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INTRODUCCION
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
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INTRODUCCION
El concepto de Roxin, uno de los grandes juristas del siglo XX, considera
como autor a aquel que, sin obrar por sí mismo, utiliza a otra personas como
instrumento para cometer el delito.
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CAPITULO I
ANTECEDENTES
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formas de mandato, consejo y auxilio- quienes intervenían en grado menor que
el autor en el hecho delictivo. Reconocían en quien se valía de un inimputable,
en quien compelía al que se hallaba en el trance de obedecer una orden, en
quien constreñía a otro por amenaza y en quien utilizaba a quien era víctima de
error excuIpante, a un "verdadero autor".
1 Carrara, F., Programa del curso de derecho criminal, Buenos Aires, Depalma, 1944; pp. 428.
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sino de un instrumento ciego y puramente pasivo de la voluntad prava que lo
puso en movimiento.
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una mera máquina cuyos movimientos se hallan regulados por el delincuente.
Sin el más leve influjo de la ciencia jurídica alemana, la doctrina inglesa va mucho
más allá del reconocimiento y simple caracterización del innocent agent, pues se
ocupa en justificar la existencia del concepto en relación al principio de
accesoriedad, en reconocerla aun para el caso de que el mal del delito recaiga
sobre persona o cosa distinta de la que se entendía ofender, en resolver la
cuestión que suscitan los delitos especiales cometidos a través de un innocent
agent y, en fin, en analizar el problema de si cabe admitir la posibilidad de delitos
imprudentes o negligentes por medio del expresado innocent agent. Algo
análogo cabe señalar de la doctrina penal de los Estados Unidos.
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sazón, ellos parecían, mejor que otros cuerpos legislativos, favorecer la
caducidad de toda teoría atinente al llamado autor mediato. Variadas
consideraciones, en efecto, aparentaban confluir hacia esa disolución. La ley
alemana, en primer lugar, no definía el concepto de autor y, sobre todo, situaba
en el marco de la instigación, que es una forma de ser partícipe y no de ser autor,
el proceso por el cual un hombre influye en la mente de otro para impelerlo al
delito. En segundo lugar, por lo que hace a aquel proceso, era tan amplia la
formulación legal -amenaza, abuso de poder, provocación de un error, para no
citar sino los modos más significativos de inducir a otro, contenidos en ella- que
ese vasto enunciado habría convenido a la par a las situaciones que conforman
la instigación y a las que dan origen a la condición de autor mediato, y habría
tornado, en consecuencia, innecesaria esta última noción. En tercer lugar,
previniendo el núm. 48 del Código Penal alemán que la determinación de la pena
del instigador estaba sujeta a las mismas reglas aplicables para la determinación
de la del autor, se habría castigado igualmente al autor mediato que al autor
inmediato, impidiendo el ilogismo y la injusticia notoria de imponer sanciones
diversas a dos especies de un mismo género.
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como en el caso del que mata en legítima defensa a su atacante loco e instigado
por el autor mediato, y como en el recordado ejemplo del juez que de buena fe y
en cumplimiento de su deber ministerial pronuncia sentencia injusta en contra de
una persona sobre el mérito de probanzas falsas urdidas o forjadas por el autor
mediato.
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especial discusión en el ámbito de la doctrina del autor mediato propone, en
primer lugar, la posible figura del autor mediato por interposición de un agente
que obra conforme a derecho y, en segundo lugar, el alcance que pueden tener
para la figura del autor mediato los fundamentos de las doctrinas sobre el autor
que no se fundan en el factor aportado por Welzel al llamado señoría o dominio
del hecho (Tatherrschalt).
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CAPITULO II
LA AUTORIA MEDIATA
2.1 CONCEPTO
Se identifica como autoría mediata aquellos casos donde el delito es
realizado por el agente u hombre de atrás, a través de un intermediario
material o persona interpuesta. A esta última, la literatura especializada le
ha asignado distintas denominaciones, como hombre desde adelante,
ejecutor inmediato, ejecutor directo o simplemente ejecutor. Sin embargo,
se acepta también la expresión “instrumento”, aunque ella es cuestionada
por resultar equívoca, según algunos autores nacionales como Hurtado
Pozo3 y Villavicencio Terreros4.
Por tanto, será un autor mediato aquél que se aprovecha o utiliza la
actuación de otra persona para alcanzar su objetivo delictivo. Tales
supuestos tradicionalmente han sido vinculados al empleo de la coacción
sobre el intermediario material; o aprovechando el error en que éste se
encuentra; o empleando en la ejecución del delito a personas incapaces.
La función asignada a la categoría dogmática de la autoría mediata, es,
pues, la de hacer responder penalmente al autor real de un delito que ha
sido cometido por otra persona. Se trata, en consecuencia, de una forma
especial de autoría en la que el agente realiza el hecho punible valiéndose
de la persona interpuesta, por lo que debe hacérsele acreedor a las
consecuencias penales que correspondan a dicha conducta ilícita.
3HURTADO POZO, JOSÉ: Manual de Derecho Penal. Parte General I, Tercera Edición, Editorial
Grijley, Lima, 2005. páginas 864 y 865.
4 VILLAVICENCIO TERREROS, FELIPE: Derecho Penal. Parte General, Primera Edición,
Editorial GRIJLEY, Lima, 2006, página 471.
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y dirigir de facto el comportamiento de la persona que utiliza para cometer
el delito”5.
5 HURTADO POZO, JOSÉ: Manual de Derecho Penal Parte General I, obra citada, página 865.
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2.3 LA AUTORÍA MEDIATA POR DOMINIO DE LA VOLUNTAD EN
APARATOS DE PODER ORGANIZADOS
2.3.1 El Presupuesto General: La existencia de la organización.
La tesis de la autoría mediata por dominio de la voluntad en aparatos de
poder organizados tiene como soporte fundamental la “existencia previa
de una organización estructurada”. Ésta posee una línea jerárquica sólida
que hará responsable a su nivel estratégico superior por las decisiones y
designios de carácter delictivo que a su interior se adopten. Los cuales,
luego, le serán asignados al ejecutor inmediato por la vía de la verticalidad
que presenta su diseño organizacional.
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ROXIN, CLAUS: La Autoría mediata por dominio en la organización. En: Problemas Actuales
de Dogmática Penal, ARA Editores, Lima, 2004, página 234.
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El fundamento de ello no radica en un estado de ánimo especial del nivel
superior estratégico, sino en el “mecanismo funcional del aparato”7, esto
es, su “automatismo” o desarrollo de un proceso o funcionamiento por sí
sólo. En consecuencia, el hombre de atrás podrá confiar siempre en que
su orden o designio criminal se van a cumplir sin necesidad de que tenga
que conocer al ejecutor inmediato. Será, pues, este “funcionamiento
automático del aparato” lo que realmente garantice el cumplimiento de la
orden. Por tanto, no será indispensable que exista una disposición
expresa y que esté contenida en un documento, por la que el nivel superior
estratégico ordene directamente el cumplimiento de una función
específica al ejecutor inmediato. Sin embargo, ello no significará que aquél
se aleje por completo del actuar concreto de la organización, sino, más
bien, que su presencia se advierta en la configuración u operatividad de
una serie de mecanismos que interactúan al interior y desde el exterior de
la estructura de poder, los cuales permiten que el aparato permanezca
activo y cumpliendo sus designios delictivos. A esta conclusión arribaron
Ambos y Grammer al atribuir a los integrantes de la Junta Militar
Argentina, Videla y Massera, responsabilidad penal como autores
mediatos de los delitos de secuestro, torturas y posterior asesinato de la
joven estudiante alemana Elisabeth Käsemann. Según ellos, los militares
argentinos “pudieron estar seguros de que sus órdenes tendrían
consecuencias, pudieron confiar, por lo tanto, en el procedimiento reglado
del aparato de poder por ellos conducido y que se creó a través de sus
órdenes”.
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funcionales. Estos son los siguientes: 1) el poder de mando; 2) la
desvinculación de la organización del ordenamiento jurídico; 3) la
fungibilidad del ejecutor inmediato; y 4) la elevada disponibilidad del
ejecutor hacia el hecho.
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2.3.3 Los Presupuestos y Requisitos Objetivos.
2.3.3.1 El Poder de Mando.
Como se ha señalado es condición fundamental, para imputar autoría
mediata en el marco de un aparato de poder organizado, el poder de
mando.
Es decir, sin que sea necesario que quien ordena debe además, o
alternativamente, recurrir a la coacción o al engaño de los potenciales
ejecutores. Sobre todo porque, como se detallará más adelante, el
ejecutor directo comparte los objetivos delictivos que persigue la
organización y tiene una predisposición al cumplimiento de la orden que
expresa la concretización de un hecho ilegal. Lo cual significa que el
dominio de la voluntad que posee y ejerce el autor mediato, titular del
poder de mando, le viene dado por la integración de la persona interpuesta
o ejecutor directo dentro del propio aparato organizado.
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la atribución de una autoría mediata hacia todos los mandos en la cadena
del aparato de poder, ya que no se pueden equiparar la forma y alcance
con las cuales el nivel estratégico superior imparte o trasmite sus
decisiones, con aquellas que realizan los mandos intermedios hacia los
ejecutores directos, justamente por la posición diferente que ocupa cada
estamento al interior de la organización criminal. El dominio de la
organización que se ejerce desde el nivel estratégico superior será, pues,
distinto del que detenta el mando intermedio, ya que quien se encuentra
en la cúspide de la estructura jerárquica tiene un dominio total del aparato,
mientras que el que ocupa la posición intermedia sólo tiene la posibilidad
de impartir órdenes en el sector de la organización que le compete.
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de la responsabilidad crece siempre más cuanto más uno se aleje de
aquellos que ponen las armas letales en acción con sus manos, alcanzado
a los escalones más altos del mando,…”8. Similar posición asumió la Sala
Penal Nacional con relación a los líderes de Sendero Luminoso. Al
respecto, se destacó que “El poder fáctico de control, decreciente hacia
arriba en la jerarquía de mando, es compensado en cierto modo con la
mayor responsabilidad de quienes están en las posiciones más altas”. En
ambos casos, pues, se verificó judicialmente lo que ROXIN refiere en
torno a “… que la pérdida en proximidad a los hechos por parte de las
esferas de conducción del aparato se ve compensada crecientemente en
dominio organizativo”. Lo que permite concluir que la responsabilidad se
incrementará cuanto más se aleje de la comisión del hecho delictivo y se
acerque más al nivel estratégico superior del aparato de poder
organizado.
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se limita a proporcionar los medios necesarios para la comisión del delito,
sin posibilidad alguna de emitir órdenes, sólo podrá ser considerado como
cómplice. Pero, para poder determinar este rol subsidiario a la cadena de
mando será necesario reconocer la posición real que se ocupa dentro de
la organización, así como el tipo de aporte que se realiza para la
concreción de los hechos ilícitos. Por tanto, no resulta compatible con la
configuración e intervención de este sector periférico o colateral la
denominación de “mandos intermedios inferiores” que le asigna parte de
la doctrina nacional. Sobre todo, porque el término “mando” implicará
siempre la capacidad de emitir una orden basándose en el grado de
dominio que se ejerce sobre la estructura criminal. Por tanto, todo aquél
que en atención a su jerarquía pone en funcionamiento la maquinaria del
aparato de poder organizado, para la comisión del delito, deberá
responder siempre como autor mediato.
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intervención será parte activa en la concreción de las conductas criminales
que realicen finalmente los ejecutores. Según ROXIN, esto también fue
destacado por el Tribunal de Jerusalén para justificar la condición de autor
de Eichmann, la cual no se veía afectada “… aún cuando él esté en una
relación de subordinación respecto del órgano, como un mero ejecutor.
Porque la figura de la víctima sin sentido, por más importante que sea en
la teoría del autor para sancionar la conducta del mandante, va más allá,
en referencia al comportamiento personal del ejecutor, hasta el viejo y ya
antes mencionado pretexto de la causalidad superadora…”9. En
consecuencia, pues, dicho autor destaca que “quien comete un delito no
se libera de su responsabilidad por la circunstancia de que si él no lo hace,
otro habría consumado el hecho. Por otra parte, Eichmann no era sólo un
ejecutor, sino que a la vista de sus subordinados era, al mismo tiempo, un
mandante, de modo tal que los criterios que hacen de sus inspiradores
autores mediatos también lo alcanzan a él”.
En un primer plano, cabe ubicar las órdenes formales que adquieren tal
condición en función de disposiciones, directivas y mandatos. En cambio,
en un segundo plano se encuentran las órdenes por su efectividad
material, es decir, las señales, expresiones, gesticulaciones, acciones
concretas o expresiones afines de distinta índole. Cabe precisar que el
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titular del poder de mando puede, según los casos y las circunstancias de
su intervención, dar a sus órdenes cualesquiera de las dos expresiones
que se han detallado.
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caso de las organizaciones terroristas que persiguen la toma violenta del
poder político.
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internacional forma parte del orden jurídico nacional en tanto que las
normas producidas en el contexto internacional se incorporan al Derecho
del Estado nacional.
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Otro supuesto de autoría mediata, por dominio de la voluntad en aparatos
de poder organizados, que reconoce ROXIN, se da en los delitos
cometidos por movimientos clandestinos, organizaciones secretas y
asociaciones similares que colisionan con las normas internas del Estado.
Es decir, que operan como “una especie de Estado dentro del Estado que
se ha emancipado del orden comunitario en general, o en determinadas
relaciones de la comunidad”.
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del aparato estatal para la comisión sistemática de delitos que por su
gravedad y riesgos de impunidad adquieren relevancia internacional. Esta
forma de criminalidad atenta, pues, contra el orden jurídico vigente,
dejando al margen el Derecho legalmente estatuido tanto en su dimensión
nacional como supranacional. Por lo tanto, un régimen estatal que desde
su nivel estratégico superior ordena la comisión de estos graves delitos
no puede ser calificado como un Estado de Derecho. En realidad está
totalmente apartado de él.
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Queda claro que la presencia en ambos casos de un apartamiento del
Derecho y de la vigencia de dos sistemas normativos paralelos o alternos
promovidos desde el mismo Estado, y por quien detenta la máxima
autoridad, no pueden ser tolerados por los regímenes democráticos. Por
consiguiente, pues, esta situación anómala generará, tarde o temprano,
la reacción e intervención de organismos internacionales a los que está
vinculado el régimen estatal infractor, para salvaguardar o recuperar el
orden jurídico que era reconocido y legitimado por la comunidad
internacional.
12 GARCÍA TOMA, VÍCTOR: Teoría del Estado y derecho constitucional. Primera Edición,
Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1999, página 386.
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2.3.4 Los Presupuestos y Requisitos Subjetivos.
2.3.4.1 La Fungibilidad. Clases
Concepto. La fungibilidad constituye el primer presupuesto de carácter
subjetivo que sirve a la imputación de una autoría mediata por dominio de
la voluntad en aparatos de poder organizados. Se le ha entendido,
generalmente, como la característica del ejecutor de poder ser
intercambiado o sustituido por el nivel estratégico superior en la
operativización y realización de su designio delictuoso. En tal sentido,
Fernández Ibáñez, parafraseando la posición de Joecks, señala que un
elemento central de esta forma del dominio de la voluntad lo constituye el
poder de sustitución de que tiene el hombre de atrás. Esta jurista, además,
da constancia que en la actual doctrina española y sudamericana, se
concede a la fungibilidad igual condición.
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ilícitos. Ahora bien, desde ese enfoque la fungibilidad incide, justamente,
en la mayor probabilidad de concreción del resultado delictivo ya que el
aparato criminal contará siempre con un grupo indeterminado de
ejecutores potenciales, con lo cual en ningún momento el cumplimiento
de la orden estará, siquiera mediatamente, en riesgo.
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posibilitar el intercambio oportuno de la persona interpuesta que se niega
a la realización de la orden dispuesta por el nivel estratégico superior. La
doctrina nacional también participa de esta referencia cuantitativa a la
fungibilidad negativa. Así, MEINI MÉNDEZ requiere únicamente que la
cantidad de ejecutores potenciales sea idónea para asegurar el éxito del
plan delictivo.
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mejor opción entre todos los ejecutores que tiene a disposición el aparato
de poder. Por tanto, como explica Faraldo Cabana, “…el criterio de
fungibilidad no se determina atendiendo únicamente al momento de la
ejecución, sino observando si existen en el momento de dar la orden
sujetos dispuestos a cumplir las órdenes dictadas por los superiores
jerárquicos, con independencia de que al final sean sólo unos pocos los
que las ejecuten”.
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sustituir al ejecutor como un elemento decisivo del dominio de la
organización. Para la segunda, el dominio radica en el “aprovechamiento
de la predisposición del ejecutor” para realizar la orden. La posibilidad de
sustituir a los ejecutores constituye únicamente la existencia de mayores
probabilidades de que la conducta delictiva se materialice, pero no
fundamenta dominio alguno.
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pero ello en nada cambia que el autor inmediato seguiría respondiendo
como autor por el delito cometido”.
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responsabilidad del autor mediato señalando que el hombre de atrás se
aprovechaba de la “disposición incondicional que el actor inmediato tiene
para realizar el tipo”.
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CAPITULO III
ANÁLISIS DE LA NORMA
13 Cfr. ROXIN, Claus. "Autoría y Dominio del hecho en Derecho Penal". Trad. de Cuello Contreras
y Serrano González de Murillo. Madrid, 1998. Pág. 42.
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figura central a las contribuciones periféricas. Los criterios de
diferenciación entre autoría y participación merecen un análisis
individualizado.
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regulación de la complicidad primaria, la cual está definida como la
prestación de un auxilio sin el cual (el hecho punible) no se hubiere
perpetrado. La segunda está referida a los verbos que utiliza para definir
al autor directo y mediato (realizar) y al coautor (cometer) en
contraposición con el que utiliza al definir a los cómplices (prestar auxilio
o asistencia).
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trascendente durante su ejecución fundaría coautoría. Pero este
criterio (de indudable utilidad práctica) no debe asumirse sin
necesarias atingencias, pues, por ejemplo, no siempre una
contribución decisiva previa a la ejecución típica constituirá
complicidad primaria, ni toda contribución trascendente simultánea a
ella constituirá coautoría. Quien toma parte en la ejecución del delito o
quien coopera al momento de la ejecución puede, no obstante ello, no
ser coautor sino cómplice, v.gr. quien facilita al falsificador (durante la
acción de falsificar un documento) un lapicero, ha intervenido en la
fase ejecutiva del delito y, sin embargo, puede ser cómplice pero no
coautor (pues no codomina el hecho, vide infra). Del mismo modo,
quien realiza un auxilio decisivo previo a la ejecución del delito puede,
no obstante ello, no ser cómplice sino coautor, v.gr. quien empapa de
gasolina el inmueble antes de que su compinche le prenda fuego es
coautor (o debe serio) aun cuando su intervención concluya antes de
la acción típica (por cierto, formalmente apreciada, vide infra) de
incendiar. A mayor abundamiento, este criterio tampoco puede
compatibilizarse con aquellos supuestos de autoría mediata donde el
hombre de atrás no interviene directamente ni presta su aportación
durante la ejecución del delito, v.gr. introducir subrepticiamente en el
equipaje del viajero un paquete de droga (instrumentalización del que
actúa incurso en error, vide infra).
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de lo que el interviniente considere internamente, pues así aportaciones
en el hecho punible (objetivamente) propias de un autor podrían
fácilmente convertirse en intervenciones en calidad de partícipes, y
viceversa. Además a una teoría subjetiva cabe criticarla en el sentido de
que la voluntad del autor únicamente puede definirse a través del
comportamiento al cual ella se dirige, por lo que el recurso a los elementos
objetivos de tal comportamiento resultará siempre ineludible, ya que solo
se puede conocer con regulares cuotas de seguridad lo perteneciente a la
esfera interna de las personas a través de la objetivización
(exteriorización) de la voluntad al actuar.
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autor está constituido por el interés en el resultado típico, este indicio no
puede bastarse a sí mismo, sino que requiere además de indicios
objetivos; los indicios objetivos y subjetivos no resultan decisivos por sí
solos. Este planteamiento constituye pues el dominante en la doctrina
penal comparada, puesto que, en resumen, toma en cuenta que lo que
cada interviniente quiere debe ser investigado valorativamente por la vía
de una consideración genérica y global del hecho sobre la base de
criterios tanto subjetivos como objetivos.
Ahora bien, una síntesis de los criterios objetivos y subjetivos para fundar
la autoría la encontramos en la teoría del dominio del hecho, cuyos fundamentos
han alcanzado en la doctrina penal una posición destacada y dominante.
La teoría del dominio del hecho puede ser vinculada a un concepto final
de la acción: "si la acción humana se entiende como un suceso finalmente
dominado por la voluntad, la cuestión de quién ha realizado una acción y, por
tanto, quién es autor de la misma, nos remite a aquel que ha tenido el dominio
final del suceso". Solo el autor tiene dominio del hecho, y no el partícipe: el autor
dirige finalmente el acontecimiento típico, tiene entre sus manos el curso típico
de los acontecimientos, al cual se extiende el dolo; solo el autor puede inhibir,
dejar correr o bien interrumpir la realización del resultado completo. Dentro de la
autoría, la doctrina del dominio del hecho se manifiesta de tres formas: el dominio
de la acción (en la autoría individual: el autor directo es el que tiene el dominio
del hecho), el dominio de la voluntad (en la autoría mediata, ejercido por la
"persona de atrás") y el dominio funcional del hecho o codominio del hecho (en
la coautoría: el dominio del hecho no es ejercido por una persona individual sino
en común por un número plural de ellas).
CAPITULO IV
DERECHO INTERNACIONAL
4.1 PANAMÁ
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El Código Penal del 2007, contempla en su artículo 43 que es autor quien
realiza por sí o por interpuesta persona, la conducta descrita en el tipo
penal. Con esto nuestro código recoge taxativamente la figura de la
autoría mediata en nuestra legislación patria.
Así por ejemplo tenemos jurisprudencia de la Sala Penal del año 2002,
donde a propósito de un proceso de Homicidio considero que la actuación
de dos imputados se enmarcaban dentro del artículo 38 del Código Penal
de 1982, entendiendo que los mismos realizaron la conducta descrita en
el tipo penal, haciendo la salvedad que la norma no exige que la misma
se ejecute directamente o por propia mano para ser considerado autor del
delito, pues en ese caso en particular los imputados actuaron bajo la figura
de la autoría mediata, al valerse de un menor de edad inimputable para
ejecutar el hecho punible. (Tomado de cita hecho en Código Penal,
Sistemas Jurídicos, edición actualizada 2012, página 36)
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“En la sentencia bajo revisión se afirma que la complicidad primaria se
asemeja a la autoría mediata, lo que es inaceptable en la doctrina y en la
legislación patria, ya que el concepto de autoría mediata implica la
realización del delito sirviéndose o valiéndose de otro u otros. Es una
forma de autoría y debe tener todas las características de cualquier forma
de autoría y según algunos penalistas "debe realizar una actividad que
implique realización del tipo o la producción del resultado y debe tener la
condición que exige el tipo penal para ser autor".
4.2 ESPAÑA
Cuando se analizan los tipos penales descritos en el Código Penal se
observa, como norma general, que describen conductas humanas
realizadas por una persona, lo cual lleva a pensar que sólo puede ser
autor, el agente o sujeto activo de ellas, el anónimo “el que” o “quien”, con
el cual comienza la redacción de las figuras típicas. Sin embargo, el
hombre no suele actuar sólo sino con la colaboración de otros, como lo
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muestran múltiples actividades humanas llevadas a cabo cotidianamente
en la compleja gama de relaciones sociales, que supone la convivencia
en comunidad, lo cual no pasa inadvertido para los legisladores cuando al
redactar los tipos penales, plasman las distintas manifestaciones
criminales acorde con su sentido social. El delito, pues, como cualquiera
otra actividad humana, presenta tanto en su gestación como en su
ejecución los mismos fenómenos de especialización y división del trabajo
observados en la vida real.
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legislación se incorpora en el art. 29 por primera vez la disposición
reguladora de esta forma de autoría, siguiendo en ese sentido al CP
español.
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está el que ejecuta inmediatamente el hecho, al que se conoce como
instrumento humano, intermediario o, simplemente, “hombre de
adelante”. No obstante, la palabra de instrumento, sin poseer un
significado jurídico concreto, logra expresar de forma muy gráfica en que
se basa esta forma de autoría, pues refleja la idea de instrumentalización
de una persona de otra, aludiendo, así, directamente a la estructura de la
realización de un hecho a través de otro, por lo que se suele reservar este
término para los casos efectivamente calificados de autoría mediata.
Cuando todavía no se ha decidido si en el caso concreto cabe apreciar o
no esta forma de autoría, en lugar de emplear el término instrumento
algunos autores optan por expresiones como “ejecutor inmediato”,
“hombre de adelante” o “intermediario”.
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A la hora de analizar la estructura de la autoría mediata, la doctrina
alemana más antigua centraba prácticamente toda su atención en la
persona de delante, con lo que las posibilidades de admitir la realización
de un hecho a través de otro quedaban reducidas a los casos en que el
defecto del instrumento era suficientemente relevante. Posteriormente, se
produce un cambio de enfoque importante, pues se pasa a examinar con
creciente interés la conducta del hombre de detrás, especialmente en su
relación con el ejecutor material, desarrollándose así un concepto de
autoría mediata más amplio, consecuencia del abandono del fundamento
que, de forma más o menos explícita, se venía dando a esta figura
(utilización de un sujeto que, por presentar algún defecto concreto, no
podía ser hecho responsable penalmente). Con ello, se consigue dotar a
la figura de la autoría mediata de un ámbito de aplicación relativamente
amplio, al no quedar sujeta a un criterio único, puesto que el criterio del
dominio se va estructurando en distintos niveles permitiendo, de este
modo, admitir la autoría mediata en supuestos muy distintitos entre sí.
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persona de detrás tiene un dominio exclusivo del hecho. El hecho le
pertenece porque es el único que interviene en el proceso lesivo con
conocimiento y voluntad en la realización del tipo penal.
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CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFIA
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ROXIN, CLAUS: La Autoría mediata por dominio en la organización. En:
Problemas Actuales de Dogmática Penal, ARA Editores, Lima, 2004.
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