió. Pero el libro de Hebreos pone de manifiesto que si el testador no muere
[el autor se refiere a Cristo], entonces no puede haber una "remisión de las
transgresiones". Y sin todos nuestros pecados perdonados por la muerte de Cristo en
nuestro lugar, entonces todavía estamos en nuestros pecados, como lo son todos los
demás seres humanos desde los tiempos de Adán hasta ahora. Esto haría que todo el
significado de la Expiación de Cristo sea anulado y sin valor para salvarnos de
nuestros pecados. La verdad es que de hecho, Cristo Jesús realmente MURIÓ, al
igual que usted y yo moriremos. Él no poseía una especie de "alma inmortal" a la
manera Platónica de explicación. Cristo no fue al cielo inmediatamente a Su muerte,
como tanta gente hoy lo imagina a Él haciéndolo. Él estuvo muerto en Su sepulcro por
tres días - completamente muerto y totalmente inconsciente.
Incluso Los Hijos de Dios Pueden Morir
Recuerde que nos dice el apóstol Pablo que Cristo no era un ángel, sino que era
Hijo de Dios (Hebreos 1 y 2). Ningún ángel puede nunca ser llamado Hijo de Dios
según Pablo (Hebreos 1:5-14). En los pasajes de las Escrituras Pablo deja claro que
Cristo Jesús antes de Su nacimiento fue el "Dios" y el "Señor" (bajo la autoridad de
Dios el Padre) que creó los cielos y la tierra. Pero Pablo también insistió en que este
acto creativo de Cristo para llevar el universo a la existencia (ver también Colosenses
1:15-22; Juan 1:1), fue hecho como un "Hijo de Dios", y no como un ángel (incluso el
más poderoso de los ángeles).
Luego, en el resto del libro de Hebreos, el apóstol Pablo explica por qué Cristo
tenía que morir, aunque Él era la deidad bajo el Padre que creó el universo. Pablo está
simplemente reflejando la enseñanza del Salmo 82, que habla de una asamblea de la
Familia de Dios en el cielo (versículo 1) y cómo algunos de los llamados "Hijos de
Dios" fueron juzgados por el Padre por su mala conducta. A continuación, el salmista
dijo: "Vosotros sois dioses. Y todos ustedes son hijos del Altísimo. Pero como hombres
moriréis, y caen como uno de los príncipes [de los hombres]" (Salmo 82:6-7).
Esto significa que los celestiales "Hijos de Dios" (de los que Cristo fue el
Primogénito) pueden morir. Dios puede juzgarlos por sus errores y enviarlos a un
estado de muerte. Y aunque Cristo (como el Primogénito) NO PECÓ, el Padre lo juzgó
cuando Cristo llevó nuestros pecados en Su espalda. Recordemos que Cristo murió
por nosotros [en nuestro lugar] y esto significa que el cuerpo de Cristo, Su alma y Su
espíritu, ¡todo murió! Por lo tanto, los seres espirituales del cielo pueden morir (y ellos
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morirán si Dios los juzga a ellos como dignos de muerte). En el próximo capítulo voy a
demostrar que todos los humanos mueren (como murió Cristo) en cuerpo, en alma y
en espíritu.

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Capítulo 12 del libro ‘Essentials of New Testament Doctrine’ por Ernest L. Martin, Ph.D. (†)
Publicado por Associates for Scriptural Knowledge (ASK)
Traducción y edición EONG -04/13.

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