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1.- Introducción
La educación es un derecho que nos corresponde como individuos, sin importar
condición, género o edad. La edad no es impedimento para que continuemos con
nuestros estudios, por el contrario, la madurez que adquirimos con los años son un
factor determinante para que adquiramos el conocimiento de una forma distinta y
mucho más significativa. Si bien, la educación de niños y adultos tienen un mismo
fin el cual es educar, la forma en cómo se aborda es distinta y la principal diferencia
es que los niños disfrutan su aprendizaje y la aplicación del mismo, mientras que los
adultos buscan un progreso por medio de la consecución de objetivos.
No obstante, existen muchas diferencias que los hacen ver como diferentes, como
por ejemplo mientras en el modelo pedagógico, el profesor decide con pleno
derecho lo que se aprende, cuándo, cómo y si está o no asimilado por los alumnos.
Los objetivos también los fija el profesor, los alumnos solamente necesitan saber,
para triunfar y progresar académicamente lo que el profesor les enseña y no tienen
necesidad y a veces no quieren saber más que lo que el profesor les exige o lo que
viene en el programa. El concepto del alumno es de dependiente. Su aprendizaje
depende de la enseñanza, su identidad social depende de su actividad como
estudiante. La experiencia del alumno es poco útil para el aprendizaje, el
aprendizaje y la enseñanza giran en torno a respuestas y la enseñanza gira en torno
a “productos” terminados. El alumno acumula aprendizajes y conocimientos para
aplicarlos posteriormente y orientan su aprendizaje en torno a un tema.
Por otro lado, en el modelo andragógico el adulto decide lo que quiere saber o lo
que le interesa saber y es libre para buscar dónde, cómo, con quién y para qué
aprender. Los adultos necesitan saber, para triunfar en la vida, más cosas de las
que el profesor les enseña, su aprendizaje depende, además de la enseñanza, de
Alma Berenice Sifuentes Angeles
4.- Conclusión
Bibliografía