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Desarrollo Humano: El Índice de Desarrollo Humano (IDH)

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es uno de los indicadores estadísticos


más utilizados para medir y comparar el desarrollo de los países (aunque
también es frecuente su uso en niveles regionales o locales). Este instrumento
fue presentado por el PNUD en el informe del año 1990 y desde entonces, está
siendo utilizado con regularidad no solo para comparar los avances entre
países, sino también para observar la evolución de cada país a lo largo de los
años para comprobar si las desigualdades evidentes se acortan o se agravan.
El índice incluye tres dimensiones básicas del desarrollo humano (PNUD,
2007): vida larga y saludable, acceso al conocimiento y nivel de vida digna:

 Un indicador de salud: la esperanza de vida al nacer


 Un indicador social: la tasa de alfabetización en adultos (más la tasa bruta
combinada de matrícula en educación primaria, secundaria y superior y los
años de duración de la educación obligatoria)
 Un indicador económico: El Producto Interior Bruto (PIB) en paridad del
poder adquisitivo en dólares (PPA en US$)

Hay que considerar que estos indicadores utilizan los promedios en cada país
(que no evidencian desigualdades internas); además, Amartya Sen (quién
apoyó en la creación de este índice), ha expresado en la introducción del
Informe de Desarrollo Humano de 2010 que, pese a su utilidad, el IDH tiene
limitaciones para entender la complejidad del desarrollo humano, pues está
restringido solo a los tres factores clave (indicadores) señalados.

La combinación de estas tres medidas da un resultado entre 0 y 1 (mínimo y


máximo desarrollo humano, respectivamente).
Entrevista a Rebeca Arias y José Pineda, del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo – PNUD. Entrevista: Carlos Noriega

Análisis del desarrollo humano en el Perú y


América Latina
Recientemente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
presentó su informe anual sobre desarrollo humano, que este año se titula “El
ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”. En el siguiente diálogo,
Rebeca Arias, representante en el Perú del PNUD, y José Pineda, investigador
senior que formó parte del equipo de investigación que elaboró este informe que
mide el desarrollo humano en el mundo, analizan los resultados de este informe,
poniendo el foco en la situación del Perú y de América Latina.

El Perú figura en el puesto 77 de 187 países en este ranking de desarrollo


humano elaborado por el PNUD, con un nivel de desarrollo humano
calificado como alto. ¿Cómo mide el PNUD el desarrollo humano?

José Pineda (JP): El índice de desarrollo humano surge como una respuesta a
una visión netamente economicista del desarrollo. Básicamente lo que dice es que
el desarrollo es multidimensional y no sólo es el ingreso, que es muy importante y
es uno de los componentes de nuestro índice de desarrollo humano, sino que
también hay otros elementos y factores muy importantes, como la educación y la
salud. El índice de desarrollo humano trata de capturar esa visión multidimensional
del desarrollo y está compuesto por tres subcomponentes: ingreso, salud y
educación, que juntos dan una información que a nosotros nos parece mucho más
rica de lo que tendríamos si solamente miráramos el ingreso.

La conclusión central del informe del PNUD sobre desarrollo humano en el


mundo es que en el actual contexto de crisis económica mundial se ha dado
un ascenso en el desarrollo humano de los “países del sur”, es decir los
países pobres o en vías de desarrollo. ¿Cómo se ubica el Perú en este
contexto de ascenso del desarrollo humano en los llamados “países del
sur”?

JP: Más de 40 países del grupo de países del sur han tenido un ascenso
significativo en su desarrollo humano, el Perú está dentro de esos 40 países. Hay
16 países de América Latina que forman parte de ese grupo. Lo interesante del
caso del Perú, cuando uno lo compara, es que no sólo ha mejorado en su
desarrollo humano, sino que ha mejorado en términos relativos mucho más de lo
que lo ha hecho el grupo de países que empezaron, en los años ‘90, con
características similares al Perú.

El Perú tiene un promedio nacional de ingreso anual, según dice el informe


del PNUD, de 9,306 dólares por persona, pero buena parte de la población
gana mucho menos que eso, la pobreza a nivel nacional es 27,8 por ciento,
pero a nivel rural es de 56,1 por ciento mientras en las zonas urbanas es 18
por ciento, la pobreza extrema como promedio nacional es 6,3 por ciento,
pero a nivel rural se eleva hasta 20,5 por ciento contra el 1,4 por ciento en las
zonas urbanas, la desnutrición crónica infantil como promedio nacional es
19,5 por ciento, pero a nivel rural es 37 por ciento y hay regiones como
Huancavelica donde supera el 50 por ciento y zonas del país donde bordea el
80 por ciento. ¿Cómo entra el factor de desigualdad en esta medición del
desarrollo humano, basada en promedios nacionales?

Rebeca Arias (RA): El índice de desarrollo humano se basa, efectivamente, en


promedios nacionales, es decir, el ingreso per cápita es un promedio, también los
logros en educación y en salud son promedios nacionales. Desde hace dos años
se introdujo el índice de desarrollo humano ajustado por desigualdad. Haciendo
ese ajuste por desigualdad, el Perú pierde un 24 por ciento en desarrollo humano.
Todos los países de América Latina pierden en desarrollo humano cuando éste se
ajusta por el factor desigualdad; el país que menos pierde es Chile, con 19 por
ciento, y el que más pierde es Colombia, con cerca de 28 por ciento. América
Latina es una de las regiones más desiguales del mundo; es la de mayor
desigualdad en términos de ingresos. En el caso del Perú, la desigualdad está
principalmente influenciada por la desigualdad en el ingreso. También hay
desigualdad en acceso a educación y salud, pero el mayor peso es la desigualdad
en el ingreso. Es un reto importante para el Perú reducir las desigualdades.

¿Cómo el Perú tiene un nivel de desarrollo humano calificado como alto,


como dice el informe del PNUD, con estos niveles de desigualdad e índices
de pobreza, desnutrición infantil, que mencionábamos en la pregunta
anterior?

RA: Ajustando el índice de desarrollo humano con el factor de desigualdad, el Perú


pasa de tener un nivel de desarrollo humano alto a un nivel medio.

JP: Lo más importante aquí es entender que no nos podemos conformar con lo
que nos dicen los promedios. La desigualdad es un elemento muy importante.
Nosotros concebimos la desigualdad como mala no solamente para los más
pobres, sino como mala para todo el mundo, porque nuestros estudios nos
muestran que aquellos países que tienen mayores niveles de desigualdad tienden
a tener un progreso más limitado, con menos avances. Para nosotros el tema de la
desigualdad es uno de los retos más importantes, no sólo por principio, sino
porque países con menos desigualdad tienen un tejido social que les permite
avanzar más en su desarrollo humano.

¿Cómo ha impactado el crecimiento económico y la mejora en los índices


promedio de desarrollo humano que el informe del PNUD destaca en los
países pobres del sur, en la reducción de las desigualdades en estos países?

JP: Hay diversidad de casos, y en muchos países, por ejemplo en China, hemos
visto que su reciente auge y mejoras en el desarrollo humano han ido
acompañados con incrementos en la desigualdad. Lo interesante, cuando uno mira
América Latina, es que esta región ha podido combinar crecimiento y expansión
económica con mejoras a nivel social que la han llevado a reducir sus niveles de
desigualdad, que aunque siguen siendo altos son más bajos que antes. Pero
América Latina todavía tiene tareas pendientes en el proceso de reducción de su
desigualdad. Lo interesante para el caso de América Latina es su capacidad de
entender la complementariedad entre la política económica y la política social, la
que ya no se percibe como un residuo sino como un elemento importante de la
política de desarrollo, y tener programas específicos en la política social. De
hecho, América Latina aparece en este informe como una región innovadora en
materia de programas sociales.

¿Cómo ven los programas sociales que se están aplicando en el Perú, están
en la dirección correcta para una real inclusión social, o tienen, como dicen
algunos, un carácter fundamentalmente asistencialista?

RA: Estas políticas sociales que se han adoptado en el Perú se han venido
implementando en otros países. Cuando hay importantes sectores de la población
excluidos es importante que haya políticas dirigidas específicamente a esas
poblaciones, y en el caso del Perú es importante que el gobierno actual haya
adoptado como eje central de sus políticas la inclusión social y que haya creado un
Ministerio de Inclusión y Desarrollo Social, porque de esa manera se privilegian el
desarrollo y la implementación de políticas que están dirigidas especialmente a
sacar de la exclusión a las poblaciones que todavía no se han beneficiado del
desarrollo en el país. Nos parece que las políticas sociales del gobierno peruano
están bien enfocadas, por supuesto todo es perfectible, todo es mejorable. Son
importantes estas políticas de inclusión social, pero también son importantes
políticas económicas que contribuyan a que la población tenga capacidades y
oportunidades, para que pueda poner en práctica esas capacidades a través de la
generación de empleo, ingreso, de manera que su salida de la pobreza sea
sostenible y no algo temporal.

Volvamos a la relación entre crecimiento económico, desarrollo humano y


reducción de las desigualdades. En el Perú se ha criticado mucho que el
crecimiento económico de los últimos años no se ha traducido en una
reducción de las desigualdades. ¿Cuál es la razón de esto?

RA: El crecimiento económico en el caso del Perú ha contribuido a reducir la


pobreza en los últimos diez años de manera significativa, pero es cierto que la
reducción de la desigualdad es más lenta. Pero en la medida que la pobreza se
reduce, y que la población tiene acceso a servicios de mejor calidad en educación,
salud, y también mejoran sus ingresos, en esa medida también la desigualdad se
va reduciendo, pero eso toma un tiempo. Lo importante es que cuando se
promuevan políticas económicas para generar un crecimiento, también estas
políticas busquen reducir las desigualdades, que sean inclusivas, es decir que se
enfoquen también en las poblaciones que han estado excluidas de los beneficios
del crecimiento económico.

JP: Hay países donde ese canal entre crecimiento económico y reducción de las
desigualdades es mucho más directo. Creo que hay una serie de condicionantes
estructurales en los países de América Latina, en general, y en el Perú, en
particular, que hacen que bajar la desigualdad uno a uno con el crecimiento
económico no sea automático.

¿Cómo hacer para que el crecimiento económico tenga una mayor incidencia
en la reducción de las desigualdades?

JP: Hay que mantener la importancia de la política social dentro del desarrollo de
la política económica, avanzar en el crecimiento económico como un elemento
fundamental que nos permita superar los problemas de pobreza y tener programas
sociales que permitan dos cosas: cortar la transmisión intergeneracional de la
pobreza y generar un capital humano que sea lo suficientemente sólido para que
las personas puedan tener empleo de calidad y productivo. No podemos esperar
que el desarrollo humano nos llegue por accidente, que los problemas de
desigualdad se solucionen solos, porque la experiencia nos muestra que no es así.
Tenemos que buscar un crecimiento que sea acorde con el desarrollo humano, y
cuando hagamos políticas tenemos que pensar que el fin último es que los frutos
del desarrollo alcancen a la mayor cantidad de ciudadanos posibles y poco a poco
ir cerrando las brechas que existen y las deudas que tiene la sociedad con los
sectores más excluidos.

RA: Cuando hablamos de desigualdades podemos hablar de desigualdades


territoriales, urbanas y rurales, por género, etnia, idioma, y todas estas generan
desigualdades sociales y económicas, entonces lo importante es que se aborden
ese tipo de desigualdades. Sabemos que es mucho más difícil reducir la pobreza,
reducir las desigualdades, invertir en desarrollo humano en las zonas rurales, pero
eso se tiene que hacer porque tenemos un gran desbalance y las cifras de pobreza
y desnutrición, que se duplican o hasta triplican en las zonas rurales, confirman
eso. No podemos atacar las desigualdades en general, se tienen que atacar las
desigualdades por cada tema.

¿Cuál es la importancia que tiene la inversión en la primera infancia para


impulsar un desarrollo humano sostenible y reducir las desigualdades?

RA: Creemos que es muy importante que las políticas tengan el enfoque de
dedicar mayor inversión a la primera infancia, porque sabemos que cuando la
población infantil no es atendida en esta etapa de la vida, no tiene la nutrición
adecuada, la salud adecuada, eso afecta su desarrollo. El daño que se ocasiona a
los niños cuando sufren de desnutrición crónica es muy grande y para que se
recuperen en los siguientes años es mucho más difícil. Por eso es fundamental la
inversión en la primera infancia, en nutrición, en atención en salud y en educación
de calidad. En ese sentido, nos parecen importantes los programas que se están
impulsando en el Perú orientados a reducir la desnutrición crónica infantil y mejorar
la calidad de la educación y de los servicios de salud para la infancia, sobre todo
en las zonas rurales. Además, es importante la equidad de género, por el impacto
que tiene la educación de la mujer en la familia. También es importante en el Perú
adoptar en las políticas sociales un enfoque de interculturalidad, porque si no será
muy difícil que se reduzcan las desigualdades, porque no están en el mismo nivel
los niños de las zonas urbanas y los de las zonas rurales, de las etnias cuyo
idioma no es el español.

JP: Invertir en los niños de ahora nos permite sembrar las bases para un
desarrollo que no sólo será más sostenible, sino también intrínsecamente más
justo. Para nosotros son fundamentales las políticas que se hagan en edad
temprana, porque van a sembrar las bases de la sostenibilidad del desarrollo a
futuro.
¿Cuáles son los factores comunes que tienen los países pobres del sur que,
según el informe del PNUD, han tenido un importante avance en desarrollo
humano?

JP: El análisis de estas experiencias del “ascenso del sur” nos ha llevado a
reconocer un primer elemento: no existe una política única, hay muchas
especificidades, hay muchas características que son específicas de cada contexto.
También hemos logrado detectar algunos elementos comunes en estos países,
tres grandes impulsores de este ascenso: el primero, la presencia de un Estado
fuerte, que responde a las necesidades de los individuos, su fortaleza no radica en
el tamaño de ese Estado sino en su capacidad de liderazgo y de convocar al
sector privado en la generación de empleo, de oportunidades, para responder a las
necesidades de la población, un Estado que es capaz de tener un compromiso
más pragmático con el desarrollo; el segundo elemento es una inserción a los
mercados internacionales y aprovechar las oportunidades que presenta la
globalización, haciéndolo de una manera estratégica, secuencial, y tomando en
cuenta las especificidades de cada país; el último motor común es un énfasis en la
política social y sobre todo el romper esa falsa dicotomía donde creces o
distribuyes, romper esa visión donde la política social era el residuo, donde yo
crecía y hacia todo para crecer y después veía qué hacía con lo que quedaba,
para cambiarla por una visión de un crecimiento económico incluyente, donde el
diseño de la política económica tiene que tomar en cuenta una política social
responsable, que además genera el capital humano que necesita la economía para
ser más productiva y crecer.

¿Cómo ha influenciado en el desarrollo humano el viraje que desde hace más


de una década se ha comenzado a dar en varios países de América Latina, al
pasar de las políticas neoliberales del Consenso de Washington a un modelo
con una mayor presencia del Estado y una apuesta por la inversión social?
JP: Lo que estuvo equivocado del Consenso de Washington fue vender que todo
lo iba a resolver el mercado y que el Estado no era necesario, pero lo bueno que le
ha quedado a América Latina del Consenso de Washington ha sido tener unas
cuentas macroeconómicas más saneadas. Lo interesante de América Latina es
que como reacción a los programas de ajustes y del Consenso de Washington se
dio un viraje que puso un énfasis en lo social.
¿Cómo se ha diferenciado el desarrollo humano en los países de la región
ubicados en un bloque cercano a políticas económicas liberales, como Perú,
Chile y Colombia, y en aquellos países que forman un bloque que podemos
llamar de centroizquierda, como Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador,
Bolivia y Uruguay?
JP: El mensaje es que cada país evalúa su contexto, que no hay una fórmula
única. Si uno mide los países que más han progresado y han avanzado en
términos de índice de desarrollo humano, se tienen países que son de centro,
centroizquierda, izquierda, centroderecha. Por ejemplo, Chile y Argentina, que
están dentro del bloque de países con un indicie de desarrollo humano muy alto,
son dos visiones políticas y de desarrollo distintas. Igual ocurre si vemos el caso
de Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, que son países con niveles de desarrollo
humano alto y con una diversidad política bastante importante. Creo que lo
importante no es la posición ideológico, sino las acciones que hacen los gobiernos,
y muchas veces los gobiernos que se declaran de una determinada ideología
terminan siendo pragmáticos y aprovechando las oportunidades que se les dan.
Cuando los gobiernos son más pragmáticos y menos ideológicos obtienen
mayores resultados, pueden avanzar más, porque tienen a una sociedad
moviéndose en una sola dirección. En América Latina los gobiernos que han
logrado tener éxito son aquellos que han salido de esa posición pendular de que o
todo es el Estado o todo es el mercado, y que han tomado lo mejor de cada uno
para satisfacer las necesidades de la población.

RA: Es importante referirse a la participación de la gente en el diseño de las


políticas, porque en muchos casos cuando hay exclusión de tipo político también
se exacerban los otros tipos de desigualdad, como la económica y la social. El
enfoque del desarrollo humano privilegia también la participación de las personas
en la toma de decisiones que afectan su vida, de manera que las decisiones no
sean privilegio de un grupo de burócratas sentados en su escritorio, sino que la
población tenga oportunidad de tener voz y no sólo voto. La democracia se
consolida no sólo a través de las elecciones, sino también por una verdadera
participación.
Fuentes*:

http://www.desenvolupamentsostenible.org/index.php?option=com_content&vie
w=article&id=231&Itemid=264&lang=es

http://inversionenlainfancia.net/blog/entrada/entrevista/220

*Documento adaptado de las fuentes, con fines docentes por: Héctor Pereyra Zaldívar

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