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Entre laberintos internos: Una lectura de “El jardín de senderos que se

bifurcan” y “La muerte y la brújula” de Jorge Luis Borges

Edwin Espíndola

En el programa televisivo “A fondo” del año 1980, el periodista español Joaquín Soler
Serrano entrevista a Jorge Luis Borges. En esta entrevista decía el escritor argentino
las siguientes afirmaciones: “Yo le debo a Evaristo Carriego todo lo que yo he escrito
sobre: cuchilleros, sobre matones. Aquel arrabal de Palermo que compartimos. Y luego
de haber conocido a un viejo simpático llamado don Nicolás Paredes, que tenía varias
muertes. Un viejo cuchillero”.

Estas palabras de Borges plantean la configuración de un proyecto creativo y escritural


inicialmente circunscrito a temas suburbanos marcados por la confluencia intercultural,
producto de las diferentes migraciones que tuvo la Argentina en los siglos XIX y XX.
Esta nueva realidad social con la que se encuentra Borges al regresar de Europa a su
Buenos Aires semi-rural de las décadas 20 y 30, es recreada tanto en la poesía (Fervor
de Buenos Aires -1923-), como en la narrativa (Evaristo Carriego -1930).
Posteriormente, en el libro Historia universal de la infamia -1935- y en Ficciones -
1944-, los temas borgianos toman un giro hacia el mundo oscuro del crimen y el
misterio de las intrigas policiacas en los espacios suburbanos a la manera de Arthur
Conan Doyle.

De esta manera, la relación de Jorge Luis Borges con el relato policial se observa en
primera instancia desde algunas de las narraciones en El Aleph y Ficciones. Cuentos
como “Emma Zunz”, “Las ruinas circulares” o “El jardín de senderos que se bifurcan”,
llevan al lector acompañado de los narradores a la búsqueda de los enigmas
detectivescos, característica de los escritos policiales. Así, el presente texto esboza de
manera puntual un análisis comparativo de los relatos “El jardín de senderos que se
bifurcan” (1941) y “La muerte y la brújula” (1942).

En la obra borgeana hallamos un universo desplegado por laberintos. Es precisamente


en “El jardín de senderos que se bifurcan” donde se sumergen entretejidos los
laberintos que hacen parte de la búsqueda del enigma. Los protagonistas se
encuentran entre muchas opciones para sus decisiones, pero teniendo en cuenta que el
tiempo juega un papel primordial en la resolución del acertijo:

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No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo;
en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me
depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar al jardín, me
ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un
error, un fantasma (Borges, “El jardín de senderos que se bifurcan”, 1974, p.
479).

En ese sentido, el universo borgeano de las narraciones policiacas conlleva a la


particular forma de ejemplificar el acertijo de la condición humana. Si en los casos de
Poe y Chesterton buscan la resolución de los hechos de un crimen o conducta que va
en contra de las reglas establecidas por la sociedad, en Borges encontramos el sentido
del por qué y del para qué de los sucesos humanos, es decir, nos adentramos en
preguntas existencialistas:

Un irlandés trató de convertirme a la fe de Jesús; me repetía la ausencia de los


goim: Todos los caminos llevan a Roma. De noche, mi delirio se alimentaba de
esa metáfora: yo sentía que el mundo es un laberinto, del cual era imposible
huir, pues todos los caminos, aunque fingieran ir al norte o al sur, iban
realmente a Roma, que era también la cárcel cuadrangular donde agonizaba mi
hermano y la quinta de Triste-le-Roy (Borges, “La muerte y la brújula”, 1974, p.
506).

En “La muerte y la brújula”, por ejemplo, el investigador cree haber resuelto el enigma
de las diferentes muertes en un orden sobre los puntos cardinales que nos ofrece la
brújula, pero lo que no se esperaba el investigador era que iba a caer en un juego
donde termina siendo además, una víctima de toda la situación.

Es en este punto, donde el universo borgeano revela a los actores de la narración que
en algún momento de sus vidas encontraran el verdadero sentido y se les presenta
como la posibilidad de escape dentro de un laberinto difícil de descifrar. Todo esto
luego de comprender que su presencia en el relato no era el pensado sino el entrar en
un juego con el asesino. En conclusión, en las narraciones policiales de Borges nos
lleva al ejemplificar una pregunta sobre el verdadero sentido de nuestras vidas: hacia
a dónde nos encaminamos y cuál debe ser nuestro destino, pero sobretodo, el para
qué nos encontramos acá.

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Referencias Bibliográficas

BORGES, Jorge Luis, Obras Completas, Buenos Aires, Emecé, 1974.

CASARES, Adolfo Bioy (eds.), Los mejores cuentos policiales 1, Alianza/Emecé, 2000.

CASTELLINO, Marta Elena, «Borges y la narrativa policial: teoría y práctica», Revista de


Literaturas Modernas, 29, 1999, pp. 89-113.

SOLER, Joaquín (1980, Mayo) Entrevista A fondo – Jorge Luis Borges. Recuperado en:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/a-fondo/entrevista-jorge-luis-borges-fondo-
1980/1058440/

VOSBURG, Nancy; FRANK, Roslyn M., «Textos y contra-textos en el “Jardín de los


senderos que se bifurcan”», Revista Iberoamericana, v. XLIII, núm. 100-101, pp. 1-7

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