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CAPITULO V »

Técnicas y procedimientos
de investigación
en Motivación y Emoción
Francisco Martinez-Sánchez
Ignacio Montero García-Celay

1. INTRODUCCIÓN: ELEMENTOS
PARA E!. ANÁLISIS METODOLÓGICO

Desde la más remota antigüedad, la búsqueda del conocimiento, la curiosidad sobre el


entorno que nos rodea y sobre sí mismo, ha sido una constante en la conducta humana;
una tendencia que reviste las características de necesidad o «motivo»: la búsqueda de
formas de sobrevivir, adaptarse al medio y cubrir las necesidades, sirviéndose, para ello,
dei conocimiento sobre la naturaleza.
En este capítulo abordaremos el análisis de los procedimientos y técnicas de investi­
gación propios de los ámbitos de estudio de la Motivación y la Emoción. Dando por
supuesto que, en la mayor parte de los casos, tales herramientas metodológicas son pro­
pias de toda la Psicología o, incluso, de todas las Ciencias Sociales, en este trabajo va­
mos a tratar de poner de manifiesto lo que de característico pudieran tener, debido a las
peculiaridades de su objeto de estudio. V
Para facilitar la comprensión de estudiantes con diferentes currículos, se hace nece­
sario tratar de acotar el significado de los términos relativos a la metodología de investi­
gación. Para ello nos vamos a servir de un manual reciente, en castellano, que está escri­
to como introducción a los métodos de investigación en Psicología (León y Montero,
2002). Así, empezaremos por distinguir cuatro niveles diferentes para referirnos a la
Metodología. El más general hace referencia al tipo de asunciones epistemológicas de
las que se parte. En un nivel más concreto, nos referimos a la metodología para hablar de
los diferentes objetivos y planes que pueden guiar cada investigación. En un tercer nivel,
hablar de metodología implica referirse a los diferentes modos de recoger la informa­
ción — los datos—- relativa a los aspectos que se están investigando en un determinado
estudio. Por último, la metodología implica una guía a la hora de establecer el tipo de
análisis más adecuado dado un conjunto de datos ya recogidos. Vamos a dedicar un bre­
ve espació a detallar los cuatro niveles que acabamos de referir.
126 Psicología de la motivación y la emoción Técnicas y

1.1. Epistemología y Metodología cología y otras discij


ción y de auto-obsens
Aunque habrá oído más de una vez algo relativo a la vieja discusión acerca de la cienti Aci­ ellas les exigimos qi
dad de la Psicología, no es de eso de lo queremos hablar. Tenemos claro hace mucho tiem­ dez. Aunque cada un
po que la Psicología es una Ciencia. La cuestión es que la orientación epistemológica pre­ rencia a la constanc
dominante entre los científicos ha sido el positivismo. Sin embargo, durante los últimos mismo— y la- validí
años, en especial la última década, se está produciendo un fuerte cuestionamiento de ese cosa (véase León y
tipo de orientación (Smith, Harré y Van Langenhove, 1995). Gran número de investigacio­
nes en Ciencias Sociales, de la Educación y de la Salud, se están llevando a cabo con
orientaciones distintas tales corflo 1&fenomenología o el constructivismo. No vamos a dis­ 1.4. El último c
cutir cuál es la mejor. Lo único que queremos es que tome conciencia de que detrás de cada
metodología hay una epistemología. Por tanto, es importante que entienda que detrás de Las diferentes técni<
términos como, por ejemplo, «metodología cualitativa», se están presentando investigacio­ de hipótesis, sirven
nes con una orientación epistemológica diferente de la tradicional positivista. sobre las implicado
investigación, indepi
a repasar todas lasf
1.2. Objetivos y planes en la investigación: los diseños elegir bien la técnic
los niveles de medu
Tradicionalmente, los objetivos de la investigación han sido la descripción, la clasifica­ ■convierte en un elei
ción, la predicción y la explicación. Cada uno de ellos ha llevado aparejado un plan de ; Esperamos quc%
investigación propio. Los estudios descriptivos se realizan mediante observación o en­ esta introducción. I
cuestas. Consisten en la obtención de información de forma sistemática a través de códi­ metodológica de cu
gos o cuestionarios y permiten explorar y detectar regularidades dentro de los fenómenos de el principio el e:
bajo investigación. Serían el modo de comenzar a abrir camino en el estudio de un proble­ descrito.
ma de investigación. El objetivo de clasificación es propio de los diseños «ex post facto»
retrospectivos. Una vez que mediante planes descriptivos hemos acotado .las variables re­
levantes de un fenómeno, un primer modo de contrastar relaciones causales es analizar el 2. CATEGORI
grado en el que el modelo teórico que postulamos permite clasificar datos que se han podi­ DE LA MC|
do recoger pero sin ninguna capacidad de intervención en el fenómeno. Cuando podemos
tomar medidas de las variables independientes — las que consideramos las causas del fe­ Tradicionalmente, |
nómeno— antes de que se produzcan los acontecimientos de nuestro interés, estamos tra­ grandes dimensión»
bajando con un esquema predictivo. A este tipo de diseño se le conoce como «ex post la mecánica-cognit
facto» prospectivo. En algunos manuales, a los diseños «ex post facto», tanto retrospecti­ gorías representan?
vos como prospectivos se les llama correlaciónales, por ser la correlación el tipo de índice der ambos procesó
estadístico mediante el cual se analizan los dátos que mediante ellos se recogen.
El contraste de hipótesis de explicación —de relaciones de causa/efecto— se consi­
gue mediante el experimento. Para poder hacer un experimento necesitamos tres cosas: 2.1. La dimer
fundamentar teóricamente una hipótesis de relación causa/efecto, poder manipular la
variable considerada causa y poder controlar el efecto de otras variables competidoras. Hace alusión al m
Cuando esto último no se puede hacer por limitaciones de la situación de investigación, tras que la postun
el plan de investigación —el diseño— pasa a llamarse cuasi experimento. objeto de descubrj
población, por el
dividuales y difer
1.3. Técnicas de recogida de información ello, las conclusic
de las ocasiones,;
En este tercer nivel nos referimos a la metodología para estudiar la calidad de los dife­ la motivación y 1^
rentes instrumentos de medida que el investigador decide utilizar en su estudio. En Psí- nipulativa experú

....:... .......... ................. ........ . .....


wmm
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 127

cología y otras disciplinas afines, se usan entrevistas, cuestionarios, códigos de observa­


sión acerca de la cientifici- ción y de auto-observación, tests, medidas mediante aparatos y medidas ad hoc. A todas
tos claro hace mucho tiem- ellas les exigimos que cumplan unos requisitos de calidad. Éstos son fiabilidad y vali­
tación epistemológica pre- dez. Aunque cada uno de ellos puede tomar diferentes variantes, la fiabilidad hace refe­
bargo, durante los últimos rencia a la constancia de la medida —-obtener el mismo resultado cuando medimos lo
te cuesíionamiento de ese mismo— y la validez, a su naturaleza - medir lo que realmente queríamos y no otra
m número de investigacio- cosa (véase León y Montero, 2002).
;stán llevando a cabo con
ctivismo. No vamos a dis­
uria de que detrás de cada 1.4. El último escalón: el análisis de los datos
ue entienda que detrás de
presentando investigacio- Las diferentes técnicas de descripción de datos, de inferencia estadística o de contraste
al positivista. de hipótesis, sirven para que el investigador pueda tener criterio para tomar decisiones
sobre las implicaciones de los datos para la respuesta a las preguntas formuladas en la
investigación, independientemente del tipo de objetivo que se haya planteado. No vamos
nos a repasar todas las técnicas de análisis de datos en Psicología. Sólo señalar que para
elegir bien la técnica adecuada y sacar provecho al esfuerzo realizado, el problema de
descripción, la clasifica- los niveles de medida de las variables — sobre todo el de la variable dependiente— se
.do aparejado un plan de convierte en un elemento crucial.
liante observación o c i ­ Esperamos que en lo que resta de capítulo, el lector pueda apreciar la utilidad de
smática a través de códi- esta introducción. La finalizamos señalando que desde el punto de vista de la calidad
dentro de los fenómenos metodológica de cualquier trabajo es muy importante que sus autores tengan claro des­
i el estudio de un proble- de el principio el enfoque que le van a dar en cada uno de los niveles que aquí hemos
; diseños «ex post facto» descrito.
acotado las variables re­
ís causales es analizar el
ir. datos que se han podi- 2. CATEGORÍAS DE ANÁLISIS EN EL ESTUDIO
meno. Cuando podemos : DE LA MOTIVACIÓN Y LA EMOCIÓN
ramos las causas del fe-
>tro interés, estamos tra- Tradicionalmente, la motivación y la emoción han sido estudiadas atendiendo a cuatro
conoce como «ex post grandes dimensiones: la nomotética-idiográfica, la innata-adquirida, la intema-extema y
'acto», tanto retrospecti- la mecánica-cógnitiva (Cárlson y Hatfield, 1992; Fernández-Abascal, 1995). Estas cate­
elación el tipo de índice gorías representan formascomplementarias—antitéticas en áfgunos casos— de enten­
los se recogen, der ambos procesos; vemos brevemente sus principales características.
ausa/efecto- - se consi-
tiecesitamos tres cosas:
to, poder manipular la 2.Í. La dimensión nomotética-idiográfica
-ariables competidoras,
ación de investigación, . Hace alusión al método utilizado en el estudio de ambos procesos psicológicos. Mien­
irimento. tras que la postura nomotética propone el uso de métodos estadísticos objetivos con el
objeto de descubrir leyes válidas que describan las características de grandes grupos de
población- por el contrario, la postura idiográfica se interesa por las características in­
dividuales y diferenciales de cada persona mediante el empleo del método clínico, por
ello, las conclusiones obtenidas en estos trabajos no son generalizables, en la mayoría
la calidad de los dife- de las ocasiones,;al resto de los miembros de una comunidad o grupo. En psicología de
eri su estudio. Én Psi- la motivación y la emoción predomina el enfoque nomotético, esto es, la tradición ma-
nipulativa experimental, interesada fundamentalmente en la delimitación y compren-'
128 Psicología de la motivación y la emoción Técnicas y ¡

sión de las condiciones ambientales o estimulares, más que en las diferencias indivi­ 2.3. La dimensw
duales, preocupadapor encontrar leyes generales de la conducta que sean válidas para
todos, para lo cual manipula experimentalmente las variables (independientes) con el, Otra de las posibilid!
fin de ver su efecto causal sobre otras variables (dependientes). Por su parte, la tradi­ esclarecer si las fuen
ción asociativa correlacional (de orientación idiográfica), se interesa predominante­ terior del individuo,
mente más por las diferencias individuales que por las condiciones estimulares, pre­ internos (frecuenten?
ocupada por medir y evaluar las diferencias existentes entre personas y grupos, buscando cesidades, las cuales
patrones correlaciónales (de asociación o variación) entre las distintas variables estu­ tes a la reducción d
diadas. también el peso de i
Veamos un ejemplo de ambas posturas aplicado a la emoción: los trabajos de Paul .•J'ÍSs'ÍV'. su calidad de desenc
Ekman son una muestra representativa de la posición nomotética ya que éste ha dedica­ # social. i
^l|§
do gran parte de su quehacer investigador a demostrar el carácter universal de las expre­ Por su parte, en
siones faciales emocionales, esto es, que éstas son expresadas y reconocidas general-. los estudios de Tomk
mente por los sujetos de todas las culturas. Ekman emplea métodos objetivos para validar de descarga neurona!

su hipótesis tales como el Sistema de Codificación de la Acción Facial (Ekman y Frie­ * realidad constituye |
'W
sen, 1978). Un ejemplo representativo de la posición idiográfica podrían ser los trabajos, dback (retroinforma<
de Damasio (1994, 1998) en los que aconseja estudiar individualmente los pacientes información procedí
aquejados de lesiones cerebrales para esclarecer el efecto de la estimulación sensorial peratura periférica J
sobre sus respuestas emocionales; en estos trabajos, Damasio señala las acentuadas dife­ las glándulas de la |
rencias individuales en la plasticidad cerebral, por lo que aconseja estudios de carácter su parte, los estudió!
idiográfico que, como habrá supuesto el lector, permiten, a su vez, ser recogidos poste­ ran principalmente |
riormente en estudios de carácter nomotético. m emoción, entendienc
calidad de «papeles
1980, p. 337). |
2.2. La dimensión innata-adquirida

Esta dimensión representa una vieja controversia de la psicología, centrada sobre el peso 2.4. La dimens
relativo de los determinantes innatos y los adquiridos (aprendidos) en la motivación y la
emoción. Los defensores de la primacía de los factores innatos sobre la conducta han Hace referencia a la
estudiado conceptos tales como «el instinto» (Lorenz, 1950) para describir el peso de te a los de tipo c o |
estos factores sobre la conducta animal y humana. Por el contrario, los defensores del vos de la conducta!
aprendizaje sostienen la primacía de los distintos tipos de aprendizaje y condicionamiento subraya el peso del
tanto en la motivación como la emoción. Veamos un ejemplo que enlaza con el expuesto % organizadores y dit
anteriormente relativo al carácter innato o aprendido de la expresión facial: los psicólo­ Ambas postura?
gos evolutivos se han interesado por el desarrollo evolutivo de ía expresión facial emo­ do la relación entr
cional. Mientras que algunos autores señalan que durante los primeros años de vida no í'jjys. destacados en las |
existe una fuerte concordancia entre emociones infantiles y sus correspondiente confi­ ! rus. Mientras que 5
guración facial expresiva (por ejemplo, la expresión de «sorpresa» se ha observado re­ Ilt cistas que sostiene
gularmente en situaciones poco probables que sea experimentada), lo que cuestionaría, consciente), ya qu<
en parte, su carácter innato (Camras, 1994). Otros autores como Izard y Malatesta (1987) corticales en los qi
han realizado estudios que apuntan contrariamente a la determinación innata de la ex­ Lazarus (1984) so¡
presión emocional en los niños. Este tópico de investigación permite, como señala Chó- ción que el sujeto
liz (1998), poner de relieve una de las controversias clásicas en psicología: lo innato cierto tipo de «ana
versus lo aprendido. En la actualidad, dentro de la motivación y la emoción, se tiende emoción, entendió
a la integración de ambos tipos de determinantes, mediante tendencias interaccionis- dominan los deten
tasqué recogen ía contribución mutua, tanto de los factores innatos, como de los ad­ y en el que —pan
quiridos. < .■ : En ia actualkq
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 129

as diferencias indivi­ 2.3. La dimensión interna-externa


dué sean válidas para;
tdependientes) con el Otra de las posibilidades que ofrece la investigación en motivación y emoción es el
5or su parte, la tradi- esclarecer si las fuentes de la motivación y la emoción proceden del interior o del ex­
teresa predominante- terior del individuo. La psicología de la motivación acentúa el peso de los factores
nes estimulares, pre- internos (frecuentemente de índole fisiológica) al estudiar procesos tales como las ne­
ís y grupos, buscando cesidades, las cuales, tras activarse, producen conductas que activan y dirigen, tenden­
tintas variables estu- tes a la reducción del estado de necesidad que ha alterado la homeostasis. Se valora
también el peso de los factores externos, esto es, del papel 4e variables del entorno en
los trabajos de Paul su calidad de desencadenantes de numerosas formas de conducta motivada de carácter
a que éste ha dedica- social.
niversal de las expre- Por su parte, en la psicología de la emoción conviven también ambas posturas, así,
reconocidas general- ios estudios de Tomkins (1962) acentúan el peso de los factores y cambios internos (tasa
objetivos para validar de descarga neuronal) en la causación de la emoción, llegando\a proponer que lo que en
acial (Ekman y Frie- realidad constituye propiamente la emoción no es sino su propiocepción, esto es, el feé-
drían ser los trabajos dback (retroinformación) consciente de la conducta facial. Este proceso supone que la
lmente los pacientes información procedente de la actividad de la musculatura facial, los cambios en la tem­
simulación sensorial peratura periférica paralelos (dada la alta vascularización de la zona) y la actividad de
i las acentuadas dife- las glándulas de la piel del rostro, propician conjuntamente la activación emocional. Por
estudios de carácter su parte, los estudios amparados bajo la denominación del constructivismo social, valo­
ser recogidos poste- ran principalmente el papel de los factores y normas sociales (factores externos) en la
emoción, entendiendo que las emociones se constituyen por y para el contexto social, en
calidad de «papeles creados por la sociedad e implementados individualmente» (Averill,
1980, p. 337).

entrada sobre el peso 2.4. La dimensión mecánica-cógnitiva


;n la motivación y la
bre la conducta han Hace referencia a la importancia dada a los factores de tipo emocional o impulsivo, fren­
describir el peso de te a los de tipo cognitivo. La orientación mecánica utiliza como mecanismos explicati­
>, los defensores del vos de la conducta las emociones, impulsos o necesidades, mientras que la cognitiva
;y condicionamiento subraya el peso de los factores de tipo simbólico, reflexivo, consciente y racional, como
laza con el expuesto organizadores y directores de la conducta.
i facial: los psicólo- Ambas posturas pueden ejemplarizarse aludiendo a los trabajos en que se ha estudia­
tpresión facial emo- do la relación entre el afecto y la cognición, y que tuvieron a sus representantes más
¡ros años de vida no destacados en las posturas contrapuestas defendidas por Robert Zajonc y Richard Laza-
(respondiente confi- rus. Mientras que Zajonc (1984) defiende una postura próxima a los postulados biología
se ha observado re- cistas que sostiene que la emoción, no requiere necesariamente cognición (evaluación
lo que cuestionaría, consciente), ya que éstas pueden producirse por la mediación de sutiles procesos sub-
i y Malatesta (1987) corticales en los que la conciencia está ausente (predominio mecánico), contrariamente
ión innata de la ex- Lazarus (1984) sostiene que la emoción está determinada primariamente por la evalua­
5, como señala Chó- ción que el sujeto hace de las características del estímulo, defendiendo la necesidad de
sicología: lo innato cierto tipo de «análisis del sentido o significado» de un estímulo para que sea posible la
emocion, se tiende emoción, entendiéndola como un proceso prioritariamente postcognitivo, en el que pre­
ncias mteraccionis- dominan los determinantes cognitivos frente a los afectivos más primitivos (mecánicos),
>s, como de los ad- y en el que —para Lazarus— la evaluación precede a la emoción. b
En la actualidad se entiende que las posiciones interaccionistas recogen en mayor


- i w --- ■
^LJ:... ...¡—... .y ,l mv ......
Técnicas
130 Psicología de la motivación y la emoción - íj íH
nada (muestreo est,
medida la complejidad de los procesos motivacionales y emocionales, posiciones que j mas y tamaño de pj
entienden que tanto los factores cognitivos interactúan con los de índole mecánica o j tal es la sinceridac
instintiva. . -.v-U:-.- cialmente «delicad
su trabajo. A estos,
construidos. .
3. METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN
EN EL ÁMBITO DE LA MOTIVACIÓN
3.2. La tradic
Siguiendo una lógica de presentación guiada por los contenidos, nos obligamos a ha­
cer una pequeña organización del campo de la Motivación. La que aquí se presenta es Desde la Psicologí
una de las posibles. Sirva pará presentar lás diferentes variantes metodológicas utili­ los procesos motiv
zadas. ’ tres motivos elásie
:

3.2.1. Motivacid
3.1. La investigación de las motivaciones primarias
Los trabajos pión
Independientemente del énfasis teórico que se le quiera dar, parece un conocimiento (McClelland, Atki
asentado el que hay un conjunto de factores motivacionales que tienen que ver con la ble dependiente y
satisfacción de necesidades primarias como el hambre, la sed, el sexo, la agresividad... dez de su medida,
Las hemos separado en dos grupos para nuestro análisis metodológico. de Atkinson de 1|
cuentemente con|
sico véase Atkins<
3.1.1. Circuitos homeostáticos ción radica en qu|
riesgo mayor vicr
La Psicología Fisiológica ha dedicado esfuerzos a localizar los circuitos neurológicos posee el individual
implicados en algunos mecanismos homeostáticos de regulación interna que el organis­ asegurar que los-
mo posee para el control del hambre, la sed y la temperatura corporal. En este campo se ción que poseen?;
suelen hacer experimentos con animales en los que se pone de manifiesto el papel de cia a asumir riesf
determinados núcleos hipotalámicos y circuitos colindantes. En estos casos, el problema Un último coi
fundamental que tiene el investigador es de la validez externa. ¿En qué medida se puede grama de intervei
generalizar a los humanos, independientemente de que compartán la morfología de al­ minado grupo dé
gunos centros nerviosos? (véase, por ejemplo, Rosenzweig y Leiman, 1992). cuasi expérimenfc
la variante aplica
3.1.2. Sexo y violencia las condiciones i

Aunque también se hace investigación animal, en estos temas se ha trabajado con otro
3.2.2. La afílií
tipo de estrategias metodológicas. En las últimas décadas se han utilizado los estudios
mediante encuestas para acceder a las pautas de comportamiento de la población. El De estos otros <
informe Hite (1981, 1988) fue pionero en el uso de la encuesta para la descripción del mente con traba;
comportamiento sexual de las mujeres occidentales. En nuestro país, recientemente (véase 1997), la medid
Del Barrio et a l , 2001), se ha utilizado la-encuesta para evaluar la incidencia del fenó- liderazgo, conll<
|p meno de la violencia entre iguales en los niveles de la ESO. En este tipo de estudios los Cuando estos m
| j riesgos metodológicos son varios. El primero es el modo de elección de la muestra que mediante indica
debe garantizar su representatividad y ésta no se consigue sólo por interrogar a mucha dor es entonces
gente. En el trabajo de Hite aunque se presentaban gran cantidad de datos no hubo sufi­ tación periférica
cientes garantías al respecto. El trabajo de Del Barrio et a l, (2000) está hecho con una ese tipo de indi<
muestra relativamente pequeña (2.000 estudiantes) pero muy cuidadosamente seleccio-
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 131

nada (muestreo estratificado con afijaciones proporcionales por Comunidades Autóno­


dónales, posiciones que mas y tamaño de población y simples para género y curso). El otro problema fundamen­
s de índole mecánica o tal es la sinceridad de las respuestas. Los investigadores interesados eri conductas so­
cialmente «delicadas» deben afrontar este problema que afecta de lleno a la validez de
su trabajo. A estos dos riesgos se añade el que los cuestionarios que se aplican estén bien
construidos.

3.2. La tradición de la Psicología Social


■s, nos obligamos a ha-
que aquí se presenta es Desde la Psicología Social llegaron gran cantidad de aportaciones al conocimiento sobre
es metodológicas utiíi- los procesos motivacionales propiamente humanos. Nos guiamos por la clasificación en
tres motivos clásicos: logro, afiliación y poder.

3.2.1. Motivación por el logro


Los trabajos pioneros sobre motivación de logro nacieron con vocación experimental
arecé un conocimiento (McClelland, Atkinson, Clark y Lowell, 1953). En estos casos, la motivación es la varia­
■tienen que ver con la ble dependiente y el mayor problema de la investigación consiste en determinar la vali­
sexo, la agresividad... dez de su medida (véase Huertas, Montero y Alonso, 1997a). Pero, a partir del modelo
lógico. de Atkinson de la expectativa-valor, la motivación de logro se ha estudiado muy fre­
cuentemente como variable independiente y, además, .de la persona (como ejemplo clá­
sico véase Atkinson y Litwin, 1960), En estos casos, el mayor problema de la investiga­
ción radica en que se pasa a un esquema de tipo «ex post facto» prospectivo, en el que el
circuitos neurológicos riesgo mayor viene ya no sólo por el modo de determinar la cantidad de motivación que
interna que el organis- posee el individuo sino en el denominado sesgo de selección, ¿en qué medida podemos
oral. En este campo se asegurar que los grupos que se comparan sólo se diferencian en la cantidad de motiva­
manifiesto el papel de ción qué poseen? ¿no se parecerán también en otras cosas como, por ejemplo, su tenden­
tos casos, el problema cia a asumir riesgos? (véase Montero y León, 1994). \ /
i qué medida se puede Un último comentario. Cuando se hacen investigaciones para poner a prueba un pro­
i la morfología de al- grama de intervención para aumentar la motivación de logro de, por ejemplo, un deter­
nan, 1992). minado grupo de estudiantes, lo más probable es que se trabaje dentro de un esquema
cuasi experimental. En estos casos, los riesgos para la validez; van a depender mucho de
la variante aplicada, así que será responsabilidad del investigador optimizar el diseño a
las condiciones de trabajo (véase Huertas, Montero y Alonso, 1997b).
ha trabajado con otro
utilizado los estudios 3.2.2. La afiliación y el poder
d de la población. El
De estos otros dos motivos cabe decir algo parecido aunque se les conecta más fácil­
ara la descripción del
mente con trabajos sobre sexo y agresividad. En su versión más humana (véase Huertas,
, recientemente (véase
1997), la medida de aspectos como el amor — sea maternal, filial o de pareja— o el
i incidencia del fenó-
liderazgo, conllevan una gran dificultad al ser constructos no directamente observables.
e tipo de estudios los
Cuando éstos motivos son estudiados como variables dependientes es más fácil medirlos
ón de la muestra que
mediante indicadores accesibles a la observación. El problema más serio del investiga­
>r interrogar a .mucha,
dor es entonces establecer la validez de constructo de tales indicadores (¿es la vasodila-
e datos no hubo suík
;tación periférica, prueba de amor?). Cuando se estudian como variables independientes,
) está hecho: con una
s1 :y ese tipo de indicadores resultan excesivamente costosos y se recurre a mediadas de aiito-
idosanqiente seleccio-

----- " - - ■ -................. V"-' - ■-----.................


132 Psicología de la motivación y la emoción Ib Técnicas y

informe mediante entrevistas, cuestionarios o auto-registros. Aparecen los riesgos relatk: metas — que no es i
vos a la sinceridad y deseabilidad social, amén de los propios de toda medida en Psieóf i! Üe el punto de vista
logia: estabilidad, consistencia interna, validez de contenido, predíctiva, discriminante^ podido llevar a cabo
etcétera. Otro riesgo importante es el relativo a los niveles de medida. En los casos én ¿ación a metas sigu<
los que se utilizan indicadores observables, (por ejemplo, los citados Atkinson y Litwin; 0on:susceptibles de
1960) es más fácil que las medidas generadas puedan ser consideradas como de interva­ Il¡® clara mejora respeé
lo. Algo que es mucho más discutible en el caso de algunos cuestionarios: depende del : mar aquí la atenció]
tipo de formato de respuesta que se pueda establecer. En cualquier caso, lo que debe nmos a la prolifera
saber todo investigador es que la potencia de sus datos —la probabilidad de rechazar de la marca persona
con ellos la hipótesis nula- - dependerá, entre otras cosas, del nivel de medidla de sus sional que busca g
variables dependientes. modos de llamar a
lie
intrínseca, incremef
ninguno de esos coi
3.3. La Psicología cognitiva y el estudio de la motivación cas que dificultan g
ria una labor teóricí
La Psicología cognitiva ha generado interesantes aportaciones al estudio de la motiva­ Huertas, 1999). ¡
ción humana. Sin ser exhaustivos, las hemos agrupado en los epígrafes siguientes,
3.4. Cómo inv|
3.3.1. Expectativas y atribuciones
Terminamos el capí
Quizá el máximo exponente de esta aportación lo constituya la obra de Weiner (1986), '1 |S - ■
relación con la mol
cuyo título es elocuente al respecto. Desde el punto de vista de la metodología, tiene dos tradicional, de tipcf
puntos débiles, Por un lado, la dificultad de evaluar las atribuciones causales y las ex­ zación de las leye|
pectativas de resultado (véase también las aportaciones de Bandura, 1977), Además de maker y Carr, \99¡
las comentadas relativas al uso de cuestionarios, aquí aparece el problema de la especi­ decir, tratar de ente
ficidad/generalidad de la conducta. Aunque se ha tratado de evaluar el hecho de realizar sin imponer visioifi
atribuciones como «estilos atributivos» — es decir, como una tendencia general (Alonso, ■ ■■'■■■ I
Montero y Mateos, 1992)—, diferentes contextos necesitan de procedimientos específi­
cos (Montero y Alonso, 1992). Los investigadores todavía no han establecido los meca­ 3.4.1. Psicología
nismos mediante los cuales se producen las relaciones entre esos, al menos, dos niveles Lo más relevante d
de generalidad. El otro punto débil es relativo a la naturaleza no manipuíabíe de este tipo primer nivel de ai|
de variables cuando se trabaja con ellas como variables independientes. Aunque se lle­ der entender las a |
guen a utilizar potentes herramientas estadísticas como las que se derivan de los llamar logia cultural, es "
dos modelos causales basados en sistemas de ecuaciones estructurales (por ejemplo, tomando posturas!
Montero y Alonso, 1992), el problema del sesgo de selección se mantiene y aparece el algunos metodólo|
de antecesión de la VJ en cada uno de los eslabones de la secuencia temporal implícita que se postula car|
en la' cadena causal (véase León y Montero, 2002). to superficial de 1
Van Langenhove,í
3.3.2. Teoría de metas por tanto, el invehí
la objetivación qil
Aunque hay diferentes raíces teóricas, Dweck (1991) es una de ia autoras que más ha tigación cualitatif
sistematizado sus aportaciones dentro de este rótulo. Básicamente, lo que se defiende es estructurador en |
que los humanos nos podemos activar por muy diferentes;razones —metas— y es labor técnicas ño estruc
del psicólogo tratar de.establecer cuáles son y cómo se relacionan entre sí tanto de modo del lenguaje estad
intra sujeto, como ínter sujetos. Todo lo dicho hasta ahora cuando hablábannos de los del lenguaje natuj
motivos sociales y de las variables cognitiyas, cabe decirse para el caso de la teoría de (véase León y M<

J i\
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 133

irecen los riesgos relatir metas — que no es más que una reelaboración integradora de esas dos tradiciones. Des­
e toda medida en Psiecfe de el punto de vista del diseño, al tener la teoría un claro componente contextual, se han
"edictiva, discriminante, podido llevar a cabo investigaciones con dos o más variables en las que, aunque la orien­
nedida. En los casos en tación a metas sigue siendo una variable no manipulable, los indicadores contextúales
idos Atkinson y Litwin, son susceptibles de manipulación (véase Pintrich y García, 1991), lo cual implica una
aradas como dQ interva- clara mejora respecto a la validez interna. Pero además de este aspecto, queremos lla­
ístionarios: depende del mar aquí la atención sobre un problema que no hemos abordado hasta ahora. Nos refe­
juier caso, lo que debe rimos a la proliferación de micromodelos —muchas veces motivados por la necesidad
•obabilidad de rechazar de la marca personal para la promoción profesional— que tienden a confundir al profe­
nivel de medida de sus sional que busca guía en la investigación. Un ejemplo claro puede ser los diferentes
modos de llamar a la motivación por el aprendizaje: orientación a la tarea, motivación
intrínseca, incremento de la competencia, etc. (véase Pintrich y Schunk, 1996). Aunque
ninguno de esos conceptos es reducible a otro, proliferen cantidad de medidas específi­
ición cas que dificultan grandemente la evaluación de validez de constructo. Se hace necesa­
ria una labor teórica integradora que permita obviar este tipo de dificultades (Montero y
1 estudio de la motiva- Huertas, 1999).
ígrafes siguientes.

3.4. Cómo investigar el papel de la Cultura

>bra de Weiner (1986), Terminamos el capítulo, repasando el apasionante cámpo del estudio de la Cultura en su
metodología, tiene dos relación con la motivación. Básicamente se pueden distinguir dos tipos de enfoques: uno
>nes causales y las ex-, tradicional, de tipo transcultural que entiende la Cultura cómo ámbito para la general^
ira, 1977).. Acjemás de zación de las leyes descubiertas por los psicólogos occidentales (véase Munro, Schji-
problema de la especi­ maker y Carr, 1997). El otro, más crítico, se podría entender desde la Etnografía. Es
ar el hecho de realizar decir, tratar de entender cuáles son los procesos motivacionales propios de cada cultura,
sncia general (Alonso, sin imponer visiones occidentales (Montero, Fernández y Zóttola, 2002).
>cedimientos específt-
establecido los meca- 3.4.1. Psicología Transcultural frente a Etnografía
ai menos, dos niveles
jnipulable de este tipo Lo más relevante de la discusión metodológica de este tópico es que entra de lleno en el
lentes. Aunque se lle- primer nivel de análisis metodológico del que hablábamos en la introducción. Para po­
derivan de los llama- der entender las aportaciones que se tratan de hacer desde la Etnografía o la fenomeno­
turáles (por ejemplo, logía cultural, es necesario tomar conciencia de que, desde estas perspectivas, se están
nantiene y aparece el tomando posturas epistemológicas diferentes a las tradicionales positivistas. Aunque a
úa temporal implícita algunos metodólogos de esta tradición Ies pueda parecer que la investigación cualitativa
que se postula carece de todo rigor, ese tipo de argumentaciones implica un conocimien­
to superficial de los paradigmas metodológicos alternativos al clásico (Smith, Harré y
Van Langenhove, 1995). La cuestión es que ja lógica de la investigación es diferente y,
por tanto, el investigador enfatiza aspectos distintos de su trabajo. Así, frente al afán por
la objetivación que implican los conceptos de fiabilidad y validez tradicionales, la inves­
i autoras que más ha tigación cualitativa utiliza los conceptos de triangulación y relevancia. Frente al afán
lo que se defiende es estructurador en la recogida de información encaminada a «objetivar» los datos, se usan
—metas— y es labor técnicas ño estructuradas para aumentar la capacidad de captar lo peculiar. Frente al uso
ntre sí tanto de modo del lenguaje estadístico para la formalización del análisis de los datos, se defiende el uso
o hablábannos dé los del lenguaje natural como medio de preservar la naturaleza de los fenómenos humanos
caso de la: teoría de (véase León y Montero, 2002).
134 Psicología de la motivación y la emoción
Técnicas y
4. INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN
cialmente compartic
4.1. Introducción un número determin
raímente entre 7 y I
Los objetivos de la investigación en Psicología de Emoción son virtualmente idénticos a ¿mente propio (Páez,
los que persigue el resto de las disciplinas científicas: describir, explicar, predecir y con­ Sobre estos ejes
trolar, adaptando su objeto y método a las características propias de los fenómenos afec­ encuadrados en esta
tivos.-Para ello se vale del método científico con el objeto de esclarecer cómo y por qué gación: I
sentimos, reaccionamos y nos adaptamos ante los estímulos.
En este apartado revisaremos los principales procedimientos y técnicas de investiga­ 4.2.1. La expresé
ción en Psicología de la Emoción, con este objeto abordaremos el tema siguiendo un
criterio basado en las tradiciones de investigación actuales, que se corresponden con las Una de las más dis
teorías contemporáneas de la emoción. Las restricciones que impone un texto, como el cial, sobre la que s<
que el lector tiene en sus manos, imponen simplificar, incluso, omitir, muchos de los hace décadas, si bi
tópicos y procedimientos de investigación que actualmente ocupan a los investigadores: desde los estudios J
Aconsejamos al lector interesado que consulte el capítulo de Teorías emocionales, en hasta la actualidad |
este mismo texto, donde se complementan algunos de los apartados que abordados. mera asume que ta|
Inicialmente, es preciso señalar que el auge experimentado en la investigación bási­ son universales e in
ca en las últimas décadas arroja un balance alentador al computar el interés — y por de la existencia de|
supuesto, los esfuerzos— despertado por la psicología de la emoción frente a otros pro­ afectivas puede es|
cesos psicológicos, por cuanto se observa un fuerte y paulatino incremento de las inves­ fuertemente por las
tigaciones dedicadas a la emoción, o que emplean variables emocionales, en su objeto Chóliz, 1998). |
de estudio. Así, Campos (1999) señala que; desde 1974 a 1993, de los 172.313 trabajos La metodología!
cuyas referencias aparecen recogidas en el PsycLIT1, bajo el descriptor «emotion» su­ diferentes paradigra
man 31.498 artículos2; produciéndose anualmente en torno a dos mil trabajos, a los que la musculatura facií
de una determinada
deben añadirse aquéllos en los que no aparece explícitamente el término «emotion»,
pero que, sin embargo, son de interés para ésta o recogen tangencialmente variables está experimentan d
éstímulos emociona
emocionales. Estos resultados muestran que esta disciplina se encuentra entre las gran­
minada expresión fij
des áreas productoras de investigación psicológica (representa el 18 por 100 de los tra­
bajos), siguiendo, además, una tendencia a incrementar el número de trabajos que anual­
mente., se. publican. ' ■iwí.'f.í-..;-

4.2. La investigación de los tópicos de la tradición neodarwinista

Los principios fundamentales, sobre los que asientan estas teorías sostienen que las emo­
ciones: 1.® son reacciones adaptativas y precisas para la supervivencia; 2.° son heredadas
filogenéticamente y desárrolladas ontogenéticamente siguiendo procesos madurativos
neurológicos; 3.° poseen bases expresivas y motoras propias; 4.° son universales y esen-

1 PsycLIT es ía principal base de datos informatizada en psicología. Publicada, al igual que el Psycho?
logical Abstracts por el departamento PsycINFO (Psychological Abstract Information Services), de la American
Psychological Association, recoge.más.de 470.000. resúmenes compilados, por el centro, de documentación
de la A.P.A. - ■■
2 El criterio empleado por Campos (1999) para la obtención de estos índices consistió en computar el
número ¡de artículos científicos aparecidos en el PsycLIT, en los que apareciera ¿1 descriptor principal (por
ejemplo, emotion) en el título, resumen o palabras clave.
Figura

...... ~ ------------ -vr- ---- ----------- ------------ ----


Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 135
/MOCION
cialmente compartidas por los individuos de todas las sociedades y culturas; 5.° existe
un número determinado de emociones básicas, variable para los diversos autores (gene­
ralmente entre 7 y 11), y 6.° cada emoción tiene aparejada un estado mental cualitativa­
virtualmente idénticos a mente propio (Páez, Echebarría y Villarreal, 1989).
explicar, predecir y con- Sobre estos ejes teóricos discurren, a grandes rasgos, los tópicos de investigación
s de los fenómenos afec- encuadrados en esta corriente; vemos brevemente sus principales programas de investi­
iclarecer cómo y por qué gación:

>y técnicas de investiga­ 4.2.1. La expresión facial emocional


os el tema siguiendo un
se corresponden con las Una de las más distintivas dimensiones de la conducta emocional es la expresión fa­
npone un texto, como el cial, sobre la que se ha realizado numerosa investigación experimental rigurosa desde
D omitir, muchos de los hace décadas, si bien su investigación ha tenido un decurso irregular y discontinuo
oan a los investigadores. desde los estudios de Darwin y del fisionómista francés Duchenne de Bologne (1862),
Teorías emocionales, en hasta la actualidad. Se distinguen dos trayectorias de investigación divergentes; la pri­
ados que abordados, mera asume que tanto la expresión como el reconocimiento de las emociones básicas
en la investigación bási- son universales e innatas, mientras que la posición antagónica discute el mismo hecho
íutar el interés —y por de la existencia de emociones básicas apelando a que, si bien en algunas reacciones
Dción frente a otros pro­ afectivas puede estar más generalizado su reconocimiento, éste se ve condicionado
incremento de las inves- fuertemente por las variables contextúales (Fernández Dols, Carrera y Mallo, 1989;
íocionales, en su objeto Chóliz, 1998). -
de los 172.313 trabajos La metodología empleada en los estudios sobre feedback facial ha dado lugar a dos
escriptor «emotion» su- diferentes paradigmas experimentales que se basan en: 1.° la manipulación voluntaria de
s mil trabajos, a los que la musculatura facial hasta lograr un patrón facial prototípico que se corresponda con el
el término «emotion», de una determinada emoción; y 2.° la manipulación de la musculatura facial mientras se;
gencialmentc: variables está experimentando una emoción dé forma espontánea tras la presentación de ciertos
ticuentra entre las gran- estímulos emocionales. En el primer caso, se supone que la manifestación de una deter­
1 18 por 100 de los tra- minada expresión facial conducirá a la experimentación de la emoción correspondiente,
d de trabajos que anual-

eodarwinista

sostienen que las emo-


-ncia; 2.° son heredadas
procesos madurativos
son universales y ésen-

ada, al igual que el Psycho-


ion Services), de la American
el centro de documentación

es consistió en computar el
el descriptor principal (por

Figura 6.1. Expresiones faciales obtenidas por Duchenne de Bologne.


136 Psicología de la motivación y la emoción Técnicas y proi

mientras que en la segunda línea de investigación, la manipulación de la expresión facial


supuestamente incidirá en la intensidad de la experiencia emocional. Gomo señalan Fer-
nández-Dols, Iglesias y Mallo (1990), los resultados empíricos de estos estudios son
contradictorios, generando tanto partidarios, (Ekman, Davidson y Friesen, 1990) como
detractores (Matsumoto, 1987).
No obstante, y a pesar de que se acepte su carácter universal, los estudios experi­
mentales realizados en este ámbito presentan serias dificultades metodológicas, entre las
que Femández-Dols, Carrera y Mallo (1989) destacan: 1.° el hecho de que la expresión
emocional sea universal no significa que lo sea también la experiencia emocional subje­
tiva; 2.° los trabajos sobre expresión y reconocimiento de las emociones adolecen de
serias dificultades metodológicas, que van desde el propio formato de respuesta del re­
conocimiento de la expresión facial (el empleo de preguntas abiertas o cerradas), a la
validación de la propia expresión, y 3.° no existe un criterio denotativo unívoco entre el
lenguaje y las emociones a las que aluden, por lo que se hace imprescindible analizar el
contexto en que se produce la expresión.
Para poder analizar sistemáticamente los movimientos de la musculatura facial, Ek­
man y Friesen (1978), elaboraron el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS)3.
Un año más tarde, Izard desarrolló un sistema similar, el Sistema de Codificación del
Movimiento Facial de Discriminancia Máxima. Ambos sistemas han facilitado el estu­
dio riguroso de la expresión facial emocional.
Se emplean también frecuentemente registros electromiográficos que registran la
actividad de los principales grupos musculares responsables de la expresión facial, pro­
cedimientos que permiten discriminar la valencia e intensidad de la emoción experimen­
Figura 6.2. Sistemas c)
tada por el sujeto; así, por ejemplo, se sabe que las emociones positivas se relacionan
<;on la mayor actividad del cigomáticoi mientras que en las negativas es superior la acti­
vación del corrugator (Cacioppo, Petty, Losch y Kim, 1986).
Otro grupo importante de investigaciones han analizado sistemáticamente la expre­ blemente el estado a |
sión y reconocimiento de las expresiones faciales de ciegos, niños y bebés, así como en semánticos —prosódjt
personas de diferentes culturas y en primates utilizando procedimientos sustancialmente Abascal y Palmero, í
similares a los utilizados por Darwin. El objeto de estas investigaciones es verificar la De las diferentes |
supuesta universalidad de la expresión facial emocional. La mayoría de los estudios rea­ conocida, por lo que ?
lizados muestran altos grados de acuerdo en el reconocimiento de las expresiones emo­ dio de los procesos cj
cionales, en la línea de los resultados inicialmente informados por Ekman y Freisen (1971) determinación fisioloj
quien, tras estudiar a grupos de sujetos de una cultura primitiva de Nueva Guinea, veri­ analítica que requiera
ficó que éstos reconocían las expresiones de modelos occidentales. jetivo; sin embargo, ¡
trunientos de procesé
nistrar información
4.2.2. La investigación de la expresión vocal emocional (Zetterholm, 1999).
De todos es sabido que el estado afectivo modula la cualidad del flujo de voz. Al co­ El flujo de voz e:
municarnos verbalmente importa tanto qué decimos —mensaje— como la forma el espectro, tanto pq
—prosodia— en la que lo hacemos. Numerosas evidencias reveían que los diversos rias, como por el an
estados afectivos se manifiestan a través de la señal acústica, causados por cambios en emocionales deí fluj
la respiración, fonación y articulación, que tienen su correlato perceptual en el tono, acústicos de análisis
velocidad e intensidad de la voz. Este hecho permite que el oyente pueda inferir fia- nes controladas, son
en segmentos de 1(
filtran y discrimina]
3 Para una descripción en castellano del sistema de codificación empleado en las FACS (Ekman y
Friesen, 1982), véase Gízib y Briales (1996, pp. 432-438). análisis de formant|
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 137

m de la expresión facial 1*5¡««■- fJjC.MllllatMl


-k E * tt:V ¡w C -S r» V n b * A m a» t T uO rs. jd jt
nal. Como señalan Fer~
> de estos estudios son
y Friesen, 1990) como

al, los estudios expen-


netodológicas, entre las
:ho de que la expresión
encia emocional subje-
imociones adolecen de
ito de respuesta del re­
vertas o cerradas), a ía
jtativo unívoco entre el
prescindible analizar el

musculatura facial, Ek-


\cción Facial (FACS)3.
na de Codificación del
han facilitado el estu-

íficos que registran la


i expresión facial, pro-
la emoción experimen-
positivas se relacionan Figura 6.2. Sistemas complejos actuales de análisis de la expresión facial emocional. Tomada de
: Cohn (2000).;
ivas es superior la acti-

máticamente la expre- blemente el estado afectivo del habíante por la compleja combinación de factores no
s y bebés, así como en semánticos —prosódicos—r que porta la voz humana (Martínez-Sánchez, Fernández-
ientos sustancialmente Abascal y Palmero, 2001).
paciones es verificar la De las diferentes vías de expresión de la emoción, la expresión vocal es la más des­
ría de los estudios rea- conocida, por lo que es relativamente escasa la literatura científica interesada en el estu­
$ las expresiones emo- dio de los procesos de comunicación de los estados afectivos en la voz, así como de su
ikman y Freisen (1971) determinación fisiológica y cultural. Este hecho puede atribuirse tanto a la complejidad
le Nueva Guinea, veri- analítica que requiere, como a la dependencia tecnológica necesaria para su estudio ob­
íS, jetivo; sin embargo, en las últimas décadas se han desarrollado diversas técnicas e ins­
trumentos de procesamiento digital y análisis físico del flujo de voz, capaces de sumi­
nistrar información sobre los marcadores acústicos ligados a la expresión emocional
(Zetterholm, 1999).
;1 flujo de voz. Al co- El flujo de voz es susceptible de análisis de su distribución acústica de la energía en
y e — como la forma el espectro, tanto por procedimientos de registro fisiológico de las estructuras fonato-
elan que los diversos rias, como por el análisis de la señal física acústica. Para el estudio de los marcadores
tsados por cambios en emocionales del flujo de voz se han empleado casi exclusivamente los procedimientos
^erceptual en el tono, acústicos de análisis. Estos procedimientos;, tras registrar muestras de voz bajo condicio­
mte pueda inferir fía­ nes controladas, someten estas señales acústicas a análisis electroacústicos habitualmente
en segmentos de 10 a 30 mili segundos, en los que se aplican diversos algoritmos que
lo en las FACS (Ekman y filtran y discriminan los periodos sonoros y sordos, y posteriormente se someten a los
análisis de formantes, de predicción lineal, etc. (véase Slanley y Lyon, 1993).
Técnicas' y i
138 Psicología de la motivación y la emoción
Tabla 6.1 Principales pasj

Parámetro

F0 Alteración
Media i
l
Rango
)
Variabilidad
íy-d
Contorno
f
£
Media
Figura 6.3. Análisis espectrográfico de una muestra de voz. Fi Media í.y
Formante
amplitud
i
. &
Las medidas físicas de la voz humana y el sonido se basan en el empleo de diversos i
precisión
parámetros acústicos relativos a las tres dimensiones perceptibles del sonido: amplitud, !
frecuencia y estructura temporal. La amplitud, (cuyo principal parámetro es la intensi­
dad) es una medida de la presión sonora medida en decibelios (dB); la frecuencia (tono) intensidad
se expresa mediante la F0de la señal vocal, medida en Hertzios (Hz), representa la perio­ media
dicidad de la onda de sonido; por último, los parámetros derivados del tiempo tienen rango
relación con la tasa y rapidez de la vocalización fundamentalmente, así como de la pre­ variabilidad
sencia o ausencia de fragmentos sonoros y silencios;(véase el trabajo de Lemmetty, 1999). Rango de
Dos son, básicamente las líneas de investigación en este campo. La primera de ellas frecuencias
(estudios de codificación) valoran los patrones acústicos (amplitud, frecuencia y estruc­
Energía en altas
tura temporal) característicos de las emociones básicas, bien empleando muestras de voz
frecuencias
de actores, bien muestras de voz espontáneas. Es preciso señalar que los estudios que
han empleado actores en su papel de codificadores han sido criticados por carecer de la Ruido espectral
espontaneidad propia del flujo de voz bajo condiciones naturales (Johnstone y Scherer, Tasa de voz
1999), ya que éstos emplean rasgos prosódicos estereotipados, siendo incapaces de re­
Siendo: Fü - freei
flejar fiablemente la modulación afectiva del lenguaje espontáneo (Johnstone, 1996). La
segunda línea (estudios de decodificación) se ha interesado por estudiar los patrones de
identificación de muestras de voz con diversos tonos emocionales, tanto empleando Para Ekman (19 Í
muestras de voz natural (Cahn, 1990) como sintética (elaborada mediante procedimien­ cada emoción son a |
tos de conversión texto-voz) (Martínez-Sánchez, Montero y de- la Cerra, 2002). Una re­ cultura, no obstante|
visión realizada por Scherer (1982) muestra que la media de reconocimiento se sitúa en cuando un objeto d|l
torno al 60 por 100. pérdida de soporte f |
tocado por detrás, dj
4.2.3. La investigación de los antecedentes de la emoción son incontables. "4
Es plausible sos|
Preguntarse si existen antecedentes universales de la emoción supone, en realidad, ha­ tenderse que ciertos
cerse tres preguntas: 1.° ¿son universales las emociones?; 2.°¿exísten antecedentes uni­ nuestros antepasado*
versales (condiciones que las precipiten)? y finalmente, 3.° si existieran, como podría­ surgiendo con 1a evé
mos explicarlos (Scherer, 1994). a diversos sucesos si
No cabe duda que el grado de universalidad depende en gran medida del nivel de ducto de la filogeni|
especificidad con que se categorizen los antecedentes: si hay antecedentes específicos En el ámbito
de una emoción, y si las emociones pueden ser suscitadas por diferentes eliciíadores en numerosos estudios?
distintas culturas.
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 139

Tabla 6.1 Principales parámetros acústicos empleados en el estudio de la expresión emocional

Parámetro Descripción

F0 Alteración Variaciones ligeras en la duración de los ciclos glotaies.


Media Frecuencia fundamental (proporción de vibración de las cuerdas voca­
les promediada por la articulación vocal).
Rango Diferencia entre niveles altos y bajos de F0 (habitualmente percentiles
10 y 90).
Variabilidad Medida de dispersión (por ejemplo, s F0).
Contorno Representación gráfica de ios valores de F0 (entonación).
s.
F} Media Frecuencia media del primer formante (Fl ).
de voz. F2 Media Frecuencia media del segundo formante (F2).
Formante
amplitud Amplitud de la banda espectral que contiene formante de energía signi­
n el empleo de diversos ficativo.
2s del sonido: amplitud, precisión Grado en que el formante de energía alcanza valores prescritos por
parámetro es la intensi- el sistema fonológico de un lenguaje.
IB); la frecuencia {tono) Intensidad
Eiz), representa la perio- media Valores de intensidad sonora promediados sobre la articulación vocal.
^ados del tiempo tienen rango Diferencia entre valores altos y bajos en ía articulación vocal
nte, así como de la pre- variabilidad Medida de dispersión de los valores de intensidad en la articulación (a).
ajo de Lemmetty, 1999). Rango de Diferencia entre F0 y ios niveles máximos del espectro de frecuencias
ipo. La primera de ellas frecuencias que contienen energía vocal.
ud, frecuencia y estruc-
Energía en altas Proporción relativa del espectro de energía > 1 KHz.
>leando muestras de voz
frecuencias
ar que los estudios que
icados por carecer de la Ruido espectral Componentes no periódicos de energía presentes en el espectro sonoro.
s (Johnstone y Scherer, Tasa de voz Número de segmentos de voz por unidad de tiempo.
siendo incapaces de re-
Siendo: F 0 = frecuencia fundamenta!; PI ~ primer formante; Fl= segundo formante.
o (Johnstone, 1996). La
estudiar los patrones de
lales, tanto empleando
Para Ekman (1994) muchos de ios acontecimientos que sirven como antecedentes a
mediante procedimien-
cada emoción son aprendidos socialmente, y, por consiguiente, son específicos de cada
a Cerra, 2002). Una re-
cultura, no obstante, existirían otros universales: 1.° anticiparse a un dolor físico; 2.°
Dnocimiento se sitúa en
cuando un objeto desconocido se mueve rápidamente hacia uno; 3.° ante la imprevista
pérdida de soporte físico (un fallo en el soporte espacial que nos sustenta), y 4.° sentirse
tocado por detrás, creyéndose estar solo. Por el contrario, los antecedentes adquiridos
son incontables.
Es plausible sostener que los antecedentes pueden diferir entre culturas. Puede en­
upone, en realidad, ha-
tenderse que ciertos antecedentes reflejan los acontecimientos más significativos para
isten antecedentes uni-
nuestros antepasados en ausencia de cultura, y que las respuestas emocionales han idó
íistieran, como podría-
surgiendo con la evolución, iniciándose para movilizarlos adaptativameníe en respuesta
a diversos sucesos significativos, teniendo en cuenta qué no son sistemas fijos, sino pro­
m medida del nivel de
ducto de la filogenia.
itecedentes específicos
Fin el ámbito de la investigación Klaus Scherer y sus colaboradores han realizado
ferentes elieitadores en
numerosos estudios sobre los factores universales, psicobiológicos, culturales, y socio-
140 Psicología de la motivación y la emoción
Técnicas y p

normativos que intervienen en la eliciíación y patrones de reacción ante diversas emo­


ciones. Veamos dos ejemplos que permiten esclarecer el objeto y método de estos es­
tudios.
En un estudio, Scherer, Wallbott, y Summerfield (1986) compararon estudiantes de
ocho países europeos (incluido Israel) respecto a las experiencias emocionales de ira,
miedo, alegría y tristeza. Los sujetos respondieron sobre las situaciones que ellos creían
capaces de producir estas emociones, así como los detalles de las correspondientes reac­
ciones (subjetivas, fisiológicas, expresiones verbales y no verbales, así como sus esfuer­
zos por controlar la situación), mediante eJ empleo de un cuestionario estructurado que
permitía también emitir respuestas abiertas. Los resultados mostraron muy pocas dife­
rencias en las respuestas de los sujetos de los diversos países.

4.3. La Investigación de los tópicos de la tradición fisiológica

4.3.1. La investigación de la especificidad fisiológica de las emociones


¿Posee cada emoción un soporte discreto que implica un determinado patrón de cambios
fisiológicos que se encarga de ejecutarla? Si pensamos que una persona puede llorar
(una respuesta mediada principalmente por la rama parasimpática del SNA) como con­ Place efetjiotfají
secuencia de estar triste, pero también es posible que llore de felicidad, y, sin embargo, Wat» velero fir^

casi nunca cuando siente ira, podemos vislumbrar la complejidad de esta pregunta, ya
que sería preciso atender no sólo a los marcadores fisiológicos relativamente fáciles de
evaluar, sino que habrían de estar soportados inicialmente por la existencia de patrones
centrales específicos de cada emoción a nivel neurobiológico. produce mayor condiif
En la mayoría de las ocasiones, los científicos han identificado un único índice bio­ que la felicidad (Levf
lógico que refleja la valencia y la dimensión de activación de la emoción. Sin embargo, sen, 1990). j
el hecho de que no se hayan identificado patrones de activación específicos para cada A pesar de los da|
emoción no quiere deciT que éstos no existan en realidad, ya que tradicionalmente se ha tras revisar numerosaf
evaluado un restringido número de marcadores autonómicos, y casi siempre en el con­ evidencia experiment|
texto artificial del laboratorio. nómica en las em oci|
Para verificar la hipótesis de la especificidad fisiológica de las emociones, es decir, (1994), quien afirma |
si las distintas emociones están asociadas con diferentes patrones de activación, se han perfilado cierta espec|
realizado numerosas investigaciones en las cuales las emociones básicas (ira, asco, mie­ a las diferentes ernocf
do, sorpresa, alegría y tristeza) han sido educidas experimentalmente, principalmente |
mediante el empleo de dos procedimientos: 1) tareas de acción facial dirigida, en la que 4.3.2. Intensidad a|
se instruye a los sujetos para que contraigan voluntariamente ciertos músculos faciales .0
produciendo configuraciones faciales propias de cada emoción, y 2) mediante la evoca­ El estudio sobre la ini
ción de emociones revividas, pidiéndole al sujeto que recuerde una situación emocional es una cuestión fund|¡
intensa y trate de revivirla bajo condiciones controladas de laboratorio. En ambos proce­ resuelta satisfactoria|
dimientos, se evalúan diferentes parámetros fisiológicos (frecuencia cardiaca, presión Desde los estudic|
sanguínea, temperatura periférica, respuesta electrodérmica y actividad electromxográfica). más recientes sobre |j
Levenson ha estudiado en numerosas ocasiones los patrones autonómicos de emo­ cen las relaciones erjj
ciones negativas (ira, aseo, miedo y tristeza), una positiva (felicidad) y una neutra (la estímulos empleando |
sorpresa), encontrando diversas regularidades en ios resultados de los patrones fisiológi­ en las tareas de disen
cos: 1.a la ira produce mayores incrementos en la tasa cardiaca que la felicidad; 2.° el que reproduzcan el: rf
miedo produce mayores incrementos en la tasa cardiaca que la felicidad; 3." el miedo cuando crean percibfj
cardiaca consiste en $
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 141
:ión ante diversas emo-
>y método de estos es-

npararon estudiantes de
ias emocionales de ira,
aciones que ellos creían
\ correspondientes reac-
ss, así como sus esfuer-
onario estructurado que
traron muy pocas dife-

siológica

emociones

íado patrón de cambios


a persona puede llorar
:a del SNA) como con­
icidad, y, sin embargo,
id de esta pregunta, ya
Figura 6,4. Registro de !a respuesta electrodérmica.
dativamente fáciles de
existencia de patrones
produce mayor conductancia que la felicidad, y 4.° el asco produce mayor conductancia
lo un único índice bio- que la felicidad (Levenson, Ekman y Friesen, 1990; Levenson, Ekman, Heider y Frie­
smoción. Sin embargo, sen, 1990).
i específicos para cada A pesar de los datos positivos aportados por el grupo de Levenson, Alcaraz (1993),
tradicionalmente se ha tras revisar numerosas investigaciones sobre esta línea de investigación, concluye que la
asi siempre en el con- evidencia experimental no apoya con claridad el planteamiento de la especificidad auto­
nómica en las emociones. Sin embargo, nosotros suscribimos las palabras de Panksepp
is emociones, es decir, (1994), quien afirma que cuesta trabajo pensar que a lo largo de la evolución no se ha
s de activación, se han perfilado cierta especificidad cerebral y somato-visceral en el procesamiento y respuesta
básicas (ira, asco, míe- a las diferentes emociones.
mente, principalmente
cial dirigida, en la que
4.3.2. Intensidad afectiva y activación fisiológica
rtos músculos faciales
2) mediante la evóca­ El estudio sobre la intensidad de la experiencia emocional percibida y sus determinantes
la situación emocional es una cuestión fundamental de investigación para la psicología de la emoción, aún no
:orio. En ambos proce- resuelta satisfactoriamente.
ncia cardiaca, presión Desde los estudios iniciales sobre intensidad estimular (McDougall, 1928), hasta los
iad electromiográfica). más recientes sobre el «feedback» autonóm ico y visceral , todos ellos tratan de esclare­
autonómicos de emo- cen las relaciones entre la propiocepción de la activación y las características de los
idad) y una neutra (la estímulos empleando procedimientos de percepción y discriminación visceral. Por ejemplo,
los patrones fisiológi- en las tarcas de discriminación, el procedimiento habitual consiste en pedir a los sujetos
jue la felicidad; 2.° el que reproduzcan el ritmo de sus latidos golpeando con sus dedos o medíante un botón,
'elicidad; 3.° el miedo cuando crean percibir un latido. Una alternativa en la discriminación de ia frecuencia
cardiaca consiste en preguntar a los sujetos su frecuencia, para compararla con la regis-
Técnicas y ]
142 Psicología de la motivación y la emoción
I
Los procedim ienf
irada durante períodos de tiempo separados (Ross, 1982); en otros estudios se pide a los
de m anipulaciones ef
sujetos que indiquen durante cuál de dos períodos de tiempo definidos la frecuencia del
consisten b á sicam en |
corazón alcanzó un «pico».
bítualm eiite la prese!
Estos estudios han obtenido resultados inconsistentes; algunos autores sostienen que
versas categorías, m
el feedback (la percepción subjetiva de activación) difuso e inespecífico para cada tipo
atencionales, etc., e i
de emoción y que ayuda sólo de forma parcial a determinar la intensidad de las emocio­
Estas in v estig aci
nes, y otros como Shields (1984) quienes mantienen la existencia de patrones caracterís­
ción, la atención y Ia|
ticos de percepción autonómica para cada emoción, que contribuirían en la determina­
B ow er (véase Boweíj
ción no sólo de la intensidad emocional, sino también de su tipo y cualidad.
sesgo en el recuerdo^]
Se ha considerado el feedback (propiocepción) de la activación como un componen­
sar treinta y nueve e§
te imprescindible para que se produzca la experiencia emocional. Sin embargo, Chwa-
ria afirm a ía p rim a c |
lisz, Diener y Galiagher (1988) muestran que el feedback somático del nivel de activa­
Otro de ios pro<f
ción no es imprescindible para que la experiencia emocional se produzca, así como que
stroop em ocional». |
el arousal autonómico no es el factor principal que influye en la intensidad emocional.
blecido por John Ric|
En apoyo a esta posición, estos autores no encuentran diferencias significativas en la
m ayor rapidez posibf
intensidad con que experimentan sus emociones un grupo de personas con lesiones me­
es la incongruencia |
dulares, (y que reciben, por tanto, menor fecdback sobre su nivel de arousal somático) y
que describe; p o r e já
las personas sin lesión medular.
que los sujetos ta rd l
Finalmente, los estudios sobre la especificidad emocional tienen el objetivo princi­
tím ulos que p re se n t|
pal de estudiar el perfil de la activación psícofisíológica asociada con un estado emocio­
«verde» escrito en c |
nal concreto. El procedimiento seguido en este tipo de trabajos consiste en comparar dos
cia (por ejem plo, « \|
o más emociones, y estudiar la especificidad de la activación fisiológica asociada a cada
La m o d ific a d o r!
una de ellas, incluyendo la intensidad emocional como variable dependiente de las ma­
en psicología de la |
nipulaciones experimentales.
estím ulos de diversa |
Las manipulaciones empleadas para producir emociones han sido de diversos tipos;
cáncer) y neutros (p |
creación de una situación problema simulada, proyección de una escena emocional;, etc.
m ediante el empleo§
La finalidad del empleo de la intensidad emocional en estos trabajos es la de saber, en el
tiem po de m anera n |
caso de que se produzcan simultáneamente dos o más emopiones, cuál de ellas es la que
Sánchez y Marín, i l
se manifiesta con mayor intensidad.
puesta cuando la p |
La conclusión extraída de este tipo de estudios es que en presencia de un nivel de
bras neutras. Dicho §
intensidad emocional suficiente se produce un patrón de activación inespecífica que no
estím ulos emocional
permite diferenciar las diversas emociones (Cacioppo, Klein, Berntson y Hatfield, 1993 ).
color. I
R eiteradam ente!
un retraso en la re s|j
4.4. L ñ iiw estigadósi de los tópicos de la tradición cognitiva afectiva (M cKennaJj
por ansiedad general
Tras el predominio de las teorías basadas en la evaluación irrumpieron las denominadas Sharrock y T rezise||
teorías del procesamiento de la información, que utilizan como mecanismo explicativo ■■■‘■i .'I
la conjunción entre el procesamiento de la información y los propios pensamientos o I
reacción subjetiva que suscita la emoción. 4.4.2. Procesamil
Se sabe que los estai
4.4.L Investigación de las relaciosics entre emoción dos con patrones es
y otros procesos psicológicos relevante (Mathews
mación amenazante
Desde la década de los ochenta del siglo: pasado se ha investigado las relaciones entre incapacidad para el
los procesos emocionales y el resto de procesos psicológicos básicos: memoria, aten­ m
generar tristeza.
ción, pensamiento, percepción, etc. 9
m
Mi

i
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción i43

os estudios se pide a los j Los procedimientos de investigación se han centrado preferentemente en el empleo
finidos la frecuencia del ! de manipulaciones experimentales en el contexto del laboratorio. Estos procedimientos
í consisten básicamente en 1a manipulación experimental de la variable independiente (ha-
3S autores sostienen que | bitualmente la presentación de estímulos visuales o auditivos afectivos) afectivos de di-
specífico para cada tipo 1 versas categorías, mientras que el experimentador registra las respuestas perceptivas,
¡tensidad de las emocio- i atencionales, etc., e incluso los correlatos fisiológicos del sujeto.
a de patrones caracterís- 1 Estas investigaciones muestran estrechas influencias entre 1a memoria, la pereep-
)uirían en la determina- | ción, la atención y la emoción. Buena muestra de estos trabajos es la obra de Gordon H.
) y cualidad, ! Bower (véase Bower, 1981) quien ha demostrado que el estado de ánimo produce un
ón como un componen- í sesgo en el recuerdo hacia los elementos congruentes con éste. Bíaney (1986) tras revi-
il. Sin embargo, Chwa- l sar treinta y nueve estudios sobre inducción experimental del estado de ánimo y memo-
tico del nivel de activa- ¡ ria afirma la primacía de los estudios que han observado este efecto,
produzca, asi como que j Otro de los procedimientos experimentales más empleados es denominado «efecto
a intensidad emocional, I stroop emocional». Este efecto, es una versión modificada del paradigma clásico esta-
■ias significativas en la ! blecido por John Ridley Stroop (1935), consistente en pedir aí sujeto que nombre, con la
;sonas con lesiones me- j mayor rapidez posible, el color de una palabra que le es presentada y cuya característica
de arousal somático) y j es la incongruencia entre el color de la tinta en que está escrita y ei significado del color
j que describe; por ejemplo, la palabra «rojo» escrita en color azul. Stroop (1935) informó
2nen ei objetivo princi- | que los sujetos tardaron por término medio 47 segundos más en nombrar todos los es-
con un estado emocio- i tímulos que presentaban la condición de incongruencia color-significado (por ejemplo,
insiste en comparar dos | «verde» escrito en caracteres ro jo s), que en el caso de que no existiera esa .incongruen-
alógica asociada a cada i cia (por ejemplo, «verde» escrito en caracteres verdes).
dependiente de las ma- | La modificación de este procedimiento, aplicada frecuentemente a la investigación
í en psicología de la emoción (MacLeod, 1991), comprende la presentación al sujeto de
sido de diversos tipos: i estímulos de diversa valencia hedónica: positiva (por ejemplo, beso), negativa (por ejemplo,
| cáncer) y neutros (por ejemplo, olivo), a la vez que se registran sus tiempos de reacción
escena emocional, etc.
jos es la de saber, en el I mediante el empleo de tareas computerizadas capaces de registrar cortos intervalos de
, cuál de ellas es ia que tiempo de manera muy precisa (para una descripción del procedimiento véase Martínez-
[ Sánchez y Marín, 1997). El sesgo atencionai se mide por el enlentecímíento en la res-
esencia de un nivel de | puesta cuando la palabra representa estímulos afectivos, en comparación con las pala-
ón inespecifica que no | bras neutras. Dicho enlentecímiento es el indicador del grado en que el contenido de los
itson y Hatñeld, 1993), j estímulos emocionales es procesado y causa interferencia sobre el procesamiento del
| color.
I Reiteradamente se ha comprobado que las palabras con carácter emocional provocan
tgjiitiya I un retraso en la respuesta de los sujetos, en relación a otras palabras carentes de cualidad
| afectiva (McKenna, y Sharma, 1995), especialmente en sujetos con diversos trastornos:
i por ansiedad generalizada (Mogg, Mathews y Weinman, 1989), fóbicos (Watts, McKenna,
iieron las denominadas
Sharrock y Trezise, 1986), estrés postraumático (McNaíly, English y Lipke, 1993), etc.
mecanismo explicativo
ropios pensamientos o
4.4.2. Procesam iento de la información y emoción: el caso de la ansiedad
Se sabe que los estados emocionales (tanto normales corno patológicos) están relaciona­
dos con patrones característicos de procesamiento de la información emocionalmente
relevante (Mathews y MacLeod, 1994). Así, por ejemplo, la excesiva atención a 1a infor­
mación amenazante puede generar reacciones de ansiedad, de 1a misma forma que la
io las relaciones entre
incapacidad para eliminar los pensamientos intrusivos negativos autorreferentes puede
isicos: memoria, aten-
generar tristeza.
144 Psicología de la motivación y la emoción Técnicas

La investigación de las diferencias individuales en el procesamiento de información mientras que tardai


emocional es de sumo interés para comprender la vulnerabilidad diferencial para el pa­ amenaza, en comp
decimiento de trastornos emocionales, además, su esclarecimiento conlleva numerosas go de ansiedad.
implicaciones para los clínicos.
En la década de los setenta del siglo pasado se estudiaron diversos sesgos cognitivos ■«i
en los trastornos de ansiedad y depresivos. Fruto de estos estudios es la obra de Beck S i 4,5. Investigó
:'^;y I
(1991) quien sostiene la existencia de esquemas o representaciones de memoria que ejercen i*
un papel de filtro en la entrada de la información, y a su vez producen sesgos de atención Mientras que una|l
y selección de esa información, con el objeto de hacerla congruente con las representa­ de salud puede a|j
ciones de memoria existentes en el individuo. Será en las situaciones ambiguas en las nes orgánicas, no !
que estos sesgos más probablemente ejerzan su influencia. decisivo papel en I
Numerosos estudios demuestran que la ansiedad condiciona la cantidad de informa­ dos afectivos y e li
ción del entorno que puede procesarse, asi como en qué sentido es interpretada cuando Tradición almei
tiene un carácter ambiguo, influyendo significativamente en dos aspectos del funciona­ la hiperreactividaf
miento cognitivo: 1) en la cantidad de información que el sistema puede procesar y el mecanismo explica
nivel de recursos cognitivos que emplea el sistema (Eysenck y Gutiérrez Calvo, 1992; investigaciones há¡
Gutiérrez Calvo y Carreiras, 1993), y 2) en el tipo de estimulación del ambiente que es poco han aportadas
selectivamente atendida, y con qué significado es interpretada cuando tiene un carácter extrañar que Ang<|
ambiguo (Gutiérrez Calvo, Eysenck y Estévez, 1994)4. medad es un refíe|
Así, por ejemplo, en la investigación del sesgo inferencial en función del grado de 1985), La proiiferl
ansiedad del sujeto, los materiales habitualmente empleados por los investigadores des­ sal entre el estrés |
criben eventos de los cuales se pueden derivar consecuencias peligrosas. Por ejemplo, chas de estas invel
«Ana estaba afilando el gran cuchillo de cocina cuando se le resbaló y dio directamente de los casos, seanj
contra su mano». Los sujetos leen este tipo de frases en la pantalla de un ordenador, exclusión y la atrf
además de otras sobre situaciones neutras que no implican peligro. A continuación de la tro, 1994). }
lectura de cada frase ambigua se presenta una frase resolutoria, en la cual se desvelan las Una alternativ|
consecuencias derivadas de la anterior situación descrita. Estas consecuencias pueden han permitido valí
ser confirmatorias de la amenaza (o no amenaza) implícita (por ejemplo, «Ana se cortó de respuesta ai es¡
con el instrumento sucio») o desconfirmatorias (por ejemplo, «Ana $e manchó con el mediación del sis|
instrumento sucio») (Gutiérrez Calvo, Eysenck y Castillo, 1997). La inferencia que el de investigación r |
sujeto hace para interpretar la frase ambigua se mide cuando el sujeto procesa la frase jado decisivos h a |
resolutoria. Así, en general, se asume que la ocurrencia de la interpretación amenazante Por otra parte|
al leer la frase ambigua facilitará el procesamiento de la información en la frase resolu­ gación del efecto |
toria que confirma la amenaza, mientras que dificultará el procesamiento de la que des- asi como de los ef|
confirma dicha amenaza (Calvo, Eysenck y Es té vez, 1994; Hirsch y Mathews, 1997). emociones y su e¡
Se han utilizado tres tipos de medidas de procesamiento en la frase resolutoria: tiem­ baker y Rimé, 2 0 |
po de lectura (el tiempo que el sujeto tarda en leer la frase), decisión léxica (el sujeto ha bición de la expr|
de decidir si la palabra crítica, o una serie de letras sin sentido que aparecen en ocasio­ son muy variado||
nes, son palabras con significado o no) y nombrado (el sujeto ha de pronunciar en voz como es el caso djf
audible la palabra crítica, registrándose el tiempo de reacción). En general, en estos es­ realizado bajo coif
tudios se ha encontrado que las personas con elevado rasgo de ansiedad tardan menos Pennebaker y B e|
tiempo en leer la frase confirmatoria de la amenaza (Gutiérrez Calvo et al., 1997), en sujetos participan!
decidir sobre el significado de la palabra crítica confirmatoria de amenaza (Gutiérrez escriba diariameri
Calvo, Eysenck, y Estévez, 1994) y en nombrarla (Gutiérrez Calvo y Castillo, 1997), (generalmente ent
control escribe sc|
zadas ese mismo i
4 Para una revisión de los procedimientos y métodos de investigación véase Gutiérrez Caivo y García
(2001). traumático más ira
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 145

¡amiento de información mientras que tardan más en hacer lo mismo con 1a frase/palabra desconfirmatoria de la
d diferencial para el pa- amenaza, en comparación con frases ambiguas neutras, y con las personas con bajo ras­
:nto conlleva numerosas go de ansiedad.

versos sesgos cognitivos


dios es la obra de Beck 4.5. Investigación de las relaciones entre emoción y salud
5 de memoria que ejercen
lucen sesgos de atención Mientras que una considerable porción de la varianza capaz de explicar nuestro estado
tente con las representa- de salud puede atribuirse a alteraciones fisiopatológicas concretas ligadas a disfuncio­
tciones ambiguas en las nes orgánicas, no es menos cierto que los numerosos factores psicológicos ejercen un
decisivo papel en la forma en que el organismo reacciona y se ve afectado por los esta­
la cantidad de informa- dos afectivos y el estrés.
) es interpretada cuando Tradicionalmente, las investigaciones en este área se han centreado en los efectos de
s aspectos del funciona- la hiperreactividad fisiológica, causada por el estrés o las emociones, como principal
ma puede procesar y el mecanismo explicativo de los efectos de las emociones y el estrés sobre la salud. Estas
Gutiérrez Calvo, 1992; investigaciones han empleado recurrentemente diseños correlaciónales que, en general,
ión del ambiente que es poco han aportado al conocimiento por lo que han sido fuertemente criticados. No es de
;uando tiene un carácter extrañar que Angelí afirmara: «hay que reconocer que nuestra creencia de que la enfer­
medad es un reflejo directo del estado mental es, en su mayor parte, folklore» (Angelí,
m ñmción del grado de 19B5). La proliferación de investigaciones en torno a la delimitación de la relación cau­
* los investigadores des- sal entre el estrés y la etiopatogenia de diversas enfermedades, ha dado lugar a que mu­
jeligrosas. Por ejemplo, chas de estas investigaciones adolezcan de serios problemas metodológicos y, en el peor
baló y dio directamente de los casos, sean el fruto dé dos frecuentes prácticas viciadas: la sobreexplicación por
ntalla de un ordenador, exclusión y la atribución causal excluyente (véase Martínez-Sánchez y Fernández Cas­
ro. A continuación de la tro, 1994).
n la cual se desvelan las Una alternativa de investigación la constituyen los estudios de experimentación que
s consecuencias pueden han permitido valorar los efectos de las condiciones altamente estresantes sobre los ejes
ejemplo, «Ana se cortó de respuesta al estrés y el sistema inmune (McEwen, 1998). La investigación sobre la
:Ana se manchó con el mediación del sistema inmune en las respuestas adaptativas ha sido uno de los tópicos
1). La inferencia que el de investigación más investigados en las últimas décadas, investigaciones que han arro­
sujeto procesa la frase jado decisivos hallazgos (Ader, Felten y Cohén, 1991).
erpretación amenazante Por otra parte, se han abierto nuevas líneas de investigación centradas en la investi­
ición en la frase resolu- gación del efecto del compartimiento social de las emociones y su efectos sobre la salud,
samiento de la que des- así como de los efectos de las alteraciones en la capacidad para identificar y expresar las
ch y Mathews, 1997). emociones y su efecto sobre la salud (Taylor, 2000; Martínez-Sánchez, Páez, Penne-
. frase resolutoria: tíem- baker y Rimé, 2001). En estos estudios se investiga, por ejemplo, los efectos de la inhi­
sión léxica (el sujeto ha bición de la expresión emocional sobre la salud. Los procedimientos de investigación
jue aparecen en ocasio- son muy variados, constituyéndose algunos de ellos en paradigmas de investigación,
a de pronunciar en voz como es el caso de la revelación emocional. El procedimiento de investigación estándar,
En general, en estos es- realizado bajo condiciones experimentales controladas, fue desarrollado inicialmente por
ansiedad tardan menos Pennebaker y Beaíi (1986); éste consiste básicamente en asignar aleatoriamente a los
Calvo et a l. , 1997), en sujetos participantes en estos estudios a dos grupos, a cada uno de ellos se le pide que
de amenaza (Gutiérrez escriba diariamente en e i laboratorio entre 15 y 30 minutos a lo largo de varios días
alvo y Castillo, 1997), (generalmente entre tresí y cinco) sobre un tema específico. Mientras que el grupo de
control escribe sobre un tema intranscendente, por ejemplo, sobre las actividades reali­
¡se Gutiérrez Calvo v García zadas ese mismo día, al grupo experimental se les pide que describan el acontecimiento
traumático más importante que han vivido a lo largo de su vida, enfatizándoles que reía-
146 Psicología de la motivación y ¡ci emoción
Técnicas y
ten especialmente los sentimientos y emociones asociadas a este suceso; los sujetos pue­
den escribir todos los días sobre el mismo tema o cambiarlo en días sucesivos. Final­ para el dolor o maléj
mente, a la vez que se garantiza la confidencialidad de las narraciones elaboradas, se les los atributos interne^


pide que desatiendan la ortografía, la gramática o la estructura narrativa del relato. A raíz del influyj
Se han realizado más de veinte estudios experimentales controlados sobre el impacto bles dicotómieas qu|
de la expresión emocional oral o escrita en diversas poblaciones, cuyos resultados con­ pertenencia a. cultual
firman la existencia de una significativa relación entre la expresión emocional y diversos o baja distancia de J
índices de bienestar psicológico y somático (Pennebaker, 1995); un meta-análisis (Smyth. #11 dimensiones han sí<|
1998) confirma estos resultados. ejemplo, las cultura|
enfatizan y valoran j
menian la mtrospeqc
4.6. Investigación de la óptica socialconstractivista han desarrollado leí
ción a ias culturas e<
El interés de estas investigaciones estriba en establecer el papel de los factores sociales clives a identificar |
y culturales en la construcción, manifestación y expresión emocional. La delimitación experiencia emociofe
de la existencia de variables relacionadas con la cultura, el clima, los valores culturales dualistas que en las¡
y socioeconómicos en los patrones de valoración y respuesta emocional se ha investiga­
do de múltiples maneras. Los métodos de investigación comparten muchos de los em­
pleados típicamente por la antropología, sociología y especialmente la psicología social. 5. CONCLUS¡
Habitualmente se han comparado los patrones de expresión emocional entre diversas
culturas empleando frecuentemente autoinformes que comparan las especificidades y Esperamos que, de^
similitudes entre diversos grupos sociales y entidades nacionales, ya que se acepta que elecciones método!
los patrones de reacción emocional dependen de la evaluación subjetiva de aconteci­ los apasionantes ám
mientos significativos, así como que estos patrones están mediados decisivamente por que le sirva como
diferencias culturales, y especificidades ligadas a los descriptores lingüísticos de cada ajenas le pudieran
cultura, así, por ejemplo, Scherer, Matsumoto, Wallbott y Kudoh (1988, p. 28) afirman:
«los japoneses responden en sus informes con un menor número de indicadores somáti­
cos de alegría, menor tristeza causada por la pérdida tras muerte y menor miedo ante lo
extraño, sin embargo, muestran una mayor ira ante lo extraño, así como menores episo­
dios de ira ante lo injusto [...] las posibles causas de estas evidencias pueden atribuirse a 6. BÍBLIOGIf
sus valores culturales, normas, prácticas de interacción social, a factores demográficos y
socioeconómicos, así como a la frecuencia con que en esta cultura acaecen ciertos acon­ Ader, R., Felten, D. U
tecimientos». Alcaraz, M. (1993): |
La variable de género ha sido especialmente estudiada por esta orientación, mostrán­ nes. Psicothema,|
dose la existencia de diferencias estables en la manera en que se experimentan y expre­ Alonso, J., Monteroii
san las emociones. Así, las mujeres comunican o reveían más, expresan más sentimien­ tionario EMA-Ilfj
vención. Madrid!
tos y presentan un mayor soporte emocional, mientras que el hombre tiende a evitar
Angelí, M. (1985): í |
hablar sobre sí mismo. De hecho, en un meta-análisis realizado con 205 estudios, se
1570-1572. |
encontró una magnitud del efecto de r = 0.09, con una dimensión positiva y significativa Atkinson, J. W. y L t|
que demuestra que ias mujeres hablan o comunican más que los hombres (Dindia y Alien, to avoid failurc. *
1992). Los estudios meta-analíticos confirman que los hombres expresan más actitudes Averilí, J. A. (1980);
orientadas hacia la tarea (por ejemplo, ensayar o intentar resolver la tarea), mientras que Emotion, theory,
las mujeres presentan actitudes más emocionales (por ejemplo, ofrecer soporte social). York: Academia •.
Las vari aciones; culturales; -también; podrían afectar o; influir la forma en que se i den- Bandura, A. (1977)::
íiñcan y expresan ios afectos, y su patología, la alexitimia. Así, la diferenciación entre Beck, A. T. (199!): ¡
síntomas físicos y sentimientos no está presente en las culturas no occidentales. Por ejem­ 375. |
plo, las culturas; asiáticas enfatizan o subrayan la existencia de un lenguaje somático Blaney, P. H. (19861
Bower, G. H. (1981)
Técnicas y procedimientos de investigación en Motivación y Emoción 147
suceso; los sujetos pue-
i días sucesivos. Final- para el dolor o malestar emocional o se desarrollan cognitívamente de forma deficitaria
iones elaboradas, se Íes los atributos internos de la emoción (Kirmayer, 1997).
íarrativa del relato, A raíz del influyente trabajo de Hofstede (1991) se delimitaron tres grupos de varia­
olados sobre el impacto bles dicotómicas que influyen decisivamente en la expresión y vivencia emocional: 1) la
cuyos resultados con- pertenencia a culturas colectivistas o individualistas; 2) la pertenencia a culturas de alta
jn emocional y diversos o baja distancia de poder y, 3) la pertenencia a culturas masculinas o femeninas. Estas
n meta-análisis (Smyth, dimensiones han sido recurrentemente investigadas, poniéndose de manifiesto cómo, por
ejemplo, las culturas individualistas (Estados Unidos, Canadá, Australia y Reino Unido)
enfatizan y valoran positivamente los sentimientos internos, por ello, promueven y fo­
mentan la introspección y la atención sobre la experiencia emocional íntima, para lo que
han desarrollado lenguajes y descriptores emocionales muy sofisticados, en contraposi­
ción a las culturas colectivistas (América Latina, África y Asia), las cuales son más pro­
de los factores sociales clives a identificar y expresar el malestar emocional en términos somáticos. Por ello, la
cional. La delimitación experiencia emocional es percibida y expresada más intensamente en las culturas indivi­
i, los valores culturales dualistas que en las colectivistas (Markus y Kitayama, 1991).
ocional se ha investiga-
ten muchos de los em-
nte la psicología social, 5. CONCLUSIONES
¡nocional entre diversas
n las especificidades y Esperamos que, después de haber leído este capítulo, tenga criterios para hacer buenas
s, ya que se acepta que elecciones metodológicas en el caso en que llegue a convertirse en un investigador de
subjetiva de acontecí- ios apasionantes ámbitos de la Motivación y la Emoción. Si no llegara el caso, al menos
idos decisivamente por que le sirva como elementos de juicio critico del conocimiento que las investigaciones
es lingüísticos de cada ajenas le pudieran reportar a su actividad profesional.
t (1988, p. 28) afirman:
de indicadores somáti-
y menor miedo ante lo
>í como menores episo-
cias pueden atribuirse a 6. BIBLIOGRAFIA
'actores demográficos y
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MOTIVACIÓN
CAPÍTULO

Teorías motivacionales

Pedro M. Mateos

Las teorías representan intentos por relacionar o integrar un determinado conjunto de


hechos. Estos hechos en el caso de ía motivación tienen que ver con el vigor, la persis­
tencia y las preferencias conductuales. Como cualquier teoría, las teorías de la motiva­
ción tratan de explicar el mayor número de hechos con el menor número posible de
conceptos. De este modo, como iremos viendo, la mayoría de las teorías intentan organi­
zar ios hechos en torno a unos pocos constructos centrales. Por otro lado, dado que hay
diferentes aproximaciones al estudio de la motivación, ias teorías utilizan constructos, o
al menos términos, muy diferentes. Por eso, presentaremos las teorías agrupadas en dife­
rentes enfoques o perspectivas. Además, una teoría no es nunca una realidad cerrada y
fija sino abierta y cambiante. La investigación empírica está constantemente aportando
nuevos datos empíricos y las teorías que pierden su capacidad de explicar los datos dis­
ponibles han de ser modificadas o incluso abandonadas. En este sentido, en este capítulo
centraremos ía revisión en las principales teorías contemporáneas de la motivación. Es
decir, aquellas teorías que han dominado el campo de la motivación durante la segunda
mitad del siglo XX y en estos comienzos del siglo actual. No obstante, una teoría ya
abandonada puede haber dejado un importante legado de ideas. Por eso, antes de presen­
tar las teorías contemporáneas, consideraremos brevemente los antecedentes históricos
y las primeras teorías de la motivación. Una comprensión de estas teorías y antecedentes
será de gran ayuda para entender la forma que han adoptado las teorías actuales de la
motivación.

1. A N T E C E D E N T E S H IS T Ó R IC O S

Hay que señalar que la explicación motivacional de la conducta humana, hoy común­
mente ádmítída, es una concepción relativamente moderna. Los dos grandes pilares en
íos que se sustenta dicha explicación son el determinismo y el hedonismo. El determi-
nismo significa que la conducta humana está causada por acontecimientos externos o
internos que podemos conocer y utilizar para predecir la conducta. El hedonismo plan­
156 Psicología de la motivación y la emoción
2. TEORÍA
tea que la causa última de la conducta es la consecución del placer y la evitación dei fi
dolor. Pues bien, a lo largo de la historia, el pensamiento occidental se ha caracterizado 2.1. La teoij
por un análisis de la conducta muy diferente. Se consideraba que los seres humanos, al é
estar dotados de una razón, pueden elegir libremente. La razón dicta a la voluntad qué El psicólogo br|
debe hacer en cada caso, y de ahí la responsabilidad de la conducta humana. Sólo los fervientes defeil
animales estaban sujetos a la acción de los cambios ambientales e internos, que en el que mejor carao
caso del hombre eran superados por la razón y la voluntad. De este modo, se podia hacer va para el desái
un análisis determinista de la conducta animal pero no de la humana. Todo ello cerraba McDougall hizí
la posibilidad de un análisis empírico de la conducta. Esta forma de pensar, denominada Pero, desde el |
racionalism o (Bolles, 1975), está presente en los escritos de Platón y Aristóteles, y ha Dougall radica;
dominado el pensamiento occidental hasta mediados del siglo x íx . Bien es verdad que nales que actúa
hubo algunas voces discordantes frente al racionalismo imperante (por ejemplo, en la que a la postref
antigüedad el hedonismo de Epicuro o el atomismo de Demócrito), pero han jugado un Con antead
papel menor. hombre. Jam ei
Fueron necesarios dos hechos transcendentales (Korman, 1974) para que se produje­ de manera que;'
ra el paso de una concepción racionalista a otra motivacional. En primer lugar, fue nece­ cación anterioi|
sario que los filósofos asociacionistas británicos establecieran, sobre una base filosófica tan clara, JamtS
sólida, la idea de que los contenidos de la mente se forman a partir de las experiencias lado, James co|
vividas por las personas. Por tanto, el antecedente de la voluntad de elección, el pensa­ mente oscurec|
miento, está determinado por los acontecimientos a los que hemos sido expuestos. Di­ tintiva habría |
cho de otro modo, el determinante último de la conducta, la voluntad, no era libre sino bloquear la ex |
más bien función de las experiencias personales, que podían ser conocidas y utilizadas el racionalism!
para predecir cambios de la voluntad. Por su part|
El segundo hecho transcendental fue de naturaleza científica más que filosófica. Nos comida, evitac¡
referimos a la teoría de la evolución de Charles Darwin. Desde el punto de vista de la incluye tres coa
psicología de la motivación, quizá las dos siguientes propuestas de Darwin sean las más implica una rei
importantes: 1) que animales y hombres representan especies progresivas dentro de un ca una disposif
mismo continuo biológico, más que especies aisladas; 2) que el comportamiento de to­ nente emociorf
das las especies tiene, o pudo tener, un valor funcional para la adaptación del organismo afectivo es n u |
a su medio y para la supervivencia en él. Todos los seres vivos disponen de tendencias tamente camb|
conductuales innatas que les llevan a responder a determinados estímulos como el ham­ La teoría |
bre, la sed o el dolor. La supervivencia del organismo depende de la eliminación de tales muy criticada.!
estímulos. Estas dos propuestas de Darwin tuvieron muchas repercusiones en el desarro­ tos pecaba del
llo inicial de una psicología de la motivación. Por un lado, rompieron con las distincio­ se deben a la f
nes mantenidas hasta entonces al explicar la conducta animal y la humana. Dada la con­ ese instinto api
tinuidad filogenética de las especies, la distinción entre instintos animales e inteligencia mero etiqueta!
humana carecía de sentido. Como consecuencia de ello, algunos psicólogos abordaron ofrecer una rij
la tarea de identificar las pautas instintivas básicas de los seres humanos, dando lugar a independiente!'!
ias denominadas teorías del instinto. Por otro lado, las ideas de Darwin apuntaban hacia teóricos del ii
dónde tenían que buscar los psicólogos de la motivación los antecedentes de la voluntad: 1811
limitaban a m |
hacia las condiciones ambientales externas e internas a las que el organismo (animal o 111 opinión de c a |
humano) ha de responder para sobrevivir o al menos adaptarse al medio en el que vive. por cientos k
Naturalmente, el siguiente paso era prescindir por completo del concepto mismo de vo­ el enfoque coi
luntad. Y eso es lo que ocurrió. Este nuevo marco de referencia sería el adoptado por las II#! nativa, los p s|
teorías del impulso. En dichas teorías la conducta motivada está al servicio de necesida­ antecedente rt
des biológicas innatas que deben ser satisfechas. Analizaremos en primer lugar estas dos ill reemplazado j
teorías primitivas: la teoría del instintó y la teoría del impulso.
Teorías motivacionales 157

2. TEORIAS PRIMITIVAS
placer y la evitación del
sntal se ha caracterizado 2,1. La teoría del instinto
ue los seres humanos, al
i dicta a la voluntad qué El psicólogo británico William McDougall (1871-1938) fue uno de los primeros y más
iducta humana. Sólo los fervientes defensores de la idea de que la propositividad y la búsqueda de metas era lo
es e internos, que en el que mejor caracterizaba a la conducta humana. En este sentido, su aportación fue decisi­
ste modo, se podía hacer va para el desarrollo inicial de las ideas motivacionales. Bajo la influencia darviniana,
mana. Todo ello cerraba McDougall hizo depender esa propositividad y búsqueda de metas de instintos innatos.
a de pensar, denominada Pero, desde el punto de vista de la psicología de la motivación, la significación de Mc­
latón y Aristóteles, y ha Dougall radica más en su denodada defensa de la importancia de las fuerzas motivacio­
xix. Bien es verdad que nales que actúan sobre la conducta humana que en su teoría específica de los instintos,
inte (por ejemplo, en la que a la postre fue desacreditada y abandonada.
ito), pero han jugado un Con anterioridad a McDougall, James había sugerido la existencia de instintos en el
hombre. James nos ofreció además una definición de instinto: «la facultad de actuar
74) para que se produje-, de manera que se produzcan determinados fines sin preverlos y sin que haya una edu­
ri primer lugar, fue nece- cación anterior acerca de su ejecución». Desgraciadamente, a pesar de esta definición
iobre una base filosófica tan clara, James no fue muy riguroso a la hora de identificar pautas instintivas. Por otro
>artir de las experiencias lado, James consideró que las tendencias o impulsos innatos del ser humano eran rápida­
id de elección, el pensa­ mente oscurecidos por el aprendizaje. Según él, una vez que ocurría una actividad ins­
mos sido expuestos. Di- tintiva habría previsión de su fin en futuras ocasiones. Esta previsión podía facilitar o
luntad, no era libre sino bloquear la expresión del instinto. De este modo, James constituye una transición entre
:r conocidas y utilizadas el racionalismo y las teorías motivacionales.
Por su parte, McDougall propuso varias listas de instintos (por ejemplo, búsqueda de
más que filosófica. Nos comida, evitación de estímulos nocivos, sexo, miedo, curiosidad, etc.). Cada instinto
i el punto de vista de la incluye tres componentes: cognítivo, conativo y afectivo. En primer lugar, cada instinto
de Darwin sean las más implica una receptividad a determinados estímulos. En segundo lugar, un instinto impli­
>rogresivas dentro de un ca una disposición a comportarse de determinadas formas. Finalmente, tiene un compo­
1 comportamiento de to- nente emocional, un componente que constituye el núcleo del instinto. El componente
daptación del organismo afectivo es nuclear en la medida en que es inmutable* mientras que los otros dos supues­
disponen de tendencias tamente cambiaban con el aprendizaje.
estímulos como el ham- La teoría de McDougall fue muy importante en su momento, pero terminó siendo
e la eliminación de tales muy criticada. La principal crítica es que la explicación de la conducta a partir de instin­
írcusiones en el desarro- tos pecaba de circularidad. Decir, por ejemplo, que las conductas agresivas del hombre
pieron con las distincio- se deben a la existencia de un instinto de agresividad y luego justificar la existencia de
la humana. Dada la con- ese instinto apelando a las conductas agresivas es una tautología, que no va más allá del
>animales e inteligencia mero etiquetado de la conducía en cuestión. Para explicar una conducta, es necesario
ds psicólogos abordaron ofrecer una medición del constructo explicativo y/o manipulación del mismo que sea
humanos, dando lugar a independiente de la conducta que se pretende explicar. Sin embargo, McDougall y otros
Darwin apuntaban hacia teóricos del instinto no respetaban semejantes requisitos metodológicos. Más bien se
medentes de la voluntad: limitaban a modificar una y otra vez sus listas de instintos sin más criterio que la propia
el organismo (animal o opinión de cada psicólogo. De este modo, a principios de la década de 1920 se contaban
al medio en el que vive, por cientos los instintos humanos considerados básicos. No es de extrañar, entonces, que
concepto mismo de vo- el enfoque como un todo cayera en el descrédito y se dejase de utilizar. Como una alter­
sería el adoptado por las nativa, los psicólogos comenzaron a prestar más afención al control experimental de los
al servicio de necesida- antecedente motivacionales de la conducta. Así fue como el concepto de instinto fue
.-■'-¿-■■■i
:n primer lugar estas dos ■ífíT' reemplazado por el concepto de impulso, que analizaremos en el próximo apartado.
158 Psicología de la motivación y la emoción
Ü
(ti!
A la caída del instinto contribuyeron, sin duda, otros muchos factores. Así, por ejem­
plo, los antropólogos culturales aportaban pruebas acerca de la variaciones culturales dad. Entre estf
del comportamiento. Es decir, muchas de las pautas de conducta tomadas como instinti­ mer lugar, la i
vas podían ser específicas de nuestra sociedad occidental, o al menos carecer de la uni­ supuesto en
versalidad que se les había supuesto. Otro factor importante es que las teorías del instin­ 8®ip estado de need
s il»
to no tenían apenas en cuenta los efectos del ambiente sobre la conducta, sólo las tes aun cuandfi
características del organismo. Esta era una grave limitación, ya que cualquier teoría am­ Por todo el
■III
plia de la motivación debe incluir tanto las variables internas del organismo como las lili® to. Vista con |
ambientales que actúan en un determinado momento sobre la conducta. aquellas situad
Sin embargo, el concepto de instinto está muy apegado a la forma de pensar occiden­ rata de labori
tal, por lo.que es difícil descartarlo del todo. Y así, la obra de los etólogos, especialmente reduzca su es|
■■•-I#:-' que podrían lf
después de la Segunda Guerra Mundial, presentando numerosos ejemplos de conducías
específicas de la especie, atrajo de nuevo la atención de los investigadores hacia el instinto. teoría del img
ban demandaf
teamientos de
2.2. La teoría del impulso sencillas de |
noción de imjt
Coincidiendo con la caída del concepto de instinto, algunos investigadores comenzaron rentes fuente!
a estudiar, en condiciones controladas de laboratorio, la influencia de impulsos biológi­ y no directivf
cos, como el hambre, la sed o el sexo, sobre el comportamiento animal. Los animales hambriento h¡
sometidos a una privación (digamos de comida o de agua) se volvían más activos en condiciones |
laberintos y en otros aparatos de laboratorio. Es decir, parecía constatarse una relación nuevo en la r|
empírica entre los niveles de impulso y la conducta. o de tensión |
La teoría más elaborada e influyente del impulso fue la propuesta por Hull (1943). exposición al
Éste planteó que los impulsos biológicos proporcionaban la motivación para llevar a combinado ^
cabo la conducta aprendida en una situación dada. En el sistema de Hull, la conducta es agresión inte|
función de la motivación (definida como impulso) y del aprendizaje (definido como há­
bito o fuerza asociativa entre un estímulo y una respuesta), Hull definió operacional-
mente la fuerza asociativa del hábito en función del número de ensayos de aprendizaje 2.3. La t|
previos, y el nivel de impulso en función del número de horas de privación o de la inten­
sidad de un estímulo nocivo. Los impulsos tenían como función aportar vigor o intensi­ Apoyada en§
dad a la conducta, mientras que los hábitos tenían una función directiva. Darwin, la i|
Además, Hull consideró que ambos determinantes de la conducta se relacionaban pios del xx ¡
multiplicativamente. Esto significa que, para que la conducta se lleve a cabo, es necesa­ nitivos (senü
rio que tanto el hábito como el impulso tengan un valor mayor que cero, ya que un una gran pri
número por cero es igual a cero. Significa además que, a medida que el nivel de impul­ ellas, espee|
so aumenta, las diferencias entre respuestas correspondientes a hábitos diferentes tam­ te introspeef
bién aumentan. Es decir, en tareas sencillas, en las que sóio hay una respuesta dominan­ o una maní!
te, a mayor nivel de impulso mejor ejecución. Sin embargo, en tareas difíciles, en las trario, concl
que hay más de una respuesta dominante, el aumento del nivel de impulso perjudica a la estudios e n |
ejecución de la respuesta. Una última característica importante de la teoría de Hull es su pos de reaqjj
noción de reducción de impulso como la base del refuerzo. Cualquier cosa que reduzca reacción en
el nivel de impulso del animal (digamos, comida para una rata hambrienta) refuerza la vos, como
Entre
respuesta instrumental que precedió a su obtención (digamos presionar una palanca en
una Caja de Skinner). propia Nar.
Pese a sus aportaciones, las dificultades de los investigadores por encontrar empíri­ (revisión en
camente algunos de los postulados de Hull acabaron cuestionando la teoría en su totali­ cía determl
nuestros p
Teorías motivacionales 159
factores. Así, por ejem-
i variaciones culturales dad. Entre estas dificultades hay que señalar las tres siguientes (Boíles, 1975). En pri­
tomadas como instinti- mer lugar, la relación entre impulso y actividad resultó más compleja de lo que se había
íenos carecer de la uni- supuesto en un principio. En segundo lugar, podía darse motivación en ausencia de un
.ie las teorías del instin- estado de necesidad. En tercer lugar, algunos acontecimientos podían resultar reforzan­
í la conducta, sólo las tes aun cuando no reducían el nivel de impulso del animal.
lie cualquier teoría am- Por todo ello, la teoría de Hull carece hoy de la importancia que tuvo en su momen­
el organismo como las to. Vista con la perspectiva que nos da el tiempo, quizá la teoría sólo era válida para
nducta. aquellas situaciones para las que fue creada. Es decir, para explicar la conducta de una
irnia de pensar occiden- rata de laboratorio que tiene que dar una respuesta instrumental para obtener algo que
stólogos, especialmente reduzca su estado de privación. En este sentido, quizá más que las críticas empíricas,
ejemplos de conductas que podrían haber dado lugar a revisiones de la teoría, lo que contribuyó a la caída de la
;adores hacia el instinto. teoría del impulso fue el hecho de que los usuarios de una teoría de la motivación esta­
ban demandando una teoría de la conducta humana. Curiosamente, algunos de los plan­
teamientos de Hull acerca de la conducta animal funcionaron mejor como explicaciones
sencillas de algunas conductas humanas. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, con su
noción de impulso irrelevante. Hull hizo la propuesta, un tanto insólita, de que las dife­
stigadores comenzaron rentes fuentes de motivación (hambre, sed, dolor, etc.) tenían idéntico efecto energético
ia de impulsos biológi- y no directivo sobre la conducta. Es decir, si en una determinada situación un animal
> animal. Los animales hambriento ha aprendido a dar una determinada respuesta para obtener comida, ahora en
/olvían más activos en condiciones de sed, pero saciado de alimento, hará esa misma conducta si se le coloca de
onstatarse una relación nuevo en la misma situación. Pues bien, la idea de que las diferentes fuentes de impulso
o de tensión interna (digamos, sensación de peligro físico y estimulación erótica, o bien
>uesta por Hull (1943). exposición a una temperatura ambiente elevada y provocación) pueden tener un efecto
otivación para llevar a combinado sobre la conducta humana (digamos, sobre la atracción sexual, o sobre la
de Hull, la conducta es agresión interpersonal) ha sido una idea recurrente en psicología social.
aje (definido como íui-
11 definió operacional-
jnsayos de aprendizaje 2.3. La teoría de la voluntad
privación, o de la inten-
iportar vigor o intensi- Apoyada en una fuerte tradición filosófica, y relativamente inmune a la influencia de
irectiva. Darwin, la incipiente psicología experimental alemana de finales del siglo xix y princi­
íducta se relacionaban pios del xx trató la voluntad como un fenómeno psíquico más, junto a los procesos cog-
leve a cabo, es necesa- nitivos (sensaciones, ideas, etc.) y afectivos (sentimientos). Durante ese período hubo
r que cero, ya que un una gran proliferación de teorías acerca de la voluntad (Scheerer, 1989). Algunas de
que el nivel de impul- ellas, especialmente las que se apoyaban en la especulación o en estudios exclusivamen­
íábitos diferentes tam- te introspectivos de los actos voluntarios, trataban la voluntad como un proceso derivado
na respuesta dominan- o una manifestación de sensaciones, imágenes o sentimientos. Otras teorías, por el con­
tareas difíciles, en las trario, concebían la voluntad como una entidad psíquica independiente. Se apoyaban en
impulso perjudica a la estudios empíricos en los que la introspección se complementaba con la medida de tiem­
la teoría de Hull es su pos de reacción. El procedimiento, iniciado por Donders, de fraccionar los tiempos de
liiier cosa que reduzca reacción en etapas permitía estudiar componentes tradicionalmente considerados voliti­
ambrienta) refuerza la vos, como la elección o la toma de decisiones.
jsionar una palanca en ,■■■ Entre los muchos investigadores de la voluntad de aquella época destacó con luz
propia Narziss Ach (1871-1946), un miembro de la denominada Escuela de Wurzburgo
por encontrar empíri- (revisión en Mateos, 1996b); El concepto clave de Ach era el de determinación o tenden­
y la teoría en sit totali­ cia determinante. Este concepto hacía referencia a la influencia que puede ejercer sobre
nuestros pensamientos y acciones la representación interna de una meta. Es decir, la
160 Psicología de la motivación y la emoción

determinación o intención de hacer algo, por debajo del nivel de consciencia pero de los organismo!
acuerdo con la representación de la meta, el curso de nuestra actividad mental, lo que un medio corj|
facilita la realización eficaz de la acción pretendida. Ach ideó un procedimiento ingenio­ mecanismos, |
so de medir la fuerza de la voluntad cuando se presentan obstáculos en la consecución de taurar el mecq¡
una meta. Éste consistía en crear, a través de instrucciones, la tendencia determinante de III dos temáticas-'?
dar una respuesta a un estímulo que era incompatible con otra respuesta previamente ¿gSiSí; considerar las|
asociada, a través de repeticiones, con ese mismo estímulo. El número de asociaciones ÜÜ %
previas necesarias para que la respuesta intentada superara en fuerza a la respuesta aso­
3.1,1. Mecai
ciada constituía una medida indirecta de la fuerza de la tendencia determinante.
Otros desarrollos interesantes de la psicología alemana de la voluntad fueron las A un nivel bif
aportaciones de Michotte y Prüm, sobre los procesos de elección o decisión, y los traba­ ineostasis. Bas
jos del grupo de Lewin, sobre la influencia que puede ejercer una intención aún no con­ mos de mame
cluida (es decir, una tarea inacabada) sobre los pensamientos y acciones relacionados ineostasis paria
con dicha intención. Todos estos desarrollos fueron importantes en ía medida en que en el cuerpo f
mostraban cómo se podía emplear el método científico en el estudio de la voluntad si centración de-
uno abandonaba las ideas de libertad e indeterminación de la filosofía clásica. Desgra­ ción en alguna
ciadamente, coincidiendo con el desplome de la psicología científica alemana al con- cha procesos |
cluir la Segunda Guerra Mundial, el concepto de voluntad prácticamente desapareció de '¡xfi-; parecen actual;
la investigación psicológica. detecta la dis^
luego pone e |
su actuación |
3. TEORIAS CONTEMPORANEAS Pese a.suf
en último tén¡
Como ya hemos indicado existen diferentes formas de abordar el estudio de la motiva­ interno. En tai
ción. En este apartado agruparemos las diferentes teorías contemporáneas de la moti­ por los desec|
vación en ios siguientes cuatro enfoques generales: (1) biológico); (2) comportamen- obtener el obj
tal o basado en el aprendizaje; (3) cognitivo-social y (4) basado en las diferencias gicos están a |
indivi-duales. conductas rel|
restaurar la h |
tores de las d¡
3.1. El enfoque biológico motivos b io li
canismos hof
Dentro del enfoque biológico, podemos identificar dos temas o cuestiones de índole ge- . central. |
neral que definen los intereses de dos tipos de profesionales (Mook, 1996). Por un lado, f|
tenemos la cuestión evolucionista. Es decir, en qué medida determinadas pautas de con­ 3.1.2. Basej
ducta son comunes en los seres humanos debido a que tuvieron alguna, utilidad en núes- ;
tra evolución y, así, aquéllos de nuestros antepasados que las poseyeran dejaron más Los estudiosl
descendencia que los que carecieron de ellas. Por otro lado, tenemos la cuestión fisioló­ tas de conduig
gica. Es decir, cuáles son las bases biológicas de la conducta motivada. : 'ó; sicos. El priix
La primera cuestión ha sido abordada por biólogos evolucionistas, etólogos y socio- con gemelos:
biólogos, entre otros. La idea principal que podemos extraer de este planteamiento es Los gemelos:
que algunas conductas motivadas podrían estar genéticamente determinadas. La segun­ son variable^
da cuestión ha sido abordada por especialistas en psicología fisiológica y psicobioiogía, similitud entj
entre otros. El interés principal de estos investigadores ha sido el de identificar las bases '%£■ ces se consicf
biológicas de la conducta. Por lo que respecta a la conducta motivada, hay que resaltar .W-; rio, cuando %
los estudios sobre las bases del refuerzo y sobre el concepto de activación. se consideran
Una idea nuclear del enfoque biológico en el estudio de la motivación es que conducta.
Teorías motivacionales 161

de consciencia pero de los organismos nacen con determinados mecanismos auto-reguladores que mantienen
ictividad mental, lo que un medio corporal interno estable. Cuando se produce una alteración en alguno de esos
i procedimiento ingenio- mecanismos, se origina un estado motivacional que lleva al individuo a actuar para res­
los en Ja consecución de. taurar el mecanismo auto-regulador alterado. Dado que esta idea es compatible con las
ndencia determinante de dos temáticas generales del enfoque biológico, la trataremos en primer lugar, antes de
i respuesta previam ente; considerar las bases genéticas y fisiológicas de la motivación.
número de asociaciones:)
lerza a la respuesta aso-
ia determinante, 3.1.1. Mecanismos auto-reguladores y motivación
la voluntad fueron las A un nivel biológico, el mecanismo motivacional más básico es el de mantener la ho-
i o decisión, y los traba- meostasis. Basándose en las ideas de Claude Bernard sobre la necesidad de los organis­
a intención aún no con- mos de mantener un medio interno constante, Walter Cannon empleó el término ho­
! acciones relacionados meostasis para describir diferentes condiciones internas que son mantenidas constantes
ís en la medida en que
en el cuerpo dentro de unos rangos limitados de tolerancia (temperatura corporal, con­
rtudio de la voluntad si centración de glucosa, equilibrio sal/agua, etc.). Cada vez que se produce una desvia­
losofía clásica. Desgra- ción en alguna de estas constantes con respecto a los rangos tolerados, se ponen en mar­
ntífíca alemana al con­ cha procesos corporales destinados a corregir la desviación. Estos procesos corporales
gamente desapareció de parecen actuar de acuerdo con un sistema de feedback negativo, un sistema que primero
detecta la discrepancia entre el estado actual y el estado ideal (el necesario para la vida),
luego pone en marcha procesos auíocorrectores de la discrepancia detectada, y termina
su actuación cuando ía discrepancia es eliminada.
Pese a su importancia, la regulación homeostática por si sola resulta insuficiente y,
en último término, el individuo debe realizar alguna conducta que restaure el equilibrio
:1 estudio de la motiva- interno. En tales casos, los impulsos biológicos (de hambre, sed, dolor, etc.) producidos
mporáneas de la moti- por los desequilibrios o necesidades fisiológicas promueven las conductas dirigidas a
co); (2) comportamen- obtener el objeto de la privación (agua, comida, etc.). De este modo, los impulsos bioló­
ado en las diferencias gicos están al servicio del mantenimiento de la homeostasis. Lo cual no significa que las
conductas relacionadas con dichos motivos biológicos busquen siempre y exclusivamente
restaurar la homeostasis. Finalmente, dependiendo de dónde han sido situados los detec­
tores de las desviaciones fisiológicas, ha habido teorías locales y teorías centrales de los
motivos biológicos. Las primeras situaban en el sistema autónomo el control de los me­
canismos homeostáticos, mientras que las segundas lo localizan en el sistema nervioso
.íestiones de índole ge- central.
)k, 1996). Por un lado,
minadas pautas de con-
3.1.2. Bases genéticas de la motivación
Iguna utilidad en nues-
oseyeron dejaron más Los estudios realizados con humanos para constatar hasta qué punto determinadas pau­
ios la cuestión fisioló- tas de conducta están genéticamente determinadas han utilizado dos procedimientos bá­
tivada. sicos. El primero ha consistido en comparar la conducta de gemelos monocigóticos (MC)
stas, etólogos y socio- con gemelos dicigóticos (DC). Los gemelos MC o idénticos comparten todos sus genes.
este planteamiento es Los gemelos DC o no idénticos sólo comparten cerca del 50 por 100 de los genes que
terminadas. La segun- son variables dentro de la población (Hamilton, 1964). De este modo, si hay una mayor
ógica y psicobiología, similitud entré gemelos MC que entre gemelos DC en alguna pauta de conducta, enton­
ie identificar las bases ces se considera que hay alguna base genética en la conducta en cuestión. Por el contra­
vada, hay que resaltar rio^;cuando hay una baja semejanza, tanto entre gemelos MC como entre gemelos DC,
ctivación. se considera que son los factores ambientales los que juegan un papel significativo en la
3 la motivación es que conducta.
162 Psicología de la motivación y la emoción

SI rencias por a |
El segundo procedimiento ha consistido en comparar el comportamiento de niños punto para 1M
adoptados con el comportamiento, tanto de sus padres biológicos como de sus padres de m coiogía, de c|
adopción. El supuesto en este caso es que el comportamiento del niño debe guardar una vidual 'a la h|
mayor semejanza con el comportamiento de la familia biológica, si el rasgo tiene bases con la que a l
lili
genéticas. Mientras que, si el rasgo tiene bases ambientales, la semejanza debe ser ma­ m » patrones de ©J
yor con la familia de adopción.
Utilizando estos procedimientos, se han obtenido pruebas de que determinados ras­
gos de personalidad relacionados con la motivación tienen una base genética. Esto es

llllti
programado ;jj
ductas especl
« til nórmente e^j
cierto para los dos rasgos de personalidad que describiremos en un apartado posterior de cuando se ag
®ü§§#
este capítulo: la extraversión (por ejemplo, Pederson et a l, 1988) y la búsqueda de sen­ inclinan porp
saciones (por ejemplo, Hur y Bouchard, 1997). §18111 parte, Eaglyr-
Es posible, además, analizar la base genética de la conducta humana a la luz de la bres y mujer,
historia evolutiva de la especie humana, como ya Darwin había especulado. Esto es lo chas di ferenÉ
que pretende la denominada psicología evolucionista o basada en la evolución, que co­ ■ (es decir, pre
mienza con la «sociobiología» de Wilson (1975), y que ha experimentado un fuerte de­ hombres má|
sarrollo a partir de la década de 1990 (Buss, 1999; Caporael, 2001; Kenrick, 2001; Simpson lili
et al., 1999). La idea central de todos estos trabajos es que, durante el curso de la evolu­ m eran las iguá
Parecido!
111
ción, Tos humanos con determinadas propensiones conductuales (digamos, la de criar y descrito al o
alimentar a los hijos) gozaron de más probabilidades de sobrevivir y de dejar descenden­ lo que aporf
cia que quienes carecieron de ellas. Como consecuencia, los seres humanos actuales m.
me los idén$
conservan en general este tipo de tendencias conductuales. niega la im$
El enfoque evolucionista otorga un papel central a los sistemas motivacionales en que nada rr§
sus análisis del comportamiento. Lo cual, como señala Kenrick (2001), contrasta con la partir de m |
habitual postergación de la motivación en las denominadas ciencias cognitivas. Para el sólidos, a p f
psicólogo evolucionista, determinadas motivaciones han evolucionado por un proceso
de selección natural, ya que ayudaron a los seres humanos a adaptarse a su ambiente.
3.1.3.: BaJ
Así, por ejemplo, los humanos han desarrollado un miedo a las serpientes porque éste
les mantiene alejados de un animal ciertamente peligroso. Por lo mismo, han desarrolla­ En otros cg¡
do preferencias alimenticias por dulces y grasas porque estos alimentos les proporcio­ aquí consi
nan un aporte adecuado de calorías. Pero son las conducías relacionadas con la motiva­ ción; la dis§
ción sexual, como la atracción sexual, ios celos, o las estrategias utilizadas en ia elección Centro
de pareja, las que han acaparado más la atención de los investigadores (Buss, 1989, Buss esta dim en|
y Schmitt, 1993). Según este análisis, las mujeres desarrollaron una preferencia por hom­ De una fo r|
bres que tuvieran los recursos económicos necesarios para cuidar de ellas y de sus hijos. ■
' minadas ár¿
A su vez, la atracción de los hombres por la juventud y belleza de la mujer y el deseo de . fe." Sus animal
variedad sexual se habría desarrollado para asegurar la selección de un compañera fértil pequeñas H
y procurarse una descendencia. Finalmente, los celos sexuales masculinos evoluciona­ bados en ij
ron debido a su función de incrementar la confianza del hombre con respecto a la pater­ :&j. para así ai|j
nidad de sus hijos. \:::v brales resuíj
El enfoque evolucionista defiende incluso la existencia de un motivo último, un mo­ placer y de
tivo que estaría en la base de todas las motivaciones específicas: la optimización de la mulación 4
aptitud inclusiva. La teoría de la optimización sugiere que, como consecuencia del pro­ eficaz par,d
ceso de selección natural, los individuos se esfuerzan por optimizar la representación de atraviesa á
¿'i
sus genes en generaciones futuras. ■w-: el hipotálJ
Quizá el principal atractivo del enfoque evolucionista sea su capacidad para expli­ Muchjf
car tendencias de conducta que .han llegado a fonnar parte de !a naturaleza humana y 11111 los que c<|
para las que, de otro modo, no tendríamos una explicación clara (por ejemplo, las pref:*-
Teorías motivacionales 163

rene ias por algunos alimentos, antes comentadas). Ofrece además un importante contra­
iportamiento de niños punto para la reñexión frente a la postura opuesta, con frecuencia mantenida por la psi­
como de sus padres de cología, de considerar únicamente los factores ambientales y ligados al desarrollo indi­
niño debe guardar una vidual Ta ía hora de explicar la conducta. En el lado negativo, es de criticar ía facilidad
si el rasgo tiene bases con ía que algunos teóricos evolucionistas admiten la determinación genética directa de
imejanza debe ser ma­ patrones de conducta muy específicos. Parece más razonable pensar que lo que está pre-
programado geneticamente sean capacidades o disposiciones generales más que con­
que determinados ras- ductas específicas. Esto hace que muchos de los resultados que hemos comentado ante­
base genética. Esto es riormente estén siendo revisados. Así, Miller y Fisbkin (1997) pudieron mostrar que,
* apartado posterior de cuando se apartan los pocos casos extremos, tanto los hombres como las mujeres se
y la búsqueda de sen- inclinan por un número relativamente pequeño de relaciones íntimas estables. Por su
parte, Eagly y Wood (1999) cuestionaron la base genética de las diferencias entre hom­
humana a la luz de la bres y mujeres en sus preferencias ai elegir pareja, ai encontar un asociación entre di­
;speculado. Esto es lo chas diferencias y las igualdades de género que ofrecía cada sociedad. Las diferencias
la evolución, que co­ (es decir, preferencia de los hombres por mujeres guapas y jóvenes, y de las mujeres por
mentado un fuerte de- hombres más mayores y con recursos económicos) eran tanto mayores cuanto menores
.enrick, 2001; Simpson eran las igualdades de género en una sociedad.
e el curso de la evolu- Parecidos excesos se cometen a veces en los estudios genéticos del tipo que hemos
digamos, la de criar y descrito al comienzo de este apartado. Algunos investigadores pretenden ir más allá de
y de dejar descenden- lo que aportan sus datos empíricos (Maccoby, 2000). Por ejemplo, el hecho de que ge­
res humanos actuales melos idénticos criados por separado compartan rasgos similares de personalidad no
niega la importancia psicológica de la familia, como algunos alegan (Rowe, 1997). Aun­
tas motivacionales en que nada más se& por el hecho de que los datos genéticos, normalmente obtenidos a
001), contrasta con la partir de medidas de autoinforme, contrastan dramáticamente con los datos, mucho más
ias cognitivas. Para el sólidos, aportados por ía psicología evolutiva en la dirección contraria.
>nado por un proceso
ptarse a su ambiente,
■erpientes porque éste 3.1.3. Bases fisiológicas de la motivación
íismo, han desarrolla- En otros capítulos de este libro se analizan las bases biológicas de motivos específicos,
nentos les proporcio­ aquí consideraremos dos dimensiones o aspectos básicos pero generales de la motiva­
n a d a s con la motiva- ción: la dimensión de placer — dolor o recompensa-—castigo y el concepto de activación.
ilizadas en la elección Centros del placer: Los primeros estudios empíricos sobre las bases biológicas de
res (Buss, 1989, Buss esta dimensión básica dei placer-dolor fueron llevados a cabo por Olds y Milner (1954).
preferencia por hom~ De una forma casual Olds, y Milner descubrieron que la estimulación eléctrica de deter­
le ellas y de sus hijos, minadas áreas del cerebro de la rata constituía una poderosa recompensa para el animal.
la. mujer y el deseo de Sus animales volvían una y otra vez al lugar de la cámara en el que habían recibido
e un compañera fértil pequeñas descargas eléctricas a través de electrodos implantados en sus cerebros. Pro­
asculinos evoluciona- bados en una tarea instrumental, los animales presionaban miles de veces una palanca
>n respecto a la pater- para así auto-proveerse de estimulación eléctrica. La estimulación de otras zonas cere­
brales resultaba aversiva y generaba conductas de evitación. La expresión «centros del
íotivo último, un mo­ placer y del dolor» fue utilizada por Olds para describir este fenómeno. Aunque la esti­
la optimización de la mulación de diferentes lugares del cerebro puede actuar como refuerzo, el lugar más
consecuencia del pro- eficaz parece ser el haz prosencefálico medial. Se trata de un conjunto de fibras que
r la representación de atraviesa el hipotálamo lateral y que conecta bidireccionalmeníe el encéfalo rostral con
el hipotálamo y el tronco dei encéfalo.
capacidad para expíi- Muchos lugares donde se produce auto-estimulación como refuerzo se solapan con
nattiraleza humana y los que controlan conductas típicas de la especie, como comer, beber, luchar, explorar
ot ejemplo ia> f-rct ••
164 Psicología de la motivación y la emoción

o copular. Cuáles de éstas se inician con la estimulación eléctrica depende en gran Sin embargo, n<|
media de los estímulos al alcance del animal (Valenstein, 1973). Es como si la activa­ res optaron por |
ción de estas estructuras en situaciones naturales aumentara la motivación general del y Fernández-Afcf|
animal, desencadenando aquella conducta que es más acorde con la estimulación am­ recen como m e|
biental. no sólo en el ni\l
Las neuronas de muchas de las áreas cerebrales asociadas con la auto-estimulación más molecular 'i
como recompensa utilizan ía dopamina como neurotransmisor. La dopamina es también pío, Anderson, 1
el neurotransmisor responsable de ios efectos placenteros que proporcionan las recom­ 1991), Derrebei|
pensas naturales como la comida, la bebida o la actividad sexual. For otro lado, las dro­ de dos sistemas^
gas que bloquean la acción dopaminérgica reducen los efectos reforzantes, tanto de ios un sistema de itj
reforzadores naturales como de la auto-estimulación cerebral. Finalmente, las drogas placer o recomp'
que potencian los efectos de la dopamina, como las anfetaminas y la cocaína, pueden responde a estira
actuar como reforzadores directos de la conducta. Son muchos los datos que convergen ducta de evitad?
en situar en la vía dopaminérgica que va desde el área tegmental ventral ai núcleo ac- Similares pré
cumbens al mediador de los efectos recompensantes de los estímulos (Wise, 1996; Na- activación y reifi
der, Bechara y van der Koy, 1997). Otras sustancias químicas relacionadas con el placer propuesta tradicl
son las endorfínas, una especie de opiáceos endógenos con propiedades analgésicas o de activación y rená
reducción del dolor. Las endorfínas son las responsables de reducir los efectos negativos dos o intermedié
de los estímulos dolorosos o estresantes. extremos (o m u |
Teoría de la activación: Bajo el nombre de teoría de la activación se engloban una dos concluyente^
serie de hipótesis e investigaciones que tratan de explicar la conducta motivada a partir ya apuntadas, d |
de los cambios que se producen en el nivel de activación del organismo (véase Fernán- tipos de activac|
dez-Ábascal y Palmero, 1995, para un exposición amplia del tema). La idea principal es mera descripció|
que la preparación y la realización de una acción requiere un cierto nivel de activación. de cómo se p ro |
Al igual que el impulso, el concepto de activación, o aronsal, como también se le deno­ avanzando en I cé
mina, hace referencia a los aspectos exclusivamente energéticos, no directivos, de la curiosamente sol
conducta motivada. Pero los teóricos de la activación pretendieron ir más allá de la mera en la forma de.af
metáfora de la energía. Por ello, trataron de identificar'las estructuras fisiológicas que que aporta todo §
participan en la activación; En este sentido, resultaron decisivos los trabajos pioneros de trastar hipótesis!
Moruzzi y Magoun (1949) sobre \&formación reticular, una parte importante del tronco (véase por ejem|
del encéfalo. Esta estructura cerebral que, en respuesta a la estimulación, manda im pul­
sos al cortex manteniéndolo alerta o activo, fue tomada como la base fisiológica de la
activación. Se igualaban así los conceptos de motivación y activación cortical. De este 3.2. El enfo|
modo, el concepto de activación ganó en popularidad entre las interpretaciones motiva­
cionales de la conducta. Aparte de inferirse de la intensidad o vigor de la conducta, se Por enfoque cona
podía medir directamente la activación a través de las respuestas fisiológicas dé la per­ giran en torno $
sona (autonómicas y corticales). tienen sus oríge|
Desgraciadamente, pronto resultó claro que las distintas medidas dé activación (au­ del aprendizaje. |
tonómicas, corticales, y conductuales) apenas correlacionaban entre sí. Incluso, dentro que sigue a uná'í
de las medidas autonómicas, había sólo una ligera correlación entre las medidas especí­ vuelva a produéj
ficas (Lacey, 1967). Naturalmente, carece de sentido utilizar un concepto unitario de ambiental atracti
activación si la relación entre el nivel de activación y la conducta depende de la res­ de aproximaciótl
puesta fisiológica que utilicemos. Por otro lado, Lacey et a i, (1963) encontraron que actuar como reci
ante una misma situación estimular, algunas respuestas fisiológicas podían aumentar §11 o después de la $
mientras que otras disminuían; un fenómeno conocido como fraccionamiento direccio- mación, después
nal de la respuesta. La baja correlación entre las medidas fisiológicas y el fracciona­ término más téc|
miento direccional de la respuesta supuso un duro revés para la teoría de la activación. aversivo puede i
Teorías motivacionales 165

:rica depende en gran Sin embargo, no fue suficiente para acabar definitivamente con ía teoría y sus defenso­
. Es como si la activa- res optaron por nuevos modelos de activación, pero ahora multidimensionales (Palmero
notivación general del y Fernández-Abascal, 1995). De hecho, la activación y su contrario, la inhibición, apa­
n la estimulación am- recen como mecanismos básicos en los diferentes niveles de explicación psicológica:
no sólo en el niveí conductual que aquí estamos comentando, sino también en el nivel
n la auto-estimulación más molecular de los modelos cognitivos sobre representaciones mentales (por ejem­
i dopamina es también plo, Anderson, 1983). Teorías multidimensionales son las ofrecidas por Gray (1982,
oporcionan las recom- 1991), Derreberry y Tucker (1991) y Lang (1993). Gray (1982) propuso ía existencia
Por otro lado, las dro- de dos sistemas de activación cerebral opuestos: un sistema de activación conductual y
;forzantes, tanto de los un sistema de inhibición conductual. El primero responde a estímulos que anticipan
finalmente, las drogas placer o recompensas y produce conducta de aproximación, mientras que el segundo
5 y la cocaína, pueden responde a estímulos amenazantes o que anticipan algún tipo de castigo y produce con­
>s datos que convergen ducta de evitación.
■1 ventral al núcleo ac- Similares problemas encontramos al tratar de especificar la relación entre nivel de
lulos (Wise, 1996; Na- activación y rendimiento, la otra gran preocupación de la teoría de la activación. La
icionadas con eJ placer propuesta tradicional mantiene una hipotética relación en forma de U invertida entre
:dades analgésicas o de activación y rendimiento, según la cual el rendimiento es óptimo en los niveles modera­
ir los efectos negativos dos o intermedios de activación. Por el contrario, el rendimiento empeora en los niveles
extremos (o muy altos o muy bajos). La investigación empírica no ha aportado resulta­
/ación se engloban una dos concluyentes acerca de esta hipótesis, quizá como consecuencia de las dificultades,
iucta motivada a partir ya apuntadas, de medir con exactitud el niveí de activación, y debido a que hay varios
anismo (véase Fernán- tipos de activación. Además, la hipótesis de la U invertida ha sido criticada por ser una
a). La idea principaí es mera descripción de la relación entre activación y conducta, sin aportar una explicación
río nivel de activación, de cómo se produce dicha relación. Quizá por todo ello, la investigación empírica está
no también se le deno- avanzando en los últimos años hacia el estudio de los niveles altos de activación (que
•s, no directivos, de la curiosamente son aquéllos en los que se produce una mayor concordancia de respuesta)
i ir más allá de la mera en la forma de. ansiedad o estrés, y dentro de un marco de procesamiento de información
iCturas fisiológicas que que aporta todo un «arsenal» de procedimientos de experimentación, y que permite con­
os trabajos pioneros de trastar hipótesis muy finas de la relación entre activación, procesos cognitvos y acción
3 importante del tronco (véase por ejemplo, Gutiérrez-Caívo y García, 2000).
dilación, manda impul-'
i base fisiológica de la
'ación corticaí. De este 3.2. El enfoque com portam ental o deí aprendizaje
iterpretaciones motiva-
igor de la conducta, se Por enfoque comportamental queremos referirnos a todas aquellas teorías y estudios que
; fisiológicas de la per- giran en torno a los conceptos de recompensas e incentivos. Este conjunto de teorías
tienen sus orígenes en la investigación animal realizada en el contexto de ía psicología
íidas de activación (au- del aprendizaje. El concepto de recompensa se refiere a cualquier objeto ambiental atractivo
ntre sí. Incluso, dentro que sigue a una conducta, haciendo aumentar la probabilidad de que esa conducta se
itre las medidas especí- vuelva a producir en el futuro. El concepto de incentivo se refiere a cualquier objeto
n concepto unitario de ambiental atractivo o aversivo cuya anticipación provoca en el individuo una conducta
icta depende de la res- de aproximación o evitación del mismo. De este modo, un mismo objeto atractivo puede
1963) encontraron que actuar como recompensa o como incentivo positivo, dependiendo de si se presenta antes
gicas podían aumentar o después de la conducta. Antes, actúa como incentivo motivando una conducta de aproxi­
1IIIÉ
ccionamiento direccio- mación, después, actúa como una recompensa, reforzando la conducta en cuestión. Un
•lógicas y el fracciona- término más técnico de recompensa es el termino refuerzo. Igualmente, un mismo objeto
teoría de ía activación. lili aversivo puede actuar o como castigo o como incentivo negativo.
166 Psicología de la motivación y la emoción

3.2.1. Teorías de incentivo


Y de nuevo E2 e |
Tradicionalmente, ha habido dos formas de definir las características de los estímulos mientras que E l \
incentivos (Bolles, 1975): una definición más comportamental, la otra más cognitiva. La encendido). Pero']
primera, define los incentivos a partir de sus características físicas y de disponibilidad mal realice algunij
(por ejemplo, la cantidad, ia calidad, o la demora del refuerzo). La segunda define los comedero). De
incentivos a partir de aspectos más subjetivos, como las expectativas y procesos de me­ decir, el animal ajj
moria que se infieren del hecho de que el animal parece mostrar alguna anticipación del después de El ves
estímulo incentivo. En ambos casos, se establece una distinción entre incentivos prima­ ble aparición del ]
rios e incentivos condicionados o aprendidos. aparezca E2, sienj
Entre los incentivos primarios tenemos los incentivos de naturaleza biológica, es decir, En la medida
aquéllos con capacidad para satisfacer alguna necesidad o déficit biológico. Así, la co­ cimientos hedónií
mida para un animal hambriento, el agua para uno sediento, un compañero sexual para tuaciones nuevas?!
un animal en celo, etc. Si bien, no todos los incentivos primarios deben su eficacia a la animal ha compri
relación con déficits biológicos. Así, por ejemplo, pueden actuar como incentivos el con­ do la transferenci
sumo de sacarina o la estimulación de centros cerebrales del placer. En realidad, la in­ gamos que un ant
vestigación empírica muestra que la influencia de los incentivos sobre la conducta de­ anuncia la llegad;?
pende más de las propiedades sensoriales de los incentivos que de su eficacia para reducir ción experimental
déficits biológicos como el hambre o la sed. gamos, presionar
Una segunda categoría de incentivos es la formada por los incentivos condicionados transferencia dél a
o aprendidos. Son aquellos estímulos inicíalmente neutros que han adquirido sus propie­ lita la respuesta i
dades incentivas por asociación con ios incentivos primarios. Dos formas de aprendizaje procedimiento dei
asociativo son el condicionamiento clásico, y el condicionamiento instrumental. tor anuncia la Ilef
A través del condicionamiento clásico un estímulo inicialmente neutro (digamos, el rio es positivo o|
sonido de una campanilla) se convierte en un incentivo positivo para el animal si repeti­ clásico es del m i|
das veces precede a la aparición de un incentivo primario positivo (digamos, la comida) comida) o bien é
o a la retirada de uno negativo (digamos, una descarga eléctrica). La presencia, ahora, Los estudiosl
del primer estímulo provocará conducía de aproximación aún en ausencia del incentivo los incentivos. E¡
primario. El mismo estímulo neutro se convierte en un incentivo negativo si lo aparea­ va única de cadaf
mos con la llegada de un incentivo negativo o con la retirada de uno positivo. En este que el incentivo!
caso, la presencia del nuevo incentivo provocará conductas de evitación. Dado que E2 es cia muestran las|
atractivo (o aversivo), El se convierte en atractivo (o aversivo). Es decir, un estímulo El que los incentivl
adquiere las propiedades incentivas de un estímulo E2. Adviértase que, para que ese importancia del f
.aprendizaje se produzca, E2 debe ser un estímulo significativo o biológicamente impor­ ra característica!
tante. Por otro lado, la aparición del E2 no depende de la conducta del animal. Es decir, condicionado fa<?
después de la aparición del E l se presenta E2 con independencia de lo que haga el ani­ incentivo, en coíj
mal. De este modo, el animal aprende una asociación no contingente con su conducta aunque ambos si
entre dos estímulos. Aprende que después de El vendrá E2, o que E 1 anuncia la inmi­ Urcuioli y D eM i
nente aparición de E2. ción sobre transí!
El condicionamiento clásico constituye el principal mecanismo de aprendizaje aso­ tados afectivos p|
ciativo. Gran parte de las respuestas emocionales de animales y humanos podrían deber­ Lín estimulo coif
se a este principio. Estímulos afectivamente neutros podrían convertirse en objeto de ei miedo, mienti
temor por su asociación con la visita a nuestro dentista, la proximidad de un examen, o tienen efectos m
cualquier otro estímulo temido. Por lo mismo, podríamos aprender a querer otros estímu­ (facilitadora y
los por su asociación con incentivos positivos, tales como las vacaciones, las fiestas, etc. que anticipa coii
Otra forma de aprendizaje asociativo es la que se produce en el condicionamiento cipa su retirada!
instrumental. También aquí el animal aprende la asociación entre dos estímulos E l y E2. instrumental apdj
va ¡Tiente).
Teorías motivacionales 167

Y de nuevo E2 es un incentivo primario (digamos, comida para un animal hambriento),


sticas de los estímulos mientras que El es un estímulo afectivamente neutro (digamos, un piloto de luz verde
otra más cognitiva. La encendido). Pero, ahora, para que E2 siga a la presencia de E l, es necesario que el ani­
;as y de disponibilidad mal realice alguna acción (digamos, presionar una palanca situada en la jaula, junto a su
La segunda define los comedero). De este modo, la aparición del E2 depende de la conducta del animal. Es
ivas y procesos de me- decir, el animal aprende una asociación contingente con su conducta entre dos estímulos:
alguna anticipación del después de El vendrá E2, si y sólo si realiza una conducta. El El no anuncia la inevita­
entre incentivos prima- ble aparición del E2, simplemente señala que están presentes las condiciones para que
aparezca E2, siempre y cuando se dé una respuesta apropiada.
leza biológica, es decir, En la medida en que los incentivos aprendidos son estímulos predictivos de aconte­
t biológico. Asi, la co- cimientos hedónicamente positivos o negativos, podrían transferir sus propiedades a si­
compañero sexual para tuaciones nuevas sin requerir nuevos aprendizajes. La investigación sobre aprendizaje
>deben su eficacia a la animal ha comprobado esta propiedad de ios incentivos en el procedimiento denomina­
;omo incentivos el con­ do la transferencia del control (Trapold y Overmier, 1972). A modo de ejemplo, supon­
ocer. En realidad, la in- gamos que un animal aprende, por condicionamiento clásico, que un piloto de luz verde
¡ sobre la conducta de- anuncia la llegada de comida. Una vez consolidado el aprendizaje, cambiamos de situa­
su eficacia para reducir ción experimental, exigiendo ahora del animal que haga una respuesta instrumental (di­
gamos, presionar una palanca) para obtener el mismo incentivo primario. Pues bien, la
centivos condicionados transferencia del control se traduce en que la presencia del incentivo condicionado faci­
n adquirido sus propie- lita la respuesta instrumental en los primeros ensayos. Existen muchas variaciones del
; formas de aprendizaje procedimiento de transferencia, dependiendo, entre otras cosas, de si el estímulo predic-
to instrumental, tor anuncia la llegada del incentivo primario o bien su retirada; de si el incentivo prima­
nte neutro (digamos, el rio es positivo o negativo; y de si el incentivo primario durante el condicionamiento
>ara el animal si repeti- clásico es del mismo tipo al utilizado durante la prueba instrumental (digamos, comida-
o (digamos, la comida) comida) o bien es de signo opuesto (digamos, comida-descarga eléctrica).
i). La presencia, ahora, Los estudios de transferencia del control revelan dos importantes características de
ausencia del incentivo los incentivos. En primer lugar, que los animales se forman una representación cogniti-
) negativo si lo aparea- va única de cada incentivo a partir de sus propiedades sensoriales y, en segundo lugar,
2 uno positivo. En este que el incentivo conlleva un componente afectivo. Es decir, los estudios de transferen­
tación. Dado que E2 es cia muestran las dos propiedades de la motivación de incentivo. Por un lado, muestran
,s decir, un estimulo El que los incentivos ejercen funciones directivas sobre la conducta. Por otro, resaltan la
tase que, para que ese importancia del valor hedónico o afectivo del incentivo. Por lo que respecta a la prime­
biológicamente impor­ ra característica, los estudios sobre transferencia del control muestran que el incentivo
ta del animal. Es decir, condicionado facilita selectivamente la respuesta instrumental mantenida por el mismo
t de lo que haga el ani- incentivo, en comparación a la respuesta mantenida por un incentivo diferente, incluso
tgente con su conducta aunque ambos sean del mismo tipo, apetitivos o aversivos (Trapold y Overmier, 1972;
ue El anuncia la mini­ Urcuioli y DeMarse, 1996). Por lo que respecta a la segunda característica, la investiga­
ción sobre transferencia del control permite la definición operacional de diferentes es­
no de aprendizaje aso- tados afectivos provocados por la anticipación del incentivo (revisión en Domjan, 1998).
lumanos podrían deber- Un estimulo condicionado que anticipa una descarga eléctrica define operacionalmente
invertirse en objeto de el miedo, mientras que uno que anticipa su retirada define una situación de alivio, y
midad de un examen, o tienen efectos opuestos sobre la respuesta instrumental de evitación de una descarga
r a querer otros estímu- (facilitadora y perjudicial, respectivamente). Por otro lado, un estímulo condicionado
aciones, las fiestas, etc. que anticipa comida define operacionalmente la esperanza, mientras que uno que anti­
;n el condicionamiento cipa su retirada define \& frustración, y tienen efectos opuestos sobre una respuesta
dos estímulos El y E2. instrumental apetitiva para la obtención de comida (facilitadora y perjudicial, respecti­
vamente). , ■
168 Psicología de la motivación y la emoción

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el valor afectivo de un incentivo consecuencia d |
primario es relativo más que absoluto. Es decir, la eficacia de un incentivo primario la repetida expl
varía en función de las circunstancias. Una de estas circunstancias es el nivel de motiva­ de Marco A ntoi
ción interna del animal, como muestra una serie de estudios sobre aprendizaje del incen­ convierte justa!
tivo llevados a cabo por Balleine (1992; Balleine et a i , 1995; Dickinson y Balleine, Acto I). Ésta e |
1994; revisión en Baíleme, 2001). mon y Corbit, jj
En uno de los primeros estudios, Balleine (1992, Experimento 3) entrenó a ratas La teoría pr*j
hambrientas a presionar una palanca para obtener bolitas de comida antes de pasarles modo que maná
ana prueba de extinción en la que la mitad de las ratas había sido privada de comida y la nismo. De este;!
otra mitad, no. Curiosamente, el comportamiento de los dos grupos no difirió. Es decir, estado, el SNC¡
las ratas saciadas presionaron la palanca con la misma frecuencia que las ratas ham­ tos del estímulo
brientas durante la fase de extinción. Sin embargo, si las ratas tenían la oportunidad de desencadenado %
aprender el valor del incentivo en condiciones de no privación (es decir, se les permitía ción por el prop|
contactar las bolitas en un estado de no privación) antes del entrenamiento instrumental, el afecto experig
entonces sí se producía una fuerte reducción de la respuesta instrumental en el grupo de do B. Pero cuanc
no privación. De este modo, sólo si se les daba a las ratas la oportunidad de aprender B que, aunque h|
acerca del cambio en el valor del incentivo de la bolitas de comida en el estado de no toda su intensic|
privación se veía su ejecución afectada durante la fase de extinción. En posteriores estu­ después de expei
dios, se encontró este mismo patrón de resultados cuando el aprendizaje del incentivo se volver a la neuf
producía entre el entrenamiento instrumental y la prueba, en lugar de realizarse antes de similar, después!
la fase de entrenamiento (Balleine y Dickinson, 1994). que un estimulo
Estos estudios muestran, por otro lado, que la motivación global del animal podría doloroso la posj
ser el resultado de las condiciones de incentivo y de la motivación interna. Algunas de repetida a un mfi
las teorías más influyentes de la motivación de incentivo giran en torno a esta idea (por fuerte el estado I
I
ejemplo, Bindra, 1974, 1978; Toates, 1986). Según estas terorías, la motivación (el esta­ estado A siempí
do motivador central) depende de la interacción entre la representación central que el modo, un estírm|
animal tiene de los estímulos de incentivo y el estado fisiológico en que se encuentra. yor el displacer i
Así, por ejemplo, para una animal hambriento, la representación de la comida, junto a su nos proporcional
estado fisiológico de privación, origina un estado motivador central dirgido a la alimen­ Este cambio |
tación. A su vez, este estado podría activar aún más la representación de la comida ha­ miento de alguna
ciendo que el animal atienda a los estímulos relacionados con la comida y se aproxime a un modo de evit|
ellos. Los incentivos condicionados j ugarían el mismo papel. Es decir, no sólo la comida de placer A. Po|
sino también los estímulos que predicen su llegada, en la medida en que activan la repre­ inicialmente ave¡
sentación de la comida, pueden interaccionar con un estado de privación fisiológica para cuéncia de que c¡
generar un estado motivador central hacia la alimentación. Incentivos y |
Dos últimas puntualizaciones sobre los incentivos,: aunque éstas impliquen abando­ mentales dem os|
nar los estudios de psicología anim al La primera, es que los incentivos podrían adquirir añadir una recorrí
sus propiedades hedónicas por mecanismos no asociativos. La segunda, es que, a veces, el efecto de disrhj
los incentivos podrían ejercer un papel negativo sobre la motivación. La primera nos cantidad de estu<|
lleva a considerar la teoría del proceso oponente y la segunda, los estudios sobre incen­ tener dos efectos
tivos y motivación intrínseca. neral no cambia
Teoría del proceso oponente. Desde el punto de vista sugerido por los estudios de trínseca. Es decii
transferencia del control, 1os estímulos son, de u n a ;forma permanente, afectivamente cambia la satisfa|
positivos, negativos o neutros. Algunos de estos últimos pueden convertirse en positivos saparece la recon
o negativos por un proceso de asociación con estímulos positivos o negativos, A partir verá negativamerj
de ahí, conservarían las propiedades hedónicas adquiridas. Sin embargo, cabe otra suge- Después de c
rente alternativa, Y es que los estímulos modifiquen sus propiedades hedónicas, no como siones acerca de
Teorías motivacionales 169

jctivo de un incentivo consecuencia de mecanismos asociativos, sino simplemente por el paso del tiempo o por
un incentivo primario la repetida exposición a un mismo estímulo afectivo. Como Shakespeare ponía en boca
es el nivel de motiva- de Marco Antonio «El placer presente, disminuyendo a medida que el tiempo marcha, se
aprendizaje del incen- convierte justamente en su contrario» (Shakespeare: ‘Antonio y Cleopatra’, Escena II,
Dickinson y Baíleme,:■ Acto I). Ésta es la idea central de la teoría del proceso oponente (Solomon, 1980; Solo-
mon y Corbit, 1974).
tito 3) entrenó a ratas La teoría propone que el sistema nervioso de los vertebrados ha evolucionado de tal
nida antes de pasarles modo que mantiene una especie de regulación homeostática del estado afectivo del orga­
Drivada de comida y la nismo. De este modo, cuando un estímulo ambiental provoca una desviación de dicho
as no difirió. Es decir, estado, el SNC provoca un estado hedónico de signo opuesto que contrarresta los efec­
;ia que las ratas ham- tos del estímulo ambiental. Mientras dura el estímulo, están presentes ambos estados, el
lían ia oportunidad de desencadenado directamente por el estímulo (estado A), y el desencadenado como reac­
>decir, se les permitía ción por el propio organismo (estado B). Dado que ambos son de signo afectivo opuesto,
lamiento instrumental, el afecto experimentado por la persona será el resultado de sustraer al estado A el esta­
¡mental en el grupo de do B. Pero cuando el estímulo desaparece, desaparece con él el estado A, no así el estado
ortunidad de aprender B que, aunque ha estado presente durante todo el tiempo, es ahora cuando se percibe con
da en el estado de no toda su intensidad, y dura un cierto tiempo antes de desaparecer también él. Es decir,
n. En posteriores estu.- después de experimentar placer, la persona ha de pasar por una fase de displacer antes de
dizaje del incentivo se volver a la neutralidad afectiva previa a la exposición al estímulo afectivo. De forma
de realizarse antes de similar, después de experimentar displacer pasará por una fase de placer. Esto significa
que un estimulo placentero lleva en su germen la posibilidad de causar dolor, y uno
»bal de! animal podría doloroso la posibilidad de causar placer. Esto resulta aún más claro con la exposición
>n interna. Algunas de repetida a un mismo estímulo afectivo. Con las sucesivas exposiciones, cada vez es más
torno a esta idea (por fuerte el estado B que contrapone el sistema nervioso, mientras que la intensidad del
la motivación (el esta- estado A siempre es la misma ya que depende de la intensidad del estímulo. De este
ntación central que el modo, un estímulo afectivo placentero cada vez genera menos placer y cada vez es ma­
i en que se encuentra, yor el displacer que causa su ausencia. Por lo mismo, cada vez es mayor el placer que
i la comida, junto a su nos proporciona la retirada de un estimulo displacentero.
al dirgido a la alimen- Este cambio en las fuerzas relativas de los estados A y B podría explicar el manteni­
ción de la comida ha­ miento de algunas conductas adictivas. El drogadicto podría mantener su adicción como
b i d a y se aproxime a un modo de evitar el estado aversivo B, más que como un modo de procurarse el estado
ícir, no sólo la comida de placer A. Por lo mismo, podría explicar la «adicción» a determiandas actividades
n que activan la repre- inicialmente aversivas (digamos la práctica de algunos deportes de riesgo) como conse­
/ación fisiológica para cuencia de que cada vez produce mayor placer la retirada del estado A aversivo.
Incentivos y motivación intrínseca. En la década de 1970, varios estudios experi­
:as impliquen abando- mentales demostraron lo que.se ha denominado el «coste oculto de las recompensas»:
ttivos podrían adquirir añadir una recompensa extrínseca a una tarea que es ya intrínsecamente interesante tiene
unda, es que, a veces, el efecto de disminuir la motivación hacia esa tarea. Desde entonces ha habido una gran
ición. La primera nos cantidad de estudios de laboratorio y de campo sobre el tema. Las recompensas parecen
estudios sobre incen- tener dos efectos secuenciados sobre la motivación. En primer lugar, la motivación ge­
neral no cambia por la presencia de la recompensa, pero pasa a ser una motivación ex­
io por los estudios de trínseca. Es decir, la recompensa no provoca un cambio negativo en la conducta, pero
anente, afectivamente cambia la satisfacción derivada de la actividad. En segundo lugar, si posteriormente de­
invertirse en positivos saparece la recompensa, desaparece toda motivación, y en consecuencia la conducta se
; o negativos. A partir verá negativamente afectada.
bargo, cabe otra suge- Después de casi tres décadas de investigación, se pueden extraer algunas conclu­
;s hedónicas, no como siones acerca de la influencia de las recompensas sobre la motivación intrínseca. En
T

170 Psicología de la motivación y la emoción

3.3. El enfoj
primer lugar, se puede afirmar que son ias recompensas tangibles o materiales, no así
las verbales como las alabanzas o los elogios, las que ejercen un efecto perjudicial
Cualquier a n á l|
sobre la motivación. En segundo lugar, sabemos que no sólo las recompensas materia­
les sino también cualquier razón, control o presión externos ejercidos sobre una acti­ Estímulo —J
vidad puede hacer que ésta pierda parte de su valor. En tercer lugar, podemos decir Es decir, h a|
que el efecto se produce sólo con actividades que son interesantes, de hecho las re­ y, finalmente,
compensas pueden aumentar el interés por tareas inicialmente aburridas. Y, en cuarto
ferentes de la s£¡
lugar, los estudios muestran que las recompensas esperadas, es decir los incentivos, actual. En segu¡j
son las que ejercen un papel negativo, frente a las recompensas recibidas inesperada­
genéricas acerca
mente. En tercer lugarJ
La investigación empírica acerca de otros parámetros relevantes para la relación en­ Es en este tercer
tre recompensas extrínsecas y motivación intrínseca arroja, sin embargo, resultados con­ teorización e iri
tradictorios. Uno de éstos es el grado de contingencia o dependencia entre la realización durante la según
de la actividad atractiva y la obtención de la recompensa. Así, una revisión cuantitativa este enfoque cof
de trabajos publicados llevo a Eisenberg y Cameron (1996; Cameron y Pierce, 1994) a nitivas (planes, ]
concluir que las recompensas tangibles que se obtienen contingentes al rendimiento
Menos énfaá
mejoran el interés intrínseco por la tarea. Sin embargo, un reanálisis de los datos llevaba de la informaciá
a Deci, Koestner y Ryan (1999) a la conclusión opuesta de que son las recompensas del pasado sigld
contingentes las que perjudican a la motivación intrínseca. cuestión. Sin eil
De este modo, al menos algunos estudios estarían sugiriendo que los antecedentes muy controvertí!
del rendimiento en una tarea y del interés por ella difieren. Una fuerte contingencia en­ la psicología co|
tre esfuerzo y recompensa definiría al mismo tiempo las condiciones perfectas de incen­ de estructuras cf
tivar el rendimiento (por ejemplo, el de un empleado que trabaja a comisión) y de redu­ Wyer y Srull, ISt
cir el interés por la tarea. Esta disociación nos lleva a Ía cuestión del tipo de variable; constructo (por §
dependiente utilizada habitualmente en los estudios de motivación intrínseca. Normal­ rizar la informa!
mente, consiste en la medición del tiempo que la persona persiste en la tarea en cuestión de percepción s(|
durante un período de elección libre sin recompensa, en el que hay otras actividades ra la doble infii|
alternativas y/o la actitud hacia la actividad medida por autoinforme. Rara vez se mide el sobre el procesal
rendimiento. Guando se han medido ambas cosas, el resultado ha sido que las recompen­ estudios promef
sas afectan negativamente a la motivación intrínseca y positivamente al rendimiento años. ¡
(Harackiewicz, Manderlink y Sansone, 1984). De acuerdo <|
Pero es dudoso que la anterior relación se mantenga del mismo modo en todas las representan merl
situaciones. En este sentido, tal vez habría que diferenciar entre contextos de ocio y ciencia de la per:
contextos de rendimiento. Los primeros no conllevan recompensas extrínsecas, y rara información (Clj
vez están sometidos a presiones o controles externos. Tales situaciones representan el., (Bargh ei al., 2 |
ámbito natural de la motivación intrínseca y quizá sea aquí donde ias recompensad cognitiva no necj
podrían tener efectos negativos más ciaros sobre eiin terés e incluso sobre el rendi­ nes mentales que
miento. Los segundos, por el contrario, conllevan siempre un sinfín de controles exter­ teorías cognitivaM
nos (aparte naturalmente'de las posibles recompensas materiales), que deberían minar Dentro del
toda motivación intrínseca. Sin embargo, es indudable que ambas formas de motiva­ feedback negatiyi
ción, intrínseca y extrínseca, conviven en los contextos de rendimiento, tales como el rías.de motivacii
laboral, el escolar o el deportivo. Es decir, la relación entre motivación intrínseca y
extrínseca en contextos de rendimiento parece mucho más compleja que en siiuacio-
nes de tiempo libre. Alternativamente, se podría pensar que la investigación empírica Teorías!
no siempre genera situaciones auténticas de rendimiento, y de ahí los efectos tan es­ El concepto de J
pectaculares de las recompensas sobre la motivación intrínseca que con frecuencia se con la homeostas
encuentran.
Teorías motivacionales 171

3.3. El enfoque cognitivo-social


es o materiales, no así
i un efecto perjudicial Cualquier análisis cognitivo de la conducta adopta el siguiente esquema básico:
recompensas materia-
írcidos sobre una acti- Estímulo —> cognición—> conducta
■lugar, podemos decir Es decir, hay un estímulo o situación antecedente, algún proceso cognitivo mediador
tntes, de hecho las re- y, finalmente, una conducta. El análisis cognitivo puede centrarse en tres momentos di­
aburridas. Y, en cuarto ferentes de la secuencia. En primer lugar, en el procesamiento activo de la información
s decir los incentivos, actual. En segundo lugar, en la formación de estructuras cognitivas o representaciones
>recibidas inesperada- genéricas acerca del mundo, que hemos abstraído de nuestras experiencias individuales.
En tercer lugar, en la influencia de estas estructuras cognitivas sobre nuestra conducta.
tes para la relación en- Es en este tercer momento de la secuencia en el que se ha centrado la mayor parte de la
nbargo, resultados con- teorización e investigación sobre motivación realizada desde una perspectiva cognitiva
tcia entre la realización durante la segunda mitad del siglo xx. Así, en las teorías que hemos recogido dentro de
la revisión cuantitativa este enfoque cognitivo-social, el acento recaerá en cómo determinadas estructuras cog­
leron y Pierce, 1994) a nitivas (planes, atribuciones, expectativas, etc.) afectan a la conducta motivada.
[gentes al rendimiento Menos énfasis se ha puesto en cómo la motivación podría influir en el procesamiento
sis de los datos llevaba de la información entrante (el primer momento de la secuencia). En los años cuarenta
e son las recompensas del pasado siglo hubo un movimiento, denominado New look, que se interesó por esta
cuestión. Sin embargo, la investigación generada por este movimiento dejó resultados
o que los antecedentes muy controvertidos e inconclusos, sin duda como consecuencia del escaso desarrollo de
fuerte contingencia en- la psicología cognitiva de la época. Los estudios de las últimas décadas sobre activación
nes perfectas de incen- de estructuras cognitivas están comenzando a romper este desequilibrio (por ejemplo,
a comisión) y de redu- Wyer y Srull, 1989). Estos estudios muestran que la mera activación no consciente de un
5n del tipo de variable constructo (por ejemplo, una actitud hostil) lo vuelve más accesible a la hora de catego-
ón intrínseca. Normal- rizar la información correspondiente a otra tarea no relacionada (por ejemplo, una tarea
en la tarea en cuestión de percepción social), afectando a la propia conducta ínterpersonal. Es decir, se conside­
; hay otras actividades ra la doble influencia de la cognición: el constructo activado ejerce efectos de priming
ne. Rara vez se mide el sobre el procesamiento de la información entrante y sobre la conducta. Por tanto, estos
sido que las recompen- estudios prometen ser una fuente importante de desarrollos teóricos en ios próximos
imente al rendimiento años.
De acuerdo con la teoría del auto-motivo de Bargh (1990), las intenciones y metas se
;mo modo en todas las representan mentalmente, y, como otras representaciones, pueden ser activadas sin con­
re contextos de ocio y ciencia de la persona, guiando de forma no consciente tanto el procesamiento de nueva
sas extrínsecas, y rara información (Chartrand y Bargh, 1996) como la propia conducta dirigida a Una meta
aciones representan el (Bargh et al., 2001). La propuesta de Bargh es importante, al resaltar que una teoría
onde las recompensas cognitiva no necesariamente ha de asumir que la persona es consciente de las operacio­
ncluso sobre el rendi- nes mentales que está realizando. Una. cuestión que normalmente no se explícita en las
ifín de controles exter- teorías cognitivas que analizamos a continuación.-
s), que deberían minar Dentro del enfoque cognitivo consideraremos cinco tipos de teorías: 1) teorías de
Das formas de motiva- feedback negativo; 2) teorías de la expectativa-valor; 3) teorías de la atribución; 4) teo­
imiento, tales como el rías de motivación de competencia y crecimiento y 5) teorías del self y autorregulación.
lotivación intrínseca y
ipleja que en situacío-
investigación empírica 3.3.1. Teorías de feedback negativo
ahí los efectos tan es- El concepto de feedback negativo fue mencionado en un apartado anterior en relación
que con frecuencia se con la homeostasis. Guando se aplica a los enfoques cognitivos significa, que cualquier

.
172 Psicología de la motivación y la emoción

desviación cognitiva pone en marcha una conducta dirigida a reducir la desviación de­
tectada. La analogía es la de un termostato que controla la temperatura de una habita­ Un conced
ción. Supongamos que deseamos mantener, como criterio de referencia, la temperatura dencia en la gj
en 22 °C . Un sensor del termostato detecta cualquier diferencia entre el criterio de refe­ a/., 1981; Lo^
rencia y la temperatura de la habitación por medio de un dispositivo llamado compara­ está motivada!]
dor. El sistema, en función del tipo de error detectado (una bajada de la temperatura con cia entre un es
respecto al criterio de referencia o bien una subida), pondrá en marcha un dispositivo deseado móvil
que caliente o enfríe la habitación. Al actuar el dispositivo de corrección del error (estu­ ción es que la i
fa o aire acondicionado), comienzan a llegar nuevas señales de temperatura al compara­ Locke y Klei
dor. Finalmente, estas señales de feedback negativo muestran una ausencia de error (la cuanto más es¡
temperatura de la habitación conicide ya con la temperatura prefijada deí termostato) y et a l, (1981),
el sistema se desconecta. difíciles mejo|
Una de las primeras nociones áe feedback negativo utilizado en este sentido fue el tencía ante las
concepto de plan, desarrollado por Miller, Galanter y Pribram (1960). Igualmente, se la tarea que tr<
puede entender la noción de meta. Por último, entran dentro de esta definición las deno­ iniciales falla|
minadas teorías de la consistencia cognitiva. También en ellas se considera que las per­ importancia d§
sonas reaccionan ante las discrepancias cognitivas detectadas, tratando de reducir la dis­ la meta. |
crepancia. Si bien, estas últimas no participan de la analogía de un sistema físico de Un elemeq
control como el termostato, sino más bien de una analogía biológica en la que el acento res actúen en I
se pone sobre el malestar o arousal que la discrepancia origina (Geen, 1995). Veamos tico con la m^
cada una de estas aproximaciones teóricas. mente en la m |
Planes y metas. Uno de los primeros sistemas de feedback negativo de la conducta nos vienen kr|
fue el propuesto por Miller, Galanter y Pribram (1960), para explicar cómo las estructu­ cesto o cualqi|
ras cognitivas de la persona pueden controlar su acción. La estructura elegida fue la mos como nu|
noción de plan. Un plan de acción se origina cuando detectamos una discrepancia entre como cualqui|
la información que estamos procesando (la cual puede referise a algún objeto o bien a lerenda más |
nuestra propia conducta) y algún estándar interiorizado. Es decir, una discrepancia entre contra de la ni
el estado actual y un estado ideal (cómo las cosas son y cómo deberían ser). Teorías dq
La ejecución de un plan de acción se ajusta a la denominada unidad TOTE (TOTE teorías motiva¡
es el acrónimo de Test, Operate, Test, Exit, es decir; comprobación, operación, com­ cias, acdtude|
probación, salida). Como en el ejemplo del termostato, la discrepancia entre la situa­ inconsistencia
ción actual y el estado deseado (el criterio de referencia) actúa sobre el-dispositivo tno es aquél f
corrector, poniendo en marcha alguna acción que corrija la discrepancia. Tras sucesi­ consistentes ^
vos procesos de comparación y ajuste conductual, finalmente se llega a superar la dis­ teoría de la d i
crepancia. En ese momento, la persona sale deí plan para iniciar una nueva conducta. la necesidad |
La realización de muchas conductas, simples y complejas, podría ajustarse a la secuen­ y su conducta!
cia TOTE. inconsistencia!
Los modelos más recientes de control de la acción son algo más complejos (Carver y minando las fj
Scheier, 2000; Hyland, 1988; Scheier y Carver, 1988). En todos ellos hay también un muy alto parái
criterio de referencia, un comparador y un dispositivo corrector que regulan la conducta disonancia. If
de una forma rutinaria, dirigiéndola hacia objetivos o metas inmediatas. Pero, además, portancia a la*
los modelos recientes incorporan en el sistema la capacidad para responder a «perturba­ cantidad de ii
ciones» del ambiente. Es decir, a estímulos que no están relacionados con el proceso de en las siguíes
feedback que en ese momento regula la conducta automática. Esto proporciona al siste­ dos alternativ
ma la flexibilidad para pasar de un plan de acción a otro antes de acabar el primero, y dejada; actual
para pasar de una acción que discurre de una forma fluida y automática a otra que re­ una justificaq
quiere control y esfuerzo en tanto persiste el acontecmiento perturbador. no justifican I
de una forma!'
Teorías motivacionales 173
iucir la desviación de-
«eratura de una habita- Un concepto afín al de planes es el concepto de meta, que ha tenido una gran inci­
irencia, la temperatura dencia en la psicología de la motivación bajo la influencia de Locke (1991; Locke et
ntre el criterio de refe- a l, 1981; Locke y Latham, 1990). Una meta es cualquier incentivo que una persona
dvo llamado compara- está motivada a conseguir. Como los planes, también las metas implican una discrepan­
i de la temperatura con cia entre un estado presente y un estado deseado que aún no se ha alcanzado. Ese estado
marcha un dispositivo deseado moviliza las acciones de la persona. Un resultado importante de la investiga­
rección del error (estu- ción es que la fijación de metas específicas y difíciles hace mejorar el rendimiento (Mentó,
mperatura al compara- Locke y Klein, 1992). No basta con la buena intención de hacerlo lo mejor posible,
a ausencia de error (la cuanto más específica sea la meta que nos marcamos más eficaz resultará. Según Locke
ijada del termostato) y et a i, (1981), hay cuatro mecanismos por los que la fijación de metas específicas y
difíciles mejora el rendimiento: 1) mayor esfuerzo en perseguir la meta; 2) más persis­
en este sentido fue el tencia ante las dificultades o contratiempos que puedan surgir; 3) atención centrada en
[1960). Igualmente, se la tarea que traemos entre manos; y 4) adopción de nuevas estrategias si las estrategias
;ta definición las deno- iniciales fallan. Además, como en el caso de los pianes, también aquí se subraya la
considera que las per- importancia del feedback que la persona va recibiendo para un adecuado progreso hacia
:ando de reducir la dis- la meta.
e un sistema físico de Un elemento clave de la teoría es el compromiso. Para que los mecanismos anterio­
;ica en la que el acento res actúen en la consecución de una meta, es necesario que haya un compromiso autén­
(Geerí, 1995). Veamos tico con la meta que se desea alcanzar. La importancia del compromiso se ve más clara­
mente en la metas que nos vienen impuestas. Muchas de las metas que tratamos de alcanzar
legativo de la conducta nos vienen impuestas desde fuera, por nuestros profesores, jefes, entrenador de balon­
icar cómo las estructu- cesto o cualquier persona que tenga alguna autoridad sobre nosotros. Cuando la acepta­
tructura elegida fue la mos como nuestra se convierte en una meta auto-impuesta, y moviliza nuestro esfuerzo
una discrepancia entre como cualquier meta personal. Por el contrario, una meta externa rechazada genera indi­
. algún objeto o bien a ferencia más que esfuerzo. De alguna forma, entonces, la dificultad de la meta actúa en
una discrepancia entre contra de la motivación antes del compromiso, y negativametne después del compromiso
¡berían ser). Teorías de consistencia cognitiva: la disonancia cognitiva. La idea básica de las
i unidad TOTE (TOTE teorías motivacionales de consistencia es que la inconsistencia entre pensamientos, creen­
ción, operación, com- cias, actitudes y conducta genera un estado de tensión que resulta aversivo, por lo que la
epancia entre la sitúa­ inconsistencia activa las conductas encaminadas a reducir dicho estado. El estado ópti­
la sobre el dispositivo mo es aquél en el que los propios pensamientos, creencias, actitudes y conductas son
;repancia. Tras sucesi- consistentes entre sí. De entre las teorías de consistencia, la más influyente ha sido la
llega a superar la dis­ teoría de la disonancia cognitiva de Festinger (1957). Ésta ha incidido principalmente en
r u n a nueva conducta, la necesidad de las personas por mantener una consistencia entre sus creencias internas
i ajustarse a la secuen- y su conducta manifiesta. Se produce disonancia cognitiva cuando la persona cae en una
inconsistencia entre sus creencias y su conducta. La disonancia puede ser reducida eli­
ás complejos (Carver y minando las cogniciones que son disonantes. Pero eso a veces puede suponer un coste
; ellos hay también un muy alto para la persona. Por ella Festinger sugirió otras dos formas más de reducir la
ue regulan la conducta disonancia. Una, consiste en añadir nuevos elementos cognitivos, la otra en restar im­
mediatas. Pero, además, portancia a las cogniciones disonantes. La teoría de la disonancia ha generado una gran
responder a «perturba- cantidad de investigación empírica. Dicha investigación se ha centrado principalmente
ados con el proceso de en las siguientes cuatro situaciones que provocan disonancia: después de elegir entre
o proporciona al siste- do$: alternativas, muy similares con la renuncia a los aspectos positivos de la opción
le acabar el primero, y dejada; actuar públicamente en contra de las propias creencias o actitudes sin que haya
omática a otra que re- una justificación adecuada para haber actuado así; comprobar que los logros alcanzados
arbador. no justifican los esfuerzos empleados para conseguirlos; recibir información nueva que,
de una forma incuestionable, contradice las creencias que uno tenía,
174 Psicología de la motivación y la emoción
tan sólo a la e¡
En la actualidad, y pese a que sus partidarios reivindican la vigencia de la teoría de también a la p J
la disonancia (Harmon-Jones y Mills (1999), lo cierto es que ha perdido su influencia acción elegida-
inicial. A esto ha contribuido, sin duda, el énfasis que ponía la teoría original sobre la ción es importa
noción de reducción del arousal. Un concepto que, como hemos comentado en un apar­ como de una tj
tado anterior, ha sido muy cuestionado. De este modo, en las interpretaciones más mo­ conductuales. :
dernas, la disonanacia ya no es vísta como un conflicto cognitivo aversivo para la perso­ Son; importa
na, sino más bien como una preocupación social que lleva a la persona a tratar de dar como la proba!
una buena imagen de sí misma a los demás. independientena
Aunque a vece¡j
3.3.2. Teorías de la expectativa-valor de contingencia
tativas de acci¡
La idea básica de ¡as teorías de ía expectativa-valor es que la tendencia motivacional resultado se pr£
hacia una acción determinada es función de que la persona espere obtener algún resul­ igualdad está e |
tado con esa acción y de que valore el resultado. De este modo, la tendencia motivacio­ lcncia (si ambal
nal surge de la superación de un conflicto entre desabilidad y viabilidad. De alguna lícula «La lista|
forma, sopesamos nuestros deseos y la realidad antes de iniciar un curso de acción. te del campo d|
Formalmente: indefensión abf
para seguir vivi
1Fi\ - *H-^a-r x vv r
servía de nada.f
donde
Fa es la motivación o fuerza motivacional hacia la acción «a» 3.3.3. Teorías
E;m. es la expectativa de que la acción «a» conducirá al resultado «r»
Vr es el valor que tiene para ía persona el resultado «r» La idea básica ¡
ción a los aconf
La fuerza motivacional puede ser de aproximación o de evitación hacia la acción en mos las causas f
cuestión. Esto depende de si el valor del resultado que se espera obtener es positivo o imprevistos, f
negativo. Dado que una acción puede tener más de un resultado, la fuerza motivacional Dado que hf
hacia esa acción será la suma de los productos expectativa x valor de todos los resulta­ más reducido d|
dos. Si hay más de una acción, ganará en probabilidad aquella que tenga la suma más importantes s o |
alta de expectativa x valor. buir el éxito of
Es de resaltar la universalidad del uso del modelo expectativa-valor para explicar la (como la capacf
elección entre alternativas, que no se limita a la psicología de la motivación. Así, pará­ zo empleado), |
metros afines a los de expectativa y valor son utilizados en los modelos de decisión de la sencillez o di
los economistas (Mateos, 1996a), También en psicofísica, cuando los investigadores tra­ La teoría de,
tan de medir la sensibilidad separadamente del criterio de decisión de respuesta, acos­ resalta íambiéit
tumbran a manipular el criterio en términos de ia expectativa y del valor de cada resulta­ 1981). El princi
do posible (es decir, de las falsas alarmas o de los aciertos). los factores de |
No obstante, el modelo espectativa-valor tiene importantes limitaciones. De entre vacional más i |
ellas, hemos de señalar que las de acción-resultado no son las únicas expectativas que fracasos, un mq
pueden tener una incidencia sobre la motivación (Skinner, 1996). Igualmente impor­ |!
tantes para la motivación son las expectativas de eficacia (Bandura, 1986, 1991). És­
tas hacen referencia a la probabilidad subjetiva que tiene una persona de que será ca­ 3.3.4. Teona|
paz de realizar la acción requerida para alcanzar el resultado deseado. Es decir, la Son muchos iert
motivación depende, no sólo de que uno espere que una determinada conducta llevará necesidad de vi
al resultado deseado (expectativas a-r), sino también de que será capaz de realizar la Unida a la ideé
conducta necesaria para ello (expectativas de eficacia). De hecho, estas dos expectati­ hacer bien una
vas influencian de forma diferente la conducta. Mientras que las expectativas a-r afec­
Teorías motivacionales 175

tan sólo a la elección entre alternativas de acción, las expectativas de eficacia afectan
gencia de la teoría de también a la persistencia ante las dificultades y al esfuerzo con que se llevará a cabo la
perdido su influencia acción elegida (Mateos, Meilán y Arana, 2002; Pintrich y Schunk, 1996). Esta distin­
:oría original sobre la ción es importante, porque a veces se tiende a pensar de la teoría expectativa-valor
omeníado en un apar- como de una teoría del rendimiento, cuando sólo lo es de la elección o preferencia
rpretaciones más mo- conductuales.
versivo para la perso- Son importantes también las expectativas de situación-resultado (s-r), que se definen
ersona a tratar de dar como la probabilidad subjetiva que tiene una persona de que la situación por sí sola,
independientemente de su conducta, le llevará al resultado deseado (Heckhausen, 1977).
Aunque a veces se denomina a las expectativas de acción-resultado como expectativas
de contingencia, en realidad la falta de contingencia no se define por unas bajas expec­
tativas de acción-resultado. La auténtica falta de contingencia entre la conducta y el
ndencia motivacional resultado se produce cuando ambas, expectativas a-r y expectativas s-r, son iguales. Tal
5 obtener algún resui- igualdad está en la base de la indefensión (si ambas expectativas son bajas) y de la indo­
tendencia motivacio- lencia (si ambas son altas) aprendidas. Como en aquella memorable secuencia de la pe­
dabilidad. De alguna lícula «La lista de Schíndler», en la que Hellen, la joven judía hacia la que el comandan-*,
un curso de acción. te del campo de concentración mantiene una relación ambivalente, definía su estado cfáS
indefensión absoluta cuando se lamentaba ante Schíndler de que allí no había reglas
para seguir viviendo, y que tanto seguir unas pautas de conducta como no seguirlas no
servía de nada.

3.3.3. Teorías de la atribución


ado «r»
La idea básica de la teoría de la atribución es que los seres humanos buscamos explica­
ción a los acontecimientos que ocurren en nuestra vida o en la de otras personas. Busca­
ón hacia la acción en mos las causas de esos acontecimientos, especialmente cuando esos acontecimientos son
obtener es positivo o imprevistos.
a fuerza motivacional Dado que hay múltiples causas, los psicólogos han tratado de identificar un número
' de todos los resulta- más reducido de dimensiones causales básicas (Weiner, 1986). Las dos dimensiones más
íe tenga la suma más importantes son la dimensión de lugar de la causalidad y la estabilidad. Podemos atri­
buir el éxito o el fracaso de una conducta a causas internas, que pueden ser estables
valor para explicar la (como la capacidad o la falta de eapaciadad) o inestables (como el mucho o poco esfuer­
motivación. Así, pará­ zo empleado), o bien a causas externas, las cuales pueden ser también o estables (como
le lo s de decisión de la sencillez o dificultad de la tarea) o inestables (como la buena o mala suerte).
os investigadores tra- La teoría de la atribución presenta una visión del hombre como un ser racional. Pero,
n de respuesta, acos- resalta también la existencia de algunos errores o sesgos de juicio (Harvey y Weary,
valor de cada resulta» 1981). El principal error de atribución que se comete es sobrestimar la importancia de
los factores de personalidad al interpretar la conducta de los demás. Pero el error moti­
mitaciones. De entre vacional más importante es atribuirnos el éxito y negar la responsabilidad de nuestros
icas expectativas que fracasos, un modo de proteger nuestra autoestima.
). Igualmente impar-
ira, 1986, 1991). És-
sona de que será ca- 3.3.4. Teorías de motivación de competencia y crecimiento
íeseado. Es decir, la Son muchos los autores que han resaltado la existencia en los seres humanos de una
ada conducta llevará necesidad de volverse competentes en su interacción con el ambiente en el que viven.
capaz de realizar la Unida a la idea de competencia va normalmente la idea de crecimiento. En efecto, el
, estas dos expectati- hacer bien una tarea puede provocar que ésta pierda parte de su valor y que, en conse-
ixpectativas a-r afec­
176 Psicología de la motivación y la emoción

cuencia, nos planteemos retos nuevos y más difíciles. De este modo se produce un creci­ Las ideas^
miento personal.
Motivación de competencia. Uno de los primeros autores en resaltar la motivación II tífica. Sin e m |
anticipo a losi
de competencia, o efectancia como él prefirió denominarla, fue White (1959). Entendió personas puecÉj
la competencia como la capacidad para interactuar eficazmente con el ambiente en el
que uno vive. En su opinión, la motivación de competencia se ve más claramente en el I!
11
11%
tinuación.
1
juego de los niños. Como ya había sugerido Freud, el juego sería un intento por parte del 3.3.5,
niño de controlar eficazmente su medio. Wí$.
El concepto de control sugerido por White ha sido ampliado posteriormente por de- El auto-concM
Charms (1968). DeCharms postula que el principal motivo de los seres humanos es el de al proc.esamieíj
«ser eficaces en producir cambios en el ambiente». En palabras de deCharms, nos esfor­ más compleja'
zamos por alcanzar una causación personal, por ser los agentes causales de los aconte­ sentación mere
cimientos. La causación personal no es estrictamente un motivo, sino un principio guía quemas, cada i
sobre el que se construye el resto de los motivos. DeCharms critica la forma tradicional A partir de l a |
de explicar la conducta a partir de las condiciones antecedentes inmediatas o con refe­ persona se.fo|¡
rencia a las metas que tratamos de alcanzar. La propuesta de deCharms es que, para La relaciól
comprender plenamente la conducta humana, hemos de tener en cuenta la necesidad que cia entre el sel
tienen las personas de ser dueñas de sus actos. puede actuar §
DeCharms sugirió una clasificación de las personas en orígenes y peones. La per­ III Por otro lado|
sona-origen piensa que su conducta está controlada por sus propias decisiones. Por el lili! confirme la ira
contrario, la persona-peón percibe su conducta como controlada por fuerzas externas
sobre las que no tiene control. Los «origen» tienen fuertes: sentimientos de causación
1 rechazar o igt|
Auto-reguá
personal, y gran parte de su conducta está dirigida por estos sentimientos de control. las teorías co¡|
Los «peón» sienten indefensión, y su conducta está influida por su falta de control discrepancia, |
percibido. seado. Ambos|
La idea, defendida por White y deCharms, entre otros, de que la lucha por la compe­ inicio de un c |
tencia y la autonomía personal constituyen motivos básicos, ha sido investigada empíri­ modelos carec|
camente en los estudios sobre motivación intrínseca, de los que habíamos en el apartado ía consecucíó|
dedicado a los incentivos. En este sentido, una de las teorías más elaboradas sobre la tandas-son l a |
motivación intrínseca es la teoría de la evaluación cognitiva, de Deci y Ryan (1985, por tanto, eraj
1991; Ryan, 1995; Ryan y Deci, 2000). Según esta teoría, las actividades que nos resul­ Sin embar|
tan intrínsecamente atractivas son aquellas que nos hacen sentir competentes y autóno­ campos, com^|
mos dentro de una clima interpersonal de seguridad. De los tres rasgos, competencia, estudios de pijj
autonomía y seguridad, la autonomía sería eí más importante. llegar a la psi|
Motivación de crecimiento. La idea de crecimiento ha sido una aportación de los mana de ia vci
enfoques humanistas en psicología. La idea fundamental de estos enfoques es que hay vienen a ilena|
en el ser humano una motivación de crecimiento dirigida a ensanchar las propias poten­ (1991; G ollw |
cialidades y a poner en práctica aquellos talentos que uno ha heredado. Esa motivación 1996b, para u |
es innata y, por tanto, común a todos los seres humanos. Sin embargo, determinadas ción implica é
i® entre los procfj
circunstancias pueden afectar a la motivación de crecimiento, dificultando o, por el con­
trario, facilitando su expresión. Según Rogers (1959), la falta de un apoyo social apro­ por la elecciói
piado, especialmente en la infancia, podrían perjudicar al crecimiento personal del niño. por la realiza^
Si el niño no recibe una estimación incondicional de las personas de su entorno, dirigirá las intencione|
sus esfuerzos a proteger su autoconcepto amenazado, en lugar de mantener una actitud modo los pen|
no defensiva y abierta a las experiencias cambiantes. Por su parte, Maslow (1970) sitúa los. varias ¿’.s-s
en la existencia de necesidades inferiores insatisfechas el principal impedimento para el curso. Por ejép
desarrollo de ía auto-realización personal mación consis:
Teorías motivacionales 177

odo se produce un creci- Las ideas humanistas han seguido sus propios cauces, alejados de la psicología cien­
tífica. Sin embargo, el énfasis puesto por estas teorías sobre el autoconcepto ha sido un
?n resaltar la motivación anticipo a los estudios empíricos recientes acerca del self y a la posibilidad de que las
White (1959). Entendió personas puedan auto-regular su conducta. Dos aspectos que pasamos a comentar a con­
e con el ambiente en el tinuación.
ve más claramente en el
i un intento por parte del 3.3.5. Teorías de self y autorregulación

) posteriormente por de- El auto-concepto. De todas las estructuras cognitivas que pueden afectar a ja conducta y
s seres humanos es el de al procesamiento de la información entrante, quizá sea el autoconcepto la red asociativa
de deCharms, nos esfor- más compleja e interconectada de nuestro aparato mental. El autoconcepto es la repre­
; causales de los aconte- sentación mental que uno tiene de sí mismo (el self). Está formado por varios auto-es­
>, sino un principio guia quemas, cada uno referido a distintos ámbitos de actuación de la persona (Markus, 1977).
tica la forma tradicional A partir de las experiencias particulares y de la información que recibe de los demás, la
i inmediatas o con refe- persona se forma una imagen general de sí misma.
deCharms es que, para La relación del auto-concepto con la motivación es doble. Por un lado, la discrepan­
cuenta la necesidad que cia entre ei self actual y el self ideal (Higgins, 1996) o posible (Markus y Nurius, 1986)
puede actuar como una meta, motivando la conducta dirigida a reducir la discrepancia.
Senes y peones. La per- Por otro lado, hay un motivo de consistencia, que nos lleva a buscar información que
Dpias decisiones. Por el confírme la imagen que tenemos de nosotros mismos, o que sea congruente con ella y a
da por fuerzas externas rechazar o ignorar la información que es contraria a esa imagen (Baumeister, 1998).
itimientos de causación Auto-regulación. La idea de la auto-regulación de la conducta es un resultado de
entimientos de control, las teorías cogniíivo-sóciales. Tanto en el modelo de expectativa, como en el modelo de
por su falta de control discrepancia, se asume que la persona tiene una representación mental de un estado de­
seado. Ambos modelos suponen que esa representación da cuenta de la selección y/o
? la lucha por la compe­ inicio de un curso de acción. Es decir, tales modelos son propositivos. Sin embargo, los
tido investigada empíri- modelos carecen de mecanismos específicos que expliquen cómo la persona prosigue en
lablamos en el apartado la consecución de una meta u objetivo a la vísta de dificultades. De hecho, estas circuns­
nás elaboradas sobre la tancias son las únicas de interés desde un punto de vista motivacional. El siguiente paso,
de Deci y Ryan (1985, por tanto, era aceptar que los seres humanos pueden auto-regular su conducta.
tividades que nos resul- Sin embargo, la idea de auto-regulación, que ha tenido una cierta'tradición en otros
competentes y autóno- campos, como la psicología clínica (por ejemplo, Thorensen y Mahoney, 1974), o los
ís rasgos, competencia, estudios de personalidad (por ejemplo, Mischei, Ebbesen y Zeiss, 1972), ha tardado en
llegar a la psicología de la motivación pese a los intentos pioneros de la psicología ale­
> una aportación de los mana de la voluntad discutidos al comienzo de este capítulo. Dos modelos recientes, que
os enfoques es que hay vienen a llenar ese vacío, son los elaborados por Kuhl (1986, 1987, 1994) y Heckhausen
ichar las propias poten- (1991; Gollwitzer, 1993). En ambos, el concepto clave es el de intención (véase Mateos,
redado. Esa motivación 1996b, para una exposición más amplia de ambos modelos). La formación de una inten­
embargo, determinadas ción implica el compromiso con un determinado curso de acción, y marca la separación
Icultando o, por el con- entre los procesos motivacionales y los procesos volitivos. Los primeros se caracterizan
í un apoyo social apro- por la elección entre alternativas en términos de viabilidad y deseabilidad. Los segundos,
iento personal del niño. por la realización de la acción pretendida a la vista de dificultades. Kuhl considera que
5 de su entorno, dirigirá las intenciones adquieren un estatus especial en la memoria de trabajo, guiando de este
ie mantener una actitud modo los pensamientos y acciones inmediatos. Por esta razón, cuando surgen obstácu­
e, Maslow (1970) sitúa los, varias estrategias auto-reguladoras pueden ponerse al servicio de la intención en
ial impedimento para el curso. Por ejemplo, a través de una mejor atención y codificación selectivas de la infor­
mación consistente con la intención. Por su parte, Heckhausen considera que la forma­
178 Psicología de la motivación y la emoción

ción de lina intención produce una disposición mental orientada a la realización, caracte­
rizada por una actitud planificadora y atenta a las oportunidades de actuación, que per­ 1) búsqueda ¿féj
mite a la persona afrontar de la forma más adecuada la realización de ia acción pretendida. través de aeti\^
estimulación njj
drogas; 3) des§
3.4. El enfoque de ias diferencias individuales sociales a traváj
variada, y 4) stq
Si los anteriores enfoques tenían como principal objetivo la identificación de principios investigación l|!
o leyes generales de comportamiento, este último enfoque se ocupa de ias diferencias en pación en activf
el comportamiento motivado de unas personas a otras, e incluso de la misma personas en montos atípico|
diferentes momentos o situaciones. ceso, consumo f
Podemos identificar en este enfoque cuatro diferentes orientaciones: 1) una orienta­ En un principié
ción biológica; 2) una orientación social; 3) una orientación evolutiva, y 4) una orienta­ nes basada en ¿1
ción factorialista. Las dos primeras han jugado un papel importante en el desarrollo de la de Eysenck. Pq
teoría motivacional. Por el contrario, las dos últimas han jugado un papel menor, desa­ los procesos ce¡
rrollándose en contextos diferentes al de la psicología de la motivación. Zuekerman y f§

3.4.1. Diferencias individuales: Una orientación biológica 3.4.2. Dífereif

Una primera forma de abordar el estudio de las diferencias individuales es relacionar Esta segunda oif
las diferencias de comportamiento con el temperamento. El temperamento hace refe­ con disposicionf
rencia a características psicológicas que dependen de procesos fisiológicos que ade­ peramento, p e r|
más son heredados. El temperamento representa la excitabilidad habitual del cerebro y son relativamenl
del sistema nervioso autónomo y endocrino de una persona. Las diferencias en excita­ ción de necesidf
bilidad son de naturaleza genética y determinan el modo de reaccionar de las personas cesidades, las d|
ante los acontecimientos. Quizá las dos dimensiones de la personalidad relacionadas los estudios en |
con el temperamento más estudiadas han sido ia extraversión y la búsqueda de sen­ Cada una d |
saciones. Así, la proximíc|
Según Eysenck (1990), la extraversión-introversión es una dimensión general de la de un esíudiant|
personalidad que hace referencia a ias diferencias entre individuos en sociabilidad e discrepancia e n |
impulsividad. Además esta dimensión incluye otros rasgos adicionales como la asertivi- rar el examen. I
dad, la despreocupación o el gusto por la aventura y las sensaciones nuevas. Para expli­ Pero, ademá|
car las diferencias de comportamiento entre extravertidos e introvertidos, Eysenck con­ cer cada una de|
sidera que las personas difieren entre sí en sus niveles habituales de arousal. Los que caracteriza |
extravertidos tienen un nivel de arousal, habitualmente bajo. Por ello, tienden a realizar conciben las d if
conductas que aumentan su nivel de arousal como las relaciones sociales, el hacer cosas esfuerzo, y en e |
nuevas, o el actuar de forma impulsiva. Por su parte, los introvertidos, que tienen un Se supone que i
nivel de arousal habitual de moderado a alto, están motivados a mantener e incluso redu­ supone, además^
cir sus niveles de arousal. Por eso, tenderán a evitar los contactos sociales y procurarán bastante estable.'.]
llevar una vida más ordenada, menos impulsiva. De este modo, la motivación que subya- la misma persoré
ce a la conducta de extravertidos e introvertidos es, según Eysenck, la misma: la búsque­ lescente más o n
da y mantenimiento de niveles óptimos de activación. Otra forma é
Una segunda característica de personalidad basada en el temperamento es la búsque­ difieren entre s n
da de sensaciones. Ésta se define como un rasgo caracterizado por «... la búsqueda de alta necesidad de
sensaciones y experiencias variadas, novedosas, complejas e intensas, y estar dispuesto las profesiones $
a asumir riesgos físicos, sociales, legales y financieros con tal de lograr esa experiencia» ción entre las ne|
(Zuekerman 1994, p. 27). La búsqueda de sensaciones comprende cuatro factores: centivos externos
estas necesidades
Teorías motivacionales 179
la realización, caracte-
de actuación, que per- 1) búsqueda de aventuras y emociones, que expresa el deseo de sensaciones fuertes a
de ia acción pretendida. través de actividades de riesgo; 2) búsqueda de experiencias, que refleja el deseo de
estimulación mental y sensorial a través del arte, la música, los viajes, o del consumo de
drogas; 3) desinhibición, que expresa ei deseo de liberarse de los convencionalismos
sociales a través de conductas como la bebida, el juego o la búsqueda de compañía sexual
variada, y 4) susceptibilidad al aburrimiento, o aversión a la rutina y al aburrimiento. La
tificación de principios investigación ha encontrado una relación entre la búsqueda de sensaciones y la partici­
pa de las diferencias en pación en actividades que suponen riesgo (Zuckerman, 1979, 1994), incluyendo: experi­
e la misma personas en mentos atípicos, deportes de riesgo, juegos de azar, actividades delictivas, beber en ex­
ceso, consumo de drogas, conducción temeraria y conducción bajo los efectos del alcohol.
iciones: 1) una orienta- En un principio, Zuckerman (1979) adoptó una explicación de la búsqueda de sensacio­
utiva, y 4) una orienta- nes basada en el concepto de nivel óptimo de estimulación muy similar a la explicación
te en ei desarrollo de la de Eysenck. Posteriormente, ha ampliado su marco explicativo tratando de identificar
un papel menor, desa- los procesos cerebrales subyacentes, tanto neurales como químicos (Zuckerman, 1994,
ivación. Zuckerman y Kuhlman, 2000).

3.4.2. Diferencias individuales: Una orientación social

[{viduales es relacionar Esta segunda orientación relaciona las diferencias en comportamiento entre las personas
nperamento hace refe- con disposiciones de personalidad que no tienen una base innata tan clara como el tem­
5 fisiológicos que ade- peramento, pero que sin duda tienen una pronta presencia en la vida de las personas y
1habitual del cerebro y son relativamente estables. En los orígenes de esta orientación se encuentra la clasifica­
3 diferencias en excita- ción de necesidades psicológicas básicas propuesta por Murray (1938). Entre estas ne­
^cionar de las personas cesidades, las de logro, afiliación y poder han recibido una gran atención por parte de
sonalidad relacionadas los estudios en motivación social (McClelland, 1958, 1985).
y la búsqueda de sen- Cada una de estas necesidades se activa en presencia de los estímulos apropiados.
Así, la proximidad de un examen podría ser el estímulo que activa la necesidad de logro
[imensión general de la de un estudiante. Ésta podría motivar la conducta de estudio encaminada a reducir la
dúos en sociabilidad e discrepancia entre los conocimientos actuales del estudiante y los requeridos para supe­
males como la asertivi- rar el examen.
>nes nuevas. Para expii- Pero, además, las personas difieren entre sí en el grado con el que necesitan satisfa­
jvertidos, Eysenck con- cer cada una de estas necesidades. Consideremos, por ejemplo, el afan de superación
tuales de arousal. Los que caracteriza a la necesidad de logro. Podemos encontrar en un extremo personas que
• ello, tienden a realizar conciben las dificultades o adversidades de la vida como alicientes para la lucha y el
sociales, el hacer cosas esfuerzo, y en el otro extremo personas que se desalientan ante las primeras dificultades.
vertidos, que tienen un Se supone que todas las personas se sitúan en algún lugar entre esos dos extremos. Se
lantener e incluso redu- supone, además, que el grado con el que poseemos cada una de estas disposiciones es
>s sociales y procurarán bastante estable. Y esto contribuye, sin duda, a que nos veamos a nosotros mismos como
t motivación que subya- la misma persona a lo largo de nuestra vida. Así, nos identificamos en el niño(a) o ado­
:k, la misma: la búsque- lescente más o menos decidido (o bien, más o menos apocado) que fuimos.
Otra forma de entender estas diferencias individuales es considerar que las personas
)eramento es la búsque- difieren entre sí en el tipo de incentivos que valoran. Así, por ejemplo, las personas con
por «... la búsqueda de alta necesidad de afiliación valoran las relaciones íntimas y sinceras con otras personas,
snsas; y estar dispuesto las profesiones y asociaciones dirigidas a ayudar a otras personas. No obstante, la rela­
lograr esa experiencia» ción entre las necesidades psicológicas, como motivaciones de origen interno, y los in­
«rende cuatro factores: centivos externos no siempre es clara. Volveremos, en el Capítulo 10, sobre algunas de
estas necesidades psicológicas.
180 Psicología de la motivación y la emoción

3.4.3. Diferencias individuales: Una orientación evolutiva En la ac^


minado mod
Si las dos anteriores orientaciones que ha adoptado el estudio de las diferencias indivi­ ¡ 1999; Ozer |
duales hacian referencia a las diferencias de personalidad estables o duraderas, ahora nalidad son:|
vamos a considerar diferencias de carácter más transitorio. Dicho de otro modo, si antes tos sociable!
considerábamos las diferencias que hay de unas personas a otras, ahora consideraremos una tendenci
las diferencias que se producen dentro incluso de la misma persona en momentos tem­ una inclinacj
porales diferentes, es decir, diferencias vinculadas a los procesos de maduración o evo­ una tendencil
lutivos. ... /•£/, una orietl
En lo que puede tomarse como una adaptación dei viejo tema de las «edades del i factores, exf]
hombre», algunos integrantes de la psicología del ciclo vital conciben el desarrollo como McCrae (19|
la realización de un conjunto de tareas evolutivas comunes por las que todos ios indivi­ Parece h¡
duos van pasando a lo largo de su vida (Chickering y Havighurts, 1981). Cada tarea versión~intr<¡
evolutiva'supone para la persona un desafío para su capacidad de adaptación al medio quier elasifif
(Havighurts, 1972). A la satisfacción por la superación de una determinada tarea en un las dimensid
determinado ámbito (económico-laboral, afectivo, familiar, comunitario) seguirán las forman parte
preocupaciones por nuevas tareas en ese mismo ámbito. Así, por ejemplo, en el ámbito nes en su c |
familiar, ios padres han de enfrentarse a tres retos importantes: el nacimiento del primer naturaleza df
hijo, el abandono del hogar por parte de ios hijos, y el comienzo de la desintegración de Por lo q|
1a unidad familiar original (Duvall, 1988). Proporcionar protección a los miembros de la estudios han|
familia, asignar responsabilidades, y mantener la moral para superar las crisis de cada y al menos |
período son algunas de las tareas por realizar. De este modo, la posición de la persona en ta, 1992). A |
cada uno de estos ámbitos, y cómo se está enfrentando a los desafíos, nos proporciona versión, y \é
un buen indicador de su estado motivacional, o de lo que podríamos denominar las pre­ estudios, Mf
ocupaciones principales de esa persona (Schwartz, Sagiv y Boehnke, 2000). lente a la e |
Pero, como ya indicamos, la psicología de la motivación ha prestado poca atención a que la equh|
este tipo de diferencias individuales. Y a?í, uno de los esca ")s intentos por vincular la duales motif
motivación con el desarrollo del individuo ha sido la organización jerárquica de necesi­ pulsos, que f
dades propuesta por Maslow. Consideraba Maslow que las necesidades humanas se or­ 1994). ¡
ganizan jerárquicamente, desde las más inferiores (necesidades fisiológicas del tipo Por otrdf
del hambre, dolor, etc.), hasta la necesidad superior de auto-realización (desarrollar las conductas c |
propias potencialidades o talentos heredados). Entre medias, y por este orden, se situa­ ejemplo, re |
rían las necesidades de seguridad, de pertenencia y de estimación. Un supuesto del siste­ (Rusting y |
ma jerárquico es que las necesidades inferiores han de ser satisfechas, siquiera parcial­ de conflicto!
mente, antes de que las necesidades superiores comiencen a influir en la conducta de la
persona.

3.4.4. Diferencias individuales: Una orientación factorialista


4. BIBL
Esta última orientación pretende, a través de la metodología del análisis factorial, iden­
tificar las dimensiones o factores básicos de la personalidad. Es decir, qué es lo que Anderson, J.
básicamente tienen en común todas las personas. Por tanto, en un sentido estricto, esta Baíleme, B. V
orientación se aleja de las pretensiones de este apartado de explicar las diferencias en in primar
motivación que hay de unas personas a otras. Sin embargo, podemos tomarla como un 236-250J
paso previo y muy importante en el estudio de las diferencias individuales: el de identi­ Balleine, B. ^
ficar las dimensiones más básicas con respecto a las cuales los seres humanos podrían Klein (ecf
diferir, y cuáles de estas dimensiones podrían tener connotaciones motivacionales. Erlbaum^

.i
Teorías motivacionales 181

En la actualidad, existe un cierto consenso entre los investigadores en torno al deno­


minado modelo de los cinco factores (Digman, 1990; Funder, 2001; McCrae y Costa,
: las diferencias indivi- 1999; Ozer y Reise, 1994). Según el modelo, las cinco dimensiones básicas de la perso­
>les o duraderas, ahora nalidad son: la extraversión, una disposición hacia emociones positivas, comportamien­
>de otro modo, si antes tos sociables, y búsqueda de activación; la (in)estabilidad emocional o neuroticismo,
, ahora consideraremos una tendencia a experimentar angustia emocional, depresión y timidez; la amabilidad,
ona en momentos tem- una inclinación a confiar en los demás y tratarlos con consideración; la responsabilidad,
; de maduración o evo- una tendencia a la persistencia, la laboriosidad y un comportamiento ético; y la apertu­
ra,, una orientación receptiva hacía ideas y experiencias variadas. Para medir estos cinco
ma de las «edades del factores, existen varias escalas, una de las más utilizadas es la elaborada por Costa y
iben el desarrollo como McCrae (1992).
is que todos los indivi- Parece haber pocas dudas entre los investigadores en que las dimensiones de extra­
irts, 1981). Cada tarea versión-introversión y neuroticismo-estabilidad emocional han de formar parte de cual­
le adaptación al medio quier clasificación descriptiva de la personalidad. El acuerdo es menor con respecto a si
eterminada tarea en un ias dimensiones de amabilidad y responsabilidad son independientes, o por el contrario
nunitario) seguirán las forman parte de un factor de orden superior de psicoticismo o de búsqueda de sensacio­
ejemplo, en el ámbito nes en su componente de impulsividad. Y aún hay más controversia con respecto a la
nacimiento del primer naturaleza de la dimensión de apertura, también denominada cultura e inteligencia.
de la desintegración de Por lo que respecta a la relación de los cinco factores con la motivación, algunos
n a los miembros de la estudios han encontrado correlaciones entre cada una de las necesidades básicas de Murray
>erar las crisis de cada y al menos uno de los cinco factores (Costa y McCrae, 1988; Piedmont, McCrae y Cos­
sición de la persona en ta, 1992). Así, por ejemplo, la necesidad de afiliación se relaciona con el factor de extra­
afios, nos proporciona versión, y la necesidad de logro con el factor de responsabilidad. Basándose en dichos
nios denominar las pre- estudios, McCrae llegaba a la conclusión de que la estructura de los motivos es equiva­
nke, 2000). lente a la estructura de los rasgos de personalidad. Otros datos, sin embargo, muestran
estado poca atención a que la equivalencia no es tan perfecta. Así, hay una clase general de diferencias indivi­
ntentos. por vincular la duales motivacionalmente relevante, a la que podemos denominar como control de im­
n jerárquica de neeesi- pulsos, que no parece guardar relación con ninguno de los cinco factores (Ozer y Reise,
idades humanas se or-
s fisiológicas del tipo Por otro lado, proliferan los estudios que muestran relaciones entre los factores y
zación (desarrollar las conductas concretas con un marcado acento motivacional. Estos estudios muestran, por
3r este orden, se situa- ejemplo, relaciones entre neuroticismo y propensión a experimentar afectos negativos
Un supuesto del siste- (Rusting y Larsen, 1997; Suls, Green y Hillis, 1998), o entre amabilidad y la resolución
íchas, siquiera parcial- de conflictos interpersonales (Jensen-Campbell y Graziano, 2001).
ir en la conducta de la

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