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Curso: Intervención Psicológica en Desastres

Protocolo de Intervención psicológica: Apoyo


psicológico a los familiares en el acompañamiento
para el reconocimiento cadáveres. Intervención con
niños y adolescentes.

Conductas autolesivas, parasuicidas y suicidas.


Profesora: Mag. Mercedes Ortiz Alcántara
Fecha: 17/11/2018
Aspectos generales

El objetivo de la recuperación de los


cuerpos es prioritaria.

La divulgación de información precisa


a las familias y a las comunidades
sobre la identificación de los
desaparecidos y el manejo de los
cadáveres, es imprescindible.

La pronta recuperación de los cuerpos


ayuda de manera importante a su
identificación y reduce la carga
psicológica de los sobrevivientes.
Principios Generales

1. Se les debe respeto en todo momento a los


fallecidos y a los familiares.
2. Para las familias afectadas es prioritario saber con
certeza la suerte que han corrido sus seres
queridos desaparecidos.
3. En todo momento y en cada fase del proceso de
recuperación e identificación de cadáveres se debe
suministrar información honesta y precisa.
4. Durante todo el proceso mencionado se debe
brindar un trato compasivo y solícito a las familias
de las víctimas.
5. Se deben evitar los errores en la identificación de
las víctimas.
6. Se debe considerar la posibilidad de prestarle
apoyo psicosocial a los familiares y allegados.
7. Se deben respetar las creencias y necesidades
culturales y religiosas.
Identificación de las víctimas

 Se debe establecer un área local que facilite la


reunión familiar como ayuda a los parientes.

 Los familiares de las víctimas deben ser los


primeros en recibir la información del hallazgo e
identificación de sus seres queridos.

 Los familiares de los muertos y desaparecidos


deben conocer a ciencia cierta las expectativas que
pueden esperar del proceso adelantado, incluidos
los métodos que se utilizan y los plazos fijados para
la recuperación y la identificación de los restos
humanos.

 A los familiares se les debe permitir suministrar toda


información que se tenga sobre el pariente
desaparecido.
 La identificación debe llevarse a cabo
tan pronto como sea posible.

 Debe evitarse que los niños


participen en la identificación visual
de los cadáveres.

 Debe respetarse la necesidad de los


familiares de ver los cuerpos de sus
seres queridos, como un componente
del proceso de duelo.

 Una vez identificados los cuerpos, se


les deben entregar a sus familiares
cercanos tan pronto como sea
posible.
Aspectos culturales y religiosos
 El deseo imperativo de los parientes de las
víctimas, cualquiera que sea su religión o su
cultura, es lograr la identificación de sus seres
queridos.

 Debe procurarse el consejo y la asistencia de los


líderes religiosos y comunitarios para mejorar la
comprensión y la aceptación de la recuperación, el
manejo y la identificación de los cadáveres.

 La manipulación y la disposición poco dignas de


los cadáveres pueden traumatizar aún más a los
familiares y, siempre que sea posible, deben
evitarse.

 Se debe garantizar el manejo cuidadoso y ético,


incluso la disposición final de los cadáveres,
además del respeto por la sensibilidad religiosa y
cultural.
Las funciones del Psicólogo/a

1. En un primer momento, ponernos a disposición de


las autoridades y equipo forense para cuando se
estime oportuna nuestra participación con los
familiares de las víctimas en lo que a recogida de
información, comunicación de fallecimientos y
reconocimiento de cadáveres se refiere.

2. Coordinación de equipos.

3. Siempre que sea posible, informar a los familiares


sobre los procedimientos de actuación que se va a
llevar a cabo en estos casos.

4. Apoyar y facilitar a los familiares el desarrollo de


habilidades necesarias para afrontar el proceso.

5. Acompañamiento.

6. Facilitar el inicio del duelo.


La notificación de la desaparición o muerte y el
reconocimiento de cadáveres

La notificación de la muerte se puede producir en el hogar, en un centro de salud, en la


morgue o en otro escenario.

Resulta un momento crítico y difícil de enfrentar pues puede producir reacciones fuertes.

Algunas recomendaciones útiles para el profesional son las siguientes:

 Antes de la notificación, debe recopilarse toda la información posible sobre el fallecido


y los hechos acaecidos.

 Obtener información sobre las personas que van a ser notificadas.

 Asegurarse de que el familiar adulto más apropiado reciba la noticia primero.

 La notificación debe realizarse de manera directa y personal.

 La notificación debe hacerse, preferiblemente, por dos personas.

 Manejar las reglas comunes de cortesía y respeto.

 No llevar a la entrevista objetos personales del fallecido.


 Invitar a los familiares para que se sienten y
hacer lo mismo por parte de quienes van a
notificarlos.

 Observar cuidadosamente el ambiente para


prevenir riesgos y estar preparado para atender
niños u otras personas.

 El mensaje debe ser directo y sencillo; a la


mayoría de las personas las características de
la escena le harán prever que algo terrible ha
pasado, por lo que no debe prolongarse su
agonía o ansiedad; no hay que dejar dudas ni
crear falsas expectativas.

 Estar preparado para presentar evidencias y


responder preguntas si los familiares lo
requieren, debe ayudárseles a informar a otras
personas.

 Escuchar y atender las necesidades inmediatas


de los familiares, así como recordarles sus
derechos.
Por lo general, los familiares reclaman ver el cadáver lo antes
posible o esto puede ser necesario para identificar el cuerpo.

Se recomienda lo siguiente:

 La decisión de quiénes van a ver el cadáver deben tomarlas los


propios familiares.

 No permitir que los familiares ingresen solos al reconocimiento; es


preferible que estén acompañados por personal calificado
(Psicólogo) que les brinde el soporte emocional.

 Ofrecer privacidad y respeto para que puedan despedirse, incluso si


quieren tocar el cuerpo.

 Respetar en ese momento cualquier tipo de reacción que puedan


tener los familiares.
 Si el cuerpo está muy alterado o mutilado, es
necesario explicar previamente y de manera clara
las condiciones en que se encuentra.

 Si se utilizan fotografías, describirlas previamente.


El sistema de fotos puede ser eficaz en situaciones
con un número reducido de cadáveres; pero
cuando existe un número elevado de cuerpos
puede generar tumultos o prestarse a que dos o
más familias crean reconocer un mismo cuerpo.

 Un apoyo necesario, casi siempre, es transportar a


los familiares hacia el lugar donde está el cadáver
y asegurar el retorno.

 Proveer mínimas condiciones de comodidad y


garantizar una atención humana en el lugar del
reconocimiento de los cadáveres.
Aspectos procedimentales en el contacto
con las familias

 Información previa y recogida de datos por parte


del psicólogo/a: de la familia, del familiar
desaparecido y del estado del proceso de
identificación.

 Presentación a la familia especificando quienes


somos: cabe destacar la importancia en estos
momentos de los aspectos no verbales de la
comunicación, manifestando empatía y control.
Informar que vamos a intentar facilitar las tareas a
realizar y mantenerlos informados, y de la no
obligatoriedad de aceptar nuestra ayuda.

 Si se acepta la ayuda, y hasta el momento en que se


inicie el proceso de identificación del familiar, el
psicólogo/a establecerá la relación con el grupo
familiar, facilitando la expresión de sus emociones y
expectativas.
 Será necesario designar el representante de la familia que realizará la
identificación visual. El psicólogo/a podrá colaborar con la familia ayudando a
elegir al encargado de realizar la identificación, si así fuera necesario,
valorando, entre otros aspectos, el grado de cercanía con la víctima, la
competencia para la tarea a realizar, y el deseo expreso de realizar la
identificación.

 Puede resultar útil introducir algún técnica de relajación para afrontar el


reconocimiento.

 Prepararles para afrontar el momento del reconocimiento a través de


fotografías u objetos personales y posteriormente de forma directa, explicando
lo que van a ver con el objeto de desensibilizar a la persona para que esté lo
más preparada posible para exponerse al reconocimiento, si la situación así lo
requiere.
Intervención con niños y adolescentes

Aunque tradicionalmente se ha considerado que los niños tienen una gran capacidad
de adaptación, los estudios e investigaciones realizadas sobre las reacciones de los
niños a desastres (Norris, Friedman y Watson, 2002; Vogel y Vernberg, 1993, García
Renedo, 2008) nos señalan los siguientes hechos:

 Los niños muestran unas reacciones emocionales intensas tras el desastre,


pudiendo ser la sintomatología más grave incluso que la de los adultos.

 La sintomatología que muestran los niños afectados por desastres causados por
el hombre (como guerras y atentados terroristas) es más intensa que la que
muestran los niños afectados por desastres naturales.

 La totalidad o la mayoría de estos síntomas desaparecen con el paso del tiempo


conforme el niño va consiguiendo reajustarse a la nueva situación. La
permanencia de los síntomas es señal de alarma y debe llevar a una intervención
terapéutica en el ámbito de la salud mental, puesto que algunos pueden llegar a
desarrollar trastornos psicológicos, fundamentalmente trastorno por estrés
postraumático.
 La respuesta de los niños a desastres
naturales depende de muchas variables.
Algunos de los factores que más influyen
son: el grado de exposición al desastre, el
daño personal sufrido, la edad y nivel de
desarrollo del niño, los sucesos traumáticos
anteriores o la existencia de protección por
parte de los padres.

 Los padres no son siempre conscientes del


impacto negativo de los desastres en sus los
hijos ya que tienden a informar de menos
síntomas que si se les pregunta a los niños.
La influencia de la edad y el desarrollo
cognitivo

En función de su menor edad y desarrollo


cognitivo los niños tienen mayores
dificultades para entender la situación
traumática, elaborar una adecuada
explicación de los hechos, y prever el
alcance de las consecuencias y de los
acontecimientos futuros.

Así mismo, presentan mayores


dificultades que los adultos para expresar
su sufrimiento y para regular las
emociones y la conducta, por lo que
conviene ayudarles a comunicar y
canalizar lo sentido.
Los niños hasta los 5 años aproximadamente
manifiestan fundamentalmente problemas
somáticos de alimentación y sueño, así como
cambios en el comportamiento: berrinches,
malestar físico, ratos de tristeza, exceso de
actividad, se pueden volver retraídos.

La reacción más habitual es el miedo, en


particular a separarse de los padres y otras
figuras de apego.

En este sentido, se debe tener en cuenta que


los padres condicionan las reacciones de los
niños pequeños en función de su propia
reacción a la crisis y de la capacidad de
seguridad y protección que son capaces de
ofrecer a los hijos.
Los niños con edades propias de la educación primaria
(6‐11 años) son capaces de comprender el dramatismo
de la situación y el carácter permanente de algunas
pérdidas en sus vidas.

Sin embargo, en algunos niños la combinación de falta


de información acerca de las causas de la situación
traumática vivida y las explicaciones “mágicas”
elaboradas por ellos mismos pueden generar
sentimientos de culpa y acentuar la confusión y los
miedos.

Pueden presentar: fobias, tristeza y ansiedad, malas


conductas como mentir y robar, pérdida de apetito y
peso, frecuentes dolores de cabeza, comportamiento
infantil, imitación excesiva de la persona fallecida,
negarse a ir a la escuela o a dejar a sus padres, querer
quitarse la vida.

Es habitual en estas edades que realicen juegos


repetidos relacionados con el desastre y que quieran
hablar y recibir información de detalles del mismo.
Los preadolescentes y adolescentes tienen un patrón
de respuesta más cercano al de los adultos incluyendo
síntomas relacionados con el estrés postraumático
como pensamientos e imágenes repetitivas,
“insensibilidad” emocional, apatía, etc.

Los adolescentes también pueden sentir sentimientos


de culpa, miedos y problemas conductuales.

Pueden mostrase retraídos y cansados con problemas


para comer y dormir, cambios importantes en el
rendimiento escolar, abusar de sustancias tóxicas y
hablar de hacer cosas peligrosas, cambiar
repentinamente de amistades, mostrar hostilidad,
querer suicidarse.

Hay que tener presente que la situación de crisis


traumática se une a la crisis evolutiva que el
adolescente atraviesa y que está caracterizada por
desequilibrios e inestabilidad en el proceso de
búsqueda y consolidación de su identidad, objetivo
fundamental de este momento vital.
Conductas autolesivas, suicidas y
parasuicidas

Este tipo de conductas pueden


presentarse en afectados, familiares y /o
allegados a las personas víctimas de
una situación de crisis.

El Psicólogo/a tendrá como objetivo


detectar posibles factores de riesgo así
como valorar su comportamiento para
poder intervenir en caso de que se
considere oportuno en ese momento.
Factores de riesgo para conductas
autolesivas

 Ocurre más frecuente en varones.

 Haber sido o pensar que ha sido el responsable


de un accidente.

 Sentirse culpable o impotente al no poder haber


hecho nada por evitar un suceso traumático.

 Personas impulsivas y con problemas para


controlar sus impulsos.

 Antecedentes personales de enfermedad mental


u otras psicopatologías.

 Suelen requerir contención y tratamiento


farmacológico, por lo que deben derivarse.
Factores de riesgo para conductas
suicidas

 Valoración de factores de riesgo de familiares:


antecedentes de suicidio en familia.

 Valoración de factores de riesgo personales:


psicológicos y psicopatológicos, presencia o
ausencia de enfermedad somática y/o mental y tipo,
y anteriores intentos de suicidio.

 Diagnósticos de trastornos del estado de ánimo,


alcoholismo, esquizofrenia y otras psicosis,
demencias y enfermedades crónicas dolorosas.

 Impulsividad.

 Se debe valorar el tipo de intento, letalidad, tipo de


idea suicida, métodos para consumar la idea
suicida, grado de planificación, antecedentes, etc.
Factores de riesgo para conductas
parasuicidas

 Necesidad de llamar la atención.

 Antecedentes de intentos previos.

 Nivel bajo de madurez intelectual y


emocional.

 Personas extrovertidas, egocéntricas,


histriónicas, etc.

 Se debe valorar el tipo de intento, letalidad,


tipo de idea parasuicida, grado de
planificación, motivos, posibilidad de
llamada de atención, etc.
¡Muchas gracias!

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