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CRÓNICAS Y
~ 1 ROMANCES
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y·/ VICENTE
ARENAS MANTILLA
© Universidad Industrial de Santander
Editor:
Dirección Cultural
Luis Álvaro Mejía A.
Impresión :
División Editoria l y de Publicaciones - UIS
ISBN: 978-958-8777-15-3
Impreso en Colombia
INDICE
Una librería
piedecuestana
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compró unas treinta novelas que escogió
según lista que le habían hecho unos amigos
que trabajaban en sastrería y que se sentían
muy conocedores en asuntos de literatura.
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Vicente A renas Mantilla
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fígaro pueblerino resolvió tres días después
fijar en la puerta de su motiladero, una aviso
que decía:
Aféitese o no se afeite,
aquí lo espero, don Cloto:
para que lea unas novelas
mientras yo le raspo el coto.
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Vicente Arenas Mantilla
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Vicent e Arenas M antilla
La última lágrima
De grata recordación ha sido y será siempre
para la historia social de Bucaramanga, la
fundac ión de aquellos centros que como el
Club de Soto, reunió infinidad de veces en
sus aristocráticos sa lones a esa pléyade de
intelectuales que hacia la época centenaria
se dieron cita allí para dar a conocer sus
producciones literarias o para celebrar las
fiestas patrias.
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Añorados y dulces días aquellos en que
la juventud gallarda de Aurelio Martínez
Mutis, Gilberto Cortissoz, Luis María Rovira,
Fidel Regueros Buitrago, José del Carmen
Mansalva, Andrés Gómez, Severo Olarte,
José Antonio Escandón, Aurelio Mutis, ·
Carlos Torres Durán, Manuel lbáñez, Arturo
Jaramillo Gaviria, Franciso A. Paillié, Marco
Aurelio Serrano, Leonardo Martínez Collazos,
Gregorio Consuegra, Marco A. Aulí, Carlos
D. Parra, Emilio Pradilla, Roberto de J. Díaz,
Enrique Lleras, Francisco Nigrinis y Pedro
Alejando Gómez Naranjo, celebraban allí sus
sabatinas inolvidables, e iniciaban aquel gran
movimiento literario que desde las columnas
de la revista "Lecturas" o del "Verbo Roo",
dio a Santander esa especial nombradía y
exaltación muy merecida.
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Vicente Arenas Mantilla
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Surgió el inolvidable "Café Inglés", que un
buen día fundara Rogelio Silva Araque, y que
tuvo sus mejores épocas en aquella amplísima
casa donde hoy funciona la Editorial Marco A.
Gómez; establecimiento ese que trajo hacia
sí a los viejos contertulios a quienes ya se
habían unido por camaradería e ideales las
nuevas figuras que decoraban el ambiente
artístico e intelectual, como Manuel Serrano
Blanco, Carlos O. Pérez, Luis Prada Reyes, Saúl
Luna Gómez, Luis Reyes Rojas, Luis Alfredo
Núñez, José María Vesga Villamizar, Carlos
V. Rey, José Vicente Parra, José Fulgencio
Gutiérrez, Gabriel Turbay, Alfredo Días Soler,
Bias Hernández, José Roso Contreras, Raúl
Martínez Lanch, Manuel Grajales Reyes,
Antonio María Sepúlveda, David Martínez
Collazos, Jaime Barrera Parra , Luis Ardila
Gómez, Luis Ernesto Ardila y otros veteranos
de la ingeniería, el periodismo, de la música
y de la medicina que conformaron aquel gran
corrillo de memorable recordación.
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Vicente A rena s Mantilla
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con no menos de media docena de cervezas
sobre la mesita que Unto había hecho servir
para homenajearnos, Macario dio lectura
a su cuento que se intitulaba "El Alepruz",
narración que emocionó de tal manera
a Roberto, que no obstante no haberlo
terminado abandonó su silla y salió corriendo
hacia el solar, de donde regresó instantes
después trayendo una especie de corona que .
había fabricado con un chique de leña y unas
hojas de guayabo, y ajustándosela sobre las
sienes a Unto, dijo en forma casi desafiante
mientras miraba a unos parroquianos que
curioseaban la reunión:
Aquí está Macario Unto,
el autor de Alepruz;
pido para él una cruz
y que le sirvan un tinto.
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Un corazón así. .. como un calvario
donde murió el Amor: el visionario
a quien befó la turba miserable;
un corazón que fuera un relicario
donde vive una imagen imborrable.
Un alma altiva que jamás se humilla
del mal ni de el dolo con sus golpes
lerdos:
un alama antigua y fuerte aunque .
sencilla;
y un cuerpo que no dobla la rodilla
sino para rezarle a los recuerdos.
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- Vicente Aren as Mantilla
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como aquella de que hoy hacen gala ciertos
peatones argentinos.
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cambio, más bien, cuando por desaburrirnos
del tedio dominguero nos da por visitar
algún teatro, tropezamos a diario con el
inconveniente bien de quedar de vecinos de ·
una pareja de solteronas que ya han visto la
película y que van relatando por adelantado
los acontecimientos, o bien al pie de una de
esas yuntas de enamorados que sin respeto
por nadie se entregan a manifestaciones, de
las cuales yo quisiera que se dieran cuenta
las Juntas de Censura.
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El circo Santander
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1 sustantiva de poseer un buen teatro, el cual
denominó "Circo Santander", cuya amplitud
y fortaleza de construcción le merecieron
muchos y muy efusivos elogios.
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Vicente Arenas Mantilla [ 1~
hermanos Emeterio y Emilio Garnica, quienes
en determinadas temporadas trabajaron allí
en sainetes y maromas.
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de Piedecuesta don Nemesio Mantilla,
junto con su hijo el seminarista don Ignacio,
varios personajes de Bucaramanga, y en su
compañía como fiel amigo don Victoriano'
de Diego Paredes, el muy ilustre ciudadano
alemán don Pedro Piter, se celebró en las
aulas del mencionado establecimiento
un gran acto literario en el cual recitó por
primera vez y a petición muy reiterada de
los asistentes, el joven poeta Daniel Mantilla
Obregozo su preciosa composición bastante
citada por todos sus biógrafos, y tan digna de
figurar en nuestra mejor antología:
Hay un lirio que el tiempo no consume
y una fuente que lo hace florecer:
tú eres el lirio, dame tu perfume!
yo soy la fuente, déjame correr!
Hay un ave que gime noche y día ,
solo un ángel la puede consolar:
tú eres el ángel, dulce amiga mía!
yo soy el ave, déjame llorar!
Hay en el mundo un pobre peregrino
que marcha de una estrella al
resplandor:
tú eres la estrella, alumbra mi camino!
yo soy el peregrino del dolor
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las luchas y vivificando a cada momento en
nuestro corazones ese dulce recuerdo de
mejores días.
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Vicente Aren as M antilla
El cerro de los
compadres
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la gripa, que aprovecha la debilidad en que
a veces se encuentran los organismos para
hacer de ellos su presa, dejándoles a lo~
periodistas la libertad de inventar las cartas
de despedida, en las cuales siempre figuraba
una muchacha a la que se le achacaba la
causa de la determinación.
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Y quién no recuerda la historia de aquellos
compadres bonachones y parranditas a
cual mejor, que se gastaron sus haberes
en el trago, los dados y las mujeres que les
sonreían, y quienes un día ya hastiados de
todo en absoluto, y con los últimos pesos en el
bolsillo se encaminaron hacia la punta de "La
Mesa ", y después de apurar el postrer trago
de mistela, se confundieron en un abrazo
eternal para lanzarse del peñón abajo, que
los unió en la muerte tan indisolublemente
como había sido en la vida? ...
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Vicente A renas Mantilla
- ¡
Vanidad de vanidades
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también puedan divertirse a su manera en
esa noche llena de músicas infinitas. ·
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Los discursos
veintejulieros
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Inolvidables épocas aquellas, en que el
arte de la recitación femenina sólo era el
aplicado con carácter exclusivo para ciertas
familias influyentes de la localidad, pues
ninguna muchacha humilde, por más que
tuviera grande dotes para la declamación, y
hasta mejor figura quizá que muchas de las
preferidas, no podía entonar ninguna oración
de elogio a nuestras heroínas, mucho menos
recitar en las tardes del mes de mayo unos
versitos a la virgen María.
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democrática, se vieron en grandes conflictos
con las matronas dirigentes, por haber
hecho recitar la noche de su ofrenda a una
muchacha campesina.
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Pues de sute, nunca dejé en mi casa sacrificar
un ratón, y al que llegaban a magullar en
algún trasteo, yo me lo llevaba a mi clínica
que tenía instalada en una de las gavetas del
escritorio de mi padre, con camas hechas
de caja de fósforo y los tendidos fabricados
con muestrario de tela que una tía me había
regalado para estimular mi vocación.
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la tos de perro, la canga rejera y los agallones
pasados que ahora llaman paperas para
poderle cobrar a uno las visitas a veinte
pesos y ponerlo a aguantar el hambre por
largos días, como si estuviera complicado en
el asesinato del jefe del control.
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mi instrumental a la vez que un colega que
andaba medio envidioso de mi vocación y de
mi gloria, plantó a la puerta de mi clínica un
aviso que decía:
El médico se marchó
al campo a ver sus ovejas
y un saludo les dejó
para las viejas pendejas.
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La cascarilla de las
Martínez
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colorear las mejillas eran económicos y
sorprendentes.
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entre finos estuches importados de Europa,
representó el más novedoso artículo de
maquillaje, pues las cremas finas aún no
habían llegado a nuestro terruño que vivía
entonces una vida mejor, sin tanto artificio
que ha convertido a las mujer en un positivo
paquete chileno.
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deshechas por las lluvias, y las encomiendas
·saqueadas por los ratones.
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Wilches hasta Bogotá; porque al que no le
entregaba un encargo que le hubiera hecho,
le llevaba por lo menos una razón, y hasta le
rodeaba de toda clase de noticias acerca de
los negocios o de la política que él manejaba
a su acomodo. Para atender al correísta, se
mataba gallina en las posadas, sobre todo
cuando había alguna encomienda que remitir
o se esperaba la traída de algún cajón con
remedios, o el costal con el pan que enviaban
de la casa del pueblo.
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Las chicoteras
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arraigado en nuestras mujeres de limpiarse
los dientes con chicote había desaparecido.
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Pero no hay tal; pues una de estas noches
pasadas, me dio por visitar a unas viejas
amigas de mis lares, de esas que uno ha
conocido y estimado lo suficiente, pero de las
cuales suele olvidarse por tiempos, como nos
sucede muy a menudo con ciertas prendas y
hasta con ciertos libros.
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las ceremonias religiosas, y las modas, y la
vida entre los casados; pero lo que más me
aterra y me desconsuela, es esa moderna
mescolanza que ahora vemos en las fiestas
sociales donde se revuelven los curtidores
con los alfareros, los cigarreros con los
mozos de cordel, y como en un trc;ipiche toda
esa gentuza se dedica a brincar, y no a bailar
los mambos de Pérez Prado.
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en cualquier botica, ojalá sea la de don Pedro
León Ramos, un tubo de la maravillosa CREMA
DENTAL COLGATE, la mejor entre las mejores,
y la que mayores servicios ha prestado para
la higiene bucal de la humanidad.
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Los sobrenombres
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mantuve hasta el final de sus días la más
sincera y recordatoria amistad, decía que el
apodo era una especie de bautismo laico
inventado por los ateos para deslustrar el
mérito que ofrece la gracia sacramental,
que aparte de purificar al que la recibe de la
mancha original, le brinda ese distintivo que
sirve en la vida para que lo mencionen a uno
como designado para el terrible cargo de juez
de conciencia o jurado de votación.
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siguen con ese pereque, a que los absolviera
el Santo Padre, porque conforme lo advirtió
en un sermón el viejo Capellán del Hospicio,
l
el apodo está condenado por la Iglesia con
las mismas sanciones que trae consigo la
excomunión; pero como esa advertencia
no se ha promulgado lo suficiente para que
llegue al conocimiento de los feligreses, los
autores sucesivo de sobrenombres quedan
sometidos en adelante a los rigores de la ley
eclesiástica .
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sorpresa , cuando después de largo rato de
espera salió por allá de entre unos matorrales
del solar un hilacho de mujer a medio vestir,
cuyos cabellos en desorden, caídos sobre la
cara , le daban un aspecto de bruja pobre, y
tenía mucha semejanza a ese espanto que
llaman la "mechUda ", que por estas noches
anteriores según me lo acaba de contar
Fernando Prada, ha estado asustando a los
trasnochadores de la vieja Villa de Cacho.
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Vicente Arenas Mantilla
El santuario de
Palo negro
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del mes de mayo, una rojiza llamarada dentro
de la cual muchos comarcanos, inclusive el
mismo don Jeremías, han logrado identificar
la figura de cuatro soldados que con la punta
de sus bayonetas tratan de levantar una
gran piedra sobre la que aún se contemplan
ciertas machas que, según personas que nos
merecen todo el crédito, son de sangre de los
caídos en aquel campo de Marte.
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la pelea un soldado herido para que lo
confesara, y que una vez absuelto había
expirado en el mismo zaguán de la mansión
l
parroquial, después de haberle confiado un
secreto interesante que lo tenía intrigado y
hasta deseoso de recorrer lentamente todo
el campo de combate, pero que para eso
necesitaba los servicios de un baquiano
como don Jeremías, que conociera los sitios
precisos donde se había desarrollado la gran
batalla, y además que fuera una persona de
su entera confianza para compartir con él
una guaca muy importante.
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Vicente A renas Mantilla
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f]
Al llegar a esta parte de su relato, don
Jeremías se levantó del escaño, y como si
pretendiera levantar el vuelo para volver a
sus venturosos días de albañil, se pasó la
mano por la frente sudorosa, y lanzando ún
gran suspiro, comenzó a alejarse mientras
iba diciendo:
El tal Metodio Alvarado
fue un sinvergüenza muy perro,
que enamoró al padre Zafran
para que le hiciera entierro.
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Vicen te Arenas Mantilla
Bus, chisme y
cocineras
Los oligarcas, como se les llama
generalmente a ciertos sujetos porque
poseen algunos bienes de fortuna, y a
más de estar matriculados por gracia de
esos mismos haberes en todos los clubes
sociales, son también propietarios de un
flamante automóvil marca "FORO", de esos
que venden con tan amplias condiciones los
hermanos Alfredo y Ambrosio Peña , no gozan
como nos sucede a los pobres que para
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nuestros paseítos tenemos que apelar al bus,
de esa agradable entretención que en dichos
vehículos de trasporte se disfruta, cuando el
cupo no va recargado, y de compañeras de
asiento nos toca una pareja de colegialas
de esas que no les para nada en la lengua,
y que mucho murmuran y hacen mofa de las
pobres "veteranas", ese grupo de catas que
ya han pasado de los diez y nueve muchas
veces, y que por lo gordiflonas y melocotudas,
dan muestra inequívoca de que las ha dejado
el tren.
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unas vacas desaseadas que solo tienen
tiempo para pintarse la jeta como culebras
y vivir de chupahuesos en todas las fiestas
zangoloteándose como cucambas.
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Vicente Atenas Mantilla
El mechudo de
"Juan Rodríguez"
Yo no sé en realidad qué es lo que pasa con
el asunto de los espantos, pues aunque
yo los he visto muchas veces y hasta he
estado en peligro de ser arrastrado por ellos,
nunca he podido establecer plenamente su
procedencia, puesto que una vez pasado
el susto que la aparición proporciona, y
recobradas en parte las facultades, nunca he
hallado ninguna huella o pista segura para
iniciar una severa investigación que pudiera
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sacarme de tantas dudas, y darme margen
para demostrarles a los incrédulos que sí hay
espantos en verdad, y que el hecho de que
uno se los haya encontrado no los autoriza
en ninguna forma para que lo traten de
alucinado y hasta le achaquen síntomas de
locura.
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Vicen te Arenas M a n tilla
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ª la tierra por más que en ella hayan
cometido las más monstruosas atrocidades,
o haya enterrado en ella todo el dinero que
no supieron emplear para socorrer a su
prójimos; lo que pasa es que como la historia
de los espantos es tan vieja, y de ella hemos
apelado hasta los curas para ablandarles
el corazón a los deudos de los difuntos y
hasta hacerles ver como es de trabajosa la
justicia en la otra vida, claro está que todo el
mundo tiene metida en la cabeza esa idea,
y hasta hay muchos vivarachos que se valen
de esas tretas para sacarles los cuartillos a
los más majaderos. Pero lo que sí es cierto,
y esto te lo aseguro porque lo contemplé una
madrugada al regresar de una confesión
en "Pozo Negro", es la aparición que por el
mes de mayo se efectúa todos los años en el
portón de "Juan Rodríguez", donde más de
cinco generaciones de piedecuestanos han
sido asaltados por aquel tétrico fantasma,
cuya cabellera abundante extendida sobre
lás piedras del camino, ha aprisionado y
hecho perder el sentido a muchos miles de
caminantes.
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Colección
Biblioteca Mínima Santandereana