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Nº 11 - Primavera 2007

LA APLICACIÓN DE LOS
PRINCIPIOS
DEL TAICHI PARA LA
PREVENCIÓN
DE CAÍDAS EN MAYORES
Y DISCAPACITADOS FÍSICOS
Arieh Lev Breslov

A partir de su experiencia en la enseñanza a


personas mayores y con discapacidades
físicas, y convencido de que la mente puede
compensar en gran medida el debilitamiento
natural del cuerpo, el autor desarrolló su
propio sistema para transmitir los principios del Taichi a este
sector de la población. Este trabajo es un resumen de las
técnicas que ha desarrollado y sus conclusiones.

Hace unos diez años comencé a notar que aumentaba el número de personas
mayores inscritas a mis clases de Taichi. Esta oleada de interés surgió gracias a un
estudio de la Universidad de Emory que mostraba que los ancianos de más de 70
años que practicaban Taichi se caían un 47, 5 % menos que los integrantes de los
grupos de control. El resultado se divulgó ampliamente en los medios y
publicaciones dirigidas a los mayores, tales como Maturity Magazine, y en varios
estudios posteriores se dieron a conocer además otras virtudes del Taichi, como su
influencia en la regulación de la tensión arterial y en la disminución de los dolores
artríticos.

Forma física y memoria

Yo me sentía feliz con la incorporación de estos alumnos nuevos y entusiastas,


pero pronto descubrí que aprender la forma no iba a ser una tarea fácil para ellos. A
su edad, el primer gran obstáculo era la pérdida de memoria a corto plazo, que
incapacitaba a los alumnos más mayores para aprender la secuencia de Taichi. El
segundo problema tenía que ver con la condición física de la mayoría de los
ancianos, que no era la adecuada para hacer frente a las duras exigencias del Taichi que yo enseñaba. Muchas personas
mayores, por ejemplo, tienen lesiones de rodilla o cadera que les impiden "hundirse" completamente en las piernas. A pesar
de todo, un número reducido de ellos consiguió aprender la forma completa y aún continúan practicándola bastante bien.
Una alumna, médico, tardó tres años en aprenderla después de pasar por varios grupos diferentes. Ella es la prueba
viviente de que la perseverancia es la clave del éxito en el Taichi. Otro alumno con similar fuerza de voluntad,
un marine que había luchado en la II Guerra Mundial, también lo consiguió. En el otro extremo de la balanza, he tenido
alumnos con veinte años que eran incapaces de recordar la secuencia de la forma o que tenían dificultades físicas que les
impidieron continuar en mi clase. Como profesores creo que es importante ser conscientes de las limitaciones propias de la
edad, al tiempo que mantenemos una actitud abierta hacia cada alumno en particular.

Cuando empecé a enseñar Taichi a mayores recuerdo que una pareja de más de setenta años comenzó a venir a mis
clases. Una tarde estaba observándoles mientras hacían la forma, y al verles practicar de manera tan diferente a lo que yo
intentaba enseñarles comprendí que probablemente nunca llegarían a aprenderla. Aún así deseaba ayudarles, tanto a ellos
como a mis otros alumnos mayores, y por eso escribí al doctor Stephen Wolfe, de la universidad de Emory, para que me
enviase un resumen de su decisivo estudio. Descubrí que los ancianos participantes en el estudio habían aprendido unos
cuantos movimientos específicos cuyo grado de dificultad se ajustaba a su condición física. Obviamente, era la estrategia
más lógica.

Poco después me ofrecieron la oportunidad de enseñar en un club de ancianos de mi localidad. Normalmente venían a
cada sesión entre treinta y cuarenta alumnos, en su mayoría mujeres. La capacidad física y mental de los alumnos era muy
desigual. Mientras que algunos se encontraban más o menos en forma, otros necesitaban andadores o sillas de ruedas, y
ninguno era capaz de aprender la forma completa. Dado que en esta ocasión mi enfoque habitual no era realista, tuve que
improvisar sobre la marcha. Empecé con fáciles ejercicios de estiramientos que podían hacer de pie o sentados en sillas,
Chikung, meditación, y adaptaciones de ejercicios de Chansigong y de la forma de Taichi que podían practicar también
sentados. Probaba ideas nuevas, por ejemplo, les introduje en la meditación de la sonrisa interior para ayudarles a relajarse
y sentirse mejor. Después hablábamos sobre las imágenes que les habían hecho sonreír y esto nos llevaba a historias
interesantes de su pasado. Por los comentarios que me hacían descubrí que les gustaba la clase, especialmente a las
mujeres. La clave era el planteamiento ecléctico y creativo.

Pérdida de la capacidad de andar

Tras varios años comencé a entender que éste es uno de los principales problemas a los que se enfrentan muchas mujeres
mayores. Su sentido del equilibrio se vuelve más inestable y sus piernas se debilitan. Suelen vivir aterrorizadas por la idea
de caerse, porque romperse una cadera o una pierna lleva a menudo a la inmovilización y a la muerte, y ya han visto cómo
esto les ocurría a sus padres y a otras personas de su misma edad. Un estudio reciente muestra que el miedo a caerse es
la primera preocupación de las personas mayores. Esta era la razón de que el estudio de la universidad de Emory fuera tan
importante para los ancianos y de que quisieran aprender Taichi. Deseaban conservar su capacidad de andar sin caerse.

Al comprender esto empecé a concentrarme en lo que


realmente necesitaban de nuestro arte mis alumnos mayores.
Me parecía que diseñar una secuencia con unos cuantos
movimientos no resolvería el problema del deterioro del
equilibrio y la capacidad para andar. Sin embargo, tenía claro
por mi experiencia que los principios del Taichi podían formar la
base de un programa viable para reforzar la estabilidad y
"aprender a andar". Cheng Man Ching dijo una vez que él
siempre estaba practicando Taichi, incluso cuando daba un
paseo. Yo entendía por esto que una vez se interiorizan los
principios, la forma ya no es necesaria. En el transcurso de
varios años desarrollé un programa dividido en cinco partes y
basado en los principios de los clásicos del Taichi que
llamé Taichi Walking.

Flexibilidad

La primera parte del programa se centraba en ejercicios de flexibilidad que se podían practicar de pie o sentado. Al
interactuar con los ancianos me di cuenta de que estaban muy agarrotados. En algunos casos era el resultado de toda una
vida sin hacer ejercicio, y en otros del proceso natural de envejecimiento. Al andar, un cuerpo rígido y agarrotado carece de
la estabilidad que tiene alguien que puede hundir el peso en las piernas con suavidad, como si flotara. Además, en una
caída, cuanto más rígido está el cuerpo más posibilidades hay de que se produzcan fracturas. En el Tao Te Ching se dice:
"Lo rígido y duro es discípulo de la muerte, lo suave y flexible es discípulo de la vida." En otras palabras, volverse más
flexible es una manera de prolongar la vida. Por otra parte, los ejercicios de flexibilidad eran un buen preámbulo a los
ejercicios más exigentes de la siguiente fase.

Fortalecimiento de las piernas

La segunda parte del programa para andar consta de seis ejercicios destinados a reforzar las piernas. Es obvio que dos de
las razones fundamentales por las que se va reduciendo la capacidad de caminar de los mayores es la pérdida de fuerza
muscular y el deterioro de las articulaciones de las piernas, pero eso no significa necesariamente que tengamos que
volvernos inestables. Con el ejercicio apropiado podemos mantener nuestras piernas lo bastante fuertes como para andar
con normalidad y tener una buena calidad de vida hasta edades muy avanzadas.
En mi programa los ancianos fortalecen las piernas con la
ayuda de una silla. Apoyarse en el respaldo es una medida de
precaución para evitar que pierdan el equilibrio al sostenerse
sobre una sola pierna. Los ejercicios se realizan lentamente y
trabajando con la intención. Siempre hago hincapié en que el
acto de bajar la pierna es tan importante como el de subirla.
Una idea crucial en el Taichi es la intención o concentración.
Como dicen los clásicos, "el Yi (la intención) y el Chi (la
respiración) son el soberano, los huesos y los músculos son la
corte". Diferentes estudios, entre ellos uno realizado con
levantadores de pesas rusos, muestran que cuando la mente
interviene en el ejercicio físico mejora el rendimiento. Por
supuesto, esto no es ninguna novedad para los practicantes de
Taichi. Yo estoy firmemente convencido de que la mente puede
compensar en gran medida el debilitamiento natural del cuerpo.
Pero "hacer ejercicio" no es suficiente, y aquí es donde los
principios del Taichi pueden ser de gran valor para reducir el
deterioro que se va produciendo con el envejecimiento.

Para enseñar a utilizar la intención utilizo la meditación de la respiración profunda, que implica examinar el estado del
cuerpo empezando por los dedos de los pies y continuando por las piernas hacia arriba. El objetivo es ayudar al alumno a
que tome conciencia de la conexión entre mente y cuerpo, lo que supone para muchos un concepto nuevo. Esto es
importante de cara a la prevención de las caídas porque un elevado porcentaje de ellas se produce por falta de atención, y
cuando una persona mayor tropieza es muy probable que se caiga y se haga daño.

Al enseñar estos ejercicios insisto en otro principio del Taichi: "El movimiento debe enraizarse en los pies y transmitirse a
través de las piernas". Los alumnos tienen que llevar todo el peso a una pierna y levantar el pie contrario del suelo. Para ello
les pido que se concentren en la acción y empujen el suelo con la pierna que soporta el peso para alzar la otra. Así
fortalecen ambas piernas y toman conciencia de la relación cinética natural que existe entre ellas al caminar, al tiempo que
se preparan para lo que denomino "el paso de Taichi" (Taichi Walking).

El paso de Taichi

Elegí este ejercicio para la tercera parte de mi programa porque es sencillo y a la vez incorpora los principios básicos del
Taichi en relación al equilibrio y el modo correcto de andar. Buscaba algo que fuera similar a la forma, pero que a la vez
fuera fácil de aprender y ejecutar. Y dado que el objetivo era enseñar a los mayores a andar mejor, ¿por qué no utilizar el
mismo acto de caminar? La diferenciación del peso, un principio clave de la forma Yang, se convirtió en la característica
definitoria del paso de Taichi. En este punto quiero expresar mi agradecimiento a mi profesor Benjamin Lo, que me enseñó
los principios del Taichi. Todavía puedo oírle repitiéndome: "Sólo tienes una pierna" y "Húndete, no te inclines".

Para diferenciar bien el peso la mente tiene que estar completamente centrada en la práctica. Esto significa que antes de
comenzar el ejercicio debe existir cierto nivel de meditación y control de la respiración. Es sin duda un reto enseñar el uso
de la intención a alumnos mayores sin nociones previas de meditación, pero la experiencia me ha demostrado que con un
poco de perseverancia se puede llegar lejos. El paso de Taichi les enseña cómo aplicar la consciencia a los cambios de
peso, en qué momento han perdido el equilibrio y cómo pueden recuperarlo. Por último, pone de manifiesto cuál es la pierna
más débil y, por tanto, la que necesita mayor atención. También insisto en que se muevan desde el dantian como si les
tirasen del cinturón, y que caminen erguidos como si una cuerda tirara de ellos hacia arriba.
Hay dos ejercicios preparatorios para este tipo de paso. El primero es un ejercicio simple en el que se cambia el peso
lentamente de un lado a otro del cuerpo, y en el segundo el alumno adelanta un pie y alterna el peso entre una pierna y
otra. Si es necesario se puede utilizar como apoyo un bastón o un andador, e incluso colocar una mano en la pared para
guardar el equilibrio.

Un principio esencial para prevenir caídas al caminar es dar el paso apoyando primero el talón y después el resto del pie,
como aprendimos en la forma de Taichi. Esta es la forma natural de andar, y por ello no solemos prestarle demasiada
atención, pero muchos ancianos, por diferentes problemas de salud, empiezan a caminar arrastrando los pies o apoyando
primero la punta. Si se encuentran con el menor obstáculo, un desnivel o una arruga en la alfombra de su casa, es muy
probable que tropiecen y se caigan, a menudo con consecuencias desastrosas. Con el paso de Taichi los alumnos pueden
aprender a caminar apoyando primero el talón, y puede que ésta sea una de las lecciones más importantes.

Automasaje

La cuarta parte del programa es un automasaje suave tomado de las técnicas chinas de daoyin. Uno de mis alumnos me
dijo una vez que si no te duele nada cuando tienes más de cincuenta años seguramente es porque estás muerto. Tiene
parte de razón, pero como todos sabemos bien, al dolor no le importa la edad. Cheng Man Ching aconsejaba masajear las
partes del cuerpo donde haya dolor. El masaje también es una buena manera de terminar la práctica y relajarse tras los
ejercicios más exigentes del programa, y además ayuda a distribuir el Chi por todo el cuerpo de una manera natural y
resulta placentero.

Principios prácticos para caminar

Son diez y constituyen la última sección del programa. Por ejemplo, "caminar con el cuerpo erguido y dar el paso apoyando
primero el talón". En clase animo a que mis estudiantes más mayores caminen tanto como su estado físico les permita y
que aumenten la longitud de sus paseos de manera gradual hasta llegar a caminar entre veinte y treinta minutos al día. La
revista médica The Journal of the American Medical Association publicó un estudio sobre los beneficios que esta práctica
reporta a los ancianos en el que se decía que andar de manera suave o moderada reduce el riesgo de demencia entre los
hombres y las mujeres de edades más avanzadas.
Desde que comencé el programa de Taichi Walking hace un año y medio he visto cómo muchos de mis alumnos mayores
mejoraban considerablemente. Un hombre pudo empezar a andar sin bastón. Otro de noventa y tres años que había sufrido
un derrame cerebral y apenas podía recorrer distancias cortas con la ayuda de un andador ahora puede subir y bajar
escaleras con apoyo en su lado débil. Este programa también puede ser útil a personas con discapacidades físicas típicas
provocadas por enfermedades crónicas tales como el Parkinson o la esclerosis múltiple. En el caso del primero he
enseñado a muchos enfermos y los resultados han sido positivos. Aunque en general los temblores no han disminuido, sí
han mejorado la estabilidad y la postura, y arrastran menos los pies al andar. Un estudio reciente de la universidad de
Florida en Jacksonville confirma mi experiencia al mostrar que el Taichi puede reducir el número de caídas en estos
pacientes. Actualmente estoy experimentando con la utilización de la "regla de Taichi" 1- como medio para aumentar la
atención mental y la unidad corporal en estos enfermos. Representa un escalón por encima del paso de Taichi, puesto que
todo el cuerpo debe participar en el movimiento y además se requiere una técnica de respiración específica. Este trabajo
también puede ayudar a reducir los temblores, ya que el estudiante tiene que sujetar la regla entre las palmas de las manos.

El concepto innovador en el que se basa este enfoque es crear nuevos canales de comunicación entre la mente y el cuerpo.
Utilizando la intención los alumnos aprenden a "hacer un bypass" a la sustancia negra2-, la parte del cerebro que ha
degenerado y provoca el Parkinson, y a iniciar los movimientos con la fuerza de las piernas. En otras palabras, intentamos
"puentear" los canales habituales de comunicación entre la mente y el cuerpo y establecer conexiones nuevas y viables.
Hoy día sabemos por estudios realizados con víctimas de hemorragias cerebrales que la mente es capaz de hacerlo. Esta
idea viene directamente de los clásicos de Taichi: "El movimiento se enraíza en los pies, se transmite a través de las
piernas, se controla con la cintura, y se manifiesta a través de los dedos".

Los clásicos también dicen: "Piensa cuidadosamente cuál es el fin último: alargar la vida y mantener la juventud". Mi
objetivo personal es ayudar a mis alumnos a mejorar su calidad de vida y a ralentizar el deterioro físico y mental, pero para
que los efectos sean apreciables es necesario practicar los ejercicios de Taichi Walking al menos tres o cuatro veces a la
semana. Si no hay dedicación y perseverancia, los resultados serán muy limitados.

Ma Yueliang, un famoso maestro de Taichi, alcanzó los 98 años de edad. Un mes antes de morir aún seguía dando clases.
Uno de sus alumnos le preguntó cómo había mantenido tan buena salud a
pesar de su edad, y él contestó: "¡No pares nunca!". La mayoría de los
practicantes de Taichi tienen piernas fuertes y pueden seguir el consejo de
Ma. El "paso de Taichi" ofrece nuevas esperanzas a los mayores que no han
cuidado debidamente su cuerpo, y especialmente sus piernas. Estudios
recientes han mostrado que con más de ochenta años todavía se puede
recuperar fuerzas y flexibilidad en un grado asombroso mediante el ejercicio.
El programa Taichi Walking tiene mucho que ofrecer a los mayores para que
también ellos puedan seguir el consejo de Ma y no se detengan.

Traducción: Ángeles Sánchez Caballero

Arieh Lev Breslov practica Taichichuan desde hace más de treinta años.
Ha enseñado Taichi y Chikung en centros de mayores de Europa, Israel y
Estados Unidos. Es autor de libros sobre Taichichuan, Chikung y meditación. Recientemente ha publicado un manual y un
vídeo sobre la utilización del Taichi para la prevención de las caídas. Habitualmente enseña Taichi en Jerusalén.
taichi@bezeqint.net
http://www.taichiwalking.com/

NOTAS:

1) Taiji Chi, Regla de Taiji. Bastón corto de madera, redondeado en los extremos. Pertenece al método taoísta del "Bastón y
la Regla", divulgado por Hu Yaozhen y Feng Zhiqiang. El Taiji Chi tiene que ver con el desarrollo del yin y se utiliza con el
propósito de cultivar la energía interna, la calma y la quietud.
2) Se llama sustancia negra a la masa de células en forma de media luna situada en el tallo cerebral. Sus células nerviosas
envían fibras a los tejidos localizados en ambos lados del cerebro y allí las células liberan neurotransmisores esenciales que
ayudan a controlar el movimiento y la coordinación.

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