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¿QUIÉNES SOMOS?
La Fundación IN-JU HUELLAS sabe que una de las problemáticas más fuertes y
recurrentes en la comunidad es el desempleo. Por ello, busca generar alianzas
con diferentes instituciones, organizaciones, empresas, personas naturales y
demás agentes interesados en ofrecer procesos de capacitación para la creación
de nuevas empresas, así como generar nuevas oportunidades de empleo. Se
resalta, entonces, la importancia de esta iniciativa dado que la falta de
oportunidades ha desencadenado en casos de desnutrición, disminución de las
condiciones de salubridad, problemas de acceso a la educación y al sistema de
salud, entre otros. De esta forma, la Fundación IN-JU HUELLAS, busca instalar la
capacidad comunitaria para que se presente la autogestión y el auto-
sostenimiento.
“Fue después, por ahí en 1952 o en el 54. Desde que la violencia entre
Cachiporros (liberales) y Chulavitas (conservadores) empeoró, mucha gente
se vino para Bogotá, muchos barrios nacieron más al sur y al oriente y la
gente empezó a hacer casas más grandes… Y empezaron a construir en la
montaña… Todo cambió, muchos barrios empezaron a nacer ilegalmente y,
ya en los 80’s un tal Alfredo Guerrero construyó muchas casas sin permiso
de nadie y sin ninguna planeación… Para esos años ya éramos localidad
Rafael Uribe Uribe en vez de Alcaldía Antonio Nariño… La construcción se
desbordó, sin contar la llegada de los desplazados por la violencia que vino
después: la de la guerrilla y los paramilitares en el campo. Ahora todos ellos
viven en las zonas más altas de la localidad, en barrios donde a cualquier
llovizna las casas se derrumban… Hoy ya no le puedo decir a usted dónde
termina la sabana y empieza la montaña.”
“Yo siempre viví en el campo, allá la vida es muy dura y al campesino no le pagan
bien, nunca le han pagado bien… Pero uno hacía para lo del diario vivir y se vivía
como se podía, para lo justo y no tener que pasar necesidades… Así vivíamos
bien… Pero después de un tiempo las cosas empezaron a volverse raras y
peligrosas y se podía ver a mucho soldado por ahí, empezaron a haber rumores
>> Llegó un día que no aguantamos más tanta angustia: una niña, vecina
nuestra, pisó una mina. Y mi hija, que había tenido al niño de ella para esos
días, tomó la decisión de venirse para acá, para la capital, no podía
soportar la idea de que a Sebastián (el niño) le pudiera pasar lo mismo. Yo
estuve de acuerdo en que se viniera, porque también tenía miedo de ella y
de Sebastián. Allá ya no se podía vivir… Ella se vino con el niño y uno de
mis hijos. Yo me quedé otros tres meses con el hijo mayor, todavía quería
quedarme en la casa, yo no conocía otra vida que no fuera la de allá y no
quería perderla.
>>Mi hija llamó tres meses después de que se fue y nos dijo que nos
fuéramos, que acá (en Bogotá) ya teníamos casa… Yo no lo creí al
principio, una casa propia en la capital no se consigue así como así.
Además, lo del Palacio de Justicia había acabado de pasar, yo ya no sabía
dónde podía ser peor vivir… Esa misma tarde vino un soldado a preguntar
por mi hijo mientras él no estaba y sin tanta maleta, apenas llegó mi hijo,
nos vinimos esa noche para Bogotá.
>>Cuando llegamos y ubicamos a mi hija, nos explicó que cuando ella llegó
a buscar a un conocido para hospedarse el primer mes, se encontró con
mucha gente alborotada con materiales de ruso (obrero), tejas y ladrillos.
Preguntaron por la casa del tal señor, pero nadie dio razón, más bien le
dijeron que cogiera un pedazo de lote y que eso era suyo. Ella hizo caso,
construyó su ranchito y desde ese año, el 1985, me parece, estamos
viviendo acá. La vida no es la mejor, pero al menos estamos tranquilos,
aunque tuvimos que luchar mucho para que no nos desalojaran. Nuestros
reclamos eran que lo único que en verdad queríamos era paz para nosotros
y fue gracias a que el señor Jesús Naranjo lideró todo ese proceso que
logramos quedarnos. Por eso el barrio se vino a llamar La Paz – Naranjos,
no por otra cosa.
>>Aquí vivimos con gente amable, aunque se nota que para todos es difícil,
yo me doy cuenta. Las casas son muy pequeñas y mucha gente vive en
ellas. Con decirle que, por ejemplo, la familia grande del frente [señala]
cuenta sólo como con una pieza o dos, a lo máximo, para que todos
duerman. Incluso acá, vivimos seis y tenemos dos piezas…
>>Sebastián sigue viviendo con nosotros, ya es grande y tiene a su niña…
Esa es otra cosa, la mayoría de los niños de por acá se crían sólo con la
mamá o sólo con el papá, son muy poquitos los que yo haya visto que
tienen ambos. Y, en la mayoría de veces, diría yo, sólo una persona
responde por una familia muy grande. Aquí no más, mi hija respondió
mucho tiempo por ella, por mí, por sus hermanos mientras fueron pequeños
y por Sebastián. Ahora Sebastián también trabaja, sobre todo desde que
tuvo a la niña, pero así es muy difícil si les pagan menos del mínimo2… Y
con lo inestable que está ahora el trabajo, todos se quejan de lo mismo, lo
que les pagan no les alcanza para todo, a veces, ni para lo necesario.
30
25
20 De 0 a 3
15 De 4 a 6
Más de 6
10
No sabe/no responde
5
0
Personas por Cuartos por
vivienda vivienda
2“mínimo” hace referencia al Salario Mínimo Legal Mensual Vigente (SMLMV). Equivalente a
$689.455 COP.
En el análisis de la situaciación de vivienda, referido a los datos representados en
la tabla 1, se evidencia que la mayoría de las familias viven en situación de
hacinamiento. Como ejemplo de lo anterior, se encuentran números elevados de
integrantes de un mismo núcleo familiar viviendo en una habitación, máximo 2.
Padres
25%
Padre
20%
Madre
40%
Tabla 2. Contexto familiar. Encuesta realizada por la Fundación In-Ju Huellas, Barrio La Paz
Naranjos, Diciembre, 2015.
Mayores al
SMLV
37%
Menores al
SMLV
47%
Según la gráfica, se puede ver que los ingresos familiares son usualmente
menores o iguales al mínimo. Teniendo en cuenta que dicho valor es el único
ingreso para familias que oscilan entre 4 y 7 integrantes, se puede concluir que
más del 50 % de los núcleos familiares encuestados se encuentran en o por
debajo de la línea de pobreza.
16
14
12
10
8
6
4
2
0
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de
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Tabla 4. Riesgos de los niños niñas y jóvenes. Encuesta realizada por la Fundación In-Ju Huellas, Barrio
La Paz Naranjos, Diciembre, 2015.
Se evidencia que los sujetos de la comunidad no hacen ningun tipo de
diferenciación entre las problemáticas cotidianas del contexto urbano como la
inseguridad, la drogadicción, el robo, entre otras, de los riesgos que afectan
directamente a la infancia como el abuso sexual, psicológico y físico, el trabajo
infantil y la desnutrición. Dicha situación lleva a que los niños y niñas sean más
vulnerables a situaciones de riesgo debido a la omisión y censura de éstas.
Así es nuestro barrio
Red de huellas. Este será el fondo común al cual se destinarán los recursos de
personas naturales o empresas que decidan realizar una única donación o varias,
que estén fuera del marco del patrocinio de un niño en específico. Este tipo de
apoyo no es necesariamente económico, puede consistir en la donación de
materiales, refrigerios, libros y juguetes en buen estado, entre otros elementos que
contribuyan a la ejecución del programa Escuelas PazArte. Pero, más allá de eso,
que contribuya a mejorar la calidad de vida de los niños y niñas que lo integran.
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