Sunteți pe pagina 1din 17

Violencia Comunitaria y Desesperanza aprendida en adolescentes

Autoras:
Dulce Citlali García Martínez
Araceli Pérez Martínez
Noemi Reza

INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia de la humanidad han existido un sinfín de fenómenos de vital
importancia y por ende se ha intentado profundizar en ellos con el fin de desvelar el misterio
que parecen ocultar y que sin ello resultan infructuosos todos los intentos por intervenir al
respecto. Tal es el caso de la violencia, que si bien se ha investigado mucho al respecto, no ha
sido suficiente para comprender del todo este fenómeno tan amplio y complejo y menos aún
para lograr que en la actualidad, ya no represente un problema tan alarmante. Con relación a
lo anterior y como un intento primeramente de aproximación conceptual al tema de la
violencia, la OMS (2002) la definió como “​El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya
sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad,
que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos,
trastornos del desarrollo o privaciones”. Al respecto, se puede observar la diversidad de dicho
fenómeno, entendiendo a este no en un sentido unilateral, sino como algo que tiene múltiples
facetas, se desarrolla a partir de un sinfín de causas y genera a su vez múltiples
consecuencias. Por ello, considerando la amplitud de dicho fenómeno, esta investigación se
limitará al abordaje de un tipo de violencia en específico y es la denominada violencia
comunitaria, la cual según JPBEPR (2012) consiste en “Diversos tipos de violencia que se
dan a un nivel macro comunitario en donde se impacta la calidad de vida, seguridad y sana
convivencia de sus constituyentes. Este tipo de violencia se relaciona con un ambiente tóxico
comunitario que incluye criminalidad, dependencia a sustancias, agresividad interpersonal,
delincuencia, problemas conductuales y de salud mental, violencia escolar y doméstica,
exposición a escenarios violentos, desigualdad económica y problemas de retención escolar”.
Con base en lo anterior, se puede constatar que aun reduciendo la violencia a un contexto en
específico, resulta aún complejo abarcar todas las variables que en dicho contexto se
encuentran comprometidas, así que para enfocar aún más la atención a un aspecto en
específico, se considerarán los hechos violentos relacionados con la inseguridad pública, el
crimen y la exposición a escenarios de violencia, esto quiere decir que, la atención estará
centrada en todas aquellas manifestaciones de violencia que se dan de forma directa, como lo
son: asaltos con o sin uso de violencia física, secuestros, violaciones, asesinatos, riñas
callejeras, violencia escolar, etc.
Respecto a lo anterior y para tener una noción de la magnitud del problema que representa la
violencia, en el informe mundial sobre salud y violencia de la OMS, citado en Espin,
Valladares, Abad, Presno & Gener (2008) se estima que “​1.6 millones de personas pierden la
vida cada año por actos violentos, más de 199 000 tienen entre 10 y 29 años, y unos 57 000
niños de entre 0 y 4 años son asesinados en el mismo período. Globalmente la violencia es la
principal causa de muerte entre los 15 y 44 años; son hombres el 14 % de estos muertos y
mujeres el 7%. También los datos indican que no hay país que tenga índice de violencia
contra la mujer menor al 10 %, y que en algunos alcanza hasta el 69 %”. Si bien es cierto que
estas cifras corresponden a un nivel mundial de hace algunos años, también es cierto que la
violencia con el paso de los años ha ido en aumento y aunque al parecer no se cuenta con
cifras exactas de los actos violentos como tal, si se ha podido constatar que las sociedades
parecen ir en decadencia, pues en lo que respecta a México, según el Observatorio Nacional
Ciudadano (2017), en el 2017 los homicidios dolosos aumentaron un 24. 48%, los homicidios
culposos un 12.57%, secuestros 19.75%, robo con violencia 32.31%, violaciones 5.74%, todo
ello con respecto al 2016. Lo anterior resulta alarmante si se considera que la violencia no
solo existe como un medio para lograr algo más, o un fin en sí mismo, sino también porque,
además de que surge a partir de diversos fenómenos (por ejemplo: la pobreza), a su vez
genera nuevos problemas (por ejemplo: de salud mental), es decir la violencia se vuelve
como un círculo vicioso, en el que cada causa genera diversas modalidades de violencia y
estas a su vez producen múltiples consecuencias y así simultáneamente, de tal forma que la
violencia se sigue sustentando, reproduciendo y conservando a sí misma, a través de estos
ciclos interminables. Por ello mismo se han realizado diversos estudios intentando
comprender cómo es que la violencia se ha venido relacionando (ya sea como causa o efecto)
con otros aspectos de la vida cotidiana.

Con base en lo anterior y para comprender un poco más respecto al tema de la violencia
comunitaria, es importante resaltar que esta es producida entre personas que no tienen
necesariamente alguna relación, pueden o no conocerse y se sucede casi siempre fuera del
hogar. E incluye la violencia juvenil, los actos violentos azarosos, las violaciones y las
agresiones sexuales por parte de extraños, y la violencia en establecimientos como escuelas,
lugares de trabajo, prisiones y residencias de ancianos. (OMS, 2002).
Al respecto Gómez et. al. (2013) citan a (Flower y Braciszewsky, 2009), definen a la
violencia en la comunidad como ¨haber sido objeto de un acto intencionado iniciado por otra
persona para causar daño, estos actos se refieren a ser perseguido, golpeado, robado, recibido
impacto de bala, apuñalado o cualquier otro asalto. Ser testigo de violencia comunitaria se
refiere a haber visto algún evento en el que hubiera robo de propiedad, intentos de ocasionar
algún daño físico o causarlos, así como los asesinatos. Por último, escuchar sobre violencia
en la comunidad significa que alguien (familiar o amigo) habla sobre su experiencia al ser
víctima de violencia en la comunidad¨. Es decir, retomando a Gurrola et. al. (AÑO) citando a
Echeburúa (2004) las personas que sufren este tipo de situaciones son referidas como
víctimas físicas directas o afectados primarios y son quienes viven en carne propia el hecho
traumático. Las víctimas secundarias o indirectas son afectadas por aquellas condiciones que
se presentan posteriormente a la violencia (trauma psicológico), considerando que estas,
pudieron o no haber sido testigos directos del hecho agresivo, ya que esta categoría incluye a
las personas cercanas (familiares o amigos) a los afectados primarios. En cuanto a las
víctimas indirectas o afectados contextuales, son quienes, aunque no presenciaron ni
directamente ni como testigo las agresiones, se ven perjudicadas y un tanto traumatizadas por
las condiciones físicas y socioculturales posteriores a la violencia, es decir, al ser testigos
indirectos del hecho agresivo, se ven afectados psicológicamente por la situación peligrosa,
aunque no hayan sufrido pérdidas directas hacia ellos o de personas cercanas a ellos.
En cuanto a esto, en estudios más recientes (Junta de Prácticas Basadas en Evidencia para
Puerto Rico, 2012 citado en, Pérez-Pedrogo, Sánchez-Cesáreo, Martínez-Taboas,
Colón-Jordan y Morales-Boscio, 2016) argumentan que la violencia comunitaria se refiere a
diversos tipos de violencia presentes en un nivel macro-comunitario, impactando la sana
convivencia entre las personas, así como su calidad de vida y la seguridad.
Así mismo, afirman (Guerra y Dierkhising, 2011, citado de Pérez et. al., 2016) que la
exposición de la población infantil y juvenil a la violencia comunitaria, es una de las
experiencias que los perjudica en mayor medida, pues se ve afectada su forma de pensar,
sentir y actuar. Por lo tanto, el impacto de la violencia comunitaria a nivel individual, en
personas de entre 6 y 15 años de edad, se verá reflejado en una mayor propensión a
desarrollar comportamientos agresivos y antisociales, sin embargo (Corwin y Keeshin, 2011;
Lynch, 2003; Margolin y Gordis, 2000 citado de Pérez et. al., 2016), mencionan que existe
una relación moderada entre la exposición a la violencia comunitaria en niños(as) y síntomas
depresivos, aunque existen otras condiciones, como el estrés post-traumático que de igual
forma se relacionan con la violencia.
Otra de las consecuencias de la violencia comunitaria es que afecta el desempeño académico
de los estudiantes y produce problemas de aprendizaje, ya que al crearse un disloque
cognitivo, evita que se puedan realizar tareas cognitivas más complejas y provoca problemas
de concentración debido a pensamientos intrusivos (WenzGross y Siperstein, 1998, citado de
Pérez et. al., 2016). Además, la exposición a la violencia comunitaria está estrechamente
relacionada con el incremento del uso de alcohol y drogas en jóvenes de 12 a 18 años, este
consumo y abuso de sustancias puede causar directamente más violencia. Pero, más que
provocar síntomas o trastornos psiquiátricos, o contraer enfermedades crónicas e
inestabilidad generalizada, este tipo de violencia pone en peligro la calidad de vida y
convivencia social entre los miembros de la comunidad. Además, la violencia comunitaria va
creando una cierta paranoia social, que a su vez es un factor para la delincuencia, e induce a
dañar a cualquier persona que éste a su paso, sin importar su edad, sexo o género, condición
social, etc. Respecto a esto, Pérez et. al. (2016), menciona que la situación se agrava cuando
innumerables estudios han documentado que vivir en lugares con altos niveles de violencia
comunitaria, incrementa la posibilidad de que las personas asimilen la violencia y la adapten
a sus creencias y estilos de vida y esto con los años desemboque en una cultura donde la
violencia está sumamente arraigada y profundamente normalizada como parte de la dinámica
cotidiana (Gudiño, Nadeem, Kataoka y Lau, 2011, citado de Pérez et. al., 2016).

Por otro lado y con relación a todo lo anterior, otro fenómeno de suma importancia y
necesario de abordar es el de la desesperanza o indefensión aprendida, el cual ha sido
ampliamente estudiado por el psiquiatra y profesor estadounidense Aaron T. Beck que define
a ésta como una forma determinada de responder (de un sujeto) ante circunstancias o eventos
que le resultan aversivos, dicha respuesta se debe a que el sujeto percibe a los estímulos como
algo que se encuentra fuera de sus posibilidades de control o bien porque no encuentra dentro
de su ambiente los reforzadores o la motivación necesaria para responder de forma más
eficaz. (Beck, 2012). Respecto a esto, la desesperanza representa un trastorno de salud
mental importante debido primeramente a que esta orilla a los sujetos a percibir el presente y
el futuro como algo carente de sentido, no solo por la incertidumbre y desconfianza ante lo
que las circunstancias puedan traer, sino también porque se pierde o disminuye el nivel de
motivación para emitir respuestas más adaptativas y se reduce el sentido de autoeficacia; es
decir, aquella confianza en sí mismo y en las propias capacidades para resolver los conflictos
y pruebas de la vida cotidiana (González, 2016) y por ende, las propias metas se perciben
como inalcanzables o imposibles, de tal forma que la desesperanza funciona como un
mecanismo de auto sabotaje, donde el sujeto se adelanta a predecir el posible resultado de
sus acciones pero desde una perspectiva pesimista/negativista. En relación a esto y con la
finalidad de profundizar en el tema, se han realizado diversos estudios como el de García,
Gallego & Pérez (2009) donde se analizó la relación que existe entre la desesperanza y el
sentido de vida y se encontró que a mayor sentido de vida; es decir percepción de logro y de
que la vida tiene sentido o vale la pena, menor es el nivel de desesperanza que presentan los
sujetos, al respecto se puede observar como el hecho de mantener una filosofía de vida
positiva y un nivel de autoestima alto y estable, además de un amplio sentido de
responsabilidad y conciencia sobre los propios pensamientos, sentimientos y acciones,
influye positivamente para que las personas puedan responder de manera más favorable ante
los acontecimientos o circunstancias que se le presentan a diario. En relación con ello,
Galindo & Ardila (2012) comprobaron la relación que existe entre el nivel socioeconómico
bajo y la desesperanza, ya que según estos autores, las personas en situaciones de pobreza,
perciben pocas o nulas posibilidades de cubrir sus necesidades básicas, debido a la dificultad
para acceder a los servicios de salud, educación, vivienda, alimentación, seguridad etc. y
como consecuencia de ello, tienden a desarrollar una visión desesperanzada del mundo, pues
no creen que su situación actual pueda mejorar en el futuro, independientemente del esfuerzo
que realicen. En este mismo estudio, también se detectaron otros factores importantes que
influyen directamente en el aprendizaje de la desesperanza, como son las bajas expectativas
que se tienen respecto a las creencias religiosas, la situación política actual y la democracia.
De igual forma, Cortina, Peña & Gómez (2009) relacionaron los bajos niveles de autoeficacia
y la desesperanza, con intentos de suicidio en jóvenes, dicha investigación dio como
resultado que a menor nivel de autoeficacia, es decir a menor nivel de confianza en sí mismo
y en la posibilidad de alcanzar las metas que se proponga, mayor es el nivel de desesperanza,
que a su vez representa en múltiples casos un indicador de riesgo suicida (sobre todo en
pacientes depresivos). Aunado a esto, Quintanilla, Haro, Flores, Celis & Valencia (2015)
relacionaron la desesperanza y la tentativa suicida y encontraron que el 78% de la muestra
con tentativas suicidas presentó algún nivel de desesperanza, de dicho porcentaje el 52% se
centraba en el factor cognitivo, es decir en pensamientos e ideas pesimistas respecto al futuro
y a las posibilidades de mejorar la propia condición actual, el 41% refería a factores
motivacionales, ya que algunos sujetos una vez que han estado expuestos a condiciones de
constante vulnerabilidad, tienden a perder la motivación para esforzarse en algo que les
pudiera permitir situarse en condiciones más favorables en el futuro, finalmente el 6.6%
estaba determinado por el factor afectivo el cual indica que a pesar de las adversidades, las
personas esperan y confían en que más adelante su situación mejore.
Por lo tanto, a partir de lo anterior y en un intento por comprender la relación que existe entre
la violencia y la desesperanza aprendida, se encontró que, si bien la desesperanza no ha sido
un tema lo suficientemente abordado, pero se encuentra estrechamente relacionada con otro
trastorno del estado de ánimo, es decir la depresión, que ha sido más ampliamente estudiada.
Con base en ello, en diversas investigaciones se han encontrado relaciones significativas
entre la exposición a la violencia social o comunitaria y la depresión, o bien directamente con
la desesperanza aprendida (en los pocos casos en que esta ha sido estudiada). Respecto a esto,
Farfán, Esparza, Montañez & Orozco (año) encontraron que, a mayor exposición a la
violencia comunitaria, ya sea como víctimas directas o como testigos (contextuales), se
reportan mayores niveles de estrés post traumático, pensamientos paranoides y síntomas
depresivos, entendiendo a estos últimos como sentimientos de melancolía y visión negativista
del futuro, el mundo y uno mismo, es decir, una visión desesperanzada en general. Así mismo
Dierkhising & Guerra (2011) argumentan que, debido a la frecuente exposición a altos
niveles de violencia comunitaria, los niños y adolescentes presentan graves problemas en su
desarrollo emocional, conductual y social, esto debido a la presencia de trastornos depresivos
(con síntomas de desesperanza), de ansiedad y estrés post traumático como resultado de dicha
exposición. Lo que a su vez provoca una reproducción de estos ciclos de violencia
(comportamientos agresivos, violentos y delincuencia en general) por parte de dichas
víctimas contextuales. Esto, aunado al consumo de sustancias nocivas y rasgos de
personalidad introvertidos. De igual forma Cuevas & Castro (2009) encontraron que existen
diferencias significativas entre los niveles de victimización y exposición a la violencia (ya sea
de forma directa o indirecta), y los grados de depresión, ansiedad, estrés post traumático,
agresión y delincuencia, pues al parecer, mayores índices de lo anterior están
significativamente relacionados a las víctimas directas, y en un menor nivel a las víctimas
indirectas. Así mismo, Alvarado & Cerda (2010), en un estudio con estudiantes de educación
básica de Nuevo León, encontraron que más de la mitad de estos menores (53.3%) han
experimentado en algún momento de su vida violencia en el aula, discriminación en sus
diversas vertientes o algún otro tipo de violencia a causa del pandillerismo callejero, al
respecto, se encontró que al menos el 38% de la población estudiada ha presentado en algún
momento síntomas depresivos como resultado de dicha exposición a la violencia, ya sea esta
dentro o fuera del aula. De igual forma, los pioneros Richers y Martínez (1990), citados por
Gómez y Gómez-Maqueo, (2013) relacionaron la violencia con los síntomas psicológicos que
presentaba una muestra de niños y adolescentes, señalando que los síntomas presentes
posteriores a la violencia (desesperanza, depresión, estrés post-traumático, ansiedad) pueden
ser catalogados como reacciones normales a eventos no normativos (la violencia) y pueden
actuar como funciones adaptativas en un ambiente objetivamente peligroso, es decir, el tener
miedo o impotencia se va normalizando ante el contexto violento, sin embargo, estos
síntomas van teniendo reacciones desadaptativas y como consecuencia dañando a largo plazo
a la persona en el ámbito emocional, social y del desarrollo cognoscitivo.
Con relación a lo anterior y como se ha venido observando, la violencia en sus diversas
modalidades genera costos directos (humanos, económicos, etc.) e indirectos; entre los
principales costos indirectos se encuentran, según Jaitman (año), el sufrimiento, el miedo y la
pérdida de calidad de vida de las víctimas y sus familias, así como distorsiones cognitivas,
emocionales y conductuales. Respecto a esto y enfocándonos en las distorsiones emocionales
o afectivas, Briceño (1996) argumenta que, a las diversas crisis a las que se ha enfrentado
América Latina como son: la económica, la del control social tradicional (familia, escuela,
religión), la pérdida de los satisfactores urbanos, la revolución de las expectativas
insatisfechas y la del individualismo, se suma la de la violencia y la desesperanza, y al
respecto considera que ambas se relacionan de forma interdependiente, es decir, la violencia
como causa-efecto o “la otra cara” de la desesperanza y viceversa. En relacion a esto, Mels &
Fernandez (2015) exploraron el impacto de la violencia comunitaria en adolescentes
uruguayos desfavorecidos (socioeconómicamente), y encontraron que esta (la violencia), está
estrechamente relacionada con problemas internalizantes o psicológicos (depresión y
ansiedad) y externalizantes (abuso de sustancias nocivas, conducta disocial y negativista
desafiante), y en general, afirman que la exposición directa o indirecta a contextos violentos,
produce efectos potencialmente traumáticos sobre el funcionamiento psicológico,
sentimientos de inseguridad y desesperanza. Asi mismo, además de los ya mencionados
efectos emocionales y conductuales de la violencia comunitaria, Cooley, Quille, Griffin,
Stuart, Bradshaw & Holden (2011), han encontrado otros como son: el bajo rendimiento
académico, impactos negativos en el desarrollo en general, fracaso escolar y absentismo,
empobrecimiento del funcionamiento psicosocial, agresión, problemas de adaptación, estrés y
en especial síntomas depresivos que incluyen: baja autoestima, indefensión/desesperanza,
pensamientos intrusivos, baja energía, motivación limitada y aislamiento social. Respecto a la
depresión, se ha encontrado que esta, está relacionada con conductas agresivas, pues en un
estudio realizado por Mels (2012), se detectó que los principales síntomas depresivos que
presentan las personas víctimas de violencia son: dolor de cabeza, sentimientos de tristeza,
sobrecarga de preocupaciones, problemas para dormir y falta de apetito, lo que a su vez
genera baja tolerancia y por lo tanto, la reproducción del ciclo de la violencia.

MÉTODO

Participantes

Instrumentos
Técnica
REFERENCIAS

Cerda P., Alvarado J. (2010) Análisis de la violencia familiar, comunitaria y escolar en


infantes de Nuevo León. CIENCIA UANL disponible en:
http://eprints.uanl.mx/2093/1/violenciafamiliar.pdf​, recuperado el día 1 de marzo de 2018.

-Cuevas M., Castro L. (2009) efectos emocionales y conductuales de la exposición a


violencia en niños y adolescentes en Colombia. Behavioral Psychology. disponible en:
file:///C:/Users/Alumno/Downloads/CuevasyCastro2009.pdf, recuperado el día 1 de marzo de
2018
Cooley-Strickland, M., Quille, T., Griffin, R., Stuart, E., Bradshaw, C. y Furr-Holden, D.
(2011). Efectos de la exposición de los adolescentes a la violencia en la comunidad: el
proyecto MORE. ​Psychosocial Intervention [online]. 2011, vol.20, n.2, pp.131-148. ISSN
2173-4712. http://dx.doi.org/10.5093/in2011v20n2a2​. Recuperado de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-05592011000200002&lng=es
&nrm=iso&tlng=es​ el día 7 de marzo del 2018

Espín Falcón, Julio C.; Valladares González, Anais M.; Abad Araujo, Jorge C.; Presno
Labrador, Clarivel; Gener Arencibia, Nancy (2008). La violencia un problema de Salud,
Consultado,23 de febrero de 2018. Disponible en:
[​http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/67411/1/a77102_spa.pdf?ua=1]

Farfán C., Esparza O., Montañez P., Orozco L. (2017) Exposición A La Violencia Y Su
Relación Con La Salud Mental En Estudiantes De Educación Media Superior En Ciudad
Juárez, México. European Scientific Journal. Disponible en
https://eujournal.org/index.php/esj/article/view/9749/9263​, recuperado el día 1 de marzo de
2018

GALINDO, O., & ARDILA, R. (2012). Psicología y pobreza. Papel del locus de control, la
autoeficacia y la indefensión aprendida. Avances en Psicología Latinoamericana, 30 (2),
381-407.

García-Alandete, J., & Gallego-Pérez, J., & Pérez-Delgado, E. (2009). Sentido de la vida y
desesperanza: un estudio empírico. Universitas Psychologica, 8 (2), 447-454.
González Tovar, J., & Hernández Montaño, A. (2012). LA DESESPERANZA APRENDIDA
Y SUS PREDICTORES EN JÓVENES: ANÁLISIS DESDE EL MODELO DE BECK.
Enseñanza e Investigación en Psicología, 17 (2), 313-327.
-Guerra N., Dierkhising C. (2011) Los efectos de la violencia comunitaria sobre el desarrollo
del niño. Enciclopedia sobre el desarrollo de la primera infancia. Disponible en:
http://www.enciclopedia-infantes.com/sites/default/files/textes-experts/es/2682/los-efectos-de
-la-violencia-comunitaria-sobre-el-desarrollo-del-nino.pdf​, recuperado el día 1 de marzo de
2018

H. Gómez, E. Gómez-Maqueo y C. Durán (2013). Confiabilidad y Validez de un


Cuestionario de Exposición a la Violencia para Jóvenes. Acta de Investigación Psicológica.
Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Psicología. México. D. F.
Recuperado el día 23 de Febrero del 2018, Disponible en:
[https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2007471913709487]

Informe mundial sobre la violencia y la salud, Organización Mundial de la Salud, (2002).


recuperado el 23 de febrero de 2018. Disponible en:
[​http://bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol24_4_08/mgi09408.htm]

Jaitman, L. (AÑO) Introducción: los costos del crimen en el bienestar Laura Jaitman, Banco
Interamericano de Desarrollo. Disponible en
https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/7246/ICS_MON_Los_costos_del_crime
n_y_la_violencia_en_el_bienestar_en_Am%C3%A9rica_Latina_y_el_Caribe.pdf?sequence=
1​ el día 7 de marzo del 2018

JPBEPR, Centro de Investigación y Evaluación Sociomédica (CIES), Informe Ejecutivo:


“Prevención Violencia Comunitaria” (2013). Recuperado el 23 de febrero de 2018.
Disponible en:
[​http://www.archivopbe.info/articles_pdf/Informe%20Violencia%20Comunitaria.pdf]

Mels, C. (2012). Entre pobreza y violencia: ¿cómo afectan los estresores diarios y la
violencia a adolescentes en zonas de guerra?, Ciencias Psicológicas vol.6 no.2 Montevideo.
Recuperado de
http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-42212012000200002 el
día 7 de marzo del 2018

Mels, C. y Fernández, L. (2015). Violencia comunitaria en adolescentes desfavorecidos:


exposición, impacto percibido y consecuencias psicológicas. ​Revista de Psicología​, 24 (1),
1-21. http://dx.doi.org/10.5354/0719-0581.2015.36863 disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/280948931_Violencia_comunitaria_en_adolescente
s_desfavorecidos_exposicion_impacto_percibido_y_consecuencias_psicologicas el día 7 de
marzo del 2018
Pérez-Pedrogo, C.; Sánchez-Cesáreo, M.; Martínez-Taboas, A.; Colón-Jordan, H. y
Morales-Boscio, A. (2016) Violencia Comunitaria: Programas Basados En La Evidencia
Como Alternativa Para Su Mitigación. ​Revista Puertorriqueña de Psicología,​ Vol. 27, pp.
26-42. San Juan, Puerto Rico. Recuperado el día 23 de febrero del 2018, Disponible en
[http:​www.redalyc.org/articulo.oa?id=233245623003​]

Quintanilla Montoya, R., & Haro Jiménez, L., & Flores Villavicencio, M., & Celis de la
Rosa, A., & Valencia Abundiz, S. (2003). Desesperanza y tentativa suicida. Investigación en
Salud, V (2), 0.
Rivas, Francisco. Reporte sobre delitos de alto impacto, marzo 2017. (2017) Disponible en:
[​http://onc.org.mx/tag/estadisticas/] Recuperado, el día 23 de febrero de 2018

PERMISO DE PADRES PARA LA PARTICIPACIÓN DE SU HIJO EN UN


PROYECTO DE EVALUACIÓN
Estimado(s) padres o tutor:
Por este medio deseamos solicitarles su permiso para que su hijo(a) pueda ser
parte de nuestra población para un proyecto sobre la evaluación de la Violencia
Comunitaria. Estamos evaluando la correlación que pudiera existir entre la
Desesperanza Aprendida y la Violencia Comunitaria que percibe y se pudiera sufrir
en su comunidad. Esta información nos ayudará a ganar conocimiento sobre el
tema. La participación de su hijo(a) en la evaluación es voluntaria. Su decisión de
participar no afectará la relación de usted ni de su hijo(a) con la escuela de ninguna
manera. Es importante saber que, si decide participar en la evaluación, pueden
retirarse luego en cualquier momento sin consecuencias. Le enviamos esta carta
para que usted lea y decida si su hijo(a) puede participar.
Si usted acuerda permitir que su hijo(a) participe en esta evaluación, por favor firme
y escriba en letra su nombre en la línea proporcionada para el “padre o tutor” y
ponga la fecha en que usted firme. Haga por favor que su hijo(a) devuelve la hoja
firmada a su escuela y a la atención del representante. Informaremos a su hijo(a)
sobre la fecha y la administración del cuestionario y la escala.

FIRMA DEL PADRE O TUTOR: Acuerdo permitir que mi hijo(a) participe en esta
evaluación. Entiendo que mi hijo(a) puede elegir el no participar en la aplicación del
cuestionario o la entrevista del grupo después de que haya concedido este permiso.
Entiendo que mi hijo(a) volverá una copia de esta carta de la firma a la escuela.

_______________________________ _______________________________
Firma del padre o del tutor Fecha en que firmó el padre o el tutor

Devuelva por favor esta forma a la escuela de su hijo(a) o al aplicador no más tarde
del _______________________________,2018. Gracias

INSTRUMENTOS

Folio. ____________.
PARTE 1
Anota por favor los datos que se te piden a continuación:
Género: ____________.​ Edad: _____________. Grado: _____________.

INSTRUCCIONES
Para la aplicación de esta escala te pedimos que leas con mucha atención cada uno de los reactivos,
este instrumento será evaluada con la siguiente escala:
TD= ​Totalmente en desacuerdo
ED= ​En desacuerdo
NDNA=​​ Ni en desacuerdo ni en acuerdo
DA= ​De acuerdo
TA= ​Totalmente de acuerdo
Por lo que te pedimos que tus respuestas sean lo más cercano posible a la opción que te da cada
escala, así como que puedas contestar lo más honestamente posible.
Recuerda que en esta evaluación no hay respuestas buenas ni malas, así como tus datos se
mantendrán en anonimato por lo que te pedimos respondas con honestidad colocando una “X” en la
casilla de tu respuesta de esta manera en las hojas correspondientes.

No. Reactivo TD ED NDNA DA TA


1. Espero el futuro con esperanza y
entusiasmo.

2. Puedo darme por vencido, renunciar, ya


que no puedo hacer mejor las cosas por mí
mismo.

3. Cuando las cosas van mal me alivia saber


que las cosas no pueden permanecer
tiempo así.

4. No puedo imaginar cómo será mi vida


dentro de 10 años.

5. Tengo bastante tiempo libre para llevar a


cabo las cosas que quisiera poder hacer.

6. En el futuro, espero conseguir lo que me


pueda interesar.

7. Mi futuro me parece oscuro.

8. Espero más cosas buenas de la vida que lo


que la gente suele conseguir por término
medio.

9. No logro hacer que las cosas cambien, y


no existen razones para creer que pueda en
el futuro.

10. Mis pasadas experiencias me han


preparado bien para mi futuro.

11. Todo lo que puedo ver por delante de mí


es más desagradable que agradable.

12. No espero conseguir lo que realmente


deseo.

13. Cuando miro hacia el futuro, espero que


seré más feliz de lo que soy ahora.
14. Las cosas no marchan como yo quisiera.

15. Tengo una gran confianza en el futuro.

16. Nunca consigo lo que deseo, por lo que es


absurdo desear cualquier cosa.

17. Es muy improbable que pueda lograr una


satisfacción real en el futuro.

18. El futuro me parece vago e incierto.

19. Espero más bien épocas buenas que malas.

20. No merece la pena que intente conseguir


algo que desee, porque probablemente no
lo lograré.

Folio. ____________.
PARTE 2
INSTRUCCIONES
Para la aplicación de este cuestionario te pedimos que leas con mucha atención cada uno de los
reactivos, este instrumento será evaluada con la siguiente escala:
NP= ​Nunca ha pasado
HP= ​Ha pasado
DP= ​Desconozco si ha pasado
FP= ​Frecuentemente ha pasado
MFP= ​Muy frecuentemente ha pasado
Por lo que te pedimos que tus respuestas sean lo más cercano posible a la opción que te da cada
escala, así como que puedas contestar lo más honestamente posible.
Recuerda que en esta evaluación no hay respuestas buenas ni malas, así como tus datos se
mantendrán en anonimato por lo que te pedimos respondas con honestidad colocando una “X” en la
casilla de tu respuesta de esta manera en las hojas correspondientes.

No. Reactivo NP HP DP FP MFP

1. He oído que en los lugares donde suelo


divertirme han asesinado a algunas
personas.

2. He escuchado que en los lugares donde


suelo divertirme le han disparado a
alguien.

3. He oído que en los lugares donde suelo


divertirme alguna(s) persona(s) han sido
apuñalada(s).

4. He escuchado que alguna(s) persona(s)


ha(n) sido herida(s) en los lugares donde
suelo divertirme.

5. He escuchado que en mi escuela alguna(s)


persona(s) ha(n) sido golpeadas.

6. He escuchado que en mi escuela le han


disparado a alguien.

7. He oído que alguna(s) persona(s) ha(n)


sido apuñaladas en mi escuela.

8. He oído que en los lugares que frecuento


alguna(s) persona(s) han sido apuñaladas.

9. He escuchado que en los lugares que


frecuento le han disparado a alguien.

10. He escuchado que alguna(s) persona(s)


ha(n) sido herida(s) en mi escuela.

11. He oído que han herido con armas a una(s)


persona(s) en los lugares que frecuento.
12. He oído que en mi colonia han
secuestrado a alguien.

13. He oído que en los lugares que frecuento


han asesinado a alguna(s) persona(s).

14. He oído que en mi colonia se trafica con


drogas.

15. He escuchado que en mi colonia le han


disparado a alguien.

16. He escuchado que en mi colonia alguna(s)


persona(s) ha(n) sido golpeadas.

17. He escuchado que en los lugares que


frecuento han apuñalado a alguien.

18. He escuchado que ha habido asaltos sin


armas en los lugares donde suelo
divertirme.

19. He escuchado que alguna(s) persona(s)


ha(n) sido herida(s) en lugares que
frecuento.

20. He oído que en los lugares donde suelo


divertirme han secuestrado a alguien.

21. He oído que han secuestrado a alguien en


los lugares que frecuento.

22. He oído que en mi colonia han asesinado a


alguna(s) persona(s).

23. He oído que en los lugares que frecuento


le han disparado a alguien.

24. He oído que asaltan con armas en los


lugares que frecuento.

25. He escuchado que alguna(s) persona(s)


han sido heridas en mi colonia

S-ar putea să vă placă și