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FAMILIA Y GENS

¿Qué era la gens, gentes? Era la agrupación, familia o clan (el clan escocés proviene del romano) con el
mismo apellido (de aquí proviene el término gentilicio en nuestro idioma) que engloba no solamente a los
hombres de la misma sangre, sino también a hombres ligados entre sí ya sea por un antepasado o héroe
venerado como ascendiente común (sacra gentilitia) o por herencia. Teóricamente todos los miembros
de la misma gens descendían de un antepasado común ya sea por vía sanguínea como hemos
comentado o por tener derecho de herencia al no haber testamento natural y la admisión en la gens se
producía por el voto de los gentiles por cooptatio.
En las listas de cónsules romanos leemos con curiosidad, comparándola con nuestros variados y actuales
apellidos, una nula variedad de nombres dado que pertenecen a una misma gens. De la ciudad de Alba
Longa proceden las familias ilustres de la gens Julia, Servilia, Tulia, Quincia, Curacia y Clelia. De la
Sabina la gens Apia, Postumia, Valeria, Fabia, y Calpurnia, la gens Furia, y Hostilia del Lacio, la familia
Octavia de la ciudad de Velitras, las Cinia y Licinia de la ciudad de Arezzo, la Cecina de Volaterra, las
Pomponia, Papia y Coponia de Etruria o las Porcia y Mamilia de la ciudad de Túsculo.El término gens es
femenino y por ello decimos que proviene de la gens Julia.
Tomemos a Cayo Julio César (Gaius Iulius Caesar) como ejemplo y estudiemos su organización.
Pertenecía a la gens Iulia (procedente de Alba Longa) y su nomen o nombre de la familia (gentilicio)
era Iulius, el praenomen (equivalente a nuestro nombre de pila y cada gens o familia tenía preferencia
por solo unos cuantos, en el caso de la familia Julia eran los más comunes Cayo, Sexto y Lucio)
era Gaius o Cayo y finalmente el cognomen Caesar (era el apellido o sobrenombre de los hombres para
diferenciarse de otra rama de la familia que tenían el mismo nombre y gentilicio, en algunos casos se
hacían necesarios dos cognomen y este segundo se buscaba haciendo denotar algún carácter físico o
sarcástico como nariz grande (Nasica), pelo negro (Niger), cojo, pies grandes, etc.. o bien recordatorio
de alguna hazaña como Cornelio Escipión que pasó a identificarse tras la victoria frente a los
cartagineses, como Africano o los Metelo que se pusieron como sobrenombre Numídico o Dalmático
como vencedores en Numidia y Dalmacia respectivamente, en el caso de Caesar significaba melena
abundante lo cual trajo a Julio Cesar numerosos problemas ya que se quedó medio calvo y tenía que
peinarse hacia delante y colocarse siempre que podía la corona de laurel que consiguió como legado en
la toma de la ciudad de Mitilene cuando contaba algo más de veinte años.
En época arcaica, el territorio de la gens era el pagus o aldea, siendo la familia que ostentaba el papel
de jefe en este territorio la patricia. En la primitiva aristocracia romana los patricios fueron los ciudadanos
distinguidos de estos pagus y conservaron para siempre ese título y prestigio, vedado a cualquier
ciudadano plebeyo incluso aunque éste pudiera ennoblecerse, ya en época republicana, consiguiendo
llegar al consulado.
Los miembros de una gens se dividían en dos clases, los que pertenecían a ella por derecho de sangre,
comprendido por personas que pueden comprobar el grado de su descendencia, aquellos que aún
procediendo del mismo antepasado, no pueden enumerar los abuelos ni determinar su grado de
parentesco con éstos ( los romanos lo explicaban de esta forma: Julio, hijos de Julio, nietos de Julio,
bisnietos de Julio, etc.. y aquellos que designados con el nombre común, no pueden remontarse al primer
abuelo, son los Julios), y los que estaban asociados por ciertas relaciones.
La primera clase, como descendientes directos, los patronos o patricios eran los soberanos, a quien todo
pertenecía ( los dos signos de la nobleza en la Edad Media fueron los nombres de la familia y los escudos
de armas), traslación de los signos patricios que en los funerales romanos se mostraban. En estos ritos
funerarios, la familia patricia del difunto desfilaba por las calles romanas utilizando a personajes o actores
que vestían y se movían como el difunto y sus antecesores y portaban los honores o insignias ganadas
por el difunto (medallas o recordatorios de hazañas como el collar de Manlio, el martillo de Publicio o el
hacha de los Valerio) o la imago o imagen, máscara en cera pintada de los familiares ya muertos si
habían llegado al consulado o habían realizado acciones relevantes para Roma.
La segunda clase de los miembros de la gens comprendía a los antiguos habitantes del pagus, a los
libertos manumitidos por el patricio, extranjeros domiciliados en Roma, los vencidos y trasladados a
Roma, los pobres y a todos aquellos que pudiendo elegir una libertad precaria, habían preferido la
dependencia y protección del señor o patrón. Estos eran denominados cliens o clientes ( en la Edad
Media, vasallos) y se comprometían con el patricio o patronus con una solemne vinculación moral
( fides en latín) a servir los intereses y obedecer los deseos de su patrono. El patrono arrendaba tierras
a su cliente, o a falta de terrenos le daba alimentos, sportula, o dinero, le ayudaba a conseguir cargos,
debía velar por sus intereses, seguir sus pleitos, asistirle con la justicia, en definitiva, hacer por el cliente
lo que un padre hace por sus hijos. La ley no aseguraba al cliente ningún recurso contra su patrono ni
viceversa pero existía un código de honor que raramente se rompía. La religión romana consagraba al
patrono a los dioses si provocaba un agravio al cliente al que debía proteger. El cliente por su parte
tomaba el nombre de familia de su patrono nomen gentilicium, ayudaba a pagar el rescate si el patrono
era apresado por piratas (Julio César es un ejemplo ya que con menos de 23 años fue capturado por
piratas cilicios y sus clientes tuvieron que pagar un recate), sus multas, sus gastos de litigio, la dote de
las hijas y todo lo necesario para el sostenimiento de la dignidad de su clase. Estaba prohibido
recíprocamente atestiguar en un juicio y votar en contra uno de otro. Inicialmente en los primeros tiempos
eran tan fuertes estos lazos que si el patrono era desterrado o abandonaba la patria, los clientes le
seguían allá donde fuere. Fue a partir del 390 a.c. aproximadamente que estos lazos fueron relajándose
(el dictador Camilo marchó solo al destierro sin sus clientes) pero con mayor o menor fuerza, la relación
continuó hasta Constantino. Con la república y y las conquistas posteriores, se extendió el patronato a
ciudades y países ( en época de Cesar siglo I a.c., Pompeyo Magno llegó a tener como clientes varios
países del Este del Mediterráneo) , estableciéndose leyes que regularon esta situación patrono-cliente
extranjero y Roma-país cliente.

Como ya hemos visto anteriormente, las instituciones sociales romanas eran la gens,
la familia y clientes pero la institución por excelencia era la familia. El padre ( paterfamilias),la madre
(domina), los hijos, las fincas agrícolas y los sirvientes o esclavos (la palabra familia guarda relación
con famuli que eran los criados domésticos). En los primeros tiempos, de pocos esclavos se podía
disponer y la mayoría de los trabajos tanto agrícolas como domésticos eran realizados por el padre, la
madre y los hijos.
Durante la monarquía y la república, la familia romana estaba vinculada fundamentalmente por el derecho
gentilicio que establecía el poder ilimitado dentro de la casa (domus, ínsula o choza) al pater
familias, siendo en ésta sacerdote de la religión familiar y juez de todos los asuntos internos, era amo y
señor de su mujer, de sus hijos y de sus esclavos así como de cualquier otro miembro familiar que
dependiese de él. Solamente a finales de la república se reconoció a la mujer el derecho formal sobre
sus hijos o cognatio que hasta entonces había estado establecido por vía paterna o agnatio.
En la Roma de los primeros tiempos los problemas comenzaban al nacer. Si nacía niño o niña, con
cualquier tipo de disminución física o mental, el padre tenía el derecho a lanzarlo a la calle o llevarlo al
lado del templo de la Pietas, a la columna lactaria, y abandonarlo donde podían pasar dos cosas, o moría
o era recogido y adoptado por otra familia para ser esclavo o lena (prostituta) cuando llegasen a la edad
adecuada. El hijo varón sano, en cambio, era bien recibido no solo porque cuando creciese podría ayudar
con su trabajo, sino porque las creencias romanas religiosas indicaban que después de la muerte
del paterfamilias, se había de cuidar la tumba y la realización de sacrificios en las épocas del año dictadas
por el pontifex ya que si no se hacía así, el alma del muerto (Manes) no entraría en el paraíso.
Si todo iba bien, como decían los romanos, in suo tempo y in suo anno, a los ocho días del nacimiento
era recibido en una solemne ceremonia por su gens recibían su nombre y se les colocaba una cadena al
cuello con una pequeña caja redonda llamada bulla en la que colocaban , conforme pasaban los años
hasta la mayoría de edad, amuletos protectores ( en el caso de las niñas, era al noveno día y sin bulla por
supersticiones) ya que el romano era el pueblo más supersticioso del mundo (ya hablaremos de ello en
otro capítulo).
Desde los primeros años se les enseñaba que la familia a la que pertenecían, constituía una unidad militar
y política, y que todos los poderes se concentraban en el paterfamilias, la patria potestas, y que sólo éste
era el propietario de todo, podía comprar, vender, castigar a cualquier miembro de la familia, incluída la
esposa. los hijos solo se liberaban de la patria potestas del paterfamilias cuando se casaban, y si era
mujer, pasaba a depender de la patria potestas del nuevo marido. Pasados los primeros siglos, la
disciplina y las leyes paternales o familiares se fueron suavizando pero siempre bajo la disciplina del
pater.
En la casa, la madre era denominada domina y no estaba confinada en el gineceo como les sucedía a
las mujeres griegas, participaba en la educación de los hijos y, como en las costumbres etruscas, comía
con su esposo pero no en triclinio, sino sentada en una silla. Con el tiempo, cuando los romanos
comenzaron militarmente a anexionarse otras tierras, el uso de esclavos se hizo usual y el papel de la
domina se relajó , de hilar lana con la rueca, labrar, cocinar y atender a los hijos a solamente vigilar a los
esclavos en las tareas domésticas (por supuesto las clases adineradas que se podían permitir comprar
un esclavo ).
A los hijos se les enseñaba que en el hogar, lar, la llama no se podía extinguir nunca y había que
alimentarla siempre con leña y quemando cada mañana algo de alimento como ofrenda ( esta llama
representaba a Vesta, diosa de la vida, que también disponía de un templo en el foro y una casa en la
que habitaban las vestales, mujeres vírgenes que se encargaban entre otras cosas, en mantener la llama
de Roma). En las paredes de la casa siempre había un hueco donde se suponía estaban
los Lares y Penates, espíritus domésticos que protegían la casa y los campos. En la puerta de entrada a
la casa, en ambos costados, se encontraba la cara del dios Jano Bifronte ( dos caras), una vigilaba el
interior y la otra el exterior, y en el recibidor como si fuera hoy día el mueble típico, había un pequeño
altar para los Manes o almas de los antepasados, que siempre estaban en guardia. se les enseñaba que
todos ellos, los vivos, las almas y los dioses domésticos formaban un todo que debía cuidarse diariamente
y que el paterfamilias, en nombre de los dioses y espíritus familiares, daba las órdenes y ejecutaba los
castigos. Como dijo Cicerón, si en algo sobresale el romano es en ser el más religioso de los pueblos.
La vida religiosa en la que el niño/niña se veían inmersos los disciplinaba con rígidas liturgias y el respeto
por las fórmulas ceremoniales ya que los dioses domésticos o indigeteseran muchos y muy escrupulosos
en lo concerniente a las fórmulas y las formas ( un ejemplo que puede servirnos de ilustración sobre
éstos: los romanos se dirigían a Abeona para que les enseñase a dar los primeros pasos, a Favolino para
pronunciar las primeras palabras, a Pomona para que las peras creciesen bien en el huerto, a Saturno
para que les auxiliase a plantar el huerto, a Ceres para que les permitiese segar, a Estérculo para que
las vacas defecasen suficiente abono en la cuadra, etc..) y siempre estas "plegarias" iban dirigidas con
fines prácticos.
A esta curiosa formación del caracter y del espíritu, seguía a los seis o siete años la formación e
instrucción. En época monárquica y principios de la república, quedaba confiada a la familia, y raramente,
ni tan solo en las familias acomodadas, se delegaba a algún esclavo o liberto (ex esclavo). La costumbre
de delegar en un gramaticus y retoricus griego, comenzó en Roma a partir de la última guerra púnica y la
conquista de Grecia con la helenización del mundo romano. Hasta el siglo II a.c. las materias eran pocas
y muy sencillas, un poco de lectura, escritura, gramática, aritmética e historia. Por supuesto que todo esto
se aplicaba a los hijos de familias patricias y poco más. La mayoría de las familias romanas sobrevivían
como podían y sólo la religión fue universal. En el capítulo de Religión romana lo veremos.
Los antiguos romanos conocían una tinta que obtenían de algunas raices muy comunes en la zona y con
ella mojaban una punta metálica stilo y escribían sobre unas tablas de madera lijada. Ya en el siglo IV
a.c. se crearon el pergamino (desde la ciudad de Pérgamo con papel de lino) y el papiro en Egipto pero
eran demasiado caros para usarlo en el aprendizaje. Además en estas primeras épocas, la lengua
romana escrita era de una sintaxis de pocas vocales y sin separación entre palabras que unido a la falta
de matices, solo se adecuaba para la escritura de códigos y leyes como los fasti consulari, libri magistrati,
Annales, ... pero no para otros usos como la poesía o la narración. por este motivo en los primeros siglos
de Roma no había ninguna necesidad cultural y la historia romana pasó oralmente de padres a hijos a
través de relatos que impresionasen a los críos como las leyendas de Rómulo, rapto de las sabinas, los
Horacios, etc... (entre el VII al III a.c.) , y ya a partir del III a.c. algunos romanos, para elevar el espíritu,
aprendieron el griego, mucho más rica, con matices y muy flexible, que permitía escribir obras teatrales,
filosóficas e incluso hilarotragedias. Plauto, en época de los Escipiones, comenzó a escribir comedias
con sentido del humor ( su primera obra fue Asinaria ) a las que llamaron hilarotragedias y Fabio Pictor,
textos de historia sobre el 240-200 a.c.. En el 240 a.c., Livio Andrónico, griego y esclavo de los romanos
tras la captura de Tarento, comenzó a escribir en latín antiguas obras griegas como la Odisea de Homero,
esta primera obra de Livio fue estrenada en los ludes de ese año 240 a.c. y entusiasmó a los romanos
que la vieron. A partir de Livio Andrónico y Plauto, los romanos que nunca habían visto espectáculos
parecidos y divertidos, fueron aficionándose a estas nuevas ideas y poco a poco, ya en el siglo I a.c. se
les reconoció a los poetas a nivel gobernativo, la categoría de ciudadanos, permitiendo la corporación
social de los miembros con sede en el templo de Minerva en el Aventino.

Leer más: http://romantigua.webnode.es/vida-y-costumbres-romanas/familia-y-gens/


Introducción

Este trabajo habla de la familia en la época de roma, habla de las responsabilidades de cada uno de los
miembros de la misma, de las obligaciones así como de los derechos, de la denominaciones y
jerarquías, de cómo se podía llegar a ser parte de una familia romana, y como se podía llegar a perder
este derecho.
Eran los tiempos en los cuales el paterfamilias podía disponer de todo cuanto poseía como bienes,
incluyendo los esclavos, y en cierta forma, de la vida o muerte de los hijos (jus vitae necisque), en
cuanto al tema de la Patria Potestad y su vinculación directa con el Derecho de Familia, por no discutir
entre quienes piensan que el Derecho de Familia, más que de Derecho Privado, ha pasado a ser parte
substancial del Derecho Público, por ser el Estado el principal protagonista de este tipo de Derecho o
en todo caso, un tercer tipo de Derecho que reúne particularidades del Privado y Público
simultáneamente.
La Familia Romana

En Roma una familia estaba integrada no sólo por las personas ligadas por vínculos de sangre, i.e.,
cónyuges e hijos, sino también todos los que dependendian del "pater familias" (esclavos, libertos
y clientes). Una familia romana, era mucho más amplia que una familia actual y podía estar formada por
cientos de personas.
La familia romana era un pequeño país donde el padre era el gobernante, con derechos establecidos
sobre sus integrantes y responsabilidad legal por ellos ante la sociedad. Desde un principio Roma se
había organizado en gens, en manzanas donde vivían gentes unidas por un mismo apellido; vivían en
familia, pero en familia directa, con un solo padre, con una sola autoridad, y en régimen monogámico.
El Pater Familias:
Tenía la obligación de mantener a la familia, representarla políticamente y oficiar los ritos religiosos
domésticos. Tenía autoridad sobre todos los miembros de su familia, incluso decidir sobre su vida o su
muerte.
Los Hijos:
Los hijos, por oposición a los esclavos, son llamados a veces "liberi/-orum", término que procede del
adjetivo "liber/-era/-erum: libre". A pesar del nombre, la situación jurídica de los hijos difiere poco de la
de los esclavos ya que la "patria potestas" daba al "pater familias" un enorme poder sobre ellos.
Este poder se sustanciaba en los siguientes derechos:
 "Ius exponendi", derecho a aceptar o no dentro de la familia al recién nacido.
 "Ius vitae necisque", derecho a ordenar la muerte de cualquiera de los hijos.
 " Ius vendendi", derecho a vender a los hijos como esclavos.
La Esposa:
La situación de la esposa estaba condicionada por el tipo de matrimonio que la uniera a su marido.
Existían dos clases: el más antiguo era el matrimonio "cum manu". En virtud de este matrimonio el
padre renunciaba a la patria potestad sobre su hija para asumirla el esposo. El matrimonio "cum manu"
fue sustituido por el matrimonio "sine manu", en que el padre, a pesar del matrimonio, conservaba la
"patria potestas" sobre la hija. Esta circunstancia daba cierta independencia a la mujer. Este
matrimonio se podía disolver por iniciativa de cualquiera de los cónyuges (la esposa debía consultar
con sus padres). El trámite era muy simple y rápido. Consistía en enviar a la pareja una nota con este
mensaje: "Tuas res tibi habeto".
Esclavos:
Los esclavos eran personas privadas de libertad, explotadas como fuerza de trabajo, a las que se podía
comprar y vender como vulgares mercancías.
En Roma la condición de esclavo podía adquirirse por varias vías: Por nacimiento. Todo hijo de una
esclava se convertía automáticamente en esclavo del dueño de su madre, eran particularmente
apreciados por su fidelidad y recibían el nombre de "vernae". Por derecho de conquista. Los romanos
subastaban ("sub hasta") como esclavo a todo enemigo capturado en el curso de una guerra. Esta
costumbre pervivió hasta la Edad Moderna. Por insolvencia. Un deudor insolvente podía ser reducido
a esclavitud por sus acreedores. El dinero obtenido de la venta era destinado a cubrir la deuda
contraída. Por exposición o venta. Era habitual en Roma abandonar a los hijos recién nacidos si no
eran acogidos en el seno familiar. Los bebés expuestos podían ser recogidos por cualquiera para
criarlos y venderlos como esclavos. Los esclavos eran comprados y vendidos por los "mangones".
Los niños esclavos eran considerados frecuentemente como juguetes, pues en ese tiempo los juguetes
de los niños eran animales (aves, perros, conejos (para las niñas)), aunque también existían casos de
verdadero afecto. Los niños y adolescentes esclavos favoritos eran liberados, teniendo casi en todo los
mismos derechos que los nacidos libres (joyas, cortejos, vestidos de príncipe), salvo en el atuendo
característico (praetexta) de los nacidos libres.
Libertos:
Los libertos eran esclavos manumitidos, liberados por su amo. Era frecuente que el "pater familias"
manumitiera, concediera la libertad, a los esclavos más fieles y laboriosos, sobre todo en su
testamento. Jurídicamente los libertos, a pesar de ser libres, eran ciudadanos incompletos ya que
tenían derechos civiles (casarse con una romana,), pero no políticos. Sus hijos, en cambio, ya gozaban
de la plenaciudadanía.
Los libertos nunca llegaron a formar una clase social, sobretodo porque los hijos de los libertos eran
considerados libres, nacían libres. Los libertos eran casi todos comerciantes o artesanos, y era bastante
frecuente que llegasen a ser más ricos que los propios amos o que cualquier noble.
Clientes:
Los clientes eran ciudadanos libres que habían establecido una relación de apoyo y socorro mutuo con
otros "pater familias" mejor situados social y/o económicamente que ellos. Estos "pater familias"
recibían el nombre de patronos.
El cliente debía prestar al patrono: Apoyo electoral e incluso militar; presentarle sus respetos todas las
mañanas ("salutatio") a cambio podía contar con la ayuda del patrono en los pleitos y en las
dificultades económicas. De hecho los que carecían de medios recibían en la "salutatio" una cestita, la
"sportula", con alimentos para el día.
Parentesco:
Parentesco viene del padre o la madre, el abuelo u otros ascendientes de quien se desciende. Los
romanos entendían el parentesco en dos sentidos: el parentesco del derecho civil y el natural; cuando
concurren ambos derechos, se contrae un parentesco natural y civil a la vez.
Tipo de Parentesco: "Agnatio" y "Cognatio".
El natural, es el que deriva de las mujeres cuando tienen hijos ilegítimos; es natural y civil, cuando
derivan de un matrimonio legítimo.
El parentesco natural se llama así o se le denomina "cognatio", y el civil es designado
corrientemente "agnación", que es el que viene por línea del varón.
La "agnatio" es el parentesco civil fundado sobre la autoridad paterna, ya que del paterfamilias
dependía la composición de la familia, siendo libre de cambiarla a su arbitrio. Cuando muere el cabeza
de familia, los que le estaban sometidos empiezan a constituir distintas familias, pero continúan unidos
por el parentesco agnaticio.
La "cognatio" es el parentesco que une a las personas descendientes unas de otras en línea directa o
que descienden de un autor común, sin distinción de sexo.
Clases Y Grados De Parentesco:
Tenemos el parentesco natural y el parentesco por afinidad. En el primero se distingue: a) el
parentesco en línea directa o recta, que se divide en dos: la ascendente y la descendente, de la
primera derivan por el segundo grado las líneas colaterales. El parentesco en línea recta es aquel que
une a dos personas, de las cuales una desciende de la otra y b) el parentesco colateral, que es
aquel que une a dos personas que descienden de un mismo autor, sin que la una descienda de la otra,
como los hermanos y sus descendientes los tíos paternos y maternos. El parentesco por afinidad es
el que se origina por el matrimonio y lo forman los parientes de uno de los esposos y los parientes del
otro. En el parentesco por afinidad no hay grados.
Nacimiento:
Cuando un niño nacía era depositado por la comadrona en el suelo. Si el padre aceptaba al hijo, lo
recogía u ordenaba que fuera amamantado; en caso contrario era abandonado en un vertedero o junto
a la columna Lactaria.
Las causas que llevaban a un padre a rechazar a un hijo eran muchas (defectos físicos, dudas acerca
de la paternidad, ...). Eso sí, era más fácil que fuera expuesta una niña que un niño.
La exposición de un hijo no deseado era una práctica tan habitual en Roma que ni
las leyes consiguieron frenarla (desde Rómulo existía una ley de dudosa eficacia que penaba con la
confiscación de la mitad del patrimonio el abandono de un varón o de una hembra, si ésta era la
primera hija).
Costumbres de la Familia Romana

El patriarca se encargaba por las mañanas de repartir las tareas domésticas a los esclavos y de atender
a su contador que le traía las cuentas del negocio todas las mañanas. El padre era sobretodo el dueño
del patrimonio, tenía claros derechos de autoridad sobre las mujeres (esposa, hijas), los hijos y los
esclavos, pero también era el representante legal ante los actos de los hijos. Si un hijo cometía delito,
también el padre era culpable. El padre era también juez, pues resolvía litigios al interior de su pequeño
reino. En las familias nobles el padre no veía a los hijos sino hasta la noche, por eso el cristianismo y
su amor filial para con el padre "debió producirles a los paganos el efecto de una intimidad un poco
repugnante y de una humildad servil; tenía que parecerles algo plebeyo".
Los hombres libres de familias acomodadas no andaban casi nunca solos, no se vestían ni se calzaban
nunca ellos mismos sino que lo hacían por ellos los esclavos (lo que si hacían solos era lavarse los
dientes). Ni siquiera en la alcoba conyugal estaban solos, había siempre a mano un esclavo, durmiendo
frecuentemente detrás de la puerta. Las damas debían salir de casa siempre en compañía: una señorita
de compañía (comites) y un caballero de servicio (custos), aunque sus salidas eran poco frecuentes y
las más conservadoras salían semi veladas. Tampoco los jóvenes debían salir sin un custodio.
En cuanto a las señoras romanas, sabido es que se casaban poseyendo una dote, que no siempre
pasaba en manos del marido, quien en cierta forma, cargaba también una dote toda su vida (su
testamento). La tradición romana estipulaba que una mujer que se separaba del marido regresaba con
el padre, pues la hija era algo así como un préstamo del padre al yerno. Las habían fidelísimas a su
marido, a quien seguían al exilio e incluso al suicidio, y otras que tomaban a cargo todas las labores del
padre de manera muy eficiente, y finalmente, algunas que se casaban con una fortuna mayor a la del
marido, y que solían rechazar su autoridad. Las mujeres libres eran frecuentemente ociosas, muchas
pasaban el día hilando en el huso, pero unas pocas ayudaban al marido sobre todo en lo contingente a
la contabilidad del hogar.
Un personaje típico de la romanidad, por levantar siempre abundantes comentarios, era el de la viuda;
aquella era sumamente codiciada y casi siempre tenía una corte de pretendientes; era considerada
"irresistible" por no tener amo alguno, y por tener en su poder toda la herencia. Podía tranquilamente
volver a casarse con quien quisiera, e incluso el concubinato era tolerado, siempre y cuando existiese
una promesa explícita de matrimonio.
Las jovencitas, en cambio, debían mantenerse vírgenes, o al menos, llevar sus relaciones en el más
estricto secreto. El concubinato era aceptado, en un principio considerándolo como un término
peyorativo pero con el tiempo como algo normal u "honorable"; tenía incluso bien determinados sus
aspectos jurídicos. El concubinato debía asemejarse lo más posible al matrimonio, los hijos de una
pareja de concubinos eran considerados ilegítimos y no tenían derecho a la herencia paterna, más si a
la materna. La concubina debía ser una mujer libre (viuda (vidua) o divorciada) puesto que los esclavos
no tenían derecho a casarse.
Entre los romanos, eran los padres de familia quienes decidían si aceptaban o no al recién nacido.
La señal de aceptación la daba el padre cuando lo levantaba del suelo donde lo había dejado la
matrona: el padre lo tomaba o acogía (tollere) con tal acto. Si por el contrario no lo aceptaba, el hijo era
expuesto, es decir, era dejado en algún basurero público o en algún domicilio; en tal caso los recién
nacidos o bien morían, o bien eran recogidos por tratantes de esclavos que lo alimentarían para
posteriormente venderlo.
Los criterios usados para abandonar a los recién nacidos (niños expósitos) eran diversos: a los
malformados se los exponía siempre, los pobres los exponían por no tener con qué alimentarlos; la
clase media prefería tener menos hijos para poder educarlos mejor. En el campesinado de las
provincias orientales, la familia que había llegado a un máximo tolerable de hijos regalaba los sobrantes
a otras familias que los aceptaban gustosos (más trabajadores para la familia); aquellos hijos regalados
eran llamados threptoi (tomados a cargo). Pero incluso los ricos llegaban a no desear un hijo,
frecuentemente por cuestiones legales de testamento. Los niños expuestos rara vez sobrevivían: los
ricos no lo querían ver más mientras que los pobres guardaban algunas esperanzas de que el niño
fuese acogido.
El Matrimonio en la antigua Roma

El matrimonio entre los romanos no era respaldado por escrito; había una ceremonia con testigos
donde además era entregada la dote de la mujer (si es que tenía una), y por supuesto también una
fiesta.
No había tampoco ningún alcalde o párroco que presenciara necesariamente la ceremonia. Era un acto
privado "que ningún poder público tenía porqué sancionar", pero era obligatorio llevar testigos.
Tipos de Matrimonios:
Matrimonio "Cum Manu" y "Sine Manu"
La "manus" acompañaba casi siempre al matrimonio para que la mujer pudiera entrar a la familia civil
del marido, caer bajo su potestad y ocupar con respecto a él el lugar de una hija, participar en su culto
privado y poder heredarlo como "heres sua" (heredera suya).
En el matrimonio "sine manu" la mujer no salía de su familia natural, no haciéndose agnada de la familia
de su marido, éste no adquiría sobre ella ninguna potestad; la mujer ocupaba ante el marido el mismo
plano de igualdad, no se le consideraba con respecto a él (como en el matrimonio "cum manu-loco
filiae) en el lugar de una hija.
La convivencia de una pareja era tolerada; así lo demuestra la diferencia que había entre matrimonios
con mano (cum manum) y las uniones sin mano (sine manu), en el primer caso la mujer pasaba
oficialmente a obedecer a su marido, mientras que en el segundo caso, a pesar de dejar la casa, la
mujer seguía bajo el mando de su propio padre.
El adulterio era algo grave que daba derechos al padre o al marido de matar a su hija o esposa, y
también al amante. Sucedía cuando un hombre, casado o soltero, era sorprendido en el acto con una
mujer casada. Si la mujer era soltera, o si era una prostituta o extranjera o esclava, no se consideraba
adulterio, aún si el hombre con el que era sorprendido era casado.
El matrimonio tenía relación con asuntos legales, sin que la falta de un documento escrito representase
un problema pues siempre se efectuaban las debidas investigaciones. Tenía relación con el patrimonio
(sobre todo en lo relativo a la herencia), con la legitimidad de los hijos y con la dote, sobretodo porque
el divorcio era perfectamente legal. El divorcio era tan informal como el matrimonio, y bastaba con que
uno de los dos cónyuges se decidiera y celebrara el acto ante testigos. La mujer, tanto si ella se había
separado como si había sido repudiada, se llevaba su dote; los hijos en cambio, al parecer, se
quedaban con el padre. Se divorciaban y volvían a casar con mucha frecuencia, por lo que era normal
ver en una casa hijos de distintas madres, además de los adoptados.
Requisitos para Contraer Matrimonio:
 La "Pubertad": Con esta palabra se designa en el hombre la aptitud de engendrar y en la mujer la de
concebir. La edad de la pubertad se fijó para los varones los catorce años y las mujeres eran núbiles a
los doce.
 Consentimiento de los contrayentes: El consentimiento recíproco de las partes es necesario para
contraer matrimonio.
 El consentimiento del paterfamilias: El derecho de los ascendientes para consentir o prohibir el
matrimonio de sus descendientes deriva de la potestad paterna, de la cual es un atributo.
 El "connubium": Que es la aptitud legal para contraer las "iustae nuptiae-connubium est uxoris iure
ducendae facultas". Tendrán "connubium" los ciudadanos romanos, los "latini veteres" y aquellas
personas a quienes por concesión especial se otorgue esta ventaja.
Impedimentos para Celebrar el Matrimonio.
 Impedimentos que resultan del parentesco.
 Impedimentos resultantes de la afinidad. La afinidad es el lazo que une a un esposo con los parientes
del otro.
 Otros impedimentos. El matrimonio anterior no disuelto.
 Impedimentos por razones políticas y sociales.
Disolución del Matrimonio:
 Por la esclavitud: como pena del derecho civil y por la pérdida de la ciudadanía
 Por cautividad: pero el matrimonio se considera subsistente si los dos esposos son hechos prisioneros
y juntos obtienen la libertad.
 Por muerte de uno de los esposos: La viuda debía guardar luto durante diez meses.
 Por divorcio: En Roma fue un principio generalmente admitido que el matrimonio podía disolverse con
entera libertad, tal como se contraía.
El Divorcio:
Es la ruptura voluntaria del lazo conyugal; puede resultar del consentimiento mutuo de los cónyuges
("bona gratia"), o de la voluntad de uno solo, en cuyo caso se dice que es por repudio. El divorcio por
repudio puede hacerse cuando hay motivo legal: infidelidad, atentado contra la vida del cónyuge; y
cuando no hay causa para repudiar, en cuyo caso se castiga al cónyuge generalmente con pérdidas
patrimoniales.
Otras Uniones Matrimoniales.
El Concubinato: debió su frecuencia a las disposiciones que prohibían el matrimonio entre los
ingenuos y los libertinos. Se tomaba por concubina a aquella con quien el matrimonio estaba vedado.
El concubinato se contrae sin las formalidades de las "iustae; es necesaria la pubertad de las partes; no
se requiere el consentimiento del paterfamilias; no podrá contraerse entre personas cuyo parentesco o
afinidad los volvería incapaces para contraer "iustae nuptiae". El concubinato es incompatible con el
matrimonio no disuelto, no pudiéndose tener a la vez esposa y concubina.
Costumbres Matrimoniales:
La edad mínima para el matrimonio era de catorce años para los hombres y de doce años para
las mujeres. Para poderse casar debía haber consentimiento mutuo y además aprobación por parte de
ambos padres. La fecha preferida para casarse era en junio, poco antes del solsticio de verano (21 de
Junio), cuando el sol está en su apogeo. Una de las costumbres matrimoniales era la presencia de diez
testigos como también la de los regalos de boda. "La noche de bodas se desenvolvía como una
violación legal" pero habían también algunos hombres que respetaban la timidez de su mujer, solo que
en tales casos la sodomizaban.
El día antes de la boda la novia dedicaba los juguetes de su infancia a su Lares familiar (dios familiar
representado en estatuillas a la entrada de la casa cuya función era protegerlos de los extraños), y
también su bulla (collar protector del mal de ojo que usaban desde el octavo día de nacidos). El día de
la boda se iniciaba con un cortejo; se encendían antorchas que seguían un camino hacia la casa del
novio. La prometida, que iba con un velo en su rostro, era acompañada por tres niños que debían tener
a sus padres aún con vida. Dos niños iban tomados de la mano al lado de la novia, mientras que el
tercero iba delante con una antorcha de espino que había sido encendida anteriormente en la casa de
la esposa. Se consideraba que los restos de esta antorcha tenían la capacidad de otorgar longevidad.
Se sentaba a los novios uno al lado del otro, ambos con la cabeza cubierta por un velo, en
un banco cubierto con piel de oveja ofrecida en un sacrificio. Después continuaba con un acto en el que
el novio daba una vuelta a la derecha del altar, tomaba un poco de sal y un pan redondo de espelta
(una variedad de trigo), el panis farreus, que ambos compartían. Tal acto consagraba la unión y la mujer
pasaba en ese momento de las manos del padre a las manos del flamante marido.
Conclusión

La familia está organizada en Roma sobre la base del patriarcado; el papel del paterfamilias era el
principal y de ahí que la madre ocupara un lugar completamente secundario. La familia se desarrollaba
exclusivamente por vía de los varones, la mujer al casarse salía de su familia civil para pasar a formar
parte de la familia del marido.
La familia son muchas personas que están bajo la potestad de otro, como el paterfamilias, la
materfamilias, el filiusfamilias, la filiafamilias y los demás descendientes.
Paterfamilias. Es aquel que tiene el señorío en su casa y se le designa correctamente con este nombre
aunque no tenga hijo, pues el término no es sólo de relación personal, sino de posición de derecho. Es
paterfamilias el varón que es "sui iuris" cualquiera que sea su edad. El jefe de familia tiene bajo su
potestad a sus hijos y demás descendientes sobre los cuales ejercerá la "patria protestas". También se
encuentra bajo su potestad su esposa, si la tiene "in manu", sus esclavos y una persona libre cuando la
tiene "in mancipium". Compartiendo el hogar con el paterfamilias, pero desempeñando un papel
secundario, tenemos a la materfamilias, que es la que vive honradamente, pues se distingue de otras
mujeres por sus costumbres, dando lo mismo que sea casada o no, ya que ni el matrimonio, ni el
nacimiento hacen a una mujer de familia, sino las buenas costumbres.
Los romanos entendían el parentesco en dos sentidos, el parentesco natural se llama así o se le
denomina "cognatio", y el civil es designado corrientemente "agnación", que es el que viene por línea
del varón.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos101/familia-romana/familia-


romana.shtml#ixzz4KdV4Eq3Z

Derecho de las familias


LAS LEGIONES DE JULIO CÉSAR

LA FAMILIA ROMANA: PATER FAMILIAS, ESPOSA, HIJOS, CLIENTES Y ESCLAVOS.

La base de la sociedad romana fue la familia, la familia integrada de pleno en la gens, la tribu a la que
pertenecía que a su vez se integraba en una sociedad formada por otras tribus formadas por familias,
ramas todas ellas de un mismo árbol fuerte. La sociedad romana era clasista. Había dos clases
principales de ciudadanos, los patricios y los plebeyos, los patricios eran los descendientes de
aquellos patres que formaron el primer senado instituido por Rómulo al fundar la ciudad en 753 aC, y
los plebeyos eran los demás, el pueblo llano que diríamos ahora, que gozaba de ciudadanía pero que
tuvo que luchar duro para arrebatar a la aristocracia sus derechos. Entre los patricios también había
clases, había aristócratas de linaje remontado hasta la guerra de Troya como la gens Julia a la que
pertenecía Julio César y aristócratas salidos de la nobleza rural local, los que los de rancio abolengo
llamaban "Hombres Nuevos" y a los que solían mirar como a inferiores. Catón ,Cicerón y Pompeyo
militaron en el bando de la aristocracia ultraconservadora, los optimates, sin embargo no pertenecían a
la aristocracia. Todos ellos eran considerados por los "verdaderos romanos" como Hombres Nuevos,
quizá por ello sentían la necesidad de demostrar continuamente lo romanos que eran... ya se sabe que
no hay peor inquisidor que el converso.
Todos los romanos pertenecían obligatoriamente a una gens, a una tribu. Si ya estaban inscritos en una
en ella permanecían hasta su muerte, si eran libertos, esclavos manumitidos a los que se concedía la
ciudadanía romana, eran inscritos en el registro de tribus y se les asignaba una. Como hemos visto, los
romanos tenían tres nombres, el praenomen, el nomen y el cognomen, elnomen, siempre acabado en
IO era el nombre de la tribu a la que pertenecían, así Cayo Julio César pertenecía a la tribu Julia, como
Publio Rutilio Rufo pertenecía a la tribu Rutilia, o PublioOvidio Nasón pertenecía a la tribu Ovidia.
Había tribus de carácter aristocrático que con el tiempo habían creado una rama plebeya, pero en
tiempos de César la distinción entre los nobles y los plebeyos era clara y diáfana y estaba
perfectamente reglamentada en todos los aspectos.
Como base esencial de esta sociedad, la familia estaba también perfectamente reglamentada. Los
romanos fueron un pueblo que amaba el orden por encima de todo y en Roma todo (menos las calles)
estaba perfectamente ordenado. Cada unidad familiar constaba de un pater familias o padre de familia
bajo cuya autoridad y tutela se hallaba la esposa, los hijos, los esclavos de su propiedad y los clientes,
si la familia era lo bastante importante como para tenerlos.
El PATER FAMILIAS era el dueño legal del hogar y de todos sus miembros. En una sociedad patriarcal
típica de la Antigüedad él era el que trabajaba para sostener la casa y tomaba las armas en caso
necesario para defenderla y por tanto era la pieza sobre la que giraba toda la familia. Era él el que tenía
la responsabilidad de dirigirla de manera adecuada s sus intereses no sólo dentro de la propia unidad
familiar, sino de la gens a la que pertenecía y a la que estaba unida por vínculos sagrados.
El pater familias es la máxima autoridad familiar gracias a la Patria Potestad de que dispone, por la cual
él es la ley dentro de la familia y todos los demás miembros deben obediencia a sus decisiones. La
Patria Potestad no fue sólo un hecho jurídico reglamentado, sino, como todo en Roma, una
consecuencia de la Tradición que los romanos seguían por considerarla sagrada. Gracias a ello,
el pater familias tenía poder legal sobre todos los miembros de su familia además del poder que le daba
ser su mantenedor económico o su representante ante los órganos políticos de Roma.
La ESPOSA romana tenía más libertad que la esposa ateniense clásica y mucha más que durante
épocas posteriores. Sobre la situación de la mujer es necesario decir que las sociedades entonces eran
patriarcales, es decir, su base política, económica y militar era masculina, el hombre era el que
aseguraba el sustento de la familia y de la sociedad entera con su trabajo y el que la defendía con las
armas en caso de guerra, por lo que su papel era preponderante. Tratar de mirar las sociedades
antiguas con nuestros ojos es un error propio de mentes deficientes. Hoy la situación del hombre y de la
mujer se ha equiparado considerablemente en los países de cultura occidental, lo cual es de agradecer
aunque aún quede parte del camino por recorrer. Hoy la mujer trabaja, sostiene el hogar con su
esfuerzo económico y ésa es la clave de su equiparación, incluso la mujer ha accedido en lo últimos
años a puestos sociales antes vedados como el servicio en el ejército demostrando que es igual de
capaz que un hombre a la hora de conducir un taxi, pilotar un avión o gobernar una nación. Sin
embargo, nada de eso ocurría en épocas pasadas. Con sociedades inmersas en continuos conflictos
bélicos, el papel del hombre dominaba, la sociedad quería hijos para cultivar las tierras y luchar contra
sus enemigos y la mujer tenía un papel secundario, aunque desgraciadamente hoy en día, en pleno
siglo XXI aún existen culturas como la islámica que relegan a la mujer a un papel muchísimo más
degradante, convirtiéndolas en meros objetos animados sin derecho alguno.
Entre las familias aristocráticas romanas solían concertarse matrimonios de conveniencia. Toda la vida
romana estaba reglamentada por contratos, incluso la relugión romana se basaba en contratos entre los
dioses y los hombres, así pues, para que se celebrara un matrimonio era necesario contar con el
permiso de los padres de ambos contrayentes, los matrimonios entre hermanos se consideraban crimen
de incestum (incesto), bajo determinadas circunstancias los primos podían casarse. El matrimonio
podía ser concertado cuando ella cumpliera 12 años y él 14, aunque para la boda formal se esperara a
que ella pudiera desarrollar una vida sexual plena. Este compromiso, que encontramos en las demás
culturas de la Antigüedad (el caso más famoso es el del compromiso de San José con la Virgen María)
podía ser roto por cualquiera de las dos partes sin compensaciones. Durante la ceremonia del
compromiso, nuestra actual "pedida de mano", el novio regalaba a la novia un anillo de compromiso y
otros regalos tanto del novio como de los familiares y amigos. Puesto que normalmente el hombre
aportaba al matrimonio casa y medio de subsistencia con su trabajo, la mujer aportaba una dote en
dinero o bienes como tierras, joyas o propiedades pagada al marido por el padre de la novia. El mes
propicio para las bodas romanas era el mes de junio, dedicado al dios Juno, el de las dos caras, con
una importantísima presencia en la vida romana. La comitiva del novio, familiares, amigos y clientes
llegaba a casa de la novia y allí se celebraba la ceremonia. La novia debía vestirse de una manera
tradicional: una túnica especial, la tunica recta con una cinturón de lana o cingulum herculeum de doble
nudo y cubierta con un velo ritual de color azafrán llamado flammeum, además iba peinada a la manera
tradicional romana, con seis trenzas y una diadema de hierro. Entonces, la novia unía su mano a la del
novio en la dextrarum iunctio en presencia de testigos que daban fe del hecho en el registro, después
se celebraba un sacrificio y después un banquete con música y baile... No, no es que las bodas
romanas se parezcan a las nuestras, es que las nuestras son una versión ligeramente actualizada de
las romanas, y por supuesto, mucho más caras que entonces, claro. Tras el banquete, al anochecer,
todos acompañaban en procesión a los recién casados a su nueva casa. Precediendo a la novia iba un
muchacho con una antorcha encendida en el fuego de la casa del novio, al llegar, el muchacho lanzaba
al aire la antorcha y al que lograba cogerla se le felicitaba ya que aquello era signo de que su vida sería
larga y próspera... hoy en día lanzamos el ramo de la novia, sin duda algo menos peligroso ya que no
hay peligro de chamuscarse los dedos. Una vez ante la puerta de su nueva casa la esposa untaba las
jambas de la puerta con aceite y las adornaba con cintas de lana. Traspasaba el umbral como nueva
señora de la casa y por ello recibía simbólicamente el fuego y el agua de manos de su marido y la
custodia simbólica de las llaves de su nueva casa. Dos damas de honor, casadas por supuesto, la
conducían a su nueva habitación y la preparaban mientras el marido soportaba con buena cara las
bromas de sus amigos. Como todo en Roma, el matrimonio era un contrato y especificaba que su fin
primordial era dar hijos a Roma, así que había que ponerse a la faena sin pérdida de tiempo.
La domina o señora ahora se ocupaba de su nueva casa, las pobres de lavar la ropa, limpiar, hacer la
comida y las ricas de supervisar cómo hacían eso los esclavos. Pronto llegaban los hijos y ella debía
ocuparse de las primeras etapas de su educación como Aurelia se ocupó de la del joven César,
enseñando a su hijo lo que significaba ser romano. Si el esposo se ausentaba su palabra era ley dentro
de la casa tanto para esclavos como para clientes. La mujer romana se sentaba a la mesa en las cenas
formales con los invitados, los hombres recostados en triclinios y ellas sentadas en sillas, aunque en
época de Augusto muchas ya se reclinaban en los triclinos provocando el escándalo de las señoras
más tradicionales. Además tenían libertad para salir de su casa para hacer compras, visitar amigas,
asistir a los espectáculos públicos, a las termas femeninas o a los templos. Mientras estuviera bajo el
techo de su padre la mujer le debía a éste obediencia paternal y mientras estuviera bajo el de su marido
le debía a éste obediencia conyugal. En el caso en que una mujer quedara huérfana y no estuviera
casada, o si lo estaba quedara también viuda se convertía automáticamente en sujeto de pleno
derecho, aunque este caso era considerado por las mujeres de aquella época no como una liberación,
sino como una gran desgracia puesto que quedaban solas e indefensas.
Evidentemente no hay más que repasar la historia de Roma para encontrarnos con un gran número de
mujeres excepcionales, un número enormemente superior al que encontramos en las demás culturas.
¿Por qué? muy sencillo: el sistema familiar romano era muy rígido en la práctica, y eso,
paradójicamente, sirvió muy bien a las mujeres romanas. El hombre era el que mantenía la casa y
además gobernaba el estado y lo defendía con las armas, lo que le ocupaba casi todo su tiempo,
dejando a la mujer romana como dueña de la casa, dueña del hogar. Como en Grecia, la mujer no
participaba en la política, pero a diferencia de las griegas, las romanas supieron encontrar la manera de
influir poderosamente en los acontecimientos políticos. La misma idea de la dignitasromana,
generalmente atribuida a los varones, las favoreció, ya que a buena parte de los hijos de la Loba no les
importaba ser unos calzonazos en casa si una vez cruzado el umbral se convertían en perfectos
romanos con su dignitas a buen recaudo. Así lo hicieron entre otros Cicerón, si bien los chismorreos no
dejaron de correr, pero ante ciertas matronas romanas no es de extrañar que duros romanos en la
batalla se convirtieran en mansos corderitos en su casa.
En un principio la mujer se hallaba bajo la autoridad casi completa del marido, pero la realidad fue
imponiéndose y la situación llegó a equilibrarse durante el último siglo de la República. Baste recordar
que la mujer en Europa no accedió a tal grado de libertad hasta el siglo XX. El divorcio estaba regulado
legalmente, todos los matrimonios podían disolverse con el mero acuerdo de ambas partes sin más,
pero había dos pequeños inconvenientes que disuadían tanto a él como a ella de dar ese paso, y era
que al divorciarse él debía devolver íntegra la dote aportada por la esposa y ella perdía la tutela de los
hijos. así, los sufridos romanos preferían en muchos casos no divorciarse, de ahí la mala fama que
tiene el matrimonio romano, ya que llegados a esa situación lo normal es que ambos cónyuges hicieran
vida "por libre", aunque eso sí, en las cenas de gala los dos esposos sonrientes cogidos de la mano
atendiendo a los invitados... o sea, exactamente igual que ahora pasa en las mejores familias. Bien se
ve que la herencia de Roma es eterna. El adulterio era un tema más serio ya que se consideraba no
sólo deshonroso sino que era además un delito que podía llevar al destierro. De hecho Augusto tuvo
que desterrar a su propia hija Julia por este motivo. En general el adulterio no se tomaba en cuenta si
era consentido por el otro cónyuge y no se hacía público, coa que ocurría en la mayoría de las
ocasiones. Recordemos la famosa frase de Julio César al repudiar a su esposa a consecuencia del
escándalo de la fiesta de la diosa Bona: "la mujer de César no sólo debe ser decente, también debe
parecerlo".
Los HIJOS estaban sujetos a la tutela paterna mientras no formaran su propia familia y se
desvincularan así legalmente de dicha tutela, pero estaban sujetos a la autoridad paterna (la Patria
Potestad) mientras el padre viviera debiendo guardarle respeto y obediencia. Tras el nacimiento el hijo
era presentado a su padre que lo reconocía como suyo cogiéndolo en sus brazos en la ceremonia
llamada sublatus. Si el padre no reconocía al niño éste podía ser abandonado para que muriera,
aunque este extremo no era en absoluto frecuente, ni mucho menos. Si era niña se la adjudicaba un
nombre a los ocho días del nacimiento, si era niño a los nueve días, los niños tenían tres nombres tal y
como hemos visto, las niñas uno sólo. El registro oficial del recién nacido tenía lugar en el templo de
Saturno en un plazo de 30 días desde su nacimiento. En los actos oficiales los hijos varones llevaban
una toga praetexta ribeteada de púrpura y una bula de oro al cuello para simbolizar su pertenencia a la
clase libre de ciudadanos romanos. Hasta los siete años era su madre la que se ocupaba de
enseñarles, desde los siete a los catorce lo hacían en una escuela primaria donde se les enseñaba a
leer, escribir y materias como la aritmética en lo que era el primer escalón educativo romano. Si la
familia podía permitírselo el niño era adiestrado por un profesor contratado que le instruía en casa. Para
acceder al segundo escalón de estudios sobre sobre gramática y literatura se necesitaba a un profesor
particular, un gramaticus que le enseñaba latín y griego. Julio César fue adiestrado en estas disciplinas
por Marco Antonio Gnifón, un gramaticus de origen galo. El tercer escalón era el aprendizaje de la
retórica, generalmente enseñada por un rhetor. César completó este escalón en la prestigiosa
academia de retórica de la isla de Rodas con el maestro Milón, considerado el mejor maestro de
retórica de su época.
Para los varones la mayoría de edad, su ingreso en el cuerpo ciudadano con plenos derechos tenía
lugar a a los dieciséis años aproximadamente y se solía realizar durante las liberalia, las fiestas de Liber
Pater y Libera, el 17 de marzo. El muchacho se desvinculaba de su niñez ofreciendo la toga
praetexta infantil y la bula a los dioses y se vestía con la toga virilis de color lana natural, el orgullo del
ciudadano romano. Después acudía, acompañado de toda su familia, amigos y clientes, a inscribirse
como ciudadano romano de pleno derecho y ofrecía un banquete para celebrar su nuevo estatus.
El nuevo ciudadano lo era porque ya podía ser soldado y defender a Roma de sus enemigos, si se le
consideraba físicamente apto debía cumplir su servicio militar. En tiempos de César, tras la reforma de
Mario el ejército romano era profesional y el servicio militar ya no era obligatorio pero si se quería
acceder al cursus honorum (ver el capítulo correspondiente) lógicamente era necesario servir en el
ejército. Los jóvenes de la aristocracia solían servir como tribunos de los soldados y ésta fue la primera
vez que Julio César se presentó a unas elecciones, salió elegido y partió al Este a desempeñar su
función ganando la corona civica en el sitio de Mitilene.
La prematura muerte del padre de César tuvo importantísimas repercusiones en su vida ya que no sólo
quedó liberado inesperadamente de la Patria Potestad, sino que de hecho quedó automáticamente
convertido en pater familias, con lo que legalmente nadie podía ponerle trabas a sus deseos.
Los CLIENTES estaban considerados como una parte especial de la familia ya que la clientela era una
institución muy arraigada en la sociedad romana. Las familias importantes se vanagloriaban del número
de clientes que tenían y su prestigio y poder dependían en buena parte de ellos.
Un cliente era un romano que se encontraba bajo la protección de otro. A finales de la República
prácticamente todos los romanos eran clientes de otros romanos que a su vez lo eran de otros. Tito
Labieno era cliente de Pompeyo como Marco Antonio lo era de César. El patrón tenía la lealtad política
de su cliente y a su vez debía protegerle y ayudarle cuando lo necesitara. Se preocupaba de buscarle
alojamiento si lo perdía, de encontrarle una buena esposa, se asistirle legalmente o de prestarle dinero
y el cliente apoyaba todos los proyectos de su patrón votándole, asistiendo a sus fiestas, haciéndole la
"pelota" al fin y al cabo. Esta situación era de gran importancia en aquella Roma, ya que las fuerzas
políticas necesitaban el mayor número de clientes posible, y cuanto más importantes fueran mejor.
Los ESCLAVOS formaban parte de la sociedad romana y de todas las sociedades de aquella época, y
desgraciadamente de otras épocas también. La esclavitud en aquellos tiempos era algo completamente
normal, los esclavos lo eran porque habían sido derrotados en una guerra, porque habían sido vendidos
por no haber podido hacer frente a las deudas, por castigo legal o simplemente porque nacían de
padres esclavos. En Roma al menos tuvieron el derecho de poder comprar su libertad y de incluso ser
ciudadanos romanos. Los esclavos recibían un sueldo que dependía de sus amos, como de sus amos
dependía el trato que recibían, según la calaña del amo la falta se sancionaba con una reprimenda o
con latigazos, el amo tenía potestad legal incluso para matar al esclavo si éste cometía una falta grave.
Con el dinero ahorrado el esclavo podía comprar su libertad a su amo o bien éste, después de años de
leales servicios le manumitía, es decir, le liberaba y así el esclavo, convertido en liberto podía ser
inscrito en el censo de ciudadanos romanos, incluso adoptando el nomen de su antiguo dueño y
convirtiéndose en cliente suyo. Los dos principales ministros del emperador Claudio, Pallas y Narciso,
eran libertos, esclavos liberados. En Roma, en medio de la más espantosa situación como era la
esclavitud, siempre existía la posibilidad de salir de ella, cosa que en otras culturas nunca ocurrió. Si la
esclavitud es algo deplorable, algo que nos avergüenza a los que creemos en la libertad del ser
humano, pensemos que aún hoy, en el siglo XXI existe la esclavitud en países como Sudán, y eso es
algo ante lo que no podemos volver la vista.
En conjunto, la familia romana funcionaba como un micro universo en el que cada miembro tenía un
papel definido, cada una de ellas tenía un pater familias y cada gens tenía a su líder natural.
Recordemos el papel de Sexto César, primo de Julio César, siempre apoyando en todo a su primo o el
de Quinto Cicerón, simpatizante de César pero incapaz de vulnerar el pacto sagrado que lo unía a su
hermano mayor, Marco Tulio. Todo en Roma formaba parte de una maquinaria única en la que cada
pieza, familia o gens, encajaba como un perfecto engranaje.

La Primera Familia
Lunes, 16 de agosto 2010
Ningun cristiano sano cuestiona el origen de la familia. La Biblia lo expone ante nosotros en términos
inequívocos. Dios creó a la familia, y punto. Pero ¿por qué? Dios respondió a esa pregunta en el tiempo
del Antiguo Testamento antes de que los escritores del Nuevo Testamento tomaran su pluma. Para
obtener la perspectiva divina sobre la familia, tenemos que regresar, y volver, al principio.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen inigualable claridad acerca de los orígenes. Eso es lo que
significa el nombre de Génesis, principios, u orígenes. En el Génesis se descubre el origen del
universo: tiempo, espacio y materia, el inicio de la historia humana: el hombre, el pecado y la redención,
y el comienzo de la cultura: las costumbres, lenguas y naciones. En el centro y el corazón de la historia
humana, la formación de la familia puede ser el relato más importante de todo el libro de Génesis. Eche
un vistazo a la primera familia.
Según la Biblia, Dios mismo ordenó la familia como la célula básica de la sociedad humana, porque
considera que “no es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18). Este versículo se destaca
marcadamente en la narración bíblica de la creación, porque como la Escritura describe los días
sucesivos de la semana de la creación, el texto puntualiza cada etapa de la creación con las palabras
“Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 25 cursiva nuestra). La bondad de la creación
surge como el tema principal de Génesis 1, y la declaración “Y vio Dios que era bueno” se repite una y
otra vez, como el estribillo después de cada estrofa de una canción larga. Entonces, finalmente,
después del sexto día de la Creación, se nos dice con énfasis, “vio Dios todo lo que había hecho, y he
aquí que era muybueno” (v. 31, la cursiva es nuestra).
Pero entonces Génesis 2:18 nos lleva de nuevo al final del día seis y revela que justo antes de que Dios
terminara su trabajo creativo, sólo una cosa quedó que “no era bueno.” Cada aspecto de todo el
universo estaba terminado. Cada galaxia, estrella, planeta, roca, grano de arena, y molécula pequeña
estaba en su lugar. Dios había creado todas las especies de seres vivos. Adán ya había dado “nombre
a toda bestia y ave de los cielos, y a todo animal del campo” (v. 20). Pero un aspecto flagrante e
inacabado de la Creación permanecía: “Para Adán no halló ayuda idónea para él” (v. 20).
Él necesitaba un ayudante, un complemento, una mujer para compartir la tarea de llenar y tener
dominio sobre la tierra.
Pero antes de que Dios presentara a Adán a su novia, El preparó a Adán para apreciarla. Dios hizo
desfilar a todos los animales ante Adán para poder personalmente inspeccionar y nombrar a cada uno
(vv. 19, 20). Adán tuvo que estar impresionado con la provisión de Dios para el reino animal, cada
animal con una pareja adecuada. Al mismo tiempo, su curiosidad tuvo que haber sido despertada –
“¿Dónde está mi ayudante?”
Dios quiso que el hombre gobernara sobre el reino animal y no encontró en ello comunión. Adán
descubrió la radical distinción que Dios hizo entre sí mismo y todos los animales. Recuerde, Dios hizo al
hombre con la capacidad de disfrutar de una relación significativa. Esa característica única no se
encuentra en ninguna otra criatura en el mundo físico. Sólo el hombre tiene el privilegio único de
compartir relaciones con los demás. Dado que ningún animal fue equipado para satisfacer su necesidad
de comunión –Adán necesitaba una imagen humana de apoyo para satisfacer esa necesidad –otro acto
de la Creación era necesario.
Por lo tanto el acto final de Dios de la creación en el sexto día –el paso de coronación que hizo todo en
el universo perfecto –Él lo cumplió mediante la formación de Eva de la costilla de Adán. (v. 22).
Entonces “la trajo al hombre” (v. 22).
Ver a Eva por primera vez debe haber sido una experiencia estimulante para Adán –imagine la sonrisa
en su rostro cuando Dios les presentó. Adán exclamó: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne; ésta será llamada Varona, porque fue tomada del hombre.” (Génesis 2:23). Adam había
encontrado una pareja con la que pudo disfrutar del compañerismo y compartir responsabilidades.
Dios les ordenó: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; y señoree sobre los peces
del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28 ).
Un solo hombre no podía realizar tales funciones monumentales, sobre todo la tarea de multiplicar y
llenar la tierra, a menos que tuviera una compañera.
Al traer a Adán y Eva juntos, Dios estableció la familia por todo el tiempo. Esa primer unión se convirtió
en el patrón y el propósito de todos los matrimonios a seguir. Eran, en verdad la primera familia. La
narración del Génesis dice: “Por eso el hombre dejará a su padre ya su madre y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne” (v. 24). Jesús citó este versículo en Mateo 19:05 para subrayar el carácter
sagrado y la permanencia del matrimonio como institución. Un pastor cita el versículo mismo
prácticamente cada vez que une a dos creyentes en una ceremonia de matrimonio cristiano. Es un
recordatorio de que Dios ordenó el matrimonio y la familia –ellos fueron Su idea –y por lo tanto son
sagrados a Sus ojos. El matrimonio y la familia deben ser sagrados a nuestra vista, también.
Por lo tanto, no es un mero accidente de la historia que las relaciones familiares han sido siempre el
núcleo mismo de toda la civilización humana. Según la Escritura, eso es precisamente la manera en
que Dios lo diseñó para ser. La verdad es todo lo contrario de la opinión liberal –no la toma todo un
pueblo. Se necesita un hombre, una mujer, y el Espíritu de Dios que los una.
F. Engels
El origen de la familia, la propiedad privada y el estado
(1884)

VI
La Gens y el Estado en Roma

Según la leyenda de la fundación de Roma, el primer asentamiento en el territorio se efectuó por cierto
número de gens latinas (cien, dice la leyenda), reunidas formando una tribu. Pronto se unió a ella una
tribu sabelia, que se dice tenía cien gens, y, por último, otra tribu compuesta de elementos diversos,
que constaba asimismo de cien gens. El relato entero deja ver que allí no había casi nada formado
espontáneamente, excepción hecha de la gens, y que, en muchos casos, ésta misma sólo era una
rama de la vieja gens madre, que continuaba habitando en su antiguo territorio. Las tribus llevan el sello
de su composición artificial, aunque están formadas, en su mayoría, de elementos consanguíneos y
según el modelo de la antigua tribu, cuya formación había sido natural y no artificial; por cierto, no
queda excluida la posibilidad de que el núcleo de cada una de las tres tribus mencionadas pudiera ser
una auténtica tribu antigua. El eslabón intermedio, la fratria, constaba de diez gens y se llamaba curia.
Había treinta curias.
Está reconocido que la gens romana era una institución idéntica a la gens griega; si la gens griega es
una forma más desarrollada de aquella unidad social cuya forma primitiva observamos entre los pieles
rojas americanos, cabe decir lo mismo de la gens romana. Por esta razón, podemos ser más breves en
su análisis.
Por lo menos en los primeros tiempos de la ciudad, la gens romana tenía la constitución siguiente:
1. El derecho hereditario recíproco de los gentiles; los bienes quedaban siempre dentro de la gens.
Como el derecho paterno imperaba ya en la gens romana, lo mismo que en la griega, estaban excluidos
de la herencia los descendientes por línea femenina. Según la ley de las Doce Tablas -el monumento
del Derecho romano más antiguo que conocemos-, los hijos heredaban en primer término, en calidad
de herederos directos; de no haber hijos, heredaban los agnados (parientes por línea masculina); y
faltando éstos, los gentiles. Los bienes no salían de la gens en ningún caso. Aquí vemos la gradual
introducción de disposiciones legales nuevas en las costumbres de la gens, disposiciones engendradas
por el acrecentamiento de la riqueza y por la monogamia; el derecho hereditario, primitivamente igual
entre los miembros de una gens, limítase al principio (y en un período muy temprano, como hemos
dicho más arriba) a los agnados y, por último, a los hijos y a sus descendientes por línea masculina. En
las Doce Tablas, como es natural, este orden parece invertido.
2. La posesión de un lugar de sepultura común. La gens patricia Claudia, al emigrar de Regilo a Roma,
recibió en la ciudad misma, además del área de tierra que le fue señalada, un lugar de sepultura
común. Incluso en tiempos de Augusto, la cabeza de Varo, muerto en la selva de Teutoburgo, fue
llevada a Roma y enterrada en el túmulo gentilicio; por tanto, su gens (la Quintilia) aún tenía una
sepultura particular.
3. Las solemnidades religiosas comunes. Estas llevaban el nombre de "sacra gentilitia" y son bien
conocidas.
4. La obligación de no casarse dentro de la gens. Aun cuando esto no parece haberse transformado
nunca en Roma en una ley escrita, sin embargo, persistió la costumbre. Entre el inmenso número de
parejas conyugales romanas cuyos nombres han llegado hasta nosotros, ni una sola tiene el mismo
nombre gentilicio para el hombre y para la mujer. Esta regla es ve también demostrada por el derecho
hereditario. La mujer pierde sus derechos agnaticios al casarse, sale fuera de su gens; ni ella ni sus
hijos pueden heredar de su padre o de los hermanos de éste, puesto que de otro modo la gens paterna
perdería esa parte de la herencia. Esta regla no tiene sentido sino en el supuesto de que la mujer no
pueda casarse con ningún gentil suyo.
5. La posesión de la tierra en común. Esta existió siempre en los tiempos primitivos, desde que se
comenzó a repartir el territorio de la tribu. En las tribus latinas encontramos el suelo poseído parte por la
tribu, parte por la gens, parte por casas que en aquella época difícilmente podían ser aún familias
individuales. Se atribuye a Rómulo el primer reparto de tierra entre los individuos, a razón de dos
"jugera" (como una hectárea). Sin embargo, más tarde encontramos aún tierra en manos de las gens,
sin hablar de las tierras del Estado, en torno a las cuales gira toda la historia interior de la república.
6. La obligación de los miembros de la gens de prestarse mutuamente socorro y asistencia. La historia
escrita sólo nos ofrece vestigio de esto; el Estado romano apareció en la escena desde el principio
como una fuerza tan preponderante, que se atribuyó el derecho de protección contra las injurias.
Cuando fue apresado Apio Claudio, llevó luto toda su gens, hasta sus enemigos personales. En tiempos
de la segunda guerra púnica, las gens se asociaron para rescatar a sus miembros hechos prisioneros;
el Senado se lo prohibió.
7. El derecho de llevar el nombre de la gens. Se mantuvo hasta los tiempos de los emperadores.
Permitíase a los libertos tomar el nombre de la gens de su antiguo señor, sin otorgarles, sin embargo,
los derechos de miembros de la misma.
8. El derecho a adoptar a extraños en la gens. Practicábase por la adopción en una familia (como entre
los indios), lo cual traía consigo la admisión en la gens.
9. El derecho de elegir y deponer al jefe no se menciona en ninguna parte. Pero como en los primeros
tiempos de Roma todos los puestos, comenzando por el rey, sólo se obtenían por elección o por
aclamación, y como los mismos sacerdotes de las curias eran elegidos por éstas, podemos admitir que
el mismo orden regía en cuanto a los jefes ("príncipes") de las gens, aun cuando pudiera ser regla
elegirlos de una misma familia.
Tales eran los derechos de una gens romana. Excepto el paso al derecho paterno, realizado ya, son la
imagen fiel de los derechos y deberes de una gens iroquesa; también aquí "se reconoce al iroqués".
No pondremos más que un ejemplo de la confusión que aún reina hoy en lo relativo a la organización
de la gens romana entre nuestros más famosos historiadores. En el trabajo de Mommsen acerca de los
nombres propios romanos de la época republicana y de los tiempos de Augusto ("Investigaciones
Romanas", Berlín 1864, tomo I[1]) se lee: "Aparte de los miembros masculinos de la familia, excluidos
naturalmente los esclavos, pero no los adoptados y los clientes, el nombre gentilicio se concedía
también a las mujeres... La tribu ("Stamm", como traduce Mommsen aquí la palabra gens) es... una
comunidad nacida de la comunidad de origen (real, o probable, o hasta ficticia), mantenida en un haz
compacto por fiestas religiosas, sepulturas y herencia comunes y a la cual pueden y deben pertenecer
todos los individuos personalmente libres, y por tanto las mujeres también. Lo difícil es establecer el
nombre gentilicio de las mujeres casadas. Cierto es que esta dificultad no existió mientras la mujer sólo
pudo casarse con un miembro de su gens; y es cosa probada que durante mucho tiempo les fue difícil
casarse fuera que dentro de la gens. En el siglo VI concedíase aún como un privilegio especial y como
una recompensa este derecho, el "gentis enuptio"[2]. Pero cuando estos matrimonios fuera de la gens
se producían, la mujer, por lo visto, debía pasar, en los primeros tiempos, a la tribu de su marido. Es
indudable en absoluto que en el antiguo matrimonio religioso la mujer entraba de lleno en la comunidad
legal y religiosa de su marido y se salía de la propia. Todo el mundo sabe que la mujer casada pierde
su derecho de herencia, tanto activo como pasivo, respecto a los miembros de su gens, y entra en
asociación de herencia con su marido, con sus hijos y con los gentiles de éstos. Y si su marido la
adopta como a una hija y le da entrada en su familia, ¿cómo puede ella quedar fuera de la gens de él?"
(págs. 9 - 11).
Mommsen afirma, pues, que las mujeres romanas pertenecientes a una gens no podían al principio
casarse sino dentro de ésta y que, por consiguiente, la gens romana fue endógama y no exógama. Ese
parecer, que está en contradicción con todo lo que sabemos acerca de otros pueblos, se funda sobre
todo, si no de una manera exclusiva, en un solo pasaje (muy discutido) de Tito Livio (lib. XXXIX, cap.
19), según el cual el Senado decidió en el año de Roma 568, o sea, el año 186 antes de nuestra era, lo
siguiente: "uti Feceniae Hispallae datio, deminutio, gentis enuptio, tutoris optio item esset quasi ei vir
testamento dedisset; utique ei ingenuo nubere liceret, neu quid ei qui eam duxisset, ob id fraudi
ignominiaeve esset"; es decir, que Fecenia Hispalla sería libre de disponer de sus bienes, de
disminuirlos, de casarse fuera de la gens, de elegirse un tutor para ella como si su (difunto) marido le
hubiese concedido este derecho por testamento; así como le sería lícito contraer nupcias con un
hombre libre (ingenuo), sin que hubiese fraude ni ignominia para quien se casase con ella.
Es indudable que a Fenecia, una liberta, se le da aquí el derecho de casarse fuera de la gens. Y es no
menos evidente, por lo que antecede, que el marido tenía derecho de permitir por testamento a su
mujer que se casase fuera de la gens, después de muerto él. Pero, ¿fuera de qué gens?.
Si, como supone Mommsen, la mujer debía casarse en el seno de su gens, quedaba en la misma gens
después de su matrimonio. Pero, ante todo, precisamente lo que hay que probar es esa pretendida
endogamia de la gens. En segundo lugar, si la mujer debía casarse dentro de su gens, naturalmente
tenía que acontecerle lo mismo al hombre, puesto que sin eso no hubiera podido encontrar mujer. Y en
ese caso venimos a para en que el marido podía transmitir testamentariamente a su mujer un derecho
que él mismo no poseía para sí; es decir, venimos a parar a un absurdo jurídico. Así lo comprende
también Mommsen, y supone entonces que "para el matrimonio fuera de la gens se necesitaba,
jurídicamente, no sólo el consentimiento de la persona autorizada, sino además el de todos los
miembros de la gens" (pág. 10, nota). En primer lugar, esta es una suposición muy atrevida; en
segundo lugar, la contradice el texto mismo del pasaje citado. En efecto, el Senado da este derecho a
Fecenia en lugar de su marido; le confiere expresamente lo mismo, ni más ni menos, que el marido le
hubiera podido conferir; pero el Senado da aquí a la mujer un derecho absoluto, sin traba alguna, de
suerte que si hace uso de él no pueda sobrevenirle por ello ningún perjuicio a su nuevo marido. El
Senado hasta encarga a los cónsules y pretores presentes y futuros que velen porque Fecenia no tenga
que sufrir ningún agravio respecto a ese particular. Así, pues, la hipótesis de Mommsen parece
inaceptable en absoluto.
Supongamos ahora que la mujer se casaba con un hombre de otra gens, pero permanecía ella misma
en su gens originaria. En ese caso, según el pasaje citado, su marido hubiera tenido el derecho de
permitir a la mujer casarse fuera de la propia gens de ésta; es decir, hubiera tenido el derecho de tomar
disposiciones en asuntos de una gens a la cual él no pertenecía. Es tan absurda la cosa, que no se
puede perder el tiempo en hablar una palabra más acerca de ello.
No queda, pues, sino la siguiente hipótesis: la mujer se casaba en primeras nupcias con un hombre de
otra gens, y por efecto de este enlace matrimonial pasaba incondicionalmente a la gens del marido,
como lo admite Mommsen en casos de esta especie. Entonces, todo el asunto se explica
inmediatamente. La mujer, arrancada de su propia gens por el matrimonio y adoptada en la gens de su
marido, tiene en ésta una situación muy particular. Es en verdad miembro de la gens, pero no está
enlazada con ella por ningún vínculo consanguíneo; el propio carácter de su adopción la exime de toda
prohibición de casarse dentro de la gens donde ha entrado precisamente por el matrimonio; además,
admitida en el grupo matrimonial de la gens, hereda cuando su marido muere los bienes de éste, es
decir, los bienes de un miembro de la gens. ¿Hay, pues, algo más natural que, para conservar en la
gens estos bienes, la viuda esté obligada a casarse con un gentil de su primer marido, y no con una
persona de otra gens?. Y si tiene que hacerse una excepción, ¿quién es tan competente para
autorizarla como el mismo que le legó esos bienes, su primer marido?. En el momento en que le cede
una parte de sus bienes, y al mismo tiempo permite que la lleve por matrimonio o a consecuencia del
matrimonio a una gens extraña, esos bienes aún le pertenecen; por tanto, sólo dispone, literalmente, de
una propiedad suya. En lo que atañe a la mujer misma y a su situación respecto a la gens de su marido,
éste fue quien la introdujo en esa gens por un acto de su libre voluntad, el matrimonio; parece, pues,
igualmente natural que él sea la persona más apropiada para autorizarla a salir de esa gens, por medio
de segundas nupcias. En resumen, la cosa parece sencilla y comprensible en cuanto abandonamos la
extravagante idea de la endogamia de la gens romana y la consideramos, con Morgan, como
originariamente exógama.
Aún queda la última hipótesis -que también ha encontrado defensores, y no los menos numerosos-,
según la cual el pasaje de Tito Livio significa simplemente que "las jóvenes manumitidas ("libertae") no
podían, sin autorización especial, 'e gente enubere' (casarse fuera de la gens) o realizar ningún acto
que, en virtud de la 'capitis deminutio minima'[3], ocasionase la salida de la liberta de la unión gentilicia"
(Lange, "Antigüedades romanas", Berlín 1856, tomo I, pág. 195[4], donde se hace referencia a Huschke
respecto a nuestro pasaje de Tito Livio). Si esta hipótesis es atinada, el pasaje citado no tiene nada que
ver con las romanas libres, y entonces hay mucho menos fundamento para hablar de su obligación de
casarse dentro de la gens.
La expresión "enuptio gentis" sólo se encuentra en este pasaje y no se repite en toda la literatura
romana; la palabra "enubere" (casarse fuera) no se encuentra más que tres veces, igualmente en Tito
Livio y sin que se refiera a la gens. La idea fantástica de que las romanas no podían casarse sino
dentro de la gens debe su existencia exclusivamente a ese pasaje. Pero no puede sostenerse de
ninguna manera, porque, o la frase de Tito Livio sólo se aplica a restricciones especiales respecto a las
libertas, y entonces no prueba nada relativo a las mujeres libres (ingenuae), o se aplica igualmente a
estas últimas, y entonces prueba que como regla general la mujer se casaba fuera de su gens y por las
nupcias pasaba a la gens del marido. Por tanto, ese pasaje se pronuncia contra Mommsen y a favor de
Morgan.
Casi cerca de trescientos años después de la fundación de Roma, los lazos gentiles eran tan fuertes,
que una gens patricia, la de los Fabios, pudo emprender por su propia cuenta, y con el consentimiento
del senado, una expedición contra la próxima ciudad de Veies. Se dice que salieron a campaña
trescientos seis Fabios, y todos ellos fueron muertos en una emboscada; sólo un joven, que se quedó
rezagado, perpetuó la gens.
Según hemos dicho, diez gens formaban una fratria, que se llamaba allí curia y tenía atribuciones
públicas más importantes que la fratria griega. Cada curia tenía sus prácticas religiosas, sus santuarios
y sus sacerdotes particulares; estos últimos formaban, juntos, uno de los colegios de sacerdotes
romanos. Diez curias constituían una tribu, que en su origen debió de tener, como el resto de las tribus
latinas, un jefe electivo, general del ejército y gran sacerdote. El conjunto de las tres tribus, formaba el
pueblo romano, el "populus romanus".
Así, pues, nadie podía pertenecer al pueblo romano si no era miembro de una gens y, por tanto, de una
curia y de una tribu. La primera constitución de este pueblo fue la siguiente. La gestión de los negocios
públicos era, en primer lugar, competencia de un Senado, que, como lo comprendió Niebuhr antes que
nadie, se componía de los jefes de las trescientas gens; precisamente, por su calidad de jefes de las
gens llamáronse padres ("patres") y su conjunto, Senado (consejo de los ancianos, de "senex", viejo).
La elección habitual del jefe de cada gens en las mismas familias creó también aquí la primera nobleza
gentilicia. Estas familias se llamaban patricias y pretendían al derecho exclusivo de entrar en el Senado
y al de ocupar todos los demás oficios públicos. El hecho de que con el tiempo el pueblo se dejase
imponer esas pretensiones y el que éstas se transformaran en un derecho positivo, lo explica a su
modo la leyenda, diciendo que Rómulo había concedido desde el principio a los senadores y a sus
descendientes el patriciado con sus privilegios. El senado, como la "bulê" ateniense, decidía en muchos
asuntos y procedía a la discusión preliminar de los más importantes, sobre todo de las leyes nuevas.
Estas eran votadas por la asamblea del pueblo, llamada "comitia curiata" (comicios de las curias). El
pueblo se congregaba agrupado por curias, y verosímilmente en cada curia por gens. Cada una de las
treinta curias tenía un voto. Los comicios de las curias aprobaban o rechazaban todas las leyes, elegían
todos los altos funcionarios, incluso el "rex" (el pretendido rey), declaraban la guerra (pero el Senado
firmaba la paz), y en calidad de tribunal supremo decidían, siempre que las partes apelasen, en todos
los casos en que se trataba de pronunciar sentencia de muerte contra un ciudadano romano. Por
último, junto al Senado y a la Asamblea del pueblo, estaba el "rex", que era exactamente lo mismo que
el "basileus" griego, y de ninguna manera un monarca casi absoluto, tal como nos lo presenta
Mommsen[5]. El "rex" era también jefe militar, gran sacerdote y presidente de ciertos tribunales. No
tenía derechos o poderes civiles de ninguna especie sobre la vida, la libertad y la propiedad de los
ciudadanos, en tanto que esos derechos no dimanaban del poder disciplinario del jefe militar o del
poder judicial ejecutivo del presidente del tribunal. Las funciones de "rex" no eran hereditarias; por el
contrario, y probablemente a propuesta de su predecesor, era elegido primero por los los comicios de
las curias y después investido solemnemente en otra reunión de las mismas. Que también podía ser
depuesto, lo prueba la suerte que cupo a Tarquino el Soberbio.
Lo mismo que los griegos de la época heroica, los romanos del tiempo de los sedicentes reyes vivían,
pues, en una democracia militar basada en las gens, las fratrias y las tribus y nacida de ellas. Si bien es
cierto que las curias y tribus fueron, en parte, formadas artificialmente, no por eso dejaban de hallarse
constituidas con arreglo a los modelos genuinos y plasmadas naturalmente de la sociedad de la cual
habían salido y que aún las envolvía por todas partes. Es cierto también que la nobleza patricia, surgida
naturalmente, había ganado ya terreno y que los "reges" trataban de extender poco a poco sus
atribuciones pero esto no cambia en nada el carácter inicial de la constitución, y esto es lo más
importante.
Entretanto, la población de la ciudad de Roma y del territorio romano ensanchado por la conquista fue
acrecentándose, parte por la inmigración, parte por medio de los habitantes de las regiones sometidas,
en su mayoría latinos. Todos estos nuevos súbditos del Estado (dejemos a un lado aquí la cuestión de
los "clientes") vivían fuera de las antiguas gens, curias y tribus y, por tanto, no formaban parte del
"populus romanus", del pueblo romano propiamente dicho. Eran personalmente libres, podían poseer
tierras, estaban obligados a pagar el impuesto y hallábanse sujetos al servicio militar. Pero no podían
ejercer ninguna función pública no tomar parte en los comicios de las curias ni en el reparto de las
tierras conquistadas por el Estado. Formaban la plebe, excluída de todos los derechos públicos. Por su
constante aumento del número, por su instrucción militar y su armamento, se convirtieron en una fuerza
amenazadora frente al antiguo "populus", ahora herméticamente cerrado a todo incremento de origen
exterior. Agréguese a esto que la tierra estaba, al parecer, distribuída con bastante igualdad entre el
"pópulus" y la plebe, al paso que la riqueza comercial e industrial, aun cuando poco desarrollada,
pertenecía en su mayor parte a la plebe.
Dadas las tinieblas que envuelven la historia legendaria de Roma - tinieblas espesadas por los ensayos
racionalistas y pragmáticos de interpretación y las narraciones más recientes debidas a escritores de
educación jurídica, que nos sirven de fuentes- es imposible decir nada concreto acerca de la fecha, del
curso o de las circunstancias de la revolución que acabó con la antigua constitución de la gens. Lo
único que se sabe de cierto es que su causa estuvo en las luchas entre la plebe y el "populus".
La nueva Constitución, atribuida al "rex" Servio Tulio y que se apoyaba en modelos griegos,
principalmente en la de Solón, creó una nueva asamblea del pueblo, que comprendía o excluía
indistintamente a los individuos del "populus" y de la plebe, según prestaran o no servicios militares.
Toda la población masculina sujeta al servicio militar quedó dividida en seis clases, con arreglo a su
fortuna. Los bienes mínimos de las cinco clases superiores eran para la I de 100.000 ases; para la II de
75.000; para la III de 50.000; para la IV de 25.000 y para la V de 11.000, sumas que, según Dureau de
la Malle, corresponden respectivamente a 14.000, 10.500, 7000, 3.600 y 1.570 marcos. La sexta clase,
los proletarios, componíase de los más pobres, exentos del servicio militar y de impuestos. En la nueva
asamblea popular de los comicios de las centurias ("comitia centuriata") los ciudadanos formaban
militarmente, por compañías de cien hombres, y cada centuria tenía un voto. La 1ª clase daba 80
centurias; la 2ª, 22; la 3ª, 20; la 4ª, 22; la 5ª, 30 y la 6ª, por mera fórmula, una. Además, los caballeros
(los ciudadanos más ricos) formaban 18 centurias. En total, las centurias eran 193. Para obtener la
mayoría requeríase 97 votos, como los caballeros y la 1ª clase disponían juntos de 98 votos, tenían
asegurada la mayoría; cuando iban de común acuerdo, ni siquiera se consultaba a las otras clases y se
tomaba sin ellas la resolución definitiva.
Todos los derechos políticos de la anterior asamblea de las curias (excepto algunos puramente
nominales) pasaron ahora a la nueva asamblea de las centurias; como en Atenas, las curias y las gens
que las componían se vieron rebajadas a la posición de simples asociaciones privadas y religiosas, y
como tales vegetaron aún mucho tiempo, mientras que la asamblea de las curias no tardó en pasar a
mejor vida. Para excluir igualmente del Estado a las tres antiguas tribus gentilicias, se crearon cuatro
tribus territoriales. Cada una de ellas residía en un distrito de la ciudad y tenía determinados derechos
políticos.
Así fue destruido en Roma, antes de que se suprimiera el cargo de "rex", el antiguo orden social,
fundado en vínculos de sangre. Su lugar lo ocupó una nueva constitución, una auténtica constitución de
Estado, basada en la división territorial y en las diferencias de fortuna. La fuerza pública consistía aquí
en el conjunto de ciudadanos sujetos al servicio militar y no sólo se oponía a los esclavos, sino también
a la clase llamada proletaria, excluida del servicio militar y privada del derecho a llevar armas.
En el marco de esta nueva constitución -a cuyo desarrollo sólo dieron mayor impulso la expulsión del
último "rex", Tarquino el Soberbio, que usurpaba un verdadero poder real, y su remplazo por dos jefes
militares (cónsules) con iguales poderes (como entre los iroqueses)- se mueve toda la historia de la
república romana, con sus luchas entre patricios y plebeyos por el acceso a los empleos públicos y por
el reparto de las tierras del Estado y con la disolución completa de la nobleza patricia en la nueva clase
de los grandes propietarios territoriales y de los hombres adinerados, que absorbieron poco a poco toda
la propiedad rústica de los campesinos arruinados por el servicio militar, cultivaban por medio de
esclavos los inmensos latifundios así formados, despoblaron Italia y, con ello, abrieron las puertas no
sólo al imperio, sino también a sus sucesores, los bárbaros germanos.

DERECHO DE FAMILIA EN ROMA.

LA FAMILIA

1. Concepto de Familia.

La familia está organizada en Roma sobre la base del patriarcado; el papel del paterfamilias era
el principal y de ahí que la madre ocupara un lugar completamente secundario. La familia se
desarrollaba exclusivamente por vía de los varones, la mujer al casarse salía de su familia civil
para pasar a formar parte de la familia del marido.
La familia son muchas personas que están bajo la potestad de otro, como el paterfamilias, la
materfamilias, el filiusfamilias, la filiafamilias y los demás descendientes. La familia civil son las
personas colocadas bajo la autoridad de un jefe único y que están ligadas por la “agnatio”.
Paterfamilias. Es aquel que tiene el señorío en su casa y se le designa correctamente con este
nombre aunque no tenga hijo, pues el término no es sólo de relación personal, sino de posición
de derecho. Es paterfamilias el varón que es “sui iuris” cualquiera que sea su edad.
El jefe de familia tiene bajo su potestad a sus hijos y demás descendientes sobre los cuales
ejercerá la “patria potestas”. También se encuentra bajo su potestad su esposa, si la tiene “in
manu”, sus esclavos y una persona libre cuando la tiene “in mancipium”. Compartiendo el hogar
con el paterfamilias, pero desempeñando un papel secundario, tenemos a la materfamilias, que
es la que vive honradamente, pues se distingue de otras mujeres por sus costumbres, dando lo
mismo que sea casada o no, ya que ni el matrimonio, ni el nacimiento hacen a una mujer de
familia, sino las buenas costumbres.

2. Parentesco: “Agnatio” y “Cognatio”.

Parentesco viene de “parens, parentis”, el padre o la madre, el abuelo u otros ascendientes de


quien se desciende. Los romanos entendían el parentesco en dos sentidos: el parentesco del
derecho civil y el natural; cuando concurren ambos derechos, se contrae un parentesco natural
y civil a la vez. El natural, es el que deriva de las mujeres cuando tienen hijos ilegítimos; es
natural y civil, cuando derivan de un matrimonio legítimo. El parentesco natural se llama así o se
le denomina “cognatio”, y el civil es designado corrientemente “agnación”, que es el que viene
por línea del varón.
La “agnatio” es el parentesco civil fundado sobre la autoridad paterna, ya que del paterfamilias
dependía la composición de la familia, siendo libre de cambiarla a su arbitrio. Cuando muere el
cabeza de familia, los que le estaban sometidos empiezan a constituir distintas familias, pero
continúan unidos por el parentesco agnaticio.
La “cognatio” es el parentesco que une a las personas descendientes unas de otras en línea
directa o que descienden de un autor común, sin distinción de sexo.

3. Clases y Grados de Parentesco.

Tenemos el parentesco natural y el parentesco por afinidad. En el primero se distingue: a) el


parentesco en línea directa o recta, que se divide en dos: la ascendente y la descendente, de la
primera derivan por el segundo grado las líneas colaterales. El parentesco en línea recta es
aquel que une a dos personas, de las cuales una desciende de la otra y b) el
parentesco colateral, que es aquel que une a dos personas que descienden de un mismo autor,
sin que la una descienda de la otra, como los hermanos y sus descendientes los tíos paternos y
maternos. El parentesco por afinidad es el que se origina por el matrimonio y lo forman los
parientes de uno de los esposos y los parientes del otro. En el parentesco por afinidad no hay
grados.

4. El Poder del Paterfamilias: sus Diversas Facetas.

La potestad puede resumirse en tres proposiciones: 1) El jefe de familia es el jefe del culto
doméstico. 2) Los hijos de la familia son incapaces, como los esclavos, de tener un patrimonio,
todo lo que ellos adquieren es adquirido por el paterfamilias. 3) La persona física de los sujetos
a esta potestad está a la disposición absoluta del paterfamilias, quien los puede castigar,
emplearlos en distintos trabajos, venderlos y aun darles muerte. Es fácil reconocer que la
potestad paterna no podía ser clasificada en el derecho de gentes, pues está organizada en
interés del padre, no del hijo, por eso la reglamente el derecho civil.

5. Fuentes de la Patria Potestad.

La principal fuente de la potestad paterna son las “iustae nuptiae” (el matrimonio legítimo), pero
cuando de ellas no nacen varones que perpetúen la descendencia, el antiguo derecho civil
permitía la adrogación y después vinieron la adopción y la legitimación.

6. La Filiación.

Es el lazo natural que relaciona a un infante con sus autores, produce efectos según la
naturaleza de la unión de donde resulta. La filiación más plena es la que emana de las “iustae
nuptiae” y que vale para los hijos la calificación de “liberi iusti” (hijos legítimos). La filiación
para producir efectos, debe ser legalmente cierta; esta certidumbre existe siempre con respecto
a la madre, porque el parto es un hecho fácil de constatar. La paternidad es naturalmente
incierta, pero el matrimonio la suministra y éste es su gran fin social.
Para saber si la mujer ha podido concebir durante el matrimonio, se determinaron los límites
extremos de la duración del embarazo; el límite menor del embarazo será de ciento ochenta días
y el mayor de trescientos; el hijo será “iustus” si nace después de ciento ochenta días, contados
desde la celebración del matrimonio, o dentro de los trescientos días siguientes a la disolución
de las “iustae nuptiae” (del matrimonio legítimo).
Los principales efectos de la filiación legítima son: 1) da lugar a la asignación o parentesco civil;
2) crea una obligación reciproca de darse alimentos y para el hijo comprende además el
beneficio de la educación; 3) el infante debe respeto a sus ascendientes; 4) el padre comunica a
sus hijos su calidad de ciudadano romano y su condición social.

7. La Evolución de la Adopción (“Adrogatio”).

Hay dos clases de adopciones, una se llama adopción y la otra adrogación. Son adoptados los
que son hijos de familia, los dependientes; son adrogados los que son independientes (“sui
iuris”).
La adopción es un acto solemne y personalísimo, que hace caer a un ciudadano romano bajo la
potestad de otro ciudadano, estableciendo entre ellos artificialmente las mismas relaciones
civiles que hubieran nacido de la procreación “ex iustis nuptiis” (de matrimonio legítimo).
Formas de la Adrogación. La adrogación es designada así, porque el que adroga es rogado, es
decir, interrogado si quiere que la persona a la que va a adrogar sea para él hijo según el
derecho, y al que es adrogado, se le pregunta si consiente que así se haga. En la adrogación se
distinguen tres épocas. En la primera el colegio de los pontífices debe estudiar el proyecto de la
adrogación. Después el proyecto es aprobado por los comicios por curias, ante las cuales se
hacen tres preguntas o “rogationes”: una al adrogante: ¿Quiere tener al adrogado por “iustus
filius”?. La segunda al adrogado: ¿Consiente en que el adrogante adquiera sobre él la “patria
potestas”?. La tercera “rogatio” se hacía al pueblo para saber si consagraba la voluntad de las
partes.
En la segunda época los comicios por curias estaban representados por treinta lictores y es
evidente que sólo la voluntad de los pontífices fue la que decidió.
En la tercera, la voluntad del príncipe termina por imponerse y substituir a la de los pontífices,
por potestad del Emperador.
Efectos de la Adrogación. El adrogado cae bajo la potestad del adrogante con el mismo título
que un descendiente nacido “ex iustis nuptiis” , también pasan a la nueva familia sus
descendientes y todos pierden los derechos de agnación inherentes a su antigua familia,
tomando el nombre de la familia del adrogante; los bienes del adrogado pasan a poder del
adrogante, posteriormente Justiniano dispuso que sólo tuviera el usufructo de ellos, quedando
la “nuda proprietas” para el adrogado. El adrogado queda obligado a las cargas del municipio
del adrogante. Si más tarde fuera emancipado, dejará de ser hijo del adrogante y ciudadano de
aquella ciudad.
La adopción. Produce la extinción de la “patria potestas” del padre natural y la creación de una
nueva “potestas”. En la adrogación sólo se crea la “patria potestas”.
Con Justiniano, para que la adopción fuera consumada, el padre natural declaraba su voluntad
ante el magistrado en presencia del adoptante y del adoptado, debiéndose hacer contar en acta
pública.
Efectos de la Adopción. El adoptado sólo cambiaba de familia y tomaba el nombre de adoptante,
perdiendo su parentesco civil o de agnación con su anterior familia, aunque conservando con
ella su calidad de cognado: “el que ha sido adoptado...retiene la cognación...pero pierde los
derechos de agnación.”
Tanto para adrogar como para adoptar, es necesario tener la capacidad para obtener la “patria
potestas”, de donde serán incapaces los esclavos, los hijos de familia y las mujeres; sin
embrago Diocleciano permitió que una madre pudiera adoptar en virtud de haber perdido a sus
hijos.
8. “Legitimatio”.

Presupone una relación natural de padre a hijo, que excluye la idea de una potestad adquirida
por efecto del nacimiento. Constituye para el padre unas manera de obtener la potestad paterna
sobre sus hijos que han nacido “sui iuris”. Es la legitimación más plena en sus efectos que la
adopción, pues engendra en principio relaciones idénticas a aquellas que resultan del
nacimiento “ex iustis nuptiis”. Implica la certidumbre legal de la paternidad, por lo que no se
extendía a los hijos vulgo “quaesiti”-espúrios. La legitimación de los hijos habidos de una
concubina pudo llevarse al cabo mediante el matrimonio subsecuente.
Justiniano reglamenta la legitimación, exigiendo tres condiciones: 1) que en el día de la
concepción no exista obstáculo legal para el matrimonio; 2) que se redacte un “instrumentum
dotale o nuptiale”; 3) que los hijos la consientan. Cuando el matrimonio era imposible, el padre
podía dirigirse al emperador para que por rescripto legitimara a sus hijos.

9. Aspecto Patrimonial de la “Patria Potestas”. Los Peculios. Surgimiento de la Capacidad


Patrimonial del Filiusfamilias.

La constitución de la familia civil romana gira en el interés exclusivo del paterfamilias, el hijo de
familia no puede tener nada en propiedad, todo lo que adquiera pasa al patrimonio único del
paterfamilias. Puede hacer acreedor al padre, pero no puede obligarlo a comprometer su
patrimonio haciéndolo deudor. El hijo en su actividad contribuye a acrecentar ese patrimonio
familiar, sobre el que considera tiene una copropiedad latente, cuando muere el paterfamilias, su
titular, recoge esos bienes a título “heredes sui” (herederos suyos).
El padre acostumbraba dejarle al hijo ciertos bienes que formaban un peculio profecticio, sobre
los cuales tenía cierta libertad de administración para conservarlos y tratar de acrecentarlos con
su industria, conservando siempre el padre la propiedad de ellos. Si el hijo es emancipado, el
peculio le puede ser recogido o le puede ser dejado, a opción del paterfamilias. A partir del
reinado de Augusto, se admite que los hijos de familia sean propietarios de los bienes
adquiridos con ocasión del servicio militar, formando un verdadero patrimonio con el nombre de
peculio castrense . Constantino en el año 320 organizó el peculio casi castrense en beneficio de
los hijos de familia que tenían un puesto en el palacio del emperador, pudiendo guardar para
sí sus salarios y regalos. Posteriormente este favor se extendió a los emolumentos que
obtenían los hijos de familia en el ejercicio de las profesiones liberales. El peculio adventicio
estaba formado por los bienes que el hijo heredase de la administración, estando reservada la
propiedad al hijo. Se daba el mismo tratamiento a los bienes recibidos de ascendientes
maternos, hasta que finalmente, Justiniano declara como propiedad del hijo los bines que
adquiera por cualquier modo, sin importar la procedencia, reservando al paterfamilias su
disfrute y administración.

10. Extinción de la Patria Potestad Referida a la Emancipación.

La “patria potestas” se extingue por:

a) Acontecimientos Fortuitos. 1. la muerte del paterfamilias, en cuyo caso los que estaban
sometidos directamente se harán “sui iuris”. 2. la pérdida de la ciudadanía del padre. 3. la
reducción a la esclavitud del padre. 4. la elevación del hijo a ciertas dignidades tanto religiosas
como políticas. 5. La caída en esclavitud del hijo. 6. la hija por caer “in manu”

b) Actos Solemnes. Los actos solemnes que ponen fin a la “patria potestas” son la entrega en
adopción y la emancipación. En el derecho de Justiniano la adopción hecha por un ascendiente
es la única que extingue la potestad del padre.
La emancipación no es necesariamente una ruina o un castigo para el hijo, ya que en lugar de
pasar a una nueva potestad se torna “sui iuris” y puede tener patrimonio propio. Vista en sus
procedimientos, la emancipación no es más que una combinación de manumisión vindicta y de
la mancipación. Es una aplicación de los tres principios siguientes: 1) La potestad paterna da
derecho para vender al hijo y someterlo al “mancipium” de un tercero. 2) Cuando se trata de un
hijo varón en el primer grado, la potestad paterna se rompe por tres mancipaciones sucesivas,
con respecto a los otros descendientes basta con una. 3) El “mancipium” se disuelve, como la
“dominica potestas”, por una manumisión vindicta.
En sus efectos el emancipado se vuelve “ sui iuris”, conservando sus derechos anexos a la
cognación, aunque no los de la agnación. El pretor le conserva sus derechos de sucesión con
relación al padre y a los ascendientes paternos.

LA FAMILIA EN ROMA
1. 1. DERECHO DEFAMILIA EN ROMA L. en D. Graciela González Benítez.
2. 2. FAMILIAFAMILIA, conjunto de personas libres reunidasbajo la potestad del pater familias.
(Ulpiano).Solo se reconocía el parentesco por línea paterna: AGNATICIA, unida por lazos civiles.
Justiniano reconoció el parentesco por sangre: COGNATICIO
3. 3. PARENTESCOParentesco, relación jurídica que se da entrelos miembros de una familia,
pordeterminación de la ley o de sangre;generando derechos y obligacionesalimentarios y hereditarios.
4. 4. CLASES PARENTESCO GRADOS• Línea recta: une ascendientes • Los grados se
contabilizan con descendientes: abuelos, por el Número de padres, hijos, nietos. generaciones que
existen• Línea colateral, une a entre los parientes que se parientes con un ascendiente relacionan.
común sin estar ellos en línea recta: hermanos, tíos, primos, sobrinos. • En el caso de la línea colateral,
debe remitirse al• Por afinidad: entre los ascendiente común. parientes del esposo y de la mujer.
5. 5. PATRIA POTESTADPoder jurídico del pater familias sobre laspersonas y bienes de su
domus.El pater familias comprendía: El Ius vitae necisque (derecho de vida y muerte). El ius
vendendi ( derecho de vender al filiusfamilias como esclavo trans Tiberim) y El ius noxae dandi
(derecho de ceder a un tercero al filiusfamilias) y liberarse de las consecuencias de un delito que se
hubiera cometido.
6. 6. FUENTES DE LA PATRIA POTESTAD• Las iustae nuptiae, los hijos • La legitimación, hijos
nacidos después de 180 días nacidos fuera de de celebrado el matrimonio matrimonio, pueden y dentro
de los 300 días después de disuelto el caer bajo la patria matrimonio, se consideran potestad, cuando
se les legítimos y caen bajo la legitima: potestad del padre o abuelo; Por matrimonio fuera de estos
plazos, los hijos nacen sui iuris subsecuente, Por rescripto del príncipe, Por oblación a la curia.
7. 7. FUENTES DE LA PATRIA POTESTAD• LA ADROGACION, • LA ADOPCION, acto fue un acto
por el cual un legislativo por el filiusfamilias (adoptado) cual un paterfamilias sale de la patria y su
domus se potestad de su padre y sujetaban a otro entra a la de otro pater PATER FAMILIAS, familias
(adoptante). éste último • El adoptante 18 años denominado mayor que el adrogante atraía adoptado.
familia y patrimonio • Sin hijos legítimos el del adrogado, adoptante. desapareciendo un culto familiar. •
El adoptante mayor
8. 8. LA ADOPCION.
9. 9. PATRIA POTESTADASPECTO PATRIMONIAL EXTINCION de la POTESTAD• El hijo no era
titular de A) Por muerte, capitis deminutio derechos, lo que adquiría máxima o media del paterfamilias o
del hijo. como patrimonio, se B) Por nombramiento del hijo a entendían que era para el alguna
magistratura. pater, a diferencia de las C) Por matrimonio cum manu de deudas. la hija.• Después se
crearon: el D) Por emancipación. peculio castrense y E) Por adopción. quasicastrense, y el padre F) Por
disposición judicial. podía asignarle un G) Por exposición o protitución patrimonio a su hijo, el de hijo.
cual podía usar, disfrutar, pero no enajenar.
10. 10. El MATRIMONIO tenía un interéspolítico y religioso para la continuaciónde la especie. •
MATRIMONIOEsta unión era monogamica, duradera yrespetado socialmente. Nuptiae suntSin embargo
hubo otro tipo de unionescomo fueron: conjuctio marisEl CONCUBINATO, unión entre hombrey mujer,
monogamica, duradera, y et feminae,aceptada por la Ley, celebrada en elcaso de que haya
impedimento para el consortium omnis vitae,matrimonio; por ello no producían lapatria potestad, de tal
manera que los divini et humant jurishijos nacían SUI IURIS.El MATRIMINIO SIN CONNUBIUM
communicatio.Se originaba entre la unión de personaslibres, pero sin este derecho como: latini La unión
de hombre ycoloniarii, peregrinos y libertos.El CONTUBERNIUM, que era la mujer en plenoconvivencia
sexual entre esclavos,autorizada por sus dueños, y que en consorcio de su vida ycaso de ser
manumitidos tenían efectosjurídicos. comunicación del derecho divino y
11. 11. MATRIMONIO• REQUISITOS SE REALIZABA SE DISUELVE POR• 1. TENER CONNUBIUM
CUM MANU SINE MANU -REPUDIUM• 2. SER CIUDADANO ROMANO -BONA GRATIA• 3. SER
PÚBER -CULPA DE UN CONYUGE• 4. CONSENTIMIENTO DE La mujer salía de la potestad de su
padre No se rompen lazos de agnación -MUTUO CONSENTIMIENTO• CONTRAYENTES Y PADRES y
entraba a la potestad en la familia de su de la mujer con su familia original. 5. LA DOTE AL FUTURO
MARIDO esposo. CONFARREATIO COEMPTIO USUS Ceremonia religiosa acto jurídico Convivencia
EFECTOS JURÍDICOS -Fidelidad 10 testigos flamen dialis venta ficticia un año ininterrumpido -Vida en
Común mancipatio entre hombre y mujer -Alimentos mutuos -Patria Potestad -Prohibidas las
donaciones -Prohibidas las acciones entre cónyuges
12. 12. CONSIDERACIONES DEL MATRIMONIO• LA DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO
IMPEDIMENTOS EN EL• MATRIMONIO: 1. Por capitis deminutio máxima y media de• - Otros
matrimonios, los contrayentes o alguno de ellos - El parentesco,• - La afinidad 2. Por muerte• - La
diferencia social 3. Por divorcio - La existencia de• relaciones de tutela o 4. Por mutuo consentimiento
curatela La afectio• maritalis: se expresaba con el trato en público que los esposos se deban en publico,
sobre todo del esposo a la esposa.
13. 13. TUTELA y CURATELALa Tutela y la Curatela, son dos figuras jurídicas quesurgen en Roma,
por la necesidad de VIGILAR, SUPLIR oCOADYUVAR a personas SUI IURIS, que por sucondición de
edad, sexo, enfermedad mental o portendencia a la prodigalidad, se les privaba o limitaba
sucapacidad.EL TUTOR actuaba por la auctoritatis interpositio(completando la personalidad del pupilo)
y/o la gestionegotiorum (representación indirecta); en tanto que elCURADOR actuaba sólo por gestio
negotiorum.
14. 14. TUTELA y CURATELASEMEJANZAS DIFERENCIAS• Protegían sui iuris. • La tutela protege
infans,• Se designaban vía impúberes y mujeres. testamentaria, legítima y • La curatela protege Furiosi,
dativa. mente capti, sordomudos,• Se extinguían por: capitis pródigos, púberes hombres deminutio
máxima o media del menores de 25 años. pupilo o tutor o curador, por • El tutor presupone la figura del
adrogación, por muerte de pupilo, y en el curador puede alguno de ellos. ser tan solo la administración
de un patrimonio. • Son dos figuras que se excluyen entre sí.
15. 15. DERECHO FAMILIARDERECHO ROMANO DERECHO MEXICANO• Parentesco vía
paterna. • Parentesco mixto.• La mujer casada con • La mujer que se casa no manu caía bajo potestad.
queda bajo potestad de• La patria potestad tiene nadie. una extensión mayor en • La patria potestad se
facultades y duración. limita al derecho de• Los hijos ilegítimos no corregir. tenían derechos. • Los hijos
ilegítimos tienen• Se castigaba la soltería y los mismos derechos que la falta de hijos. los legítimos. • No
castigo a solteros ni falta de hijos, garantía art. 4º constitucional.
16. 16. DERECHO ROMANODerecho Romano Derecho Mexicano• Dote y las donaciones • En
México ya no se exige propter y ante nuptias. la dote y las donaciones• La tutela y curatela se son
diferentes. dirigían a personas • Ya no existe la tutela de diferentes. las mujeres mayores y• La mayoría
de edad se pródigos. adquiría a los 25 años. • La mayoría de edad se• El usufructo del padre obtiene a
los 18 años. sobre los bienes del hijo • El usufructo actual de es son en forma total. del 50%.• La
emancipación • La emancipación se da conlleva un deshonor. por el matrimonio.

La familia en la antigua Roma


19 de noviembre de 2006 Publicado por Hilda
La ley de las XII Tablas, primera ley romana que data del año 450 a. C., llamaba familia al conjunto de
bienes de un ciudadano sui iuris (no sujeto a potestad), fallecido sin testamento y que se transmitía, a
falta de herederos suyos y necesarios (descendientes directos), al agnado (pariente por vía de varones)
más próximo.
En sentido restringido, familia o domus, significaba la reunión de
personas sometidas a la potestad o a la manus (poder sobre la
esposa) de un pater familias (jefe familiar). Comprendía a todos
los descendientes bajo su potestad y a la mujer in manu (casada
en justas nupcias) que era equiparada a los efectos sucesorios, a
una hija (loco filiae).
El pater, varón vivo más antiguo del seno familiar, era el jefe
absoluto de su familia y sacerdote del culto doméstico, donde los
antepasados muertos, eran divinizados.
La familia era una unidad política, económica y religiosa, cuyos integrantes estaban vinculados entre sí,
por un vínculo civil, la agnación (parentesco por vía masculina) constituyendo la familia proprio iure, que
incluía todos los parientes unidos por un mismo pater.
Cuando un pater moría, cada hijo varón se convertía en sui iuris y jefe de su propia familia; pero entre
esas personas que habían estado bajo la autoridad del mismo pater, seguía habiendo un vínculo
agnaticio, que conformaba la familia communi iure.
También era familia, la reunión de personas, ligadas por un vínculo de sangre (por vía paterna o
materna) por tener entre ellas un ascendiente común. Ese sería nuestro concepto actual de familia, que
recién en el Imperio, bajo el reinado del emperador Justiniano, cobró relevancia jurídica.
El poder absoluto del pater, se denominaba potestas y comprendía:
a) El dominium: poder sobre las cosas.
b) La patria potestas: poder sobre los hijos.
c) La manus: poder sobre la esposa.
d) El mancipium: poder sobre personas extrañas que se
incorporaran a la familia en causa mancipi, por ejemplo, por
resarcimiento de un daño causado al pater.
e) La domenica potestas: sobre los esclavos.
En un principio, el pater era el jefe absoluto del grupo familiar, y podía disponer hasta de la vida de sus
miembros. No había leyes que lo limitaran, sino solamente las costumbres del grupo familiar (mores)
que le imponían la convocatoria en ciertas situaciones, de imponer un castigo grave, la convocatoria de
un concilio doméstico. Era también el dueño de todo el patrimonio familiar del que podía disponer por
actos inter. vivos (por ejemplo una venta o donación) o mortis causa (testamento).
El poder ilimitado del pater va sufriendo restricciones. En la República, los censores, estuvieron
facultados para sancionar los abusos cometidos por los paters en ejercicio de la patria potestad y en
el Imperio, lo serían los propios emperadores. También poco a poco va surgiendo la posibilidad de que
los filius pudieran tener su propio peculio.
En el Imperio, con la influencia del cristianismo, se redujeron notablemente los poderes del pater.
La familia se constituía a partir del matrimonio legítimo, o justas nupcias formándola los cónyuges, y
todos los descendientes nacidos de esa unión (filius), y de los descendientes de esos filius, que también
eran filius familias. La cabeza de la familia, no sometida a postad era el pater, los filius eran allieni iuris.
También ingresaban a la familia, personas extrañas como las nueras, los adrogados (adopción de un
sui iuris, que ingresaba con todas las personas que estuvieran bajo su potestad) o por adopción de un
allieni iuris.
La hija que se casaba mediante justas nupcias, daba origen al matrimonio cum manu y pasaba a
integrar la familia agnaticia del marido, conservando con su familia el vínculo cognaticio o de sangre.
Para los romanos, el matrimonio era la unión de dos personas de diferente sexo efectuada con la
intención común de ser marido y mujer, procreando y educando a los hijos, que de dicha unión
nacieran, constituyendo entre ellos una comunidad absoluta de vida.
El matrimonio romano tenía algunos rasgos peculiares que hicieron de él, un instituto distinto del
matrimonio moderno.
En efecto, no constituía un acto jurídico que se perfeccionara con el cumplimiento de formalidades
especiales, sino que estaba integrado por un elemento objetivo derivado del hecho de la convivencia
del hombre y la mujer y otro subjetivo o intencional representado por la affectio maritalis, entendiéndose
por tal, la intención de ser marido y esposa. A pesar de tratarse de un elemento subjetivo, se
exteriorizaba por determinadas conductas de los cónyuges: compartir la mesa, vestir la mujer con ropas
adecuadas a posición social de su marido o el trato de la mujer hacia los familiares de su esposo. La
mujer ocupaba el rango social del marido y gozaba de la dignidad de esposa.
La convivencia de los esposos, debía ser un estado permanente y duradero, porque el simple acuerdo
inicial de considerarse marido y mujer no bastaba para configurar el matrimonio, comenzando la vida en
común en el momento que la mujer era introducida en el domicilio conyugal, sin importar que el marido
estuviera ausente.

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TEMA 7 Familia, Patria Potestad


La base de la sociedad romana fue la familia, la familia integrada de pleno en la “gens”, la tribu a la que
pertenecía que a su vez se integraba en una sociedad formada por otras tribus formadas por familias,
ramas todas ellas de un mismo árbol fuerte. La sociedad romana era clasista.
Había dos clases principales de ciudadanos, los patricios y los plebeyos, los patricios eran los
descendientes de aquellos patres que formaron el primer senado instituido por Rómulo al fundar la
ciudad en 753 aC, y los plebeyos eran los demás, el pueblo llano que diríamos ahora, que gozaba de
ciudadanía pero que tuvo que luchar duro para arrebatar a la aristocracia sus derechos.
Entre los patricios también había clases, había aristócratas de linaje remontado hasta la guerra de
Troya como la gens Julia a la que pertenecía Julio César y aristócratas salidos de la nobleza rural local,
los que los de rancio abolengo llamaban "Hombres Nuevos" y a los que solían mirar como a inferiores.
Catón, Cicerón y Pompeyo militaron en el bando de la aristocracia ultraconservadora, los optimates, sin
embargo no pertenecían a la aristocracia. Todos ellos eran considerados por los "verdaderos romanos"
como Hombres Nuevos, quizá por ello sentían la necesidad de demostrar continuamente lo romanos
que eran, ya se sabe que no hay peor inquisidor que el converso.

Como base esencial de esta sociedad, la familia estaba también perfectamente reglamentada. Los
romanos fueron un pueblo que amaba el orden por encima de todo y en Roma todo (menos las calles)
estaba perfectamente ordenado. Cada unidad familiar constaba de un pater familias o padre de familia
bajo cuya autoridad y tutela se hallaba la esposa, los hijos, los esclavos de su propiedad y los clientes,
si la familia era lo bastante importante como para tenerlos.

El PATER FAMILIAS era el dueño legal del hogar y de todos sus miembros. En una sociedad patriarcal
típica de la Antigüedad él era el que trabajaba para sostener la casa y tomaba las armas en caso
necesario para defenderla y por tanto era la pieza sobre la que giraba toda la familia. Era él el que tenía
la responsabilidad de dirigirla de manera adecuada s sus intereses no sólo dentro de la propia unidad
familiar, sino de la gens a la que pertenecía y a la que estaba unida por vínculos sagrados.
El pater familias es la máxima autoridad familiar gracias a la Patria Potestad de que dispone, por la es
la ley dentro de la familia y todos los demás miembros deben obediencia a sus decisiones. La Patria
Potestad no fue sólo un hecho jurídico reglamentado, sino, como todo en Roma, una consecuencia de
la Tradición que los romanos seguían por considerarla sagrada. Gracias a ello, el pater familias tenía
poder legal sobre todos los miembros de su familia además del poder que le daba ser su mantenedor
económico o su representante ante los órganos políticos de Roma.

La ESPOSA romana tenía más libertad que la esposa ateniense clásica y mucha más que durante
épocas posteriores. Sobre la situación de la mujer es necesario decir que las sociedades entonces eran
patriarcales, es decir, su base política, económica y militar era masculina, el hombre era el que
aseguraba el sustento de la familia y de la sociedad entera con su trabajo y el que la defendía con las
armas en caso de guerra, por lo que su papel era preponderante.
Entre las familias aristocráticas romanas solían concertarse matrimonios de conveniencia. Toda la vida
romana estaba reglamentada por contratos, incluso la religión romana se basaba en contratos entre los
dioses y los hombres, así pues, para que se celebrara un matrimonio era necesario contar con el
permiso de los padres de ambos contrayentes, los matrimonios entre hermanos se consideraban crimen
de incestum (incesto), bajo determinadas circunstancias los primos podían casarse. El matrimonio
podía ser concertado cuando ella cumpliera 12 años y él 14, aunque para la boda formal se esperara a
que ella pudiera desarrollar una vida sexual plena.
Los HIJOS estaban sujetos a la tutela paterna mientras no formaran su propia familia y se
desvincularan así legalmente de dicha tutela, pero estaban sujetos a la autoridad paterna (la Patria
Potestad) mientras el padre viviera debiendo guardarle respeto y obediencia. Tras el nacimiento el hijo
era presentado a su padre que lo reconocía como suyo cogiéndolo en sus brazos en la ceremonia
llamada sublatus.

Los CLIENTES estaban considerados como una parte especial de la familia ya que la clientela era una
institución muy arraigada en la sociedad romana. Las familias importantes se vanagloriaban del número
de clientes que tenían y su prestigio y poder dependía en buena parte de ellos.
Un cliente era un romano que se encontraba bajo la protección de otro. A finales de la República
prácticamente todos los romanos eran clientes de otros romanos que a su vez lo eran de otros. Tito
Labieno era cliente de Pompeyo como Marco Antonio lo era de César. El patrón tenía la lealtad política
de su cliente y a su vez debía protegerle y ayudarle cuando lo necesitara. Se preocupaba de buscarle
alojamiento si lo perdía, de encontrarle una buena esposa, se asistirle legalmente o de prestarle dinero
y el cliente apoyaba todos los proyectos de su patrón votándole, asistiendo a sus fiestas, haciéndole la
"pelota" al fin y al cabo. Esta situación era de gran importancia en aquella Roma, ya que las fuerzas
políticas necesitaban el mayor número de clientes posible, y cuanto más importantes fueran mejor.

Los ESCLAVOS formaban parte de la sociedad romana y de todas las sociedades de aquella época, y
desgraciadamente de otras épocas también. La esclavitud en aquellos tiempos era algo completamente
normal, los esclavos lo eran porque habían sido derrotados en una guerra, porque habían sido vendidos
por no haber podido hacer frente a las deudas, por castigo legal o simplemente porque nacían de
padres esclavos. En Roma al menos tuvieron el derecho de poder comprar su libertad y de incluso ser
ciudadanos romanos. Los esclavos recibían un sueldo que dependía de sus amos, como de sus amos
dependía el trato que recibían, según la calaña del amo la falta se sancionaba con una reprimenda o
con latigazos, el amo tenía potestad legal incluso para matar al esclavo si éste cometía una falta grave.
Con el dinero ahorrado el esclavo podía comprar su libertad a su amo o bien éste, después de años de
leales servicios le manumitía, es decir, le liberaba y así el esclavo, convertido en liberto podía ser
inscrito en el censo de ciudadanos romanos, incluso adoptando el nomen de su antiguo dueño y
convirtiéndose en cliente suyo. Los dos principales ministros del emperador Claudio, Pallas y Narciso,
eran libertos, esclavos liberados. En Roma, en medio de la más espantosa situación como era la
esclavitud, siempre existía la posibilidad de salir de ella, cosa que en otras culturas nunca ocurrió.

En conjunto, la familia romana funcionaba como un micro universo en el que cada miembro tenía un
papel definido, cada una de ellas tenía un pater familias y cada gens tenía a su líder natural.

Familia agnaticia
Se entendía por familia agnaticia al conjunto de personas bajo la misma potestad doméstica en un
parentesco puramente civil fundado en la autoridad paternal (patria potestad o manus), por línea de
varón (hasta el sexto grado).

Familia cognaticia
Se entendía por familia cognaticia al parentesco por consanguinidad natural. Es decir, las personas
vinculadas por la procreación y el nacimiento, propia de la legislación justineana, según por la cual se
entendía por familia, al conjunto de personas que tenía un origen común ligadas por un vínculo natural,
la cognación.
Se compone de un tronco común y dos líneas:
• Línea recta: Aquellos que descienden unos de otros. Puede ser ascendente o descendente. Por
ejemplo: padre, hijo, nieto, bisnieto, etc.
• Línea colateral: Aquellos que no descienden unos de otros pero tienen un tronco común. Por ejemplo:
hermanos, sobrinos, primos, etc.

PATRIA POTESTAD

CONCEPTO
Era una institución del derecho civil, que significó el poder del jefe de familia (pater) varón vivo más
antiguo de la familia, por vía masculina, que comprendía un conjunto de derechos sobre la persona y
bienes de los filius, con pocas obligaciones. Se entendía por filius no sólo los hijos del pater sino
también los nietos o bisnietos bajo su autoridad. Sólo podía ejercerla un ciudadano romano sobre otro
ciudadano romano.

POTESTADES DEL PATER


En los primeros tiempos, su facultad era tan amplia que podía disponer totalmente de la persona y
bienes de sus filius. Esta potestad fue moderándose muy paulatinamente en la República limitándose
particularmente en la Roma imperial, y sobre todo bajo la influencia cristiana. A fines del siglo II, el pater
sólo podía ejercer una facultad correctiva. Todo padre que diera muerte a un hijo, a partir del emperador
Constantino, fue considerado parricida.
La posibilidad del padre, otorgada por la Ley de las XII Tablas, de vender al hijo, fue declarada ilícita por
el emperador Caracalla, salvo por motivos de pobreza extrema. Dioclesiano y luego Constantino, lo
prohibieron en cualquier caso, aunque este último emperador realizó una salvedad. Podía enajenarse el
hijo si fuera recién nacido, en caso de padre indigente, pero reservándose la facultad de poder
readquirirlo.
Hasta el Bajo Imperio era facultad del pater abandonar al filius, que podía vivir junto al que lo recogiera,
como hijo o esclavo. Con Justiniano el hijo abandonado, adquiría la condición de libre y sui iuris.
La potestad sobre los bienes de los hijos era total, ya que existía un solo patrimonio familiar del que el
pater era titular. Durante el imperio, aparecieron los peculios, que eran bienes que se permitían fueran
del hijo, quien los podía administrar (peculio profecticio) o adquirirlos en propiedad (castrense, cuasi
castrense, y adventicio).
• Peculio profecticio: era el conjunto de bienes que un pater entregaba al hijo para su administración. El
pater familias respondía de las obligaciones que contraía el hijo hasta el momento del peculio.
• Peculio adventicio, también conocido como bona materna: era el conjunto de bienes que recibía el hijo
de su madre, abuela o cónyuge. Se puso en práctica desde el emperador Constantino.
• Peculio castrense: era el conjunto de bienes que un hijo de familia adquiría en el ejercicio de la
profesión militar.
• Peculio quasi castrense: era el conjunto de bienes que un hijo de familia adquiría en el ejercicio de un
cargo en la corte imperial o en la Iglesia. Se puso en práctica desde los tiempos del emperador
Justiniano.

FUENTES DE LA PATRIA POTESTAD


Entendemos por fuentes aquellos modos naturales, o creados por la ley, que la legislación romana
reconoció como susceptibles de crear este vínculo.

LOS HIJOS NACIDOS EN JUSTAS NUPCIAS


Están sometidos a este poder los hijos legítimos, o sea los nacidos de justas nupcias, y también el resto
de los descendientes nacidos de sus hijos varones. Para determinar si un hijo ha sido concebido dentro
de las justas nupcias, establecieron una presunción sin admitir prueba en contrario (iuris et de iure) que
determinó que el plazo mínimo de un embarazo era de 180 días y el máximo de trescientos. Según los
romanos, la maternidad era indiscutible, pero el padre era simplemente el que estaba casado con la
madre. Por lo tanto, el matrimonio debería haberse configurado en los períodos en cuestión, para que el
hijo pueda adjudicárselo al padre, de lo contrario, éste podría impugnar su paternidad. Otro supuesto
sería probar no haber tenido relaciones sexuales con su esposa en esos períodos (por ejemplo, en
casos de ausencia o enfermedad).
Como se necesitaba la condición de ciudadano para ejercer la patria potestad la legislación romana,
para favorecer esta institución, la concedió en ciertos casos particulares. Cuando un liberto no cumplía
los requisitos impuestos por la ley Aelia Sentia, siendo manumitido antes de los treinta años, no
adquiría la condición de ciudadano romano. Si este liberto se casaba con una ciudadana romana, no
era considerada esa unión como justas nupcias, y por lo tanto los hijos concebidos no estaban bajo su
patria potestad. En tales condiciones, se permitió al padre obtener la ciudadanía romana, y por
consiguiente la potestad sobre sus hijos, si se presentaba al cabo del año de nacido el hijo, ante el
magistrado, probando la existencia del vínculo matrimonial y del hijo nacido de dicha unión.
Si un ciudadano romano contrajera matrimonio con una no ciudadana, ignorando esa situación, probado
el error, se les permitió que la esposa adquiriera la ciudadanía romana y el hijo concebido de dicha
pareja, estuviera bajo la potestad paterna. También si la situación era inversa, o sea, la mujer,
ciudadana y el hombre no, desconociendo tal circunstancia, se tomó la misma solución que en el caso
anterior.

LOS LEGITIMADOS
La legitimación fue otra forma de adquirir la patria potestad, en este caso, sobre los hijos nacidos de
concubinato. Quedaban fuera de la posibilidad de legitimación los hijos adulterinos e incestuosos.
Para que se produjera la legitimación que equiparaba a estos hijos naturales a los legítimos, se requería
el consentimiento del legitimado, que en caso de no poder hacerlo por su corta edad, debía ratificarla
posteriormente. Los medios otorgados por la ley para que sea válida la legitimación, fueron: el
matrimonio subsiguiente de los padres, la oblación a la curia o el rescripto del emperador. El primer
caso exigía que no existieran impedimentos matrimoniales al momento de la concepción del hijo. Si en
este caso los padres contraían matrimonio, el hijo quedaba equiparado totalmente al hijo legítimo.
La oblación a la curia significaba ofrecer un hijo natural para desempeñarse como decurión o casar a la
hija natural con un decurión. Los decuriones tenían la función, entre otras, de recaudar impuestos. Esta
tarea tenía pocos candidatos dispuestos a ejercerla, ya que debían responder personalmente en caso
de que no pagaran los contribuyentes. Esta forma de legitimación creaba un vínculo civil, agnaticio
entre el padre y el hijo, pero este último no era pariente civil de los demás parientes del padre.
Durante el mandato del emperador Justiniano surgió una nueva forma de legitimación, para aquellos
casos en que no pudiera darse el subsiguiente matrimonio de los padres, por existir algún impedimento.
La legitimación por rescripto imperial, o sea concedida por el emperador, a pedido del padre por
presentación directa o por disposición testamentaria, tenía como único requisito, que el padre natural no
poseyera hijos legítimos. Si el padre no los hubiera legitimado en el testamento, pero los hubiera
instituido herederos, los propios hijos podían solicitar la legitimación pues se suponía que esa era la
voluntad del testador. Esta forma de legitimación equiparaba en todos sus efectos al hijo natural con los
hijos legítimos.

LOS ADOPTADOS
Esta institución del Derecho Civil, significaba, introducir al adoptado a la familia y crear un vínculo de
patria potestad sin la existencia de un vínculo de sangre. Dentro de la adopción cabía distinguir la
adopción de un alieni iuris, o sea de una persona que ya estaba bajo el poder de un pater y pasaba a
depender de otro y la adrogación, por el cual una persona sui iuris, o sea no sujeta a patria potestad,
pasaba a depender de otra en calidad de filius.
Para ser adoptante, se requería ser capaz, debiendo para ello ser un hombre sui iuris y ciudadano
romano. No podían adoptar los tutores y curadores a sus pupilos mientras estos fueran menores de 25
años. Las mujeres no podían adoptar, pero sí ser adoptadas. Tampoco podían hacerlo los menores de
18 años, ni los castrados.
Para que se operara la adopción, el padre originario debía vender ficticiamente al hijo al adoptante,
mediante tres mancipaciones (medio solemne y privado de transmisión del dominio mediante el
procedimiento del cobre y la balanza). Las dos primeras compra- ventas eran lógicamente seguidas de
manumisión, para que acto de compra venta pudiera volver a efectuarse. En el caso de hijas y nietos,
bastaba una sola mancipación.
Luego de la última venta el hijo no quedaba bajo la patria potestad del nuevo pater, sino en mancipium,
otra potestad inherente al pater. Para lograr la patria potestad, se requería entonces, que el pater
adquirente, volviera a remanciparlo ficticiamente, para que no estuviera ya en mancipium. En esa
situación el pater adoptante intentaba contra el padre natural una reivindicación (acción por la cual se
recuperaban las cosas robadas). Ante la falta de oposición del padre biológico el adoptivo adquiría la
patria potestad, por decisión del magistrado. En época de Justiniano bastó con la presentación del
padre adoptante, del adoptivo, y del adoptado, por la cual el primero manifestaba su decisión ante el
magistrado y se labraba un acta ante el Juez.
La adopción creaba un vínculo similar, entre padre e hijo, al derivado de la naturaleza, por lo tanto, se
exigió que el adoptante fuera mayor que el adoptado por lo menos, en 18 años. En el derecho Antiguo
no se exigió el consentimiento del adoptado, lo que sí fue condición (al menos que no se opusiera)
durante el derecho clásico.
Si la adopción fuera de un nieto, el abuelo que daba al nieto en adopción lo hacía por su propia
voluntad sin ser necesario el consentimiento del padre de la persona a dar en adopción. En el caso de
que el adoptante sea el abuelo, se requería la conformidad del abuelo y del padre adoptante.
El emperador Justiniano distinguió entre la adopción plena, que se daba en el caso de que el adoptante
fuera a su vez ascendiente natural del adoptado, donde se producía la incorporación del adoptado bajo
la patria potestad del adoptante, del caso de la adopción menos plena, o sea, cuando el adoptante fuera
un extraño, el adoptado no salía de la patria potestad con respecto a su padre natural. Sin embargo,
tenía el adoptado derecho a concurrir a la sucesión intestada del padre adoptivo.
La adrogación era la incorporación a la familia de un sui iuris, o sea, de quien no estaba sometido a
patria potestad. Fue de gran importancia pues este sui iuris al incorporarse como alieni iuris a otra
familia, renunciaba a su propio culto familiar, para tomar el del adoptante, además de que se integraba
con todas las personas que se hallaban bajo su propia potestad. Ante una situación tan significativa, era
indispensable la intervención de los Pontífices. Se requería la conformidad del adrogante y la del
adrogado, pero además la del pueblo reunido en comicio. Luego, los comicios fueron reemplazados por
una Asamblea. Durante el imperio se permitió que pudiera efectuarse por rescripto imperial.
Además de los requisitos exigidos para la adopción, los pontífices debían realizar una investigación
para determinar la causa por la que se efectuaba, que debía ser justa y beneficiar al adoptado. El
adrogante debía tener al menos 60 años, y adquiría la patria potestad sobre el adrogado y toda su
familia agnaticia.

POTESTADES DEL PATER


En los primeros tiempos, su facultad era tan amplia que podía disponer totalmente de la persona y
bienes de sus filius. Esta potestad fue moderándose muy paulatinamente en la República limitándose
particularmente en la Roma imperial, y sobre todo bajo la influencia cristiana. A fines del siglo II, el pater
sólo podía ejercer una facultad correctiva. Todo padre que diera muerte a un hijo, a partir del emperador
Constantino, fue considerado parricida.
La posibilidad del padre, otorgada por la Ley de las XII Tablas, de vender al hijo, fue declarada ilícita por
el emperador Caracalla, salvo por motivos de pobreza extrema. Dioclesiano y luego Constantino, lo
prohibieron en cualquier caso, aunque este último emperador realizó una salvedad. Podía enajenarse el
hijo si fuera recién nacido, en caso de padre indigente, pero reservándose la facultad de poder
readquirirlo.
Hasta el Bajo Imperio era facultad del pater abandonar al filius, que podía vivir junto al que lo recogiera,
como hijo o esclavo. Con Justiniano el hijo abandonado, adquiría la condición de libre y sui iuris.
La potestad sobre los bienes de los hijos era total, ya que existía un solo patrimonio familiar del que el
pater era titular. Durante el imperio, aparecieron los peculios, que eran bienes que se permitían fueran
del hijo, quien los podía administrar (peculio profecticio) o adquirirlos en propiedad (castrense, cuasi
castrense, y adventicio).

Contenido de la patria potestad:

El contenido de la patria potestad puede ser estudiado enfocando:

a) sus efectos sobre la persona de los hijos; y b) sus efectos sobre el patrimonio.

Advertimos y ratificamos nuevamente, que su desenvolvimiento es correlativo a la evolución histórica de


la estructura social romana.

Efectos sobre los hijos:

1. Derecho de vida y muerte. Este derecho consiste, durante la época caracterizada por la primacía del
derecho formal y estricto, en el reconocimiento pleno de los derechos perpetuos y absolutos del
paterfamilias. El estado estaba impedido de intervenir en los asuntos familiares y era el pater, quien
entonces ejercitaba dicho derecho, resolviendo todas las situaciones que se presentaban al grupo
familiar.

Durante la era republicana, en virtud de la influencia de las costumbres y del debilitamiento resultante
de la institución, las determinaciones del pater, en tal sentido, estaban supeditadas a su consulta, o a
un consejo de parientes próximos o a personas de rango calificado —los censores—, quienes ejercían
la magistratura de la censura, realizaban el censo y fiscalizaban la conducta pública y privada de los
ciudadanos, pudiendo tacharlos hasta con la nota de infamia, pues ellos podían hacer la lista álbum
senatorium de personas calificadas para llevarlos al cuerpo senatorial.
En época posterior al imperio pagano, en virtud de la anormalidad imperante en el régimen de la familia,
provocada por el relajamiento inarmónico y no controlado de las costumbres, muchos padres asumieron
de nuevo el antiguo ejercicio del derecho de dar muerte a sus hijos; sin embargo, estos tipos de
conducta, provocaban el castigo de los emperadores, incluso con penas de expatriación.
Durante el régimen cristiano, la patria potestad se concibió, como, según ARANGIO Ruiz, "la función de
proteger y educar a la prole, a corregir a sus hijos, debiendo acudir a los magistrados para imponer
penalidades a los hijos", lo cual nos advierte el paso al estado de derecho de castigar.
2. El ius vendendi. —Era otro derecho practicado, desde los tiempos remotos, por los padres sobre sus
hijos y el cual consistía en el privilegio del pater de vender a sus hijos. Si vendía al hijo, lo hacía
esclavo, es decir, el hijo caía en capitis deminutio máxima y era relegado a la categoría de las cosas,
ejerciéndose por el comprador, el derecho de propiedad sobre éste. En caso de que el hijo, en lugar de
venderlo, fuera cedido in macipium, es decir, se le colocaba con una persona libre (por ejemplo, el jefe
de otra familia), a fin de que ésta ejerciese autoridad sobre otra persona libre por un tiempo limitado, en
este caso el hijo, que conservaba su condición de libre al ser cedido y al encontrarse bajo la autoridad
del jefe de la otra familia, se hacía entonces cuasi-esclavo. En otras palabras, su condición de libre no
la perdía por el hecho de haber caído in mancipium. La Ley de las XII Tablas consagra un precepto, en
que establece que la patria potestad se extinguía si el padre vende al hijo tres veces y a la hija una sola
vez. El derecho de ventas fue derogado en los tiempos del imperio cristiano, por considerarlo contrario
a la equidad y al desarrollo y desenvolvimiento de las relaciones paterno filiales.

3. —lus exponendi. —Era el derecho del pater, del jefe, de abandonar al hijo. También fue ejercido
durante los primeros tiempos y prohibido en la época del imperio. Los emperadores dejaron constancia
de que el hijo abandonado pasara a la patria potestad de quien la obtuviere. Sin embargo, Justiniano
consideró la libertad del abandonado, aun cuando fuese recogido.

Relación con los bienes. Los Peculios.


Es clara la posición de la doctrina romanística con respecto a las relaciones y los efectos del poder
paterno sobre el patrimonio familiar. Haremos uso de varias citas textuales de algunos tratadistas de la
especialidad, referidos a este tópico.

Así, IGLESIAS, en su obra, dice: "titular de derechos patrimoniales sólo puede serlo el paterfamilias:
cuanto él adquiere, sea por negocios que lleve a cabo, sea por disposiciones de terceros, v. g., por
actos mortis causa que lo hagan destinatario de sus bienes, pasa a engrosar el patrimonio del
paterfamilias.
La originaria incapacidad patrimonial del filius familias entró en quiebra al afirmarse el régimen de los
peculios. El peculio en su primera figura, es una pequeña suma de dinero o una pequeña masa de
bienes concedida por el pater en goce y administración al hijo.

KUNKEL, manifiesta: "El aspecto patrimonial se derivó de la estructura monárquica de la familia romana
al principio de que sólo el paterfamilias poseía capacidad patrimonial y facultad de disposición sobre el
patrimonio familiar. Los hijos de familia eran considerados según una concepción que data de antiguo,
como copartícipes, pero carecían de todo poder de disposición. En el curso de la era republicana una
concepción nueva que identifica el poder de disposición con el derecho sobre las cosas, considera al
paterfamilias como único propietario de la fortuna familiar y al hijo como totalmente incapaz en el
aspecto patri¬monial. En teoría estas reglas fueron conservadas, pero en el derecho de la época
imperial se restringe cada vez más el poder exclusivo de disposición del padre, hasta el punto de que
prácticamente se transforma en lo contrario".

En lo que respecta a la obligación alimentaria, dice KUNKEL: "Siendo la patria potestad un poder sobre
las personas que a ella estaban sometidas no originaba obligaciones para el pater familias. El deber de
prestar alimentos a los hijos y nietos no se implanta hasta la época imperial fuera del sistema jurídico
tradicional. Al principio sólo existiría quizás con respecto a los individuos de la casa sometidos a la
potestad paternal, más tarde por lo menos hacia fines del siglo II de Jesucristo se concedió el derecho a
alimentos a los descendientes emancipados. El deber de alimentos era mutuo, de manera que los
ascendientes tenían derechos a percibirlos de los descendientes. Es dudoso si la madre legítima tenía
en la época clásica derecho a alimentos, sin embargo, las palabras de ULPIANO permiten reconocer
que la solución afirmativa como principio del derecho clásico, y es desde todo punto creíble que la
jurisdicción consular saltara también en este punto sobre los límites de la familia agnaticia. El clasicismo
del deber de alimentos entre la madre natural y sus descendientes creernos que está fuera de duda. En
base a lo expuesto, y a los fines de resumen y clarificación, vemos:
a) Que, según el derecho arcaico predominante, en circunstancias en que la familia era concebida
como una unidad
b) cohesionada por el parentesco agnaticio y sin intervención del Estado, en su regulación, era el
paterfamilias quien poseía los poderes absolutos sobre el grupo familiar y quien era el titular exclusivo
de los derechos patrimoniales de la familia. Por consiguiente, las adquisiciones del hijo eran
pertenencias del pater, lo cual convertía al hijo en un simple instrumento de adquisición, con la sola
posesión de expectativas y de esperanzas de derecho sobre el patrimonio, las cuales se concretarían a
la muerte del jefe, como heredero que era del mismo. Esto era entonces, no ya un aspecto del derecho
de propiedad, sino del derecho sucesoral o hereditario. Privó entonces, durante la monarquía y la
república, la incapacidad patrimonial del hijo, pues los derechos eran ejercitables, exclusivamente, a
través del paterfamilias.
c) b) Este principio se transforma, durante la época impe¬rial, con el desenvolvimiento de Roma, al
crearse el régimen de los peculios, o sea, el patrimonio propio del hijo de familia. Aquel poder exclusivo
del pater se quebranta y se le reconoce al hijo, por excepción, una determinada capacidad patrimonial,
como observamos al analizar las clases de peculios.
d) En cuanto al aspecto relativo a la obligación alimentaria como derecho inherente a la institución de la
patria potestad, la doctrina romanística presenta puntos de vista controvertidos.
e) Los comentaristas contemporáneos manifiestan, unánimemente, que la patria potestad no originaba
obligaciones al pater. Sin embargo, en las etapas primitivas, existía la obligación alimenticia hacia la
persona de la casa. Durante el imperio, se le reconoce a los hijos y a los nietos y, finalmente, en el
imperio cristiano, se extiende a los hijos emancipados o excluidos de la patria potestad, a la madre
legítima y a la madre natural, concibiéndose dicha obligación como recíproca entre ascendientes y
descendientes.

PECULIOS.
PRINCIPIOS DEL HIJO DE FAMILIA

KUNKEL señala "que la evolución de la época imperial debilita notablemente el principio del poder
exclusivo sobre el patrimonio familiar y ello tiene su origen en la institución del peculium, pero mientras
el verdadero peculio es una porción de bienes que el paterfamilias confiere al hijo voluntariamente, y del
cual podría privarle en todo momento, con lo que no sólo jurídico sino también económicamente
continuaba siendo una parte del patrimonio paterno, los peculios nuevos del derecho imperial son
porciones de bienes cuya administración corresponde enteramente al hijo independientemente de la
voluntad del padre y de la cual éste no le podría privar.

CLASES DE PECULIO
La doctrina romanística reconoce cuatro clases de peculio, a saber:
a) peculio profecticium;
b) peculio castrense;
c) peculio cuasi-castrense; y
d) peculio adventicium.

Profecticium. —Es el más remoto y está constituido por los bienes que el paterfamilias cedía a sus hijos
o a sus esclavos para que los administraran, radicando la propiedad de los mismos en el pater. Dice
CAMUS: "El reconocimiento jurídico de este peculio implicó una responsabilidad limitada a su
ascendencia del paterfamilias en virtud de la actio de peculio

Castrense. —Augusto, al constituirse los militares en una verdadera clase, concedió a los hijos de
familia, militares, que dispusieran por testamento, de lo que hubiesen adquirido durante el servicio:
sueldo, botín, donativos, etc. Estos bienes constituyeron el peculio castrense. En este tipo de peculio,
se reconoció en el filius familias la propiedad de los bienes, lo que lo distingue del anterior. Nerva y
Trajano confirmaron este privilegio.
Cuasi Castrense. —Al sobrevenir la nueva crisis y la evolución del derecho romano, el ordenamiento
patrimonial de la familia se deshace. Al separarse en el imperio las funciones civiles y militares,
Constantino creó el peculio cuasi-castrense, semejante al castrense, a favor del hijo, con respecto a
todo lo que hubiese ganado por su cargo en el palacio imperial como funcionario, en el ejercicio de
profesiones liberales o como clérigo. Se le reconoce capacidad legal para disponer de los bienes
obtenidos con su trabajo. Se consiguió así un equilibrio entre la clase militar y civil.
Adventicium. —El peculio adventicium, también es denominado bona adventicia. Adriano y Constantino
establecieron que los bienes correspondientes al hijo por sucesión de la madre, pasasen en propiedad
a aquél, y sólo el usufructo al padre.

Posteriormente, fue extendido a las adquisiciones que, a título gratuito recibían los hijos de familia de
sus ascendientes maternos. Luego, se incluyó en este peculio los lucros nupciales y esponsalicios. Por
último, Justiniano fue todavía más amplio y extenso, al disponer que lo que el hijo bajo potestad
adquiera por cualquier concepto, que no proviniera del padre y no correspondiente a los peculios
castrenses y cuasi-castrenses, integraban el peculio adventicium.

Se le concedió al padre la administración y el usufructo de la bona adventicia, sin necesidad de prestar


fianza y sin la obligación de rendir cuentas, no pudiendo enajenar ni hipotecar dichos bienes, pero la
propiedad de éstos radica en el hijo.

Al extinguirse la patria potestad, cesaba el usufructo, lo que representaba un obstáculo para la


emancipación, y por eso, Justiniano dispuso que el padre tenía derecho a reservarse la mitad de los
bienes en usufructo, propendiéndose así a la emancipación como modo voluntario de extinción de la
patria potestad.

Este peculio no correspondía al padre:

a) si el hijo lo adquiría contra la voluntad del padre;


b) cuando los bienes se dejaban al hijo con la condición de que el padre no tuviera el usufructo; y
c) cuando el padre se divorciaba respecto de los bienes que pasaban a poder del hijo.
Como el hijo carecía de patrimonio, en caso tal de que contrajera una obligación, se creaba, hasta
cierto punto, un derecho ficticio en la persona del acreedor. Los romanos, y específicamente los
pretores, llevados por la observación de esa situación, trataron una vez más de corregir el derecho
antiguo, creando a tal fin las acciones pretorianas las cuales nos referimos al analizar la representación
y la esclavitud, a través de ellas comenzó el hijo a obligar contractualmente al padre, así como también
el esclavo a su dueño o amo.
Son ellas:
Actio quod iussu, cuando el hijo negociaba con el mandato según voluntad expresa del pater.
Actio exercitoria, cuando el hijo es capitán o patrono de una nave que origina la deuda.
Actio institoria, si el hijo administra un comercio o indus¬tria, en el cual contrajo la obligación.
Actio tributoria, causado en las deudas del peculio admi¬nistrado por el hijo.
Actio peculio y actio in rem verso, que permitía al acreedor actuar contra el pater, hasta concurrencia
del valor del peculio o del beneficio obtenido por el mismo.

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