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LA GENERATIVIDAD EN LA ADULTEZ.
Ficha de Cátedra. Lic. Gastón Moisset de Espanés.
INTRODUCCIÓN.
Eric Homburger Erikson (1902-1994) fue uno de los más influyentes teóricos
del psicoanálisis de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Alemania pero
radicado en Estados Unidos, desarrolló una inspiradora teoría del desarrollo
psicosocial del ser humano, desde la niñez hasta la vejez. Erikson fue uno de
los primeros autores que insisten en destacar los determinantes
socioculturales, junto a los sexuales y afectivos, en el desarrollo de la
personalidad. Insiste también en la función del YO como un mediador activo y
consciente entre las necesidades del organismo y las demandas del medio.
En años recientes, la propuesta teórica de Erikson ha recibido un amplio
reconocimiento como herramienta valiosa para entender el desarrollo humano.
Desde la década de los ochenta han comenzado a realizarse investigaciones
teóricas y empíricas sobre los constructos eriksonianos.
LA PROPUESTA DE ERIKSON.
Entre los años 1950 – 1963, Erikson desarrolla una teoría del desarrollo
psicosocial del ser humano desde el nacimiento hasta la muerte. Erikson se
inspira en el proceso biológico de Epigénesis (Sucesión de cambios mediante
los cuales el organismo, en el proceso ontogenético, alcanza la forma
definitiva). Erikson articula una serie de ETAPAS o PERÍODOS DE
DESARROLLO DEL YO, cada una de las cuales relacionada con las otras.
En tanto que teoría psicosocial, en el esquema eriksoniano los aspectos
biológicos o somáticos y los aspectos intrapsíquicos están continuamente en
interacción con aspectos históricos y culturales propios del momento en que
vive el sujeto. Dichos factores promueven el desarrollo y adaptación del yo.
GENERATIVIDAD – ESTANCAMIENTO.
ANATOMÍA DE LA GENERATIVIDAD.
Demandas
Culturales Creencia
Componentes Motivacionales.
El origen motivacional de la generatividad hay que buscarlo en una doble
vertiente: una interna y otra externa.
Los autores postulan deseos internos que motivarían la conducta generativa.
Los seres humanos estarían predispuestos a cumplir las tareas generativas con
cierta felicidad. Las expresiones generativas están relacionadas con dos
tendencias que Bakan (en McAdams, 1998) denomina “afirmación del yo” y
“comunión”. Afirmación del yo es la tendencia a afirmar, expandir y
desarrollar el self en forma poderosa y autónoma. Comunión es el deseo de ser
uno con los otros, de integración, pertenencia, el deseo de nutrir, cuidar e
intimar con los otros.
Estas dos tendencias psicosociales universales que menciona Bakan han sido
también tratadas por otros autores aunque con distintos términos. Abraham
Maslow (en Stassen Berger, 2001) cita la Necesidad de Amor y Pertenencia
que, una vez cubierta, es seguida por la Necesidad de Éxito y Estima. Y Freud
(en Stassen Berger, 2001) “expuso la misma dualidad de un modo aún más
simple, explicando que un adulto sano era el que podía amar y trabajar”.
“Aunque todas estas formulaciones difieren entre sí de modos sutiles, todas
resaltan el hecho de que los adultos humanos sienten al mismo tiempo la
necesidad de conectar con otras personas mediante relaciones de cariño
mutuo y la necesidad de alcanzar logros de forma independiente”. (Stassen
Berger, 2001).
La tendencia que Bakan (en McAdams, 1998) denomina Afirmación del yo se
relaciona con la necesidad narcisística de desarrollar y expandir el yo a través
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Junto a esta tendencia interna propia del ser humano, hallamos las demandas
culturales, origen motivacional externo de las conductas generativas. La
generatividad se da en el marco de una cultura que provee valores, principios
y prácticas que son consideradas valiosas, importantes y que por lo tanto
deben ser afirmadas y transmitidas. En tanto que teoría psicosocial, Erikson
hace hincapié en los factores externos socioculturales y su influencia en el
proceso de desarrollo.
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Stassen Berger (2001) afirma que “el desarrollo adulto está influido por el
reloj social, el programa socialmente establecido que fija el momento de la
vida en el que son adecuados diferentes acontecimientos y realizaciones”. El
concepto de reloj social apunta a la idea de que las fases de la vida y los
comportamientos “apropiados” a ellas quedan establecidas por las normas
sociales más que por la madurez biológica. Cada cultura, cada subcultura y
cada período histórico tiene un reloj social algo distinto, con variaciones sobre
la “mejor”edad para independizarse de los padres, para acabar los estudios,
para establecerse profesionalmente, para tener hijos, y así sucesivamente.
Pero más allá de algunas diferencias, todas las sociedades han demandado al
adulto el cuidado de la siguiente generación. Las distintas culturas
determinarán diferentes modalidades en cuanto al ritmo y expresión de los
comportamientos generativos. Como ya hemos dicho, los adultos pueden
expresar la generatividad desde roles muy diversos: como padres, docentes,
lídres, amigos, vecinos, voluntarios, ciudadanos, etc. Las demandas sociales
son normativas y en cada sociedad se espera que a determinada edad las
personas asuman sus roles generativos. Una persona de cuarenta años que no
asume responsabilidades familiares, laborales y sociales es considerada
“inmadura” en nuestra sociedad. Asimismo, la maternidad o paternidad en la
etapa adolescente se considera “fuera de tiempo”, “adelantada”, etc.
La cultura condiciona las formas permitidas y prohibidas de la expresión
generativa. En nuestras sociedades, ciertos roles estaban fuertemente ligados
al género. Las mujeres han tenido restringida la expresión generativa al seno
del hogar, al cuidado de la familia. En el campo laboral y profesional, estaban
limitadas a ciertas profesiones (enfermería, magisterio). Diversos factores han
contribuido para que esta situación se haya modificado en las últimas décadas.
Ronald Manheimer (1995) desarrolla uno de los tipos de generatividad
propuesto por J. Kotre: la generatividad cultural. Un aspecto de la
generatividad tiene que ver con que las personas se sientan pertenecientes a
una cultura y a su vez se sientan responsables de transmitirla.
La generatividad es un concepto que no podemos desligar del proceso de
producción y reproducción cultural. La generatividad enlaza las actuales
generaciones con las futuras, y de esta manera apunta tanto al futuro (creación
de cosas y formas que sobrevivirán nuestro self) como al pasado (mantener,
cuidar y preservar lo que se considera socialmente valioso).
La sociedad no sólo requiere de ciertos roles generativos, en cierta medida
numerosas instituciones de la sociedad (escuelas, iglesias, agencias de
gobierno, etc.) dependen de los esfuerzos generativos de los adultos.
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ESTANCAMIENTO.
Involucramiento Inclusión
Self Otros Self Otros
GENERATIVO ALTO ALTO ALTO ALTO
No es necesario mirar más allá del primer capítulo del Génesis para hallar la
que es, quizás, la mayor historia sobre generatividad en la tradición religiosa
occidental. En los inicios, Dios crea – genera – el cielo y la tierra. Y Dios crea
personas en su propia imagen. Como adultos, hacemos lo mismo. Nuestros
productos generativos – nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestros legados –
están moldeados en base a nosotros mismos, carne de nuestra carne en el caso
de nuestros hijos. En este sentido, entonces, la generatividad implica extender
el self de una manera poderosa, en cierta medida narcisística. Como Dios,
hacemos un mundo en base a nuestra propia imagen.
No obstante, como Dios, nosotros debemos cuidar aquello que hemos hecho.
Si el primer aspecto de la generatividad es una extensión poderosa del self, el
segundo aspecto casi no se refiere al self. No es suficiente hacer algo en su
propia imagen. Usted debe cuidar lo que realizó, nutrirlo y amarlo, sacrificarse
usted mismo por él, y eventualmente dejarlo ir. Dejarlo ir no es algo sencillo,
como le sucedió a Dios cuando Adán y Eva le desobedecieron. Esencialmente,
no podemos controlar aquello que generamos. Pero debemos cuidarlo e
inclusive amarlo.
BIBLIOGRAFÍA.
Manheimer, Ronald. (1995). Redeeming the aging self: J. Kotre, G. Drury and
Cultural Generativity. Journal of Aging Studies, Volume 9, Number 1. 13-
20.
Thomas, Eugene. (1995). Trascending, not outliving the self. Journal of aging
studies, Volume 9, Number 1. 21-31