Comprende desde el siglo XIX hasta el último tercio del siglo XX.
La ciudad sufre una fuerte transformación provocada por la revolución
industrial.
Aumenta la población por la llegada de numerosos inmigrantes.
El desarrollo de los medios de transporte (ferrocarril y tranvía primero y carretera después) permite un aumento espectacular de la superficie ocupada.
La urbe se extiende e a través de las vías de comunicación.
La invención por Otis del ascensor permite el crecimiento en altura
(rascacielos). La urbe se divide en zonas:
Un centro con zonas residenciales lujosas y actividades comerciales y
administrativas. Un ensanche para la burguesía con trazado regular, viviendas de calidad y nuevas comodidades (empedrado, alumbrado, canalizaciones, etc.) Las zonas exteriores ocupadas por las industrias y barrios de obreros, mal estructurados, con escasos equipamientos e infraviviendas, focos de marginalidad y de conflictividad social.
Las ciudades industriales aparecieron rápidamente en el Reino Unido, noreste
de Europa y nordeste de los Estados Unidos. De manera simultánea, las ciudades ya existentes aumentaron su población. En l850, menos del 7 % de la población mundial vivía en centros urbanos de más de cinco mil habitantes. Hacia l950, ya era más del 30%, y en las naciones industrializadas, el doble.
La ciudad industrial trajo consigo la proliferación de viviendas hacinadas para
albergar a la multitud de obreros que venían del campo a la ciudad en busca de trabajo y de mejores niveles de subsistencia. Surgidas a mitad del siglo XIX, estas ciudades crearon una serie de problemas que, unidos a los que surgieron posteriormente, en especial el crecimiento desmesurado de los núcleos urbanos, han llevado a los arquitectos, urbanistas, planificadores y gobernantes a diseñar ciudades un poco más racionales y humanas.
Es cuando la introducción de nuevos materiales como el cemento, el hierro y el
cristal determinaron el nuevo reto constructivo propio de la revolución industrial. Las fábricas, las minas y el ferrocarril, estimularon la formación de nuevos núcleos urbanos que dieron al traste con los conceptos tradicionales del urbanismo. Y la superpoblación de las ciudades industriales, se unió la deficiente planificación constructiva, insuficiencias infraestructurales y una creciente contaminación ambiental. Revolución Industrial y su daño al ambiente
En un principio, las empresas no contemplaron los daños que ocasionaban al
ambiente, ni los industriales pensaron que sus fábricas causaran tantos daños a la naturaleza, tampoco la ciudadanía imaginaba que el crecimiento demográfico iba a causar un gran impacto ambiental. Ahora las personas llegan a las ciudades y ocupan las pocas áreas verdes que aún quedan en ellas. Cada vez hay mayor número de personas y los recursos naturales, ya no alcanzan para satisfacer las necesidades de todos.
El problema ambiental más relevante fue la contaminación de la atmosfera, las
aguas y los suelos, como consecuencia de las descargas de residuos industriales cuyo efecto más grave fue el calentamiento global y la acumulación de residuos. La revolución industrial no solo trajo estos problemas, hasta la fecha se han generado más y más problemas ambientales. El rápido avance tecnológico producido tras la edad media culmino en la Revolución Industrial. Fue en esta cuando los seres humanos empezaron realmente a cambiar la faz del planeta, la naturaleza de su atmosfera y la calidad de su agua.
La consecuencia más importante de la revolución industrial fue el llamado
crecimiento económico sostenido, es decir, el crecimiento constante de la riqueza de un país. No obstante, el crecimiento económico ha tenido un precio, la aparición de una nueva relación entre el hombre y la naturaleza, caracterizado por la aparición de los recursos a gran escala, la contaminación y la producción de gran cantidad de deshechos, todo ello ha tenido consecuencias negativas para el ambiente. Los problemas de la ciudad industrial como la contaminación y la aglomeración, produjeron tempranamente la revolución en la planeación con Le Corbusier, quien ideó la "ciudad verde" con espacios abiertos, las "unidades de habitación", los espacios habitables organizados, las edificaciones de carácter vertical, íntimamente ligadas al espacio circundante; separación de las vías peatonales de las automovilísticas y le dio a cada sector urbano su propia función. De ahí provienen el funcionalismo y el racionalismo en materia de planificación urbana.