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Para la comunicación es necesario salir de una conciencia auto reflexiva del sujeto
empírico por una cuestión de relación con otros sujetos, en los cuales se necesitarían
códigos, para que el proceso interactivo se realice.
El sujeto empírico (audio visual) estaría en la posición de enlace con otros sujetos, sin
quitar la posibilidad de que se pueda marcar un enunciador “dominante”, al cual nos
podríamos remitir como “autor”.
El cuerpo del espectador interviene con una producción simbólica en la cual no se puede
tener una relación de contigüidad con las señales de la pantalla.
Como se había dicho en el subtema 3, entre el espacio del contenido de la imagen y los
sentidos del espectador, hay un lugar que el espectador esta obligado a llenar, tomando
parte en este intercambio comunicativo. Este espacio “vació” se forma entre estos dos
elementos tras una puesta en escena simbólica a la cual el espectador reacciona con una
producción simbólica, en la cual toma esa puesta en escena encontrada en ese espacio
“vació” el lugar de su realización.
Este efecto ilusorio satisface al espectador y a sus sentidos pero que a la vez el
conocimiento de su inmaterialidad rompe con dicha satisfacción dando paso al
funcionamiento psíquico del sujeto y el orden del sistema simbólico de su cuerpo. Es
justamente esta insatisfacción , la que permite que las imágenes entren en el orden de
discurso, así como al espectador en una posición discursiva.
Dicho por Metz, el espectador tiene la necesidad de esa satisfacción gracias a la ilusión
de realidad tanto como de la desilusión provocada ante la inmaterialidad de los objetos
del texto.
El cuerpo al ver que su relación física con el mundo audiovisual de la pantalla esta
prohibida busca establecer otro tipo de correspondencia de tipo psíquico y en el sistema
simbólico de su producción discursiva. Para crear dicha relación transforma su propia
fisicidad en una forma simbólica e inmaterial, homogénea a las “huellas” de sujeto
ausente, construyéndose una prótesis simbólica.
Una prótesis puede ser un sustituyente para un órgano como puede ser también para
extender el radio de acción, tomando en cuenta que también puede permitirle penetrar
en lugares excluidos a sus posibilidades naturales o contingencias.
Ya que el texto fílmico llega solamente a la vista y al oído, excluyendo a los otros
sentidos de forma directa, se ve frustrada una participación total por parte del receptor,
la imagen audiovisual se propone al destinatario como integrante en totalidad, no como
un actor de ese mundo sino lo lleva a sentirse autor, reemplazando su importancia
sensorial con un aparato simbólico: la prótesis simbólica. Adecuando esta a la forma del
sujeto enunciador.
A través de los productos de la vista y el oído generados por el sujeto enunciador,
estructurados semióticamente, el destinatario sigue las huellas y las ubica en un acto de
re-producción, formándose un sujeto enunciatario en la que la prótesis simbólica se
activa haciendo que lo no receptado por el resto de sentidos se los finja y haciéndolos
entrar en el orden de lo simbólico.
Así se genera una dialéctica con respecto al acercamiento del espectador al texto, ya que
esta presente una prótesis en el texto (de sujeto enunciador) y a la vez aparece su
prótesis autónoma, tomada del mismo texto pero libre de sus condicionamientos.
La aceptación de los ojos, oídos y cinestesia de cuerpo ausente, llegan a ser los órganos
sensoriales de este cuerpo simbólico producto del espectador, ya que son requeridos por
el cuerpo psíquico. Esto nos permite interaccionar con el significante, poniéndolo en el
cuestionamiento de si es creíble todo lo visto y escuchado o no, esto se verifica en las
estructuras simbólicas: del texto, del sujeto enunciador y enunciatario.
El cuerpo del sujeto de la enunciación puede ser interpretado por un saber organizado,
articulado en el texto en un acto discursivo. Por ejemplo cuando en un film se enuncia a
alguien, este para constituirse en el papel del enunciatario, tiene que armar su propia
estructura simbólica, que se aparece en el encuentro del saber enunciador y el propio,
está en el film y a su vez lo ayuda a desarrollarse como un acto comunicativo.
- En este modelo el “yo” hablante esta constituido por un aparato productor con
un solo sujeto de la enunciación, como “autor” global de todos los textos que
produce. Recurre a varias colaboraciones de gente que ayuda a la producción del
los mismos pero a la final queda el texto a nombre de este único “autor” que es
un modelo “fuerte” en el ámbito del mercado, es el caso del cine comercial de
genero.
- El tercer modelo del “yo” hablante es una variación del segundo, ya que aun esta
favorecida la identidad enunciativa del aparato pero que en este caso el aparato
elige la vía de la noticia y la información, es lo mas objetivo posible ya que
muestra su información de forma imparcial, abriéndose camino para contar
como comentando generando tensión y suspense en los receptores. Es el caso de
la prensa amarillista, algunos periódicos de cine, etc.