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En los últimos años viene suscitando fuertes conflictos mineros entre las
poblaciones locales y las empresas mineras, especialmente en el caso de los
nuevos proyectos mineros que se encuentran en la fase de exploración. En
este contexto el Estado emitió una serie de dispositivos legales que van a
aprobar la zonificación Ecológica y Económica (ZEE) ,en el cual va a tener
como finalidad el de orientar la toma de decisiones sobre los mejores usos del
territorio, considerando las necesidades de la población que las habita y en
armonía con el ambiente”, esta norma ha sido de letra muerta hasta el
momento. A nivel de la minería mundial tampoco existe el estudio comparativo
del valor de la mina respecto al valor de la biodiversidad de la zona de
influencia de la concesión minera. En Costa Rica un grupo de investigadores,
entre ellos el Dr. Rafael Arce Mesén, presentaron un informe especial de la
Minería química a Cielo Abierto, caso de la Mina Las Crucitas, donde hacen
referencia a los estudios de Barrantes y Di Mare (2001), así como de Guerrero
y otros (2002) que presentan un análisis costo–beneficio/económico–ambiental,
pero representa más una opinión del autor, pues no se dispone de los datos ni
el tiempo necesario para aplicar una metodología correspondiente. Ellos
señalan que este tipo de estudios deben incluir los diversos costos sociales y
ambientales y de los servicios ambientales proporcionados gratuitamente.
También concluyen que en el caso de la minería a cielo abierto, “la destrucción
del medio ambiente puede ser considerada como una deuda ecológica, así
como los servicios que proporcionan las riquezas minerales que se encuentran
en los suelos de Costa Rica”.
En el ámbito constitucional, la primera Carta Política que trató acerca del tema
de la propiedad estatal de los recursos mineros fue la de 1920, probablemente
bajo el influjo de la Constitución de Querétaro promulgada en 1917 en plena
Revolución Mexicana. Es importante destacar que ese fue el primer texto
constitucional en Latinoamérica en el cual se proclamó que “La Nación tiene el
dominio directo de todos los minerales siendo inalienable e imprescriptible”.
En 1933 se aprobó una nueva carta política en la que se manifestó que las
minas, tierras, bosques, agua son riquezas que pertenecen al Estado salvo los
derechos legalmente adquiridos. Pues la ley fijara las condiciones de su
utilización por el Estado mediante concesión, en propiedad o en usufructo, a los
particulares.
Cabe agregar además que, sin en caso van a existir dos o más titulares de la
concesión minera, no es posible que la misma sea dividida físicamente; motivo
por el cual se debe constituir una sociedad limitada de manera obligatoria
cuando no se pongan de acuerdo conforme al TUO de la Ley General de
Minería.
Además, cabe resaltar que el Artículo 24° del TUO ratifica que el Estado puede
ejercer, sin excepción, todas las actividades mineras. Sin embargo, este
dispositivo se contradice con los Artículos 26° y 167° del TUO. Por un lado, el
artículo26° señala que cuando organismos o dependencias públicas del Sector
Público Nacional adquieran por cualquier título concesiones otorgadas a
particulares, deben sacarlas a remate dentro de los tres meses de adquiridas,
en el caso de no presentarse postores serán declarados de libre
denunciabilidad. Por su parte el artículo 167° prohíbe a las empresas estatales
mineras celebrar contratos de cesión, respecto de sus concesiones no
trabajadas.