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Cargaron al mulo con la pequeña caja e intentaron arriarlo tratando de llevar esa caja a Sama,
pero el mulo caía en tierra como agobiado por el peso y por más intento que se hizo no
consiguieron mover al mulo. Finalmente el pueblo se decidió quedarse con la caja pequeña
que contenía el Cristo crucificado y enviar al grande a Sama. Se cambió de cajas al mulo y
este comenzó nuevamente a paso ágil su camino hacia Sama hasta que ya no se le vio.
Fue así como el Cristo pequeño quiso quedarse en Locumba, para ser venerado en el
Santuario donde el Señor quiere derramar sus gracias, y el Cristo grande se quedó en Sama
¿Por qué? – nos preguntamos – Así lo quiso el Señor, para que se haga su voluntad de
quedarse en Locumba y bendecir a toda persona que con fe sincera se acerca a Él a pedirle
algo.
El templo donde esta el Señor se destruyó totalmente por las lluvias, pero a la imagen del
Señor no le pasó nada.
El primer Obispo de Tacna Mons. Carlos Masías, forma un comité para la construcción de un
nuevo templo y luego Mons. Alfonso Zaplana, el segundo Obispo de la Diócesis construye el
templo que hoy cobija al Señor de Locumba y que acoge a tantos peregrinos que van en
búsqueda de la Gracias del Señor. Esto hace que todos los años y especialmente en el mes
de Septiembre (para el día 14) la aglomeración de peregrinos se haya convertido en una
tradición religiosa que comprende: la práctica del sacramento de la reconciliación, la
celebración de la Eucaristía, el participar de la procesión, el llevar agua bendita y alguna
imagen del Señor de Locumba, el pedir una bendición para la familia.
Nada importante le interesaba, pero lo que si lo apasionaba era el chisme. Tan pronto
escuchaba del pico de alguna cacatúa o cotorra que alguien había metido la pata, que no
había hecho lo que tenía que hacer, que se había descubierto algún defecto o mentira, o
que estaba metido en algún problema serio, el avestruz sacaba la cabeza, alargaba su
cuello y no se perdía ni una sola palabra de lo que se decía […]
Una tarde, pasaron a su lado unos conejos muy asustados. - ¿Has escuchado que un
tigre anda por aquí? -No - dijo el avestruz, y metió en actitud de desprecio Ia cabeza bajo
Ia tierra.
- ¿Has oído algo de un tigre que anda merodeando por este lugar?
- Mire, quien quiera que sea, a mí solo me interesan los chismes, los buenos chismes,
todo Io demás me tiene sin cuidado, así que déjeme en paz.
De inmediato, el avestruz sacó la cabeza del hueco y se encontró nada menos que con el
tigre, que estaba parado frente a él. […]
Mira- dijo, me han contado que en este lugar hay un animal tan tonto que no le interesa
nada lo que sucede a su alrededor. No le interesa si se quema el bosque o si se inunda, si
cortan los árboles o si hay una injusticia. A ese animal solo le interesan los chismes, nada
más que los chismes.
- Y por eso mismo- dijo el tigre-, por no preocuparse por su propia seguridad y la de los
otros animales, un día un tigre venido de otra región se Io comió.
TEMAS DE INTERES
PARA LA
AVESSTRUZ
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