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Los libros de texto: ¿Tradición o innovación?
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Los libros de texto: ¿Tradición o innovación?

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"Los libros de texto han sido desde siempre objeto de interés tanto para las encrucijadas que deben resolverse en los sistemas de educación nacionales como en el campo de la investigación didáctica y pedagógica. ¿Garantes del acceso democrático a los saberes de la educación obligatoria o dispositivos que promueven la reproducción acrítica de conocimientos oficiales y la rutinización de las prácticas del aula? ¿Objetos editoriales innovadores o productos de mercado de factura previsible?
Los libros de texto: ¿tradición o innovación? es una recopilación de artículos que ponen en juego estas y muchas otras preguntas que encuentran en los aportes de investigadores e investigadoras colombianos, españoles y argentinos algunos modos de seguir abordando un tema que cobra relevancia no solo en la cotidianeidad del aula, sino también en las decisiones de política educativa relacionadas con los materiales de enseñanza.
En el contexto actual de desarrollo y diversificación de los canales y soportes para la circulación del conocimiento, la mirada multidisciplinaria sobre los libros de texto –atendiendo a sus ideologías subyacentes, a los contenidos que presentan, al modo en que se seleccionan y se evalúan, entre muchos otros aspectos– conforma una agenda para su estudio que este libro presenta de manera sólida y con originales trabajos. "
LanguageEspañol
Release dateDec 15, 2022
ISBN9789878141220
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    Los libros de texto - Carlos Lomas

    Prólogo

    Fabio Jurado y Carlos Lomas

    La extensión y democratización de la escuela obligatoria y de los sistemas nacionales de educación trajeron consigo la hegemonía del libro de texto o del manual escolar en las aulas de la educación primaria, secundaria y bachillerato, y hasta hoy, pese a la emergencia de otras vías de acceso al aprendizaje escolar y al cultural, como los canales de la comunicación de masas e internet, esa hegemonía se mantiene casi invariable, si bien en algunos países como Colombia es notable el descenso en la demanda por parte de los educadores del sector público en la última década. De ahí la urgencia de un estudio multidisciplinar y caleidoscópico que dé cuenta de las funciones simbólica, pedagógica, social, ideológica y política de los libros de texto en nuestras instituciones escolares.

    Por ello, el análisis de los manuales escolares y la investigación sobre la identidad y función de los libros de texto, en su doble condición de depósito sociohistórico y disciplinar del saber escolar y de objeto editorial sometido a todo tipo de intereses económicos y políticos, ha de tener como objetivo ineludible indagar en los vínculos, a menudo obvios pero en ocasiones ocultos, entre ideología, educación y currículo, y entre currículo, libros de texto y prácticas pedagógicas.

    En la medida en que los libros de texto y los manuales escolares constituyen el material pedagógico de mayor duración y uso en la historia de la enseñanza, el estudio del modo en que han seleccionado en sus páginas el saber cultural, en que han favorecido unos u otros modelos de enseñanza y aprendizaje y en que han fomentado una u otra profesionalidad docente constituye una línea de investigación esencial en cualquier afán de conocer lo que realmente ocurre en las aulas (entre otras cosas, los modos de apropiación y uso de estos materiales en los contextos reales del aprendizaje) y de impulsar una transformación en profundidad de la vida en ellas. No en vano los enfoques críticos de la investigación escolar han señalado cómo los libros de texto restringen la autonomía y creatividad del profesorado ejerciendo un innegable control sobre los argumentos y las decisiones que deben informar el trabajo docente (selección de objetivos y contenidos, orientación y tipo de actividades, opciones metodológicas…), a la vez que actúan como sutiles mecanismos de control curricular al velar por la ortodoxia en la interpretación del currículo oficial y por el mantenimiento del canon escolar y el respeto a las infranqueables fronteras entre los códigos disciplinares de las diferentes áreas del conocimiento. De esta manera, la mayoría de los actuales libros de texto uniformiza tanto el aprendizaje como el saber académico, favoreciendo la estandarización de la educación y la difusión de la cultura legítima elaborada a partir de las formas de vida, culturas e ideologías de los grupos sociales dominantes.

    Michael Apple, en El conocimiento oficial (Barcelona, Paidós, 1996, p. 68), cita a A. Graham Down, miembro del Consejo de Educación Básica, para señalar que los libros de texto, para bien o para mal, condicionan lo que los estudiantes aprenden. Marcan el currículo y muchas veces los hechos que se aprenden en la mayoría de las asignaturas. Para muchos estudiantes, los libros de texto son su primera y a veces única iniciación al mundo de los libros y de la lectura. La gente ve los libros de texto como fuentes de autoridad, fieles a la verdad y necesarios. Y los profesores se basan en ellos para dar las lecciones y estructurar las materias. Pero el actual sistema de adopción de libros de texto ha llenado nuestras escuelas de caballos de Troya: montones de papel con cubiertas lustrosas de donde salen palabras que empobrecen las mentes de nuestros jóvenes conciudadanos y les convierte en enemigos del saber; pero lo más preocupante es la manipulación publicitaria: se dice en las portadas que tales libros se corresponden con un enfoque, el de competencias o el comunicativo, por ejemplo, y en su interior lo que se halla es el reciclaje de libros de texto de décadas anteriores con enfoques prescriptivos contrarios al enfoque declarado.

    Una mirada nostálgica

    Más allá de estas consideraciones, es inevitable un halo de nostalgia cada vez que recordamos las cartillas y los libros de texto; esta nostalgia, sin embargo, no deviene de la felicidad de haber aprendido a escribir letras y palabras o en los últimos grados de la educación básica, de haber aprendido a leer de corrido, según las singularidades instruccionales de estos libros; deviene, por el contrario, de la evocación de los entornos, de la recuperación en la memoria de imágenes sobre el compañero o la compañera de pupitre, de la humildad o autoridad de la maestra o el maestro, del patio y sus filas, del recreo y de los juegos, de la catarsis infantil y juvenil…; todo esto solo posible en el contexto escolar, porque si algo hemos de reivindicar de la escuela es la experiencia de estar juntos y poder aprender de los otros.

    No son las ansias de saber las que entusiasman al niño y al joven para vivir el día a día de la escuela. El saber escolar es solo un pretexto para trascender el espacio primigenio de la casa y vivir el asombro del mundo de afuera en ese trayecto cotidiano hacia la escuela. ¿Qué ocurre en el pensamiento de un niño o un joven mientras camina o viaja de la escuela a la casa y viceversa? Ese trayecto desde el hogar a la escuela y desde la escuela al hogar es a menudo la oportunidad que tienen los niños y los jóvenes para ponderar los deseos y las ilusiones y es el territorio de las fantasías transitorias, de los castillos interiores y de los ensueños que suspenden el tiempo mientras se llega al espacio de la autoridad, sea la escuela o la casa.

    En la escuela está la figura del maestro y del libro; en la casa, la figura patriarcal/matriarcal y el cuaderno de tareas, y también un horario: el de los deberes escolares y el de los deberes relacionados con el orden y el aseo de la casa; lo que resta del tiempo diario es para el juego o la televisión. Esta es la visión estandarizada que sobre la vida subyace en el discurso de los libros de texto. Es un modelo ideal de cotidianidad asociado a un modelo de familia y a un modelo de sociedad sustentado en los estereotipos de la clase media; otros modelos, como los de las familias fragmentadas o los de la pobreza en las geografías de la periferia, no caben en estos materiales educadores. Por eso hay unos modelos del buen hablar y del escribir correcto, unos modelos morales aprehensibles en los fragmentos de obras literarias que los libros de texto seleccionan meticulosamente, tal como se expone en algunos de los artículos que aquí compilamos.

    Identidad, coherencia y uso de los libros de texto

    Este libro intenta poner en la superficie estas y otras características del material instruccional y didáctico, que ha asumido el rol protagónico en los procesos de escolarización durante el siglo XX e incluso en el siglo actual, pese al trepidante protagonismo de internet y de las posibilidades que ofrece la actual sociedad en red: buscadores, webs, blogs, plataformas digitales, redes sociales… En estas páginas se ofrece una selección de colaboraciones surgidas de investigaciones y de experiencias docentes y formadoras de docentes en la perspectiva de estimular estudios académicos y encuentros profesionales sobre la tradición o la innovación de los libros de texto en los actuales contextos del aprendizaje escolar y social. Como todo el mundo sabe, los presupuestos económicos que se dedican en muchos países para dotar de libros de texto a las instituciones educativas son enormes, pero rara vez se reflexiona sobre la calidad, adecuación y pertinencia de estos materiales y, lo que es más grave, los docentes no son consultados sobre las características que han de tener esos textos para adecuarse convenientemente a los contextos escolares en los que trabajan.

    Escasean los estudios sobre la recepción y el uso del libro de texto en el aula o sobre su coherencia y consistencia con los enfoques curriculares y pedagógicos declarados en la legislación educativa de cada país. Es apremiante deliberar al respecto, sobre todo cuando, como en el caso de América Latina, la corrupción ha impregnado las licitaciones y los políticos han sabido aprovechar este renglón de la educación. La doble moral sobre las políticas para la lectura no son ajenas a esta situación.

    Los artículos seleccionados en este libro han sido clasificados en tres grandes partes. En la primera, se plantean algunas reflexiones sobre las ideologías educativas subyacentes a los libros de texto. Se incluyen colaboraciones de Gustavo Bombini, Carlos Lomas, Ysabel Gracida, Fabio Jurado y Guillermo Bustamante, Carlos Lomas, Amparo Tusón y Daniel Cassany, en las que sobresale un especial énfasis en la reflexión sobre la identidad y función educativa de los libros de texto y de otros materiales en las instituciones escolares, y especialmente en la enseñanza del lenguaje.

    En la primera de las colaboraciones de este libro (Tradiciones y rupturas en torno a las consideraciones sobre el libro de texto), Gustavo Bombini evoca su infancia escolar y el lugar que ocupaba el libro de texto en los contextos de su aprendizaje educativo, un lugar en el que el manual construía una ilusión de totalidad, parecía presentarse como la suma acabada del saber y, junto con ella, la ilusión de verdad. Posteriormente analiza la falacia de entender el conocimiento escolar que transmiten los libros de texto como un saber neutral y resume algunos estudios críticos sobre los efectos obvios y ocultos de un uso inadecuado de estas herramientas de enseñanza y aprendizaje. Más allá de los enfoques críticos sobre la selección cultural de los saberes escolares y sobre la función de reproducción ideológica de los manuales escolares (y de la actividad escolar en su conjunto), Bombini pone el énfasis en el estudio de los diversos modos de apropiación del libro de texto en cada contexto educativo concreto (primaria/secundaria, rural/urbano…) y por tanto en el análisis etnográfico de las cosas que se hacen en cada aula con el manual como guía o como apoyo del trabajo docente. Solo así, en su opinión, es posible evaluar la repercusión pragmática de los libros de texto en su esfera de uso habitual.

    Por su parte, y en sintonía con las ideas manifestadas por Gustavo Bombini, Carlos Lomas (Libros de texto y enseñanza del lenguaje: entre la realidad y el deseo) subraya que los libros de texto no son solo ayudas técnicas orientadas a facilitar la intervención pedagógica del profesorado y el aprendizaje escolar de las alumnas y los alumnos en las aulas. Son también la expresión de una determinada (s)elección escolar y social de los saberes culturales, de una determinada manera de entender la enseñanza y el aprendizaje en las aulas y, en el caso de las enseñanzas del lenguaje, de una determinada manera de entender la lengua, las interacciones comunicativas y la educación lingüística y literaria en las aulas. El autor analiza, en primer lugar, cómo los libros de texto constituyen una herramienta eficacísima en la selección de los saberes culturales que se difunden en las instituciones escolares y por tanto en una estrategia nada inocente en la comunicación escolar del conocimiento legítimo; en segundo lugar, y en el contexto de las prácticas de la educación lingüística en España, evalúa el pasado y el presente de los libros de texto, así como su influencia en las cosas que se hacen habitualmente en las clases de lengua, y analiza las características de algunos de los libros de texto más utilizados en la enseñanza secundaria española por el profesorado de Lengua Castellana y Literatura, y en tercer lugar, ofrece algunas instrucciones de uso para el análisis crítico de los libros de texto.

    Ysabel Gracida inicia su colaboración (Tres miradas al texto expositivo en México: ¿gradación, continuidad o repetición?) aludiendo a la gratuidad de los libros de texto en México, iniciada en 1959 como una estrategia nacional orientada a combatir los altos índices de analfabetismo y el acceso de toda la población escolar a los útiles pedagógicos. Tras aludir a la situación actual en ese país, la autora se detiene en el análisis de los libros de texto de la asignatura Español a partir de la adopción del denominado enfoque comunicativo y funcional de la educación lingüística. Concretamente, analiza la manera en que se aborda el texto expositivo en la escuela básica (primaria y secundaria) y en el bachillerato concluyendo que el camino al infierno está empedrado de las buenas intenciones de muchos libros de texto que oscilan entre materiales casi estrictamente prescriptivos y otros que de tan abiertos no definen el centro de su propósito y que a menudo en los libros de texto se pone de manifiesto una cierta incoherencia entre su contenido concreto y los enfoques teóricos y didácticos que, en su presentación y hasta en sus títulos y sus paratextos, dicen asumir. Finalmente, Gracida advierte que el asunto de los libros de texto lamentablemente, depende de los intereses en juego de quienes gobiernan el país. La educación ha sido también un botín para quienes dirigen los destinos nacionales y los libros de texto no son en este contexto más que un instrumento más en esta voluntad.

    En el artículo de Fabio Jurado y Guillermo Bustamante (Por una diversidad de textos en el aula de clase) se llama la atención precisamente sobre la manipulación de los presupuestos que se asignan a la dotación de textos para las aulas; a partir de los criterios de la objetividad consignados en los formatos para la licitación, se simula una neutralidad en la elección de las mejores propuestas. El análisis del discurso de estos formatos/instrumentos de valoración pone en la superficie lo que se solapa, como ocurre también en los cuestionarios sobre factores asociados que regularmente se aplican para legitimar una política predeterminada. Pero lo fundamental en el trabajo de Jurado y Bustamante está en la referenciación y el señalamiento de experiencias innovadoras de maestros que han decidido tomar distancia de los libros de texto para estar a tono con las expectativas de los niños y los jóvenes del siglo XXI. La lectura de textos genuinos y diversos sin ninguna mediación didáctica es la propuesta; son los docentes quienes construyen dicha mediación, según sean los entornos socioculturales de la escuela y según sean sus propias fuerzas intelectuales y su identidad profesional con la pedagogía.

    El artículo de Carlos Lomas y Amparo Tusón (Libros de texto y contenidos sociolingüísticos en la enseñanza del lenguaje) se alinea con los enfoques comunicativos de la enseñanza de las lenguas que entienden que el objetivo esencial de la educación lingüística es contribuir al aprendizaje escolar de competencias comunicativas, pero insiste en que no solo se trata de fomentar en las aulas la mejora de las destrezas comunicativas del alumnado sino también, y a la vez, de orientar el uso de las palabras al servicio de una ética de la comunicación que favorezca la convivencia democrática y el aprecio de la diversidad lingüística y cultural. En este afán, una mirada sociolingüística de orientación crítica constituye una ayuda inestimable. De ahí que en su colaboración aludan, en primer lugar, a algunas de las aportaciones más significativas de las corrientes sociolingüísticas a la enseñanza del lenguaje para, en segundo lugar, analizar de qué manera y en qué medida el currículo español de Lengua Castellana y Literatura y los libros de texto utilizados habitualmente por el profesorado incorporan contenidos y actividades de naturaleza sociolingüística. Finalmente, enuncian algunas ideas y argumentos sobre cómo una mirada sociolingüística en torno a las lenguas y a sus variedades de uso puede sernos útil a la hora de impulsar una educación lingüística crítica de intención democrática y emancipadora.

    La primera parte concluye con un texto de Daniel Cassany (Después de internet…) que versa sobre algunos de los cambios más relevantes que está experimentando la educación lingüística con la implantación de internet en el aula. Al estar conectados de manera continuada a la red, parte de la enseñanza/aprendizaje ocurre en línea con la mediación de computadoras, los recursos didácticos disponibles se multiplican, diversifican y sofistican, aunque también aumente la basura textual, y cambia el conocimiento y la experiencia previa del alumnado, con los efectos que ello debiera tener en los objetivos y los métodos de aprendizaje en el aula.

    La segunda parte –Libros de texto y educación literaria– gira en torno a los modos como se aborda el estudio de la literatura en los libros de texto, o lo que puede llamarse la educación literaria, tan decisiva como la educación artística en los equilibrios afectivos de los niños y de los jóvenes. A este respecto, Teresa Colomer y Ana María Margallo (La renovación de la enseñanza de la literatura en los libros de texto de educación secundaria) nos presentan un balance sobre las innovaciones que se han pretendido incorporar en España en los libros de texto con especial énfasis en el tratamiento que se le da al texto literario. Las autoras identifican tres modelos orientadores de tales innovaciones: textual-comprensivo, histórico-formal y cultural, pero también identifican el enmascaramiento. Así nos dicen que, en la mayoría de los libros, simplemente se yuxtaponen los apartados, de manera que la declaración de presentación conjunta se reduce a una mera operación de maquillaje, aunque reivindican algunos proyectos editoriales por el esfuerzo de la integración entre el estudio del lenguaje y el estudio de la literatura. Pese a ello, la intencionalidad se extravía para recalar en las prácticas de escritura, esto es, del lenguaje. El trabajo de Colomer y Margallo proporciona señales para avanzar en investigaciones en cada país alrededor del lugar que ocupa la literatura en los libros de texto del área de lengua y comunicación.

    El trabajo de Fabio Jurado (¿Crítica literaria en los libros de texto para educación básica?) parece responder a los dilemas expuestos por Colomer y Margallo al mostrar con ejemplos, tomados de la literatura colombiana, la manera como los libros de texto de Lengua y Literatura tergiversan las fuentes y confunden en lugar de ayudar en la formación de los lectores críticos que requiere la sociedad de hoy; el análisis de un corpus de libros de texto editados en Colombia le permite a Jurado mostrar la ausencia de la crítica literaria y señalar el protagonismo de la información agregada y falsa en estos materiales.

    Los libros de texto son dispositivos desde los que puede hacerse un seguimiento a la recepción estética de una determinada obra literaria. Se trata de develar desde la recepción cómo son percibidas las obras por quienes escriben los libros de texto y develar las causas del desinterés hacia la lectura del texto literario, sobre todo en los jóvenes de la educación secundaria. Con ese tipo de juicios sobre las obras y las actividades mecánicas que se proponen se entiende el origen de algunas resistencias de los jóvenes hacia la literatura.

    El trabajo La escritura como «actividad literaria» en los libros de texto, del que es autora Luz Mary Ortiz, nos muestra los casos emblemáticos de la trivialidad de los cuestionarios y, paradójicamente, cómo estos materiales instruccionales invitan a copiar y no a crear texto auténtico. Ortiz se pregunta por la voz de los maestros en las sesiones de clase en las que unilateralmente se siguen los contenidos y las actividades nemotécnicas de los libros de texto.

    En la tercera y última parte –Investigación, criterios de selección y evaluación de los libros de texto– se exponen tres trabajos relacionados con la investigación y los criterios de selección y evaluación de los libros de texto. En el primero, Guillermo Bustamante y Luis Guillermo Díaz (Los textos como factor asociable al desempeño en el área de lenguaje) fundamentan los resultados de una investigación sobre las encuestas de factores asociados que los programas de evaluación externa realizan continuamente. Los autores señalan que estas encuestas, respondidas por docentes y estudiantes, nunca revelan los análisis que la comunidad educativa espera y muestran el carácter disfuncional de las consultas al concluir cómo el hecho de tener o no libros de texto no es algo decisivo para la calidad de la educación. Cabe resaltar el análisis de los enunciados con los cuales se adelantan las consultas, pues revelan su carácter ambivalente y ambiguo (por ejemplo: ¿Cuántos libros hay en tu casa?). En general, el artículo de Bustamante y Díaz introduce rupturas con lugares comunes como el de considerar que solo dotando de libros de texto a las escuelas puede mejorarse la calidad de la educación, sin considerar el uso que se hace de los libros y el tipo de enfoque que los caracteriza.

    Entendiendo el portugués como lengua de vecindad y como lengua del ámbito educativo Mercosur, y en el marco de la ley brasileña del español como lengua obligatoria en las escuelas medias, Gustavo Bombini, Paola Iturrioz y Sergio Frugoni presentan algunas ideas referidas a la producción de materiales impresos para su enseñanza. Desde el libro de texto hasta la antología, incluyendo materiales de otras áreas culturales (cine, historieta, música, artes plásticas, ilustración…), proponen algunos principios para la edición de materiales educativos complejos que acompañen una perspectiva sociocultural de enseñanza que integre enseñanza de la lengua y enseñanza de la literatura. En este sentido, se ponen en juego criterios para la presentación de las variantes del español no peninsular, para situaciones comunicativas no estereotipadas o artificiosas y para la presentación de las culturas a partir de elementos diversos. Asimismo, los autores realizan algunas consideraciones sobre aspectos de diseño y de estética global.

    En el último trabajo del libro, María Paz Prendes Espinoza (La evaluación de los manuales escolares) considera que, dado el inevitable uso de los libros de texto en las prácticas escolares, es necesario definir criterios para su selección y ponderación. En esta perspectiva construye un estado de arte valiosísimo sobre las investigaciones y la producción académica en el ámbito de los libros de texto. También observamos en este trabajo la crítica aguda a algunas editoriales de libros de texto y a su uso de mecanismos persuasivos (véanse regalos, compensaciones económicas, proyectos de centro ya elaborados…) para intentar que la decisión les sea favorable. El texto de Prendes puede constituirse en un referente para construir talleres deliberativos en torno a las categorías y criterios de selección de los libros de texto, en los casos en que se consideren imprescindibles.

    Al ofrecer estas páginas a quienes enseñan e investigan en las aulas deseamos fomentar una evaluación crítica de la naturaleza, la función educativa y social, la coherencia, los modos de apropiación y uso de los libros de texto en los diversos contextos del aprendizaje escolar, a la vez que impulsar otras formas de acceso a la información y, en consecuencia, otros itinerarios (otros textos e hipertextos, otros canales, otras maneras de leer e interpretar) de acceso al conocimiento cultural. En nuestra opinión, el trabajo docente en torno a proyectos interdisciplinares constituye una estrategia educativa de una innegable productividad en las aulas, que nos obliga a acudir a otras fuentes de conocimiento, a una diversidad casi infinita de textos elegidos en función de su idoneidad para adecuarse tanto a las características de los estudiantes, del contexto en el que aprenden y viven, como de los proyectos de trabajo que están desarrollando en las escuelas.

    PRIMERA PARTE

    Los libros de texto y sus enfoques

    1. Tradiciones y rupturas en torno a las consideraciones sobre el libro de texto

    *

    Gustavo Bombini**

    Abordar el tema de los libros de texto remite en primera instancia a cierta dimensión de lo personal, de lo autobiográfico asociado con lo escolar. Mi madre era maestra y hacia los años 70, en la Argentina, los maestros recibían, antes de comenzar el ciclo escolar y en calidad de obsequio, las novedades en libros de texto de las distintas casas editoriales. Recuerdo en particular una, la editorial Kapelusz, una empresa familiar argentina que en esa época monopolizaba el 80% del mercado del libro de texto. La caja de Kapelusz llegaba

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