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ROUSSEAU

Para Rousseau el estado natural del hombre es aquel en el que cada uno vela por su propia
conservación en total libertad. Nos dice el filósofo: “El primer sentimiento del hombre fue el de su
existencia; su primer cuidado, el de su conservación” (Rousseau, 2012 p. 162). y “Su primera ley es
velar por su propia conservación; sus primeros cuidados son los que se debe a sí mismo…”
(Rousseau, 2003 p. 58). En ese momento el hombre no tiene necesidad de aprovechar de la tierra
mas de lo que necesita para dicha conservación, pero la presencia de nuevos apetitos hace que el
hombre experimente nuevas formas de existir y sentir placer, uno de estos apetitos es el sexual, el
cual lo lleva a reproducir descendencia. A medida en que el género humano se extiende, los recursos
de subsistencia se hacen limitados y el hombre se ve obligado a tomar posesión de todos los
espacios que garanticen aquellos recursos. Es así como nace la propiedad privada, pero con ella,
también comienzan las disputas por la defensa de estas posesiones. El hombre tiene que defender
lo que ha hecho propio de los otros animales e incluso de los otros hombres, mas aun, sus fuerzas
individuales no le son suficientes. Rousseau (2003) comenta al respecto:

“Supongo a los hombres llegados a un punto en que los obstáculos que perjudican a su conservación
en el estado de naturaleza logran vencer mediante su resistencia, a la fuerza que cada individuo
puede emplear para mantenerse en dicho estado. Desde este momento, el estado primitivo no
puede subsistir, y el género humano perecería si no cambiase de manera de ser” (p. 66).

En este momento los hombres empiezan a agruparse en sociedades para -en virtud de una fuerza
mayor- defender los modos de vida en que han acostumbrado y los bienes que para ella necesitan.
En este momento se aprecia el paso del estado natural al estado civil y cuyo paso, se abre con la
aparición de la propiedad privada. Sin embargo, esta sociedad civil, no es el estado natural, ni los
derechos que establece son derechos naturales, toda sociedad es producto de una convención.
Justamente Rousseau se pregunta por el tipo de pacto en que se garantice la fuerza común que
proteja los bienes de cada asociado, sin que por ello se pierda la libertad individual con la que se ha
actuado siempre, y su respuesta la formulará en un “contrato social”. Este pacto o contrato se
sustenta en la “voluntad general” de los asociados. Rousseau (2003) nos dice esencialmente en qué
consiste este pacto:

“Por tanto, si se elimina del pacto social lo que no le es de esencia, nos encontramos con que se
reduce a los términos siguientes: “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder
bajo la suprema dirección de la voluntad general, y nosotros recibimos además a cada miembro
como parte indivisible del todo” (p. 67)

Esta voluntad general de la que se habla no es mas que lo que implica su definición; la voluntad
general en que ha coincidido racionalmente todos los asociados al pacto y con la cual se
establecerán normas de convivencia que se expresarán legítimamente en leyes y asimismo se
organizará un sistema moral. Todos los ciudadanos se funden en un solo cuerpo, el cuerpo de la
república, ello implica que existe igualdad entre cada uno de sus integrantes y que la soberanía ya
no reside en uno, sino en todos, en la voluntad general. De esta manera es como Rousseau soluciona
el problema anterior, puesto que el interés colectivo no resulta diferente del interés individual. Cada
ciudadano es súbdito, pero súbdito de una voluntad de la que él mismo forma parte y la cual lo hace
también soberano.
Bibliografía:

- Rousseau, Jean-Jacques. (2003). Contrato social. Madrid, España: Biblioteca nueva.


- Rousseau, Jean-Jacques. (2012). Discurso sobre las ciencias y las artes – discurso sobre
el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. Madrid, España:
Alianza editorial.

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