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P.

Santa María de Caná


Adoración al Santísimo Sacramento
Primero momento

- Canto
ORACIÓN POR LA FAMILIA
(Rezada por Benedicto XVI)

Oh, Dios, que en la Sagrada Familia nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar vivida
en la fe y la obediencia a tu voluntad. Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus
mandamientos. Socórrenos en nuestra misión de transmitir la fe a nuestros hijos. Abre su
corazón para que crezca en ellos la semilla de la fe que recibieron en el bautismo. Fortalece
la fe de nuestros jóvenes, para que crezcan en el conocimiento de Jesús. Aumenta el amor
y la fidelidad en todos los matrimonios, especialmente aquellos que pasan por momentos de
sufrimiento o dificultad.

- Silencio

SALMO 128 (127)

¡Dios bendice a todos los que lo obedecen


y siguen sus enseñanzas!

Si tú eres uno de ellos,


Dios te bendecirá mucho.
En el seno de tu hogar
comerás y disfrutarás
de lo que ganes con tu trabajo.

Tu esposa tendrá muchos hijos.


¡Parecerá un racimo de uvas!
Nunca en tu mesa faltará comida,
y tus hijos crecerán
fuertes como los olivos.

¡Así es como Dios bendice


a todos los que lo obedecen!

¡Que Dios te bendiga


desde su templo en el monte Sión!

¡Que veas prosperar a Jerusalén


todos los días de tu vida!
¡Que Dios te deje ver crecer
a tus hijos y a tus nietos!

¡Que haya paz en Israel!

- Canto

Segundo momento

- Canto
ORACION POR NUESTRO PAÍS

Omnipotente Dios, que nos has dado esta buena tierra por heredar, Humildemente
suplicamos tu ayuda para poder conducirnos siempre como pueblo reconocido a tu
favor, pronto a hacer tu voluntad. Bendice nuestro país con labor honrada,
conocimiento profundo y sanas costumbres. Guárdanos de toda violencia, discordia
y confusión; de orgullo y arrogancia y de todo mal camino. Defiende nuestra libertad,
y forma una nación unida de las multitudes que has traído de los diversos pueblos y
lenguas. Inviste con el espíritu de sabiduría a todos los que, en tu Nombre, confiamos
la autoridad del gobierno, para que haya justicia y paz en el país, y que, por medio de
la obediencia a tu ley, manifestemos tu alabanza entre las naciones de la tierra. En
tiempo de prosperidad, llena los corazones de gratitud, y en el día de la angustia, no
permitas que nuestra confianza en ti desfallezca; todo lo cual te suplicamos por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.

- Silencio

Salmos 93

El señor reina; se vistió de magnificencia;


El señor se vistió, se ciñó de poder.
Afirmó también el mundo, y no se moverá.

Firme es tu trono desde entonces;


Tú eres eternamente.

Alzaron los ríos, oh Dios,


Los ríos alzaron su sonido;
Alzaron los ríos sus ondas.

El señor en las alturas es más poderoso


Que el estruendo de las muchas aguas,
Más que las recias ondas del mar.

Tus testimonios son muy firmes;


La santidad conviene a tu casa,
Oh Señor, por los siglos y para siempre.

- Canto

Tercer momento

- Canto
ORACIÓN POR LOS ENFERMOS
Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente
presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros.

Te alabamos y te adoramos, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del
cielo.
Tú eres la plenitud de la vida.
Tú eres la resurrección y la vida.
Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos, porque para Ti no hay distancia ni
en el tiempo ni en el espacio.
Tú eres el eterno presente y Tú los conoces. Ahora, Señor, te pedimos que tengas
compasión de ellos, para que todos reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy;
y que se renueve su fe y su confianza en Ti; te lo suplicamos, Jesús.

Ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que sufren en su corazón y de
los que sufren en su alma que están orando y oyendo los testimonios de lo que Tú
estás haciendo por tu Espíritu renovador en el mundo entero.

Ten compasión de ellos, Señor.


Desde ahora te lo pedimos.
Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca
y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos
de tu poder y de tu compasión.

Te lo pedimos, Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu
preciosa sangre. Sánalos, Señor.
Sánalos en su cuerpo, sánalos en su corazón, sánalos en su alma. Dales vida y vida
en abundancia.
Te lo pedimos por intercesión de María Santísima, tu madre, la Virgen de los
Dolores, quien estaba presente, de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en
contemplar tus santas llagas y que nos diste por madre.

Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti todas nuestras dolencias y por tus
santas llagas hemos sido curados.

Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido oración y
te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud.

Te pedimos por la gloria del Padre del cielo, que sanes a los enfermos que van a leer
esta oración. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para
gloria de tu Nombre.

Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los
signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pedimos Jesús, porque Tú eres Jesús,
Tú eres el Buen Pastor y todos somos ovejas de tu rebaño.

Estamos tan seguros de tu amor, que aún antes de conocer el resultado de nuestra
oración en fe, te decimos: gracias Jesús por lo que Tú vas a hacer en cada uno de
ellos.

Gracias por los enfermos que Tú estás sanando ahora, que Tú estás visitando con tu
misericordia. Gracias, Jesús, por lo que Tú vas a hacer.

Lo depositamos en tus manos desde hoy y te pedimos que lo sumerjas en tus santas
llagas. Que lo cubras con tu sangre divina, y que a través de este mensaje tu corazón
de Buen Pastor hable a los corazones de tantos enfermos que van a leerlo. ¡Gloria y
alabanza a Ti, Señor!

- Silencio

Salmos 41
Dichoso el que piensa en el débil y pobre;
el Señor lo librará en tiempos malos.
El Señor lo protegerá, le dará vida y felicidad en la tierra,
y no lo abandonará al capricho de sus enemigos.
El Señor le dará fuerzas en el lecho del dolor;
¡convertirá su enfermedad en salud!

Yo he dicho:
«Señor, tenme compasión;
cúrame, aunque he pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor:
«¿Cuándo morirá y se perderá su recuerdo?»
Vienen a verme, y no son sinceros;
guardan en su memoria todo lo malo,
y al salir a la calle lo dan a saber.
Los que me odian se juntan y hablan de mí;
piensan que estoy sufriendo por mi culpa,
y dicen:
«Su enfermedad es cosa del demonio;
ha caído en cama y no volverá a levantarse.»
Aun mi mejor amigo, en quien yo confiaba,
el que comía conmigo, se ha vuelto contra mí.
Pero tú, Señor, tenme compasión;
haz que me levante y les dé su merecido.
En esto conoceré que te he agradado:
en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
En cuanto a mí, que he vivido una vida sin tacha,
tómame en tus manos,
manténme siempre en tu presencia.

¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,


ahora y siempre!
¡Amén!

- Canto

Cuarto momento

- Canto

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA LA VIDA CONSAGRADA

Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,


Padre de Nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro,
acoge la oración que te dirigimos
y ayúdanos a vivir apasionadamente
el don de la vocación.

Tú, Padre,
que, en un designio gratuito de amor,
nos llamas por el Espíritu a buscar tu rostro,
en la estabilidad o en la itinerancia,
haznos siempre portadores de tu memoria
y que ella sea fuente de vida
en la soledad y en la fraternidad,
de modo que podamos ser hoy reflejo de tu amor.

Cristo, Hijo del Dios vivo,


tú, que casto, pobre y obediente,
has caminado por nuestras calles,
se nuestro compañero en el silencio y en la escucha:
conserva en nosotros la pertenencia filial
y hazla fuente de amor.
Haz que vivamos el Evangelio del encuentro:
ayúdanos a humanizar la tierra y a crear fraternidad,
que sepamos compartir la fátiga
de quien se ha cansado de buscar
y la alegría de quien aún espera,
de quien busca
y de quien mantiene viva la esperanza.

Espíritu Santo, Fuego que arde,


ilumina nuestro camino en la Iglesia y en el mundo.
Concédenos la valentía de anunciar el Evangelio
y la alegría del servicio en la vida cotidiana.
Abre nuestro espíritu a la contemplación de la belleza.
Conserva en nosotros la gratuidad
y la admiración por la creación;
haz que reconozcamos las maravillas
que Tú realizas en cada viviente.

María, Madre del Verbo,


vela sobre nuestra vida
de hombres y mujeres consagrados
para que la alegría que recibimos de la Palabra
llene nuestra existencia, y tu invitación
a hacer cuanto el Maestro dice (cf. Jn 2,5),
nos transforme en agentes activos
en el anuncio del Reino. Amén

- Silencio

Salmos 66
¡Aclamen alegres a Dios,
habitantes de toda la tierra!
Canten salmos a su glorioso nombre;
¡ríndanle gloriosas alabanzas!
Díganle a Dios:
«¡Cuán imponentes son tus obras!
Es tan grande tu poder
que tus enemigos mismos se rinden ante ti.
Toda la tierra se postra en tu presencia,
y te cantan salmos;
cantan salmos a tu nombre». Selah

¡Vengan y vean las proezas de Dios,


sus obras portentosas en nuestro favor!
Convirtió el mar en tierra seca,
y el pueblo cruzó el río a pie.
¡Regocijémonos en él!
Con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a las naciones.
¡Que no se levanten contra él los rebeldes!

Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios,


hagan oír la voz de su alabanza.
Él ha protegido nuestra vida,
ha evitado que resbalen nuestros pies.

Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba;


nos has purificado como a la plata.
Nos has hecho caer en una red;
¡pesada carga nos has echado a cuestas!
Las caballerías nos han aplastado la cabeza;
hemos pasado por el fuego y por el agua,
pero al fin nos has dado un respiro.
Me presentaré en tu templo con holocaustos
y cumpliré los votos que te hice,
los votos de mis labios y mi boca
que pronuncié en medio de mi angustia.

- Canto

Quinto momento

- Canto
ORACIÓN POR LA SANTA IGLESIA Y POR LOS SACERDOTES
Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.

Oh Divino y Sumo Sacerdote,


que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.

Oh mi amadísimo Jesús,
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes, ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.

- Silencio

Salmos 84
¡Qué hermoso es tu templo,
SEÑOR Todopoderoso!
Mi alma desea con ansia y emoción
estar en los patios de tu templo, SEÑOR.
Mi corazón canta de alegría;
al Dios vivo canta todo mi cuerpo.
SEÑOR Todopoderoso, mi Dios y Rey,
hasta los pájaros han encontrado un hogar en tu templo.
Hacen sus nidos cerca de tu altar
y allí tienen su cría.
Qué afortunado es el que vive en tu templo
porque siempre te está adorando. Selah

Qué afortunado es el que se apoya en ti,


el que sólo piensa en andar en tus caminos.
Cuando pasa por el valle de las Lágrimas,
lo convierte en un oasis bendecido por la lluvia temprana.
Viajan de pueblo en pueblo para llegar al monte Sion
y encontrarse con Dios.

SEÑOR Dios Todopoderoso, escucha mi oración;


Dios de Jacob, escúchame. Selah

Dios nuestro, protege a nuestro protector.


Sé bueno con tu rey elegido.

Un día en tu templo es mejor


que mil días en cualquier otro lugar.
Preferiría ser el portero de la casa de mi Dios
que vivir en la casa de un perverso.
El SEÑOR Dios brilla sobre nosotros y nos protege; [a]
nos bendice con bondad y gloria.
El SEÑOR no le niega ninguna bendición
al que vive con integridad.
SEÑOR Todopoderoso,
¡qué afortunados son los que confían en ti!

- Canto

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