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“La ligereza” es un concepto que tiene múltiples aplicaciones que van más allá de
lo obvio. En nuestra sociedad es algo que se puede encontrar en prácticamente
cada acción, objeto, manera de pensar o persona a nuestro alrededor. Esto es lo
que Gilles Lipovetsky nos expone en su libro “De la ligereza”. Al ser un autor
contemporáneo, nos muestra una realidad en la que todos vivimos y nos abre los
ojos a la manera en la que el mundo actual está sufriendo una revolución material y
simbólica, en relación con la ligereza, donde lo ligero se mira como algo positivo,
pero también representa amenazas en aspectos como el consumismo, el
materialismo y la vida sensata. El autor realiza un análisis de la dinámica de este
concepto y la forma como se ha materializado en la vida social y en los imaginarios
de las personas a través del tiempo, lo cual lleva a una mirada plural de lo ligero
que transforma los estilos de vida, las relaciones con nosotros mismos y con los
demás; abriendo campo a la discusión de su positividad social frente a su
inaceptabilidad como principio que rige la conducta de los seres humanos.
El autor desarrolla la ligereza desde la concepción diversa del término que hace el
diccionario de la real academia española – RAE:
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Es un hecho real que la ligereza que era algo más imaginario, ha invadido nuestro
mundo y nuestras costumbres, lo cual puede observarse en la tecnología donde la
innovación y progreso se relaciona con equipos electrónicos cada vez más
pequeños. Existe una tendencia hacia el desarrollo de tecnologías a escalas
microscópicas.
Los medios también son penetrados por la ligereza. Los medios publicitan a la
sociedad todo lo relacionado con diversión, placer, relajamiento, que incita solo a
buscar la “felicidad” en lo trivial, en el placer y lo carente de profundidad. Ya no hay
invitaciones a cosas que intimiden, sino a cosas que cautivan, y despierten el anhelo
de poseerlas. Sea cual sea la clase social, lo ligero se concreta en la economía, el
esparcimiento, la moda, la comunicación dentro de las relaciones familiares, que
ahora son más virtuales que físicas; así como más restrictivas, pues la
comunicación ocurre no directamente, sino con los equipos, redes sociales, juegos
y el placer de enterarse de la vida de todos los demás o mostrar a otros que se está
disfrutando de la vida.
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conduciendo a una fuerte transformación del mundo, donde se hace real lo que era
imposible.
Los anteriores aspectos que presenta el autor sobre la ligereza, permiten observar
que sus planteamientos enfrentan al positivismo social de la ligereza con lo
antiproducente que puede llegar a ser su materialización en lo social y cultural.
También se observan contradicciones e ironías que hacen reflexionar sobre lo
paradójico de la ligereza y su pluralidad.
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su libertad e independencia. A este respecto, la ligereza proporciona más libertad al
individuo y sus relaciones; sin embargo, esto se ha revertido en una ausencia de
todo compromiso y atadura, por lo que dicha libertad se convierte así en algo
deseable, que no admite sujeciones, ni deberes, ni responsabilidades; lo que le quita
validez a la ligereza en este sentido.
Ese deseo de libertad también trae consigo la revelación de las personas ante las
normas y a no dejarse enseñar por los padres y profesores, lo que redunda en falta
de compromiso con el estudio, conduciendo a la incultura y, por ende, a los malos
comportamientos en todos los contextos, que finalmente se materializarán en
violencia, manipulación intencional de medios de comunicación, malos
gobernantes, corrupción y falta de ética en todas las esferas de la vida.
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aprovechar el beneficio que lo ligero puede traer para un mundo perdurable y que
esté en capacidad de sostener la vida
Una paradoja de lo ligero, estaría relacionada con lo que el autor menciona sobre lo
difícil de conseguir la ligereza del ser, pero la alegría, siendo lo más ligero de la
existencia es, al mismo tiempo, lo más deseable. En materia de la felicidad que es
muy deseable, la ligereza en extremo, no estaría direccionando hacia una vida más
humana y sensata.
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Irónicamente, como lo establece el autor, es la ligereza la que “nutre el espíritu de
pesadez” (Lipovetsky, 2016. p 22), debido a las exigencias para el logro de objetivos
que son incluso imposibles de alcanzar, conduciendo a convertir en inalcanzable
una vida ligera, agradable y relajada. De allí que en medio de una sociedad con
dinámicas ligeras, se desarrolla la pesadez inevitablemente.
Las personas hacen parte, cada vez más, de una sociedad incoherente en la que
todo es tan relativo, que ya no hay valores, ni principios, ya la familia ha perdido
importancia, no hay estado, no existe justicia; de un mundo donde la gente cada
vez está más sola y aislada, que es cada vez más computarizado, tecnificado y
virtual, en el que se va aumentando la brecha entre ricos y pobres de forma
alarmante. La ligereza extrema también ha llevado a la aparición de terroristas,
grupos neofascistas y populistas que pretenden arreglar los problemas de la
sociedad, pero que arruinan a sus pueblos y hacen su vida muy pesada.
En relación con la educación, ésta se ha dejado en manos del internet, que no educa
a nadie, debido a la gran cantidad de información falsa, poco relevante y carente de
análisis profundos, que allí se puede consultar. Resultados mejores de la educación
eran evidentes en épocas atrás donde no se dependía tanto de la tecnología
(Lipovetsky, 2016 b).
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Jesús, ayudar a los demás, darse a ellos, invertir nuestro dinero en cosas de
importancia, no en objetos materiales, que por más prácticos que sean, solo van a
durar unos cuantos años, o a gastar tiempo tratando de llenar nuestra alma con
estrategias de autoayuda que nos ofrece el mundo, cuando la verdadera felicidad
se logra solo cuando el Espíritu de Dios está en nosotros. Esa es la verdadera
ligereza, la ligereza necesaria, la que nos hace unirnos como comunidad para que
no solo unos cuantos sean libres, sino que todos lo seamos.
Referencias bibliográficas:
Lipovetsky G. 2016 (b). “No estamos preparando a los niños de hoy para lo difícil”
Entrevista publicada en la sección de Cultura. Diario EL PAÍS.