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CARGAS
CARGAS DE LA MASA HEREDITARIA
ARTICULO 869
Son de cargo de la masa hereditaria:
1.- Los gastos del funeral y, en su caso, los de incineración, que se pagan preferentemente.
2.- Los gastos provenientes de la última enfermedad del causante.
3.- Los gastos de administración.
CONCORDANCIA:
C.C. arts. 787 incs. 1) Y 5), 793, 973
Comentario
Roxana Jiménez Vargas-Machuca
1. Distinción entre cargas y deudas.
En principio, conceptual mente, la carga va unida a la persona o bien, por el solo hecho de existir,
en virtud de lo cual su procedencia puede ser independiente de la voluntad individual. Es por ello
que puede decirse que se trata de una consecuencia de algo, como en el caso de la sucesión,
que es consecuencia de la muerte del causante, por lo que se les denomina cargas de la sucesión
a las obligaciones originadas por el fallecimiento del causante (GONZÁLEZ GARCÍA, BORDA).
Esto lleva a deducir que en rigor, estas cargas no se transmiten sucesoriamente, porque no eran
obligaciones previas del causante que aun constituyendo pasivos de la masa no hay en ellas
sucesión mortis causa OTHIER), naciendo ellas directamente para los herederos.
Por su parte, las deudas son las contraídas por el causante, formando parte de la masa
hereditaria y pasando al heredero por sucesión.
Es preciso señalar que el pago de las cargas de la sucesión tiene preferencia respecto al pago
de las deudas. Si bien las deudas son de mayor antigüedad en el tiempo (por haber sido
contraídas por el causante cuando éste vivía) que las cargas, la razón de su orden de prioridad
secundario respecto de éstas reside en que sería sumamente engorroso y dificultoso realizar los
trabajos relativos al funeral o sepelio del causante, así como administrar (con los gastos que ello
conlleva) la sucesión en sí, de no ponerse a estas cargas como de reembolso preferente.
La masa sucesoria -indivisa- consiste en un conjunto de activos y pasivos, configurando un
patrimonio autónomo separado al de los personales de los titulares, que puede estar sujeto no
solo a cargas sino a obligaciones, que el Código, en forma insuficiente, denomina deudas. Dentro
de los activos se encuentran los bienes (muebles, inmuebles, materiales, inmateriales, etc.), los
créditos y los derechos, y dentro de los pasivos están las cargas y deudas. Una vez identificados
y determinados todos los elementos patrimoniales podrá establecerse con exactitud qué es lo
que con motivo de la partición corresponde a cada heredero.
En síntesis, las categorías de cargas y deudas de la sucesión pertenecen al pasivo sucesoral,
siendo relevante la distinción entre ambas únicamente con motivo de un orden de preferencia de
pago claro y ajustado a la realidad.
2. Cargas establecidas en el Código Civil
a) Gastos del funeral
Los gastos del funeral y, en su caso, de incineración, deben ser pagados en forma preferente,
señala el inciso 1) del artículo 869(1). Esto quiere decir que esta carga no solo tiene prioridad
respecto de las deudas, sino de las demás cargas. "Es deuda que debe ser solucionada antes
de la partición. Tiene privilegio o preferencia no obstante que recién nace con la muerte del
heredado, aun frente a obligaciones anteriores. Dar sepultura es un acto de solidaridad humana"
(CASTAÑEDA)(2).
El Código no establece topes máximos para esta carga, pudiendo un monto
desproporcionadamente elevado perjudicar a otros acreedores, quienes cobrarán después, por
lo que sería conveniente establecer, para efecto del cobro preferente topes porcentuales
máximos en relación a la masa y a las demás obligaciones, constituyendo el exceso un pasivo
común (no preferencial)
b) Gastos provenientes de la última enfermedad del causante
Es importante señalar que esta carga no se generó con posterioridad a la muerte del causante,
por lo que técnicamente constituye una deuda contraída por el causante mientras vivía, y en su
propio beneficio, por lo que no encaja dentro del concepto de carga, aunque sí, evidentemente
constituye un pasivo, que la ley dispone que se pague en forma preferente.
En este punto es menester efectuar una precisión. Si el causante formó parte de una sociedad
conyugal (artículo 316), ésta no era una deuda personal, pues entre las cargas del hogar se
encuentra la salud de la familia, debiéndose primero liquidar la sociedad de bienes del
matrimonio. Una vez liquidada la sociedad, se podrá determinar el patrimonio del causante
(activos y pasivos) que va a constituir la masa sucesoria.
El Código no distingue si estos gastos han sido ya efectuados o se encuentran pendientes de
pago a la fecha de fallecimiento del causante, siendo conveniente fijar posición respecto de este
punto, ya que pudiera darse el caso de que un tercero los hubiese solventado. ¿Será en este
caso un acreedor común (no preferente) o su crédito se considerará una carga de la sucesión?
Consideramos que al no hacer la norma una distinción sobre el particular, y a efecto de no realizar
una interpretación restrictiva de derechos, debe conservar en este caso el lugar de pasivo
preferente. Si estos gastos fueron cancelados por la sociedad conyugal, se asume por ésta,
como ya se señaló líneas arriba, y si el causante no formaba parte de una sociedad conyugal, y
la pagó, tampoco se toma en cuenta para la sucesión; simplemente, está extinguida y el importe
fuera de su patrimonio.
Asimismo, la norma tampoco establece un plazo para configurar esta carga, es decir, ¿qué
ocurriría si la enfermedad tuvo una duración de quince años? La fórmula de Lanatta, para
considerar este pasivo como preferente, se basaba en comprender únicamente los gastos
correspondientes a los seis meses anteriores al fallecimiento del causante; el exceso se
consideraría pasivo común.
Finalmente, el inciso bajo comentario tampoco especifica si esa enfermedad fue la que condujo
al causante a la muerte, pero se deduce que fue ésa la intención del legislador.
c) Gastos de administración
En cuanto al tercer inciso del artículo a comentar, que alude a los gastos de administración de la
sucesión, éstos deben incluir tanto los inherentes a la administración en sí (gastos judiciales,
cuidado de los bienes, inventario, honorarios de abogados, etc.), como a la remuneración del
administrador (albacea).
Respecto a las obligaciones del albacea, éstas se encuentran comprendidas en el artículo 787,
incisos 2 al1 °, excluyéndose el primer inciso de dicho numeral por pretender que el albacea se
encargue de funciones del funeral antes de saber que le corresponden tales tareas (LOHMANN),
y también debido a que, de cualquier forma, tales gastos preferenciales ya se encuentran
especificados en el primer inciso del artículo bajo comentario, teniendo la máxima prioridad.
En relación a los honorarios de los abogados, es preciso indicar que éstos se reputan como
cargas -al igual que en los demás casos- si su gestión ha sido realizada en interés de todos los
herederos y no de alguno/s. Es claro que la función de los abogados consiste en facilitar el
patrocinio, los trámites, y la resolución de las contingencias de la sucesión en su conjunto.
CAPITULO SEGUNDO
DEUDAS
DEUDA QUE GRAVITA SOBRE LA MASA HEREDITARIA
ARTICULO 871
Mientras la herencia permanece indivisa, la obligación de pagar las deudas del causante gravita
sobre la masa hereditaria; pero hecha la partición, cada uno de los herederos responde de esas
deudas en proporción a su cuota hereditaria.
CONCORDANCIAS:
C.C. arts. 661, 662, 787 inc. 5), 852 Y ss.
C. T. arto 25
Comentario
Roxana jiménez Vargas-Machuca
1. Deudas. Generalidades
Desde la muerte de una persona, se transmiten a sus sucesores tanto los activos como los
pasivos de su patrimonio, por lo que el heredero no adquiere bienes, derechos u obligaciones
singulares, sino que sucede en una unidad o conglomerado patrimonial; recibe un patrimonio en
el que los activos sin distinción responden por los pasivos sin distinción (LOHMANN). Si ha
aceptado la herencia pura y simplemente, sin haber invocado el denominado beneficio de
inventario o probado la situación deficitaria de la herencia, responderá ilimitadamente por el pago
de los pasivos.
Es de resaltar que al tratarse de deudas que se transmiten por causa de la muerte del sujeto
deudor, tales obligaciones deben ser pasibles de ser transmitidas, por lo que se excluyen las
inherentes a la persona (intuitu personae), contraídas en función de las cualidades personales
del deudor; las prohibidas expresamente por la ley (contrato de renta vitalicia, derecho real de
usufructo, contrato de comodato, el contrato de mandato, y el contrato de depósito), o las deudas
sobre cuya transmisión se haya pactado en contrario (artículo 1218). En otro orden de
consideración, la muerte puede producir la extinción de determinados derechos reales, como el
usufructo (por muerte del usufructuario, artículo 1021), Y el uso y habitación (por igual razón,
artículos 1026 Y 1021).
2. Etapas por las que atraviesa la herencia
Hay dos etapas de la masa sucesoria: la primera, cuando la masa sucesoria se encuentra
indivisa, momento en que se consagra la unidad del activo total y su relación con el pasivo
(cargas y deudas) de la herencia. La segunda, cuando ya se efectuó la partición y los elementos
patrimoniales ya fueron adjudicados a los copartícipes, transformándose recién en titularidad
individual.
Lo señalado reviste la mayor importancia, pues es preciso insistir en que no hay una situación
de copropiedad sino de comunidad entre los coherederos mientras la masa ha permanecido
indivisa, recordando que copropiedad1 es una noción distinta a comunidad, siendo que en la
copropiedad cada copropietario "tiene derecho a una cuota-parte ideal, abstracta, de la cosa
común; pero no tiene derecho privativo sobre una parte divisa, concreta, de la cosa. Supóngase
tres copropietarios de un terreno: cada uno de ellos tiene un tercio del conjunto, pero no tiene
una tercera parte localizada sobre talo cual parcela del terreno; su tercio sigue siendo una cuota
parte ideal, indivisa. En consecuencia, hasta la división que reemplace ese derecho a una cuota-
parte indivisa por un derecho a una parte divisa, ninguno de los copropietarios podrá ceder por
sí solo una parte de la cosa; por el contrario, puede ceder o hipotecar su cuota-parte indivisa,
puesto que es propietario de la misma" (MAZEAUD).
Esta noción no corresponde a la de masa sucesoria indivisa, que consiste en un patrimonio
autónomo en el que los herederos y los legatarios de parte alícuota tienen un derecho común
sobre el patrimonio del causante, que se expresa en una cuota ideal sobre el conjunto indiviso,
sin titularidad directa sobre algún elemento singular, por lo que puede decirse que existe una
comunidad sucesoria, lo que significa que los acreedores que fueron del causante y ahora lo son
de la sucesión indivisa podrán dirigirse sobre todos o cualquiera de los activos de la masa, los
que aún no tienen titular cierto asignado. Así, la obligación de pagar las deudas del causante no
va a ser de la masa impersonal, sino de los herederos, quienes son los titulares del patrimonio
compuesto por este conglomerado de activos, pasivos y derechos.
Existe cierta confusión respecto de los dos momentos señalados por los que atraviesa la
herencia, confusión que tiene origen en un "principio" histórico del Derecho español que provino
de una interpretación inexacta de las Leyes de Partidas2, por lo que hoy es solo un aforismo:
"antes es pagar que heredar" (VALLET DE GOYTISOLO)3. Según ello, primero se pagan las
obligaciones y una vez saneada la masa, se puede efectuar la repartición entre los herederos, y
entonces recién se puede hablar de herencia (GONZÁLEZ GARCÍA)4. En contraposición a esta
noción se encuentra el concepto moderno que establece que desde el momento de la muerte del
causante todo aquello que constituye la herencia (activo y pasivo) se transmite a sus sucesores
(LACRUZ BERDEJO y SANCHO REBULLIDA)5, por lo que entonces ya se heredó desde ese
momento, antes de la partición, noción que sigue nuestro Código Civil.
3. Responsabilidad en la primera etapa (antes de la partición)
Si bien el artículo menciona a las deudas, se entiende que comprende también a las cargas. La
regla básica es que, en un primer momento, es decir, cuando la masa se encuentra indivisa, si
hay activos suficientes los acreedores de las cargas y deudas sucesorias pueden exigir el cobro
con cargo a cualquier activo sucesorio que no hubiese sido objeto de institución hereditaria sobre
bien cierto o de legado.
Exceptuando los activos que hubiesen sido objeto de garantía específica antes de la muerte del
causante, todos los activos, sin distinción, responden por todos los pasivos, sin distinción, lo que
significa que en caso de controversia judicial o arbitral el acreedor tendrá que emplazar a todos
los copartícipes de la indivisión (artículos 65 y 93 del CPC).
Pueden darse dos situaciones:
a) Que los herederos se hubiesen distribuido de hecho o hubiesen consumido todo o parte
de los activos.
En este caso, debido a que no ha habido una partición formal, las obligaciones tampoco se han
fraccionado ni dividido entre los herederos, quienes han pasado a ser deudores por la muerte de
su causante, por lo que la responsabilidad sería solidaria, pudiendo cualquier acreedor (quien
mantiene la situación y garantía que cuando vivía su deudor) hacerse cobro con el patrimonio de
cualquier heredero hasta por el monto total del crédito y con el tope del valor que tuvieron los
activos sucesorios.
b) Que haya herederos que responden ultra vires porque no limitaron su responsabilidad.
Si se trata de herederos "puros y simples" por no tener responsabilidad limitada, la
responsabilidad de cada uno es solidaria y el acreedor podrá dirigirse por entero a cualquiera de
ellos para hacerse cobro con su respectivo patrimonio personal y no solo con el tope de los
activos sucesorios.
Si el causante dejó la partición hecha por testamento, no habrá solidaridad, debido a que ya no
hay nada que partir, por lo que nunca nació la comunidad.
4. Responsabilidad en la segunda etapa (después de la partición)
La norma lleva a deducir claramente que hay una responsabilidad diferente después de ocurrida
la partición sin oposición de acreedor (artículo 875).
Hecha la partición solo caben dos posibilidades:
a) Que la deuda haya sido adjudicada a un heredero concreto, en cuyo caso solo éste
responderá.
b) Que la deuda haya sido adjudicada a varios. Aquí cada uno responderá en proporción a su
cuota6, dividiendo la deuda en partes, y pudiendo de esta manera el acreedor exigir a cada
heredero un monto de la deuda equivalente al porcentaje que éste tiene en la herencia. Queda
a salvo, ciertamente, que la obligación sea indivisible.
Finalmente, si un heredero recibió bienes o bienes por valor inferior a su cuota (suponiendo que
le correspondía 20 por ciento y aceptó recibir algún bien cuyo valor constituía 15 por ciento), su
cuota de responsabilidad, por razones de equidad, se ve reducida también en dicha proporción.
Ello se encuentra contemplado en el Código Civil francés: "los coherederos contribuyen entre sí
al pago de las deudas y cargas de la sucesión, cada cual en proporción a lo que tome en ella"
(artículo-870).