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LAS CINCO HERIDAS QUE IMPIDEN SER UNO MISMO

Cuando un bebé nace, sabe en lo más profundo de su ser que la razón por
la que se ha encarnado es la de ser él mismo al vivir diversas experiencias.
Todos tenemos la misma misión al llegar a este planeta: «vivir las experiencias
una y otra vez hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas».

Al nacer nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra


alma, la cual desea que nos aceptemos junto con nuestras experiencias,
defectos, potenciales, debilidades, deseos, personalidad... Todos tenemos
esas necesidades. Sin embargo, poco después de nacer, nos damos cuenta
de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos el mundo
de los adultos o el de los que están cerca de nosotros. Y de ello deducimos
que no es bueno ni correcto ser naturales. Este doloroso descubrimiento
provoca, sobre todo en el niño, crisis de ira, las cuales llegan a ser tan
frecuentes que nos vemos obligados a creer que son normales. El niño que
actúa naturalmente, que es equilibrado y que tiene el derecho a ser él
mismo no pasa por este tipo de crisis. Por desgracia, este tipo de niño
«natural» casi no existe. He observado más bien que la mayoría de los niños
pasan por las siguientes cuatro etapas: después de conocer la alegría de
ser él mismo en la primera etapa de su existencia, conoce el dolor de no
tener el derecho de ser él mismo, que es la segunda etapa. Llega enseguida
el período de crisis, de rebeldía, que es la tercera etapa. Con objeto de
reducir el dolor, el niño se resigna y termina por crearse una nueva
personalidad para transformarse en lo que los demás quieren que sea.
Algunas personas permanecen estancadas en la tercera etapa durante
toda su vida, es decir, reaccionan continuamente, están enojados o en
permanente situación de crisis.

En la tercera y cuarta etapa es cuando creamos numerosas máscaras


(nuevas personalidades) que sirven para protegernos del sufrimiento. Estas
nuevas personalidades o «defensas» son cinco, y corresponden también a
cinco grandes heridas fundamentales que vive el ser humano. En mis
numerosos años de observación, he podido comprobar que todos los
sufrimientos del ser humano pueden resumirse en cinco heridas.

En este libro las presento por orden cronológico: en el orden en que cada
una de ellas aparece en el transcurso de la vida:
RECHAZO ABANDONO HUMILLACIÓN TRAICIÓN INJUSTICIA

No necesariamente tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad


cada cual puede reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación
humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta
identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que
se construyó para no ver ni sentir esa herida

Nuestra alma elige los padres y las circunstancias de nacimiento por razones
muy precisas. Venimos a experimentar una serie de vivencias para sanar una
serie de heridas, y así integrar la personalidad con el alma. Venimos a
aprender a aceptar y amar incondicionalmente partes de nosotros que
hasta ahora han vivido ignoradas y con miedo. Somos atraídos hacia padres
con heridas como las nuestras para recordarnos qué hemos venido a amar.
Aprender a aceptar nuestras heridas es aprender a ser responsables y a
amarnos incondicionalmente, y esa es la llave para la transformación y la
sanación del alma. ¿Te has dado cuenta que cuando acusas a alguien de
algo, esa persona te acusa a ti de lo mismo? Chequéalo con la otra persona,
y aparte de sorprenderte, verás cómo te liberas de juicios. No aceptar
nuestra herida, sentirnos culpables, con vergüenza o juzgarnos, es atraer
circunstancias y personas que nos harán sentir esa herida no aceptada.
Aceptar la herida no significa que sea nuestra preferencia tenerla; significa
que, como seres espirituales que elegimos vivir la experiencia humana para
espiritualizar la materia, nos permitimos experimentar esa herida sin juzgarnos
y aprender de la experiencia. Mientras haya miedo, hay herida y hay un
juicio o creencia que bloquea su sanación. Cuando aprendemos a aceptar
nuestras heridas estamos desarrollando el amor y estamos espiritualizando la
materia. La sanación se produce totalmente cuando nos aceptamos a
nosotros. El perdón hacia uno mismo es lo que finalmente nos sana, y para
eso hay que aceptar que uno mismo es responsable de todo lo que le
ocurre, y aceptar que ha acusado a otros de hacer lo que uno mismo hace
a los demás. En el fondo, todos somos humanos, y aceptar nuestras
limitaciones es lo que nos hace humildes y nos permite descubrir nuestra
herencia divina. Las cinco heridas del alma más comunes son: - El rechazo -
El abandono - La humillación - La traición - La injusticia No necesariamente
tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad cada cual puede
reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación humana es el primer
paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es
porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no ver ni
sentir esa herida.

Las cinco heridas que impiden ser uno mismo” nos demuestra que todos los
problemas de orden físico, emocional o mental provienen de cinco fuentes
importantes de dolor en la infancia: el rechazo, el abandono, la humillación,
la traición y la injusticia. Gracias a la descripción cuidadosamente detallada
de estas heridas internas, y las máscaras que hemos diseñado con el fin de
no ver ni sentir, se llega a identificar la verdadera causa de un cierto
problema en nuestra vida.

Según Lise Bourbeau, hay en total cinco heridas y son, por orden
cronológico: el rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la
injusticia. Todos nacemos con varias de estas heridas, pero las vivimos en
grados diferentes. Estas heridas se crearon en una vida anterior y siguen
presentes, ya que no han sido aceptadas.

Así pues, podemos deducir que una herida de rechazo, por ejemplo, habría
empezado cuando una persona rechaza a otra y no se acepta en esta
situación. Esta experiencia de rechazo es consecuencia de un rechazo de
sí misma. Se convierte en un círculo vicioso: nos rechazamos, rechazamos a
los demás y hacemos que nos rechacen… todo ello para concienciarnos
del rechazo que sentimos por nosotros mismos. Ocurre lo mismo con las otras
heridas.

Una herida aparece cuando empieza la no aceptación, del mismo modo


que pueden aparecer de repente numerosas llagas, heridas o
enfermedades en el cuerpo de un ser humano. Si éste no se ocupa de la
curación de una herida, ésta se agrava cada vez más y, nada más tocarla,
le hará cada vez más daño. En consecuencia, somos responsables de
ocuparnos personalmente de la curación de nuestras heridas del alma para
crearnos una mejor calidad de vida.

En cuanto se activa una herida y no la aceptamos, reaccionamos


automáticamente. Si alguien le toca a usted una llaga abierta en su cuerpo,
reaccionará del mismo modo. Su reacción dependerá de la gravedad de
la llaga. Cuanto más le duela, más fuerte y rápida será la reacción.

En las heridas del alma, Lise Bourbeau llama a esta “llevar una máscara“.
Porque cuando nos sentimos heridos y no asumimos nuestra responsabilidad,
acusamos a los demás de hacernos daño (o nos acusamos de sentirnos
heridos) y no somos nosotros mismos.

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