Sunteți pe pagina 1din 1

La condición necesaria del sacrificio

Existe una condición para que el destino presente llegue a ser ternura, llegue a ser
en nosotros fundamento de una certeza y de una leticia que permiten la generación y la
construcción. La muerte es vencida por la presencia del Misterio, pero con una
condición: el sacrificio. Sin sacrificio no se da libertad, no existe liberación. El destino
se ha hecho presente en medio de nosotros a través de la cruz, y ha resucitado de la
muerte que invade todo.
Es necesario no tener miedo del sacrificio –de cualquier tipo, fisico, moral o
espiritual- porque el sacrificio es la condición para que permanezcan la ternura y la
leticia. Quien tiene miedo del sacrificio pierde inmediatamente la densidad de la ternura
y de la leticia.
En segundo lugar, es necesario no tener miedo del sacrificio porque constituye la
condición de la tarea. El destino se ha hecho presente y convoca tu vida a colaborar con
Él en la liberación del mundo, por piedad hacia a los hombres. Él se comunica a los
otros a través de ti y de mí, se revela a nosotros, se hace presente en medio de nosotros,
es origen de certeza y de leticia en nosotros, para que demos testimonio de Él a los
demás. ¿Por qué y para qué sale a nuestro encuentro? Por y para el mundo. Parece una
aventura que se va deshilachando con el paso de los años y de los siglos y, en cambio,
se trata del seguimiento misterioso del designio del Padre, para quien mil años son
como un soplo de viento. Estoy hablando de Cristo en este momento, reconozco a
Cristo ahora, porque millones y millones de hombres, desde hace dos mil años hasta
hoy, me han comunicado su mensaje, su noticia, su presencia. Pensemos en las palabras
del Angelus: “los que hemos conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu
Hijo Jesucristo”. El Ángel, para cada uno de nosotros, es la cadena de hombres a través
de los cuales se ha comunicado, hasta alcanzarnos, esta Realidad, el mensaje de ese
“algo” que ha acontecido materialmente, hasta llegar a llamarnos para que nos
identifiquemos con Él como el alimento con el cuerpo. “Mi alma está unida a ti, tu
diestra me sostiene”: es la imagen más perfecta de la relación con el destino presente.
¿Cómo es que el sacrificio es condición para que podamos dar testimonio de
Cristo a los otros? Este es el misterio supremo de la historia, el misterio supremo del
Padre: que Dios se haya hecho hombre y haya muerto por nosotros; que Él, sin pecado,
haya asumido sobre sí todos los pecados para destruirlos. Cuanto más se crece, más se
acerca uno a la sabiduría pedagógica, a la inteligencia educativa, de esta condición. El
sacrificio es la condición necesaria para la liberación, para tutear –decir “Tú”- al destino
presente y, por tanto, poder experimentar el milagro de la ternura, de la certeza, y el
milagro absoluto de esa leticia que puede liberarse en los momentos de gozo.
Sin sacrificio una relación -de cualquier tipo- no puede ser verdadera (incluso la
relación entre un analista químico y el objeto de su investigación). Sin sacrificio, sin
distancia, es imposible una relación verdadera. El arte mismo no nace cuando el hombre
está aferrado por la pasión, sino cuando se ha distanciado del grito de la pasión y ésta se
convierte en una línea de horizonte; sólo cuando se da esta distancia puede comenzar a
existir el arte.

L. GIUSSANI, Un avvenimento di vita cioè una storia, Il Sabato, Roma 1993, 453-454.

S-ar putea să vă placă și