Está referida a la acción reivindicatoria de bienes hereditarios, siendo tratada
en el artículo 665. Esta acción es res singula, por ello es más correcto denominarla de esta forma específica en lugar de referirla genéricamente a la herencia. Es un caso particular de la acción reivindicatoria en general, la cual es legislada en el artículo 923, que reconoce entre los derechos inherentes a la propiedad el de reivindicarla, y en el artículo 979, que señala que todo copropietario puede reivindicar el bien común.
GONZALES BARRÓN (s/a) afirma que:
En el caso de la propiedad, el mecanismo típico de defensa, pero no único, es
la reivindicatoria en cuya virtud, el propietario pretende la comprobación de su derecho y, en consecuencia, que se le ponga en posesión de la cosa. (p. 38)
La acción reivindicatoria general es imprescriptible por su naturaleza. Es más,
el código actual ha incluido en el Libro de los Derechos Reales un artículo, el 927, que no aparecía en el Anteproyecto ni en los proyectos de las Comisiones Redactora y Revisora, que indica clara y tajantemente que la acción reivindicatoria es imprescriptible. Siendo unánime la doctrina en reconocer que la acción reivindicatoria de bienes hereditarios es una especie del género que constituye la acción reivindicatoria en general, no hay duda que aquella también es imprescriptible. Más aún, cuando el código ha omitido referirla, como hacían los Proyectos, a plazo de prescripción alguno.
NUÑEZ (Citado por GONZALES) refiere:
La reivindicatoria no solo es actio in rem, sino la in rem actio por excelencia
de protección de la propiedad de todo tipo de bienes, muebles o inmuebles, puede definirse como el instrumento típico de protección de la propiedad de todo tipo de bienes, muebles o inmuebles.(p.38)
La acción reivindicatoria, legislada en el artículo 665, se refiere a los terceros
adquirientes del sucesor aparente, aunque también se aplica al tercero que adquirió de un coheredero o de un tercero, como se ha explicado. Norma el caso del adquiriente a título gratuito, con buena o mala fe. El caso del adquiriente de buena de a título oneroso no está normado por no proceder contra él la acción, la cual deberá dirigirse contra el vendedor, conforme lo dispone el artículo 666. En esta acción rigen las siguientes reglas:
1. El adquiriente a título oneroso de mala fe queda obligado a entregar al
heredero verdadero el bien y los frutos percibidos, así como a indemnizarlo. 2. El adquiriente a título gratuito de buena fe queda obligado solo a restituir el bien. 3. El adquiriente a título gratuito de mala de queda obligado a la restitución del bien, a la devolución de los frutos percibidos y a pagar una indemnización. 4. El adquiriente a título oneroso de buena fe mantiene sus derechos, quedando obligado solo a pagar el saldo del precio, si hubiere, el heredero verdadero.
En los tres primeros casos, corresponde demandar acumulativamente la
nulidad del título. Como se ha visto, independientemente el tercero podrá demandar al enajenante la venta de lo ajeno. Igualmente, el coheredero o sucesor aparente de mala fe será responsable ante el heredero, pudiendo obligársele a una indemnización por los daños y perjuicios causados.
Debe tenerse presente, al igual como se ha dicho tratándose de la acción
reivindicatoria, que si bien el poseedor no podrá deducir la prescripción por extinción de la acción, sí podrá oponer, en su caso, la prescripción adquisitiva de los bienes que posea, la cual operará como caducidad del derecho del accionante.
La acción reivindicatoria de bienes hereditarios procede contra la Sociedad de
Beneficencia Pública, la Junta de Participación Social o la Sociedad de Beneficencia de Lima, en su caso, cuando el juez les adjudica los bienes a falta de sucesores, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 830. También procederá contra el gestor de la declaratoria respectiva, quien, de acuerdo a este dispositivo, se hace acreedor al cuarenta por ciento del valor de la herencia. Si se le probara a éste la mala fe, le serán de aplicación las sanciones que hemos señalado. El título del heredero prevalece a dichas adjudicaciones que se hicieron en el supuesto legal de no haber herederos del causante. También procede contra el tercero poseedor sin título, aunque en este caso, es más conveniente plantear la acción de desalojo por ocupación precaria, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 585 y siguientes del nuevo Código Procesal Civil, que se tramita en proceso sumarísimo.
El artículo 665 agrega que, si se trata de bienes registrados, la buena fe del
adquiriente se presume si antes de la celebración del contrato hubiera estado debidamente inscrito, en el registro respectivo, el título que amparaba al heredero aparente y la transmisión de dominio a su favor, y no hubiera anotada demanda ni medida precautoria que afecte los derechos inscritos. Estas condiciones a favor de la presunción de buena fe no significan que de no presentarse se establezca la existencia de mala fe. Esta es una presunción general que opera siempre, salvo prueba en contrario, o cuando el bien se encuentra inscrito a nombre de otra persona, tal como lo dispone el artículo 914. Mientras la buena fe se presume, la mala fe debe probarse. En todo caso, debió legislarse cuando, excepcionalmente en la situación planteada, no puede presumirse la buena fe, conforme a la regla citada establecida en el Libro de los Derechos Reales. Asimismo, el enunciado de la segunda parte del artículo 666, que dice que en todos los casos el poseedor de mala fe está obligado a resarcir al heredero el valor del bien y de sus frutos y a indemnizarle el perjuicio que le hubiere ocasionado, redunda lo expresado en el artículo 910 y el artículo 1969, siendo, por lo tanto, superfluo.