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Primavera 2010
Staff

Idea y dirección: Marcela Predieri - http://mpredieri.blogspot.com


Vicedirección: Gustavo Olaiz
Editor responsable: Ricardo Marcelo Martín
Catamarca 3002 - 7600 Mar del Plata - Buenos Aires - Argentina
e-mail: editor@editorialmartin.com
Realización: “DELAPALABRA” Grupos de Estudio y Creación Literaria
Secretaría de Producción: Alejandro Gómez
Diagramación y armado: Gustavo Olaiz
Diseñadora gráfica: Yamila Ache (yamih.dg@gmail.com)
Página WEB: www.delapalabra.com.ar
Colaboradores permanentes:
Gabriel Cabrejas - David Fuks
Gustavo Ciancio - Diego Orcoyen
Augusto Munaro - Víctor Clementi
Lidia Castro Hernando - Luis Escobar
Daniela Riccioni - Débora Pereyra
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Foto de Tapa: Javiera Miraglia
Colaboraciones a: delapalabra@hotmail.com
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La Avispa 49 2
Edit
orial
Sensación del vacío

A veces uno se le-


vanta, prepara su
rutina, desayuna y
en la última pasada
ante el espejo des-
cubre que no se reconoce; los medios de comunicación han
transformado nuestro rostro y pensamiento. Aquello que al des-
pertar era un día más, se convierte en una salida a la jungla.
Según los reportes, el caos reina en las calles. Anoche me acosté
con poesía de Miguel Hernández, en sus letras el poeta narra
desdichas propias y ajenas de una guerra que lo desgarró a él
y a sus hermanos, al despertar los medios me inundaron con
el apocalipsis de un conflicto cotidiano, absurdo e inadmisible.
Habitamos una jungla extraña, y quienes ejercen el periodismo
pareciera que necesitaran transmitir ese caos para sobrevivir,
jamás una respuesta o una propuesta válida para mejorar nues-
tra vida.
Y la pregunta reside. ¿En que falló esta generación a la que
también pertenezco? ¿Es que seguiremos echando culpas al pasa-
do? ¿O alguna vez nos haremos responsables de la porción que
nos pertenece? Muchos de nosotros somos parte de ese pasado
y si fuéramos sinceros deberíamos reconocer que en algún lugar
la indiferencia nos comió el alma. No pluralizo pero, pocos… en
millones no hacen a la diferencia.
¿Qué tiene que ver esto con la cultura? ¡Todo! Ya que están es-
condidas detrás de ella las respuestas primarias de todos nuestro
males “A mal enseñado mal aprendido”. Alguna vez dije que
esta era la guerra entre el tener y el ser, es obvio que el tener
está ganando la batalla. Los adultos en particular han olvidado
la diferencia; es más fácil dar que enseñar. Día día se gana en
tecnología, ciencias y técnicas que se aplican a niños como si se
buscara robotizarlos y se agranda una brecha peligrosa entre
unos y otros… Los que pueden acceder a esos conocimientos y
aquellos que nunca van a poder pasar de un estudio básico y a
la larga van a ser parte de la extensa cola de los marginados.
Pero en la fila de los primeros también se agranda la distancia
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entre referentes y referenciados, es más cómodo poner al niño
delante de una pantalla, en diferentes talleres de seudocultura, o
manipulación deportiva en donde se muestra que el éxito es mejor
camino que el esfuerzo, en un intento costoso de lograr tiempo
para recrear su propio stress, cuando lo ideal seria conversar, leer
o compartir algo con ellos y tratar de ser el punto de referencia
sano e interesado que el niño necesita. Luego se dice que los niños
vuelan demasiado pronto hacia la calle y muy lento hacia las
responsabilidades, creo que el vuelo se toma cuando en el hogar
son pocas las cosas interesantes que a uno lo retienen, salvo el
techo y la comida. “Mucho de nada, o todo de algo confunde”
decía mi abuela.
Desde que el mundo existe el adulto tuvo la necesidad de comu-
nicarse con su descendencia con un lenguaje específico, que provo-
cara en él un placer emocional en ese instante increíble del “Había
una vez…”. Ese gesto aparentemente simple fundamentaba una
vida futura. Los especialistas afirman que en los primeros años
de vida de “cualquier” niño se modelan pautas de conducta y
personalidad ¿Les dice algo esto…? Pese a estas advertencias
la vinculación entre padres e hijos cada día es mas pragmática
y superficial, los valores materiales han suplido a los valores
culturales y hemos dejado en manos de los medios la crianza,
educación y formación sin comprender por omisión o distracción
que la cultura es también ampliar su mundo, su conciencia y
afirmar su personalidad a través de diferentes disciplinas. Los
adultos como formadores naturales de su identidad, tenemos la
responsabilidad de acercarles bienes que involucren al niño en la
libertad de opinar, elegir, conocer y disfrutar con conocimientos
reales.
Que los chicos lean ¿Es tarea de los grandes? Sí. Es una tarea
importante y delicada como todas las grandes tareas de la vida.
Obviamente es mucho más fácil vivir distraídos y luego quejarse
de los grandes cambios morales que azotan a nuestra sociedad.
No puedo dejar de recordar que la cultura de nuestra ciudad aún
está de luto por la pérdida de uno de los mejores gestores que
tuvimos. Un sincero y sentido homenaje a quién fue el Director
del teatro Colón de Mar del Plata, Guillermo “Willy” Wullich.

Alejandro Gómez
(halegomez2003@yahoo.com.ar)

La Avispa 49 4
Ent
revist
a

Entrevista a Robert Roth


por Luis Benítez

5 GRUPO DELAPALABRA
Entrevista
Desde Manhattan, Nueva York,
habla el editor y escritor Robert Roth

“Este es un tiempo particularmente duro”


Entrevista y traducción: Luis Benítez
Fotos: Bill Cofone

Robert Roth nació en Nueva York en 1943 y es el coeditor de la revista “And Then”,
una de las publicaciones neoyorquinas más conocidas entre las especializadas en
letras, artes plásticas, movimientos sociales y actualidad. En esta entrevista Roth
responde a varios interrogantes respecto de su actividad y asimismo se refiere a
su reciente libro, titulado “Health Proxy” (Yuganta Press, Stamford, Connecticut,
EE.UU.,2007), donde ofrece el relato directo de su encuentro con diferentes
tipos humanos, residentes en la Gran Manzana; una interesante recopilación de
apuntes sobre la desesperación, la enfermedad, el dolor y la esperanza en el
mundo contemporáneo.

¿Qué puede decirnos sobre la labor de su revista, And Then?


Este es un tiempo particularmente duro para mí y para la revista.
Mi más cercano, querido y viejo amigo, Arnie Sachar –quien
coeditó la revista conmigo durante 22 años– falleció el pasado
septiembre. Comenzamos la publicación en 1987, con Shelley Haven
y Marguerite Bunyan, trabajando los cuatro juntos, durante todos
esos años. Shelley diseñó los primeros 13 números; Marguerite
los dos últimos; ella se encargó de la edición desde el comienzo
y Shelley todavía se encarga de la tapa. Ambas escribieron en la
revista, además de brindarle su arte y relacionar a otras personas
con la publicación. Mucha gente colaboró con nosotros durante
estos años, pero ahora Arnie ya no está y resulta extremadamente
doloroso para mí trabajar sin él; me siento incompleto y perdido en
el océano. Nos telefoneábamos cinco o seis veces por día, cada día;
ahora, cuando llegan nuevas colaboraciones, no puedo llamarlo para
conocer su opinión. Si surge un problema, no puedo consultarlo; si
nos felicitan por algo, no puedo decírselo. Ya no puedo consultarle el
orden de publicación de los artículos ni conocer su criterio respecto
de cuestiones políticas y sociales que nos plantean; tampoco puedo
argumentar tan completa ni abiertamente como cuando contaba
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Entrevista
con él. Nadie como él para discutir y nadie como él a quien pueda
volver loco con cada una de las cuestiones que afectan a la revista.
Arnie poseía una profunda imaginación profética, una mente
extremadamente activa y políticamente perspicaz. El gran pacifista
y anarquista Igal Roodenko (1) dijo que todos somos instrumentos
de una sola orquesta. La presencia de Arnie persiste y forma parte
de cada uno de nosotros. Pero ya no puede estarlo en su plenitud.
Su sitio en la orquesta está en silencio. Y la música que hago
suena metálica y muy aislada, absolutamente inadecuada sin él.
Otros amigos –como Mirna Nieves, Carletta Joy Walker y Ralph
Nazareth– han colaborado enormemente con la revista, a través de
los años, pero nunca tanto como ahora. Los tres están entre los más
extraordinarios escritores que he leído y enriquecen la publicación.
Estoy muy conmovido por todo lo que están ofreciendo y los
quiero muy profundamente, pero no habría manera de imponerles
la compulsiva –y subrayo, compulsiva– ida y vuelta de opiniones
que desarrollábamos Arnie y yo.

Háblenos de la actividad de la revista, por favor...


Respecto de la revista en sí, And Then es una mezcla de prosa y
poesía, arte, fragmentos y música. Siento que hay algo parecido a
un campo resplandeciente de libertad dentro de sus páginas. Nunca
sabes qué sorprendente aporte te dará alguien ni qué forma de
expresión tendrá: esperas un ensayo, te encuentras con un poema;
aguardas leer un poema, recibes una composición musical. La gente,
casi siempre, nos aporta algo de particular interés para ella. Muy
raramente aparece alguien con la actitud de: “Bueno, voy a darles
algo de lo que simplemente tengo más a mano”. El consejo de
lectura de la revista es serio, comprometido, responsable y, también,
juguetón. La gente sabe que lo que hacen tendrá un impacto.

¿Cómo son sus colaboradores?


Pertenecen a muy diversos lugares, diferentes culturas, diversos
estados de la mente. El rango de edad va desde los 5 a los 94 años.
En cierto sentido, pueden ser llamados multiculturales. Pero pienso,
a veces, que sería más adecuado denominarlos “multi-anticulturales”.
Muchas de las colaboraciones provienen de gente que está tratando
de liberarse de la represión y la opresión de culturas donde han
crecido o de las que todavía forman parte, y esto incluye casi a
cualquiera sobre el planeta.
7 GRUPO DELAPALABRA
Entrevista
¿Cómo fue el comienzo de la revista?
Antes de comenzar, le dije a Arnie que, más allá de lo que hiciésemos,
la gente diría que la revista era despareja, que tal artículo sería
apreciado como una secuela de otro y tal otro sí entendido como
original; que la gente es compulsivamente crítica y generosa al mismo
tiempo; que no habría forma de protegerse contra la negatividad.
Déjennos disfrutar de lo positivo y dejen que las fichas caigan
donde sea. Así que, con los años, la gente ha dicho que la revista es
desigual, pero siempre por razones diferentes. Y no ha habido nada
parecido a un consenso sobre ninguna de sus partes. Cada número de
la revista adquiere una vida propia y es sólo al comenzar a ponerlas
en un orden que tenemos una idea de lo que hemos conseguido.
Corrientes múltiples pasaron a través de cada número de la revista.
El volumen 1 fue, en parte, una especie de manifiesto. Muchos de
los textos conforman una crítica interna de los movimientos sociales
radicales (2). La revista apareció en escena: no era confusa y podía
ser leída por todos, lo que resultó una sorpresa.

¿Cómo lograron editarla?


Alguien tenía acceso a una máquina de composición tipográfica, en
el seno de una gran corporación: Somos una revista underground
(3), después de todo. Así que, durante un período, un montón de
gente –los fines de semana y en la noche– se colaba en el edificio
de esa gran corporación para tipiar sus artículos y los de otros.
En cierto momento, la paranoia de ser descubiertos nos retrasó
casi a paso de tortuga y pensábamos que nunca terminaríamos
con esa parte de la edición. A veces yo me preguntaba qué pasaría
si alguien apretaba el botón equivocado y todo este material de
una revista radical terminaba siendo parte del informe anual de
esa corporación... Además de tener este acceso a una máquina de
composición tipográfica, otro amigo, Joel Cohen, que es impresor,
se ofreció a imprimir hasta la cubierta de forma gratuita. Así resultó
más barato para nosotros tener la composición tipográfica de las
revistas profesionales y una cubierta muy bien impresa, que hacer
nuestra publicación de otra manera. La primera edición fue, en cierto
modo, la más dolorosa, aunque cada edición ha tenido sus serios
problemas. Mi comunicación con los demás estaba totalmente mal:
demasiadas personas entendían mal las cosas y se olvidaban de
aquello que creía yo que habían entendido. Y viceversa. Era claro
que yo estaba haciendo algo del modo equivocado. Cada una de
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Entrevista

esas personas estaba haciendo todo absolutamente gratis, donando


su tiempo, su energía y su entusiasmo. Sin embargo, teníamos que
hacer el trabajo como si fuera un trabajo remunerado. Cualquier
error en el desempeño de alguien podría arruinar toda la experiencia
de esa persona.

Después del fenómeno de la aparición de Internet, muchas


revistas que primero se imprimían en papel, se pasaron al
formato virtual. ¿Por qué ustedes insisten en el formato
impreso?
Hay muchas buenas razones para publicar online. Y un día lo
haremos. Por ahora, seguimos haciendo lo que siempre hicimos. Por
otra parte, me gusta cómo se ve y se siente la revista en su formato
de papel. Cuando estuve en Argentina, en 1992, usted me presentó
a muchos poetas, quienes me obsequiaron sus libros. Los libros de
estos poetas argentinos eran hermosos y daban ganas de tenerlos.
Me los traje conmigo a Nueva York y me encanta cómo se ven y
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Entrevista
cómo los siento en mi mano. Lo mismo me sucede con And Then: me
encanta observar cómo la gente se siente cuando tiene en sus manos
un nuevo número. El suspiro de agradecimiento por el hermoso
trabajo de diseño gráfico que Margarita y Shelley han hecho. Pero
lo que más me gusta es entregárselo en mano a un colaborador,
cuando el número incluye un trabajo suyo; por eso sólo, ya vale la
pena todo el trabajo que lleva cada edición.

¿Cómo se sienten ustedes, en conjunto, con cada aparición de


And Then?
Cuando la revista sale de la imprenta, organizamos una reunión
en mi departamento (4) para aquellos colaboradores que pueden
venir a recoger sus ejemplares. Es realmente un gran momento,
viendo cómo se conocen unos a otros los colaboradores, mientras se
celebra la aparición del nuevo número y, esperanzadamente, varios
compran ejemplares extra. Un mes después, realizamos una gran
fiesta... claro que también podríamos organizar una gran fiesta si
hiciésemos una revista virtual: la gente podría hacer lecturas, tal vez
habría una habitación llena de equipos portátiles abriendo la misma
página... Pero es una sensación embriagadora ver una habitación
llena de personas que tienen la revista en sus manos, mostrando sus
trabajos y leyendo los de otros, y en algunos casos, yendo por todo
el departamento para solicitar autógrafos. Siempre esperamos que la
gente compre los ejemplares, para que la revista pueda volver a salir
y mi casa no se convierta en un almacén de ediciones anteriores de
And Then. Es más difícil vender ahora. Así que veremos qué pasa.

¿Qué cambios tuvo And Then desde que comenzó a ser publi-
cada?
Uno de los cambios es que muchos de los colaboradores se toman
mucho más tiempo que antes –hace 23 años– para subir las escaleras
de mi edificio cuando vienen a recoger a sus revistas. La última vez
fue casi cómica. Yo vivo en el tercer piso. Me gusta oír la respiración
pesada y los débiles movimientos que vienen de abajo. Esperé en la
parte superior de la escalera –a veces durante bastante tiempo– para
saludar a todo aquel que llegaba. Siempre me respondieron con
una sonrisa de agotamiento cuando finalmente llegaron. Cuando
empezamos con And Then, la gente podía estar ya a la puerta, incluso
antes de que la hubiese abierto... Ahora, muchos de los contribuyentes
tienen 60, 70 y 80 años de edad. Observando quiénes escribían para
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Entrevista
la revista, Arnie y yo podríamos haber hecho nuestro propio estudio
demográfico. Algunas de las categorías fueron bastante obvias, pero
otras no tanto. Lo intentamos una y otra vez. Es muy fácil caer en
patrones generales, de los que eres completamente inconsciente.
Queríamos una variedad tan grande de colaboradores como fuera
posible. La variedad en la edad, por supuesto, era una de nuestras
búsquedas, y así el rango de edad entre nuestros colaboradores ha
ido desde los 5 hasta los 94 años. Pero, a medida que la revista iba
creciendo, no se producía el balance de edades que buscábamos,
por lo que tuvimos que buscar conscientemente a más jóvenes para
colaborar en ella. La diversidad de raza y género también fue un
aspecto crucial para nuestro equipo de colaboradores. Pero hay otro
aspecto no menos importante, relacionado con la calidad de autores
éditos o inéditos en nuestro equipo. Hay muchos que son lo uno o lo
otro, y cada uno es muy importante para nosotros. Una vez escribí
un trabajo –que sólo le mostré a unas cinco personas– referido al
componente demográfico de la revista y la gente que colabora en ella;
titulado: And Then: La Ciudad / Un Estudio Demográfico. Esta es un
área donde es muy importante estar obsesivamente atento porque, si
no lo estás, aspectos muy perniciosos de la sociedad serán replicados
casi inmediatamente, sin que te des cuenta de ello. Otro cambio
importante fue que se incrementó el porcentaje de contribuciones
de artes plásticas en cada número, desde aquel inicio. Esto causó
un profundo impacto en la revista y su alcance. Asimismo, a partir
del segundo volumen, casi cada edición ha incluido, cómo mínimo,
un trabajo musical.

¿Qué tipo de colaboraciones buscan ustedes?


Uno de los factores que nos pone nerviosos es la fijación de la atención
de la gente respecto de qué clase de artículos buscamos. Ciertamente
no existe aquello que podría llamarse “un tipo de colaboración
determinado” para And Then. Ello significa que si alguien quiere
colaborar con un serio análisis científico respecto de la composición
de una hoja, será tan bienvenido como cualquier otro colaborador.
Del mismo modo, si aporta un artículo académico. Existe el peligro
de que la gente encasille la revista y diga “aquí es donde puedo
expresar mis sentimientos profundos”. No es que no queramos
que la gente haga eso; lo que no deseamos es que haga solamente
eso. Respecto de los temas encarados, Arnie y yo tuvimos siempre
un punto de vista político muy definido, tal vez excesivamente
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Entrevista
definido, a menudo –aunque no siempre explícitamente– reflejado
en aquello que escribimos, pero los colaboradores proceden de un
amplio espectro de opiniones, con una sección transversal cada
vez más amplia de perspectivas. Y sobre esto último, algunos
tienen actitudes sociales y políticas muy diferentes de las nuestras.
Arnie y yo tuvimos que luchar contra nuestra rigidez ideológica,
para responder adecuadamente a muchos de los artículos que los
colaboradores nos presentaron. Afortunadamente, mientras nuestras
posiciones fueron casi idénticas, nuestras rigideces no y pudimos
sosegarnos el uno al otro. Algo que he apreciado es que nadie nos
propuso conscientemente publicar un trabajo sabiendo previamente
que no nos gustaría. Esto sucede particularmente así con algunos
amigos cuyos criterios políticos difieren mucho de los nuestros. Ellos
simplemente han evitado proponernos esos artículos, que canalizan
a través de otras publicaciones. Una vez sucedió lo contrario, pero
ese amigo –creo yo que como un acto de amor y bondad– finalmente
retiró su artículo. Nosotros no queremos rechazar nada de nadie.
Respecto del tiempo para contestar a favor o no... no existe un plazo
estricto, sólo una básica guía de indicaciones sobre el material a
publicar. Si hubiese algo para evaluar que nos fuera entregado muy
descuidadamente, por ejemplo, lo señalaríamos. Sin embargo, eso
nunca sucedió. Una vez que le pedimos a alguien que escriba para
nosotros, estamos obligados a imprimir lo que nos acerque. Ese es
el riesgo que hemos tomado. Si lo rechazamos, sería muy difícil
pedirle después que escriba de nuevo para nosotros.

¿Qué hay de tratar de conseguir una beca o subsidio?


No queremos una subvención. No queremos al Estado o una
organización privada poniendo su marca en cualquier cosa que
hagamos. De ninguna manera queremos formar parte de eso. Y en
el caso del gobierno o de cualquier otra poderosa corporación, no
queremos recibir el sello de aprobación de las mismas instituciones
a las que cuestionamos. Esto es dicho sin establecer ningún juicio
acerca de cómo alguien más puede hacer frente a esta cuestión. Así
que nadie de los que participan en la revista –incluidos los correctores
de pruebas, los escritores, artistas y compositores– recibe paga por
su trabajo. Por una decisión política, ética, moral, otras personas
están pagando un precio. Y esto constituye una forma de explotación.
En verdad, el dinero que obtendríamos de una subvención –en el
supuesto de que pudiésemos conseguir una– probablemente sería
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Entrevista
muy pequeño y cualquier pago sería más
simbólico que otra cosa. Pero sería algo.
Y cualquier cosa podría ser mucho para
alguien. Pero si esto fuera una subvención
por la que realmente pudiésemos pagarles
algo a los colaboradores, entonces la
decisión de no pedir un subsidio sería
más grave. Aunque el precio de conseguir
una subvención es demasiado para mí.
Preferiría no publicar.

¿Cuál es el futuro de And Then?


¡Nuevamente, And Then!

Usted publicó un libro titulado Health Proxy (5). ¿Qué puede


decirnos sobre él?
Al escribirlo estaba dentro de él. No pensé en él como un libro. Era
un mundo al que yo estaba entrando en cada día. Un mundo doloroso.
Un mundo interesante. Un mundo hermoso. Yo no tenía ninguna
expectativa o deseo de que se publicara. De hecho, pensé que era un
trabajo en el que casi nadie estaría interesado, que ningún editor lo
publicaría. Así que seguí escribiendo, totalmente perdido dentro de
la creación del libro. De vez en cuando leía una sección a un amigo
o en una lectura pública. En la presentación del libro de un amigo
conocí a Ralph Nazareth, quien sería el editor del libro. Él con su
esposa, Linda Nazareth, fundó la editorial Yuganta Press. Más tarde
supe que ese sello comenzó a editar libros aproximadamente en la
misma época en que empezó a editarse And Then. Poco después de
conocernos, Ralph y yo dimos un largo paseo por el bosque cerca
de su casa y él me dijo que la misión de su editorial era reflejar el
movimiento entre los mundos; mi libro, Health Proxy, ciertamente
no cayó dentro de esa categoría. Fue un gran alivio. Porque aquella
parte de mí que lo veía como un editor potencial del libro desapareció
de inmediato. Ello permitió que nuestra amistad tuviese un espacio
aún más libre para crecer. Nos encantó leer el trabajo de ida y
de vuelta entre nosotros. Él leía algo, entonces yo decía algo a
cambio. Me gustaba leer las secciones de Health Proxy. En algún
momento, él preguntó si Yuganta podía publicarlo como un libro.
Como he dicho antes, hasta entonces yo estaba escribiendo mi libro,
perdido en él. No tenía un propósito definido, era un mundo al que
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Entrevista
ingresaba. A partir de la propuesta de editarlo, tuvo un propósito.
Tenía que terminar de escribirlo hasta el último párrafo. Aquello,
hasta entonces, era como una imagen a la distancia o un espejismo.
Y esa imagen estaba casi siempre a la misma distancia desde la
última vez que me había sentado a escribir. Ahora tenía que llenar ese
espacio, completar la obra y convertirla en un libro. Fue un proceso
muy interesante. Fui de un estado de ánimo al otro. Y terminé el
libro. Estoy muy agradecido a Ralph por la oportunidad. Fue muy
gratificante y muy importante para mí que el libro tuviese una
difusión pública, que dos personas como Ralph y Linda estuvieran
detrás de él, y que Yuganta Press, un espíritu afín a And Then, fuera
la editora. Pero, al mismo tiempo, me fui de un lugar de espectacular
belleza, un lugar fuera del mundo real, un espacio creativo en el que
no estaba solo. Escribir también me conectaba con la gente a través
del tiempo y el espacio que estaba explorando, creando, buscando.
Y me importaba muy poco si escasas personas podían acceder a
lo que yo estaba escribiendo. Yo iba hacia el espíritu creativo que
existe en todas partes y en todo momento. Desde que cambié de
marcha, haciendo el trabajo que convirtió a Health Proxy en un
libro, no he podido volver a entrar en el espacio de la creación en
que me encontraba antes. De manera que algo muy importante se
obtuvo y, con suerte sólo temporalmente, algo muy importante fue
también lo que se perdió. No hubo absolutamente ninguna presión
por parte de Ralph para hacer ningún cambio. Él hizo sólo algunas
sugerencias, todas muy atinadas, entre ellas una muy importante,
que hizo al libro infinitamente mejor.

¿Cuál fue la idea al escribir Health Proxy?


Es muy difícil para mí hablar sobre mi propio trabajo. Algunas
personas lo consideran una novela, otros, como un libro de memorias.
Me incomodaba, inicialmente, cuando la gente hacía eso. Sentía que
estaban luchando conmigo, intentando ganar control sobre el libro, a
través de una definición, un encuadramiento. La expresión “libro de
memorias” me molesta aún más que la de “novela”, constituye una
noción vaga, indefinida, de lo que es. Pensé que aquello era realmente
una cosa propia de la gente. Ralph, en su introducción, lo calificó
como un “collage dinámico de la conciencia.” Sentí que era una
especie de extensa meditación sobre la muerte, el dolor, el deseo y el
amor. Se trata de personas de las culturas alternativas, tanto política
como artísticamente, tratando de abrirse camino en el mundo. Se trata
La Avispa 49 14
Entrevista
de un montón de otras cosas también. La gente escribió comentarios
interesantes y ensayos sobre el libro. Todo el mundo se centra en
las distintas dimensiones del libro [http://tinyurl.com/healthproxy].
A veces tenía que leer los ensayos un buen número de veces. Ellos
me ayudaron a comprender lo que había escrito. Los ensayos me
dieron una gran satisfacción. Cuando estaba escribiendo Health
Proxy estaba tratando de
hacerlo de una manera
que creara un espacio
abierto, desde donde la
imaginación del lector
pudiera salir volando hacia
alguna dirección y crear
una obra paralela a la que
estaba leyendo. Creo que
esto sucedió con cierto
número de lectores.

Opina el editor sobre las


razones para publicar el
libro de Robert Roth
“Mi esposa y yo fundamos
Yuganta Press –expresa
Ralph Nazareth– bajo
el impulso de publicar a
los escritores de nuestro
círculo inmediato, con
un criterio inconformista,
interesado en dar voz a
escritores extraordinarios
que eran demasiado serios y talentosos y/o demasiado modestos
para resultar de interés para las grandes editoriales. Se recogieron
los escritores como quien junta las monedas –abolladas pero
preciosas– que va encontrando accidentalmente por el camino. Al
mismo tiempo, ya que había demasiados escritores de mérito que
nos rodeaban, decidimos definir nuestra empresa de una manera que
nos diera un significativo –aunque en última instancia, arbitrario–
modo de elegir los manuscritos: nos propusimos buscar a aquellos
escritores cuyo trabajo reflejara un movimiento entre los mundos.
Esto sucedió durante el tiempo en que el multiculturalismo (6)
15 GRUPO DELAPALABRA
Entrevista
estaba convirtiéndose en un imperativo ideológico. Como fundamos
la editorial en una época –a mediados o finales de los 80– en que
sentíamos miedo de un cataclismo nuclear originado en la lucha
entre las superpotencias, impulsada por la insana doctrina de la
destrucción mutua asegurada (MAD) (7), sentimos que debíamos
buscar aquello que, escrito, estuviera a tono y conectado a un nivel
profundo con la médula misma de nuestra apocalíptica imaginación
cultural. Pensando en ello, decidimos llamar a nuestra editorial
Yuganta, el término sánscrito que designa el final de una época.
Cuando conocí a Robert Roth, Yuganta Press llevaba ya publicada
una docena de libros y nuestro criterio de selección de manuscritos
para publicar había evolucionado hasta el punto que estábamos
abiertos a la escritura que fuera atrevida y dinámica, que se paseara
impaciente en los márgenes de la sociedad y comprometida con un
profundo sentido del término de las cosas. Los capítulos de Health
Proxy que Robert periódicamente me leía por teléfono, conformaron,
con el tiempo, una masa crítica en mi mente y poco a poco me di
cuenta de que su escritura estaba muy en línea con lo impulsado
por Yuganta, involucrado en una danse macabre (8) sostenida, en
la que una incontenible pasión por el amor y la vida sirvió para
aumentar la tristeza y la sensación de fatalidad en el corazón de
nuestro tiempo, desentrañado ante nuestros ojos. A título personal
–aunque experiencias tan diferentes fueron las de Robert respecto
de las mías– sentí que los dos estábamos contemplando la misma
visión, donde la esperanza y la desesperación, la inocencia y la
experiencia, la meditación y el juego se volvieron una simbiosis.
Secretamente, la publicación de su libro fue para mí una manera de
hablar a través de mi otro yo. Evidentemente, Health Proxy resultó
ser mucho más, algo que habla para una gran cantidad de personas,
generando en ellas una gama de experiencias dispares, gente que ha
leído y respondido a ello. Esto es para mí, como editor, un motivo de
gran satisfacción. Health Proxy puede adquirirse a través de www.
yuganta.com y también mediante www.amazon.com

Cómo escribe Robert Roth


El siguiente es un fragmento de Health Proxy (págs. 42-43).
“Camino por el día. Camino por el año. Cada día, cada año, se mezcla
con el siguiente. Me levanto de la cama. Quiero dar un paseo. Pierdo
mi trabajo. Y, sin embargo si me concentro, yo comprendo que mi
barrio ha pasado por cambios profundos. Hace años, cuando vivía
La Avispa 49 16
Entrevista
en el Lower East Side (9), quería mostrar a mis padres el barrio.
Donde yo veía una tienda, mi padre veía una sinagoga.
Caminando por ciertas calles de Greenwich Village es imposible no
comprender qué tan profundos han sido los cambios. Y, por supuesto,
cada persona tiene un entorno diferente, una relación diferente con
las tiendas, los restaurantes, la gente. Pero los cambios aquí han
sido profundos. Cuando me mudé aquí, era un barrio gay lleno de
energía. De energía sexual. De energía política. Pero vino el SIDA
y diezmó esa energía.
Gente que yo no conocía y que tal vez casi nunca vi, fue el telón
de fondo de mi conciencia sobre el barrio. Un día me daría cuenta
de que alguien a quien difícilmente había visto alguna vez, ya no
estaba a la vista. Durante dos, tres años, aparecieron cartelitos en
los postes de luz y en los costados de los edificios, anunciando un
servicio en memoria de alguien que había muerto.”

Luis Benítez
lben20032003@yahoo.com.ar
.....................................................................................................
(1) Nota del Traductor: Igal Roodenko (1917-1991) fue un conocido activista estadounidense
por los derechos civiles y la oposición a la guerra. Fue arrestado por primera vez en 1947,
por violar deliberadamente la ley segregacionista del estado de Carolina del Norte, que
prohibía que las personas de diferente raza viajaran juntas en los medios de transporte. Por
dicho “crimen”, Roodenko fue condenado a tres meses de trabajos forzados, encadenado.
En 1979 recibió el War Resisters League Peace Award (Premio de la Paz de la Liga de
Opositores a la Guerra) por su destacada trayectoria en defensa de los derechos humanos
y el pacifismo.
(2) N. del Trad.: En inglés, “radical social movements”: corresponde a nuestra denominación
de movimientos políticos de izquierda.
(3) N. del Trad.: Prefiero conservar el término en su inglés original, porque no tenemos un
equivalente muy adecuado en español (“subterránea”, se decía, por ejemplo, en Argentina) y
el término en inglés, referido a cierto tipo de publicaciones, está lo suficientemente difundido
como para que el lector comprenda adecuadamente su significado.
(4) N. del Trad.: Robert Roth vive, desde hace muchos años, en el centro mismo del conocido
barrio Greenwich Village, al suroeste de Manhattan, donde se encuentran numerosas
galerías de arte y centros culturales. El movimiento norteamericano por la liberación gay
dio comienzo en este barrio, con los disturbios y las manifestaciones de protesta tras una
violenta redada policial en el pub Stonewall Inn, el 28 de junio de 1969. Las famosas Marchas
por el Orgullo Gay se realizan conmemorando aquellos primeros alzamientos contra la
discriminación sexual, conocidos como “los Disturbios de Stonewall”.
(5) N. del Trad.: Primera edición publicada en 2007 por Yuganta Press, Stamford CT, EE.UU.
ISBN 978-0-938999-23-0, 150 págs, rústica, en inglés.

17 GRUPO DELAPALABRA
Entrevista
(6) N. del Trad.: El término multiculturalismo alude aquí a una teoría que tiene por objetivo
comprender las bases culturales de cada una de las naciones caracterizadas por la
diversidad de su espectro cultural. Como tal, esta teoría originó políticas antidiscriminatorias,
favorables a la expresión de las características de las diferentes culturas, y comunitarias,
tendientes a la coexistencia de éstas en el mismo contexto social, en igualdad de condiciones
para su desarrollo social, económico y político, según sus tradiciones étnicas, religiosas e
ideológicas. Se fija su origen en la década de los 70, en las universidades de los EE.UU.,
aunque diversos autores niegan este hecho y otros critican, desde distintos puntos de vista,
buena parte de las afirmaciones y las consecuencias del multiculturalismo.
(7) N. del Trad.: Mutual Assured Destruction (MAD, según sus siglas en inglés) es una
doctrina originada en la Guerra Fría (1940 a 1990), referida a la estrategia y la política
de seguridad nacional y basada en la teoría de la disuasión, según la cual el empleo de
armamento nuclear es esencial para amedrentar al bando enemigo y evitar que use el
suyo. El empleo de este tipo de armas de destrucción masiva por parte de los dos bandos
antagónicos daría por resultado la destrucción de ambos. Llamativamente, la palabra “mad”,
en inglés, significa “demente”.
(8) N. del Trad.: “danza macabra”, en francés en el original.
(9) N. del Trad.: El Lower East End es un barrio de Manhattan que limita por su lado noroeste
con el Village; era conocido como un barrio de la clase trabajadora, donde se asentaron
primeramente los judíos emigrados de Europa oriental, luego los inmigrantes de América
latina y también asiáticos provenientes de la cercana Chinatown.
Al trabajo - Javiera Miraglia

Javiera Miraglia: fotógrafa,


www.javieramiraglia.blogspot.com

La Avispa 49 18
Poesía

Estela Posada
Karina Cartaginese
Ana Romano
Juan Manuel Alfonsi
Marcelo Parra
Juan Miguel Idiazabal
Nilda Barba
Bárbara Campaneto
Víctor Miguel Fontana
Hernando Ardila-Alejandra Segovia
Miguel Ferreira
Rodolfo Leiro
Yunier Riquenes García

19 GRUPO DELAPALABRA
Poesía

El Viaje

Desandando telarañas
encuentro tu sombra enredada

en ocasos obscenos de vigilias


sin lujuria

me escondo entre las faldas de los recuerdos


para no sembrar espinos

Volverán las golondrinas


(quizás)

arrepentidas de colores

deshilachadas de cuentos innombrables


mordidas por los lobos

vacías de los besos de tu boca

Como yo

que me desgarro y me recojo


tercamente
después de desangrarme

Estela Posada
(esmposada@yahoo.com.ar)
(Mar del Plata)

La Avispa 49 20
Poesía
Cuña
La matanza

Débora Pereyra
coagula
El quejido
secciona

El soporte aflige
escarba
* amputa

Debajo de una escalera Inocula


obscena intemperie –estéril
alas de mala muerte roto
sueña al margen perplejo–
de los arrullos de un tren
Su ángel de la guarda autonomía.
quedó pegado
en una bolsa de plástico Ana Romano
que hizo volar el soplido (romano.ana2010@gmail.com)
de un espíritu dañino

Sin castillo
un sueño herrumbrado
la niña durmió

sola quedó
la torre sin princesa
con un insomnio de ladrillo enmohecido
perros de tristeza
aúllan en el castillo
y un lenguaje fantasma
habla a viva boca
lo que ha vivido

Karina Cartaginese
(karinacartaginese@yahoo.com.ar)
Débora Pereyra
21 GRUPO DELAPALABRA
Poesía
La plaza
Combinar, sí.
Veías.
Variedad, puntos, todo eso sé.
Sé de vista de otros cómo te ponen nombre, Gabriel. Parecías un
ángel.
Me dan asco las mariposas. Siempre.
Rosario se murió y se pudre.
Me da asco en la oscuridad, siempre, ese camino que se eleva
cuando Rosario se pudre. Prefiero el día entonces.

Juan Manuel Alfonsi - (manuelalfonsi81@gmail.com)


Seguro es una palabra fugaz. Me gusta darle vuelta a lo
seguro. No sé.
Claro es una palabra que siempre se usa para confundir a la
gente.
Toda palabra tiene su antónimo:
estoy en la baranda, con los codos. Quiero decir:
estoy en la baranda, mirando. Estoy de noche.
Punto y aparte.
Ahora: nada de la noche (del día tampoco, digámoslo) te
pertenece, Gabriel.
Parecías un ángel.
De tarde, tardecita, ya rompía, y estabas.
Puro.
Tu piel no tenía más que viento polvo mediodía y apenas.
Yo me sentía en tu sangre ardiendo.
Al centro.
Dijo: nos vemos en la plaza: (La plaza es fresca).
Al centro.
Claro, seguro.
Nos vemos en la plaza, dijo, un día desierto y nunca más he
vuelto a ver dudas y principios.
Solo la luz se fija en el aire, en el aire ya ignorado de viento.
Me da asco la sal que pasa niebla en los faroles de la noche
quieta,
me da asco el pueblo. Tengo que esperar. Tengo que esperar.
Dormir en el frío y soñar aterrado.
Quejarse, Gabriel, me agrada el silencio si no es interrumpido.
No debo dormir entonces, Rosario se pudre.

La Avispa 49 22
Poesía
Indescifrable
En qué geografía de símbolos ignotos
dejar caer este frágil arte que me subyuga
Los vientos lo arrasan,
lo borran
como huella en la arena
 
Es serena la noche
sutilmente desnuda
madre de todos los placeres
de todas las soledades
 
Qué historias contarme
oblicuas a mi conciencia
desgarradas
sin nombre
indescifrables Débora Pereyra
 
Acaso solo dejar caer palabras al vacío
parirlas y abandonarlas a su suerte
no buscarlas más
olvidarlas
 
Orgia de sueños melancólicos
divagar
soltar todo amarre
escribir contra cada domingo
naufragar en la frontera de las lágrimas
 
Laberinto de tabaco y alcohol
estertor erótico en la piedra del sacrificio
en una calle vacía de luna
aullar el último verso.
 
Marcelo Parra

23 GRUPO DELAPALABRA
Poesía

Buen día

Laberinto de pupitres,
bocinazos de susurros,
tachos llenos de sentimientos,
sigo a Artigas por los cuadros enemigos,
promesas de pasillo no hechas;
giroscopios de arco iris,
posas la perdición en mí,
escapo por los cables de luz,
caigo por un hueco en un ascensor;
agujero negro,
me escupen dentro de un aula,
luces de emergencia
una mosca me despierta al pasar;
arco iris de giroscopios,
posas la perdición sobre mí
¿ya no hay escapatoria?
agujero blanco,
me escapo por el jardín de tus ojos,
rosarios de flores rojas,
dieron las 9:30;
ringtones antisueños,
besos de dulce leche,
abrazos sabor café,
risas de pan y azúcar,
buen día.

Juan Miguel (Chochi)


Idiazabal
(chaselon@hotmail.com)

Débora Pereyra
La Avispa 49 24
Poesía
*

las zapatillas saltan


hay sapos adentro
con los varones es mejor
bicicletas en la pendiente
sin manos
una rama columpia almidones
la casa es de hojas
con los varones es mejor
las ciruelas se comen en el árbol
y son de sol las manchas en el vestido

desde arriba
se ven chiquitos
los padres

Nilda Barba
(nildabarba@fibertel.com.ar)

Débora Pereyra

Enigma
Serpentea el olor a misterio
en el plato del fruto prohibido.
Voy a sucumbir
irremediable
al pecado.
Observo la escena
sin embargo, podría salvarme.
Elijo corromperme
fluir en la estela lasciva
red mortal
la intriga.

Bárbara Campaneto
(Mar del Plata)
(barbaracampaneto@hotmail.com)

25 GRUPO DELAPALABRA
Poesía
Plegarias de un viajante

Mientras todas las plegarias del agua


se clavaban sobre los hombros del viajero
y todas las batallas del silencio
rebotaban en sus pies y sus manos
Recordé que día a día,
la misma estrella raja la tierra
y fecunda la lejanía sobre el polvo.
Hoy la única batalla la libra la mirada
la libra el agua con su chapurreo
hombros y agua dialogan vanamente
Y de cuando en cuando
sube toda la sangre acumulada y tibia
se desparrama hasta la cintura
y forja su horizonte rojo en el hombre.
Con el cansancio de una guerra lerda
voy yendo bajo el líquido, que es sueño y puñal
atesoro una vida invisible
atesoro algo que ha de vencer a la muerte.

Víctor Miguel Fontana


(Misiones)
(victormiguelfontana@hotmail.com)

Débora Pereyra
La Avispa 49 26
Poesía

Saludo Comunero
¡Que no se incendien nuestras fronteras!

Vuela el cóndor, vuela el cóndor


libre porque no reconoce fronteras

Vuela el turpial, vuela el turpial


feliz porque acepta libremente
todas las voces

Hermano tu hermano yo
si pones una orquídea en tus manos
te reconocen
como si fueras de la tierra donde ella nació

Araguaney árbol solidario
cobija con tu sombra a la hermandad

El olor de la guayaba con mariposas amarillas


no reconoce acentos
sabe sabe y vuela
más que por tus labios
por tu corazón

Aterricemos contentos en la base fundada en paz

Sin fracturar ni incendiar nuestras fronteras


Venezuela y Colombia: Dos países
un solo pueblo.

Hernando Ardila Alejandra Segovia


(COLOMBIA) (VENEZUELA)
(hargo821@hotmail.com) (alejas99@hotmail.com)

27 GRUPO DELAPALABRA
Poesía
FISGONES
 
Déjame rodar manzana en tu
Sexo.
Néctares de mango,
Carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
Gioconda Belli
 
Ellos ambos, los dos
Asomados a la ventana de rejas
En las mañanas oficinescas
Elucubran sus arias de amor
Sus despenas del lugar
Asomándose a la ventana de rejas
Mirando hacia la avenida larga
En la parada de ómnibus amarillos
A las damas de vaqueros ajustados
Anteojos oscuros
Cabelleras largas
Tacos altos y paquetes
En las manos.
 
Ellos ambos
Los dos
Con sus historias personales
Se hacen pájaro
Vuelan a través de la ventana
Y revolotean sobre ellas, las acarician La espera - Javiera Miraglia
En palabras dulces
Las imaginan núbiles
Desnudas en hoteles lejanos
Amándolas en días de lluvia,
O en parajes con árboles
O en ciudades con casas
De patios con ubeñas
Frases de caricias amantes
Cuerpos entrelazados en la danza
La vida amorosa plena
En esas mañanas,
La Avispa 49 28
Poesía
Después, regresan a través del ventanal
Y se vuelven lo que son
Entre las cuatro paredes de una oficina a la deriva
En una mañana de otoño.

Miguel Ferreira
(Misiones)
(lenardson52@yahoo.com.ar)
Débora Pereyra

Estros perdidos:
MI BOHEMIA
De un pálpito bohemio, hedónico y jocundo,
de los hitos precoces de antiguos trovadores,
de adúlteros carmines, de labios pecadores,
de risas o de lutos o de un ocio profundo;

de brevas y de huertos o del surco fecundo


labrado por los bíceps de recios sembradores,
del iris de los salmos, de pérfidos dolores,
de inopias y de llantos, de un pálpito rotundo;

acaso mi bohemia provenga de otro mundo,


de lávicos proverbios, del páramo en que fundo
mi endeble catecismo de lírico extravío;

del beso de una madre, de un niño que me mira,


de los prestos cadalsos, de la rugiente pira
o el rostro inolvidable que fuera el sueño mío.

Rodolfo Leiro
(leiropoesia@hotmail.com)
29 GRUPO DELAPALABRA
Poesía
EMBARCACIONES
Para Alejandro y Yuny
 
Han situado las embarcaciones en lo más oscuro de la costa,
allí el viento es tranquilo y fiero.
Levantaron faroles y velas para evitar las colisiones.
Han tenido que borrar de la memoria el sabor del café,
el portal de la casa donde se sentaban al atardecer y los álbumes.
Es preciso olvidar, desterrarlo todo, desterrarse.
No saben cuál será la embarcación,
pero se mantienen a remo y vela. 
Ninguno sabe cuál empujará el viento,
siempre aparecen ráfagas para confundir.
Y ese viento no los arrastrará donde los hombres no saben de la tristeza.
Ah, la tristeza,
también los alcanzará en aquella esquina,
querrán volver a otros rumbos,
al punto de partida.
Segundo a segundo se incorporan embarcaciones
aunque no sople viento alguno
ni tengan una luz para evitar las colisiones.
Llegan muchos desde diversos flancos,
hay que arribar a cualquier orilla,
alejarse del pedazo que naufraga.
tóquense el lado izquierdo,
ya no se llama corazón,
no queda en el pecho.
Las aflicciones se han (in)vertido sobre ellos
el amigo no es siquiera un vago recuerdo.
Nadie sabe de mañanas con sol,
de la neblina
ya nadie sabe, nadie sabe nada.

Yunier Riquenes García


(CUBA) (Jiguaní, 1982) Narrador y poeta cubano. Licenciado en
Letras, Universidad de Oriente, 2006. Tiene publicado
los libros de cuento La llama en la boca, ¿Quién cuidará
los perros?, Lo que me ha dado la noche; la novela Los
cuernos de la luna; el libro de poesía Claustrofobias, Letras
Cubanas, 2009 al que pertenece el poema publicado
La Avispa 49 30
Cuentos
y
relat
os

Daniel Battiston
Gabriela Bruch
Delfina Acosta
Fernando Sorrentino
Marcos Rodrigo Ramos
Iván Medina Castro
María Guillermina Sánchez Magariños
Jairo Prieto
Sergio R. Aznar
31 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
Regreso
Daniel Battiston

La llave cede con gentileza en la cerradura, y Joaquín cree que no


debería ser así. La casa le da la bienvenida con un bostezo rancio,
le susurra de tiempos viejos, cubiertos de moho e historias por las
cuales regresó; parece hundirse sobre sí misma, derrotada, vestida
de tiempo. Entra, aún pensando en su padre, y los muebles se hacen
a un lado para recibirlo. Con cada paso nubes de polvo se elevan
desde el piso y se agitan las cortinas semejantes a palomas muertas
en la quietud del cuarto.
Se asoma a la cocina. Sobre la mesada algunos azulejos estallaron en
un grito, un cucharón con el mango fracturado en una batalla contra
ollas, sartenes y estofados, reposa sobre las hornallas cansadas de
la espera por el calor que debía lanzarlas a la vida. Joaquín camina
por la cocina amplia, recuerda la gran mesa junto al ventanal que
da hacia el fondo que ya no es verde: aquella selva, donde podía
ser Sandokán, es una pila de deshechos y plantas salvajes. Se apoya
contra la mesada, que alguna vez fue demasiado alta para que él la
alcanzase, y toma el cucharón. La cazuela se desprende del mango
y rueda bajo la mesa.
—¿Otra vez abajo de la mesa Joaco? —mamá lo mira desde la puerta
que da al fondo poblado de verde, de manzanos, catorce gallinas
y una tortuga que duerme en el rincón más quieto del galpón, allí
donde papá guarda el Falcon ´70.
El delantal abraza la cintura de mamá como agitado en la voz del aire de
octubre. Joaco mira las piernas blancas e impacientes, el pie izquierdo
que golpea el piso, las manos de mamá en la cintura semejantes a dos
gallinas cluecas. Y Joaco sale otra vez gateando y riendo, mientras
mamá mira hacia las tazas formadas en fila sobre la alacena y el mantel
disfrazado de selva amazónica y Joaco escapa por entre sus piernas
hacia la jungla que vive en el fondo, donde las gallinas son dinosaurios
asustados que Joaco se encargará de cazar.
De reojo vuelve a mirar el fondo de la casa, los matorrales calcinados
por el sol, el gallinero retorcido en un ángulo imposible y de un
tamaño ridículo, diminuto comparado con el de sus recuerdos. Las
cartas llegaron cada semana, luego cada mes; cada una de ellas
cubierta por una letra más apretada y vacilante. Tu padre está mal,
le dijo alguna vez Julia, la hermana menor de papá, que pobló tantos
La Avispa 49 32
Cuentos y relatos
de sus sueños de quince años en las siestas de enero, cuando la tarde
se abalanzaba sobre la casa. Las bicicletas esperan impacientes por
llevarlos hacia el otro lado de la vía, en busca de los ciruelos que
juegan a las escondidas en las quintas. Escapan con furia hacia
donde el pueblo se deshace en calles de tierra y lotes poblados de
frutales; tras ellos, una catarata de figuritas señala el camino hacia
la urgencia de las ciruelas en este verano.
Al pie de la escalera mira hacia el piso alto, y el silencio sacude
las paredes de la casa. No la recordaba tan breve, esa no es la casa
que aparecía en las fotos que decidió quemar en Madrid; un puñado
de imágenes deslucidas que fueron sólo humo dos días después
que la tía Julia lo llamó para decirle que su madre había fallecido
preguntando por él, por Joaco. Apoya un pie sobre el primer escalón
que cruje; toda la casa es un aullido en la cabeza de Joaquín, la casa
gime, mamá preparando la cena, papá que esa noche tampoco irá
a cenar; ¿porqué?, pregunta; papá trabaja lejos, en Buenos Aires,
y mamá vuelve a hundirse en ollas y cazuelas que cantan al ritmo
de platos y cubiertos que golpean, una danza exótica, alterada; y
mamá sirve la carne asada, y la verdura fresca cortada por la tarde.
Segundo escalón, y la casa se despereza, restos de pintura caen tras
cada paso que lo conduce hacia los dormitorios.
Donde el pueblo comienza a desdibujarse, más allá de las vías que
trotan hacia el oeste, las quintas comienzan a crecer, al principio
tímidas; luego estallan desde el suelo. Las bicicletas los llevan por
la ruta de tierra pálida hasta las quintas. El Falcon roza la bicicleta
del menor de los González, rueda, cae, y se alza con raspones en
las rodillas y las manos, la cara vestida de polvo. El auto se detiene
algunos metros por delante, cruzado en el camino. Alguien baja y
camina hacia las bicicletas que parecen encogerse, se acurrucan
frente a un temor que no es posible de explicar. Los mira desde lejos
como esperando que se acerquen.
—Pegan media vuelta y se rajan para sus casas.
¿Te acordás la fiesta que hicieron para despedirme cuando me fui
a La Plata? Joaquín le habla a la cama, al colchón podrido, a los
rincones engalanados de moho, desde el piso de madera oscura de
años, la espalda contra la pared donde el empapelado poco a poco
fue desapareciendo, las rodillas abrazadas. Lo quería ver abogado.
En el pueblo no sabían si ponerse contentos porque el Joaco ahora
iba a ser doctor, o porque ese año Argentina seguro saldría campeón,
¿cómo no vamos a ganar si lo hacen acá al mundial? Le habla a la
33 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
cama a punto de derrumbarse, al colchón desnudo y apolillado que
huele a muerte.
En la universidad fue desapareciendo hasta hacerse invisible.
Escucha y niega, se ahoga en apuntes y libros pesados como su silencio.
Piensa en abandonar todo, ahora que mamá murió; piensa en una tarde
de enero; en un camino de tierra que lleva la promesa de una sandía
robada; en un Falcon como el de papá; piensa en el perfil larguirucho
tras el volante, al que Joaquín se parece un poco más cada día.
El pasaje de avión en un bolsillo. Con mamá muerta y el viejo
escondido en los rincones más quietos de la casa, no existen razones
para quedarse allí; hace meses que no se habla con el padre, ni siquie-
ra en el cementerio se dijeron algo; el brazo sobre su hombro, la mano
de papá apretando, apretando, lo deja sin aliento; sabe, Joaquín, el
pequeñito Joaco, sabe. Las cartas llegan con regularidad, escritas
con esa letra apretada y apenas infantil; pero ni siquiera las abre, un
montón de papeles mudos en algún cajón olvidado, en el cesto de la
basura, o cremadas junto a las pocas fotos que conservó. Hasta que
la tía Julia lo llama para decirle que el viejo estaba enfermo, que se
está muriendo. Aprieta con fuerza la llave de la casa vieja, lo único
que aún conserva de esa otra vida.
Se pone de pie, pero sigue apoyado sobre la pared torcida. La casa
es un manojo de recuerdos podridos, otra víctima de los relojes y
la memoria. Mira la cama y trata de imaginar al viejo ahí, el cuerpo
reduciéndose poco a poco, devorado por el cáncer. ¿Sufriste?
¿Cuánto? Y vuelve a la pieza en La Plata, asomado a la ventana,
y dos pisos abajo todo es celeste y blanco y Argentina campeón; y
todo es negro, negro como el nombre del viejo, y lo peor es saber.
¿Podrías entenderme? No lo dice, no hay nadie junto a él. No hay
nadie en la pensión de La Plata ni en el dormitorio del viejo. No
hay nadie ya. Piensa en el dolor del viejo, en los gritos de aquéllos
a los que el viejo pisoteó. Piensa en los compañeros con los que
ya no puede discutir, ni abrazar, ni mirarse de un modo verdadero.
¿Supiste lo que es morir y que nadie te escuche? Y una mujer ya
no lo espera más a la vuelta de la esquina, en la puerta del bar; y un
pasaje para España y las palabras que son como un huevo rojo en
la garganta. Una garganta desgarrada, sueños lanzados a la nada,
una cama de hierro que poco se parecía a ésta en la que Joaquín se
sienta. Apoya una palma en lo que queda del colchón, imagina al
viejo deshecho, comido por los recuerdos de sus muchas muertes
sin nombre; otras muertes tan solitarias como la de él, cadáveres
La Avispa 49 34
Cuentos y relatos
modelados con sus manos, cadáveres que estallaron en ese cuerpo
esquelético y maloliente.
Deja al recuerdo del viejo, el cuarto, la casa derruida, y echa llave a
la puerta. Dos cuadras más allá la lanza a los pastizales.

Daniel Battiston - (Mar del Plata)


(danielbattiston@gmail.com)

Daniel Battiston: narrador y fotógrafo.


Sus fotos son, a su modo, un intento por hacer poesía y pueden
verse en www.lamiradasilenciosa.com Como escritor en www.
unextrano.wordpress.com Como narrador publicó cuentos
en las revistas La Avispa, Isla Negra y El Puro Cuento. Y en las
antologías “Mar del Plata tiene Palabra” y “Sobre rieles”.

PERROS
Seguro que los perros de la noche aullarán alrededor de las migajas
y despellejarán al no inocente, al que ha dejado caer la palabra,
babeante como en la boca de un loco, al que se ha dejado suspender
en el silencio como si eso fuera bonito o quizás plácido. Los perros
no perdonan al cobarde, hurgan en sus entrañas, lo quieren devorar
pero despacio, para que sufra un poco en su carne lacerada, lo que
otros sufrieron en un alma que creyó por un momento en algo.
Castillo de arena en medio de la avenida más sucia del mundo,
crepitar de la rutina que asfixia hasta hacerte morder el polvo de lo
que hubiera podido ser tierra fértil para el abrazo, pero no lo fue,
fue tierra pisoteada, ultrajada.
Perros que deambulan con la añoranza bajo el pelaje de la desolación,
porque así son, porque así somos. Porque nunca se puede estar lista
para la nada. Cuando se precisa un hombre que vuele las distancias
y apague el fuego con la mano y no que repte entre los tramos de la
cobardía, la de no poder decir(me) NO.

Gabriela Bruch (Temperley, Bs. As.)


Revista La Iguana (revlaiguana@yahoo.com.ar)
www.laiguanarevistadepoesia.blogspot.com
35 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
ORQUÍDEAS PARA CLARA
Delfina Acosta

Por un camino de polvo uno iba a la Farmacia Lázaro, y ahí, el


farmacéutico, que llevaba una vida sedentaria, te contaba algún
chisme, cualquier zoncera, porque gran cosa no ocurría nunca.
Todo era un asomarse a la ventana, y mirar a la calle, que al atardecer
traía un color sombrío y apagado, y luego, cansado del triste espec-
táculo volver a meterse en la casa para esperar que cayera la noche
y echarse sobre el lecho.
En la casa de enfrente vivía una adolescente paralítica.
A las seis en punto de la tarde, una mujer robusta, con el cabello
recogido en un pañuelo de colores, la sacaba al patio que daba a la
calle, y la adolescente, de rostro pálido y pecoso, se quedaba como
un ave sobre un tendido eléctrico, ansiosa por volar, pues había que
ver cómo se le quitaba el rostro triste, y la elocuencia, las palabras
en pleno aleteo, le dibujaban un semblante feliz.
En las otras casas, que eran pocas, las puertas permanecían cerradas.
La gente no caminaba al atardecer por la calle.
Y aquella conducta de sacar al perro para que paseara no existía pues
las personas eran de vivir adentro, y escuchar la radio que pasaba
música internacional, pero las salidas del fuelle de un acordeón,
del viento de un trombón y de los marfiles de un piano, y no las
que alcanzaban los pulmones de un vigoroso tenor italiano pues la
tendencia era oír sólo el clamor de los instrumentos musicales.
Clara se aburría.
Era demasiado largo el tiempo que transcurría entre los cuerpos
celestes, con fogonazos y apagones de luz; ella daría lo que fuera
por atraer la atención de alguien, y luego pedirle que le contara todo,
desde el principio hasta el final, o sea el alfa y el omega, y seguir así,
dale que dale, y que fuera tarde para continuar hablando, y apare-
cieran las primeras luciérnagas del crepúsculo, pero continuar  lo
mismo.
Mientras comía, a la hora del almuerzo, su invariable porción de
chuleta de cerdo y su ensalada  de puerro y de perejil, pensaba qué
haría después de la siesta, en qué distracción haría vagar sus horas
blancas, pero terminaba sentada en el sillón del patio, leyendo alguna
revista ajada.
La Avispa 49 36
Cuentos y relatos
Durante una tarde de sol que picaba, y mucho, alguien golpeó las
manos en su portón.
Fue a atender.
Era un hombre oriental. Dijo llamarse Kato Akagi. Y bajo el sol
inclemente y picante como un sello salino  en la frente, le fue
diciendo, con suma delicadeza, que traía orquídeas de las mejores
y de las  más exóticas especies, y que se contentaría, en caso de
que lo tomara como jardinero, con un lecho para dormir y comida.
Conocía bastante de plomería y de instalaciones eléctricas, además.
Clara sabía que no podría mantenerlo, pero ya le vendría una
invención, una idea, una chispa hija del apuro, y lo contrató.
El oriental, que resultó ser japonés, tenía su edad: 30 años.
A los quince días Kato ya había terminado bajo la enramada de la
vid un sitio rectangular y parejo para las orquídeas, que él llamaba
“su pueblo”. A menudo lidiaba contra las abejas, que venían atraídas 
por el líquido dulzón de las frutas, con un heroico sentido del humor.
Clara se sentía contenta. Por fin alguien con quien charlar.
Después de cenar (el japonés comía en un cuarto grande destinado
a los cachivaches),  le pidió que viniera a sentarse a su mesa.
Jamás supo lo que era darse aires, ni inyectar un cuarto de
ampolla de maldad a la gente, porque en ese pueblo de diaria
consumación de la indiferencia, el necesario placer de odiar
a una persona nunca había tenido  su proceso ni su  ocasión.
Sin embargo, ante la mirada de Kato, saboreó ronroneando su postre,
y le comentó que lo hizo a la tarde y lo dejó enfriar, y luego, sorbiendo
el jugo de durazno que hacía perfecto maridaje con el zumo de piña,
cerró sus ojos larga, eternamente, como si fuera que estuviera viajando,
y le contó que podía sentir no sólo los sabores sino también los colores.
—Esto es un manjar de los dioses. Ambrosía pura —suspiró.
Temiendo que Kato tomara de un salto su postre, se animó a tragar
un durazno entero, y le fue contando, dale que dale, que se sentía
contenta con su trabajo aunque el rociado de las flores le parecía
excesivo. Pero en el momento le pidió perdón porque qué podría
ella saber de orquídeas.
Y se levantó de la mesa chupándose el dedo índice  y vio los
dientes sanos de Kato mostrando una sonrisa obediente en señal de
despedida. Clara se sintió triunfal.
En los días sucesivos charlaba de cuando en cuando con Kato.
Le observaba hacer las cosas (vestía  siempre una camiseta de frisa
y  pantalones a rayas) con la cabeza inclinada sobre el objeto de
37 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
su propósito. Y ella pensaba, pensaba, y no se le ocurría con cual 
maldad darle un maltrato porque nada más se le cruzaban por la
mente preguntas, que él contestaba hacendoso. Y cuanto más se
volvía respetuoso y puntual y preciso en su comunicación, más
Clara se irritaba.
Un día,  estando la tarde calurosa, vio dos escorpiones junto a la
rejilla del cuarto de baño. Los tomó con papel y los dejó dentro de un
viejo tarro de pintura donde Kato guardaba un aditivo para el abono
común. Se sentó a esperar mientras escuchaba música de la radio.
Y cuando ya la música le iba dejando en un estado de sopor, sintió,
sobresaltándose, la respiración del japonés. Le mostró los insectos
acercándolos cuidadosamente a su rostro, y los bajó sobre una baldosa,
y  una vez que los desesperó y los indujo a muerte prendiendo fuego
a su alrededor, los recogió y los llevó bien muertitos a su boca;  hizo
un buche con ellos, para después escupirlos lejos.
—Estos bichos salen cuando hace calor —dijo.
Una sonrisa burlona le blanqueó e iluminó la cara.

Pero hubo cierta hora de ese día en que Clara sentía el calor agobiante
de la noche. Se imaginaba corriendo, desnuda, con el cabello suelto.
Los insectos nocturnos buscaban su rostro, sin embargo ella seguía
corriendo, descalza, afiebrada y ligera, y algo de la brisa y del sudor
La Avispa 49 38
Cuentos y relatos
se prendían, confabulados, de su larga cabellera suelta. Y fue sin
darse cuenta que paró de correr, pues estaba ya en el cuarto de Kato,
quien dormía desnudo.
Ella le dijo cosas tibias en el oído para que despertara.
Y él despertó, y nombró a su esposa y a su hijo pequeño varias veces,
levantando una barrera.
Pero ella no quiso escucharlo.
Esa manera suya, como de serpiente, de deslizarse, de desprenderse
de la fuerza de los brazos de Clara, hasta llegar al suelo, era su forma
de pedirle disculpas por no poder atender a sus requerimientos.
Tocando su sexo, lamiéndole las orejas, hablándole como desde un
lugar secreto y lascivo de la noche, siguió insistiendo.
Repasó con su lengua furiosa su cuerpo y rozó con sus largos dedos
finos su rostro hasta llegar a sus tetillas.
En un momento mordió juguetonamente sus manos. Se oyó a sí
misma ronronear.
Fue entonces cuando bajó su capullo oscuro sobre el sexo masculino
y besó en la boca a Kato. Empezó a hacer leves movimientos;
ellos parecían dibujar una flor oscilante de una rama. Y aquellos
movimientos sin posibles errores, aquellas olas altas y bajas, aquel
placer que empezaba a formar parte de un viento y parecía haber 
perdido el control de sí mismo, comenzaron a escurrirse como el
zumo del mar librado a la arena.
La quietud de la noche era grande.
Ella dibujó en el cuerpo amante la forma de un círculo.
Suspiró satisfecha mientras observaba, bajo la luz blanca de la
luna, la silueta de un gato sobre el tejado. Los gatos le inspiraban
desconfianza, pero aquel minino despertó su ternura.
Todavía su cuerpo tenía memoria del placer cuando vio  a Kato,
parado frente a ella.
Un ave chistó dos veces a lo lejos y voló huyendo.
El hombre sujetó fuertemente sus brazos mientras hundía un cuchillo
en su cuello, su largo y suave cuello de cisne, que empezaba a manar
sangre tibia.
Muerta, con algunos espacios rojos de la sangre sobre su piel blanca,
Clara parecía una rara y exquisita orquídea. 

Delfina Acosta
(Asunción, PARAGUAY)
Foto: Javiera Miraglia
(delfina@abc.com.py)
39 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
El conejo de Ushuaia
Fernando Sorrentino
En un diario acabo de leer que, “tras largos meses de intentos fallidos
y de diversas expediciones, un grupo de científicos argentinos logró
dar caza a un ejemplar del ‘conejo de Ushuaia’, especie que se
daba por extinguida desde hacía más de un siglo. Los científicos,
encabezados por el Dr. Adrián Bertoni, lograron capturar un ejemplar
en uno de los bosques que rodean aquella ciudad patagónica…”.
Como prefiero lo específico a lo genérico y lo preciso a lo evanescente,
yo habría dicho “en el bosque tal y tal que se encuentra en tal sitio con
respecto a la capital fueguina”. Pero no debemos pedir peras al olmo
ni inteligencia alguna a los periodistas. El doctor “Adrián Bertoni”
soy yo, y por supuesto tuvieron que escribir de manera equivocada
mi nombre y mi apellido: me llamo exactamente Andrés Bertoldi,
y, en efecto, soy doctor en Ciencias Naturales, con especialización
en Zoología y Fauna Extinguida o en Peligro de Extinción.
El conejo de Ushuaia no es, a pesar de todo, un lagomorfo y, mucho
menos, un lepórido, y tampoco es cierto que su hábitat sean los
bosques de Tierra del Fuego; más aún, ni siquiera un solo individuo
ha vivido nunca en la Isla de los Estados. El ejemplar que yo capturé
–yo, yo solo, sin ningún equipo ni ayuda de nadie– apareció en la
ciudad de Buenos Aires, junto al terraplén del Ferrocarril San Martín
que corre paralelo a la avenida Juan B. Justo, a la altura de la calle
Soler, en Palermo.
Yo no estaba buscando al conejo de Ushuaia, sino que tenía otras
preocupaciones y caminaba un poco cabizbajo. Me dirigía, bajo el
calor de noviembre y por la vereda de Juan B. Justo, hacia la avenida
Santa Fe, a un banco donde debería realizar trámites molestos y
hasta inquietantes. Entre el terraplén y la vereda hay una verja de
alambre tejido sobre una base de mampostería; entre la verja y la
base del terraplén estaba el conejo de Ushuaia.
Lo reconocí al instante –¿cómo no iba a reconocerlo?–, pero me
llamó la atención verlo tan quieto, pues es animal movedizo y
saltarín. Pensé que tal vez estuviera herido.
Sea como fuere, me alejé unos metros de donde se hallaba el conejo
de Ushuaia, escalé la verja y bajé con sigilo junto al terraplén.
Caminé con pasos cautelosos, temiendo a cada instante que el
conejo de Ushuaia huyese espantado, y, en ese caso, ¿quién podría
alcanzarlo? Es uno de los animales más veloces de la creación y,
La Avispa 49 40
Cuentos y relatos
aunque de modo absoluto el guepardo es más rápido que él, no lo
es en términos relativos.
El conejo de Ushuaia giró la cabeza y me miró. Pero, contra lo que
yo imaginaba, no sólo no huyó sino que quedó inmóvil, con la única
excepción del airón plateado, que se agitaba, como desafiándome.
Me quité la camisa y quedé con el torso desnudo.
—Tranquilo, tranquilo, tranquilito… —iba diciendo.
Cuando estuve a su lado, desplegué con lentitud la camisa, como si
fuera una red, y, de repente, en un solo movimiento brusco, cubrí
con ella al conejo de Ushuaia, envolviéndolo por abajo y formando
un paquete de regulares proporciones. Con las mangas y los faldones
practiqué un fuerte nudo, que me permitió sostener el envoltorio con
sólo mi mano derecha, mientras la izquierda me quedó libre para
ayudarme a escalar de nuevo la verja y volver a la vereda.
Desde luego, no podía presentarme en el banco con el torso desnudo
ni con el conejo de Ushuaia. De manera que me dirigí a casa; resido
en un octavo piso de la calle Nicaragua, entre Carranza y Bonpland.
En una ferretería adquirí una jaula para pájaros, de tamaño más
bien grande.
El portero estaba lavando la vereda de nuestro edificio. Al verme
con el pecho descubierto, con una jaula en la mano izquierda y un
envoltorio blanco, que se agitaba, en la mano derecha, me miró con
más asombro que reprobación.
Mi mala suerte quiso que, al entrar en el ascensor, me siguiera una
vecina que traía de la calle a su perrito, un animal feo y antipático
que, al captar el olor –más allá de la percepción del ser humano–
del conejo de Ushuaia, rompió a ladrar ensordecedoramente. En
el octavo piso pude librarme de aquella mujer y de su estentórea
pesadilla.
Cerré la puerta del departamento con llave, preparé la jaula y, con
infinito cuidado, empecé a desenvolver la camisa, tratando de no
irritar, y mucho menos de herir, al conejo de Ushuaia. Sin embargo,
el encierro lo había hecho enojar y, al liberarlo del todo, no pude
impedir que me clavara en el brazo un aguijón. Tuve la suficiente
presencia de ánimo para que el dolor no me hiciera soltarlo y logré,
por fin, ponerlo a buen recaudo dentro de la jaula.
En el cuarto de baño me lavé la herida con agua y jabón, y, en
seguida, con alcohol medicinal. Luego me pareció que lo más sensato
era llegarme a la farmacia y hacerme aplicar el suero antitetánico,
y eso fue lo que hice sin dudar.
41 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
Desde la farmacia me fui directamente al banco para concluir el
maldito trámite que había quedado postergado por culpa del conejo
de Ushuaia. En el camino de regreso adquirí víveres.
Puesto que, durante el día, carece de aparato masticador, consideré lo
más práctico cortar el bofe en pequeños trozos y mezclarlo con leche
y garbanzos; revolví todo con una cuchara de madera. Tras olfatear
la combinación, el conejo de Ushuaia la absorbió, sin dificultad pero
con mucha lentitud.
A la caída del sol empieza su proceso de dilatación. Trasladé entonces
los pocos muebles del living –dos sillones simples, uno de dos
cuerpos y una mesita ratona– al comedor, apoyándolos casi contra
la mesa grande y las sillas.
Antes de que no cupiera por la puertecita, lo hice salir de la jaula
y, ya libre y cómodo, creció lo suficiente. En este nuevo estado
había perdido por completo la agresividad, y se mostraba abúlico
y perezoso. Cuando le vi brotar las escamas violetas –indicios
de somnolencia–, me metí en mi dormitorio, me acosté y di por
terminado ese día.
A la mañana siguiente, el conejo de Ushuaia había regresado a la
jaula. En vista de esa docilidad, no me pareció necesario cerrarle la
puertecita: que él decidiera cuándo permanecer dentro o fuera de
su prisión.
El instinto del conejo de Ushuaia es infalible. Desde ese primer día,
y al anochecer, se habituó a dejar la jaula y a extenderse, a modo de
un flan de cierta consistencia, por el suelo del living.
Según se sabe, evacua sus heces las medianoches de los días impares.
Si uno coloca (por ánimo de jugar, claro está) esos pequeños
poliedros metálicos y verdes en una bolsa, y los agita, suenan de
una manera muy simpática, con algo de ritmo caribeño.
En realidad, poco tengo en común con Vanesa Gonçalves, mi novia.
Es bastante diferente a mí. En lugar de admirar las tantas cualidades
positivas del conejo de Ushuaia, le pareció que lo mejor era desollarlo
para hacerse confeccionar un tapado de piel. Eso puede practicarse
de noche, cuando el animal está dilatado y la superficie de su piel es
lo bastante extensa para que las crestas cartilaginosas se desplacen
hasta los bordes y no dificulten las tareas de incisión y corte. No
quise ayudarla en la operación; Vanesa, sin otros instrumentos que
una tijera de sastre, despojó al conejo de Ushuaia de toda la piel
del lomo, la llevó a la bañadera y, bajo el agua de la canilla y con
detergente, cepillo y lavandina, eliminó por completo los restos de
La Avispa 49 42
Cuentos y relatos
ámbar y bilis que la cubrían. Luego la secó con una toalla, la plegó,
la guardó en una bolsa de plástico y, muy contenta, se la llevó a su
casa.
Esa piel no necesita más de ocho o diez horas para regenerarse por
completo. Vanesa imaginó un gran negocio: desollar cada noche
al conejo de Ushuaia y vender sus pieles. No se lo permití; no
quería convertir un hallazgo científico de tanta importancia en algo
groseramente mercantil.
Sin embargo, una entidad ecologista denunció el hecho, y en los
diarios se publicó una solicitada en la que se acusaba a “Valeria
González” –y, lateralmente, también a mí– de ejercer crueldad hacia
los animales.
Tal como yo sabía que iba a ocurrir, la llegada del otoño restituyó
al conejo de Ushuaia su lenguaje telepático y, aunque su mundo
cultural es limitado, pudimos tener agradables conversaciones y hasta
establecer una especie de, ¿cómo diré?, de código de convivencia.
Me dijo que Vanesa no le caía simpática, y yo comprendí perfec-
tamente sus calladas razones: le pedí a mi novia que no viniera más
a casa.
Tal vez por gratitud, el conejo de Ushuaia perfeccionó un modo de
no dilatarse tanto por las noches, de manera que pude traer de regreso
al living todos los muebles. Duerme sobre el sillón de dos cuerpos
y defeca sus poliedros metálicos sobre la alfombra. Nunca fue de
excesivo comer y, en esto, como en todo lo demás, su conducta es
mesurada y digna de elogio y de respeto.
Su delicadeza y su eficacia llegaron al extremo de preguntarme cuál
sería, para mí, su tamaño diurno más cómodo. Le dije que habría
preferido el de la cucaracha, pero advertí que esa misma pequeñez
volvía al conejo de Ushuaia peligrosamente imperceptible, con el
consiguiente riesgo de herirlo (ya que no de matarlo).
Tras algunos ensayos, llegamos a la conclusión de que, durante las
noches, el conejo de Ushuaia continuaría dilatándose hasta adquirir
el tamaño de un perro muy grande o de un leopardo. Durante el día,
lo ideal consistía en las proporciones de un gato mediano.
Esto me permite, mientras miro televisión, por ejemplo, tener al
conejo de Ushuaia en mis rodillas y acariciarlo distraídamente.
Hemos forjado una sólida amistad y, a veces, con sólo nuestras
miradas nos entendemos. No obstante, durante los meses fríos se
mantienen vigentes sus facultades telepáticas, que desaparecerán
apenas lleguen los primeros calores.
43 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
Ya estamos en agosto. El conejo de Ushuaia sabe que, desde
septiembre hasta febrero o marzo, no podrá formularme preguntas
ni plantear sugerencias ni recibir mis consejos o felicitaciones.
En los últimos tiempos ha caído en una especie de manía repetitiva.
Me dice –como si yo no lo supiera– que él es el único ejemplar
sobreviviente de conejo de Ushuaia en todo el mundo. Sabe que
no tiene la menor posibilidad de reproducirse, pero –aunque se lo
pregunté muchas veces– jamás me dijo si esto le preocupa o lo deja
indiferente.
Además de estas afirmaciones, me pregunta –todos los días y varias
veces al día– si vale la pena seguir viviendo, así, solo en el mundo, en
mi compañía pero sin congéneres. No tiene manera de morir por su
propia voluntad, y yo no tengo manera –y, aunque la tuviera, jamás
lo haría– de matar a un animal tan dulce y afectuoso.
Por estas razones, mientras perduran los últimos fríos del año,
converso con el conejo de Ushuaia y continúo acariciándolo
distraídamente. Cuando llegue el calor de septiembre, sólo podré
limitarme a acariciarlo.

[De El crimen de san Alberto, Buenos Aires, Editorial Losada, 2008.]


Fernando Sorrentino - (fs_literatura@yahoo.com.ar)

Daniel Battiston

La Avispa 49 44
Cuentos y relatos
Osiurus
Marcos Rodrigo Ramos
Escribo esta carta para el primero que la encuentre, no tiene otra razón
de ser más que explicar lo incomprensible para sus ojos. Calculo que
habrá encontrado este sobre cerca de una masa repugnante llena de
gusanos. Esa masa me temo que será mi propio cuerpo. Es inevitable.
Disculpen la desprolijidad de la letra pero mis fuerzas se están yendo.
Le pido que notifique a la autoridades a fin de que hagan algo para
destruir el mal que habita la casa de mi amigo Oscar Sosa y que se
extiende cada vez más sobre mi desgraciado cuerpo.
Fue al regreso de mi viaje a Miami. Prendí el contestador automático
para saber quiénes me habían llamado en este mes en el que estuve
ausente. Entre los mensajes me sorprendió el del “gordo” Oscar Sosa,
su voz se escuchaba débil y me pedía que fuera urgente a su casa.
Intenté comunicarme con él pero nadie contestaba. Las amistades
que tenemos en común me dijeron que nadie lo había vuelto a ver
desde hacía más de quince días, incluso había dejado de ir al trabajo
por motivos de salud según informó la empresa. Aparentemente hizo
una dieta que le permitió bajar treinta y cinco kilos en menos de dos
semanas y eso le habría provocado una descompensación.
Sabiendo que el gordo era un tipo solitario y prácticamente no tenía
familia decidí ir a visitarlo esa misma noche. Su casa quedaba a
varios kilómetros de la ciudad metida en un bosque. Cuando llegué
todas las luces de la vieja casona estaban prendidas. Golpeé pero
nadie atendió. Entré por una de las ventanas del frente que estaba
abierta. Todo se encontraba lleno de polvo como si nadie hubiera
estado por bastante tiempo. En la cocina encontré bolsas de basura
llenas de moscas. Vencí el asco y las llevé afuera. Subí al segundo
piso, el cuadro era igual, polvo y abandono por doquier.
En el dormitorio encontré una bandeja con unas frutas parecidas a
ciruelas pero de color rosado. Llevaba más de doce horas sin comer
así que después que probé la primera no pude detenerme hasta
dejar la bandeja vacía. A pesar de la cantidad que había comido
me sentía más liviano y con hambre. Bajé a la cocina y comí como
un desaforado lo que encontré en la heladera y las alacenas que no
fue demasiado pero el estómago me seguía crujiendo. Fue cuando
vi mi reflejo en la ventana que me asusté, prácticamente no me
reconocí. Corrí rápido al baño y frente al espejo comprobé lo que

45 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
me habían hecho intuir mis ropas cada vez más flojas. Estaba flaco,
yo que con miles de dietas y pastillas jamás podía bajar mis 109
kilos tenía la apariencia de un hombre de ochenta. El milagro había
ocurrido y no sabía cómo. Comencé
a recapitular todo lo que había
hecho en lo de Oscar y comprendí
que algo habían tenido que ver esas
extrañas ciruelas rosadas. Recordé
el propósito de mi visita y subí al
altillo que era el único lugar que no
había revisado.
Al entrar encontré al gordo Oscar
acostado en el sofá-cama. Tapado
con una manta hasta el cuello
me sorprendió ver su rostro
extremadamente flaco, parecía
una calavera con piel y pelo. Me
acerqué a despertarlo y noté que
una de sus pestañas era de color
blanco y se movía ondulándose, era
un pequeño gusano. Al tocar el párpado para quitarlo de los orificios
de donde deberían estar sus ojos comenzaron a salir cientos de
gusanos. Horrorizado retrocedí enganchando mi pie con la frazada
que lo cubría y al dejarlo al descubierto vi que debajo del cuello su
cuerpo ya no estaba y había una masa repugnante de miles de gusanos
blancos. Salí mareado, la náusea me venció y vomité en la pileta del
baño. Al ver lo que salió de mi estomago comprendí todo.
Ahora estoy débil, me cuesta seguir moviendo mi huesudo brazo.
Recién acabo de toser y los acabo de ver de vuelta en mi pañuelo,
como los vi en el cuerpo de Oscar y lo que vomité en el baño: a los
malditos gusanos blancos.

Marcos Rodrigo Ramos - (Moreno, Bs. As.)


(letrasrojas21@yahoo.com.ar)

La Avispa 49 46
Cuentos y relatos
Sor Gratia y el milagro apícola
Iván Medina Castro
Me and my clan against the world;
Me and my family against my clan;
Me and my brother against my family;
Me against my brother.
Somali proverb
There are no devils in Hell.
They are all in Rwanda.
A Roman Catholic missionary,
quoted in Time, 16 May 1994

El mismo mes en fundarse el Frente Patriótico Ruandés por antago-


nistas al general Habyarimana, la casa de las religiosas; “Sagrado
Corazón de Jesús”, dio la bienvenida a Sor Gratia, monja benedictina
que apegada a los preceptos de humildad y sacrificio, dejaría su
ciudad natal, Padua, para ayudar con sus conocimientos de apicul-
tura y profunda espiritualidad, a paliar la desnutrición existente en
nuestro orfanato ubicado en el poblado de Rukara, al este de Ruanda.
En ese momento, nadie podía vaticinar que años después, bajo la
cabalgadura de los jinetes del apocalipsis, el país de las mil colinas
se sumergiría en una densa niebla capaz de enmudecer al mundo,
fúnebre en su grávido silencio.
Sor Gratia era una mujer firme y visionaria capaz de cumplir con
su prometido; luego de instaurar un extenso apiario y explotar sus
derivados, la retribución económica y alimenticia del monasterio
aumentó considerablemente, permitiendo con ello brindar una mejor
atención a nuestros infantes, y con la grey hacinada día tras día en el
umbral de la capilla, a combatir su pobreza endémica. A pesar de las
bondades de Sor Gratia, había dos aspectos intrigantes en su vida:
un voto de silencio, y un culto férreo a dos doctores de la iglesia
desconocidos para todas las religiosas, incluso hasta para la madre
superiora. Estos eran: San Ambrosio de Milán y San Bernardo de
Claraval. Pero era tanto el cariño de las hermanas proferido hacia
Sor Gratia, que ni siquiera la priora dio mayor importancia a la
aparición repentina en las paredes del orfelinato, de iconografía
hierática con la representación de uno y otro bienaventurado, pues
ella se excusaba aseverando: “Todo hombre de fe canonizado, es

47 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
parte de la sagrada familia”.
Si bien el sigilo en un principio parecía entorpecer la organización
apícola –por cierto, Sor Gratia se empeñó contraria a toda propuesta,
en bautizar al apiario con el nombre de San Ambrosio–, en pocos
meses bajo una enseñanza empírica y muchos piquetes, aprendimos
con maestría a producir bastidores, alzas, atender a las abejas y ex-
traer suficiente miel, jalea real, polen y propóleo para el consumo
interno, donación, así como para comercializar en el mercado de
la capital, Kigali. En relación con la cera obtenida, fundamos una
pequeña fábrica de cirios y velas tan próspera que logramos vender
el excedente a otros conventos. A la factoría, Sor Gratia la denominó
San Bernardo. A razón de ello, nos llamó la atención la persistencia
de bautizar todo lo referente a las abejas con sus santidades, por lo
tanto, nos dimos a la tarea de investigar los atributos de aquellos
seres beatificados. ¡Lo encontrado fue revelador, ambos santos son
patronos de los apicultores!
A los pocos años de nuestra próspera empresa, el régimen iniciaría
un holocausto de baja intensidad contra la población tutsi y hutu
moderada, que la comunidad internacional prefirió ignorar.
Nuestra casa de expósitos, ajena a cualquier involucramiento políti-
co, continuó operando junto con su templo, sin embargo, al paso de
los días la destilación de sangre de los cuerpos sin piel apilados en
exuberantes montículos, era el vestigio diario en los empedrados
arriates de crueldad y abandono, desamparo infinito.
En los meses siguientes, una vez introducido el mandato a portar el
carné étnico –recuerdos del pasado–, permitió al terror apoderarse
por completo de los lugares públicos: plazas, parques, escuelas. En
todo sitio se transmitía con potentes bocinas la estación de Radio
Télévision Libres des Mille Collines, con su difusión cada vez más
explícita de odio étnico capaz de sofocar el resuello: “Vamos her-
mano hutu, empuña el machete y tiñe con sangre las rocas cubiertas
de musgo, nutre de vida nuestros ancestrales árboles con las extremi-
dades mutiladas de esas cucarachas. Sí, de esos negros más oscuros
que tú”. Ante evidente vileza de días desolados e impasibles, nos
atrincheramos a piedra y lodo dentro de la casa de Dios, pero eso
no evitó que el ángel del mal reptara por sus pasillos.
Un domingo, justo en la hora última de luz, la milicia extremista
autodenominada Interahamwe, irrumpió en el cenobio al derribar
las puertas del pórtico. Tras darnos cuenta de aquella transgresión,
salimos al patio para impedir que entraran dentro la inclusa a
La Avispa 49 48
Cuentos y relatos
exterminar niños tutsis; una vez frente a ellos, enmudecimos al mirar
los machetes desenvainados y de sus filos gotear sangre. Únicamente
se escuchaba el golpeteo de piedrecillas contra las hojas metálicas
que el viento hacía sonar. En eso, Sor Gratia al observar el estado
pétreo de la prelada, se abrió paso entre nosotras y caminó resuelta
hacia el dirigente de mirada vítrea para entrevistarse con él. Rostro
con rostro, casi imperceptible, el tibio vaho del aliento de Sor Gratia
se manifestó como un sutil zumbido. Intercambiaron palabras y el
ruin, de un empellón la hizo caer. Ella pronto se inclinó ante él, cerró
los ojos e inmediatamente juntó sus palmas de manera vertical lo más
pegado posible al pecho. Su cuerpo, a lo lejos parecía estremecerse,
sin embargo, sus brazos permanecían firmes, con el mismo fervor
que siempre mostró cuando rezaba a sus santos. El líder alzó el
machete y de la muñeca a lo largo del antebrazo se veía tatuada una
mamba con la boca abierta que hacía temible la amenaza, aún más
que la propia arma.
Inexplicablemente, las esquilas del campanario comenzaron a
repiquetear. Por un momento creí que algún niño al ver en peligro
a Sor Gratia las había hecho tintinear para
distraer a los agresores, pero no fue así, pues
dos esbirros del comando fueron a revisar y
no encontraron nada. Molesto el comandante,
tomó del cabello a Sor Gratia y justo al volver
a alzar el machete para propinar un golpe
certero, un concierto incesante de sonidos en
armonía a un único, lento y poderoso aleteo
de abeja se escuchó tras la iglesia. Todos
allí giramos la cara hacia el sur, dirección al
apiario, y de manera milagrosa, enjambres
en tropel similares a pepitas de oro que
zigzagueaban sobre la espadaña, prestos
arremetieron con sus potentes aguijones contra
los ojos de los paramilitares haciéndolos huir
a rastras mientras gemían clemencia.
Débora Pereyra

Iván Medina Castro


(D.F., MÉXICO)
(imc_grozny@yahoo.com)

49 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
LA DESPEDIDA
—Esta noche me caso —dijo sin expresar ninguna emoción.
Continuó revolviendo con el índice los cubitos de hielo en la copa
de vino. De pie frente a la chimenea, le daba la espalda a propósito,
para que le mirara el culo. En el silencio del living, sólo se oía el
crepitar de los leños y el tic tac del antiguo reloj de pared. Dejó que el
segundero avanzara unos minutos y se dio vuelta despacio. Encontró
sus ojos enrojecidos por el reproche mudo. No esperaba respuesta,
se conocían demasiado. Luego de tres años de encuentros furtivos
sabían que, en cierta forma, llegaría ese momento. Se acercó al diván
y acarició lentamente esa piel hermana, amiga y que tantos placeres
le diera, sin pedir nada a cambio. Sus hormonas se excitaron. La
despedida era una espada candente de doble filo: le partía el corazón
y a la vez, despertaba su deseo sexual volcánico. Se deslizó entre
las mantas, enredó sus piernas sobre el cuerpo solícito e introdujo
la lengua en esa boca resignada y eternamente suya.

El vestido de novia mostraba un profundo escote velado por el


encaje. Se colocó los guantes de raso hasta los codos. La modista
cosía el corsé, mientras hablaba de cosas que para ella no tenían
la más mínima importancia. Su mente aún permanecía anclada es
esa despedida de soltera tan particular de la mañana. Le pidió a la
sirvienta una copa de vino torrontés.
—Sin hielo, por favor.
“La seda del baby doll resbalando por sus muslos. Sus pechos firmes
imantados de besos”
Ya estaba casi lista. La bocina anunció que había llegado la hora.
Empinó la copa hasta el fondo. Sonrió, los cubitos de hielo sobre
los pezones eran afrodisíacos. La maquilladora retocó sus mejillas
con polvo volátil y le puso una leve capa de brillo labial. Tomó el
bouquet de rosas blancas y salió al porche. El chofer aguardaba con
la puerta trasera abierta del flamante Ford 35.

Las últimas luces de la tarde se estrangulaban en las cortinas. Así


sentía su garganta, con el dolor anudado en el cuello. No había
almorzado, rehusaba salir de la ternura de las frazadas que retenían
el perfume de ella. La pensó en los brazos del otro y las lágrimas
le suplicaron salir. No lo permitió, se había jurado no llorar.
Volvería sin atormentarse a su antigua vida solitaria. Bueno, en
La Avispa 49 50
Cuentos y relatos
realidad, le quedaba la compañía de su gato fiel. Desde la cocina
le llegó el insistente maullido del animal, pidiendo el tazón de
leche acostumbrado. Sabía lo doloroso que era tener una necesidad
insatisfecha. Se levantó, recurriendo a todas sus fuerzas, se vistió
con el baby doll y desapareció tras la puerta.

María Guillermina Sánchez Magariños


(guiller48mina@yahoo.com.ar)
www.poetisamayor.fullblog.com.ar

Débora Pereyra

JUICIO
        Él acostumbraba a soñar. La noche era seca. No hacía viento.
La calle estaba vacía. Sólo a lo lejos se escuchaba el cantar de un
gallo. Noctámbulamente el hombre realizaba lo que soñaba. Estaba
desnudo. Su rostro tembloroso, pálido y sucio. No se afeitaba desde
hacía tres meses. Tenía días sin salir, sin bañarse. La habitación olía
a marihuana y humedad. Hace algunos años su intención era viajar
por el mundo. Vivir seis meses en cada ciudad, vivir, vivir junto a
María. Deja los caballos, los bingos –le decía María. Él se reía, la
miraba con amor y prepotencia. Yo apuesto lo que me de la gana
amor mío, real es lo que me sobra. Diez horas antes, regresando
a su casa, chocó el carro. No sufrió heridas. Llamaba y llamaba a
María y nunca le contestó. Le dieron ocho horas para desocupar la
casa. ¿María dónde estás cuanto más te necesito? Estaba tirado en
el suelo, miraba por la ventana abierta que apuntaba a la luna. El
cielo estaba astillado de estrellas. Ya no le quedaba “Valium”. Esa
noche soñó que se suicidaba.
                JairoPrieto  Caracas, 2009
 (oriajronald@hotmail.com)
 www.cuevazul.es.tl

Jairo Prieto: (Ocumare del Tuy, 1987 VENEZUELA) Fundador del grupo
de arte y letras “Cueva Azul”. Ha publicado las obras de poesía: Cuánto pesa
un río (2006), Primicia de huesos (2010). Como guionista “La caja de plomo”,
“Hombre infinita muerte” y “Un amor llamado amanecer”.
51 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
El hipertérmico señor Andrés
Sergio Aznar

Cualquier persona en sus cabales podría haber declarado (y con justa


razón) que Andrés era un hombre poderoso. Un tipo de aquellos
que con sólo arquear una de sus dos pobladas cejas lograba que
todos los que estuvieran a su alrededor salieran a cumplir con sus
obligaciones esforzándose mucho mas allá del simple esmero. No
por nada sus varios emprendimientos comerciales habían dado
increíbles frutos... Empero, en Andrés, luego de cumplir los sesenta
años cobró vida una doble personalidad, insana e imprevisible para
todos aquellos que creían conocerlo acabadamente: en él habitaba
un espíritu pervertido, esencialmente masoquista. Ello, sumado a los
circunstanciales achaques propios de su enfermedad física (pasaba
en aquellos días por una fuerte amigdalitis) acabaría por dejarlo
muy mal parado.

Fue una tarde cualquiera, donde el cielo mostraba los tonos de


siempre y los niños corrían alegremente por las plazas el momento
en que Andrés optó por entrar en ese lugar especialmente sombrío.
Una vez dentro, los olores que allí reinaban le resultaron sumamente
desagradables, al punto de provocarle leves arcadas. Él, inmutable,
decidió ir directamente al lugar donde le cobrarían por adelantado
el desagradable trabajo.
—¿Qué le debo por esto?, preguntó con simpleza a la mujer que
hacía las veces de cajera.
—Lo mismo que ayer, Don Andrés… respondió ella, haciendo gala
de una voz altamente sugestiva—. Espere dentro por favor, que
pronto será atendido…
Andrés atravesó la puerta. El gabinete frío, libre de cuadros y de
cualquier artefacto a simple vista amigable se hallaba pintado en
color gris claro y no poseía ventana alguna. El único mueble que
quebraba la soledad del sitio era una camilla cubierta con una sábana
color crema al mejor estilo hospital. La misma se hallaba apoyada
contra la pared derecha, la cual (a juzgar por las viejas huellas de
sudores corporales no muy bien borradas) dejaba bien en claro que
por allí había pasado mucha gente con similares necesidades. Una
solitaria bombilla que colgaba del techo aportaba mínima luz, tal
vez la estrictamente necesaria para este tipo de casos.
La Avispa 49 52
Cuentos y relatos
Excitado, aunque tieso por sus propios temores, Andrés quedó
parado en el medio del estar. Repentinamente a sus espaldas, escuchó
moverse el picaporte y casi al segundo entró ella.
Andrés la observó: sus movimientos eran gatunos, tremendamente
femeninos. Su rostro todo pero particularmente su sonrisa (digna de
ser retratada en la portada de la mejor de las revistas de espectáculos)
era fascinante, aunque delataba cierta repugnancia por la tarea a
realizar. Su cuerpo, enfundado dentro de una entallada vestimenta
deportiva color negro era dulcemente curvilíneo… sencillamente
perfecto…

—¿Como te llamas?, preguntó él.


—Camila, respondió ella sin mirarlo a los ojos y de inmediato le dijo
que desabrochara su cinto y se
bajara los pantalones.
A estas alturas, la fiebre de
Andrés podría haber logrado
volar la punta del termómetro.
Sin mediar otra palabra, él
decidió que lo mejor era
hacerle caso.
—Recuéstese en la camilla,
sentenció ella, dominante.
—Podés tutearme. Hazlo…
¿Si?, deslizó él a modo de
imploración, mientras notaba su imposibilidad por quitar ese maldito
botón que suele complicarnos por encima de la bragueta.
—Bueno, bueno… ¿Qué pasa?, ¿No podés?, preguntó Camila—.
Parece mentira: hombre grande y poniéndose nervioso en un asunto
tan sencillo como este…, remató al fin con fina gracia—. Dejá: yo
te ayudo, enseguida lo quitamos…
Camila tomó el botón y lo desprendió con facilidad. Acto seguido,
Andrés bajó sus pantalones.
Para Camila el espectáculo no resultó en nada agradable: la erección
de Andrés era intensa, pero por sobre todas las cosas, inesperada.
No era la primera vez que una cosa así le sucedía, y sabía por sus
compañeras que esto era relativamente usual, aunque muy dentro de
ella no lograra acostumbrarse a este tipo de sorpresas. Como fuera,
ella era una profesional y, por sobre todas las cosas, debía cuidar su
puesto de trabajo. Decidió, entonces cambiar el método.
53 GRUPO DELAPALABRA
Cuentos y relatos
—¡Por favor, Señor, baje de una vez sus pantalones y recuéstese allí
boca abajo! pronunció entonces, llena de ira.
Andrés sentía que el acto de dominación era el que en verdad
necesitaba y, aunque deseaba que resultara infinito, decidió apurar
el trámite. Por su mente pasaban cosas extrañas. Imaginaba cueros
negros, látigos y sus muñecas atadas, pero por sobre todas las
cosas el pelo suelto de la muchacha rozándole inclemente sobre
sus nalgas.
—Bueno, quietito… ¿Eh?, la escuchó decir. Andrés cerró los ojos
y luego notó algo así como una serie de cachetazos suaves, más
tarde un pinchazo y junto a ello el dolor sordo e inaguantable de
una penetración violenta y desgarradora.
—¡Basta, por favor!, susurró él sintiendo la piel hirviendo y su sexo
a punto de estallar: Andrés, merced a la martirizante sensación se
hallaba experimentando un aberrante e inusitado clímax.
—Un poquito más. Ya termino, dijo ella, fríamente mientras intentaba
apurar la cosa—. Ya está. Ahora cámbiese tranquilo…

Camila se retiró de la habitación tan suavemente como había


llegado, aunque definitivamente mucho mas asqueada. Desde allí
fue directamente hacia la caja.
—Es la última vez que atiendo a ese viejo degenerado, dijo exaspe-
rada a su compañera.
—¿Por qué?... ¿Qué te hizo?, preguntó la cobradora del servicio.
—¡Ese tipo está loco!, que se yo... Se habrá pensado que esto era
un prostíbulo…
—No… Pobre Don Andrés. Está con mucha fiebre y tal vez sólo se
quiso tirar un lance contigo. Mirá que el viejo vale la pena: tiene
mucha guita… y encima, deja buenas propinas…
—¡Válgame Dios! Yo ni loca le acepto nada a ese tipo. Mandá a los
de limpieza a cambiar la sábana que ahí viene más gente… El muy
estúpido la dejó toda manchada y la próxima vez… ¡La próxima vez
andá vos a aplicarle esa maldita inyección contra la bronquitis!

Sergio R. Aznar
(alasvidasalvaje@hotmail.com)

La Avispa 49 54
Dossier
México

Julio Ramírez
Marco Antonio Acosta
Berta Cenobio
Armando Alanís
Raúl Renan
Irán Francisco Vázquez Hernández
Norma Salazar
Aleqs Garrigóz
Aaraon Cruz Soto
Armando González Torres
Clyo Mendoza
Ángel Morales

55 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
De taberna
                            A Miguel Ángel Hernández Rubio, nuestro Mike.
 
¿Por qué ladran los pájaros de arcilla?

Julio Ramírez - (j_juramo@hotmail.com)


Cirros de ambulantes fantasmas merodean.
 
Mesero, búho de todas horas,
lléname este silencio con tu mejor bebida,
mi vidrio suda en el desasosiego.
Aquí el reloj de sol sombrea de luna.
 
Un alfiler ceniza me ha pinchado el costado.
 
¿En qué buzón postal deposito mi rabia?
¿Cómo le arranco sus colmillos de hiena en celo
a la amorosa muerte?
¿Qué cordero de pasto debo ofrendar a la azarosa vida?
 
No entiendo nada:
la cordura es un tren de juguete arrumbado en la infancia.
 
Siempre sembramos en los despeñaderos,
alimentamos ciervos de papel, cavamos en el viento,
fincamos nuestra casa en la memoria fértil de las manos que buscan
otras manos, nos tatuamos de puntos y seguido para avanzar
hacia ninguna parte.
 
La vida es sólo un vaso de agua de temporal,
la miramos pasar frente a nuestra ventana y a veces le aplaudimos,
le tocamos las nalgas, la ensalzamos debajo de las sábanas
que son nuestra mortaja, le bautizamos nombres y apellidos.
Y el espejo nos encuentra más solos cada día.
 
Mesero, coyote en la vereda,
¿qué le ha pasado al aire que no canta?, ¿al baile, que tropieza?
¿Qué murmura el asfalto de las calles vacías?
 
Cazador de naguales,
¿por quién aúllan, tan lejanas, las nubes?         
Leído en Hacedores de palabras 2010, en memoria del poeta jalisciense.
La Avispa 49 56
Dossier México
SIMBAD

Voy a olvidar la arquitectura en el azul del mar


dejo recuerdos en la estatua de los días
abro las puertas de mi corazón
enciendo y paso
Voy a retirarme de mórbidos espejos
para conquistar
como Simbad
aventuras marinas y tesoros de almejas

(Ay, marinero yo fuera de algún barco pirata


de banderas desplegadas al viento enfurecido
Ay, marinero yo fuera del fuego de la Aurora)

Voy a olvidar por algún tiempo la costumbre


de mirar lo mirado
Quiero crecer como una antorcha
en el cielo de tus ojos
Quiero esa mirada de olas del océano
y el sueño sueño del horizonte

Quiero la soledad del tiempo y del espacio


pero sin la aguja del reloj
que va midiendo mis pasos de lodo
y de cartón

Marinero de algún barco soñado por la infancia


mi corazón bogara hacia sus días vividos…
fuera por mundos insospechados
ajeno a este correr y bajarse de intrépidos
piratas legendarios

Pero me voy, marinero astral o de tierra


hacia otros puertos
hacia el tiempo indetenido de las alas
de futuros albatros

57 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
(Marinero yo fuera pero en el corazón
de una sirena
que habita los mitos de
la historia)

Pero me voy de estos lugares


desolados

donde reinan los marineros


de la luna
pero me voy de esta alfombra de pasos
que perdieron su viaje

Me llevo el latir del corazón de los peces de río dulce


Me llevo el sentimiento de una madre cuando
reencarna en su hijo
Alguien me extrañará en el paisaje de la garza
pintado por manos invisibles

En el parque-jardín inolvidable
crecerán las mariposas de ausencia y de olvido

(Marinero yo fuera
pero en el corazón)

Buscara yo un puerto de albas


donde anclar con mi barco
encontrara una isla donde esconder
el tesoro de mis aventuras
encontrara un mar de olas plateadas
por la luna del cuento

un mar para mi cuerpo de pez


un cielo para mis alas de pájaro incendiado
encontrara una noche sin temores
sin sospechas ni dudas

Buscara en el tiempo un día sin calendario


y no volver a ese templo invisible
donde la inocencia recala a un destino sombrío
La Avispa 49 58
Dossier México
Buscara esa palabra madre donde se pudre
y renace la poesía del poema
Yo creo por esto que crece ante mis ojos es la belleza
extrañando su pasado
de orquídeas y jacintos
Yo creo en esa belleza que el poeta capturó en el mar de palabras
que decimos a diario, escribiéndolas, sintiéndolas, viviéndolas

sólo por la belleza existe el mundo


y esta vida resume su existencia.

Marco Antonio Acosta 1956, Cárdenas, Tabasco.


(mapa310922@yahoo.com.mx)

Débora Pereyra

Débora Pereyra: es artista plástica y poeta,


debpey@hotmail.com

59 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
Divinidades
Eva
Déjame llorar, al fin y al cabo
ya me has expulsado del paraíso.

Sara
Me has hecho vagar por los confines de la tierra
sólo con tu afán de procrear un hijo que jamás
llevará tu sangre.

La mujer de Lot
¿Por qué vuelves la mirada?
Los perros están muertos.

Rahab
Una voz desconocida me conduce
A la luz de la luna.

Bertha Cenobio - (Oaxaca)


he pagado

(b_cenobio@hotmail.com)
por mi juramento y por su promesa.

Dalila
Vino y me leyó la suerte en el sueño.

Jezabel
He terminado la repartición de los males,
he decidido marcharme.

Ruth
Si me dejas que te ame, iré contigo.
Donde tu murieres, moriré yo.

María
Al acto de amor, le sucede el abandono.

María Magdalena
Odio a los nombres
Que aman a la especie
La Avispa 49 60
Dossier México
MINIFICCIONES
Armando Alanís
Cuesta abajo
Al adentrarse en el túnel, los pasajeros tienen la impresión de que
van de bajada. Unos minutos después, esa primera impresión se
convierte en certeza: el metro se precipita hacia abajo como por
la rampa de un tobogán. Cada vez van más rápido y cada vez se
siente más calor. El túnel no tiene anuncios luminosos, ni llegan a
estación alguna; todo es un puro descender y descender en medio
de la oscuridad absoluta. Ya no van por un riel parejo sino dando
tumbos por un camino oblicuo y pedregoso. ¿Qué les espera al
fondo del abismo? Los pasajeros apenas tienen tiempo de hacerse
esa pregunta cuando el tren abandona el camino de piedras, cae en
picada hasta el centro mismo de la Tierra y un calor insoportable
los atenaza como un chaleco de fuego.

El color del deseo


—De rojo me gustas más —dijo el hombre todavía con el puñal en
la mano.

Pesadilla azteca
Se ve a sí mismo sobre la piedra de los sacrificios, atado de pies y
manos. El sacerdote, la ira instalada en sus pupilas, levanta el cuchillo
de obsidiana y lo deja caer con fuerza.
Siente un agudísimo dolor en el pecho. Después, nada.
—Ataque fulminante al miocardio —dictamina por la mañana el
médico forense.

61 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
En la hoguera
Soñó que era un monje de la Santa Inquisición, en plena Edad Media,
y que Elvira era una bruja a la que sorprendía en un aquelarre y
condenaba a morir en la hoguera.
—¿Qué pasa, cariño? ¿Tuviste una pesadilla?
Despertando súbitamente, abrió los ojos. Pero en vez de contarle
a su mujer el terrible sueño, decidió demostrarle una vez más qué
tanto la amaba. Unos minutos después sintió que el cuerpo de Elvira,
atrapado entre sus brazos, ardía como lamido sin misericordia por
ávidas lenguas de fuego.

Armando Alanís (aralanisc@yahoo.com.mx)


Es autor del libro de cuentos La mirada de las vacas, de las novelas Alma sin
dueño y La vitrina mágica, y del libro de ficciones súbitas Fosa común. En
septiembre de este año de 2010, Planeta publicará su novela Las lágrimas
del Centauro.

Raúl Renan
Advenedizo
Lo encontré en el fondo (ad bene dizo) abandonado al tiempo.
Cruento lo extraje a punta de lápiz con la ayuda impoluta de una
hoja. Roja, víctima de una línea enredadera con roturas a saltos
rasguñando por darse a poema. Tema loco el que de sí asomo con
razón y entre dientes. ¿Sientes –dijo– dónde más duele el callo del
alma? Calma –le devolvió– revuelvo entre mis dedos la puntilla
por hallarte. Parte en Dios para gloriarte y parte en mí mortal. Total
que sí eres poema, lo sé, se oye el tacto suave. Ave del paraíso con
revuelo de hoja que cae.

Altura de miras
Lo más alto de la vida rebasa el pino. Fino rasgo el que sienten
las rachas del aire. Caire les forman las nubes de referencia cirrus
rosamarillas. Millas que dan medida a la extensión del orillante límite
con los ojos en fila. Retahila de burós guardadores de rebaños. Años
La Avispa 49 62
Dossier México
y años de acumular balidos en forma de bolitas marcapasos. Casos
de exagerada minucia pues son la negación de las cosas palpables al
intacto. Acto contiguo donde las miras de la altura ruedan a granos
en los rostros tiernos de la humana vida. Pida a quien quiera que
le sea dada.

 
Pervivencia
Hora en que la tarde disuelve las alas del día para darse a volar. Hogar
en vuelo se dice porque el sol por fuera copa a los que se acogen
parientes. Entes de diurna vocación. Acción de pervivencia.
 

Vuelo entero
En reducto alto aposentado un plumaje empolla breve. Elévese el
color compuesto para pintar la revelación del viento. Tiempo alegre
de olores y de picos en las plantas. Tantas que la versión celeste
es perfecta según manda el instinto. Distinto alado, el mayor en
el mundo a piedra bruta labrado. Habrá lo indigno: respiros que
amanecen de noche. Derroche de luz como el piar de la canción en
rama. Ama al cielo la Tierra, complemento del vuelo que celebra el
brote. Trote de la nube sobre ramas con alas abiertas. Ciertas palabras
atraen pájaros de vuelo entero. Cero consideración al mandato que
declina la perecedera caída.

Raúl Renan
Nació en Mérida, Yucatán, en 1928. Poeta, narrador y editor. Ha  sido
coordinador de talleres literarios; editor de Papeles (pliego seriado de
literatura); autor de la colección Fósforos (cajas de poesía breve) y de la
revista Ensayo; ha sido coordinador del consejo técnico editorial del INBA;
subdirector del CNIPL; subdirector del Periódico de Poesía; fundador de El
Gallo Ilustrado; director fundador y editor de La Máquina Eléctrica Editorial.
Obra Publicada: Cuento; Una mujer fatal y otra, Los niños de San Sebastián,
Serán como soles, Ambulavio. Ensayo: Los otros libros. Distintas opciones en
el trabajo Editorial, La sagrada familia Sabines. Novela: El río de los años. Los
pateadores de San Sebastián. Poesía: Lámparas oscuras (haikai),  Catulinarias
y sáficas, De las Queridas cosas, Gramática fantástica, Pan de tribulaciones, Los
Urbanos, Rama de cóleras, Volver a las cosas, Parentescos, LunArena, Rostros de
ese reino (ilustrado con imágenes inéditas del Fondo cristológico de estampas
grabadas y litografías “Los Venados”), Educación de la línea, Mi nombre en
juego, entre otros.
63 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
FUERA DE TIEMPO
Por Irán Francisco
Vázquez Hernández
El Tiempo es la forma en que Dios evita
que las cosas sucedan en un solo instante.
Ian Stewart

Me dice que es verdad. Que cuando viaja es como extraviarse por


una carretera que se pone cada vez más fría hasta llegar a su destino
final. Me animo a preguntarle qué había antes de que Dios creara el
Universo y dice que la pregunta es imposible de contestar porque el
antes no existe, ya que implica la noción misma del tiempo y éste
nació cuando Dios creó todo. Me río y sigo manejando. Son las seis
de la tarde y el tráfico está espantoso. El sol todavía quema a pesar
de que comienza a regarse por detrás de los cerros. Mi turno acaba
en media hora así que puedo regresar a tiempo para estar con mi
familia. Le pregunto si trae dinero para pagarme porque el traslado
desde donde lo levanté hasta las afueras de la ciudad no es gratis.
Dice que sí y saca de su cartera un billete de cincuenta pesos; me lo
da. Su cartera es una pieza desgastada de piel que sólo se encuentra
en las tiendas de antigüedades. Y aunque su ropa es vieja y corroída,
el sujeto tiene porte, como si perteneciera a una buena familia. Me
surge una duda y se la planteo: si usted viaja a través del tiempo
por qué ha tomado un taxi. Se ríe. Dice que una cosa es viajar en el
tiempo y otra muy distinta es transportarse de un lugar a otro. Le
digo que es lo mismo, que llevarlo a las afueras de la ciudad requiere
de cierto tiempo. Se vuelve a reír. Pregunto cómo es que lo hace y
dice que es un don que se transfiere de una persona a otra. Asiento
con la cabeza y nos quedamos en silencio por un momento. Después
me cuenta que viajó al tiempo de Jesús y que hasta conversó con
él. ¿Y cómo es Jesús?, pregunto riéndome. Simpático, no es como
lo pintan en los cuadros. Es flaco y moreno, similar a Osama Bin
Laden. Se ríe. Pregunto si sabe arameo. Dice que no. ¿Por qué? No le
contesto. Hay un Chevy adelante que me hace frenar a quemarropa.
Le miento la madre al cabrón. Veo por el retrovisor la cara de mi
pasajero y sigue riéndose. Me parece ver al mismo diablo. Nunca lo
he visto, pero ha de tener la cara de un adulto que acaba de cometer
una travesura. Le vuelvo a pitar al Chevy para que avance y él dice
La Avispa 49 64
Dossier México
que no apresure las cosas, que todo lleva su tiempo. Pinche viajero
del tiempo, ha de fumar de la buena, pienso. Le digo que en la época
de Jesús se hablaba arameo. Me río y él me corresponde con una
sonrisa no muy franca. Se ve molesto. Cambio de conversación:
están remodelando las calles del centro histórico y por eso todos los
conductores buscan rutas alternas a esta hora. Le vuelve la sonrisa
sincera. De nada servirá, dice, en unos años toda esta ciudad perecerá
en un terremoto y las remodelaciones serán en vano. No le respondo.
Odio los terremotos. La última vez que estuve en uno fue en el 98 o
en el 99, no recuerdo el año. El tiempo es difuso a veces. Estuvo de
la chingada. Me molesta recordar eso. La carretera poco a poco se
va despejando y el tránsito se hace fluido. Le digo: si no sabe hablar
arameo, ¿cómo putas habló con Jesús? Se queda callado por unos
instantes y después contesta: Jesús lo sabe todo, por eso es Dios. Él
conoce todos los idiomas habidos y por haber, pasados y futuros.
Me río. El Chevy enciende sus direccionales y dobla a la derecha.
Me dice que siga por el carril de la izquierda hasta que comience la
terracería. Es un camino desolado. No quiera robarme este cabrón
porque entonces sí que va conocer a Jesús. Le digo que si habló en
español con Jesús pero no contesta. Parece que reza una oración o
algo parecido. Ya no me parece ver al diablo sino a un ángel que ha
sido desterrado de los brazos de Dios. Dice: Jesús habla muy bien
el español, todos los tipos de españoles. Me río. Usted sabe que
hay diferentes tipos de españoles porque el lenguaje cambia con el
tiempo. El español que hablamos hoy no es el mismo que se hablaba
hace dos o tres siglos. En el pasado lo correcto era decir fermosura en
lugar de hermosura; y en el futuro se dirá ermosura, sin h, en lugar
de hermosura. Se queda callado un momento y continúa: aunque
no sé si a usted le toque este cambio porque posiblemente ya estará
muerto. ¿Por el terremoto? Le pregunto. Se ríe. Su risa me hace sentir
frío. Insisto: ¿Por el terremoto? No, caballero. Entonces, por qué
estaré muerto. No para de reírse. La noche comienza a extenderse
en el horizonte y no se ve ningún automóvil en la carretera. Usted
morirá antes del gran terremoto. Y su muerte, caballero, será cruel,
muy cruel. Vuelvo a sentir frío. Quiere asaltarme y después matarme
el cabrón. Se me vienen a la mente las notas del periódico de hoy:
«tres acribillados en menos de un mes en las afueras de la ciudad».
¿A dónde va exactamente? Le pregunto. A mi casa, ya falta poco.
¿Vive solo? Sí. ¿Y a qué se dedica? No contesta. Se ríe. ¿Conoce
usted esta carretera?, pregunta. Claro. Aunque jamás había entrado
65 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
por estos lugares. Veo por el espejo y la ciudad ha desaparecido a
nuestras espaldas. El tiempo es como esta carretera, me dice. Toda
ella se distiende desde un inicio hasta un final que se repite y se repite
eternamente. Es una carretera circular. Se pone serio. Continúa:
desde ella, se pueden acceder a diferentes lugares, épocas, sería el
nombre correcto. Sólo basta saber entrar y salir de la carretera. ¿Por
qué estaré muerto?, le vuelvo a preguntar. Sigue serio. El hecho
de morir en realidad no es tan trascendente como usted piensa,
caballero. Es un acto natural. Se puede morir en cualquier lugar. Lo
que importa es el tiempo en que morimos porque eso determina la
forma. ¿Por qué será cruel mi muerte? Se ríe. Me pongo nervioso.
Hacia donde volteo todo está desértico. Siento más frío. Busco la
navaja suiza debajo de mi asiento y la coloco encima de mis piernas.
¿Por qué voy a morir cruelmente? Porque he visto su futuro, amigo.
No soy su amigo. Todos somos hijos de Dios. A la chingada con
Dios. Se avienta una enorme carcajada. Es la primera vez que lo
hace. Parece la carcajada del diablo y me da miedo. Paro el coche
en seco. Le digo que se baje. No deja de reírse. Bájate cabrón y le
enseño la navaja suiza. Se baja. Deme mi cambio, por favor. Y señala
el taxímetro. Treinta pesos. Sin dejar de verlo busco en la bolsa del
pantalón el billete de cincuenta pesos que me dio. Se lo devuelvo.
Toma mi mano y su tacto es frío, más frío que un hielo. El tiempo se
detiene y el instante en que me sujeta un aluvión de imágenes de mi
pasado y mi futuro camina frente a mí como un espectro. Reacciono.
Le pongo la navaja en la garganta y siento cómo se desliza por su
cuello. Ya no se ríe. Me suelta. Acelero el coche y doy vuelta como
loco. Por el retrovisor alcanzo a ver una figura que se pierde en
el abrazo siniestro de la oscuridad. Regreso a toda prisa. No sé si
son los nervios pero el camino que recorro es irreconocible. Estoy
perdido y un frío insoportable baña todo mi cuerpo. Son las siete
de la noche y no llegaré a tiempo a casa. A lo lejos, las luces de una
ciudad desconocida me dan la bienvenida.

Irán Francisco Vázquez Hernández - (iran.vazquez@gmail.com)


Poeta y narrador originario de Orizaba, Veracruz, México. Ganador del
Concurso Nacional de Ensayo en Derechos Humanos en 2002.

La Avispa 49 66
Dossier México
EL HOMBRE DE NIEVE
A Bernardo Sánchez

Hubo una vez un hombre. Eran tiempos distintos. Distintos como


todos, pero estos tiempos eran distintos en la distinción que hacen
las abuelas.
Este hombre era distinto. Estaba fijamente pegado a la tierra. Tenía
una enorme bola por vientre, redonda y fría como la luna. Su nariz
era una zanahoria y sus ojos dos rodajas de pepino. En la cabeza
tenía un sombrero de pico donde los pájaros se detenían de vez en
vez. Nunca hablaron con el hombre, sólo se detenían, daban dos
respiros y continuaban el camino. El hombre miraba a los pájaros y
soñaba en ir con ellos.
Algún día (pensaba), quizás yo pueda ir con los pájaros y volar toda
la tarde.
Sin embargo, el hombre nada podía. Su cuerpo blanco, frío y redondo,
se mantenía fijo al suelo. No sé por qué el hombre estaba así. Quizás
fue un dios y se olvidaron de él. Quizás él se olvidó de sí mismo. O
quizás un día de ocio se convirtió en estatua de sal.
Un niño llegó y vio al hombre. Le atrajo lo anaranjado de su nariz
y el enorme vientre blanco, frío y redondo.
—¿Por qué tienes esa nariz tan roja? —dijo el niño.
—No es roja, es anaranjada.
—Es roja. Yo la veo roja y es roja.
El hombre no respondió. Sólo miró al niño. Lo miró con sus redondos
ojos de pepino.
—¿Qué hay detrás de las montañas? —dijo el hombre al niño—.
Allá, adonde van los pájaros. ¿Qué hay?
—¿No sabes? Es un lugar mágico, hermoso. Allá es donde mejor se
come y donde mejor se juega. Es el mejor lugar que he conocido.
—Quiero ir.
—Ve.
—He olvidado cómo moverme.
—De todas formas no puedes moverte. No tienes piernas.
—Dame tus piernas.
—¿Mis piernas? Si te doy mis piernas, ahora no podré moverme yo.
—Entonces llévame.
—Eres muy pesado —dijo el niño y se fue a jugar.

67 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
El niño corría alrededor del hombre. Brincaba y corría lo más rápido
que podía. Giraba, daba marometas y demostraba lo lindo que es
tener piernas mientras se reía del hombre.
Un pájaro llegó y se posó en el hombre.
—Pájaro, llévame atrás de las montañas.
—Es un lugar hermoso —dijo el pájaro—.
Es donde mejor se come y donde mejor se
vuela.
—Quiero ir.
—Yo también —dijo el pájaro y salió vo-
lando hacia atrás de las montañas dejando
un poco de mierda en el hombre.
El niño fue con el hombre. Miró una vez
más su nariz anaranjada.
—Tu nariz es roja —dijo el niño, rió y dio
la vuelta para irse.
—Dame tus piernas —dijo el hombre al
niño.
—¿Quieres mis piernas?
—Dame tus piernas.
El niño fue y dio una fuerte patada al vientre del hombre. El blanco,
frío y redondo vientre del hombre dio un crujido y estalló. El niño
salió corriendo temiendo que alguien lo regañara.
El hombre vio cómo su blanco, frío y redondo vientre se deshacía y
volaba con el viento en un manto que alcanzó al niño y al pájaro.
El niño miró el manto blanco que el cielo llevaba, quiso agarrarlo
y con el frío se le puso la nariz roja.
El pájaro vio el manto blanco, quiso agarrarlo y con el frío se le
congelaron las alas. El pájaro tuvo que emigrar alejándose del
lugar mágico y hermoso que fue cubierto por el polvo blanco del
hombre.
El hombre sonrió. Miró cómo su vientre seguía volando, volando…
llegando más allá del niño,
más allá del pájaro
más allá de este cuento
y más allá de las montañas.

Francisco Reyes
Ilustración: Débora Pereyra (gentesinquehacer@hotmail.com)
La Avispa 49 68
Dossier México
El Hilador Inmóvil
Mira
vuelvo a mí
te digo que no soy

Exhorto a mis entrañas


que evaporen
manías enmohecidas

Soy extranjera
deshilo
el canto de los grillos


Muerdo el anzuelo
en la turba incivil
dejo a los elfos


Invité a tu oído
auscultar una sonrisa clandestina

Necedad ignominia
instintivo silencio
sibilina calma

Desembarco las campiñas


cargadas de versos
canutillos de prosa

¿Dónde podrá escuchar


al cancerbero de mirada etérea?

69 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México

Gruñe
el
hilador inmóvil

Soy un libro de Pernambuco


me aferro a mi tronco
con días
de aquí y de allá

Que narre lo cáustico y aliente


a cuentagotas mi historia

Imploro un vino
que pinte el aliento
y saboree la vida fecunda
con retoños de sal
cobije mi sol
bendiga el tapiz sombrío de la tierra

Después del vacío


los astros matizan
la dorada oscuridad

Norma Salazar (nsalazar.norma521@gmail.com)


Poeta, ensayista. Actualmente esta a cargo del Archivo de Francisco
Cervantes. Colaboradora del Diccionario crítico literario en las letras mexicanas
del siglo XIX dirigido por el maestro Emmanuel Carballo, (México,
Océano/CNCA, 2000). Publicaciones: Cariátides Mudas (Grupo Generación
Espontánea, 2009), Cuadro al Óleo (ediciones ST, 2005) y Cantos Lejanos
(colección La Hoja Murmurante, 1999).

La Avispa 49 70
Dossier México
TÚ Y YO
 
Como un potro salvaje eres,
que devora la hierba pequeña de mis actos,
que bebe de las aguas inquietas de mi placer
y cuyas pisadas se han quedado grabadas
como hierros candentes en mi corazón.
 
Somos ramas del mismo árbol
cuyas hojas ebrias de savia nunca caen,
a cuya sombra se acercan dorados niños
a cantar coros de alabanza a la tierra.
 
Soy para ti como un sudor abundante
que escurre por tu torso mientras trabajas,
y como un pozo de agua fresca y risueña
en la que desnudo nadas.
 
En tus manos he sido un arco siempre en tensión
apuntando hacía la eternidad del cielo.
Débora Pereyra
 
Y tus pisadas van transfigurando la uva roja de mis entrañas
en un mosto espeso, dulce y aromático,
del que bebes para comulgar con otros hombres
en la festividad de las cosechas.

 
Aleqs Garrigóz - (regresoalestadodegracia@hotmail.com)
(Puerto Vallarta, México 1986) empieza su carrera literaria  publicando
Abyección (2003). Trabajos posteriores son: Luces blancas en la noche (2004),
Perturbación de la mente (2004), La promesa un poeta (2005), Muestras de
urbanidad (2006), De naturaleza amarga (2007), Los muchachos (2008), Páginas
que caen (2008), Descargas eléctricas ligeras (2009), El primo (2009). Premio de
Literatura Adalberto Navarro Sánchez 2005, otorgado por la Secretaria de
Cultura de Jalisco. 

71 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
Opus última
Aaron Cruz Soto
Ya antes le había explicado a mi tío lo peligroso que era para él
estar pintando símbolos en las paredes durante la noche y que yo
lo estuviera cuidando. Aún así seguía haciéndolo. Yo entendía su
necesidad de mantener la comunicación con la gente, pero resultaba
muy peligroso salir por la noche, más cuando los perros andaban
de caza.
Creo que la situación en la que estaba, es decir, ser el único hombre
capaz de escuchar en toda la ciudad, le llevaba a la conclusión de
que tenía que escribir los sonidos para que la gente los recordara.
En una ocasión escribió una sonata. Recuerdo que inició con un
Allegro Moderato; era audaz, tenía vigor, evocaba a violines y chelos,
recordaba a los sonidos de la ciudad. Después un Adagio contaba el
inicio de la epidemia que había dejado sordos a los habitantes. La
gente culpó a los perros de la enfermedad; así empezaron a matarlos
para después comérselos y de esa forma pensaron curarse. Al final
un Allegretto combinaba sonidos de arpeggione, sintetizador y chelo;
ese híbrido que en un inicio era tonal, terminaba siendo atonal. Los
sonidos del sintetizador tenían una clara influencia del trans que
llegaba a dominar la pieza.
Esta evolución era urbana, demográfica, tecnológica, metálica. La
había hecho así porque intentaba decir cómo estaba la ciudad en los
últimos días. Demostraba, además, que al momento en que el autor
de la sonata muriera, la ciudad también lo haría.
Cuando terminó de escribir salió corriendo, creo que había visto
antes que yo a los perros. Él me hablaba, no se acordaba que yo
también era sordo. Un momento después dejó de hacerlo, agarró mi
brazo y me jaloneó para que corriera con él, mientras un perro se
le abalanzaba, vengaba a los canes muertos; le arrancaba pedazos
de carne, los devoraba, disfrutaba, ingería, esperando la llegada de
más perros para comerse a la ciudad.

Aaron Cruz Soto


(eliezer_cruz@hotmail.com)

La Avispa 49 72
Dossier México
Sobre perdonar
 
I
Hablo de ese mal, tan desconocido al común de los corazones, que
exige la invención de una nueva lengua.
Porque el mal tiene, finalmente, una implicación lingüística: deja
corta la palabra, fuerza la imaginación y el horror más allá del
lenguaje.
Perdonar, entonces, no es un acto que pueda recurrir a la palabra.
No existe, en consecuencia, ninguna frase convencional para
perdonar, tampoco para pedir perdón.
Quizá ronronear sea un principio apropiado para pedir perdón.
Y quizá se pueda perdonar con un exabrupto gutural, con una violenta
salida del lenguaje y de uno mismo.
 
V
Quien eterniza al culpable se eterniza como víctima.
Porque el odio es una especie de avaricia, una retención contranatural
de la ofensa.
Entonces seríamos bestias vengativas en busca de ofensores,
degustadores de afrentas que guardan sus agravios en la cava.
 
VII
Estando ahí frente a nuestras miradas, al alcance de la mano, en la
punta de la lengua, es como el mal se vuelve invisible.   
Hay mucha oscuridad, una sombra, ¿juez o verdugo? pide que
nos identifiquemos: ¿Tirado en Tula? ¿Masacrado en Auschwitz? 
¿Triturado en Treblinka? ¿Arrojado de un avión en el Atacama? 
¿Desollado ante una piedra de sacrificios? ¿picada con bayoneta? 
¿putrefacta en el desierto? ¿Rapado?  ¿Abusada por todos sus
carceleros? ¿Botín de guerra? ¿Despojo? ¿Deformidad? ¿pieza de
cambio? ¿carne de cañón? 
¿Cómo confiar en un lenguaje capaz de denominar todo aquello
que ocurrió?
Dios, habría que decretar una suspensión del significado de esa
palabra, hasta que sean redimidos todos los crímenes cometidos en
su nombre.

Armando González Torres


73 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
Armando González Torres (agonzale@banxico.org.mx) (México,
D.F.) (1964) Poeta y ensayista. Es autor de cuatro libros de poesía 
La conversación ortodoxa, (Aldus, 1996), La sed de los cadáveres,
(Daga, 1999), Los días prolijos (Verdehalago, 2001) y Teoría de la
afrenta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2008); de los
ensayos Las guerras culturales de Octavio Paz (Colibrí, 2002) ¡Que
se mueran los intelectuales! (Joaquín Mortiz, 2005) y El crepúsculo
de los clérigos, (Terracota, 2008) y del libro de aforismos Eso que
ilumina el mundo (Almadía, 2006).

Mendigo
Hay trucos que tienen sabor a tierra,
manos que cambian de color bajo la noche,
encuentros de trompetas que se rompen en un callejón.
Luego hay momentos, hay vida, nada.
Tú y el poste son uno, te duele el mundo,
me dueles tú en el sigilo.
 
 A media palabra te escurres de las lenguas.
Cuando se desviste el día, tocas el acordeón para la luna,
ruedas por las banquetas, tiendes tu mano pidiendo luz,
y te adivinas muriendo como un eclipse.
 
Eres tiempo, el paso entristeciéndose,
la música que ya no viene a cuidar al empedrado.
Unos dedos moldeados con harina te acarician.
 
La noche está llena de nubes que agazapan grillos,
que sueltan alacranes con cada llovizna.
 
El dios se carcajea, te lleva entre sus zancos.
 
Clyo Mendoza
(Oaxaca)
 (clyo10@hotmail.com)
La Avispa 49 74
Dossier México
Palíndromos

Ángel Morales
¿Quieres seguir oyendo cosas? Podría seguir así días y días.
Creo que sé por qué has venido, pero quiero que seas tú quien me lo diga.
Raymond Carver

Pasando el puente a mano derecha justo después del faro hay un


hormiguero. Mi casa está enfrente del hormiguero. A veces me
entretengo jugando con las hormigas, las aviento desde la azotea y
no las mata la caída sino el rebote.
Después de revisar el texto pensó que era una mierda; qué importaban
las hormigas y quién era él para hablar de su vida. Querer escribir
de uno mismo era meterse a un laberinto para dar marometas. No
tardó más de cinco segundos en apretar la tecla delete y enfrentarse
otra vez con la página en blanco.
—O dejas de adelgazar o me vuelves a querer —refunfuñó el hombre
sin soltarla de la mano. Luego pensó en la reacción de ella. Él sabía
que de un momento a otro podría ser sorprendido por la palma de
la dama. De ser así, él no podría hacer nada. Una vez escuchó que
incluso a Bruce Lee lo golpeaba su mujer.
Cada letra iba colgada una de otra y él seguía tejiendo palabras; pero
no bastaban las palabras, no tenía que escribir, tenía que escribirse,
abandonar sus ideas y dejar que sobrevivieran por sí mismas.
Personaje y escritor encerrados en el mismo cuerpo se golpeaban
el espíritu y seguían de todas formas.
Antes de terminar el párrafo el teléfono se adelantó al punto final.
—¿Dóndehasestado?todoeldíaestuvemarcándote.
—Habla más despacio, no te entiendo nada.
—¿Por qué no contestabas? ¿Te fuiste a la calle enfermo?
—Estaba escribiendo mi novela.
—Como sea, llegaré a tu casa a las diez con la cena.
—¿No puedes llegar antes?
—Pero si siempre cenamos a las diez.
—Sí, pero desde las ocho ya tengo hambre.
—Estaré ahí en media hora.
—Si puedes trata de conservar la comida caliente.
—¿Cuándo pasé de ser tu musa a ser tu moza?
75 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
—Cuando brotaron tus primeras várices.
—Ni porque estás enfermo te compones, creo que deberías…
—Espera, espera carajo, voy a anotar eso que dijiste.
—Te veo más tarde.
Después de colgar anotó la frase en una servilleta persiguiendo una
idea. Eiffel, sumergido en su mundo, nunca lograba apreciar los
detalles de Bedani que, vistos después, crecían como regados por
el tiempo.
Él prefería estar solo y conocía tan bien a su soledad como si fuera
un familiar; en la mesa desayunaban juntos, igual que a un hijo le
tendía la mano para cruzar la calle. Además, necesitaba estar solo
para poder escribir. Cosa que Bedani no entendía. ¿Qué sabía ella
acerca de la creación y la literatura? Intentar explicárselo era lo
mismo que hablarle a un pez acerca de la lluvia.
Eiffel estaba condenado a vivir como escritor y lo sabía. Se dio
cuenta cuando era un niño abandonado en su casa durante horas:
varillas que asomaban por el techo, el cartero huyendo en bicicleta
de los perros, aves posándose sobre los cables. Y su mano empañaba
el cristal de la ventana. Ese paisaje era un poema ilegible para las
demás personas.
Mientras resuelvo el crucigrama de los domingos pienso en la mujer
que jamás he mencionado. Me pregunto si estará abrazando a sus
hijos o, peor aún, a su marido. Aunque sé que ella jamás me amó,
esta vez no lloro. Sólo la imagino recargada en los brazos de su
marido recorriendo la ciudad, preparándose por si algún día ocurre
nuestro encuentro. Hola amor, dirá sin ponerse nerviosa, te presento
a mi marido. Y es que su matrimonio importaba poco, jamás hemos
tenido respeto por las leyes. Nuestra relación se regía por usos y
costumbres; ella usaba mi cepillo de dientes y mi maldita costumbre,
según ella, era no levantar la tapa del inodoro.
Desde hace tres meses no hablo con ella. Ya estoy listo para verla a
los ojos, para desafiarla, para convertir cada respiro en una frase
y pedirle de una vez por todas otra oportunidad. Reconozco que a
su lado soy sólo un chico, pero ése es un problema que se resuelve
con el tiempo.
Sé que al cruzar la calle aún voltea a ambos lados por temor a que
le robe un beso. Y ella sabe con seguridad que, aunque no puedo
decir su nombre, todavía puedo decir que la amo. Y si tuviera que
hacer un crucigrama de mi vida, de las verticales, la última palabra
sería ella.
La Avispa 49 76
Dossier México
Una vez más la inspiración se había marchado. Así que se entretuvo
colocando comas y conjugando verbos hasta que decidió abandonar
la batalla. Primero iba a desenredar toda una maraña de ideas y en
seguida las ocuparía para hacer malabares.
Finalmente, se volcó sobre su colchón y fue envuelto por una
avalancha de recuerdos. No sabía de qué parte llegaban pero
llegaban: las cosas estúpidas que había hecho, las mujeres que lo
habían abandonado por hacer cosas estúpidas, las estúpidas mujeres
que lo habían abandonado por hacer cosas. <<Alguien te contó
mal esa historia. En los cuentos de hadas la princesa que vive en el
castillo no se queda con dos príncipes. La mujer que se queda con
dos hombres no es exactamente una princesa y los dos hombres no
son exactamente unos príncipes. Ahora, amor, adivina ¿cuál es tu
personaje?>> Recitar en voz alta de algún modo sosegaba su ira.
Porque ­las memorias venían acompañadas nada más de eso. De ira.

De todas las gotas que caían del cielo una golpeó su nariz. Su mano
derecha se alzó para señalar las nubes y ningún auto se detuvo. Luego
de diez minutos, en la ventanilla de un taxi se reflejó una mujer
morena de cabello corto. Bedani abordó el auto que la llevaría lejos
de la ciudad. Por la ventanilla se filtraba un aire frío.
“Aquí por la trece y traigo un veintisiete conmigo, pero tú comenta
qué cincuenta. ¿A dónde la llevo, señorita?” Bedani respondió
sin voltear a ver al chofer. Él encendió el estéreo para que ella no
escuchara la conversación por la radio, pero la lluvia hacía que por
momentos el taxista elevara su voz.
En la oscuridad del auto Bedani especuló qué pasaría con Eiffel.
Él estaba entrando a los treinta, se había marchado de la casa de
su madre, no tenía trabajo, se aprovechaba de las mujeres a pesar
de ser poco atractivo y, lo que era peor, vivía con la esperanza de
convertirse en un gran escritor.
Ser escritor, estúpida idea. Ella sabía que el maestro de Eiffel era una
mala influencia y que Eiffel nunca llegaría a ser como su maestro.
Todos, excepto Eiffel, lo sabían. El curriculum del maestro era más
grande que la obra completa de Eiffel, su maestro había escrito más
con su vida que él con su computadora.
“Hay un cuarenta cerca de la avenida, justo en la rotonda, avísale a
los dieciochos no sea que se los vayan a treinta y dos”
Cada vez que pensaba que en los días próximos se iría sin despedirse,
venían los recuerdos.
77 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
—Hace una semana te vi.
—¿Dónde?
—En una foto. Estaba poniendo veneno para ratas y me encontré
un periódico donde hablaban de ti.
Eran bromas que hacía para molestarlo, pero de cierta forma también
era en serio. Bedani quería que él renunciara a su vida y comenzara
de nuevo.
“Échale ganancia… Diez nueve… ocho… ocho… enteradito.”
Pero Eiffel se merecía que lo abandonara sin darle explicaciones.
Cuando intentó hablarle de su beca para irse a estudiar a Barcelona,
Eiffel la interrumpió con la historia de un concurso “Al leer los
resultados, por supuesto, apareció mi nombre. Pero alguien había
cometido un error y mi proyecto de novela aparecía en el de ensayo.
Hacían una aclaración diciendo que lo cambiaron para juzgarlo entre
las demás novelas. Pero entre los ganadores no apareció nada.”
Desde ahí no volvió a contarle alguna otra cosa y en su mente sólo
se formaba la idea de irse en cuanto tuviera la oportunidad.
Ella no se afligía porque en ocasiones había mantenido a Eiffel;
sin embargo, cada vez que podía se lo echaba en cara. Él tenía
como costumbre justificar el hecho de permanecer acostado y
no trabajar “Te digo que no iré otra vez a la campaña. No puedo
viajar. No. No. Incluso el sabor de la pastilla para el mareo me hace
vomitar. Además, en la última charla éramos cinco para un grupo
de veinticinco y un niño pequeño se durmió”. Bedani empezaba a
cuestionarse cómo había podido ser tan indulgente tanto tiempo. Y
encontraba las razones, pero ya no tenía sentido preocuparse por
eso. Ya estaba preparada para ver este momento como un adiós;
abrazaría las sábanas por última ocasión, dejaría impreso su perfume
en el baño, lanzaría una mirada triste hacia el espejo y en un suspiro
guardaría todas las memorias.
“Veinte, veinte. Usted me va diciendo por dónde, señorita.”
—En el puente, a la derecha. Aquí está bien, en el faro.
Tocó y nadie abrió la puerta. Se paró de puntillas. Al final del
corredor había una luz encendida. Ésa era la última vez que lo vería.
No diría nada, fingiría ser la mujer sumisa que había sido los últimos
meses. Fingiría que aún sentía un poco de amor.

Un silbido nocturno disolvió los recuerdos. Una presencia se


distinguía en la entrada y Eiffel fue a su encuentro.
—Afuera no pasaba ningún taxi. Dentro de poco tendré suficiente
La Avispa 49 78
Dossier México
dinero para comprar un carro. Por cierto, ¿por qué dicen comprar
un carro cuando tardan veinte años en pagarlo? ¿No debería existir
otro término para eso?
—Sí, claro. Lo correcto sería “acabo de empezar a deber un
carro”.
A lo largo de la charla Eiffel intentaba no abrir la boca porque temía
a los reclamos. Él sabía que querer a una mujer del piso al cielo ya
no era suficiente. Además de eso, tenía que prestarle atención.
—Voy a contar cuántas veces bostezas al día. Hay que andar
cuidando que no te duermas.
—Sabes que no puedo evitarlo… Pero sólo me duermo en lugares
estratégicos.
—Una vez te dormiste en el gimnasio.
—Ah, es que, esos aparatos son muy cómodos. Pero tú sabes que
para mí diez escalones son cincuenta, apenas y puedo moverme a la
velocidad de las personas, los párpados me pesan como si estuvieran
mojados y cuando despierto ya es tarde para algo. Un día de estos
no voy a despertar, me quedaré envuelto entre las sábanas como
las momias.
—Deberías ir a un grupo de ayuda humanitaria para buscar la
felicidad.
—Para qué buscar la felicidad cuando puedo comprar alcohol.
—Ya estoy harta de tu actitud ¿Cuánto tiempo más vas a seguir aquí?
¿Por qué te fuiste de tu casa?
—Porque mi padre fue un alcohólico, porque mi madre no tuvo
padre, porque todos los hombres tienen mierda en la cabeza y, porque
las mujeres no necesitan de los hombres.
—Eso qué tiene que ver, no me parece que por algo así uno deba
irse de su casa.
—No, eso no era el problema, el problema era que cada diez minutos
mi madre siempre me lo recordaba.
Entre tanto, Bedani organizó las vajillas y de un papel arrugado
sustrajo los ingredientes. Seguramente los compró a mitad de precio
o con sus cupones, pensó Eiffel mientras la veía. De las manos de
Bedani nació un emparedado y el emparedado era de jamón y el
jamón no tenía mayonesa y la cena no podía llamarse cena. Lo único
rescatable del emparedado es que era de cuatro pisos. Inexpresivo
ante las acciones de Bedani, Eiffel dio la primera mordida y hasta
que unas botellas de cerveza fueron alcanzadas por la luz de la
lámpara dijo gracias.
79 GRUPO DELAPALABRA
Dossier México
—A veces creo que no me quieres.
—Por supuesto que sí. En mi novela te pondré al lado del personaje
principal. Ese es un lugar muy importante.
—¿Hablas en serio? Por cosas como esa te quiero mucho mucho.
—Aprecio que me digas que me quieres, pero a qué precio —musitó
sin que ella lograra escucharlo.
—Quizá exageré con lo de mucho mucho. ¿Y tú eres ese personaje
principal?
—No, sólo un idiota narraría mi vida.
Mientras ella hablaba de origamis y de cisnes y comía y lo veía
comer entre libros y papeles, Eiffel devoraba su emparedado sin
darse cuenta que gotas rojas escurrían sobre su rostro.
—Acabas de mancharte con salsa.
Bedani caminó rumbo a la mesa y tomó unas servilletas colocadas
sobre unos libros. Al voltearlas pudo leer en ellas: acá vale la vaca,
atar a la rata, odio ese oído, además esa me da, Aries a la mala
se irá.
—No toques esas servilletas, son unos palíndromos que escribí y
algún día los usaré. Es sólo que, por ahora, no sé dónde ponerlos.
Bedani le entregó las servilletas y merodeaba buscando otras. Si son
malas las películas de la noche, tendré que acostarme con ella, pensó
Eiffel mientras se atragantaba. Para él, seguir o no en la relación no
hacía ninguna diferencia. Aunque le gustaría terminar con Bedani,
dejaría las cosas así hasta que ella lo decidiera. Sabía que el final
estuvo a la mitad de su relación y no en esta última etapa. No había
razones para apresurar las cosas.
—Creo que debajo del ropero hay pedazos de tela.
Cuando Bedani se inclinó buscando algún trapo, Eiffel se dio cuenta
que ella necesitaba algo contra las várices y él necesitaba escribir
un primer capítulo. Luego bebió en pequeños sorbos su cerveza y,
finalmente, decidió limpiarse con las servilletas pensando que, al fin
y al cabo, con los palíndromos, jamás haría literatura.

Ángel Morales
(nomeodiesporser@hotmail.com)

La Avispa 49 80
Not
as
y
ensayos

Víctor Clementi
David Alberto Fuks
Alberto Noguerol

81 GRUPO DELAPALABRA
Notas y ensayos
Las Cosas que no se tocan
Hay conceptos tales como raza, territorio y posesión que resultan
inherentes al Hombre; más que arraigados, diría, son el harem de
la memoria genética. No alcanza con acusarnos de mezquindad
desigualitaria sólo por mantener el rango de especie dominante
Ni las mejores intenciones humanistas ni la ¨Danza Cósmica¨ de
Carl Sagan podrán evitarlo.
Atribuibles tales conductas, quizás al sedimento animal que nos
acompaña desde homínidos, efecto de la Evolución o simplemente
de una teoría bíblica sepulta por la propia arqueología, afirmo que
están, a pesar de la ira mesiánica y su jerga de napalm.
Transeúntes de una escala intermedia (sin tironear demasiado el
piolín infinito, utópico u alegórico) en tanto Hombres, estamos más
cerca de los ángeles que de las amebas; pero esa meada intelectual
que demarca algunos cómplices y esclavos de la fascinación, nos
delata la bestia, nos acerca colmillos, como un residuo tóxico y
controversial.
Acaso descendientes de un eslabón por suerte perdido, apenas existimos
monos que juegan con sarcasmos, no más que en la frontera del deseo.
Sería sensato alcanzar un grado de levadura hacia una transición o
referencia más exacta de cómo deberíamos suceder por este mundo.
Hay ejemplos: Cristo, Buda, Gandhi...
En tanto Hombres podemos cerrar los ojos y respirar ese tramo de
memoria genética, cuando antaño caminamos las aguas bajo el árbol
de la eterna contemplación.
Siempre lloverán manzanas para tentar nuestro centro de gravedad,
nuestra pequeña paz
Allí, y sólo allí, por un momento hallamos reposo, un recreo;
porque sólo caminando nos crecerán alas, porque sólo el volver a
la inocencia nos recupera magia...
Exactamente la magia que nos hace falta para bajar del árbol y
meditar, sólo meditar alejados de incongruencias ilusorias.
Que así sea.

PD: En lo posible recomiendo leer esta imprudencia y escuchar a la


vez ¨Las cosas que no se tocan¨ por Intoxicados.

Víctor Marcelo Clementi


www.lacocuzza.blogspot.com - (victormarceloclementi@yahoo.com.ar)
La Avispa 49 82
Notas y ensayos
¿Qué significa desesperarse?
Acerca de Jugar a la desesperación (Ed. Juglaría)
de Guillermo Ibáñez1

 Nous ne sommes pas en mesure


                                                                   de penser les commencements.
Ce son les commencements qui,
                                                                  successivement, nous pensent.
Edmond Jabès2

Quizás la expresión jugar a la desesperación es un sinsentido. El


solaz de lo lúdico se suspende allí donde el juego se repite y se torna
anticipable. En la expansión amorosa no hay ganadores si no hay
regocijo y se expulsa –o se ausenta– la ternura, ternura que diluye
el poder que se ejercita en algunos juegos, delicada entrega para
sortear el dominio. Sin azar no hay sorteo. El deseo de dominio
–se sabe– está detrás de algún trastorno del control de los impulsos
pero el juego también es una estrategia para aliviar sentimientos
de desesperanza. Hay variantes adictivas que conducen a dilapidar
fortunas y a cometer fraudes. ¿Qué goce puede existir en un juego
signado por la desesperanza y la decepción? Hay, pues, goce en
el perpetuo comienzo-para-el-desencuentro de los protagonistas
y este relato de Guillermo Ibáñez puede ser leído como un ensayo
que pivota sobre la cuestión jabesiana de los comienzos que nos
piensan.
El recurso narrativo de Ibáñez –la brevedad del género nouvelle–
contrasta con la anchurosa totalidad (“toda su vida”) que introduce
al presente del héroe. Jugar a la desesperación satisface los princi-
pales requerimientos del género: pocos personajes centrales, un
solo acontecimiento que vertebra y un final que cae en pocas líneas.
“Estamos ante una novela corta –escriben Gilles Deleuze y Félix
Guattari3– cuando todo está organizado en torno a la pregunta
‘¿Qué ha pasado? ¿Qué ha podido pasar?’ El cuento es lo contrario
de la novela corta, puesto que mantiene en suspenso al lector con
una pregunta muy distinta: ¿Qué va a pasar? (…)”. En la nouvelle
–agregan– “Algo ha pasado, pero ¿qué exactamente?”.
Por momentos, en Jugar a la desesperación, la lengua franca
83 GRUPO DELAPALABRA
Notas y ensayos
coloquial, el despliegue de la cartografía urbana de la infancia,
con referencias a sitios y a personas reales, incorporadas como
personajes, desvanecen los límites entre lo ficcional y lo ensayístico
como historia de vida. Sociología de la vida común del ser humano
que se auto reproduce al auto relatarse echando un haz de luz
fragmentario que lo alumbre como sujeto protagonista de un
momento significativo de su devenir. Ibáñez recurre, incluso, a la
inserción de autorreferencias bibliográficas. Como diría Georges
Bataille4 en referencia al escape hacia lo real imposible (a lo real
en tanto que es real pero desafío de lo posible):”Lo imposible es la
literatura”.
Maurice Blanchot5 diría de Ibáñez que escribir “no es renunciar sino
anunciar lo ausente acogiéndolo sin reconocerlo o bien, mediante las
palabras en sus ausencias, estar relacionado con lo no recordable,
testigo de lo no probado, respondiendo no sólo al vacío en el sujeto,
sino al sujeto como vacío, su desaparición en la inminencia de una
muerte que ya tuvo lugar fuera de todo lugar” y agrega más adelante
que “tal vez no hay discurso amoroso, sino amor en su ausencia,
‘vivido’ en la pérdida, el envejecimiento, vale decir, la muerte”.
El texto se organiza en capítulos muy breves en torno a frases
articuladas por personajes psicológicos problemáticos que sopor-
tan enunciados –creemos– intencionalmente iterativos. Los acon-
tecimientos se producen en un proceso en el cual se interpreta la
existencia de por lo menos dos categorías de personajes. Están sus
lecturas, los educadores, cofrades, amigos y familiares, “home-
najeados”, aquellos que retornando al presente de la memoria del
héroe narrado, desde el pasado de la niñez y de la adolescencia,
funcionan como acelerados viajeros idealizados del tiempo, quienes,
precisamente, en la velocidad con que son enunciados en breves
listas, expresan  la idea de  desasosiego. Ante algunos de ellos, el
personaje más que discutir se enoja, se desgarra y descobija. Es
que nos hallamos ante un  escritor que, por momentos, descifra
demasiado a sus personajes. Luego están el personaje narrador y
su interlocutora. El protagonista es escritor, pero también padre
e hijo quien, consciente de su consternación, reflexiona sobre su
orfandad y su paternidad concebida como postergación de la muerte
y ejercitación para la libertad.
En ésta historia hay más de una orfandad en juego, desamparo
que la promesa del reencuentro no logra mitigar. Supuestamente,
estamos ante la presencia de una mujer, con un sórdido episodio en
La Avispa 49 84
Notas y ensayos
su pasado, que pretende ser soberana de sus pasiones (“no quiero
sufrir más”)… ¡evitándolas! “Soy tuya y sos mío”, ella dice, en el
contexto de la indefinición por la continuidad y la permanencia. Su
amante no quiere consentirle ni consentirse su emancipación de
ella, nodo imaginario alrededor del cual se organiza su sistema de
imposibilidad. ¿Va en ello su propia libertad e ideal de felicidad?
Cuando, finalmente él se libra para salvaguardarse, su renuncia
no es verosímil. Por eso nuestro autor escribe, y por eso escribe el
personaje. Escrituras para conjurar la llegada de lo fatal: “Esa noche
temió que fuera la noche final”.
Para Sören Kierkegaard6 desesperación es perdición, el presente se
esfuma en pasado real, el desesperado lleva todo lo posible pasado
como un presente. Quizás ésta sea la razón por la cual los actores de
Jugando se aferran a lo perdido, merma que, mediante el exorcismo
literario, deviene materia no melancólica. Volvamos a la pregunta
¿Qué ha pasado y qué ha podido pasar? Curioso: los protagonistas
se desesperan porque temen perder una esperanza de calidad dudosa,
construida con materiales poco nobles que anclan en el pasado de
modo algo ilegítimo. Pudiendo estar a las puertas del amor, retozando
junto a la muerte, los intérpretes de estas existencias interesantes
renuncian a una vida de amantes divertidos jugando al todo o nada.
Se invocan los celos como obstáculo, se exigen demasiados avales,
todo corre por carriles trágicos. ¡La vida está tan impregnada de his-
torias así! y sin embargo Ibáñez logra holgadamente aquello que se
espera de la literatura y nos obsequia –avivando en los lectores– la
preciosa sensación de excepcionalidad de la circunstancia narrada. El
libro se presenta el 11 de septiembre en Rosario junto con Pequeño
Guille ilustrado del mismo autor.
 
David Alberto Fuks
(Rosario)
(fuksdavidalberto@gmail.com)
 
1
Guillermo Ibáñez (Rosario, 1949). Editor y escritor. Director de la Revista
Internacional Poesía de Rosario. Algunos de sus libros fueron ilustrados
por destacados plásticos y fotógrafos: Tiempos (1968), Las paredes (1970);
Introspección (1973), El lugar (1973), Contornos de juego (1979,1980), Poema
último (1981,1992), Poema del ser (1986), Los espejos del aire (1989), Las voces
de la palabra, Sombras sonoras (1992, ed. bilingüe, 2005), La noche es un mito de
esperas, El arte del olvido (2000), Árbol de la memoria (2002), El personaje y otros

85 GRUPO DELAPALABRA
Notas y ensayos
cuentos (2004), De la metáfora, el mito (2007), Libro del viento (2007), Pequeño
Guille ilustrado (Ed. Narrativa de Rosario, 2010), La octava esfera, Tema de
sung o uno y otro uno mismo, Libro del amor y del olvido (2010).
2
L’attente en Le Livre de l’Hospitalité, Éditions Gallimard, Paris, 1991.
3
Mil Plateaux (capitalisme et schizophrénie), Les Editions de Minuit,
Paris,1980.
4
L’Impossible. Histoire de rats suivi de Dianas et de L’orestie, Les Editions de
Minuit, Paris,1969.
5
L’ecriture du desastre, Éditions Gallimard, Paris, 1983.
6
Tratado de la desesperación, Ed. Fontana, Barcelona,1994.

Mariana Garrido

Mariana Garrido: poeta y fotógrafa amateur,


marianaegarrido@hotmail.com
www.borronyversonuevo.blogspot.com

La Avispa 49 86
Notas y ensayos
Un intento de unir
Filosofía y Poesía

Por Alberto Noguerol

EXPOSICION EN “REUNIÓN DE VOCES” en el Encuentro


Iberoamericano de Poetas - Buenos Aires, mayo 2010.

Cuando presenté el libro “Filopoesías” poemas con filo, dije que era:
un intento de unir poesía y filosofía. ¿Por qué? Porque la poesía,
en opinión de mucha gente que me rodea, estaba o está ubicada en
una especie de romanticismo vulgar. Habla de mundos endulzados,
de flores, mariposas, y primavera. Quizás estoy influenciado por mi
madre, que cuando escribo algo nuevo me dice “nene ¿escribiste
otro versito?”. Por otro lado, opiniones sitúan a la filosofía en el
lugar del pensamiento abstracto, accesible sólo para una élite, co-
mo si hubieran quedado herméticamente guardados para los que
habitan la acrópolis. Se percibe como si hubiera una disociación
entre Pensar y sentir. Como si no se pudiera Pensar con todo el
cuerpo. Tal como si hubiera una fractura entre Cuerpo y espíritu
o dicho metafóricamente, entre Cerebro y corazón, entre la Idea
y el sentimiento.
Los humanos nos seguimos preguntando sobre todo, por aquellas
preguntas iniciales de la filosofía: ¿Cómo se originó el mundo? ¿De
dónde viene el mundo? ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A
dónde vamos? ¿Qué es la vida? ¿Qué la muerte? Y nos seguimos
preguntando, por qué aún no encontramos las respuestas definitivas
o satisfactorias a estas preguntas.
Ese deseo inacabado de hallar las respuestas conlleva a encontrarnos
con nuevas preguntas que a veces se convierten en angustiantes:
Si la poesía nos puede ayudar a soportar la angustia de la vida y
sus interrogantes más profundos. Si nos permite preguntarnos y
repreguntarnos. Si la poesía en tanto reunión asamblearia de palabras,
logra acercar la estética a la ética de aquellos enigmas, auténticas
piedras basales de la filosofía.

87 GRUPO DELAPALABRA
Notas y ensayos
Es como si una congregación mágica transformara el pensamiento
en una metáfora poética y lo pusiera en marcha frente a un desfile
de imágenes, en tanto suelta vuelo la imaginación y se resignan las
fronteras. ENTONCES AMBAS NOS EMPIEZAN A RESULTAR
INDISPENSABLES EN ÉSTA AVENTURA QUE ES LA VIDA.
Nos hacen más llevadera la muerte de las certezas. Nos enseñan a
convivir con las incertidumbres.
“No podrás sumergirte dos veces en el mismo río” decía
HERÁCLITO.
La filosofía no es simplemente pensar, el filósofo es también un
artista responsable de aportar a la transformación del hombre y del
mundo, de construir nuevos valores y romper con la quietud y el
conformismo, y para ello también se sirve del pensamiento poético.
Para que la filosofía salga de ser una abstracción y un producto de
los momentos en que nos invade una especie de ocio desvirtuado.
El poeta como todo artista tiene mucho de filósofo, también cons-
truye, experimenta, deconstruye y vuelve a construir, se hace eco
del acontecer (externo e interno) y lo devuelve con un lenguaje
emotivo.
La filosofía y la poesía dan que pensar, pero también nos hacen
sentir.
PARMÉNIDES decía “Lo mismo es pensar y ser”.
Así en este andar caminos podemos encontrarnos con lo bello y lo
sublime de Immanuel Kant.
Con la belleza de Apolo y lo sublime de Dionisio. Con la belleza de
lo existente o con la apariencia de que lo que percibimos es tal cual
lo percibimos, que resplandece, está visible, flota en la superficie.
Pero también con lo sublime que tiene lo que está opacado, nubloso,
subterráneo, desconocido o bien que nos es inexistente.
Y entonces en la poética ubicamos por caso: la belleza en el día y
lo sublime en la noche.
Lo bello en el fluir de las aguas del río hacia su desembocadura y lo
sublime en los peces que aguas abajo navegan contra la corriente.
Nos cruzamos con NIETZSCHE y podemos situarnos más allá del
bien y del mal.
Quizás Despedazamos el placer para sentir el goce de la mano de
ROLAND BARTHES.
O tal vez Pensarnos para reconocernos existentes junto a RENE
DESCARTES.
O reducir dialécticamente las diferencias para alcanzar la iden-
La Avispa 49 88
Notas y ensayos
tidad tal como lo anunciara HEGEL. O dejar tan sólo de describir
al mundo para luchar por transformarlo confraternizando con
CARLOS MARX.
Para ir terminando quisiera hacer dos referencias. Rescatar a ARIS-
TÓTELES cuando en su poética nos dice: “No corresponde al
poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto
es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto,
el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en
verso o en prosa (...) la diferencia está en que uno dice lo que ha
sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía
es más filosófica y elevada que la historia”. Y de un breve escrito
que suscriben Schelling, Hölderlin y Hegel, hacia 1795, algunos
fragmentos: “… El filósofo debe poseer tanta fuerza estética como
el poeta (...) La filosofía del espíritu es una filosofía estética…”
Desde que literatura y filosofía no difieren en el origen, en lo
simbólico deviene el espacio de una verdad que se desenvuelve
como proyecto histórico, una “verdad” en la comunión de un ethos
(1) y una sensibilidad común: “En tanto no hagamos estéticas las
ideas, no tendrán interés alguno para el pueblo y a la inversa: en
tanto la mitología no sea razonable, deberá el filósofo avergonzarse
de ella.”
Según Hölderlin (1770-1843). “Los poetas echan los fundamentos
de lo permanente y según Martín Heidegger, quién analizó el
carácter de la poesía a partir de lo escribo por Hölderlin sostenía
que: “El Dasein (2) del hombre es, en su fondo, poético.”
La poesía no agrega conocimientos. Pero los valores subjetivos tienen
en la poesía un medio para acceder al conocimiento. Al conocimiento
que no se mide por la supuesta contundencia de una objetividad
compacta, sino por su profundidad e intensidad afectiva.
LA FILOSOFÍA Y LA POESÍA pueden abandonar sus aspectos for-
males, pero se conservarán como manifestaciones artísticas. Dicho
de otro modo, filosofía y poesía pueden dejan de lado al artificio,
pero seguirán sosteniendo su arte. Dice Friederich Nietzsche “La
superación de la moral… ha quedado reservada a las más sutiles y
honestas, también a las más maliciosas de las conciencias de hoy,
por ser éstas vivientes piedras de toque del alma”

En el libro hay 60 poesías que intentan unirse a otros tantos pensa-


mientos filosóficos, voy a leer uno:

89 GRUPO DELAPALABRA
Notas y ensayos
LA MORAL DE LA CEBOLLA:

La cebolla esconde al linaje


tras centenares de pétalos
como alma generosa
como corazón con coraje
protectora de secretos
y misterios que atesora
mientras se cosechan fracasos
y se acumulan victorias
como resultados antiguos
y engaños puestos de moda,
tal vez reinvertidos
por novedosas morales
procedentes y proclives
a prejuzgar intenciones
a clasificar las bondades
y las maliciosas acciones,
hasta que la cebolla desgaje
sutilmente su coraza
libere nuestras conciencias
y termine con la trampa

Alberto Noguerol
(noguerol@ift.com.ar)

Javiera Miraglia

(1) La palabra “ética posee dos sentidos fundamentales el más antiguo,


ethos signi-ficaba ‘residencia, morada, lugar donde se habita’. Se usaba,
sobre todo en poesía, con referencia a los animales. Después, se aplicó a los
pueblos y a los hombres para referir a su país o patria. Pasaría a significar,
en la época aristotélica, el lugar que el hombre lleva en sí mismo, el de su
actitud interior. El ethos sería el suelo firme, la raíz de la que brotan todos
los actos humanos.
(2) Vocablo alemán, designa existencia. Ser = estar ahí.

La Avispa 49 90
Talleres

Talleres Literarios

91 GRUPO DELAPALABRA
Talleres
Sueños cercanos
“Apaguen la mecha marginal”
(graffiti)

¿Qué hacen dioses falsos


En los sinuosos caminos urbanos?
Banales modelos
para los interminables rencores.
Las garras de la noche trituran el pensamiento,
el temor aniquila cualquier impulso,
zona peligrosa
para la pequeña revolución.

Un vaivén de brillos filosos,


caras cortadas,
en los pechos golpetea el odio
que fluye como lava de hiel.
Fantasma base que atormenta
Deseo de furia y sangre
Corta es la vida, el tiempo no existe
Un cuerpo cae

La risa cadavérica del triunfo


es un secreto a gritos.
Mano dura, silencio a la fuerza.

Despertamos al afuera,
un muerto solo.
Somos ambiciosos
Buscamos inclusión, moneda limpia,
Dignidad en nombre de aquellos
Que enmudeció la ignorancia.

Graciela Barbero
(gracielabarbero@hotmail.com)

La Avispa 49 92
Talleres
Un cuento para el taller literario
 
Martes, mañana; taller… y yo sin nada. La consigna es: Encuentro de
dos amantes, preferentemente al anochecer. Empecemos el cuento:
La noche, solapada, los sorprende… No, la noche es siempre la
misma, a lo mejor un poco más nublada o calurosa o húmeda, pero
¿Solapada? No, así no va. Además ¿Quién se va a sorprender? en
cuanto oscurece, si no hay eclipse, es de noche. Dijera el Inodoro.
No, empiezo otra vez… La tarde caía y José Arnaldo la… ¿Atajó?
¿De dónde se cae la tarde? ¿Estaba arriba del techo? ¿Arriba del
ropero, atrás de una valija? ¡Cómo empiezo el cuento!
Al medio día no va, duda existencial y milanesas. El protagonista
besa a la chica, la mira a los ojos y le dice, en un susurro tenso: Ayelén
Delia, sos mi vida —¿Comiste ajo? ¡Asqueroso! ¡Lavate los dientes
antes de besarme! El clima hace mutis por el foro y el cuento se
muere sin un suspiro. No queda otra, la cosa va a ser a la tarde, sí o
sí. Rosalía Epifanía, despierta amada mía ¡Rosalía Epifanía! Largá la
almohada che, tenemos que decidir nuestro futuro. Si Pablo Gabriel,
pero antes ¿Nos chupamos unos mates? ¿Compraste medias lunas?
¿Y si hay bolas de fraile? Ordinario como sudor de ojete, dijera mi
nuera, la abogada. No, mejor hacerlo intemporal, que el lector lo
sitúe en el momento del día que más le guste. Veamos: Edelmiro
Adelfo la miró a los ojos, Gladys Lorena tenía una legaña verdosa
en el izquierdo. A lo mejor no hace a la tensión del relato, pero es
bien realista. Solo que las minas relatadas no usan legañas, no se
depilan, no tienen esos días. Salgamos de acá, eliminemos diálogo:
Quería decirle tantas cosas. Pero se quedó mirándola ¿Y? ¿Le hizo
una seña? ¿Le guiñó un ojo? ¿La mina le hizo caso? ¡Dale! ¡Que
deje de pensar! ¡Que meta mano de una vez! ¿Pensarán así las
minas? Ya me pasó antes, yo le di importancia al auto flamante y
en el taller me dijeron que lo único que vale es que sirva para llevar
a los chicos al colegio. ¿Cómo piensan las mujeres? ¿Piensan las
mujeres? Mejor, usar un tono casual, sin aspavientos: Bueno, resulta
que José Alfredo y Margarita Azucena, están en los prolegómenos del
amor desenfrenado y loco. José le susurra… No, demasiado lenteja
¿todo listo y se va poner a hablar? El macho argentino, la agarra de
un brazo y le ordena ¡Pasá pa’ dentro! ¡Así! Más macho y guapo
que los de Borges. ¡Con perdón maestro! Vuelvo a lo mío, corto,
nervioso. ¡Puro verbo! Se miraron, se besaron y, cuando salieron del
telo, ya era de noche. Si, puede ser… pero no. Demasiado poder de
93 GRUPO DELAPALABRA
Talleres
síntesis, y un montón de guita ¿De la mañana a la noche en el telo?
¿A cuánto está la hora y media? No va, así no va. Con metáforas, con
vuelos, soy escritor. ¡Que joder! Los dos recorrieron el mundo que va
desde la puerta hasta la cama y él era ella y ella que… No, él, ella,
ella, andá a saber. Me van a decir que es muy Kundera. Descriptivo
¡eso! Se encontraron de casualidad después de mucho tiempo de
andar cada uno de acá para allá en las cosas de todos los días que…
No, un renglón y medio sin comas, el que lea se atraganta, y si llega
a estar resfriado, se queda sin aire. Tampoco. ¿Y si pruebo por el
lado de…? Allá, donde termina la frontera artificial de los modales,
los caminos se borran. Empieza a poblarse la noche de urgencias
sin palabras, la respiración los envuelve… Nooooo, ni soñando,
alguien va a decir que Octavio Paz escribió algo parecido y que él
tiene un cuento mas o menos así ¿Y el tono ciudadano? La gente
normal ya no poblaba las calles… Nnno, van a cuestionar “normal”.
Ya lo veo, a los gritos ¿POR QUÉ NORMAL? Frases contundentes
que atrapen. ¡Vamos ahora
carajo! El quería a Deolinda
Creolina, pero esta mujer
que lo envolvía con sus
ojos celestes era otra,
besó a Deolinda Creolina,
mientras la miraba irse
con el amigo… ¡Tampoco!
me van a mirar por arriba
de los anteojos con cara
d e no entender nada.
¡Ma’ si! Carlos y Julia se
encontraron, y después se
despidieron, entre una cosa
y la otra, la pasaron de diez.
Y la tarde no se decidía a
irse, la echó la noche.

Osvaldo Pampin
(oopmdq@gmail.com) Débora Pereyra

La Avispa 49 94
Talleres
EL CRIMEN PERFECTO
La mañana de su cumpleaños número treinta lo sacude con otro
pensamiento negativo, uno más en su existencia rutinaria, vacía
y sin futuro. No hice nada, nada, nada, repite de forma mecánica,
contagiado por el ¡fire!... ¡fire!.. ¡fire! del juguete que aún lo
acompaña. Un movimiento involuntario levanta su ceja. En unos
días se volverá parpadeo, o mueca en los labios.
No quiere envejecer detrás del mostrador, sonriendo mientras siente
cómo sus ojos enfocan con dureza o indiferencia a las clientas,
viejas pintarrajeadas en busca del cosmético que realice el milagro
imposible. Tiene que hacer algo que le demuestre que es grande,
un genio; si es reconocido por la sociedad, bien, pero lo que más le
importa es alcanzar una autoestima mayor.
Desde niño le atrajeron las novelas policiales, ya adulto se trans-
formaron en un pasatiempo obsesivo, casi no lee otros géneros, a
pesar de haber sido un gran lector.
Un crimen perfecto, se le ocurre, ahí está, eso puede ser, dice en
voz alta. No es necesario asesinar; un gran robo, un ataque en la
oscuridad de una calle desierta, raptar una mascota, sigue elaborando
en susurros.
Como es haragán decide tomarse su tiempo, hay que ser prudente,
no puede resolverlo hoy y salir. Un paso por vez. Dedicará al plan
una hora al día. Y así continúa sin darse cuenta de que esa forma de
actuar durante toda su vida lo llevó a tal punto de estancamiento.
Busca en internet música china de relajación, no llega a escuchar un
tema completo, su impaciencia lo hace salir de la página para correr
a tomar apuntes de ideas que surgen.
Un buen crimen, se dice, no es necesariamente el que no se descubre,
lo grandioso es que no pueda ser castigado. Esa idea ocupa gran
porcentaje del tiempo dedicado a planear.
Su empeño anula el pensamiento reflexivo, la razón no sigue una
ruta coordinada, sólo se encamina a un fin: la excelencia del crimen
sin castigo.
El entusiasmo le da coraje, si es necesario puede llegar a matar, eso
sí, elegirá una persona que no tenga padres ni hijos, nadie que lo
llore, ni un hermano, alguien que no lamente dejar de vivir; hay tanta
gente triste en las calles, tantos vagabundos con la mirada perdida
arrastrando los pies como dirigiéndose a la muerte…
No desea ver sufrimiento, deberá ser rápido y efectivo. Su fin no es
95 GRUPO DELAPALABRA
Talleres
dañar, su crimen le demostrará que puede cometer el mayor delito
sin que la sociedad lo castigue. Sin castigo, repite a toda hora.
Compra un arma.

La noche es suave, sombras misericordiosas lo acompañan. Anda


sin prisa, disfruta cada segundo del camino, huele la pureza de
los fresnos, acaricia las flores que escapan por las rejas, susurra la
canción que le cantaba su madre. Ningún tic lo molesta.
Será en la plaza, frente a la iglesia. El verano brinda innumerables
caminantes a esa hora. Una calma inesperada lo conduce.
Se acerca al destino,
ahora su paso es más
rápido. El corazón
abandona su ritmo
tranquilo. Las manos
comienzan a temblar.
Las domina. Siente un
frío inexplicable. Quiere
llegar de una vez. Avanza
repitiendo: Sin castigo.
Perfecto. Un retortijón
hiere su vientre. Necesita
evacuar. Se controla.
Falta poco. Se detiene
entre dos bancos
colmados. Respira
hondo, ya casi. Ahora.
Apoya el arma en su
boca. Con mano firme,
aprieta el gatillo.
Un bebé comienza a
llorar a gritos. Dos perros Daniel Battiston
huyen veloces.

Silvia Politano
(silviabpolitano@gmail.com)

La Avispa 49 96
Ciney
Tv

Gabriel Cabrejas

97 GRUPO DELAPALABRA
Cine y TV
Tres argentas en el año del Bicentenario
La ternura y la violencia

A un ritmo anual de dos films por semana –y me quedo corto—la


pantalla nacional se sigue llenando, vía fondos del INCAA y prácti-
camente nula aclamación del público. Hay un promedio estimable
de espectadores cautivos, que suele llevarse puesto el tanque
semitelevisivo (Igualita a mí, Adrián Suar y Floricienta Bertotti), y el
resto se divide en partes desiguales entre los mimados de la crítica
y los premios internacionales. Lo siguiente, tan arbitrario como
cualquier selección, revisa las muestras del botón. Si se enteró de
una sola de las tres, avise.

La familia Burman. Desde que empezó a llamar la atención, Daniel


Burman (36) se (pre)ocupa por un cine familiar, pero no en el
sentido de los bochornos de Enrique Carreras, ni las tan de moda
familias monstruosas que cuajan las marquesinas teatrales. Frente a,
un ejemplo, Géminis, de su colega generacional Albertina Carri,
(2005), el director ausculta en cambio conflictos cotidianos, de
convivencia, desencuentros que aún concluyendo bien no dejan de
navegar, sin sumergirse mucho, las aguas de la soledad compartida,
los temperamentos incompatibles, las pequeñas frustraciones iden-
titarias de nuestra clase media. Narra lo que conoce, con ternura,
y apela a la experiencia vital del nosotros: lo suyo es un discurso
de susurros, no de gritos. Emotivo, nunca trágico; de medio tono,
nunca grandilocuente.
En El abrazo partido (2003) el hijo buscaba al padre, en Derecho
de familia (2005), el hijo se convierte en padre y en El nido vacío
(2008) los hijos se fueron; al revés, en Dos hermanos se fueron los
padres, de muerte natural, y quedan, exactamente, los hermanos.
Tema común a todos los textos, quiénes son como resultado de la
familia que los trajo al mundo y en relación a la que traen, hijos de y
padres de, en simultáneo o sucesivo, y en el último caso, hermanos
de, condenados a mirarse a los ojos después de fallecer la mater
anciana y quedar ése, un par de célibes maduros cuya vida no se
puede tildar menos que de estéril.
Dos aclaraciones pertinentes: es el segundo Burman con estrellas,
Antonio Gasalla y Graciela Borges, después de El nido, don-
La Avispa 49 98
Cine y TV
de reunía a Oscar Martínez y Cecilia Roth, y el primero de
estructura aleatoria, de escenas zurcidas sin un criterio narrativo
que aguarde un crescendo y su fatal desenlace. No significa que
sea esquemático, sino más bien halló el personaje para el actor y se
dejó llevar, entonces, por el jugoso intercambio de personalidades
cinematográficas que constituye el atractivo mayor de su película.
Aquí, claro, una disparidad se
pronuncia, en cuanto Gasalla
acepta un rol sin travestismo
ni tics de su cosecha,
compositivo, y la Borges
termina empaquetada en su
clásica funda de glamorosa-
aristócrata desclasada –casi
una autoparodia. Eso sí, le sale
espléndidamente.
A Susana (ella), narcisista,
peyorativa hacia lo que se
le cruce y fastidiosamente
quejosa, se la ve activísima,
celular en la oreja y grandes
negocios en ciernes, inmo-
biliarios, artísticos, financieros,
pero al escucharla adivinamos
que no tiene nada excepto un
cholulismo poco selectivo –va
de la embajada alemana a una pasión kitsch hacia Mirta Legrand–,
la inmoderada afección al trago y un desprecio sistemático por el
hermano al cual cargosea onda amo/esclavo. A Marcos (él), orfebre
solterón al cuidado de su madre hasta que ésta muere apenas iniciada
la trama (la gran Elena Lucena, y sus luminosos 95 años), reprimido
y, como es previsible, todo lo contrario de Susana, no le queda
sino tolerar la desconsideración y el maltrato, aunque tienen sus
momentos de ayuda recíproca, fricciones y convivencias obligadas
que aportan los episodios memorables de Dos hermanos. Se disfruta
mucho a dos gigantes de la interpretación escuchando al vecino, vaso
mediante, a través de la pared; el lunch en la embajada coqueta que
aprovechan para saquear la mesa de saladitos; o el cumpleaños de
“la tía Lala” cuando Susana, de puro ebria, basurea a la anfitriona.
No debe esperarse el estallido del sumiso Marcos: a lo sumo insulta
99 GRUPO DELAPALABRA
Cine y TV
a la hermana (“guaranga, grosera, borracha, roncás como una ballena
muerta”) mientras ella duerme la tranca. Burman tampoco pretende
originalidad. El buenazo de Marcos se instala en una aldea uruguaya,
tan congelada en el tiempo –como él, rutinario y resignado—y allí
se mete en un teatro vocacional, que dirige otro refugiado de la vida
(“En Milán llenábamos dos veces la noche” y ahora pernocta en un
hotel del pueblo: Osmar Núñez). La obra a estrenar, cuál podía ser,
Edipo Rey, en versión trucho-vanguardista. Marcos viabiliza en el
escenario su necesidad de expresarse, su afán de realización, una
ficción más honesta que las mentiras inútiles de su hermana. Uno
crece, la otra derrapa.
Basada en la novela Villa Laura (nombre de la localidad uruguaya
inventada), de Sergio Dubcovsky, y coescrita por el propio autor
junto a Burman y su ya fructífera sociedad con Marcelo Birmajer,
los diálogos suman puntos. “Este velorio es un fracaso”, resopla
Susana ante la falta de asistencia a las excequias de su madre; “En
Villa Laura vas a pasar tus últimos años, un lugar de ensueño”, con-
vence a Marcos, y son síntesis de personaje y situación. El baile final,
entre los créditos, de Gasalla y compañía sobre la escenografía de la
obra, homenajea al actor y cierra el sentido. Se trató de una comedia,
no hace falta ser trágicos ni testimoniales si se cuenta bien, también
hace cine el que no elige el cañamazo político o social.
Daniel Burman confirma dotes raras en nuestros celuloides. Un
artesano preciso y modesto, de estilo reconocible y fuera de norma
–la de los cráneos de las Escuelas de Cine.

El suburbio Trapero. En las antípodas de Burman, Pablo Trapero


(39) se afinca en lo disfuncional, pero en su caso toda la sociedad
cae bajo su diafragma. Creador de un modelo regurgitado hasta el
cansancio por el nuevo cine argentino, oscila entre el documental
cámara en mano y el relato ficcional, éste indivisible de aquél, el ojo
espía que parece estar captando imágenes de reality pero adherido
a actores profesionales. Visceral como una autopsia y descarnado
como un osario, el director puede posarse en el anecdotario del
desempleado en los años neoliberales (Mundo grúa, 1999), planear
sobre la trayectoria del policía de la Provincia y la radical radiografía
de su contexto (El bonaerense, 2002), desbrozar la grotesca malicia
de un familión de medio pelo en viaje forzoso (Familia rodante,
2004), el desbarranque de un exitoso y su penuria incógnita (Nacido
y criado, 2006), la durísima coexistencia carcelaria (Leonera, 2009)
La Avispa 49 100
Cine y TV
y, finalmente, ésta, la explotación de las víctimas de accidentes de
tránsito (Carancho). Cuando se escriba la retrospectiva de nuestro
cine, quizás solo Trapero represente el mural más abarcativo del país
contemporáneo. El que supura corrupción y crueldad desde los cuatro
costados, y al mismo tiempo, el íntimo, el del dolor inconfesado, del
silencio culposo, el desgarramiento del perdedor invicto. De nuevo,
el reality ensayado, que deja al receptor la virtualidad de descubrir
lo que sufren, todos y cada uno, por dentro.
En un reportaje
(LaNacionline,
5/5), Trapero
propugna un
debate sobre
“el universo
absurdo y des-
comunal de los
accidentes”,
engarzándolo
a “una historia
de amor privada
entre personas,
no personajes”,
y contraviene lo
que asumió en
Leonera “una
pretensión social, no de denuncia” (www.casamerica.es). Carancho
presenta primero un letrero: “22 muertos al día, 683 al mes, 100
mil en una década. La principal causa de muerte en menores de 35
años. Un negocio millonario en indemnizaciones”. Esto mientras al
abogado sin matrícula Sosa lo apalean en una calle de ese suburbio
que el cineasta ya pintó en El bonaerense: fantasmalmente naranja
de neón, una jungla abandónica tenebrosa incluso de día. Ricardo
Darín, en otra máscara a su medida, el rufián melancólico, chanta de
buen corazón siempre a punto de reivindicarse, es Sosa, el pajarraco
negro del título, que cuervea cuando huele sangre fresca y pulula
alrededor de los hospitales, olfateando el juicio a las aseguradoras,
y aportante de las organizaciones leguleyas que cobran fortunas y
dejan migajas a los deudos. Fatal que se cruce con Luján (Martina
Gusmán, mujer del director, proteica y fotogénica, muy distinta en
Nacido y revelación de Leonera), otro insecto nocturno, paramédica
101 GRUPO DELAPALABRA
Cine y TV
de ambulancia y doctora de guardia, adepta al klosidol inyectable
y, claro, baqueana en tutearse con la urgencia y la muerte. “Si se
podía evitar no es accidente, es incidente” perora como un mantra
Sosa antes de encarar al cliente, al que encontrará invariablemente
desesperado, e inhábil, dada la circunstancia, para espantar
tábanos.
El horror que se nos avecina entra gradualmente en un espiral
demoníaco. Sosa y Luján serán pareja pese a la desconfianza y la
moral asimétrica: cuanto más intentan alejarse del crimen, más se
encharcan en sus arenas movedizas. La galería estremece de sólo
nombrarla: el tipo que se hace romper una pierna y se arroja delante
del auto, los esbirros desfigurando a Sosa una y otra vez, el rival del
estudio jurídico que perdió toda ética, el jefe de ambos más parecido
a un gangster que a un abogado, la policía comprada. Y pacientes
insomnes llorando justicia, ñatos apuñalados todavía de camorra
en la guardia, drogones. El minizoo al aire libre del conurbano, a
media hora de Retiro, cloaca humana multiclase que hiede durante
la noche y se pudre durante el día.
Trapero se aferra a la cámara subjetiva, lo cual le aplica una
proximidad abismada a los planos secuencia, como un corresponsal
televisivo en el lugar de los hechos. El tremebundo final, casi dentro
de los autos que se accidentan, nos retransmite a pleno rostro los
añicos de vidrio, las salpicaduras, el grito y los ruegos. El método
lo inició década y pico atrás Pizza, birra y faso (Caetano/Stagnaro,
1998) y es el apropiado para el film crónica. ¿La película argentina
del año? Ninguna le proyecta sombra.

La ciudad Rafecas. Diego Rafecas (40) sabe filmar y contar.


Su problema es cómo, o mejor dicho, cuánto. Da la sensación de
que tiene muchísimo por decir y que, como cualquier film puede
ser el último, empuña el calzador y lo atosiga, con resultados
irregulares.
Queda clara su voluntad referencial: los hijos de desaparecidos en su
opera prima Un Buda (2005), los conflictuados de Rodney (2009)
y los yonquis de Paco. Por un lado, a Rafecas lo tienta el elenco
colectivo, onda Altman pero sin farsa; por el otro, su formación reli-
giosa zen le instiga filtrar el mensajismo, ya un componente de sus
guiones. Claro, esta doble naturaleza, protagonista individual-clan/
compromiso social-autoayuda, corre el riesgo de desequilibrarse, de
manera que algunos personajes se diluyan o carezcan de inserción y
La Avispa 49 102
Cine y TV
asimismo no convenzan las soluciones, tanto provengan de la acción
mancomunada o del albedrío.
Técnicamente impecable en los rubros fotografía y música –lo
último tan descuidado en los directores nuestros–, Rafecas cree
demasiado en su capacidad de libretista, pecado original de su
generación; el déficit de buenos escritores es todo un tema que no
trataremos aquí. “Paco” significa la pasta base, auténtica droga de
exterminio, “diseñada para eliminar a una clase social y fabelizar
el conurbano”, afirma la senadora Blanc (Esther Goris); también,
apodo de Francisco, el hijo de ésta (Tomás Fonzi) que, enamorado
de una ordenanza del Congreso, termina adicto. Actores veteranos y
jovenzuelos integrarán la entidad de rehabilitación. Los unos, Norma
Aleandro, Luis Luque,
Juan Palomino, Salo
Pasik, especialistas en
la cura; más padres de
los pacientes: Claudio
Rissi, Willy Lemos. Los
otros, Fonzi, Romina
Ricci, Sofía Gala
Castiglione, Leonora
Balcarce, Guillermo
Pfening, María Ucedo,
etc. A través de semejante
team se intenta abarcar
a pobres, ricos y clase
media, muchachos de
avería, chicas putificadas,
díscolos, obedientes, apáticos. Como toda rehab perfecta, a pesar del
dictum del dr. Del Solar-Luque –“se puede cortar con las drogas;
con la adicción, nunca”–, los faloperitos se recuperan y salen llenos
de sueños, no importan sus patologías; la película no tiene tiempo de
comprobar un después. Ciertos ex machina no cierran, como adquirir
una bomba en Sudáfrica, (¿Trasunto de una coproducción? ¿Promo
subliminal del Mundial de fútbol?), o la honestidad de Paco-Fonzi
de entregarse a la justicia, una vez egresado del Centro y de practicar
la meditación yoga sin indicios previos de que alguien lo instruya.
Como debe solucionar tantas historias, los personajes culminan
asemejándose. Nadie le cree a la Aleandro cuando confiesa que,
años ha, fue consumidora de heroína y de allí pasó a reconvertir
103 GRUPO DELAPALABRA
Cine y TV
drogómanos. Entrar en el inverosímil es fácil, salir…
Así de esperanzada, Paco no padece la hipertrofia de violencia de
Carancho, una violación sólo se sugiere y no le interesa profundizar
en la subcultura del dealer, visto al soslayo. En conjunto, se tiene
la impresión de un paquete ceñido, de demasiadas cosas para decir,
incompleto por exceso.
Directores cercanos a la cuarentena, el balance no desentona.
Coherente Burman, firme en su huella Trapero, prometedor
Rafecas. En ellos subyace lo mejorcito de nuestro séptimo arte.

Gabriel Cabrejas - (gabcab2003@yahoo.com.ar)


www.lacocuzza.blogspot.com

Mariana Garrido

La Avispa 49 104
Plást
ica

Entrevista a Vicente Heca


por Gloria Mariño

105 GRUPO DELAPALABRA


Plástica
Entrevista al pintor Vicente Heca
Por Gloria Mariño

Vicente, cuéntanos ¿de dónde eres, cuánto hace que pintas?


Mi lugar de nacimiento es Valencia, España el 28 de marzo de 1945.
Valencia es conocida popularmente como “Tierra de artistas”, Valen-
cia es famosa por sus “Fallas” y su “paella”. Valencia es cuna de
grandes artistas como: Joaquín Sorolla, Mariano Benlliure, Ignacio
Pinazo o José Ribera, entre otros. De todas formas pienso que todos
los lugares del planeta son “Tierra de Artistas” y eso esta demostrado
a lo largo de la Historia.
Respondiendo a la segunda parte de tu pregunta te diré que prácti-
camente me dedico a la pintura toda la vida, comencé a pintar de
adolescente en el colegio como una actividad extraescolar, el arte
poco a poco se convirtió en una necesidad vital y afortunadamente
a mis padres que en un principio querían que estudiase medicina,
logré convencerlos para que me permitiesen dedicarme a la pintura,
ellos me exigieron como condición que debía estudiar seriamente y
obtener el Diploma de Profesor de Bellas Artes.

Sé que has dado o continúas dando clases de pintura… ¿qué has


podido rescatar de esta experiencia?
La enseñanza y la pintura son dos vocaciones diferentes, son como
un sacerdocio, tienes que entregarte completamente, para ofrecer
lo mejor de ti mismo, debes de elegir entre una y otra, ciertamente
que algunos artistas tienen la capacidad de poder ejercer las dos
vocaciones, Gloria. Como bien dices de vez en cuando imparto
talleres pues tengo la obligación moral de enseñar lo poco que co-
nozco y naturalmente me entrego al 100%; la experiencia que tengo
de estos talleres al comunicar a mis alumnos los secretos técnicos y
conseguir que puedan realizarlos con facilidad y logren  sus objetivos
es una gran satisfacción, pero la pintura me reclama con más fuerza
y es la vocación a la que dedico más tiempo e intensidad. 

Vicente tu estilo hiperrealista, pone un énfasis especial en la


manera de expresarte en tus obras, tu arte, lo que haces es
especial, diferente a todo. ¿Cómo lograste diferenciarte del
resto de los hiperrealistas, hubo mucha investigación o sólo
sucedió?
La Avispa 49 106
Plástica
Comencé pintando de forma tradicional, más bien académica, poco
a poco influenciado por Sorolla y Monet me interesé por la pintura
impresionista, pintaba con soltura y color cuadros muy luminosos
de escenas cotidianas, disfrutaba saliendo con el caballete a la calle
a pintar los personajes que en esa época aun vestían las ropas típicas
en España, especialmente en los pueblos.
Más tarde viajé a Santo Domingo y la intensidad de la luz y el color
aún propició más mi afición al impresionismo, pintaba pequeños
cuadros muy rápidamente con temas de jardines, con flores y
el sol bañando las
hojas de las plantas
y los árboles, la
exuberante vege-
tación me cautivó,
los bellos colores del
mar, los pescadores
reparando sus redes
o construyendo bar-
cos artesanalmente,
me fui a vivir a
un pueblecito de
pescadores sin
luz eléctrica, qué
auténtico, qué
maravilla; podía
pasar horas con-
templando  la natu-
raleza, me pregun-
taba a mi mismo como me atrevía a pintar tanta belleza, me sentía
insignificante ante el grandioso espectáculo, pero disfrutaba pintando
y respirando la brisa del mar y conviviendo con la amable gente
del lugar.
Como para casi todas las personas la felicidad completa no existe,
y acontecimientos muy dolorosos han sucedido a lo largo de mi
vida, que de la alegría constante he pasado a un ensimismamiento
y una tristeza que desgraciadamente influye inconscientemente  en
el resultado de mi pintura; en mis obras casi siempre encontramos
un fondo gris, el detalle casi hiperrealista es debido al mencionado
ensimismamiento, intentando poner color a un mundo gris, lamen-
tablemente no se debe a ninguna investigación, ni a seguir ninguna
107 GRUPO DELAPALABRA
Plástica
norma académica, pues mi pintura aunque realista no sigue los
cánones establecidos, aunque sí creo tiene una característica personal
que la diferencia de los otros pintores realistas, un componente
emocional que es característico de cada artista, pues todos tenemos
nuestros propios dramas y momentos de felicidad y lo expresamos
a través de nuestro Arte.

Al observar tu obra, puedo descubrir pequeños tesoros de la


niñez, los niños suelen guardar como verdaderos tesoros, pape-
litos y caracolas, piedrecillas de colores junto con las canicas
que sus seres queridos en algún momento le regalaron, ¿tienen
algo de niñez guardada en tu caso también?
La verdad que añoro mi adolescencia cuando no teníamos tantos
juguetes electrónicos, y en las calles no circulaban casi vehículos,
nos reuníamos a jugar en las plazas y jardines, disfrutábamos
haciendo travesuras y con imaginación, las canicas era uno de
nuestros pasatiempos preferidos; por alguna razón siempre me voy
encontrando canicas en los lugares más inesperados y parece que
me hablan y dicen por favor píntame, también teníamos nuestros
tesoros, como muy bien dices, las piedrecillas y humildes caracolas
que encontrábamos paseando por la orilla del mar; piensa que soy
de Valencia una ciudad de España bañada por el mediterráneo y
en verano pasábamos mucho tiempo en la playa, esos tesoros los
podíamos ganar o perder jugando a las canicas, estos juegos eran
apasionantes pues intercambiábamos nuestros preciosos tesoros,
muy divertido y emocionante.
También  mi abuelo se encargaba de proporcionarme otros tesoros,
como billetes de los que se usaban para montar en los antiguos
tranvías y trenes que eran de cartón bastante grueso con diferente
diseño y colores dependiendo del trayecto, cada tipo de billete de
tren usado tenía un valor, estos billetes de tren también los inter-
cambiábamos jugando a las canicas o al trompo, peonza de madera
que enrollábamos con una cinta y la lanzábamos haciéndola girar
sobre si misma y dependiendo de la pericia y habilidad conseguíamos
sacar los billetes usados del tren de un círculo dibujado con tiza sobre
el asfalto o de un círculo marcado sobre la tierra.
Rememorando estas cosas estoy pensando en pintar una nueva serie
de cuadros relacionados con esa feliz etapa de mi vida, incorporando
otros elementos como arquitecturas, camiones, trenes de madera,
muñecos, etc.
  Avispa 49
La 108
Plástica
¿Qué significa para ti el arte?
Básicamente creo que los artistas tenemos desarrollada una sensi-
bilidad que nos permite comunicarnos con el cosmos, en realidad
pienso que hacemos un
trabajo de traductores,
captamos las vibraciones
y ondas del universo y las
traducimos en imágenes,
formas y colores que
faciliten a las demás
personas entenderlo, en
ocasiones ni nosotros
mismos conocemos el
porqué. Desde tiem-
pos inmemoriales el
pintor comunicaba a
su tribu con los dioses
y a los dioses con su
tribu, esto creo que ha
cambiado bien poco y en
nuestros días continúa
sucediendo, el artista
de forma espiritual viaja
por el espacio y lleva y
trae información, que en muchos casos aun no hemos conseguido
descifrar pero que esta plasmada en cavernas prehistóricas, en Nazca,
Perú, en las pirámides Mayas y en diferentes museos clásicos y
modernos.
Todas las personas tenemos la capacidad de hacer arte, pero es
necesario un aprendizaje, una iniciación, el arte es un sacerdocio
que requiere de una entrega y renunciar a muchas cosas, y no todo
el mundo está dispuesto a pagar ese tributo, pero la compensación
ciertamente vale la pena, dedicarse al arte es apasionante, al menos
así pienso.

Leí por ahí que “tampoco quieres ser un robot”, ¿nos cuentas
un poquito de qué se trata?
A lo largo de la historia los poderosos han querido someter a los
artistas a su capricho, precisamente para sentirse poderosos para sen-
tir que estaban en posesión del talento y la magia de los artistas, en
109 GRUPO DELAPALABRA
Plástica
nuestros días continua sucediendo lo mismo, los poderosos de ahora,
las instituciones, los críticos de arte y las galerías, naturalmente
carentes del talento del artista y cada uno de ellos por diferentes
razones pretende someter a los artistas.
Las instituciones, para que los artistas apoyen sus causas o ideas
políticas, los críticos pretenden imponer modas y tendencias en el
arte y las galerías de arte quieren que los pintores que exponen en
sus salas muestren un trabajo que sea vendible.
En muchas ocasiones por di-
ferentes motivos o razones, ge-
neralmente por necesidad o por
falta de personalidad los artistas
claudican ante las exigencias de
los que ostentan el poder.
“Yo no quiero ser un robot”
es una reflexión que la artista
mexicana  Aly De Villers
expuso en su blog y estas son
mis conclusiones que probable-
mente no coinciden con sus
ideas, pero que ambas son res-
petables.

¿Cómo se llevan a tu criterio:


la globalización y el arte?
La globalización, realmente no
sé exactamente lo que significa, pues dependiendo de la definición
del grupo pro-globalización o anti-globalización parecen cosas muy
diferentes.
Con respecto al arte, según mi criterio lo ideal es que en todos los
rincones y pueblos del planeta se pueda vivir dignamente y se pueda
preservar, difundir y compartir con los demás pueblos el arte y la
cultura.

Gloria Mariño
(aguacateyfresas@yahoo.com.ar)
www.aguacateyfresas.blogspot.com

La Avispa 49 110
Teat
ro

Alejandro Gómez
Entrevista a
Mario Carneglia

111 GRUPO DELAPALABRA


Teatro
Mario Carneglia
Dramaturgo-director-actor-Coordinador de talleres
teatrales
Egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático Mar del
Plata. Este hombre joven ha ampliado sus conceptos sobre el
teatro alternando a través de los años a maestros como el caso de
Franco Rufini de Italia, Bruno Bert de México, César Brie de Bo-
livia, Ricardo Bartís, Alfredo Zemma, Carlos Gandolfo, Vivian
Acosta y J. González del Grupo Galiano 108 de Cuba, Antonio
Mónaco y Silvia Urquía y Edmee Aran entre otros. Es constante su
entrenamiento y búsqueda de su propia cuerda dentro de las diversas
líneas que ofrece un escenario; Teatro Antropológico, Dirección
teatral, Puesta en escena, Improvisación, Clown, etc. En su rol
de dramaturgo ha escrito y recreado una interesante cantidad de
obras, todas estrenadas con singular éxito y su intervención como
actor y director en más de cuarenta obras en 20 años de carrera
hablan no solo de su versatibilidad para encarar diversos géneros
y personajes, sino que también nos muestra la pasión de alguien
que ha dedicado su vida y energía al sueño de pulir, entrenar y
presentar con dignidad los personajes que un guión oculta como un
desafío de poder ver más haya de lo escrito. Conoce de diferentes
premios con que ha sido distinguido a través de su carrera por
ejemplo: 1992 Ganador del Concurso de salas del Centro Cultural
Juan Martín de Pueyrredón. 1996 /1997 Ganador del Concurso de
Salas del Centro Cultural Juan Martín de Pueyrredón. 1999/2000
“Humaitá” Dir. H. Martiarena. Ganador del Primer Premio en el
Concurso de Proyectos y Antecedentes de la EMAD. Espectáculo
que obtuvo el Premio Estrella de Mar como Mejor Espectáculo
Marplatense y Mención Especial en el Premio José María Vilches.
1999 “La Irredenta” Premio Escudo de Teatro 2000. Premio Estrella
de Mar para Laura Federico, como Mejor Actriz Marplatense 2001.
2006 “Amor en Irak” Premio Estrella de Mar 2006. Eduardo Alías
nominado Mejor Actor Marplatense. Merceditas Elordi ganadora
Mejor Actriz Marplatense. 2008 “Según Zicka” Premio Estrella de
Mar 2008. Nominado Mejor Director Marplatense. Si uno se pone
a mirar con atención en la progresión de sus actores se puede ver la
mano de un director atento que los ha llevado a lograr personajes
únicos a través de su búsqueda constante de aquello que no está
La Avispa 49 112
Teatro
escrito, pero que él intuye que es lo que en verdad importa.
Es conocido que un texto teatral consta de tres visiones, la del dra-
maturgo, la del director y la del actor, de Mario Carniglia se puede
decir que abarca esas tres visiones ya que transita a cada momento
por una de ellas con el afán de revelar “algo” más; como él dice:
“existe en cada texto algo que no está escrito” y es su labor encontrar
junto a sus actores el nudo de ese misterio oculto. Exprime la letra,
su intelecto y a los actores con la firmeza de quienes saben lo que
buscan y con la humildad de querer aprehender a cada momento algo
más de aquellos a quienes dirige. Desde hace años dirige un taller de
perfeccionamiento para actores en EL CLUB DEL TEATRO - Mar
del Plata, también en la actualidad dirige “El patio de atrás” de C.
Gorostiza y “Criminal, psicología de un asesinato” de Javier Daulte.
Obras con las cuales logra semana a semana un éxito importante
pero no inesperado ya que existe un público que lo sigue y conoce
la trayectoria seria y humilde de un trabajador del teatro.

Aquí alguna de sus respuestas a preguntas de La Avispa.

¿Cómo llega usted al teatro?: En el año 1991, vi “La Lección de


Anatomía” y quedé muy impresionado, comencé un taller y no lo
pude dejar más, fue un vicio instantáneo, a los 4 meses estaba debu-
tando en el Teatro Colón de Mar del Plata haciendo un personaje
secundario de Macbeth.

De los fracasos... ¿cuál es el que más te ha afectado?: Hace unos


diez años hice una obra que se llamaba “Homo Videns” suspendí
más funciones de las que hice, y las que hice tenían entre 5 y 10
espectadores por noche, fue mi peor fracaso.

¿Recuerda el primer guión que leyó?: Amé mucho una obra que se
llamó “Según Zicka” y me dolió mucho no lograr que trascendiera,
no tuvo el recorrido que yo siento que merecía

¿Qué rol juega el teatro en el ámbito intelectual argentino?:


Es mínimo el impacto del teatro artístico, porque es mínima su
convocatoria, el teatro comercial y el oficial “culturoso” tienen una
resonancia efímera y sin consecuencias perdurables, no hay en este
momento –que yo vea– vanguardias revolucionarias, aunque si muy
buen teatro ya en la madurez de algunos grandes autores-directores.
113 GRUPO DELAPALABRA
Teatro
¿Dramaturgos favoritos?: Juan Carlos Gené, Javier Daulte y
Susana Torres Molina.

Está en este momento leyendo alguna obra y si fuera así ¿Cual


y Por qué?: Leo constantemente varios autores a la vez, en busca
de material para mis talleres, para las muestras y por placer. Ahora
por ejemplo estoy enamorado de ¿ESTÁS AHÍ? de Daulte, la obra
que estoy ensayando y se estrenará en poco tiempo.

¿Qué obra suya o de otro director le gustaría reponer?: Esta


respuesta cambia a cada momento, a veces fantaseo con hacer
una puesta nueva de HUMAITÁ, de Hector Martiarena, en la que
participé hace años, otras veces quisiera hacer textos que he visto
en puestas que no me gustaron y siento que tienen potencial, pero
siempre termino encarando cosas nuevas; en general obras de las
que no he visto antes otras puestas.

¿Cómo ve usted al nuevo teatro argentino?: Por suerte, el “Nuevo


Teatro Argentino” ha dejado atrás esa etapa en la que la frag-
mentación del texto, la búsqueda de la ruptura con el realismo y toda
esa obsesión por romper con cualquier estructura hacían cada vez
más grande la brecha entre la vanguardia y el público común. Ahora,
La Avispa 49 114
Teatro
el teatro de Daulte o de Bartís por ejemplo. Es un teatro que construye
puentes, un teatro vivo, intenso, sin divismos ni solemnidades. Pero
con pretensiones de encontrar, en estructuras conocidas, los caminos
que lleven al descubrimiento de nuevos mundos incluidos y escon-
didos en la esencia del teatro de todos los tiempos.

Se juega con la idea que el teatro no comercial o under siempre


lleva adherido a su espalda un tinte político o una idea muy hacia
a la izquierda ¿Por qué se piensa eso y si es verdad a que se debe?:
El Under es el teatro de los jóvenes, y los jóvenes, por suerte, siguen
teniendo un marcado deseo de cambio y rebelión que es innato de
la izquierda y el progresismo, pero no creo que TODO el Under sea
político o de izquierda, mas bien es la disconformidad con el orden
establecido lo que subyace en la mayoría de estas expresiones. Pero
eso va fluctuando con los movimientos, los nuevos hacedores del
teatro, y hasta con las modas.

¿Cómo inserta en lo cotidiano su labor teatral?: Para mi lo


cotidiano ES mi labor teatral, o estoy jugando con mis hijos o estoy
haciendo o pensando teatro. Comer, dormir, hablar y hacer o pen-
sar teatro son igualmente
cotidianos y comunes para
mí.

¿Cuál es su límite ante una


escena o un texto?: El buen
gusto es el único límite.

¿Actuar o dirigir?: En este


momento dirigir, pero de
vez en cuando un poquito
de pisar las tablas es bueno
para mantener aceitada la
máquina y da mucho pla-
cer.

Playa - Demian Mazur

115 GRUPO DELAPALABRA


Teatro
DIEZ PREGUNTAS SIMPLES
Una Obra: Manifiesto vs. Manifiesto de Susana Torres Molina.
Un Autor: Susana Torres Molina.
Un Docente: Antonio Mónaco (mi maestro como actor).
Un Escritor: Guillermo Yanícola.
Un Actor/Actriz: Laura Federico.
Un Libro: Todos los fuegos el fuego, de Cortázar.
Un color: Blanco con una franja roja cruzando en diagonal.
Una Fecha: 27 de abril de 2002 (nació mi primer hijo y me cambió
la vida).
Un Sueño: Que River no se vaya al descenso.
Un amigo: Pocos… pero buenos.

Alejandro Gómez
(halegomez2003@yahoo.com.ar)

Demian Mazur: poeta y fotógrafo aficionado,


talleresbeta@yahoo.com

Pobreza - Demian Mazur

La Avispa 49 116
Humor

Guión: hecho bastante real Dibujo: Débora Pereyra

Gustavo Araujo
María Emma Acha

117 GRUPO DELAPALABRA


Humor
REPORTAJES LOCALES
Por Gustavo Araujo

A pesar de la enorme cantidad de mails recibidos en la secretaría


de redacción y también en el mío propio apoyando la eliminación
total y absoluta de esta columna, decidimos con el apoyo total de
la dirección de la revista, continuar regalando a todos ustedes estas
semblanzas de los vates marplatenses ignorados por las marquesinas
del establishment literario de la ciudad.
En esta ocasión vamos a presentar la figura enorme e injustamente
empequeñecida de quien nos ha entregado las más inflamadas
poesías efímeras de todos los tiempos. Tanto es así que su labor
ha trascendido los pequeños límites de nuestra escena poética para
llegar a los confines del mundillo literario americano y porque no,
mundial. Lectores fieles de La Avispa, respondiendo a sus deseos,
hoy reporteamos a Didascalio Segurola, el famosísimo denostador
serial de la ciudad de Mar del Plata.
Convenimos con Didascalio encontrarnos en el clásico café de la
diagonal, un lugar discreto donde pudiera lograr que mi entrevistado
desgranara sus experiencias con la soltura del que se sabe ignorado.
Didascalio llega a la mesa que ocupo contra la pared y toma su lugar
sin que yo lo note. Así es él, si uno no lo busca pasa desapercibido.
Su arte está en la sorpresa, en lo súbito e inesperado. Viste pantalón
beige muy elegante y camisa haciendo juego. Lleva una cartera de
mano pequeña que delicadamente pone sobre la mesa al lado del
cortado con una salada. Su figura es menuda, de cabello entrecano
y su característica voz aflautada. Parece una ardilla inquieta.
Luego de acordar las minucias de la entrevista comienzo con un
buen ataque:

Didascalio, ¿usted cree en la poesía?


Estimado señor, me sorprende con esa pregunta. Obviamente que
creo. Sería un necio si negara la existencia de algo tan claro. Creo
en la poesía pero también pienso que es como creer en la modestia
de los políticos, es una cuestión de fe.
Me parece que me expliqué mal, permítame hacerla de nuevo
¿usted cree en la poesía como un valor en sí, como algo que tiene
su propia entidad?
La Avispa 49 118
Humor
Sigo sin entenderlo amigo mío, me parece que hoy no está muy claro,
quizás sea muy temprano para usted, pero voy a tratar de contestarle.
Creo en la poesía como un bien intangible que nos pertenece a todos
porque nos da belleza, la olvidada belleza de las palabras. Por eso y
nada más que por eso digo que creo en la poesía. Es algo tan obvio
como decir que creo en la belleza.
¿Se considera poeta?
No, la verdad no. Ese título me queda
grande. De todos modos es muy loable que
tantos seguidores que tengo en la ciudad me
consideren así.

Foto: Javiera Miraglia


¿Qué es ser poeta?
Para evitarle poner algo que no se corresponda
con sus cultos lectores prefiero que guarde
esa pregunta para alguien que de verdad lo
sea.
Pero en su corazoncito alguna esperanza
debe tener…
Si, mi querido, mis veleidades tengo, pero
la prudencia me ha infor-mado que más vale
callar aquello que no se conoce bien.
Qué bien nos vendría que algunos hicieran lo mismo (pienso en
algunos libros que he leído y me corre un escalofrío por la nuca).
Sigo con mi intento. Usted que ha sido y es perseguido por sus
expresiones artísticas, lo cual es muy lamentable por supuesto,
¿considera que el poeta es o debe ser un paria?
Mire querido, si nos ponemos a considerar mi historial debería
concederme que bien puedo ser un paria. Por largos períodos me
ha sido difícil hasta caminar por la peatonal sin que me insultaran
algunos energúmenos, mi pasión por la libertad de pensamiento me
ha traído grandes dificultades con aquellos que no la soportan para
otro que no sea de su cuño…
Se lo concedo pero usted debe admitir que defenestrar a un inten-
dente en funciones frente a todo el Concejo Deliberante no es algo
que le traiga buenos amigos, seguramente usted lo sabe.
Si, es verdad pero ¿porqué debo callar mi verdad?, o mi arte si usted
lo considera así. Además peores cosas se han dicho y nadie se enojó,
yo solamente tuve la mala fortuna de decirlo delante de su familia,
pero era algo por todos sabido.
¿Recuerda concretamente lo que dijo esa tarde?
119 GRUPO DELAPALABRA
Humor
No como debiera, mi capacidad está en la improvisación y en el
olvido, por eso duermo siempre como un bebé. Pero admito que
estuve pensando un rato mientras esperaba que los lamebotas de
siempre terminaran con sus discursos y me hicieran un espacio. Lo
lindo fue que nadie me veía, la altura no es una de mis ventajas. Dije
algo sobre el tamaño de su pene y su necesidad infantil de medirlo
en cuanta mujer se acercara al despacho.
¿Recibió algún golpe?
No, para nada, solo me pasó cerca el zapato de la secretaria de Cul-
tura, buena puntería, teniendo en cuenta que ya me estaba yendo.
Por supuesto que tuve que llevar el traje a la tintorería debido a los
escupitajos de los correligionarios, pero no pasó a mayores.
¿En qué se inspira?
En lo patético, en lo estúpido, en lo abusivo, en la mentira evidente
y ocultada por todos para quedar bien, como cuando la dediqué una
cita al obispo sobre lo horrendo que le quedaba el peluquín. Lástima
que fue en la misa de Pascuas, pero eso hizo más linda la anécdota,
ese día recibí catorce huevos de chocolate, la mayoría en el rostro.
Me atinaron bien porque me había subido a un banco. Menos mal
que estaba cerca de la salida de Mitre, las chupacirios pueden ser
muy violentas.
Mientras trato de imaginarme al obispo y su peluquín me pido
un whisky doble, Didascalio solo me acepta otro cortado con un
sobre de edulcorante. Pasan dos adolescentes y uno le grita un
¡GRANDE DIDASCALIO! que retumba en el café. El vate les
agradece con un gesto incómodo. Aprovecho el giro de la situación
y le apunto a la frente. ¿Tiene alguna idea de las repercusiones
de su figura entre los jóvenes?, es algo evidente.
Algo sé, mi nieto me contó que puso en Internet un video de mi
regalo a Maradona cuando vino por la Davis y que lo han visto
muchos seguidores. Me imagino que vino por ahí. Lástima que se
ve cuando me patean la cabeza los patovicas, si fuera más alto al
menos me habrían apuntado al pecho.
¿Le molesta que los chicos le griten por la calle, que lo alien-
ten?
Para nada querido, para nada. El día que no me pase eso me tira del
Havana sin paracaídas. Ellos son lo mejor, no tienen filtro, dicen
lo que sienten. Mientras sea con respeto acepto todo y lo uso como
impulso. Piense usted en todas las mentiras que decimos los adultos
para quedar bien, para ser aceptados, para conseguir algo. Me quedo
La Avispa 49 120
Humor
con la impulsividad de los jóvenes. Cuando le regalé mi poesía al
decano de la Facultad de Letras los únicos que aplaudieron fueron
los estudiantes.
Es verdad, lo sabemos todos. Pero tenga en cuenta que los acadé-
micos no son muy afectos a lo popular, menos aún si les habla de
Fontanarrosa, de Soriano, eso es mala palabra. Quizás compararlo
con Paulino Tato fue un exceso.
Fueron pecados de juventud mi querido, ya han pasado muchos años
y le pedí disculpas, pero ellos no me revocaron la expulsión de la
Facultad, nunca más pude volver a estudiar el profesorado.
A esta altura de su vida, ¿se imagina como profesor de Literatura
enseñando poesía en las escuelas a un montón de pendejos que
no lo escuchan?

Cortésmente declina la respuesta y se va, solo con su pequeñez
por la Diagonal. En la servilleta encuentro algo dedicado a mí y a
La Avispa pero por delicadeza lo guardo para nuestro archivo.

NdlR: Didascalio Segurola tiene más de quinientas visitas diarias


en su blog. Se encuentran videos caseros en Youtube. También
posee dirección en Facebook y en Twitter. Todo esto armado por
su nieto, pichón de zorro, que tiene vendidos los derechos de los
trabajos de su abuelo a una conocida marca de remeras de Mardel.
Parece ser que Didascalio no lo sabe.

¡PATÉTICO PINTOR!
Piensen, por poca plata pobre pintor popular, pero prestigioso, pinta
patéticos paisajes para pequeñas postales (para perversos primates),
pero privadamente persigue perfeccionarse.
Parece pasivo pero pelea por progresar, posee personalidad. Presiente
prestigio..., postergados premios, prepara pinturas para posible
pinacoteca... ¿promesa? —“Pronto podrá pintar para prestigiosa
presentación”— pero..., posee pésimas posibilidades.
121 GRUPO DELAPALABRA
Humor
Prosigue plasmando pobres pinturas, pájaros, papagayos, parajes
profanos, praderas, parcelas primaverales ¡Parques provinciales!
para poder permutar por plata, pocos pesos para papas, pan, panchos,
puerros, palmitos, pasteles, panqueques ¿Pepsi? pues precisa proteí-
nas para prevenir padeceres.
Pero paralelamente profesa pueril pasión por Picasso (¡Perdurable
paladín! ¡Pincel perpetuo!). Piensa, persevera, persiste; pero pútridas
pústulas psicológicas precarizan profundamente, parten parietales,
producen parálisis. ¡Ponzoña! ¡Peste!, permutan personalidad por
pena, posible paranoia persecutoria. Pandemonium.
Permítese proferir plegarias para pedir perdón, por parásito, por
perverso, por pusilánime, por pacato, por papanatas..., por poner
pigmentos policromáticos patinados para pérfidas postales, ¡Puras
patrañas! ¡Paupérrimo patrimonio! pide... ¿piedad? Paciencia...
Pronto podrá, párpados pesados, profundas pupilas... Piensa.
Paga precio plus, presionado por padecer pobreza, pero... posee
proyectos, paleta plagada por pardos, púrpuras, pálidos pasteles,
plomizos, plateados, profundos punzó; peleará... pues posee pabilo
prendido profundamente. Perseverará.
Pugnará por permutar pésimo panorama por poder parir prodigios
pictóricos. Posteriormente, primaran pensamientos. Paulatinamente,
peldaño por peldaño procurará pretendido pedestal, poseerá piná-
culos presagiados, principalmente Paris. Potestad. ¡Paz!
Paradójicamente pérfida parca pegará puñalada, precipitará
partida. ¡Panteón! Pastor protestante predica, positivas palabras,
prudente panegírico. ¡Percibirá póstumos premios! Podrá perecer
plácidamente.
Periódico popular publica: “Profundo pesar por pronta partida...,”
prosigue parlamento... posteriores párrafos publicitan por panta-
gruélicos precios: pintorescas postales pintadas por prestigioso
pintor.
¡Pardiez!

María Emma Acha


(Punta Alta)
(mariaemmaacha@yahoo.com.ar)

La Avispa 49 122
Reseñas

Elba Tesoriero
Máximo Ballester
Daniela Riccioni
Gustavo Olaiz

123 GRUPO DELAPALABRA


Reseñas
SERIAL WRITER - ARGENTINO SERIAL
de Jorge Goyeneche
editado por Gárgola

Autor: Jorge Goyeneche nació en La Plata, donde reside actualmente.


Es profesor de letras (UNLP). Colaboró entre otros medios, en las
revistas Humor y Satiricón (1980-1990). Cofundó la revista Oliverio.
Condujo el programa de radio: Toda la delantera en orsay (humor y
literatura), escribió guiones televisivos y teatrales. Tradujo Sonetos
a Orfeo de Rilke, Poesías completas de Poe, La Metamorfosis y El
Proceso de Kafka. Es coautor de la Agenda de los escritores en el
tiempo.
Bibliografía: Toda la delantera en orsái (Último Reino), 2001),
Semblantes de bestias (De los cuatro vientos, 2003), Que algo
quedará y Mala Praxis. La dos últimas inéditas al salir la edición
del presente libro en el año 2008.
Tema del Libro: Los últimos veinte años de gobierno en la Argen-
tina.
Opinión: El sarcasmo y la sátira son ejercidos con profesionalismo.
El autor maneja muy bien los hilos del humor de revista, medio en
que se expresa en forma aguda, punzante. Acotado a un espacio en
el que no hace falta dosificar ni crear la complicidad que obligue a
leer la página siguiente.
El intento de sostener la comisura de los labios hacia arriba durante
190 páginas lo hace caer en reiteraciones que terminan con el interés
del lector antes de finalizar la lectura.
En el siguiente al ocho o sea el capítulo diez (no entiendo por qué
está salteado el capítulo nueve) página 124 dice textualmente: “Al
cabo de una semana, como de costumbre, el meteorito informativo
languideció dando paso a cinco días muy tensos con las imágenes
de un ángel que había sido atrapado en Garmendia, un pueblo
situado a ocho kilómetros de la Cordillera y a tres de la zona fron-
teriza. Un periodista estrella fue enviado al pueblo hermano para
reportear al ser alado, que resultó ser muy viejo, con unas alas
enormes y que hablaba en una lengua extraña, noruego tal vez.
Mientras tanto pasó desapercibido el suicidio de varios testigos
del caso Juampi. El filósofo Hoguer analizó sesudamente en el
programa televisivo dominical las posibilidades de que el ser que
descendiera tras una tormenta en Garmendia fuera realmente
un ángel”
La Avispa 49 124
Reseñas
Sin duda el autor tomó argumento y título prestados y se olvidó
de agradecerle a su autor, Gabriel García Márquez haber escrito
el cuento “Un hombre muy viejo con una alas enormes”, que se
basa, oh casualidad, en la aparición luego de una gran tormenta,
de un raro pájaro que podría ser un ángel que habla en un idioma
incomprensible.
No creo ser imprudente cuando señalo que un profesor de letras como
es el caso de Jorge Goyeneche no puede escribir, como se lee en el
párrafo transcripto “Pasó desapercibido” por “pasó inadvertido”.
Si el propósito del libro es usar el humor para contrabandear la
tragedia, está muy bien, el tema lo merece pero lástima grande, se
quedó a mitad de camino.

Elba Tesoriero
(eteaqui@copetel.com.ar)

Del otro lado, lo ausente


Marcela García Ferré
Editorial Vinciguerra, CABA.
2010, 64 páginas
 
En Del otro lado, lo ausente, Marcela García Ferré logra plasmar
delicados instantes, sueños de párpados abiertos e inquietudes de
su alma mediante poemas que se dejan leer como si pasara agua
por nuestras manos. Son búsqueda inquebrantable, manotazos a la
nada para extraer jugos sagrados de cuestiones y misterios. Desde
su interior, Marcela nos habla de lo oscuro y echa luz; nos señala el
otro lado y abre puertas como conjuros; nos conmina a entrar por
caminos en los que sólo ella parece tener una palabra encendida
para guiarnos.
          
Máximo Ballester
(maximoballester40@hotmail.com)
125 GRUPO DELAPALABRA
Reseñas
María Montserrat Bertrán - AGUA DE AMAR
Edición Araucaria Editora - Serie Arte y Literatura - Buenos Aires
e-mail: ma_montserrat@yahoo.com.ar

Profundos pensamientos flotan y deslizan de manera diáfana, desde


la fuente que entrega gota a gota este “Agua de Amar”.

AGUA DE AMAR = AGUA DE VIDA


Este pequeño pero hermoso libro, es un canto a la vida y al
renacer, en todas sus páginas. Reafirma esto en la gota, el agua que
corre, la tierra en la resina, la
hierba, la primavera símbolo
del renacer; la lluvia que se
integra al río que incansable
sigue su curso y a la vez es
vida y sueño de vida.
Esto se mezcla con la incógnita
del origen de la propia vida.
El no tener memoria de la
generación y fusión iniciales,
pero sin dudas, ser.
Agrega, además, el sentido
que le da a la palabra río,
como latido, que vuelve a ser
sinónimo de vida.
Y el amor, sentimiento
supremo e infaltable “para nacer de nuevo… y en tus manos”.
O cuando afirma “sólo una hora y una piel/ acarician los límites
azules”.
El amor de mar y arena “cómo abraza y consuela…” , “cabe en un
solo ojo…”
“Cara a cara con la luna, en este único paisaje circular”..

María Montserrat Bertrán es poeta y cuentista nacida en Haedo,


(Pcia. de Buenos Aires), en el año 1957. Editó sus poemarios:
Aproximaciones (1986), El Arco de la Mirada (1990) y En el Mar
de su Nombre (2000).

Daniela Riccioni
Mujer - Javiera Miraglia (leonital307@yahoo.com.ar)
La Avispa 49 126
Reseñas
La AMANTE de MOZART
Gabriella Bianco
Editorial Biblos, 2006

Mientras una de las “Pequeñas tragedias” de Pushkin, la ópera


“Mozart y Salieri” de Nikolai Rimsky-Korsakov y la obra de teatro
“Amadeus” de Peter Shaffer (luego película de Milos Forman), se
basan en la hipótesis de un envidioso Salieri que causa la muerte
de Mozart esta novela de Bianco trata el tema como un drama
pasional.
Las cuatro obras de arte minimizan el hecho que la vida era muy
frágil en esa época al explicar la muerte del músico a un poco más
de un mes de cumplir los 36 años (por ejemplo solo dos de sus seis
hijos superaron el año de vida).
Narrada desde la vida de la esposa de un compañero de Mozart en
la francmasonería (la logia Esperanza Coronada), mujer y alumna a
quien el compositor dedicó el concierto K595 “Para Magdalena”.
La novela habla de las infidelidades mutuas de Mozart y su
mujer Constanza, de los años finales de la vida del músico. De
los acontecimientos que provocaron su muerte. Y de un hijo no
reconocido del genio.

La ciudad: Viena. Firma de Mozart


La época: la de la revolución francesa.
El amor: entre Magdalena Pokorny y Wolfgang A. Mozart.
La novela comienza con Magdalena viuda, madre de un hijo de
Mozart y con graves cicatrices en su cara y su cuello. Ha prometido
a Constanza no revelar que el padre de su hijo es el compositor
fallecido.
Nos dice Carlos Vera en la contratapa de libro: “una arrolladora
historia pasional con un final tan romántico que propone el amor más
allá de la muerte, amor contra el que la muerte nada puede, amor
ineluctable, inmenso, eterno e infinito, a pesar de sus consecuencias
terrenales y contingentes.”

Gustavo Olaiz
(gsolaiz@gmail.com)
127 GRUPO DELAPALABRA
Índice
Editorial ...................................................... pág 3
Entrevista
Robert Roth por Luis Benítez .......................... pág 5
Poesía ........................................................ pág 19
Posada / Cartaginese / Romano / Alfonsi /
Parra / Idiazabal / Barba / Campaneto /
Fontana / Ardila-Segovia /
Ferreira / Leiro / Riquenes García /
Cuentos y relatos ................................................. pág 31
Battiston / Bruch / Acosta /
Sorrentino / Ramos / Medina Castro /
Sánchez Magariños / Prieto / Aznar /
DOSSIER MÉXICO ................................................... pág 51
Ramírez / Acosta / Cenobio / Alanís /
Vázquez Hernández / Reyes / Salazar /
Garrigóz / Cruz Soto / González Torres /
Mendoza / Morales /
Nota y ensayos
Las cosas no se tocan Víctor Clementi .......................... pág 82
¿Qué significa desesperarse? Acerca de Jugar a la
desesperación de G. Ibáñez por David Alberto Fuks ....... pág 83
Un intento de unir Filosofía y Poesía
por Alberto Noguerol ................................................ pág 87
Talleres .................................................................... pág 91
Cine y TV por Gabriel Cabrejas ............................. pág 97
Plástica ............................................................... pág 105
Vicente Heca por Gloria Mariño
Teatro ................................................................... pág 111
Mario Carneglia por Alejandro Gómez
Humor con Araujo y Acha ...................................... pág 117
Reseñas ................................................................. pág 123

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