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LIBRO DE BUEN AMOR.

AUTOR E INTENCIONALIDAD DE LA OBRA.

Hemos visto que la obra del Arcipreste de Hita resulta difícil de calificar, en cuanto a
la intencionalidad con que fue compuesta. Algo semejante opinan los críticos que han
analizado tal obra. En general, podemos decir que se defienden dos posturas críticas en
torno a la lectura que tenemos que hacer de la obra. Las dos posturas vienen detalladas a
continuación.

POSTURA REALISTA.

Según esta perspectiva, el Libro de Buen Amor lo escribió Juan Ruiz hacia 1342, en
la cárcel, en donde estuvo preso por orden de Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo. Su
personalidad está fielmente reflejada en el texto, física y sobre todo psicológicamente. De
su físico hay una autodescripción en el libro; sus aficiones, gustos... quedan muy
claramente recogidos en esa autobiografía que sería su libro. De acuerdo con esta
interpretación, Juan Ruiz debió de ser un clérigo desenvuelto, con relaciones variadas y
equívocas, hecho que no debe resultar escandaloso, como se deduce de los documentos
que hablan de la situación de los clérigos de entonces.

POSTURA SIMBÓLICA.

Otros críticos proponen una lectura alegórica y literaria del libro.


Sería algo similar a lo que ocurre en Lazarillo de Tormes. El hecho de que éste diga
su nombre, el de sus padres, sus amos, su esposa... no ha inducido a nadie a creer que
autor y protagonista sean en esta obra una misma persona. Según esto, el autor del Libro
sería un personaje, desconocido para nosotros, que escribió una obra literaria en forma de
autobiografía, con muchos elementos alegóricos y con una finalidad didáctica: ofrece los
detalles de su propia vida como ejemplo de un camino de pecado que debe servir de aviso a
sus lectores. El tono humorista entraría, como un elemento más, dentro de esta finalidad
moralizadora.
A estos críticos les ha llevado a pensar así una serie de datos importantes. Entre
ellos destaca el hecho de haber encontrado gran parte de las anécdotas del libro en primera
persona, en autores muy anteriores a él, lo cual quiere decir que son material literario y no
real, aunque lo cuente como real.
Esta técnica no debería extrañarnos demasiado. Hoy en día una de las mayores
alabanzas a un autor es demostrar originalidad. En la Edad Media no ocurre así, al
contrario, era signo de calidad incorporar y revivir la obra de autores clásicos y eruditos en
los propios escritos.

CONCLUSIÓN.

Resulta difícil aunar las dos posturas, en lo referente al objetivo de la obra.


El Arcipreste avisa continuamente de que se trata de una obra moralizadora. Pero al
mismo tiempo, en ella se burla de todo lo más sagrado -profano o religioso- para el hombre
medieval, y a la vez presenta el libro como un muestrario de conquistas amorosas. Todos
los estudiosos del libro admiten estos dos elementos. Lo difícil es explicar cuál es el
dominante.
En líneas generales, los autores que dan una interpretación simbólica de la
autobiografía se suelen inclinar por el didactismo y el moralismo de la obra. Los que hacen
la lectura realista, por el vitalismo humorista.

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