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UNIVERSIDAD

NACIONAL DE
TRUJILLO
FACULTAD DE ENFERMERÍA
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ENFERMERÍA

TÍTULO:
CUIDADO DE ENFERMERIA AL ADULTO EN DUELO Y MUERTE
CURSO:
ENFERMERIA EN SALUD DEL ADULTO I

DOCENTE:
Mg. MENDEZ CRUZ, ROSS MERY

INTEGRANTES:

 CHOLÁN QUISPE, ANGIE


 LAYZA BOCANEGRA, NATALY
 MIMBELA GARCIA, CARLA
 RODRÍGUEZ BACILIO, GIOVANNA

TRUJILLO – PERÚ
2018
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO
FACULTAD DE ENFERMERÍA
ENFERMERÍA EN SALUD DEL ADULTO

TEMA: CUIDADO DE ENFERMERIA AL ADULTO EN DUELO Y MUERTE

INTRODUCCIÓN

Todo el mundo experimenta pérdidas, duelo y muerte en algún momento de su vida.


Las personas pueden sufrir la pérdida de relaciones valiosas por cambios vitales
como la mudanza de una ciudad a otra, la separación, el divorcio o la muerte de un
progenitor, del cónyuge o de un amigo. Las personas pueden estar afligidas por los
roles vitales cambiantes a medida que ven que sus hijos adultos abandonan el
hogar o cuando se jubilan
de su trabajo de toda la vida. La pérdida de objetos materiales valorados por robo o
por un desastre natural puede evocar sentimientos de duelo y pérdida. Cuando las
vidas de las personas se ven afectadas por luchas civiles o nacionales puede
aparecer una situación de duelo por la pérdida de ideales valorados, como
seguridad, libertad y democracia.

En el contexto clínico, la enfermera encuentra pacientes que pueden estar


experimentando duelo en relación con el deterioro de la salud, la pérdida de una
parte del cuerpo, una enfermedad terminal o la muerte inminente del paciente o de
otra persona importante. La enfermera también puede trabajar en contextos
comunitarios con pacientes que están afligidos por pérdidas relacionadas con crisis
personales (p. ej., divorcio, separación) o desastres (guerra, terremotos, terrorismo
o huracanes). Por tanto, es importante que la enfermera conozca el significado de la
pérdida y que desarrolle la capacidad de ayudar
a los pacientes en su avance por el proceso del duelo.

Las enfermeras pueden interactuar con pacientes moribundos y con sus familias o
cuidadores en diversos contextos, desde una muerte fetal hasta el adolescente
víctima de un acciempleado dente y el paciente anciano que finalmente muere por
una enfermedad crónica. Las enfermeras deben reconocer las diferentes influencias
sobre el proceso del morir (legales, éticas, religiosas y espirituales, biológicas,
personales) y deben estar preparadas para proporcionar una atención sensible,
habilidosa y compasiva a todas las personas afectadas.

A continuación se presentará los conceptos básicos que debe tener el personal de


enfermería ante estos procesos.
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MUERTE
En los albores de la humanidad el
hombre se sentía temeroso, inseguro
y limitado. La limitación de la vida se
corresponde con la limitación de la
muerte. Según Sócrates a la muerte
no le corresponde ser temida, porque
nadie sabe en qué consiste. Tenerle
miedo es pretender ser sabio sin
serlo. Por tanto, Sócrates tiene una
actitud racional frente a la muerte, es
decir, basada en el poder de la razón.
Por otro lado, para Sócrates hay una
esperanza auténtica de que la muerte sea un bien. Porque la muerte puede ser un
dormir eterno sin sueños, lo cual sería ganancia; o bien, un ingreso a un mundo
donde podemos entrar en contacto con nuestros antepasados, lo que también sería
una gran felicidad. Para Heidegger, uno de los más notables filósofos del siglo XX,
nos remite a uno de los rasgos característicos del dasein (ser-ahí) que es el hombre
entendido en tanto es un "poder-ser", un ser especial por el criterio que posee, por
el cuidado que tiene por su
Existencia, que se desenvuelve en el mundo a partir de sus propias elecciones, la
muerte, en tanto es una posibilidad para el dasein.
El morir no es un hecho dado, sino un fenómeno que hay que comprender
existencialmente, y esto en un sentido señalado que hay que acotar aún con más
precisión. El comprender a la muerte como una posibilidad le da sentido a nuestra
vida, pues nos hace descubrir el valor de ésta en nosotros.
DUELO
El duelo es la respuesta total a la experiencia emocional relacionada con la pérdida.
El duelo se manifiesta por pensamientos, sentimientos y comportamientos
asociados a una angustia o un pesar muy intensos.

El luto es el proceso comportamental mediante el que finalmente se resuelve o se


altera el duelo; con frecuencia depende de la cultura, las creencias espirituales y las
costumbres.
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CARACTERÍSTICAS:
- El duelo y la pérdida de un ser querido los experimenta no sólo la persona
que se enfrenta a la muerte de un ser querido, sino también la persona que
sufre otros tipos de pérdidas.
- El duelo es esencial para una buena salud mental y física. Permite que el
individuo se enfrente gradualmente a la pérdida y que la acepte como parte
de la realidad.
- El duelo es un proceso social; se comparte y soporta mejor con la ayuda de
los demás.
- Si no se supera el propio duelo puede tener efectos potencialmente
devastadores sobre la salud.

Síntomas del duelo: Ansiedad, depresión, pérdida de peso, dificultad deglutoria,


vómitos, astenia, cefalea, mareo, desvanecimientos, visión borrosa, exantema,
sudoración excesiva, trastornos menstruales, palpitaciones, dolor torácico y disnea.

FACTORES

 Factores. Causas y circunstancias de la muerte.


La muerte llega de formas muy diversas que van a influir en el duelo de los
supervivientes:
• Las muertes repentinas e inesperadas son las que más perturbaciones
emocionales producen, así la muerte por accidente, catástrofes, asesinato, e
incluso por enfermedad aguda, son más difíciles de asumir que la muerte tras
un período previo de enfermedad y suponen por lo general duelos
prolongados.
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• La edad del fallecido es un factor importante, así la muerte de un niño, de


un adolescente, es más inexplicable y difícil de asumir que la de un anciano,
que se supone que ya ha realizado su ciclo vital y la expectativa de vida es
corta. Son duelos que generan un enorme enfado. Cuando se unen las dos
situaciones de muerte repentina y juventud, los duelos son aún más difíciles.
• un suicidio deja, además de un dolor intenso, numerosas preguntas sin
respuesta. El suicidio genera mucha agresividad hacia el fallecido y hace
sentirse a todo el mundo cercano culpable de algún modo. Además, supone
un estigma para la familia por el impacto social que produce. Todo esto
provoca importantes distorsiones en el sistema familiar con riesgo de
evolución disfuncional.
• la muerte por SIDA, estigmatiza socialmente a la familia ya que se asocia a
prácticas de riesgo, relaciones sexuales no habituales, etc. Además provoca
un enorme miedo a ser contagiado, tanto en la familia como en el entorno
social, que será más acentuado cuanto más desconocimiento se tenga sobre
la enfermedad. También las circunstancias de la muerte tienen una gran
influencia en la elaboración del duelo:
• la muerte que se produce tras una larga enfermedad, sobre todo si ha
precisado de grandes cuidados, puede generar culpa y la sensación de no
haber hecho lo suficiente ya que, inevitablemente, a lo largo del proceso
aparece el deseo de que todo acabe cuanto antes, junto al deseo de que el
enfermo siga viviendo. Cuando el cuidado recae sobre una sola persona, el
peligro de un duelo complicado es aún mucho mayor
• El modo en que se ha dado la noticia de la muerte, la distancia geográfica
del fallecido, las pérdidas múltiples, etc. son circunstancias que influirán en el
proceso del duelo.
• Si no se ha podido ver el cuerpo, o peor aún, si ha desaparecido, se
potencia la negación de la pérdida y el doliente se queda prácticamente sin
posibilidades de elaborar el duelo.
• El aspecto del cadáver visto por última vez, es importante. La visión de un
cadáver deformado e irreconocible, sobre todo tras accidentes, puede
generar imágenes recurrentes durante un tiempo.
• También hay situaciones de duelo complicadas con culpas desmesuradas,
cuando el doliente es el superviviente de un accidente, circunstancia muy
frecuente en los accidentes de tráfico.

 Factores. Identidad del fallecido y relación con el doliente.


• La pérdida de un ser querido supone la pérdida de una parte de nosotros
mismos. Lo que nos descubría su relación, los sentimientos y las
sensaciones que nos despertaban su presencia, conformaban esa parte de
nuestra imagen que el otro nos devolvía y que desaparece con su muerte
(Grimberg, 1971). El ¿quién era el fallecido para el doliente?: su parentesco,
la intensidad de la relación, roles desempeñados por ambos, etc. nos dan
una idea del alcance de la pérdida. Así, por ejemplo, podemos encontrarnos
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con personas que desarrollan un duelo normal por la muerte del padre y
decididamente complicado tras el fallecimiento de la madre (Olmeda, 1998).
• El estilo relacional determina también en gran medida la respuesta al duelo,
siendo los casos más complicados aquellos en los que el doliente dependía
en gran medida del fallecido, cuando la relación entre ambos era ambivalente
y cuando quedaban entre ellos conflictos no resueltos (Worden, 1991).

 Factores. Personalidad y antecedentes del doliente.


• La personalidad del doliente es una de las piezas clave como determinante
de la evolución del duelo. Así, aspectos como su carácter, visión de la vida,
recursos personales (trabajo, aficiones, etc.), capacidad de expresar
sentimientos, tolerancia al dolor, patrón de manejo del estrés, concepto de sí
mismo, habilidades sociales, etc. van a contribuir en el curso del proceso.
Para unas personas, la muerte de un ser querido es algo devastador y
paralizante, mientras que para otras, se transforma en una experiencia de
crecimiento personal (Pangrazzi, 1993; Tizón, 1996a).

 Factores. Soporte socio-familiar del doliente. Para conseguir una


buena evolución del duelo es básico un adecuado apoyo social.
Bowlby (1980) lo divide en tres partes :
• Círculo de convivencia: cuando el doliente vive sólo, la evolución del duelo
es mucho peor que si vive acompañado. Si el doliente tiene responsabilidad
sobre hijos pequeños o adolescentes, se compensa la desventaja de asumir
en solitario la responsabilidad en el cuidado de los hijos, con el estímulo que
suponen estos para seguir viviendo (Parkes, 1996).
• factores socioeconómicos: la situación económica en la que queda la familia
tras la muerte, puede ser un importante obstáculo para la elaboración del
duelo, sobre todo, los casos de viudas solas o con hijos, ya que
habitualmente empeora su situación económica y se ven obligadas a buscar
otras fuentes de ingresos, a veces en condiciones muy precarias.
• Creencias y prácticas que facilitan u obstaculizan un duelo sano: las
creencias y costumbres sobre el duelo, varían de unas culturas a otras y de
unas religiones a otras e influyen en la orientación y elaboración del duelo, ya
que en unos casos pueden favorecer la expresión de sentimientos y en otros
casos orientar hacia el estoicismo. Hay estudios que indican que no hay una
clara relación entre el credo religioso y la resolución del duelo entre viudas y
viudos (Parkes, 1996).
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ETAPAS DEL PROCESO DEL DUELO

. El inicio o primera etapa: se


caracteriza por un estado de choque
más o menos intenso, hay una
alteración en el afecto, con una
sensibilidad anestesiada, el intelecto
está paralizado y se afecta el
aspecto fisiológico con
irregularidades en el ritmo cardiaco,
náuseas o temblor.
La primera reacción es el rechazo, la
incredulidad que puede llegar hasta la
negación, manifestada por un
comportamiento tranquilo e
insensible, o por el contrario,
exaltado. Se trata de un sistema de
defensa. La persona que ha sufrido la
pérdida activa inconscientemente un
bloqueo de sus facultades de información. Esta fase es de corta duración.

. Etapa central: es el núcleo mismo del duelo; se distingue por un estado


depresivo y es la etapa de mayor duración. Al principio, la imagen del
desaparecido ocupa siempre y por completo la mente del doliente.
Conforme pasa el tiempo, alternan momentos de recuerdo doloroso con la
paulatina reorganización de la vida externa e interna de quien sufrió la
pérdida. En esta fase se recuerda constantemente al desaparecido y se
añoran los pequeños detalles de la vida cotidiana que se compartían con el
ser querido. Existe una depresión que se instala rápidamente después de
acaecido el fallecimiento y que va a durar desde meses hasta años (en el
caso de complicaciones en la elaboración del duelo).
El sufrimiento del duelo es la expresión y consecuencia del trabajo de
liberación que se opera necesariamente después de la pérdida de un ser
querido. Durante el periodo del estado depresivo, a la intensificación de la
relación con el desaparecido se asocia un sentimiento de gran soledad, no
solamente social sino también emocional

Etapa final: es el periodo de restablecimiento. Comienza cuando el sujeto


mira hacia el futuro, se interesa por nuevos objetos y es capaz de volver a
sentir nuevos deseos y de expresarlos. Este periodo de adaptación se
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manifiesta por el desarrollo de nuevas relaciones sociales. Se separa de los


objetos personales del fallecido, guardando solamente los significativos. El
estado depresivo se disipa, el dolor y la pena van disminuyendo, la persona
experimenta un alivio. El final del duelo se manifiesta, esencialmente, por la
capacidad de amar de nuevo.

TIPOS DE RESPUESTA DE DUELO

1. Duelo Abreviado: Es breve, pero se siente de forma genuina. Esto puede


ocurrir cuando el objeto perdido no es muy importante para la persona
afligida o puede haber sido sustituido inmediatamente por otro objeto
estimado igualmente.
2. Duelo Anticipatorio: Se experimenta en previsión de un episodio como la
esposa que elabora el duelo antes de que muera su esposo enfermo.
3. Duelo no validado: Cuando una persona es incapaz de reconocer la pérdida
ante otras personas. Las situaciones en las que puede ocurrir esto se
relacionan con frecuencia con una pérdida socialmente inaceptable sobre la
que no se puede hablar, como un suicidio, un aborto o la entrega de un niño
para adopción.
4. Duelo no saludable o Duelo complicado: Se produce cuando las
estrategias para afrontar la pérdida son maladaptativas. Muchos factores
pueden contribuir al duelo complicado, como una pérdida traumática previa,
barreras familiares o culturales a la expresión emocional del duelo, muerte
súbita, relaciones tensas entre el superviviente y el difunto, y ausencia de un
apoyo adecuado para el superviviente (Egan y Arnold, 2003).

EL PACIENTE MORIBUNDO

Es la persona que se
encuentra en la etapa final
de algunas enfermedades
crónicas, especialmente de
las cancerígenas. Esta fase
se inicia en el momento en
que es preciso abandonar
los tratamientos de finalidad
curativa, ya que no le
aportan beneficios a su
estado de salud, para sustituirlos por otros cuyo objetivo es controlar y paliar los
síntomas, tanto físicos como psíquicos que origina la enfermedad.
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Los pacientes moribundos pueden tener necesidades diferentes a las de otros


pacientes. Para que sus necesidades puedan ser satisfechas, estos pacientes
primero deben ser identificados.
Antes de la muerte, los pacientes tienden a seguir 1 de 3 trayectorias generales de
declive funcional:

● Un período limitado de declive funcional progresivo constante (p. ej., típico de


cáncer progresivo)
● Un prolongado período indefinido de disfunción grave que puede no ser
constantemente progresivo (p. ej., típico de demencia grave, accidente
cerebrovascular con secuelas incapacitantes y la fragilidad severa)
● La función que disminuye de forma irregular, causada por exacerbaciones
agudas periódicas y, a veces impredecibles, del trastorno subyacente (p. ej.,
típico de la insuficiencia cardíaca o la EPOC)

Con la primera trayectoria (p. ej., en el cáncer progresivo), la evolución de la


enfermedad y el momento de la muerte tienden a ser más predecibles que con las
otras trayectorias. Por ejemplo, con la disfunción prolongada (p. ej., demencia
grave), la muerte puede ocurrir repentinamente a causa de una infección, como la
neumonía. Con la disfunción progresiva irregular (p. ej., insuficiencia cardíaca), las
personas que no parecen estar cerca de la muerte pueden morir repentinamente
durante una exacerbación aguda. Como resultado, aunque puede ayudar conocer la
trayectoria de declive funcional, aun así suele ser difícil estimar con precisión el
momento de la muerte. Por lo tanto, se aconseja que los médicos consideren como
pacientes potencialmente moribundos a los que cumplen ambos de los siguientes
criterios, aunque se reconoce que estos criterios pueden ser demasiado inclusivos:

● Presencia de enfermedad grave y se espera que empeore


● La muerte dentro del año no sorprendería al clínico

CUIDADOS DE ENFERMERÍA A LA PERSONA Y FAMILIA EN DUELO

Sea cual fuere la relación de los deudos con el difunto, sólo puede lograrse una
recuperación si aquéllos llevan a cabo el trabajo de duelo. Esto exige que un deudo
se desprenda de la relación e interacción con el difunto, con el fin de liberarse de
ellas para desarrollar relaciones por otro lado. Los objetivos de la intervención con
las personas en duelo pueden esquematizarse en cinco puntos:
1. Mejorar la calidad de vida del sufriente
2. Disminuir el aislamiento social
3. Aumentar la autoestima
4. Disminuir el estrés
5. Mejorar la salud mental (prevención de enfermedades)
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Existen dos signos que indican que la persona está recuperándose de una pérdida:
la capacidad de recordar y de hablar de la persona amada sin llorar ni
desconcertarse; y la capacidad de establecer nuevas relaciones y de aceptar los
retos de la vida. Una forma de confirmar la recuperación es comprobar cuánto
tiempo se ocupa en pensar en el ser perdido.
El objetivo global del asesoramiento en procesos de duelo es ayudar al
sobreviviente a completar cualquier problemática, aumentar la realidad de la
pérdida, ayudar a la persona asesorada a tratar las emociones expresadas y las
latentes, ayudarle a superar los diferentes obstáculos para reajustarse luego de la
pérdida, animarla a decir un adiós apropiado y a sentirse cómoda volviendo otra vez
a la vida.

MUERTE Y POST MORTEM

MUERTE: Llamamos muerte a la pérdida total de las funciones vitales. La muerte,


es el acontecimiento universal donde concluye la existencia terrenal del hombre, con
ella también terminan los procesos biológicos fundamentales, pero también las
relaciones sociales de la persona.
POST MORTEM: La expresión "post mortem" es latina, y su significado es “después
o a continuación de la muerte”, usándose para todos aquellos actos que se
practican luego de la muerte de una persona, sobre su cadáver; o a los efectos de
acciones que la persona ya fallecida realizó en el curso de su vida, pero que se
cumplen luego de su deceso.
En el primer caso (de actos sobre el cadáver) pueden mencionarse la autopsia, que
es un examen médico de inspección y disección del cuerpo muerto, para averiguar
las causas del deceso, especialmente si resultó dudoso (muerte accidental o
asesinato) y/o averiguar las patologías que lo hubieran afectado. También puede
emplearse para describir el cadáver (rigidez o frialdad post mortem). En el segundo
caso (acciones que la persona ya fallecida realizó en el curso de su vida, pero que
se cumplen luego de su deceso) se refiere al testamento, que es una declaración de
voluntad sobre el destino de sus bienes, designando herederos y opcionalmente
legatarios, que recién podrá efectivizarse luego de la muerte del testador.

CUIDADOS DE ENFERMERÍA A LA PERSONA Y SU FAMILIA EN MUERTE Y


POST MORTEM

 Empezar con los cuidados después de la confirmación del diagnóstico por parte del
médico responsable.
 Informar a la familia cuanto antes después de verificar la identificación y parentesco
por parte del médico responsable.
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 Mantener en todo momento la intimidad de la familia.


 Separar el fallecido del/los compañeros/as de la habitación.
 Permitir a la familia que tenga tiempo para estar con el fallecido si se ha pedido con
anterioridad.
 Desconectar y retirar catéteres, vías intraóseas e intravenosas, drenajes, tubos,
sueros, que lleve el fallecido.
 Recoger y guardar las pertenencias del paciente fallecido y entregárselas a un
miembro de la familia.
 Verificar que el cuerpo del fallecido esté presentable y aseado. Lavar el cadáver si
es necesario y colocar prótesis dental si es posible.
 Cubrir con apósito las lesiones que presente el fallecido.
 Colocar el cuerpo en posición decúbito supino y alineado. Estirar las extremidades
inferiores, juntar los tobillos y colocar los brazos a lo largo del cuerpo o doblados
sobre el pecho.
 Registro en la documentación, tanto a nivel de registros enfermería como en los
programas informáticos.
 Identificar correctamente el cadáver y tenerlo preparado con toda la documentación
para su traslado. Verificar que el paciente tenga colocada la pulsera identificativa
(colocársela si no la tuviera).
 Recoger el material y limpiar la zona donde ha sucedido el fallecimiento.
 Ayudar a los familiares a afrontar el proceso de la muerte: El soporte emocional y
psicológico es esencial, porque, en el último año de vida del enfermo es estimada
una alta prevalencia de ansiedad (46%) depresión (39%) en los cuidadores.
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REFERENCIAS:

Arranz, P, Barbero J.J. et (2003) col: "Intervención emocional en Cuidados


Paliativos. Modelo y protocolos". Ed. Ariel.

Astudillo, W, Mendinueta, C, Astudillo E.: “Cuidados al enfermo en fase terminal y


atención a su familia”. Ed. Eunsa. Pamplona. 1995.

Guía de apoyo para padres de niños oncológicos. Lo que tu hijo necesita. (2006)
Consejería de Madrid. Mi hijo tiene cáncer ¿qué hago? Guía para padres.
FARO.

MANUAL MSD (2018) El paciente moribundo. Disponible en:


https://www.msdmanuals.com/es-pe/professional/temas-especiales/el-paciente-
moribundo/el-paciente-moribundo

Meza D et all (2008). El proceso del duelo. Un mecanismo humano para el manejo
de las pérdidas emocionales Disponible en:
http://www.redalyc.org/pdf/473/47316103007.pdf

Míguez, A., & Muñoz, D. (2009). Enfermería y el paciente en situación


terminal. Enfermería Global, (16) Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1695-61412009000200018&lng=es&tlng=es.

Pérez, M. (2015) Duelo, Proceso Individual, Familiar y Social disponible en:


http://www.caritasvitoria.org/datos/documentos/Material%20Duelo-
magdalena.pdf

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