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Traducción de
DOMINGO PRUNA
——
Printed itt Spaitt Impreso en España
- -
ISBN: 84 01 310334 . -
Depósito Legal: B 47.409 1975
.
GRAFICAS GUADA, S A. - Virgen . -
de Guadalupe 33 Esplugas de Llobregat ( Barcelona )
ÍNDICE
Prehistoria viviente . 16
Los cazadores de dinosaurios 19
2. CATáSTROFES CóSMICAS 23
5. DEMONIOS DB PIEDRA 53
Desgracias en cadena . 54
La isla del apocalipsis 58
De Lemuria a Gondvana 62
6. LA FABULOSA MU 65
Cuando cae una estrella . 67
Los venusianos del mar de Gobi 71
Los increíbles Kappas 76
7. LEYENDAS ESTELARES 81
Misiles en el templo . 84
Un cubo para el hiperespacio 90
8. LAS COLONIAS DE MU 93
Más fuertes que la at ómica 98
El valle de las siete muertes 101
9. Los SECRETOS DE LAS PIRáMIDES 105
Sirio surgía sobre el Nilo . 108
La maldición radiactiva . 111
El monstruo Volt y la ingravidez 115
Prehistoria viviente
CATASTROFES COSMICAS
— —
Norte, con una media anual de 16°, puntas máximas de 15° en
julio y m ínimas de 49° en enero. De ningú n modo los mamuts
hubiesen podido vivir en aquellas zonas; y los exá menes efectua -
dos de sus cad á veres han demostrado que ( contrariamente a lo
que muchos siguen creyendo ) se trataba de animales habituados
a un clima suave, como los caballos, los bisontes, los tigres, los
ant ílopes y los demá s cuadrú pedos que perecieron con ellos. Por
lo demás, el propio alimento hallado en el est ómago de los gran -
des proboscidios demuestra que Siberia era una regi ón templada,
de lujuriante vegetación.
Por tanto, los mamuts debieron de morir en masa a consecuen -
cia de una tragedia fulminante; e inmediatamente despu és muchos
de sus cad á veres debieron de quedar aprisionados en un gigantesco
sepulcro de hielo, pues de lo contrario no habrían permanecido
intactos.
Aquella tragedia sumi ó de golpe a Siberia en un clima muy
riguroso y no solamente a Siberia. por lo que parece. Todav ía hoy
est á difundida la teor ía según la cual los que fueron territorios
antárticos yacerían, hace millones de a ños, aplastados literalmen-
TIERRA SIN TIEMPO 25
hacia las zonas más inclementes del Globo. Pero las desr
nes que asevera Wegener se habr ían iniciado hace unos 250 millo-
-
íf í mbracio
nes de años, y apenas un millón de años atrás aproximadamente
los continentes habr ían llegado a ocupar las posiciones actuales.
Quié rase o no propender a tal versión , nos parece aceptable de
todos modos. Arduo resulta, empero, dar crédito a la 'hipótesis del
estadounidense: los « paseos » de Amé rica , de Siberia y de la An
t á rtida, debieron , efectivamente, haberse efectuado en un lapso de
-
tiempo relativamente breve ( lo cual habr ía provocado trastornos
mucho m á s catastróficos que los apuntados por él ), pero suficiente-
mente largo para que el planeta estuviera en un estado insoporta-
ble de agitación , causando ininterrumpidas convulsiones sísmicas
y volcá nicas; y si éstas no hubiesen sido suficientes para destruir
en la Tierra toda forma de vida ( cosa harto improbable ), las tre
mendas erupciones en cadena la habrían envuelto en una verda-
-
dera vaina de polvo, tal como para hacer que todos sus rincones
se sumiesen en un invierno por lo menos plurisecular , a cuyos ri-
gores no sólo el mamut , sino todos los organismos superiores ani-
males y vegetales hubiesen tenido que sucumbir.
La espantosa ofensiva del « general Fr ío » , en cambio, si bien
fue fatal a Siberia y a la Ant á rtida , no duró mucho para el resto
del mundo; preludió, por el contrario, un considerable aumento
de la temperatura en Europa y en Amé rica , del cual intentaremos
má s adelante esclarecer las razones.
Colisiones en el espacio
—
Á frica; el hecho que el gran espejo de agua no tenga afluentes ni
—
desagües nos dicen algunos geólogos demuestra que se formó
por la fusión de un inmenso glaciar.
Ahora bien , aquellos formidables desplazamientos pod ían haber
sido determinados precisamente por formidables erupciones vol
cánicas ocurridas contemporáneamente, o casi, en varias regio-
-
nes del Globo. Puede tenerse una idea de sus consecuencias obser-
vando un petardo que, por tener las explosiones en puntos diversos
de su superficie, salta , gira sobre sí mismo, da la vuelta...
He aqu í cómo un geólogo y escritor alemá n reconstruye, basá n
dose en deducciones cient íficas, una de aquellas tremendas catás-
-
trofes:
« Por el Noroeste una faja de gas de 800 a 1.000 kil ómetros de
longitud , blanca , muy luminosa, se elevó en el cielo formando un
gran arco. Silenciosa, con la velocidad del rayo, se acercó, exten
diéndose cada vez más, y se arrojó sobre la Tierra como una gi-
-
gantesca serpiente, mientras a sus costados llameaban terribles
TIERRA SIN TIEMPO 29
—
diferente a la de los demá s miembros de nuestro sistema solar
—
observa el austríaco Hórbiger , tan manifiestamente extra ña,
que hace pensar en estrellas y planetas de ignotas regiones ga
lá cticas ».
-
El francés Denis Saurat, quien , con el ingl és H. S. Bellamy, ha
elaborado sobre las deducciones de Hórbiger una curiosa y fasci -
nante teoría , nos dice: « La Luna no es el primer sat élite de la
Tierra. Ha habido muchas lunas: en cada período geológico un
sat élite ha girado en tomo a la Tierra. ¿ Por qué, en efecto, hay
períodos geológicos tan bruscamente distintos unos de otros ? Ello
es debido al hecho de que al final de cada uno de los períodos y
—
eso es lo que determinaba su fin un sat é lite ha venido a caer en
la Tierra. La Luna no describe en torno de la Tierra una elipse
—
cerrada , sino una espiral que va restringié ndose paulatinamente, y
que acabará por caer sobre la Tierra . Ha habido una luna de la
Era Primaria que cayó en la Tierra , y , después, una de la Era Se -
cundaria y una de la Terciaria .»
Una confirmación indirecta de esas aserciones pudiera venimos
del astrónomo brit á nico Sir George Darwin , hijo del célebre na -
turalista autor de la teoría de la evolución , quien afirma que tam -
bié n nuestro satélite actual est á destinado a perecer en un ruinoso
cataclismo.
— —
La Tierra nos dice ten ía , apenas creada , un movimiento de
rotaci ón tan veloz que su d ía duraba menos de cinco horas. Con
— —
el correr del tiempo , aqu él disminuyó: hizo de freno y lo sigue
haciendo la fricción ejercida por las mareas que, como es sabido,
se manifiestan en sentido contrario al que sigue el Globo sobre su
propio eje. El frenado contin ú a , aunque sea en medida impercep-
tible ( un segundo cada 120.000 a ñ os ), y frena tambi é n a la Tierra en
el espacio, de modo que la Luna se aleja cada vez más de ella.
TIERRA SIN TIEMPO 31
—
Dentro de cincuenta mil millones de a ños prevé Darwin ,
cuando la Luna diste 550.000 kilómetros de nosotros, el d ía terres-
tre será igual al mes y durará 47 días actuales. Nuestro planeta
—
volverá , pues, al sat é lite todavía la misma cara; sus largu ísimas
jomadas será n insoportablemente calurosas y las noches indeci-
blemente rigurosas, pues el manto atmosf é rico no bastará ya para
proteger al Globo de los rayos solares, dada la prolongada exposi -
ción, ni valdrá para guardar un poco del calor almacenado de d í a
para el notable período de oscuridad.
Cuando, después, la rotación terrestre sea todav ía más lenta
que la revolución lunar, las mareas volverá n a hacer sensible su
efecto, si bien en sentido contrario, acelerando el movimiento ro -
tatorio. El sat élite volverá a acercarse a nosotros, y nada podrá
ya pararlo. En la proximidad de la Tierra , se cuarteará; parte de
sus fragmentos girará n en torno del planeta , formando un anillo
similar al de Saturno, mientras que una desastrosa lluvia de meteo -
ros trastornará la superficie terrestre. Se sucederá n espantosos
terremotos y maremotos, los volcanes estallará n y vast ísimas zonas
será n sumergidas por el mar. Y , en la mejor de las hipótesis, no
sobrevivirá n m á s que desperdigados grupos de hombres, quienes,
ca ídos en la barbarie, vivirá n su agon ía en lucha desesperada con
los ú ltimos animales escapados al desastre cósmico y los mons-
truos originados por las cambiadas condiciones ambientales.
Lógicamente, el tiempo fijado por Darwin para el advenimiento
del desastre est á en relaci ón con la masa , la distancia y los mo -
vimientos de la luna actual Sobre las precedentes bien poco puede
decirse; pero si han existido, su fin no puede haber sido muy di -
ferente del que el estudioso brit á nico profetiza a Selene.
— —
Hay un sue ñ o sostiene Saurat que, tarde o temprano, se
presenta a la mayor parte de los hombres: el de la ca ída de la
Luna . En un ciclo te ñ ido de sangre, las estrellas tiemblan , el saté -
lite comienza a oscilar, se agiganta y se precipita hacia la Tierra,
mientras un viento infernal azota al planeta .
— —
No se trata afirma el cosmólogo francés de un sue ñ o fan
tá stico, ni de una premonici ón , sino del resurgir de recuerdos an
cestrales, transmitidos inconscientemente por miles y miles de
-
-
generaciones, del mismo modo que las apocal í pticas descripciones
bíblicas del apóstol Juan habrían sido inspiradas por la memoria
de cuanto acaeció en un pasado muy remoto. El fin del mundo , en
suma , habría llegado ya , precisamente como la Sagrada Escritura
nos dice que deberá producirse todavía , esta vez arrastrando a
32 PETER KOLOSIMO
diosos —
Tan sólo un fen ómeno de ese gé nero sostienen los dos estu -
—
pudo permitir que vivieran las grandes plantas y los
grandes animales que han poblado nuestro planeta. Y con su ad-
venimiento se tuvo tambié n el de los hombres de cinco metros de
estatura media: a lo cual habr ía concurrido la acrecentada inten-
sidad de los rayos cósmicos, a los cuales los titanes habr ían sido
deudores de una inteligencia superior.
Acerca de la acci ón de aquellas part ículas se discutió y se sigue
discutiendo animadamente. Como es lógico , habrá n de transcurrir
a ñ os y a ños con experimentos logrados, antes de poder llegar a
constataciones vá lidas.
« Como ocurre con otras radiaciones
—dice, entretanto, el pro-
fesor Jakob Eugstcr, que es el mayor experto del mundo en la
—
materia , las del radio, los Roentgen , etc., los rayos cósmicos
pueden tener dos efectos: provocar mutaciones, o sea cambios
3
— 2.7 M
34 PETEJR KOLOSLMO
sola lengua
—
« Los hombres, que hasta aquel tiempo hab ían hablado una
ompleta un texto americano , fueron dispersados
y empezaron a hablar distintas lenguas.»
TIERRA SIN TIEMPO 41
— —
¿ En d ónde ? « En galerías m á s seguras que fortalezas dice el
arqueólogo inglés Harold Wilkins , excavadas en el corazón de
las monta ñas y selladas por misteriosos jerogl í ficos que brindan
el " ¡Á brete, Sésamo! " y cuyo significado sólo conoce un inca en
cada generaci ón ; en subterrá neos construidos hace miles y miles
de a ñ os por una civilizad ísima raza desaparecida.»
La hipótesis es plausible: subterrá neos semejantes abundan,
pero no sólo en el territorio dominado en tiempos por el Imperio
48 PETER KOLOSIMO
inca. El más conocido es, sin embargo, el constituido por una red
de galerías que unirían Lima a Cuzco, antigua capital del Perú
para continuar, girando hacia el sudeste, hasta la frontera boli -
viana. Según antiguos documentos, el t ú nel albergar ía una riqu í-
sima tumba real, y ha sido precisamente este particular lo que
ha suscitado intereses que no nos atreveríamos a definir como
científicos. Esperanzas semejantes, empero, está n destinadas a
seguir siéndolo durante muchos a ños todavía: las investigaciones
acarrearían gastos enormes, tanto para despejar las galerías de
los escombros que las obstruyen ya a pocas decenas de metros de
las bocas de entrada , como para purificar el aire mef í tico, estan
cado dentro hace siglos. Eso sin contar los peligros que acecha-
-
rían a cada paso a los exploradores: se dice, en efecto, que los
incas instalaron trampas mortales que se dispararían al paso de
eventuales intrusos, provocando derrumbamientos desastrosos.
Aparte la fascinación venal que ejercen , esas galer ías represen -
tan un fascinante misterio arqueol ógico. Los estudiosos que se
han ocupado de ellas coinciden en afirmar que los subterrá neos
no pueden haber sido excavados por los incas: éstos los habrían
aprovechado por conocer su existencia , mas no el origen . Y se
trata de obras tan imponentes , que ante ellas no parece absurda
la hipó tesis formulada por los cient íficos , que pretende que ta-
les galerías fueron excavadas por una ignota estirpe de gigantes.
Resulta curioso el hecho de que casi todo nuestro planeta est á
surcado por t ú neles semejantes, acerca de los cuales hemos de
volver a detenernos. Los encontramos, ademá s de en la Amé rica
meridional , en California , en Virginia , en las Hawai ( donde al pa -
recer unen a las diversas islas del archipi é lago ), en Ocean ía , en
Asia , y asimismo, en Suecia , en Checoslovaquia, en las Baleares,
en Malta. Una galer ía enorme, explorada en unos cincuenta kil ó -
metros, une la pen í nsula ibé rica con Marruecos, y es opinión di -
fundida que a través de tal paso llegaron las monas ( ú nicas en
nuestro continente ) que moran en los aleda ñ os del famoso pe ñón .
Hay quien afirma cabalmente que las cicló peas galer ías exca -
vadas un poco por doquier unen puntos alejad ísimos de nuestro
planeta. A tal propósito recordemos el episodio narrado por el
periodista John Sheppard , ex corresponsal en Ecuador de un di -
fundido diario americano. Escribe haber encontrado en el verano
de 1944, en la frontera de Colombia , a un mongol absorto en me-
ditación , con una « rueda de la plegaria » t í picamente tibetana. Se
trataba, nada menos, del decimotercer Dalai Lama, oficialmente
El cr áneo descubierto por el arque ó logo So -
léela en uno gruta Iraquí: pertenece a un
« neandertallano » jue vivió hace 45.000 años,
cuando yo deb í a haber evolucionado hacia
tiempo.
Reconstitución del mismo mamut en lo postura en que fue encontrado, realizada por el museo de Leningradc
Representaci ón de un monstruoso gi
gante en
-
uno pintura mural africana
El extra ñ o ser ha sido llamado « el
marciano » .
.
nicadas mediante galer ías con paredes de piedra Y en aquéllas
ha sido dado a la ciencia algo más de que pasmarse: una colec
ción de vasos con dibujos que recuerdan muy de cerca los etruscos.
-
Por último, y a propósito de inscripciones cuneiformes, no po -
demos olvidar las de la meseta de Roosevelt , en la frontera de
Amazonia con Mato Grosso: aparecen, con sí mbolos desgraciada-
mente indescifrables, en gigantescos discos de piedra divididos
en seis sectores, que se cree son tablas para cálculos astronó -
micos.
Podríamos prolongar mucho esta interesante rese ña , pero, no
queriendo abusar de la paciencia de los lectores, la concluimos
traslad á ndonos a las cercan ías de Bamian , poblaci ón afgana en
la región hom ónima , al noroeste de Kabul , actualmente en ruinas.
Se alzaba en el centro de un valle, rodeada de cavernas naturales
y artificiales y custodiada por cinco estatuas: la primera de 54
metros de altura, la segunda de 38, la tercera de 18, la cuarta
de 4, en tanto que la quinta no rebasa la estatura de un hombre
de nuestros d ías.
Creyóse que aquellos monumentos configuraban a Buda , pero
luego se descubri ó que tal interpretación había sido dada por
los sacerdotes budistas que se establecieron en las cavernas hacia
el a ño 100 despu és de J .C. Las estatuas son , en efecto, mucho
más antiguas, como ha resultado del examen de una especie de
manto hecho de cemento y aplicado al coloso de 54 metros hace
qui é n sabe cu á ntos miles de a ñ os.
Pero, ¿ qué quieren representar los cinco monumentos ? ¿ Tal
vez el ocaso de los gigantes, su progresiva reducci ón de estatura
y, por último, el traspaso de poderes al homo sapiens?
El fin de Goliat
—
« Hace aproximadamente 30.000 a ños
—
escribe el cosm ólogo
francés , una civilización muy desarrollada y diferente de la
nuestra estaba establecida en los Andes a una altitud de 3.000 ó
TIERRA SIN TIEMPO 51
—
si del pasado remoto de la Tierra tantos enigmá ticos reclamos
—
como veremos parecen hablamos de influjos y vínculos inter-
planetarios ?
Para concluir la historia de los gigantes, observaremos que,
hayan aparecido como sea , debieron de imponerse muy pronto a
aquellos « enanos » que eran nuestros progenitores; y no es dif ícil
.
comprender las razones Pero su predominio duró relativamente
poco: el fin de la atracción ejercida por la luna moribunda ( si
compartimos las opiniones de Saurat y Bellamy ), la prolongada
estancia en un planeta caracterizado por una gravedad mayor de
aquella a que estaban habituados ( si preferimos la hipó tesis « es-
pacial » ), o a saber qué otros factores, condenaron a la raza cicló-
pea a la decadencia. Sus descendientes hallaron modo de se ñorear
todav ía en alguna zona , pero las mutaciones sobrevenidas que
debieron de reducir su talla f ísica y mental
— —
les dejaron final -
mente a merced de los nuevos amos de la Tierra: con la derrota
de Polifemo y de Goliat acaba la era de los ú ltimos titanes.
5
DEMONIOS DE PIEDRA
Desgracias en cadena
— —
Jaussen que tan a pechos se tomara la suerte de los ind ígenas. Pero
nadie supo nada hasta que en 1955 el doctor Thomas Barthel,
un sabio antropólogo alem á n, concluyó sus apasionantes inves
.
tigaciones
-
El estudioso consiguió, en 1953, algunas fotograf ías de docu -
mentos suscritos por el culto obispo y descubrió que Jaussen , in -
terrogando a los pascuanos que permanecieron en Tahit í traba-
jando, había logrado descifrar parte de las « maderas cantantes » ,
de las tablillas sobre las cuales se habían aplicado en vano tantos
expertos.
El antropólogo llegó así a comprender el significado de una
parte de los jerogl íficos, mas para llevar a cabo su obra necesita -
ba consultar los otros apuntes tomados por Jaussen. ¿ Dónde ha -
llarlos ? El obispo pertenecía a la congregación del Sagrado Co -
-
razón, cuya casa matriz debía estar en Braine le-Comte, Bélgica . El
-
doctor Barthel acudi ó all í, pero se enteró de que los religiosos ha
b ían abandonado para siempre la localidad. Fue la casualidad , des -
pués, lo que le hizo llamar a la puerta de la abadía de Grottafe-
rrata, al pie de los montes Albanos; y allí encontró las valiosas
notas que le permitieron arrojar luz sobre el pasado de Pascua .
Las « maderas cantantes » llevan casi todas grabadas plegarias
paganas, con un sistema llamado bustrophedon, con el cual se co-
mienza a leer desde abajo, yendo de izquierda a derecha y dando
luego la vuelta a la tablilla a cada línea.
TIERRA SIN TIEMPO 57
« Vinieron de Rangitea
— —
cumentos , desembarcaron en esta tierra y rezaron al dios de
-
revela el más conocido de estos do
Rangitea...»
-
Lo cual nos confirma, además, el origen polinesio de los actua
les habitantes de Pascua: sus habitantes debieron arribar all í
desde las superpobladas islas de la Sociedad, en particular de
Raiatea ( o Rangitea ), a finales del a ño 1200.
La meritoria obra del obispo Jaussen y del doctor Barthel ha
dado ocasión tambié n de formular hipó tesis sobre el origen de las
« cabezas de piedra »: los gigantescos monumentos ser ían bastan-
te menos antiguos de lo que se supuso hasta hace pocos a ñ os; ios
primeros se remontarían a mediados de 1300 y todos serían vistos
como simulacros de « grandes progenitores », en cuyo honor los
pascuanos habr ían celebrado ritos mágicos y sacrificios humanos .
Es un misterio cómo los isle ñ os pudieron transportar en lar -
gos trechos e izar las pesadas estatuas, con los medios rudimen -
tarios de que dispon ían. Thor Heyerdhal, jefe de la famosa expe -
dición de la Kon Tiki, afirma que la tracción habría sido efectuada
con sogas hechas de rafia y otras fibras vegetales, sobre rulos de
madera , y la erección mediante planos inclinados construidos con
piedra y arena. Pero los pascuanos no pudieron en absoluto hacer
uso de troncos puesto que, a causa del estrato demasiado delgado
de tierra que cubre las rocas volcá nicas, la isla no puede susten -
tar á rboles.
¿ Por qué, adem ás, ú nicos entre todos los polinesios, los emi -
grados de Rangitea pensaron en erigir monumentos semejantes ?
.
Nadie podrá nunca decirlo con certeza Tambié n el hecho de que
muchas « cabezas » hayan sido volcadas y que la construcción de
otras quedase repentinamente en suspenso , permanece oscuro: hay
quien habla de una revoluci ó n de cará cter religioso que habr ía
conducido a la supresi ón del culto de los antepasados, y ésta les
parece a muchos la ú nica soluci ó n plausible.
58 PETER KOLOSIMO
(1) Véase Non é terrestre (edici ó n espa ñ ola : No es terrestre , colecci ón « Otro ?
. .
Mundos » Plaza & Jan és, S. A . Editores ) y Astronavl sulla prcistoria ( Astronaves
en la Prehistoria , publicado tambié n por Plaza 8c Jan és en la misma colección )
TIERRA SIN TIEMPO 59
De Lemuria a Gondvana
—
rior a la fijada hasta hace poco tiempo por la ciencia oficial nie-
gan que la supuesta Lemuria hubiese albergado formas de vida
semejantes a la nuestra. Pero hay leyendas polinesias que hablan
de « dos grandes islas » ( ¿ continentes ? ) antiqu ísimas, habitadas una
por hombres amarillos y la otra por hombres negros en continua
guerra entre sí. Los dioses habr ían procurado pacificarles, pero al
fin , convencidos que se trataba de incurables pendencieros, hu -
bieron, sin duda, de decidirse a hacer que sus sedes naturales se
hundiesen.
Pero hay quien afirma saber algo m á s de ello: los cultivadores
de ciencias esot é ricas, los cuales sostienen que pueden reconstruir,
con sus « estudios », la historia no escrita de la Tierra. ¿ Vamos
— —
a hacer con ellos a t í tulo de mera curiosidad una incursión por
aquella que debi ó haber sido Lemuria ?
Sigui é ndoles, llegamos a un continente cuajado de lagos y de
volcanes, asfixiado bajo un cielo perennemente gris, nuboso, por
la ininterrumpida actividad de los mil crá teres. Aqu í se mueven
criaturas de pesadilla que podr ían ser emparentadas con los gi -
gantes de Saurat y Bellamy: grotescas caricaturas de hombres,
seres de 3,5 a 4 ,5 metros de estatura , con en vez de epidermis una
coraza amarillo oscuro que recuerda, a la par, la del rinoceronte
y la escamosa del cocodrilo, de brazos y piernas largu ísimos, do -
blados en amplio á ngulo agudo, pues codos y rodillas tienen tal
conformaci ón que no les permiten relajar completamente las ex -
tremidades. Manos y pies son desmesuradamente grandes, y el ta -
l ón sobresale por detrás en notable proporción. Pero lo m ás pas -
moso de los lem ú ridos es sin duda su cabeza: la cara es aplas -
tada , la mand í bula inferior alargada , y los ojos frontales son pe -
que ñ os, bastante separados entre sí, de manera que permiten a
sus propietarios mirar tanto hacia delante como lateralmente; pero
es que no tienen dos ojos tan sólo: un tercero, plantado en mitad
de la nuca , les consiente dominar tambi é n el paisaje que tienen
a la espalda . No hay rastro de cabellos: si queremos tener una
idea de lo que es su frente , cojamos un tomate muy granujoso,
cort é moslo por la mitad en sentido horizontal y... ¡buena suerte!
Los caballeros que tan bien informados parecen respecto a
Lemuria a ñ aden que , con el correr de los milenios, aquella raza
embelleci ó ( ¡buena falta le hacía ! ) hasta perder su aspecto mons
truoso para asumir el que ser ía propia a una especie de cruce
-
entre monos y bosquimanos: es m á s, estos ú ltimos ser ían preci-
samente sus descendientes , junto con los aborígenes australianos,
64 PETER KOLOSIMO
Lo enorme estatua de Ba
.
mi ó n de 54 metros de
-
alto: cr éese que representa
un gigante.
Visto porciol del conjunto mcgali üco de Sionehenyo.
LA FABULOSA MU
—
La ú nica en salvarse del cataclismo debi ó de ser la de las « grandes
cabezas »: « Es imposible escribe el geólogo McMillan Brown
—-
dar con otra explicación a los signos de la antigua civilizació n pas
cuana, de no ser admitiendo la existencia de un archipiélago su-
mergido all í donde fue avistada Davisland. Pascua debía ser el
cementerio sagrado de aquel grupo de islas.»
Pero hay otros factores que apoyan seriamente el n ú cleo cen -
tral de la teoría de Churchward: antes de la llegada de los eu -
ropeos, por ejemplo, los habitantes de muchísimas islas de Po-
linesia, Micronesia y Melanesia nunca habían oí do hablar unos
de otros, y es inadmisible que ( dados los rudimentarios medios de
navegación de que dispon ían ) se hubiesen esparcido arribando in -
cidentalmente a casi todas las tierras de los tres archipiélagos, ex -
tendidos en una zona vast ísima. Y , sin embargo, todos ellos ha-
blan lenguas provenientes de una misma ra íz, tienen en com ún
usos, tradiciones, costumbres y creencias religiosas.
Es interesante observar que dentro de los l í mites asignados
por Churchward a Mu viven hombres de diversas razas. ¡Y no fal -
tan los arios afincados all í desde la prehistoria!
En su monumental obra El mar, Egisto Roggero dice que las
poblaciones de las islas de la Sonda , con Sumatra , Java y otras,
de Borneo, Célebes, Molucas y Filipinas, presentan características
totalmente diferentes a las de los mongoles y de los negros oceá -
nicos que les rodean , dividié ndose en dos grupos: los malasios
( mongoloides ) de las costas, y los blancos que viven , vueltos a la
barbarie, en el interior, en las selvas, en los lugares menos acce-
.
sibles
El cient ífico italiano observa , adem ás, que grupos de indivi-
duos de raza claramente aria se encuentran también en las islas
Lieu -Khien, en la isla de Yeso y en la parte meridional de la isla
de Sajalín, donde podemos advertir, a ñ ade Roggero, « los rasgos
7Ü PBTER KOLOSIMO
—
-
—
se lee en el Ramayana y
en el Drona Parva , ten ían forma ae esfera y navegaban en el
aire por efectos del mercurio, que suscitaba un fuerte viento pro -
pulsor. Los hombres que iban en el vimana pod ían , así, recorrer
grandes distancias en un tiempo maravillosamente breve Los .
vimana se conduc ían de modo conforme a la voluntad del piloto,
76 PETBR K0L0S1M0
¿
algo xn ¡ noble
r<
'"
—
cribe el profesor me vino por un grabado descubierto en un viejo
texto ilustrado de la historia de los legendarios "hombres de los
—
es-
LEYENDAS ESTELARES
-
las que sal ían otras v ías, extra ñ os nichos vacíos, pozos y canali
llos tan angostos que ni siquiera permit ían el paso de un ni ño.
La única gran galería que pudo ser recorrida un buen trecho
conducía a una plaza subterrá nea muy espaciosa , de más de veinte
metros de altura, indudablemente excavada por seres inteligentes.
Pero, ¿ con qué objeto ? La absoluta falta de huellas no permitió
formular hipótesis: la soluci ón del misterio está probablemente
más adelante, donde no es posible penetrar.
Las entradas principales de las galerías caucásicas son muy
regulares: sus paredes rectas, las bóvedas apretadas, brindan a
veces un espect áculo de belleza ultraterrena; y lo má s singular
estriba en el hecho de que recuerdan, es más, casi reflejan, los
t úneles de la Amé rica central.
En las grutas que a menudo se abren cerca de las galenas ru-
sas, se observan curiosas inscripciones; curiosas, sobre todo, por-
que se hallan prá cticamente en todas las partes del mundo y
porque su origen plantea interrogantes fantá sticos: notamos la
omnipresente esvástica, el signo del infinito, la espiral.
¿ Por quién fueron excavados aquellos t ú neles y con qué obje-
to ? Es imposible decirlo. Para un grupo de arqueólogos sovié ticos,
formarían parte de un gigantesco sistema de arterias que se pro-
longa en dirección del Irá n y que pudiera comunicar no solamente
con los descubiertos en las proximidades del río Amu Darí a ( Turk
menist á n y fronteras ruso-afganas ), sino francamente con los la-
-
berintos subterráneos de la China centro-occidental, del Tibet y de
Mongolia .
De algunos nos revel ó ya la existencia , en 1920-1921, el natu-
ralista Ossendovski , diciéndonos que habían servido de refugio a
muchas tribus mongoles perseguidas por las hordas de Gengis
Khan. Ah í radica la creencia , de que nos ha informado el orienta
lista Nicholas Rorick , de que en Asia se oculta un inmenso reino
-
subterrá neo llamado Shamh del que deberá salir un nuevo
salvador de la Mu man í dad , e anuloso hé roe Maitreva .
Los tibetanos afirman que se trata de ciudades, las ú ltimas
de las cuales albergarían a ú n a los representantes de un pueblo
ignoto escapados a un terrible cataclismo, quienes se servir ían
de una energía que al liberarse, emite una especie de fluorescen-
cia verde, que ejerce nada menos que de sustituto del Sol , favo-
reciendo el crecimiento de los vegetales y prolongando la existen-
cia humana.
Resulta curioso el hecho de que también las leyendas ameri-
TIERRA SIN TIEMPO 83
Misiles en el templo
LAS COLONIAS DE MU
El « sello de Harappa »: el
animal reproducido aquí es
absolutamente desconocido
Un lienzo de las recias murallas de Mohenjo* Oaro .
— —
escribe al respecto la revista francesa Horizons , resulta dif ícil
extraerlo. El procedimiento electrol í tico, hasta ahora el único co
nocido para obtener aluminio de la bauxita, só lo se desarrolló a
-
partir de 1808. El hecho de que artesanos chinos hubiesen sido
capaces de extraer el aluminio de la bauxita hace 1.600 a ñ os, re -
presenta un importante descubrimiento en la historia mundial de
la metalurgia .»
En Mohenjo-Daro no faltan los juguetes: estatuitas de animales
de arcilla , en parte con las cabezas m óviles, otras figuritas mon-
tadas con ruedas, carros en miniatura , silbatos en forma de pá-
jaro, dados y peones de un juego que con seguridad debía de ha-
cerse en una especie de tablero de ajedrez .
-
Notable perfecci ón había alcanzado la cr ía de ganado: los zoólo
gos dicen que el pueblo desconocido dispon ía de ceb úes, bóvidos
de tipo europeo con cornamenta corta , b ú falos, bisontes, otros
bóvidos de una raza actualmente extinguida , en especies altamente
seleccionadas, como, asimismo, de perros y ovejas de varias razas.
El caballo parece que era desconocido, pero por los restos en-
contrados en las inmediatas cercan ías de la ciudad y que se remon -
tan a aquella é poca , podr ía deducirse que las gentes de Mohenjo -
Daro habían conseguido domesticar no sólo elefantes, sino tambié n
rinocerones. Y que sea posible tratar en t é rminos amistosos con
estos animales ha sido descubierto ( o, mejor dicho, redescubierto )
hace sólo pocos a ños, gracias a la moderna zoopsicolog ía.
El centro de Harappa es probablemente mucho má s antiguo
que el que est á en el Indo, y ambos ( bastaría para demostrarlo las
ruinas de las siete ciudades descubiertas en el islote ) deben ser
considerados herederos de un Imperio que alcanzó su más bri-
llante apogeo miles y miles de a ñ os antes.
Es, en efecto, imposible que una civilizaci ón como se refleja
en los textos indios citados hubiese limitado su expresión a un
radio de un millar de kil ómetros: tengamos presente que el Ra -
mayarí a cuenta , entre otras cosas, un viaje efectuado por Rama a
bordo de su vimana por una zona que incluye cuando menos toda
la India , puesto que son descritos en aquel libro las monta ñas y
los ríos del Norte y que el crucero concluye en Ceil á n .
Si tal Imperio hubiese existido a ú n en tiempos de la ú ltima
Mohenjo- Daro, seguramente habr ían salido a relucir otras huellas
considerada su probable extensi ón y el hecho de que los dos cen
tros sacados a la luz no debían de ser de los mayores. Todo, en
-
cambio, ha desaparecido como tragado por la tierra. Y quizá lo
7
— 2.764
98 PETER KOLOSIMO
— —
crear obras maestras semejantes. La explicación se dijeron los
investigadores sovié ticos era con seguridad otra: aquel pueblo
debía de poseer una cultura bastante m ás antigua , ignorada a ú n
por nosotros; y en este marco pudieran acaso hallar sitio tambié n
los asombrosos conocimientos astronómicos de los egipcios.
Los rusos pasaron a la acción ; y consiguieron , ayudados por
los expertos de El Cairo, arrojar luz sobre uno de los má s apa -
sionantes secretos de la arqueología. Los resultados de las inves-
tigaciones no se han divulgado a ú n por completo, precisamente
porque algunos parecen increíbles si no hay confirmaciones ulte -
riores; pero por lo que se ha comunicado podemos ver que se
trata de un acontecimiento excepcional. Sabemos ahora con cer -
teza que el inicio de la historia egipcia se sit úa muchísimo más
lejos de lo que hasta ahora se hab ía creído.
¿Cómo es posible eso, si el « calendario at ómico » ha permiti -
do aseverar que ninguno de los objetos hallados tiene una anti -
güedad superior a los 6.200 a ños ? Pues bien , semejante comproba
ción se aplica tan sólo a los restos hasta ahora conocidos. Pero
-
otras tumbas, otros objetos existen sepultados profundamente en
cavernas bajo los arenales de Sakkara , de Abydos, de Heluan ; y a
estos testimonios de dinast ías antiqu ísimas, anteriores a la que no -
sotros definimos como primera, han llegado los investigadores so
.
viéticos
-
Entre los hallazgos de que se ha dado noticia en Mosc ú se en -
cuentran inscripciones que prolongan en mucho el calendario egip-
cio, mapas astronómicos de una precisión sorprendente, y gran
n ú mero de objetos, muchos de los cuales no han podido ser iden -
tificados todavía. Hay, asimismo, lentes de cristal , perfectamente
esf é ricos, fabricados con alt ísima precisi ón : sin duda debieron de
formar parte de instrumentos que permitieron a los hijos del
110 PETER KOLOSIMO
La maldición radiactiva
—
a los actuales continentes. La pirá mide de aquel fara ó n , en efec-
—
to la primera construida en Egipto , es escalonada , exactamente
como las asiá ticas y americanas.
Sólo en tiempos posteriores a los soberanos del Nilo se dio
a la pirá mide la forma cl á sica que todos conocemos; por lo que
es en Sakkara , má s que en cualquier otro lugar , donde se bus-
can las llaves que nos abran el camino a un mayor conocimiento
112 PETER KOLOSIMO
— —
gasaki: se trata precisamente por muy dif ícil que resulte poder-
lo admitir de gangrena at ómica.
« Se ha comprobado
— declaró el profesor Ghoneim , resumien
do los resultados de las indagaciones efectuadas por un nutrido
-
—
grupo de investigadores egipcios que la pez con que eran con-
servados los cadá veres en el proceso de la momificación proven ía
de las orillas del mar Rojo y de algunas regiones de Asia Menor,
y conten ía sustancias fuertemente radiactivas. No sólo eso, sino
que la radiactividad es propia tambié n de las vendas usadas para
envolver a las momias. Y todas las cá maras mortuorias estaban
probablemente llenas de polvo que ten ía las mismas propiedades.»
TIERRA SIN TIEMPO 115
ejemplo
—
antepasados pose ían insólitos secretos cient í ficos. « Consid é rese , por
scribi ó , el hecho que en las entra ñ as de las pirá
mides hay cá maras tan aisladas del mundo exterior , que el aire
fresco fue llevado a ellas por sus descubridores , cuarenta siglos
-
despu és de la clausura. Ahora bien , paredes , pavimentos y techos
est á n cubiertos de jerogl í ficos multicolores , pinturas que con se -
guridad fueron ejecutadas dentro de los locales, cuando la cons-
trucción ya estaba ultimada . Pero , ¿ de qué luz pod ían valerse los
artistas ? Para efectuar obras de tal delicadeza y perfecció n se
-
( 11 La leorla ha sido confirmada por el descubrimiento de un mlsiom 1 o
llaliano. V éase , a este respecto. Astronaucs en lo Prehistoria.
116 PETER K0L0S1M0
— —
licencia egipcia , como debió de haber sido segú n varios arqueó-
logos franceses para con las « aplicaciones cient í ficas » de Moisés,
iniciado a grandes secretos tras haber sido acogido y adoptado por
Termutis, hija de Ramsés II.
Exponiendo el pensamiento de Maurice Denis- Papin ( descen-
diente del célebre inventor ), Robert Charroux dice que el « arca
de la alianza », que se cree encerraba las tablas de la Ley, la vara
de Aarón y un vaso lleno de man á del desierto ( Exodo, X X V ) , era
una especie de caja de caudales eléctrica capaz de producir fuer-
tes descargas del orden de 500 a 700 voltios.
Nos parece interesante reproducir lo que dice al respecto el
investigador francés:
« Era hecha con madera de acacia, revestida de oro por dentro
y por fuera ( el mismo principio de los condensadores eléctricos:
dos conductores separados por un aislante ) y circundada por una
guirnalda tambié n de oro. El arca estaba colocada en un lugar
TIERRA SIN TIEMPO 117
-
J ú piter », es decir, el rayo, y narran que Tulio Hostilio, menos dies
tro que su predecesor, murió fulminado durante una ceremonia
religiosa en el transcurso de la cual quiso alardear de sus pode
res. Mejor fortuna hubo de tener Porsena, a quien se adscribe
-
el mé rito de haber usado la electricidad para librar a su reino de
la presencia de un monstruoso animal llamado ( curioso detalle,
en verdad ) Volt.
Volviendo a las pirá mides, debemos ocuparnos de otro gran
rompecabezas cient ífico. Basta acercarse a una de esas imponentes
construcciones para darse cuenta de que no fueron erigidas sin
un proyecto preciso y medios mecá nicos adecuados, es decir, fian
do solamente en la suerte y en la fuerza de los esclavos . -
Los bloques que forman la pirá mide de Cheops, por ejemplo,
pesan, en su mayor parte, de quince a cien toneladas, y en la « cá
mara del rey » el techo está hecho de bloques de granito rojo de
-
setenta toneladas. Hoy d ía, una obra semejante sólo sería posible
si se construyesen en torno a las pirá mides
— —
jy sobre la arena!
plataformas de cemento armado capaces de soportar el peso de
vagones de cuarenta ruedas y con el auxilio de los medios técni
cos más modernos y perfectos, cosa que puede decirse también
-
para las grandes obras de la Amé rica precolombina .
El del transporte de las materias primas en trayectos increí
bles es, por otra parte, un enigma que se perfila un poco en todo
-
el mundo. El arqueólogo austríaco K. Lanik , entre otros, nos re-
cuerda que en el monte Magdalena , cerca de Klagenfurt , se alzaba ,
hace más de 2.500 a ñ os, una metrópoli con murallas de siete me-
tros de espesor, erigidas con bloques sacados de monta ñ as más
bien distantes y llevados quién sabe cómo hasta la cumbre, para
ser luego revestidos con enormes losas de m á rmol. Ese centro
no es el ú nico del gé nero, ni siquiera en Europa: muchas son las
ciudades romanas y cé lticas que nos hablan un lenguaje igual-
mente sibilino .
En cuanto a las pirá mides, hay quien ha aludido a los planos
inclinados, quien ha pensado en rulos hechos con troncos de á r -
boles sobre los cuales se hacían deslizar los bloques, pero esas hi
pótesis no convencen a los técnicos, que les oponen un sencillo
-
razonamiento: admitamos que mil manos sean suficientes para
transportar uno de los bloques en cuesti ón ( el cá lculo es modes
t ísimo ); mil manos pertenecen , obviamente, a quinientos hombres
-.
Pero, ¿ d ónde habrían podido colocarse los quinientos hombres en
torno a la titánica piedra ?
TIERRA SIN TIEMPO 119
— —
tallar el sílex, utilizando las ondas de choque.»
observa, por su lado Lenormand en
el libro Magia caldea , los sacerdotes de On suscitaban tempes-
tades y levantaban , para construir sus templos, piedras que mil
hombres no habrían podido mover.»
Una difundida leyenda á rabe narra que los hijos del Nilo edi-
ficaron las pirá mides transportando los bloques a través del aire
sobre papiros en los que estaban escritas palabras m ágicas, y
quizá se refiere a esa f á bula cuando Jacques Weiss afirma: « Los
enormes bloques de piedra que pesaban hasta 600 toneladas son
levemente convexos en ciertas caras, para encastrarse perfecta-
mente en la concavidad de los bloques contiguos y formar un
conjunto de una solidez a toda prueba. Con seguridad , fueron
transportados mediante levitación y colocados en su sitio con suma
facilidad .»
— —
En el antiguo Egipto asegura Charroux los verdaderos sacer
dotes se reconocían por el hecho de que ten ían el poder de as
-
-
120 PETER KOLOSIMO
—
« Sospechando la existencia de algú n artificio invisible
—
el médico , recibí del abad el permiso de comprobar a mi gusto.
refiere
Pasé un bast ón por encima, por debajo, por ambos lados, y veri -
fiqué que sin duda la varita estaba verdaderamente suspendida
en el aire.»
¿ Magnetismo o ultrasonidos ? Hay quien se inclina decididamen -
te por lo segundo; y aunque, basá ndonos en nuestros actuales
conocimientos científicos, ambas hipótesis nos dejan bastante per -
plejos, debemos admitir que, al menos en el campo de la ac ústica ,
muchos f ísicos de la Antigüedad sabían lo suyo.
« Segú n algunos palimpsestos egipcios itamos ahora a Char-
—
roux , los sacerdotes de Karnak , de Abid á n y de Tebas deb ían de
tener la voz firme, fuerte y hermosa. Pronunciando una sola pa -
TIERRA SIN TIEMPO 121
UN IMPERIO EN EL SAHARA
Escrito en la arena
El nivel de civilización de los autores de todos esos grafismos
no pudo ser extraordinario, aunque algunas de sus manifestacio-
nes nos dejen asombrados. Pero hay quien ve en ellos a los super-
vivientes de un pueblo bastante castigado por las cat ástrofes y las
adversidades naturales.
Un curioso investigador, como Léon Mayou , afirma paladina-
mente que el Sahara habría sido el bíblico Ed é n , el reino de Ad á n.
Muchos cultivadores de las doctrinas esot é ricas est á n , empero,
más cerca de la ciencia ficción que de la Sagrada Escritura y
sostienen que en el mar del Sahara ( como, por lo dem ás, un poco
en todas partes ) se alzan ciudades maravillosas habitadas por
espl é ndidas criaturas por lo regular rubias, aqu í de ojos oscuros
y tez clara.
Dicen , incluso, que el palacio imperial sahariano ten ía los mu -
ros revestidos de alabastro , las paredes interiores cubiertas de
tejos esmaltados, de gran valor art ístico, y de lá minas de oro,
mientras que los templos estaban literalmente forrados con el
rey de los metales y pavimentados con marfil.
Recurriendo a las luces esoté ricas, podemos llegar a saber una
infinidad de cosas sobre los antiguos habitantes del Sahara , pe-
netrar en los secretos de su religi ón consagrada al culto de los
planetas, conocer con pelos y señ ales las ceremonias y costumbres
rituales, enterarnos de que estaba dedicado al Sol « un tejido de
TIERRA SIN TIEMPO 127
—
.
escribe el etnólogo letón Ivar Liss-
ner despertaron gran revuelo hacia fines del siglo pasado, por-
que representan un caso único, extraordinario, entre las plásticas
de los pueblos negros. Esas obras son más comprensibles al sen-
tido occidental de la forma, más entroncadas con ella, que el arte
negro de las restantes regiones africanas.
» Hoy se sabe que los vecinos noroccidentales de los benin , los
yoruba ( un grupo de tribus sudanesas ), poseían ya , antes de ser
descubiertos por los colonizadores europeos, ciudades de diez mil
habitantes y que eran no sólo expertos agricultores y ganaderos,
sino que también se dedicaban a una vasta actividad comercial;
los productos de sus artesanos, tejedores de algod ón , tintoreros,
alfareros, fundidores de bronce y de latón, traspon ían las fron-
teras del país.
» E1 arte de los yoruba floreció particularmente en Ile-Ife, un
tiempo capital religiosa y cultural y sede del jefe espiritual. El
nombre de Ile-Ife, situada a 85 kilómetros de Ibad á n, en Nigeria ,
poblada actualmente por 50.000 almas, significa "tierra del origen" .
» De la "época de Ife" conocemos obras de arte en piedra, cuar-
zo, granito, bronce y terracota; los utensilios de madera desapa-
recieron, víctimas del clima, al correr de los siglos. Durante los
ú ltimos veinte años se han descubierto esculturas yoruba que
parecen francamente inconcebibles en el marco del arte africano.
En 1938 y 1939 fueron sacados a la luz en el recinto del Oni de Ife
preciosos objetos de lat ón, sobre todo de cará cter plástico. El lat ón
es una aleación de cobre y cinc que, segú n la composición, puede
cobrar tonalidades que van del rojo cobrizo al amarillo dorado...
Una figura masculina de Tada , en el Níger, es tan sorprendentemen
te natural de cabeza a pies, y hallazgos de Ife representan rostros
-
negros tan bellos y expresivos, que siempre se les han buscado los
más antiguos influjos.
» En las escuelas de la Corte del rey de Benin quizá trabajaron
verdaderamente maestros extranjeros..., puesto que la destreza de
los antiguos fundidores de Benin no teme comparaciones, en el
terreno técnico, con la de los mejores fundidores europeos. El arte
del bronce y del latón alcanza , en manos de los negros del Africa
occidental , alt ísimas cumbres. Pero las vinculaciones permanecen
.
inexplicables, enigmá ticas, inconcebibles »
TIERRA SIN TIEMPO 131
Tal vez el arte de los benin y de los yoruba tiene algo que ver
con el de la misteriosa civilización africana de Nok , que floreció
muchos siglos antes de Jesucristo, representada para nosotros por
una magn ífica testa de terracota de tama ñ o natural descubierta
en 1954 en la provincia de Zaria ( Nigeria septentrional ). A toscas
armas y utensilios de piedra , las gentes de Nok juntaban instru-
mentos de hierro, en uno de esos contrastes propios a tantas re-
motas culturas .
¿ Es posible que la civilizaci ón de Benin , con las de Nok y Yo-
ruba, hubiese nacido d ¿ antiqu ísimos colonizadores integrados des-
pu és con los ind ígenas, y que Esige Osave conservase a ún un pá lido
recuerdo de sus antepasados blancos ?
He aqu í que reaparecen las sombras de Mu y de la Atl á ntida ;
y he aqu í que, bajo tales reflejos, se junta al misterio de los an-
tiguos nigerianos otro enigma arqueológico: el de Simbabwe .
—
torna t í tulo
—
dadores del imperio de Monomotapa ( el nombre que luego se
significa « dueña de las minas » ), que se extend ía
desde Rhodesia a Mozambique y que tuvo su ocaso hacia fines
de 1700.
Es interesante notar que el soberano Monomotapa era consi
derado hijo del Sol, el astro adorado orgi ásticamente por sus sú b-
-
ditos. Pose ía casi tres mil mujeres, entre esposas y concubinas:
el heredero del trono, sin embargo, hubo de dá rselo una hermana.
Y éstos no son sino algunos de los numerosos detalles que tienen
el poder de hacer pensar hasta a las mentes menos fant á sticas en
la civilización egipcia y asimismo tambié n en las de la Amé rica
precolombina.
Además, los animales representados en los monumentos de es-
teatita de Simbabwe, recuerdan tambié n los bajo relieves de la
India y del « Nuevo Mundo », en tanto que el ave esculpida en
la cima de una pilastra , en tiempos símbolo del Imperio de Mono-
motapa , que ahora remata el escudo de Rhodesia del Sur, no es
TIERRA SIN TIEMPO 133
El enigma malgache
curiosidad —
hemos detenido en el primero, exponiendo a mero t í tulo de
— noticias nada plausibles. Demos ahora una rá pida
mirada al segundo, con cuya cultura se vincularía ( en opinión de
algunos investigadores ), precisamente a través de Madagascar, la
enigmá tica Simbabwe.
Oigamos, en primer lugar, el parecer de los geólogos. « Gond -
— —
vana resume el insigne profesor F. de Agostini es el nombre
de una regi ón situada en las provincias centrales de Indost á n , que
ha pasado a indicar formaciones paleomesozoicas de esquistos v
134 PETER KOLOSLMO
RENACERES DIFÍCILES
.
muros han desaparecido Pero nosotros conocemos la lengua de
sus habitantes, la conservamos grabada en tablillas.»
Esas tablillas han sido traducidas solamente en parte; el his-
toriador Gé rard Heym estima que guardan importantes secretos
científicos, pero que hasta ahora sólo han revelado datos matemá -
ticos, suficientemente sorprendentes: tablas para multiplicaciones
y divisiones complejas, de cuadrados y cubos, y más a ú n .
Ya a fines de 1700, el célebre astrónomo y matemá tico Laplace
alimentaba serias dudas acerca de la originalidad de cuanto atri-
buimos al genio griego. « Es sorprendente
— —
escribió , que los
egipcios no hayan querido comunicarnos sus observaciones y sus
nociones astronómicas. Es conocida , sin embargo, la reputaci ón de
sus sacerdotes, que enseñaron a Tales, a Pitágoras, a Eurodoxio
y a Platón.»
En 1962 hubo una clamorosa confirmación a ra íz del hallazgo
efectuado por arqueólogos iraqu íes en Tel Dibae, cerca de Bagdad ,
de una tabla que reproducía el llamado teorema de Pit ágoras, gra-
bada por los babilonios al menos 1.500 a ños antes de que naciera
el filósofo y matemá tico de Samos.
Hemos dicho ya que la destrucción de incontables bibliotecas
antiguas nos impide tener una visi ón aproximativa de la historia
de nuestro planeta y del progreso humano; debemos destacar tam -
bién que muchos de los testimonios que han llegado hasta noso
tros han sido descifrados de modo inexacto, cuando no permanecen
-
francamente incomprensibles, como lo sería una cinta magnetof ó-
nica en manos de un salvaje incapaz de darse cuenta , ni siquiera
vagamente, de la existencia de un registrador de sonido.
« En un folleto de las l íneas aé reas interiores de los Estados
— —
Unidos escriben Louis Pauwels y Jacques Bergier se lee: "Pue-
de usted fijar su asiento donde le parezca: la inscripción es re
gistrada por un robot electrónico; otro robot le reserva el asiento
-
en el avión deseado. El billete que se le entregará será perfo-
rado...", etc. Imaginad cu á l ser ía el resultado a la milésima traduc-
ción a un dialecto de la Amazonia , hecha por gente que no hubiese
visto nunca un avi ón , que ignorase lo que es un robot y que no
conociese los nombres de las poblaciones mencionadas en el fo-
lleto...»
Eso sin tener en cuenta el hecho de que la tecnolog ía antigua
pudo haber seguido caminos totalmente diferentes a los de la mo-
derna , con todo y llegar a resultados an á logos: recordemos aqu í
los extra ñ os hemisferios de cristal y cerá mica encontrados por los
142 PETER KOLOSIMO
rn>i *; . «
Dos figuras de « hi
perbó reos » . como
-
est é n representados
en Egipto, con par-
te de los jerogl í
ficos que narran su
-
historia .
.
Guerreros hiperbóreos con cascos astados en una representaci ón egipcia
De nuevo el « pajaro de
luego » en los dibujos del
desierto de Nazca, que pa
recen lormor parte de algo
-
muy semejante o un campo
de aterrizaje .
Dos e s t a t u a s de
Tlohuonoco de ras -
gos sem í ticos, con
turbantes.
TIERRA SIN TIEMPO 145
—
de vasos neolí ticos. « Esos verdaderos prodigios de piedra , vistos
—
desde lo alto escribe Ivar Lissner , parecen el artificio destruido
de un gigante y permanecen , en ú ltimo an á lisis, incomprensibles.»
Una impresión an á loga se tiene tambié n ante la « Gigantoma
quia », que es el nombre de las ruinas de dos colosales templos
-
de Gozo, la isla hermana de Malta. Bloques y losas de piedra
fueron transportados all í desde muchos kil ó metros de distancia ,
pues el pesado material de construcción no exist ía en las cerca-
n ías. Algunas piedras de la « Gigantomaquia » tienen m ás de cinco
metros de altura , y una de ellas mide ocho metros por cuatro.
« Asombrosa
— —
anota tambié n Lissner es la mole de algunas
columnas y tablas de piedra monol í ticas de las ruinas de Bajar
Kim. Una columna , por ejemplo, tiene má s de cinco metros, y una
tabla siete de largo por tres de ancho y sesenta y cinco cent í metros
de grueso. Cargar un peso semejante en un vagó n de mercanc ías
sería imposible sin el auxilio de los más modernos medios t éc -
nicos.»
Y prosigue: « Es interesant ísimo observar cómo los creadores
de aquellas obras gigantescas conoc ían la navegaci ón. La cultura
neol í tica de Malta debe, efectivamente, haber tenido tratos con
todas las partes del mundo antiguo. Podemos afirmarlo por la
cantidad de objetos de obsidiana , jade y nefrita , piedras que no
se encuentran en Malta. Probablemente también el marfil era im -
portado , puesto que los elefantes hac ía tiempo que habían desa-
parecido de la regi ón mediterrá nea en la época que la isla era
dominada por aquella estirpe de grandes constructores.»
TIERRA SIN TIEMPO 149
Hay quien , tentado por los monumentos cicl ópeos, querr ía unir
con firme trazo Malta con Cerde ñ a; pero es una operació n com -
pletamente arbitraria, puesto que cuando ya hacía varios mile-
nios que aquella isla era surcada por misteriosas galer ías, ésta
a ú n estaba totalmente deshabitada.
Si los « maestros errantes », empobrecidos sus efectivos por in-
contables siglos de migraciones y de duras vicisitudes, de con -
tactos y matrimonio con pueblos bá rbaros, llegaron a tocar las
costas sardas, ello fue en tiempos relativamente próximos a no-
sotros .
Lo cierto es que los primeros hombres llegaron a Cerde ñ a , de
Oriente, en el quinto milenio antes de J .C., para quedarse casi
siempre en las cercan ías del mar , en grutas o improvisados refu-
gios de paja , y proseguir luego hacia el continente. Otro flujo mi-
gratorio, proveniente también de Asia , arribó a la isla dos milenios
m ás tarde, dejando esa vez huellas grandiosas, para amalgamarse
finalmente con los shardena, igualmente asiá ticos, desembarcados
hacia 1400 antes de J.C.
Es a « los de la segunda oleada » que se deben las nuragas , impo -
nentes construcciones de piedra en forma de cono truncado que
inicialmente debieron de ser m á s de 8.000; quedan hoy las ruinas
de 6.500 torres de aqu éllas, algunas bajas, otras hasta de veinte
metros , con muros de dos a cinco metros.
Mucho se ha discutido acerca de la funci ón de las nuragas pero
la ciencia cree poder decir hoy una palabra definitiva al respecto.
« Serv ían de defensa a un pueblo atacado de continuo ser i be
—
Ivar Lissner . Cerdeña no ha estado nunca polí ticamente unida
(1 ) .
Véase tambié n Astronaves en la Prehistoria
TIERRA SIN TIEMPO 151
del todo. Cada grupo o tribu era regida por un jefe, y la torre le
servía de casa y guarnición. Con el correr del tiempo las cons-
trucciones fueron ampliadas hasta que quedaron convertidas en
fortalezas capaces de dar refugio, en caso de necesidad , a algunos
centenares de personas. Los ligures, los fenicios, los cartagineses
y finalmente los romanos siempre asaltaron a ios sardos, que
siempre hubieron de combatir y que siempre fueron fatalmente
derrotados.
« Aunque el enemigo lograse penetrar en las torres, quedaba
expuesto a la muerte. Había en ellas, efectivamente, puertas que
conduc ían a oscuras estancias sin salida , trampas de todo gé nero.
Y de las tinieblas desembocaban los guerreros apostados con arcos
y flechas, lanzas y espadas, abatiendo a los agresores.
» Un techo plano para observació n y defensa , rodeado por un
parapeto quizá de madera y provisto m á s tarde de artefactos para
el lanzamiento de piedras y otros proyectiles hac ía , sin embargo,
extraordinariamente peligrosa la penetraci ón. Los baluartes sar-
dos son las primerísimas obras de ese gé nero en el Mediterrá neo. »
La civilización nuraga no conoc ía la escritura , y su origen ha
podido ser establecido tan sólo con el estudio de nombres que
deben de haber permanecido invariables, o casi , a través de mi-
lenios; y esos vocablos provienen de Altai , de Mesopotamia , de
Azerbaijá n , del Cá ucaso, de Nurist á n , de Kazakst á n , y hasta de
Sinkiang y del Tibet.
Las nuragas, además, recuerdan las construcciones de Simbabwe
y las peruanas, en tanto que su interior nos retrotrae a Tirinto y
a Micenas. Y resulta curioso tambié n notar que los lugares sa-
grados de la civilizaci ón nuraga estaban en zonas elevadas o junto
a manantiales, como en muchos pueblos de la antigü edad. Los
cient í ficos tradicionalistas afirman que no hay nada de extra ñ o
en eso, pues nuestros progenitores estaban sobrecogidos por las
majestuosidades de la bóveda celeste, por los fen ó menos atmosf é-
ricos, atribuidos a poderes sobrenaturales, y por la fecundadora
acci ón de las aguas.
« El "monte cósmico" es una antiqu ísima representaci ón de
— —
Mesopotamia afirma , por su lado, Ivar Lissner . Los pueblos
del Altai cre ían , hace milenios, que ciertos á rboles y postes con -
ten ían el Ente supremo, se ñ alaban el centro del mundo y sobre
ellos brillaba la Estrella Polar. Los griegos hallaron el "monte
cósmico" en el Olimpo , en tanto que en el Antiguo Testamento es
representado por el Sina í. Altas monta ñ as, cuya cima se perd ía en
152 PETER K0L0S1M0
El interplanetario sepultado
--
« Para evitar la destrucción de aquella inestimable riqueza fue
ron llevadas a cabo complicadas instalaciones que costaron de
cenas de millones. Debían regenerar el aire y mantener en las
grutas una temperatura constante, segú n los principios aplicados
a los submarinos; varias puertas de bronce imped ían la entrada
de aire fresco del exterior; gracias a la electrónica , la temperatura
y la humedad eran mantenidas en el grado deseado; el gas carbó -
nico quedaba destruido ( teóricamente ) mediante un sistema es -
pecial; y cuando todo ello estuvo dispuesto, las grutas fueron
abiertas al p ú blico.»
Tampoco ah í faltaban referencias a un fantástico pasado, desde
los caballos « que recuerdan pinturas asi á ticas », como acertada-
mente afirma Mannucci, hasta la representación de « un hombre
con la cabeza de un ave que cae por el ataque de un bisonte
herido ».
Los maestros de Lascaux, ¿ vinieron entonces del Asia o más pre
cisamente de la legendaria Mu , trayendo, con prodigio de arte y de
-
técnica , el recuerdo de los gigantes tal como está vivo en el Saha -
-
ra ( las figuras tienen proporciones tit á nicas ) y ese misterioso hom
— —
bre-pá jaro que parece simbolizar a seres capaces de moverse en el
aire, quizás en el espacio, criaturas como afirman Agrest, Kasan
zev y Jirov procedentes de otro planeta y destinadas al fin a
sucumbir ante los monstruos terrestres, contra los cuales hubie
-
-
ron de luchar encarnizadamente en el transcurso de su largo exilio
en el planeta azul ?
Igualmente enigmá tica es la civilización de la ciudad que se
alzaba , hace cinco o seis mil a ñ os, donde ahora est á Londres, y
de la cual sólo quedan en el British Museum algunos extraños
platos de bronce.
El arqueólogo Reginald Williamson sospechó que una ciudad
má s antigua a ú n debía de existir bajo la actual metrópoli y excavó
pacientemente, durante añ os, con los modest ísimos medios de que
TIERRA SIN TIEMPO 155
Picchu.
La ciudad muerta
que se dice
de Machu
edificada
sobre las ruinas de una metr ó -
poli aún má s antigua .
Tres toses de una operación
efectuado por un cirujano pe-
ruano con instrumental que so
remonto por lo menos a hace
3.000 años.
El Instrumento empleado por el cirujano
peruano, hecho de una aleación de oro,
plBta y cobre. El cr áneo, que se remonta
también a hace 3.000 años, atestigua quo
con tales instrumentos se practicaba ya
la trepanación del cráneo con resultados
positivos.
.
Niñas indias de la tribu de los kayapos La segunda de la izquierda tiene facciones
t í picamente indoeuropeas.
TIERRA SIN TIEMPO 161
—
cedían de la Suecia meridional, de Dinamarca y de Alemania del
—
Norte: eran dice Ramsés III los pheres ( frisones ), los saksar
(sajones ) y los denen ( daneses ), con quienes se aliaron los turscha
( tirrenos ), los sekelesa (sículos ), los sardana (sardos ) y los vasasa
( probablemente corsos) .
TIERRA SIN TIEMPO 163
Noé en América
—
« Ya no hay mar •••
un nuevo cielo y una nueva Tierra, pues del cielo hab ía desapa-—
se dice en el Apocalipsis de san Juan . Vi
recido la inmensa , amenazadora Luna , y un tiempo sin Luna había
comenzado.» Gui á ndose por estas palabras, el austríaco Horbiger
adelanta la hipó tesis que el continente del Atl ántico hubiese apa-
recido con el fin de un sat élite ca ído hace varios millones de a ños.
Y segú n Much , como hemos visto, la Atl á ntida deber ía su destruc-
——
ción a otro cuerpo celeste un asteroide atra ído por una insólita
conjunción Tierra-Luna- Venus ca ído en nuestro planeta que de-
terminó una explosi ón equivalente a la de 15.000 bombas de hidró-
geno arrojadas simult á neamente.
—
El asteroide afirma Much, aportando una imponente documen
—
taci ón astronómica y geol ógica se present ó por el Noroeste, pe-
netrando en la capa atmosf é rica a una velocidad de quince a
-
veinte kil ó metros por segundo. A unos 400 kil ó metros de la Tie-
rra empezó a enrojecer, para volverse, luego, a causa del roce con
el aire, encendido, tan incandescente como para cegar a quien lo
hubiese mirado.
A poca distancia del Atl á ntico, superada una temperatura de
veinte mil grados, el cuerpo celeste estall ó: primero voló hecho
a ñ icos su parte exterior, que, reducida a un enjambre de gigantes-
cos meteoros, se abatió sobre la Amé rica septentrional; después ,
el n ú cleo se partió en dos, golpeando a nuestro Globo, con un
peso de medio billón de toneladas, a cerca de los 30 grados Oeste
y 40 Norte, en el centro del arco formado por la Florida y las
Antillas. La zona directamente afectada puede ser identificada
con un tramo del llamado « Dorso Atl á ntico » , donde abundan los
volcanes submarinos y el espesor de la costra terrestre se reduce
a 15-20 kil ómetros, cuando en cualquier otro lugar mide de 40 a
50 kil ómetros. El fondo oceá nico se hendió desde Puerto Rico
hasta Islandia , y se desencadenó el pandem ónium.
—
« Con un estruendo apocal í ptico
—
prosigue Much , una colum -
na de fuego brotó de la herida hacia el cielo, acarreando gases
venenosos, cenizas volcá nicas y magma ardiente. Todo ardió o se
puso incandescente en miles de kiló metros. El océano empezó a
hervir, inimaginables masas de agua se convirtieron en vapor y,
mezcladas con polvo y cenizas, fueron trasportadas por los vien-
tos occidentales sobre el Atlá ntico.
»Tras "un terrible d ía y una terrible noche" la isla regia de los
atlantes se hundi ó... »
La tesis del espantoso bombardeo cósmico halla varios sus -
174 PETER KOLOSIMO
tentos: los vastos crá teres abiertos hace 10 ó 12 mil a ños por
enormes meteoritos en la América centromeridional y tambié n en
Georgia , Virginia , Carolina y en el fondo del Atlá ntico, junto a
Puerto Rico. Y aquellos bólidos celestes cayeron precisamente en
la é poca en que un indescriptible seísmo formó las cataratas del
Niá gara , y elevó los Andes hasta convertirlos en una de las m á s
imponentes cordilleras del Globo.
Otra concordancia significativa presenta la desaparición ( ocu -
rrida precisamente hace diez o doce mil a ñ os ) de la gran capa
helada que antes cubr ía , adem ás de Escandinavia , Gran Breta ñ a
e Irlanda , casi toda la Europa continental , mientras Siberia que-
daba sumida en el riguroso clima actual. Lo cual aconteció dice
el profesor Much
— —
porque la Corriente del Golfo pudo por fin
arribar a nuestras costas, a las que anteriormente no llegaba por -
que la deten ía otra tierra: precisamente la Atlá ntida.
Exploraciones realizadas en el fondo oceá nico, en el á rea don -
de debía de alzarse el continente perdido, sacaron finalmente a la
luz, en 1934 , f ósiles de animales de tierra firme y muestras de
lava arrojada no por crá teres submarinos, sino por volcanes de su -
perficie.
« No pasó mucho tiempo
— —
tr íaco antes de que la herida de nuestro planeta se resta ñ ase
con una costra negra y dura. El "terrible d ía " y la "terrible noche"
-
escribe tambié n el cient í fico aus
de que habla Plat ón hab ían bastado, sin embargo, para extinguir
completamente la vida en la Tierra . Pues antes de que las masas
de agua se movieran en forma de nubes, las explosiones de magma
trastornaron la atm ósfera y propagaron los gases venenosos que ,
invisibles, mataban rá pidamente y sin dolor.
»Siberia noroccidental , casi 60 horas despu és de la ca ída del
planetoide. Los grandes cad á veres de los elefantes yacen en el cal -
vero y entre los á rboles destrozados de la selva . El vendaval les
agita el tupido pelaje , el Sol alumbra lechoso y opaco. El gorgo -
teo del río y el aullido de la tempestad que empuja a las densas
nubes son los ú nicos ruidos que dominan el paisaje muerto.
» Ahora el tel ó n de nubes ha tapado al Sol y el estré pito del
huracá n se aplaca. Durante dos, tres segundos, reina el silencio
Luego , empieza el diluvio. El agua , mezclada con fango y cenizas,
.
se precipita del cielo , y en pocos minutos la carroñ a de los ele-
fantes queda cubierta por una viscosa masa gris oscuro. Ésta cre-
ce ininterrumpidamente, sumerge el calvero, obstruye el río, desa
rraiga troncos gigantescos. Durante seis d ías y seis noches llueve
-
TIERRA SIN TIEMPO 175
( 1) V é ase tambi é n No .
MS tcrj »'Stre
12
— 2.764
14
— —
continente americano estuvieron precisamente los iniciadores de
la llamada civilizaci ón de Zapoteca, civilización que como para
los n á ufragos de nuestro ejemplo pod ía ser solamente la pá li -
da sombra de la anterior.
Los supervivientes se asentaron a orillas del lago de Texcoco;
pero si escaparon a los grandes seísmos , las interminables precipi -
taciones atmósfericas que siguieron habían de someterlos otra vez
a dura prueba.
——
« Llovió escribe Pierre Honoré en su libro He encontrado al
dios blanco , llovió durante d ías, durante semanas. Fue un vio-
lento e interminable temporal. El nivel del lago de Texcoco subi ó,
las chozas de las orillas quedaron sumergidas y los hombres hu -
yeron a las montañas. Aquella fuga fue su salvaci ón, pues la
TIERRA SIN TIEMPO 181
—
« Ninguna otra civilización de la Am érica central
—
re Honoré permite trazar paralelismos tan acusados con las
.
escribe Pier-
Espaciales danzantes
(1) .
V éase Astronaves en lo Prehistoria
riERRA SIN TIEMPO 187
—
.
— escribe Marcel
F. Homet llevaban los mismos adornos de plumas que conoce-
mos desde el descubrimiento de América, que aú n hoy vemos
en la cabeza de los indios del Brasil.» Y Pierre Honoré demues-
tra que tales diademas eran comunes también a Creta, remitié ndo-
se a dos murales, uno que representa un príncipe de Cnosos y
otro un noble indio de Palenque, en el Yucatá n , y aportando otras
varias documentaciones .
Casi desaparecido de América es, en cambio, el turbante, que,
sin embargo, tiene all í una historia plurimilenaria: lo vemos ce-
ñir la cabeza a los gigantes de piedra de Tiahuanaco, y lo encon-
tramos en los zapotecas y otros muchos pueblos. Ya nos habla
Crist óbal Colón, en sus relatos, de indios « con la cabeza cubier-
ta por multicolores turbantes de seda », y el misionero José de
Acosta ( 1539-1600 ) nos refiere lo mismo al tratar del Perú. Los
conquistadores espa ñoles, por su parte, se quedaron estupefactos
al encontrar en el « nuevo mundo » el tocado que conocían por mu-
sulmá n . Pero el turbante es, en verdad, mucho más antiguo que
Mahoma: los hititas, los babilonios, los egipcios y los hebreos lo
usaron quién sabe cuá ntos siglos antes de la venida del « verda-
.
dero profeta »
Cuando florecía la civilización zapoteca, otras culturas estaban
en México en pleno esplendor: cabe recordar, en primer lugar, la
de los totonacos, primera con la que los conquistadores espa ñ oles
entraron en conflicto, destruyendo finalmente Campoala, ciudad
que se levantaba al norte de la actual Veracruz, en el golfo de
Campeche.
Aquel centro era, sin embargo, de construcci ón bastante re-
ciente, remontá ndose a un período que se sit úa entre 1200 y 1520.
Anteriormente, los totonacos habían poblado una ciudad bastante
más grande, una de las mayores del antiguo México: según la
.
tradición, su nombre era Tajin , que significa « el rayo »
Muchos investigadores no cre ían siquiera en la existencia de
aquella fabulosa Tajin: tuvieron que cambiar de parecer cuando,
en 1935, la expedición encabezada por el valeroso arqueólogo Gar-
cía Payon llegó a descubrirla tras una marcha por la selva llena
de fatigas y peligros.
La empresa , sin embargo, dio excelentes frutos, poniendo a la
luz, con otras ruinas, una pirá mide peque ñ a y otra grande, ante
las cuales todos los expertos del Globo se quedaron asombrados.
TIERRA SIN TIEMPO 189
das las ciencias, les dio sabias leyes, hizo prosperar la agricultura:
en su reino, el maíz crecía muy alto y las plantas de algodón daban
fibras de color ( lo cual es cierto ).
Quetzalcoatl predicó la paz, dijo a los hombres que no debían
matar ni siquiera a los animales y que aprendieran a alimentarse
.
ú nicamente con los frutos de la tierra Pero la edad de oro duró
poco: un demonio se adue ñó del sabio rey , le arrastró a toda suer-
te de bajezas, y él, avergonzado, abandonó Tula , se fue a la orilla
.
del mar y se prendi ó fuego a sí mismo Su corazón convirtióse
en la estrella de la ma ñ ana...
¿ Vamos a explicar la leyenda en otros t é rminos, en bú squeda d
la clave que hemos mencionado y en la cual muchos investigadores ^
creen firmemente ? Lo intentaremos como sigue:
Del cielo bajaron a la Atlá ntida seres avanzad ísimos, tanto como
para parecer semejantes a dioses ( Mixcoatl ) a los primitivos habi -
tantes de nuestro Globo. Vinieron a bordo de una ahusada astrona -
ve serpiente de las nubes » ) y se unieron con los terrícolas ( Chi -
-
palman ), conduciéndoles a un elevad ísimo nivel de civilizaci ón. Des
pués, de la Atl á ntida la nueva estirpe pasó a Amé rica , llevando al
progreso a los antiguos habitantes de este continente, quienes vi -
vieron felices mientras duró la influencia de la Atlántida , cayendo
.
después en la barbarie ( el demonio ) Sólo con los sacrificios ( sui -
cidio de Quetzalcoatl ), sólo elevando el corazón a Venus, mundo
del cual vinieron los generosos astronautas, podrán aquéllos espe -
rar superarse.
¿ Es de veras éste el fondo real de la leyenda tolteca ? Otros ele-
mentos apoyarían, al parecer, en efecto, las má s asombrosas hipó-
tesis.
El orea do Noé tal como fue fotogra --
.
fiada oor un Mayor de la aviación tur
ca a 2.000 metros de altura sobre el
monte Ararat.
Los lí mites de lo
Atlántida, según el
profesor P a u l L e
Cour.
L o z o n a directamente
afectada por el cataclis-
mo que determinó la
sumersión de lo Atlán-
tida: el llamado « Dorso
.
atl ántico »
-
Figuritas « moder n fs i
mas » de la civilización
arcaico americana: una
mujer de cuidadí simo
tocado y un hombre
con un sombrero pare-
cido a los actuales.
La pir ámide de Teotihuac ón
...
y otro pir ámide escalonada: la egipcia de Saqqora.
Cabeza de extraños rasgos lelinos hallada re
cientemente cerca do Tenochtitlan: parece lie
-
var un casco espacial.
El impresionante
conjunto de ruinas
de Teotihuac ón.
Lo llamado « facha -
do de Quetzaic óatl »
de Teotihuac ón - en-
tre los monstruo
sas cabezas de la
-
serpiente plumada
se advierten los
nudos » iguales a
los esculpidos en
el palacio de Cno
sos, en Creta,
-
TIERRA SIN TIEMPO 193
Serpientes de plata
« Mis mensajeros cuentan haber hallado, tras una caminata de
veinte kilómetros, una aldea que debía de tener unos mil habitan
tes. Los ind ígenas les han acogido con gran cariño, les han llevado
-
a las casas m ás hermosas, besándoles manos y pies y tratando de
explicarles de todas las maneras que ellos sabían que los hombres
blancos habían llegado de la residencia de los dioses. Casi cincuen -
ta, entre hombres y mujeres, les han rogado que les llevasen con
sigo al cielo de los dioses inmortales...»
-
No hay quien, leyendo una crónica o una novela de aventuras,
no haya encontrado una situación de ese gé nero: muchísimos son
los exploradores blancos que, llegados al corazón de África, de la
Amé rica meridional u otras tierras pobladas todav ía por gentes
primitivas, han recibido una acogida entusiasta , a menudo conmo -
vedora, y han sido considerados de estirpe divina.
Todo lo cual puede explicarse pensando en la sorpresa de indi -
viduos que por primera vez se ponen en contacto con seres tan
diferentes de ellos por el color de la piel y de los cabellos, por las
ropas, en el estupor que pueden suscitar entre las gentes menos
avanzadas los frutos de nuestra civilización.
Pero, ¿es verdaderamente éste el caso del episodio que acaba
mos de relatar ? Creemos poder negarlo firmemente: las palabras
-
en cuestión no son sacadas de un cuento cualquiera , sino de un
documento hist órico, de las Memorias de Crist óbal Colón. Los in
d ígenas de los cuales habla el gran navegante genovés no obede
--
cieron solamente a la fascinación de los recién venidos que apare -
cieron en su aldea el 6 de noviembre de 1492, sino que conocían la
existencia de los hombres blancos y hacía tiempo esperaban su
llegada. Pues al recuerdo de aquellos seres estaba ligado todo cuan -
to, en los siglos y milenios pasados, había hecho grande y feliz a la
Amé rica a ú n sin nombre.
Blancos y barbudos son los dioses indios, pese a que sus ado
radores tengan la tez oscura y sean casi barbilampiños. Blanco y
-
barbudo es el dios inca Kon Tiki lilac Viracocha, que entre los
mayas se convirtió es Kukulkan o Kukumatz, entre los toltecas y
los aztecas Quctzalcoatl y, entre los chibchas, Bochica.
U - 2.764
194 PETER KOLOSIMO
— —
Gales, Alemania septentrional , Có rcega y Apulia. « La técnica de
los habitantes prehistó ricos de Argentina escribe tambi é n el pa
leont ólogo Ambrosetti es absolutamente id éntica a la de los chi
priotas, y puede encontrar expresiones totalmente correspondientes
-
-
con el Trou aux Anglais , cerca de É pone, en Francia .»
En Sudam é rica tampoco son raros otros monumentos megal í ti -
cos que dir íamos t í picamente mediterrá neos y del norte de Europa ;
los menhires, constituidos por gruesas y altas columnas ( propias
de Breta ñ a y la parte centromeridional de nuestro continente ) y
los cromlech , piedras dispuestas en c í rculo que simbolizan las di
vinidades; entre éstos es cé lebre el ingl és de Stonehenge.
-
Un brasile ño, el doctor Alfredo Brandau , ha recogido miles de
inscripciones sobre menhires y dólmenes sudamericanos que con -
tienen caracteres prehistóricos europeos y letras de primitivos al -
TIERRA SIN TIEMPO 197
fabetos mediterrá neos. Estatuitas megalí ticas idé nticas a las que
se encuentran en Francia han sido descubiertas tambié n en Amazo-
nia, y lo mismo puede decirse respecto a las armas, los utensilios
menos comunes, y la vajilla .
Algunos dólmenes se alzan junto a uno de los m ás sugestivos
monumentos prehistóricos de Amazonia , la llamada Pedra Pintada,
erigida en el centro de una llanura a poca distancia del tramo
central del río Parimé: es un imponente bloque de forma ovoide,
bajo el cual ( como todavía hoy sostienen los indios ) deben estar los
restos de un rubio gigante blanco; verdad o no, hace reflexionar no
poco el hallazgo, en los inmediatos contornos, de calaveras antiqu í-
simas, que pertenecieron a una raza desconocida muy cercana a
la nuestra.
—
Si esos monumentos prehist óricos se encuentran en ambos la-
—
dos del océano pudiera objetarse , ello abona la existencia de
un « puente » posteriormente sumergido, pero no nos da la impre
sión de que tal « puente » se distinguiese por un alto nivel de civi
-
-
lización. Pero si aceptamos la teor ía de los continentes desapare -
cidos, la objeción se derrumba, puesto que debemos pensar en que
fueron pocos los representantes de las civilizaciones perdidas que
pudieron transmitir solamente a algunos grupos é tnicos los se -
cretos que pose ían. ¿ Acaso no alberga la Tierra a ú n hoy, en plena
era at ómica, aparte Europa , pueblos que viven en condiciones pri-
mitivas, a veces idénticas a las que caracterizaron a los caverní -
colas ?
La ciudad despiadada
tener el cetro hasta 1521, para ser luego debelados para siempre
por Cortés.
Como hemos dicho, los aztecas llamaban a su patria de origen
con el significativo nombre de Aztland: pero se trataba de « noble
za adquirida », de una leyenda « robada » a alguno de los pueblos
-
.
sometidos En verdad , provenían del actual territorio de los Esta-
dos Unidos: tras haber aniquilado, con una serie de rá pidos y de
cisivos conflictos, a los antiguos habitantes de lo que después ha-
-
bía de ser su Imperio, se establecieron, escondié ndose en varios
grupos, en una vasta región que tiene su centro cerca de la actual
Ciudad de México. Aqu í surgi ó su capital, Tenochtitlá n, una gran
ciudad con cerca de 60.000 edificios, rica de maravillosos palacios,
de soberbios templos piramidales, rodeada de palafitos.
Tenochtitlá n era una ciudad de sacerdotes, en cuyo seno, y má s
numerosos que en cualquier otra parte de América, se alzaban al -
tares y piedras de sacrificios. Era la patria del feroz dios Huitzi
pochtli: la pirámide dedicada a él, que se elevaba en el centro de
-
la aglomeración, estaba literalmente cubierta de sangre. Y casi
cada d ía los sacerdotes de orejas y lengua horadadas, con el rostro
y el cuerpo pintados de negro, envueltos en mantos hechos, segú n
se dice, con piel humana , subían los infames peldaños para llevar
a cabo espantosos sacrificios. Muchachas y muchachos de las cla
ses má s elevadas ca ían a centenares en los crueles holocaustos
-
— —
llamados capacocha estrangulados, con la garganta destrozada ,
sepultados vivos en la pirá mide. El sacrificio m ás solemne consis
t ía , sin embargo, en abrir el pecho a las v íctimas y en arrancarles
-
el corazón con las manos. De ese modo, cuando se inauguró el tem
pol ( siglo xv ) fueron exterminadas al menos 20.000 personas.
-
Los aztecas no fueron buenos agricultores, por lo que resulta
desconcertante observar que hayan sido ios precursores de los mo-
dernos cultivos hidropónicos, con sus huertos flotantes, los chinam
pas, formados por ca ñ izos sobre los cuales se extend ía una capa de
-
tierra ; pero quizá tambié n se trate ahí de una de las muchas heren-
cias de los « blancos se ñores del mundo », como es el caso del al -
— —
god ón que segú n la opinión de muchos investigadores obten ían
de la planta directamente te ñ ido. De otro modo no se explicaría
la difusión de tan extraordinario sistema desde la Amé rica central
hasta las costas del Peni , cuyos antiguos habitantes producían se
millas de colores que iban del pardo al azul .
-
« Los dioses hicieron asimismo que el algodón creciese ya colo-
.
reado. .», refieren los cronistas, atenié ndose a las leyendas ind íge-
TIERRA SIN TIEMPO 199
-
derable distancia, lo cual no resultaba f á cil ni mucho menos. Cuan
do un jugador lo consegu ía, ten ía derecho a despojar de todos sus
tesoros a quienes asist ían al espectáculo; en cada « centro » se
producía entonces una espantada general: el vencedor persegu í a a
los ingratos « hinchas » para arrebatarles lo que pudiera.
En Yucat á n , entre los centros de mayor relieve, vemos Uxmal
y Chichén Itzá; este ú ltimo es sin duda el más famoso: fundado
hacia 534, es decir, antes de la migración, sigue siendo de una
majestuosidad inigualable en sus ruinas. Y lo que en Chiché n Itzá
sorprende ante todo es la increíble semejanza del estilo con el
característico de muchos monumentos antiguos de Camboya, In -
dochina y otras regiones de Asia oriental.
Oigamos a Plat ón cuando habla de los legendarios atlantes:
« Tambié n poseían las dos fuentes, la caliente y la fr ía, que dis-
currían con gran abundancia y ofrec ían una sabrosa agua adecua -
da para todos los usos. La dispusieron en torno a sus palacios y
plantaciones y construyeron ba ñ os... »
Ahora bien , hay quien sostiene que las ciudades mayas ten ían,
a lo largo de las v ías principales, fuentes alternadas de agua ca-
liente y fría , y que la primera la obten ían , no ya de fuentes ter-
males, sino mediante instalaciones de calefacción. ¿ Una hipó tesis
absurda ? No demasiado, puesto que encontramos algo similar
tambié n en las ruinas del palacio de Minos en Creta y en algunas
asi á ticas.
Uno de los investigadores que m á s contribuyeron a la explo-
ración de Chiché n Itzá fue el arqueólogo americano E. H . Thomp -
son , el primero que relacionó la civilización maya con la sumer -
gida Atlá ntida. Los cient í ficos con quienes colaboraba se mostra-
ron más bien escé pticos respecto a sus teorías, pero quisieron
concederle la posibilidad de profundizarse y le hicieron nombrar
cónsul de los Estados Unidos en Yucat á n.
A partir de 1885, aquel apasionado investigador vivi ó práctica
mente siempre en las selvas, entre las ruinas, con los indios. Y en
-
1896 halló en Chiché n Itzá una peque ñ a pirá mide que al principio
no pareció particularmente interesante, pero que despu és se revel ó
susceptible de trastornar todas las hipó tesis vá lidas hasta aquella
época y de proporcionar un ulterior punto de apoyo a los « par -
tidarios de la Atlá ntida ».
206 PETER KOLOSIMO
Un faraón en M é xico
misma manera.»
Encontramos, además, la flor de loto, propia también de la
India y Camboya, reptiles de cabeza humana, reptiles de fuego
(|son los dragones chinos! ), con muchísimas más figuras que tie-
nen correspondientes en toda Asia ( 1).
—
« Existen afinidades entre el arte de la antigua China y el de
—
la América noroccidental afirma Ivar Lissner , como la ico
nograf ía Chang y algunos sí mbolos de los mayas y los aztecas.
Pero, ¿ cómo puede explicarse la laguna temporal de dos o tres mil
-
a ños existente entre el antiqu ísimo arte de los bronces chinos, la
civilización maya del siglo iv y la azteca del siglo xiv despu és de
Jesucristo ? »
Cuando en la selva guatemalteca fueron descubiertas las ruinas
de la ciudad maya de Tikal, los investigadores se quedaron estu -
pefactos ante la presencia de pirámides muy empinadas ( una alcan -
za los 70 metros de altura, como una casa de cinco pisos ), que
nunca habían visto en otras partes de Amé rica.
En Amé rica , no, pero en Asia, sí: pirá mides id é nticas a las de
Tikal se encuentran en la metrópoli muerta de Angkor Vat.
En quién sabe cuál parte de Asia, además, nació la estela: a
través de vías ignoradas pasó a los egipcios, de los egipcios a los
griegos, a los romanos, destinada a perpetuar en piedra fechas y
acontecimientos importantes, proclamas y discursos de alcance
hist órico. Y la encontramos también en Simbabwe entre los Hsing
Nu, con los más antiguos habitantes de las ciudades muertas del
Próximo Oriente .
¿ No es acaso el maya « el pueblo de las estelas » ? Es como para
quedarse desconcertados ante tales monumentos..., y como para de -
jar que la mente insista cada vez más en las « hipótesis estelares ».
¿ En qué se inspiran esas columnas ? ¿ Acaso simbolizan las « rígi -
das serpientes relucientes » de las leyendas ? ¿ Astronaves ? Deten -
gá monos a contemplar la llamada « estela F» de Quirigu á , en Gua -
temala , y la idea nos tentará bastante más de lo que la ciencia
« oficial » considera l ícito.
« En muchos terrenos
— —
escribe Raymond Cartier los mayas
superan a griegos y romanos. Poseedores de profundos conocimien-
tos matemá ticos y astron ómicos, llevaron a una perfección minu -
ciosa la cronología y la ciencia del calendario, construyeron obser-
vatorios con c ú pula mejor orientados que el erigido en Par ís el
( 1 ) En Astronaves en la Prehistoria se ofrece una rica documentaci ón fo
.
togr á fica
-
Galeno de los danzantes »
de Monte Alb ón: los hom -
bres de rasgos felinos son
representados con indumen -
tos que semejan trajes as -
tron ómicos.
CONSTELACIONES EN LA SELVA
— —
Fueron los olmecas dice Pierre Honoré quienes introdujeron
el motivo del jaguar en Amé rica central.
Y escribe:
« .. . de ellos pasó a los mayas, a Uaxact ú n , a Teotihuacá n , a los
toltecas y a los aztecas. Nunca , sin embargo , domin ó ninguna cul -
tura como la de los olmecas. Éstos le subordinaron su arte de
modo tan imponente, que incluso se ha hablado de una " jaguar -
.
man ía" Configuraban rostros humanos cuya boca y nariz imitaban
el hocico del jaguar; encontramos todos los tipos, todas las fases
que pueden existir entre el hombre y la bestia. ¿Será n hombres
con rasgos animales o animales con rasgos humanos ?
•También en el viejo mundo hubo un pueblo acerca del cual
podemos hablar de una man ía aná loga : aunque aqu í no se tomó
como sí mbolo el jaguar , sino el leó n. Desde los tiempos más lejanos
conocemos las m áscaras leoninas de nuestras civilizaciones occi -
dentales , correspondientes, en principio, con las americanas. Y son
t ípicas de Creta.»
Sin embargo, tales representaciones, se encuentan en las mi -
tolog ías del mundo entero. Y volveremos a hallarlas continuando
nuestro viaje a través de la Am é rica precolombina . Los arqueólo -
gos sostienen , por lo general , que se trata de im á genes religiosas,
de deformaciones inspiradas en el culto del jaguar. Pero ha sido
observado que estatuas del mismo tipo tambi é n se encuentran en
lugares a cuyos habitantes les era totalmente ajeno un culto se -
mejante, y que a ú n hoy los ind ígenas de esas regiones, recordando
sin duda narraciones antiqu ísimas, hablan de los monumentos
como de figuraciones de « guerreros extranjeros » o de , mejor de -
finidos , « guerreros de la noche ». ¿ Otra alusi ón al espacio ? Quizá ,
porque algunas poblaciones descendientes de los olmecas se re -
fieren a los hombres- jaguar como « a los dioses llegados de la Luna ».
Innumerables referencias, como para inducirnos a las m á s ex
travagantes divagaciones, nos vienen de los mayas. Pero nos limita -
-
remos a repetir , para los « so ñ adores cósmicos » , los nombres de
tres jefes mitol ógicos entre los cuatro de los primeros clanes de
-
aquel pueblo: Balam Quiché, el « tigre de la sonrisa dulce » , Balam -
Ayab , el « tigre de la noche », e Iqui - Balam , el « tigre de la Luna ».
Otra vez la Luna , la noche..., ¿ y acaso ese « tigre de la sonrisa dul -
ce » no tiene resonancias asi á ticas ?
En realidad , el mismo atributo acompa ñó el nombre de varios
caudillos chinos y mongoles, y fue precisamente ese detalle lo
que indujo a los investigadores sovi é ticos a indagar acerca de
220 PETER KOLOSIMO
nuestros días hace falta una lupa para admirar esos trabajos en
toda su perfección art ística.
Tambié n la fabricación de los grá nulos fue durante mucho
tiempo un misterio: se trata de un procedimiento llamado preci
samente « granulación », descubierto de nuevo hace sólo algunos
-
a ñ os por la orfebre alemana Traskow. Esta t écnica es tan compli -
cada que los expertos nos aseguran que no pudo ser realizada por
varios pueblos, independiente el uno del otro.
A ñ adamos que los min ú sculos grá nulos han sido hallados tam
bié n en el antiguo mundo mediterrá neo, formando la melena de
-
un león de solamente un cent í metro y medio y las plumas y las
alas de un á nade de tres centímetros en Creta, las excrecencias
de un sapo de dos cent í metros y medio y las alas de una lechuza
de la homé rica Pilos, en Grecia. Trabajos del mismo tipo fueron
efectuados tambié n por los sumerios, los troyanos ( min ú sculas bol
sitas y zarcillos de oro ) y por los etruscos. Por lo tanto, a tenor de
-
los investigadores y de la lógica deberemos concluir que la técnica
de la « granulación » se propagó, de las gentes que la inventaron,
a todo el planeta.
A propósito de Troya , recordemos que su famoso descubridor,
el arqueólogo alemá n Heinrich Schliemann , encontró mascarillas
funerarias de oro en Micenas y en Crimea. Pero mascarillas muy
similares cubrían tambié n el rostro de faraones difuntos y de prín-
cipes americanos, no solamente en Palenque.
« Hace casi 400 a ñ os ¡scribe Pierre Honoré
— un grupo de
conquistadores se dirigía hacia el valle de Cauca ( Colombia sudoc
cidental ), conducido por Pedro de Heredia . Tambi é n él andaba a
-
la busca de viejos edificios y estatuas de dioses, pero sólo le val ían
si eran de oro.
« Adentrá ndose cada vez m á s en la regi ó n , la expedici ó n encon -
tró un antiguo pueblo indio regido por una mujer. Ella acogi ó con
benevolencia a los extranjeros y les ense ñó su palacio y el recinto
del templo , donde hab ía veinticuatro estatuas de dioses entera -
mente revestidas de oro. En el parque sagrado que rodeaba el
templo, los espa ñ oles vieron algo que les cort ó la respiraci ón: de
cada rama de los altos á rboles colgaban campanas de oro que
pesaban en total 683 kilos. Los conquistadores agradecieron la
hospitalidad robando todas las campanas , los revestimientos de las
estatuas y, encima , 1.366 kilos de oro de las tumbas de los prí n -
cipes.
»La expedició n duró casi nueve meses y el bot í n fue consido-
222 PfilEK KOLOSIMO
rabie: H redia arrambl ó con más de dos mil kilos de oro, en forma
^
de incomparables obras maestras art ísticas, todas las cuales aca -
baron fundidas.»
En tiempos posteriores fueron hallados en el valle de Cauca
objetos de admirable factura , hechos con un aleación de oro y
cobre: cascos, jarrones, frascos esplé ndidos, estatuitas de prí ncipes,
una de las cuales, de veinti ú n cent í metros de altura , que se con -
serva en el Museo de Amé rica de Madrid , tiene el rostro modelado
de forma que, al mirarlo, se tiene la neta impresión que se quiso
representarlo tocado con un casco transparente, completado con
auriculares: jun verdadero casco espacial!
V ínculos enigm á ticos unen quizá s a esas obras maestras con
otras bastante más antiguas, halladas en el jard í n de una villa de
Esmeraldas, en la costa septentrional del Ecuador. Se trata de una
colección de doce mil piezas, considerada la m á s valiosa del
mundo en sentido absoluto, y constituida por hachas, cetros, armas
y utensilios que no tiene parigual en el mundo. Tambié n hay , ade-
más, sellos similares a los que hasta hace poco tiempo los chinos
labraban en piedras nobles, y estatuitas representando a persona -
jes de facciones ligeramente orientales y con adornos muy pa-
recidos a los usados por los egipcios. Y hay un espejo fantá stico:
hecho de una gema verde de un di á metro de cinco cent í metros, re-
flejaba hasta los más m í nimos detalles.
Tres cosas de esa colecci ón dejan estupefactos: su edad ( que
debe de remontarse a casi 18.000 a ños ), su perfección y la extraor-
dinaria analogía que varias piezas muestran con los productos de
antiguas civilizaciones americanas, asiá ticas y mediterrá neas, pese
a no ofrecer relaciones espec íficas.
Encontramos en el valle de Cauca , estilizando centros , adornos
del tocado y otros detalles, la espiral , esa espiral que representa
otro apasionante problema , y que est á difundida en todo el mun -
do antiguo, desde Malta a Samarcanda , desde Amé rica a Asia ,
desde África a Europa.
« La espiral tiene un importante papel en la historia de los
tiempos antiguos. Montelius y Evans consideraban que tuvo origen
en Egipto durante la IV dinast ía ( hacia mediados del III milenio
antes de J.C. ), llegando a Creta más tarde, hacia el a ñ o 2000 antes
de J.C.
•Pero se la encuentra ya en 3000 antes de J .C., en el Danu -
bio y a fines de la edad paleol í tica en Moravia . Se la encuentra ,
grabada o pintada sobre piedras, en Amé rica , así como en tierras
TIERRA SIN TIEMPO 223
. .
V n u» Ombrr suite sfellc del mismo auto * í Tradurrl ón espa ñ ola : Som
las estrellas Colecci ó n « Otros Mundos » . Plaza & Janes.)
-
232 PETER K 0L0SLV10
"excremento” ».
Los asertos que se dicen sacados de manuscritos « secretos » de
Garcilaso de la Vega son, hasta aqu í, suficientemente fabulosos,
y la hipótesis que el señor Garc ía nos borda encima, soltando
at ómicas para formar un lago, no puede sino hacernos sonreí r pe-
nosamente. Pero lo m á s bueno viene luego, cuando ciencia-ficción
y pornograf ía se dan la mano para presentarnos un simpá tico cua-
drito de nuestro origen.
« En el terciario, hace casi cinco millones de a ñ os
— —
contin ú a
el espa ñ ol , cuando ningú n ser humano exist ía a ú n en nuestro
planeta , poblado solamente de animales fant ásticos, una astro-
nave reluciente como el oro vino a posarse en la isla del Sol del
lago Titicaca. De aquella aeronave bajó una mujer parecida a las
mujeres actuales en todo el cuerpo, desde los pies hasta los senos,
pero ten ía la cabeza de forma cónica, grandes orejas y manos
palmeadas de cuadro dedos.»
Aqu í es evidente el intento de dar una explicación a la extra ñ a
costumbre de los nobles incas de deformarse los ló bulos de las
orejas poni é ndose pesados zarcillos, a fin de pregonar su patri -
.
monio Precisamente por eso los espa ñ oles les endilgaron el apodo
de orejones: es, pues, m á s que lógico, que la atrevida astronauta
se llamase Orejona .
« Venia de Venus
— . —
nos informa el se ñor García , donde la
atm ósfera es casi an á loga a la de la Tierra Las manos palmeadas
indican que en su planeta de origen el agua exist ía en abundan -
cia y ten ía un papel primordial ( ? ) en los distintos aspectos de la
vida de los venusianos.
« Orejona caminaba en posici ó n vertical , como nosotros, estaba
dotada de inteligencia y ten ía indudablemente la intenci ó n de crear
una humanidad terr ícola , puesto que tuvo tratos con un tapir ,
animal gru ñ ente de cuatro patas. Y engendró varios ni ñ os.
« Aquella prole nacida de un cruce monstruoso ven ía al mundo
con dos mamas, con una inteligencia disminuida , pero los ó rganos
reproductores segu ían siendo los del tapir-cerdo. La raza quedaba
establecida .
« Un d ía , cumplida su misi ó n o quizá cansada de la Tierra y de-
seosa de volver a Venus, donde podr ía tener un marido hecho a
su imagen ( tras el deber , el placer , estamos tentados de comen
tar ) , Orejona levant ó el vuelo en una astronave. Sus hijos, a se-
-
guido, procrearon, sometié ndose sobre todo al sentido del padre
tapir , pero en la regi ón del Titicaca una tribu permanecida fiel a
234 PETER K0L0S1M0
de Orejona.
Si nos dejamos atraer por la sugestiva conjetura segú n la cual
correr
ía sangre de astronautas extraterrestres por nuestras venas,
podremos fijarnos con menos incredulidad en la tentativa de algu
nos cient íficos sovié ticos de dar a la historia de la Atl ántida un
-
preludio espacial .
—
Los primeros atlantes asegura Plató n
— habrían tenido un
origen y una sangre diferentes de los otros terr ícolas: Partiendo
de ello, en 1960 un grupo de cient í ficos rusos formul ó la hipó tesis
de que se trataba de hombres de color azulenco. Nuestros investi -
gadores se basaron tanto en las crónicas de Heródoto y del histo -
riador egipcio Manetho ( que vivió en el siglo m a. de J .C., y com -
puso en griego una Historia de Egipto, que desgraciadamente nos
ha llegado fragmentada , atenié ndose a las inscripciones de los an -
tiguos monumentos ), como en el « papiro de Turín » y en la « piedra
de Palermo ».
La colaboración de arqueólogos y bi ólogos llevó a considerar
bajo una luz nueva el color con que eran representadas las di -
vinidades egipcias. Si Ammón ( el « J ú piter del Nilo » ) y Shu , dios
del aire, estaban pintados de azul , Tot, el dios lunar , era configura-
do con un matiz resultante de una mezcla de azul claro con verde,
mientras que Osiris ( tutor, entre otras cosas, de la agricultura ) era
cabalmente verde.
Remitiéndose a los orígenes egipcios de la narraci ón de Plat ón
sobre el continente perdido y a las alusiones sobre la venida , en
tiempos antiqu ísimos, de atlantes a Á frica del Norte, los investiga -
dores soviéticos afirman que sería quizá posible identificar a los
dioses de los hijos del Nilo con representantes de una de las razas
que poblaron la tierra desaparecida.
Acaso, conjetura quien se ha dedicado a esos estudios, los per -
sonajes divinizados después como Amm ón y Shu no permanecie-
ron mucho junto al Nilo, al contrario que Tot y Osiris, quienes, a
causa de una prolongada exposici ón al Sol de Egipto , se tornaron
oliváceos: tal ser
ía, en realidad, el efecto de un fuerte bronceado
236 PETER KOLOSLMU
Los de crá neo aplastado nos plantean otro problema , por ahora
insoluble, en Venezuela. Cuando el profesor Reque ñ a halló en las
cercan ías del lago de Valencia ( o Tacarigua ), a una treintena de
kilómetros al sur de Caracas, el esqueleto de un hombre de cala -
vera aplastada, creyó que se trataba de un infeliz afectado de una
deformación congé nita; pero aquella hipó tesis se vino abajo con
el descubrimiento no solamente de otros crá neos iguales, sino de
restos de fetos que presentaban la misma deformaci ón .
Monumentos colosales, por ú ltimo, nos hablan de las « cabe -
zas puntiagudas » , insinuando incluso la sospecha de que sus art í -
fices poseían sentidos ignorados por nosotros.
Escriben Pauwels y Bergier: « Un amigo nuestro, el explorador
y fil ósofo peruano Daniel Ruzo, partió en 1952 para estudiar la
altiplanicie desé rtica de Marcahuasi , situada a 3.800 metros de
altitud al oeste de la cordillera andina. Ese altiplano sin vida , al
que sólo puede llegarse a lomos de mulo, mide tres kiló metros
cuadrados de superficie. Ruzo descubri ó en é l animales y rostros
humanos esculpidos en la roca y visibles tan sólo, por el juego de
luces y sombras , en el solsticio de est ío. Encontró im á genes de
animales de la era secundaria , como el estegosaurio, de leones,
tortugas y camellos, desconocidos en Amé rica del Sur ( no es exac
.
tamente así , porque se han hallado de éstos restos f ósiles ) Una
-
colina esculpida representa la cabeza de un anciano; el negativo
de la fotograf ía revela un joven rostro radiante. ¿ En el transcur -
so de qué rito de iniciaci ón pod ía ser hecho visible ? Determinar
su edad con el m é todo del "carbono 14" no ha sido a ú n posible,
porque no hay restos orgá nicos en el Marcahuasi ; los indicios geo-
lógicos hacen remontarla a la noche de los tiempos, y Ruzo pien -
sa que ese altiplano fue la cuna de la civilización misma , quizá
la m á s antigua del mundo.»
A propósito de las figuraciones que se vuelven visibles sólo en
determinadas condiciones de luz, observemos que tambié n Euro -
pa tiene las suyas y que otras muchas, probablemente, est á n por
descubrir.
TIERRA SIN TIEMPO 239
—
La Gorgona de Chavfn tiene facciones de jaguar: « pero en la
—
configuración de la boca, de los cabellos y de la nariz escribe
Honoré , recuerda las gorgonas de Siracusa ( boca , cabellos y
nariz son una copia casi id é ntica ), al extremo de que es dif ícil
no destacar una conexión entre ambas obras ».
Como conclusión de este capí tulo, estimamos oportuno recal-
car que si los desconocidos artistas se inspiraron de veras en mo-
delos vivientes, no es necesario en absoluto que los originales ha
yan sido semejantes a nosotros en el cuerpo, con la cabeza bes-
-
tial ( como el dios egipcio de los muertos ), o viceversa ( como los
centauros ). Pudieron haber sido criaturas completamente distin-
tas: para justificar las representaciones bastar ía que alguno de
sus rasgos recordase un animal conocido por nuestros remotos
antepasados .
Tratemos de explicamos mejor. Imaginemos un ser moviéndo-
se con una infinidad de tent á culos que aguanten una masa tal
como para hacer pensar de lejos en la cabeza de un felino: para
los observadores, aqu é l será un humano ( en tanto que inteligen -
te ), pero, al mismo tiempo, un animal ( a causa de su aspecto ),
por lo cual se representará en parte con el aspecto de la bestia
conocida que má s se aproxima a sus caracter ísticas. He aqu í có mo
podr ía ser esclarecido, por ejemplo, el nacimiento de la « Gorgona
de Chav ín » .
(1) .
V éase /Istrunaves en la Prchistarí a
19
(lí . .
V éase Astronaves en a Prehistoria
TIERRA SIN TIEMPO 243
dios, dio, dieu, etcétera ); ¡precisamente theos es Dios para las po-
blaciones establecidas a lo largo del Orinoco! Y era liñ os y teotl
para los antiguos mexicanos, teot en Nicaragua, ticsi en Perú , lien
en China, y dewan en lengua sánscrita.
Pero, ¿ qué dios era adorado en Tiahuanaco ?
Una de las puertas halladas en Puma Punku tiene una altura
de 61 cent ímetros y una anchura de 37. No puede, obviamente, per-
mitir el paso de un hombre. ¿ De quié n, entonces ? De un puma:
he aqu í al dios de la metrópolis sin edad , honrado en una forma
viviente, tomada , quizá, para representar simbólicamente a aque-
llos seres de facciones humanas y felinas que algunos pretenden
bajados de las estrellas.
Y el « dios- jaguar » domina también la celebé rrima Puerta del
Sol, apretando en las manos los sí mbolos del trueno y del rayo
( ¿ no trae a las mientes el « pá jaro de fuego », el « pá jaro tonante » ? )
en el centro de un friso donde se ven jaguares, cóndores y ser -
pientes, junto a extrañ os seres alados .
La Puerta del Sol es el mayor monolito esculpido de la Tie -
rra, formado por un solo bloque de tres metros de alto por dos
de ancho. Según Posnansky, se trataría de un misterioso instru
mento astronómico y, al mismo tiempo, de un calendario, cuya
-
construcción se remontaría al 16.° milenio antes de Jesucristo.
Y he aquí que interviene el profesor Alexander Kasanzev , qui-
zás estimulado por los investigadores que vieron en el monolito
justamente la representaci ón de una aleta de astronave. Kasanzev
no llega a tanto: concuerda, empero, con Posnansky en una afir -
mación , sosteniendo la existencia, entre los bajos relieves, de un
calendario que correspondería al a ño astronómico venusiano. Mu-
chos astrónomos ( y no sólo sovié ticos ) comparten su opinión: se
sabe, por lo dem á s, que numerosos pueblos de la Amé rica preco-
lombina usaban un calendario basado en las revoluciones efectua-
das durante el mismo período por la Tierra y por Venus en torno
al Sol, relación que se expresa en 8: 13 ( es decir, que la Tierra
lleva a cabo 8, mientras Venus cumple 13 ).
La adopción de tal calendario parece cuando menos miste -
riosa: es verdad que la « estrella blanca » puede impresionar la
fantas ía con su vivido resplandor, pero tambié n es verdad que
un cómputo del tiempo basado en ese planeta presupone cá lculos
harto complicados y que mucho m ás sencillo y racional se pre-
senta el calendario lunar, usado, ademá s, por todos los pueblos.
¿ Por qué, entonces, fue tomada por base Venus ?
250 PfiTER KOLOSIMO
—
Porque afirman quienes creen haber hallado en la interven
ción de estirpes extraterrestres la clave de muchos enigmas de
Venus llegaron los exploradores cósmicos que introdujeron aquel — -
calendario, para ellos absolutamente natural.
Y Kasanzev asegura, con Jirov y algunos cient íficos franceses,
que otros dibujos de la Puerta del Sol representarían escafandras
espaciales y motores de misiles completamente similares a los de
iones solares actualmente en estudio en los Estados Unidos.
Momias en el futuro
— —
En la isla del Sol, en el lago Titicaca dice la leyenda de los
orígenes incas , Manco Capac y su hermana Mama Odio vinie -
ron a la tierra. Luego, se encaminaron hacia el Norte, hasta que
encontraron la zona destinada por el dios Sol a su estirpe. All í
se detuvieron y fundaron el Imperio de Quechua.
El lugar en cuesti ón es Cuzco ( que significa « ombligo » ), « centro
de la Tierra », situada a 3.300 metros sobre el nivel del mar, en
un f é rtil y resguardado valle lateral del río Urumba. All í se alzó
la capital del Imperio, llamado Tahuantinsuyo o « de los cuatro
cantones », que se extend ía del sur de la actual Colombia al norte
de Argentina ; un largo y estrecho territorio, por tanto, limitado
a Occidente por el océano y a Oriente por la Amazonia , con sus
can í bales siempre en lucha con los lim í trofes.
Muy incierta es la fecha de nacimiento de aquel Imperio: al -
gunos suponen su origen en el 494, otros en el 565 , y otros en el
año 1130. En el siglo xvi, Tahuantinsuyo se derrumba bajo las ar
mas de los conquistadores, aunque muchos de sus centros, situa -
-
dos en inaccesibles mesetas de la Cordillera, sobreviven todav í a
largo tiempo.
Pero, indudablemente, existi ó un reino preincaica: un historia -
dor, en a ñ os de paciente labor, ha logrado establecer que al me -
nos 103 soberanos precedieron a Atahualpa , el ú ltimo rey inca , he-
cho asesinar por Pizarro en 1533, y que el principio de la historia
de aquellas gentes se fija en tiempos muy anteriores al diluvio.
Tales descubrimientos han hecho aflorar noticias en notorio
contraste con la afirmación segú n la cual los quechuas no ha -
17
— 2.764
258 PETER KOLOSIMO
— — escribe
Garcilaso consist ía sencillamente en sepultar los cad á veres en
la nieve... y a poner seguidamente el bet ú n del que habla el re-
verendo padre Acosta . A la vista de aquellos cuerpos, me dieron
ganas de tocar un dedo de Huayna-Capac. Me pareció el de una
persona viva ...»
Llevadas a Lima por los espa ñ oles, las momias se descompu -
sieron rá pidamente a causa del calor y la humedad , y tuvieron que
ser inhumadas. A ese respecto, recordemos que, en marzo de 1963,
la momia de la princesa egipcia Mene, muerte en 322 a. de J .C.,
hubo de ser trasladada urgentemente a una cá mara frigor í fica de
la Universidad de Oklahoma , precisamente porque se estaba des -
componiendo, y los biólogos hubieron de comprobar, con inimagi -
nable estupor, que los tejidos epiteliales estaban intactos.
Tampoco faltan en Am é rica recientes hallazgos de momias en
perfecto estado de conservaci ón. En 1953, un mulero chileno des -
cubri ó en un glaciar de los Andes un peque ñ o sarcófago que con -
ten ía el cad á ver momificado, intacto, de una muchacha inca , que
vivió hace unos 730 a ños, con numerosas estatuitas de oro macizo,
T1LRRA SIN TIEMPO 261
—
« Ciertas obras de irrigaci ón
—
escriben Pauwels y Bergier lle
vadas a cabo por las gentes preincaicas serían dif ícilmente reali
zables con nuestras turboperforadoras eléctricas. Pero, ¿ por qué
-
-
hombres que no se serv ían de la rueda construían enormes cal
zadas empedradas ? »
-
Los quechuas, efectivamente, no conocían la rueda ; no dispo
n ían tampoco, por tanto, de tornos elementales: sin embargo, su
-
alfarería es de la m ás bella del mundo. Excelentes tejedores, los
« hijos del Sol », por muy extra ño que parezca, no lucían ropas
fastuosas ni adornos y no usaban ningú n mueble: sus casas sola -
mente ten ían una hornacina que serv ía de despensa, armario, ar
cén y de escondrijo .
-
No porque no hubiesen podido concederse má s, versados y dies -
tros como eran en muchas artes, hasta dar origen a curiosas le
yendas.
-
Segú n el dichoso Beltrá n Garc ía , los orfebres de Lima se hi -
cieron, el siglo xvi, con algunos lingotes de oro puro, totalmente
similar al oro normal , pero caracterizado por una ley ni siquiera
equivalente a la mitad del rey de los metales que nosotros conoce -
mos ( 19,3 ). Los orfebres fundieron a una temperatura de 1.100 gra -
dos algunos collares incas y obtuvieron lingotes de una ley igual
mente bajísima ( 8-9 ).
-
El espa ñ ol afirma que los quechuas « sabían fabricar agua del
aire », pero de todas sus historias la ú nica cre íble es la que con-
cierne al famoso « Candelabro de los Andes ».
Al sur de Lima , en una pared rocosa roja sobre el mar, est á
profundamente grabado un tridente o candelabro de tres brazos,
de 250 metros de alto, visible desde m ás de veinte kilómetros de
distancia.
La opinión general es que se trata de un medidor de mareas
construido por los incas, pero la hipó tesis nos parece inaceptable,
dada la altura de la incisión. El hecho, además, de que se hayan
encontrado cables enganchados en la roca , nos induce a consi
derar sin demasiado escepticismo lo que Beltrá n Garc ía ( esta vez
-
abstenié ndose de recurrir a los « documentos secretos » ) escribe al
respecto:
« En la columna central estaba instalada una largu ísima soga
que servía de pé ndulo vertical y en los brazos exteriores pasaban
péndulos horizontales. En resumen , el conjunto , provisto de con-
trapesos, de escalas graduadas y de sogas corredizas en poleas,
constitu ía un gigantesco sism ógrafo de precisión , capaz de regis-
264 PBTER KOLOSIMO
Magia roja
.
Lo « Podra Pintada » descubierta por al profesor Homo!
Entrada a las cavernas se -
pulcrales de la « Pedro Pin-
-
tada » ( arriba ) , y un dol
men con pinturas del mis -
mo monumento.
-
Figuras de serpientes con vanas cabe
zas en Amazonia ( arriba ) y en Libe
.
rta ( abajo )
-
*
t
El
- disco do Paistos » .
.
Mu el continente
sumergido del Pa -
c í fico; la zona gris
indica sus proba -
bles limites.
TI OTIIlUAi AN
T ICOMAN )
• •1TEIOLCO
TI NA YUCA
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El antiguo México.
ITITLAN
ÍÍ Q >SlS
comeo HUACAN
c tmuiiino ® O IIAIiO
j
J 9
y XOCHIMIUO
TIERRA SIN TIEMPO 273
——
« Tanto si logramos penetrar en el corazó n de la selva y salir
de ésta , como si dejamos los huesos escribió el explorador antes
de su ú ltima e infortunada expedición , una cosa es cierta: la so
luci ón del enigma de la antigua Sudamérica, y quizá del entero
-
mundo prehist órico, puede ser hallada si se logra determinar la
ubicación de aquellas viejas ciudades y abrirlas a la ciencia .
»Sé que esas ciudades existen . .. , nunca he dudado ni un ins -
tante de su existencia . ¿ Cómo hubiese podido, si he visto perso-
nalmente una parte de uno de esos centros ? He aqu í la razón por
la cual me siento impelido a volver all á . Los restos parecen los
puestos avanzados de una de las mayores ciudades, que estoy segu -
ro se pueden hallar, con las dem ás, mediante una acció n de b ú s-
queda oportunamente organizada . Desgraciadamente, no consigo
18 - 2.764
274 PETER KOLOSIMO
los araucanos: los bereberes del norte de Africa y los vascos fran
ceses y españoles.
-
A propósito de estos últimos, es interesante observar que tex-
tos de los siglos xvi y xvn nos dicen que podían conversar con
indígenas de Sudamérica « cada cual en su propia lengua », ¡com
prendié ndose perfectamente!
-
Hyacinte de Clarency, además, en su Historia legendaria de la
Nueva Espa ñ a, escribe: « El bereber, el tamachek ( lengua de los
-
tuareg saharianos ), el éuskaro ( antiguo idioma vasco ) y ciertos vo
cablos del gá lico arcaico están innegablemente emparentados con
dialectos indios de la América septentrional y meridional.»
Asimismo, debemos recordar que en los mitos ibé ricos e irlan -
deses de una era remotísima se encuentra el recuerdo de una « tie -
.
rra feliz » llamada Hy Bresail o también O' Brasile Homet dice
haber descubierto en la isla de Corvo, Azores, un documento en
el cual se habla de una estatua ecuestre cuyo jinete indicaba con el
.
brazo « la dirección donde se halla el legendario Brasil » En algu
nos hallazgos efectuados en las mismas Azores y en las Canarias
-
( que habrían formado parte de dos sistemas monta ñosos de la
Atlántida ) muchos creen, por lo demás, ver claras relaciones con
.
la América central y meridional Y varios curiosos detalles má s
nos inducen a no cerrar este capí tulo sin una rá pida incursión en
el archipié lago situado a sólo ochenta kilómetros de las costas nor-
occidentales de Africa, pero que tiene caracteres f ísico-geográficos
totalmente diferentes a los del litoral.
—
observa Pierre Honoré es su estilo peculiar. Es exactamente
el mismo estilo que conocemos de Asia oriental . Puertas y venta
nas podr ían ser obra de un arquitecto indochino, tan precisa es
-
280 PETER K 0 L0S1A10
M ás allá de la Estigia
CRUCEROS IMPOSIBLES
Cananeos en Brasil
—
—
la « isla de Cronos » de la que habla Plutarco.
escribe el célebre historia
dor, aludiendo al océano Atlá ntico, en su obra De facie in orbe
Lunae est á situada Ogigia, la isla de Venus, la isla de Calipso.
-
Pero infinitamente más allá, hacia Occidente, surgen las tres islas
294 PETER KOLOSIMO
(1) .
Véase Astronaves en la Prehistoria
TIERRA SIN TIEMPO 295
agua para sí, ni aire para sí», sino una especie de « lengua de
.
mar.. donde están suspendidas tierra y agua y todas las cosas
.
que pertenecen al aire » Y Tácito comparte su parecer, observan-
do: « Desde la punta septentrional de Britania pod ía verse, en
lontananza, Thule. De todos modos, allí el mar sería muy duro
y difícilmente navegable.»
Muchísimos investigadores se han devanado los sesos en la ten-
tativa de descifrar la oscura expresión: « lengua de mar » y de
definir la naturaleza de la región explorada por Piteas: hay quien
habla de espesísima niebla , quien se inclina por masas de algas
o de medusas, quien piensa en el derretimiento de los hielos .
Y tambié n hay quien afirma que se trata de un resto de la Atlá n -
tida , permanecido durante milenios a flor de agua , reducido a una
vasta extensi ón pantanosa , y, por ú ltimo, tragado por las olas.
En efecto, el atlante de Ptolomeo, redactado en el siglo n an-
— —
tes de J.C., muestra a la Thyle Í nsula concordando con el aser
to de Tácito como una prolongación de Britania en dirección
Noroeste, mientras que ya no aparece en los mapas de la baja
-
Edad Media.
Ultima Thule.•• ¿ ú ltima esperanza de echar una ojeada m ás
all á de los salvajes colmilludos alineados en el horizonte de nues-
tro conocimiento para impedirnos un apasionante viaje hacia atrás
en el tiempo, siguiendo huellas menos vagas que las que hemos
podido indicar aqu í ?
— —
Sí y no. « Todos los sucesos hist óricos son inmortales deci-
mos con Ivar Lissner . Pueden obrar en nosotros, invisibles, des-
conocidos, insospechados. Una civilización "pasada" puede dor-
mir, a veces, puede soñar en el mar infinito de sus milenios y
de sus recuerdos. Puede quedar sepultada , aplastada bajo ingen-
tes masas de tierra y de rocas. Y, sin embargo, est á en nosotros,
aunque sus restos materiales no hayan sido a ú n descubiertos , aun-
que est é n escondidos, distantes. Todas las culturas de en tiempos
viven en nosotros, y nosotros vivimos sorprendentemente enraiza-
dos en lo hondo de remotas, enigmá ticas civilizaciones que deben
ser, sin embargo, despertadas de continuo, pues tienen la rara
tendencia a callar con frecuencia y as í a enga ñ arnos, como si ya
no estuviesen entre nosotros y en nosotros. Pero una vez llama -
das al mundo, vuelven a actuar. Un recuerdo, un hallazgo, nos
advierten repentinamente de su t á cita presencia. Y entonces nos
asalta una extra ña sensación , como si quisi ésemos llorar por algo
que tenemos muy cerca y que hemos perdido.»
TITULOS APARECIDOS
L. Pauwels y J. Bergier
EL RETORNO DE LOS BRUJOS Gérard de Séde
-
¿Desaparecieron civilizaciones técnicas en épo EL TESORO C ÁTARO
cas Inmemoriales ? ¿Ser á la sociedad secreta M nt»4flur;
Del oro de Delfos a las ruinas de herej
el sistema de gobierno del futuro? ¿Existen
puertas abiertas o universos paralelos? ¿Deri
varnos hacia una suprahumanldad ? Una visión
- la sangrienta cruzada contra una
.
aún subsiste ¿Por qué untaban en engua
creta » los trovadoros modlovalos? Edici
.°
ó
í a que
se -
n Mus-
. -
fant á stica do la realidad posada y futura Edi trado.
ción Ilustrada .
Fulcanelli Hadé s
¿ QUÉ OCURRIRA MA Ñ ANA ?
EL MISTERIO DE LAS
Europa, el mundo, nuestro destino vistos por la
CATEDRALES .
astrologí a Retrato astrol ógico do los Jefes na -
zis. la trágica muerte de Kennedy. El fin de
•Un libro extraño y admirable. Manifiesta una
sabidur í a extraordinaria y conocemos a mas de
.
lo Monarquía Inglesa La revoluci ón en Italia .
un hombre de elevado espíritu que venera el
nombre logendarlo de Fulcanelli.» ( L. Pauwels y
J Bergier en El retorno de los brujos ) » la B Peter Koloslnio
. .
persona quo se ocult ó, o se oculta aún tras.
el nombro de Fulcanelli , es el más cé lebre y
EN LAS ESTRELLAS
SOMBRAS
único alquimista vordadero de oste siglo en
. .
Los misterios del Cosmos Los secretos espa- .
que el átomo es rey » (Initiation ot Science )
Edici ón Ilustrada . ciales alemanes. Las Intrigas de la astronáuti
ca soviética y amorlcann. ¿Est án habitados los
-
otros mundos ? Toda le verdad sobre ol enigma
Jacques A . Mauduit
de loa platillos velantes .
EN LAS FRONTERAS Hans Herlln
DE LO IRRACIONAL EL MUNDO DE LO
Tradiciones milenarias han aportado el eco de — -
-
ULTR ASENSORIAL
.
formado y a veces ridículo— de ciertos pode
ros quo la ciencia negó en un momento dudo,
pero que la ciencia actual, má s libre, empieza
Un estudio cautoloso do los poderes ocultos
del ser humano: hipnosis, ospirltlsmo, teleci -
a considerar sin prevenciones .
Ciencias que por fin empiezan a encontrar su
nesis
ubicación en ol pensamiento actual. Telepatí a,
clarividencia , quiromancia y cartomancia, aluci
naciones yoga.. .. - Louis Charpentier
EL ENIGMA DE LA CATEDRAL
John G. Fuller DE CHARTRES
EL VIAJE INTERRUMPIDO .
Un hombre Interroga a una catedral Y la ca-
tedral responde. Y todo el misterio de un saber
¿Dos horas a bordo do un platillo volante ? El .
perdido se desvela poco a poco Un libro que
Increí ble relato, que la Prensa mundial ha di
.
vulgado do un matrimonio americano somotldo - lleva al loctor a las fuentes profundos de un
saber « divino » y desemboca en unas conduelo*
a suoño hipnótico y quo explica sus experien -
.
cias Edición Ilustrada . .
tórlco y hermético Edici ón ilustrada .
nas sorprendentes desdo ol punto do vista hie -
Raymond de Becker tí ficos ? Un Interesantí simo estudio del desarro
llo de « a astrologfa, desde le antigü edad hasta -
LAS MAQUINACIONES los descubrimientos má s recientes, que abre
DE LA NOCHE ante nosotros un nuevo campo da exploración .
. Peter Koloslmo
.
El sue ño en la Historio y la historia del suelto
Freud no lo dijo todo
NO ES TERRESTRE
Víctor Colmenarejo Huellas misteriosas, objetos no Identificados,
TEOR Í A DEL SUPERHOMBRE presencias Inquietantes, mitos ...
Por el autor
Josane Charpentier
EL LIBRO DE LAS PROFECIAS Peter Kolosimo
« CIUDADANOS DE LAS
LA profec í a en la Historia. Lo Gran Pirámide.
Israel. El Apocalipsis. San Maloquí as. Nostra - TINIEBLAS
.
domus Profecías marianas. Edgar Cayce . La
Parusla El Anticrlsto... Voces del pasado, imágenes del futuro, pode
--
res Invisibles capaces de mover objetos o dis
tancia Los fenómenos má s desconcertantes,
explicados por primera vez u la luz de la
Jacques Caries y Michel Granger Clónela.
LA ALQUIMIA ,
¿ SUPERCIENCIA Belline
EXTRATERRESTRE ? EL TERCER O ÍDO
Los secretos do la energí a y de la materia,
Impresionantes experiencias de comunicación de
¿habían sido ya descubiertos en otros puntos
del espacio o del tiempo? un padre con su hijo. .. .
desdo el más allá Edi -
.
ción iiustrada
Paul Po éson
Rainer Erler
EL TESTAMENTO DE NOÉ
LA DELEGACIÓN
Partiendo do les medidas del Arca bí blica, el
autor expone toda una teor í a de simbolismos, Aquel corresponsal de Televisi ón, ¿ sucumbió
que pueden Interpretarse para deducir el paso
do y el futuro. Edición Ilustrada. - ZZZZJ do algún occidente, o fue victima
causa
unos seres extraterrestres ?
do
Jacques Sadou! Daniel Ruzo
EL GRAN ARTE DE LA EL TESTAMENTO AUTÉNTICO
ALQUIMIA DE NOSTRADAMUS
Desde la alquimia china, iegipcia, alejandrina Concienzuda Investigació n del testamento do
y ¿rabo, hasta la contempor.
.
. .
.
.
ánea El aímbolle - Nostradamus en su texto auténtico y literal,
1
.
deslindando lo apócrifo de lo verdadeero Edl*
mo hermético Edición Ilustrada
.
clón Ilustrada
--
Inexplicables desapariciones de barcos, avio
(La Atlántica de
Cristóbal Colón)
.
nes Individuos e Incluso destacamentos mili
..
tares enteros. ¿Acaso somos gobernados por
seres extraterrestres ?
La Historia, ¿empezó en Blmlnl ? Es posible .
.
Mas por lo menos, una cosa es cierta: no
.
se Inició en Sumer Edición Ilustrada . Hadés
EL UNIVERSO DE LA
ASTROLOGIA
Philipp Vandenberg
Las bases de la Astrologia y las relaciones
LA MALDICIÓN DE LOS entre microcosmos y macrocosmos .
FARAONES Marcel Moreau
El milenario mito, a la luz de la Ciencia Una . LAS CIVILIZACIONES
nueve aventura de la Arqueologí a . DE LAS ESTRELLAS
M. Gauquelin y J. Sadoul Los megalltos reproducen el sistema de las
constelaciones, para establecer las relaciones
LA ASTROLOGIA, AYER Y HOY entre el Cielo y la Tierra .
El origen sagrado de fa Astrologfa; sus apli Julius Evola
- EL
caciones a la previsión del porvenir; el Zodiaco
y sus signos, con sus sentidos mitológicos y
MISTERIO DEL GRIAL
.
astrológicos Profundo y documentado estudio del signifi -
cado que tuvo la aparición de las leyendas
del Qrlal en el Medievo de Occidente .
Alan y Sally Landsburg
J. J. Benítez
EN BUSCA DE ANTIGUOS EXISTIÓ OTRA HUMANIDAD
MISTERIOS
Por primera vez, el hombre ha encontrado la
¿Tuvo el hombre su origen en la Tierra, o fue má s asombrosa prueba de que no ha sido el
.
enviado aquí desde otros mundos ? Edición Ilus
trada - .
primero sobre la Tierra Otra civilización so
extendió ya por el Planeta en Eras remotas .
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I
la
al
te