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LA GENERATIVIDAD EN LA ADULTEZ.
Ficha de Cátedra. Lic. Gastón Moisset de Espanés.

INTRODUCCIÓN.

Eric Homburger Erikson (1902-1994) fue uno de los más influyentes teóricos
del psicoanálisis de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Alemania pero
radicado en Estados Unidos, desarrolló una inspiradora teoría del desarrollo
psicosocial del ser humano, desde la niñez hasta la vejez. Erikson fue uno de
los primeros autores que insisten en destacar los determinantes
socioculturales, junto a los sexuales y afectivos, en el desarrollo de la
personalidad. Insiste también en la función del YO como un mediador activo y
consciente entre las necesidades del organismo y las demandas del medio.
En años recientes, la propuesta teórica de Erikson ha recibido un amplio
reconocimiento como herramienta valiosa para entender el desarrollo humano.
Desde la década de los ochenta han comenzado a realizarse investigaciones
teóricas y empíricas sobre los constructos eriksonianos.

LA PROPUESTA DE ERIKSON.

Entre los años 1950 – 1963, Erikson desarrolla una teoría del desarrollo
psicosocial del ser humano desde el nacimiento hasta la muerte. Erikson se
inspira en el proceso biológico de Epigénesis (Sucesión de cambios mediante
los cuales el organismo, en el proceso ontogenético, alcanza la forma
definitiva). Erikson articula una serie de ETAPAS o PERÍODOS DE
DESARROLLO DEL YO, cada una de las cuales relacionada con las otras.
En tanto que teoría psicosocial, en el esquema eriksoniano los aspectos
biológicos o somáticos y los aspectos intrapsíquicos están continuamente en
interacción con aspectos históricos y culturales propios del momento en que
vive el sujeto. Dichos factores promueven el desarrollo y adaptación del yo.

Desarrollo del YO a partir de un SOMA


ETHOS
proceso de interacción BIO-PSICO-
SOCIAL.
PSYCHE
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Erikson desarrolla ocho CRISIS o estadios dinámicos de desarrollo a lo largo


del ciclo vital. En cada estadio, el individuo atraviesa un período crucial en el
que se hallan presentes tanto una incrementada VULNERABILIDAD como
una sostenida POTENCIALIDAD. Cada estadio es un punto de opción, de
giro: hay dos salidas o caminos posibles. La resolución exitosa le concede al
YO una fortaleza apropiada al período, y al tiempo lo potencia para enfrentar
los sucesivos estadios. Un resultado de desarrollo pobre o regresivo también
es posible, y dificultará el desarrollo posterior.
Las ocho etapas propuestas por Erikson y sus alternativas polares son las
siguientes: Infancia (Confianza básica – Desconfianza), Niñez temprana
(Autonomía – Vergüenza, duda), Edad del juego (Iniciativa – Culpa), Edad
escolar (Industriosidad – Inferioridad), Adolescencia (Identidad – Confusión o
Difusión de la Identidad), Juventud (Intimidad – Aislamiento), Adultez
(Generatividad – Estancamiento) y Vejez (Integridad – Desesperación).
En forma ideal, el individuo arribaría a una tensión creativa entre las
alternativas polares, con un énfasis en el polo más positivo. Un individuo
desarrollaría y sustentaría una experiencia y una expresión, por ejemplo, de
confianza básica o de generatividad, pero no eliminaría la experiencia o
expresión de desconfianza o estancamiento, particularmente cuando estas en
ciertas ocasiones son apropiadas (C. Bradley, 1997).

GENERATIVIDAD – ESTANCAMIENTO.

Generatividad – Estancamiento es la séptima etapa en el desarrollo


psicosocial. Se inicia en la adultez temprana, tras la superación de la juventud
(intimidad – aislamiento), atraviesa toda la etapa adulta y es sucedida por los
temas de integridad – desesperación en los últimos años de la vida.
Alimentado por una expansión gradual de los intereses del Yo y la carga
libidinal puesta en lo que ha sido generado, la tarea psicosocial más
importante de la generatividad es establecer y guiar a la siguiente generación a
través de los propios actos de cuidado. La generatividad se construye sobre la
resolución de las etapas precedentes.
Crear y criar niños sería una actividad prototípicamente generativa. No
obstante no es la única, y la generatividad abarca un abanico mucho más
amplio de actividad. El mismo Erikson (1971) aclara que incluso la
procreación en sí misma no garantiza la generatividad. “Algunos padres
jóvenes parecen experimentar un retardo en su habilidad para desarrollar un
verdadero cuidado de los hijos”. Por otro lado, adultos que han decidido no
tener hijos, o que por algún otro motivo no los tienen, bien pueden a través de
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mecanismos sublimatorios, dirigir los impulsos generativos hacia otras


personas, o hacia la “sociedad” en un sentido amplio.
McAdams (2001) afirma que ser padres es una entre muchas formas de ser
generativo. Los adultos también pueden ser generativos como docentes,
líderes, amigos, voluntarios, ciudadanos, etc.
Erikson (en Bradley, 1997) plantea la antítesis de la salida generativa:
“cuando este enriquecimiento falla, se produce una regresión de la
generatividad a una necesidad obsesiva de seudointimidad, acompañada con
frecuencia por un profundo sentimiento de estancamiento, aburrimiento y
empobrecimiento interpersonal. En estos casos los individuos comienzan a
gratificarse como si fueran sus propios hijos únicos...”.

ANATOMÍA DE LA GENERATIVIDAD.

A continuación desarrollamos la propuesta conceptual de McAdams (1998) y


sus colaboradores de la Northwestern University (EEUU). Enriqueceremos
dicha propuesta con postulados de otros investigadores que han abordado este
tema.
Definiremos, en forma amplia, a la generatividad como un interés o un
compromiso con el bienestar de las futuras generaciones. Las personas
generativas son aquellas que “generan”, “dan nacimiento”, a cosas y personas.
Pero la generatividad no se limita a la creación, sino que también implica el
cuidado, el mantenimiento y la promoción de aquello a que se dio origen. Los
autores proponen un modelo de la generatividad caracterizado por siete
elementos:

Motivación Aspectos Cognitivos Conducta Significado

Demandas
Culturales Creencia

Interés Conducta Narración


Compromiso
Deseos
Internos
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Deseos internos, combinados con normas sociales adecuadas a la edad que se


experimentan como demandas culturales externas producirían, en los años
adultos, un interés por la siguiente generación. Idealmente esto podría estar
reforzado por una creencia en la bondad o riqueza de la empresa humana y
esto conduciría a un compromiso generativo que derivaría y se haría
observable a través de conductas generativas. Las conductas y actos
generativos tienen que ver con crear, mantener y ofrecer aquello que la
sociedad ha creado, mantenido y ofrecido a lo largo del tiempo. En el esquema
se incluye la narrativa generativa; los esfuerzos generativos se integran y
forman parte de la historia de vida de una persona, y de su identidad.
“Así la generatividad consiste en una constelación de deseos internos,
demandas culturales, interés, creencia, compromiso, acción y narración que
gira en torno al objetivo último psicosocial de proveer para la supervivencia,
bienestar y desarrollo de la vida humana en sucesivas generaciones”
(McAdams, 1998).

Componentes Motivacionales.
El origen motivacional de la generatividad hay que buscarlo en una doble
vertiente: una interna y otra externa.
Los autores postulan deseos internos que motivarían la conducta generativa.
Los seres humanos estarían predispuestos a cumplir las tareas generativas con
cierta felicidad. Las expresiones generativas están relacionadas con dos
tendencias que Bakan (en McAdams, 1998) denomina “afirmación del yo” y
“comunión”. Afirmación del yo es la tendencia a afirmar, expandir y
desarrollar el self en forma poderosa y autónoma. Comunión es el deseo de ser
uno con los otros, de integración, pertenencia, el deseo de nutrir, cuidar e
intimar con los otros.
Estas dos tendencias psicosociales universales que menciona Bakan han sido
también tratadas por otros autores aunque con distintos términos. Abraham
Maslow (en Stassen Berger, 2001) cita la Necesidad de Amor y Pertenencia
que, una vez cubierta, es seguida por la Necesidad de Éxito y Estima. Y Freud
(en Stassen Berger, 2001) “expuso la misma dualidad de un modo aún más
simple, explicando que un adulto sano era el que podía amar y trabajar”.
“Aunque todas estas formulaciones difieren entre sí de modos sutiles, todas
resaltan el hecho de que los adultos humanos sienten al mismo tiempo la
necesidad de conectar con otras personas mediante relaciones de cariño
mutuo y la necesidad de alcanzar logros de forma independiente”. (Stassen
Berger, 2001).
La tendencia que Bakan (en McAdams, 1998) denomina Afirmación del yo se
relaciona con la necesidad narcisística de desarrollar y expandir el yo a través
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de aquellas cosas y personas que creamos, que generamos. J. Kotre (1995)


define a la generatividad, haciendo hincapié en este punto, como “el deseo de
investir nuestro ser en formas de vida y trabajo que sobrevivan nuestro yo”.
Se emplea también el término de “inmortalidad simbólica” para hacer
referencia a esta tendencia a producir cosas que, se supone, sobrevivirán
nuestra propia existencia.
La tendencia a la comunión tendría relación con la necesidad altruista de
cuidar y ayudar a aquello que creamos y generamos, e inclusive, dejarlo ir. No
es suficiente con crear, es también necesario cuidar aquello que se ha
generado. Kotre (1995) completa su definición de generatividad afirmando
que ella también implica el proceso de “cuidar los productos de nuestros
actos creativos”.
Esta tarea evolutiva de cuidar aquello que se ha creado o generado se ve
reforzado por cierta “necesidad de ser necesitado” que experimentan las
personas adultas (McAdams, 1998). En el texto de Erikson (1971) está
presente esta idea cuando afirma: “La evolución ha convertido al hombre
tanto en animal que enseña como en uno que aprende, porque la dependencia
y la madurez se dan en una relación de reciprocidad: el hombre maduro
precisa que lo necesiten”.
La expresión completa de la generatividad combina ambas tendencias.
McAdams (2001) afirma que, en definitiva, se trata de una combinación de
“poder y amor” (Ver Anexo: Las dos caras de la generatividad). En términos
de Erikson (1971), “la gradual expansión de los intereses del yo y a un vuelco
de catexia libidinal hacia aquello que se está generando”. John Kotre (1995)
observa que la generatividad en muchas ocasiones se manifiesta en una
modalidad predominantemente agéntica (afirmación del yo) o comunal. Un
hombre podría desear tener un hijo pero exclusivamente para demostrar su
propia virilidad. Esta generatividad sería “agéntica”. El autor concluye,
coincidiendo con McAdams (2001), que la auténtica generatividad se deriva
de una equilibrada relación entre ambas tendencias. Estos postulados los
profundizaremos al abordar los aportes de C. Bradley (1997).

Junto a esta tendencia interna propia del ser humano, hallamos las demandas
culturales, origen motivacional externo de las conductas generativas. La
generatividad se da en el marco de una cultura que provee valores, principios
y prácticas que son consideradas valiosas, importantes y que por lo tanto
deben ser afirmadas y transmitidas. En tanto que teoría psicosocial, Erikson
hace hincapié en los factores externos socioculturales y su influencia en el
proceso de desarrollo.
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Stassen Berger (2001) afirma que “el desarrollo adulto está influido por el
reloj social, el programa socialmente establecido que fija el momento de la
vida en el que son adecuados diferentes acontecimientos y realizaciones”. El
concepto de reloj social apunta a la idea de que las fases de la vida y los
comportamientos “apropiados” a ellas quedan establecidas por las normas
sociales más que por la madurez biológica. Cada cultura, cada subcultura y
cada período histórico tiene un reloj social algo distinto, con variaciones sobre
la “mejor”edad para independizarse de los padres, para acabar los estudios,
para establecerse profesionalmente, para tener hijos, y así sucesivamente.
Pero más allá de algunas diferencias, todas las sociedades han demandado al
adulto el cuidado de la siguiente generación. Las distintas culturas
determinarán diferentes modalidades en cuanto al ritmo y expresión de los
comportamientos generativos. Como ya hemos dicho, los adultos pueden
expresar la generatividad desde roles muy diversos: como padres, docentes,
lídres, amigos, vecinos, voluntarios, ciudadanos, etc. Las demandas sociales
son normativas y en cada sociedad se espera que a determinada edad las
personas asuman sus roles generativos. Una persona de cuarenta años que no
asume responsabilidades familiares, laborales y sociales es considerada
“inmadura” en nuestra sociedad. Asimismo, la maternidad o paternidad en la
etapa adolescente se considera “fuera de tiempo”, “adelantada”, etc.
La cultura condiciona las formas permitidas y prohibidas de la expresión
generativa. En nuestras sociedades, ciertos roles estaban fuertemente ligados
al género. Las mujeres han tenido restringida la expresión generativa al seno
del hogar, al cuidado de la familia. En el campo laboral y profesional, estaban
limitadas a ciertas profesiones (enfermería, magisterio). Diversos factores han
contribuido para que esta situación se haya modificado en las últimas décadas.
Ronald Manheimer (1995) desarrolla uno de los tipos de generatividad
propuesto por J. Kotre: la generatividad cultural. Un aspecto de la
generatividad tiene que ver con que las personas se sientan pertenecientes a
una cultura y a su vez se sientan responsables de transmitirla.
La generatividad es un concepto que no podemos desligar del proceso de
producción y reproducción cultural. La generatividad enlaza las actuales
generaciones con las futuras, y de esta manera apunta tanto al futuro (creación
de cosas y formas que sobrevivirán nuestro self) como al pasado (mantener,
cuidar y preservar lo que se considera socialmente valioso).
La sociedad no sólo requiere de ciertos roles generativos, en cierta medida
numerosas instituciones de la sociedad (escuelas, iglesias, agencias de
gobierno, etc.) dependen de los esfuerzos generativos de los adultos.
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Aspectos Cognitivos y Conductuales de la Generatividad.


A continuación abordaremos los otros elementos de la propuesta de
McAdams: interés, creencia, compromiso y comportamiento generativo.
Dados los elementos motivacionales (deseos internos y demandas culturales
externas) se iniciaría una secuencia que incluye el interés por la futura
generación que idealmente reforzado por la creencia en la especie lleva al
adulto a comprometerse con responsablemente con objetivos generativos que
guían los comportamientos generativos.
Estos elementos a su vez están en una constante interacción: los resultados de
los comportamientos generativos pueden modificar los objetivos, modificar
las creencias, cambiar los intereses, etc. Podemos también hallar personas que,
teniendo conductas muy generativas, no tengan una creencia con respecto a la
bondad de la especie, o personas que teniendo conductas generativas no tienen
objetivos de tipo generativo.
El interés por la siguiente generación sería la característica más global del
esquema. Interés implica una orientación o una actitud de atención respecto a
la siguiente generación. En este punto se hallan notables diferencias
individuales: hallaremos adultos intensamente interesados por la guía y el
cuidado de la siguiente generación, y adultos que rayan la casi total
indiferencia.
McAdams (1998) y colaboradores desarrollaron, a fin de mensurar el interés
generativo, una escala denominada Escala de Generatividad de Loyola, que
consiste en una serie de veinte ítems o afirmaciones del siguiente tipo: “Trato
de transmitir los conocimientos que he adquirido a través de mi experiencia”,
“He hecho y creado cosas que han tenido un impacto en otras personas”, “Si
no pudiera tener hijos por mi mismo, adoptaría”, etc.
Con este instrumento se halló en investigaciones que los adultos medios
puntúan más alto en interés generativo que los adultos jóvenes y adultos
mayores. También se halló que los varones que eran padres presentaban un
mayor interés generativo que aquellos que aún no habían vivenciado la
paternidad. Esto ha permitido hipotetizar que la paternidad podría tener un
dramático impacto en la generatividad de los varones. Esto en cambio no se
verifica en las mujeres. El índice que otorga la Escala de Generatividad de
Loyola ha sido correlacionado con otras variables psicológicas y se ha hallado
una asociación positiva entre altos índices de generatividad y: satisfacción
vital, felicidad, autoestima, estabilidad de objetivos, sentido de coherencia
vital, bienestar físico. A su vez se halla negativamente asociado a: depresión y
neuroticismo (McAdams, 1998).
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El compromiso generativo se evidencia en los objetivos de vida, planes,


proyectos y estrategias que elabora el individuo centrados en la generatividad.
A fin de analizar el compromiso que los adultos asumen con las tareas
psicosociales propias de la generatividad, se le solicita al sujeto que liste diez
metas que en su vida cotidiana esté tratando de alcanzar. Los objetivos
generativos se caracterizan por: (1) involucrar a la siguiente generación
(niños, adolescentes, alumnos, subordinados, etc.), (2) implicar provisión de
cuidados, de atención, guía, instrucción y todo aquello ligado a promover
logros positivos en la vida de otras personas, (3) realizar contribuciones
creativas (a otros o a la sociedad en general).
Los adultos jóvenes en este punto enumeran objetivos que están más
relacionados a obtener aceptación social y búsqueda del bienestar. No es de
extrañar que exista una mayor preocupación por el self en una etapa próxima a
las crisis de identidad e intimidad. Los adultos medios puntúan más alto.

Las conductas o comportamientos generativos son todas las acciones que se


relacionan con la creación (figurativa y literal de cosas, ideas y personas),
mantenimiento (transmisión de valores, rituales, en fin, todo lo que se
considere valioso) y ofrecimiento (dar, nutrir, regalar, brindar lo propio a
otro). Para medir la conducta generativa, McAdams (1998) y de St. Aubin
desarrollaron la “Lista de Conductas Generativas”, una enumeración de
cincuenta actividades, cuarenta de las cuales se suponen muy generativas. Los
sujetos deben indicar cuantas veces en los últimos dos meses han realizado
dichas conductas. Ejemplos: ”Le enseñé a alguien una habilidad”, “Doné
dinero para una obra de caridad”, “Cuidé a un niño de otra persona”,
“Doné sangre”, etc.

El compromiso y la acción generativas estarían sostenidas por lo que Erikson


(1971) denominó “creencia” en la especie, una creencia o confianza en la
bondad y riqueza de la empresa humana, especialmente orientada al futuro.
McAdams y Van de Water (en McAdams, 1998) hallaron una correlación
significativa y positiva entre generatividad y esperanza en el futuro.

ESTANCAMIENTO.

La dificultad en desarrollar un sentido de generatividad puede conducir al


estancamiento, a la autoabsorción, a la indulgencia hacia uno mismo, como si
uno fuera su propio hijo. El estancamiento también se caracteriza por una
regresión hacia crisis previas, particularmente a la de intimidad-aislamiento,
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manifestándose a través de una necesidad de pseudointimidad junto a una


sensación de empobrecimiento interpersonal.
Si a través de la generatividad el sujeto es capaz de lograr la fortaleza yoica
del “cuidado”, el “rechazo” es la característica central del estancamiento.
Dicho rechazo se vehiculiza, por ejemplo, a través del comportamiento
“autoritario”, una forma nada generosa y generativa de reglamentar la vida
familiar y laboral. El rechazo se puede dirigir hacia los propios hijos, la
familia, los miembros de la comunidad, e inclusive hacia uno mismo. El
rechazo se manifiesta también como prejuicios hacia los otros y hacia otras
maneras de pensar distintas de la propia.
El estancamiento es el “lado oscuro”, la salida negativa de la crisis de la etapa
adulta. Y no se trata de alto negativo sólo para la persona adulta, sino que
también, como bien lo hace notar J. Kotre (1995), produce un impacto en la
siguiente generación, en el producto generado. Esto también fue observado
por Erikson (1971): “No obstante, la naturaleza misma de la generatividad
sugiere que ahora debemos buscar su patología más circunscripta en la
generación siguiente, esto es, en la forma de esos extrañamientos inevitables
que hemos enumerado al referirnos a la infancia y a la juventud y que pueden
aparecer en condiciones más graves como resultado del fracaso generativo de
los padres”.

EL MODELO DE C. BRADLEY (1997).

A diferencia de otros investigadores que han centrado sus estudios en el


atributo “generatividad” tratando de determinar su presencia o ausencia, C.
Bradley propone que existen distintos modelos individuales de resolución de
la etapa, en la cual los elementos tanto de generatividad como de
estancamiento están presentes en variados grados y diferentes formas. La
autora propone cinco estilos prototípicos diferenciados en base a dos criterios
relativos al self y a los otros: Involucramiento e Inclusividad.
(1) Involucramiento: refleja el grado de activo interés o preocupación por el
crecimiento del propio Self y de los otros, un sentido de responsabilidad por
compartir habilidades y conocimientos, y la habilidad de mantener los
compromisos. Este criterio generativo es consistente con la idea de Erikson de
que “...cuidado es la expresión de una tendencia vital simpática con una gran
energía instintiva a su disposición”, a través de la cual los adultos participan
“...en el establecimiento y guía, y el enriquecimiento de la generación viviente
y el mundo que heredan”. También es consistente con el énfasis teórico de
otros investigadores de la generatividad como un activo compromiso prosocial
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por el cuidado de los otros y de los propios esfuerzos generativos. El


involucramiento, en este modelo, sería un indicador conductual. Un bajo
involucramiento significa pocas o ninguna conducta generativa.
(2) Inclusión: aún cuando el involucramiento sea alto, se pueden hacer
distinciones significativas atendiendo a la calidad de la acción en el sentido de
capturar la noción de Erikson de cuidado pero también de rechazo. La
inclusión refleja el alcance de las propias conductas generatias, en términos de
quién o qué será incluido o excluido. Altos niveles de inclusión son
consistentes con el concepto de Erikson de madurez del yo como capaz de
“una gran tolerancia a la tensión y diversidad”. Bajos niveles de inclusión
como se define aquí son consistentes con el concepto de rechazo, que Erikson
considera opuesto al cuidado, como una “mala disposición a incluir personas
específicas o grupos en el propio interés generativo”. En extremo, esta
carencia de inclusión en las relaciones interpersonales puede aproximarse a la
noción eriksoniana de “pseudospeciation”, en la cual los diferentes otros son
considerados inherentemente peligrosos, y la cual, en su forma más inhibida,
puede manifestarse como “autorechazo”. Por extensión, inclusión representa
el grado en el cual uno es autoridad, en el sentido de conocedor y
experimentado, como opuesto a autoritario y dogmático. El ego menos
maduro busca refugio en totalidades y conformidades que le ayudan a
mantener un sentido de seguridad; esto se efectúa a través del autoritarismo, el
medio por el cual el rechazo se manifiesta en la conducta. En la adultez,
Erikson clamaba que “sólo una combinación en los padres de verdadera
tolerancia y firmeza puede guiar un proceso infantil que de otra manera cae
presa de una actitud cruelmente categórica empleada por una conciencia
estricta la cual primero retorna contra el self, pero en una forma u otra (tarde
o temprano) se enfoca sobre la supresión de los otros”(en Bradley, 1997).
En base a estos dos criterios la autora propone el siguiente cuadro:

Involucramiento Inclusión
Self Otros Self Otros
GENERATIVO ALTO ALTO ALTO ALTO

AGENTICO ALTO BAJO ALTO BAJO

COMUNAL BAJO ALTO BAJO ALTO

CONVENCIONAL ALTO O ALTO O BAJO O BAJO O


MODERADO MODERADO MODERADO MODERADO
ESTANCADO BAJO BAJO BAJO O BAJO O
LAISSEZ FAIRE LAISSEZ FAIRE
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Los individuos generativos se caracterizan por un alto involucramiento en el


crecimiento de los jóvenes, en el área laboral elegida, y en el futuro de la
sociedad que legarán. Son concientes de ser guía de otros y sienten la
necesidad de compartir conocimientos y experiencias, pero al mismo tiempo
permanecen tolerantes a otras formas de ser y a otras tradiciones. Les
preocupan temas locales y más amplios de la comunidad, sienten la necesidad
de contribuir a la comunidad sea a través de asociaciones o de trabajo
voluntario. Presentan una coherencia entre sus creencias, sus objetivos y las
conductas dirigidas hacia ellos. Tienen un sentimiento de equilibrio entre el
cuidado y atención brindado al propio self y a los otros. Las personas
generativas toman tiempo para ellos mismos, atienden su salud personal, no se
descuidan.

La orientación agéntica caracterizaría a individuos con un alto grado de


involucramiento e inclusión con el propio self, pero no con los otros. En
términos de cuidado, habría un gran desequilibrio con exclusión de interés por
los otros. Habría un alto involucramiento con el yo, y la visión del mundo es
desde el yo, el yo está identificado con sus metas personales. Estos individuos
pueden ser muy activos en roles de liderazgo. Pero al mismo tiempo observan
a las otras personas no involucradas en sus proyectos como periféricas, poco
interesantes. Incluso, comienzan a observar a las otras personas como
contribuyendo u obstaculizando su camino. Las personas agénticas son poco
generosas con las aspiraciones independientes y los requerimientos de los
otros. Dedican poco tiempo a actividades para la comunidad.

La orientación comunal se caracterizaría por un desequilibrio en el cuidado


incluyendo una sobrevaloración de los intereses de los otros, de las opiniones
y de la atención en sus acciones. Las personas comunales están tan
preocupadas por los otros que sus deseos y ambiciones personales se muestran
como secundarias. Las personas comunales tienden a colocar primero las
necesidades, deseos o esperanzas de los otros, y parecen querer estar siempre a
su servicio. Los individuos que ejemplifican esta tendencia suelen ser
amables, generosos, cálidos y siempre dispuestos a ayudar. No obstante, su
fuerte necesidad de ser necesitados por los otros puede hacer dificultoso a
otros individuos su desarrollo independiente.

Tanto en la tendencia agéntica como comunal hallamos personas fuertemente


dominadas por necesidades u objetivos muy personales, lo cual hace difícil un
auténtico aporte para el desarrollo independiente de las personas y
organizaciones que les rodean. Las personas generativas, en cambio,
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combinan el deseo de dejar un impacto, una marca en el mundo, con el deseo


de ser útiles para los otros y la comunidad en general, de transmitir lo
aprendido y de transformar la vida de otras personas.

Los individuos convencionales mientras presentan un alto involucramiento


con el self y los otros, son generalmente bajos en inclusión. Como las
personas generativas, tienen un genuino involucramiento con los otros, a
través de la expresión de interés y al menos un mínimo de conductas dirigidas
a aquel interés. No obstante, y esta es la característica principal y distintiva,
los individuos convencionales están restringidos en la visión del mundo que
pueden impartir a aquellos a quienes guían. Ellos sienten que los jóvenes
necesitan de una guía firme y se resisten a toda desviación de los valores, la
cultura y el estilo de vida establecidos. El trabajo es observado como la forma
de ser responsable y brindar seguridad tanto al individuo como a la familia. La
participación en actividades de la comunidad se centra en temas relevantes
para la subcultura a la que pertenece. Han internalizado criterios relativamente
inflexibles respecto a las formas apropiadas de crianza o a los objetivos
ocupacionales, y tienden a asumir que los otros deben tener los mismos
valores.

Los individuos estancados se caracterizan por un bajo involucramiento y,


generalmente, baja inclusión (aunque una mayor inclusión puede tomar la
forma de actitudes tipo “laissez faire”). Dedican muy poca energía personal al
trabajo. El trabajo suele ser vivenciado como aburrido, para llenar el tiempo,
no hay un real disfrute. Los individuos estancados no muestran interés en
movimientos políticos o sociales, excepto quizás para propagar su voz de
descontento respecto a como las cosas están siendo manejadas. No exhiben un
sentido de responsabilidad para promover el desarrollo y bienestar de la
comunidad. Sienten que carecen del conocimiento acerca de lo que los jóvenes
necesitan. Generalmente se muestran indiferentes a las opciones y direcciones
de los niños. Parecen realmente estáticos; hay como una sensación de poco
movimiento en el mundo y poca satisfacción consigo mismo.

Cheryl Bradley desarrolló una entrevista semiestructurada y un manual de


codificación a fin de determinar las modalidades de resolución de la etapa de
las personas adultas. En dicha entrevista se abordan cuatro áreas de
experiencia: trabajo, comunidad, familia e intereses personales.
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LA GENERATIVIDAD EN NARRACIONES DE VIDA.

La narración generativa se refiere al modo característico en el cual la persona


realiza un significado narrado de los esfuerzos generativos que ha realizado a
lo largo de su vida y de los proyectos futuros.
Si bien los adultos muestran considerables diferencias individuales con
respecto a la narración generativa, es decir, no todos van a manifestar de igual
modo la generatividad en sus historias de vida, sí se han hallado ciertos
patrones que se repiten en las historias vitales de los sujetos muy generativos.
Por lo general estas personas recuerdan lo que se podría denominar una
“infancia afortunada” en tanto que ellos tenían algún don, o eran el preferido o
más significativo para los otros.
También reportaban haber sido sensibles al dolor o el sufrimiento de otros
desde temprana edad. En la narración se suele hallar el contraste entre la
bendición propia y el sufrimiento de los otros. Durante la etapa de la
adolescencia y adultez joven relatan haber sido guiados por lo que se podría
denominar moral inamovible, una fuerte y articulada ideología que sobrevive
a cuestionamientos y dudas y mantiene ciertos valores y creencias básicas.
Las personas altamente generativas tienden a contar sus historias de vida con
lo que los psicólogos denominan “secuencias de redención”, en donde una
escena o evento malo-negativo da origen, posibilita una salida positiva, la cual
redime al evento malo inicial. Los adultos inclinados hacia la generatividad
tienden a ver sus propias vidas en términos de redención. Las cosas negativas
ocurren, el sufrimiento es inevitable, pero cosas buenas a veces también
resultan, si se mantiene viva la creencia, la esperanza.
Por último, con respecto al futuro, los adultos muy generativos articulan
numerosos objetivos prosociales (o sea, que benefician a la sociedad en
sentido amplio; los objetivos menos generativos apuntan a beneficios
personales).
Siguiendo a McAdams (1998), para terminar, “se podría decir que los adultos
muy generativos en general transmiten lo que se ha llamado una “historia
comprometida” en la cual el protagonista en forma temprana ha tenido una
“bendición” que contrasta con el sufrimiento de otros. Experimentan el
mundo como un lugar en el que las personas necesitan del cuidado de otros; se
comprometen a vivir en base a un conjunto de valores y creencias fuertes que
continúan y guían su conducta a lo largo del ciclo vital (moral inamovible).
Los malos eventos que atraviesan su vida se transforman en bueno, por
esfuerzo personal o externo. Cuando ocurren cosas buenas, raramente las
transforman en algo malo. Miran al futuro con un amplio y expandido radio de
cuidado, se ponen objetivos de ayudar a otros, especialmente a la generación
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siguiente, y contribuyen al progresivo desarrollo de la sociedad como un todo,


y a sus más ricas instituciones.
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ANEXO 1. LAS DOS CARAS DE LA GENERATIVIDAD.


DAN McADAMS (2001).

No es necesario mirar más allá del primer capítulo del Génesis para hallar la
que es, quizás, la mayor historia sobre generatividad en la tradición religiosa
occidental. En los inicios, Dios crea – genera – el cielo y la tierra. Y Dios crea
personas en su propia imagen. Como adultos, hacemos lo mismo. Nuestros
productos generativos – nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestros legados –
están moldeados en base a nosotros mismos, carne de nuestra carne en el caso
de nuestros hijos. En este sentido, entonces, la generatividad implica extender
el self de una manera poderosa, en cierta medida narcisística. Como Dios,
hacemos un mundo en base a nuestra propia imagen.

No obstante, como Dios, nosotros debemos cuidar aquello que hemos hecho.
Si el primer aspecto de la generatividad es una extensión poderosa del self, el
segundo aspecto casi no se refiere al self. No es suficiente hacer algo en su
propia imagen. Usted debe cuidar lo que realizó, nutrirlo y amarlo, sacrificarse
usted mismo por él, y eventualmente dejarlo ir. Dejarlo ir no es algo sencillo,
como le sucedió a Dios cuando Adán y Eva le desobedecieron. Esencialmente,
no podemos controlar aquello que generamos. Pero debemos cuidarlo e
inclusive amarlo.

Las dos caras de la generatividad son el poder y el amor, fuerzas que


frecuentemente luchan en las vidas humanas. Nuestra necesidad narcisística de
desarrollar y expandir el self puede pugnar con nuestra necesidad más altruista
de cuidar y ayudar a otros. En la generatividad, no obstante, tenemos ambas
tendencias. Lo que generamos se transforma en un legado de nuestro yo, y
cuidamos altruísticamente tal legado. La expresión completa de la
generatividad combina poder y amor.
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BIBLIOGRAFÍA.

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