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Danza, técnicas corporales y género en la Facultad Popular de Bellas Artes

Martha Yunuén Moreno Morales.

La mayor parte (si no la totalidad) de las actividades humanas que se desarrollan dentro de una
sociedad, se conciben como pertenecientes, propias o dominadas por un género, y ello está relacionado
con el cómo se piensan las identidades ligadas a cada sexo. Ahora bien, el género existe donde hay un
cuerpo humano, y este se ha clasificado dentro de una división casi exclusivamente binaria: el cuerpo
femenino y el cuerpo masculino. En razón de estas representaciones, también se han asignado valores
masculinos y femeninos a la forma en que los cuerpos se mueven y se expresan mediante el lenguaje
corporal. En ese sentido, en la actividad dancística confluye la corporalidad vivida mediante la
expresión por medio de lenguajes no verbales y el aprendizaje de técnicas corporales, por un lado, y
como manifestación de los géneros, por el otro.
Para la antropóloga Marta Lamas, el género es “el conjunto de ideas sobre la diferencia sexual
que atribuye características “femeninas” y “masculinas” a cada sexo, a sus actividades y conductas, y a
las esferas de la vida.” Se trata de una “simbolización cultural” que se hace presente en las prácticas,
las ideas, los discursos y las representaciones que determinan el carácter de la conducta objetiva y
subjetiva del sujeto en razón de su sexo, y de esa manera se construye el “deber ser” de mujeres y de
hombres, y de las actividades que le son “propias” a cada uno.1
Cuerpo y género se viven a través de los movimientos y gestualidades que se realizan en la
cotidianidad (posturas, modos de correr, dormir, comer, sentarse, etc.), pero estos, al igual que las
identidades generizadas, están normados y son propios de cada entorno sociocultural. En ese orden de
ideas y siguiendo las propuestas teóricas de Marcel Mauss podemos hablar de técnicas corporales, a las
cuáles hemos definido en trabajos anteriores. Mauss explica que estas técnicas corporales se concretan
en habitus que se insertan desde lo social en el individuo.2 Pierre Bourdieu retoma esta noción para
profundizar en los modos en que estás técnicas, pero también las nociones sobre género, se incorporan
en las personas. En ambos casos nos encontramos ante una relación con el ejercimiento del poder sobre
los individuos y sus cuerpos a nivel de los discursos, las prácticas, las normas, las representaciones y
los valores.3

1
Tortajada, Margarita. “Cuerpo, danza y mujer: consideraciones teóricas” en Danza y género, México, INBA/CENIDID,
2012, p. 24.
2
Mauss, Marcel. “Técnicas y movimientos corporales”, en Sociología y Antropología, Madrid, Tecnos, 1971, p. 340.
3
Tortajada, Margarita, op. cit., pp. 25-26.
Si hablamos de la distinción de género en función del cuerpo, es válido pensar que esto ocurre de
manera más acentuada en aquellos actos y profesiones en loas que predomina la acción física, la
performatividad corporal. Si nos ubicamos en el campo de las artes escénicas, que hacen uso del cuerpo
como principal medio de expresión, nos hallamos con que en el teatro, la danza y las artes circenses,
esta diferenciación se hace presente en distintas magnitudes. Pensando en el desarrollo de estas
actividades a un nivel profesional dentro de una institución educativa, ¿qué relaciones descubrimos
entre danza, género y técnicas corporales?
Margarita Tortajada expone que las identidades de género pueden explicarse en términos de
habitus, lo social incorporado que se vive como natural.4 Con base en los conceptos de Bourdieu,
nosotros creemos que en una escuela de danza también se inscribe otro tipo de habitus: el del productor
de danza. Lo social que se incorpora en el bailarín como parte de las técnicas corporales extracotidianas
(según la clasificación que hace Ugo Volli, partiendo de las propuestas de Mauss)5 se construye en un
campo menor al de la totalidad social, esto es, el campo dancístico, que a su vez pertenece al campo del
arte. Dentro de él, a lo largo de los años se han configurado las técnicas, hábitos, representaciones,
nociones estéticas, creencias y conocimientos que en un momento dado y en determinado contexto
sociocultural se pretenden debe tener todo bailarín, que deben metérsele en el cuerpo para moldearlo
como ser integral y bailarín profesional; al menos desde la óptica de las instituciones educativas que se
adjudican esos objetivos.
Quiero enfocarme en 2 técnicas corporales extracotidianas que establecen una diferenciación
genérica entre hombres y mujeres en una escuela de danza: en los hombres se enfatizan los saltos y el
desarrollo de fuerza en los brazos; y sólo las mujeres, tienen acceso al entrenamiento en puntas como
parte de la técnica clásica, al menos tradicionalmente.6 Es posible que en la Facultad Popular de Bellas
Artes de la UMSNH no existan esa clase de distinciones si tomamos en cuenta que, sorprendentemente,
la técnica clásica (ballet) es una optativa dentro del programa académico (y sólo puede cursarse en los
primeros seis semestres, de los diez que abarca la licenciatura, con 4 horas a la semana).7 Hasta 1996,
las técnicas de ballet habían compartido el espacio con las de la danza contemporánea en el programa
académico, como materias obligatorias en la educación corporal de los futuros bailarines y bailarinas.
Sin embargo, el cambio se efectuó como parte del proceso de regularización, restructuración y

4
Ídem.
5
Islas, Hilda, “Introducción”, en De la historia al cuerpo, y del cuerpo a la danza, México CNCA, 2001, p. 17.
6
7
Olvera Rabadán, Alejandra y Rocío Luna Urdaibay. Rediseño curricular de la Licenciatura en Danza, Morelia,
UMSNH, 2008, p. 30.
acreditación de carreras universitarias que dio inicio desde la década de 1990, dando como resultado el
rediseño curricular de esta licenciatura.8
Dentro de la carrera en danza de esta facultad las desigualdades a razón del género se manifiestan
en otro sentido: la población de hombres dentro de la matrícula de danza es minoritaria,9 lo que
provoca que a los varones se les de preferencias y facilidades que las alumnas no tienen.

Por el contrario, entre ellas existe una competencia más reñida por conseguir becas, personajes en
una obra, o hasta atención de los maestros, debido a la desproporción de su número con relación al de
los varones. Al preguntar a 8 alumnos (de la generación ingresada en el 2012 y que actualmente cursan
el 8° semestre) sobre cómo repercute el género en la decisión de estudiar danza y en su desempeño en
el transcurso de la carrera nos responden:
Estudiante 1 (M): “Debido a que somos más mujeres que hombres, ellos siempre tienen más
oportunidad para todo por ser hombres, y como mujeres somos muchas, es más alta la competencia.”
Estudiante 3 (H): “En lo personal creo que al ser hombre me da un poco más de confianza por el
motivo de que son muy pocos los hombres que se dedican a la danza”
Estudiante 5 (M): “…Los hombres son menos por lo que tienen más facilidades de obtener becas,
papeles o personajes, de atención o consideración y yo observo mayor libertad y facilidad para
aprender y ejercer la danza porque corporalmente son mucho menos atacados que las mujeres, por
machismo y todo eso, o violencia de género…”
Estudiante 6 (M): “…repercute bastante ya que la mayoría de los alumnos de danza son
mujeres,..”

8
Olvera Rabadán Alejandra, op. cit., pp. 4-6, 383-384.
9
Gráfica incluida en: S/a. Facultad popular de Bellas Artes. Plan de Desarrollo 2014-2020, Morelia, UMSNH, 2014, p.
38
Esta situación de diferenciación genérica presente en la danza escénica ha sido distinta desde el
momento en que su práctica comenzó a profesionalizarse. Si bien es cierto que tras el periodo en el que
la bailarina gozó de la hegemonía en la danza clásica a finales del siglo XIX, surgieron varios
personajes masculinos que reivindicaron el lugar del bailarín, logrando atraer de nuevo la mirada sobre
él. Más aún, exaltaron al bailarín masculino como figura central, a la vez que hicieron uso de temáticas,
gestualidad y técnicas corporales que enfatizaban la masculinidad con base en las concepciones y
representaciones hegemónicas del hombre, es decir, acentuando su “masculinidad”, su fuerza, su
virtuosismo y su papel de héroe, trabajando temas relacionados con los deportes o con la violencia.
Muchas de esas personalidades (como Vaslav Nijinski, Michel Fokine, Serge de Diaghilev, por
mencionar algunos) dieron un giro y un nuevo impulso al ballet, al sacarlo del “letargo romanticista” en
que se hallaba, abriendo paso a la tendencia del ballet moderno; otros más fueron parte de los pioneros
de la danza moderna, campo dancístico dominado en principio por el género femenino.10 Podemos
destacar entre ellos a José Limón y a Xavier Francis, quienes por invitación del mayor impulsor de la
danza académica en México, Miguel Covarrubias, trabajaron durante la década de los 50’s en las
escuelas oficiales de danza, entrenando a los bailarines y bailarinas que eran parte de la END y la
ADM.11 Trajeron consigo sus temáticas, y sus propias técnicas corporales, que entraron en competencia
con la consolidada técnica Graham.
La danza se constituyó entonces como espacio de expresión, de actuación y construcción de
identidades de género socioculturalmente aceptadas, donde estas pueden cuestionarse, manipularse y
transgredirse, y que no obstante, no deja de considerarse como una actividad femenina y lleva consigo
prejuicios que pueden ser una de las causas del bajo número de varones matriculados en la licenciatura
y quizá en otras escuelas de danza, y lo podemos observar en las aseveraciones de los alumnos:
Estudiante 2 (H): “La mayoría de las personas creen que por ser un hombre interesado en la
danza es homosexual.”
Estudiante 4 (M): “…depende mucho del género dancístico al que se dedique… por ej. como
mujer al entrar en la Lic. en danza contemporánea es normal ver bailarinas que estén en esto, en ese
sentido, algunos compañeros hombres se les ve menos normal esta decisión en la sociedad.
Contrario, por ej. a mujeres que se dedican a danzas más urbanas (breaking, hip hop) es raro en
la sociedad.”

10
Margarita Tortajada, op. cit., pp. 91, 96-105.
11
Dallal, Alberto. “Lo nacional como proyecto y realización de la danza mexicana de hoy”, en Anales del Instituto de
Investigaciones Estéticas, vol. 13, no. 52, México, UNAM/IIE, p. 216 (archivo PDF).
Estudiante 5 (M): “…la danza sí tiene tintes más femeninos, para mí, y hay cosas que como
mujeres entendemos o conectamos más fácil.”
Estudiante 6 (M): “…más que escolarmente creo que influye más socialmente, en el hecho de que
es una actividad muy femenina, es decir, aparentemente “sutil, sensible”...”
Estudiante 7 (H): “…dentro de la institución ni existe ningún tipo de discriminación para ningún
sexo, el detalle es fuera, o sea como lo ve la sociedad: los hombres bailarines=gay, y las mujeres
vistas casi como un fetiche.”
De ello podemos concluir que fuera de las organizaciones, eventos y publicidad que promueven
la tolerancia y la apertura hacia expresiones y modos de vida “diferentes” o “alternativos” a los roles
femeninos y masculinos sentenciados por los valores socioculturales, aún dentro del ámbito académico
la identidad de género marca delimitaciones y maneras de hacer y de ser. Establece un ellos y un
nosotros entre mujeres y hombres, y entre la persona y el resto de la sociedad, influye en su mirada y
concepción sobre el Otro y sobre sí mismo. Determina la preponderancia de un género sobre otro, y lo
que es más, aquello que se ve como “normal” o “anormal” incide directamente sobre las decisiones de
las personas respecto a la carrera a la que ingresan, su estancia en ella y las oportunidades que se le
ofrecen.
Descartando el descrédito que tiene la danza como profesión en México, podemos aventurar que
la danza académica sigue considerándose una ocupación “propia” de las mujeres, asociada a valores,
representaciones, prácticas, discursos y creencias ligados a lo “femenino”. Durante el entrenamiento
corporal y en escena, el género puede transgredirse o reivindicarse, pero en la vida cotidiana la danza
es algo a lo que “normalmente” un hombre no se dedicaría y aún menos elegiría como profesión: no
sería muy “masculino”. Es ahí donde entra el temor y el prejuicio en torno a la homosexualidad,
concebida como lo opuesto a la masculinidad y cercano a la feminidad.
Anexos.
Entrevistas a estudiantes de 8° semestre (generación que ingresó en el 2012), de la Licenciatura
en Danza de la FPBA.12
Pregunta: ¿Cómo repercute el ser hombre o ser mujer en la decisión de estudiar danza y durante
la carrera?
Estudiante 1 (M)
“Debido a que somos más mujeres que hombres, ellos siempre tienen más oportunidad para
todo por ser hombres, y como mujeres somos muchas, es más alta la competencia”
Estudiante 2 (H)
“La mayoría de las personas creen que por ser un hombre interesado en la danza es
homosexual”
Estudiante 3 (H)
“En lo personal creo que al ser hombre me da un poco más de confianza por el motivo de que
son muy pocos los hombres que se dedican a la danza”
Estudiante 4 (M)
“Creo que depende mucho del género dancístico al que se dedique… por ej. como mujer al
entrar en la Lic. en danza contemporánea es normal ver bailarinas que estén en esto, en ese sentido,
algunos compañeros hombres se les ve menos normal esta decisión en la sociedad.
Contrario, por ej. a mujeres que se dedican a danzas más urbanas (breaking, hip hop) es raro
en la sociedad.”
Estudiante 5 (M)
“Muchísimo. Los hombres son menos por lo que tienen más facilidades de obtener becas,
papeles o personajes, de atención o consideración y yo observo mayor libertad y facilidad para
aprender y ejercer la danza porque corporalmente son mucho menos atacados que las mujeres, por
machismo y todo eso, o violencia de género.
Aunque la danza sí tiene tintes más femeninos, para mí, y hay cosas que como mujeres
entendemos o conectamos más fácil.”
Estudiante 6 (M)
“Pues creo que repercute bastante ya que la mayoría de los alumnos de danza son mujeres, y
más que escolarmente creo que influye más socialmente, en el hecho de que es una actividad muy
femenina, es decir, aparentemente “sutil, sensible”, etc.”

12
Van Dijk, Teun A. “El estudio del discurso”, en El discurso como estructura y proceso, “Estudios sobre el discurso I. Una
introducción multidisciplinaria”, Barcelona, Gedisa, 2003;
Estudiante 7 (H)
“No repercute en nada dentro de la institución ni existe ningún tipo de discriminación para
ningún sexo, el detalle es fuera, o sea como lo ve la sociedad: los hombres bailarines=gay, y las
mujeres vistas casi como un fetiche.”
Estudiante 8 (M)
“No repercute en nada, es por gusto personal como cualquier carrera.”13

El Análisis de Discurso se elaboró siguiendo las propuestas de T. van Dijk y Pedro Reygadas.
Emisor: Estudiantes de 8° semestre de la licenciatura en Danza de la FPBA
Receptor: Entrevistadora.
Tema: La incidencia del género en la elección de la danza como carrera y su desempeño en el
transcurso de ella.
Argumentos: Las mujeres son muchas; los hombres tienen más oportunidad en todo; entre
mujeres es más alta la competencia; se piensa que un hombre interesado en la danza es
homosexual/gay; son muy pocos los hombres que se dedican a la danza; es normal ver bailarinas en la
carrera; a los hombres se les ve menos normal esa decisión por la sociedad; los hombres tienen más
facilidades de obtener becas, papeles, atención; los hombres tienen más libertad de ejercer y de
aprender danza porque son menos atacados corporalmente; la danza tiene tintes más femeninos/es muy
femenina/aparentemente sutil o sensible; hay cosas que las mujeres conectan o entienden más
fácilmente; dentro de la institución no hay discriminación, por cómo lo ve la sociedad: los hombres-gay
y las mujeres-fetiches; es un gusto personal que se elige como cualquier carrera.
Representaciones sociales:
Homosexual/gay; género dancístico; institución; femenino/sutil/sensible; machismo; violencia de
género; carrera; fetiche; discriminación; competencia
-Nosotros
Mujeres; hombre; bailarinas; bailarín; danza; institución
-Otros
Hombres/ellos/compañeros; personas; sociedad; fuera
Lugares comunes:
Por ser hombres, como mujeres, más/muy femenina/o, machismo, violencia de género, como lo
ve la sociedad;

13
Cuestionarios realizados el 7 de marzo del 2016.
Lo no dicho:
Sí hay preferencia hacia los varones dentro del salón de clases y por parte de la escuela; entre los
estudiantes hombres no suele haber competencia dentro del ámbito escolar; las mujeres no tienen tanta
posibilidad de obtener becas, papeles, personajes, atención o consideración por ser muchas y por la
competencia que hay entre ellas; la danza no se percibe como actividad “propia” del sexo masculino,
por no ser considerada como tosca o insensible; los hombres no conectan o entienden algunas cosas de
la danza tan fácilmente; no se elige esta carrera a menos que se tenga un gusto personal por la danza; a
las mujeres que hacen danza no se les ve como gays ni a los hombres como fetiches.
Lo ya dicho:
Hay una mayoría de mujeres en las carreras de danza; los hombres que hacen danza son
homosexuales/gays; existe una competencia muy fuerte entre las bailarinas; la danza es una actividad
profesional de carácter femenino; las mujeres son más sensibles y sutiles.

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