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Té quiero

Un joven decide enviar un escrito a una joven de cual se siente enamorado. En


el papelito sólo escribe una frase corta: Té quiero. La chica al recibir la nota y
leerlo sonrió y después de pensar en el osado admirador, inicia un análisis
pormenorizando en su mente, me está demostrando que no sabe escribir y
repensó – no es consciente de la circunstancia de ser una persona dependiente
que la máxima petición a que aspiran sus familiares es que sea una persona de
buenas actitudes y virtudes y que en el futuro se convierta en mejor persona- no
es posible, no vale la pena que pretenda distraerse. Pero, como todo humano
reacciona en función a sus estados de ánimo y condiciones naturales, la joven
decide contestar, se dirige a la tienda compra dos kilos de té y se los envía con
una pequeña nota: aprende a escribir y luego enamoras (esto sucede porque en
la nota el chico escribe que quiere té- referida a la hierba aromática que se usa
en infusión como saborizante- y lógicamente le concede su pedido). El
acontecimiento, puede constituirse en un trauma una acción agresiva. El luego
enamoras es una reflexión que ha intuido por el contexto.
Es importante el conocimiento de las cosas de nuestro entorno –mas si se trata
de escribir, de trasladar nuestro pensamiento al papel se ha demostrado en todo
momento desde la época de nuestra niñez conocida como capacidad de
asombro, y hasta cierto punto de nuestras vidas se ha perdido por no seguirlo
cultivando, vivimos engañados en lo superficial en un estado de la apariencia en
la sociedad. La persona en el día a día muestra caretas de personajes que
esconden su actual posición cultural e intenciones evidentes del instinto natural,
de la condición del humano como agente del desarrollo social y de la capacidad
reproductora.
Entonces, es de vital importancia saber escribir y en este mar de conocimientos
debemos atrapar los necesarios y fundamentales para el buen desempeño en la
vida, los que van a permitir un auténtico desarrollo personal y sociocultural.
Si el joven hubiera escrito correctamente; te quiero. La joven pensó
minuciosamente: es una frase sin sentido. Porque, no expresa las intenciones
verdaderas de la persona, no especifica nada, no muestra una petición sincera
de los hechos concretos. Si pensamos más allá de lo que realmente suponemos,
podemos imaginar que estaría pidiendo te quiero para que le des de comer a mis
chanchos, te quiero para que ordeñes las vacas de mis padres, en fin cómo
podemos adivinar lo que quiere. Si tratamos de entender su condición de hombre
podemos pensar en: lo que realmente desea a plenitud un hombre: te quiero
para agarrarte las tetas, te quiero para tener sexo contigo un momento, te quiero
para tener sexo contigo toda la noche, te quiero para

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