Sunteți pe pagina 1din 3

Ritmos Folklóricos Bonaerenses

Conocida vulgarmente como sureña. Denominada de esta manera por la proyección que
tienen distintas formas populares en ambas márgenes del Plata.

El territorio comprende la pampa húmeda bonaerense, la provincia de La Pampa, el sur de


Santa Fe y Entre Ríos y, escasamente, el sur de la provincia de Córdoba. Lo más tradicional, aún
vigente, lo constituye el denominado contrapunto. Lo hacen por medio de distintos ritmos
regionales, dentro de los cuales se destaca la milonga; aun cuando otras especies -que ya han
caído es desuso- pueden sumárseles, como el vals, la cifra y el triunfo. Todos estos ritmos son
los más utilizados por los cantores populares de la zona; usualmente solistas, que se
acompañan con la guitarra.

Importantes tratados criollistas han dejado valiosos testimonios acerca de la comprobada


relación que hubo entre los bailes folclóricos de la provincia de Buenos Aires y las vicisitudes
sociales y políticas que tuvieron lugar desde finales del siglo XVI hasta finales del siglo XIX.
Tomando esta tesis, que resulta de alto interés para continuar ahondando en el asunto, es que
enumeraré, a continuación, algunos datos que nos permitan comprender que entre danzas y
sones también se querían figurar coyunturas políticas o bien desgarradoras consecuencias de
alguna batalla próxima en donde se jugaban los destinos patrios. Antes, empero, sería
conveniente teorizar sobre el o los orígenes que tienen esos y otros bailes y sonidos nativos.
Una hipótesis bastante difundida –de modo erróneo, de acuerdo al profesor Bruno Cayetano
Jacovella- es la afirmación de que nuestra música nacional se originó principalmente por las
influencias sonoras de los Incas, tesis que se mantuvo firme porque en julio de 1816 “faltó
poco para que se designara monarca de los nuevos Estados del Río de la Plata a un
descendiente de los antiguos Incas”, a lo que agrega Jacovella que, por el contrario, “el
contacto de las tierras del Plata con el imperio incaico fue siempre superficial”. Afirma que los
Incas no conocieron más que “el pie binario, o de 2 corcheas, en compás de dos tiempos, usa
una escala pentatónica sin semitonos e ignora la armonía: todo lo contrario del 99% de la
música folklórica argentina”.

Entre los propios cultores del tradicionalismo hay disonancias, pues Jacovella no le da mucho
sustento a lo que afirma Carlos Vega en cuanto a que las Bagualas habrían sido originarias de
la música tocada por los Diaguitas prehistóricos, todo en razón de la pronta extinción de la
cultura diaguita que ningún rastro ha dejado al respecto. “Nada nos habla de sus cantos –
espeta-, salvo unos pocos instrumentos hallados en sus tumbas, que en verdad nos dicen poco
y nada acerca de esto”. Tampoco hay parentescos entre la música de los indígenas chaqueños
o patagónicos con la del folclore criollo, redondeando el concepto de que “Es más fácil que
elementos criollos sean adoptados por los indígenas que elementos indígenas sean adoptados
por los criollos”.

Bruno Jacovella afirma, en otra hipótesis, que “hasta ahora, nadie ha podido encontrar
similitud entre un canto o un baile folclórico de la Argentina y otro de España, salvo en el
sector del folklore infantil”. El andalucismo, que signa a toda la música tradicional española,
está completamente ausente en nuestro folklore dado que nuestra América hispana se pobló
con gente de Castilla y Extremadura y no con la de los otros sectores (Galicia, Andalucía,
Aragón, etc.). El origen no provino del folk español, que sí, en cambio, enraizó en Potosí y Lima
para luego, ya mezclado en su estilo, aparecer “en los salones provincianos de la Argentina”.

Sucintamente pasamos a una tercera hipótesis, la cual sostiene que en realidad nuestro
folclore musical tiene un génesis eclesiástico, “debido a la gran influencia de las misiones y
estancias jesuíticas”, si bien solamente hallamos tal origen en “las rezadoras” colectivas de los
medios rurales. Así mismo, los cantos de “las rezadoras” “no son cantos populares, sino de
especialistas”.

Como conclusión, la letra o el material poético de nuestras danzas es hispánico, “aunque


compuesto en gran parte en América”; en cambio, la música “es casi enteramente criolla, con
raíces europeas, y con unos pocos elementos prehispánicos en la zona limítrofe con Bolivia”.
En cuanto a la parte instrumental también hay un predominio hispano-criollo, a excepción del
siku y la caja, y salvo el Carnavalito Antiguo (originario de Salta y Jujuy), las distintas
coreografías que se utilizan para los bailes son europeas.

Particularidades del folclore bonaerense

La música folclórica de la provincia de Buenos Aires ha brindado una cantera inagotable de


estilos que incrementaron el ya de por sí riquísimo cancionero tradicionalista argentino, razón
por la cual hoy se desconocen gran parte de esos sonidos que ayer se guitarreaban en el
gaucho oasis de la llanura.

Dos motivos ocasionaron esta desmemoria: uno, la antigüedad de ciertos estilos o variantes
que tuvieron un auge temporal muy corto, el otro, las idas y venidas de las tendencias socio-
políticas que se manifestaron en la ciudad portuaria y cuya repercusión se vivenció en la
campaña adyacente.

Aparte de su enorme variedad de cantares, el folclore bonaerense nos presenta un panorama


tormentoso y tristón que lo hacen muy particular en comparación a los sonidos más vivaces y
frenéticos de otras latitudes patrias. El eximio investigador del tradicionalismo criollo, don
Pedro de Paoli, parece hallar en el año 1583 el momento exacto en que se producía el
rompimiento insalvable entre bonaerenses y españoles hidalgos, situación que tuvo honda
repercusión en el espíritu del criollo y, por ende, en la posterior producción de la música
folclórica de la campaña provincial, tan especial y particular como hemos dicho. En su
Trayectoria del Gaucho (1949), de Paoli refrenda aquel episodio trascendental: “En efecto, en
1583 muere don Juan de Garay, apenas tres años después de fundada Buenos Aires, y los
criollos exigen que se elija Gobernador, levantando la candidatura de uno de ellos. Los
españoles, que son minoría resisten, ganan tiempo, hasta que llega de Asunción Rodrigo Ortiz
Zárate, español, con sesenta hombres armados, y recién entonces se hace la elección, en
medio de protestas y tumultos, resultando electo Gobernador el mismo Ortiz de Zárate, al
amparo de las espadas y las lanzas de su gente armada. Consecuencia de todo ello es el
distanciamiento definitivo de criollos y españoles (…) Los criollos, colocados en plano social
inferior, se alejan hacia el campo; se internan en la pampa y el criollismo al nacer, y desde
entonces, toma una fisonomía propia; llena su mente de una reivindicación social; impregna su
alma de melancolía por la injusticia de que es objeto, y sus manifestaciones exteriores: el traje,
el canto, la música y el baile, toman carácter propio diferenciándose fundamentalmente de las
expresiones españolas, más alegres y bulliciosas”. Es aquí, justamente, donde Pedro de Paoli
parece coincidir con Jacovella cuando éste esboza que “hasta ahora, nadie ha podido
encontrar similitud entre un canto o un baile folclórico de la Argentina y otro de España”. Sólo
que de Paoli al señalar lo acontecido en 1583, lo presenta como la culminación de un proceso
de separación que ya se había iniciado en y desde lo político (con la impugnación de un
candidato criollo para la gobernación de Buenos Aires) y seguramente también desde lo
generacional (el conquistador quería la gloria y la posesión, y el criollo la tranquilidad de la vida
al aire libre).

Por todo ello, el folclore musical bonaerense es particular y único en nuestro país, porque se
creó divorciado del español y porque, por lo mismo, ha sido parido en el sufrimiento y la
melancolía. La música sureña –o surera, como más tarde se la denominó tras la aparición del
folclore patagónico- tiene ritmos tranquilos que merecen la atención y la reflexión del
auditorio. El chamamé o la cueca cuyana, en cambio, contienen ritmos acelerados que
predisponen al baile constante y sin descanso, e incluso poseen coreografías más vistosas que
las que se puedan emplear para el rasgueo de un Triste.

Aunque el territorio bonaerense tuvo algunas particularidades musicales que prácticamente


no fueron imitadas en otras zonas del país –como más adelante lo veremos-, también es cierto
que muchos otros estilos que se escuchaban en el centro, el litoral o el noroeste llegaron a la
provincia de Buenos Aires con algunas modificaciones en sus letras y cadencias. De esto
último, rescatamos las tres variables que existieron del Malambo: el sureño (Bonaerense), el
puntano-cordobés (Cuyo y Centro) y el norteño (Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán y
Salta). Baile de ejecución individual o unipersonal, protagonizado casi exclusivamente por el
hombre, el Malambo debe su origen a “las pampas y llanuras de la provincia de Buenos Aires
(de ahí también sus nombres de pampeano, sureño y surero), pero con el correr del tiempo
esta modalidad sureña se fue extendiendo por las provincias del centro y noroeste del país
(Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán) llevada por paisanos y troperos oriundos de
esas provincias, especialmente de las dos últimas, que venían para la época de la cosecha”,
sugiere el estudioso José Abelardo Lojo Vidal. Se ha dicho en varios de los más importantes
trabajos historiográficos, que Juan Manuel de Rosas y Juan Facundo Quiroga fueron expertos
malambeadores.

De entre los bailes más populares y añejos de Buenos Aires y su extensión agreste hallamos los
denominados “de pareja suelta e independiente”, como ser: Palito, Huella, Aires, Resbalosa
(también mencionada como Refalosa Pampeana), Triunfo, Escondido, Gato, Mariquita. Sobre
la Mariquita, don Carlos Vega ha escrito lo siguiente: “Fue la Mariquita de antaño danza criolla
sencilla y de agradable música, algo más apacible que el Triunfo, el Escondido y otras de cuatro
esquinas, sus hermanas de origen”. La Mariquita fue muy popular “en los últimos tiempos de
la Colonia y en los primeros de la República” donde era bailada en los salones de la campaña.
Este baile perduró al menos hasta 1960 en la provincia de Tucumán.

(fuente: www.revisionistas.com.ar)

S-ar putea să vă placă și