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Atender pacientes teniendo en cuenta “pasos a seguir” no es hacer clínica. Clínica se refiere al saber
que se produce a posteriori de esa experiencia, proceso de interrogación y no de aplicación de conocimiento.
La clínica es el conjunto de construcciones que estructura la experiencia analítica y hacen que la misma tenga
lugar en la práctica discursiva. Clínica (reflexión del acto) como construcción simbólica de una experiencia
(acto analítico) que es de lenguaje, surge a partir de un padecimiento.
Todos los intentos por resolver los problemas del sueño se iniciaban en su contenido manifiesto, tal
como lo presenta el recuerdo, y a partir de él se empeñaban en obtener la interpretación del sueño.
Somos los únicos que abordamos otra explicación: nuestro estudio incluye un nuevo material psíquico,
el contenido latente o pensamientos del sueño, despejados por nuestro procedimiento. Desde ellos
desarrollamos la solución del sueño. La Originalidad del método: la interpretación se efectúa desde el
contenido latente y no desde el manifiesto.
PREMISAS
Debo advertir que mis dos supuestos no son de igual valor. La primera es la que queremos demostrar
con el resultado de nuestro trabajo; la segunda fue demostrada ya en otro ámbito: el de los fenómenos
hipnóticos: si un hombre era puesto en estado de sonambulismo y después de hacerle vivenciar
alucinatoriamente toda clase de cosas se le despertaba, parecía, al principio, no saber nada de lo ocurrido;
pero al insistir, al asegurarle que lo sabía, que tenía que recordarlo, el hombre empezaba a recobrarlo, y el
recuerdo se hacía cada vez más nítido.
Puesto que al final sabía y entretanto no había averiguado nada de otro lado, esta justificado inferir
que también antes tenía el saber de esos recuerdo, solo que le eran INACCESIBLES, él no sabía que los sabia,
creía que no los sabia. El mismo caso hemos conjeturado en el soñante.
Existe un nítido parentesco entre el estado hipnótico y el estado del dormir, que es la condición de
soñar: la hipnosis ordena un dormir artificial, y las sugestiones que le hacemos son comparables a los sueños
del dormir natural. Las situaciones psíquicas son análogas. En el dormir natural, retiramos nuestro interés de
todo el mundo exterior; en el estado hipnótico también, pero con excepción de una persona, la que nos ha
hipnotizado, con la cual permanecemos en rapport.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
Entonces, es muy probable que el soñante tenga un saber sobre su sueño; se trata únicamente de
posibilitarle que descubra su saber y nos lo comunique. No le pedimos que nos diga enseguida el sentido de
su sueño, pero el origen de éste, el círculo de pensamientos y de intereses del que proviene, podrá descubrirlo.
Nuestra TÉCNICA para el sueño es muy simple: le preguntaremos por el modo en que ha llegado al
sueño y lo que él inmediatamente enuncia deberá considerarse como esclarecimiento. Pasamos por alto la
diferencia entre que “crea saber algo” o “no lo crea”.
Nuestra TÉCNICA: les propongo que descompongamos el sueño en sus elementos y abordemos la
indagación para cada uno de ellos por separado: así quedará establecida la analogía con las operaciones
fallidas.
Podrán decir ustedes que aquel a quien se pregunta por los elementos oníricos singulares pueden
responder que no se les ocurre nada. Hay casos en los que daremos por buena esta respuesta; ¿qué casos? Se
trata de los casos en que nosotros mismos, los intérpretes, podemos tener determinadas ocurrencias.
Pero en general contradiremos al soñante, le aseguraremos que tiene que tener una ocurrencia y la
obtendremos. El ofrecerá una ocurrencia, cualquier ocurrencia, no nos importa cuál; ciertas informaciones,
que podemos llamar históricas, las comunicará con particular facilidad.
Y de esta manera notaremos que los anudamientos de los sueños a impresiones de los últimos días
son mucho más frecuentes de lo que habíamos creído inicialmente. Por fin, a partir del sueño el soñante se
acordará de acontecimientos lejanos, y eventualmente incluso de un pasado remoto.
Ustedes comenten un grave error cuando opinan que es arbitrario suponer que la ocurrencia inmediata
del soñante por fuerza ofrece lo buscado o lleva a ello, pues podría ser caprichosa y descolgada. Existe en
ustedes una creencia en la libertad y la arbitrariedad psíquicas, creencia acientífica y que debe ceder ante el
reclamo de un determinismo que gobierne también la vida anímica.
Si al preguntado se le ocurre esto y no otra cosa, les ruego que lo respeten como a un hecho. Puede
demostrarse que la ocurrencia que el preguntado produce no es arbitraria ni indeterminada, no está
desconectada de lo que nosotros buscamos. (Sobredeterminación psíquica)
Cuando exhorto a alguien a decir lo que se le ocurre sobre un elemento determinado del sueño, le
estoy pidiendo que se abandone a la asociación libre reteniendo una representación de partida. Esto exige
una actitud particular de atención, totalmente diversa de la requerida en el caso de la reflexión, y que excluye a
ésta.
Existe un grado mayor de libertad de asociación cuando abandono esta representación de partida y
establezco que la ocurrencia libre debe consistir, por ejemplo, en un nombre propio o en un número. Esta
ocurrencia tendría que ser aún más arbitraria que la utilizada en nuestra técnica.
No obstante, puede demostrarse que en todos los casos está estrictamente determinada por
importantes actitudes anteriores; ellas no son conocidas en el momento en que producen sus efectos.
Se procede del siguiente modo: se evocan asociaciones urdidas con el nombre que emergió; ellas ya no
son del todo libres, sino que, como en el caso de las ocurrencias sobre los elementos oníricos, quedan desde
ese momento ligadas. Y esto se prosigue hasta que se agota la impulsión que lleva a producirlas.
De igual modo, ciertas melodías que se nos ocurren de improviso resultan condicionadas por un
itinerario de pensamientos al que pertenecen y que tiene una razón para ocuparnos sin que nosotros sepamos
nada de esa actividad. Es fácilmente demostrable que el vínculo con la melodía se anuda a su texto o a su
origen.
Sí las ocurrencias que emergen de manera enteramente libre, están condicionadas de ese modo y se
insertan dentro de un contexto determinado, con derecho inferiremos que ocurrencias con una ligazón única, a
saber, la ligazón con una representación de partida, no pueden estar menos condicionadas. La indagación
muestra que además de la ligazón que les procuramos mediante la representación de partida, puede
reconocerse una segunda dependencia: respecto de círculos de pensamiento y de interés de alto contenido
afectivo; vale decir, de complejos, cuya participación no es conocida en el momento, y es, por lo tanto,
inconciente.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
Ahora admitimos que las ocurrencias libres están determinadas y no son arbitrarias como habíamos
creído. Lo aceptamos también respecto de las ocurrencias sobre los elementos del sueño.
Podrían objetar que la ocurrencia sobre el elemento onírico estará determinada por el trasfondo
psíquico de ese mismo elemento, el cual no nos es conocido; no nos parece demostrado. Estaríamos
dispuestos a esperar que la ocurrencia sobre el elemento onírico resultara determinada por uno delos
complejos del soñante, pero, ¿de qué nos vale eso?, no nos lleva a la comprensión del sueño, sino, como el
experimento de la asociación, al conocimiento de dichos complejos, ¿y qué tienen que ver estos con el sueño?
Es cierto, pero descuidan ustedes un factor: en el sueño, la palabra-estímulo es sustituida por algo que
a su vez proviene de la vida anímica del soñante, de fuentes para él desconocidas, y por tanto, muy fácilmente
podría ser “retoño de un complejo”. Por eso no es fantástica la expectativa de que también las ocurrencias
que siguen anudándose a los elementos del sueño este a su vez determinadas por el mismo complejo que el
elemento y, además, hayan de llevar al descubrimiento de este.
Lo mismo ocurre respecto del olvido de nombres propios, solo que en él se reúne en una sola persona
lo que en la interpretación de los sueños se distribuye en dos.
Cuando he olvidado temporariamente un nombre propio, tengo en mi interior la certeza de que sé ese
nombre; una certeza que en el caso del soñante sólo pudimos alcanzar por el desvío del experimento de la
representación de partida.
El nombre olvidado, y no obstante sabido, me es inaccesible. La reflexión, aun la más empeñosa, de
nada me vale. Pero, en todos los casos, en lugar del nombre olvidado, puedo hacer que se me ocurran
espontáneamente uno o varios nombres sustitutivos; solo después de que se me han ocurrido
espontáneamente uno de estos, se hace evidente la concordancia de tal situación con el análisis de sueños.
El elemento onírico tampoco es el justo: no es más que un sustituto de otro, el genuino, que yo no
conozco y debo descubrir mediante el análisis del sueño.
También en el olvido de nombres propios hay un camino que lleva al elemento genuino que es
inconciente, al nombre olvidado. Si dirijo mi atención a estos nombres sustitutivos y hago que acudan
ulteriores ocurrencias sobre ellos, tras desvíos más breves o más largos llego al nombre olvidado y descubro
que los nombres sustitutivos espontáneos, así como los evocados por mí, mantenían un vínculo con el
olvidado, estaban determinados por él. Los nombres sustitutivos han partido, en efecto, del olvidado.
Lo que es posible en el caso del olvido de nombres propios tiene que poder lograrse también en la
interpretación de los sueños, a saber: VOLVER ACCESIBLE LO GENUINO RETENIDO, MEDIANTE ASOCIACIONES
ANUDADAS A PARTIR DE UN SUSTITUTO. Podemos suponer que las asociaciones sobre el elemento onírico
estarán determinadas por este último cuanto por lo genuino inconciente que le corresponde.
La clínica aspira a comprender los fenómenos, construir un saber a partir de la experiencia. Todo
síntoma por más que no se lo comprenda, tiene un sentido. Funciona como un S1 aislado donde suponemos
que se trata de un significante que es una operación y significación del paciente. El sujeto sabe, aunque crea
no saberlo, es un saber inconciente, sobredeterminado.
La Psicología se constituye como ciencia cuando la relatividad de su objeto es planteada por Freud, si
bien restringida a los hechos del deseo.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
CRÍTICA DEL ASOCIACIONISMO
La Psicología que se pretendía científica a fines del siglo XIX y que, tanto por su aparato de objetividad
como por su profesión de materialismo, lo imponía incluso a adversarios, le faltaba ser positiva, lo que excluye
por su base tanto la objetividad como el materialismo.
Puede mantenerse que esta Psicología se funda sobre una concepción llamada ASOCIACIONISTA del
psiquismo, no tanto porque la formule en doctrina, sino por cuanto recibe (y como datos del sentido común)
una serie de postulados que determinan los problemas en su posición misma. Los marcos en que clasifica los
fenómenos en sensaciones, percepciones, imágenes, creencias, operaciones lógicas, juicios, etc., son tomados
en préstamo tal cual a la Psicología Escolástica, que a su vez los había recibido de la Filosofía.
Es preciso reconocer que estos marcos, lejos de haber sido forjados para una concepción objetiva de la
realidad psíquica, no son sino los productos de una especie de erosión conceptual en la que se reinscriben las
vicisitudes de un esfuerzo especifico que empuja al hombre a buscar para su propio conocimiento una garantía
de verdad: garantía que, como se ve, es trascendente por su posición y lo sigue siendo en su forma.
El Asociacionismo revela sus implicaciones metafísicas: la teoría asociacionista está dominada por la
función de lo verdadero. Esta teoría está fundada en dos conceptos: uno mecanicista, cual es el del engrama;
otro falazmente tenido por dato de la experiencia, esto es, el de la vinculación asociativa del fenómeno
mental.
El concepto de la vinculación asociativa está fundado en la experiencia de las reacciones del viviente,
pero se extiende a los fenómenos mentales, sin que se critiquen en modo alguno las peticiones de principios,
tomadas de los datos psíquicos, en particular la que supone dada la forma mental de la similitud.
A los fenómenos psíquicos no se les reconoce realidad propia alguna: aquellos que no pertenecen a la
realidad verdadera sólo tienen una realidad ilusoria. La realidad verdadera está constituida por el sistema de
las referencias válido para la ciencia ya establecida, o sea, de los mecanismos tangibles para las ciencias físicas,
a lo cual se añaden motivaciones utilitarias para las ciencias naturales.
El papel de la Psicología no es otro que el de reducir a este sistema los fenómenos psíquicos y verificarlo
gracias a la determinación, por él, de sus fenómenos mismos que constituyen su conocimiento. En la medida
en que es función de esta verdad, no es una ciencia esta Psicología. Pero la verdad en su valor específico
permanece extraña al orden de la ciencia. De ningún modo puede identificarla como su fin propio.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
La actitud común a toda una cultura ha guiado la abstracción de los doctos: tanto para el enfermo
como para el médico, la Psicología es el campo de lo “imaginario”, en el sentido de ilusorio; lo que tiene, pues,
una significación real, el síntoma por consiguiente, sólo puede ser psicológico “en apariencia”.
Freud comprende que esa elección misma le hace perder todo su valor al testimonio del enfermo. Si se
desea reconocer una realidad propia a las reacciones psíquicas, no hay que comenzar por elegir entre estas:
hay que comenzar por no elegir. A fin de medir su eficacia, hay que respetar su sucesión. Y no se trata de
restituir la cadena gracias al relato; pero el momento mismo del testimonio puede constituir un fragmento
significativo, con tal que se exija la totalidad de su texto y se libere a éste de las cadenas del relato.
De ese modo se constituye la EXPERIENCIA ANALÍTICA.
Su primera condición se formula en una LEY DE NO OMISIÓN, que promueve al nivel del interés,
reservado a lo notable, ( a decirlo todo) lo cotidiano y lo ordinario, ley que es, no obstante, incompleta sin una
segunda, esto es, la LEY DE NO SISTEMATIZACIÓN, que concede, al plantear la incoherencia como condición
de la experiencia, una presunción de significación a todo un desecho de la vida mental, es decir, no solo a las
representaciones cuyo sinsentido es lo único que ve la Psicología de escuela: libreto del sueño,
presentimientos, fantasías de la ensoñación, delirios confusos o lúcidos, sino también a esos fenómenos que
por el hecho de ser completamente negativos carecen de “estado civil”: lapsus del lenguaje y fallas de la
acción.
Ambas REGLAS de la experiencia, aparecen formuladas por Freud en una sola: LEY DE LA ASOCIACIÓN
LIBRE.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
Observemos que esas relaciones, ofrecidas por la experiencia para la profundización fenomenológica, son
ricas en directivas para toda teoría de la “conciencia”, especialmente mórbida, y que su reconocimiento
incompleto vuelve caducas a casi todas estas teorías.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
suspender este, comprende el sentido del discurso. Entonces reconoce allí una intención entre aquellas q
representan cierta tensión de la relación social.
El oyente entra como interlocutor.
El analista opera en los dos registros de la elucidación intelectual, por la interpretación, y de la maniobra
afectiva, por la transferencia; pero fijar sus tiempos es asunto de la técnica, q los define en función de las
reacciones del sujeto, y regular su velocidad es asunto del tacto, merced al cual el analista advierte el ritmo de
estas reacciones. A medida que el sujeto prosigue la experiencia y el proceso vivido en que se reconstituye la
imagen, la conducta deja de imitar la sugestión, los recuerdos recuperan su densidad real, y el analista ve el fin
de su poder, inútil de allí en adelante debido al fin de los síntomas y a la consumación de la personalidad.
El lugar del oyente resulta crucial en tanto busca suspender la cadena significante para que advenga otra
que le es propia al sujeto. Se trata de dejar vacante el lugar del sentido.
Como concepto energético, la libido solo es la notación simbólica de la equivalencia entre los
dinamismos que las imágenes invisten en el comportamiento. Es la condición misma de la identificación
simbólica y la entidad esencial del orden racional, sin las cuales ninguna ciencia podría constituirse. Gracias a
esta notación, la eficiencia de las imágenes, todavía sin relación posible con una unidad de medida, pero
provista ya de un signo positivo o negativo, se puede expresar por el equilibrio que aquellas logran y, de alguna
manera, por un método de doble pesada.
Con empleo tal, la noción de libido ya no es metapsicológica: es el instrumento de un progreso de la
Psicología hacia un saber positivo.
Se han introducido los elementos de una determinación positiva entre las realidades psíquicas, a las que
una definición relativista ha permitido objetivas. Esta determinación es dinámica, o relativa a los hechos del
deseo.
Por un lado, se ha logrado establecer una escala de la constitución en el hombre de los objetos de su
interés; por otra parte, se ha definido una distribución de lo que podríamos llamar los puestos imaginarios que
constituyen la personalidad, puestos que se distribuyen y en lo que se componen, según sus tipos, las imágenes
como informadoras del desarrollo: con el ello, el yo y la instancia arcaica y secundaria del superyó.
Dos interrogantes se plantean; ¿cómo se constituye, a través de las imágenes (objetos de interés), esa
realidad en la que concuerda universalmente el conocimiento del hombre?, y ¿cómo, a través de las
identificaciones típicas del sujeto, se constituye el yo (je), en el que aquel se reconoce?
Freud responde a ambas preguntas pasando nuevamente al terreno metapsicológico. Propone un
“principio de realidad”.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
¿Qué quiere decir libertad de asociación? - Cuando uno especula al contrario sobre esto, que la asociación
no es en absoluto libre.
¿Qué quiere decir el inconciente? ¿Sino que las asociaciones son necesarias? – Lo dicho no se asocia a la
aventura. Es con lo cual nosotros contamos, lo que después de todo es concebible, pero no es ciertamente por
estar disociado que el libre. Nada más necesario que el estado de disociación cuando uno se lo imagina
comandar lo que se llama la relación con el exterior.
Se desea que este exterior sea un mundo. Pues la presuposición del mundo no está del todo fundada; el
mundo está más cosmografiado de lo que se piensa.
El cosmos es lo que es bello. ¿Es lo que está hecho bello por quién? – En principio por eso que llamamos
La Razón.
Pero La razón no tiene nada que ver en el “hacer bello”, que es un asunto ligado a la idea de cuerpo
glorioso, la cual se imagina lo simbólico abatido sobre lo imaginario.
Pero es un corto-circuito.
Hay que cliniquear. Es decir, acostarse. La clínica siempre está ligada a la cama- se va a ver a alguien
acostado. Y no se ha encontrado nada mejor que hacer acostar a los que se ofrecen al Psicoanálisis, con la
esperanza de sacar un beneficio, el cual hay que decirlo, no está marcado desde antes.
Es cierto que el hombre no piensa de la misma manera acostado que parado, no sería esto por el hecho
de que es en posición acostada que hace muchas cosas, el amor en particular, y el amor lo lleva a toda clase
de declaraciones. En la posición acostada el hombre tiene la ilusión de decir algo que merezca decirse, es
decir, que importe en lo real.
La clínica psicoanalítica consiste en el discernimiento de cosas que importan y que serán masivas desde
que se haya tomado conciencia.
La inconciencia en que se está en relación a las cosas que importan, no tiene absolutamente nada que ver
con el inconciente (en el sentido de malentendido). No es suficiente de ningún modo que uno tenga sospecha
de su inconciente para que él regule. Esto tampoco quiere decir que el inconciente nos guie bien.
¿Un malentendido tiene necesidad de ser explicado? - Ciertamente, no. Simplemente el Psicoanálisis
supone que nosotros estamos advertidos del hecho de que un malentendido es siempre de orden significante.
Un significante es siempre de un orden más complicado que un simple signo. No es porque un significante
se escribe en signo que es menos verdadero – una flecha, por ejemplo, designando la orientación, es un signo,
pero no es un significante. Escribiéndose un significante se reduce en el alcance de lo que él significa. Lo que
él significa tiene efecto.
El significante no significa absolutamente nada. Es así que Saussure explicó la cosa – el habló de
arbitrario, y en efecto, no hay ninguna clase de nexo entre un significante y un significado. Hay solamente una
especie de depósito, de cristalización que se hace y que se puede calificar de arbitraria tanto como de
necesaria. Lo que es necesario es que la palabra tenga un uso y que este uso esté cristalizado por este braceo
que es el nacimiento de una nueva lengua.
Es un hecho que hay eso que, tomando un término de Freud, llamo condensación.
Lo que es curioso es que la condensación deje el lugar al desplazamiento. Lo que es contiguo no elimina
el deslizamiento, es decir, la continuidad.
La palabra tiene un uso y ese uso se va cristalizando pero siempre conserva la condensación que permite
el desplazamiento.
La lengua, cualquiera que sea, es de chicle.
Lo inaudito es que ella conserve sus trucos. Se han vuelto indefinibles por el hecho de lo que se llama
lenguaje, y es por lo que me he permitido decir que el inconciente esta estructurado como un lenguaje.
El inconciente pues no es de Freud, es de Lacan. Ello no impide que el campo sea freudiano.
El sueño difiere (de diferenciar) de manera no manifiesta ciertamente, y del todo enigmática, lo que hay
que denominar una demanda y un deseo.
El sueño demanda cosas.
Para cada uno, no se sabe por qué vía, algo camina de estos primeros propósitos oídos, que hace que
cada uno tenga su inconciente.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA
Freud tenía razón, pero no puede decirse que el inconciente haya sido verdaderamente aislado por él,
aislado como yo lo hago por la función que llamé de lo simbólico, y que está puntuando en la noción de
significante.
Hay que definir - ¿el inconciente es, si o no, lo que llamé, en la ocasión, el bla-bla?
Es difícil de negar que Freud a lo largo de la “Interpretación de los sueños” no hable más que de palabras,
de palabras que se traducen. No hay más que lenguaje en esta elucubración del inconciente. Freud llega a
preguntarse si el sueño tiene una manera de expresar la negación; él dice en principio que no, tratándose de
relaciones lógicas, y dice después que el sueño encuentra, sin embargo, un truco para designar la negación. ¿El
no en el sueño existe?, pregunta que Freud deja en suspenso.
El Psicoanálisis, como todas las otras actividades humanas, participa incontestablemente del abuso: se
hace como si se supiera algo.
No es, no obstante, tan seguro que la hipótesis del inconciente tenga más peso que la existencia del
lenguaje.
LA CLÍNICA ES “LO REAL EN TANTO QUE ES LO IMPOSIBLE DE SOPORTAR”.
Lo más asombroso es que Freud no creyó nunca que cualquiera le diga la verdad. La verdad, no es que
no tenga relación con lo que llamé “lo real”, pero es una relación débil. La manera más clara en que se
manifiesta la verdad es la mentira – no hay un analizante que no mienta continuamente, hasta en su buena
voluntad de caer justo en los cuadros que Freud ha dibujado. Es bien, por lo cual la clínica psicoanalítica
consiste en re-interrogar todo lo que Freud dijo. Es así que yo lo entiendo, y que en mi bla-bla lo pongo en
práctica.
¿La clínica de las neurosis y la clínica de la psicosis necesitan las mismas categorías, los mismos signos?
¿Una clínica de la psicosis puede, según usted, partir de una proposición como “el significante representa al
sujeto para otro significante”?
La paranoia, quiero decir la psicosis, es para Freud absolutamente fundamental. La psicosis es eso
delante de lo cual un analista no debe regular en ningún caso. En la paranoia el significante representa el
sujeto para otro significante.
¿Qué es necesario pensar del fin de un análisis en un paranoico, si este fin es la identificación al
síntoma?
ES BIEN CIERTO QUE EL PARANOICO NO SOLAMENTE SE IDENTIFICA AL SÍNTOMA, SINO QUE EL
ANALISTA SE IDENTIFICA IGUALMENTE.
El psicoanálisis es una práctica delirante, pero es lo mejor que tenemos actualmente para hacer tomar
paciencia en esta situación incómoda de ser hombre. Es en todo caso lo mejor que Freud encontró. Y él ha
mantenido que el psicoanalista no debe jamás dudar en delirar.
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UNIDAD 1. EL MÉTODO FREUDIANO I: LA LIBERTAD ASOCIATIVA