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UNIVERSIDAD “JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI”

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS


EMPRESARIALES Y PEDAGÓGICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TEMA: “LA POSESIÓN”

DOCENTE : DR. FREDY FERNANDEZ SANCHEZ

INTEGRANTES :
CONDORI FLORES ELVIO ESTEBAN

CRUZ CONDORI BILLY JHON

JARA HERNANI JHESU MARIO

CATACORA LUIS ALEX GONZALO

CURSO : DERECHO CIVIL V (DERECHOS REALES)

SECCIÓN : “A”
CICLO : VII

MOQUEGUA-PERÚ
2016

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PRESENTACIÓN

Presentamos la siguiente monografía sobre “LA


POSESIÓN”, en la cual tratamos de explicar de
una manera clara y precisa el derecho a la
posesión, en extensión y profundidad; y
finalmente, hemos utilizado un lenguaje sencillo
que permita comprender de inmediato lo que se
quiere dar a conocer.

Se trata de una cuidadosa y selectiva


recopilación de datos, doctrinas y comentarios
impartidos por los doctos en la Ciencias del
Derecho, referidos estrictamente a la Posesión.

Esperamos que el presente trabajo sea crítico,


pues deseamos llegar a conocer mejor el
Derecho, para de ese modo estimular más aún
nuestra formación profesional y humana.

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INTRODUCCIÓN

La posesión como derecho es la consecuencia jurídica de la posesión como


hecho, es decir, la posesión se sustenta en la apariencia de un derecho
frente a terceros (conducta posesoria).

El fundamento de la posesión en la doctrina difiere, sin embargo, como


señala el autor, en nuestro país el Código Civil ha adoptado uno, el cuál debe
ser adecuado acorde al tiempo y al sistema registral.

La posesión se configura como un sustituto de la prueba de propiedad ante


la dificultad que significa acreditar el dominio en cada momento, aunque
ilegítimos (no propietarios) se beneficien de ello; por ello la aspiración es
perfeccionar la prueba de la propiedad. Es decir, la posesión es ahora sólo
la mejor fórmula que existe para resolver el problema de las dificultades
probatorias.

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ÍNDICE

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CAPÍTULO I

LA POSESIÓN COMO DERECHO REAL

1. GENERALIDADES SOBRE LA POSESIÓN

La posesión es una de las instituciones más importantes de los Derechos


Reales, porque depende de ella en muchos casos la adquisición o pérdida de
derechos, especialmente de propiedad que es vital en esta materia y que las
personas individuales o colectivas luchan en el transcurso de sus vidas.

Posesión, en su primer entendimiento significa acto de poseer o tener una


cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro; por tal razón,
poseer es tener una cosa en su poder, para usarla, gozarla y aprovecharla.

El legítimo propietario de un Derecho Real hace respetar inicialmente su


derecho por intermedio de la posesión, que es el elemento esencial de esta
institución del Derecho Civil, y en caso de perderla tiene derecho a su
restitución con el objeto de hacer respetar su derecho e interrumpir la
posesión de la contraparte.

En forma resumida, poseer es tener una cosa mueble o inmueble en poder,


para usarla, gozarla, aprovecharla como mejor parezca a una persona;
empero, debe quedar claro que la posesión no requiere una permanente
aprehensión física de la cosa, porque al mismo tiempo se puede poseer
varias cosas, como por ejemplo diversas casas o muebles de hogar, aunque,
uno esté ausente y posiblemente a varios kilómetros, como así se puede estar
en posesión de una cosa cuando se es representado por alguien en la misma,
sucede aquello cuando se alquila o presta la cosa a una tercera persona.

La posesión de una cosa hace presumir la posesión de las cosas accesorias a


ella, por la simple razón, que lo accesorio sigue a lo principal; por lo tanto, una
persona que posee un bien inmueble (casa) también se presume que todos
los muebles son poseídos por la misma.

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2. CONCEPTO DE POSESIÓN

La palabra posesión aparece asociada con la idea de pertenencia, dueño,


amo, dueño y señor de algo.

Posesión es tener una cosa corporal (bienes muebles o inmuebles) con ánimo
de conservarla para sí o para otro; por tender algún derecho real sobre el
mismo que debe ser respetado por todos.

Recordemos que la propiedad es el poder jurídico que el hombre adquiere


sobre las cosas de conformidad con la voluntad general que es la Ley. La
posesión, por el contrario, es el poder jurídico que el hombre establece sobre
la cosa de conformidad a su voluntad individual. Cuando ambos poderes se
concentran en la misma persona, el hecho es conforme al derecho; por eso la
posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que
denotan la atención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro
derecho real.

Cuando una persona posee una cosa reconociendo el derecho de propiedad


u otro derecho real en otra persona, se llama tenencia; por lo tanto, éste
último posee legítimamente en nombre de otro.

Al respecto nuestra Legislación ordena que "la posesión es el ejercicio de


hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad".

La posesión es un verdadero derecho y no simplemente un hecho. Es un


derecho real porque reúne todos los caracteres de tal: relación directa con la
cosa, acción erga omnes y falta de sujeto pasivo determinado.

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3. CLASES DE POSESIÓN

Las Clases de Posesión son los siguientes:

a. Posesión Inmediata y Mediata

Según el artículo 905 del Código Procesal Civil “es poseedor inmediato es
el poseedor temporal en virtud un título”, corresponde la posesión mediata
a quien confirió el título.

El poseedor mediato es aquel quien transmitió el derecho en favor


del poseedor inmediato. Poseedor mediato es el titular del derecho,
por ejemplo, el propietario, es aquel que cede la posesión quien
confirió el título.
El poseedor inmediato es el poseedor temporal, posee en nombre
de otro de quien le cedió la posesión en virtud de un título y de
buena fe, por ejemplo el inquilino que posee para el propietario.

b. Posesión de Buena fe

Prevista por el artículo 906º del Código Civil, “La posesión ilegítima es de
buena fe cuando el poseedor cree en su legitimidad, por ignorancia o error
de hecho o de derecho sobre el vicio que invalida su título”.

La buena fe es la convicción que tiene el poseedor de que su título es


legítimo y eficiente, esa creencia deriva de la ignorancia o error de hecho o
derecho sobre el vicio que invalida su título.

c. Posesión de Mala fe

Nuestro Código Civil expresamente no define la posesión de mala fe, la


posesión de mala fe es aquella que se ejercita cuando el poseedor tiene

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conocimiento que no tiene título o el que tiene padece de nulidad. La mala


fe es una posesión ilegitima y viciosa sin título o con título inválido, la mala
fe empieza cuando cuando termina la creencia de la legitimidad de la
posesión al descubrirse el error o vicio que invalida el título.

d. La Posesión Precaria

La posesión precaria está legislada en el artículo 911º de nuestro Código


Civil; el cual prescribe que: “La posesión precaria es la se ejerce sin título
alguno o el que se tenía ha fenecido”.

Como podemos apreciar es una posesión ilegítima, porque falta título


posesorio, ya sea porque no existió antes, o porque el título legítimo que
dio nacimiento a la posesión terminó, quedando el poseedor sin título
alguno que ampare su posesión.

La posesión precaria por falta de título, es una posesión ilegítima ya que


se carece absolutamente de título, por ejemplo tenemos las invasiones
para fundar Pueblos Jóvenes y los Asentamientos Humanos Marginales.

Cuando el poseedor pierde la eficacia, ya que se extinguió los efectos del


título, se trata de una persona que entro en posesión como poseedor
ilegítimo y se transforma en poseedor ilegítimo al haberse vencido el plazo
o haberse cumplido la condición resolutoria, como podemos ver en este
caso no existe buena fe ya que el poseedor es consciente del fenecimiento
del título que tenía y por lo tanto es poseedor de mala fe desde el
momento que se extinguió su título, pues tiene conocimiento que este ha
expirado y que esta poseyendo indebidamente un determinado bien.
Como por ejemplo el arrendatario, anticresista, usufructuario o
comodatario quienes a pesar de haberse terminado el plazo aun continúan
en la posesión
No se debe confundir la posesión ilegítima con la posesión precaria; ya
que en la posesión ilegítima existe un título pero adolece de un defecto de

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forma o fondo, sin embargo en la posesión precaria se da por falta


absoluta del título.
La posesión puede ser legítima o ilegítima, dependiendo de su
conformidad o no con el derecho, siendo la posesión de buena fe y la
posesión de mala fe una sub-clasificación de la posesión ilegítima, la
ilegitimidad de la posesión no sólo está dada por la existencia de un título
viciado, es decir que adolece de alguna causal de nulidad o anulabilidad,
sino que además esta se da cuando ésta se basa en un título el que el
transfiriente carece de legitimidad para ello, es decir cuando el defecto es
de fondo.

4. VICIOS DE LA POSESIÓN

Los vicios de la posesión son la violencia, clandestinidad y abuso de


confianza, que se encuentran íntimamente ligadas con la posesión pública y
pacífica.

a. Violencia

Cuando se adquiere la posesión por vías de hecho, acompañadas de


violencia materiales o por amenazas de fuerza contra per-sonas o cosas.

El profesor Tafur señala "que mediante la posesión violenta se coacciona


injustamente a una persona para que se desprenda de la posesión o
tenen-cia de un bien. Arrebatar un bien a una persona es una fuerza
actual, y es inminente cuando existe de por medio una amenaza suficiente
para inti-midar al poseedor, propietario o tenedor. Existe violencia también
cuando alguien se apodera de la cosa en ausencia de su dueño y al
regresar éste, lo repele".

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b. Clandestinidad

Cuando los actos por los cuales se tomó o se continuó fueron ocultos o se
tomó en ausencia del legal poseedor o con precauciones para sustraerla al
conocimiento de los que tenían derecho a oponerse.

Lo que caracteriza a la clandestinidad es el sigilo, el ocultamiento con que


ha procedido el poseedor.

El profesor Zeballos señala que "no habrá clandestinidad si no obstante


el que tomó la posesión en ausencia del anterior poseedor se lo comunicó
por medios idóneos en el momento o inmediatamente".

c. Abuso de confianza

Cuando alguien ha recibo una cosa legal-mente y luego se niega a


entregar la cosa, alegando otro título.

El profesor Borda sobre este punto señala que "Existe abuso de


confianza cuando la persona que ha recibido una cosa a título de acreedor
(arrenda-tario, comodatario, depositario, etc.) intervierte su título y
pretende tener sobre la cosa su título y pretende tener sobre la cosa un
verdadero derecho de posesión. Es decir que no se trata de la negativa del
tenedor a restituir la cosa, en tanto se limite a defender su derecho de
tenedor precario de la cosa; el abuso de confianza consiste en
pretenderse poseedor pleno de ella".

5. ELEMENTOS DE LA POSESIÓN

Siguiendo la escuela clásica del Derecho, no queda dudas que la posesión


tiene los siguientes elementos que dan vida a esta institución del Derecho
Civil:

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a. El corpus. Es el elemento material de la posesión; es decir, tener la


cosa, o es el poder de hecho que se ejerce sobre una cosa
determinada y concreta.

b. El animus. Es la intención de actuar como dueño de la cosa o tener


algún otro derecho real.

Para hablar de posesión, es menester la existencia de dos elementos cons-


titutivos, uno objetivo, el otro subjetivo:

El Corpus Possessionis, es decir el poder de hecho del sujeto sobre


la cosa, el elemento material de la posesión.
El Ánimus Possidendi (elemento espiritual) o intención de actuar por
su propia cuenta o de alegar para sí un derecho real sobre la cosa.

Ambos elementos deben coexistir al mismo tiempo, cuando alguien tiene el


mero poder de hecho pero no está acompañado del ánimus, o sea de la
intención de ejercitar una actividad correspondiente al ejercicio de un derecho
real.

Con mucho criterio señala el profesor Borda que "las ideas de corpus y
ánimus no han hecho sino complicar innecesariamente el concepto de la
posesión; se trata simplemente de proteger ciertas situaciones de disfrute,
ciertas conductas del hombre respecto de las cosas. El presupuesto fáctico de
la posesión no es por consiguiente la aprehensión de la cosa ni la posibilidad
de aprehenderla, sino un cierto señorío de hecho sobre ella”.

6. FUNCIONES QUE CUMPLE LA POSESIÓN

Sin la posesión no sería posible el ejercicio pleno de las facultades que


otorgan los derechos reales a sus titulares.

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La posesión protege precisamente al que tiene la posesión legítima de la cosa


o la tenencia de la cosa, sin importar quién es el propietario, siendo ésta una
de las funciones que cumple la misma, para mantener la paz social.

El profesor Valdez enseña que "en el conflicto entre quien alega la propiedad
de una cosa y quien se mantiene en la posesión de ella, que se podrá dirimir
ante el órgano judicial, la posesión tiene el efecto de:

En primer lugar, determinar quién deberá asumir el rol de actor y


quién el de demandado.
En segundo lugar, incidiendo fundamentalmente sobre la distribución
de la carga de la prueba, será decisiva para determinar, en caso de
insuficiencia de ella, la victoria del poseedor sobre el pretendido
propietario".

7. QUÉ DERECHOS SE EJERCEN POR MEDIO DE LA POSESIÓN

De acuerdo a nuestra Legislación vigente y varios estudiosos del Derecho,


mediante la posesión se pueden ejercer los siguientes derechos reales:

Derecho de propiedad de bienes muebles e inmuebles.


Derecho de usufructo.
Derecho de uso.
Derecho de habitación.
En el contrato de la anticresis.
Los acreedores prendarios.
En las servidumbres activas.

8. ¿PORQUÉ SE PROTEGE A LA POSESIÓN?

La posesión es protegida en forma independiente al Derecho de Propiedad,


porque básicamente nadie puede hacerse justicia por sus propias manos, ya
que en muchos casos cuando se pierde la posesión, las personas quieren
restituirla por la fuerza, situación que no es aconsejable por la paz social que
debe reinar en nuestra sociedad.

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Distintos estudiosos del derecho señalan varias razones del porqué debe
protegerse a la posesión, entre ella tenemos:

Es necesario que el poseedor (propietario y tenedor) tenga una acción


rápida y suficiente contra un agresor de su derecho.

Hay una razón elemental de orden jurídico: nadie puede hacer justicia
por su mano propia; por lo tanto, si alguien pretende tener derechos
sobre un bien que otro tiene en su poder, debe acudir a un proceso
judicial para su restitución.
La defensa posesoria se funda también en la protección de las cosas
en sí mismas, porque las mismas sirven para la satisfacción de
necesidades humanas, por lo que hay un interés social en la
conservación y protección de las cosas.

9. PRESUNCIONES DE LA POSESIÓN

En el Derecho y especialmente en los Derechos Reales que es objeto de la


presente investigación, es importante tomar en cuenta las presunciones en
materia de la posesión y la tenencia de las cosas, porque la continuidad, el
tiempo y el momento de la posesión son importantes para adquirir o perder
derechos reales; razón por la cual, es importante en muchos casos determinar
desde cuándo se ejerce la posesión, cómo ha comenzado la misma, cómo ha
transcurrido, si ha cambiado el título de la posesión por el de tenencia o
viceversa, etc., que a continuación analizaremos.

Las presunciones son medios de prueba que disponen las partes en el


proceso judicial y que debe ser valorada por el juzgador al momento de fallar
y decidir sobre los hechos controvertidos.

10. IMPORTANCIA DE LA POSESIÓN

La norma en estudio regula varias presunciones con relación a la posesión


con el fin de establecer la continuidad de la misma y otros aspectos que son

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importantes a la hora de adquirir o perder derechos reales por efectos de la


posesión.

 La primera se refiere a que se presume la posesión de quien ejerce


actualmente el poder sobre la cosa, siempre que no se pruebe que
comenzó a ejercerlo como simple poseedor; por consiguiente, si la
persona ha ingresado a tener la cosa como simple poseedor (por ejemplo

como inquilino) no puede considerarse o presumirse que el mismo es


poseedor sino simplemente detentador de la cosa y mientras no
demuestre que ha cambiado su título no se rompe esta presunción.
 La segunda presunción se refiere a que si el poseedor actual prueba haber
poseído antiguamente, se presume haber poseído en el tiempo intermedio,
excepto si se justifica otra cosa por un medio probatorio contundente; es
decir, si alguien prueba por un medio idóneo haber poseído anteriormente
y posee actualmente, se presume la posesión en el tiempo intermedio.

Sobre este punto el profesor Tafur señala que "establecida su causa o punto
de partida, será necesario demostrar la relación material con el bien en los in-
tervalos posteriores y el extremo final con la prueba directa de su existencia
en cuanto posesión y tiempo, o su defecto, mediante las presunciones legales
de la naturaleza de la posesión (a nombre propio) de la relación material
subsiguiente y de la continuidad de la misma entre la posesión anterior y la
actual sin que haya prueba en contrario".

Sobre esta presunción nuestra Legislación en su artículo 912° decreta que "si
el poseedor actual prueba haber poseído anteriormente, se presume que
poseyó en el tiempo intermedio, salvo prueba en contrario".

Sobre las presunciones de la posesión nuestra Legislación también dispone lo


siguiente:

Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la


cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple
poseedor.

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El poseedor actual que prueba haber poseído antiguamente, se


presume haber poseído en el tiempo intermedio, excepto si se justifica
otra cosa.
La posesión actual no hace presumir la posesión; pero si hay título que
fundamenta la posesión, se presume que se ha poseído en forma
continua desde la fecha del título.

Sobre la precisión de la posesión la Corte Suprema tiene la siguiente jurispru-


dencia: Quien está en poder de la cosa o terreno tiene a su favor la
"presunción de no precariedad" prevista en el parágrafo.

I del Art. 88 del Código Civil máxime si no se ha demostrado que el poseedor


haya ingresado a título de precarista (inquilino, tolerado o simple tenenciero).
(Auto Supremo N° 3, de 3 de enero de 2001. Sala Civil II. Ministro Relator Dr.
Guillermo Arancibia López).

11. SUJETOS DE LA POSESIÓN

En primer lugar por excelencia son sujetos de la posesión las personas indivi-
duales o físicas, sin descartar a las colectivas.

Nuestra Legislación guarda silencio sobre los sujetos de la posesión; sin em-
bargo, por un principio general, son incapaces de adquirir la posesión por sí
mismos, los que no tienen un uso completo de su razón, como los interdictos
declarados judicialmente y los menores de edad, pero no queda ninguna duda
que pueden adquirir y conservar la posesión por intermedio de sus tutores o
progenitores respectivamente.

Algunos autores no argumentan ningún impedimento para que las personas


incapaces, por razón de salud mental o edad, ejerzan la posesión sobre
determinados bienes y en forma plena.

Las personas jurídicas o colectivas sólo pueden adquirir y tener la posesión


por intermedio de sus representantes legales; por lo tanto, no existe ningún
impedimento para que las mismas adquieran derechos posesorios y reales.

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12. COSAS QUE PUEDEN SER OBJETO DE LA POSESIÓN

Inicialmente podemos señalar que los objetos de la posesión son las cosas
materiales o inmateriales que pueden ser objeto de derechos y susceptibles
de tener un valor económico.

a. Bienes del Estado.

Recordemos que los bienes del Estado, de los municipios, de las


universidades y otras entidades públicas, se determinan y regulan por la
Constitución, Estatutos y las leyes especiales que les conciernen.

Los bienes de propiedad pública del Estado no son susceptibles de


apropiación privada y corresponde al Estado su distribución y
administración; por lo tanto, no son susceptibles de posesión y en su caso
debe refutarse la misma como ilegítima.

Estos bienes son inalienables, inembargables e imprescriptibles. Estas son


las características que los diferencian de los demás bienes como el de los
bienes de dominio privado del Estado y bienes de las personas
individuales o colectivas.

Por ejemplo, son bienes de propiedad del Estado, los ríos, sus cauces, los
lagos y toda agua que tenga la aptitud de satisfacer usos de interés
común, las riberas internas de los ríos, entendiéndose por tales la
extensión de tierra que las aguas desocupan durante las crecidas, los
lagos navegables y sus lechos, las islas que se forman en toda clase de
ríos o en los lagos, cuando ellas no pertenezcan a personas particulares,
las calles, plazas, caminos, canales, puentes, las ruinas y yacimientos
arqueológicos y paleontológicos de interés científico y otros bienes que
expresamente señalen las leyes especiales.

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b. Cosas determinadas.

El profesor Romero expone que "la posesión exige actos concretos con
relación a las cosas; por lo tanto, no puede ejercerse sobre cosas
indeterminadas".

Solo puede ejercerse la posesión de cosas determinadas o fácilmente


determinables, que estén plenamente individualizadas; por lo que no se
puede poseer la parte incierta de una cosa.

Varios estudiosos del derecho señalan que el objeto de la posesión es


siempre la cosa. Los bienes que no son cosas pueden ser objeto de la
posesión de modo relativo.

En concreto, se requiere que la cosa sea perfectamente individualizada y


separada para que la posesión sea legalmente adquirida; por ejemplo,
cuando se trata de un animal que se encuentra en un rebaño.

c. Cosas futuras.

No es posible poseer legalmente cosas futuras; por lo tanto, mientras la


cosa futura no se separe (cría de una vaca, por ejemplo) no se la puede
poseer legalmente.

13. EXCLUSIVIDAD DE LA POSESIÓN

El profesor Borda con mucha solvencia precisa que "dos posesiones iguales
y de la misma naturaleza no pueden concurrir sobre la misma cosa”.

Lo que quiere significar es que no se concibe que dos personas puedan


ejercer la posesión de una cosa simultáneamente, pretendiendo al mismo
tiempo, que sea exclusiva.

De donde surgen estas consecuencias.


Que si una posesión anterior continúa, la nueva no puede nacer.
Que si una nueva posesión comienza, la anterior necesariamente debe
haber cesado.

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La posesión no puede ser ostentada simultáneamente por dos


personas.

La exclusividad de la posesión representa una nota característica de la


misma, conforme con su naturaleza, que guarda paralelismo con la propiedad
de las cosas; es decir, como al mismo tiempo no puede haber dos
propietarios de una cosa, tampoco pueden estar poseyendo dos sujetos una
misma cosa.

Cuando dos personas aleguen la existencia de una posesión de la misma


naturaleza y sobre la misma cosa, por motivos diferentes y además con título
o causa distinta, el juzgador no podría legalmente declarar la coexistencia de
ambas posesiones, sin violar el principio de exclusividad de la posesión.

Es necesario tomar en cuenta que no es posible que dos personas distintas al


mismo tiempo estén poseyendo un mismo bien, pero no excluye la existencia
legal de la coposesión; es decir que dos personas ejerzan simultáneamente
sobre la misma cosa, empero, reconociendo el derecho de todos.

14. COPOSESIÓN

Como indicamos en el punto anterior no puede existir que varias personas


estén poseyendo al mismo tiempo un misma cosa; pero es posible la
coposesión de cosas indivisas o divisibles.

El contenido del derecho real del condominio o copropiedad, tiene su reflejo


directo en la coposesión, en la que los sujetos se reconocen recíprocamente
estar poseyendo una cosa que les pertenece a todos.

El profesor Musto señala que "sin embargo, el tema no está exento de


dificultades, porque quien tenga asignada una parte idealmente determinada
sobre una cosa, no puede poseerla en abstracto. Su relación deberá recaer
entonces sobre la totalidad de la cosa, con las limitaciones en cuanto a su uso
o disfrute que son consecuencia de la propia situación de coposesión".

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15. POSESIÓN A TÍTULO UNIVERSAL

Previamente recordemos la herencia se difiere por la ley o por voluntad del


causante manifestada en su testamento. Nos referimos al sucesor
testamentario.

Entre los herederos legales unos son forzosos, llamados a la sucesión por el
solo imperio de la ley; los otros son simplemente legales, que tienen derecho
a la sucesión a falta de herederos forzosos y testamentarios.

Recordemos que la muerte abre la sucesión; por consiguiente, a partir de ese


momento el sucesor a título universal continúa la posesión de su causante
desde que se abre la sucesión, a menos que renuncie a la herencia en forma
expresa o tácita.

Nuestro ordenamiento jurídico muestra claramente, dos clases de sucesores


mortis causa: los herederos y los legatarios. Llámese heredero al que sucede
a título universal, y legatario al que sucede a título particular.

El heredero es un sucesor universal al que se le difiere la totalidad del


patrimonio o una parte proporcional de ella. El heredero es llamado a recibir la
sucesión continuando la persona del causante, por lo que tiene vocación al
todo, por consiguiente, puede responder por las obligaciones del causante.

Con mucho criterio señala el profesor Zeballos "para que la posesión de los
bienes hereditarios se entienda transmitida a los herederos sin interrupción y
desde la muerte del causante, se precisa que llegue a aceptar la herencia, lo
que no puede producirse mientras no se releve de un acto jurídico
testamentario o, en su defecto, legal, que confiera la cualidad de heredero".

Al respecto nuestra Legislación indica:

El sucesor a título universal continúa la posesión de su causante desde


que se abre la sucesión, a menos que renuncie a la herencia.
El sucesor a título particular puede agregar a su propia posesión la de
su causante o causantes.

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16. LA POSESIÓN A TÍTULO PARTICULAR

El legatario sucede un bien determinado o específico, por consiguiente, es un


sucesor singular que no va a continuar la persona del causante, ni va a con-
fundir su patrimonio con el de aquél, porque simplemente va a recibir un

objeto determinado y cuya responsabilidad habrá de extenderse únicamente


al valor de la cosa legada.

La nota distintiva de heredero y legatario, analizada a la luz de la más nutrida


doctrina, inspirada en el criterio objetivo de la herencia, no importa la voluntad
del testador manifestada en las palabras con que hace el llamamiento a su
herencia, sino que surge del propio contenido de la disposición testamentaria,
según atribuya a los sucesores el patrimonio en su totalidad o parte
proporcional (herencia), o en alguno de sus elementos individualizados o
grupo de ellos concretamente determinado (legado).

Situación similar ocurre con el sucesor a título particular (con la universal) o


conocido técnica y jurídicamente como legatario; por lo tanto, el sucesor a
título particular puede agregar a su propia posesión la de su causante o
causantes desde el momento de la muerte del causante y por supuesto si
éste ha aceptado la sucesión a título particular en su favor.

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CAPÍTULO II

LA POSESIÓN CÓDIGO CIVIL PERUANO

Martín Mejorada C. Profesor de Derecho Civil de la PUC, UP y UNMSM

1. DERECHO DE POSESIÓN

Dice el artículo 896 del Código Civil que la posesión es el ejercicio de


hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad.

Los atributos típicos de la propiedad son el uso, disfrute, disposición y


reivindicación (artículo 923 del Código Civil), pero no son todos.

En realidad el propietario puede actuar sobre el bien del modo más


amplio imaginable, siempre que no contravenga una norma prohibitiva,
puede hacer todo lo que no le esté prohibido. Habrá posesión, cualquiera
sea la conducta sobre el bien, en tanto el comportamiento de la persona
corresponda al ejercicio de algún atributo del dominio.

De ahí que la posesión no solo se genera para quien actúa como dueño,
sino también para cualquiera que realiza la explotación económica del
bien, incluso como acto temporal desmembrado de la propiedad.

2. DERECHO REAL AUTONOMO

Se trata de un derecho real autónomo, el primero del Libro de Reales, que


nace por la sola conducta que despliega una persona respecto a una cosa,
sin importar si tiene derecho o no sobre ella.

La posesión es el derecho que surge del propio comportamiento y del


impacto de éste sobre los terceros ajenos a la situación posesoria. El actuar
del poseedor genera la apariencia de que estamos ante una persona con
derecho a poseer.

DERECHO CIVIL V: DERECHOS REALES “LA POSESIÓN” Página 21


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Así, es poseedor quien actúa sobre el bien de la forma como lo haría el


propietario, el copropietario, el usufructuario, el usuario, el titular de una
servidumbre, el superficiario, el arrendatario, el comodatario o cualquier
titular de derecho patrimonial sobre el bien, sea éste real o no.

Es un derecho real autónomo, diferente a la titularidad que se refleja


en el comportamiento del poseedor.

Diferencia entre el derecho de posesión y el derecho a la


posesión, entendiendo al primero como el que deriva de la
conducta y al segundo como el que proviene de un título. No todo
el que tiene derecho de posesión ostenta título para poseer, y no
todo el que cuenta con título posee el bien.

3. LA IMPORTANCIA DE LA POSESIÓN

El contenido del derecho de posesión es uno de los más complejos, pues


surge de medios singulares y genera una serie de consecuencias en diversos
ámbitos. Menciono las más importantes:

La adquisición de la posesión no solo se produce de manera


originaria con el despliegue de la conducta exigida por la ley para
calificar al poseedor, sino también a través de mecanismos ficticios a
los que se denomina adquisición ficta (artículos 902 y 903).
El poseedor tiene derecho a sumar el plazo posesorio de anteriores
poseedores (artículo 898).
Tiene derecho a conservar la calidad de poseedor aun cuando no
esté ejerciendo de hecho ninguna conducta sobre el bien (artículo 904).
También goza del derecho a ser considerado poseedor (mediato) por
el sólo hecho de haber conferido un título temporal para que otro
posea de manera inmediata (artículo 905).
Goza de beneficios especiales si posee creyendo que tiene derecho
sobre el bien (buena fe) y soporta cargas también especiales si
posee de mala fe, es decir a sabiendas que carece de derecho
sobre el bien (artículos 906 al 910).

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UNIVERSIDAD “JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI”

Se han previsto presunciones legales que ante situaciones de


controversia invierten la carga de la prueba a favor del poseedor
(artículos 912 al 915).
El poseedor tiene derecho al reembolso de las mejoras realizadas en
el bien ajeno (artículos 916 al 919).
Cuenta con el derecho a mantenerse en la situación posesoria, para
lo cual se le ha dotado de medios extrajudiciales y judiciales de
defensa (artículos 920 y 921).
La posesión prolongada que cumple ciertos requisitos puede conducir
a la adquisición de los derechos de propiedad o servidumbre
(artículos 950 y 1040).
Finalmente, la posesión es el modo de adquirir o ser preferido para
la adquisición de algunos derechos patrimoniales (artículos 947, 948,
1058 inciso 2 y 1136).

Ahora bien, ¿Para qué sirve la posesión? ¿Por qué se protege a quien
ejerce de hecho algún atributo de la propiedad, aunque en realidad no
sea propietario?. Estas son las preguntas más frecuentes que surgen luego
de una primera mirada al articulado del Código Civil.

A lo largo de la historia se han intentado una serie de respuestas, las más


importantes formuladas a partir de la posesión en el Derecho Romano. Diez-
Picazo y Gullón describen de manera resumida el panorama de los
fundamentos más saltantes en la doctrina clásica.

Para Savigny, la posesión busca proscribir la violencia entre


privados que debaten sobre el derecho a poseer los bienes, por
ello hay que proteger a quien tiene los bienes en su poder mientras
los jueces resuelven sobre el mejor derecho.
Según Thinbaut, la posesión es el respaldo a la permanencia del
estado de cosas, hasta que no se den motivos determinantes para
alterarlas.
Para Röder y Arehens, el fundamento se encuentra en la presunción
de probidad, según la cual se debe presumir que toda persona es

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proba y honrada de modo que si explota un bien es porque tiene


algún derecho sobre él.
Por su parte Gans, señala que la posesión se protege porque es el
comienzo de la propiedad a la que se puede acceder por vía de la
usucapión.
Puchta y Bruns, señalaron que la posesión era la protección de la
voluntad de la persona que posee, lo cual a su vez es una
manifestación de su personalidad, por tanto, la posesión protege la
personalidad del poseedor.
Sthal, indica que la posesión debe protegerse de modo distinto a
la propiedad porque finalmente se trata de un comportamiento
tendiente a la explotación patrimonial de los bienes, lo cual
satisface necesidades humanas y ello debe tutelarse.
Finalmente Ihering, quien ha tratado más extensamente este tema,
señala que la posesión es la exteriorización de la propiedad y debe
ser protegida porque los propietarios no siempre pueden probar el
dominio.

En la mayoría de los casos estas explicaciones no derivan de los sistemas


jurídicos correspondientes a los autores citados, sino de la lectura de un solo
derecho: el Derecho Romano.

Al no hallarse con facilidad textos de doctrina y legislación romanas, los más


importantes juristas de los siglos XVIII y XIX hicieron gala de erudición para
desentrañar los misterios del Derecho Romano en materia de posesión. Lo
central para ellos no fue evaluar la utilidad o pertinencia de las instituciones
romanas en sus respectivas sociedades, sino rescatar la «esencia» del
derecho posesorio, lo que supone por cierto la curiosa idea de que los
conceptos jurídicos son universales y eternos.

4. LA POSESION COMO HECHO Y COMO DERECHO

Debemos hallar un fundamento que explique qué queremos nosotros (en


Perú) de los derechos sobre las cosas, y de qué modo se debe enfrentar la
situación de las personas que de hecho desarrollan conductas sobre los
bienes.

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La posesión como hecho, es el comportamiento económico sobre


los bienes.
La posesión como derecho que es la consecuencia jurídica
atribuida por el artículo 896 del Código Civil.

No olvidemos que la posesión como hecho precede a la regulación jurídica.


Las personas no poseen porque exista un derecho real llamado posesión o
porque el Derecho Romano lo desarrolló ampliamente.

La conducta posesoria es un hecho fundamentalmente económico,


un hecho de la realidad al que hay que juzgar conforme a las
particulares características de cada sociedad y atribuir consecuencias según
lo que más convenga a la justicia y valores imperantes.

En el Perú se ha regulado la posesión de manera consecutiva desde el


Código Civil de 1852 hasta la actualidad. En cada oportunidad el legislador
ha consagrado una definición del derecho posesorio partiendo principalmente
de la doctrina clásica.

Desde el Código Civil de 1936 la posición preponderante en el Perú sobre el


fundamento de la posesión y sus alcances, ha acogido expresamente la
tesis doctrinal del maestro alemán Rudolf Von Ihering.

A pesar que las reflexiones de Ihering son probablemente las de mayor


asidero en el balance de los estudios sobre esta materia, no se debe
perder de vista que en definitiva se trata de reflexiones referidas al Derecho
Romano, por tanto a una realidad que desapareció hace siglos.

¿Es esa nuestra realidad? Ciertamente no, pero veamos si existe algún
fundamento que trascienda los tiempos y que arroje un resultado por
coincidencia concordante con las necesidades actuales.

El siguiente párrafo revela en síntesis el pensamiento de Ihering sobre el


fundamento de la posesión:

“La protección posesoria en el Derecho Romano (...) ha sido instituida a fin de


aliviar y facilitar la protección de la propiedad. En vez de la prueba de

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propiedad que el propietario debe ofrecer cuando reclama la cosa en manos


de un tercero (reinvindicatio), le bastará la prueba de la posesión (...)

¿Puede según esto la posesión representar la propiedad? Sí, porque


es la propiedad en su estado normal. La posesión es la exterioridad, la
visibilidad de la propiedad. Estadísticamente hablando, esta exterioridad
coincide con la propiedad real en la infinita mayoría de los casos. Por lo
regular el poseedor es al mismo tiempo el propietario (...). Podemos pues
designar al poseedor como el propietario presunto”.

Es decir, la posesión se configura como un sustituto de la prueba de


propiedad ante la dificultad inevitable que significa acreditar el domino en
cada momento. Si los propietarios tuviesen que demostrar su derecho
cada vez que interactúan se generarían complicaciones prácticas insolubles.

Todo el tiempo los dueños tendrían que cargar con sus títulos de propiedad
desplegando un enorme esfuerzo probatorio, que en algunos casos es muy
difícil de superar e incluso imposible. Por ello, en base a un análisis de
probabilidades se observa que en la realidad las personas que actúan sobre
los bienes como si fuesen dueñas (apariencia de dominio), casi siempre lo
son.

Se justifica perfectamente que a partir de esa apariencia surja un


derecho autónomo que da lugar a una serie de consecuencias, que
aseguran el ejercicio pacífico de la propiedad en escenarios sencillos donde
no se debate sobre el derecho a poseer. En el Derecho Romano el
reconocimiento de esta titularidad autónoma estuvo referido exclusivamente
a la apariencia de la propiedad. Empero, es claro que si se trata de resolver
dificultades probatorias, tanto sufren de ellas los propietarios como los
titulares de otros derechos patrimoniales.

Por tanto, alejándonos del Derecho Romano y de la mano de Ihering, es


comprensible que la posesión no se limite a la apariencia de la propiedad
sino que se extienda a la apariencia de cualquier derecho patrimonial sobre
bienes.

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Por supuesto habrán situaciones en las que es necesario establecer quién


es el real propietario o titular del bien, a cuyo efecto el despliegue probatorio,
por complejo y difícil que sea, será inevitable. Son las situaciones en
las que se discute el mejor derecho a poseer. Es el caso de la acción
reivindicatoria y las acciones posesorias.

El fundamento desarrollado por Ihering es claramente atemporal y útil


especialmente para nuestra realidad. En el Perú existen dificultades
probatorias de la propiedad y otros derechos, y seguramente existirán por
mucho tiempo más debido a la informalidad y a las imperfecciones de
nuestro sistema registral.

En nuestro país existe un enorme porcentaje de predios cuyos propietarios


no cuentan con títulos que los acrediten como tales. No me refiero a

los llamados Pueblos Jóvenes o Asentamientos Humanos, sino a los predios


rurales y a algunos bienes ubicados en sectores marginales, en los que
los poseedores son normalmente propietarios pero no cuentan con
documentos y registro de sus titularidades.

El excesivo costo de la legalidad ha sido la causa principal de que los


propietarios y otros titulares permanezcan únicamente en la esfera de la
apariencia: la esfera de la posesión. Mientras dichas dificultades no se
superen la posesión cumple un rol fundamental para nuestros propietarios,
pues no solo es un sustituto ocasional para la prueba de la propiedad, sino en
muchos casos la única forma de ejercer el dominio pacíficamente.

Por supuesto, tratándose de bienes muebles no identificables la posesión


cumple un rol probatorio impresionante. Virtualmente la posesión se
equipara a la propiedad: si se observa a una persona poseer un
teléfono celular, difícilmente se podrá demostrar que el teléfono pertenece
a persona distinta.

Si en el futuro se lograra una formalización absoluta y un mecanismo


de prueba sin errores sobre la existencia de los derechos, la posesión ya

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no tendría sentido, por lo menos no con la justificación que hoy es su


principal fundamento. La aspiración es perfeccionar la prueba de la
propiedad, para lo cual la tecnología es de gran ayuda. La posesión no es la
meta, es solo la mejor fórmula que existe actualmente para resolver el
problema de las dificultades probatorias, a pesar de que algunos ilegítimos se
beneficien de ello.

De otro lado, el análisis de probabilidades sobre los poseedores que son


propietarios en el Perú sigue siendo favorable para justificar la existencia de
la figura, aun a riesgo de que poseedores no propietarios se hagan pasar por
tales.

Como decía Ihering: “Si para ser protegido como poseedor basta demostrar
su posesión, esta protección aprovecha lo mismo al propietario que al no
propietario. La protección posesoria, establecida para el propietario, beneficia
de este modo a una persona para quien no se ha instituido. Tal
consecuencia es absolutamente inevitable. El Derecho debe aceptarla por
encima de todo, para alcanzar su fin de facilitar la prueba de la propiedad”

La posesión es pues un derecho cuya importancia no se centra en la esfera


espiritual del poseedor. No es una herramienta que busque la satisfacción
individual como propósito primero, sino la facilitación de los intercambios y
la interacción en general. Se considera que el núcleo de este singular
derecho está en la apreciación de las personas ajenas al poseedor. Se trata
de un derecho privado de clara función pública.

Si la posesión se sustenta en la apariencia de un derecho, sólo habrá


posesión cuando los terceros (espectadores de la apariencia) crean que
quien está desplegando la conducta sobre el bien es titular de un derecho.
Es decir, no se trata solo de usar, disfrutar o disponer de hecho de un bien,
sino de que a partir de esas conductas se genere la señalada apariencia. Si a
pesar de existir ejercicio de hecho no es posible generar esa apariencia
(porque se sabe públicamente de la ausencia del derecho), no debería existir
posesión.

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De ahí por ejemplo que en aquel lamentable incidente en el que un grupo de


terroristas tomó la casa del Embajador de Japón, situación en la que todo
el mundo sabía de la ilegitimidad de los delincuentes, no podía hablarse de
posesión a favor de ellos, a pesar de que usaron el inmueble por varios
meses. En el mismo sentido, si el ejercicio de los atributos de la propiedad
se realiza de manera clandestina, de modo que no es posible advertir dicho
ejercicio, no habrá posesión. Lo dicho no significa que la posesión
deba ser expuesta a los ojos del mundo para ser tal, pues es evidente que
existen bienes cuya explotación es por naturaleza reservada, como por
ejemplo el uso de ropa interior (en la mayoría de los casos) o el uso de una
prótesis instalada en el interior del cuerpo humano.

5. LA POSESIÓN ILEGÍTIMA

Estas reflexiones no contradicen la existencia legal de la posesión ilegítima,


ya que la ilegitimidad no es apreciable con facilidad por los terceros.

Un ladrón que usa con total desparpajo el reloj robado, es poseedor


ilegitimo, pero es poseedor porque no se puede advertir de su conducta
que el bien fue robado. Si el ladrón fuera capturado en el mismo acto
del robo y mientras toma «posesión» del bien, claramente no se
generaría posesión aun cuando de hecho el bien ya estuviese en su
muñeca.

El Código Civil regula la situación del poseedor ilegítimo y establece una


serie de consecuencias. Sin embargo, dichas consecuencias sólo surgen
cuando se ha concluido el examen sobre el derecho a poseer y se ha
establecido la ausencia del derecho, luego de la actividad probatoria.

Precisamente la actividad probatoria cuya dificultad justifica la


existencia de la posesión como derecho autónomo. En consecuencia, en
estos supuestos (consecuencias de la posesión ilegítima) la posesión ya no
está en funcionamiento como institución jurídica. Se ha prescindido del
ejercicio de hecho y se ha identificado al verdadero titular del bien.

Habiendo identificado el rol principal de la posesión y por tanto el


alcance guía del concepto legal, se debe hacer mención a algunas normas

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del Código Civil que describen efectos de la posesión, pero que prescinden
del concepto guía y por tanto parecen contradecir su fundamento.

6. LA POSESIÓN INMEDIATA Y A LA POSESIÓN MEDIATA.

El artículo 905 del Código se refiere a la posesión inmediata y a la posesión


mediata.

La primera, corresponde al que posee en virtud de un título temporal (por


ejemplo el aparente usufructuario).

La segunda, al que confirió el título (por ejemplo el aparente propietario).

El poseedor inmediato será tal si ejerce de hecho la conducta que permite


apreciarlo como un usufructuario (siguiendo el ejemplo) y no hay duda que
es fácil identificar a una persona en dicha actitud, pero ¿qué ejercicio de
hecho apreciable con facilidad realiza el poseedor mediato?. En el
esfuerzo por aplicar de modo literal la definición de posesión y justificar la
calificación posesoria en favor del mediato, se han ensayado diversas
respuestas. Por ejemplo se ha dicho que el mediato ejerce de hecho el
atributo de la disposición, o que ejerce el disfrute pues eventualmente
percibe rentas del usufructuario.

La conducta del poseedor mediato es difícilmente aparente a los ojos de los


terceros, por tanto desde la definición y fundamento principal de la figura
legal, no debería gozar de calificación posesoria. Empero, la ley le ha
atribuido dicha calidad y eso es suficiente para aceptarla. Se trata de una
excepción a la regla cuyo propósito resulta apreciable en el plano práctico, ya
que por esa vía se genera una persona adicional legitimada para utilizar los
efectos de la posesión, por ejemplo para la defensa posesoria.

En realidad, con el pretexto de la posesión se ha instituido a un


ayudante para la defensa del poseedor inmediato, único titular aparente. La
prueba de que estamos ante un artificio es que la ley ha establecido la
clasificación de poseedor mediato e inmediato sin señalar consecuencias
(como si lo hace con la posesión ilegitima). Si el poseedor mediato fuera

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poseedor por definición, no requeriría de una norma especial que lo diga,


bastaría el concepto general de posesión.

Otra excepción está en el artículo 904 del Código Civil, conforme al


cual quien se encuentra impedido temporalmente de acceder al bien que
venía poseyendo, conserva la posesión. Es el caso de quien no puede llegar
a su predio porque debe atravesar un río y el puente que permite cruzarlo se
encuentra en mantenimiento. Si no existiera esta norma las personas que no
pueden mantener la conducta posesoria dejarían de ser poseedoras, sin
importar la causa.

El artículo 904 es otra excepción que se establece con el propósito de


mantener los efectos de la posesión a favor de una persona, cuyo
comportamiento patrimonial se ha visto suspendido por una causa ajena y
temporal.

De otro lado, el fundamento que se ha señalado para la posesión no


descarta la existencia de otros fundamentos concurrentes y que
aparentemente contradicen el principal.

7. DERECHO AL REEMBOLSO DE MEJORAS

Con respecto al derecho de reembolso por mejoras (artículo 917 CC.)

La ley otorga derecho al pago de mejoras a todos los poseedores,


incluyendo a los ilegítimos de mala fe, generando un crédito contra el
verdadero propietario. Así también la defensa interdictal puede ser
usada por el ilegítimo de mala fe contra el verdadero propietario. ¿Qué
relación hay entre estas consecuencias legales y el rol de la posesión?. ¿Si
se demuestra que no existe derecho a poseer, porqué razón se beneficia
al poseedor injusto frente al verdadero titular?.

Las razones no tienen que ver con la apariencia del derecho, pues en las
dos situaciones mencionadas estamos ante consecuencias que en nada
afectan a los terceros que apreciaron la posesión y que actuaron en
función a ella. Son dos situaciones en las que se enfrentan el titular
aparente y el verdadero titular. Las razones tienen que ser otras, como evitar

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el enriquecimiento del propietario con las mejoras o evitar la convulsión que


se produciría si los propietarios pudieran recuperar sus bienes empleando
violencia.

La regulación normativa no debería perder de vista el fundamento principal


de la posesión, pues de lo contrario se genera cierto desorden. Si el
propietario no debe enriquecerse con las mejoras realizadas en su bien o si
la violencia debe ser proscrita, no tiene nada que ver con la posesión y su
rol en la sociedad. La regulación de estos temas conjuntamente con la
posesión no debe confundirnos ni desviar el fundamento de la institución
jurídica.

8. DEFENSA POSESORIA

a. Defensa extrajudicial (art. 920 del código civil)

El poseedor puede repeler la fuerza que se emplee contra él y recobrar el


bien, sin intervalo de tiempo, si fuere desposeído, pero en ambos casos
debe abstenerse de las vías de hecho no justificadas por las
circunstancias.

La defensa de la posesión, así como la de cualquier otro derecho o interés


está confiada al Poder Judicial, a fin de que nadie se haga justicia por su
propia mano. La excepción a esta regla lo constituye el art. 920 que
autoriza la defensa privada de la posesión.

Del mismo modo que una persona atacada en su integridad física tiene el
derecho a defenderse con todos los recursos de hecho que sean
proporcionados al ataque, así también puede defender su posesión; lo
contrario sería legitimar, aunque más no fuera transitoriamente, el uso de
la fuerza del usurpador, pues mientras que el atacado tendría que
someterse dócilmente al uso de la injusta fuerza, apelando sólo al recurso
de la actuación judicial, el atacante mientras la justicia llega, estaría
gozando de la cosa que ha usurpado.

La posesión del titular o no titular del derecho real, sobre un bien mueble o
inmueble, rústico o urbano, encuentra su primera tutela en la legítima

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defensa contra los actos con los cuales se priva o perturba el goce pacífico
de un bien. Por tanto, el poseedor, titular o no titular del derecho, puede
repeler la fuerza que se emplee contra él impidiendo que el agresor tome
posesión del bien o recobrar el bien (mueble o inmueble) si ha sido
despojado, sin que con ello incurra en delito por tomarse la justicia por su
propia mano, siempre que lo haga inmediatamente, y lo haga con medios
proporcionales a la ofensa, o sea se debe abstener de las vías de hecho
no justificadas por las circunstancias.

b. El art. 920 autoriza la defensa extrajudicial en dos situaciones:

 Para repeler la fuerza empleada contra el poseedor. Supone un acto de


turbación.
 Para que el poseedor desposeído recupere el bien. Supone un acto de
despojo.

c. Requisitos:

La violencia empleada por un tercero contra el poseedor. El autor


del ataque se vale de la fuerza, por lo que queda excluido de la
defensa privada de la posesión el supuesto de la usurpación
clandestina.
Reacción inmediata del poseedor. Entre ataque y defensa debe
existir unidad de tiempo. El poseedor responda inmediatamente
rechazando la perturbación o recuperando el bien del que ha sido
desposeído. Si no intenta recobrar la posesión sin intervalo de tiempo,
sólo lo podrá hacer por la vía judicial.
Abstenerse de las vías de hecho no justificadas. La reacción del
poseedor no debe exceder los medios de la legítima defensa, es decir,
debe abstenerse de las vías de hecho no justificadas por las
circunstancias.
Imposibilidad de la intervención de la autoridad. Aunque el art. 920
no lo menciona, por tratarse de un remedio excepcional, la defensa
privada de la posesión solamente es admitida cuando no es posible la

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intervención de la autoridad, ya que si el poseedor fuera pedir auxilio,


al regresar sería tarde por haberse consumado el despojo.

Es lícito que el poseedor se haga justicia por su propia mano repeliendo la


fuerza con la fuerza para impedir ser despojado del bien o si ya lo fue, para
recuperarlo, con tal que reaccione inmediatamente y sin excederse de los
medios de la legítima defensa y siempre que la ley o resolución judicial no
autoricen la privación o perturbación.

Como se aprecia, la defensa privada de la posesión se caracteriza por ser


un medio excepcional de uso de la fuerza por el poseedor para repeler la
fuerza que lo perturba o despoja de la posesión y por referirse a todos los
supuestos de posesión, con independencia del derecho a poseer.

d. Características:

Es excepcional: La defensa de la posesión, así como la de cualquier


otro derecho o interés está confiada al Poder Judicial, a fin de que
nadie se haga justicia por su propia mano. La excepción a esta regla lo
constituye el art. 920 que autoriza la defensa privada de la posesión.
Art .35 de la constitución del Perú.

El poseedor, titular o no titular del derecho, puede repeler la fuerza que


se emplee contra él impidiendo que el agresor tome posesión del bien
o recobrar el bien (mueble o inmueble) si ha sido despojado.

La legítima defensa: La autodefensa de la posesión es sólo una


manifestación de la legítima defensa. La autodefensa de la posesión
consagrada en el art. 920 es una aplicación particular del principio
general de la legítima defensa.

La inmediatez: Sí el poseedor deja transcurrir algún período de tiempo


para accionar aunque sea breve, ya no puede ampararse en la defensa
extrajudicial civil y debe acudir a las acciones judiciales.

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9. EXTINCION DE LA POSESION: (artículo 922)

La posesión se extingue por:


Tradición.
Abandono.
Ejecución de resolución judicial.
Destrucción total o pérdida del bien.

Para efectos del comentario, nos referiremos una por una a las causales
reguladas por el artículo 922 del Código Civil.

a. Tradición

Es el primer caso de extinción de la posesión. La traditio o tradición,


derivación a su vez de tradere, significa entregar. Supone la figura de la
adquisición derivada, esto es, la existencia de una posesión anterior a la
que sigue otra posterior. En términos simples, se podría resumir como la
entrega que se hace de un bien mueble o inmueble, de una a otra
persona.
La tradición supone una transmisión del bien mueble o inmueble de mano
en mano. Tiene carácter bilateral ya que intervienen dos sujetos: uno de
ellos es el transmisor, denominado transferente o tradens; el otro es el
sujeto que recibe, llamado adquirente o accipiens.
Debemos precisar que, tratándose de bienes inmuebles, la tradición no
requiere un acto material, siendo suficiente que exista un simple acuerdo,
en virtud del cual el poseedor entregue las llaves a otra persona para que
la posesión de este último quede perfeccionada. La tradición de bienes
muebles se materializa por la entrega del bien (corpus).

DERECHO CIVIL V: DERECHOS REALES “LA POSESIÓN” Página 35


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b. Abandono

Respecto a esta causal de extinción de la posesión, en doctrina existen


posiciones encontradas; algunos sostienen que para que opere el
abandono basta el hecho real de abandonar la posesión del bien
(elemento objetivo); otros, por el contrario, argumentan que es necesario
que exista la voluntad de abandonar (elemento subjetivo).

El profesor Jorge Eugenio Castañeda, partiendo de que la


posesión no exige para su constitución la presencia del elemento
subjetivo, es decir el tener la voluntad de poseer, sostiene que en
materia de abandono "nada importa la voluntad del poseedor,
porque la posesión no es una cuestión de ánimo". Esta tesis se
sustenta en la afirmación de que aun cuando exista la voluntad de
seguir poseyendo un bien, si no se realizan hechos materiales de
posesión real y material respecto de dicho bien, la posesión habría
sido abandonada.
El profesor Max Arias-Schreiber Pezet considera que si bien el
animus no integra el concepto de la posesión en nuestro Código
Civil, "en su pérdida sí se presenta la intención y esto aparece con
claridad cuando consagra el abandono como una de sus formas".
El profesor Arias-Schreiber considera que: "no se puede concebir
la posesión de un bien, si su titular libremente la rechaza. Quien
hace abandono se desprende del bien con la intención de no
ejercitar en lo sucesivo ningún poder de hecho ni de derecho; en el
abandono se conjugan, por consiguiente, los factores físicos a
intencional. El acto de desprenderse del bien identifica al primero; la
voluntad de no ejercitar en lo sucesivo el poder, al segundo".
La posición que suscribimos es la del profesor Max Arias-Schreiber,
pues consideramos que para que se configure el abandono debe
concurrir la voluntad con el hecho físico, no debe confundirse el
abandono con la mera renuncia de la posesión.

DERECHO CIVIL V: DERECHOS REALES “LA POSESIÓN” Página 36


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c. Ejecución de resolución judicial

Otra de las formas de extinción de la posesión prevista en el artículo bajo


comentario, es la ejecución de una resolución judicial.
Al respecto, para que una resolución judicial pueda ser ejecutada, debe
estar firme, ello supone la existencia de un fallo consentido o ejecutoriado
(cosa juzgada) que disponga el fin de la posesión.

d. Destrucción total o pérdida del bien

Respecto a la destrucción del bien, prevista como causal de extinción de


la posesión, se ha establecido claramente que el bien tiene que destruirse
en forma total.
En un supuesto de destrucción parcial del bien, es evidente que no se
extinguirá la posesión, la cual se conservará respecto de todo aquello que
no se haya destruido.
Raymundo Salvat, citado por Max Arias-Schreiber, señala de una manera
bastante ilustrativa que la extinción del bien poseído puede producirse por
dejar de existir material o jurídicamente. Señala tres casos, como son:
Muerte de la cosa poseída si esta fuese animada, como ocurre con los
animales;
Destrucción total de ella, si fuese cosa inanimada. Por ejemplo,
destrucción de los muebles de una casa, destrucción de una casa, etc.;
Transformación de una especie en otra, es decir, en el caso de la
especificación, como ocurriría por ejemplo si con la lana se hubiese
hecho vestido. Debe observarse, sin embargo, que en estos diversos
casos si bien desaparece la posesión de la cosa primitiva, ella continúa
sin embargo sobre los restos de la cosa poseída o sobre la de la
especie.
Finalmente y respecto a la pérdida del bien, se han omitido mencionar
casos importantes de pérdida de posesión, como son el despojo, la
usurpación, la expropiación y la reivindicación.

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CONCLUSIONES

La posesión se adquiere por la tradición y hay dos formas de adquirir la posesión


La originaria es cuando el adquirente no recibe el bien de nadie, lo toma sin su
consentimiento de un dueño anterior.
La derivativa es la adquisición bilateral, es posesión derivativa aquella en que el
adquirente fundamenta su posesión.
La tradición es bilateral y voluntaria
Un interdicto es un procedimiento judicial que se puede utilizar como protección
ante cualquier agresión que una persona sufra sobre su posesión ya sean ruidos,
olores, etc. que molesten o que impidan que la persona pueda disfruta de su
bien.
Se contemplaba cinco interdictos: de adquirir, de retener, de recobrar, de obra
nueva y de obra ruinosa.
La posesión es un hecho que el poseedor, sea de buena fe o de mala fe está
protegida en sus situación de poseedor, que sólo puede ser quitada por medio de
sentencia judicial.
Es suficiente que el poseedor, legítimo o ilegítimo, de buena o mala fe, sea
perturbado o despojado para que proceda el interdicto.

DERECHO CIVIL V: DERECHOS REALES “LA POSESIÓN” Página 38


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BIBLIOGRAFIA

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edición, Lima, 2003.
 Varios: CÓDIGO CIVL COMENTADO, tomo V, primera edición, Lima, 2003.
 http://www.articuloz.com/leyes-articulos/las-clases-de-posesion-en-el-codigo-
civil-peruano-1054756.html

DERECHO CIVIL V: DERECHOS REALES “LA POSESIÓN” Página 39


UNIVERSIDAD “JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI”

ANEXOS

DERECHO CIVIL V: DERECHOS REALES “LA POSESIÓN” Página 40

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