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Acabamos de plantear la sublimación como el medio
de transformar y de elevar la energía de las fuerzas se-
xuales, convirtiéndolas en una fuerza positiva y creadora.
Pero también debemos concebirla a la inversa, como el
medio de atemperar y de atenuar la excesiva intensidad
de esas fuerzas. Es en este sentido que Freud, desde los
inicios de su obra, considera la sublimación como una de
las defensas del yo contra la irrupción violenta de lo se-
xuaJ o, como lo escribiría veinte años más tarde, como uno
de los modos de defensa que se oponen a la descarga di-
recta y total de la pulsión. Por lo tanto el concepto de
sublimación puede ser considerado según dos puntos de
vista complementarios que aúnan los diferentes enfoques
freudianos: la sublimación es o bien la expresión positiva
más elaborada y socializada de Ja pulsión, o bien un me-
dio de defensa susceptible de atemperar los excesos y los
desbordamientos de la vida pulsional.
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La sublimación es una defensa contra el recuerdo
aexual intolerabele
En 1897, en las cartas a Fliess,1 Freud se pregunta
por la estructura de la histeria y descubre que la causa de
esta patología es la voluntad inconscient.e del enfermo de
olvidar u na escena de seducción paterna de carácter se-
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La sublimación es una defensa
contra los excesos de la
transferencia amorosa en la cura
Pero Freud también sitúa la función defensiva de la
sublimación en el interior mismo de la cura analítica. Es-
ta vez, la amenaza de la emergencia de lo sexual surge de
modo singular en el marco de la relación transferencial y
puede manifestarse, por ejemplo, bajo la forma de una
exigencia amorosa dirigida por la paciente a su analista.
"La transferencia puede manifestarse como una apasiona-
da exigencia amorosa o en formas más mitigadas. (...) [En
este último caso] algunas mujeres llegan incluso a subli-
mar la transferencia y modelarla hasta hacerla en cierto
modo viable"2 y posibilitar así la prosecución de la cura.
Entonces, saber sublimar la transferencia quiere decir
que el vinculo amoroso de carácter pasional puéde, e
incluso debe, ir cediendo el lugar -mediante una progre-
siva deserotización-a una relación analítica viable. Des-
pués de un primer momento de investimiento libidinal de
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La sublimación es una defensa contra Ja
satisfaeci6n directa de la pulsión.
Definición de una pulsión sublimada
Abordemos ahora la sublimación en su relación con
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La sublimación designa la capacidad plástica
de la pulsión
Un ejemplo de sublimación:
la curiosidad sexual sublimada
1 Cinq Psyc.hanalysa.
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Las dos condiciones del proceso de sublimación
l. La sublimación requiere de la intervención del yo
narcisista para producirse. O Hemos empleado la expre-
sión "satisfacción desexualizada". Pero ¿qué se entiende
por desexualización? El término es ambiguo ya que podría
dejar pensar que ya nq hay libido sexual en la pulsión.
Ahora bien, hemos afirmado justamente lo contrario. In-
sistamos una vez más en el hecho de que la libido subli-
mada jamás pierde su origen sexual. De lo que se trata en
la sublimación no es de "desexuaJizar globalmente" la
pulsión, sino tan sólo- de desexualizar su objeto. Desexua-
lizar equivale a sustraer el investimiento libidinal que
carga un objeto considerado erótico, para referirlo. a otro
objeto n o sexual y así obtener una satisfacción
igualmente, no sexual. Pero el éxito de este cambio dese-
xualizante depende de una operación intermedia decisiva
para toda sublimación: primero el yo retira la libido del
objet.o sexual, luego la vuelve sobre sí mismo y, finalmen-
te asigna a esta libido un n uevo fin no sexual. Como pode-
mos observar, el fin inicial de la pulsión de obtener una
satisfacción sexual directa se sustituye ahora por una sa-
tisfacción sublimada, por ejemplo artística, gracias al pla-
cer intermediario de gratificación narcisista del artista.
Es este narcisismo del artista el que condiciona y sostiene
la actividad creadora de su pulsión sublimada.
8 La vie eexuelle,...
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Enfoque lacaniano del concepto de sublimación:
"la sublimación eleva el objeto a la dignidad
de la cosa"
La teoría lacaniana de la sublimación descansa ínte-
gramente en una proposición prínceps formulada por La-
can en su seminario sobre La ética del psicoanálisis: "La
sublimación eleva un objeto (narcisista e imaginario) a la
dignidad de la Cosa.n Nos limitaremos aquí a explicar el
sentido general de esta fórmula partiendo del efecto pro-
vocado por la obra -producto de la sublimación- en
aquel que la mira. Ya habíamos subrayado una primera
-característica de las obras creadas por sublimación: son
en principio objetos desprovistos de toda finalidad prácti-
ca y que responden a ideales sociales elevados, intemali-
zados subjetivamente bajo la forma del ideal del yo del
creador. Pero la especificidad de las producciones intelec-
tuales, científicas y artísticas elaboradas con la fuerza se-
xual de una pulsión sublimada reside principalmente en
su cualidad de objetos imaginarios. Estas obras, y en es-
pecial la obra de arte, prototipo de creación producida por
sublimación, no son cosas materiales sino más bien for-
mas e imágenes nuevamente creadas, dotadas de una sin-
gular eficacia. Se trata de imágenes y de formas signifi·
cantes trazadas a la manera de la imagen inconsciente de
nuestro cuerpo, más exactamente, de nuestro yo incons-
ciente narcisista. Ahora bien, estas obras imaginarias de
la sublimación son capaces de producir dos efectos funda-
mentales en el espectador: lo deslumbran por su fascina-
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ción, y suscitan en él el mismo estado de pasión y de de-
seo suspendido que había llevado al artista a engendrar
su obra.
¿Qué deducir de esto sino que una representación de
nuestro yo narcisista, proyectada afuera en la existencia
objetiva de una obra, ha sido capaz de reenviar al espec-
tador a su propio deseo de crear? Una imagen modelada
por el yo ha provocado en el espectador un similar movi-
miento pulsional hacia la sublimación, es decir, hacia una
satisfacción no sexual, global, cercana a un vacío infinito,
de un goce sin límites. Elevar el objeto narcisista a la dig-
1údad de la Cosa quiere decir, entonces, que la impronta
del yo del creador, objetivada en. obra de arte, ha abierto
en el otro la dimensión intolerable de un deseo de deseo,
de un deseo en suspenso sin ningún objeto asignado. El
objeto imaginario y narcisista -verdadera condensación
de estos tres componentes que son la fuerza pulsional, el
narcisismo del creador y la forma acabada de la obra- se
disuelve y se disipa ahora en el vacío de la emoción inten-
sa y poderosa que suscita en el admirador fascinado.
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Resumen
Resumamos de modo esquemático los rasgos princi-
pales de una pulsión sublimada:
- La fuente de la cual proviene es, como para toda
pulsión, una zona erógena y por lo tanto sexual.
-El empuje de la pulsión, marcada por el origen se-
xual de su fuente, sigue siendo siempre, independiente-
mente de su destino, libido sexual.
- El fin específico de la pulsión sublimada es una sa·
tisfao·ón pcial pero no sexual.
- El objeto específico de la pulsión sublimada es
igualmente 1W sexual.
-En suma, una pulsión sublimada será llamada se-
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