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Reflexiones en torno al diálogo inter-religioso

Sé que me habitas en la severidad del medio día


Que ocupas los tres soles
En un atardecer

Sé que te acuerdas de mí
porque todos fuimos y seguimos siendo
polvo de estrellas
-al fin
y
al
cabo-
porque lejos hay una miel pensada
para todas la bocas
porque nos recuerdas que estamos
bajo el mismo claustro
en silencio
porque nadie te explica
a ti
que también eres uno
como todos
como todo

sin embargo sé quién me habita por dentro1

Por lo visto uno de los principales escoyos que enfrenta la idea de dialogo inter-
religioso es el asunto de la verdad y el proselitismo. Ello porque el ente religioso, en su
mayoría, parece sentirse incomodo en una religión que no le presente respuestas a las
dudas existenciales que presente la vida. La religión, entonces, al completar la
existencia del ser humano o al sentirse este completo en ella acarrea en muchos casos el
bloqueo hacia otras búsquedas o hacia la comprensión existencial que otros y otras
hacen por un camino distinto del propio.

El sendero propio se yergue entonces como el “correcto” y lo apropiado, parece


evidente convidar a otras y otros para seguir la misma vía.

Del momento en que se abre el dialogo esta postura parece ir perdiendo vigor,
puede ser porque en la senda de otras y otros uno encuentre muchas señaléticas
comunes. Porque en aquello en lo que somos diferente existe alguna razón de contexto
que la explique, pues las ideas no aparecen suspendidas en el aire por generación
espontanea, y una vez comprendida la razón, el otro y la otra no parecen ser unos necios
irreflexivos. Porque en definitiva se comienza a empatizar.

Pero el salto es difícil, el ser humano prefiere omitir que de Di-s es más lo que
no se sabe y prefiere aferrarse a su receta culinaria para hacer de la divinidad un objeto

1Lizette Orihuela Ascarza, “Nadie nos habita, manan saphiyuq”. Lima 2016, Hanan Harawi Editores,
colección: Todos tus crímenes quedarán impunes. Pág. 51.-
digerible. Se requiere voluntad y disposición para decir como la poeta que “hay una
miel pensada para todas las bocas” y humildad para reconocer o aceptar la
reminiscencia de “estamos todos bajo el mismo claustro/ en silencio/ porque nadie te
explica a ti (léase nadie explica a Di-s). Humildad para decir que no se tiene la verdad
sobre Di-s y que por tanto es preciso dialogar.

Reflexión respecto del diálogo interreligioso en relación a los Derechos Humanos

La conciencia moral nació con la pregunta divina: “Caín, ¿qué has hecho de tu hermano
Abel? Y se cerrará con esta pregunta: “Abel, ¿qué has hecho de tu hermano Caín?”2

El dialogo interreligioso es un fenómeno nuevo, resistido como lo fue en su


momento el ecumenismo, la contribución a los Derechos se ha dado más bien, por parte
de las religiones, de manera separada e indirecta.

Desde la cultura

Como el concepto de los Derechos Humanos es relativamente nuevo en


proporción a la data de la historia de las religiones los principales aportes a los
Derechos Humanos vienen dados desde lo proporcionado a la cultura que posibilitaría el
surgimiento de los Derechos Humanos.

El principal aporte es la valoración por parte de las religiones de la Dignidad y


vida humana. El aporte sin embargo es circular o mutuo, pues no es menos cierto que a
la luz de una sociedad que valora y coloca en el centro la Dignidad Humana, la religión
puede redescubrir, rastrear ese centro desde sus orígenes y a los largo de sus procesos
históricos. Es iluso olvidar por tanto la contribución destructiva que las religiones han
hecho contra la dignidad humana.

También desde la cultura y sin exclusividad las religiones y denominaciones han


contribuido a la formación de puntos importantes de los derechos humanos como la
libertad de consciencia, pluralidad, separación Iglesia Estado, pacifismo, etc.

2A. Klimov.” Nicolas Berdieaev, introducción a su vida y obra”. Argentina 1979, ediciones Carlos Lolhé.
Pág. 188.-
Desde la defensa aislada

Una vez reconocidos los Derechos Humanos tal cual Pablo de tarso haciendo
uso de su ciudadanía Romana, las religiones de forma aislada han hecho uso de ellos
para la protección de sus intereses. Lo cual, de cierto modo, contribuye al
reconocimiento de estos.

O bien, a merito personal, alguno de sus integrantes se ha dado a la tarea de la


promoción y defensa de los derechos Humanos, han movilizado gente, masas incluso,
inspirados en sus creencias religiosas. Lo cual suma al fortalecimiento de los derechos
Humanos.

Desde la esperanza.

Han surgido también encuentros que trascienden el mérito personal en defensa


de los Derechos Humanos, principalmente en momentos de evidente y violento
conflicto social. Han sido instancias de carácter ecuménico o de encuentros judío-
cristianos que abren la esperanza hacia el encuentro que pone por sobre toda formula
ortodoxa la vida humana y el hacer en favor de su dignidad.

El hombre y la mujer religiosa, libres del interés de agradar a Di-s, está


desinteresadamente apto para actuar en favor de la vida humana, porque es a su vez
libre de agradar al poder y buscar sus favores.

Es preciso si, ampliar las fronteras y salir al encuentro mutuo de las personas de
las más diversas religiones para aprender unos y unas de otros y de otras.

Conclusión

El ejercicio de dialogo entre humanos que profesan religiones distintas es en sí


un acto cultural subversivo que contribuye al fortalecimiento de los Derechos Humanos
evidentes como: libertad de expresión, de opinión, de conciencia, etc. Pero para que su
contribución sea efectiva al planteamiento de los Derechos humanos debe surgir
conscientemente la crítica al poder coercitivo del estado.

Esa posibilidad crítica está en germen y latente, pues las religiones, desde su
perspectiva profética, siempre se han planteado o debiesen plantearse detractoras del o
los sistemas en lo relativo a las injusticias que este o estos provocan a la dignidad de la
vida humana.
No es utópico, es justo y necesario entonces que en el diálogo interreligioso los
actores que lo componen se planten la posibilidad de ser un referente crítico frente al
estado o el aparato que esté ostentando el poder coercitivo ya sea por delegación de
soberanía o de facto.

Si quienes componen las religiones van a dialogar, deben hacerlo sin omisión de
la realidad, interpelando a quienes detentan los poderes estatales y afines en los
momentos de conflicto evidente pero aun con más ahínco en los tiempos de supuesta
calma. Sólo así, en parte, podremos dar respuesta a la pregunta que formula N.
Berdieaev: “Abel, que has hecho de tu hermano Caín”, porque la responsabilidad por el
trato que nos hemos dado los humanos en la casa común no recaerá solo sobre los
culpables sino también en los que callan. Las religiones conjuntamente están llamadas a
denunciar, anticipar y actuar por el clamor de las víctimas.

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