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UNIVERSIDAD NACIONAL MICAELA BASTIDAS

DE APURIMAC

CURSO: Filosofía
DOCENTE: Oscar Arbieto Mamani
TEMA: Las Confesiones de Agustín de Hipona

INTEGRANTES:
Dina Maucaylle Leandres
Rosysela Vera Pizarro
Sayda Rojas Quispe
Jessica Caytuiro Sanchez
Karen Quispe Icarayme
Diana Huanca Falcón
Rosabel Soras ccarhuas
Lucero Quispetera Chipane

SEMESTRE: 2018_I
INTRODUCION
Confesiones es una serie de trece libros autobiográficos de san Agustín de
Hipona escritos entre el 397 y el 398.1 El título original fue Confesiones en
treinta libros, y fue compuesto en un solo tomo.2

Hoy en día, los libros son normalmente publicados como un solo volumen
conocido como Las Confesiones de San Agustín para distinguir el libro de otros
con títulos similares como Confesiones de Jean-Jacques Rousseau.

Confesiones es un libro en el que San Agustín escribió acerca de su juventud


pecadora y de cómo se convirtió al cristianismo. Es ampliamente aceptada
como la primera autobiografía occidental jamás escrita, y se convirtió en un
modelo para otros autores cristianos de los siguientes siglos. No es una
autobiografía completa pues fue escrita tras sus primeros 40 años de vida y
vivió hasta los 76, tiempo durante el cual produjo otros importantes trabajos,
entre ellos La ciudad de Dios. De todos modos, proporciona gran información
sobre la evolución de su pensamiento en sus primeros años. El libro es un
acabado trabajo de filosofía y también un importante aporte a la teología.

La obra está dividida en 13 libros. En ellos se narra la niñez de Agustín, su


adolescencia y juventud, su carrera académica, su estancia en el
maniqueísmo, su proceso personal de acercamiento al cristianismo (ya
conocido en la niñez), su conversión, y sus primeras experiencias como
católico.

Entre las ideas que más influyen en el mundo occidental se encuentran las que
se refieren a la memoria y la interioridad (libro X) y al tiempo (libro XI).
RESUMEN DE LA OBRA LAS CONFESIONES DE
AGUSTIN DE HIPONA
Las confesiones son la obra donde San Agustín se encamina a favor de una
alabanza ideal. El santo obispo asume una actitud de hijo enamorado, tanto de
su madre Mónica, actitud que exalta el santo en sus años de madurez, como
también del sumo bien; Dios. Para ese entonces el concepto acerca de Dios ya
había adquirido otro sentido, a diferencia del mundo griego, ahora se apreciaría
como un ser individual.

Agustín marcó una diferencia crucial dentro del pensamiento patrístico, sus
confesiones son la pauta para el cristiano ferviente. Tomase de las confesiones
el modelo, el arquetipo de hombre redimido, del hombre arrepentido por los
pecados (errores) de antaño. Así, San Agustín suplica y pide asistencia hasta
por lo cometido en la infancia, proponiendo el de Hipona, perdón para con sus
errores infantiles y precoses. Hasta en la infancia llegó a pecar san Agustín,
porque estaba lejos de la verdad, así nos confiesa él. Siendo un hombre, le
confiesa su fervor a cristo y al amor divino, Dios.

Son trece los libros que conforman a las confesiones, en ellos se denota
claramente el recorrido lineal de la vida de san Agustín, desde su infancia hasta
su invocación al Dios cristiano. Es la historia de un hombre que visto desde un
punto determinado, conoció la oscuridad, ilusión pura, para acceder a la luz
que emana del bien supremo, todo esto, producto del orden de la providencia y
la gracia del señor. La vida de Agustín es toda una peripecia, diversas
situaciones, en las que tiene que sufrir la muerte de sus seres queridos y
allegados, donde parece que va perfeccionándose, purificándose el oriundo de
Tagaste gracias a las experiencias, y porque se dirige a Dios a medida que se
arrepiente de lo efectuado.

Dentro del maniqueísmo el de Hipona enfrenta serios líos y contradicciones,


debido a que el espíritu de San Agustín es filosófico y más allá de ello, es fiel
para con el padre, cosa que él mismo diría al momento de elaborar sus
confesiones. Lejos de las “tablas de Maní” difunde la verdad del cristo. Agustín
es un “guerrero” que trata conciliar la fe y la razón, por eso lucha contra las
inconsistencias, que él percibe en el maniqueísmo. Tras un recorrido de vida,
con trasfondo psicológico, el de Hipona se libera, reafirma, interioriza,
contempla, reflexiona y discierne, cual buen filósofo. Aunque crítica la soberbia
del filósofo que atiende al saber sólo de las cosas del mundo. La filosofía en
esta época emprendía otro sendero, donde poco a poco se convertiría en la
sierva de la teología. De este modo, Agustín trata de conciliar la filosofía y la
religión, con una actitud de: “saber leer en el interior del ser, para creer y creer,
para leer en el interior del ser”.
Al plasmar de esta forma su pensamiento el santo, notamos con gran claridad
cómo se compendia el pensamiento griego; claro está, enfocado hacia otro
rumbo, desde lo retórico, hasta lo platónico, marcando una diferencia crucial
desde ese momento, la cual, llegaría hasta la edad media. Muchos dicen que
hablar de san Agustín es hablar de la patrística, si bien sabemos que el santo
produjo una gran cantidad de material literario, las confesiones son una obra de
suma importancia no sólo porque son una especie de autobiografía,
explícitamente hablando, sino porque en ella vemos como él, siendo ejemplo
con su vida misma, dejo atrás el vicio propio del hombre y fue evocándose
paulatinamente en dirección a la línea trazada por las enseñanzas de Cristo.

Versado en las artes retóricas, Agustín conoce ciertos textos y sobre otras
cosas, carga con él, las dotes de persuasión, propios del gran retórico. El santo
conoce el latín pero confiesa que el griego no es completamente de su agrado.
Sin bien fue maniqueo y cayó en la creencia de la existencia del mal y en un sin
número de supersticiones y ritos, consigue desligarse del llamado "paganismo".

Las confesiones son muestra del trayecto que la vida de san Agustín recorre,
esto, en voz del propio doctor de la patrística. San Agustín abogaba por el
proceso de interiorización, ya que para él, el hombre se caracterizaba por una
actitud de búsqueda constante que lo conduce a la auto-trascendencia, a
buscar más allá de sí mismo. El punto de partida para la búsqueda de la verdad
(Dios) no se halla en el exterior sino en el interior; es decir, en la intimidad de la
conciencia. De esta manera el pensamiento agustiniano emprende su andar,
de una llamada a la interiorización. Así “la verdad habita en el interior del
hombre”. El obispo interioriza y se mueve dentro de un proceso reflexivo. Si
bien sabe Agustín, que el padre conoce ya, antes y después lo que hará el
hombre, la confesión significa; la purificación, donde el hombre por medio de la
voluntad se conduce hacia Dios. El hombre es libre por su voluntad no por su
razón, esta es una gran diferencia entre el pensamiento griego y el agustiniano,
donde posteriormente será alimento para el medieval. Ya no se rige el hombre
por la autarquía. Con Agustín la vida (destino) se da en la providencia. Además
a diferencia de los maniqueos, vemos como en las confesiones, el concepto de
Dios, se propone como un ser incorpóreo. Si, pues, en el pensamiento
patriótico-agustiniano, el mal sólo es ausencia de bien; como cristiano Agustín
deja atrás la cosmovisión maniquea, que le otorga al mal consistencia,
existencia.
Al final vemos como el de Hipona se acurruca en los brazos sutiles e
intangibles pero omnipotentes y omnipresentes del señor. Si, ahora Mónica, la
fiel madre del santo, a diferencia del padre de Agustín gentil y con sangre
romana, podrá estar tranquila porque, ella, que tanto veneraba a su hijo
estando el oriundo de Tagaste en la flor de su juventud, le rogaba a la
providencia, esperando que ésta, le brindara razón y luz. Al hijo , este hombre
que corrompido por el vicio, que lo llevaba a permanecer distante de Dios,
según la propia pluma y tinta del obispo, después sería santo y confesaría al
cielo su vida misma, uniendo así su dirección al caminar divino.

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