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La restauración absolutista y la cultura política en el gobierno del Virrey Pezuela

(Victor peralta Ruiz)


El autor se muestra interesado por captar el paso definitivo del absolutismo al
liberalismo. Recalcando la retorica realista, entendido como la propaganda oficial, y la
opinión pública, que reflejaba la realidad misma.
Ante la restauración de Fernando VII; también se decretó la suspensión de las Cortes y
de la carta política de 1812. Según diría José de la Riva Agüero, existió un descontento
por el restablecimiento del absolutismo y que la clase “más selecta” simpatizaba por la
causa patriota. Mientras que otro discurso anónimo colocaba a la clase privilegiada
como la enemiga del régimen liberal; mientras que la gente media no tenía el carácter,
pero que los indios, negros y mulatos eran la clase patriota. Aunque según este anónimo
discurso, los indios exigían su independencia guiada de un espíritu monárquico.
Ante ello el autor cita a Timothy Ana, quien explica que la bancarrota económica del
virreinato seria la causa de la tardía e interesada disposición criolla por separarse de
España.
El autor hace uso de diversas publicaciones periódicas como La Gaceta del gobierno de
Lima que, durante el movimiento de Pezuela, trataba de conservar el estatus simbólico
de este último. Aunque la credibilidad de la Gaceta fue disminuyendo cuando exageraba
los avances de “pacificación” militar realista.
Para los absolutistas, el liberalismo hispánico ya que según sus percepciones; no solo se
trataba de una época de actitudes políticas contra el monarca sino también contra las
luces. Pero es necesario, según el autor, diferenciar en este caso a lo que sucedió al Real
Convictorio. Pues este seria castigado por las orientaciones “liberales” de quienes la
conformaban: sino una coincidencia con el reaparecimiento del absolutismo y su cierre
temporal que fue un problema de solvencia económica.
La interiorización en la mentalidad sobre la religión católica por parte de los lideres
independentistas; también es un buen punto para tratar, pues mucha de la propaganda
realista trataba de avisar sobre el “anarquismo” de los gobiernos autonomistas, como
ocurría en Buenos Aires. En otras palabras, la retórica oficial buscaba mostrarle a la
población sobre “el miedo a las revoluciones”. Por tal razón los lideres patriotas
expresaban no tener que romper con la religión, para actuar la lucha patriótica.
Mas tarde llegaría el restablecimiento de la Constitución en 1812. Por lo que la orden de
proclamada juramentarla era deber del virrey, es decir Pezuela. Todo como una
estrategia de Fernando VII, para no avivar la separación de las colonias. Es más,
Pezuela creyó que esto agradaría a San Martin por su afinidad con el monarquismo.
Con la Junta realista y el golpe militar contra Pezuela, el 20 de enero de 1821; Serna
dependía su legitimidad de dos aspectos. De Fernando VII para confirmarlo y de su
capacidad para cumplir con la legalidad que emanaba la Constitución de 1812. Afamado
seria entonces haberse movido por el Constitucionalismo, que vendría a ser la actuación
en nombre del soberano, de las Cortes y de la Constitución.
En conclusión, el autor hace uso de las fuentes para mostrar la contrariedad entre la
propaganda realista y el desconcierto de la opinión publica peruana. Que mientras en
publicaciones como en la “Gaceta de Lima” y el “El triunfo de la Nación”, trataban de
asegurar al gobierno para confirmar l autoridad tanto dentro del absolutismo como el
restablecimiento liberal; y como otras publicaciones en “El Pacificador del Perú” ponían
la imagen de Serna como un militar ambicioso.
Versiones que al final servían por entender las opiniones distintas y como es que al
final, con lo ocurrido en Chile en 1817, dejaría en duda la visión de que la monarquía
aseguraba la protección ética, como en ese entonces era el catolicismo.

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