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Jesús, tuvo conciencia desde el principio, de ser el Enviado de alguien a quien Él llama
Padre, con la misión concreta de anunciar el reino de Dios a todos los hombres como se
puede analizar en el segundo apartado de Lumen Gentium, “El Padre Eterno, por una
disposición libérrima y arcana de su sabiduría y bondad, creó todo el universo, decretó
elevar a los hombres a participar de la vida divina…”y también se puede observar en el
tercer apartado “Vino, por tanto, el Hijo, enviado por el Padre, quien nos eligió en El
antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser hijos adoptivos, porque se
complació en restaurar en El todas las cosas (cf. Ef 1,4-5 y 10). Así, pues, Cristo, en
cumplimiento de la voluntad del Padre…”.
Conforme el paso de los años, el breve recorrido por la vida de las primeras
comunidades cristianas, se ha ido afirmando que:
La misión de la iglesia se fundamenta en la misión de Jesús como enviado del
Padre para la liberación de la humanidad.
La razón histórica del ser de la iglesia es prolongar la misión de Cristo y hacer
visible en la historia de los hombres.
La misión es la verdadera y única terea de la iglesia.
La misión de la Iglesia se llama evangelización, una palabra que proviene del griego y
que significa “Buen mensaje, buena noticia”.
Jesús designa como “evangelio” la llegada del Reino de Dios, que provocará la
liberación de los oprimidos y la justicia para los pobres.
Por ello, puede afirmarse que la Iglesia, por ser evangelizadora, se debe situar con
humildad en un proceso de continua conversión a la Palabra de Dios que proclama.
Por último, me gustaría finalizar este trabajo resaltando el punto cuarenta y dos que me
parece muy interesante, “Dios es caridad, y el que permanece en la caridad permanece
en Dios y Dios en Él» (1 Jn 4, 16). Y Dios difundió su caridad en nuestros corazones
por el Espíritu Santo, que se nos ha dado (cf. Rm 5, 5). Por consiguiente, el primero y
más imprescindible don es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo por Él…”.