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Juanita Valero Alzate 1101

Ensayo primer trimestre

La ligereza y su impensado peso en la hipermodernidad

“La ligereza” es un concepto que tiene múltiples aplicaciones que van más allá de
lo obvio. En nuestra sociedad es algo que se puede encontrar en prácticamente
cada acción, objeto, manera de pensar o persona a nuestro alrededor. Esto es lo
que Gilles Lipovetsky nos expone en su libro “De la ligereza”. Al ser un autor
contemporáneo, nos muestra una realidad en la que todos vivimos y nos abre los
ojos a la manera en la que el mundo actual está sufriendo una revolución material y
simbólica, en relación con la ligereza, donde lo ligero se mira como algo positivo,
pero también representa amenazas en aspectos como el consumismo, el
materialismo y la vida sensata. El autor realiza un análisis de la dinámica de este
concepto y la forma como se ha materializado en la vida social y en los imaginarios
de las personas a través del tiempo, lo cual lleva a una mirada plural de lo ligero
que transforma los estilos de vida, las relaciones con nosotros mismos y con los
demás; abriendo campo a la discusión de su positividad social frente a su
inaceptabilidad como principio que rige la conducta de los seres humanos.

El autor desarrolla la ligereza desde la concepción diversa del término que hace el
diccionario de la real academia española – RAE:

1. f. Presteza, agilidad, 2. f. Levedad o poco peso de algo, 3. f. Inconstancia,


volubilidad, inestabilidad, 4. f. Hecho o dicho de alguna importancia, pero irreflexivo
o poco meditado.

La ligereza se ha venido introduciendo en aspectos de la vida social e individual, al


hacer parte de una revolución simbólica, donde lo que cobra valor es lo ligero y el
imaginario de ligereza ya no es ficticio, pues está presente en el mundo real,
afectando e impregnando todas las esferas socioculturales y tecnológicas.

La ligereza “ha invadido nuestras prácticas cotidianas y remodelado nuestro


imaginario” (Lipovetsky, 2016, p. 7), siendo una parte activa de nuestras vidas.

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Es un hecho real que la ligereza que era algo más imaginario, ha invadido nuestro
mundo y nuestras costumbres, lo cual puede observarse en la tecnología donde la
innovación y progreso se relaciona con equipos electrónicos cada vez más
pequeños. Existe una tendencia hacia el desarrollo de tecnologías a escalas
microscópicas.

Los medios también son penetrados por la ligereza. Los medios publicitan a la
sociedad todo lo relacionado con diversión, placer, relajamiento, que incita solo a
buscar la “felicidad” en lo trivial, en el placer y lo carente de profundidad. Ya no hay
invitaciones a cosas que intimiden, sino a cosas que cautivan, y despierten el anhelo
de poseerlas. Sea cual sea la clase social, lo ligero se concreta en la economía, el
esparcimiento, la moda, la comunicación dentro de las relaciones familiares, que
ahora son más virtuales que físicas; así como más restrictivas, pues la
comunicación ocurre no directamente, sino con los equipos, redes sociales, juegos
y el placer de enterarse de la vida de todos los demás o mostrar a otros que se está
disfrutando de la vida.

En el hipermodernismo, la vida de las personas es inestable, cambiable, efímera e


inestable. Las relaciones se esfuman fácilmente y los compromisos ya no hay que
cumplirlos, son opcionales. Hay consumismo en el sexo, pero también se busca
estar acompañado; el amor aporta una valorización de uno mismo y es individualista
(Lipovetsky, 2016 b).

La individuación, traspasada por lo ligero, enfatiza la autonomía e independencia a


tal punto que ya no hay ataduras religiosas, familiares o ideológicas. Ya hay un
sentimiento de que se puede vivir ligero y libre, sin cargas. Así que se requieren
diversas técnicas que faciliten alcanzar, en forma autosuficiente, y al interior un
equilibrio espiritual y físico, que permita vivir sin estrés.

En relación con la utopía de la ligereza, ésta pasó de ser un ideal dentro de lo


artístico o estético a una realidad social a la que se le da gran valor en todas las
esferas (tecnología, economía, psicología, empresas, ocio, etc.); la cual es
impulsada por las técnicas informáticas, nanotecnologías y biotecnologías,

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conduciendo a una fuerte transformación del mundo, donde se hace real lo que era
imposible.

Ha habido muchas formas en las que la ligereza se ha materializado en la vida social


y en los imaginarios de la gente. Los arquetipos considerados estructuras
antropológicas de la ligereza son desarrollados por Lipovetsky en el libro. Estos
abarcan la ligereza humana de elevarse a los cielos fuera del cuerpo, o la ligereza
en la movilidad fluida a través de dispositivos conectados a internet, o la de hacer
liviana la existencia con poesía, diversión, esparcimiento y aprovechamiento del
tiempo libre. También aquella que se materializa en los artificios de la moda y en el
consumismo, inestabilidad amorosa, inconstancia y escaza moralidad. Por último,
la ligereza sabia que se ha concretado en individuos liberados de miedos y falsos
deseos, con una vida interior tranquila, que se apega a filosofías sanadoras y
liberadoras del sufrimiento.

Es necesario redescubrir la ligereza como una necesidad antropológica, un principio


de organización social, valor estético y tecnológico, que ha cobrado importancia en
la era hipermoderna y que se materializa en la historia de las sociedades y en el
mundo actual.

El autor también resalta el criterio antropológico-social de la ligereza en los


“dispositivos técnicos, culturales y sociales que la encarnan” (Lipovetsky, 2016. p
21) y como ella transforma los estilos de vida, relaciones con nosotros mismos y los
demás.

Los anteriores aspectos que presenta el autor sobre la ligereza, permiten observar
que sus planteamientos enfrentan al positivismo social de la ligereza con lo
antiproducente que puede llegar a ser su materialización en lo social y cultural.
También se observan contradicciones e ironías que hacen reflexionar sobre lo
paradójico de la ligereza y su pluralidad.

El mundo se ha transformado aceleradamente y con ello las vidas de las personas


que muestran fuertes cambios. Antes, las relaciones sociales entre familiares y de
pareja se caracterizaban por una fuerte moral, legalista y pesada; llena de
restricciones y compromisos obligatorios, que presionaban al individuo y le quitaban

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su libertad e independencia. A este respecto, la ligereza proporciona más libertad al
individuo y sus relaciones; sin embargo, esto se ha revertido en una ausencia de
todo compromiso y atadura, por lo que dicha libertad se convierte así en algo
deseable, que no admite sujeciones, ni deberes, ni responsabilidades; lo que le quita
validez a la ligereza en este sentido.

Ese deseo de libertad también trae consigo la revelación de las personas ante las
normas y a no dejarse enseñar por los padres y profesores, lo que redunda en falta
de compromiso con el estudio, conduciendo a la incultura y, por ende, a los malos
comportamientos en todos los contextos, que finalmente se materializarán en
violencia, manipulación intencional de medios de comunicación, malos
gobernantes, corrupción y falta de ética en todas las esferas de la vida.

A pesar de que el autor afirma que la generalización de la ligereza en todos los


campos ha contribuido a “consolidar un mundo de libertad democrática, a procurar
un universo más pacífico, más abierto, más individualizado” (Lipovetsky, 2016. p
21), es notorio que todo esto, llevado a extremo, ha traído resultados no deseados
como La ligereza que acelera el consumismo y, por ende, la degradación de la
ecosfera; la ligereza se concreta en un mundo material ligero sin esfuerzo común,
sin conquista de razón y técnicas y, finalmente, “demasiada ligereza, mata ligereza”
(Lipovetsky, 2016. p 22).

La dinámica de lo ligero no se desarrolla igual en todas las esferas y acá se puede


entrar en una contradicción. De un lado las energías fósiles requieren de una
infraestructura enorme y equipos gigantes que no están desapareciendo: sin
embargo lo ligero, a su vez penetra a muchos campos de la industria, el comercio,
el entretenimiento y profesiones.

Tomando en cuenta esta consideración, se entrevé que el trabajo integrado, muy


arduo por cierto, consistiría en transformar la economía del agotamiento acelerado
de los recursos básicos para la vida, en una “economía ligera”, basada en la
sustentabilidad; lo cual, a mi modo de ver, requeriría de una conciencia alta en
relación con la necesidad de las generaciones futuras de mantenerse en un planeta
que satisfaga sus necesidades, y una gran voluntad de los países responsables de

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aprovechar el beneficio que lo ligero puede traer para un mundo perdurable y que
esté en capacidad de sostener la vida

Pero en la medida que estas tendencias se hacen más aceleradas, la dinámica de


la ligereza impone desafíos en relación con la sostenibilidad del desarrollo y el
garantizar la supervivencia de las generaciones futuras; es entonces perentorio que
a partir de lo ligero se desarrollen energías renovables y blandas, que reemplacen
las fósiles, en aras de reducir el impacto ambiental y la sobreexplotación de recursos
naturales, que conduce a su agotamiento.

De otro lado, lo ligero también se ha incorporado al imaginario y prácticas de la


gente. Por ejemplo en la sociedad lipófoba, cuyo odio por la grasa es evidente,
reducir de peso y ser light es una necesidad para mantenerse saludable. De esta
forma, el universo de la necesidad ya no se centra en lo duradero o en lo resistente,
en lo que es perenne, sino que se mezcla con un universo de lo insustancial, de lo
frívolo, de lo liviano, pero que no dura, que se cambia rápidamente por otra versión
cada vez “mejor” y más funcional.

En mi opinión, esto es contraproducente en la mentalidad de quienes llegan a creer


que si no están delgados no van a ser aceptados, hasta llegar a caer en desórdenes
alimenticios como la anorexia y la bulimia. Este efecto negativo de la ligereza en
cuanto a la imagen que impone la moda, estaría ocasionando discriminación y
rechazo hacia las personas de mayor peso u obesas. Mientras que las culturas del
disfrute alrededor del buen comer incitaban a reunirse alrededor de grandes
banquetes y comida, que entre más grasosa, era más deliciosa, hoy en medio de
esta revolución simbólica de lo ligero, se observa como opción obligatoria del menú
los platos light.

Una paradoja de lo ligero, estaría relacionada con lo que el autor menciona sobre lo
difícil de conseguir la ligereza del ser, pero la alegría, siendo lo más ligero de la
existencia es, al mismo tiempo, lo más deseable. En materia de la felicidad que es
muy deseable, la ligereza en extremo, no estaría direccionando hacia una vida más
humana y sensata.

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Irónicamente, como lo establece el autor, es la ligereza la que “nutre el espíritu de
pesadez” (Lipovetsky, 2016. p 22), debido a las exigencias para el logro de objetivos
que son incluso imposibles de alcanzar, conduciendo a convertir en inalcanzable
una vida ligera, agradable y relajada. De allí que en medio de una sociedad con
dinámicas ligeras, se desarrolla la pesadez inevitablemente.

Las personas hacen parte, cada vez más, de una sociedad incoherente en la que
todo es tan relativo, que ya no hay valores, ni principios, ya la familia ha perdido
importancia, no hay estado, no existe justicia; de un mundo donde la gente cada
vez está más sola y aislada, que es cada vez más computarizado, tecnificado y
virtual, en el que se va aumentando la brecha entre ricos y pobres de forma
alarmante. La ligereza extrema también ha llevado a la aparición de terroristas,
grupos neofascistas y populistas que pretenden arreglar los problemas de la
sociedad, pero que arruinan a sus pueblos y hacen su vida muy pesada.

En relación con la educación, ésta se ha dejado en manos del internet, que no educa
a nadie, debido a la gran cantidad de información falsa, poco relevante y carente de
análisis profundos, que allí se puede consultar. Resultados mejores de la educación
eran evidentes en épocas atrás donde no se dependía tanto de la tecnología
(Lipovetsky, 2016 b).

En conclusión, la ligereza no se trata de lo positivo o lo nocivo, sino de unos


conceptos que han penetrado la sociedad con la idea de lo ligero, más manejable,
menos estricto, y más informal. Estas características se hallan en todas las
dimensiones sociales, culturales, institucionales y políticas en donde todo es virtual,
voluble, de corta duración y relativo, dentro de un mundo oscuro, lleno de miseria e
individualismos, que trae consigo la desesperanza, el estrés, en medio de crisis
sociales y económicas, falta de relaciones estables y relaciones disfuncionales y
una juventud desenfocada, sin valores y sin una perspectiva clara de futuro.

Entonces finalmente, me es imposible hacer a un lado mis principios cristianos y


estar de acuerdo en seguir con un estilo de vida tan egoísta, en donde la “felicidad”
solo se encuentra cuando pensamos en nosotros y dejamos a un lado lo demás,
que es lo que sí tiene peso. La felicidad, en mi opinión, es seguir el ejemplo de

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Jesús, ayudar a los demás, darse a ellos, invertir nuestro dinero en cosas de
importancia, no en objetos materiales, que por más prácticos que sean, solo van a
durar unos cuantos años, o a gastar tiempo tratando de llenar nuestra alma con
estrategias de autoayuda que nos ofrece el mundo, cuando la verdadera felicidad
se logra solo cuando el Espíritu de Dios está en nosotros. Esa es la verdadera
ligereza, la ligereza necesaria, la que nos hace unirnos como comunidad para que
no solo unos cuantos sean libres, sino que todos lo seamos.

Referencias bibliográficas:

Lipovetsky G. 2016 (a). De la ligereza. Hacia una civilización de lo ligero.


Introducción. Editorial Anagrama. Barcelona

Lipovetsky G. 2016 (b). “No estamos preparando a los niños de hoy para lo difícil”
Entrevista publicada en la sección de Cultura. Diario EL PAÍS.

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