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Agustín Ozcoidi

Violeta, verde y rojo. El extraño caso del “N°6”

Yves Bouvier se detuvo frente L'envol, la bella escultura de Kees Verkade en el


aeropuerto de Niza. Aunque iba algo apurado no pudo menos que demorarse unos
segundos para contemplar su etérea belleza, segundos en los que su mente rápidamente
valoró en varios cientos de miles de euros al bronce del desaprovechado artista
holandés. Pasado el desliz condujo sereno por el Bv. Napoleón III, que si bien no era la
ruta más despejada y rápida, sí era la que permitía observar las múltiples réplicas de las
divinidades grecolatinas que supieron distraer las mentes abúlicas de la Belle Époque.
Dianas, Apolos, Minervas y atemporales Afroditas se sucedían en una elegante suerte de
museo clasicista al aire libre, conformando un panteón algo vetusto, pero perfectamente
acabado con auténticos mármoles lunensis, como no podría ser de otro modo.

Fundamental para comprender la historia artística de Mark Rothko es el radicalismo


político de los inmigrantes judíos del este de Europa que llegaron a los Estados Unidos
entre 1880 y 1920. La hostilidad reflexiva de estos migrantes y sus descendientes a las
personas y a la cultura tradicional de esta nueva tierra prometida y cómo esta hostilidad
se reflejó en las corrientes artísticas e intelectuales que dominaban las sociedades
occidentales durante el siglo XX constituyen el verdadero magma creativo del que
surgió el famoso “Expresionismo Abstracto”. Categorización de la que el mismo
Rothko quería desembarazarse, por considerarla alienante, pero a la que finalmente
quedó adherido.

Luego de manejar durante veinte kilómetros por los amables acantilados de la Côte
d'Azur llegó a su destino, el tradicional Hotel de París en la Place Céline de Mónaco,
frente a la imponente silueta de la Ópera Garnier. El motivo era reunirse con su cliente
más importante: el magnate ruso Dmitry Rybolovlev y su ansiedad estaba por demás
justificada; después de largas y fatigosas negociaciones al fin se ratificaría el pago final
de “Número 6 (violeta, verde y rojo)” de Mark Rothko, que Rybolovlev había acordado
comprar por la triunfal cifra de 140 millones de euros. Tras cruzarse con la escultura de
Modigliani que dominaba la entrada (esta gente sí que no repara en gastos, pensó con
algo se sorna) no pudo obviar la excesiva presencia del personal de seguridad.
“La ocasión lo amerita, y además este ruso es un paranoico consumado”, se dijo.
Decidido, extendió su mano al custodio que se acercó a saludarlo, pero éste lo desairó y
en vez de ofrecerle la diestra le colocó las esposas, con fría profesionalidad.

“Rothko evoca todo lo que puede ser criticado como lo más cerrado y pretencioso, el
profeta de un clan judío intelectual, el cual en su mayor parte está formado por
espectadores pseudo-idish. Están parados allí con gravedad, atisbando ese Algo que
probablemente para el que no es acólito, se parece más a un trozo de papel tapiz cortado
a la mitad y despojado de imágenes. Los ajenos a la secta comienzan a preguntarse si
están siendo engañados, si este emperador modernista no tiene realmente ninguna ropa
puesta y sus fans son sólo los ciegos seguidores de alguna fe estética.”
Crítica a Mark Rothko en The New York Times, 1950.

El custodio resultó ser uno de los ocho policías de Mónaco que estaban allí para
arrestarlo. Seis semanas antes, su mejor cliente había presentado una denuncia por
fraude, alegando un sofisticado engaño en los precios de las obras de arte. La
confrontación se trasladó prestamente hacia varios países y en cuestión de días ya se
habían involucrado en la red investigada las unidades judiciales de Mónaco, Francia,
Suiza, Luxemburgo, Rusia y Singapur. Esta sórdida maraña puso en relación a uno de
los hombres más ricos de Rusia con un casi desconocido “dealer” de arte suizo.
Bouvier, oriundo de Ginebra, dueño de una empresa de transporte de arte y una red de
puertos francos, grandes depósitos en donde los magnates pueden guardar pinturas,
antigüedades (y cualquier otra cosa) en total secreto y sin pagar impuestos. En los
últimos cinco años, ha extendido el concepto de puerto franco de Ginebra a
Luxemburgo y de allí a Singapur, en donde es hoy conspicuo residente.

Después de experimentar con el expresionismo y el surrealismo, Rothko llegó en 1949 a


un estilo único que volvería característica su obra desde entonces hasta su muerte por
suicidio en 1970, a la edad de sesenta y seis años. Este consistía en dos o tres
rectángulos flotantes de color al óleo sobre un fondo blanco y negro. Rothko, quien
poseía una muy sólida formación filosófica y cabalística, afirmó que solamente la
pintura abstracta podía “expresar la gravedad llena de inquietud religiosa y la angustia
de la condición humana." Sus últimas obras, en las que prescinde casi por completo del
color, devienen en grandes lienzos negros o grises, en donde anula premonitoriamente
toda sustancia de optimismo.

Dmitri Yevguénievich Rybolóvlev, 49 años. Según la revista Forbes, se encuentra en el


puesto 156 de las personas más ricas del mundo con una fortuna estimada de 8500
millones de dólares. Pasó once meses en la cárcel acusado de asesinato, huyó de Rusia
para radicarse en Suiza. Propietario de la isla Skorpios (que fuera de Onassis) y del club
de fútbol AS Mónaco. Posee la mansión más cara del principado, pese a que en ella fue
asesinado el banquero brasileño-libanés Edmond Safra. Su colección de arte incluye
obras de Da Vinci Picasso, Rothko, Gauguin, Matisse y Rodin.

Muy influenciadopor el pensamiento budista y el ya mencionado simbolismo de la


Cábala, en Rothko confluyen líneas estéticas que vienen de imágenes surrealistas
inspiradas en la interpretación de los sueños de Freud, teorías de la mitología griega, el
inconsciente colectivo de G. C. Jung y especialmente El nacimiento de la tragedia, de
F. Nietzsche. En sucesivas muestras sólo recibe burlas y escarnio, sólo es apoyado por
un muy reducido grupo de incondicionales. Cae en frecuentes pozos depresivos, se
convierte en adicto a los psicofármacos y ahoga su aislamiento con grandes ingestas de
alcohol. Sobrevive económicamente dando clases de pintura a niños en un colegio de
Brooklyn.

Después de tres días de un exhaustivo interrogatorio, las autoridades de Mónaco


acusaron formalmente a Bouvier de fraude y complicidad en el lavado de dinero, y lo
dejaron en libertad tras fijar una fianza de 10 millones de euros. Si es declarado
culpable, podría enfrentar hasta cinco años de prisión por fraude y 10 años por
complicidad en el lavado de dinero. El caso ha destapado un área opaca en el mercado
del arte internacional: las ventas privadas, en las que las obras más deseadas cambian de
manos a través de distribuidores bien conectados, evitando una guerra pública de ofertas
en una subasta. Del récord de ventas de arte del año pasado (51 mil millones de euros),
52 por ciento de las transacciones fueron ofertas privadas. Segú la revista especializada
Art Economics: “Los valores en mercado de una obra son a menudo difíciles de evaluar,
y están determinados sobre todo por lo que un comprador está dispuesto a pagar”. Los
140 millones de euros por “Número 6” constituyen un récord para Rothko, cuyos
grandes lienzos, en consecuencia, se han disparado en valor.

“Si tuviera que depositar mi confianza en algún sitio, lo haría en la psique del
observador sensible, aquel cuyo entendimiento se encuentra libre de toda convención.”
Mark Rothko, Escritos sobre arte.

Violeta, verde y rojo es el tercer cuadro más caro de la historia del arte. El tribunal de
Singapur ha puesto “Número 6” bajo resguardo judicial, su localización exacta no ha
sido revelada.

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