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Auguste Comte fue el padre del positivismo y el primer teórico que empezó a hablar del término “sociología”.

Su obra estuvo muy ligada a Saint-Simon, al principio, pero acabó variando hasta ser algo completamente
distinto, incluso opuesto en algunos términos.

Nació el 19 de enero de 1798 en Montpellier y desde pequeño siempre se interesó por los asuntos relacionados
con la filosofía. Tras finalizar sus estudios en 1817, empezó a trabajar como secretario del conde Henri de Saint-
Simon. Con él, Comte expandió su conocimiento sobre la filosofía y sobre el mundo que le rodeaba, pero
pasados 7 años, decidió que era el momento de romper definitivamente con la influencia del pensador francés y
comenzar una etapa propia.

Entre 1830 y 1842, Comte pasó una etapa de separación y ruptura frente a las ideas de Saint-Simon. Para ello,
trabajó en su obra titulada “Curso de filosofía positiva”. Era un tratado en el que él elaboró su propia filosofía
particular, a la que presentó como una filosofía de las ciencias. Por una parte, Comte clasificó las ciencias según
un orden creciente de complejidad y, por otra, formuló la ley de la historia del espíritu humano, también
conocida como la “ley de los tres estados”. Esos tres estados eran: el teológico, el metafísico y el positivo. Para
el filósofo, todos eran sucesivos y constituían tres etapas distintas del desarrollo del espíritu humano.

Comte afirmaba que sólo el espíritu positivo representaba una auténtica mutación del espíritu, tanto en el
objeto de la investigación como en el método. Por tanto, el positivismo consistía en aplicar los métodos
utilizados en las matemáticas y en las ciencias experimentales a los fenómenos sociales y políticos. De esta
forma, se podrían extraer las leyes que regían la estructura y el desarrollo de las sociedades.

Las teorías que postuló Auguste Comte crearon así una física social, qué él bautizó como “sociología” y que se
clasificó entre las ciencias experimentales. La exigencia del filósofo era la de realizar una reforma de la
humanidad que tuviese un orden más conforme con las aspiraciones humanas. Estas ideas las formuló sobre
todo en “El sistema de la política positivista” en 1854 y en “El catecismo positivista” en 1852.

Poco antes de su muerte, su obra desembocó en una “religión de la humanidad” y Comte se erigió en el sumo
sacerdote. Finalmente, el 5 de septiembre de 1857 falleció en París, dejando tras de sí un legado filosófico
considerable. El aspecto más destacable de su positivismo es que influyó en muchos de los movimientos sociales
que azotaron Europa durante la segunda mitad del siglo XIX y a principios del XX.

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