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2.

5 Año Litúrgico
El Año litúrgico es camino a través del cual la Iglesia hace memoria del misterio pascual de Cristo y
lo revive

Autor: P. Antonio Rivero | Fuente: Catholic.net

¿Qué es el Año Litúrgico?


Se llama Año Litúrgico o año cristiano al tiempo que media entre las primeras vísperas de Adviento
y la hora nona de la última semana del tiempo ordinario, durante el cual la Iglesia celebra el entero
misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida, llamada la Parusía. Por
tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con fe y amor, Dios sale a
nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo, único Mediador entre Dios
y los hombres.

En la carta apostólica del papa Juan Pablo II con motivo del cuadragésimo aniversario de la
constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, del 4 de diciembre de 2003, nos dice que el año
litúrgico es "camino a través del cual la Iglesia hace memoria del misterio pascual de Cristo y lo
revive” (n.3).

El Año Litúrgico tiene dos funciones o finalidades:

a) Una finalidad catequética: quiere enseñarnos los varios misterios de Cristo: Navidad, Epifanía,
Muerte, Resurrección, Ascensión, etc. El año litúrgico celebra el misterio de la salvación en las
sucesivas etapas del misterio del amor de Dios, cumplido en Cristo.

b) Una finalidad salvífica: es decir, en cada momento del año litúrgico se nos otorga la gracia
especifica de ese misterio que vivimos: la gracia de la esperanza cristiana y la conversión del
corazón para el Adviento; la gracia del gozo íntimo de la salvación en la Navidad; la gracia de la
penitencia y la conversión en la Cuaresma; el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte en la
Pascua; el coraje y la valentía el día de Pentecostés para salir a evangelizar, la gracia de la
esperanza serena, de la honestidad en la vida de cada día y la donación al prójimo en el Tiempo
Ordinario, etc. Nos apropiamos los frutos que nos trae aquí y ahora Cristo para nuestra salvación y
progreso en la santidad y nos prepara para su venida gloriosa o Parusía.

En lenguaje más simple: el Año Litúrgico honra religiosamente los aniversarios de los hechos
históricos de nuestra salvación, ofrecidos por Dios, para actualizarlos y convertirlos, bajo la acción
del Espíritu Santo, en fuente de gracia divina, aliento y fuerza para nosotros:

En Navidad Se conmemora el nacimiento de Jesús en la Iglesia, en el mundo y en nuestro corazón,


trayéndonos una vez más la salvación, la paz, el amor que trajo hace más de dos mil años. Nos
apropiamos de los mismos efectos salvíficos, en la fe y desde la fe. Basta tener el alma bien limpia
y purificada, como nos recomendaba san Juan Bautista durante el Adviento.

En la Pascua Se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sacándonos de las tinieblas


del pecado a la claridad de la luz. Y nosotros mismos morimos junto con Él, para resucitar a una
nueva vida, llena de entusiasmo y gozo, de fe y confianza, comprometida en el apostolado.

En Pentecostés Se conmemora la venida del Espíritu Santo, para santificar, guiar y fortalecer a su
Iglesia y a cada uno de nosotros. Vuelva a renovar en nosotros el ansia misionera y nos lanza a
llevar el mensaje de Cristo con la valentía y arrojo de los primeros apóstoles y discípulos de Jesús.

Gracias al Año Litúrgico, las aguas de la redención nos cubren, nos limpian, nos refrescan, nos
sanan, nos curan, aquí y ahora. Continuamente nos estamos bañando en las fuentes de la
salvación. Y esto se logra a través de los sacramentos. Es en ellos donde celebramos y
actualizamos el misterio de Cristo. Los sacramentos son los canales, a través de los cuales Dios nos
da a sorber el agua viva y refrescante de la salvación que brota del costado abierto de Cristo.

Podemos decir en verdad que cada día, cada semana, cada mes vienen santificados con las
celebraciones del Año Litúrgico. De esta manera los días y meses de un cristiano no pueden ser
tristes, monótonos, anodinos, como si no pasara nada. Al contrario, cada día pasa la corriente de
agua viva que mana del costado abierto del Salvador. Quien se acerca y bebe, recibe la salvación y
la vida divina, y la alegría y el júbilo de la verdadera liberación interior.

El Año Litúrgico, ¿cuántos ciclos tiene?

Tiene dos:

Ciclo temporal cristológico: en torno a Cristo.


Ciclo santoral: dedicado a la Virgen y los santos.


A su vez, el ciclo temporal cristológico tiene
dos ciclos:


El ciclo de Navidad, que comienza con el tiempo de Adviento y culmina con la Epifanía.
El ciclo Pascual, que se inicia con el miércoles de ceniza, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual
y culmina con el domingo de Pentecostés.


El ciclo de Navidad: comienza a finales de noviembre
o principio de diciembre, y comprende: Adviento, Navidad, Epifanía.


Adviento: tiempo de alegre espera, pues llega el Señor. Las grandes figuras del Adviento son:
Isaías, Juan el Bautista y María. Isaías nos llena de esperanza en la venida de Cristo, que nos traerá
la paz y la salvación. San Juan Bautista nos invita a la penitencia y al cambio de vida para poder
recibir en el alma, ya purificada y limpia, al Salvador. Y María, que espera, prepara y realiza el
Adviento, y es para nosotros ejemplo de esa fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en la
vida.. Y además, estamos en pleno mes de María. ¿Qué color se usa en el Adviento? Morado, color
austero, contenido, que invita a la reflexión y a la meditación del misterio que celebraremos en la
Navidad. No se dice ni se canta el Gloria, estamos en expectación, no en tiempo de júbilo. Durante
el Adviento se confecciona una corona de Adviento; corona de ramos de pino, símbolo de vida,
con cuatro velas (los cuatro domingos de Adviento), que simbolizan nuestro caminar hacia el
pesebre, donde está la Luz, que es Cristo; indica también nuestro crecimiento en la fe, luz de
nuestros corazones; y con la luz crece la alegría y el calor por la venida de Cristo, Luz y Amor.

Navidad: comienza el 24 de diciembre en la noche, con la misa de Gallo y dura hasta el Bautismo
de Jesús inclusive. En Navidad todo es alegría, júbilo; por eso el color que usa el sacerdote es el
blanco o dorado, de fiesta y de alegría. Jesús niño sonríe y bendice a la humanidad, y conmueve a
los Reyes y a las naciones. Sin embargo, ya desde su nacimiento, Jesús está marcado por la cruz,
pues es perseguido; Herodes manda matar a los niños inocentes, la familia de Jesús tiene que huir
a Egipto. Pero Él sigue siendo la luz verdadera que ilumina a todo hombre.


Epifanía: el día de Reyes es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios como luz de todos los
pueblos, en la persona de esos reyes de Oriente. Cristo ha venido para todos: Oriente y Occidente,
Norte y Sur, Este y Oeste; pobres y ricos; adultos y niños; enfermos y sanos, sabios e
ignorantes.




El ciclo Pascual comprende Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual, y Tiempo Pascual.


Cuaresma: es tiempo de conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta


el Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón para el tiempo
pascual. Se aconseja rezar el Via Crucis cada día o, al menos, los viernes, para unirnos a la pasión
del Señor y en reparación de los pecados.


Semana Santa y Triduo Pascual: tiempo para acompañar y unirnos a Cristo sufriente que sube a
Jerusalén para ser condenado y morir por nosotros. Es tiempo para leer la pasión de Cristo,
descrita por los Evangelios, y así ir sintonizando con los mismos sentimientos de Cristo Jesús,
adentrarnos en su corazón y acompañarle en su dolor, pidiéndole perdón por nuestros pecados.
Estos días no son días para ir a playas ni a diversiones mundanas. Es una Semana Santa para vivirla
en nuestras iglesias, junto a la comunidad cristiana, participando de los oficios divinos, rezando y
meditando los misterios de nuestra salvación: Cristo sufre, padece y muere por nosotros para
salvarnos y reconciliarnos con su Padre y así ganarnos el cielo que estaba cerrado, por culpa del
pecado, de nuestro pecado. 


Tiempo Pascual: tiempo para celebrar con gozo y alegría profunda la resurrección y el tiempo del
Señor. Es la victoria de Cristo sobre la muerte, el odio, el pecado. Dura siete semanas; dentro de
este tiempo se celebra la Ascensión, donde regresa Cristo a la casa del Padre, para dar cuenta de
su misión cumplida y recibir del Padre el premio de su fidelidad. En Pentecostés, la Iglesia sale y se
hace misionera, llevando el mensaje de Cristo por todo el mundo.




El ciclo Santoral está dedicado a la Virgen y a los santos:

Cada uno de los Santos es una obra
maestra de la gracia del Espíritu Santo. Así dijo el papa Juan XXIII en la alocución del 5 de junio de
1960. Por eso, celebrar a un santo es celebrar el poder y el amor de Dios, manifestados en esa
creatura. 

Los santos ya consiguieron lo que nosotros deseamos. Este culto es grato a Dios, pues
reconocemos lo que Él ha hecho con estos hombres y mujeres que se prestaron a su gracia. "Los
santos, –dirá san Atanasio- mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si
siempre estuvieran celebrando la Pascua” (Carta 14). 

Este culto también es útil a nosotros, pues
serán intercesores nuestros en el cielo, para implorar los beneficios de Dios por Cristo. Son
bienhechores, amigos y coherederos del Cielo. Así lo expresó san Bernardo: "Los santos no
necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. La veneración de su memoria
redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos,
se enciende en mí un fuerte deseo” (Sermón 2). 

Tenemos que venerarlos, amarlos y agradecer a
Dios lo que por ellos nos viene de Dios. Son para nosotros modelos a imitar. Si ellos han podido,
¿por qué nosotros no vamos a poder, con la ayuda de Dios?

Sobre todos los santos sobresale la
Virgen, a quien tenemos que honrar con culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios.
Ella es la que mejor ha imitado a su Hijo Jesucristo. Además, Cristo, antes de morir en la cruz, nos
la ha regalado como Madre.

Tiempos del Año Litúrgico


El año litúrgico es un tiempo simbólico, un signo de salvación que recorre el círculo completo de
las estaciones del año solar, siendo portador de una significación y de un poder de salvación, que
no es otro que el misterio de Cristo, centro y culmen de toda realidad simbólica cristiana.

El año litúrgico tiene una estructura que distribuye y articula las celebraciones de la comunidad
cristiana, siguiendo unos períodos de tiempos variables según su situación en el año o ligados a
determinadas fechas del calendario; es decir, propio del Tiempo y Santoral.

El año litúrgico consta de tres ciclos temporales: Pascua, Navidad y Tiempo ordinario, y de un
conjunto de solemnidades y de fiestas del Señor, de la Virgen María y de los Santos.

1. CICLO PASCUAL

El ciclo pascual consta de:

-El Triduo pascual


-El Tiempo de Pascua
-El Tiempo de Cuaresma

a) El Triduo Pascual

La Iglesia celebra cada año los grandes misterios de la redención de los hombres desde la Misa
vespertina del jueves "en la Cena del Señor" hasta las Vísperas del domingo de Resurrección.

Este período de tiempo se denomina "Triduo pascual", porque con su celebración se hace
presente y, se realiza el misterio de la Pascua, es decir, el tránsito del Señor de este mundo al
Padre.

El Jueves Santo

Con el Jueves Santo termina la cuaresma y se inicia el Triduo pascual.


La misa, "en la Cena del Señor" evoca la última cena en la cual el Señor, habiendo amado hasta el
extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las
especies de pan y de vino y los entregó a los Apóstoles para que los consumiesen, mandándoles
que ellos y sus sucesores también lo ofreciesen.

La celebración vespertina está centrada en la institución de la Eucaristía y del Orden sacerdotal, y


en el mandamiento nuevo del Señor.

El Viernes Santo

En este día, en que "ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo", la iglesia, meditando sobre
la Pasión de su Señor y adorando la Cruz, conmemora su nacimiento del costado de Cristo
dormido en la Cruz e intercede por la salvación de todo el mundo.

La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía. Se distribuye la
Comunión solamente durante la celebración.

El tono triunfal y victorioso de toda la liturgia de este día es reflejo de la teología de San Juan, que
presenta la cruz como el momento de la glorificación de Jesús.

El Sábado Santo

Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y
muerte, su descenso a los infiernos, y esperando su resurrección. En este día no se celebra la
Eucaristía.

La Vigilia Pascual y el Domingo de Pascua

Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor. Es la "madre de
todas las santas Vigilias". Durante la Vigilia Pascual, la Iglesia espera la resurrección del Señor y
celebra los sacramentos de la iniciación cristiana.

El Domingo de Resurrección es el tercer día del Triduo. Es el domingo de los domingos.

La Vigilia Pascual

La Vigilia consta de las siguientes partes:

Los ritos iniciales están constituidos por el Lucernario, que nos ofrece el simbolismo de la luz;
La Liturgia de la Palabra presenta la historia de la salvación convertida en anuncio de la Pascua del
Señor, que culmina en el evangelio;
La Liturgia Bautismal es doble: el rito bautismal y la renovación de las promesas bautismales;
La Liturgia Eucarística: la celebración eucarística tiene una fuerza especial: es la Eucaristía más
importante del año litúrgico.





b) El Tiempo Pascual, experiencia del Resucitado

La celebración de la Pascua se continúa


durante el tiempo pascual. Los 50 días que van del Domingo de Resurrección al de Pentecostés se
celebran con alegría, como un solo día festivo, más aún, como el "gran domingo".

El tiempo
pascual es el tiempo de la presencia y de la experiencia del Señor Resucitado entre los suyos.

El
domingo de Pentecostés es el colofón de Pascua. No es una pascua paralela a la de Resurrección,
sino el culmen pascual en el que se da el don del Espíritu y nace la Iglesia.





c) El Tiempo de Cuaresma 

Los grandes temas que nos ofrecen las lecturas y los textos
eucológicos de este tiempo pueden reducirse a la Pascua, los sacramentos, el desierto, la Alianza y
la conversión. No son los únicos, pero sí los que tienen el valor aglutinador. La cuaresma es un
camino hacia la Pascua. Cristo, por el misterio pascual, ha hecho la Alianza eterna con el pueblo;
los sacramentos de la iniciación cristiana que exigen una conversión constante, nos introducen
progresivamente en el misterio de Cristo muerto y resucitado.

El tiempo de cuaresma está
ordenado á la preparación de la celebración de la Pascua. Prepara tanto a los catecúmenos como a
los fieles a celebrar el misterio pascual.

Los catecúmenos se encaminan hacia los sacramentos de
la iniciación cristiana, tanto por la "elección" y los "escrutinios", como por la catequesis. Los fieles,
por su parte, dedicándose con más asiduidad a escuchar la Palabra de Dios y a la oración, y
mediante la penitencia, se preparan a renovar sus promesas bautismales.





2. CICLO DE NAVIDAD

Navidad y Epifanía están inseparablemente unidas. Podemos decir que


celebran dos aspectos del mismo misterio. La Navidad surgió en Occidente. La Epifanía, en
Oriente. Pero ambas fueron aceptadas y celebradas complementariamente.

En la Navidad es el
misterio del nacimiento del Mesías, el Hijo de Dios, el que se acentúa y celebra. En la Epifanía
celebramos la manifestación de su divinidad, su carácter de Salvador a los Magos, al pueblo judío
en el Jordán y en el milagro de Caná.

La Navidad es el encuentro de lo "divino con lo humano y lo
humano con lo divino". Navidad es cercanía. Epifanía es la visibilidad gloriosa de su divinidad. Es el
misterio de un Dios que viene, que está y que se manifiesta.

El misterio de la Venida no se
celebra como un recuerdo, aniversario entrañable, sino que es una realidad actual. Navidad es
nacimiento y venida y aparición "hoy". El misterio se nos hace presente y se nos comunica en la
celebración litúrgica. El "Dios con-nosotros" quiere en cada Navidad hacer de los cristianos
"nosotros-con-Dios": hijos, partícipes de su nuevo nacimiento y de su vida.

El ciclo natalicio
comprende también un tiempo de preparación que se denomina:

Adviento, que comienza en las vísperas del domingo más próximo al 30 de noviembre y termina
en las vísperas del día 24 de diciembre.

En el tiempo de Adviento distinguimos una doble
perspectiva: una existencial y otra cultual o litúrgica. Ambas perspectivas no sólo no se oponen,
sino que se complementan y enriquecen mutuamente. La espera cultual, que se consuma en la
celebración de la fiesta de Navidad, se transforma en esperanza escatológica proyectada hacia la
Parusía final, dotando de este modo nuestra experiencia religiosa cristiana de una fuerza peculiar y
de un dinamismo lleno de eficacia. Por estas razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo
de una expectación piadosa y alegre. 

Todo el misterio de la esperanza cristiana se resume en el
Adviento, Al mismo tiempo, es preciso afirmar que la espera del Adviento invade toda nuestra
experiencia cristiana, la envuelve y encuentra en ella una dimensión nueva.

Las primeras
semanas del Adviento subrayan el aspecto escatológico de la espera abriéndose hacia la Parusía
final; en la última semana, en cambio, a partir del 17 de diciembre, la Liturgia del Adviento centra
su atención en torno al acontecimiento histórico del nacimiento del Señor, actualizado
sacramentalmente en la fiesta.





3. EL TIEMPO ORDINARIO

Además de los tiempos que tienen un carácter propio, quedan 33 ó


34 semanas en el curso del año, en las que no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de
Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los
domingos. Este período de tiempo recibe el nombre de Tiempo Ordinario.
 Es un Tiempo todavía
poco conocido en su estructura, contenido y expresión de fe.

La importancia de este Tiempo se
centra en conseguir la progresiva asimilación del misterio de Cristo por parte de los fieles, porque
semana tras semana y día tras día se presenta toda la vida histórica de Jesús, vista siempre a la luz
del misterio pascual.

Este tiempo nos ofrece igualmente, la dinámica interna del crecimiento y la
realización del Reino de Dios en este mundo. Los domingos y semanas anteriores al bloque de
Cuaresma-Pascua sirven para introducirnos en la predicación y actualización del Reino de Dios por
parte del Jesús histórico. Mientras que los domingos y semanas posteriores, sirven para
centrarnos en la experiencia que del Reino de Dios ha de hacer la Iglesia pospascual de los
tiempos.

El Tiempo Ordinario comienza el lunes que sigue al domingo posterior al 6 de enero y
se extiende hasta el martes antes de Cuaresma inclusive: de nuevo se reanuda el lunes después
del domingo de Pentecostés y termina antes de las primeras Vísperas del domingo de Adviento.

Las fiestas del Año Litúrico


El tiempo celebrativo

La fiesta como espacio cronológico y marco de la celebración, hace posible la inserción plena del
acontecimiento celebrado en la vida de los hombres. El clima que se palpa en la celebración hace
que ese tiempo de celebrar sea distinto del tiempo ordinario y común, en el que no sucede nada.
El hombre vive el tiempo festivo como una inclusión de la eternidad en nuestro presente fugaz e
inexorable. Por eso encuentra este tiempo feliz y gratificante.

A estas notas humanas se añaden las específicamente cristianas del tiempo celebrativo de la
liturgia, un tiempo que se convierte en acto de culto y en oportunidad de salvación presidido por
la eucaristía.

Las notas características de la fiesta cristiana podemos sintetizarlas de la siguiente manera:

- La fiesta es símbolo de la presencia del Señor en medio de los suyos.

- Tiene un valor escatológico como figura, prenda y anticipo de lo que está por venir: la vida
eterna.
- El culmen de toda fiesta cristiana por excelencia es el domingo, anterior a cualquier fiesta o
tiempo litúrgico. Las diversas fiestas y tiempos litúrgicos, organizados posteriormente descansan
sobre los domingos.

- Los dos factores que determinan el tiempo de la celebración son el factor cósmico y el factor
histórico.

- En el examen de las fiestas cristianas encontramos una relación constante entre las estaciones
del año y las fiestas litúrgicas.

- Es claro que en la constitución del domingo como fiesta cristiana prima el hecho histórico: la
muerte y la resurrección de Cristo. Pero el hecho cósmico no está ausente.

- Se impone el ritmo repetitivo semanal, como criterio para elegir y señalar el día de reunión de los
cristianos para celebrar su fiesta. Y el ritmo semanal es claramente un ritmo lunar: es la fracción
del período mensual determinado por los ciclos de la luna.

Junto a esta celebración semanal pronto aparece la celebración anual: La Pascua. También aquí
encontramos una síntesis entre el tiempo histórico y el cósmico. El año es el resultado del ciclo
solar con sus cuatro estaciones.

Siguiendo la tradición Judía, los cristianos elegirán para la fiesta anual de la resurrección, el
equinoccio de primavera: punto de equilibrio entre el día y la noche, momento de resurgimiento
de la vida nueva en la naturaleza, de renacimiento de la vida. A ésto se añadirá un simbolismo
complementario: la luna llena, la plenitud de la luz.

La liturgia elegirá otro momento del año para celebrar las fiestas de la fe: el solsticio de invierno, el
tiempo que los días empiezan a crecer y parece que el sol renace. Este contexto servirá para
celebrar el otro hecho histórico de nuestra fe: el nacimiento de Cristo, verdadero Sol que vence la
tiniebla. Tenemos el tiempo de Navidad.

Alrededor de estos dos ejes del año, Pascua y Navidad, se articulan otras fechas festivas: los dias
natales de los seguidores más inmediatos de Cristo: María, los apóstoles, los mártires, etc.

El retorno regular de estas fiestas constituye los ciclos de la celebración cristiana, sus ritmos y
cadencias, la liturgia llama a esta estructuración de los tiempos celebrativos año litúrgico y
considera a éste como el marco y la entraña de su fiesta, como las auras de la eternidad del Reino.

Es por todo esto que decimos que las principales solemndades son "moviles"

El calendario litúrgico

El tiempo está dividido en períodos que marcan la vida, las actividades y las fiestas de los hombres.
Los cristianos tienen también una distribución del tiempo en el que celebran los misterios de
Cristo y expresan su fe. Es el calendario litúrgico. Tiene su propio ritmo, una sucesión de fiestas y
una alternancia de tiempos.

La liturgia cristiana ha establecido divisiones en el tiempo para distribuir en ellas las distintas
celebraciones del misterio de Cristo. El calendario litúrgico se establece conforme a estos ritmos:

Diario: cada día es santificado por las celebraciones del pueblo de Dios, principalmente por la
Eucaristía y la liturgia de las Horas.

Semanal: gira entorno al domingo, día del Señor y fiesta primordial de los cristianos.

Anual: cuenta con 52 semanas y a través de ellas se desarrolla todo el misterio salvífíco de Cristo,
cuya fiesta principal es el Triduo Pascual.





- Solemnidades, fiestas y memorias




Solemnidad: Es la máxima clasificación de una celebración (fiesta muy importante). Su celebración
comienza en las primeras vísperas del día precedente. 

Fiesta: Es una celebración importante que sale del común del tiempo ordinario, a través de él se
celebran los misterios de nuestra salvación.

Memoria: Es la celebración que conmemora de manera libre u obligada a un santo.

Feria: Se denomina así a los días de la semana que siguen al domingo. En ella no hay oficio propio,
ni memoria de algún santo. Son privilegiadas las ferias del miércoles de ceniza y de semana santa y
las ferias de adviento del 17-24 diciembre.





- Solemnidades y fiestas del Señor

 Forman parte de la memoria y de la celebración que la


Iglesia hace del misterio de Cristo a lo largo del año y están relacionadas con los tiempos litúrgicos
específicos más cercanos:

Están relacionadas con la Navidad: la Presentación y la Anunciación. 

Están relacionadas con Pascua: Trinidad, Corpus, el Corazón de Jesús, la Transfiguración, la
Exaltación de la Cruz, etc. 

La Solemnidad de Cristo, Rey, que abre y prepara el Adviento y es recuerdo de la última venida del
Señor, se relaciona con los dos ciclos y hace de enlace entre un año que termina y otro que
comienza. 





- Solemnidades y fiestas de la Virgen Santísima

 En el culto a la Virgen la Iglesia admira y


ensalza el fruto más espléndido de la redención, en la que ella tuvo activa participación.

A lo
largo de todo el año, aunque estas solemnidades y fiestas están en el Santoral, deben
contemplarse en especial conexión con el Año Litúrgico. Sus relaciones son:

Se relacionan con Adviento: la Inmaculada, la Anunciación, la Visitación. 

Se relacionan con Navidad-Epifanía: Madre de Dios, Natividad de María, Sagrada Familia,
Presentación de María. 

Se relacionan con Pascua; Asunción, Dolores, Corazón de María, Carmen y muchas otras
advocaciones con que el pueblo cristiano venera a la Virgen María. 




- 
Los Santos en el Año Litúrgico

 La santidad es un atributo de Dios y de su Hijo, es también


un don de Dios a su pueblo, el don de Cristo a su Iglesia y a cada uno de sus miembros.

El título
de santo se atribuye a aquellos cristianos que han vivido con mayor plenitud su pertenencia a
Crisfo. Celebrar a un santo es celebrar a Dios, darle gracias, reconocer su presencia en nuestra
historia. El día de su muerte o nacimiento para la vida futura se considera el día más propio para
recordarlos, y así lo hace la Iglesia en su Liturgia.

Las celebraciones del Tiempo Ordinario y del
Santoral van completando, a lo largo del año, el recuerdo y la actualización del Misterio pascual,
tanto en la evocación de la vida histórica de Jesús como en su cumplimiento en la vida de la Madre
de Dios y de los que se distinguieron como los más fieles testigos de la fe y del evangelio.

Catequesis en audio:

El Papa Benedicto XVI emitió su Motu Proprio "Summorum Pontificum”, que concede un indulto
que permite celebrar la misa tridentina sin necesidad de solicitar permiso al obispo. Aprende qué
es un Motu Proprio y las implicaciones de este documento.

Da click en el siguiente enlace y escucha el tema: -Sobre la Misa Tridentina y el Novus Ordo.

Participación en el Foro
1. ¿Qué es el año Litúrgico?

Se llama Año Litúrgico o año cristiano al tiempo que media entre las primeras vísperas de Adviento
y la hora nona de la última semana del tiempo ordinario, durante el cual la Iglesia celebra el entero
misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida, llamada la Parusía. Por
tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con fe y amor, Dios sale a
nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo, único Mediador entre Dios
y los hombres. Según el papa San Juan Pablo II es el "camino a través del cual la Iglesia hace
memoria del misterio pascual de Cristo y lo revive.”

2. Menciona los ciclos que tiene el Año Litúrgico

Son dos:

Ciclo temporal Cristológico: en torno a Cristo (Conformado por el ciclo de Navidad, que comienza
con el tiempo de Adviento y culmina con la Epifanía y por el ciclo Pascual, que comprende
Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual, y Tiempo Pascual).
Ciclo santoral: dedicado a la Virgen y los santos.

3. Menciona los tiempos del año Litúrgico


El año litúrgico consta de tres ciclos temporales: Pascua, Navidad y Tiempo ordinario, y de un
conjunto de solemnidades y de fiestas del Señor, de la Virgen María y de los Santos.

Bibliografía recomendada/ artículos de apoyo :

-Carta del Papa a los Obispos sobre "Summorum Pontificum"


La Carta de Benedicto XVI a los obispos de todo el mundo sobre el Motu Proprio Summorum.
Referente al misal de Juan XXIII

- Ecclesia De Eucharistia

-Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la rececpción de la comunión eucarística por parte
de los fieles divorciados que se han vuelto a casar

- Sacrosanctum Concilium (Constitución Dogmática del Vaticano II para la Liturgia)

- Redemptionis Sacramentum
Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía

- Dies Domini ( Carta apostólica JPLL sobre la santificación del domingo)

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