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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

Facultad de Humanidades y Ciencias


Literatura Griega y Latina - 2018
Profesorado en Letras
Parcial Domiciliario
Profesoras: Ivana Chialva - Ma. Victoria Martínez
Alumna: Vera Larker

Consignas:

1. A partir de la lectura de Bravo (Historia de la Roma antigua) y de Grimal (El siglo de


Augusto), explicar en tres párrafos las características centrales del contexto de producción
en el cual surge Eneida.
2. A partir del Libro VI, explicar el proceso de imitatio de la épica griega y los elementos
originales del poema virgiliano en el episodio del descenso al Averno. Tener en cuenta los
estudios de Florio (La Eneida: reinvención de la épica) y Galán (Virgilio. Eneida. Una
introducción crítica) para el análisis de los aspectos más relevantes de ese fragmento del
poema.
Formato:
Mínimo: 3 pág. /máximo 4 pág. Fuente: Calibri 11, espaciado 1.5
Fecha de entrega:
16 de noviembre de 2018.

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1) Podemos circunscribir el contexto de producción de la Eneida de Virgilio al período de Roma
denominado imperial. Si bien esta fase del pueblo romano se extendió por aproximadamente cinco siglos
(27 a.C. - 476 d.C.) esta obra literaria puede localizarse en el inicio del imperio, alrededor del siglo I a.C.
Eneida se inscribe como parte del proyecto político de Augusto, primer emperador de Roma y una de las
figuras más representativas de la historia de dicho pueblo. Como bien plantea Lía Galán en su texto, es
difícil desligar la producción de Virgilio del principado de Augusto. Pese a que numerosos críticos han
intentado desvincular estos textos del escenario cultural en el que se insertan, se ha llegado a la
conclusión que pensarlos sólo por sí mismos restringía su interpretación y desatendía aspectos centrales
de la obra. Eneida, entonces, “se inscribe en un tiempo particular y está concebida en un punto exacto de
la historia romana” (Galán, 2005:12)

En otro orden de ideas, consideramos que es imposible entender la importancia de Augusto sin mencionar
a Julio César, ya que fue este quien sentó las bases sobre las que Augusto -u Octavio por ese entonces-
construiría su imperio. El sistema imperial no surge de un día para el otro, por el contrario, es el resultado
de una lenta evolución sociopolítica que se acelera en el último período de la república -sistema anterior
al imperio. Tras el asesinato de su tío abuelo Julio César en el Senado, Octavio se configura como heredero
póstumo del dictador. Esto, genera un fuerte conflicto con Marco Antonio, colaborador de Julio César,
quien en un primer momento se une a Octavio para dar caza a los asesinos del dictador, pero luego se
aleja de este y reagrupa sus tropas para iniciar una campaña por Oriente. Alrededor del 41 a.C., Marco
Antonio establece una relación con Cleopatra, gobernante egipcia, lo que conlleva a una campaña de
propaganda en su contra, acusándolo de querer poner a Roma bajo el dominio de una reina extranjera.
Finalmente, en el 31 a.C. se desata la batalla de Accio donde mueren Cleopatra y Marco Antonio. Egipto se
incorpora como provincia de Roma y Octavio regresa como jefe único del ejército romano.

Más tarde, en el 27 a.C., Octavio es nombrado por el Senado como Augusto y luego Princeps. Si bien el
Senado y las demás instituciones seguían funcionando como en la época de la República, el poder se
concentra casi en su totalidad en el emperador. Como lo hace notar Bravo “restauración e innovación son
dos conceptos claves en la valoración histórica de la obra política de Augusto” (1998:64) es decir, por un
lado, había una fuerte corriente recuperadora de los valores romanos republicanos y por el otro, se
buscaba implementar ideas nuevas en la sociedad. Se puede nombrar grandes avances en materia de
infraestructura durante el principado de Augusto, uno de estos fue la red viaria que permitió no sólo el
desplazamiento comercial y militar sino también la comunicación entre pueblos, intercambios de ideas, de
cultura y religión. Siguiendo el texto de Bravo, podemos decir que Augusto tenía un gran equipo de
colaboradores, tanto políticos como intelectuales, estos últimos fueron de vital importancia para el
proyecto político de Augusto. Mecenas, confidente del emperador, fue el encargado de atraer a poetas y
artistas al círculo del Princeps, pero no sólo eso, hizo partícipe a estos escritores de la “revolución

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espiritual” de Roma lo cual fue “indispensable para que triunfara plenamente la revolución política en la
que trabajaba Octavio” (Grimal, 1996:74). Es en este contexto en el que Virgilio comienza a componer, a
pedido de Augusto, la Eneida, el poema épico fundacional de Roma. Desde el punto de vista de Grimal, el
emperador “contaba con la Eneida como ayuda para la reorganización de su poder” (1996:84) la obra
tendría un impacto reconciliador entre las dos partes enemistadas del Imperio. Virgilio, en su texto, no
sólo planteaba un vínculo entre romanos y helenos sino también legitimizaba al Imperio estableciendo
una filiación divina entre César y Augusto, y Venus. En definitiva, como decíamos al principio del texto, la
interpretación de la Eneida viene de la mano de un conocimiento de su marco histórico. Anoticiarse de las
características del contexto de producción de esta obra nos permite entenderla en todos sus matices, y
sobre todo, entender el impacto que tuvo en la sociedad romana ya que como plantea Grimal “la Eneida
fue durante generaciones, y hasta el fin de la Antigüedad, el catecismo de la juventud romana” (1996:113-
114)

2) El latinismo imitātio se traduce literalmente como imitación y en literatura hace referencia a esta suerte
de “copia” con variación que un poeta realiza de un clásico o texto canónico para probar su propio valor
creativo. Ya decía Quintiliano en su Instituciones Oratorias que
(...) no se puede dudar que gran parte del arte está contenido por la imitación. Pues, como el inventar fue y
es lo primero y principal, así, aquellas cosas que fueron bien inventadas son algo útil de seguir (Libro X,
capítulo 2)
Podemos decir, entonces, que la Eneida de Virgilio es efectivamente una imitación de las epopeyas griegas
de Homero Ilíada y Odisea, pero quedarnos sólo con eso resulta una mirada un tanto reduccionista y deja
de lado toda la originalidad del trabajo de Virgilio en el gran poema épico romano. Como bien plantea
Rubén Florio en su artículo, Virgilio era un gran lector de la tradición griega y su originalidad radica en la
creatividad con la que actualizó estos clásicos helenos a su contexto histórico-cultural. Si bien Homero se
mantenía vigente en el mundo Romano, las rupturas entre sus obras y la Eneida responden a las
diferencias entre contextos históricos, Virgilio supo advertir esto y plasmarlo en su obra.
Pensando en la obra en su totalidad, la imitātio se puede identificar a nivel de la trama. Eneida está
compuesta por doce libros, los seis primeros constituyen lo que se podría llamar la “Odisea romana” ya
que se cuenta un viaje, y los seis restantes se configuran como la “Ilíada romana” debido a la presencia de
una guerra. Ahora bien, ni Eneida es un mero conjunto de los dos clásicos griegos ni tampoco Eneas, su
protagonista, es una fusión entre Aquiles y Odiseo. Virgilio establece un cambio sustancial con la épica
clásica en la relación del héroe con el mundo que lo rodea. El poeta no focaliza la acción sólo en el héroe
sino en el pueblo en su totalidad, la epopeya no contará sólo la historia de Eneas sino de las peripecias de
un pueblo que busca fundar una ciudad.
Teniendo esto en cuenta, nos adentraremos en el análisis del Libro VI de Eneida, intentado identificar los
elementos que demuestren la originalidad de Virgilio en este fragmento del poema.

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En primer lugar, podemos reponer, en un nivel anecdótico, que el Libro VI relata el descenso de Eneas al
Hades, el mundo de los muertos. Es importante considerar la ubicación de este hecho en la estructura de
la obra, se encuentra exactamente en la mitad. Podemos plantear, desde ya, una relación entre este
episodio y el canto XI de la Odisea, en el cual Odiseo realiza una visita también al espacio del Hades. En el
poema épico griego, este suceso también se ubica estructuralmente en la mitad del relato. Podemos
pensar a priori a ambos episodios como viajes dentro del mismo relato de viaje. Ambos héroes acceden al
mundo de los muertos para consultar por su destino, Odiseo por recomendación de Circe y Eneas de los
dioses.
La principal diferencia entre el poema épico griego y el romano es el carácter del viaje. Mientras que
Eneas realiza una katábasis, es decir, un descenso al mundo de los muertos, el término que corresponde
al viaje de Odiseo es el de nékuia, es decir, una invocación a los muertos. Mientras Eneas baja al Hades y
luego sube al mundo de los vivos, en Odisea las ánimas “ascienden” para entablar una conversación con el
héroe.
Como bien plantea Lía Galán en su texto, el libro VI de Eneida comienza con “un clima de maravillas y
prodigios que preparan el viaje de Eneas al Hades” (2015:53) El héroe troyano penetra en los Diana para
consultar a la Sibila, sacerdotisa de apolo, en el camino se encuentra con Deífobe quien increpa a Eneas
para realice los ritos e ingrese al antro de la Sibilia para que esta le pronuncie la profecía. Luego de una
oración la sacerdotisa de Apolo le profetiza a Eneas la llegada al Lacio y las peripecias que deberá
enfrentar en él. Aquí nuestro héroe cambia de parecer y pide por la presencia de su difunto padre,
Anquises. Es en este momento cuando la Sibila enuncia las conocidas palabras
-Descendiente ilustre de los dioses, troyano hijo de Anquises, fácil es la bajada a los infiernos, día y noche
está abierta la puerta del sombrío Plutón; pero magno y penoso trabajo es desandar el camino para salir a
los vientos. (2007:155)
En la Odisea también encontramos esta presencia de “una puerta” que separa el mundo de los vivos y de
los muertos, Marta Alesso en su texto sobre esta obra plantea que dicha puerta es “el límite que no se
puede traspasar sin riesgo, aunque más allá de él esté la única verdad” (2005:28)
Odiseo, por su parte, navega con sus compañeros hasta el lugar indicado por Circe y allí realiza un
sacrificio de tipo alimentario y una oración para atraer al adivino Tiresias, quien le presagiará su regreso a
Ítaca. El héroe de la epopeya romana por su parte debe cumplir con dos ritos para acceder al mundo de
los muertos, hallar una rama dorada y darla como tributo a Proserpina y ofrecer los debidos ritos fúnebres
a un amigo, Miseno. Cumplidos estas dos condiciones se abre la boca de la cueva y Eneas y la Sibila
ingresan al mundo de los muertos. Es curioso como en Odisea, la primer alma que se acerca al héroe es
también un amigo, Elpénor, que se encuentra sin entierro y le hace prometer a Odiseo que le dará los
ritos fúnebres correspondientes.

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Otro episodio comparable es el encuentro de Odiseo con su madre y Eneas con su padre. Mientras la
madre del héroe griego será una de las primeras almas en acercarse, Eneas deberá atravesar todas las
estaciones del submundo hasta llegar a los Campos Elíseos para encontrar a Anquises. Aquí radica una de
las principales muestras de originalidad de Virgilio, no sólo en la gran complejidad estructural del Hades,
con varios niveles para los distintos tipos de alma, sino la connotación histórico-política de esta visita al
mundo de los muertos. La acción, como decíamos al principio de la consigna, no está focalizada en el
héroe porque Eneas no es un héroe individual, como sí lo es Odiseo, “sino un ser pragmático, cabeza de
una nueva progenie llamada a regir el mundo con la virtud” (2005:56). En el encuentro con Anquises,
Virgilio converge el propósito no sólo nacional sino también filosófico y moral del poema.
Eneas realizará una peregrinación por las moradas infernales en la cual se encontrará con diversas figuras,
tanto mitológicas como personajes que aparecieron con anterioridad en el poema. En la descripción de las
diversas partes del Hades se entreteje un contenido claramente ideológico, la idea de cómo será la
existencia de las almas después de la muerte (Alesso, 2005: 32). Uno de los encuentros más emotivos es el
de Eneas con Dido, la reina con la que el héroe entabla una relación amorosa en el Libro IV. Para Lía Galán
este encuentro revela aspectos cruciales: la ira de Dido por la supuesta traición amorosa y el rechazo al
héroe en el mundo de los muertos serán una suerte de explicación para las futuras Guerras Púnicas. Por
su parte, la actitud de renuncia afectiva de Eneas demuestra una anteposición del “nosotros”, el pueblo, al
“yo”.
Luego, siguiendo el trayecto, Eneas se encontrará con héroes muertos en guerra, como Deífobo, hijo de
Príamo. Odiseo, por su parte, entablara conversación con los héroes griegos Agamenón, Áyax y el
mismísimo Aquiles. Finalmente, luego de pasar por el tártaro, Eneas y la Sibila llegan a las moradas de
Proserpina donde el héroe puede completar la ofrenda de la rama dorada. En el locus amoenus que
conforman los Campos Elíseos se desarrolla el emotivo encuentro entre Eneas y su padre, Anquises. Este
le revela la cosmología de las almas, combinando aquí relatos tradicionales y filosóficos y, por otro lado, le
profetiza la gloria futura de la prole de Dárdano, presagia así dos líneas de herederos entre las cuales se
encuentra Augusto. A diferencia de la madre de Odiseo, el encuentro de tipo filial que se realiza en el
poema griego, esta le cuenta al héroe la situación actual de Ítaca.

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Bibliografía

Alesso, M. (2005) Homero. Odisea. Una introducción crítica. Santiago Arcos Editor: Buenos Aires.

Bravo, G. (1998) Historia de la Roma antigua. Ed. Alianza: Madrid.

Florio, R. (2002) “La Eneida: reinvención de la épica” en Quaderni urbinati di cultura classica.
Nuova Serie 70, N. 1. Istituti Editoriali e Poligrafici Internazionali: Pisa-Roma.

Galán, L. (2015) Virgilio. Eneida.Una introducción crítica. Santiago Arcos Editor: Buenos Aires.

Grimal, P. (1996) El siglo de Augusto. 1° Edición traducida al español. Eudeba:Buenos Aires.

Homero (2006) Odisea. Traductor: Luis Segalá. Centro Editor de Cultura: Buenos Aires

Quintiliano, M (95 d. C.) Instituciones Oratorias. Consultado en:


http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/instituciones-oratorias--0/html/fffbc2d6-82b1-
11df-acc7-002185ce6064_50.html

Virgilio (2007) La Eneida. Traductor: Iñaqui Jarauta. Gradifco: Buenos Aires

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