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Revolución social

Revolución social

La revolución social constituye la etapa más importante en el desarrollo social, una transformación básica en la vida de la sociedad y del
Estado, cuando se derroca un régimen social caduco y se afianza un nuevo régimen social progresivo. “La revolución es una transformación tal
que destroza lo viejo en lo más fundamental y básico” (Lenin). A diferencia de los teóricos de la burguesía liberal y del oportunismo, que
consideran las revoluciones sociales como un accidente o como una desviación del camino “normal”, el marxismo-leninismo enseña que las
revoluciones son el resultado necesario, sujeto a leyes, del desarrollo de la sociedad clasista. Las revoluciones culminan un determinado
proceso de la evolución, del desarrollo gradual y de maduración en el seno del viejo régimen social, de los elementos del nuevo régimen social,
de la acumulación gradual de las contradicciones entre lo nuevo y lo viejo. “Al llegar a una determinada fase de su desarrollo, las fuerzas
productivas materiales de la sociedad chocan con las condiciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de
esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas,
estas relaciones se transforman en trabas suyas. Y así se abre una época de revolución social” (Marx). La revolución resuelve la contradicción
existente entre las nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones de producción, rompe violentamente las relacionen caducas de
producción y abre el cauce para el ulterior desarrollo de las fuerzas productivas. La inevitabilidad de las revoluciones sociales en una sociedad
dividida en clases antagónicas, se explica por el hecho de que las viejas relaciones de producción son fortalecidas por sus depositarios, las
clases gobernantes, que protegen las normas existentes por la fuerza del Poder del Estado. Por eso, para desbrozar el camino para el ulterior
desarrollo social, las nuevas clases deben derrumbar el régimen de Estado existente. El problema fundamental de toda revolución es el
problema del Poder político. El paso del Poder de manos de la clase gobernante reaccionaria que frena el desarrolla de la sociedad, a manos
de la clase revolucionaria, se efectúa por medio de una enconada lucha de clases, mediante una guerra civil. La revolución constituye la forma
superior de la lucha de clases. En las épocas revolucionarias el proceso espontáneo de desarrollo de la sociedad, cede su lugar a la actuación
consciente de los hombres; la evolución pacífica es sustituida por la transformación violenta. “Del conflicto entre las nuevas fuerzas productivas
y las viejas relaciones de producción, de las nuevas exigencias económicas de la sociedad surgen nuevas ideas sociales; estas nuevas ideas
organizan y movilizan a las masas, las masas se funden en un nuevo ejército político, crean un nuevo Poder revolucionario y utilizan este Poder
para liquidar por la fuerza el viejo régimen establecido en el campo de las relaciones de producción y refrendar el régimen nuevo” (Stalin). Los
millones de hombres que antes estaban fuera de la vida política, se alzan a la lucha consciente. Precisamente por eso, las épocas
revolucionarias denotan siempre la enorme aceleración del desarrollo social. Las revoluciones son las locomotoras de la historia, señaló Marx.
No se debe confundir las revoluciones sociales con las llamadas “revoluciones palaciegas”, “putsch”, &c., que sólo denotan el cambio violento
de la “élite” gubernamental, el cambio en el Poder de diversas personas o grupos de la misma clase, mientras que el síntoma fundamental de
una revolución social es el cambio de todo el régimen del Estado, el paso del Poder de una clase a manos de otra. Sin embargo, no todo
derrocamiento violento de una clase por otra puede llamarse revolución. Si contra una clase progresista se alza, en un levantamiento, una clase
reaccionaria, si el Poder es ocupado por la clase caduca que antes gobernaba, esto no es una revolución, sino una contrarrevolución.
Revolución significa, pues, el advenimiento al Poder de una clase avanzada, progresista, que abre el camino para el ulterior desarrollo de la
sociedad. Por su contenido social, se distinguen varios tipos de revoluciones sociales: las revoluciones esclavistas, las revoluciones burguesas,
las revoluciones proletarias. El carácter o tipo de una revolución es determinado por los objetivos sociales que ésta realiza, por las
contradicciones que resuelve. Las fuerzas motrices de una revolución son las clases que la realizan, que la impulsan, venciendo la resistencia
de las clases caducas. La revolución proletaria, socialista, es radicalmente distinta de todas las otras revoluciones anteriores. La revolución
proletaria socialista es la más grande entre las revoluciones que conoce la Historia, por cuanto produce el cambio más profundo en la vida de
los pueblos. Todas las revoluciones del pasado tenían, según expresión de Stalin, carácter unilateral, dando como resultado la sustitución de
una forma de explotación por otra. Sólo la revolución proletaria, al establecer la dictadura del proletariado, de la clase más revolucionaria en la
historia de la humanidad, está en condiciones de suprimir toda explotación del hombre por el hombre. La revolución social, que representa el
cambio más profundo en el desarrollo social, no puede ser realizada en un momento cualquiera, por el capricho de tal o cual grupo de
revolucionarios, sino que se necesitan ciertas condiciones objetivas, al conjunto de las cuales Lenin denominaba situación revolucionaria. “La
ley fundamental de la revolución, confirmada por todas las revoluciones y en particular por las tres revoluciones rusas del siglo XX, consiste en
lo siguiente: para la revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de vivir como antes y
reclamen cambios; para la revolución es necesario que los explotadores no puedan vivir ni gobernar como antes. Sólo cuando las ‘capas de
abajo’ no quieren lo viejo y las ‘capas de arriba’ no pueden sostener lo viejo, sólo entonces puede triunfar la revolución. En otros términos, esta
verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general que alcance tanto a los explotados como a los
explotadores” (Lenin). Pero para que la revolución proletaria pueda desencadenarse y obtener el triunfo, no basta sólo con tener una situación
revolucionaria. Es necesario además que a las condiciones subjetivas se asocien las condiciones subjetivas: la capacidad de la clase
revolucionaria para una lucha audaz y abnegada, la presencia de un partido revolucionario templado en las luchas, que realice una justa
dirección estratégica y táctica. Stalin, al referirse a las condiciones que se necesitan para el triunfo de la revolución proletaria, señala: “El triunfo
de la revolución jamás llega por sí solo. Hay que prepararlo y conquistarlo. Y sólo un fuerte partido proletario revolucionario está en condiciones
de prepararlo y de conquistarlo” (Stalin). (Ver también: Revolución proletaria).

Diccionario filosófico marxista · 1946:266-268

no figura [→ Revolución socialista (proletaria)]

Diccionario filosófico abreviado · 1959

Revolución social

Cambio radical en la vida de la sociedad, que significa el derrocamiento del régimen social caduco y la instauración de otro nuevo,
progresivo. A diferencia de los teóricos de la burguesía liberal y del oportunismo, que consideran la revolución social como una casualidad, el
marxismo-leninismo enseña que la revolución es un resultado necesario, sujeto a ley, del desarrollo de la sociedad de clases. La época de la
revolución social da cima a un proceso evolutivo, a la gradual maduración, en el seno de la vieja sociedad, de los elementos o premisas del
nuevo régimen social. La revolución social resuelve la contradicción entre las nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones de producción,
destruye las relaciones de producción ya caducas y abre amplios horizontes al ulterior desenvolvimiento de las fuerzas productivas. Gracias a
las revoluciones, se cumple la exigencia contenida en la ley de correspondencia entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas
productivas. Las viejas relaciones de producción son consolidadas por quienes las representan, las clases dominantes, que mantienen el orden
existente valiéndose de la fuerza del poder estatal. Éste es el motivo de que para desbrozar el camino al desarrollo de la sociedad, las clases
avanzadas deban derrocar el régimen estatal existente. El problema fundamental de toda revolución es el que se refiere al poder político. El
paso del poder de manos de la clase reaccionaria dominante a manos de la clase revolucionaria se efectúa a través de una encarnizada lucha
de clases. La revolución es la forma suprema de esta lucha. En las épocas revolucionarias, las amplias masas del pueblo, que hasta entonces
se mantenían al margen de la vida política, se elevan a la lucha consciente. A ello se debe, precisamente, que las épocas revolucionarias
signifiquen siempre una enorme aceleración del desarrollo social. No deben confundirse las revoluciones con las llamadas revoluciones de
palacio, los putsches, &c. Estos movimientos no representan más que el cambio violento de la cúspide gubernamental, la sustitución en el
poder de determinados individuos o grupos por otros de la misma clase. El carácter de las revoluciones está determinado por las tareas
sociales que cumplen y por las fuerzas sociales que en ellas participan. En este sentido, la revolución socialista se distingue de manera radical
de todas las revoluciones anteriores (Revolución burguesa). Es la más grande de las revoluciones conocidas en la historia, pues realiza las
transformaciones más profundas en la vida de los pueblos. La revolución socialista acaba con las clases explotadoras y elimina toda
explotación del hombre por el hombre. Es ejemplo de tal revolución la Gran Revolución Socialista de Octubre. La desigualdad del desarrollo
económico y político de los países capitalistas bajo el imperialismo conduce a que las revoluciones no se lleven a cabo simultáneamente en los
diversos países. De esto se desprende la inevitabilidad de que el paso del capitalismo al socialismo en escala mundial constituya toda una
época histórica. En el transcurso de dicha época, se van desprendiendo del sistema capitalista unos países tras otros, ahondando cada vez
más la crisis del sistema capitalista. En tal época, junto a las revoluciones socialistas, adquieren inmensa importancia las revoluciones de
liberación nacional –que destruyen el sistema colonial del imperialismo, le asestan golpes en su retaguardia– así como los movimientos
democráticos de liberación de distinto género. “Las revoluciones socialistas, las revoluciones antiimperialistas de liberación nacional, las
revoluciones democráticas populares, los amplios movimientos campesinos, la lucha de las masas populares por el derrocamiento de los
regímenes fascistas y otros regímenes tiránicos, los movimientos democráticos generales contra el yugo nacional, todo ello se funde en un
único proceso revolucionario mundial que socava y destruye al capitalismo” (“Documentos del XXII Congreso del P.C.U.S.”, págs. 347-348). En
la época contemporánea el sistema capitalista mundial, en su conjunto, ha madurado para la revolución social del proletariado. No obstante, en
cada país las posibilidades de desenvolvimiento de la revolución dependen de varias condiciones (Situación revolucionaria). Según sean las
condiciones históricas concretas y, ante todo, la fuerza de la clase obrera y de sus aliados por una parte, así como el grado de resistencia de las
clases reaccionarias por la otra, la revolución puede llevarse a cabo por vía pacífica o no pacífica.

Diccionario filosófico · 1965:404-405

Revolución social

(latín revolutio.) Cambio básico en la vida de la sociedad, que significa el derrocamiento del régimen social caduco y la instauración de un
régimen nuevo, progresista; instrumento y medio de transición de una formación socio-económica a otra. A diferencia de los teóricos de la
burguesía liberal y del oportunismo, que consideran la revolución social como casualidad, el marxismo-leninismo enseña que las revoluciones
son un resultado necesario y lógico del desarrollo de la lucha de clases en las formaciones antagónicas. La revolución social culmina el proceso
de evolución, de maduración paulatina en el seno de la vieja sociedad, de los elementos o premisas del nuevo régimen social; resuelve la
contradicción entre las fuerzas productivas nuevas y las relaciones de producción viejas, caducas, destruye estas últimas y la superestructura
política que las consolida, abre un vasto campo para el desarrollo continuo de las fuerzas productivas. Las viejas relaciones de producción se
mantienen por sus portadores, por las clases dominantes, que protegen los órdenes anticuados con la fuerza del poder del Estado. Por eso,
para desbrozar el camino del desarrollo social, las clases de vanguardia deben derribar el régimen estatal existente. El problema fundamental
de toda revolución social es el problema del poder político. La revolución es la forma superior de lucha entre las clases. En las épocas
revolucionarias las grandes masas del pueblo, que antes estaban apartadas de la vida política, se alzan a la lucha consciente. Es por eso,
precisamente, que en las épocas revolucionarias se acelera enormemente el desarrollo social. No se debe confundir las revoluciones con los
denominados golpes palaciegos, putchs, &c. Estos últimos no son sino el reemplazo violento de la cúspide gubernamental, la sustitución en el
poder de algunas personas o grupos pertenecientes a la misma clase. El problema del poder no agota el contenido de la revolución social. En la
amplia acepción del término, esta última incluye todas las transformaciones sociales que realiza la clase revolucionaria. El carácter de las
revoluciones se determina por las tareas sociales que cumplen y por las fuerzas sociales que participan en ellas. El tipo superior de revolución
social es la revolución socialista, que se diferencia de raíz de todas las revoluciones de las épocas pasadas pues origina cambios
profundísimos en la vida de los pueblos. Las revoluciones anteriores no hacían más que sustituir una forma de explotación por otra; la
revolución socialista suprime las clases explotadoras y elimina toda explotación del hombre por el hombre. La acentuación de la desigualdad
del desarrollo económico y político de los países capitalistas bajo el imperialismo es la causa de que las revoluciones socialistas no se realizan
simultáneamente en distintos países. De eso se deduce la inevitabilidad de toda una época histórica de transición del capitalismo al socialismo
a escala mundial. En el curso de esta época, un país tras otro se desgaja del sistema capitalista, profundizando cada vez más su crisis, y
adquieren colosal importancia también las revoluciones de liberación nacional y los movimientos liberadores democráticos de distinto género.
En cada país tomado por separado, las posibilidades del surgimiento y despliegue de la revolución dependen de una serie de condiciones
objetivas ( Situación revolucionaria) y del grado de madurez del factor subjetivo.

Diccionario de filosofía · 1984:377

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