Alcune riflessioni riguardo alle possibilità dell’annuncio della fede e
dell’approfondimento dell’esperienza di fede
→ Anton Witwer s.j., en: www.Mysterion.it, 8 (2015/2) 186-190.
→ J.M. GARCÍA GUTIÉRREZ, en: www.Mysterion.it, 9 (2016/1) 5-17.
El anuncio del Evangelio y la profundización de la fe cristiana son exigencias
particulares del Vat.II repetidas muchas veces: implica para la iglesia preguntarse cómo anunciar y profundizar la fe, con el desafío del “cómo introducir en el misterio de Jesucristo”. 1. La fe no depende de nosotros es una gracia que depende de Dios: él 1 “inicia y consuma la fe” Heb.11,1 2. La secularización que significa la decreciente sensibilidad al Misterio de Dios, a su Presencia, y a su amor operante en el mundo. Por el contrario, la mistagogía indica la sensibilización al Misterio de Dios. Frente al mundo secularizado el desafío de la mistagogía es mayor. La mistagogía un “hecho de relación” El hombre de hoy: 1. Cambios en la relación con su propia vida: que no la considera como “un misterio”, sino como algo a “realizar”. Tiene la impresión de que el destino está en sus manos y sólo en las de él. Por lo cual no puede descubrirla como un puro “don”. Por esto crece la tendencia a querer salvar la propia vida, y por ende la pierde… 2. En relación a la creación: más de posesión y manipulación (cf. LS) 3. En relación a la realidad de vida, se ve como víctima de condiciones exteriores y de situaciones reales. Tiende más a defenderse contra los otros y minada la confianza mutua. Entra a la cancha con miedo a perder y no con el deseo de jugar… La persona del “mistagogo” También es hijo de su tiempo…expuesto a las mismas tendencias. • Privilegiar el “auditus fidei” como cualidad del discípulo en actitud de escucha, antes del “intelectus fidei”. No tanto Dios como objeto de nuestras reflexiones, sino esa persona que me está de frente y que me pone en discusión y me hace discípulo: ¡uno que aprende! • La fe se la comprende más como contenidos de verdad a creer y no tanto como “relación vívida” o verdadera confianza en Dios. Se busca más información que una verdadera conversión personal en el volverse a Aquel que es capaz de darme la vida. • L “oración/lectio divina/ liturgia”: más un deber que un “estar con Dios y encontrarse en su presencia la paz. Problema y posibles consecuencias La dificultad no consiste tanto en que faltan ‘experiencias’ sino en la poca interpretación de ellas – y muchas veces de la ‘no-interpretación’ de las experiencias. El verdadero problema es la creciente superficialidad de la vida que no se dedica a la profundización de las experiencias y que está en un fuerte contraste con el “sentir y gustar las cosas internamente” (S. Ignacio EE,2). La superficialidad aleja al hombre no solamente de la experiencia de Dios sino también de la propia vida, le hace “perder la vida” que incansablemente está buscando por medio de experiencias siempre nuevas. Se necesitan de dos cosas para reencontrar una relación serena con Dios y consigo mismo fundamentales para la mistagogía: 2
1. Debemos ayudar a los hombres a ser en su sentido general “sensibles al
misterio” para poder introducir en el “misterio de la fe”. 2. Educar en el agradecimiento. Agradeciendo recordamos no solamente todos esto que los otras han hecho por nosotros, sino también nuestra dependencia de ellos y nuestra necesidad. Quien agradece pone al otro/a en el centro. El mistagogo testigo del misterio, • ya que se encuentra interiormente en adoración delante de él, está en grado de ayudar a abrir a los otros a la experiencia de la fe.
• Un hombre que está en el empeño de la conversión personal y lucha
contra toda confianza personal en la propia capacidad.
• Reconociendo la cercanía de Dios da testimonio y muestra a los otros esa
presencia (como el Bautista).
• “Mistagogo” es aquel que habiendo hecho experiencia de Dios, está en
grado de comunicarla y de acompañar a los otros en el camino espiritual de inmersión y transformación en el misterio de la fe, hacia el destino último de la vida • El mistagogo que no es una persona “rica en experiencia”, deberá valerse de aquellos que lo son (los santos, los místicos). La figura de los santos y místicos se convierten en auténticas catequesis vivientes que manifiestan una determinada jerarquía y orden de valores por los cuales, en determinadas condiciones, se puede y vale la pena dar la vida. • Con la autoridad de su experiencia, el mistagogo debe enseñar en modo concretos a ser capaces de permanecer cercanos a este Dios, y a darle el “tu”, de tener el coraje de entrar en su misterio y de no temer que se pueda perder llamándolo por el nombre…. • Tal mistagogía cristiana no puede ignorar el puesto central que en ella tiene Jesús de Nazaret, crucificado y resucitado.