Sunteți pe pagina 1din 3

20 de noviembre de 2018

Los propios dioses


Isaac Asimov

A modo de introducción es necesario mencionar que en el libro “Los propios dioses” escrito por
Isaac Asimov en 1972 se utiliza la ciencia-ficción para indagar entre el misterio, los universos
paralelos y la ciencia en su más pura expresión. Por ello, haciendo referencia e indagando más
profundamente en la primera parte del libro, se presenta a Frederick Hallam, un radioquímico que
después de un discusión con Denison, científico con fama de ser el más brillante del departamento,
comienza a investigar sobre un frasco de reactivo que tuvo durante mucho tiempo en su escritorio
con la etiqueta de “metal de Tungsteno” al cual nunca prestó demasiada atención pero ahora tenía
una obsesión con averiguar que contenía en realidad. Tras enviar el contenido y someterlo a
diversas pruebas, los resultados fueron desconcertantes puesto que el elemento químico que se
encontraba en el frasco no era Tungsteno si no plutonio 186, un isótopo incapaz de ser estable en
nuestro universo bajo las leyes físicas que rigen éste mismo. Sin embargo, Frederick tuvo que
comprender la existencia de un universo paralelo conocido como “parauniverso” donde el plutonio
186 si puede ser estable y donde los entes pertenecientes a dicho universo descubren la manera de
intercambiar el plutonio por el tungsteno de nuestro universo. Fue precisamente este frasco con tan
particular contenido y todo lo que vino con ello lo que impulsó a Hallam a ganar el premio Nobel y
a desarrollar la bomba de electrones, ofreciendo energía gratis e ilimitada para el planeta tierra y su
población. Hallam se convirtió en el padre de la bomba de electrones y asumió todo el poder que le
otorgaba este nombre, se convirtió en una persona intocable aun así no mereciera los honores. Un
día, Peter Lamont, científico que a su corta de edad pasó a formar parte de la primera estación de la
bomba se acercó a la oficina de Hallam para comentarle sobre aquel artículo que escribía acerca de
las leyes físicas del parauniverso, junto con ello, sugirió a Hallam que los entes del parauniverso , es
decir, los “parahombres” poseían una inteligencia superior a la raza de seres humanos y la creación
de la bomba habría sido obra de ellos, a lo que Hallam reaccionó enfurecido tras tan absurda
sugerencia y se atribuyó todo el mérito de la creación de la bomba. Lamont frustrado y
desilusionado comienza a buscar la forma de probar que está en lo correcto y se esmera en
desenmascarar a Hallam, quién hace lo posible para que Lamont falle en el intento. Durante esta
travesía, Lamont se da cuenta que la bomba de electrones va a destruir el planeta en cuestión de
tiempo y que es necesario detenerla de inmediato, para ello, con la ayuda de un profesor es capaz de
establecer comunicación con los parahombres y descifrar sus símbolos, los cuales dan a entender
que están asustados por la bomba y que comparten la idea de detenerla. Lamont intenta contactar al
senador Burt, para que sustenten la idea de detener la bomba. Sin embargo, el senador Burt lo
rechaza y le dice:

“Si yo le respaldo, no conseguiré nada con su palabra frente al infinito atractivo de la Bomba.
¿Puedo exigir a todos los hombres que renuncien a la comodidad y a la holgura a que se han
acostumbrado, gracias a la Bomba, sólo porque un hombre grita: ¡Perdición!, mientras todos los
demás científicos están contra él y el reverenciado Hallam le califica de idiota? No, señor, no me
echaré a la hoguera para nada”.

Es precisamente esta parte del libro la cual causó cierto impacto en mí, puesto que esta novela da
cuenta de un conflicto ético respecto de los avances científicos y vislumbra en estos personajes:
Hallam, Lamont y el senador Burt. Esta situación es muy contrastable a la realidad actual, puesto
que el ego en el mundo de la ciencia es el principal limitante para el acceso a la verdad. A pesar de
ser éstos conceptos muy amplios, el ego viene tras la adquisición de poder y la relación entre la
ciencia y el poder son ambiguas y hasta contradictorias. Al poder le interesa la ciencia porque sus
resultados y productos dan más poder pero se debe tener en consideración que la ciencia es sabia y
crítica por naturaleza. Sin embargo, si el poder se siente cuestionado, busca imponerse de diversas
maneras y es ahí donde la relación entre ciencia y poder se tornan relaciones peligrosas porque
cómo saber cuál es el bien mayor para ambas partes ¿el desarrollo de la ciencia o la seguridad de la
humanidad? En relación al libro, Hallam es quien tiene el poder y nadie se atreve a refutar su
palabra, salvo Lamont, quién se da cuenta que la bomba de electrones destruirá la humanidad,
entonces intenta refutarlo y dar a conocer la verdad sobre la bomba pero falla al no recibir el apoyo
de ninguna persona capaz de sustentar su teoría por miedo al desprestigio de su puesto y a las
palabras de Hallam.

Actualmente, la ciencia y el desarrollo de esta misma responden a dictámenes economicistas. La


ciencia responde al sistema en el que surge en el preciso momento, ahora: el sistema neoliberal y
capitalista. La ciencia que se produce en estos tiempos cumple con los principios de funcionamiento
del capitalismo, se convierte en negocio y está al servicio de una minoría resolviendo los
problemas que le interesan al poder. Es capaz de explotar, se vuelve competitiva y no sirve para
resolver los problemas de la sociedad y su mayoría. Actualmente, no avanza la ciencia sino el
cientificismo, el desarrollo tecnológico y la mercantilización del saber científico.

Camila Ortega Orellana.

S-ar putea să vă placă și